"Never let me go" (Liam Payne y Mary Williams)

{#NinaPayne} escribió:Helloush!) Ship Re ame la intro *-*
Tienes que seguirla y amè mucho màs la nove porque es de Liam, Liam is Mine)! ¬)
#Ok!Not xD
Naah en serio me encanto y tienes que seguirla.
fnshubghauvfgavgya
S I G U E L A♥
Wè como ya no queda nadie y la nove is de My husband xD' siguela y si algun dìa necesitas a alguna chica para que esteé con Liam pues Ponme a MIIIIIIIIII! *-* XDD' JahsJahs es que lo re amo xdd' fsajbfahsb [Sorryporsertantanimpertienete)?] xD'
Siguela♥
#NewReaderHere =)

si quieres puedes ser Mary (la protagonista). Aunque tendrías que abstenerte a las características que le tengo (muajaja)
que bueno que te haya gustado (aunque sea solo la intro) pronto subire cap.

subire el primer cap. entre el lunes y el martes, uno de esos dos dias. Es que siempre los primeros cap. son algo lentos, entonces quiero hacerlo un poco mas largo para llegar a la accion y asi en el segundo comenzar con el drama amoroso.
Gracias por leer, me hacen feliz.

Capítulo 1:

"Casi todo lo que se relaciona con la vida humana depende de la probabilidad"
Voltaire

730 días

La habitación olía a alcohol y a jabón. A Liam le dolían las fosas nasales, era una pestilencia limpia que provocaba un ardor al inhalarla. Además, estaba impregnado en el aire ese olor característico de los hospitales: medicamentos y enfermos.
La doctora leía los resultados de sus exámenes con el semblante sombrío, Liam podía identificar la mueca que se formaba en sus labios y era de desagrado.
Los separaba un escritorio, pero él sentía que los distanciaban kilómetros, que cada uno estaba al borde de un acantilado y que si ella se lanzaba él caería.
Aunque fue el gesto de cubrirse la frente con la mano la señal de que todo estaba perdido. Las rocas habían cedido y Liam cayó al oscuro y desolado precipicio.
El olor y los nervios le mareaban, tenía las palmas de las manos sudorosas y era incapaz de mirar otra cosa que no fueran esos papeles de los que dependía su vida.
—¿Está todo bien? —inquirió Liam, sabiendo la respuesta de antemano.
La doctora tragó saliva y se acomodó en su asiento, sería difícil dar la noticia.
—Liam, tus exámenes... no están en el rango de lo normal. Los glóbulos blancos...—comenzó a decir ella, pero Liam la interrumpió con la voz y la mirada más seria que ella haya apreciado en un paciente.
—Sólo dígalo.
Ella dejó la compasión de lado y se dijo así misma que fuera profesional, que el chico aún tenía posibilidades.
—Tienes leucemia —sentenció.
Se hizo un silencio que cortaba a Liam como la más letal navaja. Era un dolor invisible, pero que estaba allí cubriéndolo con sus brazos vaporosos. Comenzó a faltarle aire, como si su muerte se hubiese adelantado y le estuviera oprimiendo los pulmones para acelerar el proceso.
La doctora se puso de pie y se acercó con prisa hasta su lado. Posó una de sus manos en la mejilla de Liam y exclamó:
—¡Estás muy frío! —eso era lo que sentía, aquello indescriptible que lo atormentó al escuchar la palabra "leucemia". Frío.
—Me repondré, no se preocupe —le dijo Liam, aunque no estaba muy seguro de eso.
La doctora le tomó la presión y esperó a que Liam volviera a la normalidad. Continuó explicando que tenía un exceso de glóbulos blancos inmaduros y que eso había provocado que le sangrara la nariz y las encías últimamente. Además, corría el riesgo de contraer una enfermedad cualquiera y empeorar.
Liam seguía con el rostro lívido cuando la doctora le dijo que podía retirarse, había escuchado la mitad de lo que dijo y no comprendía que tan grave era su situación.
Afuera, en la sala de espera, se encontraban su madre y su hermana conversando. Su madre tenía ojeras y estaba despeinada, no había dormido nada pensando el Liam. Desde hace dos meses, después de su cumpleaños, su hijo había tenido ciertos problemas de salud. Todos pensaron que se trataba de algo normal, que pronto se le pasaría. Sin embargo, las fiebres constantes y la falta de ánimo en Liam alarmaron a su madre.
Las primeras pruebas confirmaron que padecía anemia.
Las segundas, leucemia. Y Liam no se atrevía a confesárselo a su madre.
Para su suerte, la doctora salió con él.
Liam se sentó junto a su hermana, la abrazó conteniendo las lágrimas. Ocultó su rostro entre su cabello e intentó no oír como su madre sollozaba al escuchar las malas noticias.
Pensó que se desmayaría cuando su madre lo apartó de su hermana y lo estrechó contra sus brazos. Los tres lloraban sin consuelo.
La doctora, algo incómoda con la escena, carraspeó y añadió con voz ronca:
—Lo ideal sería iniciar con las quimioterapias lo antes posible —metió sus manos en los bolsillos de su delantal y entró a su pabellón al notar que sobraba. Después les daría las indicaciones del proceso, ahora esa familia debía asumir la condición de su hijo.
—Te pondrás bien, ya lo verás...—le susurraba su madre en el oído.
Liam no podía dejar de llorar. Quince años de vida desperdiciados si no lograba vencer al cáncer. Era desalentador pensar que tu vida era sólo un lazo del destino y que no ejercías el más mínimo control sobre ella.
Se encontraba frente a las puertas de la muerte y si cruzaba o no el umbral dependía de su sangre.
En el aparcamiento, su padre los esperaba dentro del auto leyendo el periódico. Nada en él demostraba la más leve sospecha de que su hijo estaba enfermo. Cuando se subieron, hubo otro silencio, ninguno quería hablar. Mas el hombre, al ver las mejillas rojas de Liam y los ojos cubiertos de lágrimas de su esposa e hija, no tuvo que preguntar nada. Se limitó a arrojar el periódico contra la ventanilla y a apretar el volante hasta que sus nudillos se tornaron blancos.
El camino fue una tortura. Miraban de soslayo a Liam, como si él fuera el culpable de causar la enfermedad. Pero Liam estaba muy desconcentrado como para percatarse de eso.
¿Cómo contárselo a su novia? Jess era una chica con aires de superioridad y su sueño era ser la reina del baile. Cómo decirle que él, su complemento perfecto para ser la envidia de todos, tenía cáncer. Eso afectaría su imagen, pero tenía la esperanza de que su amor la convenciera que esto no era un impedimento para seguir adelante, sino que reforzaría esa llama que los mantenía unidos.
Llegaron a casa cuando el sol se ocultaba y todo tenía un aspecto melancólico por el crepúsculo.
Liam bajó del auto como si sus pies fueran de cemento, los arrastró para dirigirse a la puerta de su casa, pero su madre lo detuvo con un apretón en su hombro.
Él se volteó, con la mirada perdida, y su madre lo abrazó otra vez. No hubo lágrimas, ella sabía que las necesitaría más adelante.
Su padre los apuró y los hizo entrar a la fuerza, temía que los vecinos estuvieran detrás de las cortinas observando todo como si fuera un programa de televisión.
La casa de Liam era un lugar cálido, con las paredes tapizadas de un estampado floreado cubiertas de fotografías en orden cronológico, desde un Liam recién nacido al lado de su hermana hasta cuando soplaba las velas en su cumpleaños número quince.
Una nostalgia invadió cada rincón de su hogar, ahora todo le parecía más bello que nunca.
De repente, escuchó un portazo desde la entrada. Su padre se dirigía hacia él y cuando estuvo lo bastante cerca, lo empujó contra la pared. Levantó la mano con toda la intención de darle una bofetada, pero se limitó a gritar de frustración. Golpear a su hijo no solucionaría nada, él no tenía la culpa.
Liam seguía con las mejillas sonrojadas, pero ahora de ira. Mantuvo una expresión neutra y cuando su padre intentó abrazarlo, él se zafó por un costado y subió las escaleras corriendo hasta llegar a su habitación y estrellar la puerta para que nadie lo molestara.


729 días

Era pasada la medianoche y todos dormían con el corazón roto. Habían tenido una discusión después de que Liam se encerrara.
Su padre culpó a su madre, ella culpó a Dios, su hermana les gritó que se callaran y Liam los ignoró.
Estaban a finales de octubre y las hojas secas de los árboles volaban con el fuerte viento que hacía esa noche. Liam estaba en el tejado, se había escabullido por la ventana de su cuarto y trepó hasta llegar al techo. Allí observó las estrellas y se apartó de todos los problemas que lo acongojaban.
Con el espacio y el infinito ante sus ojos, se sintió como un pequeño punto en medio del universo. Como alguien insignificante que no haría ningún cambio si moría.
Estuvo alrededor de dos horas sobre el tejado hasta que le comenzó a dar sueño. Aunque por alguna razón no logró dormir esa noche. Sabiendo que existía la posibilidad de que en poco tiempo podría morir, no estaba dispuesto a desperdiciar más tiempo durmiendo. Las cosas recién comenzaban, a pesar de parecer el fin.
Cuando salió el alba, la casa ya estaba en movimiento. Su madre preparaba el desayuno vistiendo una bata rosa, con el cabello despeinado y una taza de café a su lado; su padre terminaba de vestirse en su habitación, anudando su corbata; y su hermana se maquillaba en el baño para ir al instituto.
Liam estaba en el pasillo esperando a que su hermana saliera. Cuando la puerta se abrió, ella ahogó un alarido y se le aguaron los ojos.
—Si van a hacer eso cada vez que me vean, consideraré colocarme una bolsa en la cabeza —le gruñó.
Ella se cubrió la boca con las manos y lo observó con ternura, Liam sólo se ponía de mal humor cuando no dormía lo suficiente.
—Lo siento, es que te ves cansado —le dijo ella.
Él miró hacia un lado, arrepentido por haber tratado así a su hermana y le restó importancia al asunto con un leve movimiento de mano.
—No es para tanto.
—Tienes razón —añadió ella—. Seguirás siendo guapo aunque te transformes en una bestia.
Liam sonrió por primera vez desde ayer, su hermana sabía cómo levantarle el ánimo.
Ella se apartó para que él pudiera entrar al baño. Liam cerró la puerta y corrió el cerrojo. Frente a él, su reflejo demacrado parecía un muñeco de otra dimensión. Se desconocía.
Se tocó el cabello y lo sacudió, extrañaría la forma en que Jess jugaba con él. Las quimioterapias eran tan fuertes que uno de los efectos secundarios era la caída del cabello.
Sin resistir más, se lavó el rostro y cepilló sus dientes lo más rápido que pudo para salir de allí y abandonar a su reflejo. No quería verse nunca más, quería recordarse como era antes: alegre, sin preocupaciones, divertido y con una melena castaña que volvía loca a su novia.
Bajó vestido, con el uniforme de la escuela impecable. Se hizo un silencio en la cocina en cuanto él entró. Su padre no lo miró por vergüenza.
—Cariño, hoy no irás a clases —le dijo con suavidad su madre.
—¿Por qué? —protestó él en un tono bastante alto. Antes, escuchar esas palabras le habría alegrado el día, en cambio ahora, lo único que le apetecía era estar con sus amigos Louis y Niall y con su novia Jess.
—Iremos al hospital para saber cuándo iniciar el tratamiento —el ambiente se tensó. Liam seguía de pie en la entrada de la cocina, con el ceño fruncido. Su madre sabía que no estaba enfadado de verdad, su mirada era tan transparente como el agua y allí sólo había tristeza y dolor.
—De acuerdo, iré a cambiarme —dijo Liam finalmente. Su madre sonrió en señal de aprobación y sirvió una taza de chocolatada.
—Te serviré el desayuno en lo que bajas. Debemos estar allá a las once, así que nos marcharemos a las diez.
Recién eran las siete y media, es decir, que tenía mucho tiempo libre que él quería aprovechar.
Tenía varios trabajos atrasados, pero eso era irrelevante en esos momentos. Mientras se cambiaba de ropa, le envió un mensaje de texto a Jess:
“Jess faltaré a clases. Estaré a la salida para acompañarte a tu casa, tengo algo importante que decirte”.
Unos minutos después, Jess le contestó:
“Ya son dos días, necesito que me ayudes con la campaña para ser la reina del baile. Yo también tengo problemas, Liam. No eres el único”.
Que equivocada estaba, lo de ella no era nada comparado con lo suyo.
A las ocho volvió a la cocina a tomar desayuno, su padre y su hermana ya habían partido y sólo quedaban él y su madre. Su chocolatada estaba fría, pero tenía tostadas y unas galletas con chispas. Lo estaban consintiendo y desde cierta perspectiva, no era tan malo.
Pasó la mañana ayudando a su madre a ordenar la casa, conversaban de cosas triviales como el final de un reality que veían por las noches o lo que cocinarían para almorzar.
A las diez, salieron a esperar el autobús. Tuvieron suerte y pasó uno enseguida, por lo que llegaron con media hora de anticipación al hospital.
Subieron hasta el tercer piso en el ascensor, al área infantil. Una enfermera les indicó que debían ir a la derecha para llegar a la zona en donde se trataban a los niños con cáncer.
Liam comenzó a agotarse por los nervios. Ni siquiera subió las escaleras, pero las piernas le dolían como si hubiese corrido una maratón. Después de unos minutos caminando, encontraron el pasillo donde se indicaba con un letrero blanco de letras azules: “Oncología pediátrica”.
Había una especie de salita pintada de colores vivos y con muchos dibujos en las paredes. Algunos padres estaban sentados en las sillas del hospital, otros estaban de pie conversando entre sí, aunque con un leve tono desesperado.
La salita daba a un pasillo largo y angosto lleno de puertas y ventanillas con las cortinas descorridas. Liam pudo ver a través de ellas, cuando cruzaron la salita para buscar a la doctora que lo atendería, a niños acostados en las camillas. Unos parecían normales, como si no estuvieran enfermos, por otro lado, habían algunos desafortunados que llevaban más tiempo con las quimioterapias y estaban hinchados, pálidos y sin cabello. Sin embargo, lo más curioso de todo, era que todos se veían felices, todos sonreían y jugaban o conversaban con sus padres y las enfermeras como si estuvieran en el parque de diversiones.
—Liam, espérame aquí, hablaré con una enfermera para ver si puedo adelantar la hora, o si no tendremos que estar aquí un rato más —él asintió y su madre se perdió detrás de una puerta que se dirigía a la recepción de esa área.
Liam volvió a la salita y se sentó en una de las sillas. Se sentía incómodo allí, no por los niños con cáncer, sino porque él parecía ser el más grande de ese lugar. La mayoría de los niños aparentaban tener entre cuatro y diez años, él ya tenía quince y se sentía como un anciano.
Su madre estaba tardando demasiado, se levantó para ir a buscarla, pero como estaba concentrado en eso, no vio cuando una chica se cruzó en su camino y chocó contra él.
Ella cayó al suelo y Liam se tambaleó, el resto de las personas que había allí se les quedaron mirando, pero después volvieron a sus asuntos.
Liam bajó la vista y extendió un brazo para ayudar a la chica a levantarse, pero cuando la vio, se le hizo vagamente familiar.
—Oye, tú eres Liam Payne —le dijo la chica con una sonrisa. Tenía una voz aguda y algo infantil y un brillo en sus ojos revelaba que estaba contenta. Tenía unos rasgos muy finos, como los de una niña, todo en ella parecía ser más joven de lo que en realidad era. Hasta su cabello que era de un color rojo muy llamativo y fuera de lo común parecía el de una pequeña.
Liam la reconoció, iban juntos a clases y siempre se metía en problemas.
Ella aceptó la ayuda de Liam y se puso de pie en un salto, dedicándole una sonrisa de agradecimiento.
—Y tú eres la “señorita Williams” —le respondió Liam. La verdad, es que no sabía su nombre. La conocía de mirada, nunca antes había hablado con ella, en parte porque a Jess no le gustaba que él tuviera amigas, era extremadamente celosa. Sólo se sabía su apellido, ya que los profesores siempre se dirigían a ella de esa forma.
—No me digas así, me recuerdas a los maestros —refunfuño ella.
—Lo siento, emm…
—Mary, mi nombre es Mary. Ya decía yo que tenías cara de desconcertado, ni siquiera recuerdas mi nombre. Creo que me dio depresión —se burló Mary.
Liam se quedó de pie, había olvidado para que se paró y no sabía que decirle a Mary.
—Dime, Liam ¿qué haces aquí? ¿Tienes algún familiar enfermo? —inquirió Mary, con una mirada que hacía sentir a Liam como si fuera el principal sospechoso de un crimen.
Él evadió la pregunta y le respondió con la misma.
—¿Tú qué haces en el hospital? —ella pareció pensárselo, considerando si responder a su pregunta después de que él no contestó la suya. Al final, dijo:
—Mi hermana, April, tiene cáncer. La estoy visitando.
De pronto, Liam dejó de verla como la chica torpe de cabello rojo de la escuela. Ella comprendía lo que era ese dolor que salía de la nada y que impedía respirar. Su hermana estaba enferma y Liam supo que ella estaba pasando por lo mismo que sus padres.
—¿Cuántos años tiene? —le preguntó Liam.
—Cinco —eso dejó helado a Liam. Esa niña sólo tenía cinco años, aún no había experimentado toda su infancia y era castigada de esa forma—. Le diagnosticaron leucemia hace un año, pero April es fuerte, se pondrá bien.
Mary titubeó, como si lo que ella había dicho fuera el diálogo de una obra el cual había que aprendérselo de memoria. Ella había escuchado tantas veces la frase “se pondrá bien”, que las palabras ya habían perdido su poder.
Hubo cierta incomodidad por parte de Mary, no era su tema favorito para hablar con alguien de la escuela.
—¿Y por qué estás aquí? —volvió a insistir la chica.
Liam esperaba un milagro, como que su madre apareciera y los interrumpiera diciendo que estaban ocupados. Pero eso no sucedió. Pasó un minuto y Mary seguía en frente de él esperando por una respuesta.
—No veo una razón por la que deba decírtelo —se limitó a decir al final, con el tono frío que empleaba cuando quería dar por terminada una conversación. Pero Mary no pareció comprender el mensaje oculto en su voz y se cruzó de brazos.
—Es injusto, yo te dije.
—No seas infantil —le replicó Liam. En realidad era divertido ver como ella inflaba las mejillas fingiendo enojo.
—Estamos rodeados de niños, no hay diferencia de cómo me comporte —Liam sonrió para sus adentros. Se comenzó a preguntar por qué nunca se había fijado en ella más que como una compañera. Era divertida y agradable, y le gustaba su cabello por más anormal que fuera.
—Deberíamos sentarnos, me duelen las piernas —le dijo Liam. Mary sonrió y se dirigió hasta unas sillas desocupadas, se sentó y palmeó la silla a su lado para que Liam la acompañara.
—Ahora que estamos aquí, hay que aprovechar que no está tu novia al acecho para poder conversar tranquilos —le dijo ella.
Liam se detuvo, ¿qué había dicho Mary de Jess?
—¿Disculpa?
—No pongas esa cara, todos sabemos que Jess es celosa.
—¿Y cómo lo sabes? —inquirió él, sentándose a su lado más interesado por el giro que había tomado la conversación.
—Porque una vez le dije a mi amiga que tú me gustabas y Jess me escuchó y me gritó un rosario completo —Liam quedó estupefacto, una frase en esa oración lo había sorprendido y Mary pareció notarlo—. No hay de qué preocuparse, eso sucedió hace un año, ya te supuré —dijo, haciendo un gesto dramático con la mano y el rostro.
Liam no se consideraba un chico guapo, se sentía afortunado de tener una novia tan atractiva como Jess. Aunque nunca imaginó que él, precisamente él, le gustara a otra chica. Y mucho menos que se la encontraría en el lugar menos indicado y que ella se lo confesaría como si le contara una película cualquiera.
Liam se sonrojó y se sintió especial por un momento, pero se reprendió y alejó todo pensamiento relacionado con Mary, era sólo una compañera que no conocía.
—Aún no me has dicho que haces aquí, te gusta el misterio, Payne —Mary sacó a Liam de su regaño mental y se encontró con una sonrisa cálida en su rostro.
—No se lo cuentes a nadie, pero estoy enfermo —esperó a que Mary lo mirara como su familia, con pena y lástima, mas eso no ocurrió. Ella siguió con la expresión imparcial, como si eso fuera lo más normal del mundo. Liam pensó que tal vez no le había entendido, así que especificó el mensaje—. Tengo cáncer.
Pero ella no mostró ningún cambio, la sonrisa estaba intacta. Y eso en cierto modo le reconfortó.
—Eres joven y fuerte, no hagas tanto drama —fue lo único que le dijo Mary. No hizo ningún otro comentario al respecto.
Liam se imaginó que tal vez ella le tenía un poco de envidia. Había leído que los adolescentes tenían más probabilidades de mejorarse que los niños, seguro Mary pensaba en su hermana.
—Esto… Liam, me tengo que ir. Quiero ver a mi hermana, no la veo desde hace una semana y no quiero retrasarme más. Adiós —Mary se puso de pie con torpeza y se despidió con la mano para perderse en el pasillo.
Segundos después regresó su madre, que lo llamaba para que fuera de inmediato a la sala a ver al doctor que lo atendería.
Liam tenía planeado disfrutar y aprovechar de ahora en adelante cada minuto de vida, y empezaría haciéndose amigo de Mary en cuanto volviera a la escuela, presentía que era una chica especial y estaba dispuesto a sufrir la ira de Jess cuando lo descubriera. Manejaría su vida sin que nadie lo reprimiera y nadie lo podría detener, ni sus padres ni su novia.


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Volví y con cap. Bueno, no exactamente capítulo, sino que esto va por parte y por día, como se habrán dado cuenta.
La cuenta regresiva comienza, desde ahora, estos serán los 730 días más importantes de Liam.


Pasando a otro tema, le tengo a pareja a Louis, Zayn, Harry y Niall, que vendrían siendo Pamela Wilde y Pia Scott. Me faltan los nombres de las otras chicas, no duden en decírmelos lo antes posible para arreglar la historia y hacer que todo cuadre.

Espero que les haya gustado el casi capítulo, aunque debería llamarlos día 730 y 729 en la vida de Liam, como dije antes, el principio siempre es lento, pero no desesperen que pronto vendrá la acción.

*El nombre de la primera parte lo saqué de la canción "the hollow" de Eyes set to kill, si no les gusta el grupo o ese no es su estilo, no la escuchen, pero al menos la letra (desde mi perspectiva) es muy linda y calza perfecto con la primera parte de la historia (aunque definitivamente la melodía no, si es por ese lado, le vendría mejor I'm with you de Avril Lavigne)

Como por el miércoles subiré el segundo cap. de la wn de Niall, que se llama "I love You", para las que le interese leerla (como amo a ese rubio)

Me encanto el capitulo
siguela pronto la adoro!!!
Pame :D

wooow, esta MUY buena la novela, y me ancanta como escribes.
ahora, hola, soy Lara, y bueno como veras soy tu new reader :D jaja bueno, si Louis esta disponible en la nove, no dudes en ponerlo con migo e.e porque el es mine -.- (?
Besos y espero que subas cap rapidoooo!

ok, prometo traer cap mañana o el lunes, hoy tengo que terminar el cap de "I LOVE YOU"

Capítulo 2:

"La risa no es un mal comienzo para una amistad y es la mejor manera de terminarla"
Oscar Wilde



728

Liam estaba acostado en su cama mientras veía las manchas que provocaron las goteras en el techo. No se lo pudo decir a Jess.
De verdad que lo intentó, pero la chica con su parloteo incesante no lo dejó hablar de nada que no fuera el traje que usaría para el baile de invierno. Para eso quedaban unos meses, aunque Liam sentía que sería esa misma noche.
Llevaba tres días sin ir a la escuela, mañana sería sábado y no tenía ningún plan salvo tomar los medicamentos que le recetaron. Volvería a intentar decirle a Jess sobre su enfermedad el lunes, no quería verla ese fin de semana, su comportamiento compulsivo por un estúpido baile le estaba irritando.

725

La entrada de la escuela estaba abarrotada de estudiantes. Los chicos iban con un pantalón gris, camisa blanca, chaqueta y corbata azul, y las chicas con una blusa blanca, falda a cuadros azul y un chaleco del mismo color. Liam se bajó del auto de su padre agotado, le dolía la cabeza y los medicamentos le hacían sentir peor. Aun así, entró al establecimiento porque sabía que de ahora en adelante no tendría tanto tiempo para ver a sus amigos.
A ellos no pensaba decírselo todavía, quería vivir esos momentos de locura con Niall y Louis sin necesidad de preocuparse. Cuando las cosas fueran más notorias, se los confesaría.
Liam caminó a través del pasillo esquivando libros, maquetas y estudiantes con un sinfín de bolsos y mochilas. Entre la multitud, distinguió un destello dorado que se movía alrededor de unas chicas. Era el cabello rubio más hermoso que haya visto en su vida y no podía apartar su mirada del angelical rostro de Jess. Dio dos pasos para acercarse y besarla cuando recordó su enfado. Ella le restaba importancia al gran asunto que Liam quería contarle, como si fuera irrelevante ante el color de la tela del vestido que combinaba con sus ojos. Se dio media vuelta para irse a su clase, cuando al otro extremo del pasillo vio una mancha de cabello rojo.
Era Mary.
De pronto, una curiosidad por saber cosas de ella y estar a su lado se apoderó de su cuerpo, estaba siendo impulsivo. Caminó hasta quedar a sus espaldas y las amigas de ellas, que estaban mirando hacia su dirección, se quedaron calladas.
—¿Qué les pasa? —preguntó ella. Cuando se volteó, no fue una sonrisa lo que apareció en su rostro, sino una expresión de preocupación.
—Hola, Mary —le dijo Liam, intentando romper el ambiente incómodo que se formó.
—Liam, por allá… —Mary apuntó el rincón donde estaba Jess—está tu novia. A menos que me quieras ver muerta, vete.
Liam estaba perplejo ¿Dónde había quedado la chica dulce del hospital? Aunque en parte tenía razón, Jess se dejaba dominar por los celos y a veces cometía locuras. Como esa vez que tuvieron una cita en el cine y la chica de las taquillas le sonrió, Jess hizo un escándalo porque según ella, la chica le estaba coqueteando.
—Ok, entonces…adiós —le dijo Liam, algo decepcionado.
Mary asintió, con la mirada perdida, y se giró hacia sus amigas para seguir conversando. Liam siguió caminando por el pasillo y el timbre sonó. Todos fueron entrando a sus respectivas clases, a esa hora le tocaba francés con Louis y después deportes de nuevo con Louis y además con Niall.
Liam se apresuró en llegar a su salón, desde la puerta vio que Louis estaba sentado en una mesa haciendo el ridículo. Esta vez bailaba con una extraña boina negra en la cabeza. Liam se acercó a él y lo miró mientras el resto reía.
—Og, mig amigo Liam hag llegado. Hagan espagcio, queguidos compagñeros —comenzó a decir con un acento francés forzado. Liam rio como siempre lo hacía que estaba junto a Louis, era difícil no estar de buen ánimo con un amigo así.
Eran amigos desde los nueve años, se conocieron en la cafetería de la escuela cuando Louis empezó una guerra de comida y le metió gelatina en los pantalones a Liam. Se pelearon y ambos terminaron con un ojo morado y los labios hinchados, desde ese día fueron inseparables. A Niall lo conocieron a los once años, cuando pasaron de curso y tuvieron que cambiarse de escuela, los tres eran los mejores amigos que pudieran existir.
—Bonito acento, Lou —bromeó Liam mientras se sentaba en su puesto una vez que los demás se apartaron.
—Se me quedó pegado, ya sabes, después de esas fantásticas vacaciones en Francia… —Liam sabía que Louis mentía, jamás había salido del país.
Se hizo silencio en la clase cuando la profesora Crowell entró. Era una delgada mujer que siempre vestía de negro con un pañuelo rojo atado al cuello, y tenía la misma boina que Louis. La maestra se fijó en ese detalle y caminó hasta el puesto que Louis compartía con Liam. Sus compañeros ahogaban las carcajadas detrás de los cuadernos, nadie sabía que esperar cuando se trataba de Louis Tomlinson.
—Veo que tiene un gran espíritu por esta clase, señor Tomlinson. Tal vez le resulte fácil salir adelante a demostrarnos algo de ese espíritu —Liam ocultaba su sonrisa bajo una mueca que le distorsionaba la boca, si reía también lo sacarían a él.
—Como no, su excelencia Crowell —le respondió Louis con una reverencia. Se puso de pie y cruzó las filas de mesas hasta quedar frente a todos.
—Parlez-nous de votre vie, Louis * —le dijo la maestra. Louis entrecerró los ojos y se llevó una mano a la barbilla para dar la imagen de que estaba pensando en que responder.
—Je suis célibataire, les filles, vous savez qui appeler s'ils se sentent seuls* —contestó Louis. Los que entendieron algo, rieron, los que no, sólo miraron a la maestra para ver el rostro que ponía. Como su semblante era serio y casi glacial, supusieron que Louis dijo algo extremadamente gracioso.
—Buena pronunciación, aunque debería ocupar sus conocimientos para algo más útil —dicho eso, la profesora Crowell le ordenó sentarse e inició la clase.
Louis tenía una sonrisa de suficiencia en la cara y Liam adivinó que se había salido con la suya.
—¿Dónde aprendiste francés? —le preguntó Liam cuando se sentó a su lado.
—Te lo dije, unas vacaciones en Francia hacen milagros con el acento.
La hora pasó volando, Liam no había prestado atención. Estaba concentrado en absorber cada recuerdo gracioso junto a Louis. Sabía que era injusto no decirle acerca de su enfermedad, pero no quería preocuparlo y acabar con su buen sentido del humor. Le gustaba ese Louis despreocupado, libre y divertido, no estaba dispuesto a ser el causante de algún cambio en su actitud.
Volvía a caminar por los pasillos, en dirección al gimnasio. Louis se le había adelantado, echándole una carrera, pero Liam no se sentía bien. Revisó su reloj y se dio cuenta que se había pasado media hora de unas píldoras de hierro que debía tomarse. Hace media hora no las encontraba necesarias, pero ahora las paredes le daban vueltas y los casilleros parecían manchas verdes. Dobló para entrar al baño y tomárselas, pero en cuanto cruzó la puerta y vio los lavados, las piernas se le doblaron y cayó al suelo.
Un chico que se lavaba las manos se apresuró en ayudarle, lo sujetó antes que estrellara la cabeza en el suelo y lo recostó contra la pared para que respirara.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó el chico.
—De maravilla —le respondió Liam con la visión borrosa—. ¿Me podrías dar un poco de agua?
El chico asintió y se apresuró en buscar una botella de agua en su mochila. Cuando la encontró, la vació en el lavamanos y la lleno de agua fresca. Se la tendió a Liam y él la recibió con una mano temblorosa.
Liam ya había sacado dos píldoras de hierro en lo que el chico llenaba la botella, se las tragó de un sorbo y sintió a los minutos como la respiración se le normalizaba y la vista se le aclaraba.
—¿Quieres que te lleve a la enfermería? —se ofreció el chico. Liam negó con la cabeza, no le apetecía darle un disgusto tan temprano a su madre, además, quería ver a Niall.
—Ya estoy mejor —dijo Liam, colocándose de pie. Se tambaleó un poco y el chico le socorrió otra vez: se puso un brazo de Liam sobre los hombros y lo ayudó a caminar.
—Yo creo que aún estás débil —le dijo éste.
Liam no protestó y se dejó llevar hasta el pasillo. Faltaban dos minutos para que el timbre volviera a sonar.
—¿Qué clase tienes ahora? —inquirió el chico.
—Deportes.
—Mira que suerte tienes, allá viene una amiga mía que también tiene esa asignatura en esta hora, ella me puede ayudar a llevarte hasta el gimnasio sin que te desmayes —apuntó con la mirada a Mary, que venía casi corriendo en dirección a ellos.
Apenas llegó a su lado, ayudó a sostener a Liam.
—¿Qué sucedió? —preguntó ella.
—¿Ustedes se conocen? —Liam no cabía en la emoción, de todas formas había acabado conversando con Mary, no de la forma en la que esperaba, pero al menos la tenía cerca para entablar una amistad.
Mary suspiró y se frotó los ojos con los dedos.
—Liam, él es Harry. Harry, él es Liam. Ahora me dirán que ocurrió —les dijo ella con un tono desesperado.
—Ya, no seas exagerada. Sólo está… bueno, es que él… oye, sí ¿qué te sucedió? —Mary resopló ante la falta de información de su amigo Harry.
—Sólo me sentía mareado, nada importante —Liam le restó importancia con la mano del brazo libre. Mary no parecía convencida.
—¿Qué estás tomando?
—Se tragó unas pastillas…
—No te pregunto a ti, Harry —le interrumpió Mary.
—Ahora golpéame —le retó Harry, inconsciente de que Mary se lo cuestionaba hacerlo de verdad.
—Hierro —respondió de pronto Liam. Mary asintió y se puso a su lado, pasando su otro brazo sobre sus hombros.
—No es necesario esto, puedo cuidarme solo —comenzó a protestar Liam.
No le hicieron caso y siguieron caminando hasta llegar las puertas del gimnasio. Los estudiantes en el pasillo miraban la escena con cierta diversión, ignoraban el hecho que obligaba a Liam a ser sujetado por dos personas.
—Mary, ¿cómo sabías que Liam tomó algo? —preguntó Harry de repente cuando dejaron a Liam apoyado en la pared frente a la entrada del gimnasio.
Liam la miró alarmado, no quería que ella lo revelara. Mary captó el mensaje y dijo:
—Porque llevas una botella de agua en tu mochila —Harry vio su mochila que iba con el cierre abierto, y en efecto, la botella estaba ante la vista de todos.
—Oh, bueno. Yo me voy, si llegó tarde de nuevo a la clase de biología, me harán explicar como se reproducen las plantas y es lo más aburrido que se pueda contar —Harry se despidió de Mary con un beso en la mejilla y con un ligero golpe en el hombro de Liam.
—Nunca había visto a ese chico —señaló Liam cuando Harry desapareció entre los pasillos.
Mary lo miró y lo ayudó a entrar al gimnasio.
—Es nuevo, llegó la semana pasada. Esta un año adelantado porque según los maestros: es un chico prodigio. No lo parece, pero lo es. Sólo tiene catorce años.
—Es increíble de lo que me pierdo con faltar unos días.
—Hablando de eso, ¿cómo te fue?
Liam se detuvo y bajó la mirada. No era tan grave el tipo de cáncer que tenía, pero de todas formas eran necesarias todas las medidas posibles para que no se complicaran las cosas.
—El miércoles comienzo con las quimioterapias —susurró.
—No seas tan dramático, te irá bien. Además, si te sientes solo puedes conversar con mi hermana, estará encantada —Mary sonrió y su cabello resplandeció bajo las luces del gimnasio. El cabello de Jess ya no le pareció tan bonito como en la mañana, se podían ver rubias en cualquier lugar, pero pelirrojas no. En especial si era de un rojo vivo como el fuego.
—Tienes razón —dijo Liam finalmente, dedicándole una sonrisa a Mary.
No se habían dado cuenta, pero el timbre había sonado hace cinco minutos, así que el entrenador los recibió con el ceño fruncido y el silbato en la boca.
Liam distinguió a Louis y a Niall entre el resto de sus compañeros y se veían preocupados. Se sintió culpable porque no había sido nada grave lo que le ocurrió, pero como lo habían visto llegar ayudado por Mary, era obvio que se iban a asustar.
El ruido del silbato sobresaltó a todos, Mary dio un salto a su lado y sintió como los músculos se le ponían rígidos.
—¿Qué te pasa? —murmuró Liam, cerca de su oído.
—Es que he faltado a tres clases de Deportes y el entrenador me odia —le respondió Mary en un susurro.
—¡Williams, 50 vueltas en 15 minutos, y la quiero ver correr no caminar! —exclamó el entrenador, con voz profunda para infundir respeto—Payne, tú siéntate en la banca, tengo que conversar contigo. ¡Para los demás, 20 vueltas y después abdominales!
Todos se pusieron a correr sin reclamar. Louis le hizo señas a Niall para llamar la atención de Liam, mientras corrían hacían cosas graciosas para animar a su amigo.
El entrenador, después de supervisar que todos corrían, se sentó junto a Liam para conversar.
—En la oficina me explicaron tu situación, si te sientes mal no hagas nada. Descansa y no te esfuerces demasiado, ¿ok? —Liam miró al suelo y asintió. Al menos tendría una clase libre.
—Puedo hacer otras cosas en esta hora, ¿cierto? —se atrevió a preguntar.
—Sí, pero no salgas del gimnasio, es la única condición.
—De acuerdo.
De repente, el entrenador hizo sonar el silbato y todos se giraron a míralo sin parar de correr, llevaban siete vueltas y era imposible que él les haya reducido la tortura.
—¡Williams, dije correr! ¡¿A eso le llamas correr?! —le gritó el entrenador a Mary. Ella parecía caminar sobreactuadamente, agitando los brazos a medida que daba grandes pasos para avanzar más rápido.
—¡Estoy corriendo en cámara lenta! —gritó ella. Toda la clase rio.
—¡60 vueltas! —sentenció el entrenador. Liam vio como Mary resoplaba y seguía “corriendo” al mismo ritmo sin importar cuantas veces le regañaran.
Era una chica divertida y ya sabía porque le agradaba tanto: se parecía a Louis.

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* Cuéntanos sobre tu vida, Louis.
*Estoy soltero, así que chicas, ya saben a quien llamar si se sienten solas.
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Al fin colgué cap. Se que mi tía cosa me quería matar por no subir, pero aquí está y ahora me va a dejar de llamar y acosarme por tumblr para que escriba.
Cambio y fuera

pia escribió:ahhhh me encantooooo el cap ahh te juro que me da demasiada penitaa que Liam este mal te juro que lo leo y pienso que es verdad jajaja ahhhh tienes que seguirlaaa aasi que Louis solteroo no ? no querra una compañera que se llame Pia quiza??? jaja :D

asdfghjklkjhgdgfhjk mori con tu comentario!! Pero Louis es tuyo desde hace tiempo, si fuiste la primera en pedirlo, lo que pasa es que el esta soltero porque recien comienza la historia

LaraTomlinson escribió:wooow, esta MUY buena la novela, y me ancanta como escribes.
ahora, hola, soy Lara, y bueno como veras soy tu new reader :D jaja bueno, si Louis esta disponible en la nove, no dudes en ponerlo con migo e.e porque el es mine -.- (?
Besos y espero que subas cap rapidoooo!

Pucha, ya me pidieron a Louis, pero si escribo otra novela, te lo reservo!!

Faati de mi sexy horan-♥ escribió:Locó ni me preguntes porque me perdi tantos capitulos porque ni yo se! Solo te puedo decir que ya leí los Capitulos, & que los amé, I need caaap nananana Come on! XD... sdjhskjhjkfdg Seguilaaaaaa Please!

haha, lei el comentario y quede WTF? luego veo y era porque pense que estaba en la novela de Niall, ahora recien me doy cuenta de que never... soy una despistada total