Desesperanzas.

ficha:

– Vas a morir – Sus labios estaban ligeramente apoyados en sus oídos, las palabras suavemente estremeciéndolo, haciéndole pensar, involuntariamente, en estrellas. La sensación de sus respiraciones irregulares contra su cuello lo volvían loco (Lo cual no era ninguna fábula, él había estado enamorado de ella desde la primera vez que le había visto). Sus ojos negros lo miraron con intensidad, y, pronunciándolo como un recordatorio, repitió para sí misma: –. Morirás.
Sus palabras se pavonearon en su rostro, casi burlándose de su mala suerte. Le devolvió la mirada, una intensa, fácilmente descrita como una mirada desgarrada, rota y perdida. –  Lo sé – Fueron las únicas palabras que se le ocurrieron. La mujer frente a él soltó una risa seca (La cual estaba llena de desesperación), e, involuntariamente, sus ojos - diamantes cristalinos - se llenaron de lágrimas.
– Te has rendido, ¿eh? – Su voz sonaba juguetona, pero detrás de ella había mucho más significado. Sus palabras tenían un gran peso en sus hombros, y él negó con la cabeza, ligeramente.
Se encogió de hombros. – No hay mucho más por lo que luchar – La mirada del hombre era triste, incluso vacía, de alguna manera.
– ¿Qué hay de mi, Cooper? – Había lágrimas en sus mejillas – ¿No merezco que luches por mí?
– Lucharía por ti mil años, millones de días, billones de horas, trillones de minutos – Fanfarroneó él, recordando frases de hace años atrás – . Pero he perdido esa batalla hace mucho, Olive.
Cooper podía olvidar millones de cosas: cumpleaños, letras, risas, muerte y aniversarios, pero la única cosa que jamás olvidaría era la sonrisa de Olive aquella última vez.
Su mente divagó por lo que parecieron horas, aunque en realidad solo fueron unos largos cinco minutos. Finalmente, después de pensar en Olive, en muertes, en esperanzas, alcohol, malas decisiones y errores, tomó a la misma de la mano y la atrajo hacía él, pensando en besarle hasta su muerte (Era algo más literal que una metáfora, dado que en una media hora ya no iba a estar aquí).
Su relación nunca fue muy estable, desde el primer día que se conocieron. Él la creyó loca y ella lo creyó un enfermo, aunque nunca lo admitirían. Era lo agridulce del momento que dejaba a Cooper con un sabor amargo en la boca, sin poder pensar. Estaban cargados de cosas que no podían hacer, ni decir ni pensar.
Apretó su mano.
– A veces me olvido – Confesó su amada, a su lado, mientras miraban una vieja película de los '80 en su habitación. El ceño fruncido de Cooper delató su pregunta –. De que morirás.
Su mueca pronto se convirtió en una sonrisa - mitad falsa y mitad rota - – A veces me sucede, también – Negó con la cabeza, en un aire casi arrogante –. Parece irreal.
– El mundo nos detesta – Asintió ella, acurrucándose a su lado, intentando no dejar ir (Lo cual, pensando la situación, era algo bastante triste: Te aferras y te aferras a esa esperanza que nunca se volverá realidad, pero, sin embargo, sigues aferrándote sin importar qué).
No había suficientes palabras para describirlo. Era un sentimiento fuerte, que sabías que estaba allí, pero al mismo tiempo, era tan distante y solitario, que a veces Cooper se preguntaba si lo que en verdad sentía era solo la ilusión de una muerte lejana. Olive a veces se preocupaba de que el hombre que amaba hubiese perdido la cabeza. O, tal vez, ya la había perdido desde hace tiempo.
De todas formas, eso mucho no le importaba. él iba a morir después de ese fin de semana, que estuviese cuerdo o no, realmente no importaba.
Esa mujer, su mujer; Aquella que se había quedado con él desde su primer día en el hospital St. Claire, era su perdición. O tal vez su salvación. Cooper no entendía mucho esas cosas. Tomó su mano, dejándola sentir su miedo, sus palmas, a sí mismo. Los ojos de su amada - diamantes rotos - estaban llenos de lágrimas. 
– Prometelo, Cooper  – susurró, mientras sus dedos recorrían su cabello.
Era una escena melancólicamente desagradable, tierna y desgarradora (Cooper pensó que realmente les hacía justicia).
Y de repente, recordó millones de cosas: cumpleaños, letras, risas, muertes y aniversarios, cuando pensó en lo que alguna vez dos amantes habrían de compartir en alguna que otra película que había visto a las dos de la mañana después de la quimioterapia: – Lucharía por ti mil años, millones de días, billones de horas y trillones de minutos. Todo va a estar bien. Para siempre  – Le dijo, mientras su cabeza estaba apoyada en sus hombros. Era una típica cosa que los amantes solían decirse, y Cooper no sabía cuanto sus palabras volverían para torturarlo.
Hay una nueva enfermera en el hospital, que se rehúsa a darle gelatina pasada y la cual tiene la sonrisa más cálida y sincera que jamás haya visto o verá. Cooper no tiene idea de cual es su nombre, pero, según las otras enfermeras (las cuales si le dan gelatina pasada y sí le sonríen con tristeza), es algo parecido a 'Oliva'.

hola carola:

LUCY CON SUS SHOTS DESTRUYE ALMA DE ANA. TE AMO , BOLUDA.

YA SÉ, PERO IGUAL LUCY TE AMA DANIELA.

gracias bebé