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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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guerra de sexos; RESULTADOS.
O W N :: Novelas colectivas :: Novelas colectivas :: Novelas Colectivas :: Inscripciones / audiciones
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Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
peraulata escribió:Hola, soy Ana y después de tanto tiempo de ver el tema, me convencí de participar, así que aquí estoy dejando mi audición.nombres: Willow Olsen // Christopher Judd.representantes: Hermione Corfield // Jeremy Irvine.
escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] // [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
aceptada
Mucha suerte, corazón
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
nombres: Minly Jensen; Jesse Dixon
representantes: Ebba Zingmak; Miles Heizer.
escritos:
representantes: Ebba Zingmak; Miles Heizer.
escritos:
- 1:
- "Recuerdo con exactitud la primera vez que te vi, 1986, 12 de diciembre. Ese día era el cumpleaños de mi entonces mejor amigo, Charles o como todos solíamos decirle: Charlie. Estábamos saliendo del gran comedor y también recuerdo que en ese momento estábamos teniendo una 'pequeña discusión' por que el no quería hacer nada pero ¿Cómo dominios no quería que le hiciéramos nada si era uno de los 'chicos más deseados' en ese momento? Claramente yo no lo veía de ese modo, para mi siempre fue mi mejor amigo. Me había dicho que su hermano estaba estudiando en Hogwarts, irónico ¿No? Jamás en la vida te había visto, ni una sola vez, aún no entiendo el ¿por qué? y para serte sincera, ya no me interesa saber. Quizá fue el destino o simple casualidad cuando llegamos a la común y tú ibas saliendo, nos viste y solo dijiste "Oh Charlie te estaba buscando, fui a tu dormitorio solo quería desearte un feliz cumpleaños' y en ese momento me miraste '¿Tú novia, Charles?' y me sonreíste y en ese momento supe que tú ibas a ser mi perdición. Yo solo reí y te dije 'No, es mi mejor amigo', estiraste tu mano, yo la tomé y dijiste 'William Weasley', 'mi hermano' dijo Charlie 'Iris Hangs', soltaste mi mano gracias a que tu hermano me jalo un poco hacia el 'Puedes decirme Bill'.
En el transcurso de tus dos años para terminar Hogwarts, siempre me escabullía en las noches para poder verte solo una vez me viste pero fue como si no lo hubieras hecho. En ese momento te agradecí, un año después de eso nuestra amistad fue mejorando, el día que te nombraron premio anual te abrace, te abrace porque me sentía feliz porque eso era una de las cosas que más esperabas de ese año, pero en ese año rompiste mi corazón por primera vez. Me dijiste que tenías novia que no era nada serio pero que no querías terminar Hogwarts solo pero ¿nunca te diste cuenta de que ahí estaba yo? ¿Por qué? ¿Tan poca cosa era? ¿recuerdas que en ese momento me enoje? Dejamos de hablar seis meses, y en esos meses te extrañe. Y dolía, verte dolía, dolía verte abrazando a ella, ver cómo la besabas, la forma en la que la mirabas. No pude estar más tiempo enojada contigo así que fui a pedirte perdón te dije que me alegraba por ti, y que si tu eras feliz yo sería feliz, juro que en ese momento me prometí olvidarte. Lo intente demasiado, y lo logré. Pero para ese entonces, el momento en el que te había superado, se había terminado el año, te tenías que ir y olvide que era tu último año.
Cuando Charlie, Percy y yo recibimos nuestras cartas, estábamos en la madriguera y me sorprendió que no hubiera llegado tu carta, y en ese momento dijiste que te irías a Egipto, que habías conseguido trabajo en Gringotts y ahí rompiste mi corazón por segunda vez y ahora que lo pienso ¿Realmente lo hiciste? Me refiero a ¿Realmente saliste de mi mente? Quizá solo creí que lo habías hecho. Dijiste que me mandarías cartas cada semana y así fueron los primero tres meses después, despareciste de mi vida, pero no mi mente.
En mi último año en Hogwarts mi relación con Charlie había cambiado y es que a uno de los gemelos se le ocurrió decir que si era novia de Charlie, y que a Charlie le gustaba desde que teníamos 13 años, al principio creí que era solo una broma más de los gemelos y de Charlie, por mí mente paso que Peeves tenía algo que ver, pero todos esos pensamientos desaparecieron cuando unos cuantos meses después Charlie mi beso. Y ahí se arruino nuestra amistad. No volvió a hablarme, salimos de Hogwarts el se fue a Rumanía, y no volví a saber de él.
Mi vida cambio completamente cuando empecé a ser Auror, mi trabajo sonaba -para mi- tan patético comprado con el de ustedes, pero me gustaba hacerlo.
En 1995 regresaste, y me sentí feliz por eso, habías dejado tu trabajo para formar parte de la orden, Voldemort había regresado y ya nadie estaba a salvó. En ese tiempo nos conocimos más y mas, tanto que en ese entonces pensé que iba a suceder algo entre nosotros pero para mi desgracia -quizá no tanta- el día de la última prueba de los tres magos fuimos a -en el que algún momento fue nuestro hogar- Hogwarts. Y ahí la conociste, apareció Fleur y te terminaste enamorando perdidamente de ella, un año después le propusiste matrimonio y claramente ella acepto y eso nos lleva a este punto, a este día. Me duele, joder, duele mucho puedo decirte que rompiste mi corazón por tercera vez pero ahora que lo pienso ¿En verdad lo hiciste? O ¿lo hice yo por querer algo con una persona a la que nunca fui capaz de decirle las cosas en la cara?
No me verás en tu boda y por eso es que decidí escribir esto, se que no seré capaz de entregarla hoy, probablemente la leas cuando esté muy lejos o si es que no sobrevivo a la guerra que se aproxima. Y solo quiero decirte que te cuides y que me siento destrozadamente feliz por ti.
Y sobre todo quiero agradecerte por darle un poco de luz a toda la oscuridad con tu boda.
Con cariño Iris.
Adiós."
- 2:
- —¡JAMES! —Adhara la melliza de James, grito.
—¿Qué se te ofrece? — Un James sonriente se acercándose a su hermana quien lo fulminaba con la mirada.
—¿Qué le hiciste a mi habitación?
—¿Yo? — se señaló a el mismo con cara de asombro. —Solo la redecore, vamos Looney no te eh visto dos años y medio y ¿solo me gritas? Solo la redecore, soy un buen hermano lo sé.
—Pues si tú lo dices. — Adhara recogió una envoltura de chocolate que estaba bajo su cama y vio a James con cara seria—. Peter estuvo aquí ¿cierto?
—Y también Sirius y Remus y obviamente el más guapo de todos, James.
—Más bien el más feo. — se colocó frente a él y abrió sus brazos— ahora abrázame— se dieron un gran abrazo— Te extrañe grandísimo idiota.
—Que cariño me tienes, también te extrañe.
—¿Dónde están ellos?
—Seguramente en su habitación, ¿no has ido a verlos?
—¿En serio James? Lo primero que hice fue venir a mi habitación y encontrar todo este desastre. —la chica se encamino hacia la habitación de sus padres, tocando y recibiendo un "pase" por parte de una mujer.
—Hola ¿Cómo te sientes mamá? — Adhara fue directamente hacia donde estaba su madre, recostada, había una enfermedad mágica que estaba matando a algunos magos y lamentablemente su madre la tenía.
—Mucho mejor que ahora estas aquí querida, ¿Cómo te fue en Beauxbatons?
—Todas las unas niñas mimadas, madre es todo lo contrario a lo que me gusta pero este año iré a Hogwarts ¿cierto?
—Siempre y cuando tu quieras.
—¿Y papá?
—Fue por unas flores, ya sabes cómo es.
Semanas después.
Adhara se encontraba recostada junto a su hermano, estaba emocionada por poder estar -por fin después de mucho tiempo- en Hogwarts, su hermano le había dicho que era muy hermoso y que la mejor casa era la de Gryffindor.
Tocaron la puerta del cuarto de James, indicando que sus tres grandes amigos habían llegado.
Ambos hermanos se sentaron sobre la cama de James y esperaron a que entraran.
—¡Cornamenta! ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —el primero en hablar fue Sirius quien abrazo a James haciendo ambos cayeran en la cama y Adhara callera de la cama.
—Oh si hola Sirius ¿me extrañaste? Yo a ti si— Adhara se levantó y se avento sobre Sirius.
—Miren a quien tenemos aquí, a la pequeña Potter.
—Soy más grande que tú.
—Claro que no.
—Tienes razón.
Escucharon unas risas en que provenían de la puerta y los tres voltearon.
—Oh más gente, ¡Hola! —Adhara se acercó a la puerta y saludo a primero a un chico un poco rechoncho. — Soy Adhara Potter—tomo la mano del chico de alado— Un gusto.
—Peter Pettigrew
—Remus Lupin.
Adhara
Cinco meses han pasado desde el día en el que lo conocí, no se cómo es que paso pero no puedo sacarlo de mi mente, trato pero simplemente no puedo, quizá sea su lindo olor a chocolate o quizá sea el olor de su champú de coco.
—¿Me estas escuchando, Adhara? — escuche a James, no era la primera vez que me perdía en mis pensamientos gracias a Lunatico.
—Lo siento, no te puse atención ¿Qué decías?
—Te estaba contando de la nueva broma que haremos.
—Oh si claro, yo estoy de acuerdo— dije mientras comenzaba a caminar directo a él gran comedor,
—Deberías de decirle. —Pare bruscamente haciendo que James chocara contra mí.
—¿De que hablas? — lo mire, era obvio que sabía de que hablaba.
—De lunático, deberías de decirle Looney, ¿crees que no me eh dado cuenta de cómo lo miras? o ¿de cómo te mira él?
—No es el momento.
—Adhara— se colocó frente a mí— ¿Cuándo será el momento? Si no le dices ahora, quizá nunca lo hagas recuerda que se aproxima una guerra. No sabes si el sobreviva o si tú lo haces.
—Le diré algún día James, lo prometo.
31 de octubre, 1981
Aun no puedo creer que Sirius haya traicionado a James, estoy segura de que no fue el, lo siento dentro de mí era como nuestro hermano.
—Remus— le llame, el me vio — sé que no es el lugar ni el momento, sé que en cualquier momento va llegar Voldemort, pero tengo que decirlo, todo empezó desde el maldito día en el que te conocí, te convertiste en alguien muy importante para mí, no solo eres mi mejor amigo te amo, amo que tengas esa extraña costumbre que darle chocolates a quien este mal aunque no los conozcas, y amo tu olor y tu sonrisa, tus ojos, amo las cicatrices que tienes porque has demostrado que has luchado por contenerte y no dañar a nadie yo solo quería decirlo antes de que to...— No pude terminar ya que sus labios chocaron contra los míos, no hacía falta decir nada para entendernos, hubiese sido un momento perfecto si no hubiera una guerra afuera. Sentí una punzada en la boca del estómago haciendo que me separa de el sabía lo que había pasado cuando mire mi muñeca y la pulsera que James me había dado se había roto, sabía lo que significaba e involuntariamente mis ojos se llenaron de lágrimas, una lagrima cayo seguida por otras, un grito salió de mi boca.
La guerra había terminado y aun con lágrimas en los ojo, tome la forma animaga que tenía, un lobo, ahí se encontraba Remus y Sirius, los mire por última vez y corrí, corrí todo lo que mis patas podían. No se cuánto tiempo paso, sabía que tenía que empezar desde cero.
Años después.
Catorce años han paso desde que decidí alejarme, dejar a Remus y a Harry solos. Me había enterado de que Sirius había escapado de Askaban dos años antes, si mis cálculos son correctos Harry debería estar su quinto curso, tiempos oscuros se acercan nuevamente aunque el ministro diga lo contrario, sabia donde se encontraban las personas más importantes para mí, en la "orden del fénix" debía ir ahí, sabia como entrar, y aquí estoy frente a la puerta que da directamente al comedor ya no podía retroceder y ser nuevamente una cobarde, tenía que ser valiente enfrentar lo que viniera, por James, por Lily, por Harry... Por Remus.
—Pero armar su ejército, no es lo único que le importa— alguien carraspeo— creemos que Voldemot busca algo más...
—Sirius— no se de quien es esa voz, pero me había alegrado saber que Sirius estaba ahí...
—Algo que...le falto la última vez.
—Algo como.. .¿Cómo un arma? —Por un momento por mi mente paso que James estaba ahí dentro, pero era claro que no, él era indiscutiblemente Harry.
—¡No! Ya basta, es solo un niño...—era hora de entrar.
—El ya no es un niño— dije pasando la puerta, Sirius volteo rápidamente, valla que había cambiado. Se levantó de su haciendo y se dirigió hacia mí, se detuvo un momento y me abrazo, exactamente lo que no quería, lagrimas empezaron a salir de mis ojos— Perdón— y como si por primera vez mis brazos reaccionaron me aferre a el—Perdón Sirius, no debí dejarlos solos, fui tan débil, no fue una digna Gryffindor.
—Fuiste valiente, yo hubiera hecho lo mismo pero claro es mejor un perro— reí y me separe, me quede quita al verlo, no seguía igual, claro está todos hemos cambiado.
—¿Quieres un poco de chocolate? — sonreí y asentí, se acercó me extendió un poco de chocolate y lo abrace, lo abrace como si nunca lo quisiera soltar y de cierta manera, era verdad, había regresado y esta vez no iba irme, iba a estar a su lado.
Vi a un lado y es como si hubiera visto a James, sonreí, me seque una lágrima y me acerque a el chico de gafas quien me veía confundido.
—Adhara Potter. — y lo abrace.
¡Hola! ¿Como estas? mi nombre es Malena, puedes decirme Malú si gustas, o como quieras. Solo aquí te dejo lo que pediste y en verdad llamo mucho mi atención este tema.
Adios.
saturno
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
Cornamenta. escribió: nombres: Minly Jensen; Jesse Dixon
representantes: Ebba Zingmak; Miles Heizer.
escritos:
- 1:
"Recuerdo con exactitud la primera vez que te vi, 1986, 12 de diciembre. Ese día era el cumpleaños de mi entonces mejor amigo, Charles o como todos solíamos decirle: Charlie. Estábamos saliendo del gran comedor y también recuerdo que en ese momento estábamos teniendo una 'pequeña discusión' por que el no quería hacer nada pero ¿Cómo dominios no quería que le hiciéramos nada si era uno de los 'chicos más deseados' en ese momento? Claramente yo no lo veía de ese modo, para mi siempre fue mi mejor amigo. Me había dicho que su hermano estaba estudiando en Hogwarts, irónico ¿No? Jamás en la vida te había visto, ni una sola vez, aún no entiendo el ¿por qué? y para serte sincera, ya no me interesa saber. Quizá fue el destino o simple casualidad cuando llegamos a la común y tú ibas saliendo, nos viste y solo dijiste "Oh Charlie te estaba buscando, fui a tu dormitorio solo quería desearte un feliz cumpleaños' y en ese momento me miraste '¿Tú novia, Charles?' y me sonreíste y en ese momento supe que tú ibas a ser mi perdición. Yo solo reí y te dije 'No, es mi mejor amigo', estiraste tu mano, yo la tomé y dijiste 'William Weasley', 'mi hermano' dijo Charlie 'Iris Hangs', soltaste mi mano gracias a que tu hermano me jalo un poco hacia el 'Puedes decirme Bill'.
En el transcurso de tus dos años para terminar Hogwarts, siempre me escabullía en las noches para poder verte solo una vez me viste pero fue como si no lo hubieras hecho. En ese momento te agradecí, un año después de eso nuestra amistad fue mejorando, el día que te nombraron premio anual te abrace, te abrace porque me sentía feliz porque eso era una de las cosas que más esperabas de ese año, pero en ese año rompiste mi corazón por primera vez. Me dijiste que tenías novia que no era nada serio pero que no querías terminar Hogwarts solo pero ¿nunca te diste cuenta de que ahí estaba yo? ¿Por qué? ¿Tan poca cosa era? ¿recuerdas que en ese momento me enoje? Dejamos de hablar seis meses, y en esos meses te extrañe. Y dolía, verte dolía, dolía verte abrazando a ella, ver cómo la besabas, la forma en la que la mirabas. No pude estar más tiempo enojada contigo así que fui a pedirte perdón te dije que me alegraba por ti, y que si tu eras feliz yo sería feliz, juro que en ese momento me prometí olvidarte. Lo intente demasiado, y lo logré. Pero para ese entonces, el momento en el que te había superado, se había terminado el año, te tenías que ir y olvide que era tu último año.
Cuando Charlie, Percy y yo recibimos nuestras cartas, estábamos en la madriguera y me sorprendió que no hubiera llegado tu carta, y en ese momento dijiste que te irías a Egipto, que habías conseguido trabajo en Gringotts y ahí rompiste mi corazón por segunda vez y ahora que lo pienso ¿Realmente lo hiciste? Me refiero a ¿Realmente saliste de mi mente? Quizá solo creí que lo habías hecho. Dijiste que me mandarías cartas cada semana y así fueron los primero tres meses después, despareciste de mi vida, pero no mi mente.
En mi último año en Hogwarts mi relación con Charlie había cambiado y es que a uno de los gemelos se le ocurrió decir que si era novia de Charlie, y que a Charlie le gustaba desde que teníamos 13 años, al principio creí que era solo una broma más de los gemelos y de Charlie, por mí mente paso que Peeves tenía algo que ver, pero todos esos pensamientos desaparecieron cuando unos cuantos meses después Charlie mi beso. Y ahí se arruino nuestra amistad. No volvió a hablarme, salimos de Hogwarts el se fue a Rumanía, y no volví a saber de él.
Mi vida cambio completamente cuando empecé a ser Auror, mi trabajo sonaba -para mi- tan patético comprado con el de ustedes, pero me gustaba hacerlo.
En 1995 regresaste, y me sentí feliz por eso, habías dejado tu trabajo para formar parte de la orden, Voldemort había regresado y ya nadie estaba a salvó. En ese tiempo nos conocimos más y mas, tanto que en ese entonces pensé que iba a suceder algo entre nosotros pero para mi desgracia -quizá no tanta- el día de la última prueba de los tres magos fuimos a -en el que algún momento fue nuestro hogar- Hogwarts. Y ahí la conociste, apareció Fleur y te terminaste enamorando perdidamente de ella, un año después le propusiste matrimonio y claramente ella acepto y eso nos lleva a este punto, a este día. Me duele, joder, duele mucho puedo decirte que rompiste mi corazón por tercera vez pero ahora que lo pienso ¿En verdad lo hiciste? O ¿lo hice yo por querer algo con una persona a la que nunca fui capaz de decirle las cosas en la cara?
No me verás en tu boda y por eso es que decidí escribir esto, se que no seré capaz de entregarla hoy, probablemente la leas cuando esté muy lejos o si es que no sobrevivo a la guerra que se aproxima. Y solo quiero decirte que te cuides y que me siento destrozadamente feliz por ti.
Y sobre todo quiero agradecerte por darle un poco de luz a toda la oscuridad con tu boda.
Con cariño Iris.
Adiós."
- 2:
—¡JAMES! —Adhara la melliza de James, grito.
—¿Qué se te ofrece? — Un James sonriente se acercándose a su hermana quien lo fulminaba con la mirada.
—¿Qué le hiciste a mi habitación?
—¿Yo? — se señaló a el mismo con cara de asombro. —Solo la redecore, vamos Looney no te eh visto dos años y medio y ¿solo me gritas? Solo la redecore, soy un buen hermano lo sé.
—Pues si tú lo dices. — Adhara recogió una envoltura de chocolate que estaba bajo su cama y vio a James con cara seria—. Peter estuvo aquí ¿cierto?
—Y también Sirius y Remus y obviamente el más guapo de todos, James.
—Más bien el más feo. — se colocó frente a él y abrió sus brazos— ahora abrázame— se dieron un gran abrazo— Te extrañe grandísimo idiota.
—Que cariño me tienes, también te extrañe.
—¿Dónde están ellos?
—Seguramente en su habitación, ¿no has ido a verlos?
—¿En serio James? Lo primero que hice fue venir a mi habitación y encontrar todo este desastre. —la chica se encamino hacia la habitación de sus padres, tocando y recibiendo un "pase" por parte de una mujer.
—Hola ¿Cómo te sientes mamá? — Adhara fue directamente hacia donde estaba su madre, recostada, había una enfermedad mágica que estaba matando a algunos magos y lamentablemente su madre la tenía.
—Mucho mejor que ahora estas aquí querida, ¿Cómo te fue en Beauxbatons?
—Todas las unas niñas mimadas, madre es todo lo contrario a lo que me gusta pero este año iré a Hogwarts ¿cierto?
—Siempre y cuando tu quieras.
—¿Y papá?
—Fue por unas flores, ya sabes cómo es.
Semanas después.
Adhara se encontraba recostada junto a su hermano, estaba emocionada por poder estar -por fin después de mucho tiempo- en Hogwarts, su hermano le había dicho que era muy hermoso y que la mejor casa era la de Gryffindor.
Tocaron la puerta del cuarto de James, indicando que sus tres grandes amigos habían llegado.
Ambos hermanos se sentaron sobre la cama de James y esperaron a que entraran.
—¡Cornamenta! ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —el primero en hablar fue Sirius quien abrazo a James haciendo ambos cayeran en la cama y Adhara callera de la cama.
—Oh si hola Sirius ¿me extrañaste? Yo a ti si— Adhara se levantó y se avento sobre Sirius.
—Miren a quien tenemos aquí, a la pequeña Potter.
—Soy más grande que tú.
—Claro que no.
—Tienes razón.
Escucharon unas risas en que provenían de la puerta y los tres voltearon.
—Oh más gente, ¡Hola! —Adhara se acercó a la puerta y saludo a primero a un chico un poco rechoncho. — Soy Adhara Potter—tomo la mano del chico de alado— Un gusto.
—Peter Pettigrew
—Remus Lupin.
Adhara
Cinco meses han pasado desde el día en el que lo conocí, no se cómo es que paso pero no puedo sacarlo de mi mente, trato pero simplemente no puedo, quizá sea su lindo olor a chocolate o quizá sea el olor de su champú de coco.
—¿Me estas escuchando, Adhara? — escuche a James, no era la primera vez que me perdía en mis pensamientos gracias a Lunatico.
—Lo siento, no te puse atención ¿Qué decías?
—Te estaba contando de la nueva broma que haremos.
—Oh si claro, yo estoy de acuerdo— dije mientras comenzaba a caminar directo a él gran comedor,
—Deberías de decirle. —Pare bruscamente haciendo que James chocara contra mí.
—¿De que hablas? — lo mire, era obvio que sabía de que hablaba.
—De lunático, deberías de decirle Looney, ¿crees que no me eh dado cuenta de cómo lo miras? o ¿de cómo te mira él?
—No es el momento.
—Adhara— se colocó frente a mí— ¿Cuándo será el momento? Si no le dices ahora, quizá nunca lo hagas recuerda que se aproxima una guerra. No sabes si el sobreviva o si tú lo haces.
—Le diré algún día James, lo prometo.
31 de octubre, 1981
Aun no puedo creer que Sirius haya traicionado a James, estoy segura de que no fue el, lo siento dentro de mí era como nuestro hermano.
—Remus— le llame, el me vio — sé que no es el lugar ni el momento, sé que en cualquier momento va llegar Voldemort, pero tengo que decirlo, todo empezó desde el maldito día en el que te conocí, te convertiste en alguien muy importante para mí, no solo eres mi mejor amigo te amo, amo que tengas esa extraña costumbre que darle chocolates a quien este mal aunque no los conozcas, y amo tu olor y tu sonrisa, tus ojos, amo las cicatrices que tienes porque has demostrado que has luchado por contenerte y no dañar a nadie yo solo quería decirlo antes de que to...— No pude terminar ya que sus labios chocaron contra los míos, no hacía falta decir nada para entendernos, hubiese sido un momento perfecto si no hubiera una guerra afuera. Sentí una punzada en la boca del estómago haciendo que me separa de el sabía lo que había pasado cuando mire mi muñeca y la pulsera que James me había dado se había roto, sabía lo que significaba e involuntariamente mis ojos se llenaron de lágrimas, una lagrima cayo seguida por otras, un grito salió de mi boca.
La guerra había terminado y aun con lágrimas en los ojo, tome la forma animaga que tenía, un lobo, ahí se encontraba Remus y Sirius, los mire por última vez y corrí, corrí todo lo que mis patas podían. No se cuánto tiempo paso, sabía que tenía que empezar desde cero.
Años después.
Catorce años han paso desde que decidí alejarme, dejar a Remus y a Harry solos. Me había enterado de que Sirius había escapado de Askaban dos años antes, si mis cálculos son correctos Harry debería estar su quinto curso, tiempos oscuros se acercan nuevamente aunque el ministro diga lo contrario, sabia donde se encontraban las personas más importantes para mí, en la "orden del fénix" debía ir ahí, sabia como entrar, y aquí estoy frente a la puerta que da directamente al comedor ya no podía retroceder y ser nuevamente una cobarde, tenía que ser valiente enfrentar lo que viniera, por James, por Lily, por Harry... Por Remus.
—Pero armar su ejército, no es lo único que le importa— alguien carraspeo— creemos que Voldemot busca algo más...
—Sirius— no se de quien es esa voz, pero me había alegrado saber que Sirius estaba ahí...
—Algo que...le falto la última vez.
—Algo como.. .¿Cómo un arma? —Por un momento por mi mente paso que James estaba ahí dentro, pero era claro que no, él era indiscutiblemente Harry.
—¡No! Ya basta, es solo un niño...—era hora de entrar.
—El ya no es un niño— dije pasando la puerta, Sirius volteo rápidamente, valla que había cambiado. Se levantó de su haciendo y se dirigió hacia mí, se detuvo un momento y me abrazo, exactamente lo que no quería, lagrimas empezaron a salir de mis ojos— Perdón— y como si por primera vez mis brazos reaccionaron me aferre a el—Perdón Sirius, no debí dejarlos solos, fui tan débil, no fue una digna Gryffindor.
—Fuiste valiente, yo hubiera hecho lo mismo pero claro es mejor un perro— reí y me separe, me quede quita al verlo, no seguía igual, claro está todos hemos cambiado.
—¿Quieres un poco de chocolate? — sonreí y asentí, se acercó me extendió un poco de chocolate y lo abrace, lo abrace como si nunca lo quisiera soltar y de cierta manera, era verdad, había regresado y esta vez no iba irme, iba a estar a su lado.
Vi a un lado y es como si hubiera visto a James, sonreí, me seque una lágrima y me acerque a el chico de gafas quien me veía confundido.
—Adhara Potter. — y lo abrace.
¡Hola! ¿Como estas? mi nombre es Malena, puedes decirme Malú si gustas, o como quieras. Solo aquí te dejo lo que pediste y en verdad llamo mucho mi atención este tema.
Adios.
aceptada
Hola, Malú. Mucha suerte, corazón
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
¡Kaaaaaaaaarls! Bienvenida de regreso al foro,
roman.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
roman. escribió:
¡Kaaaaaaaaarls! Bienvenida de regreso al foro,estábamos en Fraternity juntos, pero murió lolvi el tema pasar, y estoy debatiendo si tratar de audicionar o no a esta NC... Me parece una idea muy interesante, y que buscaba por aquí en el foro, soooooo... ¿Tienes alguna fecha aproximada para cierre de audiciones? Quizá para entonces ya logre decidirme lol [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¡Romaaaaan! Gracias,
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
¡Perfecto! Si me decido, verás mi ficha por aquí para el fin de semana, bc no tengo nada nuevo escrito.
roman.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
roman. escribió:
¡Perfecto! Si me decido, verás mi ficha por aquí para el fin de semana, bc no tengo nada nuevo escrito.
No te preocupes, cualquier escrito es bueno estaré esperando
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
Me parece que desde el año pasado no he audicionado para nada. ¿Hola? ¡Quiero participar!
No creoque te acuerdes de mí, Karla, pero yo sí me acuerdo de vos
No creoque te acuerdes de mí, Karla, pero yo sí me acuerdo de vos
esuvuma
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
esuvuma escribió:Me parece que desde el año pasado no he audicionado para nada. ¿Hola? ¡Quiero participar!
No creoque te acuerdes de mí, Karla, pero yo sí me acuerdo de vos
¡Hola! Efectivamente no me acuerdo de ti, lo siento
Espero tu ficha, cariño.
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
—Representantes: Dua Lipa; Manu Ríos (je).
—Nombres: Geraldine "Babe" Ferri; Aaron Sthephan Filds.
—Escrito:
- a ver, a ver:
- Tirada ahí, en esa cama gastada y maloliente, que era dura y delgada, Melannie se sintió aburrida. No sabía qué hacer para entretenerse, el sueño se le había ido, sus músculos vibraban en busca de más lugares por recorrer y sus ojos anhelaban observar a aquellas peculiares criaturas que se llamaban a sí mismos, magos. Tan diferentes eran a ella... le costaba creer que de verdad eran iguales, con esos trajes extravagantes, con modales extraños, con esos toques diferentes en sus cuerpos; algunos tenían la piel que, perlada por el sudor, brillaban en colores extraños, otros, sus cabellos eran los acaparadores de atención por ser vibrantes y alejados de la monotonía de los simples gúnnares. La mujer que le había probado los moldes para su uniforme tenía pecas violáceas sobre su tez oscura. Kuttchannan decía que esa clase de magos eran como las personas negras en su país, habían conseguido ser tratados con respeto e igualdad hace décadas pero aún continuaban cosechando y sembrando viejos rencores racistas. Ellos eran diferentes; físicamente, tenían apariencias más llamativas y exóticas; biológicamente, soportaban menos horas de trabajo y sus poderes fluían de manera aún desconocida para algunos. Sin embargo, sus cuerpos se adaptaban a casi todos los lugares en poco tiempo, soportaban fuertes temperaturas y eran resistentes. No se lastimaban, no sangraban fácil, pero se agotaban en un suspiro.
No le hubiera molestado en absoluto parecerse a ellos, cambiar el común marrón en sus ojos por algún color mejor, la figura de su cuerpo insulsa, aun para su edad, por un físico esbelto y fuerte como el de ciertas niñas brujas que no parecían mayores que ella. Disgustada por el camino de sus pensamientos, se levantó de la cama y observó su reflejo en el mugriento espejo de la habitación. Pasó una mano por su cabello, lacio y brillante, pensando. Necesitaba un cambio de imagen, uno que le quedara bien y pudiera hacerlo sola. Abrió cajones del cambiador, había muchísimos, no encontró ninguna tijera, pero sí un viejo cuchillo oscuro. Del mango, lo estudió como si supiera de cuchillas, decidiendo si tenía el filo suficiente para confiarle mechones de su cabeza. Tomó un poco del cabello que caía en su rostro y lo deslizó por el dorso del cuchillo, sintió como cada hebra se cortaba, como algunas tiraban y dolían como un pellizco. El cabello muerto, dejó de tensarse en su mano y cayó. El mechón que cortó volvió hasta su rostro, ligero y diagonal. Se observó en la ventana de la habitación, que se reflejaba más que en el viejo espejo. Le gustaba como le quedaba, averiguar cómo haría para que todo su cabello estuviera a la misma altura, sería algo que le tomaría el día entero hasta que Kuttchannan volviera de dar vueltas. Sonrió a la ventana con satisfacción y echó el ojo en las callecitas del Rategon. Fue cuando lo vio.
Kuttchannan estaba caminando debajo de su ventana, con su abrigo de pesada tela balanceándose en el viento cada vez que esquivaba a alguien. Había pocas personas transitando en ese lugar, eran las suficientes para que no le permitieran cruzar recto por la calle, entonces se dedicaba a apurar el paso en cuanto pudiera y rodear sin tocar a ninguno. Apenas podía adivinar la expresión del rostro ajeno, estaba en el primer piso de esa pensión de habitaciones sin fin, la distancia no era el problema sino, la vista de Melannie, mientras más lejos estaba el objetivo, menos podía distinguirlo. Supuso que sonreía, una acción extraña en él, desde que lo conoció jamás largo una más que una mueca de gracia.
Curiosa por dónde se dirigía el hombre, dejó el cabello en el cambiador y lo aplastó con el cuchillo. Tomó una de sus cintas para el pelo y se lo ató con sencillez. Algunos cabellos del mechón cortado resbalaron de su cinta, así que los colocó detrás de su oreja. Aseguró los cordones de sus zapatillas y echó una mirada a la ventana, preguntándose si Kuttchannan ya había llegado a destino. Salió de la habitación manoteando su varita y el arnés con funda que había conseguido. Corrió escaleras abajo, asegurando las correas del arnés y desatando la campera de su cintura. Se puso la capucha y subió el cierre en el momento en que volvía a meterse en el callejón, corriendo con una sonrisa traviesa en sus labios, en busca del joven que había ido hasta Chicago por ella.
- a ver, a ver x2:
- Estaba apoyada contra el cristal de la ventana de aquel local, tan aburrida que debía ser considerado un pecado y un delito, respirando y empañando el cristal a la vez. Su dedo índice tamborileaba contra la madera del marco, creando sonidos sin ningún tipo de coordinación melódica. Podía sentir el pulso de sus latidos vibrando entre la vena de su sien y el vidrio en el que descansaba. Oía el sonido del reloj marcando cada minuto que pasaba, sus pies se movían con el compás casi invisible del minutero mientras colgaban relajados sobre el borde del sillón donde estaba sentada.
La tienda tenía dibujos extraños enmarcados por todos lados. Había partes en las paredes que lucían un aspecto extraño, sin nada de decoración y unos largos surcos oscuros que parecían arañazos gigantescos. Ninguna persona entraba al local, los sonidos del exterior se amortiguaban en las espesas paredes de madera y las motas de polvo flotaban en el aire. En el suelo había una jaula de metal que contenía lo que le parecían pollitos de gallinas obesas y llenas de pequeñas plumas coloridas. Cada vez que se movían entre ellas, dejaban que el aire del lugar hiciera flotar algunas plumas. Cuando una de ellas llegó a posarse en su rodilla, sopló tan fuerte que flotó hasta aterrizar en el suelo.
Comenzaba a hartarse de estar esperando, y eso que su paciencia era bastante grande. Se acomodó en la ventana, de nuevo y observó cómo Eva, su madre, aún cargaba más y más chucherías en sus pequeñas manos. Objetos extraños que seguramente no le permitirían sacar del Rategon Galley ni pasar por una aduana. No podía decirle nada, su madre estaba tan emocionada con todas las monedas de oro que había cambiado por dólares que pretendía llevarse la tienda completa. Tal vez, esas chucherías ni funcionaban o estaban dañadas y por eso las vendían a precios tan bajos, o a lo que a ella le parecía precios bajos. La verdad es que no entendía la economía de las monedas de oro y bronce o cómo era que funcionaban sin billetes y números en ellos. Sólo sabía que un billete de 100 dólares eran algunas monedas doradas, pocas para ser la misma cantidad que la cifra y demasiadas para ser más de veinte.
—¿Te parece que esto le guste a tu abuela? —Eva le preguntó sosteniendo en su mano un objeto muy afelpado que se movía con violencia.
Hizo una mueca.
—Creo que no sería bueno llevarle recuerdos de este lugar a la familia, mamá.
La mujer le sacó la lengua y soltó de repente todos los objetos que tenía en sus manos. Cayeron al suelo, algunos chirriaron, otros sonaron como juguetes para mascotas y unos pocos escaparon de cualquier agarre que Eva pudiera darle. Tenían colores brillantes, texturas extrañas y, creyó oír que alguna de las chucherías, lanzaba una melodía leve.
El ruido de una campanilla sonó en la tienda. Ella se volteó a ver de quién se trataba y con un suspiro de alivio notó que Nikoletha avanzaba hacia ella. Con la cabeza gacha y el cabello rojo naranja, muy corto y muy lacio, balanceándose por arriba de sus hombros. Su cabeza parecía una pequeña e intensa llama que contrastaba con el color azul del vestido que usaba, lapislázuli, según lo que la propia chica le había comentado. Era uno de los colores favoritos que tenía, después de ciertos verdes y amarillos que parecían tener que estar muy contralados en tonalidades para que no aplacaran un el color de su piel o de su cabello.
Todo eso había logrado aprender sobre su escolta desde que se topó con ella cerca de su hogar. Al principio no hablaba demasiado, sólo lo justo y necesario, luego de algunos largos intentos por su parte supo más que su nombre, más que de dónde venía. Nikoletha era una mujer adulta, bastante joven para el trabajo que tenía, pero tenía un carácter trémulo, al principio le daba miedo la manera en que solía mirarla cuando no prestaba atención. La miraba cómo si fuera una abominación, algo que estaba mal, como si tuviera la culpa de algo que desconocía y eso fuera la peor ofensa para ella. Tenía ojos grises, neutros y opacos, a veces creía que podía notar cómo cambiaban de color por las emociones que su cuerpo expresaba. No eran más que alucinaciones suyas, pues la joven parecía muy normal en muchos aspectos.
Nikoletha la miró la dedicó una media sonrisa de disculpa. Estaban adentro de esa tienda porque ella les había dicho que debía de buscar a alguien antes de seguir ayudándole a elegir todas las cosas que debía comprar. Nadie estaba acompañándola, por lo que supuso que aquella persona misteriosa no hubiera podido ser contactada y, aún peor, por su culpa estuvo aburriéndose a morir en esa tienda de chucherías sin comprar nada realmente. De repente, tuvo ganas de patear una espinilla imaginaria.
—Lamento la tardanza, Meloddie. —Se disculpó—. Pensé que la había visto… pero no era ella.
Le dedicó una sonrisa.
—No te preocupes, no hay nada de qué disculparse.
Meloddie se levantó del sillón y estiró sus brazos tanto como su cuerpo se lo permitía. Algo sonó por ahí, y sus músculos vibraron al ser estirados. Relajó los hombros al bajar sus brazos, respiró un par de veces para calmarse un poco y con las palmas tocó el suelo, sin mover sus piernas que se mantenían estiradas. Su columna crujió un poco, liberándose y ahí volvió a su posición normal. Movió el cuello mientras avanzaba, arreglando su falda, poniéndola de nuevo en su cadera y estirando su blusa de volados. Esperar demasiado, lograba ponerla de mal humor, de un humor tan seco y desagradable que terminaba rogándole a su madre Eva que la castigue. Con un bostezo, tomó uno de sus rizos y metió su dedo en él, lo estiró y lo comprimió.
Dio unos pasos cortos hasta Nikoletha y la miró, alzando su cabeza para observarle el rostro pecoso y pálido. Esperaba que le dijera qué tendrían que hacer luego de salir de esa tienda. Ansiaba el momento de buscar su propio uniforme, que se lo midieran y mostraran las telas con las que lo confeccionarían, justo como le habían contado que hacían en el lugar dónde se dirigían. Tenía cierta curiosidad por ir hasta el lugar dónde permitían comprar las varitas a los niños, aunque Nikoletha le había explicado que podía elegir aprender la magia manual o mental en vez de arrastrar un palillo por toda su vida. O podrían visitar los locales de mascotas mágicas, también le eran interesantes.
—¿Señora Stepwalley? Ya nos vamos. —Nikoletha se acercó a Eva y con lentitud le quitó todas las cosas que había vuelto a poner en sus brazos.
La mujer se apenó un poco y tomó su bolso, dirigiéndose hasta la puerta de salida. Meloddie la siguió de un salto. Le tomó la mano y le dedicó una sonrisa, divertida, y tal vez algo enternecida, por las ganas que tenía su madre de adquirir algo de ese lugar. Al salir de dieron cuenta que su nombre era Astlon, y era una tienda de objetos mágicos de ocio sólo para magos. Hasta tenía un cartel circular con un símbolo muy raro en una de las esquinas de la vitrina, como los anuncios de alarmas de seguridad en las casa de su barrio. Lo que le llamó la atención de Astlon fue la manera en que se llenó de gente apenas ellas se habían separado unos metros. Unos hombres de abrigo largo y color ciruela sonreían en su dirección, también les hicieron una par de gestos que a Meloddie no le parecieron demasiado agradables. A pesar de todo eso, Eva no se había volteado ni una vez a ver de qué se trataba, ella sólo seguía a Nikoletha sin decir una palabra. Supuso que podría dirigirlas hasta un pozo y su madre se metería en él voluntariamente.
—¿Por qué todas esas personas entraron después que nosotras nos fuimos? —preguntó acusadora.
Nikoletha giró su cabeza para mirarla. Los cabellos rojizos se le pegaron al rostro por una pequeña brisa que soplaba, su ojo derecho quedó cubierto por el cabello, el izquierdo lucía apenado y sin ganas de responder aquella pregunta. Meloddie pensó que tenía una bonita nariz de botón, respingada y pequeña, cubierta de claras pecas que parecían brillar de a momentos, como las estrellas.
—Pues… seguro que Mía podría explicarlo mejor, yo… —Aclaró su garganta, recobrando la postura de un momento de vulnerabilidad que terminó antes que pudiera darse cuenta—. Hay ciertos lugares, y personas, que no les agradan los gúnnares.
“Gúnnares”. Esa palabra. No recordaba qué significaba. Los gúnnares… parecía algo lindo. Como la palabra “algodón”, que sonaba suave y esponjosa. Daba por sentado que Nikoletha la hubiera dicho cientos de veces en su hogar, durante las cenas o a la mañana. Sonaba algo muy común y corriente, lo que podrías decir con tanta facilidad como modular el nombre de un color primario. Y aun así no daba son su relación con la conversación. Tal vez era plantas, u hongos. Tal vez esos magos creían que ellas tenían hongos muy contagiosos y por eso no se les acercaban. Tal vez estaba en la sangre y…
Ah.
Era eso.
Sangre.
Sangre no mágica.
Sangre sucia.
esuvuma
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
esuvuma escribió:
—Representantes: Dua Lipa; Manu Ríos (je).
—Nombres: Geraldine "Babe" Ferri; Aaron Sthephan Filds.
—Escrito:
- a ver, a ver:
Tirada ahí, en esa cama gastada y maloliente, que era dura y delgada, Melannie se sintió aburrida. No sabía qué hacer para entretenerse, el sueño se le había ido, sus músculos vibraban en busca de más lugares por recorrer y sus ojos anhelaban observar a aquellas peculiares criaturas que se llamaban a sí mismos, magos. Tan diferentes eran a ella... le costaba creer que de verdad eran iguales, con esos trajes extravagantes, con modales extraños, con esos toques diferentes en sus cuerpos; algunos tenían la piel que, perlada por el sudor, brillaban en colores extraños, otros, sus cabellos eran los acaparadores de atención por ser vibrantes y alejados de la monotonía de los simples gúnnares. La mujer que le había probado los moldes para su uniforme tenía pecas violáceas sobre su tez oscura. Kuttchannan decía que esa clase de magos eran como las personas negras en su país, habían conseguido ser tratados con respeto e igualdad hace décadas pero aún continuaban cosechando y sembrando viejos rencores racistas. Ellos eran diferentes; físicamente, tenían apariencias más llamativas y exóticas; biológicamente, soportaban menos horas de trabajo y sus poderes fluían de manera aún desconocida para algunos. Sin embargo, sus cuerpos se adaptaban a casi todos los lugares en poco tiempo, soportaban fuertes temperaturas y eran resistentes. No se lastimaban, no sangraban fácil, pero se agotaban en un suspiro.
No le hubiera molestado en absoluto parecerse a ellos, cambiar el común marrón en sus ojos por algún color mejor, la figura de su cuerpo insulsa, aun para su edad, por un físico esbelto y fuerte como el de ciertas niñas brujas que no parecían mayores que ella. Disgustada por el camino de sus pensamientos, se levantó de la cama y observó su reflejo en el mugriento espejo de la habitación. Pasó una mano por su cabello, lacio y brillante, pensando. Necesitaba un cambio de imagen, uno que le quedara bien y pudiera hacerlo sola. Abrió cajones del cambiador, había muchísimos, no encontró ninguna tijera, pero sí un viejo cuchillo oscuro. Del mango, lo estudió como si supiera de cuchillas, decidiendo si tenía el filo suficiente para confiarle mechones de su cabeza. Tomó un poco del cabello que caía en su rostro y lo deslizó por el dorso del cuchillo, sintió como cada hebra se cortaba, como algunas tiraban y dolían como un pellizco. El cabello muerto, dejó de tensarse en su mano y cayó. El mechón que cortó volvió hasta su rostro, ligero y diagonal. Se observó en la ventana de la habitación, que se reflejaba más que en el viejo espejo. Le gustaba como le quedaba, averiguar cómo haría para que todo su cabello estuviera a la misma altura, sería algo que le tomaría el día entero hasta que Kuttchannan volviera de dar vueltas. Sonrió a la ventana con satisfacción y echó el ojo en las callecitas del Rategon. Fue cuando lo vio.
Kuttchannan estaba caminando debajo de su ventana, con su abrigo de pesada tela balanceándose en el viento cada vez que esquivaba a alguien. Había pocas personas transitando en ese lugar, eran las suficientes para que no le permitieran cruzar recto por la calle, entonces se dedicaba a apurar el paso en cuanto pudiera y rodear sin tocar a ninguno. Apenas podía adivinar la expresión del rostro ajeno, estaba en el primer piso de esa pensión de habitaciones sin fin, la distancia no era el problema sino, la vista de Melannie, mientras más lejos estaba el objetivo, menos podía distinguirlo. Supuso que sonreía, una acción extraña en él, desde que lo conoció jamás largo una más que una mueca de gracia.
Curiosa por dónde se dirigía el hombre, dejó el cabello en el cambiador y lo aplastó con el cuchillo. Tomó una de sus cintas para el pelo y se lo ató con sencillez. Algunos cabellos del mechón cortado resbalaron de su cinta, así que los colocó detrás de su oreja. Aseguró los cordones de sus zapatillas y echó una mirada a la ventana, preguntándose si Kuttchannan ya había llegado a destino. Salió de la habitación manoteando su varita y el arnés con funda que había conseguido. Corrió escaleras abajo, asegurando las correas del arnés y desatando la campera de su cintura. Se puso la capucha y subió el cierre en el momento en que volvía a meterse en el callejón, corriendo con una sonrisa traviesa en sus labios, en busca del joven que había ido hasta Chicago por ella.
- a ver, a ver x2:
Estaba apoyada contra el cristal de la ventana de aquel local, tan aburrida que debía ser considerado un pecado y un delito, respirando y empañando el cristal a la vez. Su dedo índice tamborileaba contra la madera del marco, creando sonidos sin ningún tipo de coordinación melódica. Podía sentir el pulso de sus latidos vibrando entre la vena de su sien y el vidrio en el que descansaba. Oía el sonido del reloj marcando cada minuto que pasaba, sus pies se movían con el compás casi invisible del minutero mientras colgaban relajados sobre el borde del sillón donde estaba sentada.
La tienda tenía dibujos extraños enmarcados por todos lados. Había partes en las paredes que lucían un aspecto extraño, sin nada de decoración y unos largos surcos oscuros que parecían arañazos gigantescos. Ninguna persona entraba al local, los sonidos del exterior se amortiguaban en las espesas paredes de madera y las motas de polvo flotaban en el aire. En el suelo había una jaula de metal que contenía lo que le parecían pollitos de gallinas obesas y llenas de pequeñas plumas coloridas. Cada vez que se movían entre ellas, dejaban que el aire del lugar hiciera flotar algunas plumas. Cuando una de ellas llegó a posarse en su rodilla, sopló tan fuerte que flotó hasta aterrizar en el suelo.
Comenzaba a hartarse de estar esperando, y eso que su paciencia era bastante grande. Se acomodó en la ventana, de nuevo y observó cómo Eva, su madre, aún cargaba más y más chucherías en sus pequeñas manos. Objetos extraños que seguramente no le permitirían sacar del Rategon Galley ni pasar por una aduana. No podía decirle nada, su madre estaba tan emocionada con todas las monedas de oro que había cambiado por dólares que pretendía llevarse la tienda completa. Tal vez, esas chucherías ni funcionaban o estaban dañadas y por eso las vendían a precios tan bajos, o a lo que a ella le parecía precios bajos. La verdad es que no entendía la economía de las monedas de oro y bronce o cómo era que funcionaban sin billetes y números en ellos. Sólo sabía que un billete de 100 dólares eran algunas monedas doradas, pocas para ser la misma cantidad que la cifra y demasiadas para ser más de veinte.
—¿Te parece que esto le guste a tu abuela? —Eva le preguntó sosteniendo en su mano un objeto muy afelpado que se movía con violencia.
Hizo una mueca.
—Creo que no sería bueno llevarle recuerdos de este lugar a la familia, mamá.
La mujer le sacó la lengua y soltó de repente todos los objetos que tenía en sus manos. Cayeron al suelo, algunos chirriaron, otros sonaron como juguetes para mascotas y unos pocos escaparon de cualquier agarre que Eva pudiera darle. Tenían colores brillantes, texturas extrañas y, creyó oír que alguna de las chucherías, lanzaba una melodía leve.
El ruido de una campanilla sonó en la tienda. Ella se volteó a ver de quién se trataba y con un suspiro de alivio notó que Nikoletha avanzaba hacia ella. Con la cabeza gacha y el cabello rojo naranja, muy corto y muy lacio, balanceándose por arriba de sus hombros. Su cabeza parecía una pequeña e intensa llama que contrastaba con el color azul del vestido que usaba, lapislázuli, según lo que la propia chica le había comentado. Era uno de los colores favoritos que tenía, después de ciertos verdes y amarillos que parecían tener que estar muy contralados en tonalidades para que no aplacaran un el color de su piel o de su cabello.
Todo eso había logrado aprender sobre su escolta desde que se topó con ella cerca de su hogar. Al principio no hablaba demasiado, sólo lo justo y necesario, luego de algunos largos intentos por su parte supo más que su nombre, más que de dónde venía. Nikoletha era una mujer adulta, bastante joven para el trabajo que tenía, pero tenía un carácter trémulo, al principio le daba miedo la manera en que solía mirarla cuando no prestaba atención. La miraba cómo si fuera una abominación, algo que estaba mal, como si tuviera la culpa de algo que desconocía y eso fuera la peor ofensa para ella. Tenía ojos grises, neutros y opacos, a veces creía que podía notar cómo cambiaban de color por las emociones que su cuerpo expresaba. No eran más que alucinaciones suyas, pues la joven parecía muy normal en muchos aspectos.
Nikoletha la miró la dedicó una media sonrisa de disculpa. Estaban adentro de esa tienda porque ella les había dicho que debía de buscar a alguien antes de seguir ayudándole a elegir todas las cosas que debía comprar. Nadie estaba acompañándola, por lo que supuso que aquella persona misteriosa no hubiera podido ser contactada y, aún peor, por su culpa estuvo aburriéndose a morir en esa tienda de chucherías sin comprar nada realmente. De repente, tuvo ganas de patear una espinilla imaginaria.
—Lamento la tardanza, Meloddie. —Se disculpó—. Pensé que la había visto… pero no era ella.
Le dedicó una sonrisa.
—No te preocupes, no hay nada de qué disculparse.
Meloddie se levantó del sillón y estiró sus brazos tanto como su cuerpo se lo permitía. Algo sonó por ahí, y sus músculos vibraron al ser estirados. Relajó los hombros al bajar sus brazos, respiró un par de veces para calmarse un poco y con las palmas tocó el suelo, sin mover sus piernas que se mantenían estiradas. Su columna crujió un poco, liberándose y ahí volvió a su posición normal. Movió el cuello mientras avanzaba, arreglando su falda, poniéndola de nuevo en su cadera y estirando su blusa de volados. Esperar demasiado, lograba ponerla de mal humor, de un humor tan seco y desagradable que terminaba rogándole a su madre Eva que la castigue. Con un bostezo, tomó uno de sus rizos y metió su dedo en él, lo estiró y lo comprimió.
Dio unos pasos cortos hasta Nikoletha y la miró, alzando su cabeza para observarle el rostro pecoso y pálido. Esperaba que le dijera qué tendrían que hacer luego de salir de esa tienda. Ansiaba el momento de buscar su propio uniforme, que se lo midieran y mostraran las telas con las que lo confeccionarían, justo como le habían contado que hacían en el lugar dónde se dirigían. Tenía cierta curiosidad por ir hasta el lugar dónde permitían comprar las varitas a los niños, aunque Nikoletha le había explicado que podía elegir aprender la magia manual o mental en vez de arrastrar un palillo por toda su vida. O podrían visitar los locales de mascotas mágicas, también le eran interesantes.
—¿Señora Stepwalley? Ya nos vamos. —Nikoletha se acercó a Eva y con lentitud le quitó todas las cosas que había vuelto a poner en sus brazos.
La mujer se apenó un poco y tomó su bolso, dirigiéndose hasta la puerta de salida. Meloddie la siguió de un salto. Le tomó la mano y le dedicó una sonrisa, divertida, y tal vez algo enternecida, por las ganas que tenía su madre de adquirir algo de ese lugar. Al salir de dieron cuenta que su nombre era Astlon, y era una tienda de objetos mágicos de ocio sólo para magos. Hasta tenía un cartel circular con un símbolo muy raro en una de las esquinas de la vitrina, como los anuncios de alarmas de seguridad en las casa de su barrio. Lo que le llamó la atención de Astlon fue la manera en que se llenó de gente apenas ellas se habían separado unos metros. Unos hombres de abrigo largo y color ciruela sonreían en su dirección, también les hicieron una par de gestos que a Meloddie no le parecieron demasiado agradables. A pesar de todo eso, Eva no se había volteado ni una vez a ver de qué se trataba, ella sólo seguía a Nikoletha sin decir una palabra. Supuso que podría dirigirlas hasta un pozo y su madre se metería en él voluntariamente.
—¿Por qué todas esas personas entraron después que nosotras nos fuimos? —preguntó acusadora.
Nikoletha giró su cabeza para mirarla. Los cabellos rojizos se le pegaron al rostro por una pequeña brisa que soplaba, su ojo derecho quedó cubierto por el cabello, el izquierdo lucía apenado y sin ganas de responder aquella pregunta. Meloddie pensó que tenía una bonita nariz de botón, respingada y pequeña, cubierta de claras pecas que parecían brillar de a momentos, como las estrellas.
—Pues… seguro que Mía podría explicarlo mejor, yo… —Aclaró su garganta, recobrando la postura de un momento de vulnerabilidad que terminó antes que pudiera darse cuenta—. Hay ciertos lugares, y personas, que no les agradan los gúnnares.
“Gúnnares”. Esa palabra. No recordaba qué significaba. Los gúnnares… parecía algo lindo. Como la palabra “algodón”, que sonaba suave y esponjosa. Daba por sentado que Nikoletha la hubiera dicho cientos de veces en su hogar, durante las cenas o a la mañana. Sonaba algo muy común y corriente, lo que podrías decir con tanta facilidad como modular el nombre de un color primario. Y aun así no daba son su relación con la conversación. Tal vez era plantas, u hongos. Tal vez esos magos creían que ellas tenían hongos muy contagiosos y por eso no se les acercaban. Tal vez estaba en la sangre y…
Ah.
Era eso.
Sangre.
Sangre no mágica.
Sangre sucia.
aceptada
Mucha suerte, corazón
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
+ Nombres: Irina (Nina) Renn | Kian McGregory.
+ Representantes: Gaia Weiss | Alex Høgh A.
- :
Hola de nuevo, dudé muchísimo, pero aquí estoy lol. Espero que, aunque no quede, se lleve a cabo esta NC, bc es muy buena la idea. Y si llego a quedar, prometo dejar mi dosis de "angst" entre estos dos pjs. Bueno, suerte con la NC, y a ver que pasa.
- :
Caes en el duro suelo de concreto, de inmediato puedes sentir como pequeñas gotas de color escarlata surgen de las heridas en las palmas de tus manos, provocadas por el fuerte impacto de tu caída. Tratas de tomar una profunda bocanada de aire, pero no puedes… tu garganta arde como si fuego se encontrase ahí. Limpias tus ojos para poder ver frente a ti, y es tan surreal que vuelves a preguntarte si es un mal sueño, lamentablemente no lo es.
Ambos de los hombres frente a tus ojos, dicen amarte. ¿Es justo hacerle daño a alguien que amas? Te preguntas si es la única forma de que alguien te trate, ¿Cómo puede el amor hacerte sentir tan miserable? Quizá es algo que todos sufren en silencio, en privado, y es parte de amar a otra persona. Pero sigues sin creer que alguien quisiera buscar algo como el “amor”, si éste es así, destructivo como las olas salvajes golpeando contra la bahía, cruel en repetidas ocasiones - más de las que te gustaría admitir- egoísta, al querer a esa persona a tu lado para toda la vida y con nadie más.
El corte en tu labio duele, seguro, pero el hecho de que ambos hombres no le tomaran importancia y siguieran con su riña a “muerte”, duele aún más. Mucha gente dice que sin dolor, no es amor, y que para amar de verdad tiene que doler, tiene que haber dejado una marca permanente en ti. El amor es inseguridades hacia ti mismo y a tu pareja, no puedes evitarlo, es natural. Quizá el amor no es para todos…
Todas tus historias pueden tener un diferente comienzo, un desarrollo completamente opuesto el uno del otro, pero al final, el resultado es siempre el mismo para ti. Con ambas palmas de las manos pulsando y con pequeñas gotas de sangre - ahora esparcidas hasta tu antebrazo - reunes las fuerzas para decir con convicción que, “Si esto es amor, yo no lo quiero”. Y decides dejar de buscarlo, porque simplemente, no vale la pena el dolor.- :
Decir que James había tenido un mal día, era un eufemismo, de verdad. El reloj había comenzado a sonar - con un ruido extremadamente molesto, si se lo preguntan - desde las seis de la mañana, por su ventana se podía ver que era de noche todavía. El chico resopló exasperado, era su rutina habitual, pero aun así, le molestaba demasiado el hecho de tener que levantarse. El agua caliente había dejado de salir de la regadera, por lo tanto, tuvo que reunir todo el valor que pudo, y se aventuró a usar el agua a temperatura normal (que para el clima en Denver, Colorado, eran temperaturas congelantes) nada estaba saliendo como esperaba.
El autobús lo había dejado, esto no era tan raro, James era un desastre en las mañanas y por lo tanto el transporte a menudo terminaba dejándolo a su suerte. Llegó tarde a clases, lo que le costó una llamada de atención (el director era demasiado estricto con él, y ahora que lo piensa, no era justo) y por supuesto, se le encargó una carga más de tarea que el resto de sus compañeros. James al final del día, y por gracia divina, pudo llegar a su departamento con una mochila llena de algo pegajoso, un ojo amenazando con ponerse de un color amoratado en la mañana y una propuesta sucia por parte de una señora de avanzada edad, (James admite que la señora era linda, pero definitivamente la veía como su abuela que como algo más, muchas gracias) dejándolo con un humor que ni siquiera él podía descifrar.
Se puso cómodo mientras comenzaba a buscar algo en su pequeño refrigerador, dejó su mochila en algún lugar del suelo de madera, retiró sus zapatos y comenzando a despojarse de su sudadera con capucha y el resto de la parte superior de su cuerpo. Denver era helado, y mucho más en esta época del año, pero la calefacción era decente en el lugar, por lo tanto no era una molestia el estar sin demasiadas capas de ropa. Tomó su plato con un sándwich y un té helado en su otra mano, y se sentó en el sillón en la sala de estar. Hoy es viernes, y el sol se empezaba a ocultar tras los demás edificios, lo que significaba que tendría algunas hora de sobra antes de tener que comenzar con su ensayo, maldita historia. James dejó su cena de lado y abrió su computadora portátil, puso su lista de música regular en su televisor, y entró en Skype. Alexx estaba en línea, como de costumbre.
La había conocido sin quererlo, había colocado el nombre de usuario erróneo (en realidad, él estaba buscando a un compañero de clase) y después de mandarle un simple: “Hola, ¿Tienes idea de cómo haremos la presentación del Sr. Dawson?” no habían parado de escribirse desde entonces. Alexx era de alguna ciudad de Londres, aunque originaria de México, como él, y Skype era la única forma de contactarla, o al menos la única manera que ella le había dicho que debería hacerlo. Ella era realmente linda, con cabello rosado y pequeñas pecas que podían verse a través de la pantalla de su ordenador. James sonrió ampliamente y abrió su conversación con ella y mandó una videollamada.
— ¡Hey, tú! — resonó la cálida voz de la chica através de las bocinas. Hoy llevaba una gorra azul marino y una camisa de alguna banda antigua. James la saludó con un movimiento de su mano, y una sonrisa grande.
— Estaba empezando a preocuparme, eran pasadas las seis de la tarde y no había señales de tí, ¿Qué pasó? ¿Tu vecino otra vez? — preguntó, realmente sonando curioso. Alexx era la más entusiasmada en mantener sus videollamadas de manera constante, sólo en raras ocasiones, rompía ese hábito.
— En realidad, esta vez fue por mi culpa — James no pudo ignorar el titubeo en su voz al decirlo.
— ¿Y eso por qué fue?
— Mi madre comenzó a llorar, ya sabes, lo usual... — fue el tono en el que lo dijo que el corazón del chico se encogió un poco, James sabía que le dolía ver como su madre sufría, pero Alexx repetía el mismo patrón una y otra vez.
La verdad es que, Alexx no es una hija modelo, o algo de lo más remoto a eso. Las primeras veces que hablaron y pudieron verse “cara a cara”, James pensó que la personalidad de la chica era explosiva y la hacía hablar a mil por hora mientras expresaba sus dudas y lo que le molestaba de la vida. Pero lo cierto es que, aunque la chica lo intenta, no puede dejar de ser un desastre de persona, que mezclado con las altas cantidades de alcohol que ingiere cada día, hacen una combinación poco agradable. La madre de la chica sufre por ella, llora cuando ve a su hija en el estado en el que siempre parece encontrarse, y Alexx pareciera no importarle, pero no puede evitar ser como es. No puede estar sobria por un día, James se da cuenta.
— ¿Qué planeas hacer esta noche? — la chica agradeció por el cambio repentino de tema, y volvió a su actitud anterior: despreocupada y con una gran sonrisa en el rostro, aunque este último gesto, no significara que fuese feliz.
— Ver alguna tonta película, creo… — suspiró profundamente, recostandose sobre el pequeño escritorio en su habitación — ¿Y tú?, ¿qué es lo que el pequeño Jimmy hará esta noche ? — terminó en un tono burlón, Alexx se notaba realmente cansada, a pesar de las cantidades de alcohol que James sabía que corrían por su sangre, seguía viéndose cansada y no como usualmente se ve, llena de preguntas y energía encapsulada en un pequeño cuerpo.
Hablaron por horas, el reloj en la esquina inferior de su pantalla marcaba las 3:23 de la mañana, era realmente tarde. Sus temas de conversación eran muy variados, pero al final, siempre llevaban a lo mismo, las ganas insuperables de Alexx por saber cómo era “el más allá”.
— Siempre quise saber el cómo sería estar en ese lugar, —comenzó, como siempre lo hacía al hablar del tema — apuesto a que la carga de nuestras vidas quedaría olvidada, ¿sabes? Podríamos dejar el mundo atrás, y por fin saber lo que realmente es ser libres — prosiguió con aire ausente, como siempre, sus ojos enmarcados con pequeñas lágrimas, James odiaba verla así —. Si se me diera la oportunidad de conocer ese lugar, la tomaría sin dudarlo, Jimmy. Dejaría de preocuparme de todo esto, y dejaría de sentirme tan pero tan cansada de la vida...
Esta era la verdadera Alexx, la chica insegura y llena de dudas de todo lo que pasa en su vida, la chica que pasó por tanto y recibió tan poco. James quería cruzar el océano que los separaba y llegar hacia ella, pero no podía, las cosas eran complicadas y un boleto de avión parecían imposibles en ese momento. Esta era la chica que llegó de la nada a su vida y la llenó de una nueva perspectiva del mundo. Alexx es una tormenta, llega con fuerza de la nada, aún en un día totalmente soleado, y arrastra con todo lo que pueda a su paso, arrancando casas desde sus cimientos, y cuando llegue el momento de que se esfume, dejará atrás destrucción, caos y una profunda tristeza que jamás podrá ser borrada, aunque se quiera, jamás podrá ser olvidada.
roman.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
roman. escribió:
+ Nombres: Irina (Nina) Renn | Kian McGregory.
+ Representantes: Gaia Weiss | Alex Høgh A.
Hola de nuevo, dudé muchísimo, pero aquí estoy lol. Espero que, aunque no quede, se lleve a cabo esta NC, bc es muy buena la idea. Y si llego a quedar, prometo dejar mi dosis de "angst" entre estos dos pjs. Bueno, suerte con la NC, y a ver que pasa.
Caes en el duro suelo de concreto, de inmediato puedes sentir como pequeñas gotas de color escarlata surgen de las heridas en las palmas de tus manos, provocadas por el fuerte impacto de tu caída. Tratas de tomar una profunda bocanada de aire, pero no puedes… tu garganta arde como si fuego se encontrase ahí. Limpias tus ojos para poder ver frente a ti, y es tan surreal que vuelves a preguntarte si es un mal sueño, lamentablemente no lo es.
Ambos de los hombres frente a tus ojos, dicen amarte. ¿Es justo hacerle daño a alguien que amas? Te preguntas si es la única forma de que alguien te trate, ¿Cómo puede el amor hacerte sentir tan miserable? Quizá es algo que todos sufren en silencio, en privado, y es parte de amar a otra persona. Pero sigues sin creer que alguien quisiera buscar algo como el “amor”, si éste es así, destructivo como las olas salvajes golpeando contra la bahía, cruel en repetidas ocasiones - más de las que te gustaría admitir- egoísta, al querer a esa persona a tu lado para toda la vida y con nadie más.
El corte en tu labio duele, seguro, pero el hecho de que ambos hombres no le tomaran importancia y siguieran con su riña a “muerte”, duele aún más. Mucha gente dice que sin dolor, no es amor, y que para amar de verdad tiene que doler, tiene que haber dejado una marca permanente en ti. El amor es inseguridades hacia ti mismo y a tu pareja, no puedes evitarlo, es natural. Quizá el amor no es para todos…
Todas tus historias pueden tener un diferente comienzo, un desarrollo completamente opuesto el uno del otro, pero al final, el resultado es siempre el mismo para ti. Con ambas palmas de las manos pulsando y con pequeñas gotas de sangre - ahora esparcidas hasta tu antebrazo - reunes las fuerzas para decir con convicción que, “Si esto es amor, yo no lo quiero”. Y decides dejar de buscarlo, porque simplemente, no vale la pena el dolor.
Decir que James había tenido un mal día, era un eufemismo, de verdad. El reloj había comenzado a sonar - con un ruido extremadamente molesto, si se lo preguntan - desde las seis de la mañana, por su ventana se podía ver que era de noche todavía. El chico resopló exasperado, era su rutina habitual, pero aun así, le molestaba demasiado el hecho de tener que levantarse. El agua caliente había dejado de salir de la regadera, por lo tanto, tuvo que reunir todo el valor que pudo, y se aventuró a usar el agua a temperatura normal (que para el clima en Denver, Colorado, eran temperaturas congelantes) nada estaba saliendo como esperaba.
El autobús lo había dejado, esto no era tan raro, James era un desastre en las mañanas y por lo tanto el transporte a menudo terminaba dejándolo a su suerte. Llegó tarde a clases, lo que le costó una llamada de atención (el director era demasiado estricto con él, y ahora que lo piensa, no era justo) y por supuesto, se le encargó una carga más de tarea que el resto de sus compañeros. James al final del día, y por gracia divina, pudo llegar a su departamento con una mochila llena de algo pegajoso, un ojo amenazando con ponerse de un color amoratado en la mañana y una propuesta sucia por parte de una señora de avanzada edad, (James admite que la señora era linda, pero definitivamente la veía como su abuela que como algo más, muchas gracias) dejándolo con un humor que ni siquiera él podía descifrar.
Se puso cómodo mientras comenzaba a buscar algo en su pequeño refrigerador, dejó su mochila en algún lugar del suelo de madera, retiró sus zapatos y comenzando a despojarse de su sudadera con capucha y el resto de la parte superior de su cuerpo. Denver era helado, y mucho más en esta época del año, pero la calefacción era decente en el lugar, por lo tanto no era una molestia el estar sin demasiadas capas de ropa. Tomó su plato con un sándwich y un té helado en su otra mano, y se sentó en el sillón en la sala de estar. Hoy es viernes, y el sol se empezaba a ocultar tras los demás edificios, lo que significaba que tendría algunas hora de sobra antes de tener que comenzar con su ensayo, maldita historia. James dejó su cena de lado y abrió su computadora portátil, puso su lista de música regular en su televisor, y entró en Skype. Alexx estaba en línea, como de costumbre.
La había conocido sin quererlo, había colocado el nombre de usuario erróneo (en realidad, él estaba buscando a un compañero de clase) y después de mandarle un simple: “Hola, ¿Tienes idea de cómo haremos la presentación del Sr. Dawson?” no habían parado de escribirse desde entonces. Alexx era de alguna ciudad de Londres, aunque originaria de México, como él, y Skype era la única forma de contactarla, o al menos la única manera que ella le había dicho que debería hacerlo. Ella era realmente linda, con cabello rosado y pequeñas pecas que podían verse a través de la pantalla de su ordenador. James sonrió ampliamente y abrió su conversación con ella y mandó una videollamada.
— ¡Hey, tú! — resonó la cálida voz de la chica através de las bocinas. Hoy llevaba una gorra azul marino y una camisa de alguna banda antigua. James la saludó con un movimiento de su mano, y una sonrisa grande.
— Estaba empezando a preocuparme, eran pasadas las seis de la tarde y no había señales de tí, ¿Qué pasó? ¿Tu vecino otra vez? — preguntó, realmente sonando curioso. Alexx era la más entusiasmada en mantener sus videollamadas de manera constante, sólo en raras ocasiones, rompía ese hábito.
— En realidad, esta vez fue por mi culpa — James no pudo ignorar el titubeo en su voz al decirlo.
— ¿Y eso por qué fue?
— Mi madre comenzó a llorar, ya sabes, lo usual... — fue el tono en el que lo dijo que el corazón del chico se encogió un poco, James sabía que le dolía ver como su madre sufría, pero Alexx repetía el mismo patrón una y otra vez.
La verdad es que, Alexx no es una hija modelo, o algo de lo más remoto a eso. Las primeras veces que hablaron y pudieron verse “cara a cara”, James pensó que la personalidad de la chica era explosiva y la hacía hablar a mil por hora mientras expresaba sus dudas y lo que le molestaba de la vida. Pero lo cierto es que, aunque la chica lo intenta, no puede dejar de ser un desastre de persona, que mezclado con las altas cantidades de alcohol que ingiere cada día, hacen una combinación poco agradable. La madre de la chica sufre por ella, llora cuando ve a su hija en el estado en el que siempre parece encontrarse, y Alexx pareciera no importarle, pero no puede evitar ser como es. No puede estar sobria por un día, James se da cuenta.
— ¿Qué planeas hacer esta noche? — la chica agradeció por el cambio repentino de tema, y volvió a su actitud anterior: despreocupada y con una gran sonrisa en el rostro, aunque este último gesto, no significara que fuese feliz.
— Ver alguna tonta película, creo… — suspiró profundamente, recostandose sobre el pequeño escritorio en su habitación — ¿Y tú?, ¿qué es lo que el pequeño Jimmy hará esta noche ? — terminó en un tono burlón, Alexx se notaba realmente cansada, a pesar de las cantidades de alcohol que James sabía que corrían por su sangre, seguía viéndose cansada y no como usualmente se ve, llena de preguntas y energía encapsulada en un pequeño cuerpo.
Hablaron por horas, el reloj en la esquina inferior de su pantalla marcaba las 3:23 de la mañana, era realmente tarde. Sus temas de conversación eran muy variados, pero al final, siempre llevaban a lo mismo, las ganas insuperables de Alexx por saber cómo era “el más allá”.
— Siempre quise saber el cómo sería estar en ese lugar, —comenzó, como siempre lo hacía al hablar del tema — apuesto a que la carga de nuestras vidas quedaría olvidada, ¿sabes? Podríamos dejar el mundo atrás, y por fin saber lo que realmente es ser libres — prosiguió con aire ausente, como siempre, sus ojos enmarcados con pequeñas lágrimas, James odiaba verla así —. Si se me diera la oportunidad de conocer ese lugar, la tomaría sin dudarlo, Jimmy. Dejaría de preocuparme de todo esto, y dejaría de sentirme tan pero tan cansada de la vida...
Esta era la verdadera Alexx, la chica insegura y llena de dudas de todo lo que pasa en su vida, la chica que pasó por tanto y recibió tan poco. James quería cruzar el océano que los separaba y llegar hacia ella, pero no podía, las cosas eran complicadas y un boleto de avión parecían imposibles en ese momento. Esta era la chica que llegó de la nada a su vida y la llenó de una nueva perspectiva del mundo. Alexx es una tormenta, llega con fuerza de la nada, aún en un día totalmente soleado, y arrastra con todo lo que pueda a su paso, arrancando casas desde sus cimientos, y cuando llegue el momento de que se esfume, dejará atrás destrucción, caos y una profunda tristeza que jamás podrá ser borrada, aunque se quiera, jamás podrá ser olvidada.
aceptada
Mucha suerte, corazón
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
¡Audiciones cerradas!
En breve estaran los resultados junto con el muro interactivo.Suerte a todos
jackson.
Re: guerra de sexos; RESULTADOS.
Antes que nada quiero agradecerles por participar y tomarse un momento de su tiempo para dejar su ficha.
No fue una decisión fácil para mí, yo las hubiera dejado a todas pero no es posible; así que de antemano les agradezco su participación y espero volver a coincidir en otras novelas con ustedes.
Sin más rollos mareadores les dejo los resultados.
P.D: Si algún escritor seleccionado no aparece después de una semana, me contactare con otra persona que allá audicionado.
- escritores seleccionados:
- mieczyslaw
california.
dixon
Cornamenta.
roman.
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jackson.
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