y por eso rompimos

21 de Junio de 2017, actualidad

Primero que nada, Gabe, deberías saber que esta carta no es para pedirte una disculpa por haber hecho mierda tu precioso auto; es más, estoy completamente satisfecha que te doliera tanto como a mí me dolió lo que me hiciste J y tú. Tampoco es para pedirte que vuelvas conmigo porque no tienes ningún derecho de siquiera pensarlo. La carta va por una razón y es esta: estoy harta de guardarme todo para mí hasta finalmente consumirme. Jamie dice que eso es lo que me hace mierda porque me cuesta apoyarme en las personas y expresarme, y tiene la jodida razón. Quizá porque no te dije mucho es porque las cosas han terminado así, pero de solo escribir estas palabras siento que sueno como una pendeja tratando de embellecer a un ogro. Solo quiero ser madura en esto y decir la verdad: la relación es de a dos, y si fallo es porque ambos lo hicimos en algún momento.

Así que, desde el pórtico de Big Daddy, aquí van todas estas cartas repartidas por capítulos que volverán al presente, pasado y sentimientos. Si quieres romperlas, tirarlas a la basura o quemarlas es tu decisión. Puedes hacer de cuenta que nunca existieron, yo sabré descifrarlo de algún modo. Después de todo, no es como si no fuésemos a vernos nunca más las caras, Gabe. Es cuando más nos veremos y espero que sea por muy poco tiempo.

Siempre te fui exclusivamente sincera con una cosa: Jay y yo nunca nos hemos llevado bien ni tampoco lo haremos. ¿Por qué? No lo sé. Nuestros caracteres son fuertes, tal vez por ello; chocamos mucho y opinamos diferente, y si hay algo similar es como si nos esforzáramos en diferir uno del otro. No hay a quien culpar por esto, porque Jay y yo jamás tuvimos una conversación sana y nos preocupamos más por competir a quien quería mas papa después que mama se volviera a casar y se fuera al extranjero. No supimos conllevar el dolor y apoyarnos mutuamente como lo harían dos hermanas comunes y corrientes. No. Jay y yo no somos así.

Admito que varias veces en esos últimos seis meses en que estuvimos juntos, hubieron anzuelos que Jay dejo para que pescara y diera un paso más importante en la relación. Un ejemplo claro es la noche en que te conocí, hacia ya un año. Lo recuerdo perfecto porque todavía resuena en mi cabeza la canción de Mayhem y sus gritos de mierda de Deathcrush en la noche de su cumpleaños, y yo lo único que hacía era pensar que en una hora más estaría en la casa de Big daddy tomando una cerveza bien fría y fumando un porro.

Nunca fui fanática de las amistades de Jay. De todas las drogas que conocí y probé, la única a la que levemente me había aferrado fue la marihuana. Desde que vivía con Peter, él mantenía su invernadero con plantas de marihuana en el patio y casi fue al mismo tiempo en que empecé a robarle a escondidas y correr hacia la casa de Jamie para fumar con Cody y ella. Me gustaba hacerlo porque me sentía muy mala y quería llamar la atención de chicos más grandes. También fui una idiota en mi momento, ahora solo lo hago porque me gusta fumar un porro cuando el estrés universitario no me deja dormir y para pasar el rato con mis amigos.

Fumar delante de Jay no era ningún secreto, a veces teníamos ese pequeño momento de hermanas en el que nos escabullíamos de alguna fiesta para darle unas secas y volver como si nada hubiese pasado, riéndonos como idiotas cuando los efectos actuaban y guardando nuestro secreto como si fuésemos niñas. Pero tomar cocaína era otro nivel que no me gustaba. No sé si lo supiste, tampoco creo que sea algo de importancia para ti, pero uno de mis chicos se hizo adicto a esa mierda y nos destrozó a todos. Ver que Jay tomara delante de mí, enrollando un billete para colárselo por la nariz no fue nada bueno. Así que salí a tomar aire y a pensar como carajos hay amistades que te ofrecen esa mierda. Tal vez te lo tomes a mal, porque aunque lo negaste y quieras seguir negándolo, no soy estúpida, Gabe. Me drogue antes en mi vida con muchas variedades de drogas, no lo hice una vez, sino muchas y se distinguir cuando alguien esta drogado y que droga consumió. Negarme a mí que no tenías preferencia a la cocaína fue una estupidez, porque a raíz de allí empezaron las desconfianzas.

Pero ese tema lo tocare más adelante, ahora va con el comienzo de lo nuestro.

Como iba diciendo (o escribiendo, es la misma mierda), Jay estaba con los imbéciles adentro mientras yo fumaba un cigarrillo y esperaba a que llegara Lara, la única amiga de mi hermana y con la única de sus amistades con la cual podría mantener una charla animada e interesante. Pero Lara estaba en el trabajo y dijo que pronto llegaría, lo cual parecía verse más imposible al pasar las horas. Sin embargo, justo cuando pensaba en resignarme y volver a la gran fiesta con punks y su blackmetal suicida, Lara apareció por el portón con el cabello alborotado y con bolsas llenas de botellas.

—¿Llego muy tarde?—inquirió rápidamente y le agarre una bolsa para aligerar su peso. Me sonrió casi aliviada. —Gracias, creí que mis dedos iban a cortarse.
—Manijas que decapitan dedos, interesante —solté socarrona y le abrí la puerta volteando la llave al costado—Pasa, Jay ha estado esperándote.
—Me va a tirar la bronca encima —frunció el ceño y casi rio por lo infantil que se veía con las mejillas sonrojadas y cara de niña gruñona. Lara siempre se ve como un duendecillo con su cabello rubio y corto y sus ojos verdes, aun con veinticuatro años—Pero no fue mi culpa, sino del odioso.
—¿Quién es el odioso?
—Yo.

Y ahí apareciste, Gabe. Con el cabello húmedo, pantalones sueltos y el cabello naranja, y lo primero que pensé es que quien diablos se tiñe el cabello de ese color en estos días. Pero fue tu sonrisa y tus ojos juguetones que me hicieron sentirme estúpida por ese momento. No sé si te diste cuenta o tal vez fingiste no hacerlo, sin embargo ahí fue el primer momento en que me gustaste.

Las presentaciones fueron incomodas por mi parte, siempre me es incómodo conocer a personas nuevas porque todos mis amigos los hice cuando era niña, cuando solo basta una invitación a ser parte de los power rangers o una de las Winx para que hagas una amistad para toda la vida. O ese fue mi caso, con mi pandilla desde hace más de diez años y recorriendo las mismas calles que siempre. Lo que me gusto fue la facilidad a la que te acostumbraste a mi saludo serio y mi presentación tonta.

—Hola. La hermana de Jay.

Solo estire la mano por educación, pero la agarraste tan firme y sonreíste juguetón.

—Hola. El amigo de Jay.
—Alto ahí, casanova —Lara te dio un leve empujón, divirtiéndose a costa de mi incomodidad —Es la hermanita de Jay, no vas a andar de picaflor, ¿eh?
—Solo estaba saludándola, Lar, no me hagas quedar mal —y pescaste con tus nudillos la nariz de Lara y la moviste de un lado a otro hasta que ella volvió a darte otro empujón, alejándola de ti.
—¡Eres un bruto!
—¿Qué hacen que no pasan?—inquirió Jay apareciendo de repente detrás de nosotros.

Recuerdo que abrazaste a mi hermana mientras le felicitabas y le prometías comprarle un regalo más tarde, la excusa había sido que hubo problemas en el bar y no pudiste comprarle un regalo. Jay no reclamo, simplemente te sonrió y te invito a pasar, me pidió que cerrara la puerta y ayudara a Lara con las bebidas, por lo que no proteste.

Estábamos colocando las botellas que tu amiga trajo, y mientras lo hacíamos, me dijo que trabajaba en tu bar hace menos de un mes, que las bebidas provenían de allí y que estabas a cargo del bar de tu hermano. Bar Dog, así es como se llamaba y todos en la ciudad sabíamos lo importante que era. La entrada era exclusiva, las bebidas eran más baratas y había presentaciones de buenas bandas que nacían allí. Yo fui con la pandilla cuando Cam coqueteaba con el guardia de seguridad y nos hizo entrar gratis.

—Pensé que los sábados cerraban más tarde.
—Sí, pero Dean apareció antes.
—¿Quién es Dean?
—Su hermano mayor. —Lara me inspecciono unos segundos antes de echarme una sonrisa cómplice—¿Te gusta Gabe?
—Lo conozco hace cinco minutos —replique divertida.
—¿Y qué?
—No soy exactamente una romántica, Lara. Además, creo que Jay tiene un interés especial por él.

No sé por qué lo dije, si me había dado cuenta que Jay lo había recibido con más emoción de lo que reciben a uno de sus amigos. No sé porque le confié eso a Lara, su mejor amiga. Tal vez porque dentro de mi necesitaba que alguien me confirmara si era así o no.

—¡Claro que no!—se rio la rubia como si le hubiese contado que mi gato se tragó un consolador o algo así—Jay salió un tiempo con Dean hace muchos años, y Gabe fue un buen amigo para ella cuando lo necesito. No te preocupes —me guiño el ojo y me dio un leve empujón con su hombro—Esta libre y bien solito.
—No es como si fuese a salir con él, Lara. Solo es lindo.
—Créeme. Vas a caer en las garras de Jaeger —prometió aun burlándose de mí y saco una cerveza bien fría. La descorche con el encendedor que escondía en mi bolsillo trasero del pantalón—Si conocieras a Dean, te vas a dar cuenta que esos dos son el peor encanto que haya existido.
—Exageras —aletee mi mano y me aleje aun bromeando con ella.

Pero resulta que Lara tenía razón en lo que me dijo. Tenías un encanto que eclipsaba a cualquier chico. Me gustaba porque, aunque otros resaltaran el atractivo de sus facciones, lo atleta que era su cuerpo y el ingenio de su mente, te veías tan transparente y relajado ante ellos. Te observe aún mejor estando en la otra punta de la mesa, lugar en el que estaba segura que Lara me había puesto apropósito. Te reías cuando alguien te insultaba, fumabas suave y despacio, te negaste a consumir cocaína y te encogiste de hombros cuando te llamaron cobarde. Tu postura que definía la libertad y tu sonrisa casi adictiva aún seguía allí.

No te estoy alabando Gabe, pero esa fue la impresión que causaste en mí y por ello me arriesgue a todo lo que vino a continuación, porque aunque creas que soy fácil y coqueta, fuiste al primer chico al que tuve que ir tras de él.

Los tipos estaban más agresivos, no sé si fue porque la mierda de black metal y punk estaba terminando de destruir sus neuronas o fue porque la cocaína los volvía así: agresivos, egoístas y tensando el ambiente. Solo sé que te levantaste luego que Luk, uno de los amigos de Jay, tirara sobre ti su bebida. Se rio y se burló, solo lo miraste sin más.

—A veces puedes ser torpe, amigo.
—No soy tu amigo, y no lo siento, Jaeger—replico Luk ofendido, como si hubiese sido a él a quien le derramaran la bebida.
—Luk, basta —intervino Jay molesta—Deja tu mierda.
—¿Mi mierda? ¡Es él quien siempre actúa todo encanto!—le grito furioso de vuelta. Jay solo suspiro y tomo las manos en su cabeza, al parecer no era la primera vez  y más adelante me daría cuenta que tampoco sería la última vez que presenciaría a Luk con sus ataques agresivos —¿No recuerdas que él...?
—Deberías dejarlo estar —dije sin darme cuenta hasta que las palabras salieron de mi boca. Había estado toda la noche callada sin más que responder un poco tímida, pero estaba cansada del idiota de Luk. Ósea, nadie me dijo que al entrar tendría que ver a un estúpido punk con su mierda de anarquista y su queja contra los Estados de poder mientras usa un iPhone y escucha a Mayhem y Silencer como si fuesen Dios. Estallar no fue mi problema, sino la de él.
—¿Perdón? Creo que no te escuche —desafío prepotente. Quizá pensaba que yo era la tranquila de las hermanas Elric, lo cual estaba errado porque ninguna de las dos lo somos.
—Que lo dejes estar. Estuviste toda la noche fastidiando a todo el mundo aquí, y es el cumpleaños de Jay. Deja de poner el ambiente como mierda.
—¿Y a ti que te importa? No es como si fuera tu casa...
—Esta también es mi casa.

Y lo es, porque aunque solo Jay viva en ella y yo me conforme con vivir en los suburbios con Peter, era la casa donde me habían criado y donde papa iba cada vez que volvía de trabajar.

Luk pareció querer decir algo más, pero fuiste tú, Gabe, que lo tomo del brazo y lo incorporo tan rápido que creo que incluso se mareo.

—Vamos a dar un paseo, chico. Creo que necesitas aire.
—¡Quítame las manos de encima, Jaeger!
—Ya cállate y quédate quieto. Te pones insoportable así —reclamo Owen, otro punk con cresta en alto, pero más tranquilo y menos mierda que los demás.—Vamos afuera, estar aquí encerrados parece que va a sofocarnos.

Se fueron todos hacia el patio trasero donde Euronymous y Burzum estaban, los dos perros de mi hermana y en honor al grupo de Mayhem y su mierda. Yo me quede limpiando el desorden para hacer tiempo y evitar tener que ir afuera. Big daddy ni siquiera contesto el mensaje de hace media hora cuando le pedí que me rescatara de mi castillo invadido de punk. Y apostaba que el traidor estaba con alguna loca que más tarde tendría que espantar.

Desde la ventana, te vi pasar rápidamente hacia el patio delantero, camine casi a la misma velocidad hacia la puerta delantera y la abrí justo en el momento en que ponías un pie fuera del portón.

—¿Sucedió algo?
—Creo que es mejor que me vaya —fue una corta sonrisa que no llego a tus ojos—Dile a Jay que lo siento y...
—Deberías quedarte—interrumpí y pase un mechón de mi cabello hacia atrás, un poco nerviosa—No es necesario que vayas con ellos.
—No quiero entrar en la casa. Hace demasiado calor allí dentro.
—Puedes quedarte aquí afuera conmigo.

Lo notaste, fue de inmediato que supiste mis intenciones, Gabe. Soy alguien amable por naturaleza, pero no demasiado. Me gustabas como a una chica le puede gustar un chico de manera superficial. Eras lindo, con una sonrisa sexy y tus músculos no exagerados resaltaban a vista. No eras mi tipo de chico, eso del punk y el black metal no me gustaban,  pero me gustabas tú y eso era suficiente.

Y te quedaste conmigo, Gabe. ¿Lo recuerdas? Me sonreíste, esta vez sí fue una sonrisa coqueta, incomparable con la que me diste al conocernos. Te quedaste conmigo adelante fumando un cigarrillo y luego fumamos un porro, nos reímos como idiotas y nos tomamos un ron con coca cola que solo tú sabes preparar como nadie. Estabas tan cerca de mí, incluso cuando habláramos de animales o lo horrible que sería volver el semestre en la uni en septiembre; todo el ambiente se veía endulzado y colapsado por ti. Me sentía estúpida, inmadura y completamente fuera de lugar, pero es que siempre me hiciste sentir así, Gabe; tanto de buenas maneras como de malas.

—No debería estar haciendo esto contigo —dijiste antes de darle una larga seca al porro entre tus manos y me lo pasaste. Dijiste eso, pero tus ojos no dejaban de lucir coquetos.
—¿Por qué no? —pregunte y fume tres pitadas largas.
—Eres la hermana pequeña de Jay.
—¿Enserio crees que soy tan pequeña?
—¿Dieciséis?

Me mordí los labios para no reírme. No sé si fue el alcohol, la marihuana o tu cara la que me hizo más gracia.

—Diecinueve.
—Entonces, no tendría que preocuparme por las ilegalidades y eso.
—No es como si fueras a hacer demasiado —te provoque sonriendo socarrona.

Y ni siquiera soy así, nunca lo fui. Solo quería que me besaras.

Voy a recalcarlo una y mil veces, pero tus sonrisas siempre fueron mi perdición, y la que me brindaste después de mi intento de coquetearte fue una de las mejores. Simplemente tomaste mi cara entre tus manos, enterrando tus dedos en mi cabello, y tu aliento golpeando contra el mío. Me besaste tan profundo y duro que me costó por un momento seguirte el ritmo, si había besado a otros chicos y si tuve novios antes, pero nunca de esta manera, Gabe. No sé cómo explicártelo, yo no sé expresarme bien y lo sabes perfectamente. Sin embargo, estoy aquí en el porche de Big Daddy intentando decirte lo especial y precioso que fue ese beso para mí. Caí ante ti, me arrepentí mas tarde y me arrepiento ahora, pero creo que jamás podría arrepentirme de haberte besado aquella vez.
Ojala las cosas hubiesen quedado allí. Yo tendría un buen recuerdo del chico sexy que bese en el cumpleaños de Jay y lo vería una vez al año para volver a besarlo o lo habría olvidado como muchas veces olvide a otros.

—¿Entonces?—pregunto Jay horas después cuando estábamos terminando de ordenar el comedor para por fin irnos a la cama.
—¿Qué?
—Te besaste con Gabe.

Voltee a mirarla sorprendida, Jay solo se encogió de hombros.

—Los vi cuando fui a buscarte.
—Ah.
—¿Quedaste con él?
—No.

Jay fingió estar triste por mí, yo lo vi más como alivio que otra cosa, solo la ignore sin darle demasiada importancia. Nunca lo hacía.

—No es como si fuera a salir con él.
—Es lo mejor. Gabe es un poco... bueno, a él le gustan muchas chicas a la vez.
—Y a mí me gustan muchos chicos a la vez —me encogí de hombros y le sonreí falsa—Si quiere divertiste conmigo, pues yo estoy dispuesta a divertirme con él.

Tuve que haberme dado cuenta en ese instante. El problema es que somos parecidas, así que Jay era tan recelosa de sus amigos como yo lo soy con los míos. Si mi hermana se hubiese tirado a uno de mis chicos, yo estaría encima de ella con intenciones de dejarla calva. Pensaba que lo mismo quería hacer conmigo, pero realmente, Gabe, no pensé que fueses tan importante para ella.

Y si tan solo Jay, Lara y tú hubiesen sido sinceros conmigo desde un principio, nada de lo que vendría a continuación de todos estos meses hubiese sucedido.

.

Derek, Jay y Cam se quedaron con la boca abierta cuando les conté sobre ti el domingo a la tarde. El día estaba precioso, la cosecha pasada aun duraba, así que llame a los chicos a tomar una cerveza y fumar porro. Fue en el segundo que Derek armo cuando empecé a hablar de ti.

—¿Qué?
—¿Que te sorprende?—dije divertida dándole otra seca y pasándosela a Cam, mi mejor amiga de toda la vida y quien mejor me conocía.
—Tengo dos cosas para decirte: estabas muy drogada y borracha o ese chico te gusto enserio.
—Era sexy.
—Clasifica —exigió Cam fingiendo seriedad.

Lo pensé por un momento, pero creo que te di demasiado crédito para un 9, Gabe. Olvide que ser un imbécil también restaba.

—¿Y no pasó nada más?
—Nop.

Cam había fruncido el ceño de inmediato mientras Jamie se hacía desde la reposera para adelante, lista para su turno de interrogar.

—¿Te pidió tu numero? ¿Te paso el suyo?
—No y no. ¿Para qué? Es un amigo de Jay.
—¿Es punk?—pregunto Derek burlándose. Él sabe que detesto su música y sus ideologías.
—No tenía cresta —me defendí.

Entonces todos ellos se echaron a reír de mí, y ¿para qué mentirte? también me reí de mi misma. Éramos así, Gabe. Creo que nunca lo entendiste del todo cuando te los presente. Nunca entendiste porque me dolía tanto preferirte a ti que a ellos. Y realmente me arrepiento cada minuto que pase lejos de mis amigos solo para pasar más tiempo contigo y los tuyos. Nunca voy a perdonarme ello, y ellos no deberían perdonarme tampoco.

Esa tarde en que les conté sobre ti, jamás pensé que nuestras risas se hubiesen opacado tiempo después por todas las decisiones erradas que tome.
—Deberías ir —comento Jamie luego un tiempo.
—¿A dónde?
—Al Bar Dog. Ve a buscarlo.
—¿Qué? Estás loca.
—¡Yo opino lo mismo!—exclamo Cam—Deberías ir, Rai. Piénsalo: si él te ve allí, entonces sabrá que le gustas.
—¿Y si él piensa que soy una acosadora?
—No va a pensar eso, tonta. No es como si tu realmente supieras sobre su bar—hablo Derek pasándome la botella de Stella en la mano—Solo ve con las chicas. Si vamos nosotros, entonces no se va a acercar. Es algo así como el código de chicos.
—Tienen un código muy raro.
—¡Vamos el viernes, Raisa! Si no tienes dinero, te presto. ¡Solo vamos por tu chico!

Cam se veía emocionada por el repentino romance que imaginaba que tendría. Ella era así, le gustaba creer en los cuentos de hadas y las parejas predestinadas. Yo había sufrido de amor en el pasado, pero hasta yo misma era consciente que Cam había sufrido el triple. Siempre tan enamoradiza, la lastimaron tanto que estaba encerrada y yo me encerré con ella. La acompañaba en su dolor, en su decepción de amar tan ajena, pero profunda. Y llegaste tú, Gabe, y no solo llegaste tú, también llegaste con quien la destrozo y me ocultaste la verdad. Cam es mi hermana; ella es más mi hermana que la propia Jay. Aun la odio ahora mismo por haberme ocultado tantas dificultades que atravesó sola, pero más te odie a ti por dejar que el pasado la atormente como lo hizo todo este tiempo.

Me mentiste para tu propia conveniencia y jugaste sucio. Creo que la próxima vez que te vea vas a tener que ir con cuidado, porque realmente quiero romperte la nariz, Gabe. Eres un cobarde, un hijo de puta que se aprovechó de mis sentimientos y nunca fue sincero desde el comienzo. No tuve que haberles echo caso. No tuve que ir a buscarte, Gabe. No solo porque me ocultaste y dejaste que lastimaran a Cam, no solo porque no te gustaran mis amigos y me alejaras de ellos, y, definitivamente, no es solo porque me engañaras con mi hermana. Fue porque nunca me quisiste, y por eso fue que paso todo esto, y por eso rompimos.

Yo no sé si las palabras que me dijiste la última vez que nos vimos sean verdaderas. Lo que si se es que ya es demasiado tarde para creerte y confiar en ti de nuevo. Ya nunca más podría verte como lo hice alguna vez y aunque yo sea la única idiota amando en esta relación, no significa que vuelva a doblegarme a tu voluntad.

Han pasado seis meses, pero en estos seis meses no hiciste nada para remediar todo lo que hiciste. No por mí, sino por ellos, incluso por la zorra de Jay—que el fuego la consuma, amén. ¿Qué paso con ese chico que no tenía miedo a lo que las personas dijeran de él? ¿Eso también fue mentira?

Te odio, Gabe. Realmente te odio y ojala que jamás vuelvas a tener una erección en tu asquerosa y vacía vida, engendro aborto de chimpancé.

Con desprecio y mucho odio, así termina la primera carta…