berserk

—Te amo.
Apoyando la cabeza en su hombro, Mafumafu le abrazaba por detrás, y con tal simple oración ya podía saber que sus mejillas estaban rojas y sus ojos llorosos. De nuevo, pensaba.
—¿Qué sucede? —preguntó, pausando el juego en sus manos para soltarlo sobre la cama y abrazar las manos del albino.
—Nada, sólo quería decirlo.
—¿Sólo eso?
La luz que entra por la ventana se va haciendo poca a medida que la noche llega y ambos siguen abrazados, él mirando el techo mientras Mafu esconde su rostro en su cuello, llorando silenciosamente. Mientras lo hacía, se preguntaba qué podrían comer esa noche, y si pizza estaba bien. Aunque llevaban días comiendo sólo pizza, y lo mejor sería comer otra cosa. Tal vez tarta lo haga.
—Nee, Mafu —le llamó, moviendo su cabeza lo suficiente para mirarlo descansar. Su respiración también estaba calmada, comparada a como estaba al principio.
—¿Mm?
—¿Quieres comer tarta o pizza?
—No quiero nada.
Apretó los labios, no contento con la respuesta. Así que quitó las manos del albino de su alrededor y se movió hasta quedar frente a él, ya siendo demasiado oscuro para ver claramente, y aun así, notando sus ojos rojos y algunas lágrimas secas en su rostro que quitó con gentileza.
—Debes comer —dijo.
—No quiero.
—¿Por qué?
—Ya no quiero hacer nada.
—¿Ni siquiera vivir?
Ante su pregunta, Mafu se inclinó para abrazarlo, él recibiéndolo con los brazos abiertos.
—Ni siquiera vivir.
—¿Ni siquiera por mí?
Sintió a Mafu negar.
—Ni siquiera por Soraru.
Mordió su labio, una tristeza apoderándose de él, pero aun así mantuvo su rostro serio mientras alejaba a Mafu, acariciando su mejilla con el dorso de su mano.
—¿Ni siquiera un día más?
Mafu no contestó.
—¿Puedes vivir un día más? —siguió—. ¿Puedes?
Tardó un poco, pero Mafu asintió, y eso bastó para hacerle sonreír. Se sentía tan feliz que podría llorar, pero se contuvo.
—Entonces, ¿quieres tarta?
—Me gusta más la pizza.
—Mm —asintió—. Todo por Mafu.
Diciendo eso, se acercó para darle un beso en la sien, y luego levantarse de la cama, tendiéndole una mano a Mafu para que le siguiera. Cuando él la aceptó, pudo, otra vez, pensar en que Mafu vivía un día más, y que tal vez esa noche podría dormir tranquilo con él a su lado. Era un sueño, de sólo pensarlo, y así, no deseaba despertar.