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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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All you need is love.
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Re: All you need is love.
Jalou Sólo me paso para decir que esto sigue adelante, lo único que Lau ha tenido un problema con su ordenador y aún no puede subir el capítulo, pero la cosa anda en marcha xd. Besos
indigo.
----
Re: All you need is love.
tranquilas, esperamos siempre
✦ ausente.✦
pixie.
Re: All you need is love.
Debo organizarme mejor para poder dejar un comentario decente
Atenea.
-------
Re: All you need is love.
- ...:
- Perdonen la tardanza chicas, mi computador se dañó y perdí algunas cosas que escribí porque no recordaba dónde las había guardado
Otra cosa, casi todas las partes están narradas un lunes, que Kate me dijo que no se podía pasar de ese día,
so here it is. Solo narre unas cosas del capítulo de Irene el sabado anterior a ese lunes que idk que día es pero sip.
Pd. Comenten el capítulo de Kate
Capítulo 02.
Cuando Irene sintió que alguien entraba a su habitación gimió con disgusto. Alguien la sacudió con delicadeza como si se tratase de una porcelana importante, entonces supo que no era Jody, y mucho menos Stephen.
Mantuvo sus manos en su cara por un rato hasta que se sentó, tuvo que parpadear varias veces para distinguir de quien se trataba. La afilada mandíbula de Heath fue lo primero que distinguió, además una carcajada profunda inundó la habitación.
Irene lo miró aterrada, cuando Heath estaba los sábados tan temprano en casa significaba una sola cosa: senderismo, suspiró y se lanzó sobre la cama de nuevo, cubriéndose con la sabana y murmurando secamente que no iría.
Ella sabía que él no se iría de ahí, sentía su presencia en la habitación.
— Me enviaron a mí porque soy el más tranquilo en despertar personas.
Realmente, eso no era algo que Irene ponía a prueba, Stephen y Jody no eran exactamente las personas más cuidadosas del mundo, a Stephen por ejemplo le gustaba el agua y la música, cosas que adoraba usar para despertarla, y Jody, solo se lanzaba sobre Irene y le tomaba fotos.
— ¡Pero es domingo! —pataleó—, comienzo mi turno a las 12.
— ¡Qué bueno! —prorrumpió Stephen haciéndose paso en la pequeña habitación de la rubia—, son las cinco de la mañana, ahora vamos, antes de que me arrepienta de haberme vestido.
Irene golpeó su cabeza contra la almohada un par de veces y con frustración se levantó y buscó en su armario las pocas prendas deportivas que tenía, aplicó crema y bloqueador solar en su rostro y se puso una gorra solo por si acaso.
Fuera esperaba un adormilada Jody, Stephen tenía cara de pocos amigos y Heath estaba sonriente y reluciente como cada vez que se le ocurría ir a hacer senderismo. Realmente, todos acababan disfrutando y comiendo sándwiches mientras miraban el paisaje, pero odiaban levantarse temprano, lo detestaban.
Siempre iban a Anthony's Nose, y ese día no era la excepción, la mañana transcurrió rápidamente, y la caminata fue de lo más serena, algo que le faltaba un poco a Irene. Comieron y hablaron todos un poco hasta que dio la hora de irse. Irene literalmente tuvo que salir corriendo y llegar a casa para ducharse y vestirse en cinco minutos.
Heath era la salvación y ofreció darle un aventón. Si no hubiese sido así, quizá hubiese llegado dos horas tarde, teniendo en cuenta que Irene trabajaba cerca del New Amsterdam Theatre, es decir casi al otro lado de la ciudad según Stephen.
Corrió al local en cuanto llegó y para su sorpresa, recién lo estaba abriendo.
— Llegas temprano, rubita —el administrador solía llamarla así.
Irene suspiró mientras levantaba una ceja.
Los domingos eran los días en los que los Korhonen llamaban a casa, generalmente era Irene. Todos los trabajadores habían salido ya, pero ella decidió llamar a casa antes de irse. El teléfono tuvo que timbrar solo un poco antes de que contestaran.
No muchos sabían algo sobre ella y Steph. Ninguno tenía hijos, había matado a alguien o se habían dedicado a las pandillas antes de dejar Finlandia. No, no era eso.
Tampoco habían sufrido una perdida trágica por una enfermedad o alguien se había quitado la vida en casa. Tampoco.
La verdad…, tenían una hermana menor, que detestaba su nombre y por eso la llamaban Nini. Era una niña lo suficientemente inteligente y sarcástica para tener 12 años, era la mezcla del humor oscuro de Steph y de la brillantez y agilidad de Irene.
— ¿Hola?
— ¡Ninovette!
— ¡Ay! —chilló—, voy a colgar.
Irene se río y escuchó a su madre del otro lado preguntando quién era.
— No lo sé, creo que es una broma.
Irene estaba cien por ciento segura de que la niña había rodado los ojos.
— Es broma, Nini.
La niña lo sabía, también estaba bromeando. Se aburrió de hablar un poco con Irene así que le pasó a su mamá. La mujer preguntó por ella y su hermano, ¿cómo era la vida?, ¿sí estaba saludables?, ¿qué tal la universidad?, ¿realmente ganan bien siendo músicos? Irene disfrutaba hablar con su mamá, había días que quería volar a verlos.
— ¡Irene, no tienes ni idea! —susurró—, creo que Nini está estafando gente, todos los días me llegan transacciones bancarias diciendo que han consignado dinero.
No era algo que Irene no conociera, todos habías pasado por esa etapa, no era estafa, ni robo, ni nada por el estilo. Se llamaba Poker Online y era legal, aunque la edad de Nini no tanto, pero, ¿qué más daba? Mentalmente era más grande que el propio Steph.
— Ay, mamá. Solo ábrele una cuenta universitaria con ese dinero, es lo justo.
— Cierto…
Escuchó el ruido del teléfono caer, y tuvo que apartar el suyo por un momento.
— ¡No puedes! —escuchó una voz—, ya no eres mi favorita, Iri, eso me servirá para pagarme cosas más lucrativas que la universidad. Ya sé de cosas de biología, química, física, economía y política. Puedo hacer mejores cosas con los 284 euros que gano generalmente.
— Como ir a la universidad.
— ¡Pero yo quiero ser música como ustedes!
Desde que Nini supo qué eran las profesiones decidió ser neurocirujana.
— Me puedo pagar un curso de medicina corto y ya.
— Amor, con un curso de medicina corto y ya no vas a aprender a abrir cráneos
— Es cierto.
— Siempre has amado la medicina, por eso veías House todos los días cuando estábamos en casa.
— Si, aún lo hago. Aunque ahora veo también Code Black.
— ¿Grey’s Anatomy?
— Nop. Grey’s Anatomy apesta.
Irene asintió, por alguna razón jamás le había gustado la serie, y Steph disfrutaba haciendo sufrir a la niña, entonces la ponía cada vez que ella no se apoderaba del control remoto.
— Lo sé, Ninovette, lo sé.
— ¡No me llames así!
— Te amo, Nini.
— Quizá yo también.
Después sonó el pitido regular del teléfono. Irene colgó el teléfono también con una sonrisa en el rostro. Después procedió a hablar con Heath para ver si estaba cerca. Graciosamente si lo estaba, así que pasó por ella. Mientras la rubia esperaba comenzó a caer un diluvio, así que tuvo que correr hasta el auto de Heath en cuanto llegó.
— El clima de noviembre es el más raro —murmuró mientras paraba en un semáforo en rojo.
Irene le dio la razón mientras miraba por la ventana, justo en ese momento vio pasar lo que parecía ser un gato completamente empapado, se le estrujo el corazón, aunque cuando vio que algo brillo en su cuello supo que podía hacer algo.
Le pidió a Heath que la esperara y corrió fuera del auto. Alzó a la criatura en sus brazos que ronroneo por el calor que brotaban sus manos. Irene podía ver como Heath negaba con la cabeza mientras más se acercaba, cuando ella se adentró al auto le pidió su bufanda.
— ¿Qué?
Antes de negarse, suspiró, y le paso la bufanda, Irene cubrió al gato con la bufanda, y en el camino incluso estuvo secándolo.
— Se llama Créme Brûlée —murmuró.
Heath dio una mirada al animal con duda.
Cuando llegaron al pequeño apartamento de Jody e Irene, la primera persona en caer en cuenta de quién era el gato fue Jody.
— Es de Gideon y Charlie —fue lo que dijo, mientras jugaba con las orejas del animal, que ronroneaba con dicha—, no sé porque lo odian tanto, es una cosa adorable.
El problema se resolvió con Jody llamando a Gideon para que fuese a recogerlo, y que el castaño llego a primera hora el domingo siguiente.
Mantuvo sus manos en su cara por un rato hasta que se sentó, tuvo que parpadear varias veces para distinguir de quien se trataba. La afilada mandíbula de Heath fue lo primero que distinguió, además una carcajada profunda inundó la habitación.
Irene lo miró aterrada, cuando Heath estaba los sábados tan temprano en casa significaba una sola cosa: senderismo, suspiró y se lanzó sobre la cama de nuevo, cubriéndose con la sabana y murmurando secamente que no iría.
Ella sabía que él no se iría de ahí, sentía su presencia en la habitación.
— Me enviaron a mí porque soy el más tranquilo en despertar personas.
Realmente, eso no era algo que Irene ponía a prueba, Stephen y Jody no eran exactamente las personas más cuidadosas del mundo, a Stephen por ejemplo le gustaba el agua y la música, cosas que adoraba usar para despertarla, y Jody, solo se lanzaba sobre Irene y le tomaba fotos.
— ¡Pero es domingo! —pataleó—, comienzo mi turno a las 12.
— ¡Qué bueno! —prorrumpió Stephen haciéndose paso en la pequeña habitación de la rubia—, son las cinco de la mañana, ahora vamos, antes de que me arrepienta de haberme vestido.
Irene golpeó su cabeza contra la almohada un par de veces y con frustración se levantó y buscó en su armario las pocas prendas deportivas que tenía, aplicó crema y bloqueador solar en su rostro y se puso una gorra solo por si acaso.
Fuera esperaba un adormilada Jody, Stephen tenía cara de pocos amigos y Heath estaba sonriente y reluciente como cada vez que se le ocurría ir a hacer senderismo. Realmente, todos acababan disfrutando y comiendo sándwiches mientras miraban el paisaje, pero odiaban levantarse temprano, lo detestaban.
Siempre iban a Anthony's Nose, y ese día no era la excepción, la mañana transcurrió rápidamente, y la caminata fue de lo más serena, algo que le faltaba un poco a Irene. Comieron y hablaron todos un poco hasta que dio la hora de irse. Irene literalmente tuvo que salir corriendo y llegar a casa para ducharse y vestirse en cinco minutos.
Heath era la salvación y ofreció darle un aventón. Si no hubiese sido así, quizá hubiese llegado dos horas tarde, teniendo en cuenta que Irene trabajaba cerca del New Amsterdam Theatre, es decir casi al otro lado de la ciudad según Stephen.
Corrió al local en cuanto llegó y para su sorpresa, recién lo estaba abriendo.
— Llegas temprano, rubita —el administrador solía llamarla así.
Irene suspiró mientras levantaba una ceja.
Los domingos eran los días en los que los Korhonen llamaban a casa, generalmente era Irene. Todos los trabajadores habían salido ya, pero ella decidió llamar a casa antes de irse. El teléfono tuvo que timbrar solo un poco antes de que contestaran.
No muchos sabían algo sobre ella y Steph. Ninguno tenía hijos, había matado a alguien o se habían dedicado a las pandillas antes de dejar Finlandia. No, no era eso.
Tampoco habían sufrido una perdida trágica por una enfermedad o alguien se había quitado la vida en casa. Tampoco.
La verdad…, tenían una hermana menor, que detestaba su nombre y por eso la llamaban Nini. Era una niña lo suficientemente inteligente y sarcástica para tener 12 años, era la mezcla del humor oscuro de Steph y de la brillantez y agilidad de Irene.
— ¿Hola?
— ¡Ninovette!
— ¡Ay! —chilló—, voy a colgar.
Irene se río y escuchó a su madre del otro lado preguntando quién era.
— No lo sé, creo que es una broma.
Irene estaba cien por ciento segura de que la niña había rodado los ojos.
— Es broma, Nini.
La niña lo sabía, también estaba bromeando. Se aburrió de hablar un poco con Irene así que le pasó a su mamá. La mujer preguntó por ella y su hermano, ¿cómo era la vida?, ¿sí estaba saludables?, ¿qué tal la universidad?, ¿realmente ganan bien siendo músicos? Irene disfrutaba hablar con su mamá, había días que quería volar a verlos.
— ¡Irene, no tienes ni idea! —susurró—, creo que Nini está estafando gente, todos los días me llegan transacciones bancarias diciendo que han consignado dinero.
No era algo que Irene no conociera, todos habías pasado por esa etapa, no era estafa, ni robo, ni nada por el estilo. Se llamaba Poker Online y era legal, aunque la edad de Nini no tanto, pero, ¿qué más daba? Mentalmente era más grande que el propio Steph.
— Ay, mamá. Solo ábrele una cuenta universitaria con ese dinero, es lo justo.
— Cierto…
Escuchó el ruido del teléfono caer, y tuvo que apartar el suyo por un momento.
— ¡No puedes! —escuchó una voz—, ya no eres mi favorita, Iri, eso me servirá para pagarme cosas más lucrativas que la universidad. Ya sé de cosas de biología, química, física, economía y política. Puedo hacer mejores cosas con los 284 euros que gano generalmente.
— Como ir a la universidad.
— ¡Pero yo quiero ser música como ustedes!
Desde que Nini supo qué eran las profesiones decidió ser neurocirujana.
— Me puedo pagar un curso de medicina corto y ya.
— Amor, con un curso de medicina corto y ya no vas a aprender a abrir cráneos
— Es cierto.
— Siempre has amado la medicina, por eso veías House todos los días cuando estábamos en casa.
— Si, aún lo hago. Aunque ahora veo también Code Black.
— ¿Grey’s Anatomy?
— Nop. Grey’s Anatomy apesta.
Irene asintió, por alguna razón jamás le había gustado la serie, y Steph disfrutaba haciendo sufrir a la niña, entonces la ponía cada vez que ella no se apoderaba del control remoto.
— Lo sé, Ninovette, lo sé.
— ¡No me llames así!
— Te amo, Nini.
— Quizá yo también.
Después sonó el pitido regular del teléfono. Irene colgó el teléfono también con una sonrisa en el rostro. Después procedió a hablar con Heath para ver si estaba cerca. Graciosamente si lo estaba, así que pasó por ella. Mientras la rubia esperaba comenzó a caer un diluvio, así que tuvo que correr hasta el auto de Heath en cuanto llegó.
— El clima de noviembre es el más raro —murmuró mientras paraba en un semáforo en rojo.
Irene le dio la razón mientras miraba por la ventana, justo en ese momento vio pasar lo que parecía ser un gato completamente empapado, se le estrujo el corazón, aunque cuando vio que algo brillo en su cuello supo que podía hacer algo.
Le pidió a Heath que la esperara y corrió fuera del auto. Alzó a la criatura en sus brazos que ronroneo por el calor que brotaban sus manos. Irene podía ver como Heath negaba con la cabeza mientras más se acercaba, cuando ella se adentró al auto le pidió su bufanda.
— ¿Qué?
Antes de negarse, suspiró, y le paso la bufanda, Irene cubrió al gato con la bufanda, y en el camino incluso estuvo secándolo.
— Se llama Créme Brûlée —murmuró.
Heath dio una mirada al animal con duda.
Cuando llegaron al pequeño apartamento de Jody e Irene, la primera persona en caer en cuenta de quién era el gato fue Jody.
— Es de Gideon y Charlie —fue lo que dijo, mientras jugaba con las orejas del animal, que ronroneaba con dicha—, no sé porque lo odian tanto, es una cosa adorable.
El problema se resolvió con Jody llamando a Gideon para que fuese a recogerlo, y que el castaño llego a primera hora el domingo siguiente.
Había vivido toda su vida diligentemente. Destacaba en todo lo que hacía, era casi como si fuese inconsciente. Había sido la presidenta estudiantil en su época del instituto, tenía notas impecables, le iba bien en los deportes, sabía hablar tres idiomas, acompañaba a su madre a hacer las compras, le ayudaba a su padre a arreglar el jardín, enseñaba a su hermana menor cosas que no comprendía lo suficiente.
Todos pensaron que, una vez entrase a la universidad, su vida se saldría fuera de control por completo. No fue así, por supuesto. Estaba a punto de graduarse y en algo que le gustaba, ninguno de sus padres la obligó a estudiar algo que ella no quisiese. Pero quizá ese era el problema de su vida. Nunca pasaba nada raro.
En teoría Sanya no era “diligente”, sino que caía más bien a ser una persona absolutamente psicorrigida.
Cuando llegaba después del trabajo (porque además de todo, trabajaba) se echaba en su cama y miraba al techo preguntándose “¿qué me hace falta?”.
Porque no estaba segura, tenía una familia cariñosa y disfrutaba sentarse a ver Netflix con ellos los sábados por la mañana, o ir a cine con ellos los domingos en la noche. Había hecho un buen grupo de amigos en la universidad. Y tenía a Ronan, su mejor amigo, en su vida. En ocasiones un pensamiento vago pasaba por su cabeza y era que quizá el problema era ella, que quizá, sólo quizá debería cambiar. Caminar distinto.
Pero después bostezaba y se negaba a confirmar ese pensamiento…que –quizá– era cierto.
Usualmente las noches de Sanny eran intranquilas y la mayoría de veces sentía que descasaba más cuando dormía menos. Sin embargo, aquella noche llegó y no pensó en nada, y no miró al techo durante largo, llegó y durmió, y a la mañana siguiente se levantó renovada.
No estaba segura de por qué la noche se había pasado tan rápido, pero lo primero que sintió la mañana siguiente fue una mano empapada tocar su frente, posteriormente, se percató de que era su rostro el que estaba mojado, no la mano.
— Creo que aún tiene fiebre —murmuró un chico.
Tardó algo de tiempo en darse cuenta que era la voz de Ronan. Cuando abrió los ojos todo se veía borroso.
Haló de la manga de la camisa de Ronan.
— ¿Qué hora es?
— Oh —exclamó—, estás despierta. Es la una
— ¿De la mañana?
—…De la tarde.
Ella se sentó de un salto, y miró con los ojos abiertos a su amigo castaño.
— ¡Santo cielo! —chilló, a punto de ponerse de pie—, tengo una catedra muy importante hoy…yo…
Ronan la agarró del brazo y la devolvió a la cama.
— Sany, llevas durmiendo casi nueve horas. Tu mamá me llamó a la media noche para decirme que tenías fiebre y no despertabas. Además, hoy es sábado —se burló el muchacho.
Parecía extraño, pero realmente tenía la catedra ese día.
Él le confirió una mirada reproche, a lo que ella guardó silencio. Respirando con dificultad, se acomodó en la cama. Observó un momento
— ¿Has estado comiendo bien? —preguntó Ronan. Sanny dudó en responder sabía que Ronan la reprendería, porque, con todo y su drama, a veces él parecía un hermano mayor.
Negó con la cabeza, cerrando los ojos, esperando al regaño. Pero en cambio, Ronan la arropó.
— Deberías descansar un poco.
Ronan lanzó algo que cayó justo en las piernas de la muchacha, ella solo estiró el brazo para agarrarlo correctamente, era el dvd de la primera temporada de Vikingos.
— A veces debes disfrutar de las cosas buenas de la vida —murmuró el muchacho antes de cerrar la puerta tras de sí.
El corazón de Sanny se estrujo un poco, y cuando comenzó a ver la serie se enganchó de inmediato. Pero había algo que la mantenía intranquila, así que tras un par de capítulos, decidió pausar la serie. Se quejó un poco cuando se levantó y todo dio vueltas, su cabeza definitivamente explotaría, pero aguantaría un poco, se metió en el baño y se duchó. Se cambió de ropa rápidamente, y se dirigió a la puerta principal.
Nunca en su vida había estado tan segura de algo, y extrañamente jamás se había sentido tan tranquila de hacer algo cómo lo que estaba a punto de hacer. Cuando piso la madera del primer piso, su madre apareció repentinamente provocándole un susto. La mujer llevaba las mejillas sonrojadas, y tenía el cabello recogido, tenía puesto el delantal del jardín, estaba algo cubierta de tierra y lleva una pala en la mano. Su padre apareció tras ella y llevaba el delantal de la cocina, sus padres siempre se turnaban para hacer los quehaceres, ambos mostraban la preocupación en el rostro.
Su madre corrió hacía a ella, se detuvo antes de abrazarla porque se percató de que Sanya se había vestido.
— ¿Estás bien, cariño? —inquirió sin dejarle responder—, ¿saldrás? ¿te sientes lo suficientemente bien como para salir? No quiero que te pase nada.
Ella ladeó una sonrisa.
— Estoy bien, mamá. Saldré a…hacer unas cosas, no te preocupes, quizá me vea en la noche con Ronan, sabes que trabaja en este karaoke y…sí, pensaba ir.
Su madre le dio una mirada de desconfianza, pero su padre le dio permiso rápidamente. Ella besó a ambos en la mejilla antes de salir precipitada por la puerta, donde por cierto, afuera, caía un vendaval de agua.
Camino chapoteando de vez el agua, mirando como pequeñas gotas de agua se esparcían por las grises, ahora, casi negras, calles de Nueva York. Sanya había viajado a muchos lugares, a su país natal, Rusia, a Corea del Sur, a Japón, a China, a India, incluso a Ecuador, y de todos los lugares, después de Seúl, Nueva York era su favorito. La acogía, no se sentía fuera de lugar, ni perdida.
En algún momento sus pies se detuvieron frente a la Universidad de Nueva York. Suspiró. Y se adentró en el mar de personas, que quizá algún día había visto.
Al salir de la Universidad había parado de llover, aunque hacía frío aún. No estaba muy segura de dónde era el Karaoke donde trabaja Ronan, llevaba conociéndolo casi desde los 10 años y de todas formas, jamás había ido al lugar donde trabajaba, después de pensarlo un rato y con dolor, detuvo un taxi, y le dijo el nombre del lugar, a veces parecía que toda la ciudad conocía el dichoso lugar menos ella.
El camino fue silencio, y lo único que sonaba era James Bay en la radio, quizá fue la música lo que hizo el recorrido de media hora algo menos incómodo, extrañamente el clima también ayudaba, Sanya amaba el frío. Cuando el auto se detuvo frente a una construcción de ladrillo en Chinatown, Sonya dudo un poco, pero al bajarse del auto, cambio de opinión, parecía un lugar agradable.
Al entrar se encontró con dos hombres gigantes que la miraron burlones y no rechistaron cuando se adentró al lugar, había bastante gente para ser un sábado a las 6:30 de la tarde, pero bueno, era Nueva York, Chinatown, después de todo.
Anduvo un par de minutos por ahí, buscando a su amigo castaño entre la multitud, ella sabía que trabajaba ahí pero nunca le había preguntado qué hacía, es decir llevaban once años de la vida de Sanya conociéndose y además de jamás haber ido al trabajo de Ronan tampoco sabía qué hacía. Que maravillosa mejor amiga. Pronto lo encontró en la barra, sirviendo alcohol.
Se sentó en una de las sillas que milagrosamente estaba desocupada, y le pidió una margarita. Sanya nunca había bebido en su vida, pero fue lo primero que paso por su mente.
— ¿Si quiera sabes qué es una margarita, Sanny? —habló alguien, más bien, gritó alguien tratando de hacerse oír sobre la música. Ella terció su cabeza para ver de quién se trataba. Ronan le sonreía mientras servía una coca-cola, el empujo el vaso hacía donde ella estaba.
La chica que había recibido a Sanny levantó una ceja.
— Yo la pago, Sam, ¡lo prometo!
Ella se encogió de hombros y se dedicó a atender a otras personas, Ronan se paró en frente de ella cuando la multitud comenzó a disminuir.
— ¿Qué haces aquí, niña?
— Quería ver dónde trabajabas —chilló.
— No te creo.
— Bien —rodó los ojos—, la cancele.
Él le dio una mirada vaga y antes de hablar un par de clientes llegaron, Ronan era extremadamente rápido en servir bebidas, quizá por eso hacía lo que hacía, aunque durante el día fuese un simple profesor de secundaria. Después de entregar la cerveza a la chica pelirroja de cabello corto, centró sus ojos grises (que parecían negros en ese momento) en ella.
— ¿Qué cancelaste?
Sanny sonrió, mientras daba un sorbo a su coca-cola.
— Mi segunda carrera universitaria.
Ronan se sorprendió, pero después de un par de segundos se encogió de hombros y le dio la mirada de «hablaremos más tarde» en cuanto llegaron más personas. Medicina, algo que había comenzado por presión, ella adoraba a sus padres, pero su pensamiento en cuanto a las carreras universitarias era demasiado rectangular. Sanny había decido llevar una doble carrera desde los 17 años, cuando ingresó a la universidad, una era medicina, la otra era arquitectura.
Ronan quizá le pidió a alguien que lo cubriese, pero en una media hora, habló con ella.
— No veo nada grave en eso, pero tus padres se molestaran mucho.
— Lo sé, fue algo que tuve en cuenta.
— ¿Por qué ahora?
Ella se encogió de hombros.
— Porque necesito un respiro.
Sanny estaba tan emocionada por regresar a Magical Mystery Tour pero Ronan empujo un poco su emoción al decir que los domingos estaba cerrado. Sin embargo el lunes ella estuvo ahí, disfrutando de la música y de la gente siendo ella misma, de Ronan hablando en algún momento, sobre sus jefes Charlie y Gideon y su gato, el que supuestamente (porque Ronan afirmó que el gato era un ser adorable) había dañado las tartas de Charlie. Sanya no tenía ni la menor idea de quiénes eran ellos. Pero se sentía cómoda en un lugar donde la gente era algo más feliz que afuera en la vida real.
Aquella noche al llegar a casa, no pensó en que algo faltara, no se sintió intranquila, no miró el techo durante horas, no se sintió enferma ni con nauseas, llegó a dormir, y al hacerlo, durmió tan tranquilamente como nunca en su vida lo había hecho.
Todos pensaron que, una vez entrase a la universidad, su vida se saldría fuera de control por completo. No fue así, por supuesto. Estaba a punto de graduarse y en algo que le gustaba, ninguno de sus padres la obligó a estudiar algo que ella no quisiese. Pero quizá ese era el problema de su vida. Nunca pasaba nada raro.
En teoría Sanya no era “diligente”, sino que caía más bien a ser una persona absolutamente psicorrigida.
Cuando llegaba después del trabajo (porque además de todo, trabajaba) se echaba en su cama y miraba al techo preguntándose “¿qué me hace falta?”.
Porque no estaba segura, tenía una familia cariñosa y disfrutaba sentarse a ver Netflix con ellos los sábados por la mañana, o ir a cine con ellos los domingos en la noche. Había hecho un buen grupo de amigos en la universidad. Y tenía a Ronan, su mejor amigo, en su vida. En ocasiones un pensamiento vago pasaba por su cabeza y era que quizá el problema era ella, que quizá, sólo quizá debería cambiar. Caminar distinto.
Pero después bostezaba y se negaba a confirmar ese pensamiento…que –quizá– era cierto.
Usualmente las noches de Sanny eran intranquilas y la mayoría de veces sentía que descasaba más cuando dormía menos. Sin embargo, aquella noche llegó y no pensó en nada, y no miró al techo durante largo, llegó y durmió, y a la mañana siguiente se levantó renovada.
No estaba segura de por qué la noche se había pasado tan rápido, pero lo primero que sintió la mañana siguiente fue una mano empapada tocar su frente, posteriormente, se percató de que era su rostro el que estaba mojado, no la mano.
— Creo que aún tiene fiebre —murmuró un chico.
Tardó algo de tiempo en darse cuenta que era la voz de Ronan. Cuando abrió los ojos todo se veía borroso.
Haló de la manga de la camisa de Ronan.
— ¿Qué hora es?
— Oh —exclamó—, estás despierta. Es la una
— ¿De la mañana?
—…De la tarde.
Ella se sentó de un salto, y miró con los ojos abiertos a su amigo castaño.
— ¡Santo cielo! —chilló, a punto de ponerse de pie—, tengo una catedra muy importante hoy…yo…
Ronan la agarró del brazo y la devolvió a la cama.
— Sany, llevas durmiendo casi nueve horas. Tu mamá me llamó a la media noche para decirme que tenías fiebre y no despertabas. Además, hoy es sábado —se burló el muchacho.
Parecía extraño, pero realmente tenía la catedra ese día.
Él le confirió una mirada reproche, a lo que ella guardó silencio. Respirando con dificultad, se acomodó en la cama. Observó un momento
— ¿Has estado comiendo bien? —preguntó Ronan. Sanny dudó en responder sabía que Ronan la reprendería, porque, con todo y su drama, a veces él parecía un hermano mayor.
Negó con la cabeza, cerrando los ojos, esperando al regaño. Pero en cambio, Ronan la arropó.
— Deberías descansar un poco.
Ronan lanzó algo que cayó justo en las piernas de la muchacha, ella solo estiró el brazo para agarrarlo correctamente, era el dvd de la primera temporada de Vikingos.
— A veces debes disfrutar de las cosas buenas de la vida —murmuró el muchacho antes de cerrar la puerta tras de sí.
El corazón de Sanny se estrujo un poco, y cuando comenzó a ver la serie se enganchó de inmediato. Pero había algo que la mantenía intranquila, así que tras un par de capítulos, decidió pausar la serie. Se quejó un poco cuando se levantó y todo dio vueltas, su cabeza definitivamente explotaría, pero aguantaría un poco, se metió en el baño y se duchó. Se cambió de ropa rápidamente, y se dirigió a la puerta principal.
Nunca en su vida había estado tan segura de algo, y extrañamente jamás se había sentido tan tranquila de hacer algo cómo lo que estaba a punto de hacer. Cuando piso la madera del primer piso, su madre apareció repentinamente provocándole un susto. La mujer llevaba las mejillas sonrojadas, y tenía el cabello recogido, tenía puesto el delantal del jardín, estaba algo cubierta de tierra y lleva una pala en la mano. Su padre apareció tras ella y llevaba el delantal de la cocina, sus padres siempre se turnaban para hacer los quehaceres, ambos mostraban la preocupación en el rostro.
Su madre corrió hacía a ella, se detuvo antes de abrazarla porque se percató de que Sanya se había vestido.
— ¿Estás bien, cariño? —inquirió sin dejarle responder—, ¿saldrás? ¿te sientes lo suficientemente bien como para salir? No quiero que te pase nada.
Ella ladeó una sonrisa.
— Estoy bien, mamá. Saldré a…hacer unas cosas, no te preocupes, quizá me vea en la noche con Ronan, sabes que trabaja en este karaoke y…sí, pensaba ir.
Su madre le dio una mirada de desconfianza, pero su padre le dio permiso rápidamente. Ella besó a ambos en la mejilla antes de salir precipitada por la puerta, donde por cierto, afuera, caía un vendaval de agua.
Camino chapoteando de vez el agua, mirando como pequeñas gotas de agua se esparcían por las grises, ahora, casi negras, calles de Nueva York. Sanya había viajado a muchos lugares, a su país natal, Rusia, a Corea del Sur, a Japón, a China, a India, incluso a Ecuador, y de todos los lugares, después de Seúl, Nueva York era su favorito. La acogía, no se sentía fuera de lugar, ni perdida.
En algún momento sus pies se detuvieron frente a la Universidad de Nueva York. Suspiró. Y se adentró en el mar de personas, que quizá algún día había visto.
Al salir de la Universidad había parado de llover, aunque hacía frío aún. No estaba muy segura de dónde era el Karaoke donde trabaja Ronan, llevaba conociéndolo casi desde los 10 años y de todas formas, jamás había ido al lugar donde trabajaba, después de pensarlo un rato y con dolor, detuvo un taxi, y le dijo el nombre del lugar, a veces parecía que toda la ciudad conocía el dichoso lugar menos ella.
El camino fue silencio, y lo único que sonaba era James Bay en la radio, quizá fue la música lo que hizo el recorrido de media hora algo menos incómodo, extrañamente el clima también ayudaba, Sanya amaba el frío. Cuando el auto se detuvo frente a una construcción de ladrillo en Chinatown, Sonya dudo un poco, pero al bajarse del auto, cambio de opinión, parecía un lugar agradable.
Al entrar se encontró con dos hombres gigantes que la miraron burlones y no rechistaron cuando se adentró al lugar, había bastante gente para ser un sábado a las 6:30 de la tarde, pero bueno, era Nueva York, Chinatown, después de todo.
Anduvo un par de minutos por ahí, buscando a su amigo castaño entre la multitud, ella sabía que trabajaba ahí pero nunca le había preguntado qué hacía, es decir llevaban once años de la vida de Sanya conociéndose y además de jamás haber ido al trabajo de Ronan tampoco sabía qué hacía. Que maravillosa mejor amiga. Pronto lo encontró en la barra, sirviendo alcohol.
Se sentó en una de las sillas que milagrosamente estaba desocupada, y le pidió una margarita. Sanya nunca había bebido en su vida, pero fue lo primero que paso por su mente.
— ¿Si quiera sabes qué es una margarita, Sanny? —habló alguien, más bien, gritó alguien tratando de hacerse oír sobre la música. Ella terció su cabeza para ver de quién se trataba. Ronan le sonreía mientras servía una coca-cola, el empujo el vaso hacía donde ella estaba.
La chica que había recibido a Sanny levantó una ceja.
— Yo la pago, Sam, ¡lo prometo!
Ella se encogió de hombros y se dedicó a atender a otras personas, Ronan se paró en frente de ella cuando la multitud comenzó a disminuir.
— ¿Qué haces aquí, niña?
— Quería ver dónde trabajabas —chilló.
— No te creo.
— Bien —rodó los ojos—, la cancele.
Él le dio una mirada vaga y antes de hablar un par de clientes llegaron, Ronan era extremadamente rápido en servir bebidas, quizá por eso hacía lo que hacía, aunque durante el día fuese un simple profesor de secundaria. Después de entregar la cerveza a la chica pelirroja de cabello corto, centró sus ojos grises (que parecían negros en ese momento) en ella.
— ¿Qué cancelaste?
Sanny sonrió, mientras daba un sorbo a su coca-cola.
— Mi segunda carrera universitaria.
Ronan se sorprendió, pero después de un par de segundos se encogió de hombros y le dio la mirada de «hablaremos más tarde» en cuanto llegaron más personas. Medicina, algo que había comenzado por presión, ella adoraba a sus padres, pero su pensamiento en cuanto a las carreras universitarias era demasiado rectangular. Sanny había decido llevar una doble carrera desde los 17 años, cuando ingresó a la universidad, una era medicina, la otra era arquitectura.
Ronan quizá le pidió a alguien que lo cubriese, pero en una media hora, habló con ella.
— No veo nada grave en eso, pero tus padres se molestaran mucho.
— Lo sé, fue algo que tuve en cuenta.
— ¿Por qué ahora?
Ella se encogió de hombros.
— Porque necesito un respiro.
Sanny estaba tan emocionada por regresar a Magical Mystery Tour pero Ronan empujo un poco su emoción al decir que los domingos estaba cerrado. Sin embargo el lunes ella estuvo ahí, disfrutando de la música y de la gente siendo ella misma, de Ronan hablando en algún momento, sobre sus jefes Charlie y Gideon y su gato, el que supuestamente (porque Ronan afirmó que el gato era un ser adorable) había dañado las tartas de Charlie. Sanya no tenía ni la menor idea de quiénes eran ellos. Pero se sentía cómoda en un lugar donde la gente era algo más feliz que afuera en la vida real.
Aquella noche al llegar a casa, no pensó en que algo faltara, no se sintió intranquila, no miró el techo durante horas, no se sintió enferma ni con nauseas, llegó a dormir, y al hacerlo, durmió tan tranquilamente como nunca en su vida lo había hecho.
La vida es efímera, es triste pero es un hecho, los avances que se ven en las películas eran solo parte de la creación y creatividad de una persona, pero que, aunque en un mundo tan lleno de tecnología como el de hoy, lo que se ve en las películas no era cierto, y la vida eterna no era cierta. Y la positividad era aún menos cuando había alguien a quien amabas estaba enfermo.
Clara había dejado de creer en los finales felices hace tiempo. No eran cierto, y por más amable y devoto que fueras siempre pasará algo que no deseamos. En el caso de Clara, era Alex, su hermano menor. Cuando nació Clara lloró de alegría, aunque le molestaba que sus padres no la dejaran jugar con él tan pronto llegaron a casa. Alex se fue convirtiendo en aquel ser diminuto que Clara debía proteger, y de pequeña ella era así, esa niña que era lo suficientemente fuerte para no necesitar de alguien más, lo suficientemente valiente para defender a alguien inocente, lo suficientemente astuta para sacar a sus amigos de problemas.
Y amaba lo suficiente a Alex para hacer cualquier cosa por él. Sus días de adolescencia no fueron destacables, solo fue a pocas fiestas con Max y por alguna u otra razón siempre acababa ebria, dejo de ir a fiestas y dejo de tomar a partir de su cumpleaños número diecisiete, que le gustaría saber qué hizo para acabar tan mal la mañana siguiente. Su época de universidad fue en definitiva una de las épocas más memorables de su vida, estuvo llena cosas por hacer y sintió la felicidad con cada clase que veía, cada año que pasaba era más satisfactorio para ella, hacía algo que amaba. Su vida siempre había sido así, una montaña rusa que no bajaba tanto, llena de felicidad y emoción. Sin contar el último año. El último año habían sido sacrificios, discusiones y dolor.
Las cosas malas siempre vienen empacadas con bolsas de colores bonitos, pero las cosas malas con las que Clara Kauffman debía lidiar día a día no eran cosas típicas, no era un corazón roto, que la hubiese despedido, que le hubiesen robado su teléfono celular, que se hubiese partido un brazo por error en el trasporte público, que hubiese perdido su cartera con todo dentro. No. Clara debía lidiar con el ser que más amaba enfermo, y no era cualquier cosa, no era anemia o pulmonía, asma o rinitis. Era cáncer, eso que acaba la vida de las personas paulatinamente, y eso que aunque todos quisieran combatir y hacer algo no podía, Clara era de esas. En algún punto entendió que no había nada que pudiese hacer para remendarlo, que ella no era todo poderosa que curaría a su hermano menor de la noche a la mañana. Entendió que lo que debía hacer era entender, irónicamente.
Clara dejo el apartamento donde vivía y regresó a casa, muchas noches de cenas se convirtieron en constantes luchas entre sus padres y Alex, Clara siempre tomaba partido y defendía al rizado, era joven y quería vivir su vida, y sus padres creían que privándolo de cosas lo iban a ayudar, por supuesto que no lo hacían. A pesar de todo, Los Kauffman siempre intentan mantenerse unidos. Fue un año entero en el que Clara tuvo que charlar en las madrugadas con su madre para que entendiera que
Alex sentía y tenía el poder de hacer con su vida lo que él quisiese. Claro que ella se molestaba por cosas también, por ejemplo cuando Alex no era capaz de responder un “ok” en el teléfono para saber que estaba consciente. Eso molestaba increíblemente a Clara, y sin querer actuaba con esa molestia. La castaña estaba agradecida con su trabajo, que la mantenía alejada de pensamientos molestos, los días de trabajos la hacían pensar solamente en traducciones y ya está, a veces descansaba y charlaba con Max por mensajes, pero, honestamente, prefería pasar todo el día entre palabras.
Justo en ese momento le llegó un mensaje del susodicho, «¿almuerzo?», Clara sonrió, no había pensado hasta momento que estaba muriendo de hambre, pues ya eran pasadas las dos de la tarde y ella había comido algo a las ocho de la mañana, «estaré en cinco minutos», frente al edificio donde trabajaba Clara había un restaurante donde hacían los mejores crepes del mundo, generalmente comían ahí.
Max estaba leyendo un libro en una de las mesas que daban hacía la ventana del restaurante, por lejos él era de los chicos más guapos que había visto, pero era su mejor amigo y no podía dañar su amistad con él, además desde su última relación a los diecinueve años se había privado de relaciones, y había sido feliz sola desde entonces. Max solo levantó la cabeza cuando la campanita de la puerta sonó, le regaló una sonrisa a Clara y se levantó para ayudarla a sentar.
— Siempre lo he dicho, el amarillo es el color de Clara Kauffman.
La castaña llevaba un suéter amarillo, unos jeans negros y sus Oxford favoritos. Usualmente usaba ropa de color amarillo, sentía que la hacía ser un poco más brillante y feliz, cosa que hace un par de meses había dejado de sentir, sin incluir cuando estaba con Max.
— ¿Cómo va el trabajo? Clara se encogió de hombros. Aunque su cara se iluminó de repente, recordando algo.
— Estuve haciendo la traducción de un poemario. Pensé que quizá Alex podría hacer la portada, incluso he pensado que puede tener ilustraciones…, habría hablarlo con la editorial, pero, es buena idea, ¿no crees?
Max asintió, con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Es una buena oportunidad para Alex.
— ¡Lo sé! —exclamó ella.
Justo en ese momento, llegó el mesero. Max ya sabía que podía ordenar por Clara, o al contrario. Se conocían así de bien. Los ojos de Clara brillaron al ver el plato con una crepe dulce. Su madre siempre la reprendía por comer cosas como esas al medio día, pero Max era Max, él siempre dejaba que clara comiese lo que quisiera cuando quisiera.
— ¿Cómo está Vans? —preguntó Clara, mordiendo una fresa cubierta en chocolate blanco. Max rodó los ojos.
— Esta bien, llevando la contraria como siempre.
Eso le parecía gracioso a Clara, Vanshni siempre era una chica dulce y amable, pero adoraba sacar de quicio a su familia, siempre estaba diciendo cosas que molestarían a Max a un 100%, le tendía bromas, le hablaba sarcásticamente, se volvía terca. Pero con el resto del mundo era un sol, brillante, divertida, carismática.
— ¿Le está yendo bien en el teatro?
— Maravillosamente —asintió—, actualmente no está actuando, se ha dedicado a escribir los guiones. Estoy seguro que Vans acabará siendo una directora o guionista muy buena.
A pesar de todo, la voz de Max se escuchaba orgullosa, él adoraba a Vans. Al igual que ella adoraba a Max. Clara lo entendía, porque ella adoraba a Alex, pero a veces quería ahorcarlo. Justo en ese momento Clara revisó su teléfono para ver si Alex siquiera se había dignado a enviarle un mensaje, cosa que no.
Era pasado el mediodía y no le había respondido una sola llamada a Clara, su madre le enviaba mensajes desesperados, preocupada por la salud del “niño”, cosa que hacía desesperar un poco a Clara.
— ¿Sigue sin responder?
— Ajá.
Max no dijo nada, solo dio un bocado a su crepe. Clara sentía su mirada fija en ella y de vez en cuando en el plato.
La hora del almuerzo llegó a su fin y clara regresó a su trabajo, donde, de nuevo, dejo de pensar en Alex y en los mensajes de su madre. Se dedicó a traducir las pocas páginas que quedaban del poemario. Y estuvo a punto de comenzar otro proyecto cuando lo acabó. Pero se sintió agobiada al llegar a casa con su madre lloriqueando en la habitación y su padre molesto en la sala.
Se vistió con lo primero que encontró en su habitación y llamó a Max para que le diera un aventón al karaoke y así, si es que se encontraba allí, le podía jalar las orejas a Alex.
Clara había dejado de creer en los finales felices hace tiempo. No eran cierto, y por más amable y devoto que fueras siempre pasará algo que no deseamos. En el caso de Clara, era Alex, su hermano menor. Cuando nació Clara lloró de alegría, aunque le molestaba que sus padres no la dejaran jugar con él tan pronto llegaron a casa. Alex se fue convirtiendo en aquel ser diminuto que Clara debía proteger, y de pequeña ella era así, esa niña que era lo suficientemente fuerte para no necesitar de alguien más, lo suficientemente valiente para defender a alguien inocente, lo suficientemente astuta para sacar a sus amigos de problemas.
Y amaba lo suficiente a Alex para hacer cualquier cosa por él. Sus días de adolescencia no fueron destacables, solo fue a pocas fiestas con Max y por alguna u otra razón siempre acababa ebria, dejo de ir a fiestas y dejo de tomar a partir de su cumpleaños número diecisiete, que le gustaría saber qué hizo para acabar tan mal la mañana siguiente. Su época de universidad fue en definitiva una de las épocas más memorables de su vida, estuvo llena cosas por hacer y sintió la felicidad con cada clase que veía, cada año que pasaba era más satisfactorio para ella, hacía algo que amaba. Su vida siempre había sido así, una montaña rusa que no bajaba tanto, llena de felicidad y emoción. Sin contar el último año. El último año habían sido sacrificios, discusiones y dolor.
Las cosas malas siempre vienen empacadas con bolsas de colores bonitos, pero las cosas malas con las que Clara Kauffman debía lidiar día a día no eran cosas típicas, no era un corazón roto, que la hubiese despedido, que le hubiesen robado su teléfono celular, que se hubiese partido un brazo por error en el trasporte público, que hubiese perdido su cartera con todo dentro. No. Clara debía lidiar con el ser que más amaba enfermo, y no era cualquier cosa, no era anemia o pulmonía, asma o rinitis. Era cáncer, eso que acaba la vida de las personas paulatinamente, y eso que aunque todos quisieran combatir y hacer algo no podía, Clara era de esas. En algún punto entendió que no había nada que pudiese hacer para remendarlo, que ella no era todo poderosa que curaría a su hermano menor de la noche a la mañana. Entendió que lo que debía hacer era entender, irónicamente.
Clara dejo el apartamento donde vivía y regresó a casa, muchas noches de cenas se convirtieron en constantes luchas entre sus padres y Alex, Clara siempre tomaba partido y defendía al rizado, era joven y quería vivir su vida, y sus padres creían que privándolo de cosas lo iban a ayudar, por supuesto que no lo hacían. A pesar de todo, Los Kauffman siempre intentan mantenerse unidos. Fue un año entero en el que Clara tuvo que charlar en las madrugadas con su madre para que entendiera que
Alex sentía y tenía el poder de hacer con su vida lo que él quisiese. Claro que ella se molestaba por cosas también, por ejemplo cuando Alex no era capaz de responder un “ok” en el teléfono para saber que estaba consciente. Eso molestaba increíblemente a Clara, y sin querer actuaba con esa molestia. La castaña estaba agradecida con su trabajo, que la mantenía alejada de pensamientos molestos, los días de trabajos la hacían pensar solamente en traducciones y ya está, a veces descansaba y charlaba con Max por mensajes, pero, honestamente, prefería pasar todo el día entre palabras.
Justo en ese momento le llegó un mensaje del susodicho, «¿almuerzo?», Clara sonrió, no había pensado hasta momento que estaba muriendo de hambre, pues ya eran pasadas las dos de la tarde y ella había comido algo a las ocho de la mañana, «estaré en cinco minutos», frente al edificio donde trabajaba Clara había un restaurante donde hacían los mejores crepes del mundo, generalmente comían ahí.
Max estaba leyendo un libro en una de las mesas que daban hacía la ventana del restaurante, por lejos él era de los chicos más guapos que había visto, pero era su mejor amigo y no podía dañar su amistad con él, además desde su última relación a los diecinueve años se había privado de relaciones, y había sido feliz sola desde entonces. Max solo levantó la cabeza cuando la campanita de la puerta sonó, le regaló una sonrisa a Clara y se levantó para ayudarla a sentar.
— Siempre lo he dicho, el amarillo es el color de Clara Kauffman.
La castaña llevaba un suéter amarillo, unos jeans negros y sus Oxford favoritos. Usualmente usaba ropa de color amarillo, sentía que la hacía ser un poco más brillante y feliz, cosa que hace un par de meses había dejado de sentir, sin incluir cuando estaba con Max.
— ¿Cómo va el trabajo? Clara se encogió de hombros. Aunque su cara se iluminó de repente, recordando algo.
— Estuve haciendo la traducción de un poemario. Pensé que quizá Alex podría hacer la portada, incluso he pensado que puede tener ilustraciones…, habría hablarlo con la editorial, pero, es buena idea, ¿no crees?
Max asintió, con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Es una buena oportunidad para Alex.
— ¡Lo sé! —exclamó ella.
Justo en ese momento, llegó el mesero. Max ya sabía que podía ordenar por Clara, o al contrario. Se conocían así de bien. Los ojos de Clara brillaron al ver el plato con una crepe dulce. Su madre siempre la reprendía por comer cosas como esas al medio día, pero Max era Max, él siempre dejaba que clara comiese lo que quisiera cuando quisiera.
— ¿Cómo está Vans? —preguntó Clara, mordiendo una fresa cubierta en chocolate blanco. Max rodó los ojos.
— Esta bien, llevando la contraria como siempre.
Eso le parecía gracioso a Clara, Vanshni siempre era una chica dulce y amable, pero adoraba sacar de quicio a su familia, siempre estaba diciendo cosas que molestarían a Max a un 100%, le tendía bromas, le hablaba sarcásticamente, se volvía terca. Pero con el resto del mundo era un sol, brillante, divertida, carismática.
— ¿Le está yendo bien en el teatro?
— Maravillosamente —asintió—, actualmente no está actuando, se ha dedicado a escribir los guiones. Estoy seguro que Vans acabará siendo una directora o guionista muy buena.
A pesar de todo, la voz de Max se escuchaba orgullosa, él adoraba a Vans. Al igual que ella adoraba a Max. Clara lo entendía, porque ella adoraba a Alex, pero a veces quería ahorcarlo. Justo en ese momento Clara revisó su teléfono para ver si Alex siquiera se había dignado a enviarle un mensaje, cosa que no.
Era pasado el mediodía y no le había respondido una sola llamada a Clara, su madre le enviaba mensajes desesperados, preocupada por la salud del “niño”, cosa que hacía desesperar un poco a Clara.
— ¿Sigue sin responder?
— Ajá.
Max no dijo nada, solo dio un bocado a su crepe. Clara sentía su mirada fija en ella y de vez en cuando en el plato.
La hora del almuerzo llegó a su fin y clara regresó a su trabajo, donde, de nuevo, dejo de pensar en Alex y en los mensajes de su madre. Se dedicó a traducir las pocas páginas que quedaban del poemario. Y estuvo a punto de comenzar otro proyecto cuando lo acabó. Pero se sintió agobiada al llegar a casa con su madre lloriqueando en la habitación y su padre molesto en la sala.
Se vistió con lo primero que encontró en su habitación y llamó a Max para que le diera un aventón al karaoke y así, si es que se encontraba allí, le podía jalar las orejas a Alex.
Pisó el charco con fuerza mientras corría hacía el apartamento donde vivía con Jer. Cuando llegó lanzó su capa de lluvia a alguna parte de la sala de estar, y se adentró al baño rápidamente, llenó la bañera y se quedó mirando como el agua caía hasta llenarla, se deshizo de sus prendas empapadas y se hundió en el agua caliente.
Suspiró. Realmente la castaña adoraba dar la impresión de que nada le importaba y de que podía contra el mundo, pero a veces solo estaba agotada y dolida. Las clases en la universidad se extendían y sus ojeras se hacían más grandes cada día. Los días en Nueva York eran fríos y eso no ayudaba mucho.
Quizá no todas las familias tenían una estructura, para ella sí, existía el hijo que relucía, del que la familia hablaba con orgullo y el hijo que únicamente daba de que hablar, en ese caso no era así, ambos eran un desastre.
Biddy siempre había tenido una reputación bastante peculiar, era la niña que no guardaba silencio cuando creía que no debía hacerlo, levantaba las voces a sus profesores, discutía con todos en la clase, hacía berrinches en las horas de descanso.
En su adolescencia era la típica chica que se llevaba mejor con los muchachos, era demasiado honesta para ser amiga de las barbies (según ella) de la escuela, se la pasaba más en la rectoría porque no podía morderse la lengua. En fin, fue casi lo mismo de pequeña que de grande, y a pesar de que llevaba poco en la universidad ya se había ganado un poco de personas.
Jeroen era mucho más destacado, le iba bien en lo que hacía y aunque se metía en problemas inevitables por buenas causas, solo tenía un carácter distinto. Biddy lo adoraba, pero en casa las cosas siempre habían sido intensas, su madre siempre los presionaba por cualquier cosa, por lo tanto cuando Jeroen decidió irse, Biddy aguantó un poco y se fue con él.
Las cosas en Nueva York fueron nuevas, la cultura, las personas, la educación, todo fue nuevo para ellos, realmente Biddy se amoldó mucho más rápido que su hermano mayor, pero también se buscó problemas más rápido. Era común que Jeroen tuviese los ojos puestos sobre ella.
Salió de la bañera cuando sus dedos parecían uvas pasas y el agua comenzaba a sentirse fría. Se metió en su habitación y abrió su armario, que estaba compuesto por crop tops de mangas largas y jeans de tiro alto, tenía uno que otro suéter que había robado de su hermano o de algún amigo. Probablemente lo más variado que tenían eran sus zapatos, por algún lado habían Converse, sandalias, Adidas, Martens, incluso botas de lluvia. Teniendo en cuenta que hacía frío se puso un suéter café que probablemente era de Jer, o de quién sabe quién.
Se puso una de las pocas bufandas que tenía tiradas en el piso de su habitación. Teniendo en cuenta el clima optó por las botas de lluvia amarillas que le recordaban a Coraline la mayoría del tiempo, y una chaqueta de jean que también era de su hermano. A Jer no le importaba porque permanecía con su traje de enfermero casi todos los días.
Miró por unos segundos los labiales sobre su pequeña mesa de noche, pero negó con la cabeza y salió de la habitación.
— ¿Dónde vas? —gimió alguien en la habitación del lado. La voz del castaño sonó ronca y tapada, quizá porque llevaba mucho tiempo durmiendo.
— ¡No sabía que estabas en casa! —chilló la muchacha, agarrando la manzana sobre la mesa.
— Tengo turno a las 8 —aclaró el muchacho, apareciendo detrás de Biddy, ella dio un salto —, ¿irás al karaoke? —preguntó él mientras se rascaba los ojos con las yemas de los dedos, ella asintió —, ten cuidado.
El muchacho estaba bostezando aún, cuando ella salió por la puerta. Quizá era el lugar donde ella disfrutaba estar más, donde las ojeras no pesaban, y donde juzgaba menos. Generalmente se reunía con Harlow, un cantante del karaoke, al principio, quizá dos días Biddy sintió un crush por él, luego lo superó porque así era ella.
Cuando llegó a la entrada del edificio un brazo se entrelazó con el suyo, Biddy saltó del miedo, cuando volteó la parte izquierda del rostro de su hermano inundó su vista. Ella se soltó abruptamente y le pegó un puño en el brazo.
Jeroen la miró mal y se sobó el brazo. El muchacho ladeó completamente el rostro, la parte derecha estaba llena de moretones, no podía distinguir su marcada mandíbula de ese lado, a duras penas lograba tener abierto el ojo.
Biddy solo logró soltar un gemido de horror y agarrar la cara de Jer con fuerza.
— ¡Ayyyy! —gruñó tratando de soltarse.
— ¿Qué te hicieron? ¿¡Eres idiota Jer!? —gritó escandalizada, tocando con “delicadeza” los morados de la mejilla del chico.
— Son cosas que una niña no debería saber —él soltó una carcajada cuando ella rodó los ojos, después lo miró como si fuese a emparejar el otro lado—, bieeeen —tiró las manos al aire—, realmente, pasó en el hospital.
Biddy conocía a su hermano, Jer se metía en problemas por cualquier cosa, porque alguien no cedía una silla a un anciano, porque habían irrespetado a una mujer o a un hombre, porque trataban mal a los niños, porque eran groseros con tal persona. No le creía que había sido en el hospital.
— ¡Lo juro! Esta ciudad es peligrosa, Biddy, no todos los que llegan sangrando al hospital tienen las mismas condiciones económicas que nosotros, de tal forma, no todos tienen las mismas prioridades de ser atendido primero en las salas de emergencia y, obviamente, no todos los que acompañan a la persona van a reaccionar igual ante esto —finalizó señalando su rostro—, no luche de vuelta porque es mi lugar de trabajo y porque si no me golpeaban a mí, golpeaban a Tina.
Biddy negó con la cabeza haciéndose paso hasta salir a la fría noche de Nueva York, caminó un poco y saco su mano para llamar el taxi que venía. El hombre frenó con desgana, y paro frente a ella.Jer la pasó y se subió en este.
— ¿No tienes turno?
— Con esta cara, ¿tú qué crees?
— Pagas el taxi.
Él iba a dar un pero, pero Biddy lo calló con la mirada que le dio. El conductor comenzó a conducir lentamente, lo que hizo que la castaña resoplara con molestia, sin embargo, fue que la luz del semáforo cambiara, porque comenzó a conducir como un loco en fuga.
Biddy miro a Jer quien se había pegado con la ventana, ambos se encogieron de hombros, y cuando frenó, la muchacha aprovechó en ponerse el cinturón de seguridad.
No fueron más de quince minutos los que tardaron en llegar al karaoke. Cuando se bajaron Biddy sintió la necesidad de pisar fuertemente e incluso sentarse en el piso y mirarlo por unos segundos. Pero entró como si nada al karaoke, dejando a su hermano atrás.
Cuando esquivó a las personas logró encontrar a Harlow y Nolan con las personas que generalmente se la pasaba ahí. Se hizo en medio de los dos chicos, Harlow le guiñó un ojo a modo de saludo y Nolan le proporcionó un incómodo abrazo. Su hermano llegó pronto y los dos muchachos a su lado soltaron un quejido de impresión, ninguno dijo nada hasta que Jer se fue.
Los muchachos bombardearon en preguntas a Biddy.
— ¿Ese suéter es mío? —preguntó Nolan. Biddy encogió los hombros lentamente con cara de no saber, aunque era cierto, no tenía idea de donde lo había sacado.
Biddy siempre estaba observando a la gente, lo que le permitió darse cuenta de que Charlie llevaba la noche evitando a Harlow, no le dijo nada al muchacho, pero le parecía algo curioso, estaba segura de que no lo evitaba por su culpa, porque Charlie ignoraba la presencia de Biddy muchas veces, cosas que no tenían que ver cuando Biddy comenzaba una discusión.
— Iré por una cerveza —murmuró después de un largo tiempo de estar sentada hablando. A sus espaldas Harlow le pidió una también, aunque sabía que ella no se la llevaría.
De alguna forma logro abrirse paso hasta donde estaba su hermano, hablando con Greta y con Sam. El turno de Greta ya había pasado hace unos veinte minutos, y la rubia siempre esperaba, eso Biddy lo sabía porque eran cercanas de edad, Greta estaba próxima a cumplir diecinueve, mientras que Biddy recién había cumplido la mayoría de edad el mes pasado.
Sam le brindó una sonrisa cuando la vio llegar.
— ¡Tú hermano no nos quiere contar qué pasó! —profirió Greta—, cuéntanos tú.
— No me contó —se encogió de hombros la chica—, una cerveza pro favor.
— ¿Eres mayor de edad? —Samantha le dio una mirada desconfiada, mientras atendía a unos chicos al lado de Greta.
— Por desgracia.
El suspiro del muchacho hizo reír a la rubia, Sam solo encogió la nariz con gracia.
— Bien —se encogió de hombros, sirvió la cerveza con agilidad y la empujo donde la muchacha.
Biddy ya había extendido la mano para recibir el vaso. Probó la cerveza con gusto, generalmente cuando iba era Ronan quien le servía el alcohol, por eso Sam no sabía que era mayor de edad. Tuno que mostrarle su ID a Ronan para que este le creyera.
— Yo creo que fueron pandilleros —insistió Greta.
Jer se sobó la cara con ambas manos.
— Bingo —chasqueó los dedos tranquilamente, Sam siempre daba esa vibra.
— Bien, sí era un pandillero —Greta se emocionó un poco pero a la vez su ojos brillaban en pánico—, eran cinco en realidad, uno llevaba la camiseta llena de sangre, no estaba seguro de si era una cortada o le había disparado para ese momento. Fue Tina, valiente por cierto, que se acercó a ayudarlos, fueron groseros así que me metí.
— Cuatro contra uno —la más pequeña de los cuatro, chocó la palma de su mano izquierda con su rostro—, eres un idiota, Jer.
Básicamente Jer se interpuso y trato de ser tranquilo, pero tuvo que sacar a la luz sus seis meses de karate, contra pandilleros. Lo golpearon hasta que la jefe de enfermeros decidió atenderlos, así se hacían las cosas en la vida de esas personas.
Resulto ser una bala incrustada cerca de su estómago, era profunda y por eso su camisa tenía tanta sangre. Después el chico que la herida se disculpó con Jer y se marcharon, Jer se preguntó cómo no había llegado los policías.
— Los hubiese amordazado, ¿no crees? —sugirió la rubia.
Biddy le dio la razón.
— Quizá solo no los alertaron —murmuró Sam—, tampoco es que los policías hagan mucho hoy en día.
Jer le dio la razón esta vez.
Biddy se acabó su cerveza, en el momento en el que Jody, Irene, Stephen, Heath y todos ellos llegaron.
Stephen le sacudió el cabello a Biddy cual mascota.
— ¡Oye!
Irene se río y la saludó dulcemente.
— Jeroen siempre metiéndose en problemas —cuchicheó Heath mientras negaba con la cabeza.
Biddy observó cuidadosamente al pelinegro. Parecía que nunca se despegaba de su cámara fotográfica. Charlie llego unos minutos después y se unió al grupo, se retiraron para ubicarse en una mesa.
Biddy se levantó abruptamente, provocando que alguien a su lado regara su cerveza sobre él.
— Ten cuidado, mocosa.
— ¿Eh? —exclamó—, idiota…
Antes de cualquier mal entendido, Nolan que llevaba una cerveza en la mano la arrastró nuevamente donde estaba al inicio de la noche.
— Biddy siempre está metiéndose en problemas.
— Lo siento, no es que pueda evitar comentarios realistas.
Suspiró. Realmente la castaña adoraba dar la impresión de que nada le importaba y de que podía contra el mundo, pero a veces solo estaba agotada y dolida. Las clases en la universidad se extendían y sus ojeras se hacían más grandes cada día. Los días en Nueva York eran fríos y eso no ayudaba mucho.
Quizá no todas las familias tenían una estructura, para ella sí, existía el hijo que relucía, del que la familia hablaba con orgullo y el hijo que únicamente daba de que hablar, en ese caso no era así, ambos eran un desastre.
Biddy siempre había tenido una reputación bastante peculiar, era la niña que no guardaba silencio cuando creía que no debía hacerlo, levantaba las voces a sus profesores, discutía con todos en la clase, hacía berrinches en las horas de descanso.
En su adolescencia era la típica chica que se llevaba mejor con los muchachos, era demasiado honesta para ser amiga de las barbies (según ella) de la escuela, se la pasaba más en la rectoría porque no podía morderse la lengua. En fin, fue casi lo mismo de pequeña que de grande, y a pesar de que llevaba poco en la universidad ya se había ganado un poco de personas.
Jeroen era mucho más destacado, le iba bien en lo que hacía y aunque se metía en problemas inevitables por buenas causas, solo tenía un carácter distinto. Biddy lo adoraba, pero en casa las cosas siempre habían sido intensas, su madre siempre los presionaba por cualquier cosa, por lo tanto cuando Jeroen decidió irse, Biddy aguantó un poco y se fue con él.
Las cosas en Nueva York fueron nuevas, la cultura, las personas, la educación, todo fue nuevo para ellos, realmente Biddy se amoldó mucho más rápido que su hermano mayor, pero también se buscó problemas más rápido. Era común que Jeroen tuviese los ojos puestos sobre ella.
Salió de la bañera cuando sus dedos parecían uvas pasas y el agua comenzaba a sentirse fría. Se metió en su habitación y abrió su armario, que estaba compuesto por crop tops de mangas largas y jeans de tiro alto, tenía uno que otro suéter que había robado de su hermano o de algún amigo. Probablemente lo más variado que tenían eran sus zapatos, por algún lado habían Converse, sandalias, Adidas, Martens, incluso botas de lluvia. Teniendo en cuenta que hacía frío se puso un suéter café que probablemente era de Jer, o de quién sabe quién.
Se puso una de las pocas bufandas que tenía tiradas en el piso de su habitación. Teniendo en cuenta el clima optó por las botas de lluvia amarillas que le recordaban a Coraline la mayoría del tiempo, y una chaqueta de jean que también era de su hermano. A Jer no le importaba porque permanecía con su traje de enfermero casi todos los días.
Miró por unos segundos los labiales sobre su pequeña mesa de noche, pero negó con la cabeza y salió de la habitación.
— ¿Dónde vas? —gimió alguien en la habitación del lado. La voz del castaño sonó ronca y tapada, quizá porque llevaba mucho tiempo durmiendo.
— ¡No sabía que estabas en casa! —chilló la muchacha, agarrando la manzana sobre la mesa.
— Tengo turno a las 8 —aclaró el muchacho, apareciendo detrás de Biddy, ella dio un salto —, ¿irás al karaoke? —preguntó él mientras se rascaba los ojos con las yemas de los dedos, ella asintió —, ten cuidado.
El muchacho estaba bostezando aún, cuando ella salió por la puerta. Quizá era el lugar donde ella disfrutaba estar más, donde las ojeras no pesaban, y donde juzgaba menos. Generalmente se reunía con Harlow, un cantante del karaoke, al principio, quizá dos días Biddy sintió un crush por él, luego lo superó porque así era ella.
Cuando llegó a la entrada del edificio un brazo se entrelazó con el suyo, Biddy saltó del miedo, cuando volteó la parte izquierda del rostro de su hermano inundó su vista. Ella se soltó abruptamente y le pegó un puño en el brazo.
Jeroen la miró mal y se sobó el brazo. El muchacho ladeó completamente el rostro, la parte derecha estaba llena de moretones, no podía distinguir su marcada mandíbula de ese lado, a duras penas lograba tener abierto el ojo.
Biddy solo logró soltar un gemido de horror y agarrar la cara de Jer con fuerza.
— ¡Ayyyy! —gruñó tratando de soltarse.
— ¿Qué te hicieron? ¿¡Eres idiota Jer!? —gritó escandalizada, tocando con “delicadeza” los morados de la mejilla del chico.
— Son cosas que una niña no debería saber —él soltó una carcajada cuando ella rodó los ojos, después lo miró como si fuese a emparejar el otro lado—, bieeeen —tiró las manos al aire—, realmente, pasó en el hospital.
Biddy conocía a su hermano, Jer se metía en problemas por cualquier cosa, porque alguien no cedía una silla a un anciano, porque habían irrespetado a una mujer o a un hombre, porque trataban mal a los niños, porque eran groseros con tal persona. No le creía que había sido en el hospital.
— ¡Lo juro! Esta ciudad es peligrosa, Biddy, no todos los que llegan sangrando al hospital tienen las mismas condiciones económicas que nosotros, de tal forma, no todos tienen las mismas prioridades de ser atendido primero en las salas de emergencia y, obviamente, no todos los que acompañan a la persona van a reaccionar igual ante esto —finalizó señalando su rostro—, no luche de vuelta porque es mi lugar de trabajo y porque si no me golpeaban a mí, golpeaban a Tina.
Biddy negó con la cabeza haciéndose paso hasta salir a la fría noche de Nueva York, caminó un poco y saco su mano para llamar el taxi que venía. El hombre frenó con desgana, y paro frente a ella.Jer la pasó y se subió en este.
— ¿No tienes turno?
— Con esta cara, ¿tú qué crees?
— Pagas el taxi.
Él iba a dar un pero, pero Biddy lo calló con la mirada que le dio. El conductor comenzó a conducir lentamente, lo que hizo que la castaña resoplara con molestia, sin embargo, fue que la luz del semáforo cambiara, porque comenzó a conducir como un loco en fuga.
Biddy miro a Jer quien se había pegado con la ventana, ambos se encogieron de hombros, y cuando frenó, la muchacha aprovechó en ponerse el cinturón de seguridad.
No fueron más de quince minutos los que tardaron en llegar al karaoke. Cuando se bajaron Biddy sintió la necesidad de pisar fuertemente e incluso sentarse en el piso y mirarlo por unos segundos. Pero entró como si nada al karaoke, dejando a su hermano atrás.
Cuando esquivó a las personas logró encontrar a Harlow y Nolan con las personas que generalmente se la pasaba ahí. Se hizo en medio de los dos chicos, Harlow le guiñó un ojo a modo de saludo y Nolan le proporcionó un incómodo abrazo. Su hermano llegó pronto y los dos muchachos a su lado soltaron un quejido de impresión, ninguno dijo nada hasta que Jer se fue.
Los muchachos bombardearon en preguntas a Biddy.
— ¿Ese suéter es mío? —preguntó Nolan. Biddy encogió los hombros lentamente con cara de no saber, aunque era cierto, no tenía idea de donde lo había sacado.
Biddy siempre estaba observando a la gente, lo que le permitió darse cuenta de que Charlie llevaba la noche evitando a Harlow, no le dijo nada al muchacho, pero le parecía algo curioso, estaba segura de que no lo evitaba por su culpa, porque Charlie ignoraba la presencia de Biddy muchas veces, cosas que no tenían que ver cuando Biddy comenzaba una discusión.
— Iré por una cerveza —murmuró después de un largo tiempo de estar sentada hablando. A sus espaldas Harlow le pidió una también, aunque sabía que ella no se la llevaría.
De alguna forma logro abrirse paso hasta donde estaba su hermano, hablando con Greta y con Sam. El turno de Greta ya había pasado hace unos veinte minutos, y la rubia siempre esperaba, eso Biddy lo sabía porque eran cercanas de edad, Greta estaba próxima a cumplir diecinueve, mientras que Biddy recién había cumplido la mayoría de edad el mes pasado.
Sam le brindó una sonrisa cuando la vio llegar.
— ¡Tú hermano no nos quiere contar qué pasó! —profirió Greta—, cuéntanos tú.
— No me contó —se encogió de hombros la chica—, una cerveza pro favor.
— ¿Eres mayor de edad? —Samantha le dio una mirada desconfiada, mientras atendía a unos chicos al lado de Greta.
— Por desgracia.
El suspiro del muchacho hizo reír a la rubia, Sam solo encogió la nariz con gracia.
— Bien —se encogió de hombros, sirvió la cerveza con agilidad y la empujo donde la muchacha.
Biddy ya había extendido la mano para recibir el vaso. Probó la cerveza con gusto, generalmente cuando iba era Ronan quien le servía el alcohol, por eso Sam no sabía que era mayor de edad. Tuno que mostrarle su ID a Ronan para que este le creyera.
— Yo creo que fueron pandilleros —insistió Greta.
Jer se sobó la cara con ambas manos.
— Bingo —chasqueó los dedos tranquilamente, Sam siempre daba esa vibra.
— Bien, sí era un pandillero —Greta se emocionó un poco pero a la vez su ojos brillaban en pánico—, eran cinco en realidad, uno llevaba la camiseta llena de sangre, no estaba seguro de si era una cortada o le había disparado para ese momento. Fue Tina, valiente por cierto, que se acercó a ayudarlos, fueron groseros así que me metí.
— Cuatro contra uno —la más pequeña de los cuatro, chocó la palma de su mano izquierda con su rostro—, eres un idiota, Jer.
Básicamente Jer se interpuso y trato de ser tranquilo, pero tuvo que sacar a la luz sus seis meses de karate, contra pandilleros. Lo golpearon hasta que la jefe de enfermeros decidió atenderlos, así se hacían las cosas en la vida de esas personas.
Resulto ser una bala incrustada cerca de su estómago, era profunda y por eso su camisa tenía tanta sangre. Después el chico que la herida se disculpó con Jer y se marcharon, Jer se preguntó cómo no había llegado los policías.
— Los hubiese amordazado, ¿no crees? —sugirió la rubia.
Biddy le dio la razón.
— Quizá solo no los alertaron —murmuró Sam—, tampoco es que los policías hagan mucho hoy en día.
Jer le dio la razón esta vez.
Biddy se acabó su cerveza, en el momento en el que Jody, Irene, Stephen, Heath y todos ellos llegaron.
Stephen le sacudió el cabello a Biddy cual mascota.
— ¡Oye!
Irene se río y la saludó dulcemente.
— Jeroen siempre metiéndose en problemas —cuchicheó Heath mientras negaba con la cabeza.
Biddy observó cuidadosamente al pelinegro. Parecía que nunca se despegaba de su cámara fotográfica. Charlie llego unos minutos después y se unió al grupo, se retiraron para ubicarse en una mesa.
Biddy se levantó abruptamente, provocando que alguien a su lado regara su cerveza sobre él.
— Ten cuidado, mocosa.
— ¿Eh? —exclamó—, idiota…
Antes de cualquier mal entendido, Nolan que llevaba una cerveza en la mano la arrastró nuevamente donde estaba al inicio de la noche.
— Biddy siempre está metiéndose en problemas.
— Lo siento, no es que pueda evitar comentarios realistas.
Última edición por Supertramp. el Mar 31 Oct 2017, 5:43 pm, editado 1 vez
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Re: All you need is love.
Lauuuuuuuuuuuu subiste ksjdnskdnsakndsajd
Me leeré tu cap miércoles o jueves que los tendré libres, y haré comentarios de una vez (que si no, nunca los haré ;__;)
btw, ems, sé que sigues tu en lo de turno para subir, pero te parece bien que yo suba? porque creo que igual debes caps para otras nc
Me leeré tu cap miércoles o jueves que los tendré libres, y haré comentarios de una vez (que si no, nunca los haré ;__;)
btw, ems, sé que sigues tu en lo de turno para subir, pero te parece bien que yo suba? porque creo que igual debes caps para otras nc
Atenea.
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Re: All you need is love.
- Chica Divergente :
- Estoy emocionada porque es la primera vez que tardo poco en comentar uno de tus capítulos *what's wrong with me? * Esperemos que la racha no pase y pueda comentar siempre sin que pasen mil añosCuando Irene sintió que alguien entraba a su habitación gimió con disgusto. Alguien la sacudió con delicadeza como si se tratase de una porcelana importante, entonces supo que no era Jody, y mucho menos Stephen.
Lo que debe de sufrir la pobre Irene cuando uno de estos dos va a despertarla Que fue por la delicadeza del gesto que supo que no había sido ni su hermano ni Jody A todo esto, tenía muchas ganas de leer sobre Irene,
era un personaje que me llamaba mucho la atención Oh y era Heath quien la fue a despertar *se le enciende la alerta de shipper* Y casi me muero con lo de "a Stephen por ejemplo le gustaba el agua y la música, cosas que adoraba usar para despertarla, y Jody, solo se lanzaba sobre Irene y le tomaba fotos." No sé me pareció ta típico de ellos dos sus maneras de despertar, por como son xd Aunque habría que verlos cuando es Irene cuando los despiertaFuera esperaba un adormilada Jody, Stephen tenía cara de pocos amigos y Heath estaba sonriente y reluciente como cada vez que se le ocurría ir a hacer senderismo. Realmente, todos acababan disfrutando y comiendo sándwiches mientras miraban el paisaje, pero odiaban levantarse temprano, lo detestaban.
Me imaginé tan bien esta escena, los tres con cara de querer morirse o matar a alguien pero Heath todo contento tipo Todo en la vida es peor cuando hay que madrugar, por mucho que te guste algo: Irene tiene un punto ahí— Llegas temprano, rubita —el administrado solía llamarla así.
Irene suspiró mientras levantaba una ceja.
Qué mal que sienta que te llamen "rubita", así como si fueses una cosa pequeña o tonta o no sé, pero sienta malNo muchos sabían algo sobre ella y Steph. Ninguno tenía hijos, había matado a alguien o se habían dedicado a las pandillas antes de dejar Finlandia. No, no era eso.
Tampoco habían sufrido una perdida trágica por una enfermedad o alguien se había quitado la vida en casa. Tampoco.
Me gustó mucho este párrafo, me hizo pensar *inserte cara pensativa aquí* En como cuando sabemos algo de alguien, al menos yo, empiezas a pensar mil posibilidades escabrosas o no tanto, como las que propuso Irene. Pero luego en realidad no es nada del otro mundo. Es solo que el desconocimiento nos hace pensar cosas que nada que ver xd.
Y Ninovette Me encantó el nombre y me encantó ella, debe de ser todo un terremoto. Exijo que en algún momento de la nc vaya a Nueva York a visitarlos y ponga la Caja de Zapatos de las chicas patas arriba— ¡Irene, no tienes ni idea! —susurró—, creo que Nini está estafando gente, todos los días me llegan transacciones bancarias diciendo que han consignado dinero.
No era algo que Irene no conociera, todos habías pasado por esa etapa, no era estafa, ni robo, ni nada por el estilo. Se llamaba Poker Online y era legal, aunque la edad de Nini no tanto, pero, ¿qué más daba? Mentalmente era más grande que el propio Steph.
Y no sé por qué pero la niña me recuerda a Kitty (se llena de feels ) Y la mamá toda preocupada, pensando que la niña estaba lidiando con cosas que vete tú a saber. Cuando Irene dice que pasaron por la misma fase y cuando hace bullying a Stephen: cuando las hermanas pequeñas siempre encontramos la ocasión para hacer bullying a nuestros hermanos— ¡Pero yo quiero ser música como ustedes!
Tan linda, que quiere ser como sus hermanos Y cuando le dice que ya no es su favorita porque le sugirió a su madre que le abriese un fondo universitario con el dinero Además que Ninovette parece superdotada, que me regale un poco de su conocimiento, please.— Te amo, Nini.
— Quizá yo también.
Se nota que la ama, pero como usa su nombre de pila no puede decirlo de forma abierta :deby:Después procedió a hablar con Heath para ver si estaba cerca. Graciosamente si lo estaba, así que pasó por ella. Mientras la rubia esperaba comenzó a caer un diluvio, así que tuvo que correr hasta el auto de Heath en cuanto llegó.
Con que Heath andaba cerca Con que la pasó a buscar Estaré muy atenta con estos dos— Se llama Créme Brûlée —murmuró.
Heath dio una mirada al animal con duda.
Cuando llegaron al pequeño apartamento de Jody e Irene, la primera persona en caer en cuenta de quién era el gato fue Jody.
— Es de Gideon y Charlie —fue lo que dijo, mientras jugaba con las orejas del animal, que ronroneaba con dicha—, no sé porque lo odian tanto, es una cosa adorable.
Cuando Gideon se deja la puerta abierta y el gato del demonio se escapa Yo sé que aunque estaban preocupados en lo más profundo de su ser los hermanos Brown deseaban que se perdiese para siempre a riesgo de enfrentar la furia de sus padres. Pero no, el Créme siempre vuelve a sus vidas Y luego Jody toda enamorada del gato diciendo que no entendía por qué lo odiaban tanto. ELLA NO SABE QUE SE TRANSFORMA EN UN DEMONIO CUANDO ESTÁ CON ELLOS
No me acordaba de Sanya, tuve que irme al tema de personajes para ver quién era Y creo que es porque no llegamos a hacer tramas con ella *lanza la indirecta * Me encanta Sanya, sé que solo digo me "me encanta, me emociona o es genial" pero es que no sé qué otras expresiones usar xd.Porque no estaba segura, tenía una familia cariñosa y disfrutaba sentarse a ver Netflix con ellos los sábados por la mañana, o ir a cine con ellos los domingos en la noche. Había hecho un buen grupo de amigos en la universidad. Y tenía a Ronan, su mejor amigo, en su vida. En ocasiones un pensamiento vago pasaba por su cabeza y era que quizá el problema era ella, que quizá, sólo quizá debería cambiar. Caminar distinto.
Pero después bostezaba y se negaba a confirmar ese pensamiento…que –quizá– era cierto.
Ayy a ella le pasa como a Charlie (deben ser amigas) que tiene ese vacío dentro de una vida maravillosa, en la que todo funciona bien salvo Sanya Pero creo que ese es el problema, que su vida funciona de la misma manera todos los días y le falta algo...Usualmente las noches de Sanny eran intranquilas y la mayoría de veces sentía que descasaba más cuando dormía menos.
Exactamente lo mismo me pasa, cuanto más duermo es peor Y luego la Sanya que no entendía por qué había dormido tanto y era porque estaba enferma, por lo que vi, enferma de puro agotamiento. Después fue Ronan todo preocupado por ella como un hermano mayor y y y Además le dejó la primera temporada de Vikingos (esa serie que siempre digo que empezaré, pero nunca empiezo) Pero Sanya no pudo quedarse quieta estando enferma y salió— ¿Estás bien, cariño? —inquirió sin dejarle responder—, ¿saldrás? ¿te sientes lo suficientemente bien como para salir? No quiero que te pase nada.
Ella ladeó una sonrisa.
— Estoy bien, mamá. Saldré a…hacer unas cosas, no te preocupes, quizá me vea en la noche con Ronan, sabes que trabaja en este karaoke y…sí, pensaba ir.
Morí de amor con los padres Los dos con sus delantales y todos preocupados por su hija y ella como "estoy bien, tranquilos" Y me encanta cómo se fían de su palabra, es decir que no le insisten ni nada. Me dio la sensación de que tienen una muy buena relacióny de todos los lugares, después de Seúl, Nueva York era su favorito. La acogía, no se sentía fuera de lugar, ni perdida.
Qué linda es No sé por qué me produce tanta ternura esta chica, no es porque la vea "débil" o alguien a quien hay que proteger pero slkjlsjhdsjdahjsg Y lo que dijo que sentía que Nueva York la acogía. Me pareció precioso eso.
Después que acabó en el karaoke sin saber saber por qué y Ronan preguntándole si sabía lo que era un Margarita porque conoce a su mejor amiga Y Sam como bueno, yo le sirvo, no hay problema xd.— ¿Qué cancelaste?
Sanny sonrió, mientras daba un sorbo a su coca-cola.
— Mi segunda carrera universitaria.
Así que por eso tenía esa sensación de molesta que la hizo levantarse de la cama estando enferma Me gusta que empiece a tomar las riendas de su vida (habla como si la conociese de toda la vida xd) Que ya no le importe que sus padres se vayan a molestar porque abandonó una carrera que les gustaba a ellos y no a Sanya: en serio, los padres deben de aprender que no pueden imponer a sus hijos lo que ellos quieren, si no que tienen que apoyarlos a encontrar lo que sus hijos sí quieren— Porque necesito un respiro.
No sé, pero yo entre líneas leí: "necesito un respiro para averiguar lo que quiero, para averiguar lo que pasa conmigo"
Omg omg omg Sanya se emocionó por volver al MMT Y Ronan hablando de Créme y otro que no entiende por qué Gideon y Charlie odian al gatoPero se sentía cómoda en un lugar donde la gente era algo más feliz que afuera en la vida real.
Aquella noche al llegar a casa, no pensó en que algo faltara, no se sintió intranquila, no miró el techo durante horas, no se sintió enferma ni con nauseas, llegó a dormir, y al hacerlo, durmió tan tranquilamente como nunca en su vida lo había hecho.
Esa frase Porque creo que yo también me he sentido así, cuando he sentido que todo en mi vida va mal pero llego a un bar o a un sitio y veo que en ese momento, en ese lugar, todos los que están allí parecen felices, aunque puede que muchos no lo estén. No sé, creo que cuando estás mal debes rodearte de personas *se hace la filosófica* Y que Sanya por un día llegase a casa y pudiese dormir sin tener que quedarse mirando al techo por horas... ay Ya la amo, estoy ansiosa por saber qué pasa con ella
Ahora llegamos a la parte en la que el corazón me hizo crack x249586094950 Digamos que yo ya amaba a Clara, porque sí, así sin razón aparente, pero los primeros párrafos de su parte ya terminaron de matarme.- Spoiler:
- La vida es efímera, es triste pero es un hecho, los avances que se ven en las películas eran solo parte de la creación y creatividad de una persona, pero que, aunque en un mundo tan lleno de tecnología como el de hoy, lo que se ve en las películas no era cierto, y la vida eterna no era cierta. Y la positividad era aún menos cuando había alguien a quien amabas y que estaba enfermo.
Clara había dejado de creer en los finales felices hace tiempo. No eran cierto, y por más amable y devoto que fueras siempre pasará algo que no deseamos. En el caso de Clara, era Alex, su hermano menor. Cuando nació Clara lloró de alegría, aunque le molestaba que sus padres no la dejaran jugar con él tan pronto llegaron a casa. Alex se fue convirtiendo en aquel ser diminuto que clara debía proteger, y de pequeña ella era así, esa niña que era lo suficientemente fuerte para no necesitar de alguien más, lo suficientemente valiente para defender a alguien inocente, lo suficientemente astuta para sacar a sus amigos de problemas.
Y amaba lo suficiente a Alex para hacer cualquier cosa por él. Sus días de adolescencia no fueron destacables, solo fue a pocas fiestas con Max y por alguna u otra razón siempre acababa ebria, dejo de ir a fiestas y dejo de tomar a partir de su cumpleaños número diecisiete, que le gustaría saber qué hizo para acabar tan mal la mañana siguiente. Su época de universidad fue en definitiva una de las épocas más memorables de su vida, estuvo llena cosas por hacer y sintió la felicidad con cada clase que veía, cada año que pasaba era más satisfactorio para ella, hacía algo que amaba. Su vida siempre había sido así, una montaña rusa que no bajaba tanto, llena de felicidad y emoción. Sin contar el último año. El último año habían sido sacrificios, discusiones y dolor.
Las cosas malas siempre vienen empacadas con bolsas de colores bonitos, pero las cosas malas con las que Clara Kauffman debía lidiar día a día no eran cosas típicas, no era un corazón roto, que la hubiese despedido, que le hubiesen robado su teléfono celular, que se hubiese partido un brazo por error en el trasporte público, que hubiese perdido su cartera con todo dentro. No. Clara debía lidiar con el ser que más amaba enfermo, y no era cualquier cosa, no era anemia o pulmonía, asma o rinitis. Era cáncer, eso que acaba la vida de las personas paulatinamente, y eso que aunque todos quisieran combatir y hacer algo no podía, Clara era de esas. En algún punto entendió que no había nada que pudiese hacer para remendarlo, que ella no era todo poderosa que curaría a su hermano menor de la noche a la mañana. Entendió que lo que debía hacer era entender, irónicamente.
Lo cito todo porque es imposible no hacerlo. Literal que se me encogió el corazón con cada palabra que leía y se me llenaban los ojos de lágrimas... La manera en la que Clara vea a Alex, cómo se siente respecto a todo y la rabia que le produce no poder curarla, ni protegerlo
"y de pequeña ella era así, esa niña que era lo suficientemente fuerte para no necesitar de alguien más, lo suficientemente valiente para defender a alguien inocente, lo suficientemente astuta para sacar a sus amigos de problemas. " Creo que estas palabras definen a la perfección cómo es Clara Kauffman, al menos de la manera en la que yo la veoEn algún punto entendió que no había nada que pudiese hacer para remendarlo, que ella no era todo poderosa que curaría a su hermano menor de la noche a la mañana. Entendió que lo que debía hacer era entender, irónicamente.
Estoy volviendo a citar todo pero déjame ser, necesito hacerlo Esta es una de las partes que hicieron que se me saltaran las lágrimas Cómo se siente Clara, es impotencia certera que te obliga a admitir que ya puedes mover el cielo y la Tierra, gritar, maldecir y llorar todo lo que quieras que lo único que puedes hacer es quedarte quieta mirando como una persona que quieres pasa por una enfermedad así... ufff
Gods y cómo defiende a su hermano ante su madre para que le deje vivir un poco. Aunque ella también se moleste con él porque es un desconsiderado donde los haya por no decirle a su hermana que estaba bien (fatal por tu parte, Alexander) La manera en la que se refugia dentro de su trabajo para salir de ese círculo... Gods again. Esta parte fue demasiado emotiva, Lau, se me ponen los pelos de punta ahora que la releo y la estoy comentando al mismo tiempoprefería pasar todo el día entre palabras.
Porque las palabras adecuadas salvan, Clara. Las dos lo sabemos
Ahora llegamos a una parte más alegre y mi lado shipper puede despertar de su letargo y puede ponerse a shippear feliz porque TENEMOS UNA ESCENA DE CLARA Y MAXpor lejos él era de los chicos más guapos que había visto, pero era su mejor amigo y no podía dañar su amistad con él
NO SE VA A DAÑAR. NO PIENSES ESO. MAX ESTÁ LOCO POR TI, TANTO QUE SE ESTÁ VOLVIENDO LOCO. Pero claro él es un cobarde que tampoco se atreve a dar el paso definitivo Odio cuando dos personas no están juntas por cosas como esta.— Siempre lo he dicho, el amarillo es el color de Clara Kauffman.
LA FRASE, LA FRASEEEEEEE No sé por qué la amé tanto, pero me llenó todo el cuerpo de emoción y sentía que los feels me explotaban (ella siempre siente que le van a explotar los feels xd). Pero encima me dio una idea, voy a hacer que Max le cante Yellow de Coldplay en honor a esta frase :hermozo:— ¿Cómo va el trabajo? Clara se encogió de hombros. Aunque su cara se iluminó de repente, recordando algo.
— Estuve haciendo la traducción de un poemario. Pensé que quizá Alex podría hacer la portada, incluso he pensado que puede tener ilustraciones…, habría hablarlo con la editorial, pero, es buena idea, ¿no crees?
Max asintió, con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Es una buena oportunidad para Alex.
— ¡Lo sé! —exclamó ella.
Aquí el corazón se me estrujó de nuevo Por cómo se le ilumina a Clara el rostro y cómo busca cosas que puedan hacer feliz a su hermano. Los hermanos Kauffman van a ser mi perdición
Ya volviendo a Clara y Max... SABEN LO QUE QUERRÉ COMER CADA UNO SIN LA NECESIDAD DE PREGUNTAR No puedo con estos dos, en serioEso le parecía gracioso a Clara, Vanshni siempre era una chica dulce y amable, pero adoraba sacar de quicio a su familia, siempre estaba diciendo cosas que molestarían a Max a un 100%, le tendía bromas, le hablaba sarcásticamente, se volvía terca. Pero con el resto del mundo era un sol, brillante, divertida, carismática.
Van le hace los mismo a Max que lo que les hace Créme a los Brown No mentira, pero qué esperaba Max, para eso estamos las hermanas pequeñas, para desquiciar A parte, me di cuenta que tanto los Kauffman como los Parveen son unos artistas, cada uno en su ámbito pero son como todos creativos y no séJusto en ese momento Clara revisó su teléfono para ver si Alex siquiera se había dignado a enviarle un mensaje, cosa que no.
Era pasado el mediodía y no le había respondido una sola llamada a Clara, su madre le enviaba mensajes desesperados, preocupada por la salud del “niño”, cosa que hacía desesperar un poco a Clara.
Mi pobre Clara atrapada en todo este lío, me siento mal por ellaSe vistió con lo primero que encontró en su habitación y llamó a Max para que le diera un aventón al karaoke y así, si es que se encontraba allí, le podía jalar las orejas a Alex.
Alex se la va a cargar, pero bienSuspiró. Realmente la castaña adoraba dar la impresión de que nada le importaba y de que podía contra el mundo, pero a veces solo estaba agotada y dolida. Las clases en la universidad se extendían y sus ojeras se hacían más grandes cada día. Los días en Nueva York eran fríos y eso no ayudaba mucho.
Lau, yo no sé qué haces que siempre consigues que conecte con tus personajes así en modo flash, en un visto y no visto Porque ya me enamoré también de Biddy. Con eso de que se siente bien porque puede contar el mundo pero eso a veces le pasa factura. Y cuando se puso a hablar de su adolescencia y de cómo era la chica que nunca callaba cuando estaba en desacuerdo con algo... Para mí eso es ser auténtica y honesta, así que la aplaudo Y cómo Jer tiene que estar pendiente para que Biddy no se meta en líos y que ella le quite los vaqueros— ¿Qué te hicieron? ¿¡Eres idiota Jer!? —gritó escandalizada, tocando con “delicadeza” los morados de la mejilla del chico.
A mí esto me sonó a: por qué has dejado que te peguen, idiota— ¿No tienes turno?
— Con esta cara, ¿tú qué crees?
— Pagas el taxi.
A Biddy le importó tres pimientos la perorata que le soltó Jer en un momento. Ya que estaba allí lo que le interesó fue que pagase el taxi— ¿Ese suéter es mío? —preguntó Nolan. Biddy encogió los hombros lentamente con cara de no saber, aunque era cierto, no tenía idea de donde lo había sacado.
Biddy con ropa "robada" por siempre— Bingo —chasqueó los dedos tranquilamente, Sam siempre daba esa vibra.
— Bien, sí era un pandillero —Greta se emocionó un poco pero a la vez su ojos brillaban en pánico—, eran cinco en realidad, uno llevaba la camiseta llena de sangre, no estaba seguro de si era una cortada o le había disparado para ese momento. Fue Tina, valiente por cierto, que se acercó a ayudarlos, fueron groseros así que me metí.
— Cuatro contra uno —la más pequeña de los cuatro, chocó la palma de su mano izquierda con su rostro—, eres un idiota, Jer.
Biddy que no quiere reconocer la valerosidad de su hermano al ir a defender a Tina y sigue argumentando que fue un idiota. Eso es una hermana pequeña— Biddy siempre está metiéndose en problemas.
— Lo siento, no es que pueda evitar comentarios realistas.
Me encantó esto. Fue en plan: "no es que yo me meta en problemas, es que la gente es idiota y yo tengo que decírselo. Allá ellos si se lo toman mal"
Sé que te dije que lo subiría ayer el comentario, pero estaba agotada por la universidad y no pude terminarlo. Aproveché ahora que estoy en una clase especialmente aburrida y lo terminé xd. Qué decirte, Lau. No saber cómo amé el capítulo, ya sabes que estaba deseando leerlo y aunque tú dices que te quedó corto para mí fue perfecto Para variar me llené de feels y como te dije me enamoré de todos tus personajes Estoy deseando leer más sobre ellos y sobre el resto slahfaslkhfdklshgdsjh
indigo.
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