Stockholm syndrome {Larry Stylinson.

Me paré frente a la mesa de noche donde había dejado las llaves y las tomé. Observé a Louis dormir. Su vientre subía y bajaba al ritmo de su calma respiración. Volví mi vista a las llaves y caminé hacia la puerta, sentí que volvía a tener el control de mi vida pero por alguna razón no estaba seguro de querer irme de allí.
Estaba enfermo, tan enfermo como él.
Sentí una enorme rabia interna pero al fin decidí tomar una campera de Louis color negro con capucha la cual me coloqué antes de salir de allí.
Estaba libre pero me sentía mas atado que nunca, estaba atado a él.
Cerré la puerta tras de mí con llave y comencé a caminar. Había sensores de movimiento porque al caminar por el pasillo las luces se iban encendiendo a mi paso.

― ¿Louis?
Casi grito del susto al sentir aquel nombre hasta que me di cuenta que se refería a mí, ya que de espaldas y encapuchado con su ropa cualquiera podría confundirse, sin contar que salía de su casa con sus llaves.
Me limité  hacer un sonido con mi garganta y seguir caminando, era obvio que mi voz no se parecía en nada con la de él, si hablaba me delataría y no quería que eso sucediera.

―escuché disparos Tommo ¿Ya te deshiciste del chico? Creí que de verdad lo querías. Me hiciste perder mi tiempo por nada ―bufó.
¿Tommo? Intenté relacionar ese apodo con algo pero no lo conseguí ¿Louis pensaría matarme? ¿Me quería? ¿Cómo me quería? Como su esclavo sexual de seguro.

Aclaré mi garganta y pensé que simular una afonía podría funcionar para hacerme pasar por Louis.
 
―Solo quería asustarlo ―dije con miedo a que se diera cuenta pero para mi suerte no fue así, sentí una forzada risa de su parte.
―ya me parecía. Nunca te había visto obsesionarte tanto por algo como lo hiciste con ese chico.
Sentía una enorme curiosidad y quería preguntarle muchas cosas, como por ejemplo que pensaba Louis de mi, de que obsesión hablaba. Solo estaba seguro de que tal y como lo sospechaba, todo había sido planeado. No entendía el porque yo, porque de esa manera, pero Louis me quería para él y eso podía ser extraño y enfermo pero ya no me asustaba.
 
―Debo irme ―dije en el mismo tono de voz afónico y seguí caminando por el pasillo. Por allí llegaría a alguna parte y esperaba que fuera a la salida.
―Cuidado con lo que haces Tomlinson, no te metas en problemas ―habló con diversión pero no hice comentario alguno.

Tomlinson, Tommo… Louis Tomlinson, ese debía ser su nombre.
Llegué a unas escaleras y baje por estas con prisa.

Al fin vi la luz del sol, aunque apostaría que este ya estaba por esconderse, ya que no era muy intensa. Había perdido la noción del tiempo. Ni siquiera estaba seguro en qué fecha vivía. Solo hacia unos días que me mantenía cautivo en aquel sucio lugar, pero sentía como si hubiese pasado una eternidad.
Probé varias llaves hasta dar con la indicada y al fin la puerta se abrió.

Era libre.

Comencé a caminar a paso rápido con la cabeza gacha y mis manos en los bolsillos, lo que menos quería era que alguien me viera. Tal vez nadie más que el sujeto que había cruzado sabía de mi secuestro, pero aun así solo quería pasar desapercibido.

No tenía dinero, ni había tomado mis pertenencias. Pero no pensaba volver por ellas tampoco. O si lo pensaba, pero no quería hacerlo. O si quería, pero no debía.

Al fin salí del callejón. Digamos que la zona de la ciudad donde me encontraba estaba lejos de ser segura. Había rostros desagradables y chicos con aspecto rudo: delincuentes. 

Revisé los bolsillos internos de la chaqueta y para mi suerte, encontré un par de billetes y monedas. Me alejé de la zona roja y llegué a una calle comercial, en donde respiré al ver gente que parecía decente.
Entré a un bar, donde supuse habría un teléfono que pudiera utilizar así fue, había una cabina telefónica en la cual entré y de inmediato marqué el primer número que vino a mi mente;  El de Niall.
Dos, tres, cuatro tonos y su voz me devolvió la respiración.
 
― ¿Hola?
― ¡Niall! ―grité con emoción, por un momento creí que lloraría.
― ¿Hazz eres tú? ¿Dónde demonios estás? ―preguntó con notoria preocupación.
―Niall te necesito ahora mismo, necesito que vengas por mí pero que no le digas a nadie ―me sentía parte de una película de suspenso, era estúpidamente ridículo pero aun pensaba en volver a ver a Louis.
―Dime dónde estás e iré por ti ―le di la dirección que había visto en la puerta del bar― perfecto, no te muevas de ahí, tienes mucho que explicarme.
―Gracias, aquí te espero ―fueron mis últimas palabras antes de colgar el tubo.
Luego de hacerlo, volví a levantarlo y aunque lo dudé marqué el número de Anne, ella debía estar muy preocupada, tenía motivos y el derecho de saber que al menos su hijo estaba con vida.
 
― ¿Hola? ―su dulce voz logró que mis ojos se llenaran de lágrimas. Amaba a esa mujer más que a mi propia vida y de alguna manera podía sentir su sufrimiento a través de la línea― Hola ―repitió pero las palabras no salían de mi boca― ¿Harry? ¿Hijo eres tú? ―su voz se quebró.
―Mamá… ―me limité a decir.
― ¿Harry? Harry cariño ¿Dónde estás? Harry por Dios ¿Dónde demonios te has metido? ―gritó exaltada aunque sabía que más que enojo sentía desesperación y temor porque algo malo hubiese ocurrido, y ciertamente, era justo lo que había pasado.
―Mamá yo… Lo siento, estoy bien, ya estoy bien y volveré pronto, lo prometo ―colgué el tubo y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
¿Por qué mierda estaba pensando en Louis? ¿Por qué quería volver a asegurarme de que estuviese bien? ¿Por qué priorizaba su bienestar ante el de mi madre? Golpeé mi frente reiteradas veces con mi puño cerrado.

Era un maldito enfermo hijo de puta. Eso era yo gracias a Louis.

Salí del bar y mordí mi labio hasta lastimarlo, sentía rabia y quería golpear cada cosa que se interpusiera en mi camino, pero no era capaz de hacerle daño físico a nadie, pero si era capaz de dejar a mi madre colgada en la línea llena de preocupación. Me odiaba a mí mismo, pero no tanto como odiaba a Louis.

Un auto color blanco estacionó justo frente al bar y pude ver a Niall bajarse de él y correr hacia mí para darme un fuerte abrazo casi fraternal.
 
―Hermano, no vuelvas a irte de esa forma ―lo abracé también apoyando mi mejilla en su hombro― ¿Dónde estabas Hazz? Desapareciste hace tres noches sin dejar rastro.
― ¿Tres noches? ¿Nada más? ―Pregunté confuso separándome de él.
― ¿Hablas enserio? No te imaginas cuanto nos preocupamos por ti.
―Subamos al auto ―dije con cierto nerviosismo, recordé que aun era algo así como un fugitivo ¿y si Louis había despertado y me mandaba a buscar por el moreno de la capucha? Eso alteraría mis planes pero si así era Louis dejaría de ser mi problema y pasaría a ser el de él, ya no debía preocuparme por cuidarlo como lo estaba haciendo en ese momento.
Niall subió al vehículo en el asiento del conductor y yo como co-piloto.

―Explícame dónde estabas Styles ―dijo ahora con suma seriedad.
―No lo creerías Niall, pero necesito dinero y que te asegures de que Anne esté bien el tiempo que me ausente ―hablé con decisión.
― ¿De qué hablas Harry? Debes volver a tu casa ―ladeó la cabeza confuso.
―No puedo Niall, no aun ¿Me darás el dinero o no? ―pregunté algo prepotente.
―No hasta que no me digas en que lío estás metido ―se cruzó de brazos. Sabía que no se quedaría tranquilo hasta que le diera una buena explicación y podía ponerme en su lugar y comprenderlo, probablemente yo actuaría igual.
―Herí a un sujeto ―solté mirando al suelo. Si le decía que quería volver con mi secuestrador creería que estaba loco, y si, lo estaba, pero no podía decírselo.
― ¿Tú? ¿Cómo? ¿A quién? ―estaba cada vez más desconcertado.
―Niall por favor, prometo explicarte todo cuando esto pase, pero necesito el dinero sin que me hagas más preguntas ―rogué. El rubio meditó unos instantes hasta que al fin aceptó.
―Harry no sé en qué estás metido pero por favor mantenme al tanto de lo que sea ¿Ok? ―suspiró, sabía que no estaba seguro de que hiciera lo correcto pero aun así me ayudaría, era mi amigo, el mejor de todos.
Revolvió su billetera y me dio unos cuantos billetes que me ayudarían a cubrir gastos de analgésicos para Louis, comida, y lo que necesitase en esos días.
―Te debo una ―guardé el dinero y lo abracé con fuerza.
―Claro que sí, y me la cobraré, créeme.
Me separé del abrazo antes de bajarme del vehículo.

―Dile a Anne que estoy bien y que la llamaré ¿Ok? ―el asintió―Ya vete ―exigí, no quería que viera el rumbo que tomaría, probablemente me seguiría y lo que menos quería en ese momento era meterlo en problemas.

Seguía sin saber porque me preocupaba tanto por el maldito pero lo hacía y no podía evitarlo. Él era culpable de mis males pero ahora yo era culpable del suyo. Estaba débil en una cama y eso me hacia sentí remordimiento. Odiaba sentirme así.
Aun seguía encapuchado para pasar lo mas desapercibido posible.
Entré al hospital el cual conocía bien. Mi madre trabajaba allí y de pequeño lo había visitado varias veces cuando no tenía con quien dejarme y debía permanecer en enfermería largas horas.
Sabía perfectamente donde guardaban las drogas aunque no estaba seguro de que buscaba lo pensaría sobre la marcha.
Pasé la zona donde había mayor cantidad de gente y empecé a caminar por los blancos pasillos dirigiéndome al cuarto de fármacos.
Me aseguré de que nadie estuviese observándome y me adentré en el cerrando la puerta con seguro al entrar.
Me dispuse a buscar entre las estanterías repletas de medicamentos y hallé justo lo que necesitaba; dipirona. Eso aliviaría el dolor de Louis, era lo que le daban a los pacientes en casos como ese. Al menos eso había escuchado.
Debía darle intravenosa para que el dolor se fuese más rápido. Yo no sabía cómo hacer eso pero tomé varias ampollas, agujas y jeringas que escondí entre mis ropas.
Cuando finalmente estaba decidido a salir, alguien giró la manija de la puerta y entre en pánico.
 
― ¿Quien anda ahí? ―Preguntó una voz masculina.
Mierda, mierda, mierda.
Pensé ¿qué demonios haría? Permanecer en silencio hasta que quien sea que estuviese tras la puerta se fuera. Pero eso no ocurrió. Sentí más voces que hablaban de derribar la puerta mientras la manija seguía siendo girada cada vez con más brusquedad.
Había una puerta al otro lado la cual no había visto hasta ese momento y hacia allí corrí. La abrí y me encontré con lo que parecía ser un pequeño cuarto de servicio. No había por donde huir, allí me encerré, a oscuras, porque la otra puerta se había abierto y podía sentir a mas de una persona hablar.
 
―Creí que había alguien ―dijo uno de ellos.
―Nadie entra aquí sin autorización, mejor tranquemos y ya vámonos ―habló otro.
Cuando supe que ya no había nadie salí de mi escondite. Para mi suerte, la puerta podía abrirse de adentro así que pude salir.
Minutos más tarde, me encontraba fuera del hospital con todo lo que necesitaba.
 
 
Giré las llaves dentro de la cerradura y entré al horrible edificio. Caminé hacia arriba y me puse a pensar en que Louis me había cargado hasta su departamento a través de esas mismas escaleras dos veces.
Al fin llegué a su departamento y luego de abrir la puerta volví a cerrarla con llave.
Una vez más estaba ahí. Y ahora, era porque yo había decidido que así fuera.
Aun había rastros de sangre por el suelo en la entrada y hacia la habitación. Debía limpiar ese desastre.
Me aseguré de que Louis siguiera allí y así era. Me acerque a él con cautela. Seguía dormido pero supe que se había movido. Estaba al centro de la cama y su mano sobre la herida, tome su pulso por la muñeca y este era normal.
Iba a separarme y de repente, me tomo del brazo débilmente. Abrió sus ojos para verme y separó sus labios como si fuera a decir algo pero no lo hizo.
 
 ― ¿Cómo estás? ―pregunté sentándome a su lado.
―Creí que no volverías ―susurró y una leve sonrisa se dibujo en su rostro.
―también yo ―suspiré y me solté de su agarre― ¿Quieres algo? ―pregunté.
―que no vuelvas a irte.
Ninguna palabra salió de mis labios. No pensaba dejarlo. Eso no era normal, yo no era normal, aquella situación no era normal.
No quería separarme de él. Oportunidad había tenido y aun así estaba allí. Asegurándome de que estuviese bien ¡Estúpido Harry! Me dije a mí mismo y me levanté de la cama.
 
― ¿A dónde vas? ―cuestionó siguiéndome con la mirada y quiso sentarse de golpe soltando un quejido adolorido.
―Quédate quieto Louis ―lo reté como si de un niño se tratase― traje algo que te aliviará el dolor.
Me quité la chaqueta dejando que todo lo que llevaba escondido debajo de ésta cayera sobre la cama.
 
― ¿De dónde sacaste eso? ―preguntó observándome extrañado.
―Del hospital ―hablé y me dirigí al baño a lavar mis manos para luego volver a su lado.
― ¿Alguien sabe que estas aquí?
―No exactamente ― dije tomando la jeringa para colocar la aguja como si supiera lo que estaba haciendo.
―Harry ¿Que harás? ―sus ojos se abrieron con asombro.
―Tranquilo, solo aliviaré tu dolor ―hablé tratando de inspirarle confianza.
Respiré profundo e intenté recordar alguna charla en la cual Anne me hubiese enseñado a colocar una vía, pero de esas no habíamos tenido. Apenas si sabía reanimar a una persona pero eso nunca lo había tenido que poner en práctica. Aunque luego de haber quitado la bala del abdomen de Louis me sentía capas de cualquier cosa.
Me habían extraído sangre varias veces. Esto sería más o menos lo mismo pero a la inversa. No podía ser tan complejo ¿No?
 
―Esto no dolerá si te quedas quieto y haces lo que digo ―dije mientras rompía la ampolla y colocaba el contenido en la jeringa― dame tu brazo ―exigí y él obedeció mostrándome el brazo con la palma hacia arriba. En el pliegue donde terminaba el ante brazo se veía una vena bien definida, ahí debía pinchar― aprieta el puño con fuerza ―pedí ya que eso era lo que me decían los enfermeros cuando me quitaban sangre.
Sostuve la jeringa entre mis dientes y golpee la vena con mi dedo índice para que esta se dejase ver más y así fue. No recordaba ningún otro paso antes de la extracción así que supuse que ya era el momento.
 
― ¿Estás seguro de lo que haces? ―preguntó con desconfianza a lo que sonreí. Estaba bajo mi control, de cierta forma eso me resultaba una venganza y se sentía bien.
―No ―solté de lo más natural― solo cállate y aprieta el puño ―con sumo cuidado, enterré la aguja bajo su piel. Justo en aquella vena color azul― ya, relaja tu mano ―él hizo caso una vez más dejando su brazo relajado.
― ¡Mierda Harry! ―exclamó cerrando los ojos cuando comencé a hacer presión en la jeringa para introducir el líquido incoloro en su organismo.
― ¿Recibiste un balazo y te quejas por un simple pinchazo? ―me burlé y cuando ya había ingresado hasta la última gota, apreté donde la aguja estaba enterrada con un algodón bañado en alcohol para luego quitarla y hacer presión con este.
― ¿Ya? ―preguntó entreabriendo un ojo y al verme asentir me observó fijamente― no me duele, solo me impresionan las inyecciones.
Al escuchar aquellas palabras casi se me escapa una carcajada la cual tuve que contener apretando los labios aunque no pude evitar una leve risa.
 
―No es gracioso ―se mostró notoriamente enfadado, ya me había acostumbrado a su mal humor, pero esa cara luego de aquella absurda confesión me había resultado casi tierna.
―Lo siento, aprieta aquí ―me disculpé para luego soltar el algodón levantándome de la cama y así tirar los elementos que había utilizado en una bolsa que lleve a la cocina.
Cuando regresé, tenía su mirada fija en mí.
 
― ¿Porque estás aquí Harry? ―me encogí de hombros ante su pregunta. No tenía una respuesta lógica ante aquella pregunta, ni tampoco quería pensarlo en demasía.
―Debería cambiar esa venda antes de limpiar todo este desastre ―dije evitando el tema y una vez más me senté a su lado.
―no respondiste mi pregunta ―insistió.
― ¿Quieres que me vaya ahora? Porque si me lo pides...
―No, claro que no ―me interrumpió tomando mi mano―, es que... No puedo entenderlo.
No dije nada, tomé unas tijeras para cortar la improvisada venda y ahora debía hacer un mejor trabajo.
Supo que no iba a responderle por lo cual nos quedamos ambos en silencio el observándome mientras yo lo curaba una vez más. Limpié su herida con mayor dedicación que la vez anterior. Gruñó un par de veces pero lo toleró bien ya que fui lo más delicado posible. Luego de desinfestarlo coloque una pomada que encontré en el hospital. Decía que era cicatrizante y eso era justo lo que necesitaba. Que la herida de Louis sanase rápido.
Tapé la zona con un parche y ahora si quede conforme. Se veía mucho mejor que antes.
 
―Gracias ―dijo cuando me levanté de la cama pero solo le dediqué una leve sonrisa.
Estaba haciéndolo solo porque me sentía culpable por casi haberlo matado. O de eso quería convencerme a mí mismo.
 
Regresé con un vaso de agua y se lo di. Lo tomó soltando un suspiro al final.
Me había dicho gracias y ahora suspiraba afligido. No lo veía como ese tipo de chico, pero en situaciones como esa, donde la muerte  pasa frente a tus ojos cualquiera se vuelve vulnerable ¿No? Aunque no amable y agradecido. Igualmente me sentí bien ante aquel gesto aunque no se lo hice notar.
Lo odiaba, debía ser frio con él. También debía dejarlo morir por ser un maldito y no lo hice. Estaba demasiado confundido respecto a lo que sentía o dejaba de sentir por él. Pero estaba haciendo un acto humanitario. Cuando estuviese un poco mejor y se valiera por si mismo me iría y volvería a mi aburrida rutina. Sí, eso haría.
Me recosté en el sillón cruzado de brazos y cerré mis ojos. Estaba cansado.
 
― ¿Harry? ―llamó mi atención y solo me limite a verle― puedes acostarte aquí si quieres. Hay suficiente espacio para ambos ―dijo con tanta amabilidad que por un momento creí que había cierta dulzura en sus palabras y aunque dude al principio, opte por levantarme y con cuidado de no moverlo me acosté a su lado.
― ¿Quieres algo más? ―pregunté viéndolo de reojo al notar que me observaba.
―Que me beses ―pidió moviéndose apenas hacia mi lado pero cuando lo intento hizo una mueca de dolor por lo cual puse una mano sobre su pecho levemente dándole a entender que no debía hacerlo.
Incliné mi cuerpo sobre el suyo sin llegas al contacto físico y bese sus labios. Quise separarme de inmediato pero llevo una mano hacia mi cuello poniéndose apenas de costado para extender aquel beso.
Maldito manipulador. Me besaba con calma sin prisa pero sin pausa. Por más suave que lo hiciera era sumamente pasional y candente.
Me volvía loco, me tenía bajo su poder, incluso cuando yo creía que el estaba vulnerable yo era aun más vulnerable y perdía la poca cordura que tenia.
Puse mi mano en su cálida mejilla. Cálida de mas por lo que pude sentir. Fue entonces que recordé que le había disparado y se suponía que debía cuidarlo no desearlo como comenzaba a hacerle con el contacto de sus labios sobre los míos.
 
―Louis... ―dije aun sobre su boca y respire al fin separándome cuando él me soltó.
― ¿Que sucede Harry?
Medité unos segundos que diría. No tenía nada que decir. No quería dejar de besarlo pero no podía hacerlo y desearlo como lo deseaba. Eso era inhumano, era ilógico pero instintivo. Actuaba como un animal que se siente atraído por otro, sin pensar racionalmente porque si lo hacía. Debía huir corriendo de allí.
 
― ¿Porque me mentiste? ―hablé al fin. Era una estúpida pregunta pero rondaba en mi cabeza desde que cruce al chico de capucha en el pasillo.
― ¿En qué? ―preguntó calmo, aunque me hubiese mentido más de una vez, pero claro, eso no le quitaría el sueño.
―sé que no fue casualidad que me encontraras. El sujeto que intento robarme vive aquí mismo, y cuando quise escapar también lo vi, probablemente fue él quien me golpeó ―dije razonando mientras recordaba.
―No quiero hablar de eso ahora ―dijo quitándome la mirada lo que me molesto mucho y me senté casi instintivamente observándolo.
― ¿Crees que tienes derecho a encerrarme aquí y hacer lo que quieras conmigo y ni siquiera puedes decirme la maldita verdad? Estoy aquí idiota, podría haberte dejado morir y no lo hice ―me levanté de la cama lleno de rabia, caminé hacia la puerta y volví mi vista a él― ¡Demonios Louis! Dime que mierda has hecho conmigo porque sigo aquí por mas odio que siento hacia tu persona ¡Eres la peor mierda del mundo y aun así estoy aquí como si realmente lo merecieras! ―grité sin medir mis palabras. Él ni siquiera me miraba. Era como si no estuviese escuchando lo que decía y eso me desesperaba aun mas― ¡di algo! ¡Lo que sea! ―rogué exaltado y al no recibir respuesta pasé las manos por mi cabello con frustración― maldito hijo de puta ―me tumbé en el sillón rogando internamente que dijera algo pero no lo hizo.
Como si éste tuviese un resorte me levanté una vez más. No podía quedarme quiero sin hacer nada. Había mucho para hacer en aquel sucio lugar y no quería convivir con el olor a sangre por lo cual decidí que debía limpiar aquel desastre, y eso fue lo que hice, ignorándolo como él me había ignorado a mí.