Pensar y hacer. {One Shot.

Ficha obligatoria:

Despierto y, nuevamente, mi posible salvación ha preferido volverme inmaterial, dejándome encerrada en su pequeña caja de recuerdos inmemorables, quizá acompañada de otras de sus aventuras de un viernes por la noche. Y vuelvo a sentir ese vacío que tan común se ha vuelto para mí a estas alturas.

Es una sensación extraña porque, por más veces que se repite la historia, sigue doliendo y me sorprende que, siendo yo una joven de anciana experiencia, vuelva a depositar mi alma en manos de una persona desconocida. Pero me gusta jugar a la ruleta rusa.

En la pared se encuentra un espejo y me miro aún sentada en la cama de aquel caro hotel. Me río de mí misma y de lo bella que puedo llegar a lucir si me arreglo. ¿Cómo nadie me puede llegar a sentir?
La respuesta se me viene a la cabeza como un flash de cámara, arrugando suavemente mi entrecejo, "Porque en tu propio mundo ellos no existen, Sharlotte".

Me levanto para encontrar mi ropa tirada en el suelo e incluso hasta un poco desgarrada y pienso en lo impulsivo de Fernando. Me pregunto cuál será su verdadero nombre, su verdadera vida. Luego recuerdo que mi vestuario era caro y en mi mente solo caben maldiciones al mundo.


**

—¡Buenos días! — Escucho la agradable voz de la secretaria al llegar a mi oficina —. Te traje tu café.

Me lo entrega con una sonrisa en su rostro que me invita a imitar. Al levantarse la puedo observar mejor. La armonía de su cuerpo es cálida y luce elegante, como siempre.

—Gracias, Isabelle. — Observo rápidamente los alrededores del piso donde nos encontramos. Las cinco personas presentes están tan ocupadas en sus asuntos que no nos toman en cuenta. Invado el espacio personal de la chica en cuestión y rodeo su cintura con mi brazo —. Por favor, trátame de usted en la oficina, querida.

Le muerdo el labio, la suelto y entro a mi despacho.

Provocar es algo que siempre me ha gustado hacer, quizá por cosas netamente físicas. Me agrada la conexión química que hay entre dos cuerpos que se atraen. Esa sensación de lograr que otra persona pierda, aunque sea un poco, la compostura ante ti y que te desee. Quizá solo es un acto de vanidad, quizá hasta ególatra, pero me hace sentir importante.

Me siento en mi escritorio y miro de reojo a la mujer que ya he tenido en mi intimidad. Sé que quiere volver a caer en ese suave elixir que solo la infracción genera, pero no puedo permitirme pecar de inconsecuente. Menos al percatarme del brillo de su dedo anular en la mano izquierda.

Podríamos haber sido todo, cariño, pero lo elegiste a él.


**

El bar está calmado y solo se escucha el suave violonchelo de fondo. Entonces tu mirada se cruza con la mía y tu sonrisa lo dice todo.

Levanto mi ceja izquierda y lo tomas como una invitación a sentarte junto a mí. Me tratas de impresionar pidiendo la bebida alcohólica más cara que tenga el local y me río de ti en mi interior.

El sonido que hacen los cubos de hielo cuando mueves tu vaso de whisky denotan tu prepotencia y tu falta de interés verdadero cuando no preguntas ni mi nombre. Creo ya saber a dónde quieres llegar.  
Te acabo de leer como un libro abierto, pero bastante aburrido de ojear. Seguramente tienes pareja o quizá hasta una esposa, ¿Pero qué te importa? Solo deseas satisfacer tu primitivo y animal instinto y has elegido a la bella chica que ante tus ojos está perdida, con falta de cariño y autoestima. Gran error.

Nunca he estado perdida, cariño. Solo he deseado incontables noches conseguir seguridad y estabilidad. Un alma cálida a quien entregarme por completo y que todo fluya sin mayor incertidumbre. Una especie de conexión mental que me haga enloquecer. Volverme la sangre que fluye por las venas de otra persona y danzar hacia el amor más puro que pueda existir. Volverme el guardián de un ángel blanco.

Entonces tu mano en mi pierna me vuelve a la realidad y un escalofrío se apodera de mi cuerpo. Por voluntad propia caperucita se deja querer por el lobo.

Me invitas a dar una vuelta en tu coche, seguramente me llevarás a la oscuridad a pesar de que te diga que quiero ver el sol en esta noche. Y acepto, sin más dudas.

Entonces se agranda más la brecha entre lo que pienso y lo que hago.

Hola: