las magias del insomnio. {novela.

ay gracias gracias  ahre. kevin es lo mejor sape. que bueno bc pensé que no a nadie le iba a gustar kevin but si (?) gracias, en serio <3.

muchísimas gracias che, en serio  me encantó tu comentario, fue fue, lo mejor se se  ¿partí tu corazón? n00000000  ahreñññ. mia... wait.. recalculando, ahre MENTIRA. MIAAAAAAAAAAAAAAAA, ESTAS DE VUELTA OTRA VEZ J O D E R.  CUÁNTAS VECES TE FUISTE, TELL ME. che que lindo que estes de vuelta (?) posta. te amo te amo te amo. <3.

j3j3j3j3j ahre. gracias leo, mi vida, mi heart, mi todo. te amo te amo. sí, la voy a seguir lokoh. <3.

meh it's ok <3. que bueno que te haya gustado, gracias angie de mi corazón. te amo <3. ya de plano la sigo. 

—Y fue así como dice usted que su hijo y los demás niños desaparecieron el 22 de Diciembre, dos días antes de noche buena, ¿verdad?—preguntó el abogado del acusado por Marie, sí, estaban en un tribunal por Kevin.
—Sí, siento que ese hombre el cual esta defendiendo, fue el culpable de las desapariciones, él tiene a Kevin, ¡mi hijo!—
—Señora, ¿no cree que fue por otra cosa? Mallom no se llevaría a pequeños niños, no es capaz. Por cierto, juez ¿me permite?—el juez asintió lentamente mientras la cara de Marie se tornaba en un rostro de tristeza.—Marie Claire, su niño, como todos los demás desaparecidos, sufrían o sufren, insomnio. Este caso ya tiene algo en común, y otra manera de sacarle jugo ¿no? Tal vez, algo tiene que ver con el lado más fantasioso, deje de rebuscar en la realidad, busqué un investigador, un filosofo, un científico, alguien que pueda con esto. Te doy una pista; los niños terminaban el 22 de diciembre una clase especial para reunirlos a todos, vendrían cansados de tanto jugar, ¿su hijo fue a la escuela ese día?—
—No, no lo vi más hasta las 12:00 am.—tragó saliva.
—Bueno, eso es distinto a todos los casos, pero déjeme decirle, que investigue con otra persona.—el juez dio caso cerrado y la madre de Kevin, seguía confundida. ¿A dónde fue mi hijo? ¿Por qué souy la única madre buscándolo? 

Kevin decidió darse por vencido con los golpes y los gritos, y otra vez, se sentó en el piso sin tener respuesta alguna de qué era lo que estaba pasando. La música paraba lentamente y los juguetes de apoco se calmaban, las luces se iban apagando dejando sólo la iluminación de la lámpara que tenía el jovencito en su mesita de luz. Pero de la nada, y de un golpe seco, su armario se abrió. Sus cansados ojos se abrieron y fueron a parar al mueble. Se paró con un poco de miedo y de a pequeños pacitos se acerco y asomó la cabeza. Lo que había dentro de su armario lo asustó muchísimo. ¡Un túnel en caída! De él salían brillos y si te acercabas más, escuchabas una tonada muy linda. Kevin, para su dichosa curiosidad, decidió acercar la cabeza más, al tal punto de meterla adentro del túnel. Algo fue que lo empujó, y cayó dentro.

—¡Mamá! ¡Mamá!—gritaba mientras caía y se deslizaba por la tela del túnel, que de por si, era suave y de unos tonos celestes.

Por fin, cayó en tierra, tierra de un bosque. Los árboles tenían unas formas muy raras y el lugar estaba repleto de luciérnagas, ya que era de.. ¿noche? Comenzó caminar sin rumbo alguno. Su miada se perdía en el hermoso paisaje, y a veces hacías muecas de dolor, porque pisaba ramas rotas de algún árbol. 

—Oh, ¡llegó un niño nuevo!—apareció un hombre, vestido como de la antigua revolución Francesa, y llevaba consigo, un libro. Lo asustó un poco a Kevin, porque saltaba y hablaba en tonos raros. Se lo veía algo.. inmaduro.
—Ho-hola.—
—Nombre y apellido, por favor.—abrió su libro y con una pluma y a en su mano, esperó la respuesta del joven.
—¿Por qué?—
—Lo necesito, ya estas aquí, mereces un nombre y un apellido ¿no?—
—Em.. primero dígame dónde estoy.—
—Estas durmiendo muchachito, en tus sueños.—
—Pero.. yo no duermo.—
—Exacto.—sin más que decir, le sonrió y comenzó a caminar hacía una casita de madera que por fuera se veía chiquita, quién sabe cómo era por dentro. ¿Y Kevin? sólo pensó en seguir al hombre, a estas horas ya había, perdido la cabeza.


Entró el hombre con Kevin delante suyo, posaba sus manos en sus hombros y tenía una amplía sonrisa. Las demás personas presentes, que tenían la misma característica que el hombre, comenzaron a gritar y aplaudir felices, cosa que confundió más al niño de tan sólo, 10 años. Las mujeres lo abrazaban y le daban besos en ambas mejillas, los hombres le daban ese "típico" golpe en la espalda y más atrás de la habitación, habían más niños, ¿debería preocuparse? Sí, y así lo hizo. Salió del lugar y comenzó a correr por todos lados, pero no veía salida alguna. O se caía con las raíces de los árboles o se cansaba de tanto. Habían cabañas por todos lados, y pequeños caminitos que lo confundían, aún más. 
Llegó al final del bosque y se encontró con un carretera, le parecía raro, pensó que se encontraba, en el medio de la nada. Si cruzabas, te encontrabas con otra parte del bosque, quizás.

—¡No! ¡No! ¡No!—llegaron todos y trataron de agarrar al chico. Gritaban y gritaban y seguramente, también perdían la cabeza.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?!—preguntó Kevin un poco asustado y retrocediendo para atrás.
—¡De uva!—gritó riendo uno de los presentes, pero fue callado por un golpe en la pansa.
—Adam, no es gracioso.—le reprochó una mujer.
—¿Adam?—preguntó el niño casi gritando.
—Ven con nosotros, te explicaremos todo y tendremos tiempo para presentarnos.—sonrió amablemente la misma mujer y tomó a Kevin de lo hombros, para poder llevarlo con tranquilidad, a la pequeña casa. 

driving faster.:

Todo esto me hace acordar a Coraline y a Alice in Wonderland que son de mis películas/historias preferidas, además me imagino todo con un aire a los mundos de Tim Burton. Simplemente perfecto. ¿Ya dije que amo a Kevin?, porque lo amo. Me da ternura y siento que es tan, no sé, sabio.  Bue, eso. Estoy entusiasmada con esta novela porque amo la trama, sabés, así que si subís un capítulo cada día no me quejo. Te amo, jé.

Una taza de té sobre la mesa, todos presentes. Cinco mujeres, cinco hombres, y siete niños. Todos dentro de una casita de apariencia pequeña, pero grande, muy grande, por dentro. Kevin no entendía mucho, pero la calma había caído sobre él. Ya se había agotado de escapar, quería una respuesta sobre todo lo que estaba pasando.
Una de las mujeres, se sentó a su lado, dispuesta a contarle todo. Era la más amable, o así parecía. Era tranquila, paciente, muy paciente para poder soportar las preguntas del joven. El nombre de esta dulce señora era Catherine. Una mujer que en su época era la más linda de todas, la más inteligente y la hija del intendente. Ella no hacía caso omiso a esta etapa, obviamente, pero no lo recordaba con mucho orgullo, sólo con alegría.
 
—Somos Foster’s, todos, dentro. Si tu apellido es, Fusco tal vez, pues aquí cambia a Foster. Somos una familia.—dijo muy contenta Catherine.
—Soy Kevin Bacon. Pero, no entiendo, ¿por qué? ¿Por qué estoy aquí? ¡Quiero volver a mi casa! Con mi verdadera familia.—exclamó Kevin para luego lo último decirlo más bajo.
—Lo mismo pensaba yo con mi antigua familia, pero ¡aquí todo es mejor!—dijo un niño de tez blanca y cabello muy rubio.
—Aquí estas en paz con tu propia alma Kevin, por más que no lo entiendas o quieras negarlo, aquí duermes, aquí eres un Foster.—dijo un hombre alto, de unos 1,90 y con bastante barba y bigote.
—Pero.. eso es imposible, no puedo dormir, ¡ni siquiera cerrar los ojos!—
—Mira pequeño, es normal que a la primera sientas que te vas a morir y quieras escapar, pero que no cunda el pánico, te acostumbras, descansas. Oh por cierto, no vuelvas a intentar cruzar el bosque, es lo peor que puedes hacer aquí, jamás lo hagas.—dijo algo alterado un hombre algo “obeso” y joven. Se lo veía muy divertido, pero al explicarle a Kevin y dejarle en claro que pasar el bosque esta mal, se lo notó un poco serio.
—¿Qué pasa con el bosque?—preguntó inocentemente Kevin.
—¡PUEDES MORIR!—gritó el joven obeso.
—¡Freddy! No claro que no, no vas a morir joven, estate tranquilo. Soy Amie, un gusto Kevin.—sonrió dulcemente una mujer de temprana edad con la cabellera rubia.

—Yo soy Edgard querido Kevin, ¡bienvenido!—exclamó saltando el hombre alto con de barba y bigote.
—Yo, como te enteraste, soy Freddy, el mejor aquí.—dijo orgulloso.—Claudio es aquel de tez morena, pasión latina compadre, ese es Paul, suele ser serio todo el tiempo, pero tiene corazón por más que no parezca.—todos rieron.—Él es Michael, es más joven de aquí del grupo de los “jefes”, el tonto tiene 16 y es muy coqueto, ¿no Michael?—el joven ya nombrado sólo sonrió.—Ella, como ya sabes, es Arnie, también, una de las más jovencitas. Allí esta Catherine, la jefecita del grupo, a su lado se encuentra Patty, la cocinera y la más gorda de todas, ¡deja los postres Patty!—
—¡Freddy!—dijo un tanto molesta.
—Luego siguen Maria y Rachel, ambas cuarentonas y fiesteras, aunque tenga una pinta de vender libros en un boulevard, y por último el escuadrón más loco del mundo, los niños de la casa. Vayan a jugar y así poder conocerse que yo ya me cansé.—gritó riendo para luego ser acompañado por las risas de los demás. Freddy era un gran tipo.

 
Los niños corrían y jugaban en todo el bosque. Deslizaban sus manos por los árboles, se divertían. Kevin sólo observaba desde lejos, ya que no conocía a nadie y aún sentía que algo andaba mal. Se sentó en uno de los columpios, comenzó a hamacarse despacio y a cerrar sus bellos ojos, pensando en paz. Pero por alguna razón se hamacó cada vez más y más fuerte, hasta caer y lastimarse sus rodillas.
Los demás niños no vieron nada, pero una pequeña sí, la cual corrió a ayudar a Kevin. Era rubia y pálida, llevaba unas pequeñas trenzas y un vestidito ya viejo y gastado. Tomó a Kevin de los brazos y lo ayudó a levantarse, para luego preguntarle si se encontraba bien.


—Siempre pensé que esta hamaca era un peligro para todos nosotros.—dijo la rubiecita en un tono que demostraba elegancia e inteligencia. 
—Em, sí, no sabía era algo malo, soy nuevo.—
—Te llamas Kevin ¿cierto?—
—¿Cómo lo sabes?—
—Porque sí, yo sé todo. Desde los nombres de la flora en este lugar, hasta el nombre de tu ciudad. Manhattan.—
—Wow... yo no sé nada de ti.—
—Estoy acostumbrada señor.—
—Tengo 10, va, creo que todos aquí tenemos entre esa edad.—
—Eres inteligente, me caes bien. Son todos tan inmaduros.—reía tan delicadamente la rubiecita.—Mi nombre es Rosario Streisand y no recuerdo mucho de mi infancia, pues siento que nunca la tuve.—
—Pues aún te queda mucho que vivir de tu infancia, todos aquí tenemos esa oportunidad ¿no?—y por primera vez la pequeña Rosario, dudó.

Ella le mostró todo el sitio, a lo que todos llamaban "Bird City, ciudad de sueños". Y es que le alegró que tenga un nombre tan tierno y bonito, le quitó todo el susto que llevaba dentro.
Pensó en su madre, pensó que estaría haciendo, si se había enterado de que su pequeño no estaba durmiendo, ni siquiera estaba en casa, o en el país quién sabe. 


La madre de Kevin pensó en levantarlo para que pudiera aunque sea almorzar, y esperar a que duerma tranquilo. Subió las escaleras cantando una melodía de una canción de cuna, una que alguna vez logró hacer que el pequeño Kevin, duerma.
Al entrar al dormitorio, se llevo una gran sorpresa. Su hijo no estaba, el cuarto parecía un descontrol y no había señales de vida. Gritó, golpeó todo, lloró y llamó a su niño una reiteradas veces. ¿Qué iba a ser de su vida sin el sol que iluminaba las tardes? Ash era un adolescente rebelde que las veces que se la pasaba en la casa era para molestar, lo amaba de todas formas. Pero Kevin era único.
Corrió al comedor para poder llamar a su marido e informarle de lo ocurrido hasta que decidió pedirle que se vean en la comisaría. 

Si bien la familia de Kevin era una atareada y la atención al niño era escasa. Su padre nunca estaba, su madre siempre pensando en el trabajo y su hermano lo molestaba. ¿Su enfermedad? Era tomada como "algo de niños" "algo que se le va a pasar" y definitivamente no era así. Kevin necesitaba amor, atención, cariño, dedicación, y un sin fin de palabras. Kevin, como todos los niños ahí, necesitaban a su familia.