unconsciousness.

por **hwahee.** Dom 01 Nov 2015, 8:07 pm

» Nombre: unconsciousness.

» Autor: hwahee.

» Adaptación: No.

» Género: Dramático.

» Advertencias: Depresión, suicidio, abuso.

» Otras páginas: No.

unconsciousness.

El tiempo corre, gloriosa e infinitamente. Tanto así, que en un abrir y cerrar de ojos pude admirarme, en mi patética realidad, siendo golpeado por dos imbéciles con un carencia importante de neuronas. Al principio, segundos atrás, eran apenas unos empujones, y en este momento sentía el caliente líquido arrastrarse por las comisuras de mis labios. Algunos decían que la sangre poseía un sabor metálico, pero para mí era tan agridulce como los pasteles que mi tía Cassidy me preparaba, cada martes.

No supe más de mí por un largo rato. La inconsciencia me arrastró sin pelea alguna, mis esfuerzos por detenerlos eran en vano. ¿Cuántas veces he deseado que se detuvieran? Y pareciera que con ese sólo pensamiento, sin figurar como, su furia incrementaba y el fuerte dolor me consumía.

Sus puños eran letales.

Decían por ahí, que la venganza nunca era lo correcto. Un viejo conocido me dijo una vez que si algún día deseaba cobrar mis lágrimas, la mejor opción era demostrarles que era muchísimo mejor que ellos. Ay, por favor, Joshua. Con esos dulces e inocentes pensamientos no serías alguien mejor en este mundo. Serías un idiota. Como yo, pero con la pequeña diferencia de que yo, ya estaba corrompido.

Desperté en la salida de un barrio chino. Un callejón, precisamente. Tan sucio y desordenado, con un espantoso olor a pescado podrido y la basura tirada fuera de los contenedores. Una parte de mí, quiso arrastrarse hasta la más desolada esquina y acurrucarme hasta que la noche pasara y alguien me encontrara en mi miserable estado. Mis manos picaban por un poco de agua y jabón, suciedad, suciedad por todas partes. Quería refregarme con una esponja áspera y así quitar los recuerdos de los tipos que me magullaron sin piedad.

Pero no lo hice.

Mis pies se arrastraron, y con la poca debilidad que me quedaba llegué hasta mi departamento. Suspiré. Sí, podría ser un miserable, pero me daba un pequeño lujo de vez en cuando. Y así como limpie mis heridas, y tomé una ducha fría, me recosté en mi cama. Cerré los ojos, y la inconsciencia me ganó de nuevo.

No me gustaba el café. Ni caliente, ni frío, ni negro y mucho menos con leche. Cada mañana bebía un jugo de manzana, porque el de naranja tampoco me gustaba, y lo acompañaba con unas tostadas de mermeladas de fresas. Mi desayuno predilecto. Pero justamente hoy, tuve que atragantarme con el café más horrible del planeta. Y yo no sabía preparar uno correctamente, peor aún.

No tenía jugo de manzana, ni de ningún otro tipo. Y no, simplemente no podía salir de mi escondite e ir a comprar una caja. ¿Qué si Andrew me veía? Maldito estafador. Otra ronda de golpes e insultos, no, no, y no. No me arriesgaría. Aparte, yo no debía nada. ¿Qué es eso de dinero, eh? Por favor.

Uy sí. Cierto, tal vez, en un futuro próximo podría devolverle el favor. Pero ahora estaba completamente drenado, y sin ganas de vivir. Que oscuro ser soy, mis padres estarían tan decepcionados de mí. Que dirían los vecinos del suicida y asustadizo hijo de los Carter, que no puede cubrirse el trasero así mismo. Que no puede afrontar una situación como un hombre hecho y derecho, varonil y valiente.

Lástima, pero yo no era nada de eso.

Mi vida era tan patética como yo mismo.

Yo no demuestro si estoy feliz, enojado o triste. Al menos no lo hago cuando estoy frente a cientos de personas, o siquiera, una. No espero mucho, ni tampoco espero poco. La falsedad hoy en día era tan grande, como los amigos, y los enemigos. Y yo tampoco quise esperar por una verdadera amistad, después de la partida de Josh, ya no quedaba nada de mí.

Y si no moría pronto, Andrew se encargaría de eso.

Arrastré los pies por última vez.

Abrí el grifo y dejé que el agua corriera. No me importó en lo más mínimo la escasez del agua y cuidar el medio ambiente, para eso, me hubiese metido en Green Peace. Aunque bueno, si fuera así habría tenido un poco más de adrenalina que correr fuera del alcance de un mafioso y unos padres quisquillosos.

Me desnudé por completo. Creo yo, que las cosas se hacen bien y yo no moriría vestido con un traje Gucci. Quería sentirme libre.

Tomé el pequeño reproductor que Josh me había regalado, y le di play a su canción favorita. Lo coloqué en la alfombra, al lado de la bañera, y por fin me dejé arrastrar en mi soledad. Bien al fondo, reprimí el deseo de salir a la superficie y tomar el oxígeno que necesitaba. Y luego, después de pataletas internas y cicatrices palpables, la inconsciencia me tomó en sus brazos y ahí me quedé.

Por tercera y última vez.

Joshua podría haber sido un conocido, pero era lo más cercano a un amigo que tenía. Y él se había esfumado.

Yo no puedo ser mejor que alguien, Josh. Y ellos tampoco pueden ser mejores que yo.

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