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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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~ The Duff~ (Joe&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
Esta vez no tengo exacusas, lo siento mucho.. :oops: :oops: :oops:
CAPITULO 7
Después de pensarlo durante un rato, decidí que ser la “Duff” tenía muchos beneficios.
Beneficio número uno: no tiene sentido preocuparse por el pelo.
Beneficio número dos: ninguna presión para actuar de manera cool. Nadie se fija en ti...
Beneficio número tres: ningún drama con los chicos.
Me di cuenta del beneficio número tres mientras estábamos viendo
Atonement en la habitación de Jessica. En la película, la pobre Keira
Knightley tiene que pasar por toda esa maldita tragedia con James
McAvoy, pero si Keira no hubiera sido atractiva, el nunca se habría
fijado en ella y no le habría roto el corazón. Al fin y al cabo todos
sabemos eso de que “es mejor haber amado y perdido...”, todo ese rollo
es una mierda.
Esta teoría se aplica a un montón de películas. Piensa en ello. Si Kate
Winslet hubiese sido la “Duff”, Leonardo DiCaprio no se habría enamorado
de ella en Titanic y nosotros nos habríamos ahorrado un montón de
lágrimas. Si Nicole Kidman hubiese sido fea en Cold Mountain, no tendría
que haberse preocupado por Jude Law cuando se fue a la guerra. L lista
es interminable.
He visto a mis amigas pasarlo mal por un chico continuamente.
Normalmente, las relaciones terminaban con ellas llorando (Jessica) o
gritando (Cassey). A mi sólo me habían roto el corazón una vez, pero
había sido más que suficiente. Así que, viendo. Atonement con mis
amigas, me di cuenta de lo agradecida que tenía que estar de ser la
“Duff”. Bastante jodido ¿no?
Desafortunadamente, ser la “Duff” no me salvaba de experimentar dramas familiares.
Llegué a casa sobre la una y media de la tarde del día siguiente.
Todavía me estaba recuperando de la fiesta de pijamas – donde ninguna
habíamos dormido- y apenas podía mantener los ojos abiertos. Sin
embargo, el ver mi casa en un estado de completa devastación, me
espabiló al instante. Cristales rotos esparcidos por el suelo del salón,
la mesita de café estaba boca abajo, como si le hubieran dado una
patada y tardé más o menos un minuto en darme cuenta de que había
botellas de cerveza dispersas por toda la habitación. Durante un segundo
me quedé helada en la puerta pensando que nos habían robado. Entonces
escuché los fuertes ronquidos de mi padre en su habitación a través del
pasillo y supe que la verdad era aún peor.
No vivíamos en una casa museo por lo que se podía caminar con los
zapatos puestos por la alfombra. Hoy era indispensable. Cristales, que
suponía procedían de varios marcos de fotos rotos, crujían bajo mis pies
mientras iba a la cocina a por una bolsa de basura. La necesitaría para
limpiar todo este caos.
Me sentí extrañamente entumecida mientras me movía por la casa. Sabía
que tenía que estar alucinando. Quiero decir, mi padre había estado
sobrio al menos los últimos dieciocho años y las botellas de cerveza
dejaban bastante claro que esa sobriedad estaba en peligro, pero yo no
sentía nada, tal vez porque no sabía cómo debía sentirme. ¿Qué podría
haber pasado que fuese tan grave como para que recayera después de tanto
tiempo?
Encontré la respuesta en la mesa de la cocina, cuidadosamente disimulada en un sobre
manila.
— Papeles de divorcio— murmuré mientras examinaba el contenido del
paquete abierto. — ¿Qué demonios...? —me quedé mirando la firma de mi
madre en estado de shock. Quiero decir, sí, ya me imaginaba que la cosa
acabaría más o menos así. Cuando tu madre desaparece durante más de dos
meses te lo acabas imaginando. — Pero, ¿ahora?, ¿en serio? ¡Ni siquiera
me había llamado para avisarme!, ni a papa. — ¡Maldita sea! — susurré
con los dedos temblorosos. Papá no lo había visto venir. ¡Dios!, no era
de extrañar que se emborrachara de repente. ¿Cómo podía hacerle esto?
¿Cómo podía hacernos eso a ninguno de los dos?
A la mierda. En serio. Que le jodan.
Aparté el sobre hacia un lado y cayó contra el armario donde guardamos
las cosas de limpieza luchando contra las lágrimas que me ardían en los
ojos. Cogí una bolsa de basura y me dirigí a la devastada sala de estar.
Todo me vino de repente. Sentí un nudo en la garganta mientras cogía una de las botellas de cerveza vacías.
Mamá no iba a regresar, papá había vuelto a beber y yo estaba recogiendo
literalmente los pedazos. Reuní los fragmentos de vidrio más grandes y
las botellas vacías y los tiré a la bolsa intentando no pensar en mi
madre. Tratando de no pensar en que probablemente tendría un bronceado
perfecto. Intentando no pensar en el atractivo latino de veintidós años
al que probablemente se estaba tirando. Tratando de no pensar en la
perfecta firma quehabía utilizado en los papeles del divorcio.
Estaba enfadada con ella. Tan, tan enfadada... ¿Cómo podía haberles
hecho esto? ¿Cómo podía haber enviado los papeles del divorcio sin venir
a casa, ni avisarnos? ¿Acaso no sabía lo que le haría a papá? ¿Y ni
siquiera había pensado en mí?, dejando a un lado que ni me había llamado
para prepararme.
Justo entonces, mientras daba una vuelta alrededor de la sala, me di
cuenta de que odiaba a mi madre. La odiaba por haberse ido para siempre.
La odiaba por habernos dejado en estado de shock con esos papeles. La
odiaba por haberle hecho daño a papá.
Mientras llevaba la bolsa de basura llena de marcos de fotos destrozados
a la cocina, me pregunté si mi padre había querido de verdad romper
aquellos recuerdos, aquellos que las fotos habían capturado de mi padre y
mi madre juntos. Seguramente no. Esa es la razón por la cual necesitó
beber. Cuando incluso eso no consiguió borrar la cara de mi madre de su
mente, debió de destrozar la habitación como un borracho loco.
Nunca había visto a mi padre beber, pero sé por qué lo había dejado.
Alguna vez, cuando era pequeña, les había oído hablar sobre ello.
Supuestamente tenía mal genio cuando estaba borracho. Tan malo que mi
madre se había asustado y le había rogado que dejara de beber. Lo cual
explicaba la mesa de café volcada.
Pero la idea de mi padre borracho...simplemente no tenía lógica. Quiero
decir, ni siquiera podía imaginarme a mi padre usando una palabra más
fuerte que otra ¡maldita sea!, ¿mal genio?, no me lo podía ni creer.
Esperaba que no se hubiera cortado con ningún cristal. Quiero decir, que
yo no le culpaba por esto, culpaba a mi madre. Ella era la que le había
hecho esto. Yéndose, desapareciendo, no llamando, no avisando. Mi padre
no hubiera recaído si no hubiera visto esos estúpidos papeles. Estaría
bien, viendo la televisión por cable y leyendo el Hamilton Journal, no
durmiendo la borrachera.
Me dije a mí misma que no llorara mientras ponía la mesita de café de
nuevo en su sitio y aspiraba los restos de cristales de la alfombra. No
podía llorar, si lloraba no tendría nada que ver con el hecho de que mis
padres se estuvieran divorciando. No era una sorpresa. No tendría nada
que ver con el hecho de haber perdido a mi madre, se había ido hace
mucho tiempo como para llorar. No me pondría de luto por la familia que
una vez tuve. Era feliz con mi vida tal y como era, sólo mi padre y yo.
No, si lloraba, sería de rabia, de miedo o por algo totalmente egoísta.
Podría haber llorado por lo que significaba para mí. Tendría que ser la
adulta ahora. Tendría que cuidar de papá. Por el momento mi madre vivía
como una estrella en el condado de Orange, ya estaba actuando
egoístamente por las dos, así que tendría que echar a un lado las
lágrimas.
Justo cuando estaba guardando la aspiradora en el cuarto de la lavadora, empezó a sonar el teléfono inalámbrico.
— ¿Hola? — dije.
-Buenas tardes Duffy-
¡Oh, mierda!. Me había olvidado de que tenía que trabajar con Joe en el
estúpido proyecto. De toda la gente que podría ver hoy, ¿por qué tenía
que ser justamente él? ¿Por qué el día tenía que ir a peor?
—Son casi las tres— dijo. - ya estoy listo para ir hasta tu casa. Me
dijiste que te llamara antes de salir... Estoy siendo considerado.
-Ni siquiera sabes lo que significa eso- eché un vistazo hacia el
pasillo, de donde venían los ronquidos de mi padre. El salón, aunque ya
no era una trampa mortal, todavía se veía desordenada y no había forma
de saber de qué humor se levantaría mi padre, sólo sabía que no iba a
ser bueno. - mira, pensándolo bien, mejor voy yo a la tuya. Te veo en
veinte minutos-.
En todos los pueblos había una casa de ese tipo. Ya sabes, la que es tan
increíblemente bonita que no pega con el resto del pueblo. Esa casa que
es tan fastuosa que parece como si los dueños estuviesen restregándote
su dinero por la cara. Cualquier pueblo en el mundo tiene una casa como
esa y en Hamilton, esa casa pertenecía a la familia Jonas.
No sé si técnicamente se le podría llamar una mansión, pero la casa tenía tres plantas y dos balcones.
¡Balcones!. Millones de veces me había quedado mirándola embobada
mientras pasaba con el coche, pero nunca pensé que llegaría a entrar.
Cualquier otro día habría estado un poco emocionada por ver el interior
(por supuesto nunca le habría dicho esto a nadie), pero estaba tan
ensimismada pensando en los papeles del divorcio que estaban en la mesa
de la cocina que sólo podía sentirme ansiosa y miserable.
Joe se encontró conmigo en la puerta de la entrada, con un molesto gesto
de confianza en su cara. Se apoyó contra el marco de la puerta, con los
brazos cruzados sobre su ancho pecho. Llevaba puesta una camisa azul
oscuro de botones con las mangas subidas hasta los codos, y por supuesto
había dejado unos cuantos botones sin abrochar.
—Hola Duffy—.
¿Sabía cuánto me molestaba aquel nombre? Eché un vistazo hacia el camino
de entrada que estaba vacío con la excepción de mi Saturn y su Porsche.
— ¿En dónde están tus padres? — pregunté.
—Se han ido- contestó con un guiño—. Parece que sólo estamos tú y yo—.
Le empujé hacia dentro y pasé a un amplio recibidor poniendo los ojos en
blanco del disgusto. Una vez puestos mis zapatos cuidadosamente en la
esquina, me di la vuelta hacia Joe que me estaba mirando con vago
interés. — Vamos a acabar con esto de una vez—.
— ¿No quieres hacer un tour por la casa? —
—En realidad no—.
Joe se encogió de hombros. — Tú te lo pierdes. Sígueme—. Se dirigió
hacia el enorme salón el cual, seguramente, era tan grande como la
cafetería del Hamilton High. Dos grandes pilares sostenían el techo y
tres sofás de color beige junto a dos adorables butacas estaban
colocados por la habitación. En una pared vi una enorme televisión de
pantalla plana y en la otra una gigantesca chimenea. El sol de enero
entraba por las ventanas que se extendían desde el techo hasta el suelo
iluminando toda la sala de una manera cálida y natural, pero Joe giró y
empezó a subir las escaleras alejándose de la confortable habitación.
— ¿A dónde vas? — pregunté.
Me miró por encima del hombro suspirando exasperado. —A mi habitación, por supuesto—.
— ¿No podemos hacer el trabajo abajo? — pregunté.
Los extremos de su boca se curvaron ligeramente hacia arriba mientras
enganchaba un dedo en su cinturón. —Podríamos Duffy, pero iremos mucho
más rápido si escribo en el teclado y mi ordenador está arriba. Tú eres
la que dijo que quería acabar con esto de una vez—.
Gemí y subí pisando fuerte. —De acuerdo—.
La habitación de Joe estaba en el último piso, una de las habitaciones
con balcón, y era más grande que mi sala de estar. Su cama gigante
estaba sin hacer todavía y había caratulas de videojuegos tiradas por el
suelo al lado de su PlayStation 3 la cual estaba enchufada a una tele
grande. Sorprendentemente la habitación olía bien, a una mezcla entre su
colonia Burberry y ropa recién lavada, como si hubiera dejado la colada
por ahí o algo así. La estantería a la que Joe se dirigía estaba llena
de libros de diferentes autores, desde James Patterson hasta Henry
Fielding. Joe se dobló por la cintura para mirar la estantería, aparté
la mirada de sus pantalones Diésel mientras cogía La Letra Escarlata de
la balda y se sentaba en su cama. Me hizo un gesto para que me uniera a
él y lo hice reacia.
—Bien— dijo ojeando distraídamente su libro de tapa dura. —¿Sobre qué escribimos el trabajo?, ¿alguna idea?—
—No—.
—Estaba pensando que podríamos hacer un análisis de Hester— sugirió.
—Suena a cliché, pero me refiero a un análisis más profundo del
personaje. Principalmente, ¿por qué tiene el affaire? ¿Por qué se
acuesta con Dimmesdale? ¿Le ama o simplemente es promiscua?
Puse los ojos en blanco. —¡Oh Dios mío!. ¿Siempre vas a por las
respuestas más fáciles? Hester es mucho más complicada que eso. —Ninguna
de esas opciones demuestra algo de imaginación—. Joe me miró con una
ceja levantada. —De acuerdo— dijo lentamente. —Si eres tan inteligente,
¿por qué lo hizo entonces? Iluminame—.
—Por distracción—.
Vale, tal vez era algo descabellado, pero yo seguía viendo ese maldito
sobre manila. Pensando en la zorra egoísta de mi madre. Seguía
preguntándome lo que significaba que mi padre estuviera borracho por
primera vez en dieciocho años. Mi mente buscaba cualquier cosa,
cualquiera, que me distrajera de esos pensamientos tan dolorosos,
entonces, ¿era tan ridículo pensar que Hester se hubiera sentido de la
misma manera? Estaba sola, rodeada de puritanos hipócritas y casados con
un chico inglés horrible y questaba ausente.
—Sólo quería algo que la distrajera de toda la mierda que había en su vida— mascullé. — Una vía de escape... —.
—Si eso fue por eso, no funcionó muy bien. Le salió el tiro por la culata—.
En realidad no le estaba escuchando. Mi mente había vuelto a una noche
de no hace mucho cuando encontré una manera de apartar las
preocupaciones de mi cabeza. Recordé la manera en que mis pensamientos
se habían vuelto silenciosos dejando a mi cuerpo que tomara el control.
Recordé el éxtasis de la nada. Recordé cómo, antes de que acabara,
estaba tan concentrada en lo que había hecho que mis preocupaciones
apenas existían.
—...Supongo que tiene sentido. Definitivamente es un punto de vista
diferente, y a Perkins le gusta la creatividad. Deberíamos sacar un
sobresaliente—. Joe se giró paramirarme y su expresión se volvió
preocupada de repente. —Duffy, ¿estás bien?, estás con la mirada
perdida—.
—No me llames Duffy—.
Vale, estas bien ___ ...? —. Antes de que pudiera decir mi nombre, me
acerqué a él. Rápidamente mis labios se acercaron a los suyos. El vacío
mental y emocional tomó el control al instante, pero físicamente estaba
más alerta que nunca. La sorpresa de Joe no duró mucho y en cuestión de
segundos ya tenía sus manos en mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su
suave pelo y su lengua se introdujo en mi boca y se convirtió en una
nueva arma de guerra.
Una vez más, mi cuerpo tomó el control completo de todo. Nada más
existía en mi mente ningún pensamiento irritante que me agobiara.
Incluso el sonido del estéreo de Joe ,que estaba tocando algún rock
suave que no reconocí, se desvanecía mientras mi sentido del tacto se
agudizaba. Era plenamente consciente de la mano de Joe que subía por mi
torso para tocar mi pecho. Con esfuerzo le aparté de mí. Sus ojos se
abrieron mientras se inclinaba de nuevo
hacia mí. — Por favor, no me pegues otra vez—, dijo.
— ¡Cállate! —
Podría haber parado en ese momento. Podría haberme levantado y marchado
de la habitación. Podría haber terminado con ese beso, pero no lo hice.
La sensación de entumecimiento de mi mente que conseguí al besarle era
tan eufórica, como si estuviera drogada, que no pude soportar que
terminara tan rápido. Odiaría a Joe, pero él tenía la llave para escapar
y en ese momento le quería...le necesitaba.
Sin hablar, sin dudar, me quité la camiseta y la tiré al suelo. No tuvo
oportunidad de decir nada antes de que pusiera mis manos en sus hombros y
lo empujara sobre su espalda. Un segundo más tarde estaba sentada a
horcajadas sobre él y nos besábamos de nuevo. Sus dedos me desabrochaban
el sujetador que se unió a mi camiseta en el suelo. No me importaba. No
era consciente ni me sentía tímida. Es decir, él ya sabía que yo era la
Duff y no tenía que impresionarle.
Desabroché su camisa mientras él me quitaba el pasador de pelo con forma
de lagarto y dejaba caer mis rizos caoba sobre nosotros. Casey tenía
razón, Joe tenía un gran cuerpo. La piel se estiraba sobre su pecho
esculpido y mis manos bajaban por sus musculosos brazos con asombro.
Sus labios se movieron por mi cuello dándome un respiro. Sólo podía oler
su colonia estando tan cerca de él. Mientras su boca bajaba por mi
hombro un pensamiento me vino a la cabeza. Me preguntaba por qué no me
había rechazado, a mi, Duffy.
Entonces me dí cuenta. Joe no era precisamente conocido por rechazar a ninguna chica y yo era la que debería estar disgustada.
Pero su boca presionó la mía otra vez y ese pequeño y breve pensamiento
desapareció. Actuando por instinto, tiré del labio de Joe con mis
dientes, él gimió suavemente. Sus manos se movieron sobre mis costillas,
dándome escalofríos en la espalda. Éxtasis. Puro y auténtico éxtasis.
Sólo una vez, mientras Joe me daba la vuelta sobre mi espalda, pensé
seriamente en parar. Miró hacía mí mientras su mano experta alcanzaba la
cremallera de mis vaqueros. Mi cerebro aletargado se despertó y me
pregunté a mi misma si las cosas no habrían ido demasiado lejos. Pensé
en quitármelo de encima y terminar justo en ese momento. ¿Pero, por qué
tendría que parar? ¿Qué tenía que perder? ¿Qué podía ganar? ¿Cómo me
sentiría dentro de una hora... o menos? Antes de que pudiera contestar a
esas preguntas, Joe me había quitado los vaqueros y las bragas. Sacó un
condón de su bolsillo (vale, ahora que lo pienso, ¿quien lleva condones
en los bolsillos? En la cartera vale, pero ¿en el bolsillo? Bastante
presuntuoso, ¿no crees?). Sus pantalones ya estaban en el suelo también.
De repente, estábamos practicando sexo y mis pensamientos estaban en
silencio otra vez.
CAPITULO 7
Después de pensarlo durante un rato, decidí que ser la “Duff” tenía muchos beneficios.
Beneficio número uno: no tiene sentido preocuparse por el pelo.
Beneficio número dos: ninguna presión para actuar de manera cool. Nadie se fija en ti...
Beneficio número tres: ningún drama con los chicos.
Me di cuenta del beneficio número tres mientras estábamos viendo
Atonement en la habitación de Jessica. En la película, la pobre Keira
Knightley tiene que pasar por toda esa maldita tragedia con James
McAvoy, pero si Keira no hubiera sido atractiva, el nunca se habría
fijado en ella y no le habría roto el corazón. Al fin y al cabo todos
sabemos eso de que “es mejor haber amado y perdido...”, todo ese rollo
es una mierda.
Esta teoría se aplica a un montón de películas. Piensa en ello. Si Kate
Winslet hubiese sido la “Duff”, Leonardo DiCaprio no se habría enamorado
de ella en Titanic y nosotros nos habríamos ahorrado un montón de
lágrimas. Si Nicole Kidman hubiese sido fea en Cold Mountain, no tendría
que haberse preocupado por Jude Law cuando se fue a la guerra. L lista
es interminable.
He visto a mis amigas pasarlo mal por un chico continuamente.
Normalmente, las relaciones terminaban con ellas llorando (Jessica) o
gritando (Cassey). A mi sólo me habían roto el corazón una vez, pero
había sido más que suficiente. Así que, viendo. Atonement con mis
amigas, me di cuenta de lo agradecida que tenía que estar de ser la
“Duff”. Bastante jodido ¿no?
Desafortunadamente, ser la “Duff” no me salvaba de experimentar dramas familiares.
Llegué a casa sobre la una y media de la tarde del día siguiente.
Todavía me estaba recuperando de la fiesta de pijamas – donde ninguna
habíamos dormido- y apenas podía mantener los ojos abiertos. Sin
embargo, el ver mi casa en un estado de completa devastación, me
espabiló al instante. Cristales rotos esparcidos por el suelo del salón,
la mesita de café estaba boca abajo, como si le hubieran dado una
patada y tardé más o menos un minuto en darme cuenta de que había
botellas de cerveza dispersas por toda la habitación. Durante un segundo
me quedé helada en la puerta pensando que nos habían robado. Entonces
escuché los fuertes ronquidos de mi padre en su habitación a través del
pasillo y supe que la verdad era aún peor.
No vivíamos en una casa museo por lo que se podía caminar con los
zapatos puestos por la alfombra. Hoy era indispensable. Cristales, que
suponía procedían de varios marcos de fotos rotos, crujían bajo mis pies
mientras iba a la cocina a por una bolsa de basura. La necesitaría para
limpiar todo este caos.
Me sentí extrañamente entumecida mientras me movía por la casa. Sabía
que tenía que estar alucinando. Quiero decir, mi padre había estado
sobrio al menos los últimos dieciocho años y las botellas de cerveza
dejaban bastante claro que esa sobriedad estaba en peligro, pero yo no
sentía nada, tal vez porque no sabía cómo debía sentirme. ¿Qué podría
haber pasado que fuese tan grave como para que recayera después de tanto
tiempo?
Encontré la respuesta en la mesa de la cocina, cuidadosamente disimulada en un sobre
manila.
— Papeles de divorcio— murmuré mientras examinaba el contenido del
paquete abierto. — ¿Qué demonios...? —me quedé mirando la firma de mi
madre en estado de shock. Quiero decir, sí, ya me imaginaba que la cosa
acabaría más o menos así. Cuando tu madre desaparece durante más de dos
meses te lo acabas imaginando. — Pero, ¿ahora?, ¿en serio? ¡Ni siquiera
me había llamado para avisarme!, ni a papa. — ¡Maldita sea! — susurré
con los dedos temblorosos. Papá no lo había visto venir. ¡Dios!, no era
de extrañar que se emborrachara de repente. ¿Cómo podía hacerle esto?
¿Cómo podía hacernos eso a ninguno de los dos?
A la mierda. En serio. Que le jodan.
Aparté el sobre hacia un lado y cayó contra el armario donde guardamos
las cosas de limpieza luchando contra las lágrimas que me ardían en los
ojos. Cogí una bolsa de basura y me dirigí a la devastada sala de estar.
Todo me vino de repente. Sentí un nudo en la garganta mientras cogía una de las botellas de cerveza vacías.
Mamá no iba a regresar, papá había vuelto a beber y yo estaba recogiendo
literalmente los pedazos. Reuní los fragmentos de vidrio más grandes y
las botellas vacías y los tiré a la bolsa intentando no pensar en mi
madre. Tratando de no pensar en que probablemente tendría un bronceado
perfecto. Intentando no pensar en el atractivo latino de veintidós años
al que probablemente se estaba tirando. Tratando de no pensar en la
perfecta firma quehabía utilizado en los papeles del divorcio.
Estaba enfadada con ella. Tan, tan enfadada... ¿Cómo podía haberles
hecho esto? ¿Cómo podía haber enviado los papeles del divorcio sin venir
a casa, ni avisarnos? ¿Acaso no sabía lo que le haría a papá? ¿Y ni
siquiera había pensado en mí?, dejando a un lado que ni me había llamado
para prepararme.
Justo entonces, mientras daba una vuelta alrededor de la sala, me di
cuenta de que odiaba a mi madre. La odiaba por haberse ido para siempre.
La odiaba por habernos dejado en estado de shock con esos papeles. La
odiaba por haberle hecho daño a papá.
Mientras llevaba la bolsa de basura llena de marcos de fotos destrozados
a la cocina, me pregunté si mi padre había querido de verdad romper
aquellos recuerdos, aquellos que las fotos habían capturado de mi padre y
mi madre juntos. Seguramente no. Esa es la razón por la cual necesitó
beber. Cuando incluso eso no consiguió borrar la cara de mi madre de su
mente, debió de destrozar la habitación como un borracho loco.
Nunca había visto a mi padre beber, pero sé por qué lo había dejado.
Alguna vez, cuando era pequeña, les había oído hablar sobre ello.
Supuestamente tenía mal genio cuando estaba borracho. Tan malo que mi
madre se había asustado y le había rogado que dejara de beber. Lo cual
explicaba la mesa de café volcada.
Pero la idea de mi padre borracho...simplemente no tenía lógica. Quiero
decir, ni siquiera podía imaginarme a mi padre usando una palabra más
fuerte que otra ¡maldita sea!, ¿mal genio?, no me lo podía ni creer.
Esperaba que no se hubiera cortado con ningún cristal. Quiero decir, que
yo no le culpaba por esto, culpaba a mi madre. Ella era la que le había
hecho esto. Yéndose, desapareciendo, no llamando, no avisando. Mi padre
no hubiera recaído si no hubiera visto esos estúpidos papeles. Estaría
bien, viendo la televisión por cable y leyendo el Hamilton Journal, no
durmiendo la borrachera.
Me dije a mí misma que no llorara mientras ponía la mesita de café de
nuevo en su sitio y aspiraba los restos de cristales de la alfombra. No
podía llorar, si lloraba no tendría nada que ver con el hecho de que mis
padres se estuvieran divorciando. No era una sorpresa. No tendría nada
que ver con el hecho de haber perdido a mi madre, se había ido hace
mucho tiempo como para llorar. No me pondría de luto por la familia que
una vez tuve. Era feliz con mi vida tal y como era, sólo mi padre y yo.
No, si lloraba, sería de rabia, de miedo o por algo totalmente egoísta.
Podría haber llorado por lo que significaba para mí. Tendría que ser la
adulta ahora. Tendría que cuidar de papá. Por el momento mi madre vivía
como una estrella en el condado de Orange, ya estaba actuando
egoístamente por las dos, así que tendría que echar a un lado las
lágrimas.
Justo cuando estaba guardando la aspiradora en el cuarto de la lavadora, empezó a sonar el teléfono inalámbrico.
— ¿Hola? — dije.
-Buenas tardes Duffy-
¡Oh, mierda!. Me había olvidado de que tenía que trabajar con Joe en el
estúpido proyecto. De toda la gente que podría ver hoy, ¿por qué tenía
que ser justamente él? ¿Por qué el día tenía que ir a peor?
—Son casi las tres— dijo. - ya estoy listo para ir hasta tu casa. Me
dijiste que te llamara antes de salir... Estoy siendo considerado.
-Ni siquiera sabes lo que significa eso- eché un vistazo hacia el
pasillo, de donde venían los ronquidos de mi padre. El salón, aunque ya
no era una trampa mortal, todavía se veía desordenada y no había forma
de saber de qué humor se levantaría mi padre, sólo sabía que no iba a
ser bueno. - mira, pensándolo bien, mejor voy yo a la tuya. Te veo en
veinte minutos-.
En todos los pueblos había una casa de ese tipo. Ya sabes, la que es tan
increíblemente bonita que no pega con el resto del pueblo. Esa casa que
es tan fastuosa que parece como si los dueños estuviesen restregándote
su dinero por la cara. Cualquier pueblo en el mundo tiene una casa como
esa y en Hamilton, esa casa pertenecía a la familia Jonas.
No sé si técnicamente se le podría llamar una mansión, pero la casa tenía tres plantas y dos balcones.
¡Balcones!. Millones de veces me había quedado mirándola embobada
mientras pasaba con el coche, pero nunca pensé que llegaría a entrar.
Cualquier otro día habría estado un poco emocionada por ver el interior
(por supuesto nunca le habría dicho esto a nadie), pero estaba tan
ensimismada pensando en los papeles del divorcio que estaban en la mesa
de la cocina que sólo podía sentirme ansiosa y miserable.
Joe se encontró conmigo en la puerta de la entrada, con un molesto gesto
de confianza en su cara. Se apoyó contra el marco de la puerta, con los
brazos cruzados sobre su ancho pecho. Llevaba puesta una camisa azul
oscuro de botones con las mangas subidas hasta los codos, y por supuesto
había dejado unos cuantos botones sin abrochar.
—Hola Duffy—.
¿Sabía cuánto me molestaba aquel nombre? Eché un vistazo hacia el camino
de entrada que estaba vacío con la excepción de mi Saturn y su Porsche.
— ¿En dónde están tus padres? — pregunté.
—Se han ido- contestó con un guiño—. Parece que sólo estamos tú y yo—.
Le empujé hacia dentro y pasé a un amplio recibidor poniendo los ojos en
blanco del disgusto. Una vez puestos mis zapatos cuidadosamente en la
esquina, me di la vuelta hacia Joe que me estaba mirando con vago
interés. — Vamos a acabar con esto de una vez—.
— ¿No quieres hacer un tour por la casa? —
—En realidad no—.
Joe se encogió de hombros. — Tú te lo pierdes. Sígueme—. Se dirigió
hacia el enorme salón el cual, seguramente, era tan grande como la
cafetería del Hamilton High. Dos grandes pilares sostenían el techo y
tres sofás de color beige junto a dos adorables butacas estaban
colocados por la habitación. En una pared vi una enorme televisión de
pantalla plana y en la otra una gigantesca chimenea. El sol de enero
entraba por las ventanas que se extendían desde el techo hasta el suelo
iluminando toda la sala de una manera cálida y natural, pero Joe giró y
empezó a subir las escaleras alejándose de la confortable habitación.
— ¿A dónde vas? — pregunté.
Me miró por encima del hombro suspirando exasperado. —A mi habitación, por supuesto—.
— ¿No podemos hacer el trabajo abajo? — pregunté.
Los extremos de su boca se curvaron ligeramente hacia arriba mientras
enganchaba un dedo en su cinturón. —Podríamos Duffy, pero iremos mucho
más rápido si escribo en el teclado y mi ordenador está arriba. Tú eres
la que dijo que quería acabar con esto de una vez—.
Gemí y subí pisando fuerte. —De acuerdo—.
La habitación de Joe estaba en el último piso, una de las habitaciones
con balcón, y era más grande que mi sala de estar. Su cama gigante
estaba sin hacer todavía y había caratulas de videojuegos tiradas por el
suelo al lado de su PlayStation 3 la cual estaba enchufada a una tele
grande. Sorprendentemente la habitación olía bien, a una mezcla entre su
colonia Burberry y ropa recién lavada, como si hubiera dejado la colada
por ahí o algo así. La estantería a la que Joe se dirigía estaba llena
de libros de diferentes autores, desde James Patterson hasta Henry
Fielding. Joe se dobló por la cintura para mirar la estantería, aparté
la mirada de sus pantalones Diésel mientras cogía La Letra Escarlata de
la balda y se sentaba en su cama. Me hizo un gesto para que me uniera a
él y lo hice reacia.
—Bien— dijo ojeando distraídamente su libro de tapa dura. —¿Sobre qué escribimos el trabajo?, ¿alguna idea?—
—No—.
—Estaba pensando que podríamos hacer un análisis de Hester— sugirió.
—Suena a cliché, pero me refiero a un análisis más profundo del
personaje. Principalmente, ¿por qué tiene el affaire? ¿Por qué se
acuesta con Dimmesdale? ¿Le ama o simplemente es promiscua?
Puse los ojos en blanco. —¡Oh Dios mío!. ¿Siempre vas a por las
respuestas más fáciles? Hester es mucho más complicada que eso. —Ninguna
de esas opciones demuestra algo de imaginación—. Joe me miró con una
ceja levantada. —De acuerdo— dijo lentamente. —Si eres tan inteligente,
¿por qué lo hizo entonces? Iluminame—.
—Por distracción—.
Vale, tal vez era algo descabellado, pero yo seguía viendo ese maldito
sobre manila. Pensando en la zorra egoísta de mi madre. Seguía
preguntándome lo que significaba que mi padre estuviera borracho por
primera vez en dieciocho años. Mi mente buscaba cualquier cosa,
cualquiera, que me distrajera de esos pensamientos tan dolorosos,
entonces, ¿era tan ridículo pensar que Hester se hubiera sentido de la
misma manera? Estaba sola, rodeada de puritanos hipócritas y casados con
un chico inglés horrible y questaba ausente.
—Sólo quería algo que la distrajera de toda la mierda que había en su vida— mascullé. — Una vía de escape... —.
—Si eso fue por eso, no funcionó muy bien. Le salió el tiro por la culata—.
En realidad no le estaba escuchando. Mi mente había vuelto a una noche
de no hace mucho cuando encontré una manera de apartar las
preocupaciones de mi cabeza. Recordé la manera en que mis pensamientos
se habían vuelto silenciosos dejando a mi cuerpo que tomara el control.
Recordé el éxtasis de la nada. Recordé cómo, antes de que acabara,
estaba tan concentrada en lo que había hecho que mis preocupaciones
apenas existían.
—...Supongo que tiene sentido. Definitivamente es un punto de vista
diferente, y a Perkins le gusta la creatividad. Deberíamos sacar un
sobresaliente—. Joe se giró paramirarme y su expresión se volvió
preocupada de repente. —Duffy, ¿estás bien?, estás con la mirada
perdida—.
—No me llames Duffy—.
Vale, estas bien ___ ...? —. Antes de que pudiera decir mi nombre, me
acerqué a él. Rápidamente mis labios se acercaron a los suyos. El vacío
mental y emocional tomó el control al instante, pero físicamente estaba
más alerta que nunca. La sorpresa de Joe no duró mucho y en cuestión de
segundos ya tenía sus manos en mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su
suave pelo y su lengua se introdujo en mi boca y se convirtió en una
nueva arma de guerra.
Una vez más, mi cuerpo tomó el control completo de todo. Nada más
existía en mi mente ningún pensamiento irritante que me agobiara.
Incluso el sonido del estéreo de Joe ,que estaba tocando algún rock
suave que no reconocí, se desvanecía mientras mi sentido del tacto se
agudizaba. Era plenamente consciente de la mano de Joe que subía por mi
torso para tocar mi pecho. Con esfuerzo le aparté de mí. Sus ojos se
abrieron mientras se inclinaba de nuevo
hacia mí. — Por favor, no me pegues otra vez—, dijo.
— ¡Cállate! —
Podría haber parado en ese momento. Podría haberme levantado y marchado
de la habitación. Podría haber terminado con ese beso, pero no lo hice.
La sensación de entumecimiento de mi mente que conseguí al besarle era
tan eufórica, como si estuviera drogada, que no pude soportar que
terminara tan rápido. Odiaría a Joe, pero él tenía la llave para escapar
y en ese momento le quería...le necesitaba.
Sin hablar, sin dudar, me quité la camiseta y la tiré al suelo. No tuvo
oportunidad de decir nada antes de que pusiera mis manos en sus hombros y
lo empujara sobre su espalda. Un segundo más tarde estaba sentada a
horcajadas sobre él y nos besábamos de nuevo. Sus dedos me desabrochaban
el sujetador que se unió a mi camiseta en el suelo. No me importaba. No
era consciente ni me sentía tímida. Es decir, él ya sabía que yo era la
Duff y no tenía que impresionarle.
Desabroché su camisa mientras él me quitaba el pasador de pelo con forma
de lagarto y dejaba caer mis rizos caoba sobre nosotros. Casey tenía
razón, Joe tenía un gran cuerpo. La piel se estiraba sobre su pecho
esculpido y mis manos bajaban por sus musculosos brazos con asombro.
Sus labios se movieron por mi cuello dándome un respiro. Sólo podía oler
su colonia estando tan cerca de él. Mientras su boca bajaba por mi
hombro un pensamiento me vino a la cabeza. Me preguntaba por qué no me
había rechazado, a mi, Duffy.
Entonces me dí cuenta. Joe no era precisamente conocido por rechazar a ninguna chica y yo era la que debería estar disgustada.
Pero su boca presionó la mía otra vez y ese pequeño y breve pensamiento
desapareció. Actuando por instinto, tiré del labio de Joe con mis
dientes, él gimió suavemente. Sus manos se movieron sobre mis costillas,
dándome escalofríos en la espalda. Éxtasis. Puro y auténtico éxtasis.
Sólo una vez, mientras Joe me daba la vuelta sobre mi espalda, pensé
seriamente en parar. Miró hacía mí mientras su mano experta alcanzaba la
cremallera de mis vaqueros. Mi cerebro aletargado se despertó y me
pregunté a mi misma si las cosas no habrían ido demasiado lejos. Pensé
en quitármelo de encima y terminar justo en ese momento. ¿Pero, por qué
tendría que parar? ¿Qué tenía que perder? ¿Qué podía ganar? ¿Cómo me
sentiría dentro de una hora... o menos? Antes de que pudiera contestar a
esas preguntas, Joe me había quitado los vaqueros y las bragas. Sacó un
condón de su bolsillo (vale, ahora que lo pienso, ¿quien lleva condones
en los bolsillos? En la cartera vale, pero ¿en el bolsillo? Bastante
presuntuoso, ¿no crees?). Sus pantalones ya estaban en el suelo también.
De repente, estábamos practicando sexo y mis pensamientos estaban en
silencio otra vez.
StayMemiFaither
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
CAPITULO 8
Tenía sólo catorce años cuando perdí mi virginidad con Jake Gaither.
Él acababa de cumplir los dieciocho, y yo sabía perfectamente que era
demasiado mayor para mí. Todavía era una estudiante de primer año de
instituto y yo sólo quería tener novio.
Quería gustar a alguien y encajar. Jake era un chico mayor con coche. En aquel momento, pensaba que eso era perfecto.
En los tres meses que estuvimos juntos, nunca tuve una verdadera cita
con Jake .Un par de veces nos enrollamos en las últimas filas de un
cine, pero nunca salimos a cenar, o a la bolera o a nada de eso.
La mayoría de las veces quedábamos a escondidas para que nuestros padres
y su hermana, que llegó a ser luego una de mis mejores amigas, no se
enteraran de nuestra relación...
De hecho, encontraba esa parte divertida y excitante. Era como un
romance prohibido...como Romeo y Julieta, que habíamos tenido que leer
en clase de inglés ese semestre.
Nos acostamos varias veces, y aunque no disfrutaba realmente del sexo,
sí lo hacía de la sensación de cercanía, de conexión, era reconfortante.
Cuando Jake me tocaba así, sabía que me quería. Sabía que el sexo era
algo bonito y apasionado, y tenía mis razones para estar con él.
Acostarse con Joe Jonas era completamente diferente. Aunque
definitivamente sentía un mayor placer físico, la cercanía y el amor no
existían.
Cuando terminaba me sentía sucia, como si hubiera hecho algo malo y
vergonzoso, pero al mismo tiempo, me sentía bien, viva, libre y salvaje.
Mi mente se quedaba completamente despejada, como si
alguien hubiera apretado un botón. Sabía que la euforia no duraría para
siempre. Pero sentirme sucia, me servía para marcharme rápido.
-Guau- dijo Joe. Nos quedamos en la cama sólo unos minutos al acabar,
con unos treinta centímetros o más de espacio entre nuestros cuerpos.
-No me esperaba esto.
¡Dios!, siempre lo estropeaba cuando hablaba. Enfadada y todavía aturdida por las repercusiones emocionales, me mofé.
-¿Qué?, ¿avergonzado de haberte acostado conmigo?
-No.- Me sorprendió lo serio que lo dijo. -Nunca me he avergonzado de
acostarme con alguien. El sexo es una reacción química natural. Siempre
sucede por una razón.
¿Quién soy yo para decir quien disfruta compartiendo mi cama?- no me vio
poner los ojos en blanco mientras decía. -No, sólo significa que estoy
sorprendido.
Honestamente, creía que me odiabas.
-Realmente te odio- le aseguré, apartando el edredón y levantándome para recoger mi ropa.
-No debes odiarme demasiado- dijo Joe, rodando sobre su brazo para
mirarme mientras me vestía. -Si casi te tiras encima de mí. Normalmente,
el odio no inspira esa clase de pasión-.
Me puse la camiseta. -Créeme, Joe, definitivamente te odio. Acabo de
utilizarte. Tú utilizas a la gente todo el tiempo, así que estoy segura
de que lo comprendes-. Me
abroché los vaqueros y cogí la pinza con forma de caimán de la mesita de
noche. -Esto ha estado bien, pero si se lo dices a alguien, te juro que
te caparé, ¿entendido?
-¿Por qué?- preguntó. -Tú reputación sólo podría mejorar si se supiera que estuvimos juntos.
-Eso quizás sea verdad -admití. -Pero no deseo mejorar mi reputación, y
menos de esta manera. Entonces, ¿vas a mantener tu boca cerrada o tengo
que buscar algo afilado?
-Un caballero se calla -dijo.
-Tú no eres un caballero. -dije recogiéndome el pelo con el prendedor. -Por eso estoy preocupada.
Me miré en el espejo de la pared. Y una vez que vi que parecía normal y
no culpable, me giré para encarar a Wesley otra vez. -date prisa y ponte
los pantalones .Tenemos que
terminar esta estúpida redacción. Faltaba poco para las siete de la
tarde cuando Joe y yo terminamos la redacción de inglés, o por lo menos,
terminamos el borrador. Le hice
prometer que me lo enviaría por correo electrónico para luego poder redactarlo.
-¿No te fías de mí? -preguntó, levantando una ceja mientras miraba como me ponía los zapatos en el vestíbulo.
-No me fío de ti para nada- dije.
-Salvo para acostarte conmigo.
Tenía esa sonrisa que tanto odiaba.
-¿Esto es cosa de una noche, o te veré otra vez?
Comencé a bufar, iba a decirle que soñaba despierto si pensaba que iba a
volver a pasar, pero entonces recordé que tenía que volver a casa.
El sobre manila probablemente estaría todavía en la mesa de la cocina.
-¿__________?- preguntó Joe. Sentí un temblor cuando me tocó el hombro. -¿Estás bien?
Di un tirón para soltarme y me fui hacia la puerta. Casi había
conseguido salir cuando me giré hacia él y dije dudando: -ya veremos. -
Entonces bajé corriendo por las escaleras.
-¡__________!, ¡espera!.
Me puse la chaqueta, tratando de luchar contra el viento frío, y abrí la
puerta de mi Saturn . Estaba detrás de mí, gracias a Dios esta vez no
me tocó.
-¿Qué?- dije cuando me senté en el asiento del piloto. -debo irme a casa.
A casa, el último lugar al que quería ir.
El cielo del invierno ya se había puesto oscuro, pero todavía podía ver
los ojos grises de JOe en la oscuridad. Eran exactamente del color del
cielo antes de una tormenta.
Se agachó para ponerse a mi altura y me resultó incómoda la manera en que me miraba.
-No me has contestado la otra pregunta.
- ¿Qué pregunta?
-¿Estás bien?- le miré enfadada, asumiendo que era como un grano en el culo. Pero algo en sus ojos me hizo vacilar
-No importa si estoy bien o no -susurré. Arranqué mi coche y al cerrar la puerta le dije: Adiós, Joe.
Y me fui.
Tenía sólo catorce años cuando perdí mi virginidad con Jake Gaither.
Él acababa de cumplir los dieciocho, y yo sabía perfectamente que era
demasiado mayor para mí. Todavía era una estudiante de primer año de
instituto y yo sólo quería tener novio.
Quería gustar a alguien y encajar. Jake era un chico mayor con coche. En aquel momento, pensaba que eso era perfecto.
En los tres meses que estuvimos juntos, nunca tuve una verdadera cita
con Jake .Un par de veces nos enrollamos en las últimas filas de un
cine, pero nunca salimos a cenar, o a la bolera o a nada de eso.
La mayoría de las veces quedábamos a escondidas para que nuestros padres
y su hermana, que llegó a ser luego una de mis mejores amigas, no se
enteraran de nuestra relación...
De hecho, encontraba esa parte divertida y excitante. Era como un
romance prohibido...como Romeo y Julieta, que habíamos tenido que leer
en clase de inglés ese semestre.
Nos acostamos varias veces, y aunque no disfrutaba realmente del sexo,
sí lo hacía de la sensación de cercanía, de conexión, era reconfortante.
Cuando Jake me tocaba así, sabía que me quería. Sabía que el sexo era
algo bonito y apasionado, y tenía mis razones para estar con él.
Acostarse con Joe Jonas era completamente diferente. Aunque
definitivamente sentía un mayor placer físico, la cercanía y el amor no
existían.
Cuando terminaba me sentía sucia, como si hubiera hecho algo malo y
vergonzoso, pero al mismo tiempo, me sentía bien, viva, libre y salvaje.
Mi mente se quedaba completamente despejada, como si
alguien hubiera apretado un botón. Sabía que la euforia no duraría para
siempre. Pero sentirme sucia, me servía para marcharme rápido.
-Guau- dijo Joe. Nos quedamos en la cama sólo unos minutos al acabar,
con unos treinta centímetros o más de espacio entre nuestros cuerpos.
-No me esperaba esto.
¡Dios!, siempre lo estropeaba cuando hablaba. Enfadada y todavía aturdida por las repercusiones emocionales, me mofé.
-¿Qué?, ¿avergonzado de haberte acostado conmigo?
-No.- Me sorprendió lo serio que lo dijo. -Nunca me he avergonzado de
acostarme con alguien. El sexo es una reacción química natural. Siempre
sucede por una razón.
¿Quién soy yo para decir quien disfruta compartiendo mi cama?- no me vio
poner los ojos en blanco mientras decía. -No, sólo significa que estoy
sorprendido.
Honestamente, creía que me odiabas.
-Realmente te odio- le aseguré, apartando el edredón y levantándome para recoger mi ropa.
-No debes odiarme demasiado- dijo Joe, rodando sobre su brazo para
mirarme mientras me vestía. -Si casi te tiras encima de mí. Normalmente,
el odio no inspira esa clase de pasión-.
Me puse la camiseta. -Créeme, Joe, definitivamente te odio. Acabo de
utilizarte. Tú utilizas a la gente todo el tiempo, así que estoy segura
de que lo comprendes-. Me
abroché los vaqueros y cogí la pinza con forma de caimán de la mesita de
noche. -Esto ha estado bien, pero si se lo dices a alguien, te juro que
te caparé, ¿entendido?
-¿Por qué?- preguntó. -Tú reputación sólo podría mejorar si se supiera que estuvimos juntos.
-Eso quizás sea verdad -admití. -Pero no deseo mejorar mi reputación, y
menos de esta manera. Entonces, ¿vas a mantener tu boca cerrada o tengo
que buscar algo afilado?
-Un caballero se calla -dijo.
-Tú no eres un caballero. -dije recogiéndome el pelo con el prendedor. -Por eso estoy preocupada.
Me miré en el espejo de la pared. Y una vez que vi que parecía normal y
no culpable, me giré para encarar a Wesley otra vez. -date prisa y ponte
los pantalones .Tenemos que
terminar esta estúpida redacción. Faltaba poco para las siete de la
tarde cuando Joe y yo terminamos la redacción de inglés, o por lo menos,
terminamos el borrador. Le hice
prometer que me lo enviaría por correo electrónico para luego poder redactarlo.
-¿No te fías de mí? -preguntó, levantando una ceja mientras miraba como me ponía los zapatos en el vestíbulo.
-No me fío de ti para nada- dije.
-Salvo para acostarte conmigo.
Tenía esa sonrisa que tanto odiaba.
-¿Esto es cosa de una noche, o te veré otra vez?
Comencé a bufar, iba a decirle que soñaba despierto si pensaba que iba a
volver a pasar, pero entonces recordé que tenía que volver a casa.
El sobre manila probablemente estaría todavía en la mesa de la cocina.
-¿__________?- preguntó Joe. Sentí un temblor cuando me tocó el hombro. -¿Estás bien?
Di un tirón para soltarme y me fui hacia la puerta. Casi había
conseguido salir cuando me giré hacia él y dije dudando: -ya veremos. -
Entonces bajé corriendo por las escaleras.
-¡__________!, ¡espera!.
Me puse la chaqueta, tratando de luchar contra el viento frío, y abrí la
puerta de mi Saturn . Estaba detrás de mí, gracias a Dios esta vez no
me tocó.
-¿Qué?- dije cuando me senté en el asiento del piloto. -debo irme a casa.
A casa, el último lugar al que quería ir.
El cielo del invierno ya se había puesto oscuro, pero todavía podía ver
los ojos grises de JOe en la oscuridad. Eran exactamente del color del
cielo antes de una tormenta.
Se agachó para ponerse a mi altura y me resultó incómoda la manera en que me miraba.
-No me has contestado la otra pregunta.
- ¿Qué pregunta?
-¿Estás bien?- le miré enfadada, asumiendo que era como un grano en el culo. Pero algo en sus ojos me hizo vacilar
-No importa si estoy bien o no -susurré. Arranqué mi coche y al cerrar la puerta le dije: Adiós, Joe.
Y me fui.
StayMemiFaither
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
:) bueno al menos pusiste caps
pero falatan mas para el maraton
pobre rayis
su vida es dificil
pero falatan mas para el maraton
pobre rayis
su vida es dificil
andreita
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
CAPITULO 8 (2parte)
CAPITULO 8 (2parte)
Cuando llegué a casa, mi padre todavía estaba en su dormitorio. Terminé
de limpia el salón, evité la cocina y me fui arriba a darme una ducha.
El agua caliente no quitó el sentimiento de suciedad que Joe había dejado en mi piel, pero me relajó alguno músculos que estaban tensos en la espalda
y en los hombros. Esperaba que la suciedad se fuera con el tiempo.
Acababa de envolverme con una toalla cuando empezó a sonar mi móvil en
el dormitorio, corrí a través del pasillo para contestar a tiempo.
-Oye, __ - dijo Casey en la oreja. -¿Qué has hecho con Joe?
-¿Qué?
-Estuvisteis haciendo la redacción de inglés hoy, ¿no?.-pensaba que habíais quedado en tu casa.
-Oh,…sí, bueno. Al final fui yo a la suya.
Me esforcé mucho por no sonar culpable.
- ¡Oh dios mío! ¿A la mansión?- preguntó Casey -¡Qué suerte!. ¿Has
estado en alguno de los balcones? Vikki dijo que esa era una de las
razones por la que quería quedar con él otra
vez. La última vez fue en el asiento trasero de su Porsche, pero tenía muchas ganas de ver el interior de su casa.
-Casey, ¿esta conversación tiene alguna finalidad?
-¡Ah!, sí -se rió. -Perdón. Sólo quería asegurarme de que estabas bien.
¿Qué les había dado a todos por preguntarme lo mismo esta noche?
-Sé que le odias -continuó. -Quería asegurarme de que tú estás bien… y
de que él también. No apuñalarías al chico ¿verdad? estoy totalmente en
contra del asesinato de
tíos buenos, pero si tengo que ayudarte a enterrar el cuerpo, sabes que llevaré la pala.
-Gracias, Casey -dije -pero está vivo. No fue tan malo como esperaba. De
hecho,…- casi le cuento todo a Casey. Que mi padre y mi madre se iban a
divorciar y que en un momento
de desesperación había besado a Joe Jonas, otra vez. Y que ese beso se
había convertido en algo más, en mucho más. Cómo todo mi cuerpo se
sentía sucio, pero al
mismo tiempo asombrosamente libre.
Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero no pude hacerlas salir.
Todavía no, al menos.
-De hecho...¿qué,___? -preguntó, sacándome de mis pensamientos.
-Pues,… nada. Que tenía algunas ideas realmente buenas para el trabajo.-
Eso es. -Creo que es, una especie de friki de Hawthorne.
-Bien, eso es bueno. Sé cuánto te gustan los chicos inteligentes. ¿Admites que te gusta?
Me quedé helada sin saber qué responder a eso, pero Casey ya se estaba riendo.
-No te enfades, era una broma .Me alegro que haya ido todo bien. Estaba
algo preocupada. Tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder.
Creo que me estoy volviendo una paranoica.
-Probablemente.
-Tengo que dejarte. Jessica quiere que le llame para contarle todos los
detalles de mi cita con Harrison. Ella no lo entiende. De todos modos,
te veré en el colegio el lunes.
-Bien. Adiós, Casey.
-Adiós __.
Colgué el teléfono y lo puse en la mesita de noche, sintiéndome como una
auténtica mentirosa. Técnicamente, no había mentido; sólo me había
callado…pero no contarle las
cosas a Casey era un pecado mortal. Especialmente cuando siempre me había ayudado con mis problemas.
Pero al final se lo diría. Sobre lo de mis padres, primero necesitaba
asimilarlo y luego Hablaría con ella y con Jessica. Lo de Joe…¡Dios!,
esperaba que nunca lo averiguaran.
Me arrodillé a los pies de mi cama y comencé a doblar la ropa limpia,
como hacía cada noche. Era raro, pero no había pensado mucho en el
problema que tenía en casa. Odiaba
Admitirlo, pero tenía que darle las gracias definitivamente a Joe por eso.
CAPITULO 8 (2parte)
Cuando llegué a casa, mi padre todavía estaba en su dormitorio. Terminé
de limpia el salón, evité la cocina y me fui arriba a darme una ducha.
El agua caliente no quitó el sentimiento de suciedad que Joe había dejado en mi piel, pero me relajó alguno músculos que estaban tensos en la espalda
y en los hombros. Esperaba que la suciedad se fuera con el tiempo.
Acababa de envolverme con una toalla cuando empezó a sonar mi móvil en
el dormitorio, corrí a través del pasillo para contestar a tiempo.
-Oye, __ - dijo Casey en la oreja. -¿Qué has hecho con Joe?
-¿Qué?
-Estuvisteis haciendo la redacción de inglés hoy, ¿no?.-pensaba que habíais quedado en tu casa.
-Oh,…sí, bueno. Al final fui yo a la suya.
Me esforcé mucho por no sonar culpable.
- ¡Oh dios mío! ¿A la mansión?- preguntó Casey -¡Qué suerte!. ¿Has
estado en alguno de los balcones? Vikki dijo que esa era una de las
razones por la que quería quedar con él otra
vez. La última vez fue en el asiento trasero de su Porsche, pero tenía muchas ganas de ver el interior de su casa.
-Casey, ¿esta conversación tiene alguna finalidad?
-¡Ah!, sí -se rió. -Perdón. Sólo quería asegurarme de que estabas bien.
¿Qué les había dado a todos por preguntarme lo mismo esta noche?
-Sé que le odias -continuó. -Quería asegurarme de que tú estás bien… y
de que él también. No apuñalarías al chico ¿verdad? estoy totalmente en
contra del asesinato de
tíos buenos, pero si tengo que ayudarte a enterrar el cuerpo, sabes que llevaré la pala.
-Gracias, Casey -dije -pero está vivo. No fue tan malo como esperaba. De
hecho,…- casi le cuento todo a Casey. Que mi padre y mi madre se iban a
divorciar y que en un momento
de desesperación había besado a Joe Jonas, otra vez. Y que ese beso se
había convertido en algo más, en mucho más. Cómo todo mi cuerpo se
sentía sucio, pero al
mismo tiempo asombrosamente libre.
Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero no pude hacerlas salir.
Todavía no, al menos.
-De hecho...¿qué,___? -preguntó, sacándome de mis pensamientos.
-Pues,… nada. Que tenía algunas ideas realmente buenas para el trabajo.-
Eso es. -Creo que es, una especie de friki de Hawthorne.
-Bien, eso es bueno. Sé cuánto te gustan los chicos inteligentes. ¿Admites que te gusta?
Me quedé helada sin saber qué responder a eso, pero Casey ya se estaba riendo.
-No te enfades, era una broma .Me alegro que haya ido todo bien. Estaba
algo preocupada. Tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder.
Creo que me estoy volviendo una paranoica.
-Probablemente.
-Tengo que dejarte. Jessica quiere que le llame para contarle todos los
detalles de mi cita con Harrison. Ella no lo entiende. De todos modos,
te veré en el colegio el lunes.
-Bien. Adiós, Casey.
-Adiós __.
Colgué el teléfono y lo puse en la mesita de noche, sintiéndome como una
auténtica mentirosa. Técnicamente, no había mentido; sólo me había
callado…pero no contarle las
cosas a Casey era un pecado mortal. Especialmente cuando siempre me había ayudado con mis problemas.
Pero al final se lo diría. Sobre lo de mis padres, primero necesitaba
asimilarlo y luego Hablaría con ella y con Jessica. Lo de Joe…¡Dios!,
esperaba que nunca lo averiguaran.
Me arrodillé a los pies de mi cama y comencé a doblar la ropa limpia,
como hacía cada noche. Era raro, pero no había pensado mucho en el
problema que tenía en casa. Odiaba
Admitirlo, pero tenía que darle las gracias definitivamente a Joe por eso.
StayMemiFaither
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
CHicas sigo mañan! Ahora me tengo que ir a la cama y dejar al microobio de mi hermano! Buenas noches! :}
StayMemiFaither
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
:D bueno
pero mañana cierran el foro :/
pero bueno cuando lo abran de nuevo
esperro miles de caps :)
si??
por tanto tiempo si leer
merecenmos recompensa
pero mañana cierran el foro :/
pero bueno cuando lo abran de nuevo
esperro miles de caps :)
si??
por tanto tiempo si leer
merecenmos recompensa
andreita
Re: ~ The Duff~ (Joe&Tu)
Cierran el foro? Pero porque?
Estoy muy desinformda! xD Tratare de enterarme y subire mas tarde...
Estoy muy desinformda! xD Tratare de enterarme y subire mas tarde...
StayMemiFaither
Página 8 de 11. • 1, 2, 3 ... 7, 8, 9, 10, 11
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