All you need is love.

All you need is love.

Prólogo.

ESCRITO POR: hypatia.

El ambiente de solemnidad que se respiraba no auguraba nada bueno. En especial para los cuatro muchachos que en silencio, atrapados entre la curiosidad y la incertidumbre, aguardaban con impaciencia a que alguno de los dos hombres que tenían frente a ellos hablase por fin.

La fiesta de Halloween que se celebraba en el karaoke, quedaba ya lejana. A pesar de que podían escuchar la música retumbar en la encimera de los fogones en los que se apoyaban, el júbilo de los clientes y los haces de luces blancas y azules que traspasan los ojos de buey de las dobles puertas de la cocina.

Los hermanos Brown: Gideon y Charlie, observaban a su padre John con astucia, ambos se preguntaban qué habían hecho en aquella ocasión. Era como un retroceso instantáneo al pasado, cuando los reunía en la mesa del salón antes de uno de sus míticos sermones. Aunque en aquella ocasión era complicado tomarlo enserio, pues su disfraz de John Lennon cadavérico, provocaba más gracia que miedo. Ocurría lo mismo con Ziara y Xavier Devlin, quienes también esperaban a la reacción de la versión fantasmagórica de Paul McCartney que tenían por padre.

—O alguien habla de una vez o me como la tarta —amenazó Charlie. Todo el alcohol que había tomado ya comenzaba a divergir hacia un hambre voraz.

—No todo en el mundo es comida —quiso recordarle Gideon, con el acompañamiento de un codazo en sus costillas.

—¡Todo lo que importa sí! —Charlie empujó a su hermano con fuerza.

—¡Agresiva! —contraatacó con otro empujón.

Ziara soltó una risita, no había nada que alterase más a su mejor amiga que una ofensa a la comida. Pero en ese momento, un asunto más importante pregonaba por su atención. Quería saber el motivo por el que su padre y John los habían sacado a rastras de la fiesta. Al menos a ellos tres, Xavier había llegado directamente desde casa; con una cara de querer clavarle un cuchillo jamonero a alguien si le respiraban demasiado cerca.

—Decirnos qué pasa de una vez —aclamó Xavier de manera brusca, atusándose el flequillo.

—Sé más amable —susurró Ziara en su oído.

Paul y John compartieron una mirada cómplice.

—Creo que ya los hemos torturado bastante —expuso Paul.

—Hagámoslo antes de que se arranquen los ojos entre ellos —convino en sincronía John.

Si alguien disfrutaba de la paternidad, esos eran John y Paul. Sobre todo la parte del contrato tácito que les permitía sacar de quicio a sus hijos tanto como quisieran.

—¿Puedo comerme la tarta? —preguntó Gideon, que de pronto tenía muchísima hambre al fijarse en la construcción
de seis pisos de puro chocolate. Charlie le lanzó una mirada furibunda.

—Es para los clientes —negó Paul.

—Vamos, tío Paul ¡Si estoy consumiendo, soy un cliente!

—En realidad, no pagamos —matizó Ziara.

—Por Dios, hablad de una vez —rogó Xavier, desesperado del todo.

Mientras tanto, Charlie se apoyó en el hombro manchado de sangre falsa de su hermano. Como no había podido comer, había pasado a la fase de la borrachera de sueño incontrolable.

—Os hemos reunido hoy aquí… —comenzó a decir John.

—… para unir en santo matrimonio —prosiguió Paul.

—¡Seriedad! —exclamó Ziara, que empezaba a perder los estribos, igual que su hermano.

—Vale, qué poco sentido del humor. — John hizo un gesto al aire con la mano, como si espantara algo molesto—. Abrimos este karaoke hace veintiocho años, como ya sabéis. Gracias él os hemos podido costear todos vuestros caprichos adolescentes sin arruinarnos.

—Gracias, tío John —apuntó Ziara.

El karaoke era como un segundo hogar para aquella variopinta familia que se había formado por la convivencia, de la que Paul y John eran los cabecillas. Los chicos habían crecido allí dentro, el Magical Mystery Tour había sido patio de juegos, guardería, refugio y diversión. Casi parecía tener vida propia, con un corazón que palpitaba música. La caja de recuerdos más vital del universo.

—Pero creemos —continuó Paul sin atender la intromisión airada de su hija—, que ha llegado el momento de retirarnos.

Los cuatro chicos contuvieron el aire en los pulmones, atónicos. Incluso Charlie, a la que le faltaba poco para babear en el hombro de Gideon, se despertó como si le hubiese caído un balde de agua fría. Xavier, que hacía rato que se miraba las uñas con parsimonia, alzó la mirada para prestar atención.

De pronto, estallaron todos en preguntas que se interpelaban unas a otras convirtiéndose en una masa ininteligible de aullidos que competían con el ruido del otro lado de las puertas.

—¡No podéis cerrarlo! —apostilló Ziara acalorada, cuya voz se había alzado por encima de los demás.

—No vamos a cerrarlo —aseguraron Paul y John al unísono.

—¿Qué íbamos a hacer sin el karaoke? —preguntó retórico John.

—Me voy a la cama, ya me he cansado de vuestras bromas absurdas.

Xavier se incorporó con intención de cumplir su amenaza, pero su padre lo interceptó por el codo y lo obligó a sentarse de nuevo.

—¿Entonces por qué decís que os retiráis? —preguntó Gideon.

—Porque nos vamos a retirar un año —explicó Paul.

Esta vez se quedaron callados aguardando que prosiguieran la explicación, que no parecía arrancar nunca.

—Sois lo bastante mayores para sobrevivir sin nosotros y sin vuestras madres. Así que hemos decidido irnos a dar la vuelta al mundo los cuatro juntos.

—No es mi madre —aclaró Xavier rechinando los dientes. Ziara le dio un codazo, pero tampoco parecía de acuerdo
por cómo se había dirigido Paul a su mujer. Lo muerte de su verdadera madre seguía reciente.

Todos tuvieron el acierto de no decir nada al respecto. Fue John quien tomó la palabra en aquella ocasión:

—Será como el viaje que hicieron Los Beatles a la India —explicó.

—Papá, ese viaje no acabó como ellos esperaban… —intervino Charlie, que se había mantenido sorpresivamente callada.

—Eso no es lo importante. —Ziara tomó el relevo—. ¿Qué pasará con el karaoke mientras no estéis?. Y, con nosotros.

—El karaoke quedará a vuestro cargo.

—Os cedemos el mando, aseguraros de que sigue tan lleno de vida como siempre —terminó John.

—¿Cómo que a nuestro cargo? —Charlie estaba a punto de entrar en pánico.

—A vuestro cargo, a partir de mañana vendréis todos los días a trabajar con nosotros. —Paul prosiguió con la explicación—. Por si todavía queda algo que no sepáis hacer.

—Sabemos que podréis sacarlo adelante, prácticamente vivís aquí —los animo John.

—Vuestro viaje, ¿cuándo empieza? —quiso saber Gideon.

—Dentro de un mes —respondió su padre.

Un mes y estarían solos. Los cuatro perdieron la voz repentinamente. Pensando en las cientos de cosas que podrían ir mal. Incluso barajaron la idea de negarse.

Pero, en el fondo, sabían que no tendrían escapatoria.

—Tenía que haber seguido durmiendo —se lamentó Xavier.


Cuando por la mañana, el avión despegó sus garras de acero del asfalto, no solo sus padres desaparecieron, sino también la confianza que habían ido adquiriendo a lo largo del mes. Horas más tarde, regresaron al Magical Mystery Tour, cerrado a cal y canto aquella tarde de domingo. Se hallaban sentados en la zona de los pufs, la más allegada al escenario.

Celebraban una conferencia silenciosa de adaptación.

Ziara, la más metódica de los cuatro, repasaba los pedidos de la semana por si debían llamar a los proveedores en el último momento, todas sus energía estaban centradas ya en su nueva tarea. Xavier, por el contrario, medio dormitaba medio resoplaba tumbado de espaldas, con las manos tras la cabeza; vista fija en las bombillas luminosas que se bamboleaban en sus cables. Era, sin duda, quien más batalla había presentado al principio, demostrando con su actitud reticente que no le emocionaba tomar las riendas del negocio familiar. Pero al final se había rendido, algo que el resto agradeció. Por su parte, Charlie y Gideon jugaban un pulso de dedos desganado —Gideon ganaba por goleada—.

—¿Os imagináis que cuando vuelvan hemos convertido esto en un club clandestino de pelea de gallos? —preguntó Charlie, soltando la mano de su hermano.

Ziara alzó la vista, nublada, de los papeles.

—O en uno de striptease —sonrió con perrería, animada porque uno de ellos por fin se había atrevido a hablar.

Gideon estiró las piernas frente sí, cuando largo era.

—Menos mal que no os han dejado a vosotras solas al mando —las pinchó. Charlie le pellizcó el hombro y Ziara le propinó un empellón en la espinilla—. ¿Por qué siempre tenéis que pegarme?

—Porque es divertido —respondieron ambas al unísono.

—Va a salir mal, tenedlo por seguro. —Ahí estaba Xavier, dispuesto a terminar con cualquier aire optimista que pudiesen reunir—. Querían librarse del karaoke y no sabían cómo. Nada más fácil que dejárselo a cuatro buenos para nada y echarles la culpa después.

—Bueno para nada serás tú —rebatió Ziara.

Charlie reprimió las ganas de decirle lo que pensaba de él, de su actitud y de por dónde podía meterse sus comentarios avinagrados. Era lo que Xavier buscaba: una confrontación. No había buscado otra cosa desde que regresó a Nueva York. Así que lo mejor era ignorarlo.

—Nos las hemos apañado bastante bien las últimas semanas —expuso Gideon.

—Salvo cuando Charlie puso mal el barril de cerveza y bañó a todos los camareros.

—Gracias, Zia —dijo con sarcasmo Charlie.

A pesar de la poca ayuda de Xavier, el ambiente mejoró. La tensión abandonaba sus cuerpos por fin.

—Podemos hacerlo —aseguró Gideon, asintiendo repetidas veces, como para cerciorarse a sí mismo. Charlie, animada por su hermano, se puso de rodillas enérgicamente.

—¿Qué dicen siempre los pesados de nuestros padres? —preguntó Ziara, imitando la posición de la primera, abandonando por fin los papeles y sonriendo.

—No hay nada que no puedas lograr—comenzó a decir Xavier, con desánimo, pero participando después de todo. Gideon se le unió antes de la siguiente frase—, ni meta que no puedas alcanzar.

—Porque todo lo que necesitas, es amor —terminaron Ziara y Charlie, acompasadas.

Así dio comienzo su nueva aventura. Aún no sabemos si fue la más importante, pero desde luego, sí se convirtió en la más memorable.

BBY KATE    finalmente pude leer el prólogo y lo amé por completo. No sé si te lo dije antes, pero me encanta como escribes, la forma en la que narras todo es    perf
Los chicos... son maravillosos, cada uno a su manera, pero Charlie se ganó mi corazón, la adoro    #mustprotecther

—No todo en el mundo es comida —quiso recordarle Gideon, con el acompañamiento de un codazo en sus costillas.

—¡Todo lo que importa sí! —Charlie empujó a su hermano con fuerza.

—¡Agresiva! —contraatacó con otro empujón.

Ziara soltó una risita, no había nada que alterase más a su mejor amiga que una ofensa a la comida.

Ziara y Charlie #bffconfirmadas me imagino su relación como la de un par de hermanas. Me emociono mucho porque ya quiero leer el primer capítulo, estoy segura que nos dejará con los re feels.