“Nunca fue tan difícil conseguir una entrada para su banda favorita”, pensó Kara Hudson mientras buscaba a un revendedor. La banda daba un pequeño concierto en Nueva York, el 31 de diciembre, había tenido suerte porque ella vive en la ciudad, pero no pudo conseguir el dinero a tiempo cuando las entradas comenzaron a venderse por internet, por lo que no le quedó más alternativa que comprar una el día del concierto.
Desde hace 5 años que es fan de la banda de rock punk “Pandemónium”. Haría cualquier cosa con tal de conseguir una entrada, entrar al concierto e incluso conocerlos en persona. Sabía que estaba un poco loca, con 21 años suspira de amor por el vocalista líder de la banda Luke Thompson —de 22 años—, pero su deseo más profundo es conocerlo y hablar unos instantes con él.
Caminó entre la multitud de fans, buscó a un revendedor de entradas que se viera confiable, no quería pagarle el dinero a una persona que después se fuera corriendo y no le diera nada. Recorrió y recorrió, hasta que vio a un hombre delgado, de cabello negro que ofrecía entradas discretamente.
— ¡Señor! —se acercó a él lentamente—. Necesito una entrada para el concierto ¿Cuál es la ubicación? ¿Tiene alguna entrada cerca del escenario? ¿Cuánto cuesta?
El hombre le respondió una suma de dinero estrafalaria, estaba vendiendo las entradas en una gran cantidad de dinero, el cual ella no tenía, pero no se quedaría con los brazos cruzados, así que decidió buscar a otro revendedor. Encontró a una mujer que vendía entradas, pero igual las vendía a un precio inaccesible.
A ese punto Kara estaba desesperada, quería entrar al concierto y ver a sus ídolos, por lo que fue a la parte trasera del recinto, estaba segura que podía entrar tras bastidores sin ser vista. Encontró una puerta semi abierta, pero se percató de que había un guardia saliendo, él miró para los lados, por lo que ella se escondió tras un contenedor de basura gigante y observó que el guardia se iba hacia un callejón para fumar un cigarrillo. Aprovechando aquella ventana de oportunidad, corrió y entró al recinto del concierto.
Caminó rápidamente mirando hacia los lados, todas las personas se encontraban ocupadas tras bastidores, por lo que no se dieron cuenta que una extraña se había colado en el lugar. Kara estaba un poco distraída, por lo que no se percató que un chico iba en la dirección contraria hasta que chocaron y él alcanzó a sujetarla antes de que cayera al suelo.
— ¿Éstas bien, Muñeca? —él preguntó mientras la ayudaba a incorporarse—. Se nota que estás perdida.
Kara al escuchar aquella voz, quitó el cabello castaño de sus ojos y descubrió que el chico era su ídolo Luke Thompson. Ella no podía creerlo, tenía a Luke a escasos centímetros, podía ver sus increíbles ojos azules y su flamante cabello castaño claro.
— ¿Éstas bien? —Luke volvió a preguntar, ésta vez sonriendo engreídamente—. ¿Te comieron la lengua los ratones, muñeca?
No podía hablar, tenía la garganta apretada, su ídolo estaba frente a ella. Tomó unos minutos para tranquilizarse.
— Sí —Kara contestó sonriéndole—. Estoy bien, sólo iba a los baños.
— Creo que estas realmente pérdida —él la cuestionó alegremente, levantando una ceja—. Los baños están en aquella dirección —señaló con la cabeza—. Pero necesitas un pase VIP para estar aquí, ¿Acaso te colaste tras bastidores? —preguntó coquetamente.
Kara al escuchar la pregunta se estremeció, si él le decía a alguien sobre ella; Kara iba a pasar un tiempo en la cárcel y su abuela no tenía mucho dinero para pagar la fianza. Rápidamente se separó de Luke y comenzó a correr por entremedio de la multitud. Chocó con varias personas, entre ellas el jefe de sonido y la diseñadora de vestuario, los cuales le gritaron que tuviera más cuidado, corrió y corrió hasta que logró llegar a una esquina en la cual descansó un poco, tomó aire y de repente alguien la tomó de la cintura y le tapó la boca.
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Luke Thompson estaba cansado. Lo único que quería era viajar a Australia y pasar el año nuevo con su familia, pero su manager hace sólo dos semanas les dijo a los miembros de la banda que había concretado un pequeño acto en Nueva York. Estaba enojado, pero la banda debía hacer la presentación por respeto a los fans.
Había salido a fumar un cigarrillo al callejón, cuando se encontró con aquella chica de cabello castaño que calló directo a sus brazos. Él siempre había coqueteado con las chicas, le resultaba fácil debido a que es una estrella de rock, pero al ver a la chica, quedó paralizado, nunca una chica lo había llamado la atención de manera tan rápida. Cuando ella se fue, la persiguió, hasta que la encontró en una esquina, la tomó de la cintura y le tapó la boca con la mano para que no gritara.
— No te voy a hacerte daño —le dijo al oído en un tono tranquilizador cuando ella comenzó a agitarse—. Sólo quiero saber tu nombre.
Ella al escuchar la voz de Luke, poco a poco comenzó a tranquilizarse, él le dio la vuelta y ambos se miraron a los ojos. Él quedó hipnotizado por los ojos azul intenso, su tez blanca y sus labios rosados los cuales se veían muy besables.
— Quiero saber tu nombre —Luke volvió a repetir mirándola detenidamente—. Necesito saber tu nombre.
Él estaba desesperado, la única explicación era que aquella chica lo había hechizado.
— Me llamo Kara Hudson —contestó tímidamente—. ¡No le digas a los guardias que estoy aquí!
Ella lo tomó de la camiseta y lo zarandeó un poco. Parecía que lo quería intimidar, pero no lo lograba debido a que su tierno rostro en forma de corazón se lo impedía.
— ¡No logré comprar una entrada para el concierto! —ella le dijo atropelladamente, zarandeándolo un poco más de la camisa—. Intenté comprarle una entrada a un revendedor, ¡Pero las vendían muy alto precio! —narraba desesperadamente—. Después, intenté colarme tras bastidores, pero tú me encontraste y seguramente me vas a llevar con los guardias, los cuales llamarán a la policía. ¡Por favor, no me entregues a los guardias! ¡No tengo dinero para la fianza!
Luke la miraba divertido. Nunca una fan de había colado tras bastidores para entrar al concierto, Kara definitivamente estaba loca, pero le agradaba. Intuía que a ella le encantaba la banda y que estaba un poco enamorada de él —esto último se notaba en como lo miraba—, por lo que sacó un pase VIP de su bolsillo y lo colgó en el cuello de Kara. Ella ante este gesto, enmudeció.
— Con este pase puedes acceder a primera fila —Luke la miró fijamente mientras le explicaba—. Y también, puedes acceder a la fiesta de año nuevo que habrá después del concierto.
— Gra…gracias —gradeció tartamudeando, mirándolo asombrada—. Eres muy gentil de tu parte.
— En realidad no lo hago por algún fin altruista —él respondió coqueteándole—. Quiero verte disfrutar el concierto y quiero que pasemos juntos el año nuevo, así que definitivamente debes ir a la fiesta.
Se miraron a los ojos y sonrieron. Entre ellos había una gran conexión, ambos sentían chispas a su alrededor. De a poco ambos comenzaron a acercarse, estaban a punto de besarse, pero antes de lograrlo, el baterista de la banda llamó a Luke avisándole que debían comenzar el concierto.
— Debo irme —le dio un beso en la mejilla, cerca de los labios—. Quiero verte en primera fila, te buscaré en la fiesta.
Tras decir esto, Luke tomó una guitarra eléctrica que estaba en una esquina y fue al escenario sonriendo. Pensó que la fiesta de año nuevo iba a ser aburrida, pero después de conocer a Kara, sintió que esa noche, era una estrella de rock bendecida por los ángeles.
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Kara disfrutaba el concierto de “Pandemónium”, cantaba todas las canciones y tomaba fotografías, las cuales subía inmediatamente a sus redes sociales. Estaba en primera fila, por lo que notó cuando Luke en repetidas ocasiones la miraba intensamente. Kara no podía creerlo, su ídolo se había fijado en ella, de entre todas las chicas; la invitó a ella a la fiesta de año nuevo de la banda. Estaba feliz, quería conocer más sobre él, pero no a Luke el líder de la banda, si no a Luke, el chico que cumplió su sueño de ser cantante.
Al terminar el concierto, dos guardias la buscaron, la escoltaron hasta el lugar de la fiesta de año nuevo—el segundo piso del lugar del concierto— y le dijeron que disfrutara de la fiesta y que Luke la buscaría cuando terminara de cambiarse de ropa. Ella les agradeció, tomó una cerveza de una de las mesas y bailó algunas canciones que estaban sonando. Se estaba divirtiendo, casi nunca salía a fiestas porque estudiaba en la universidad por las mañanas, trabajaba en las tardes y cuidaba a su abuela durante la noche, por lo que no tenía tiempo para divertirse.
Paró de bailar un momento, pensó en ir al bar a buscar otra cerveza, pero un chico se paró frente a ella, al alzar la mirada, observó que era Luke. Él la tomó de la cintura y sin decir ninguna palabra, comenzaron a bailar. Se miraban a los ojos con intensidad, bailaban muy apegados, apenas había espacio entre ellos, ella tenía los brazos envueltos en el cuello de Luke, mientras él tenía las manos en la espalda de ella. Bailaron tres canciones, hasta que él la tomó de la mano.
— Sígueme —Luke susurró en el oído de Kara.
Salieron de la fiesta, subieron la escalera de incendios, hasta que llegaron a la azotea del edificio. Kara miró el cielo y observó las estrellas.
— Quería estar solos —Luke comenzó a acercarse a ella lentamente—. Había muchas personas en la fiesta.
Kara dejó de observar las estrellas, miró el reloj que tenía en su muñeca y se percató de que faltaba un minuto para las doce de la noche, pronto sería un nuevo año.
— Falta poco para la media noche —él se adelantó a lo que ella le iba a decir—. No sé o que me has hecho, pero en todo este tiempo, he deseado una cosa.
— ¿Qué cosa?—ella preguntó, pero sabía la respuesta.
— Quiero besarte —él respondió a escasos centímetros de ella.
De repente desde abajo, comenzó el conteo para la media noche y ellos comenzaron a hacer lo mismo mirándose a los ojos. Cuando los fuegos artificiales iluminaron el cielo, ellos se besaron intensamente y las chispas entre ellos cobraron vida.
Se besaron por mucho tiempo, cuando uno se separaba, el otro nuevamente comenzaba el beso. Se besaron hasta que tuvieron que para por la falta de aire y se abrazaron mientras observaban los fuegos artificiales. Luke pensó que era la mejor celebración de año nuevo de su vida y Kara pensó que nunca fue tan difícil conseguir una entrada para su banda favorita, pero valió la pena todo lo que sucedió aquella noche.
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