Ojos Vacíos.

1 de noviembre de 1990.
Sentado en un banco nuevo de madera, él sonreía a su madre mientras esta pedía su helado favorito. El de chocolate.
Hoy era su quinto cumpleaños.
Llevaba su traje nuevo. Todo un pequeño apuesto, desde sus zapatos brillantes y lustrados hasta su cabello meticulosamente arreglado en un nuevo corte. Su madre lo veía mientras este le sonreía.
Él era feliz.
Caminaba tomando su mano, alzaba la barbilla mientras aun saboreaba su helado de cono artesanal que fue hecho por el anciano que siempre lo veía con una sonrisa.
Mientras más pasaba el tiempo, el helado se derretía. Él se tardaba mucho, era solo un niño, para compensarlo, empezó a dar lametazos más constantes, e hizo que pequeñas embarraduras se filtraran por toda su cara, recorriendo su cuello hasta arruinar su nueva camisa blanca.
Su madre, lo miro a los ojos. Y él los bajo, avergonzado. Desde entonces su madre nunca volvió a comprarle un helado de chocolate.
 
1 de noviembre de 1994.
Hoy era su noveno cumpleaños. Llevaba una pequeña camisa negra mientras esperaba su sorpresa. Su madre llego con una enorme sonrisa mientras lo miraba.
La fatiga surcada en su rostro, escondida en esas pequeñas arrugas alrededor de sus sienes.
Lo estrecho en sus brazos hasta que él pensó que se ahogaría. Levanto la barbilla como él siempre lo solía hacer. Su madre le entrego un cuento. Peter pan. Esa misma noche, ella se lo leyó.
Él era feliz.
Lo dejo en la habitación, mientras él, temía de los piratas. Algo había faltado. Y entonces, lo recordó.
Abrió la puerta de la alcoba de su madre, justo a tiempo para verla beber algo de una botella, sus ojos llenos de un sentimiento que él no reconoció: amargura.
Ella estaba llena de lágrimas, pero él no lo sabía.
Era solo un niño.
―Mamá, olvidaste mi beso de buenas noches― dijo él mientras se acercaba a ella, los brazos extendidos, sonriente.
Pero su madre se levantó antes de que él pudiera llegar a ella, y lo mando a su habitación.
Desde entonces su madre nunca volvió a darle un beso de buenas noches.
 
1 de noviembre de 1997.
Hoy era su doceavo cumpleaños.
Su cabello había crecido. Era el más alto de su clase, algo desgarbado, tímido y lleno de pecas en sus mejillas.
Su maestro decía lo brillante que podía llegar a ser así que él escribió un poema. Lo nombro “Ella” y lo empezó a leer frente a toda su clase. Su maestro aplaudió con ganas y le puso una perfecta nota, porque eso es lo que siempre se esperaba de él.
Ese día espero en el autobús mientras llevaba el poema en la mano.
Él era feliz.
Al llegar a su casa, corrió a la cocina y vio a su madre hacer espagueti. Ella lo abrazo, su sonrisa adornaba todo su rostro resplandeciente, pero el teléfono sonó y ella fue a contestar. Al instante, empezó a gritar, y el sentimiento irreconocible estaba allí de nuevo.
Y él para calmarla intento leer su poema, por cada grito cada vez más fuerte. Ella no lo escucho, solo le gruño “bastardo, bastardo, bastardo”. Todo era eso.
Desde entonces no ha volvió a escribir un poema.
 
1 de noviembre de 2001.
Hoy era su decimosexto cumpleaños.
Sus ojos eran tan azules como la tinta misma. Su maestro de Biología dijo que tenía potencial, que podía conseguir todo si seguía así. Muy talentoso, correcto, simplemente perfecto.
Él sonreía todo el tiempo. Era la clase de chico ideal en cada lugar en el que lograba poner un pie. Julia —su novia― era una mujer perfecta. Él era un chico muy afortunado, eso se decía mientras miraba el reflejo de su apariencia en el espejo.
Él era feliz.
 
No tomo él autobús, a él le gustaba caminar.
Al llegar, su madre no lo abrazo. Solo movió las comisuras de los labios en una mueca.
Él no sabía si eso contaba como una sonrisa.
Ella aún no había hecho la cena, así que decidió sorprenderla.
Hizo una gran ensalada. Su pecho lleno de orgullo, siempre lo hacía bien.
Llevo una ración a su madre y ella lo tomo en sus manos. Ella solo lo miró con un dulce brillo en sus ojos. Entonces la probo y mientras la saboreaba su ceño cambio. De la nada lo escupió. Olvido que a su madre no le gustaba el pimiento. Así que ella lo envió a su habitación con una mirada ofuscada, de vuelta con el sentimiento que él aún no sabía interpretar.
Bastardo, bastardo y bastardo.
Desde entonces él nunca volvió a cocinar.
 
1 de noviembre de 2003.
Hoy era su décimo octavo cumpleaños.
Era el día de su graduación. Su novia lo había dejado por su compañero de biología. Su maestro no volvió a repetir cuan inteligente era.
Siempre se vestía de negro, así era más fácil, una cosa menos en que pensar, él no había vuelto a sonreír, no por ahora. Le gustaba caminar, y mientras lo hacía se encontró mirando su reflejo en un charco de agua. Y entonces entendió lo que nunca fue.
Un chico afortunado.
Tenía el discurso que iba a decir preparado, y tan ensayado como podía estar. Lo empezó a leer, una y otra vez, una y otra vez, no entendió el hilo de que trataba de expresar, decía lo contento que podría estar este día, citaba alguna película y saludaba a personas que nunca llegó a recordar…y nada más. Así que lo volvió a escribir, al reverso de una su perfecto gafete de calificaciones.
Llego a su casa y fue directo a su habitación, su madre no había salido de su cuarto desde que su ex novio la abandono.
Subió los peldaños tan lento como pudo y solo volvió a mirarse en un espejo. No se reconoció. Ese era su reflejo, la misma cara que había visto toda su vida, pero no era él, ojos vacíos, sin alma ni anhelo. ¿Es que acaso se había conocido alguna vez? ¿Quién era él? ¿Qué es lo que había perdido?
Lo que veía y era una sombra borrosa, una cara bonita, un cuerpo bonito…y nada más. No era él, no era él, no era él.
Se desnudó, y a pasos cortos entro a su bañera y la lleno de agua helada, no le apetecía el agua caliente, quería sentir algo, necesitaba sentir algo. Ensayo su nuevo discurso, y se permitió soñar con la irrealidad, la fantasía de volver al pasado, buscar un recuerdo agradable, y quedarse allí, estancado en un bucle que jamás iba a pasar. Alzo su barbilla mientras las lágrimas caían tibias le traían consuelo a su frío rostro, todo estaba helado, ya no sentía su cuerpo.
Por fin, había tomado una decisión.
Recordó toda su vida en menos de tres minutos con un corazón al borde de la rasgadura, al parecer el enamoramiento adolescente podía romper un corazón casi igual al hecho de no haber experimentado el amor en toda una vida. ¿Acaso él sabía que era el amor?
Allí estaba la lección que en toda su vida. Muy consiente de hacer lo correcto, metió su cabeza inmersa en la helada agua, un frasco de pastillas verdes, azules, rojas y tres píldoras blancas de somníferos.
 Y entonces comprendió que en tres minutos aprendió más que en toda su vida. 
Nunca supo que era el amor. No lo experimento porque no era nada en sí, era algo subjetivo y relativo, muy hueco y vacío.
El sentimiento real era uno que por fin reconoció, ese que su madre sí le enseño: amargura.
Y la última verdad prominente era la que siempre estuvo allí, tangible y enmascarada.
 
Él no era feliz.

ficha.:

 Mi nombre es Elizabeth, pero me conocen como Lizzie.
Todo esto va para mare porque mare es la cura y el remedio. (?)
Gracias por leer.

HASTA OBAMA SE ME PASABA POR LA CABEZA PARA SER EL PRIMER COMENTARIO EXCEPTO TÚ.
ENTONCES LLORA, HAZ QUE VALGA LA PENA. ¿DONDE QUEDO ESO DE GEMELA? ¿AH? ¿AH?
HAY DOS COSAS QUE SABEMOS TU Y YO.
1. NO VAS A EDITAR EL COMENTARIO PORQUE ERES PAJERA.
2. NO ME ODIAS, ME AMAS, PELOTUDA. SANGRE LLAMA SANGRE.
ME CONOCES BIEN, TODO ESTE OS FUE POR CHARLIE. Y QUE BUENO QUE TE TIEMBLE, TE DEBE TEMBLAR HASTA LA CONCHA. ESTO ES MI ORGULLO. TE AMO. ERES LA MEJOR. COMENTO EN TU PVT LUEGO. CHUA.

Gracias por haberlo leído, es mi orgullo. (?)
Aplaudeme y yo te aplaudo por aplaudirme. Como una cadena. Gracias por haberlo leído.

Hola leslie, me alegra que lo hayas leído. Y bue, yo también lloré, si eso te hace sentir mejor. (?)
En realidad es el único OS que me ha gustado. Mi pequeño (?)
Gracias por haberlo leído, y bueno, no sé cuando subiré de nuevo. Gracias, otra vez.

POR ESO, POR ESO MARE. SI NO FUERA POR TU INSISTENCIA EN QUE LO SUBIERA SE HUBIERA QUEDADO EN WORD ¿SABES?
Y BUE, ESTOY TRATANDO DE HACER RIMAR AHORA QUE ERES BETA, PERO NADA SUPERARA A MARE ES LA CURA, MARE ES EL REMEDIO SBS.
No hace falta, somos dos almas unidas, viste. Te hace daño a ti, y me lo hace a mi. Es lo mismo que me hiciste sentir con tu OS.
Te amo mare alta.