Ethereal

frances garibaldi

Un bosque verde y frondoso, una carretera vacía, la única iluminación existente era la de la Luna. Chrissy Cavatin, de trece, se había escapado de su casa. Había escuchado de un pueblo cerca del suyo donde todo parecía ser mejor. Se llamaba Seanway. Debía meterse por medio del bosque para entrar, no le asustaba, pero prefería esperar al día siguiente para hacerlo. Se quedó dormida detrás de un árbol, pensando en todo lo que había dejado atrás. No sería buscada, o al menos, eso creía.
Ella fue la primera desaparecida en Hennosville, el pueblo que quedaba al otro lado del bosque.
Se levantó cuando el sol todavía no salía. Había ruidos, voces de alguien. Estaba asustada, era muy pequeña pero siempre había valiente, sin embargo, ahora solo quería echarse a llorar. Pensó, por un segundo, que quería hacer. No quería que la lleven de vuelta a su pueblo, no quería volver con su papá ni con sus hermanos. Suspiró y se puso en cuclillas; contuvo la respiración antes de adentrarse un poco más en el bosque, rezando por que no la escuchasen. Después de veinte pasos, se paró y caminó, intentando no hacer mucho ruido al pisar las hojas. Cuando consideró que estuvo lo suficientemente lejos, se echó a correr.
No tenía un destino fijo, porque ni siquiera sabía a donde estaba. A este punto, se consideraría una bendecida si lograba salir viva del bosque. Había escuchado rumores de todo tipo sobre el mismo, rumores que no le daban una buena fama. La gente de Hennosville solía decir que el bosque no era un lugar para tener cerca y habían pensado en desforestarlo más de una vez. Ahora se daba cuenta del porqué, el bosque era aterrador.
Después de correr por unos minutos, se paró y ahogó un llanto. No sabía donde estaba, pero sabía que no podía ser peor que estar en su pueblo, con un padre golpeador y tres hermanos abusivos: Sendra, Hector y Vivian eran iguales o más de violentos que su padre, y al ser la menor, tenía que aguantarlos. Si tenía que decidir entre estar sola y con ellos cuatro, prefería su propia compañía.
Caminó un poco más, con la esperanza de encontrar algo; una salida o lo que fuese. Lo hizo. Había una cabaña ahí. Cualquiera pensaría que estaba loca por adentrarse, pero lo hizo porque no tenía nada que perder. Había dejado todo atrás, podía hacer noche ahí y luego seguir hasta Seanway. No sonaba, para nada, como un mal plan.
Para su sorpresa, estaba vacía, pero reluciente por dentro. Alguien había estado ahí unas horas antes.


Cuatro años después, Chrissy se encontraba frente a un gran dilema.
Ya no tenía trece, ahora tenía diecisiete y una hija de un año. Le había puesto Frances, era un nombre poco común y bonito. Original como todo en ella. Desde haber nacido en un bosque, en una cabaña, hasta tener los padres más extraordinarios, Frances definitivamente era una niña que llamaba la atención. Lástima que solo conociera dos personas en el mundo.
― ¿Qué debería hacer? ―se preguntó a sí misma, mirando con tristeza a su hija.
Frances era igual que ella. Rubia y de ojos celestes, la misma nariz, pero con la mirada de su padre.
― Tienes que llevarla al hospital, Chris. No podemos tenerla aquí, enferma. Encontraremos la forma de volvernos a ver.
― Jon, por lo que tú dijiste, una vez que estás en Seanway no puedes salir. No puedes esperar que aparezca un día en el pueblo y al siguiente ya no esté.
― Christine, tienes que hacerlo. Por Frances. Porque nuestra hija está mal y si no la ve un médico...
Lo pensó y tenía razón. Frances llevaba tres días vomitando sin motivo alguno, algunas veces le sangraba la nariz y otras, lloraba porque le dolía el oído.
― ¿Y si descubren quién soy?
― Diles que te llamas Ashley Garibaldi, o invéntate un nombre. Vuelve la primera noche para decirme cómo está Frances y no regreses hasta que ella complete el tratamiento. Vamos, te acompañaré hasta cerca del pueblo.
Se dieron un beso por penúltima vez, rogando que todo estuviese bien.


Frances no estaba bien. Tenía una infección producida por bacterias. El médico de Seanway le recomendó reposo por siete días y le dijo a Ashley que la llevase cada día por una inyección. A Frances le faltaban vacunas, y si hubiera esperado más, seguramente su cuerpo no hubiera aguantado. Ashley le pidió al doctor si podían hacer noche en el consultorio, porque todavía no había encontrado un lugar fijo para vivir en Seanway; éste dijo que sí y le ofreció quedarse hasta Frances estuviera bien.
Ciertamente, tenía la cabeza hecha un lío. La gente en Seanway se conocían entre sí, y era muy extraño para ellos tener a alguien nuevo, ya que casi nadie venía a vivir. Se sorprendió mucho cuando vio un cartel con su propia imagen: "DESAPARECIDA, CHRISTINE CAVALIN, HENNOSVILLE"; para evitar que la reconocieran, le pidió a la señora de la tienda que buscase algo y así poder quitarlo. El papel estaba amarillo, llevaba cuatro años ahí colgado y ella, en cuatro años, había cambiado tanto...
Frances y ella comieron sándwiches de queso en una banca de Seanway. En todo este tiempo, habían vivido muy precariamente comiendo frutas y verduras de su propia cosecha y tomando únicamente agua; el sabor del pan y del queso era tan distinto a lo que recordaba... tanto, que no pudo creer como pudo aguantar tanto sin probar bocado.
A la noche, volvieron al consultorio y, pasadas las doce, Chrissy caminó hasta el límite con el bosque, esperando encontrarse con Jon. Él no estaba ahí.
Se adentró un poco más y esperó un poco. Cansada, dejó una nota pegada en el árbol: "Frances ya está bien. ¿Nos vemos mañana?"
Pero no se vieron nunca más.



Frances ya tenía diecinueve años. Era alta, muy delgada, ágil y bonita. Su cabello era rubio, igual que el de su madre cuando era joven y sus ojos eran azules, parecidos a los de su padre. Frances era muy bonita, aún así, nunca había tenido novio ni ninguna relación. Quizás, eso se debía a su inestabilidad y a su sarcasmo constante, ni siquiera tenía amigos. Había pasado por la secundaria solo conversando con sus compañeras de equipo, porque todos en Seanway sabían que Frances Garibaldi era increíblemente buena en los deportes, pero una idiota total a la hora de hablar.
A Frances, esos comentarios no le importaban en absoluto. Ella solo conversaba con gente que le cayese bien, y en la escuela, casi todos eran unos patanes. Sus compañeras de equipo eran decentes, hasta que se ponían hablar de los chicos con los que había estado y las cosas que hacían, y eso realmente no le interesaba. Sabía que, si alguna vez se interesaba en algo, esperaba únicamente que no fuera como los otros chicos que se enojaban cuando no le contestaban rápido o lo que fuese. Frances era distinta y, por consiguiente, necesitaba a alguien un poco diferente a su lado.
De todas formas, estaba segura que en algún momento encontraría a alguien. Su mamá, por ejemplo, le dijo una vez que se enamoró una sola vez de la persona que era su padre, que estuvieron juntos un tiempo y luego se separaron cuando ella se embarazó. Ahí, Ashley Garibaldi descubrió que no era verdadero amor. Ahora, su mamá estaba bien: trabajaba y viajaba bastante al centro de Atlanta, tenía un auto y se había superado a sí misma. No necesitaba de alguien más para ser feliz.
Y Frances tenía muchas otras cosas pendientes antes de buscarse a alguien y sentar cabeza -había escuchado a muchas de sus compañeras decir que querían casarse rápido, porque era la mejor manera de encontrar a alguien que las mantenga-. Ella quería superarse a sí misma, jugar mucho tiempo al hockey o llegar a algo con la música, quizás, en algún momento escribir un libro sobre la vida en Seanway o lo que fuese, o comprar la tienda de artículos de caza donde trabajaba para ser su dueña. Había muchas cosas que quería hacer antes de estar con alguien. Sin embargo, admitía que a veces se sentía sola...
Su forma particular de ser distanciaba a la gente de ella, y eso no era bueno cuando almorzabas sola todos los días. Aún así, estaba acostumbrada.
Volvió a su casa adolorida; el entrenamiento de hoy había sido bastante duro y le dolían las piernas. Lo primero que hizo fue subir a la habitación de su mamá y buscar un poco de crema en el cajón de su mesa de luz. Algo le llamó la atención. Era un papel viejo, con una foto de alguien muy parecida a ella misma. Arriba decía DESAPARECIDA.  
― ¡Mamá! ―chilló.
― ¿Qué ocurre, Frannie?
― ¿Qué es esto? ―le mostró la foto. Ashley suspiró.
― ¿Has visto el caso de Madeline Odair? En el trabajo nos pidieron que hagamos una foto parecida con la imagen de nuestros hijos y la dejemos ahí, por si alguna vez pasaba algo. Lo decretó la policía para todo Seanway.
Frances suspiró. Su mamá siempre le decía la verdad.
Sin embargo, había algo más que una simple precaución en esa foto.

aguanta lali que me quedé con un manojo de emociones después de acabar tu capítulo     ni siquiera puedo escribir del todo coherente bc realmente estoy como en shoooooock    AH.
principalmente... ¡al comienzo! estaba tan picada que el suspenso que me asustaba cada que chrissy se adentraba más en el bosque, el bosque más darks de los pueblos ahr, pero ya cuando pasaron los años y estuvo todo bien me calmé   :roll:   (? pero luego frances y su madre ya no regresaron con su padre       WHY?
ya te había dicho antes como mil veces que frances me parecía un pj de lo más chulo pero lo vuelvo a hacer, so ¡definitivamente amo a esa mujer! es como perfecta y única a su manera  
ahora la cuestión es... ¿por qué su madre parece tener más secretos de los que aparenta? le oculta mucho y no le quiso decir lo del cartel, ¿qué está pasando ahí?    IDK pero yo quiero saber más. ¡espero realmente con ansias leerte en la próxima ronda lo antes posible, lali!
y no vuelvas a decir que quedó feo, we, porque todo lo que haces/escribes está bello     relaja la vena y disfruta de la belleza de comentarios que recibirás por tu excepcional cap    :posoc:

Sorry people ah  aqui mis comentarios de los caps:

alec:
Estoy con todas, gillian es the best brother quiero tener uno así... cambio a mi hermana por él lol okeey me mato como alentaba a timothy pero lo difícil que es subir la soga hasta ami me costaba cuando estaba en gimnasia, llegaba al segundo nudo y listo me daba por vencida ah Lo que me pregunto es que tan rebelde fue para que lo sus padres lo llevaran al servicio militar además de no querer contacto con él -se me rompe el corazón ah- Bueee ese teniente no sabe nada, como no va a querer que ian se vaya, su hermana desapareció man osea mínimo dale tu auto ah
Describes perfecto el cap estuvo genial, ya tengo ganas de leer más sobre este bello personaje.  


anto:
Este capitulo me tenía re pegada, ala pantalla hasta lo climaticé con música, háblame de desquiciada, la narración de la pesadilla junto con la onda sobrenatural ya en un momento hasta sentí que mad estaba poseída   tan solo pensar que suele pasarle seguido me mata, perdió a su mejor amiga y ahora que el señor cedric la trata mal no necesita nada más chau merece amor ah
Uff ojalá en un futuro cunado trabaje tenga un jefe como el de cedric me tomaría unas vacaciones de tres años ahre Es bueno volver a las raíces aka el pueblo donde fue feliz con su abuela ;-; aunque ahora seanway esta en plan de misterio por la desaparición de mad y todo eso. Fue re ¡chan! cuando olivia abrió la puerta y se encontró con cedric, encima lo trato de vendedor me reí siglos bue. Necesito leer más sobre estos doss.


lali: 
No jodas, la historia de la madre de France es IN CRE I BLE me dejo  en shok, vivió en el bosque junto con jon además de que formaron una familia. De verdad interesante. Aunque, sad que ya no pudieron volver a verse, pero la niña necesitaba cuidados. Esa garra de ashley/chrissy al criar a su hija y llegar a ser lo que es ahora es admirable. Frances y esa personalidad fuerte puedes odiarla y amarla ah mmm que raro, ashley pudo contarle a su hija la verdad, pero no lo hizo... WHY? la hubiera comprendido bc esa familia horrenda que tenía.
No te preocupes lali, el cap estuvo perf   

Chau, recién caigo que me toca a mí, mica entrando en pánico en 3, 2, 1... prometo que en esta semana lo subo  

Sheriff Grayson Barnes; Aleena Barnes

—¿De la noche a la mañana dice que desapareció su hija? ¿Así sin más? — preguntó el uniformado, no pudo ocultar su sorpresa, ya iba más de 3 años en el pueblo y la palabra “desaparición” no era algo que se escuchaba todos los días.
—Así sin más, señor oficial — asintió una señora de cabellos rubios sostenidos por un broche en forma de rosa con espinas — Ayúdenos a recuperar a nuestra niñita, por favor — suplicó seguido de un sollozo. Se apoyó en el hombro de su esposo mientras seguía sollozando.
—Haré todo lo posible Sr. Y Sra. Odair, pero primero necesito que me digan todo lo esencial de su hija — pidió, del bolsillo de su campera sacó una pequeña libreta con el logo de la policía junto con una lapicera.—Comenzando por su círculo interno, amigos, familia, novio si tiene – abrió la libreta listo para empezar a escribir, pero al notar que el matrimonio permanecía en silencio levantó su mirada hacia ellos — ¿Madeline es hija única? ¿Tiene amigos? — El sheriff vio como los Odair intercambiaron una mirada.

Habían pasado tres semanas de la desaparición de Madeline Odair, dentro de unos días se cumplirían cuatro, un mes. Seanway, era un pueblo tranquilo, los habitantes se conocían, la confianza se respiraba en el aire básicamente. Pero todo cambió, ese pueblo al cual la mínima delincuencia era el vandalismo en las calles, desapareció como la neblina en el amanecer, dicen que la sociedad muestra su peor cara una vez el pánico y la incertidumbre se apoderan de este.

—Buenos días Sheriff Barnes — saludo su compañero y mano derecha, Nathaniel Jones. Quien venía con un café negro entre sus manos.— ¿Cómo has estado?
—Buenos días, Nate — respondió sin entusiasmo, no era un buen día. — Cansado, me quede hasta tarde leyendo el expediente de la chica desaparecida, tratando de pensar que pudo haber sucedido con ella. — suspiró. — Hemos interrogado a sus padres, al resto de su familia, a su mejor amiga, con la escuela, vecinos cercanos y limítrofes, pero no sé qué más hacer.
—¿Qué no tenía un hermano? Lo mencionan en la declaración de sus padres. — cuestionó mientras le daba un vistazo al informe.
—Sí Gillian Odair, pero él no se encuentra en el pueblo. Sus padres dicen que se fue hace unos años atrás.— Su compañero asintió no muy convencido de la respuesta, también a Grayson no le cuadraba bien, más porque como lo habían contado los Odair sonaba sospechoso.
—Que extraño que no se hubiera dignado a darse una vuelta por aquí, si me entero de que mi hermana está desaparecía hace semanas no importa donde esté yo vendría hasta aquí en su búsqueda. — comentó Jones con cierta desconfianza.

Lo que había mencionado su compañero era cierto, una personas con dos dedos de frente se preocuparía si a algún familiar le sucediera algo. A menos que no pudiera venir pero si se comunicaba por teléfono, había muchas variantes que podían excusarlo, pero seguir pensando en eso, era tema familiar entre ellos, no debía meterse.

Su compañero se fue una vez la charla cesó. El sheriff suspiró y volvió a abrir el expediente, este caso lo tenía loco, quería resolverlo a toda costa. No era el único caso en el cual explotaba sus neuronas, pero eran esos casos en donde no puedes evitar sentir empatía y pensar “¿Qué haría si me hubiera pasado a mí?” Sacudió su cabeza, sacando esos pensamientos de su mente que lo estaban consternando.

Leyó cada declaración y cada palabra transcripta en su cabeza se reproducían como vídeo. En la hoja siguiente, las varias teorías del paradero de la joven. Una pequeña risa salió cunado la última hipótesis enumerada decía “un monstruo” con la triste caligrafía de su hija. Se había dejado llevar por las descabelladas ideas de Aleena, aunque estaba mal bromear con la situación. No quita el hecho de ignorar las espantosas leyendas que había detrás de ese bosque.

—Sheriff — llamaron seguido de unos toques en la puerta, Grayson dejó los recuerdos de lado e indicó que pasara, Nate volvió a ingresar con un papel en la mano.— Aquí tengo los nombres que coincidieron con las descripciones de los habitantes limítrofes – cerró a puerta y extendió el papel hacia Grayson para que lo tomara.
—¿Estás seguro que estos son los habitantes que coinciden? — cuestionó con intriga, la verdad es que no sería capaz de decirles que cometieron un error. No dudaría, pero ahora mismo estaba seguro que habían cometido un error.

Sus pensamientos fueron ofuscados por la vibración del pequeño control en su bolsillo. Se alarmó, ya que ese control solo vibraba sólo cuando reiniciaban el sistema de seguridad de su casa. Le tomó unos segundos adivinar que hizo que el paratito se vovliera loco.

—Aleena.— masculló.


La tensión se sentía. Ninguno de los dos hablaba. Sólo los ruidos intermitentes de los tenedores chocando contra el plato hacían eco entre ellos. El hombre la miraba de vez en cuando para ver si ella lo mirara, y ahí comenzar a hablar. La joven de cabello rizado estaba ocupada mirando sus tirabuzones con salsa, y comiéndolos con lentitud. Quería evitar a toda costa el entablar conversación con su padrastro y rogaba mentalmente que él terminara de comer así ella podría quedar sola.

—¿Vas a seguir ignorándome, Aleena? — comenzó Grayson su voz demostraba cansancio y frustración. Lidiar con una joven de 18 años no era su mejor habilidad.— Aleena, ¿me escuchas? — insistió al no escuchar respuesta alguna. La castaña seguía cabizbaja.— No me levantaré de la mesa hasta que me digas algo.— arremetió así dando un ultimátum, en algunos casos funcionaba.
—Como quieras, de todos modos ya termine.— dijo la joven mientras se levanta tomando su plato en manos.

Sin más que decir Aleena desapareció por el umbral que lleva a la cocina y de ahí sus pasos en la escaleras, finalizando con un portazo que se hizo oír por toda la casa. Grayson suspiró, odiaba el tener que pelear con ella, no suelen hacer escándalos de esos típicos de padre e hija que se gritan entre ellos, conocía a Aleena y sabía que ella no le gusta discutir.

Decidió darle su tiempo, no quería presionarla. Se levantó de la mesa llevando su plato a la cocina. En la pileta de metal estaban los dos platos, se dispuso a lavarlos para hacer tiempo. Guardo la comida dentro del refrigerador. Y se dirigió hacia el sofá donde yacía su portafolios, su semblante pacifico cambio a serio. Camino hacia él y lo tomo.

Como rutina antes de dormir Barnes cambiaba la contraseña de la alarma, en momentos pensaba que era algo estúpido hacerlo, pero con una adolescente enojada no era opción dejar el mismo código. Como última acción, divisó las cartas sobre la cómoda, le llamo la atención ver que estaban intactas, Aleena solía abrirlas, y separar las cuentas de los anuncios.

Ya en su estudio, se sentó en su silla a revisar las cartas para luego poder avanzar con los casos de la semana. Ser el sheriff no es nada difícil en tiempos donde una ola delictiva se avecinaba poco a poco en Seanway. Últimamente ha visto el poder de la masa social de perder la cabeza y refugiarse en el pánico. Desde la desaparición de la joven Madeline Odair, la población dejo su zona de confort para tomar una más precavida y con miedo.

Una de las cartas, la sexta para ser más específicos, llamó su atención. El remitente era el Sanatorio Mental de Seanway, se resaltaba en negrita y con letra Times New Roman. Frunció el ceño mostrando extrañeza ya que cada principio de mes llegaba una carta de ellos, pero se encontraban en la mitad el mes. ¿Qué querrán? Se preguntó. No pudo contener la curiosidad y la rompió de un costado, la sacó del sobre y leyó atentamente la carta. El rostro de Barnes palideció. En la hoja de papel se redactaba un comunicado a petición de la interna 0145, Gia Thornton, la madre biológica de Aleena, su ex esposa. Hace tiempo no la veía, no recordaba con exactitud la última vez que la vio en buenos términos. Aunque recordaba con precisión las palabras de la mujer antes de ser arrastrada por los enfermeros, “¿Crees que te has desecho de mí Grayson? Volveré, y me llevaré a Aleena conmigo.” Los pataleos y resistencias, solo lograban que le hicieran más daño.

Agitó su cabeza para sacar los recuerdos trágicos de ese día. Continuó leyendo la carta en donde Gia pedía, o más bien exigía ver a su hija. Aclarando el hecho de que Aleena ya tenía la mayoría de edad y que Grayson ya no podría poner excusas para que ella no fuera. Aunque la otra versión de la historia era que ella rechazaba a su madre, no eran excusas, es más para el hombre la decisión de que Aleena visitara a su madre al menos una vez al año le parecía perfecto.

No quiso anticipar la respuesta de su hija, aunque no pudo asegurar si la chica aún sentía rechazo a hacia su madre. Pese a los problemas que ya tenían, decidió minimizar el primero y concentrarse en el segundo.

Miró la hora en su reloj y estimó que ella aún permanecía despierta. Además de la luz que se colaba por debajo de su puerta.

Una Aleena sin expresión en su rostro, estaba acostada en su cama mirando el cielo raso. Con sus audífonos puestos y en el reproductor el álbum de Alt-J, sus labios se movían articulando las letras de las canciones pero sin emitir voz alguna. No necesita nada más. La voz del cantante solía darle el poder para calmarla.

Por su cabeza rondaban un millón de preguntas, principalmente ¿Por qué su padre insiste en mantenerla en el pueblo? la segunda pregunta tenía que ver con Chase. Trató de comunicarse con él pero la contestadora fue lo único que recibió. Recordar lo que sucedió en la mañana, era digno de ser contado a las futuras generaciones, sí lo ves de un lado cómico. Una mezcla de incertidumbre y rabia se estaban apoderando de ella, junto al ceño fruncido que su rostro marcaba. No pudo evitar la idea de que Chase se alejase de ella por lo que hizo su padre. Jamás se lo perdonaría, de eso estaba segura, tomaría el primer bus que salga de la estación y se alejaría lo más pronto.

El volumen del reproductor estaba en nivel 15, cosa que evitaba escuchar los ruidos del exterior. Coincidiendo justamente, unos golpes vinieron de la puerta. Seguido de un llamado, esta se abrió. La castaña se asustó al ver a su padrastro asomándose por el umbral. Se sentó cortando la música y removiendo ambos audífonos.

—¿Puedo pasar? — en su cabeza, el rubio pensó en ser más autoritario y en vez de preguntar adentrarse para hablar. Pero no lo logró, más cuando a primera vista, la niña parecía tranquila.
—Ya entraste — susurró sentándose sobre la cama, alejando el teléfono de ella.

Grayson se adentró a la habitación, se acercó al escritorio y giro la silla para sentarse. Ambos se contemplaron en silencio, tenían algo que decirse.

Spoiler:

Raven & Federic.

Era temprano, y sin embargo el sol estaba sobre sus cabezas haciendo que el esfuerzo se sintiera como el doble. Se encontraban de excursión con la clase por un sendero en el bosque, atravesando los árboles, y tropezándose con las piedras. La profesora nos indicó que este era el lugar donde pararíamos a tomar el almuerzo y descansar.

― ¡Venga Peter por aquí! ―le dijo la niña castaña al otro para que le siguiera.

― Vale voy, pero espérame

El niño de cabello ondulado siguió a su compañera hasta una gran piedra donde se había acurrucado. Sacaron sus respectivas fiambreras para comer. Una pequeña lagartija se acercó hacia ellos. Peter se repugnó del pequeño reptil poniéndose rígido, por otra parte la pequeña Raven se acercó hacia el animal. De su bolsillo sacó una navaja y la abrió. Cogió con una mano a la lagartija, que intentaba escapar de entre sus dedos, y acercó lentamente el cuchillo mientras esbozaba una sonrisita.

― ¡No, no la mates! ―gritó él al ver lo que pretendía.

― Tranquilo, no quiero matarla.

Colocó el filo de la navaja sobre la mitad de la cola y la cortó. Su compañero miraba horrorizado la escena, pero a ella eso no le importaba. La cogió con la mano y fue hasta su mochila de donde sacó su botella medio llena, tiró el agua y la metió dentro.

― No pasa nada. Así se hará más fuerte, sabrá que no puede fiarse de los humanos tan fácilmente. Y será una lagartija grande y fuerte.

Grande y fuerte. Así le gustaba pensar que era ella misma, obviamente ya no era esa niña de diez años que jugueteaba con los bichos.

Sintió añoranza al recordar aquél día en su niñez. Y después de esa breve sonrisa de labios decayó al escuchar las voces que provenían de abajo, suspiró y terminó de acicalar su pelo mientras observaba su rostro en el espejo.

Lo único que se escuchaba en el comedor eran los ruidos de los cubiertos al chocarse y producir un molesto sonido metálico. Algo que era bastante usual en sus desayunos, cenas y comidas, sin embargo esta vez parecían más extraños de lo normal. Los Mara estaban sentados en la mesa del comedor cada uno en una punta de la mesa, su padre enfrente, su madre en el extremo izquierdo y ella frente a su padre, restaba la silla de la derecha que siempre solía permanecer vacía. Huevos con beicon y un poco de café, típico desayuno americano, y según Lena "un desayuno lleno de nutrientes -y calorías- para empezar el día".

Entonces su madre empezó a sollozar sin motivo aparente sobre el plato. Su padre se acabó el trozo de tocino que había empezado para luego darle unas palmaditas como consolación.

― ¿Que es lo que le pasa? ―preguntó Raven mientras jugaba con su comida y miraba a su madre.

― Es por lo de Madeline Odair ―le explicó él saboreando el sirope de arce.

― Pero si apenas conocía a la señora Odair, menos conocía a su hija ―le dijo ella extrañada por que algo tan ageno pudiera afectarle― Además, seguro que se ha escapado con algún amante. No es nada del otro mundo. No la culpo por querer salir de Transilvania.

Su padre dio un golpe en la mesa que casi hace caer el café.

― Raven, tampoco debemos alegrarnos de las desgracias ajenas ―dijo. Lo que provocó que ella se extrañara el doble del respeto que su padre estaba presentando contra Madeline. ¿Desde cuando su padre era así? Estaba bastante segura de que si fuera ella quien desapareciera su padre simplemente se alegraría de tener un problema menos en su vida― Además olvidas que es la única joven que ha desaparecido, el resto de los chicos de tu edad parecen estar en Seanway.

― Puede no haber sido alguien de su edad, o alguien de Internet.

― No era ese tipo de chica ―espetó después de terminar su café. Esta vez no pudo soportarlo y se levantó de la mesa abandonando el lugar. ¿Como podía saber que tipo de persona era ella si a penas sabía el día de su cumpleaños?

― Ten cuidado ―le dijo su madre con un tono de preocupación, antes de que abandonara de la sala.

Una cosa tenía clara Raven; el mundo se había vuelto completamente loco. Sus padres actuaban de manera extraña desde entonces, peor que si hubieran visto un ente paranormal. Los estudiantes velaban por que estuviera viva, y como vieran una imagen de la chica lloraban casi automáticamente al verla. Como si así ofrecieran una ofrenda o algo así. Desde luego Seanway se había vuelto del revés.

Pero ¿era esto un claro síntoma de la falsa empatía de la sociedad del los millennials o verdaderamente lamentaban su pérdida?

― Seguro que ahora mismo se está riendo de nosotros ―balbuceaba Raven por el pasillo― O quizás se la ha comido un oso, despellejándola. O igual la han aducido los extraterrestres.

Algo estaba claro. Nadie desaparece sin dejar un rastro, ¿o si?


En el otro lado del pueblo bajo las sábanas de un colchón raído se encontraba Federic. Seguía sumido en su sueño pese a ser más de las diez cuando recibió una llamada inesperada. Era su tío, que le pedía de nuevo que le sustituyera en la gasolinera por que tenía que arreglar una cosa con Iris. Él simplemente le respondió que llegaría en un rato.

Se deshizo del ovillo en el que se había hecho con las sábanas, para luego darse una ducha y deshacerse del olor a alcohol que desprendía su cuerpo. Al empezar se dio cuenta de que el gas no estaba dado, por lo que se estaba duchando con agua helada, aun que eso no pareció importarle. Al salir de la ducha limpió con la mano el espejo y se peino con el peine de madera que yacía en el lavabo. Luego simplemente se vistió para salir de la casa, sin embargo retrocedió para buscar el móvil, que se encontraba en la cama. Al desbloquearlo pudo ver a una joven de cabello largo que le sonreía, Mad susurró. Notó como sus ojos se aguaban pero impidió hacerlos llorar provocándose un molesto escozor.

Salió de casa sin cerrar la puerta con llave, ¿quien iba a robar una casa vieja a mitad de construir?

Al llegar a la gasolinera su tío le acogió en sus brazos, algo innegable para Federic puesto que no quería llevarle nunca la contraria al viejo. Al fin y al cabo, es quien le había criado y lo quería como a un padre.

― Hijo ¿estas seguro de que te encuentras bien? ―le preguntó preocupado. A lo que el chico asintió.― Tienes un aspecto horrible, procura comer algo antes de asustar a mis clientes.

― Esta bien, tío James.

Sin embargo lo máximo que hizo fue hacerse un café de la máquina que había en el despacho de James. Después volvió al mostrador donde se quedaría el resto de su lamentable vida.

Serían las doce de la mañana cuando el coche de policía se estacionó en el aparcamiento de la gasolinera. Lo vio llegar através del cristal, pero empezó a sentir un sudor frío cuando uno de los policías ―el más mayor― se acercaba hacia la puerta de la tienda. Tragó salvia, y le siguió con la mirada mientras se paseaba por los pasillos de la tienda.

No había ido a la policía cuando se dio la voz de que Madeline había desaparecido. El miedo se había apoderado, y al par de días sentía que era algo inútil y que no le haría parecer menos sospechoso de lo que ya era con su mera existencia. Sin embargo no hacía más que sentirse culpable, y solo podía dormirse por un exceso en alcohol o viendo la tele hasta que las brujas del tarot aparecían en la pantalla.

Era consciente de que debía haberlo hecho, pero al principio no sabía si se podía tratar de una broma de la propia Madeline intentando atraer más atención o si era cierto. Habían discutido la última noche, pero jamás se habría ocurrido hacerle nada. Ella era lo único que le daba sentido a su vida. Lo único bueno que le había pasado, y como todo lo bueno, se había ido.

El policía dejó caer las dos cajas de donuts y un paquete de café sobre el mostrador mientras se comía uno de los faltantes de la caja, Federic le miró extrañado.

― Es para la comisaría, date prisa chico ― le dijo es acabando de devorar la rosquilla.

Se limitó a obedecer lo que le el policía le dijo notando como este parecía empapado de suduro por todo el cuerpo, en el barrigón tenía una mancha probablemente de café y parecía ansioso por acabarse la caja entera de rosquillas a la que no le quitaba el ojo. Una vez pagó desapareció por la puerta, y sus problemas.

Aun que sabía que solo era cuestión de tiempo que algún día llegara la policía y no le dejara marcharse de la comisaría nunca más. La voz juguetona de Madeline resonó en su cabeza, Solo es cuestión de tiempo, Eric. Y lo sabes. Y un cosquilleo molesto le recorrió la espina dorsal.


*Transilvania es como le gusta llamar a Raven Mara a Seanway por su aspecto siniestro, sobretodo cuando llueve.

Spoiler:

Sigue roman.