y por eso rompimos

Ahora que Lisa se ha ido aprovecho para tomar la pluma y hacer lo que ella dijo sería el peor error de mi vida, espero que éste acto de aparente locura mía sea apreciada por lo menos, mi hermana es lo bastante inteligente para darse cuenta de que será la mejor manera para desprenderme de los fantasmas que he tenido en el pasado; sin duda alguna uno de los mayores fuiste tú cinco años atrás.

No sé si soy un idiota o cualquier clase de loco al estar escribiéndole a la persona que causó tanta agonía en lo que va de mi vida, si mis padres pudieran verme en éste momento estarían más decepcionados de la gran escoria de hijo que soy, ellos jamás perdonaron mi decisión después de tanto —por si te lo preguntas— y creo que no les gustaría saber que ahora estoy escribiéndole al chico que conocí en la universidad años atrás para vivir la mejor aventura que nadie puede imaginar.
Me pone nostálgico el pensar en ti todavía, no es mi fuerte olvidar las cosas aun con el paso del tiempo y las heridas de nuestro tiempo juntos parecen quemar cuando te recuerdo, mientras mi mano escribe en la hoja siento punzadas en mi pecho que hacen bombear más mi corazón.

¿Acaso no me crees?
Bueno, la sinceridad siempre ha sido una de mis virtudes pero jamás supiste apreciarla realmente, soy un jodido dramático y seguramente recuerdas que fuiste tú el que me lo hizo notar la vez que nos conocimos de verdad. Hoy tengo ganas de escribir sobre ello.

No recuerdo la primera vez que te vi, eras el chico nuevo de intercambio el cual se codeaba con todo mundos en tan poco tiempo, no me importabas y no estaba en mis planes cruzar más de un par de palabras contigo a lo largo de nuestro último año en la universidad, sabía tu nombre al igual que tú sabías el mío, éramos simples conocidos por medio del mismo grupo social de fiesta en los fines de semana.
No había más en nuestra historia, nada de miradas discretas o sonrisas coquetas, tu peculiar persona pasaba desapercibida ante mis ojos y dudo que las cosas se hubiesen mantenido así de no haber sido por la fiesta que se llevó a cabo cuando terminó la temporada de béisbol en casa de Bob Tylers. Ese chico era un verdadero alborotador que hacía juerga en su departamento por cualquier motivo y fue el hada madrina de nuestra trágica historia.

A pesar de poseer el título de Rey Bob con orgullo jamás fallaba algo de último momento, si era hielo, refrescos, alcohol e incluso el reproductor de música yo debía de socorrer al grandulón por ser parte del círculo de confianza en su “monarquía”, me mandó por bolsas de hielo al market más cercano en cuanto se dio cuenta que hacia falta, suerte la mía que él me prestó su auto para acortar la distancia de su fraccionamiento al Harries porque no tenía la condición física para cargar con bolsas heladas durante veinte minutos a mitad de la noche; pero tú si podías, aunque no fue hielo lo que te pidió sino los refrescos.

No era la primera vez que me topaba contigo por las calles de Nueva York, muchas veces te había visto en buena compañía siendo el señor sonrisas que todos adoraban, la diferencia fue que no había nadie contigo. ¿Desde cuándo Raymond Carter llegaba solo a una fiesta? No sabía si irías por alguien de camino a casa de Bob pero tu característica sonrisa desaparecida aquella vez indicaba que no se trataba de tu noche precisamente, noté lo rojos que estaban tus ojos y la forma en que arrastrabas los pies con cajas de Pepsi en tus manos, mantuve la distancia de ti mientras tomaba las bolsas y las colocaba en el mostrador de una por una. No quería mostrarme imprudente al mirarte fijamente cuando estabas hecho un asco, Ray, debí de haberme mantenido así pero bien sabes que no es mi fuerte abstenerme de la curiosidad.

Te encogiste de hombros cuando te miré por el rabillo del ojo, fingías no darte cuenta de que era yo el extraño que tanto te atosigaba con la mirada, la gran chaqueta universitaria color mostaza cubría una buena parte de tu mentón y parecias tan ajeno al extranjero extrovertido que eras siempre. Había algo malo contigo aunque tratabas de disimularlo pasando las manos tantas veces por tu cabello que estaba todo desordenado hacia atrás, tantos secretos que guardabas para ti mismo que te encerrabas en un mundo de misterio del cual salías provocándote más daño, algo dentro de mí se removió al verte en tan mal estado aún cuando intentaste pelear con el viejo Liam Harries porque no podías contar bien tus billetes y exigías estar en lo correcto cuando no era así.

—Déjalo así, pago yo.

Mis palabras exactas, me hice cargo del asunto antes de que saltaras encima del mostrador y Liam sacara la pistola que escondía detrás de la caja registradora, eras un tonto que pensaba poder solucionar sus problemas a golpes para no herir su orgullo porque creías estar siempre en lo correcto. Pero nunca fue así, Raymond, te equivocabas tantas veces que no pudiste ver que sólo habías entregado un billete de veinte y el otro era de diez. El señor Harries estaba en lo correcto cuando te exigió diez dólares más aunque te pese reconocerlo todavía.

Me miraste, por supuesto que lo hiciste, sin embargo no estaba cargada de emoción salvo un poco de irritación por haberme puesto en medio de una de tus futuras historias con las cuales te regocijabas en compañía de sujetos brutos; yo te salvé de otra pelea en el expediente tan enorme con el cual cargabas, la verdad es que no lamenté haberlo hecho, yo pensaba mucho mejor de ti que cualquier otro que se hacía llamar tu amigo. No supiste apreciarlo de igual manera y te molestaste al punto de que apretaste la mandíbula tan fuerte que pensaba no podía ser algo normal.

Te seré honesto, Ray, jamás me gustaron tus impulsos y sigo sin comprenderlos después del tiempo que ha pasado, pero estoy seguro de que fue por ellos mismos que comenzó con el asunto entre ambos, la peor de tus cualidades fue la que nos unió después de todo.

Había subido las bolsas en la cajuela del auto y estaba por subirme en el asiento de conductor cuando tú saliste del local cargando las cajas sin ningún esfuerzo aparente, tu rostro estaba serio pero ya no te veías molesto, creía que irías por la calle por un taxi hasta que vi como te acercabas a mí con la mirada gacha.
¿Alguna vez te preguntaste que había pensado yo en aquel momento? No importa tu respuesta, porque yo quiero contestar de todas formas, lo que me pasó por la cabeza en ese momento fue algo tan sorprendente que aún no puedo imaginar, dime tú, ¿cómo interpretarías a una persona de veintiún años que se ve reflejado en alguien ajeno a sí? Ingenuo, por supuesto, porque en ese entonces no sabía lo mucho que nos parecíamos y preocuparme por alguien como tú era una verdadera locura. Fue una completa locura que recibí de todas formas.

Me pediste que te llevara, no tenías auto porque sólo eras un chico australiano de intercambio, acepté y acomodamos las cajas en el asiento trasero en completo silencio, pero no importaba porque no éramos amigos de igual manera, te pedí que abrocharas el cinturón de seguridad en el asiento de copiloto y cuando lo hiciste a regañadientes partimos.
El camino duraba veinte minutos de los cuales pasaste la mitad sin emitir palabra alguna hasta que nos encontrábamos saliendo del auto, me agradeciste en voz baja por lo del Harries e incluso sonreíste mientras lo decías, tus ánimos no cambiaron pero al menos parecías estar intentándolo.

El transcurso de la fiesta es irrelevante, tanto que no recuerdo mucho y eso que no había bebido nada de alcohol, tuvimos éxito con el hielo al igual que los refrescos porque todo había terminado a las cinco de la mañana cuando ya todos estaban huyendo a sus casa antes de que amaneciera. La casa del gran Rey Bob era un desastre masivo de latas esparcidas por donde sea, incluso vi unas cuentas en el baño cuando me fijé que nadie se había quedado, el gran dueño de la vivienda estaba roncando en el sillón mientras nosotros, ese círculo de confianza del que tanto costaba ser parte, jugábamos a ver quién sería el que limpiaría todo el desastre.
Las fiestas de Bob Tylers eran realmente buenas pero no para aquellos a quienes les tocaba levantarlas al día siguiente; de la que nos libramos aquel día, ¿cierto?, ambos superamos el sorteo de limpieza aquella vez.

Después de haber salido ileso por la puerta me daba cuenta que faltaba algo, no sabía con exactitud el qué pero mi intuición jamás fallaba, palpé mis bolsillos hasta darme cuenta de que en mi chaqueta no se encontraba mi preciado walkman, esa belleza que cargaba a todas partes sin importar el caso, me volví realmente loco porque acababa de terminarse la fiesta y posiblemente alguno de esos repulsivos seres ebrios se lo había llevado. Había estado a punto de echarme a llorar en el jardín cuando escuché tu risa a mis espaldas.

¡Menuda sorpresa me llevé al ver en tu mano mi más preciado tesoro!
Bajaste el porche tendiéndome el reproductor con una ligera sonrisa que dejaba a la vista tu perfecta dentadura, comprende que no siempre había alguien atractivo con los dientes impecables como tú, te di el más grande abrazo que pude haber proporcionado a alguien y temblando te lo arrebaté de inmediato. Más adelante te había contado el verdadero valor que poseía para mí, como debes recordar, pues fueron mis hermanas las que me lo obsequiaron en mi cumpleaños número veinte cuando vinieron a visitarme; un valor que fue rescatado por tus manos.
Raymond, el gran héroe, sí, estaba seguro de que habías pasado a ser una especie de justiciero ante mis ojos por haberme salvado el culo en aquella ocasión. Tú eras mi gran héroe, ¿sabías?, fue una lástima que resultaras ser un patán con capa al cual le gustaba engañar únicamente.
Pero no importa, porque eso ya lo he superado, ahora sólo quiero desprenderme totalmente de ti y seguiré escribiendo antes de que llegue Lisa.

Así pues, mi gran euforia no tenía límites, te agradecí como un millón de veces mientras tú contestabas con sonrisas y asentimientos de cabezas hasta que no pudiste más.

—Creo que eres algo dramático.
—¿Lo soy?
—Ajá, digo, hombre, ¡sólo estabas apunto de tirarte en el césped por tu walkman!

Reí cuando debí de haberme sentido ofendido, la curiosidad de antes se había incrementado y no podía parar de darle sentido a tus palabras, te justifiqué desde ese instante hasta mucho después de la peor manera posible. No parecías el mismo que había ayudado en el Harries y eso desató miles de preguntas en mi cabeza que exigían respuestas a toda costa, no podía con tanto, alejarme de ti era la mejor opción aunque no supe verlo de esa manera.
En cambio me mantuve riendo de tus gestos y la manera en la cual gritabas lo dramático que había sido hasta que el estómago me dolió, estaba riéndome de mí en tu compañía, era un verdadero tonto que no sabía el peligro que corría al aceptar la complicidad de una burla con otro.

Ahora me arrepiento tanto de eso.

Caminamos juntos hasta el campus con el leve resplandor de las estrellas como únicos testigos del comienzo de un verdadero desastre, no habíamos hablado tan bien en los tres meses que habíamos compartido juntos durante el semestre, ambos conocimos al otro de una manera más profundos que cualquier otra persona lo había hecho. O al menos eso era lo que yo pensaba.

La residencia estudiantil no era la mejor de todas pero daba la libertad de no compartir habitaciones a los estudiantes más superficiales al resto, tenías toda una recámara para ti solo mientras la gran mayoría la compartía, incluso yo tenía a Jordan Chapman de leyes invadiendo el cuarto, hiciste un par de bromas respecto a eso e incluso me invitaste a pasar para que apreciara la soledad de un cuarto sin más de dos individuos compartiéndolo.
Sabía de buena mano que provenías de una buena familia australiana e incluso se corría el rumor de que tu padre era ministro y tu madre embajadora inglesa, llegué a creerme todo eso cuando vi el lugar en donde dormías, te mantenían en el edificio de élite para los extranjeros con lujosos mobiliarios tan distintos a los demás. Había un aura de lujos a tu alrededor que se presenciaba incluso en las decoraciones de tus paredes, los útiles escolares esparcidos en el escritorio e incluso...

—¡Las consolas! —Podía tener debilidad por la Pepsi y la ropa, pero las consolas eran mi delirio, tenías unas cuantas esparcidas alrededor del televisor enfrente de tu cama que caí de rodillas para poder apreciarlas más de cerca—. Tienes Sega, Nintendo, Casio... ¡Sega Master!

¡De ninguna jodida manera Raymond! Te mencioné antes que habías sido mi héroe, bueno, en ese momento eras la Deidad que no había notado antes frente a mis ojos. Jamás invitabas a alguien a tu habitación ni mucho menos a un conocido de amigos como lo era yo, dime, ¿no era ese una especie de truco tuyo?
Podían tenerme en la palma de la mano con lo último de videojuegos, pasaba días enteros en el Arcade del campus gastando monedas hasta no poder más, todos me conocían por ser adicto a los juegos hasta la locura, no dudaba que tú lo sabías, pero fue hasta mucho más adelante que me di cuenta de tus intenciones.
No buscabas hacerme sentir mas íntimo a ti, tampoco querías presumirme todo lo que tenías, tu verdadero propósito era atraparme de la manera mas errónea incluso para alguien como tú.
Me sedujiste a base de las consolas, ni siquiera sabía que algo así era posible, pero corría el peligro de todo gamer cuando ve a los amores de su vida en posesión de alguien más... eras atractivo en ese instante y no quería apartarme de tu lado tan fácilmente. Compraste mi total agrado sin darme cuenta de ello.

Si eso no fue jugar sucio, ¿qué te parece entonces?, no puedo creer lo joven e ingenuo que eras para creer que podías ganarte la simpatía, y más que ella el amor, de una persona en base a cosas materiales; eras un snob, no sé si aún lo eres, pero no es algo de lo que debes estar orgulloso.

Créeme cuando te digo que no te escribí para encender furia o rencor, por supuesto que no, lo hice para comprenderte desde que todo inició. Porque no sé el momento, la hora, el gesto o el lugar en el cual surgió el terrible afecto que te tuve en un pasado, no sabría decirlo con precisión pero fue cuando bajé la guardia que ya estabas a medio camino en lo profundo de mi piel.
Y no te culpo por todo, Ray, porque si de algo estoy seguro es que compartimos la misma culpa al igual que el miedo que nos empujó a la ruina. No quiero darte todo el crédito de villano en la historia cuando ambos éramos los protagonistas que fingían ser héroes y debajo poseían amargos secretos.

Oscuros y pesados secretos que nos volvían un misterio para el otro, oscuridad que sabía diferenciar a otros de su misma especie entre el montón, no creo que fuera una casualidad que te haya encontrado en el Harries con una de tus facetas oculta, no creo en los destinos ni mucho menos en los amores verdaderos. No eras ni de cerca la persona indicada para mí al igual que yo no te merecía ni de chiste, fue cosa de ambos el toparnos para cometer el más grande de los errores en la vida, al menos aprendimos de ello a pesar de la agonía que sufrimos juntos.

En completa honestidad te confieso que pasé unas buenas horas jugando Mario Bros y Sonic en tu habitación hasta que fue tan tarde y debíamos de salir a comer algo, compartimos un buen inicio con el pie derecho de manera que comenzaba a imaginar más de lo que debía, era débil en ese entonces y dejé que tus cambios de humor me pasaran por alto en un principio. ¿Cómo era que te veías miserable por la noche y estabas siendo tan sonriente en la mañana? Lo dije antes, eras complicado, ese misterio que te rodeaba surgía en tus múltiples facetas que estaba dispuesto a comprender para pasar más tiempo contigo.

Pero tenía miedo, al igual que tú, diste el primer paso invitándome a conocerte cuando no estabas dispuesto a ser del todo honesto conmigo, la opinión de terceras personas siempre hacía eco en nuestros oídos que temíamos lo que comenzaba a surgir la mañana después de la fiesta, ninguno de los dos era experto en expresar libremente nuestro potencial por el defecto que teníamos en común: terrible miedo a vernos con los ojos de los demás.

En el campus se corrían miles de rumores, algunos tan absurdos y otros tan claros, era consciente de lo mucho que se hablaba de mi persona la mayoría del tiempo. Homosexual y Charley Michaels iban de la mano cuando los susurros me perseguían desde que dejé Washington a petición de mi familia, no había sido fácil enfrentar el hecho de que mi familia me había dado la espalda por ser gay ni mucho menos aceptarlo cuando llegué a Nueva York para vivir lejos de todo, mi nuevo inicio en la universidad me dio la visión de comenzar en completa sinceridad a pesar de que cargaba con el temor del rechazo 24/7.
Ser un chico diferente era mal visto desde mi nacimiento y recién las personas parecían comprender que no éramos el demonio en persona por gustar de gente como nosotros, jamás rechacé mi naturaleza después de que me asenté en Columbia, aunque no estaba preparado para ondear mi orientación sexual a los cuatro vientos. Sólo personas íntimas lo sabían aunque eso no les bastó para cuchichear a terceras personas y hacer el escándalo que me rodeaba a donde iba.

¿Tú habías escuchado alguna vez esos rumores? Yo estoy seguro que sí, de no haber sido así ni siquiera hubieras intentado ganarte mi amistad para enfocarte en la ilusión de estar juntos, ambos éramos solitarios universitarios que se juntaban con un grupo en el que no encajaban, tan similares pero tan distintos a la vez que fuimos.
El asunto estaba en que sabías mi situación, el encantador Charley que venía de la capital y soñaba con ser un cirujano plástico reconocido que le extasiaba la última moda como a ningún otro, me rodeaba de amigas y jamás caía a los pies de ellas... tú definitivamente sabías que había algo de cierto en aquellos rumores por lo que te sentiste identificado también, ¿no es así?, algo curioso porque había sido yo el que se identificó primero contigo. Supongo que tenía que haber pasado el toparnos en la universidad entonces.

No exijo que mantengas esto como un recuerdo de los viejos tiempos o que se quede en el olvido por ser aburrida y monótona, no, lo único que puedo pedirte es que consideres la opción de abrirle un hueco en tu brillante historia que seguro se contará bastante por los que se toparon contigo alguna vez. Sólo quiero que haya más luz en tu reputación en lugar de la oscuridad con la cual echaste a perder la mía.
Te amé una vez, Raymond, no creo que pueda volver a hacerlo una segunda pero te aseguro que aún te aprecio un poco para considerarte el culpable de la destrucción de mi antiguo yo.

No volví a ser el mismo rubio teñido extravagante que creía poder solo contra el mundo, maduré bastante desde que rompimos, incluso me regocijo al imaginar que no me reconocerías si pudieras verme en éste momento. Así como esperé tus agradecimientos por todo lo que hice en tu vida me temo que esperarás una eternidad las mías; no pienso volver a doblegarme ante ti pase lo que pase porque ya lo he superado.
Cumpliré veintisiete próximamente y lo menos que puedo hacer por mí es descargar lo que llevo en mi interior por medio de cartas que no sé si llegarán a ti después de mi esfuerzo y valor, incluso creo que me he vuelto un desquiciado ahora sí, lo justifico diciéndote que me ayuda a desprender los restos de ti en mi piel de una buena vez.

Jamás te deseé un mal, querido Raymond, ni siquiera puedo deseártelo ahora. Yo espero que no volvamos a encontrarnos jamás a pesar de que es un favor bastante grande el que pido para no volver a sufrir cuando la vida está llena de dolor inconsciente, me marcharé de América tal vez para siempre, he concluido mis cinco años de práctica en Los Ángeles en donde me asenté con Lisa por su insistencia.

Mi hermana aún te aprecia, aunque trate de engañarme con sermones sobre la pésima persona que fuiste conmigo, porque ella vio en ti lo que yo veía también: un sujeto perdido que dañaba a todos por temor. No podías ocultar tus secretos de mí cuando yo era tan persuasivo y tú tan ingenuo.

No sé si dormiré tranquilo ésta vez que me he vaciado en corazón y alma para ti pero estoy seguro que no importan las consecuencias, seguiré haciéndolo, te escribiré hasta que la mención de tu nombre no cause punzadas en mi pecho y pueda reírme de ti como tú hacías de mí; sólo es el principio del final.

Atte: Charley Michaels.

Seguro que ya debes haber abierto el paquete que el repartidor te ha dado al llamar a la puerta. No obstante, estoy segura que te habrás tomado tu tiempo en abrirlo, al fin y al cabo podría tratarse de una broma. Pero la nota dice claramente de Z. Y habrás pensado en si se trataba de mi, y en efecto, es esa Z. Zeta de Zara, no hay más.

Estaba envuelto en un papel color marrón básico pegado en la parte de bajo con celo, y la dedicatoria con el mismo bolígrafo bic que te he escrito esta nota. Habrás visto entonces que se trata de una maleta, una que ya conoces, aun que eso me lo reservo para más tarde. Si la abres encontrarás un montón de cosas, todas estas las he considerado pedazos de nuestra relación. Ahora te las devuelvo junto con el manuscrito que habrás podido ver nada más abrir la maleta. Es el manuscrito del libro que estoy apunto de publicar, bueno, de al menos una parte del libro. Al fin y al cabo mi libro no habla solamente de un noviazgo -probablemente el más largo que había tenido- si no de mi vida de manera general dando mi propia perspectiva de una mujer joven en este mundo.

Podría decirte lo mucho que te odio. Pero para ser sincera solo puedo agradecerte haberme dado la oportunidad de hacer esto posible. Así que gracias, de verdad. Y para demostrártelo quiero que sepas que este libro como bien pone en el borrador va dirigido hacia ti.

Para todos los Seans del mundo,
gracias por hacerme ver que era merecedora de algo mejor.

Y es cierto, me hiciste ver que era mejor de lo que yo creía. Y desde luego no tenía que seguir perdiendo el tiempo con alguien como tú.

Ahora pasa la página y empieza a leer.


Puestos a empezar, empezaré por el principio. Corría el verano del año 90, lo que además de vacaciones y diversión tenía otro significado aplicado; etapa de festivales. Y que festival más famoso en reino unido que el de Glastonbury.

Esa fue nuestra primera parada desde que habíamos dejado Dublín, donde conseguimos empleo a tiempo parcial durante el festival para conseguir un poco más de dinero antes de sumirnos en la aventura de ir a Londres. Recuerdo lo emocionados que estábamos Budy y yo, imagínate, dos jóvenes alocados que acaban de abandonar sus vidas para iniciar una nueva asistiendo a uno de los mayores festivales del mundo. Y lo más importante para nosotros, íbamos a poder ver a Lush & The Cure en directo.

Fue el segundo día, acababan de darme mi descanso del segundo turno y me encontraba en el techo de la truck food sentada con mi cámara.
Recuerdo perfectamente aquél instante sentada allí con el sol en mi espalda cuando fijé la pentax en un punto cualquiera y te vi. Lo cierto es que al principio no pude evitar preguntarme que hacías allí, no parecías el típico tío que iba a un festival, pero más allá de eso te encontrabas detrás de la multitud solo. Vestías una simple camiseta negra de manga corta y unos vaqueros, tenías el pelo echado en la cara y mirabas a varias partes. Casi me ahogo con mi propia saliva cuando miraste justo en el punto donde me encontraba, así que hice lo más estúpido en aquél momento, tumbarme hacia arriba en la caravana intentando esconderme. Seguidamente baje por la escalera corriendo y me metí dentro para hablar con mi amigo.

— ¿Budy has visto a ese tío?

— ¿Que tío? —preguntó mi amigo mientras asaba las hamburguesas.

— Ese tío de allí con una camiseta negra, pelo medio largo y medio rubio. —él me miró extrañado y simplemente negó con la cabeza.

Y es que tu ya no estabas ahí. Te habías esfumado como la espuma del mar.

Recuerdo regañarme a mi misma por haber sido tan estúpida durante ese instante en el que decidí esconderme de la mirada de un tío que no conocía. Yo nunca había hecho, y por lo general no habría hecho más que seguir lo que estaba haciendo. Supongo que entonces aun que no lo supiera es que no te veía como a los demás, tenías otro aire.

Y pese a eso decidí airearme la cabeza, pasar de mis pensamientos y seguir con mi trabajo con la motivación que solo faltaban un par de horas para ver el concierto de mi vida.

Estaba sentada en el escalón de la caravana mientras esperaba a Budy, que había decidido desaparecer durante un buen rato, y quien sabía donde habría ido. Y justo cuando puse la hamburguesa en mi boca vi una persona delante de mi. Eras tú, cómo no. Me preguntaste si el puesto cerrado y yo te dije que si, sin embargo, gracias a mi faceta de buena persona decidí darte una de más que tenía adentro y te invité a ver los conciertos desde arriba de la truck food.

— Creo que has salvado mi vida, me estaba muriendo de hambre.

— Yo creo que exageras, además no creo que una hamburguesa medio fria vaya a hacer un milagro.

— Bueno al menos me ha atendido una preciosa chica irlandesa —dijiste alzando la cerveza y guiñando un ojo. A lo que yo simplemente pude responder mordiéndome el labio y preguntándote como lo habías averiguado.— Tienes ese acento ¿eres del sur?

—Sur-este en realidad —respondí dándole otro trago a la cerveza— ¿Y tu? Tampoco pareces precisamente inglés. ¿Eres danés o acaso sueco?

—Creo que parecería más danés pero en realidad soy polaco.

— Vaya, estás realmente lejos de casa.

Bastó para que me contaras todo sobre ti, o al menos lo suficiente como para saber que te dedicabas a escribir, tanto libros como para periódicos y revistas. Eras un periodista freelance, por que según tú, no te gustaba encontrarte con ataduras. Te gustaba ser libre para viajar a cualquier parte que pudieras permitirte.

¿Sabes que vi entonces?
Vi a un tío molón. Un tío que por mucha edad que me sacara era jodidamente guapo y que me estaba dando la razón conforme a la vida que yo quería vivir. Por que yo quería ser libre. Pero no fue tu inevitable atractivo lo que ya entonces me cautivó, fueron tus palabras.

Y debería haberme dado cuenta entonces de lo que aquello significaba, sabía exactamente lo que significaba. Al igual que una persona que solamente lucha por sus ideales y no es capaz de amar, una persona libre hace lo mismo por su libertad. Pero no fue realmente eso lo que hiciste, si fuera el caso lo habría comprendido. Habría entendido que necesitaras tu espacio por que tenías esa especie de espiritualidad. Pero no fue eso, no. Fueron los jodidos huevos que tuviste para aprovecharte, para coger lo que tenías a mano y usarlo como si te perteneciera. Pero tranquilo, yo he aprendido la lección. Y Mírame, aquí estoy,hablando de nuestra relación.

— ¿Así que eres una especie de erudito o algo así?

— No, nada de eso —respondiste con una sonrisa— Solo soy una persona cualquiera. Como cualquiera de los que están allí abajo.

Pero tu no eras una persona cualquiera. Tu eras el tio.

— No creo que eso sea cierto, no todos los días veo a un periodista en medio de un festival. ¿Para que has publicado?

— Para algunas revistas y periodicos; Mens,  Rolling Stone y otros. Siempre hago reportajes sobre cultura y eso.

— ¿Has conocido a Annie Leibovitz?— exclamé impresionada al recordar su trayectoria en la Rolling Stone.

— ¿Tan viejo me ves? —preguntaste con una ceja levantada a lo que yo negué con la cabeza medio sonrojada— No la conocí cuando trabajaba, mi colaboración fue desde hace unos años. Pero si la conocí hará un año.

Me contaste como la conociste al perderte entre los muros de Vanity Fair y no pusiste evitar la tentación de dirigirte hacia ella ya que querías hacer una crítica de su obra. Me dijiste que te encantaría -si la ocasión se viniera-
presentármela. Y así empezaste a embelesarme en tu mundo, mientras en el cielo ya se mostraban las estrellas y Sinéad O'Connor cantaba su última canción. En ese instante recuerdo sentía como si una nube nos rodeara y creara ese instante perfecto. Al acabar bajamos del techo y nos despedimos simplemente con un abrazo, pero puesto que no creí que te fuera a ver de nuevo decidí besarte antes de que te fueras. Tu tenías aún restos de pepinillo en la boca y yo al parecer un poco de ketchup en el labio, sin embargo lo disfruté como nunca.
Y que hice, encendí la chispa de este fuego que luego me consumió. Finalmente te fuiste mezclándote entre la multitud, mi mejor amigo llegó con un par de personas y me dijo que nos uniéramos por que por fin iba a empezar el concierto de Lush.


Que ingenua pensando que sería la última vez que te fuera a ver. Al parecer no conocía lo dichoso que es el destino para estas cosas, que más adelante decidió ponerte de nuevo en mi camino.



Créeme cuando te digo que no te odio, por que al contrario de Budy, no lo hago. Me culpo más a mi misma de haber sido tan estúpida de caer ante tus encantos y de que gracias a ello me jodieras un año de mi vida. Por que si cuando te dejé estuve sumida en la peor situación que había estado nunca. No levantaba la cabeza, y los días empezaban en la madrugada mientras la luz del sol era tapada por mis persianas.

Esto no es ninguna clase de vendetta. Simplemente he decidido escribir esto por que es parte de mi historia, parte de lo que se verá representado en mi libro. Esta es la terapia que me he tomado hasta ser capaz de ver de nuevo la luz de la vida, de devolverme las ganas de vivirla como quise hace unos años.

Solo te pido una cosa; Si alguna vez conoces a la persona que de verdad ames, haz el favor de quererla y respetarla lo mismo que ella a ti. Espero de verdad que algún día, tal vez con ayuda de esto, veas que te dejé por que la agonía que sentía en aquél instante me estaba convirtiendo en alguien que ni si quiera podía mirar al espejo. Y te vi, irreconocible.

Si me perdonas ahora me voy a correos a entregar el paquete que te obsequio con los detalles de nuestra relación, no puedo llevármelo a estados unidos. Así es me voy a ver las americas, en un par de horas estaré cruzando el océnao Atlántico. Además dicen que es bueno deshacerse con las cosas del pasado, supongo que es lo que estoy haciendo. Aun que jamás me desharé de los negativos, sabes que soy muy conservadora con estos como si fueran mis bocetos.


Un beso (amargo, como el de aquella primera vez),

Zara.


Pd. Si ahora digo tacos, los escribo y todo. No me importa si la gente quiere pensar que soy una irrespetuosa o maleducada. Al fin y al cabo hablo como me da la gana.

Spoiler:

primeramente quiero agradecer los comentarios, la verdad significan mucho para mí y me ayudan a perfeccionar día con día, los agradezco de todo corazón  

ahora, lamento la demora en comentar, zoe había leído el cap desde casi que lo subiste pero recién tuve tiempo para comentarlo de manera adecuada, así que espero y pases por algo esta tardanza mía  

004 escribió:Para todos los Seans del mundo,
gracias por hacerme ver que era merecedora de algo mejor.

mi corazón     por dios, me moría desde los primeros párrafos porque la emoción era real para mí, bastante, tus personajes me parecieron interesantes desde un principio por la historia y sus pb's, idk pero lograron cautivarme mucho más de lo planeado al punto de adentrarme muchísimo en la narración.
el hecho de que sean esté leyendo el borrador de la primera obra de zara, que es su historia SUYA ay, es tan original, tan único, siempre sacas una novedad a la hora de escribir que admiró bastante de ti, zoe, estoy enamorada de la forma en la cual pones los hechos 
en el momento en el cual cruzan miradas    y luego cuando comieron la hamburguesa juntos     ella salvó su vida con una hamburguesa fría además de que le llamó guapa, ayyyyy, no daba para más, basta.

004 escribió:— ¿Has conocido a Annie Leibovitz?— exclamé impresionada al recordar su trayectoria en la Rolling Stone.

— ¿Tan viejo me ves?

¡me reí muchísimo en esa parte!  madre mía, todo perfecto en amor, corazón, amor y otro corazón cuando hablaban pero en el momento de las revistas todo se vuelve aún más perfecto con el toque cómico. seeee, eres viejo amigo, zara lo admitió cuando dijo que era un hombre guapo que le sacaba edad xd
ella es una aventada loquilla, se lanzó a besarlo después del simple abrazo que se suponía era la despedida, no sé cómo fue perfecto con pepinillo y ketchup but okay    estuvo para morir el asunto.

004 escribió:Solo te pido una cosa; Si alguna vez conoces a la persona que de verdad ames, haz el favor de quererla y respetarla lo mismo que ella a ti.

mi pobre corazón no puede con tanto     sean parece un tipo cool pero cuando caigo en la cuenta de que fue el culpable de la ruptura y la agonía de zara no puedo evitar verlo de otra forma, creo que estoy en un gran dilema acá, tengo tantas ganas de seguir leyendo sobre la historia de ellos al igual que juzgarlo a él después de saber los hechos. ¡no puedo esperar más!  

saludos