berserk

Viéndolo arrastrar su valija hacia su nueva vida, sus lágrimas no pudieron controlarse más, y corriendo hacia él, le abrazó.
—No me dejes —lloró, aferrándose a él con todo lo que podía—. No me dejes solo, Soraru. Te amo. Te amo tanto. No me dejes, por favor.
No podía ver su rostro, pero temió lo peor, al ser sus manos ser tomadas sólo para deshacer el agarre y alejarlo. Soraru no le miró en ningún momento, sólo tomó su equipaje nuevamente y siguió avanzando.
Él calló al piso en sus rodillas. Su corazón dolía tanto.
—No... No te vayas. —Extendió su mano, pretendiendo agarrarle, mantenerle con él—. No me dejes solo, por favor. Te lo ruego. ¡No me dejes solo!
Soraru se detuvo. Una pequeña esperanza nació dentro de él y se permitió sonreír, pero lo que vio...
Soraru también lloraba.
Una pequeña mirada y volvió a mirar al frente, caminando hacia aquella vida donde no estarían juntos, sin mirar atrás ni una vez a pesar de los gritos y súplicas de Mafu.
Éste no dejaba de llorar, sin calmarse como Kashitaro le pedía. En el momento en el que Soraru se perdió de su vista, apoyó su cabeza en el suelo, llorándole a nadie por que Soraru se quedara con él. Que esta vez lo haría bien. Dejaría la guitarra atrás y cantaría hasta quedar sin voz si era necesario. Sólo quería a su mejor amigo de vuelta. Era todo lo que pedía. Así que, sólo un poco más, Dios, déjalo seguir riendo con Soraru a pesar del dolor en su pecho.