por noventa años;

neptune; | 31 de mayo; 2017 | argentina;

Porque sintió caer sus pupilas, ahogadas en el profundo mar de la agonía humana, desgastando el presiado color de almendras, que recolectaban en las épocas finales de un verano esperanzado a una buena cosecha. Y porque podía ver su alma liviana recorriendo entre las hectáreas cercanas a su hogar.
Porque escuchaba la dulce melodía de su risa grabada entre los árboles, clamando a los vientos sus quince años. Y porque le afligía presenciar el delicado andar de sus pies desnudos que resquebrajaban las ramas secas adormiladas en el suelo.
Porque sentía el perfume a rosas de su jabón, navegando por medio de los aires del este y oeste, perturbando sus memorias de las incontables veces que la observó, escabullido entre los arándanos, mientras se bañaba en el río de aguas cristalinas. Y porque sentía el ligero ruido de sus largas faldas, con adornos impregnados en oro puro, escurriéndose por los cenderos del bosque muerto.
Porque su sentía desfallecer con sólo una sonrisa, y porque revivía cuando la miraba partir.
Porque la amaba sin siquiera haber sido algo suyo, y porque no la odiaba al verla pasear en los caminos de la gran ciudad del comercio, agarrada del brazo de su nuevo prometido. Sonriendo de la peor manera, tratando de no enseñar la obligación de dos padres quebrados.
Porque él había logrado ser el primero en amarla por toda la noche del venticuatro de diciembre, y porque continuó mostrando sus sentimientos en la mañana del veinticinco.
Porque dejó de verla entre los cultivos y porque la penumbra le llevó a golpearse contra la realidad. Rompiéndole los huesos, rompiéndole las venas.
Porque el cólera había sido la única arma letal que decidió matar a la joven de cabellos azabaches. Y porque vio morir a tres en lugar de una.
Porque los arándanos tenían sabor a sangre y porque las almendras soltaban el olor a la muerte.
Porque ya no quería estar entre los recuerdos lúgubres de un amor asesino. Y porque su felicidad se le arrebató cuando las atmósferas se rompieron por su desgarrador llanto de madrugada.
Porque todavía la seguía amando a sus noventa años y porque la seguirá amando por otros noventas años más.