HOW DO YOU FEEL TODAY?

Mi historia. Nunca en mi vida me habría atrevido a escribir algo semejante a esto, y menos en un foro público, pero lo intentaré.
Siempre he sido una persona un tanto especial. Cuando era pequeña ya empezaba a notar que parecía de otra espécie comparada con mis compañeros de clase. Miraba el mundo con distintos ojos que ellos. Con otra mentalidad, incluso. Siempre he pensado que era como si estuviera en una burbuja invisible alejada de la realidad, observando como todo mi alrededor crecía y cambiaba. Y puede que en realidad, así fuese.

Ser especial no es el problema de todo esto. El problema es que noten que seas especial, y quieran hundirte. Porque los que no lo son, se dan cuenta mucho antes que tu, y lo dan todo para arrastrarte con ellos. Te meten ideas absurdas en la cabeza que te acabas creyendo, se inventan modas y estereotipos solo para que te sientas insegura contigo misma. Para que al final te creas que no eres suficientemente buena para el mundo. Pero lo peor, es que cuando te das cuenta de lo que pasa, ya no son ellos lo que te oprimen, sino los propios demonios de tu cabeza.


Empecé a no comer el Junio de 2014. Al principio solo era porque veía a todas las chicas de mi clase muy delgadas, y creí que perdiendo uno o dos quilos podría encajar mejor en la clase. No sé cómo pude pensar si quiera que ese tipo de cuerpo era bonito, pero ellas parecían tan orgullosas de su figura sin forma, que al final acabé pensando que eso era genial. Fue entonces cuando eliminé toda la materia grasa de mi dieta. No dulces, no fritos, no salsas. Al cabo de dos semanas, mis familiares empezaban a verme más delgada, y me elogiaban por tener esa silueta. Sin embargo, yo seguía mirándome y comparándome con otras, y nunca estaba satisfecha. Suprimí la pasta, el pan y alimentos con alto contenido calórico, las bebidas con gas, el zumo y la leche. Solo bebía agua, y comía ensaladas y frutas. Cada vez más, la gente iba notando mi cambio de peso, pero yo me miraba en el espejo y aún me veía igual. Los familiares más cercanos empezaron a preocuparse, señalando que estaba demasiado delgada, pero yo seguía viendo mucha carne en mis caderas. En tres meses adelgacé diez quilos. Mido uno setenta y peso cincuenta-y-dos. No llego al mínimo de peso que me correspondería, y tengo un mes para ganar cuatro quilos antes de que me ingresen. ¿Cómo puedo ganar peso si no puedo ver una patata frita sin contener arcadas? Cada vez me siento más cansada, sin energía. Noto como los ojos se me agrandan y el resto de mi cuerpo se va haciendo más y más pequeño. Pero eso ya no lo puedo evitar. Sé que me estoy poniendo enferma, y quiero mejorar, pero no sé ni por dónde empezar. Yo era de las que se burlaban de esas chicas que cuentan calorías y se pesan cada semana, de las que comía solo por gusto, de las que engullía un banquete y aún seguía con hambre. Ahora yo me he vuelto peor que aquellas de las que me mofaba. Mi peor momento del día son los que tengo que comer, porque ya me conozco perfectamente el ritual. La cara de tristeza de mi madre, la de preoucupación de mi padre, las palabras de mis hermanas para empujarme a que coma… Es duro, ¿sabéis? Como puedes infligir tanto sufrimiento a tus seres queridos y saber que ellos lo están pasando casi peor que tu. Por eso a veces es mejor sonreír y hacer como si todo estuviera bien, cuando realmente estás rota por dentro. No tienes ganas de nada, te muestras apática, y te importa tan poco todo que crees que no habría diferencia  de ahora si estuvieras muerta. Me gustaría volver a ser feliz. Sin preocupaciones, ni sombras oscuras carcomiendo mi cabeza y susurrándome que las chicas bonitas no necesitan comer.
Quiero recuperarme con todas mis fuerzas, y salir de este pozo oscuro en el que estoy. Porque sé que aún hay esperanza.


Esto lo escribí hará unos meses. Finalmente conseguí salir poco a poco de esa terrible enfermedad (de la que, por suerte, no me había adentrado tanto como para dejar profundas secuelas en mí). He engordado un poco, y ahora me veo mejor que nunca. No veo la comida como un enemigo, sinó como un aliado. Y no, no conviene abusar, pero eso no sólo con la comida, sino en todo. Hay que encontrar el equilibrio en las cosas para poder ser feliz. Como dice mi padre: no puede ser todo blanco o negro; hay un montón de gamas grises de por medio.
Y tiene razón.
He ido a una psicóloga que también me ha ayudado a comprender lo maravillosa que es la vida como para estar todo el día contando calorías. Hay tantas cosas que me he estado perdiendo mientras estaba cerrada en mí misma, que es una suerte poder decir que me he curado. Que he luchado para que esa terrible enfermedad no me absorbiera la vitalidad, y dejara solo mi piel y mis huesos.
Las anoréxicas son lo peor. Desde que se levantan están pensando en lo que podrán desayunar, comer o cenar que aporte el mínimo de calorías a su cuerpo. Muchas también tienen bulímia, así que lo poco que ingieren lo vomitan después (por suerte en ese entonces yo ya lo consideraba una tortura que me era imposible realizar). Y lo peor, lo peor de todo —peor que no tengan luz en el rostro y parezcan cadáveres, tanto por dentro como por fuera— es que son tan egoístas y valoran tan poco su vida, que prefieren morir delgadas, que intentar recuperarse con unos quilos más. Al menos lo podrían hacer por sus familias, porque yo sé qué es sentarse cada día en la mesa, y ver la ansiedad y la angustia en la cara de mis padres. Y eso, sinceramente, me rompía el corazón. Posiblemente eso fue lo que más me ayudó a motivarme para recuperarme.
Y ahora puedo decir que soy feliz. Claro que seguiré teniendo problemas, pero serán los de cualquier adolescente normal, no con la comida, no con una enfermedad mental, no conmigo misma.

Mi padre sólo está en casa dos días a la semana porque trabaja en París, sólo he hablado una vez con la persona que me gusta (y ésta misma se irá a la otra punta del país en menos de dos meses), mi mejor amiga ha vuelto a USA después de su intercambio en Barcelona, posiblemente me cambiaré de bachillerato porque el que estoy haciendo no me gusta... Hay muchas cosas por las que podría llorar, pero al menos sé que hay tantas o más por las que reír.

Sí. Definitivamente soy feliz.

Bueno, hoy me siento de la misma forma que cada vez que entro a este foro: nostálgica. Que buenos tiempos, che... Y qué difícil dejarlos atrás! Tanta era mi dependencia a este foro, a la escritura, a mis amistades... no fue fácil, pero acá estoy, 5 años después, a punto de empezar mi vida, releyendo cosas viejas y recordando lindos tiempos. Que buenos momentos me regalaste OWN! Mi soporte en los peores tiempos de mi adolescencia! Ojalá en el presente siga siéndolo para otros usuarios pasajeros que necesiten un refugio. Cuántas cosas cambiaron en mi vida, tantas que no me alcanzarían las palabras para contarlas todas. Y la esencia... la esencia sigue siendo la misma, supongo.
Además de nostálgica, me siento preocupada, porque estoy en mi ultimo trimestre y necesito una buena nota de francés. Pero a pesar de todo me siento feliz. Feliz porque mi vida no es igual que antes, feliz porque estoy viva y Dios me ama, feliz por un montón de cositas que se unen para superar los problemas. Feliz.
Espero que este reencuentro me haga volver a escribir historias, y algún día el foro me perdone por elegir a Wattpad. Saludos a todos