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love kills
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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love kills
+ título: love kills.
+ autor: yo, camille, ceonella.
+ género: comedia, drama, romance.
+ adaptación: no.
+ advertencias: tal vez vocabulario violento, escenas de todo tipo. daré las advertencias mediante el cap.
+ otras páginas: no.
+ autor: yo, camille, ceonella.
+ género: comedia, drama, romance.
+ adaptación: no.
+ advertencias: tal vez vocabulario violento, escenas de todo tipo. daré las advertencias mediante el cap.
+ otras páginas: no.
Love Kills
El amor siempre pasó a ser algo por delante de todo lo demás. Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo? Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal.
Sid siempre me trajo loca, lo conocí por una equivocación, y ahora lo quería devuelta conmigo. Les voy a hablar, del verdadero amor, que viví junto a Sid. Bueno, Warren "Sid" Prescott. Él siempre quiso llamarse como, Sid Vicious. Y me decía que sería su Nancy. Así fue, y así siempre será.
El amor es: el dolor de vivir lejos del ser amado. Esta historia es sobre como el amor, pasó a juntar a dos personas totalmente distintas, y hacerlas una sola.
Nunca pensé en juntarme con un chico, tal vez, desastroso. Papá siempre me obliga a estar cerca y rodeada de personas "ideales" cuando, Sid era mi ideal. Mi nombre es Maggie Leonards, y estoy muerta por amor.
Sid siempre me trajo loca, lo conocí por una equivocación, y ahora lo quería devuelta conmigo. Les voy a hablar, del verdadero amor, que viví junto a Sid. Bueno, Warren "Sid" Prescott. Él siempre quiso llamarse como, Sid Vicious. Y me decía que sería su Nancy. Así fue, y así siempre será.
El amor es: el dolor de vivir lejos del ser amado. Esta historia es sobre como el amor, pasó a juntar a dos personas totalmente distintas, y hacerlas una sola.
Nunca pensé en juntarme con un chico, tal vez, desastroso. Papá siempre me obliga a estar cerca y rodeada de personas "ideales" cuando, Sid era mi ideal. Mi nombre es Maggie Leonards, y estoy muerta por amor.
- i don't have to see you:
- genteee esto es algo que tenía preparado hace mucho —como todo lo que escribo lel— pero necesitaba subirlo. espero que les guste, y ta besos.
Última edición por ceonella. el Vie 17 Feb 2017, 9:38 pm, editado 6 veces
ceonella.
✿ capítulo 01 ✿
Capítulo 1.
Me había preparado para esta universidad por mucho tiempo, quería triunfar por alguna vez en mi vida. No quiero decir que nunca he triunfado, es más, tengo bastantes premios de los cuales recuerdo con orgullo. Hockey, danza, discursos, deletreo, una repisa llena. Hoy tenía que entrevistar a alguien, que haya perdido la cabeza.
Estudiar psicología se había convertido en uno de mis más grandes sueños, y recibirme de ello, aún más. Mis amigos siempre se burlaban de mi manera de llevar la vida, algo tranquila por cierto. No era una abuela, claro que no. “Había madurado demasiado”, y esto es totalmente incorrecto porque madurar no significa dejar de divertirse. Sólo me gustaba llevar la vida con paz, tranquilidad, dulzura. Me llamaban varias veces inocente, y sí, tal vez lo era. Algo de lo que no me arrepiento, para nada.
Nací en una pequeña granja en el estado de Illinois, pero Europa siempre me llamaba la atención. Decidí venir a estudiar a la gran milla cuadrada, Londres sí señor. Me había interesado también centrarme en Italia, pero por alguna razón Londres me atraía más. Papá es fanático del rock skuffle, del country, y de otros estilos a partir de la rama del rock. Mamá es simplemente una persona muy dulce, y sencilla, humilde. Soy la segunda hija de tres. La del medio. Mi hermano mayor y mi hermano menor, a lo que conlleva que soy, la única mujer junto a mi madre en la casa.
El dinero no nos faltaba, y no es algo que me enorgullezca mucho, pues no es lo más importante para mí.
Me había adentrado un tiempo en la danza, pero por la obligación de mis padres, debía estudiar. No era un sueño frustrado, tal vez debería intentarlo a la par del estudio aquí en Londres, pero es algo en lo que no me veo triunfando.
Hoy, comenzaría a elegir a alguien con varios problemas psicológicos o algunas adicciones. Pensé en acercarme a algún hospital, pero no sabía bien ubicarme, definitivamente era nueva aquí.
—Niños, ¿ustedes saben dónde hay algún hospital cerca?—pregunté agachándome a la altura de los pequeños que se me cruzaron corriendo por el camino.
—Sí sí ¡allí señora!—dijo uno, mientras los otros lo golpeaban y reían a la par. El joven me señaló un lugar un tanto oscuro, y ruidoso, y también muy muy viejo. De todas formas decidí acercarme, qué podría perder. Luego de dar las gracias crucé la calle y me metí en aquel lugar.
¡Era un bar! Para nada un espacioso y lindo hospital, era un bar pequeño y, no de mi tipo. La gente tomaba demasiado, otros ya caían al suelo y había un escenario donde mujeres bailaban y tipos cantaban. Este no es mi lugar. Decidí correr a la puerta, pero, imposible. ¡Imposible pasar con un tipo enorme en la puerta! ¡¿Por qué bloquean la entrada?! Jesús, esto es la mala suerte.
Actúa natural ¿no? Me senté en una de las sillas frente a la barra, que tenía un olor asqueroso a alcohol. Ni siquiera estaba vestida como los demás aquí. Llevaba un vestido con flores corto con algo de mangas, una chaqueta de jean y vale, unos viejos mocasines. Tenía la pinta perfecta de la Reina Isabel II en su juventud, y estos tipos claramente no eran muy fans de la Reina.
—Hola, qué tal señorita, ¿qué desea?—el hombre de la barra parecía buena persona. No entres en pánico Maggie.
—Em-em ¿yo?—
—Sí, tú.—y luego rió suavemente.
—Vale.. em.. agua.—
—¿Agua? ¿Segura? En un lugar como este no suelen pedir la gente agua, yo que tú, me pido un shot de tequila ¿va?—
—No-no.. no lo sé, no tengo ni idea de qué es eso.—el hombre sonrió cálidamente y en eso llego a cuestas un joven con un tupe algo gracioso.
Se sentó en la silla junto a mi lado, y pidió algo que no sé nombrar, pero al momento en que el hombre de la barra se lo trajo, su aspecto era sospechoso. El chico era algo pálido, alto y se notaba que le faltaba una ducha. Venía vestido con cuero y una remera de Jimi Hendrix. Prendió un cigarrillo y comenzó una charla con el hombre de la barra.
—Dan, ¿y esta jovencita rosita quién es?—le preguntó riendo al tal Dan. Si se refería a mí, o vaya que sobrepasó los límites diciéndome rosita.
—¿Ella? Llegó hace rato con varios libros y pidió agua, extraño ¿no?—
—No, único.—
—Me llamo Maggie.—los interrumpí y ambos miraron hacia la chica rosita, sí, yo.
—¿Qué haces aquí? Digo, tu apariencia es la misma de una joven que pasaría su tarde leyendo a Dickens mientras sus uñas se secan y su padre cocina una barbacoa en su gran jardín ¿no es cierto?—soltó sarcásticamente el chico del tupe.
—Te equivocas.—dije algo enojada.—Estaba buscando un hospital, tengo que entrevistar a una persona y unos niños me mintieron y me mandaron.. a este lugar.—sonreí, ¿de una manera falsa?
—Vaya, ¿qué tipo de persona?—preguntó el tal Dan.
—A una persona que haya perdido la cabeza, a alguien que ingiera sustancias peligrosas para la salud mental.—
—Pues si te refieres a drogas, tienes que conocer a mi amigo Sid ¡ja!—dijo riendo fuerte, el chico del tupe, que ya me estaba irritando. No como Dan, él sí se veía bueno.
—Oh no-no, gracias, yo ya me tendría que haber ido hace ra..—
—¡No no no! La jovencita rosa viene conmigo a conocer al torpe de Sid ¿vale? Vale.—me interrumpió y tomó mi brazo para llevarme tal vez a un camarín, porque nos introducimos en un cuarto del cual salía gente con instrumentos.
No quería estar aquí, para nada, no era mi lugar. Hace rato estaba deseando volver a mi departamento y encontrar a los niños que me jodieron mi maravilloso Martes de entrevistas. Me quejé varias veces pero el hombre insistía con que conociera al tal Sid. Me dijo su nombre para que dejara de decirle señor. John Tasteless. Wow.
Entramos en un cuarto que tenía escaso orden. De todas formas, tenía estilo. Parecía sacado de una gira de Led Zeppelin, pues era todo colorido y lleno de rock. John señaló al sillón y vi, una imagen, a mi parecer, triste. Un joven pálido, de cabello oscuro y ojos claros. Tenía la mirada perdida y yacía en el sillón. Estaba tieso, y muy pocas veces pestañeaba. Transpiraba como testigo falso y se lo notaba cansado, por sus ojeras. John sólo reía, ¿qué no lo iban a ayudar? Se lo notaba muy mal joder.
—¡¿No lo vamos a ayudar?! ¿Te encuentras bien?—me senté de rodillas en el suelo frente a su rostro y lo tomé con mis manos. Le pregunte unas tantas veces a John si no llamaría a la ambulancia, pero el sólo me ofreció Whisky, a lo que dije “no”.
Marqué en mi celular el número de algún médico, pero John tomó el celular y me lo quitó.
—¿Qué haces? No te preocupes por este saco de papas, al tonto se le va a pasar en.. —se fijó en su reloj— cinco segundos, ya está todo calculado bonita, debe ser la doceava vez que le pasa esto.—
—¡¿Por qué estas tan seguro?! ¡Podría morirse!—
—Relaja.—dijo el tal Sid, se había levantado.—¡Estoy de diez!—sonrió tal cual mi hermanito de 6 lo hace cuando es Navidad.—¡Hola Johnny!—saltó y corrió a abrazar a John. Sid era alto, bastante, por lo cual abrazaba a su amigo dejando su cabeza en la panza de este, para quedar a una altura más pequeña. Ternura.
—Ya ya hermano.—golpeó leve su espalda—¿Cómo estás?—
—Mejor que antes, sí.—y John sonrió.
—Mira esta es Maggie, necesita entrevistar a alguien, ese alguien eres tú amigo.—
—¿En serio?—sonrió y sus ojos brillaron.
—Eh.. em, sí sí, eres tú.—Sid comenzó a saltar feliz y John me tomó para decirme algo lejos del joven.
—Escucha, quiero que Sid sea feliz sabes, así que finge que eres de una revista o algo que quiere contratarlo para su música, es su sueño frustrado.—
—¿Mentirle? Pero yo no soy buena en eso, está mal.—
—Anda, por favor.—
—Bueno. Esta bien.—en qué me había metido.
Estudiar psicología se había convertido en uno de mis más grandes sueños, y recibirme de ello, aún más. Mis amigos siempre se burlaban de mi manera de llevar la vida, algo tranquila por cierto. No era una abuela, claro que no. “Había madurado demasiado”, y esto es totalmente incorrecto porque madurar no significa dejar de divertirse. Sólo me gustaba llevar la vida con paz, tranquilidad, dulzura. Me llamaban varias veces inocente, y sí, tal vez lo era. Algo de lo que no me arrepiento, para nada.
Nací en una pequeña granja en el estado de Illinois, pero Europa siempre me llamaba la atención. Decidí venir a estudiar a la gran milla cuadrada, Londres sí señor. Me había interesado también centrarme en Italia, pero por alguna razón Londres me atraía más. Papá es fanático del rock skuffle, del country, y de otros estilos a partir de la rama del rock. Mamá es simplemente una persona muy dulce, y sencilla, humilde. Soy la segunda hija de tres. La del medio. Mi hermano mayor y mi hermano menor, a lo que conlleva que soy, la única mujer junto a mi madre en la casa.
El dinero no nos faltaba, y no es algo que me enorgullezca mucho, pues no es lo más importante para mí.
Me había adentrado un tiempo en la danza, pero por la obligación de mis padres, debía estudiar. No era un sueño frustrado, tal vez debería intentarlo a la par del estudio aquí en Londres, pero es algo en lo que no me veo triunfando.
Hoy, comenzaría a elegir a alguien con varios problemas psicológicos o algunas adicciones. Pensé en acercarme a algún hospital, pero no sabía bien ubicarme, definitivamente era nueva aquí.
—Niños, ¿ustedes saben dónde hay algún hospital cerca?—pregunté agachándome a la altura de los pequeños que se me cruzaron corriendo por el camino.
—Sí sí ¡allí señora!—dijo uno, mientras los otros lo golpeaban y reían a la par. El joven me señaló un lugar un tanto oscuro, y ruidoso, y también muy muy viejo. De todas formas decidí acercarme, qué podría perder. Luego de dar las gracias crucé la calle y me metí en aquel lugar.
¡Era un bar! Para nada un espacioso y lindo hospital, era un bar pequeño y, no de mi tipo. La gente tomaba demasiado, otros ya caían al suelo y había un escenario donde mujeres bailaban y tipos cantaban. Este no es mi lugar. Decidí correr a la puerta, pero, imposible. ¡Imposible pasar con un tipo enorme en la puerta! ¡¿Por qué bloquean la entrada?! Jesús, esto es la mala suerte.
Actúa natural ¿no? Me senté en una de las sillas frente a la barra, que tenía un olor asqueroso a alcohol. Ni siquiera estaba vestida como los demás aquí. Llevaba un vestido con flores corto con algo de mangas, una chaqueta de jean y vale, unos viejos mocasines. Tenía la pinta perfecta de la Reina Isabel II en su juventud, y estos tipos claramente no eran muy fans de la Reina.
—Hola, qué tal señorita, ¿qué desea?—el hombre de la barra parecía buena persona. No entres en pánico Maggie.
—Em-em ¿yo?—
—Sí, tú.—y luego rió suavemente.
—Vale.. em.. agua.—
—¿Agua? ¿Segura? En un lugar como este no suelen pedir la gente agua, yo que tú, me pido un shot de tequila ¿va?—
—No-no.. no lo sé, no tengo ni idea de qué es eso.—el hombre sonrió cálidamente y en eso llego a cuestas un joven con un tupe algo gracioso.
Se sentó en la silla junto a mi lado, y pidió algo que no sé nombrar, pero al momento en que el hombre de la barra se lo trajo, su aspecto era sospechoso. El chico era algo pálido, alto y se notaba que le faltaba una ducha. Venía vestido con cuero y una remera de Jimi Hendrix. Prendió un cigarrillo y comenzó una charla con el hombre de la barra.
—Dan, ¿y esta jovencita rosita quién es?—le preguntó riendo al tal Dan. Si se refería a mí, o vaya que sobrepasó los límites diciéndome rosita.
—¿Ella? Llegó hace rato con varios libros y pidió agua, extraño ¿no?—
—No, único.—
—Me llamo Maggie.—los interrumpí y ambos miraron hacia la chica rosita, sí, yo.
—¿Qué haces aquí? Digo, tu apariencia es la misma de una joven que pasaría su tarde leyendo a Dickens mientras sus uñas se secan y su padre cocina una barbacoa en su gran jardín ¿no es cierto?—soltó sarcásticamente el chico del tupe.
—Te equivocas.—dije algo enojada.—Estaba buscando un hospital, tengo que entrevistar a una persona y unos niños me mintieron y me mandaron.. a este lugar.—sonreí, ¿de una manera falsa?
—Vaya, ¿qué tipo de persona?—preguntó el tal Dan.
—A una persona que haya perdido la cabeza, a alguien que ingiera sustancias peligrosas para la salud mental.—
—Pues si te refieres a drogas, tienes que conocer a mi amigo Sid ¡ja!—dijo riendo fuerte, el chico del tupe, que ya me estaba irritando. No como Dan, él sí se veía bueno.
—Oh no-no, gracias, yo ya me tendría que haber ido hace ra..—
—¡No no no! La jovencita rosa viene conmigo a conocer al torpe de Sid ¿vale? Vale.—me interrumpió y tomó mi brazo para llevarme tal vez a un camarín, porque nos introducimos en un cuarto del cual salía gente con instrumentos.
No quería estar aquí, para nada, no era mi lugar. Hace rato estaba deseando volver a mi departamento y encontrar a los niños que me jodieron mi maravilloso Martes de entrevistas. Me quejé varias veces pero el hombre insistía con que conociera al tal Sid. Me dijo su nombre para que dejara de decirle señor. John Tasteless. Wow.
Entramos en un cuarto que tenía escaso orden. De todas formas, tenía estilo. Parecía sacado de una gira de Led Zeppelin, pues era todo colorido y lleno de rock. John señaló al sillón y vi, una imagen, a mi parecer, triste. Un joven pálido, de cabello oscuro y ojos claros. Tenía la mirada perdida y yacía en el sillón. Estaba tieso, y muy pocas veces pestañeaba. Transpiraba como testigo falso y se lo notaba cansado, por sus ojeras. John sólo reía, ¿qué no lo iban a ayudar? Se lo notaba muy mal joder.
—¡¿No lo vamos a ayudar?! ¿Te encuentras bien?—me senté de rodillas en el suelo frente a su rostro y lo tomé con mis manos. Le pregunte unas tantas veces a John si no llamaría a la ambulancia, pero el sólo me ofreció Whisky, a lo que dije “no”.
Marqué en mi celular el número de algún médico, pero John tomó el celular y me lo quitó.
—¿Qué haces? No te preocupes por este saco de papas, al tonto se le va a pasar en.. —se fijó en su reloj— cinco segundos, ya está todo calculado bonita, debe ser la doceava vez que le pasa esto.—
—¡¿Por qué estas tan seguro?! ¡Podría morirse!—
—Relaja.—dijo el tal Sid, se había levantado.—¡Estoy de diez!—sonrió tal cual mi hermanito de 6 lo hace cuando es Navidad.—¡Hola Johnny!—saltó y corrió a abrazar a John. Sid era alto, bastante, por lo cual abrazaba a su amigo dejando su cabeza en la panza de este, para quedar a una altura más pequeña. Ternura.
—Ya ya hermano.—golpeó leve su espalda—¿Cómo estás?—
—Mejor que antes, sí.—y John sonrió.
—Mira esta es Maggie, necesita entrevistar a alguien, ese alguien eres tú amigo.—
—¿En serio?—sonrió y sus ojos brillaron.
—Eh.. em, sí sí, eres tú.—Sid comenzó a saltar feliz y John me tomó para decirme algo lejos del joven.
—Escucha, quiero que Sid sea feliz sabes, así que finge que eres de una revista o algo que quiere contratarlo para su música, es su sueño frustrado.—
—¿Mentirle? Pero yo no soy buena en eso, está mal.—
—Anda, por favor.—
—Bueno. Esta bien.—en qué me había metido.
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:28 am, editado 4 veces
ceonella.
✿ capítulo 02 ✿
Capítulo 2.
Me concentré en lo mío, la curiosidad, muchas y muchas preguntas. El tal Sid respondía muy feliz, mientras que John o Johnny, sonreía y me guiñaba, para hacerme saber, que estaba en su plan. Sid era un chico fantástico, distinto, y fantástico. El se consideraba el hijo perdido de Syd Barrett y Sid Vicious, pero era sólo un alter ego, dentro, muy dentro, estaba Warren Prescott. Así me dijo su nombre. Y me pareció el nombre más lindo que había escuchado en años.
No hablaba sin antes reírse o decir alguna grosería, juntaba siempre sus dedos y a veces se golpeaba a él mismo. Se burlaba de los demás, de mi, de John, de todos. A pesar de haberlos conocido a ambos hace unos minutos, me habían gustado y tal vez quería conservar una amistad con ellos. Si mis padres, los amigos de mis padres y los amigos de los amigos de mis padres vieran a Sid y a Johnny, vaya susto se pegarían, polos totalmente opuestos. Me hacían reír, sí, eran divertidos. Me di cuenta de que pasé una tarde de música, conocimientos y cigarrillos con ellos, bueno… ellos fumaban, claro que yo no. Jamás, nunca.
Sid de todas formas era más inmaduro que John, y se lo veía más débil. Me presentaron varios amigos suyos, sus nombres —cuales pude recordar perfectamente— eran Paul, Steve y Glenn. Estos chicos eran los calcos jóvenes de los Sex Pistols, y esto les agradaba bastante.
Me insultaban, por ser demasiado rosa. Por ser rubia. Por ser de clase alta. Por todo. Pero lo hacían de una manera, graciosa. Demostraban que lo hacían de broma, o eso espero. La risa de Sid me confundía por cierto. Era un transe que había descubierto en mi Martes de entrevistas. Era una risa un tanto juvenil, aproximadamente 5 años, un niño, feliz. Esa era la risa de Sid. Él —por lo que comenzaba a conocer de él— a primera impresión podría ser un poco turbio, pero había algo en él que me atraía. Soy muy curiosa, demasiado, más de lo previsto. Veo algo, me atrae, y lo consigo, para conocerlo profundamente. Eso quería con Sid.
Ya era tarde, y por primera vez en toda mi vida había pasado todo un día en un bar terrorífico. ¡Ja! Así era, terrorífico, pero ya tenía a mi paciente para entrevistar. Warren “Sid” Prescott, el mismo que se había ofrecido a cuestas a acompañarme a casa, sí, a casa.
—Sabes… me gusto conocerte Ma-Maggie.—tartamudeó.
—Sí, lo mismo digo Sid. Luego de todo esto, me gustaría avisarte que nos seguiremos viendo por las entrevistas y que, las drogas son muy malas, debes dejarlas.—
—Vale pero soy una estrella de rock, ¡una estrella muy grande!—soltó a carcajadas y saltaba por el boulevard como un niño feliz, lo que él era. Sí.
Di un bostezo muy grande de esos que te sacan lágrimas somnolientas y luego me paré en seco, sólo para observarlo. De pronto, pequeñas gotas comenzaron a caer sobre mi cabello, y Sid miró hacía al cielo. La noche oscura se tornó en una igual pero más fresca, comenzaba a llover. Sid saltó y abrió una lata de cerveza que llevaba consigo desde hace rato. Se dio vuelta y me miró, comenzó a largarse más fuerte.
—Pues vaya tormentón que se ha largado.—dijo alegré mientras le daba un sorbo a su cerveza y su chaqueta de cuero se mojaba aún más con las gotas que caían de su cabello. Sonreí y corrí con él a risas para llegar a casa.
El día tornaba mejor, habían pasado semanas y la mayoría de ellas las pasé con Sid y sus amigos. Me levanté de la cama y me senté en ella. Tomé las sábanas de seda y las abracé, por alguna razón estaba tan emocionada. Esa razón se llama Warren Prescott, mejor conocido como el nuevo Sid Vicious.
Tomé mis libros y una botella con yogurt, se podría decir que estoy loca por el yogurt. Hoy iría a mi universidad, le mostraría a mi profesora el progreso que iba teniendo con mi paciente. Estaba emocionada, amaba el estudio y sí, aunque parecía más raro, me emocionaba más ir a mi universidad. Corrí y corrí mientras la brisa que lograba levantaba mi falda tableada y me ponía los pelos de punta.
Pero eso sí, vaya torpesa la mía de chocar con alguien así arruinando mi felicidad en pleno pasillo. Es como en las películas, corres contenta y un chico guapo se cruza en tu camino para que choques con él. Lo divertido y bonito de todo esto es que se supone que te enamoras y te quedas con él hasta la muerte, pero no fue así. Era lindo, sí, pero por alguna razón no me atrajo. Cabello claro, alto, "musculoso", linda sonrisa y un rostro de esos chicos que son más empalagosos que el chocolate blanco.
—Lo siento mucho.—
—Oh no olvida, yo iba de pasada sin ver nada.—me sonrojé, sí, era débil.
—Descuida, todos tenemos esa manía de correr felices, se te veía así eh.—soltó una risita.
—Sí, así estaba.—reí.—Me llamo Maggie, Maggie Leonards.—
—Yo Scott Fish, y odio mi apellido tanto como el pescado.—ambos reímos.—Bueno, nos veremos seguido espero, ¿no?—
—Em claro, nos pasaremos contactos luego de clases, es que ya estoy llegando tarde, ¡nos vemos!—sonreí y me fui corriendo. Por alguna razón ese tirón de curiosidad no entró en mi como cuando conocí a Sid.
No hablaba sin antes reírse o decir alguna grosería, juntaba siempre sus dedos y a veces se golpeaba a él mismo. Se burlaba de los demás, de mi, de John, de todos. A pesar de haberlos conocido a ambos hace unos minutos, me habían gustado y tal vez quería conservar una amistad con ellos. Si mis padres, los amigos de mis padres y los amigos de los amigos de mis padres vieran a Sid y a Johnny, vaya susto se pegarían, polos totalmente opuestos. Me hacían reír, sí, eran divertidos. Me di cuenta de que pasé una tarde de música, conocimientos y cigarrillos con ellos, bueno… ellos fumaban, claro que yo no. Jamás, nunca.
Sid de todas formas era más inmaduro que John, y se lo veía más débil. Me presentaron varios amigos suyos, sus nombres —cuales pude recordar perfectamente— eran Paul, Steve y Glenn. Estos chicos eran los calcos jóvenes de los Sex Pistols, y esto les agradaba bastante.
Me insultaban, por ser demasiado rosa. Por ser rubia. Por ser de clase alta. Por todo. Pero lo hacían de una manera, graciosa. Demostraban que lo hacían de broma, o eso espero. La risa de Sid me confundía por cierto. Era un transe que había descubierto en mi Martes de entrevistas. Era una risa un tanto juvenil, aproximadamente 5 años, un niño, feliz. Esa era la risa de Sid. Él —por lo que comenzaba a conocer de él— a primera impresión podría ser un poco turbio, pero había algo en él que me atraía. Soy muy curiosa, demasiado, más de lo previsto. Veo algo, me atrae, y lo consigo, para conocerlo profundamente. Eso quería con Sid.
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Ya era tarde, y por primera vez en toda mi vida había pasado todo un día en un bar terrorífico. ¡Ja! Así era, terrorífico, pero ya tenía a mi paciente para entrevistar. Warren “Sid” Prescott, el mismo que se había ofrecido a cuestas a acompañarme a casa, sí, a casa.
—Sabes… me gusto conocerte Ma-Maggie.—tartamudeó.
—Sí, lo mismo digo Sid. Luego de todo esto, me gustaría avisarte que nos seguiremos viendo por las entrevistas y que, las drogas son muy malas, debes dejarlas.—
—Vale pero soy una estrella de rock, ¡una estrella muy grande!—soltó a carcajadas y saltaba por el boulevard como un niño feliz, lo que él era. Sí.
Di un bostezo muy grande de esos que te sacan lágrimas somnolientas y luego me paré en seco, sólo para observarlo. De pronto, pequeñas gotas comenzaron a caer sobre mi cabello, y Sid miró hacía al cielo. La noche oscura se tornó en una igual pero más fresca, comenzaba a llover. Sid saltó y abrió una lata de cerveza que llevaba consigo desde hace rato. Se dio vuelta y me miró, comenzó a largarse más fuerte.
—Pues vaya tormentón que se ha largado.—dijo alegré mientras le daba un sorbo a su cerveza y su chaqueta de cuero se mojaba aún más con las gotas que caían de su cabello. Sonreí y corrí con él a risas para llegar a casa.
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El día tornaba mejor, habían pasado semanas y la mayoría de ellas las pasé con Sid y sus amigos. Me levanté de la cama y me senté en ella. Tomé las sábanas de seda y las abracé, por alguna razón estaba tan emocionada. Esa razón se llama Warren Prescott, mejor conocido como el nuevo Sid Vicious.
Tomé mis libros y una botella con yogurt, se podría decir que estoy loca por el yogurt. Hoy iría a mi universidad, le mostraría a mi profesora el progreso que iba teniendo con mi paciente. Estaba emocionada, amaba el estudio y sí, aunque parecía más raro, me emocionaba más ir a mi universidad. Corrí y corrí mientras la brisa que lograba levantaba mi falda tableada y me ponía los pelos de punta.
Pero eso sí, vaya torpesa la mía de chocar con alguien así arruinando mi felicidad en pleno pasillo. Es como en las películas, corres contenta y un chico guapo se cruza en tu camino para que choques con él. Lo divertido y bonito de todo esto es que se supone que te enamoras y te quedas con él hasta la muerte, pero no fue así. Era lindo, sí, pero por alguna razón no me atrajo. Cabello claro, alto, "musculoso", linda sonrisa y un rostro de esos chicos que son más empalagosos que el chocolate blanco.
—Lo siento mucho.—
—Oh no olvida, yo iba de pasada sin ver nada.—me sonrojé, sí, era débil.
—Descuida, todos tenemos esa manía de correr felices, se te veía así eh.—soltó una risita.
—Sí, así estaba.—reí.—Me llamo Maggie, Maggie Leonards.—
—Yo Scott Fish, y odio mi apellido tanto como el pescado.—ambos reímos.—Bueno, nos veremos seguido espero, ¿no?—
—Em claro, nos pasaremos contactos luego de clases, es que ya estoy llegando tarde, ¡nos vemos!—sonreí y me fui corriendo. Por alguna razón ese tirón de curiosidad no entró en mi como cuando conocí a Sid.
Última edición por ceonella. el Vie 30 Dic 2016, 10:19 pm, editado 3 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 03 ✿
Capítulo 3.
Con el pasar de algunos días, Sid ya se había vuelto una obsesión. Salía con él, paseaba con él e incluso me venía a recoger a la universidad en su moto. A Scott claramente esto le molestaba. Sí, mis conocidos y algunos amigos me había dicho que Scott quería estar conmigo, pero no, sólo hice caso omiso a este rumor. ¿Saben de qué más me he dado cuenta? La S, me vuelve loca. Sí, sé que Sid en realidad lleva el nombre de Warren pero nunca lo nombre por este, sino por Sid.
Scott no era malo, todo lo contrario, un tipazo muy bueno y responsable. Un poco arrogante, pero dentro de todo lindo, bastante. S, S y más S.
Hoy iría por primera vez a ver un recital de Sid y su banda, Troopers of Streeth. No se muy bien a qué va el nombre pero Glenn me contó una pequeña anécdota sobre, tal vez, el por qué.
Steve había robado cinco naranjas y un trooper —soldado/guardia inglés— comenzó a seguirlo para que devuelta lo que había usurpado. Steve y los demás corrían y reían sin parar. Un lío habían causado por pleno centro. Todos los soldados presentes perseguían a los jóvenes, y de pronto, Steve no tuvo mejor idea que hacerlos tropezar con las naranjas. Vaya espectáculo, uno muy divertido.
Johnny había reservado un asiento muy protegido para poder cómodamente ver el concierto. Pero aquí venían los fans que querían estar tranquilos o sentados. Y también veía venir muchas mujeres con niños o embarazadas, lo cual me impactó mucho. Me senté en una silla que Sid me dio especialmente, una silla preciosa a comparación de las otras, con una ubicación perfecta. Todo parecía ir bien, primera canción y sí, lo disfrutaba. Ver a Sid. Me emocionaba el hecho de concentrarme en una persona, una totalmente opuesta a mi, pero por cierta sensación sentía que esa persona era mía. O eso parecía.
—Mira mira a esta presumida, querida es obvio que ese es mi asiento.—me dijo una chica de cabellos coloridos y ropa muy similar a la de Sid.. bueno, a la de todos aquí.
—Oh.. perdón pero este lugar me lo han concedido a mi.—me paré de donde estaba sentada y tomé el valor de hablar, sí, hablar. Tomé mis manos por encima de mi vestido color rosa pastel y decidí poner una mirada un tanto intimidante. De todas formas en esto me iba mal.
—Vaya y, ¿quién te lo ha "concedido"?—dijo haciendo burla a mis propias palabras. Que descara.
—Em.. Sid.—
—¡¿Sid?! ¡No me hagas reír!—
—Pues lamento decirte esto pero mi asiento no te lo concedo, con permiso.—quise moverme y poder por fin sentarme en mi lugar luego de haber dicho, tal vez, las palabras más valientes que han salido de mi boca pero ella no me lo permitió. Tomó de mis cabellos y los jaló hacia bajo, tirándome al suelo. Comenzó a golpearme y yo con mi poca fuerza traté de defenderme. La música había cambiado, otra banda. En un abrir y cerrar de ojos, Sid y Glenn trataban de separarnos. Mientras que la amiga de la chica de cabellos coloridos miraba preocupada hacia todos lados, se veía buena persona.
Sid me sacó afuera, lejos de todos. Me sentía mal, culpable. Nunca había golpeado a alguien, nunca en mi vida. No era lo mío. Era un sentimiento muy horrible. Y sí, parecía exagerada al sentirme triste por soltar uno que otro golpe, pero así era yo la mayoría del tiempo, exagerada. Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores.
—Lo siento Sid, en serio lo siento mucho.—comencé a llorar.
—Oh ¡Maggie! No llores por eso, Gin siempre suele ser así de molesta, no es tu culpa.—
—¡¿No es mi culpa?! ¡Sid! ¡Golpeé a alguien!—grité y él para calmarme me abrazó.
—Sólo olvidalo ¿vale? Ya pasó.—acarició mi espalda y por un momento perdí la noción del tiempo.—Sabes, te vi, vaya golpetazos le has dado a Gin.—dijo riendo.
—¿En serio? Pues eso me hace sentir peor.—tapé mi cara con mis manos pero Sid las tomó con las suyas.
—No tapes tu rostro, me encanta verlo.—me sonrojé al instante. Lo que causas en mi Prescott, o mejor, Vicious.
—Mmmm... ¿Sid?—
—¿Qué pasa?—
—¿Quién es Gin?—fruncí el ceño y crucé los brazos, él sonrió.
—Es una amiga, solía acostarme con ella, nada importante en realidad.—linda información.
—Oh..—
—No estes celosa eh.—
—¿Qué? ¡Para nada!—
—¿Segura?—
—Segurísima hombre.—
—Vale, nos vemos, tengo cosas pendientes con Gin.—
—¡No! Quédate, tenemos entrevistas que hacer.—río y ambos nos subimos a su moto, con camino hacia casa.
Comencé a leer frente a mi clase de psicología —la más importante para mi— lo que llevaba de mis entrevistas. Era la tercer alumna, y como eramos bastantes, vaya que íbamos a estar bastante tiempo aquí. Últimamente mis clases eran abrumadoras, mis amigas, en especial Catherine —que venía aguantándome desde los 3 años— hablaban de lo mal que me hacía estar cerca de Sid. Scott no paraba de hablarme sobre cómo le iba en el rugby y de tener aunque sea, una cita. Más que nada para la bienvenida. Sí, una fiestesilla donde todos los universitarios se conocen y hacen cosas indebidas. Los profesores lo consideran integrador pero charlar es lo menos que hace en este tipo de fiestas. Los jóvenes se golpean entre sí, beben, se drogan, se acuestan entre sí, demás cosas que en mi opinión, no necesitas con obligación para divertirte. Faltan, 4 semanas, según lo que me había mencionado Scott.
No es que no lo quisiese, simplemente no me atrae. Mamá y papá lo amarían, pero no, yo no.
—¿Y qué me dices?—interrumpió Scott mis pensamientos.
—Em, perdona, estaba concentrada en una estupidez, ¿qué me decías?—
—Que, si querías venir conmigo a la fiesta de la bienvenida.—sus ojos brillaron y relamió sus labios.
—Vale, esta bien.—ambos sonreímos, ¿qué perdería?
—Sabes, a veces siento que ese tipo que viene a recogerte no te esta haciendo bien, o que algo malo te hizo.—
—¿Warren?—mencioné su verdadero nombre.—Es buena persona, no seas prejuicioso Scott.—
—No lo soy, sólo me preocupo.—
—Pues no te preocupes ¿vale? Estoy bien, muy bien.—muy bien con Sid.
Scott no era malo, todo lo contrario, un tipazo muy bueno y responsable. Un poco arrogante, pero dentro de todo lindo, bastante. S, S y más S.
Hoy iría por primera vez a ver un recital de Sid y su banda, Troopers of Streeth. No se muy bien a qué va el nombre pero Glenn me contó una pequeña anécdota sobre, tal vez, el por qué.
Steve había robado cinco naranjas y un trooper —soldado/guardia inglés— comenzó a seguirlo para que devuelta lo que había usurpado. Steve y los demás corrían y reían sin parar. Un lío habían causado por pleno centro. Todos los soldados presentes perseguían a los jóvenes, y de pronto, Steve no tuvo mejor idea que hacerlos tropezar con las naranjas. Vaya espectáculo, uno muy divertido.
Johnny había reservado un asiento muy protegido para poder cómodamente ver el concierto. Pero aquí venían los fans que querían estar tranquilos o sentados. Y también veía venir muchas mujeres con niños o embarazadas, lo cual me impactó mucho. Me senté en una silla que Sid me dio especialmente, una silla preciosa a comparación de las otras, con una ubicación perfecta. Todo parecía ir bien, primera canción y sí, lo disfrutaba. Ver a Sid. Me emocionaba el hecho de concentrarme en una persona, una totalmente opuesta a mi, pero por cierta sensación sentía que esa persona era mía. O eso parecía.
—Mira mira a esta presumida, querida es obvio que ese es mi asiento.—me dijo una chica de cabellos coloridos y ropa muy similar a la de Sid.. bueno, a la de todos aquí.
—Oh.. perdón pero este lugar me lo han concedido a mi.—me paré de donde estaba sentada y tomé el valor de hablar, sí, hablar. Tomé mis manos por encima de mi vestido color rosa pastel y decidí poner una mirada un tanto intimidante. De todas formas en esto me iba mal.
—Vaya y, ¿quién te lo ha "concedido"?—dijo haciendo burla a mis propias palabras. Que descara.
—Em.. Sid.—
—¡¿Sid?! ¡No me hagas reír!—
—Pues lamento decirte esto pero mi asiento no te lo concedo, con permiso.—quise moverme y poder por fin sentarme en mi lugar luego de haber dicho, tal vez, las palabras más valientes que han salido de mi boca pero ella no me lo permitió. Tomó de mis cabellos y los jaló hacia bajo, tirándome al suelo. Comenzó a golpearme y yo con mi poca fuerza traté de defenderme. La música había cambiado, otra banda. En un abrir y cerrar de ojos, Sid y Glenn trataban de separarnos. Mientras que la amiga de la chica de cabellos coloridos miraba preocupada hacia todos lados, se veía buena persona.
Sid me sacó afuera, lejos de todos. Me sentía mal, culpable. Nunca había golpeado a alguien, nunca en mi vida. No era lo mío. Era un sentimiento muy horrible. Y sí, parecía exagerada al sentirme triste por soltar uno que otro golpe, pero así era yo la mayoría del tiempo, exagerada. Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores.
—Lo siento Sid, en serio lo siento mucho.—comencé a llorar.
—Oh ¡Maggie! No llores por eso, Gin siempre suele ser así de molesta, no es tu culpa.—
—¡¿No es mi culpa?! ¡Sid! ¡Golpeé a alguien!—grité y él para calmarme me abrazó.
—Sólo olvidalo ¿vale? Ya pasó.—acarició mi espalda y por un momento perdí la noción del tiempo.—Sabes, te vi, vaya golpetazos le has dado a Gin.—dijo riendo.
—¿En serio? Pues eso me hace sentir peor.—tapé mi cara con mis manos pero Sid las tomó con las suyas.
—No tapes tu rostro, me encanta verlo.—me sonrojé al instante. Lo que causas en mi Prescott, o mejor, Vicious.
—Mmmm... ¿Sid?—
—¿Qué pasa?—
—¿Quién es Gin?—fruncí el ceño y crucé los brazos, él sonrió.
—Es una amiga, solía acostarme con ella, nada importante en realidad.—linda información.
—Oh..—
—No estes celosa eh.—
—¿Qué? ¡Para nada!—
—¿Segura?—
—Segurísima hombre.—
—Vale, nos vemos, tengo cosas pendientes con Gin.—
—¡No! Quédate, tenemos entrevistas que hacer.—río y ambos nos subimos a su moto, con camino hacia casa.
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Comencé a leer frente a mi clase de psicología —la más importante para mi— lo que llevaba de mis entrevistas. Era la tercer alumna, y como eramos bastantes, vaya que íbamos a estar bastante tiempo aquí. Últimamente mis clases eran abrumadoras, mis amigas, en especial Catherine —que venía aguantándome desde los 3 años— hablaban de lo mal que me hacía estar cerca de Sid. Scott no paraba de hablarme sobre cómo le iba en el rugby y de tener aunque sea, una cita. Más que nada para la bienvenida. Sí, una fiestesilla donde todos los universitarios se conocen y hacen cosas indebidas. Los profesores lo consideran integrador pero charlar es lo menos que hace en este tipo de fiestas. Los jóvenes se golpean entre sí, beben, se drogan, se acuestan entre sí, demás cosas que en mi opinión, no necesitas con obligación para divertirte. Faltan, 4 semanas, según lo que me había mencionado Scott.
No es que no lo quisiese, simplemente no me atrae. Mamá y papá lo amarían, pero no, yo no.
—¿Y qué me dices?—interrumpió Scott mis pensamientos.
—Em, perdona, estaba concentrada en una estupidez, ¿qué me decías?—
—Que, si querías venir conmigo a la fiesta de la bienvenida.—sus ojos brillaron y relamió sus labios.
—Vale, esta bien.—ambos sonreímos, ¿qué perdería?
—Sabes, a veces siento que ese tipo que viene a recogerte no te esta haciendo bien, o que algo malo te hizo.—
—¿Warren?—mencioné su verdadero nombre.—Es buena persona, no seas prejuicioso Scott.—
—No lo soy, sólo me preocupo.—
—Pues no te preocupes ¿vale? Estoy bien, muy bien.—muy bien con Sid.
Última edición por ceonella. el Vie 30 Dic 2016, 12:34 am, editado 5 veces
ceonella.
Re: love kills
Hola! el título me llamó la atención así que decidí pasarme para leer. Por primera vez leo a una chica -la protagonista en este caso- que no le importe que el chico sea un drogo(?) o así lo interpreto. Realmente me gustó! Espero seguir leyendo (: byeee.
Poe
Re: love kills
muchas gracias por el comentario que bueno que esta novela sea de tu agrado, gracias totalesPoe escribió:Hola! el título me llamó la atención así que decidí pasarme para leer. Por primera vez leo a una chica -la protagonista en este caso- que no le importe que el chico sea un drogo(?) o así lo interpreto. Realmente me gustó! Espero seguir leyendo (: byeee.
ceonella.
✿ CAPÍTULO 04 ✿
Capítulo 4.
The view of Sid.
Sí, estaba tirado en la cama cara abajo y Gin acariciaba mi espalda. Teníamos una linda relación, vaya que relación. Es muy celosa, demasiado, muy tedioso para mi ser, pero la quería, de alguna forma u otra, la quería. Gin es muy parecida a mi, y disfruto eso, pero necesitaba un cambio. Tal vez Maggie era mi cambio. La había conocido hace meses y me parecía una chica increíble, inocente, dulce, perfecta. Y sí, no soy de enamorarme, no soy un joven perfecto y vale, no tengo todo para dar, pero tengo, corazón. Aunque no parezca.Mi vida, no era del todo perfecta. Es un asco, pero por alguna razón me gusta. Me encanta. Tengo a mis amigos, mi apoyo y salud ¡¿vale?! pero hay algo que me faltaba. Mamá dice que es amor, pero, ella me lo dio todo. Papá, bueno.. no sé exactamente si me quiere o de su paradero.
Tenía esa sensación de soledad, y sí, puede que sea así. Necesitaba amor.
+++
11 de Marzo, día fresco, a pesar de estar en una visible primavera. Era bastante temprano, salí a comprar varias cosas de limpieza, sí limpieza, para mi desastroso departamento. Se me pasó por la cabeza hoy, comenzar de nuevo. Ordenar todo, salir a hacer algo que implique transpiración, practicar con mi banda y por nada en el mundo, fumar. No sé cómo salió eso de Sid Prescott, pero estaba decidido.
Con el tiempo las entrevistas con Maggie eran diferentes. Antes era más sobre mis expectativas con la música, y ahora eran un tanto personales. Sobre mis experiencias con las alucinaciones a causa de las drogas, y otros temas que salen de la rama de este. Me sorprendía, ya que las drogas eran lo que más quería alejado de mi futuro.
Gracias a Maggie los días para mi comenzaban a ser más felices. Además de poder verla, me había enseñado a sonreírle a la vida. Y no es que no lo hiciera, lo hacía, pero no tan seguido como ahora.
En mi opinión, Londres es triste. La gente muy pocas veces anda de buen humor, corren todo el tiempo, viven apurados, y no, no me gusta. Y quería de alguna forma cambiar eso.
La gente me conocía por ser un desastre. Corrían a sus hijos cuando me venían pasar, los policías me preguntan si hice algo malo y los bomberos sacan del auto la manguera y la preparan por si incendio algo. Tan malo no soy joder. ¿Me vestía mal? Sí. ¿Hacía las cosas mal? Sí. ¿Olía mal? Tal vez, no lo sé. La gente buena veía en mi un monstruo. Obviamente no todas, pero la mayoría, sí. Excepto, Maggie. Ella no era así conmigo, es más, me entendía sin ser como yo. Siendo totalmente diferente, sabía cómo me sentía a veces, sabía qué hacer cuando lloraba, sabía qué hacer cuando gritaba, parecía mi madre.
Ella siempre me invitaba a su casa, a comer a lugares lujosos, pero esta vez, yo lo haría. Aunque no tuviese ni un centavo, lo haría. La invitaría, la mimaría con lo que sea, y hasta le haría preguntas. ¡Preguntas!
The view of Maggie.
Preparé el almuerzo y acomodé la mesa. Mamá y papá me visitarían después de tanto tiempo y debía estar todo a la perfección. No bromeo, cuando es todo, es todo.Una vez no comí lo suficiente y ellos comenzaron a pensar si tenía algún problema de alimentación. Sí, se preocupan mucho.
Preparé todo en su lugar y esperé. Sabía que se estaban quedando en un hotel lujoso a cinco cuadras de mi departamento, y no tardarían en llegar. Cortando mis pensamientos, el timbre sonó y corrí entusiasmada a abrirlo. ¡¿Sid?!
—¡¿Sid?! ¿Qué haces aquí?—
—Venía a verte Maggie, ¿qué tal si vamos a comer a algún lado? Yo invito.—
—¡No! ¡No! ¡Y no!—grité algo histérica y él sólo encorvó una ceja.—Disculpa.. quiero decir que, no puedo, vienen mis padres a casa.—justo en ese momento, el timbre sonó. Eran ellos. Demonios.
—¿Atiendo?—
—¡No! Sólo escóndete, mis padres te ven y me matan, literal.—
—Pero..—
—Sólo hazlo por favor.—y el corrió a esconderse dentro de mi ropero. Dios mío.
+++
Mamá y papá estaban muy alegres de verme. Les conté de cómo iban mis estudios y de lo que bien que me iba en mi proyecto. Claro que no les dije acerca de mi relación con mi "paciente", lo tomarían tan mal. Se volverían locos. En especial mamá, que lleva buscándome un novio desde hace bastante.
Les conté sobre Scott, sobre su invitación a la estúpida fiesta y de lo buen chico que era. Con miradas de admiración, pidieron varias veces que hoy viniera a cenar con nosotros, pero no, opte por decir que no. ¿Razones? Muy pronto.
Me preocupaba Sid, quien seguía dentro del ropero cortando su libertad de respirar, y vaya que me preocupaba. Demasiado. Fingí unas molestias en mis pies, para obtener la escusa de ir a mi dormitorio y entré corriendo. Buscándolo.
—¿Sid? ¿Estas por ahí? ¡No quiero bromas! Anda.—espere en silencio, rogando de que mis padres no entren. No quería que mis padres vieran a Sid, claro que no. Comenzarían a gritar, se volverían locos, demasiado.
—¡Booh!—saltó Sid y me tomó por la espalda para arrojarme al suelo.
—¡Sid! Tienes que hacer silencio, te llegan a encontrar mis padres, ¡Dios! No quiero ni imaginarlo.—traté de levantarme pero Sid no se movía, sólo sonreía.—Anda, sal de encima.—y reía, y reía.—Sid, en serio, muevete.—
—Cena, esta noche, vienes conmigo ¿vale?—
—¿Me estas invitando a comer?—
—Pues, podría decirse que sí.—
—¿Y si no quiero?—no pude evitar sonreír.
—Tu sonrisa dice todo lo contrario.—y reí, y él rió, pero a la vez, juntos.
+++
Era la primera vez que iba a salir con Sid fuera de todo lo que era pensar en mi trabajo y estudio con la psicología. Sid estaba completamente sobrio, y feliz, era él, verdaderamente. Corría, saltaba y reía, pero porque él era así. Mamá y papá disfrutaron la comida, luego Sid salió con Steve, y yo, quede en presentarle mis padres a Scott. A pedido obviamente, de estos. A pesar de que me había negado a esta idea durante mucho tiempo.
Sí, me divertí, no lo iba a negar. Papá no paraba de hablar de un buen futuro para el país con Scott y de varias situaciones políticas que aún, con 18 años, no entendía. Bailamos y comimos algo liviano en un lugar muy lujoso para ser un simple café con media lunas.
Llegué a casa a ducharme y a prepararme rápido para salir con Sid. Había hablado por mensajes con Paul y me contó lo entusiasmado que estaba Sid.
—El tonto no para de contarnos y contarnos los planes que tiene para su cita de hoy. De todas formas, suerte babe. *kiss emoji*—leí ya para la quinta vez el mensaje. Y sí, Paul era medio afeminado al escribir por whatsapp.
+++
Vino en un pequeño taxi a recogerme. Había optado por usar un simple pero hermoso vestido celeste manga tres cuartos y él llevaba un elegante saco y una camisa bordo. Sí, estaba perfecto. Noté su esfuerzo para lucir elegante y no tan casual como siempre acostumbraba a vestir.
El primer lugar al que fuimos era un restaurante muy vintage, con un estilo de esos que ves en las películas italianas. Más que romántico, increíble.
—Sabes que estoy muy sorprendida con todo esto, ¿vale?—
—Eso quería, y me alegra mucho que te guste.—
—Pues sí, me encanta.—
—Créeme que fue la semana más difícil. Limpié la casa de la maldita anciana Lyonelle. Luego cuidé los hijos de Chris, la dueña del bar donde tocamos. ¡Macho tío esos niños son insoportables! Y los chicos también colaboraron. Glenn aportó unos 200 euros, Steve lavó y regó varias casas, Paul cocinó unas deliciosas galletas y nuestro querido Tasteless la pasó rascándose los cojones, pero ayudo con 100 euros.—solté risas a medida que Sid contaba las anécdotas.
—¡Vaya! ¿Todo eso por mi?—
—Sip.—
—Wow... Sid... no hacía falta sabes, mil gracias. Me hace sentir muy muy especial.—
—Porque lo eres, eres muy muy especial.—
+++
Luego de la hermosa cena, corrimos y corrimos a una disco. Tenía ganas de salir de lo formal y divertirme junto a Sid en una pista, bailando cualquier género actual. Y así fue. Cualquier canción que pasaban, la bailamos sin quejarnos. Bueno... Sid tal vez sí se quejo varias veces. Contaba que bailar no era lo suyo, y ese tipo de música, tampoco. Aún así, lo convencí de soltar algún que otro paso conmigo.
Mientras nos acercamos a esas barras de tragos modernas para refrescar nuestras gargantas y ausentar el sudor en nuestras frentes, vi a lo lejos a Scott. Madre mía, no.
Me miró, lo miré, y comenzó a acercarse. El pánico en el que había entrado era más grande que el vaso de whisky que se pidió Sid.
—¡Qué pasa familia!—dijo un aludido y ebrio Scott.
—¿Y tu qué te traes?—no Sid no, por favor.
—Soy... soy.. ¡soy su novio! ¡Ja! ¡A que sí! ¡A que no!—gritó Scott mientras se tambaleaba.
—Hombre, será mejor que te vayas.—
—Scott mañana hablamos ¿vale? Sólo tranquilízate.—lo tomé de los hombros y lo senté en uno de los bancos más cercanos.
—¡¿Sabes qué?! La... la pasé muy bien con tu padres, boo ho.—y soltó risas y risas, no Scott, no.
—Ah pues, a tus padres si les presentas a este tipejo, pero conmigo es distinto. Vale Maggie, no sabía que eras de ese tipo de personas.—
—No Sid no, no es cómo crees. Son mis padres los que tienen un pensamiento tan pesado y estúpido, yo te acepto tal y como eres.—
—¡Sí! ¡Se nota! Ya dejalo así. Nos vemos luego, para las entrevistas, claro.—sólo quedé en silencio y mi rostro era pura tristeza. Volteé y miré a Scott, que tenía la mirada perdida pero que reía sin parar. Qué hice esta vez mal, ¿qué?
Última edición por ceonella. el Vie 30 Dic 2016, 12:17 am, editado 2 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 05 ✿
Capítulo 5.
The view of Sid.
Me cansé de esperar en el bar. John no llegaba, Steve solucionaria problemas con su familia, Glenn volaba por Londres y Paul, bueno, ni si quiera sé si está vivo o no. ¿Qué más podría hacer sin mi banda? Sin Maggie.Opte por ir a “visitar” a Gin, pero no, ella se encontraba con su amiga Lydia, la cual considero muy misteriosa. Siempre que llegaba el silencio abundaba, y a la vez que se iba. Guardaba algo, estoy muy seguro de eso. Le conté de mis pensamientos a Gin, pero ella sólo me contó que Lydia es tranquila, y no misteriosa. Vaya mentira.
¿Y si voy a buscar a Maggie a su casa? No, claro que no. ¡Idiota! ¿Cómo se me va a ocurrir eso? Imposible joder.
Pensé en viejos amigos, en antiguos contactos. Busqué y busqué por mi departamento, revolví absolutamente todo. Pero cero. Salvo una foto. Guardada con llave en un cajón, el cual abrí con un cuchillo. Mamá. Mamá. Madre. Mami. Betty. Bethania. Momi. Joder macho. No había visto esa foto desde ya bastante tiempo. Y no quería volver a verla. O tal vez sí.
La extrañaba, muchísimo. Quería verla, claro que sí. Me quiso, me quiere y me querrá por siempre, al igual que yo. Sino fuese por su maldito novio, pues, no estaría tan lejos de ella. Pero me había hartado esta situación. Iría a verla, enfrentaría al estúpido de Seth y por fin, podría volver a sentir un caluroso y amoroso abrazo de su parte.
+++
La historia de mi infancia era un tanto complicada. Mamá conoció a papá a los 16 y bueno, nació el problema más grande de todos, Warren Prescott, yo. A papá nunca lo conocí, y creo que nunca lo podré hacer.
Mamá cuidó de mi sin ninguna queja durante varios años, hasta que yo tuviera 15. No teníamos la mejor vida, claro que no, pero el amor que manteníamos los dos, nos mantenía bien mental y saludablemente. Agradezco tenerla como madre.
Solía cantar canciones de Frank Sinatra junto a ella, recuerdo lo fanática que era de dicho cantante.
+++
Asomé mi cabeza por las rejas, recordaba perfectamente la dirección de la casa en un barrio pobre inglés y por lo visto, no se había ido.
La casa se caía a pedazos, el césped estaba más alto de lo normal y los vecinos no eran nada amables.
Toqué varias veces la puerta. Cerca de esta había una moto, y sí, eso me preocupó mucho. Luego de esperar, tal vez, quince minutos —sí— salió mi madre. Salió la mujer a quien más le debo mi vida.
—Wa.. Warren.—dijo con la voz entrecortada y los ojos a punto de soltar lágrimas.
—El mismo, pero me gustaría más que me llamaras por Sid.—lo dije sonriente, pero a la vez, triste.
—Dios, niño, te extrañé demasiado.—soltó las lágrimas dejándolas caer en mi hombro, luego de darme un fuerte abrazo.
Asentí y le respondí con un “yo también”. Sonreí y una pequeña lágrima cayó, aunque no quisiese admitirlo. Me dijo que pasara y accedí, mi viejo hogar.
Nos sentamos a platicar y a platicar. Se la veía tan bien, para nada alcoholizada, ni afectada, tal vez. Pero todo iba tan bien, que tuvo que caer piedra sin llover. Seth estaba en casa, y no del mejor estado.
—¡Amor! ¡Maldita sea! ¡Tengo hambre!—golpeó la mesa y luego volteó a mirarme.—Oh vaya vaya, el niñito más ignorante está en casa, la estrellita de rock, ¿qué hace aquí?—
—Amor, él vino a verme.. hace tanto tiempo..—fue interrumpida por el estúpido de Seth.
—Joder no, esta es mi casa, y el maldito drogadicto a mi casa no entra, no vuelve.—
—Amor es mi hijo..—
—No mamá, dejalo así. Pensé que todo había cambiado en esta casa, pero no bromees. Sigues haciéndole caso a este imbécil, sigues bebiendo, sigues haciendo cosas que no deberías.—
—¡Habló el jodido santo de todo Londres! ¡Por dios! ¡Si se te cae la cocaína de la nariz! ¡Idiota!—gritó Seth.
—Tú eres el patético que depende de mi madre y que lo único que hace es perder tiempo. No busques mi respeto, ni el de mi madre. Créeme, el respeto es como el dinero, puedes pedirlo, pero es mejor ganártelo.—
—Warren vete.—soltó por fin mi madre, en lágrimas. ¿Qué acabas de decir?
—¿Perdón?—
—Ya escuchaste saco de papas, ella misma lo dijo, vete.—soltó y dejó caer sus nudillos en mi cara. Caí al suelo y volví a recuperarme, para devolverle lo mismo, una jodida golpiza en la cara. Así y así. Mi madre sólo lloraba, bebía y entraba en crisis. Luego de todo. Vaya familia.
—¡Mamá! ¡Pensé que después de tanto amor que te di, que me diste, todo sería diferente!—grité llorando y corriendo la sangre de mi rostro.—¿No respondes? ¿Por qué no lo haces? Mamá yo te necesito, lo haré siempre, te necesito más que nunca. ¿Y qué tal el respeto? No puedes dejar que esté enfermo te trate así. Respeto es la actitud y la acción del ser humano, de no dañarse a sí mismo, a sus semejantes ni a su entorno. El respeto no es el virus que invade la diferencia, es el pionero de la aceptación y el marinero del amor. Respeto es amar las diferencias de quien desprende la barca de competencia. ¡Dios!—
—No puedo hacer nada Warren, en serio. Sólo vete, te hace mal estar cerca de mi. Te quiero fuera de mi casa, sólo eso ¿si? Anda.—así como así, me fui. Lastimado por dentro y por fuera, física y mentalmente. Mamá, o tal vez, Bethania Prescott, sólo así.
+++
La noche caía y no tenía nada más divertido que caminar por el bulevar, perdido y con una mano ocupada por sostener una botella de whisky. Pensar y pensar, lo único que hacia. Pensar en el por qué de las actitudes de mi madre frente a Seth. Pensar en qué hacer para cambiar eso. Pensar en Maggie. Pensar en mi mismo, y en lo jodido que estaba, vaya que sí lo estaba.
Pasé por el departamento lujoso de Maggie. Una de las luces de su piso, estaba encendida.
—Maggie, ¡Maggie!—grité y arrojé piedritas a la ventana. Esta se abrió rápidamente.
—¡Sid! ¡No estas enfadado! ¡Sube!—gritó emocionada y feliz. Oh Maggie. Subí corriendo, no opte por tomar ese gigante ascensor, las escaleras me llevaron a su piso, sí, el 9. Entré y la abracé. Le dije lo deprimido que estaba, y ella sólo corrió la botella de whisky y la arrojó a la basura. Me llevo a su habitación, prendió la TV y puso “Volver hacía el futuro” porque sabía lo tanto que me fascinaba esa película.
¿Qué más podré decir? Si Maggie ya se llevo mi hablar. Era raro, muy raro. Me encantaba su forma de ser, y me había apegado a ella tan rápido. No sé si ella conmigo, pero yo sí. Quería lograr la admiración de sus padres. Por más desastroso que sea.
El asunto con mi madre, se lo relataría luego, hoy sólo quiero quedar dormido de tanto hablar a su lado. Lo demás, es de palo.
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:29 am, editado 3 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 06 ✿
Capítulo 6.
The view of John.
Me pasé toda la tarde pensando en mi querido amigo Sid, y en esa chica, Maggie. Me caía muy bien, aunque habré pasado, tal vez, dos o tres días con ella. Sensual e inocente, una mezcla que nunca vi en mi amigo Vicious, pero de todas formas esta jovencita millonaria atrapó a mi bajista. Y pensé, que era cierto, envidiaba a Sid. ¿Por qué tenía en sus manos a una niña preciosa y no sabía como pedirle para follar? No, esta vez no era esa la razón. Sino que tenía, amor. Sí, amor. Esa chica se notaba en sus ojos que lo quería de alguna forma, y él estaba tan concentrado en ella. Ambos eran dos locos de amor. Que se amaban, por amarse nada más. Sí, al igual que la estúpida canción. Oh vaya.Y también pensé, si Sid se podía sensibilizar de tal manera y dar amor porque sí, ¿por qué yo no? ¿Acaso soy feo? Oh ¡no! Sid es más horrible que yo, y tiene a su lado una niña perfecta. ¿Tanto tengo que esperar?
+++
Caminé por el centro de día, en busca de amor. Vi muchas chicas lindas, pero mi perspectiva era una jovencita dulce e inocente, como Maggie, pero más rebelde y liberal. Maggie era una maldita estrecha y no despegaba sus ojos de los libros, pero anda, que esto no significa que ella me caiga mal. Buscaba algo así como una Pamela Courson. Alguien que comparta mi locura y mis idioteces, que aunque parezca raro, vuelva una relación enferma.
Me parecía extraño ya de por si que me agarren estos ataques de querer amor. De hecho, me parecía aún más extraño que Sid tenga estos ataques de amor. De dar y recibir el mismo. Y si, por ejemplo, Paul cuenta que se esta enamorando, pues nos burlaríamos de él y dejaríamos en claro que es una mentira pésima. Pero en esta ocasión, Sid no dijo nada, lo demostró, con sus actos.
Definí a Maggie como una Jane Birkin. Ambos se reconocían como salvajes, independientes, inestables emocionalmente, incapaces de comprometerse con nada o con nadie. Sus caracteres resultaban tan similares que chocaban exquisitamente. Pero de una manera distinta. Sí.
Y yo necesitaba a alguien así en mi vida.
+++
La única relación seria que tuve en toda mi jodida vida y que tuvo algún interés e importancia para mi, fue la que tuve con Lisa, Lisa Oswald.
Una hippie loca de 19 años que lo único que quería era escapar de sus padres. Y me encantaba, la amé toda una vida. Recuerdo que cada mujer que se me acercaba para estar en una noche, las corría, simplemente así como así. Nadie iba a estar conmigo, sólo Lisa y nadie iba a estar con ella, sólo yo.
La relación se tornó asquerosa, discutíamos siempre, y terminábamos a los golpes. Se molestaba por las groupies de la banda y por mi supuesto "desinterés", cosa que es totalmente falsa porque mi interés por ella era más grande que Steve a la palabra Pangea, sí, Pangea.
Para parar mis pensamientos decidí irme al bar de siempre, donde comenzó todo, donde la torpe de Maggie se metió. Pedí lo más fuerte al queridísimo Dan y esperé para ahogar mis penas en aquellos vasos. Hasta que vi que una jovencita se acercó y se sentó en una de la sillas del bar. Asustada, llevaba un vestido rosado y una chaqueta de jean. Rubia, ojos claros, pálida, delicada. Una Maggie dos, pero más miedosa. Y tal vez menos estrecha, hay que averiguarlo ¿no? ¡Ja!
—Hey tu.—dije y ella volteó la mirada rápidamente hacia mi. Dejo de mirar todo a su alrededor para mirarme, sí, a mi.
—Ho-hola.—era tímida, demasiado. Recuerdo que Maggie se puso como loca cuando la traté de malcriada en el bar. De todas formas, era linda.
—Te preguntaría que hace una chica como tú aquí pero eso sería prejuicioso, por lo tanto, ¿viniste a pasar la tarde al bar de Dan?—sonreí, y ella hizo lo mismo, pero muy despacito.
—Estoy buscando a Maggie Leonards, ella me dijo que estaría aquí.—¡¿Maggie?!
—Oh, Maggie, la conozco pero no la he visto aquí.—
—Me ha dicho que se encontraba con un chico que me quería presentar, ¿Si-Sid Prescott puede ser?—
—Ah ¿vienes a ver al estúpido de Sid? Vale sí, mi amigo esta tras camerinos, siempre se encuentra ahí a platicar con las bandas.—
—Esto suena tonto.. pero ¿me podrías acompañar?—mordió su labio inferior y puso sus dedos en sus rodillas, nerviosa y preciosa.
—Claro, pero.. ¿se puede saber por qué?—
—Me da miedo.—y nunca nadie me dio tanta ternura.
+++
La acompañé sin ninguna queja a los camerinos. En el camino ella me contó sobre su nombre, Catherine Monroe, y yo, el mío. Tomé su mano y me adentré al largo pasillo que apestaba a drogas y alcohol. Temblaba y su piel era suave, era un trance. Nos metimos a la habitación y vaya que desastre se habían montado. Sid bailaba, la gente a su alrededor también, al compás de los Rolling Stones. Otros se drogaban, reían y bebían. Maggie estaba sentada abrazada a sus piernas en un sofá, reía y se sonrojaba. Miraba para todos lados, tal vez buscando a su amiga. Sus miradas se cruzaron y saltaron a abrazarse para luego cotillear como suelen hacer las mujeres ¿no?
—Amiga, dime cuál es Sid, ya quiero conocerlo.—
—Oye, primero dime qué hacías con el loco de Tasteless.—
—¡Hey! Tranquilízate, sólo le pedí que me acompañara aquí, ya sabes, me da miedo este tipo de lugares.—
—Sí siento por eso, pero creo que es mala idea que estemos relacionadas con ellos..—
—¿Por qué? Yo creo que son geniales.—
—Pero si tu eras una de las que me decía que esto estaba mal, que Sid era un violador y asesino, y que debería alejarme de sitios como estos ¡¿o no?!—
—Si vale, lo dije, pero creo que fui un poco prejuiciosa. Quiero conocer todo este ambiente.—
—Tasteless te lavó el cerebro ¿no? ¿Te drogo? ¿Tomaste algo?—
—¡Maggie! Las dos sabemos que Scott es el que te esta lavando el cerebro, ¿o me equivoco?—
—Tu y tus repentinos cambios de opiniones.—las dos chicas reían y se acercaron a mi, para preguntarme por el paradero del tonto de Sid. Él, bailaba como idiota y tomé su brazo para acercarlo hacia nosotros.
No sé cómo, pero las chicas decidieron pasar la tarde con los dos perdedores más grandes de Londres.
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:31 am, editado 3 veces
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✿ CAPÍTULO 07 ✿
Capítulo 7.
The view of Maggie.
Hoy iba a ser un día agotador. Scott vendría a estudiar a mi departamento, y Sid no paraba de mandarme mensajes sobre ir algún lugar, que para mi, peligroso. Era pésimo de mi parte mentirle a Scott y decirle que me estaba mensajeando con mi madre que, supuestamente, estaba de viaje por Polonia. Me sentía mal, mintiéndole a alguien que seguramente nunca me había mentido. Sentía que iba a explotar, lo juro. Las mentiras las mastico, no las trago. Las odio, y hacer algo que odio, me perturba. Demasiado.Y aunque no parezca, quería mucho a Scott. Venía aguantándome y buscándome desde hace bastante rato. Era confianzudo, seguro de si mismo. Y eso me gustaba. Sid también lo era, sólo que de una manera más violenta. Tal vez.
Desde que se enteró sobre la cena de Scott y mis padres ha estado más serio conmigo, y consigo mismo. Golpea personas, causa desastres, bebe de más, roba, y un sin fin de cosas que mis padres odian, y que odio.
Había dejado de ser ese chico tan abierto y sensible que conocí. Glenn me contó que así era el antes, y siempre había sido así antes de que yo apareciera. Le creí pero luego pensé que era una cruel mentira para que no me sintiera mal por el cambio rotundo de Sid. Pero no me molestaba eso, lo que más me dolía era ver en cada ensayo que Sid me invitaba, a Gin. Oh nunca había odiado a alguien, pero ella, si que se hacia odiar. En cambio, su amiga Lydia, era un pan de Dios, misteriosa y buena. Una Siouxsie Sioux silenciosa. O era así como la describía Steve.
Por otro lado, Tasteless la pasaba con mi amiga, Catherine. Y estoy me sorprendía mucho porque de veras que se notaba que él la quería. Y eso que habían pasado, tal vez, dos días juntos. Sigo en shock de que Cath este con alguien que escupe en la espalda de sus compañeros porque lo considera "buena suerte". Sí, Tasteless hace eso. No es que no lo quisiera, de hecho, por más que sea grosero, lo apreciaba mucho. Pero había algo raro en él, algo raro en todos.
—¿Maggie?—
—Ah sí sí, aquí estoy, ¿qué pasa?—
—Nena, en este momento estarías en un Plutón, ¿te encuentras bien?—
—No estoy concentrada para nada, eso pasa Scott.. estaba pensando. Sabes, ¿qué se siente volar? Me gustaría volar, sentirme libre.—
—¿Disculpa?—rió ante mi pregunta, pero yo seguía estable a esta.
—Me gustaría ser libre, inimaginablemente libre. Si tienes la paciencia de la tierra, la pureza del agua y la justicia del viento, entonces eres libre. ¿Quién es libre? El sabio que puede dominar sus pasiones, que no teme a la necesidad, a la muerte ni a las cadenas, que refrena firmemente sus apetitos y desprecia los honores del mundo, que confía exclusivamente en sí mismo y que ha redondeado y pulido las aristas de su carácter.
—¿Maggie? ¿Qué te has fumado?—rió y yo tuve que incorporarme a sus risas, pero las mías, definitivamente eran falsas.
+++
Salí a caminar por el centro un poco triste y aburrida. No tenía una meta hoy y eso me molestaba. Decidí ir a ver a los chicos, que hoy tocaban. Aunque había mensajeado de muy buen humor con Sid, sentía que me iba a sacar a patadas. De todas formas, entré y lo vi. Sobre el escenario, gritando, saltando, en muy malas condiciones, pero dentro de todo, sonriendo. Y volví a pensar, ¿qué se sentirá volar? Porque Sid volaba.
—¡Chicos! ¡Son geniales!—grité cuando había corrido al camerino antes de que terminara la última canción, para felicitarlos. Nadie respondía, nadie dijo nada.—¿Chicos?—
—Gracias Maggie.—dijo un poco apenado Paul, pero Glenn le pegó un codazo. Estaba confundida, demasiado para ser verdad. Me perdí pensando. Pero pronto, sentí que alguien me tomaba fuerte del brazo y me sacaba lejos. Para ser concretos, afuera de los camerinos. Era John.
—Hey, ¡me estas lastimando!—
—No tanto como tú a mi amigo Sid.—
—No sé de qué estas hablando.—
—Oh no te hagas Maggie, tú sabes perfectamente de qué hablo. Eres hipocresía camuflada en pintura pastel. Eres una estampa falsa. No perteneces aquí. O entras a todo, o te sales. Nunca podrías ser rebelde, o madura, o más grosera, nunca. No tienes personalidad. Nosotros, podremos ser imbéciles, destructivos, idiotas, desastrosos, todo lo que quieras, pero aquí no se cumple el sueño americano vaquera. Traga eso. Ah, por cierto, podrías decirle a tu amiga, que es un desastre en la cama.—
—¡Puto enfermo!—
—Anda, di más palabrotas. Pero sé que no podrías, por estas vacía, siempre fuiste un barril sin fondo.—
—Maldito idiota.—solté lágrimas.
—Ahora di algo sincero, algo inteligente, algo que sientas de verdad. No podrías, lo único que sabes hacer es llorar y llorar y así piensas solucionar todo. Di algo.
—Quiero volar.—él sólo se quedo callado, mirándome, esperando respuestas.—Quiero volar.—repetí para luego entrar al camerino y posicionarme en el medio.—Quiero volar ¡Quiero volar!—Sid se levantó del viejo sofá, tomó mi mano y me llevó afuera, por la parte trasera.
No sabía qué pasaba realmente. Esto no era volar, o tal vez sí.
—Estoy muy enojado, ¿sabías?—
—Sí, con todo lo que me dijo Tasteless, era de suponer.—
—Sólo me molestó que estudies con Scott.—
—¿Cómo sabías?—
—Glenn y John vigilaron tu departamento, vieron a Scott entrar. No hay que ser inteligente para darse cuenta.—
—Bueno.. de verdad lo siento, pero..—me interrumpió.
—A veces me pongo a pensar, que me gustaría volar también.—y así como así, como en las películas de Woody Allen y en los libros de amor de Federico Moccia, me besó. Y no pensé que pasaría algo así, aunque parezca patético, me gustaba, demasiado. Sentí, definitivamente, que sí volaba. Porque volar no sólo se trata de chocar con nubes y sentir que el viento te mueve, volar, esta en todas partes. Vuelas de alegría, vuelas de enojo, vuelas de amor. Y estaba, volando enamorada.
The view of Sid.
Eran los labios más suave que había probado en toda mi vida, y no quería dejar de probarlos. Eran terciopelo en piel, de color rosa y con sabor a frutilla. Odio las frutillas y el rosado, pero esta chica me hacía amar hasta cosas que nunca pensé en dejar de odiar. Y me di cuenta, de que sentimientos así, valían la pena. Aunque me costara pensarlos, o los olvidase con unas copas de vino y latas de cerveza, pensé varias veces que, Maggie valía la pena. Si ella vuela, yo también.- hi:
- feliz día de san valentín amar es hermoso. dedicado a ikhôr, leonela.
Última edición por ceonella. el Vie 30 Dic 2016, 12:42 am, editado 2 veces
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✿ CAPÍTULO 08 ✿
Capítulo 8.
Estaba lista, hoy era esa fiesta de la cual Scott estaba muy emocionado por ir. Sinceramente, mis ganas eran pocas, prefería mil veces estar completando mis escritos y mis tareas, ver películas y escuchar música toda la noche, pero no podía decirle ahora que no a Scott. Sería fatal de mi parte.
Catherine estaba más que contenta de ir, es de esas chicas muy apegadas a las fiestas, por lo que una más, no iba a ser problema. Me había dicho de un acompañante que estudiaba medicina en la misma universidad, pero pensé en Tasteless, ¿por qué no iba con él? Su relación iba bien, rara de todas formas. Él no era de sentir mucho amor, y mi amiga Cath sí, por eso me parecía tan extraña la relación. Y bueno, Sid y yo, no eramos nada iguales, pero aún así conectábamos. Hablé con él sobre esta fiesta, le avisé que iba con Scott, pero que no era nada especial. Todo lo contrarío a mi momento con Sid, que para mi, sí era especial.
A mi, la ropa me importaba mucho, por eso decidí comprar algún vestido lindo pero nada exigente. Sid me acompañó a esta búsqueda. Fue divertido, probar y probar vestidos y que él sólo ría y acepte todos. Divertido pero difícil.
Me molestaba que la gente lo mire mal, ¿qué tiene de malo? Sé que Sid es conocido por ser un descontrol, que destroza todo junto a los chicos de la banda, pero no tiene de malo, no han lastimado a nadie, que yo sepa. De todas formas, Sid era feliz todo el tiempo. Sonreía, jugaba con todo y me hacía sonreír a mi. Corría, saltaba, por toda la tienda. Era como un niño, feliz de salir con su familia.
—¡¿Maggie?!—me preguntó una señora, que hizo que saliera de mis pensamientos. Era la señorita Dev, amiga de mi madre. Oh dios.
—Señorita Dev, ¿cómo esta?—
—Bien niña, bien. ¿Puedo saber qué haces con ese joven?—preguntó preocupada.
—¿Qué joven?—traté de actuar, mientras que Sid se encontraba jugando con niños y corriendo por la gran tienda.
—Warren Prescott.—
—Oh, em, nada.—
—Niña joder que te he visto con él. ¿Te ha lastimado? ¿Te ha obligado a algo?—me dijo tomando mi rostro entre sus manos, un poco asustada.
—No no no, es sólo un.. experimento.—sonreí falsamente.
—¿Experimento?—
—Sí señorita, para mis trabajos de psicología, recuerda que estudio eso. Pues, como sabrá, Sid.. digo Warren Prescott, es un joven revoltoso y con.. bastantes problemas ¿no?—a veces soltaba risitas falsas y me trababa en mis propias palabras, pero sólo era mi pésima actuación.—¡Eso! Es un estudio a personas con la cabeza descontrolada ¡ja! ¿A que no es buenísima?—
—Em.. sí Maggie, pero deberías tener cuidado.—
—¿Por qué?—
—No es lo que parece. Es una bestia.—
—Va-vale..—
—Ya me voy niña, cuidate mucho, manda besos a tu madre.—me saludó con un beso en la mejilla y se fue. ¿A qué se estaba refiriendo? ¿Debería preocuparme?
+++
Luego de que Sid se vaya a su departamento, tomé camino al mío. Entré tranquila y pensativa, pero me asusté al ver a mi padres y a Scott. Sí, ellos, juntos. Oh no la que venía. No sabía si preocuparme, o estar confundida. Pero de que venía algo malo, venía. Sólo mirar sus caras, de impotencia, ¿qué hice ahora? Dios.
—Papá, mamá, ¿Scott?—pregunté mientras dejaba las compras a un costado y las llaves en la mesa.
—Sí, Scott querida. ¿Dónde has estado niña?—
—Em.. como verán, fui a comprar un lindo vestido para la fiesta de bienvenida, a la que voy con Scott. Con nadie más, sólo Scott.—
—Pues eso no fue lo que le dijiste a Scott. Estarías aquí, a la hora del almuerzo, ¡y es tarde!—
—¿Yo dije eso mamá?—
—Sí, lo dijiste Maggie.—dijo Scott tomando un bocado de la conversación.
—Tu padre y yo hemos estado investigando un poco querida y, ¿puedes explicarme que hace esta botella de whisky vacía?—
—Ah eso Ma.. vale.. no es lo que parece eh. Sabes perfectamente que no bebo.—
—Eso no parecía cuando los vi a ti y a Sid en la barra de tragos, la otra noche ¿no Maggie?—
—¡¿Tú que vienes a reclamarme si estabas más alcoholizado?! Scott, por favor, no vengas con cuentos.—
—¡Maggie! Calma ese tono.—dijo papá con miedo.
—Hija, ¿podrías decirme quién es ese Sid?—
—Es sólo un amigo mamá.—
—Warren Prescott, señorita Leonards.—dijo Scott y en un momento pensé en romperle la cara. Mamá abrió los ojos de golpe, papá sólo la miro. ¿Desde cuando una mujer tan dulce y humilde se había convertido en alguien tan prejuiciosa? ¡¿Y cómo conocen todos a Sid?!
—Maggie, dime que no es cierto.—
—Oh no, es cierto, es más cierto que todo tu prejuicio. Sid es un chico muy dulce, no como todos piensan que es. Esta ciudad sólo habla mierdas. ¿Por qué no vuelven a Illinois? Allí todo era normal. Aquí son todos frívolos, e insultan sin conocer a la persona. Sid es un chico bueno.—
—¿Desde cuándo defiendes a un tipo así? ¡¿Desde cuándo hablas con esos términos nena?!—
—Así que.. ¿tu madre no estaba en Polonia Maggie?—
—Scott.. yo.. quiero que se vayan.—
—¿Perdón?—
—Lo que escuchaste mamá, largo. Quiero estar sola.—y así se fueron todos, mis nuevos enemigos.
Me molestaba que piensen así de Sid. Él era un chico demasiado perfecto, tan bueno. Y todo lo que dijeran de él, es de palo para mi. No entendía por qué esa manera de despreciarlo. Mamá, se había vuelto un ser muy manipulador, muy malo. Scott parecía su perrito faldero defensor.
Esta bien vale, sé que a veces yo era prejuiciosa y pensaba mal de dichas personas, pero ese pensamiento ya se fue tal vez. Quiero que se vaya de mi alma.
Llamé a Sid para que venga, y por sorpresa, cayó a mi departamento con todos los chicos, a los que les conté, lo sucedido. Tasteless pidió disculpas y me felicitó por expresarme cada vez más. Pusieron música y sólo bailaban y reían, mientras que fui a mi cuarto con Sid. Le apreciaba mucho, a él y al sentimiento que me daba. Eso que estábamos conociéndonos. Pensé, que ahora que se encontraba sobrio, en contarle de mi vida y muchas cosas más, al igual que él a mi. Estaba acostada en mi cama junto a él, pensando y hablando de cosas tan personales. Como mi primer novio, el cual fue un desastre y prefiero olvidarlo. O sobre su primera vez. Sobre mis colores favoritos, mis bandas favoritas, mi música, mis familiares, mis metas y más. ¿Seguirá pensando que son entrevistas nuestros encuentros?
—¿Cómo es que tus padres llegan tan rápido a Londres?—
—Se vinieron por un tiempo a Oxford, y más con todo lo que acaba de pasar ¿no? Supongo que se quedarán más tiempo, para vigilar. Son personas muy exageradas, cambiaron demasiado y eso me entristece mucho.—
—Vale, pero no hay por qué deprimirse, tal vez será por un tiempo.—
—Eso espero Sid, eso espero.—me senté en la cama y él me siguió.
—A veces no hay que desesperarse cuando las cosas no van bien. Pronto lo bueno vendrá, y hay momentos en que pensamos que no es así, pero si lo es. Las cosas buenas siempre están presentes, esperando su turno para aparecer.—dijo tan calmado y tan seguro que me sorprendió. Lo miré, y él me miró con esos ojos tan únicos.
—Wow Sid..—
—¡Eso es un diez en mis entrevistas!—oh mi niño.
+++
Era la noche esperada, y la que yo quería evitar. Cath y otras compañeras de universidad vinieron a preparase, como de costumbre, en mi departamento. No había hablado con Scott en toda la tarde, y no quería hacerlo. La había pasado muy bien con los chicos de la banda y no necesitaba saber más nada, así, estaba bien. Catherine no paraba de hablar de Tasteless, y a mi me volvía un mal recuerdo, pero se esfumaba con la sonrisa que me regalaba mi amiga. Eso era una muestra pura de amor. Mi amiga, verdaderamente comenzaba a querer a John, y no tenía miedo de demostrarlo. Tal vez del lado de él no era lo mismo, pero pronto, lo sería. Porque se veía, a penas, que el amor era mutuo, y eso es un sentimiento tan lindo.
El salón estaba repleto de estudiantes. Desde los que estaban hace mucho, y los novatos, como yo. No había ningún "mayor", y la fiesta iba tranquila, pero era consciente del descontrol que se asomaba. Decidí tomar algo en la barra, nada que me sacara de mis casillas, sólo simples tragos frutales.
Pensaba y miraba como mis amigas disfrutaban bailando en el centro de la pista, y yo aquí, sentada como una abuela, pero así estaba bien ¿no?
—¿Un poco de compañía?—se asomó un chico a mi lado, que no conocía en absoluto. Cabello castaño, ojos mieles y una estructura oxea muy linda. Sí, era bonito.
—Hum.. bueno.—sonreí tímidamente.
—¿Nombre?—
—Maggie, Maggie Leonards.—tendí mi mano, y la aceptó.
—Dylan Thompson. Estudio economía, me han dicho que tu eres del grupo nuevo de psicología.—
—Sí, así es.—en momento dado, sentí como alguien tocaba con golpecitos mi hombro. Scott.
—Maggie, pensé que no vendrías.—
—Pues, aquí estoy.—
—Vale Maggie, sé que me comporté pésimo junto a tus padres, pero, quiero que sepas que lo siento mucho.—
—Vaya que capullo, pides disculpas después de cometer el error.—dijo Dylan, asomando su cabeza a la conversación. Oh no, todo menos eso.
—¿Disculpa? ¿Alguien te mencionó a ti?—
—Va que va, sí. Ahora vete y déjanos solos.—
—Scott, acabo de conocerlo.—dije tratando de calmar un poco, pero con la que se venía, era imposible. La música comenzó fuerte, la gente asomaba sus pipas para fumar, y otros elementos que desconocía. Arrojaban comida por todos lados y si te acercabas a varias esquinas o asientos, encontrarías a parejas en su intimidad, sí, asqueroso.
Scott tomó mi mano y corrimos hacia el patio más cercano de la gran universidad. Atrás, para mi sorpresa, venía ese tal Dylan. Lo miré varias veces, como preguntándole qué demonios hacía siguiéndonos. No obtuve respuesta alguna. A penas terminamos de correr, comenzaron a discutir ambos, otra vez. Y ya comenzaba a hartarme, pero no podía dejar a Scott solo. Mis pensamientos fueron evadidos por el ruido de un golpe. Para ser más específicos, una golpiza en la cara. Ese chico estaba golpeando a Scott de una manera impresionante y desagradable. Pero ¡oh claro! Dejan esta situación a las manos de Maggie Leonards, Miss Valentia, ja, sí claro. Como torpe comencé a llorar y a gritar, traté de separar pero ni mi fuerza, que de por si era poca, iba a funcionar. Tire de la remera del chico, pero él seguía sobre Scott, hasta que me sorprendí por completo. Sid, Sid estaba aquí. Pateó al tal Dylan y comenzó a golpearlo, tomé a Scott y lo alejé de dicha pelea. Estaba destrozado, o era yo que exageraba todo. Nos levantamos del suelo y traté de remar su caminata, pero vinieron Paul y Steve a ayudarme, mientras que, no sólo Sid, sino que Glenn y Tasteless golpeaban al joven.
—Ya.. ya.. ¡Sid para! ¡Vas a matarlo!—grité aún más llena de lágrimas sin sentimiento, o tal vez sí. Ese sentimiento de culpabilidad. Ese chico estaba con su hermosa estructura oxea hecha pedazos, por mi culpa.
—Calma Maggie, sólo es un merecido.—respondió Glenn.
—¡No! Suficiente.—y en ese momento, dejaron de golpearlo. Me acerqué, y por suerte, respiraba. Comencé a gritar por ayuda, no sólo para él, sino también para Scott, que había recibido varios golpes. Sid y Tasteless me callaron, y me obligaron a dejarlo tendido en el suelo, vivo, pero solo. Y aumentaba ese sentimiento de culpabilidad.
Nos adentramos a la fiesta, y era un desastre. Gente incluso desnuda, y los chicos querían quedarse, pero yo quería irme lo más lejos posible.
—Sid, vayámonos, por favor.—dije fuerte en su oído, debido a la música.
—Esto recién comienza Maggie, ¡anda!—
—Vale, pues me voy sola.—comencé a dar pasos para ver si mi actuación digna de un Oscar, lo convencía, y así fue. Fuimos juntos a un auto, que asumo que debe ser de él o de alguno de los chicos, y empezó la marcha.
—¿Por qué no te querías quedar? Los problemas se habían ido nena, todo iba a estar bien.—
—Uno nunca sabe Sid.—
—Así que.. Scott, es tu amigo de nuevo.—cambió de tema para echar al silencio provocado por la anterior respuesta.
—Mmm.. digamos que sí, aún no sé si perdonarlo.—
—Deberías, no es la gran cosa. ¿Te gusta?—
—¿Ahora eres tú la de las entrevistas?—traté de ignorar su pregunta. Risas a continuación.
—Es más divertido mi lado, admítelo.—
—Hum.. sí, contiene más adrenalina.—sonreí y él hizo lo mismo.
—Ahora responde, ¿te gusta?—rayos. Cambié mi mirada a la carretera.
—No, él no me gusta, o eso creo.—
—O eso creo...—
—¿Qué hay con eso?—
—El amor es seguro, no lo crees por que sí, es hasta que te sientas segura.—
—¿Desde cuándo Warren "Sid" Prescott sabe tanto de amor?—entre risas.
—Suena lindo.—
—¿El qué?—
—El Warren de tu boca.—
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:34 am, editado 1 vez
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✿ CAPÍTULO 09 ✿
Capítulo 9.
The view of Maggie.
Pensaba hace días en salir a caminar con Paul. ¿Por qué? Bueno, Paul tiene muchas cosas en común con Sid, y con cosas, me refiero a síntomas. Los chicos de la banda me contaron que fue diagnosticado de Esquizofrenia hace dos años. Siempre habían sentido que había algo diferente en él. De todas formas, Paul es un chico muy dulce e inocente, que puede estar tan desconcentrado que no sentiría un tren pasar por encima de él. La diferencia entre Sid y Paul, es que uno es más destructivo que el otro, y cuando causa caos, es consciente. Paul era un ser muy inteligente a pesar de todo, de hecho, considero a todos inteligentes, pero algunos son cegados por la ignorancia. Tasteless me había dicho sobre ayudarlo a él también, y estaba muy emocionada por hacerlo. Ayudar es una de las cosas más lindas en la vida.
Decidí arreglar con Paul para un paseo por los lados más lindos de Londres. Una cafetería de gran lujo, un centro comercial gigante y un sin fin de lugares donde, comportarse es importante. Paul estaba emocionado, demasiado. Tanto que me generaba ternura. Lo aprecio mucho, y cuidarlo como a un niño es divertido. Obviamente esto provoca celos en Sid pues el considera que es el único digno de mis preguntas para cada entrevista, pero Paul es amigo, son familia.
Era temprano, me vestí y salí a buscar a Paul a su casa. Una casa colorida y preciosa, muy hogareña. Salió una señora mayor, bastante. Muy dulce y con similitudes a Paul. Me saludo con un beso en la mejilla y me invitó a pasar, mientras esperaba al jovencito rubio. La casa estaba llena de cuadros de bebés y niños, asumo que uno de esos debe ser Paul. También de un señor muy alegre, de una pareja y más. No pensé en preguntar porque eso lo averiguaría durante mi paseo con el grandioso Paul Turner.
+++
Paul es una persona única. Es extraño a veces, y esto es gracias a su enfermedad, que causa un choque entre sus personalidades, pero así es él, y lo considero increíble. Me contó de sus gustos, disgustos, de la banda, de su enfermedad y de qué piensa acerca de ella y esto me ayudaba muchísimo a descifrarlo, porque todos debemos ser descifrados.
—Y Paul, me gustaría saber si.. ¿alguna vez estuviste enamorado?—pregunté para luego dar un sorbo a mi batido, sí, nos encontrábamos en una cafetería. Me molestaba que la gente nos mire mal. Que me miren con preocupación, como si fuese a morir. Paul es un joven tan dulce y bueno. La vida, de a poco, se va llenando de ignorantes.
—Obviamente, no te lo voy a negar. Siento que todos alguna vez nos enamoramos. Pienso que las personas que no sienten amor o no creen en él, son personas vacías. Sé que suelo ser destructivo y con los chicos provocamos problemas, pero a veces viene ese lado sensible. Porque amar es uno de los placeres más grandes de la vida. Últimamente con todo esto de la banda, no me he enamorado. Estas con una chica distinta, cada noche. Y no, no me quejo, pero amor barato, no.—
—Wow.. ¡Muy bien Paul!—
—¿Y tú Maggie? ¿Estas enamorada?—
—Bue-bueno.. no lo sé, no estoy segura.—sonreí tímidamente.
—¿Sid entra en esa sonrisa?—y volví a sonreír. Era un sí rotundo.
Decidí comenzar con partes en las que Paul no la había pasado bien. Más que entrevista, era por conocimiento a la persona, al igual que con Sid. Me interesaba conocer a cada uno, y poder contar con su confianza, porque con la mía pueden.
Me contó acerca de sus padres, quienes nunca conoció. Lo único que tiene de ellos son, fotos y joyas. Con ya, 2 años, en un orfanato. La familia Turner, una familia con una hija y con un hijo, que ya, están casados y con vidas por cuidar, decidieron adoptar a Paul. Lila y Richard Turner, que falleció hace más de dos años.
En si, ambos son abuelos, pero con tanta soledad, tomaron la decisión de adoptar a Paul, y nunca se arrepintieron, porque es una luz. Saben de sus problemas, de sus descontroles, adicciones y la banda, de como toda Inglaterra lo mira mal a él y a sus amigos. Lila es un ser humilde y dulce, que busca paz. Ama a Paul y jamás lo dejaría.
Gracias a ambos vivió una infancia tan bonita, tan única, que nadie pensaba que Paul sería un esquizofrénico a veces. Era ese niño de cabellos de oro que llamaba la atención en la familia numerosa. Él daría la vida por Lila.
+++
Antes de que acabara el día, y el sol bajara, pensé en buscar alguna chica para Paul, y creo que tenía la indicada. Lydia Casas, la amiga de la insoportable de Gin. Sí, esa chica callada, misteriosa y con miedo a todo. No, no tenía nada en común con Paul que era un ser hiperactivo y divertido, pero, los opuestos se atraen ¿no?
Esperamos afuera de su universidad. Paul conocía la vida de la joven perfectamente, así que no fue difícil saber dónde se encontraba en este momento. La universidad era una de las más prestigiosas, y de muy buena calidad. Me sorprendía que Lydia venga aquí, sabiendo que ella era cliente recurrente del bar donde tocaban los chicos, que no era de por si un bar de los mejores.
Paul estaba nervioso, se movía para todos lados y se me causaba ternura. Se notaba en él, que la chica le gustaba, aunque sea poco.
El timbre se escuchó y salieron miles de alumnos. Lydia, sonreía y platicaba con una, asumo, compañera y amiga. Paul gritó su nombre entre risas y ella se asomó de a poco, confundida.
—¿Paul? ¿Qué haces aquí?—preguntó, ¿enojada?
—Em.. ¡Lydia! Maggie Leonards, un gusto. Vinimos con Paul.. porque quería acompañarte, si es posible..—
—Ly, ¿quién es él?—preguntó su amiga, con disgusto. Quién se cree.
—Paul.. no podré.. ahora. Nos vemos luego.—se despidió con un beso en la mejilla y se fue. Veíamos desde lejos, como su amiga preocupada y enojada le reprochaba algo. Ni siquiera sé bien qué.
Paul estaba triste y enojado, se sentía rechazado. Eso me puso muy mal, así que, decidí ayudarlo. Caminamos por la ciudad mientras trataba de hacerlo reír pero, lamentablemente, no había caso. Su impotencia por el prejuicio de los demás, era entendible. Comenzó a patear todo, a gritar y a maldecir. Traté de calmarlo, pero era obvio, Maggie Leonards no podría ni con una hormiga. Gritaba y gritaba, llamaba la atención de la gente que lo miraba mal.
—¡Malditos todos! ¡Hijos de puta!—
—¡Paul basta! ¡Ya es suficiente!—grité al darme cuenta de la presencia de la policía. Oh no joder.
—Señorita, va a tener que acompañarnos, junto a su amigo.—
—Pero no hicimos nada malo.—
—Eso no importa. Paul Turner es un joven al que tenemos vigilado siempre, como a toda su banda. Son gente que genera caos e incomodidad a los visitantes de Londres.—
—¿Es broma? ¡¿Es broma?! ¡Quieren meter preso a una persona que no es igual a los demás! ¡Que aunque no lo creas esta persona, sufre más con todos aquellos que se sienten "incómodos"! ¡Y si quiere meter preso a alguien o hacerlo esperar en una sala durante 3 horas para por fin dejarlo ir a casa, es a mi! ¡A mi amigo no!—terminé de hablar en pleno forcejeo y las personas que pasaban quedaron en silencio, incluyéndolo a Paul.
Luego de dicha escena, nos subieron a la gran camioneta de la policía para llevarnos casa. Sí, esa era su manera de pedir perdón. De todas formas, estábamos enojados.
Paul aviso tiernamente que se quedaría a dormir en mi departamento, para poder terminar la escandalosa tarde con películas. Pero a la mitad de la primer película, Paul ya dormía en el sillón como un niño exhausto después de una tarde activa con amigos.
Hacia donde miremos, encontraremos que los verdaderos obstáculos para la paz son la voluntad y los sentimientos de los hombres, las convicciones humanas y los prejuicios. Si queremos librarnos de las guerras, tendremos antes que librarnos de todas sus causas psicológicas.
- hey:
- tuve que poner un tema de soda stereo porque no pude poner el que usaría para el cap (?) so el tema es revoloteando - árbol. el tema que puse de soda es zoom. eso besos
Última edición por ceonella. el Vie 30 Dic 2016, 12:20 am, editado 2 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 10 ✿
Capítulo 10.
The view of Maggie.
Corrí por toda la universidad mientras con una mano llevaba mi primer parcial y con mi otra mano sostenía mi falda para que no se viera más. Contentísima, buscando a Scott y a Catherine. 10+, aprobado, excelente, etcétera. Había aprobado mi primer parcial y mi alegría era más grande que la Capilla Sixtina. Sí.Era muy divertido que me alegrara tanto por una nota. Recuerdo perfectamente que en mi primaria entera, mi nota más baja fue un 8 y lloré por esto, sí, lloré. Tomo mucha dedicación a mis estudios, y más en esta etapa.
Siempre fui cuestionada por esto. Formaba parte del grupo "admirado", "cool", "genial", pero era la más inteligente y traga libros de la, banda. De todas formas, me hacía sentir más tranquila saber que había estudiado o completado mis deberes, era como quitarse un peso de encima. Lo recomiendo.
Luego de cruzarme casi toda la universidad encontré a mis queridos amigos, que reían despreocupados mientras yo corrí cielo y tierra buscándolos. D i v e r s i ó n.
—¡Oígan! Los he estado buscando para mostrarles esta belleza.—mostré emocionada mi nota.
—Vaya Maggie, ¡que emoción! Sarcasmo.—dijo un poco agresiva Cath, wow.
—¡Oye!—
—Mentira querida, felicitaciones.—y me dio dos besos en cada mejilla.
—Felicitaciones nena.—
—Gracias Scott.—sonreí y lo abracé. Sí, mi relación con Scott era mucho mejor, más cariño y eso me parecía extraño. Hace días no veía a Sid ni a ninguno de los chicos, por lo tanto los días los pasaba más con Scott. No porque quisiese, sólo se daba. No andaba por los bares de la banda y Sid no había hablado conmigo desde hace tiempo. Tampoco por un tema de odio, sólo, sí.. se dio. Y esto, definitivamente no me gustaba. Adoraba pasar mi tiempo con Sid y no recibir ningún mensaje era algo bastante triste. A esperar señores.
Y mi vida iba normal, aburrida. Esperando por una señal de vida, algo nuevo. A veces me acercaba al bar de siempre, y veía desde la pequeña y sucia ventana como tocaban los chicos, pero por alguna razón no me acercaba a saludar. Tal vez Sid ya no quería verme, tal vez se había cansado de mi y eso era predecible.
Mis entrevistas podían esperar, podía conseguir un nuevo paciente, pero Sid no era sólo eso. Era más importante que eso. Más que unas simples entrevistas que me conseguían 10+ y aprobados coloridos. Sid era una persona que había marcado mi existencia, la hacia más interesante.
Pasaba tardes viendo Volver hacia el futuro sola, leyendo libros que ya había leído, saliendo con Scott y pasando por la vereda del bar para ver si Sid estaba bien bien. Joder, se lo veía en su mejor momento. Sonreía, brillaba en el escenario y no veía ninguna faceta de tristeza en su rostro. Él no me extrañaba, no me necesitaba.
+++
—¡Dios chica! Eres una exagerada. ¿Por qué no marcas al querido Vicious o Prescott, y le dices que lo quieres ver?—grito Cath mientras devoraba su comida italiana luego de haberla encargado. Sí, noche de chicas.
—¿Ah-ahora?—
—Mañana, porque hoy es noche de chicas ¿y qué crees? ¡Saldremos!—
—Es broma ¿no?—
—¡Claro que no! Ansío ir a un bar nocturno con música moderna y no de esa que solemos escuchar cuando vemos a los chicos de la banda extraña de Sid y de Johnny.—reí ante su crítica y volví a observar la emoción de mi amiga. Ella extrañaba esas noches de fiestas estadounidenses para adolescentes. Y no la culpaba, aunque me tragara más libros que cualquier personaje de una historieta, extrañaba también salir a la noche y volver tarde para amanecer con una resaca de esas que te quitan el ánimo de levantarte. Por esta razón, por este sentimiento, decidí salir con Cath. Olvidarme de Sid, ya que no somos nada, podía divertirme tranquila.
A mi fiel amiga se le había ocurrido ir a un bar donde los bailes son a cuerpo pegado y si no tienes dinero para una bebida con mucho alcohol, un lindo chico puede pagarla por ti y así llevarte a su cama. Lindo bar ¿no? Volví a vestir como una abuela y eso a Cath le molesto, que llevaba prendas muy cortas a mi gusto. Pero va, quién dice qué tengo que usar. Soy libre de elegir.
Salimos y tomamos un taxi de esos que dan miedo, antiguos y con conductores raros. El hombre trató de coquetear con mi amiga, pero ella que, aún, no se encontraba en estado ebrio, lo rechazó y por fin llegamos sanas y salvas al condenado bar. Apenas pisamos un pie dentro, la gente comenzó a fijar su mirada en mi. ¿Por qué? Razón número uno: mi ropa de abuela. Razón número dos: me habrán visto con Sid, la persona más desastrosa de Londres. Razón número tres: mi belleza ¿tal vez? Razón número cuatro: sólo estaba alucinando. Sí, la cuatro.
Bailar no era lo mio, o tal vez en su momento sí, pero actualmente no, para nada. Mi vestido no era tan largo, por arriba de los rodillas y era color, como era sabido, rosa. Aquí todas llevaban faldas cortas de tubo con lentejuelas y muchos brillos mientras que yo sólo venía a lucir los malditos colores pasteles. Como de costumbre. Y a veces me hartaba esa Maggie, la estrecha Maggie Leonards diría con mucho orgullo Johnny. Tenía que comenzar a soltarme más, a divertirme, a ser más diferente. Romper las reglas. Porque claro esta, para eso están, para romperse.
+++
Luego de varios tragos que niego conocer, comencé a bailar en solitario porque había perdido definitivamente a mi amiga. Mi soledad no perduró por mucho tiempo porque llegó un joven atractivo y apuesto a que el más atractivo del lugar. Saludo muy coquetamente y se presentó con el nombre de Derek. Un nombre que tiraba aires como “mira lo rudo que soy” pero en realidad no era rudo comparándolo con Sid. Le dije mi nombre y bailamos toda la noche. Aunque fuese difícil de creer, Maggie Leonards estuvo bailando toda una noche con un, casi desconocido, estando ebria y perdida.
—¿Vamos a mi casa?—dijo en pleno baile mordiendo mi oreja como si fuese una manera de marcarme y logró hacer que suspiraba y asintiera. No me juzguen, efectos del alcohol.
Nos montanos en su costoso auto y a la velocidad de la luz llegamos a su casa. Nada fuera de lo normal, comedor, cocina, dos baños, tres cuartos. Gran casa. De todas formas no pude observar con detalle porque mis ojos no me ayudaban y porque el tal Derek lo único que hizo al llegar fue arrastrarme a su cama y lanzarme ahí como si fuese una maldita muñeca de trapo.
Me beso muy bruscamente y con deseo por más. Le seguí todo el rollo y no sé bien por qué. Literalmente se comió mi cuello y buscó forma de sacar mi vestido de seda rosado que amaba tanto. Cuando por fin pudo sentí un frío en mi cuerpo y la vergüenza invadió mi alma. Estaba en lencería, rosada obviamente, frente a alguien que acaba de conocer y era el primero en verme así. Gemí pero no de placer, sino de pena. Pero no hubo caso, él lo tomó como placer y siguió besando mi cuerpo.
Estaba completamente dura, no reaccionaba. Dura como una roca. Y no, no podía decirle que era virgen. Porque iba a ser un caos decirle a un chico que va a bares donde vírgenes no van, decirle tal cosa en pleno acto. Iba a decepcionarse, enojarse por no poder concretar todo sobre mi cuerpo, culparme y echarme como bien macho. Por los hombres piensan que tratar a una mujer insegura así, es de macho ¿no?
No podía evitarlo, nunca había dejado que alguien me viera así. Recuerdo todos los novios en la secundaria, ni uno sólo me tocó. Y no iba a permitir que este tal Derek lo haga así que me armé de valor y se lo dije, sin preámbulos.
—De-derek, para.—
—¿Qué pasa nena? Con la protección no te preocupes, todo bajo control.—
—No es eso, no quiero hacerlo, no estoy lista. Soy virgen.—me sentí la persona más valiente por decirle eso a alguien tan grande. Era como decirle a alguien sediento que tienes agua para darle pero sólo se la muestras y luego te la bebés tú, pura tortura.
—Oh.. vaya. Pensé que dirías otra cosa.—dijo riendo suavemente. Y cuando sentí que iba a golpearme o que se volvería loco, sólo comprendió el asunto y me pareció lo más dulce del mundo. —Virgen y en un bar como el Locket ¿qué pensabas?—rei ante eso.
—Mi mejor amiga insistió con ir.—
—Mm veo. Sabes, de todas formas me gustaría que te quedes, sé controlarme—y más risas escaparon de ambas bocas. Era divertido.
—Antes debo cambiarme.. —
—Ten—dijo luego de haberse parado rápido y darme una camiseta que no me tapaba lo suficiente pero funcionaba para mi comodidad. —Dime, ¿por qué aceptaste venir aquí?—
—No lo sé, alcohol y un corazón sensible tal vez.—
—Uff, lamento eso.—
—No hay por qué. —sonreí y él me miró, se acercó y depositó un suave y lento beso en mi mejilla para luego indicarme que era hora de dormir y relajarse, y eso hice.
Raro. Rarísimo. Estaba durmiendo con sólo mi ropa interior y una pequeña camiseta junto a un chico que había conocido en un bar nocturno. Dormí con él sin que antes hubiese pasado algo. Cosas que le pasan a Maggie Leonards una vez al siglo. Pero, dentro de todo, el chico era genial. Encantador, apasionado por lo visto pero compresivo y caballero. Que va, dormí pensando en Sid así que mi método de olvido no funcionaba a la perfección
+++
Me desperté y a mi lado habían un chico atractivo sin camiseta. Qué rayos. Mi memoria trató de recalcular todo lentamente y a este paso no llegaría muy lejos. Primero, buscar mi celular. Y lo encontré junto a mi vestido en otra parte de la habitación. 13 llamadas de Cath, oh vaya. Opte por llamarla y avissrle que estaba con vida junto a un chico sin camiseta llamado Derek.
—Cath, dios, perdón por no haberte avisado...—
—¡Maggie! ¡Al fin contestas joder! ¡¿Dónde te encuentras?! —grito desesperadamente luego de haber interrumpido mi excusa.
—Cath, escucha, estoy viva, v i v a. ¿Tú dónde estas?—
—Joder, cuando te perdí en el bar antes había estado con un chico, ni siquiera sabía su nombre, el caso es que recordé que te había dejado sola y comencé a preocuparme. Te llamé toda la noche y entonces se me ocurrió que estabas con Sid no lo sé.. así que aquí estoy con los chicos. Pasamos la noche buscándote hasta que nos dimos por vencido. Dormimos y bueno, despiertos aquí para esperar tu llamado.—luego de dar su explicación comencé a recalcular todo, y me costaba. Entre los gritos de Cath en la otra línea y los míos, Derek se había levantado y sinceramente se veía más atractivo de lo normal. Con el cabello despeinado, sin remera y mirándome extrañamente. Hizo un gesto como si me estuviese preguntando “¿quién es?” a lo que respondí susurrando que era mi amiga.
—Vale Cath, estoy bien, dile a los chicos que estoy más que bien y que volveré a casa tarde.—
—¿Maggie?—otra voz habló por la línea, Sid.
—Sid..—
—Nena dime que estas bien. —
—Sí.. sí estoy bien.—extrañaba tanto su voz.
—¿Dónde estas? ¿Voy a buscarte?—
—¡No no! Estoy con...—mire a Derek que seguía observándome sentado en la cama.—Con un amigo.—
—Vale… avísame cuando estés en casa, adiós Maggie.—
—Adiós Sid..—
—Entonces ese tal Sid es el próximo dueño de tu virginidad ¿o me equivoco?—
—Te equívocas, él no me registra.—un poco triste respondí después de haber dejado el móvil en la mesita de luz y acostarme en el pecho de Derek. Estaba sensible y cuando Maggie Leonards esta sensible necesita cariño ¿ok?
+++
Volvi a casa a eso de las 16:00 pm. Derek se ofreció a llevarme y le agradecí mucho. Había hablado con él sobre todos los temas posibles. ¿Seguiríamos en contacto? Confió en que sí, pero no me emocionaba tanto. Extrañaba a Sid.
Vale vale vale digan lo que quieran, Maggie Leonards la exagerada de Londres. Pero sentía un vacío al no estar con Sid. Tal vez porque básicamente vivía yendo a sus prácticas ahora sentía dicho vacío por no seguir la rutina, pero no, era más que eso. Llame a Cath y le dije que ya estaba en casa. Respondió alegre y aviso que vendría a casa para hablar de nuestra noche bizarra.
Unos minutos pasaron y Cath llegó, pero con compañía. Los chicos, todos en casa. Corrí alegre a abrazarlos a cada uno y a lo último se asomaba esa cara tan dulce. Sid. Lo abracé y le di un beso ennla mejilla. Me hacia sentir tan bien.
Se venía una linda tarde.
+++
—Y, se puede saber ¿qué amigo fue el que te acompañó toda la noche?—pregunto Sid cuando ya nos encontrábamos solos en la cocina limpiando los platos y guardando las sobras de la cena. Los chicos habían cenado en casa y quedaron en ver películas para luego salir conmigo y Cath.
—Nadie en especial Sid.—
—¿Acaso era Scott?—
—No, él no era.—
—¿Entonces?—dijo alargando la s. Me miró y un silencio se género en la sala. Ambos nos miramos y él esperaba una respuesta sincera de mi parte. Sonreí y me di cuenta que no podía mentirle.
—Lo conocí en el bar, se llama Derek, es buen chico.—
—Que quiere meterse contigo, vale me quedó claro.—
—¡Hey! Amigo, sólo eso.—tome su brazo y volví a mirarlo. Demostrándole sinceridad pura.
—Esta bien.—sonrió—¿Por qué sigues mirándome?—pregunto riendo
—Porque me interesa.—
—¿Mirarme?—
—Siento que te conozco más cada vez que te veo sin ninguna, censura.—
—Wow.. Maggie Leonards la que pervertida que te desnuda con la mirada ¡ja!—
—¡Sid!—
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:40 am, editado 3 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 11 ✿
Capítulo 11.
The view of Derek.
Nací y crecí en Liverpool, en un barrio pobre y muy aburrido. De vez en cuando me divertía con los demás niños de las demás pequeñas casas, pero no me sentía cómodo. Bueno, ¿quién se siente cómodo cuando te criaste en una casa sin techo y no te ilusionas mucho con los días de sol porque sabes que tarde o temprano va a venir la tormenta? El frío es tu mejor aliado. Donde lo más triste te abraza. Donde eres sólo tú, y nadie más.Maggie me contó muchas cosas sobre ella desde nuestro encuentro raro. Se había convertido en una amiga cercana y en una confidente bastante importante. Me había hablado de su relación extraña con Sid, y admito que en parte me desilusioné un poco, pues pensé en un futuro juntos, porque soy sincero, Maggie es bonita y única. Comparé varias veces mi ser con Sid, y no eramos diferentes.
Ambos de lugares carenciados y con esa necesidad de sentirnos especiales, porque sabemos que no lo somos. Que necesitamos amor, aunque creamos que no. Que pensamos que un golpe soluciona todo, pero el golpe tendría que ser a nosotros. Que la caída ya es la derrota, pero en realidad caer es la forma de saltar. El dolor es un sentimiento al que estamos acostumbrados, pero no queremos saber que, este mismo sentimiento, nos cambia. Sentimos que no tenemos segundas oportunidades, y cuando las tenemos, no las aprovechamos. Rechazamos el triunfo y la gloria. Cuando estas acostumbrado a hacer todo mal es raro sentir que esta bueno hacer algo bien. Sentís que te estas traicionando a vos mismo y te gusta. No sé como explicarlo, es muy loco. Arruinamos lo que estaba en perfecto estado. No somos blanco ni negro, gris abunda en nuestro cuerpo. Pero por sobre todo aquel mal, aún queda una luz de esperanza, y aunque pasen los días, seguirá brillando.
+++
Salí de mi casa porque tenía planeado juntarme con unos amigos, día de copas, como siempre. En el camino tarareaba, saludaba a las chicas, miraba las vidrieras y sonreía a la vida. Últimamente la confianza nunca me fallaba. Mientras observaba unas vidrieras aburridas y que por alguna razón atrajeron mi vista, escuché gritos. Me acerqué a donde provenía el sonido y sí, una pareja, discutía. El joven la trataba mal, la insultaba y ella sólo lloraba. Frases como "sólo fue una noche" "aléjate de mi" salían sin escrúpulos de la boca del muchacho. ¿Quién era tan estúpido y con pocos sentimientos? Quise intervenir pero la muchachita se fue corriendo, y, vaya que ya sabía quién era el tipo.
—Sutil eh.—dije para captar su atención y lo hice. Se dio vuelta y cruzamos miradas por primera vez.
—¿Te conozco?—
—Esta mal tratar así a una chica Sid ¿sabías?—me observó detenidamente y sólo frunció el ceño, confundido, enojado. Esto iba a ser divertido.—Derek, mucho gusto.—extendí mi mano, cero respuestas.
—Así que tú eres el dichoso Derek... ¿qué se siente ser rechazado por Maggie?—espetó gracioso, y yo sólo tensé mi mandíbula.
—No somos tan diferentes Sid.—
—¿En serio? Pues que yo sepa a mi no me rechazan.—siguió con sus risas.
—¿Qué crees? Prefiero ser un perdedor en citas antes que un maldito enfermo y agresivo.—
—¿Piensas derribarme con eso?—
—No, claro que no querido Sid, tengo mucho tiempo. Sólo quiero dejarte en claro que no quiero a un loco cerca de Maggie.—
—¿Así que crees que por tus amenazas me alejaré de Maggie? Estas bromeando.—se acercó más luego de hablar, al fin, seriamente.
Iba a responder cuando el celular sonó. Él miraba cada movimiento que hacía y cuando vi el nombre en la pantalla, no pude evitar sonreír. Genial y más genial.
—¿Hola Maggie?—sonreí y lo miré, comenzaba a enfadarse.—Adivina con quién me encuentro.—volví a mirarlo y preguntó silenciosamente qué estaba haciendo.—Si así es... ¿al bar ahora? Esta bien, iremos.—
—Estas loco si piensas que iré contigo.—
—Que pena, porque si Maggie lo dice, iremos.
+++
Estaba completamente loco al pensar que iba a ir al maldito bar con Sid, pero fue idea de Maggie. También pensé que se había vuelto loca porque juntar a dos personas como Sid y yo, que comenzaron una relación de "enemistad" bastante picante, no era buena idea. De todas formas haría lo que ella quisiese, tenía algo que me volvía loco y no permitiría que un engreído, inestable y agresivo músico iba a quitarme a la chica con la que pensaba todo el tiempo, y no de forma sexual.
Cuando llegamos al jodido bar, me sorprendí bastante. Sí, no era mi tipo de música, ni el tipo de lugar a donde voy, por eso me sentía de una forma, distinta. Sid iba delante mío, había mucha gente y él sentía que me guiaba, pero no era así, claro que no. Imbécil.
Todavía no comprendía por qué tanta gente. Si bien estos lugares eran conocidos porque muchos adolescentes comenzaban a concurrir seguido, pero esta vez habían demasiados. Y me olía mal.
Llegamos cerca de los camerinos, pasillos largos donde salían tipos riendo con muchas bebidas en sus manos y guitarras. En una puerta esperaban muy alterados los amigos del ridículo de Sid, que tal vez eran igual de ridículos que él.
—Sid hombre, no vas a creer esto.—dijo uno de cabellera castaña y flequillo simplón a lo Beatle. Luego de avisarle a su queridísimo amigo, me miró. Al igual que los demás.—¿Quién es este tipo?—
—¿Por qué trajiste a este capullo Sid?—preguntó otro, más alto, más fuerte, más grande.
—Oye escucha si no calmas a tus amigos, los calmo yo ¿vale?—asomé mi cuerpo ya que venía detrás del imbécil número 1.
—¡¿Tu niñato?! Anda Sid, tu no te juntas con estos presumidos.—
—Paul basta, Tasteless, Glenn, ya paren. Es.. amigo de Maggie.. pero es no importa ¿qué es lo importante que me tenían que decir?—
—Dios macho, vinimos aquí porque Maggie dijo que era una urgencia, no importa que tengan que decir estos tipos ¿vale? Andando.—tomé su hombro y lo arrastré para acercarnos al escenario, o cerca de la barra, lugares donde tal vez Maggie podría encontrarse.
Sus amigos se quejaron de que no les permití que dijeran la gran "urgencia", no me importaba en absoluto, sólo quería ver a Maggie.
Y la encontré, no sólo yo, sino toda esa maldita multitud de pervertidos o alcohólicos. En el puto escenario con ropa —que a mi parecer era muy corta— contenta en el escenario. Tanta inocencia en una persona tan chiquita y débil, joder. Los hombres se le tiraban casi encima, y todos nosotros al final de la puta avalancha pensando en cómo "rescatarla".
Corrimos y empujamos como pudimos. Uno de los amigos de Sid, un tal Steve, golpeó a varios tipos y pudimos abrirnos paso en toda la gente. Muchas chicas se reían y otras miraban con pena como posiblemente la virginidad de mi pequeña Maggie iba a desaparecer en unos segundos.
—¡Hola a todos! Me llamo Maggie, soy amiga de los chicos de y hoy vengo muy contenta como ustedes ¿no?—sonreía y saludaba alegremente que me enfermaba.
Llegamos al escenario y sin importar de la seguridad subimos, tomé a Maggie en mis brazos mientras los demás insultaban y buscaban al culpable de todo esto. Ella estaba confundida y triste.
—Maggie ¡¿en qué rayos estabas pensando?!—le gritó Sid una vez que nos encontrábamos en el camerino.
—Oye con cuidado la tratas.—
—¡Derek! ¡Viniste!—gritó alegre y me abrazo, respondí, obviamente.
—Maggie, Dios, me asustaste mucho.—
—No sólo al idiota de él ¿vale? Toda la banda se asustó.—dijo el más grande de la banda.
—Yo pensé en hacer lo que me había dicho Sid.. nada más.—
—¡¿Qué?! ¡¿Qué te hizo el enfermo?!—grité y traté de abalanzarme sobre él, pero uno de sus amigos, uno rubio, me detuvo.
—Sid me dijo que quería que me soltara más, que cantara canciones provocativas, nada más.—dijo tan dulcemente que quitó mi ira.
—¿Tu dijiste eso tonto?—dijo uno de sus amigos, el beatle.
—¡Dios no! Maggie era irónico.—comentó frustrado, quién se cree.
—¿Eres tonto o te pagan? Maldito idiota.—lo empujé.
—Ve calmándote niño cara bonita ¿quién fue el que casi la viola?—
—Yo jamás lastimaría a Maggie, psicópata.—
—Vale basta chicos, estoy bien ¿si? No me pasó nada, sólo quería dedicarle una canción a Sid y como tú estabas con él, iría para los dos ¿buena idea no?—sonrió. Comenzaron a reírse con ella, y yo no entendía por qué la gracia, casi se la comen viva afuera.
Maggie me pidió que me quedara un rato en el camerino con la maldita banda, accedí sólo porque después vendría a casa, sí, a mi casa. Sid hervía de la ira por esta idea pero mientras esperaba para irme a casa con la chica de mis jodidos sueños, ella se la pasaba hablando con el idiota mayor. Mucho no tenía que hacer, ellos estaban en su propio mundo, y me sorprendía mucho que Maggie formara parte de él. No soy un chico con mucho dinero, ni menos presumido, tengo esa apariencia, pero no lo soy. Sólo soy normal. Tal vez con la gente que me junto suelo ser capullo pero, no nací así ni moriré así.
Me alejé un segundo para leer mensajes de mi celular tanto que que vi a dos chicas discutiendo. Una le decía a la otra que era su culpa que el plan no se concretara bien, cosas así. Pensé en acercarme y ver si todo se encontraba bien pero decidí quedarme a escuchar como chismoso.
—La maldita ahora se encuentra con Sid ¿puedes creerlo?—
—Pues un poco sí, se nota que se atraen mucho.—
—Dios ¡Lydia! No ayudas en nada.—
—Perdón Gin pero no estuve nunca de acuerdo a que lastimes a la chica esa.—ambas miraron a Maggie. Joder, quiénes eran.
Me acerqué lentamente sin perderlas de vista. Seguramente amigas raras de Sid y de su rara banda pero, sea como sea iba a averiguarlo.
—Que tal señoritas, disculpen que las moleste, quería presentarme ya que se encuentran solas, Derek McRae.—dije un poco seductor.
—Joder.. otro de los amigos pijos de la insoportable de Maggie.—dijo la tal Gin.
—No para nada nena, Maggie es un desastre y que quieren que les diga, no pude no escuchar su conversación así que estoy presente para arruinar a la niña rosa ¿va?—mentí, jamás lastimaría a Maggie.
—¿Tengo que creerte?—
—Me gustaría que lo hicieras, me gustaría mucho.—la pegué a mi cuerpo, si la enamoraba, soltaría todo. Y así lo hizo. Tuve que besarla un poco y su boca era amarga y el licor abundaba en ella. Lejos de Maggie y de todos hablamos sobre el tema, ella fue la culpable de que Maggie tenga la ropa tan corta. Es tan torpe le pidió ayuda a Gin, su “enemiga”.
Gin con su amiga, Lydia asumo, querían arruinar a la “muñeca de porcelana” ya que le tenían cierto odio —que yo consideró envidia— y porque la chica más sensual y linda de la sala, estaba muy cerca del estúpido de Sid. Razones tontas e inmaduras pero me iba bien el papel de actor.
Se estaba haciendo más tarde y la noche pintaba para algo más que un aburrido camerino lleno de drogas y alcohol. Salí con Maggie y fuimos directo a mi casa, obviamente sin que antes se despidiera de cada tipejo de la banda con mucho cariño. Le presté otra camiseta de esas que sólo le tapan hasta los muslos, y no, no me quejaba.
Mientras ella se dedicaba a pasar horas en el baño me senté en mi comedor a preparar la película que Maggie quería ver pero me desconcentre debido a que tocaron la puerta varias veces, y muy fuerte.
—¡Derek!—gritaron mis amigos luego de que abrí la puerta. Oh no. Eran tipos aficionados a las mujeres y a las fiestas, y no voy a vengar que yo tampoco, pero no permitiría que se acercaran a Maggie. Estaban locos.
Me abrazaron todos y pasaron sin mi permiso. En la mesa ratonera dejaron muchísimas botellas y atados de cigarrillos y comenzaron a saltar y a gritar emocionados.
—Joder macho ¿dónde esta tu espíritu?—gritó Sam, mi mejor amigo.
—Se fue con una tía amigo.—respondí entre risas.
—¿Una muchacha? ¡Cuenta hermano!—dijo Dylan, el más loco de todos.
—¿Derek?—y lo que menos quería, pasó. Maggie se acercó al comedor con la maldita camiseta hasta los muslos muy confundida y como siempre, inocentemente. Los chicos se miraron entre ellos y yo sólo mantuve mis ojos cerrados ya que me encontraba de espalda.
—¿Quién jodidas es esta muñeca? —dijo alegre Sebastian, que miraba con deseo a Maggie al igual que los demás 3 depravados. Es mía.
—¡Uff! ¡Bienvenida! ¡Sentada en mi regazo ahora!—dijo Dylan y quise golpearlo. Maggie sólo sonreía y hasta intento sentarse porque no sabía ni lo que quieran estos chicos.
—Vale chicos basta, debe ser la chica de McRae ¿no?—¡gracias Mark!
—Así es, bueno ya conociste a mis queridisimos amigos ahora quiero que vayas a mi cuarto y te pongas si es posible cinco abrigos ¿vale? Vale.—
—¡Derek! Estoy bien así.—
—Más que bien.—suspiró Sam.
—¡Sam! Anda hazme caso, te prometo que haremos lo que quieras cuando ellos se vayan ¿si?—espero que quiera lo mismo que yo.
Ella asintió y me dio un pequeño beso en la mejilla. Los chicos se quedaron viendo la parte trasera de mi chica ya que la jodida camiseta no tapaba casi nada.
—Eres mi ídolo.—dijo Dylan. Negué riendo y esperé a Maggie.
Pasamos la noche entre copas y risas, menos Maggie que bebía alegré agua, los demás a puro alcohol. De hecho, fue más una noche de amigos divertida que otra cosa. Contamos anécdotas y nos reíamos de situaciones vergonzosas.
Ya para las 4:00 am, se fueron y por fin me quedé sólo con Maggie.
—La pasaste bien eh.—
—Tus amigos son geniales Derek.—
—¿Mejor que los de Sid?—
—¡Hey! Nada de comparaciones. Aunque lo admito, me cayeron muy bien esos chicos, en especial Dylan.—me senté en el sofá y la tomé de las caderas, para que esté en mi regazo.
—Pues sí, quiere estar contigo.—
—¿Celoso?—sonrió.
—¡Uf para nada!—reímos hasta quedarnos dormidos en el sofá de la sala. No iba a intentar nada con Maggie hasta que ella quisiera. No arruinaría nada, luego de una, linda noche.
+++
The view of Maggie.
Volvíamos a la rutina otra vez. La universidad era un peso para mi ser débil pero me iba bien y eso aliviaba las cosas. Desde el trabajo de Sid y el de Paul, mis aprobados no tardaron en llegar lo cual me alegraba mucho. Sí, Sid aún desconoce todo sobre mis proyectos y será así por un largo tiempo. No me gustan las mentiras, corres con ese peso de culpabilidad pero no me quedaba otra. Gracias a este maldito proyecto, conocí a alguien importante en mi vida.Cath venía y volvía con John. Su relación era a la noche y al día, adiós. No estaba de acuerdo en absoluto, pero ¿qué podré decir? Sid y yo no estamos, no tengo novios, no soy experta.
Derek venía convirtiéndose en un gran amigo. Admito que es lindo, lindísimo y atento, pero mi cabeza se enfoca en otra persona tal vez.
De hecho, quedamos en salir a la noche con sus amigos y Cath, larga espera. Hace días no lo veía por un viaje que se tomó así que aprovecharíamos esta noche. Mi tarde estaba completa. Vendrían a almorzar los chicos de la banda. La pasaba más que bien con ellos, algo así como una familia así que luego de salir de la universidad, todos a comer a casa.
Mamá y papá seguían mandándome mensajes sobre el tema de Sid. Se preocupaban mucho por mi amistad con él pero yo simplemente los ignoraba. Mamá, más que nada, se había convertido en una mujer muy fría, antes solía ser más humilde y dulce. Papá, seguía igual de alegre pero mamá lo manipulaba demasiado. Vaya tela.
—Nena.—dijo alguien detrás mío mientras yo enmarcaba mi camino a casa. Volteé, que sorpresa.
—¡Derek!—corrí y lo abracé. Se había tomado algo así como una semana de vacaciones y no nos habíamos visto desde la noche con sus amigos.
—¿Extrañando a la fiera?—
—Mmm, no mucho.—hizo un gesto gracioso y lo volvi a abrazar. —Sabes, vendrán los chicos a almorzar a casa y voy a hacer bastante comida, ¿te apuntas?—
—¿Sid y yo en la misma mesa?—lo había olvidado, ¿mala idea?
—Por favor. Luego podrías quedarte hasta tarde, organizamos con Cath una salida ¿recuerdas?—rogué con mis manitos.
—Vale vamos.—tomé su brazo y fuimos juntos.
+++
Los chicos habían llegado ya a casa y se desataba el descontrol. Primero el saludo general de Derek a todos menos a Cath que la saludó con un beso en la mejilla, luego poner los cubiertos y dejar a Steve con los más feos causó la pelea entre Sid y Derek. Sí, par de infantiles.
La comida esta servida.
—Bien Maggie Leonards, ¿serías tan amable de explicar por qué trajiste a este capullo?—preguntó John.
—¡John!—
—Dejalo, faltan caramelos en el maldito frasco ¿no Tasteless?—
—Maggie ¿me pasas la sal?—preguntó inocentemente Paul.
—¿Por qué no te paras y la buscas tú? —espetó Derek.
—¡Derek!—
—Eres bastante idiota si piensas que pasarás por encima de mi amigo Paul.—dijo Glenn.
—Y tú bastante aburrido como para llevar ese peinado Glenn, ¿o tendré que decir John Lennon? ¿Cómo haces para estar con chicas? Digo, mírate.—
—La pregunta va para Maggie ¿cómo haces para soportar a tan desagradable ser? Sólo escuchalo, obsérvalo, es un desastre. ¡Asco!—habló por fin Sid.
—¡Basta basta basta!—se paró y gritó Cath, vaya.—¡¿Qué tan inmaduros son para discutir por estupideces?!—
—ambos se callaron, de hecho, toda la sala en silencio. —¿Van a comportarse como adultos?—
—Tal vez.—dijo Sid bajito.
—Sólo si Maggie lo pide.—Derek. Cath suspiró y me miró, me tocaba el sermón.
—Chicos, los junté aquí mismo en mi comedor para que puedan algún día llevarse bien, son mis amigos, necesito que estén bien. ¿Por favor?—
—Vale.—los dos a la misma vez.
+++
De noche y ya comenzaron a llegar los chicos. Derek se quedó toda la tarde en casa, pero mi cansancio era visible y dormí una pequeña siesta mientras él miraba la televisión. Esa siesta me sirvió para pensar muchas cosas acerca de mi vida. Iba bien, tranquila, pero diferente. Toda mi vida pensé que estaría interesada en algún político o que estudie cosas de industria, cosas.. aburridas. Nunca pensé que me cruzaría con Sid, que estaba dando vuelta mi mundo. Sacaba de mi eso, de la chica perfecta, eso que no quería ser más.
Todos están pendientes de lo que yo hago, si como sino como, si duermo, si me analizo, si estoy sola, si esto.. si lo otro.. pero solo yo sé lo que es estar en mis zapatos.
Podrán decirme egocéntrica, narcisista, egoísta pero yo tengo que estar enfocada, muy enfocada.
Todos ven algo distinto en mi. Que soy envidiable, única, irrepetible. Dicen que soy obsesiva, prolija, metódica, detallista. Hay muchas miradas sobre mi, qué hago, qué digo, qué me pongo. Me miran todo el tiempo y por eso estoy más exigida. Y yo lo acepto porque se lo que soy. Sé que soy un referente.
Todas las personas necesitan un referente para saber dónde están parados en su vida. Para saber qué hacer, qué decir, cómo manejarse se necesitan.. modelos, ejemplos a seguir. Por eso somos tan importantes los referentes.
Cuando eres chico, tus padres son tu ejemplo a seguir. Cuando creces tus padres son tus errores a no cometer. Y ahí, se vuelven fundamentales los referentes.
Todo el mundo tiene referentes, menos yo. Un referente es perfección. Ese que te guía, por un segundo, cuando dejas de guiarte vos mismo. En ese momento, ocupa un espacio el referente, que piensas que es mucho más importante que vos porque es ese que quieres ser, pero no es así.
La infelicidad no tiene medida hasta que te topas con alguien feliz. Ahí sí, con ese referente podes saber cuan feliz eres.
Última edición por ceonella. el Mar 28 Feb 2017, 12:48 am, editado 2 veces
ceonella.
✿ CAPÍTULO 12 ✿
Capítulo 12.
El lugar se llenaba de a poco, convirtiéndose en un gran amontonamiento de personas. Me incomodaba un poco, no me agradaba la idea de estar esperando más de dos horas para pedir un maldito trago de frutas y poco alcohol —o eso era lo que yo pedía—
Derek se estaba llevando un poco mejor con los chicos, menos con Sid, con él había una gran diferencia y no había forma de hacerlos llevarse bien. Me daba un poco de tristeza, me hubiese gustado que dos de las personas que más quiero actualmente se llevarán bien. Scott también iba venir aquí, al bar. Era de esos lugares que por una noche se volvían populares y todas las jodidas personas decidían venir aquí. Vaya tela.
Pedía permiso pero aún así no me dejaban pasar. ¡Par de maleducados! Me estaba comenzando a abrumar mi noche. Cath estaba completamente diferente a mi, cantaba y gritaba cada canción que pasaban. Bailaba con cualquier desconocido. De todas formas se la veía feliz, y eso era lo único importante. Que sea feliz.
Me sorprendió que Sid también este en un estado de bailar hasta que los pies sangren. Así estaba él, bailando cada maldita canción y eso que él no era de los que bailan todo tipo de canciones . Pero también, se lo veía feliz. Y eso no sólo me importaba. Me alegraba. Me completaba. Porque de eso se trataba estar súper enamorado de alguien ¿no? Las revistas adolescentes te lo dibujan como algo para comenzar a tener nuevos fetiches sexuales y a mirarse en el espejo y sonreír. O para sacar fotitos todos los días y fingir que eso es amor. Pero no, es más que eso. Es sentir a esa persona como a nadie más, preocuparse por cada centímetro de su cuerpo, ese cuerpo que contiene esa alma, que es sólo tuya. Y la que sería tu alma, es de aquella persona que tanto amas. El amor es compartir tu mismísimo amor con alguien importante en tu vida.
Pero qué va, yo no tengo mucho amor para dar. No tendré para recibir.
—¡Hey querida!—se acercó Derek a hablarme, y claro, a sacar mis pensamientos y botarlos por la basura. No me enojaba si, disfrutaba de su compañía.
—¡Derek! ¡Al fin te acercas!—grité cerca de su oído, porque sí, la música estaba fuertísima.
—Y tú que no te acercas a bailar con el grupo. ¿Por qué no vienes eh?—
—No estoy de ganas para eso.—
—¿Quieres ir un rato afuera?—
—Tomar un poco de aire me haría mejor.—sonreí y prendimos camino afuera, en la fría vereda.
Gente pasaba, algunos corrían para llegar por fin a su casa luego de haber trabajado hasta tarde y poder ver series como Prison Break o películas como Forrest Gump toda la noche, otros venían de bares diferentes y su idea para la noche era enfiestarse en todos los bares posibles en la ciudad. Sí, vida de fiesta en fiesta supongo.
Pero yo sólo quería relajarme en cinco minutos, despejarme por un tiempo corto. La noche era larga y tenía tiempo para distintas cosas de mi lista.
Sí, lista para saber qué me pasará hoy.
Como mi vida últimamente está interesante pensé en poner opciones de novela, para ver si mi “suerte estaba de mi lado hoy”.
Al rato de los cinco minutos de descanso, Derek sólo me miraba y reía. Había respetado mi paz y eso me alegraba mucho. Ambos apoyados contra la pared fría frente a una noche, por supuesto, fría.
Iba a decir algo hasta que un auto que venía demasiado fuerte paró, cerca de nosotros. Se bajaron muchos hombres, y una sola mujer. Ocho en total. Tan rápido como la luz, dos tipos agarraron a Derek y lo tiraron más lejos, al típico callejón de peleas. A mi también me arrastraron cerca, la mujer que los acompañaba me tenía agarrada muy fuerte y tapaba mi boca para que no pudiera gritar. Estaba llorando y me destruía no poder hacer nada por Derek. Todo había sido tan rápido.
—Bien, tienes cinco segundos para decirnos dónde está tu padre McRae, no nos hagas esperar. —bueno.. yo tengo mis cinco minutos de paz y estos tipos tienen sus cinco segundos de amenazas. Vale.
—No sé de qué hablan. ¡No sé quiénes son!—gritó Derek y el tipo de los cinco segundos lo golpeó en tan sólo eso, cinco segundos.
—¡Eres una rata! ¡Tú y tu familia! Tu padre se basó en estafas y estafas, ahora que tiene dinero por fin en toda su desgraciada vida, se cree lo mejor y es una vil mentira. —
—Hace ya tiempo que no vivo con él, de hecho, nunca lo hice. Se fue cuando tenía 3 años, no sé nada de él.—aclaró Derek, con la voz ronca y el tono bajo.
—¿Pues sabes para qué te tenemos aquí? Si bien el plan A era que nos dijeras donde se encontraba tu padre pero dada las circunstancias, te vienes con nosotros.—
—¿Qué? ¡No! ¡No se llevan a Derek!—grité.
—Nombre y apellido.—volvió a hablar el tipo. A lo lejos vi a Derek en el suelo, diciéndome en susurro que no diga mi nombre ni mi apellido, tal vez me metería en problemas, y tiene razón.
—¿Qué?—
—Respondes o lo mato.—dijo para luego sacar de su bolsillo un arma, para apuntarlo a Derek. Comencé a asustarme. Dios santo.
—Eh.. eh.. Maggie.—
—Apellido o lo mato.—
—Leonards.—tragué saliva, pensando si hice algo malo o algo bueno.
—Oh mira a quién tenemos aquí ¡no te reconocí! La muñequita de porcelana de papá Leonards. Dinero a por montones. Interesante.—
—Yo no hice nada. Derek tampoco.—dije segura.
—Bueno, ¿qué crees? Nacieron con esos apellidos, ya cometieron su primer error.—finalizó y golpeó una vez más a Derek, para luego irse sin dejar rastro. Me sorprendía demasiado, pensé que nos llevarían lejos de aquí a un lugar más peligroso y que no volvería a ver a Sid, pero no fue así.
Corrí a abrazar a Derek para romper el silencio con mi llanto. Él correspondió, llenándome de calor y paz. Haciéndome sentir segura. Pero esta situación, claramente me hacía sentir más confundida que segura.
Corrimos en busca de los chicos, íbamos a avisarles lo sucedido y tratar de averiguar por qué había ocurrido. Si bien, era de esas peleas de películas donde te buscan por tu familia y por el dinero que tienes, esta pelea se me hizo tan real. No podía creerlo.
Nos adentramos al bar muy asustados, pero nos relajamos al ver a nuestros amigos… vaya… en la pista de baile. Derek se río y me acercó a él, mientras veíamos a nuestros amigos bailar.
—¿Sabes? Tal vez no debamos decirles nada de lo sucedido.—
—¿Tú crees? Podrían lastimarnos otra vez, bueno, lastimarte a ti.—
—No va a pasar, sino no estaría aquí.—no estaba segura, pero decidí hacerle caso. Me sorprendía que reaccionara así, tan calmado, riéndose. En mi caso aún puedo sentir el ruido de los huesos de Derek al ser brutalmente golpeado.
Nos sumamos al baile de los chicos. Disco. Hoy el bar se había ambientado así y todos los que pisaban la pista eran John’s Travolta’s en su máximo esplendor. Una forma divertida de despejarse.
La pasamos bien, entre tragos y bailes, me di cuenta que la amistad que tenía con estos chicos se había forzado tan fuerte. Pero seguía viendo con ojos brillantes a Sid. Algo en él me fascinaba, todo por dentro y por fuera.
Era hora de volver a casa y lo haríamos a pie, para disfrutar la noche pura y sin censura.
—Que horrible es el Disco.—dijo un poco ebrio, Sid.
—Lo dice el que se bailó todas las canciones de los Bee Gees.—reclamó Paul.
—¡Pues no me importa! ¡Odio el Disco!—gritó Sid con una botella en la mano. Todos reímos, incluso Derek. Sid era un borracho divertido.
—Buena noche ¿no creen?—dijo Glenn. Todos asentimos, contentos por la salida que habíamos generado.
Llegué a casa y mi cabeza daba vueltas. Había sido una linda noche, pero lo sucedido con Derek aún me retumbaba en la mente. Pensé demasiado sobre el tema. Estaba asustada, insegura, tenía miedo que algo le sucediese. Estábamos en peligro, claramente.
Derek se tomaba a calma el tema, pero a mi me preocupaba tanto. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Por qué nos conocían? ¿Derek tenía razón o me mintió? No sabía ni qué pensar.
Hoy se me había ocurrido investigar acerca del tema. Amanecí temprano y decidí llamar a Derek. Tendría que poner a prueba mis poderes de stalker, como buena chica que era.
Derek vino a casa sin ningún problema, pero lo noté raro. Como si escondiera algo. O tal vez era demasiado paranoica con el tema, porque lo relacioné con todo. Sí.
—¿Sabes Maggie? No encontraremos nada de información si ni siquiera sabemos su nombre ¿no crees?—
—Vale sí, pero algo debemos encontrar, no lo sé. ¿Qué tal si volvemos al lugar del bar? Deben estar ahí.—
—Muy peligroso Maggie, creo que deberíamos olvidar todo lo que pasó y ya.—
—¿Estás loco? Casi nos matan. Quiero saber por qué, ¿vale?—
—No es hora de que juegues a los detectives nena. Hay cosas que no debes saber, simple.—
Luego de esa “discusión”, el silencio abundó el comedor. A los 5 minutos, Derek tuvo que irse, quién sabe a dónde, lo cual me pareció raro, así que decidí acercarme al lugar del bar. Estaba poniendo mis manos en el fuego, sin miedo a quemarme.
No recordaba mucho el lugar, pero apenas estuvo frente a mis ojos, un escalofrío inundó todo mi cuerpo. Oscuro, sucio, daba pena. Más pena que miedo. Se escuchaban algunos ruidos en cada esquina, que no me daban una buena sensación, para nada.
—¿Así que decides venir sin el niño bonito?—habló una voz, áspera.
—¡Tú! ¡¿Por qué te metes con Derek?!—le grité, era el mismo hombre que golpeó a Derek.
—La pregunta es para ti chica, ¿por qué te metes con Derek? Es un pobre mentiroso, una rata, sin derecho a vivir. Hay mejores pretendientes Maggie, tú padre no le gustaría que andes con mafiosos. O con alcohólicos drogadictos, como Sid Prescott.—esto último lo dijo con risas.
—¿De qué hablas? ¡No me conoces! ¡No conoces mi familia, ni a mi, ni a Sid, ni a Derek!—
—Conozco más de lo que tú crees.—
Corrí sin más preámbulos. Tenía miedo. Esto se había tornado en una película de terror. Tenía miedo por la gente que me rodeaba, no por mi. ¿Desde cuándo estaba tan expuesta?
Llegué al bar de los chicos, que gracias a Dios, estaban presentes. Corrí y abracé a Sid apenas lo vi. Al fin, me sentía segura.
—¿Maggie? ¿Qué te pasa? ¿Estas bien?—
—¡No! ¡No! ¡No! ¡Está loco Sid! ¡Habla de Derek, de mi, de ti! ¡No sé quién es, no sé qué sabe! Pero prométeme que te cuidarás.—
—Maggie sí, podrías calmarte y contarme, a mi y a los chicos, podemos ayudarte.—
Luego de contarles con lujo y detalle, Sid enloqueció y comenzó a golpear todo, Glenn sacaba conclusiones, Paul me consolaba, Tasteless llamaba furioso a Derek desde mi celular —sin mi permiso claro está— y Steve, bueno, sólo bebía y observaba todo. Le pedí a Sid que se calmase pero no paraba de repetir que iba a golpear a Derek por no decir nada.
Furioso, nadie lo paraba. Sid era así la mayoría del tiempo. No había nada que lo censurará o que le tapara el camino, sus límites se cegaban y su única arma era la fuerza. Golpes y más golpes. Una alma dañada.
Derek llegó corriendo al bar, se asomó al camarín de la banda y nos encontró. Sid se asomó a golpearlo pero Steve lo frenó. Yo, como idiota, lloraba. Porque siempre pienso que con lágrimas soluciono todo, y no, Maggie no.
—¡¿Por qué no dijiste nada?! ¡Escondes algo!—gritó Sid.
—¡No dije nada porque montarías esta escena estúpida! ¡No escondo nada porque no sé nada! ¡No tengo qué esconder! ¡Casi me matan y vivo en peligro pero lo único que me importa es proteger a Maggie!—
—¡Dejando suelto al loco que los increpó no estás protegiendo a nadie Derek!—dijo Tasteless, un poco más calmado que Sid.
—No sé nada de mi vida John, y tal vez esto perjudique todo, pero no quiero alejarme de Maggie. No lastimo a nadie, no tengo con qué ni por qué.—
—¡Estas loco! ¡Maldito idiota!—habló Sid contra Derek otra vez.
—¡Sid basta! Derek no tiene la culpa, no sabemos quién es ese hombre pero confío en que no volverá a molestarnos.—dije.
—¿Entonces por qué esa investigación tan repentina Maggie?—me preguntó Derek, un poco abrumado, triste.
—Estaba asustada ¿vale? Volví a cruzarme con él, y hablaba cosas de ti, de mi, de Sid, me asusté.—
—¿Cómo qué volviste a cruzarte con él?—asentí—¿Por qué no me dijiste nada? ¿Volviste al bar? Te estas poniendo en peligro Maggie.—
—¡Tú la pusiste en peligro desde que te conoció!—
—¡¿Yo?! ¡¿Yo soy el que ingiere drogas cada semana, que sale todas las putas noches a alcoholizarse?! ¡¿Yo soy el que vive sin límites?!—gritó Derek. Sin escrúpulos. Nadie dijo nada, ni siquiera Tasteless que habla sin problemas. —¿Sabes que Maggie? Tú decides, por mi ya no tengo que hacer nada aquí en este circo. Nos vemos.—se despidió con el típico portazo. Y yo ya no sabía qué más hacer.
Era una locura. No confiar en nadie, aunque parezcan seguros. Mis amistades me asustaban tanto. Ponían en peligro todo, o tal vez yo era la que los ponía en peligro. Mi culpa, mi culpa, toda mía. Me pertenecía, a mi, por idiota.
Sentimos culpa porque nos quedamos sin ningún sentimiento por el cual sentir. La sentimos porque es nuestro plan B, porque la tristeza se aburre de nosotros. Porque no tenemos un rumbo decidido. Como si fuese una parada, una estación de servicio. Un motivo para darse cuenta que estamos haciendo todo mal. Para hacernos reaccionar y sentir lo que los demás sienten. Somos culpables porque queremos.
Derek se estaba llevando un poco mejor con los chicos, menos con Sid, con él había una gran diferencia y no había forma de hacerlos llevarse bien. Me daba un poco de tristeza, me hubiese gustado que dos de las personas que más quiero actualmente se llevarán bien. Scott también iba venir aquí, al bar. Era de esos lugares que por una noche se volvían populares y todas las jodidas personas decidían venir aquí. Vaya tela.
Pedía permiso pero aún así no me dejaban pasar. ¡Par de maleducados! Me estaba comenzando a abrumar mi noche. Cath estaba completamente diferente a mi, cantaba y gritaba cada canción que pasaban. Bailaba con cualquier desconocido. De todas formas se la veía feliz, y eso era lo único importante. Que sea feliz.
Me sorprendió que Sid también este en un estado de bailar hasta que los pies sangren. Así estaba él, bailando cada maldita canción y eso que él no era de los que bailan todo tipo de canciones . Pero también, se lo veía feliz. Y eso no sólo me importaba. Me alegraba. Me completaba. Porque de eso se trataba estar súper enamorado de alguien ¿no? Las revistas adolescentes te lo dibujan como algo para comenzar a tener nuevos fetiches sexuales y a mirarse en el espejo y sonreír. O para sacar fotitos todos los días y fingir que eso es amor. Pero no, es más que eso. Es sentir a esa persona como a nadie más, preocuparse por cada centímetro de su cuerpo, ese cuerpo que contiene esa alma, que es sólo tuya. Y la que sería tu alma, es de aquella persona que tanto amas. El amor es compartir tu mismísimo amor con alguien importante en tu vida.
Pero qué va, yo no tengo mucho amor para dar. No tendré para recibir.
—¡Hey querida!—se acercó Derek a hablarme, y claro, a sacar mis pensamientos y botarlos por la basura. No me enojaba si, disfrutaba de su compañía.
—¡Derek! ¡Al fin te acercas!—grité cerca de su oído, porque sí, la música estaba fuertísima.
—Y tú que no te acercas a bailar con el grupo. ¿Por qué no vienes eh?—
—No estoy de ganas para eso.—
—¿Quieres ir un rato afuera?—
—Tomar un poco de aire me haría mejor.—sonreí y prendimos camino afuera, en la fría vereda.
Gente pasaba, algunos corrían para llegar por fin a su casa luego de haber trabajado hasta tarde y poder ver series como Prison Break o películas como Forrest Gump toda la noche, otros venían de bares diferentes y su idea para la noche era enfiestarse en todos los bares posibles en la ciudad. Sí, vida de fiesta en fiesta supongo.
Pero yo sólo quería relajarme en cinco minutos, despejarme por un tiempo corto. La noche era larga y tenía tiempo para distintas cosas de mi lista.
Sí, lista para saber qué me pasará hoy.
Como mi vida últimamente está interesante pensé en poner opciones de novela, para ver si mi “suerte estaba de mi lado hoy”.
- Ver algún famoso. No Maggie, nunca pasará.
- Ponerme ebria. Sí, quería recordar cosas viejas y sincerarme con cualquier desconocido o conocido.
- Presenciar una pelea. Y si es posible, tener algo que ver con esa pelea. Mucho Prison Break, lo repito.
- Volver a casa feliz. Mi único deseo por ahora más fuerte.
Al rato de los cinco minutos de descanso, Derek sólo me miraba y reía. Había respetado mi paz y eso me alegraba mucho. Ambos apoyados contra la pared fría frente a una noche, por supuesto, fría.
Iba a decir algo hasta que un auto que venía demasiado fuerte paró, cerca de nosotros. Se bajaron muchos hombres, y una sola mujer. Ocho en total. Tan rápido como la luz, dos tipos agarraron a Derek y lo tiraron más lejos, al típico callejón de peleas. A mi también me arrastraron cerca, la mujer que los acompañaba me tenía agarrada muy fuerte y tapaba mi boca para que no pudiera gritar. Estaba llorando y me destruía no poder hacer nada por Derek. Todo había sido tan rápido.
—Bien, tienes cinco segundos para decirnos dónde está tu padre McRae, no nos hagas esperar. —bueno.. yo tengo mis cinco minutos de paz y estos tipos tienen sus cinco segundos de amenazas. Vale.
—No sé de qué hablan. ¡No sé quiénes son!—gritó Derek y el tipo de los cinco segundos lo golpeó en tan sólo eso, cinco segundos.
—¡Eres una rata! ¡Tú y tu familia! Tu padre se basó en estafas y estafas, ahora que tiene dinero por fin en toda su desgraciada vida, se cree lo mejor y es una vil mentira. —
—Hace ya tiempo que no vivo con él, de hecho, nunca lo hice. Se fue cuando tenía 3 años, no sé nada de él.—aclaró Derek, con la voz ronca y el tono bajo.
—¿Pues sabes para qué te tenemos aquí? Si bien el plan A era que nos dijeras donde se encontraba tu padre pero dada las circunstancias, te vienes con nosotros.—
—¿Qué? ¡No! ¡No se llevan a Derek!—grité.
—Nombre y apellido.—volvió a hablar el tipo. A lo lejos vi a Derek en el suelo, diciéndome en susurro que no diga mi nombre ni mi apellido, tal vez me metería en problemas, y tiene razón.
—¿Qué?—
—Respondes o lo mato.—dijo para luego sacar de su bolsillo un arma, para apuntarlo a Derek. Comencé a asustarme. Dios santo.
—Eh.. eh.. Maggie.—
—Apellido o lo mato.—
—Leonards.—tragué saliva, pensando si hice algo malo o algo bueno.
—Oh mira a quién tenemos aquí ¡no te reconocí! La muñequita de porcelana de papá Leonards. Dinero a por montones. Interesante.—
—Yo no hice nada. Derek tampoco.—dije segura.
—Bueno, ¿qué crees? Nacieron con esos apellidos, ya cometieron su primer error.—finalizó y golpeó una vez más a Derek, para luego irse sin dejar rastro. Me sorprendía demasiado, pensé que nos llevarían lejos de aquí a un lugar más peligroso y que no volvería a ver a Sid, pero no fue así.
Corrí a abrazar a Derek para romper el silencio con mi llanto. Él correspondió, llenándome de calor y paz. Haciéndome sentir segura. Pero esta situación, claramente me hacía sentir más confundida que segura.
+++
Corrimos en busca de los chicos, íbamos a avisarles lo sucedido y tratar de averiguar por qué había ocurrido. Si bien, era de esas peleas de películas donde te buscan por tu familia y por el dinero que tienes, esta pelea se me hizo tan real. No podía creerlo.
Nos adentramos al bar muy asustados, pero nos relajamos al ver a nuestros amigos… vaya… en la pista de baile. Derek se río y me acercó a él, mientras veíamos a nuestros amigos bailar.
—¿Sabes? Tal vez no debamos decirles nada de lo sucedido.—
—¿Tú crees? Podrían lastimarnos otra vez, bueno, lastimarte a ti.—
—No va a pasar, sino no estaría aquí.—no estaba segura, pero decidí hacerle caso. Me sorprendía que reaccionara así, tan calmado, riéndose. En mi caso aún puedo sentir el ruido de los huesos de Derek al ser brutalmente golpeado.
Nos sumamos al baile de los chicos. Disco. Hoy el bar se había ambientado así y todos los que pisaban la pista eran John’s Travolta’s en su máximo esplendor. Una forma divertida de despejarse.
La pasamos bien, entre tragos y bailes, me di cuenta que la amistad que tenía con estos chicos se había forzado tan fuerte. Pero seguía viendo con ojos brillantes a Sid. Algo en él me fascinaba, todo por dentro y por fuera.
Era hora de volver a casa y lo haríamos a pie, para disfrutar la noche pura y sin censura.
—Que horrible es el Disco.—dijo un poco ebrio, Sid.
—Lo dice el que se bailó todas las canciones de los Bee Gees.—reclamó Paul.
—¡Pues no me importa! ¡Odio el Disco!—gritó Sid con una botella en la mano. Todos reímos, incluso Derek. Sid era un borracho divertido.
—Buena noche ¿no creen?—dijo Glenn. Todos asentimos, contentos por la salida que habíamos generado.
Llegué a casa y mi cabeza daba vueltas. Había sido una linda noche, pero lo sucedido con Derek aún me retumbaba en la mente. Pensé demasiado sobre el tema. Estaba asustada, insegura, tenía miedo que algo le sucediese. Estábamos en peligro, claramente.
Derek se tomaba a calma el tema, pero a mi me preocupaba tanto. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Por qué nos conocían? ¿Derek tenía razón o me mintió? No sabía ni qué pensar.
+++
Hoy se me había ocurrido investigar acerca del tema. Amanecí temprano y decidí llamar a Derek. Tendría que poner a prueba mis poderes de stalker, como buena chica que era.
Derek vino a casa sin ningún problema, pero lo noté raro. Como si escondiera algo. O tal vez era demasiado paranoica con el tema, porque lo relacioné con todo. Sí.
—¿Sabes Maggie? No encontraremos nada de información si ni siquiera sabemos su nombre ¿no crees?—
—Vale sí, pero algo debemos encontrar, no lo sé. ¿Qué tal si volvemos al lugar del bar? Deben estar ahí.—
—Muy peligroso Maggie, creo que deberíamos olvidar todo lo que pasó y ya.—
—¿Estás loco? Casi nos matan. Quiero saber por qué, ¿vale?—
—No es hora de que juegues a los detectives nena. Hay cosas que no debes saber, simple.—
Luego de esa “discusión”, el silencio abundó el comedor. A los 5 minutos, Derek tuvo que irse, quién sabe a dónde, lo cual me pareció raro, así que decidí acercarme al lugar del bar. Estaba poniendo mis manos en el fuego, sin miedo a quemarme.
+++
No recordaba mucho el lugar, pero apenas estuvo frente a mis ojos, un escalofrío inundó todo mi cuerpo. Oscuro, sucio, daba pena. Más pena que miedo. Se escuchaban algunos ruidos en cada esquina, que no me daban una buena sensación, para nada.
—¿Así que decides venir sin el niño bonito?—habló una voz, áspera.
—¡Tú! ¡¿Por qué te metes con Derek?!—le grité, era el mismo hombre que golpeó a Derek.
—La pregunta es para ti chica, ¿por qué te metes con Derek? Es un pobre mentiroso, una rata, sin derecho a vivir. Hay mejores pretendientes Maggie, tú padre no le gustaría que andes con mafiosos. O con alcohólicos drogadictos, como Sid Prescott.—esto último lo dijo con risas.
—¿De qué hablas? ¡No me conoces! ¡No conoces mi familia, ni a mi, ni a Sid, ni a Derek!—
—Conozco más de lo que tú crees.—
Corrí sin más preámbulos. Tenía miedo. Esto se había tornado en una película de terror. Tenía miedo por la gente que me rodeaba, no por mi. ¿Desde cuándo estaba tan expuesta?
Llegué al bar de los chicos, que gracias a Dios, estaban presentes. Corrí y abracé a Sid apenas lo vi. Al fin, me sentía segura.
—¿Maggie? ¿Qué te pasa? ¿Estas bien?—
—¡No! ¡No! ¡No! ¡Está loco Sid! ¡Habla de Derek, de mi, de ti! ¡No sé quién es, no sé qué sabe! Pero prométeme que te cuidarás.—
—Maggie sí, podrías calmarte y contarme, a mi y a los chicos, podemos ayudarte.—
Luego de contarles con lujo y detalle, Sid enloqueció y comenzó a golpear todo, Glenn sacaba conclusiones, Paul me consolaba, Tasteless llamaba furioso a Derek desde mi celular —sin mi permiso claro está— y Steve, bueno, sólo bebía y observaba todo. Le pedí a Sid que se calmase pero no paraba de repetir que iba a golpear a Derek por no decir nada.
Furioso, nadie lo paraba. Sid era así la mayoría del tiempo. No había nada que lo censurará o que le tapara el camino, sus límites se cegaban y su única arma era la fuerza. Golpes y más golpes. Una alma dañada.
Derek llegó corriendo al bar, se asomó al camarín de la banda y nos encontró. Sid se asomó a golpearlo pero Steve lo frenó. Yo, como idiota, lloraba. Porque siempre pienso que con lágrimas soluciono todo, y no, Maggie no.
—¡¿Por qué no dijiste nada?! ¡Escondes algo!—gritó Sid.
—¡No dije nada porque montarías esta escena estúpida! ¡No escondo nada porque no sé nada! ¡No tengo qué esconder! ¡Casi me matan y vivo en peligro pero lo único que me importa es proteger a Maggie!—
—¡Dejando suelto al loco que los increpó no estás protegiendo a nadie Derek!—dijo Tasteless, un poco más calmado que Sid.
—No sé nada de mi vida John, y tal vez esto perjudique todo, pero no quiero alejarme de Maggie. No lastimo a nadie, no tengo con qué ni por qué.—
—¡Estas loco! ¡Maldito idiota!—habló Sid contra Derek otra vez.
—¡Sid basta! Derek no tiene la culpa, no sabemos quién es ese hombre pero confío en que no volverá a molestarnos.—dije.
—¿Entonces por qué esa investigación tan repentina Maggie?—me preguntó Derek, un poco abrumado, triste.
—Estaba asustada ¿vale? Volví a cruzarme con él, y hablaba cosas de ti, de mi, de Sid, me asusté.—
—¿Cómo qué volviste a cruzarte con él?—asentí—¿Por qué no me dijiste nada? ¿Volviste al bar? Te estas poniendo en peligro Maggie.—
—¡Tú la pusiste en peligro desde que te conoció!—
—¡¿Yo?! ¡¿Yo soy el que ingiere drogas cada semana, que sale todas las putas noches a alcoholizarse?! ¡¿Yo soy el que vive sin límites?!—gritó Derek. Sin escrúpulos. Nadie dijo nada, ni siquiera Tasteless que habla sin problemas. —¿Sabes que Maggie? Tú decides, por mi ya no tengo que hacer nada aquí en este circo. Nos vemos.—se despidió con el típico portazo. Y yo ya no sabía qué más hacer.
Era una locura. No confiar en nadie, aunque parezcan seguros. Mis amistades me asustaban tanto. Ponían en peligro todo, o tal vez yo era la que los ponía en peligro. Mi culpa, mi culpa, toda mía. Me pertenecía, a mi, por idiota.
Sentimos culpa porque nos quedamos sin ningún sentimiento por el cual sentir. La sentimos porque es nuestro plan B, porque la tristeza se aburre de nosotros. Porque no tenemos un rumbo decidido. Como si fuese una parada, una estación de servicio. Un motivo para darse cuenta que estamos haciendo todo mal. Para hacernos reaccionar y sentir lo que los demás sienten. Somos culpables porque queremos.
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