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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

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Mensaje por tefisasias Jue 22 Dic 2011, 12:52 pm

NOMBRE:VISIONES DEL PASADO
ADAPTACION.SI
Género: Contemporáneo
ADVERTENCIAS:NO
OTRAS PAGINAS:SI

Argumento:
Estar condenada a vivir la pesadilla constante de ser telepática, era insoportable para _____ Haslow, al grado de hacerla desear la muerte, como una misericordiosa liberación.
Fue entonces cuando NICK Raymond apareció, y ella por fin encontró a alguien que no sólo la apreciaba, sino también la comprendía. Sin embargo, poco después descubrió que había un sufrimiento mayor: ofrecer su amor y ser rechazada.
tefisasias
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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA Empty Re: VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

Mensaje por tefisasias Jue 22 Dic 2011, 12:56 pm


Capítulo 1
La fina hoja de la navaja penetró en su abdomen con un movimiento tan claro y preciso, que la hizo toser con incredulidad, sorpresa y dolor. El calor del día laceraba su piel y hacía que la camiseta se le adhiriera a la espalda. Cuando sus ojos lanzaron una muda acusación al extraño que se arrodillaba frente a ella con actitud amenazadora, él pareció tan raro como el verde y café del campo, como su propio delirio.
Con lentitud, empezó a venirse abajo hasta caer en el suelo.
Con una mano se palpó el vientre. Apretó con firmeza el puño y, con un aullido de dolor, lo introdujo en la herida para salvarse de morir desangrada. Líquido color púrpura se deslizó por sus manos y goteó en el suelo, al tiempo que un hilillo de sudor rodaba por sus sienes, mezclándose con la mugre que le cubría el rostro. Dolor, rabia y desesperación se conjuntaban. Y por increíble que pareciera, iba a vivir.
Entonces, unas manos rudas alejaron la suya para determinar la extensión del daño. Ella empezó a perderse en los límites de la conciencia, contraída de dolor. La neblina que la rodeaba comenzó a hacerse más espesa y el mundo entero se transformó en la nada.
Y la nada era parte de su sueño y no podía despertar o escapar de él. Se dejó arrastrar por una oleada de dolor.

Por fin, ______ despertó. Su pecho estaba congestionado por los sollozos; además, la cubría una capa de sudor. La sábana rodó por el delgado y trémulo cuerpo. Una ligera brisa movió la cortina de la ventana y agitó su cabello. Todavía con la náusea que le había provocado la pesadilla, la joven respiró agitada y se levantó.
La medianoche, la más negra y terrible de todas las horas, cuando las pesadillas parecen reales, y es muy difícil sacudirse la desesperación. Ahora ésta volvía a hacer presa de _____ y la hacía padecer más que la pesadilla misma, pues era real e inevitable.
Avanzó hasta el interruptor de la luz y, con dedos trémulos, lo accionó. En seguida, se quitó el pijama de un tirón y fijó la mirada en su vientre. Sus ojos de color café reflejaron esperanza y horror a la vez.
En la tensa piel no había cicatriz alguna.
Salió con movimientos de anciana, y se encaminó a la escalera que se hallaban al final del pasillo. Si pudiera deshacerse de esa cabeza y no preocuparse por nada; si tuviera la certeza de que no estaba trastornada…
—¿_____? —preguntó la somnolienta madre—. Cariño, ¿estás bien? —con una sensación de tedio y sin ánimo para contestar, la chica escuchó de nueva cuenta el susurro que salió de la habitación de su progenitora—. Fue otra pesadilla, ¿no es así, mi vida?
—Sí —respondió la aludida, cortante. Dos lágrimas corrieron por sus mejillas—. No te preocupes, estoy bien. Sólo bajaré a leer un poco, no tengo sueño. Tú vuelve a dormirte.
El viento aulló y luego, lo único que se escuchó fue el crujir de una cama.
Segundos después, _____ volvió a escuchar la voz de su mamá.
—De acuerdo, hija. De cualquier modo, me gustaría que te viera el doctor Freedman y que tomaras algunas pastillas para dormir. Ese insomnio te va a ocasionar una crisis nerviosa si no te cuidas —las palabras de la señora se perdieron, y _____ descendió por la escalera, sabía que su progenitora no iba a agregar más.
La atmósfera de la casa era sofocante. _____ subió a ponerse un pantalón, una camiseta fresca y unos zapatos de lona. Para estar más cómoda, se sujetó el pelo en un moño.
A los pocos minutos, la joven se hallaba sentada en el quicio de la puerta de servicio, en su ansia por respirar aire fresco, algo imposible si se consideraba que el calor del exterior era tan asfixiante como el de la casa.
La noche era clara y brillante y los enormes pinos del frente susurraban, agitados por el incesante viento.
Entonces, ______ se levantó y empezó a caminar como autómata. Sus pies hallaban mecánicamente el camino, pues lo conocían bien. Empero, no importaba cuan lejos llegara, jamás podría huir de la pesadilla, pues formaba parte de sí misma.
Siempre se aferró a la idea de que, aunque un tanto extraña, era sana tanto de mente como de cuerpo. Mas ahora, después de numerosas noches en que había soñado una vida que no era la suya, empezó a convencerse de que iba a volverse loca. Estaba aterrada, pues en dichos sueños había algo nuevo, oscuro e irreal.
Cuando era niña, sus padres llegaron paulatinamente a la conclusión de que era especial. Todo empezó el día en que la pequeña se percató de que cada vez que alguien próximo a ella resultaba herido, lloraba en silencio y cubría la misma parte que la otra persona se había lastimado.
Si le preguntaban, nunca podía describir con palabras exactas qué experimentaba. Ya mayor, ______ se asombró al descubrir que la gente no percibía los mensajes que con claridad recibía ella.
Sus padres, al adquirir más conciencia de su peculiar forma de ser, y ver el nerviosismo con el que regresó después de su primer día de clases, decidieron hacer lo más conveniente para protegerla: la sacaron de la escuela, y su madre, una excelente profesora, abandonó su carrera para dedicarse a educar a ______.
Ahora, entre el manto de la noche, la joven sonrió al pensar en el apoyo incondicional y el amor que siempre le prodigaron sus progenitores, aunque la consideraran como un fenómeno.
Siendo una adolescente, _____ había investigado y supo que era telepática. Convencida de que las emociones y los pensamientos de la gente eran incontrolables, e incapaz de transmitir los suyos, se volvió introvertida.
Mientras caminaba en medio de la penumbra, lloró en silenció. No importaba cuánto lo intentara, jamás podría apartarse de los demás. Siempre detectó sus emociones y pensamientos como un radar, lo que la motivaba a gritar de rabia y frustración ante su total falta de intimidad. Aunque apenas tenía veinte años, sentía como si hubiera vivido una eternidad.
Conservaba la sensatez, a pesar del temor de la señora Haslow de que el trastorno mental de su pequeña se debiera al hecho de haber descubierto, cuando estaba embarazada, que su esposo la engañaba con la empleada de la oficina de correos.
Un dolor agudo había sacudido a ______ tres años antes, al enterarse de que su padre había muerto después de sufrir un accidente en la fábrica en que trabajaba. Y aun ahora, con apenas recordarlo, la recorría un sudor helado. El día que los compasivos vecinos llegaron con la noticia de que Jerry Haslow había fallecido, ______ estaba ya llorando al lado de su aturdida y afligida madre.
Las peculiares y aterradoras pesadillas que ahora sufría, no tenían sentido. No pudo hallar un lazo de conexión entre éstas y el mundo que conocía, venían de uno lejano. Estaba sola en su locura.
En ese momento, el viento aulló y _____ percibió algo. No, no estaba sola. Encontró su voz y preguntó:
—¿Quién está allí?
No hubo respuesta, sólo el crujir de los pinos. El viento sopló sobre la hierba y pareció que manos invisibles la agitaran. Había alguien, una gran sombra se confundió con la de los árboles, mas no formaba parte de éstos. Alarmada, _____ vociferó:
—Sé que está allí, es inútil que se esconda. ¿Quién es? —su voz resonó en el inmenso espacio abierto.
Una voz masculina contestó con tono hostil:
—Esta invadiendo una propiedad ajena, quienquiera que sea. Por todos los cielos, son las cuatro de la mañana, no creo que sea una hora apropiada para caminar.
La sombra se materializó, transformándose en la figura de un hombre que se acercaba.
Dana percibió su hostilidad y, confusa, dio unos pasos hacia atrás.
—Ho… hola. Usted debe de ser la persona que renta la casa de los Cessler, se… señor Raymond. Soy su vecina, _____ Haslow. Me adentré un poco en la propiedad, a la señora Cessler nunca le importó —su mente trabajaba a toda su capacidad.
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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA Empty Re: VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

Mensaje por tefisasias Jue 22 Dic 2011, 1:06 pm

Hablaba sin poner atención en las palabras, pues se preguntaba si algún día resultaría peligrosa para los demás. Si estaba trastornada, ¿sería capaz de ocultarlo, o tendría que ser internada? Se preguntó si la comida sería buena en una institución para enfermos mentales y de paso se preguntó por qué ese hombre había dejado la cama y salido de su casa a las cuatro de la mañana.
Al parecer, a él le intrigó lo mismo con respecto a _____, pues después de una obvia vacilación, se le acercó y musitó:
—Es un poco tarde para vagar por el bosque, ¿no cree, señorita Haslow? Si sufriera un accidente, pasaría mucho tiempo antes que pudieran encontrarla.
—Conozco bien el área —contestó ella, cortante—, no habrá tal accidente.
Se escuchó el aleteo de un búho y el chillido de un ratón. ____ recuperó la seguridad. Él se mostraba más accesible, aunque con esa rara hostilidad que la intrigaba.
—Oh, pero pudo ocurrir un accidente hace unos minutos —agregó gentil y ella se atragantó, pues se le acercó más—. Como yo no la reconocí en la oscuridad, pude herirla pensando que se trataba de un ladrón que se había introducido en la propiedad.
—Olvide eso, señor Raymond —la tensión la obligaba a ser concisa, mas no le importaba—. Este lugar es tan pequeño que por las noches no cerramos la puerta de nuestras casas. Usted está tratando de ahuyentarme de aquí, ¿no es cierto? La señora Cessler me aseguró que le hablaría de mí —no le importó qué pensara el sujeto de ella, sabía que todos en ese pueblo la consideraban rara e introvertida.
—No se ha expresado mal para ser las cuatro de la mañana. La señora no mencionó que usted tuviera el hábito de vagar por aquí ni que yo debía ser indulgente, como sin duda ella lo ha sido toda su vida.
Esa voz resultaría atractiva, pensó la joven, si no tuviera ese tono de mofa. Él avanzó, con determinación. Debía de medir un metro con ochenta y cinco centímetros, calculó ____ al verlo ante sí como si fuese un muro. La hostilidad había disminuido, pero todavía irradiaba cierta tensión nerviosa que la intimidaba.
—Dígame, señorita Haslow —continuó él—, ¿acostumbra caminar de madrugada?
En la casual pregunta, _____ adivinó un dejo de morbo.
—Padezco insomnio —replicó, lacónica—, y suelo vagar por esta zona cuando me ocurre.
—Sin importarle su seguridad.
—En todo caso, se trata de mi vida o de mi muerte, y no creo que ello sea asunto de su incumbencia. Estaré fuera de la propiedad en cuanto pase al otro lado del camino —intentó hacerlo, pero él al permanecer inmóvil, lo impidió, y ella, impaciente, se detuvo.
—Para ser las cuatro de la mañana, es también muy desatenta. Grace me advirtió que era usted reservada, mas nunca mencionó su mala educación.
—La mala educación es sólo cuestión de enfoques.
Aunque habló con calma, se convulsionó. ¿Por qué no se apartaba ese hombre del camino y la dejaba pasar? Necesitaba correr, fatigarse para desahogar la turbación que la dominaba.
—Cuando uno se comporta con corrección, generalmente espera que la otra persona lo trate del mismo modo, de acuerdo con las normas universales que la humanidad ha impuesto, aunadas a la necesidad que todos tenemos de ser aceptados en el grupo social en que nos desenvolvemos. Yo no tengo ese tipo de inclinaciones, tendencias o expectativas, por lo tanto, no me preocupa si soy grosera o no —pasó a su lado y al oír su risa, se detuvo como si hubiera sido una marioneta de la cual tiraran.
—¡Qué gran discurso! —se mofó su interlocutor—. Me pregunto si conoce el significado de todas las palabras que utilizó o si en realidad quiso decir todo eso.
Sin ánimo para replicar, _____ empezó a avanzar de nuevo por el camino que la llevaría de regreso a su casa.
Llegó a la propiedad, entró en la sala y se dejó caer en un sillón, sollozando. El resto de la noche, lo sabía por experiencia, lo pasaría sin dormir. No compartía sus temores ni la locura que padecía.
Su madre era una excelente persona, pero ya la había ayudado mucho en los últimos años y era tiempo de que tuviera la oportunidad de hacer lo que quisiera. No porque su hija sufriera una lesión emocional iba a sacrificar su vida.
_____ abrió los ojos en medio de la penumbra. Le agradaba que su mamá fuera maestra y que volviera a trabajar. Sin su esposo y con unos años más, necesitaba intereses propios, aunque tenían suficiente dinero del seguro de vida de su padre y podían gozar de ciertas comodidades.
Denise Haslow estaba preocupada por las pesadillas de su hija, aunque nunca lo mencionaba, y _____, intuitiva, deseaba borrar sus temores, pese a que ni siquiera era capaz de hacerlo con los propios.
Esa mañana, al ver bajar a su madre por la escalera, apenas sonrió.
—Buenos días, mamá. ¿Te preparo el desayuno?
Denise clavó la mirada en su hija, notando las sombras que le enmarcaban los ojos.
—No —repuso con gentileza—, yo lo haré hoy. ¿Qué apeteces? ¿Huevos con tocino?
—No, gracias. Creo que sólo tomaré jugo y pan tostado. Además, sólo quedan dos huevos en el refrigerador. Planeo ir a la tienda esta tarde —se puso de pie y siguió a su madre hasta la cocina—. Lamento haberte despertado anoche.
—No te preocupes, cariño. ¿De nuevo pasaste la noche en vela?
—Sí, pero no me preocupa —era una mentira, y le maravillaba que su madre no la detectara—. Las pesadillas desaparecerán, de hecho ya están disminuyendo. La de anoche fue menos clara e intensa, apenas la recuerdo —otra mentira, que al parecer tranquilizó a la señora.
Más tarde, salió rumbo a la tienda de comestibles. La distancia a que quedaba le brindaría la oportunidad de hacer ejercicio y recibir los reconfortantes rayos del sol. El viento aún soplaba, agitaba los árboles y mecía los arbustos. _____ compró algunas provisiones, suficientes para llenar el refrigerador con lo más indispensable, mas no demasiadas para poder llevarlas con facilidad. En la tienda la conocían bien porque era una clienta asidua, y la esposa del tendero la abrumó con su charla hasta que _____ logró escabullirse.
Una vez afuera, emprendió el regreso caminando por la acera, a la cual subió con dificultad a pesar de ser fuerte y ágil. Como los rayos del sol la deslumbraron por un momento, tardó en percatarse de que estaba ante la morbosa mirada de un jovenzuelo llamado Mick, quien vivía en una casa cercana a la suya. Con atrevimiento e insolencia, la había abordado más de una vez y ahora, al ver que las manos de él le alcanzaban los brazos, la certeza de que estaba en peligro la estremeció. Tembló como si hubiera sentido un frío repentino.
—Discúlpame —musitó, tensa, tratando de desprenderse, mas las toscas manos ejercieron mayor presión en sus brazos. Estaba atrapada.
—Vaya, vaya —siseó el mocetón, al tiempo que la miraba de arriba abajo con descaro—, tenemos aquí a la reina de la presunción. ¿Qué pasa, nena, eres tan engreída que no puedes mirarme a la cara?
—Siempre has tenido muy malos modales, Mick, y veo que no has cambiado —espetó _____ y lo miró con sarcasmo a los ojos—. Discúlpame, tengo muchas cosas que hacer.
—No me digas —la increpó, burlón, mientras las manos subían hasta la altura del hombro—. ¿Es la manera de tratar a un vecino? —la presión que ejercía en la piel femenina se haría visible más tarde—. Demuéstrame cuan buena puedes ser.
—Suéltame, canalla, o arrojaré esta lata de café a tus pies —amenazó, furiosa.
Mick se contuvo, y debió notar en los ojos de la joven un indicio de que estaba a punto de perder la compostura, porque se apartó de su camino. No obstante, a su paso, la observó con la misma insolencia y sorna de antes.
Ella le lanzó una mirada desdeñosa, sin demostrar la turbación que la embargaba. Luego, sin agregar palabra, siguió su camino.
Avanzó a paso veloz, sonriendo a veces a los pequeños que jugaban por allí. Muy cerca de su casa, algo la instó a moverse y mirar a su espalda.
Un hombre, parado a cierta distancia, la observaba. Pese a la lejanía, ______ pudo notar que debía tener unos treinta años y que era de pelo castaño, largo en la parte posterior y corto hacia la frente. Al mismo tiempo descubrió que dos líneas profundas, que iban de la nariz a la boca, marcaban su rostro. Una gran hendidura en el entrecejo, labios carnosos y ojos oscuros, fue lo último que percibió; si bien al final comprendió que más que con los ojos, lo veía con la mente.
Se trataba de su vecino, NICK Raymond, reflexionó. Sorprendida, se dijo que si era tan sensible a su presencia, ¿por qué no supo, la noche anterior, que se trataba de él? Aunque entonces se encontraba preocupada y distraída.
Una vez dentro de su casa, acomodó a toda prisa los víveres; y buscando soledad y descanso, subió a su habitación, donde recogió un cuaderno de dibujo y unos lápices. Trazaría algunos bosquejos; sus dedos estaban impacientes por plasmar algo en el papel.
Con un grito avisó a su madre que saldría, cuando ya se hallaba en la puerta de atrás. Luego de un instante de indecisión, optó por encaminarse al lugar que usaba para descansar. La soledad que caracterizaba a la propiedad de la señora Cessler, la ayudaría a liberar la tensión que amenazaba con ahogarla.
Avanzó a través de sombras azulosas y fragmentos de luz que se filtraban entre los enormes pinos, los cuales ocultaban la senda y cubrían el terreno en toda su extensión, lo mismo que el musgo.
____ no fijaba su atención en el paisaje, mentalmente se remontaba al inicio de sus temores. Pensaba en esa parte de sí que la apartaba de sus congéneres.
Su respiración se hizo agitada cuando alcanzó la parte más alta del sendero, y arribó, al final de la arboleda, al claro que se extendía hasta un peñasco de granito de unos doce metros de alto.
El claro proporcionaba una excelente vista de los alrededores. _____ se sentó bajo un pino y suspirando, se apoyó en el tronco, mientras observaba el panorama.
El lugar, que marcaba el límite entre su propiedad y la de la señora Cessler, resultaba ideal para disfrutar de paz y descanso, pues era poco frecuentado.
No obstante, _____ no adquirió la anhelada tranquilidad pues estaba demasiado excitada. Sus inquietos dedos buscaron una página en blanco en su cuaderno de dibujo, hicieron lo propio con los lápices y empezaron a trazar finas líneas.
Luego de contemplar el paisaje, _____ entrecerró los ojos y dejó que su mente divagara.
Entonces escuchó unas pisadas en la vereda.
Giró abruptamente la cabeza. Su recién hallada soledad había sido quebrantada. Tensa y decidida a permanecer allí, apretó los labios. Fijó la vista en el camino y oprimió el cuaderno y el lápiz. Al romperse éste, ella se sobresaltó.
Las pisadas se oyeron más cerca, hasta detenerse a unos metros de ella.
—Señor Raymond, buenas tardes —saludó sin levantar la vista.
Hubo una pausa en la que sólo se oyó el graznido de un ave.
—Buenas tardes —contestó el aludido—. De modo que este es su paraje predilecto.
—Sí —posó las manos en el regazo. ¿Debía levantarse e irse de allí? Presintió algo oscuro que no tenía que ver con la claridad del día, y sus piernas se pusieron rígidas, como si estuvieran a punto de emprender la carrera—. Si gusta, me marcho ahora mismo.
—Es un ofrecimiento generoso para venir de quien ha vagado por estas tierras durante años, y un radical cambio de actitud con respecto a la de anoche. No, no se moleste en levantarse. No creo tener derecho a sacarla de la propiedad y no sería un acto de buena educación.
Las manos femeninas temblaron.
—Gracias —dijo la chica, sintiendo que algo intangible flotaba en el ambiente. Presintió que, aunque la trataba con caballerosidad, ocupaba su mente en algo ajeno a ella. Sólo entonces se atrevió a mirarlo y añadió—: Disculpe mi falta de educación de anoche, estaba cansada y nerviosa.
—El insomnio transforma a la gente, lo sé. Por favor, no se disculpe, yo tampoco fui muy atento —levantó la vista como si buscara algo.
El viento despeinó su cabello y ______, más que oír, sintió el suspiro que exhaló. Comprendió que tomaba un respiro y ella lo aprovechó para separar las manos, mientras la presión que sentía en el pecho se aligeraba. Entonces se percató de que la tensión que la ahogaba no era la suya, sino la de él.
Lo miró de soslayo y pudo notar cómo se marcaba la línea que iba de la cadera a los hombros. Se preguntó cuan fuerte sería.
NICK inclinó la cabeza, iluminada tenuemente por los rayos solares, y contempló a la chica por un instante. En seguida se sentó a su lado y entrelazó las manos sobre las rodillas.
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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA Empty Re: VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

Mensaje por tefisasias Jue 22 Dic 2011, 1:15 pm

Por
un momento, ______ deseó huir, pero incapaz de levantarse, sólo
acertó a ver una vez más el paisaje.


Él
observaba la erguida cabeza.


Mi
nombre es NICK y el tuyo, _____, si mal no recuerdo.


Después
que la joven asintió, prosiguió con su amigable charla, si bien
ella notó que sólo hablaba por distraerse. ¿Qué le preocupaba?


¿Viniste
a casa a pasar las vacaciones de verano? —preguntó él en cierto
punto de la conversación.


No
—como el hombre le clavó la mirada, suavizó la contestación
agregando—: No estudio.


Ah.

Entonces, ¿a qué te dedicas?

_______
hubiera querido gritarle que ese diálogo era una farsa, que cada
frase que pronunciaban carecía de significado y el interés de él
era fingido; no tenía derecho a interrogarla acerca de algo tan
personal. Empero, no dispuesta a dejarse abatir con el recordatorio
de una verdad tan amarga como la suya, alzó los hombros y contestó:


A
nada. ¿Y usted?


Soy
escritor. En general trabajo de manera independiente.


¿Y
está haciendo algo actualmente, o tomó unas vacaciones, señor
Raymond?


Llámame
NICK, ¿quieres? Y sí, digamos que me concedí una tregua para
luego volver al ajetreo cotidiano.


Era
falso, reflexionó _____, y por un segundo temió decírselo, mas se
detuvo al comprender que no tendría objeto discutir con un extraño.
Entonces, se puso de pie, con lo que provocó que su cuaderno de
dibujo cayera al suelo tapizado de musgo.


Quiso
inclinarse a recogerlo, pero NICK se adelantó y al tiempo que ella
musitaba un "gracias", él se lo colocó en las manos, sin
dejar de ver el bosquejo.


La
agitación que el inconcluso dibujo de la chica causó en el hombre,
fue similar a la de un estanque donde se ha arrojado una piedra. ______
notó cómo palidecía y con qué fuerza oprimía el papel.


¿En
dónde viste esto?


La
feroz pregunta amedrentó a _____.


Son
unos cuantos garabatos —musitó, trémula. ¿Qué pasaba con él?
¿Qué lo había alterado?


No
es éste paisaje —puso el dibujo frente al rostro femenino.


Dana
gimió. El paisaje, insólitamente detallado, era algo que nunca
había visto.


¿En
dónde lo viste? —insistió David.


En
ningún lado, fue mi imaginación la que lo creó —retrocedió,
atemorizada, y el claro, para ella, de repente perdió tonalidad.



no lo hiciste. ¿Cuántos años tienes? —avanzó hacia ella.


Veinte.

Eres
demasiado joven para haber estado allí.


¿Allí?
¿En dónde?, se preguntó Dana.


¿En
dónde has visto esto?


En
ningún lado, lo juro. Puede quedarse con el dibujo, sólo hacía
unos trazos, créame —pálida, observó la pupila dilatada de
aquellos ojos oscuros y la dureza de su expresión. Comprendiendo
cuan peligroso podía resultar, se apartó a pasos grandes e
irregulares.


Él
la alcanzó y sin compasión la asió del brazo. Ella no lo resintió,
pues tenía la certeza de que el paisaje no estaba en su mente, sino
en la de ese hombre.


Con
la mano que tenía libre, Dana se cubrió los labios y exclamó:


¡Oh,
Dios!


Tras
notar la mirada acusadora de él, logró zafarse y huir.



Capítulo
2


El
avión aterrizó con un golpe violento, para luego patinar sobre la
pista. Los pasajeros gritaron, tomaron sus pertenencias y saltaron
antes que la enorme coraza estallara en pedazos. Corrieron a buscar
refugio en el edificio rectangular que parecía haber sido construido
a la buena de Dios. Dana, después de recoger su bolsa de lona,
corrió con los demás. El calor era lo que más la molestaba,
después de dejar la relativa frescura del avión. Ahora caía sobre
su rostro como una lengua de fuego y la hacía jadear, igual que un
pez fuera del agua.


Las
extrañas tonalidades verde y café de la vegetación circundante,
contrastaban con la construcción. Ella entró con los demás, y unos
hombres vestidos con unos overoles de color aceituna simularon
alinearse, mientras un oficial avanzaba y se detenía frente a ellos.


Durante
varias horas el hombre parloteó sin cesar. La cabeza de Dana empezó
a sufrir los estragos del calor y la delirante situación. Estaba
cansada y la perorata del hombre continuaba, inclemente. De súbito,
todo cambió; el extraño, parado ahora frente a ella, le dirigió
una mirada amedrentadora; no obstante, Dana lo miró a los ojos.


De
pronto, él preguntó:


¿Cree
usted en el infierno, teniente?


No,
señor —su voz sonó tan profunda y cavernosa que en ese momento
Dana supo que el sueño no era suyo, sino de otra persona. Al mismo
tiempo descubrió que estaba imposibilitada para salir de él, hasta
que, quien estuviera soñándolo, terminara de hacerlo.


El
oficial que tenía frente a ella, o él, se tornó lascivo,
diabólico; su rostro se transformó en una máscara horripilante.


Ya
lo harás, jovencito, créeme, lo harás. Dentro de un año desearás
estar fuera de este lugar, o muerto. Porque, ¿sabes qué lugar es
éste, pequeño? Es el infierno.


La
palabra resonó extrañamente en la cabeza de Dana, hasta que ésta
pensó que gritaría. "Este es el infierno, el infierno, el
infierno…"






Se
arrebujó entre las sábanas, tensa y sudorosa, llorando y gimiendo.
En seguida, se arrodilló un momento sobre la cama, trémula por la
emoción y el cansancio. Luego, se arrastró lenta y dolorosamente
fuera del lecho, no sin antes mirar su reloj. Eran las tres y media,
sólo había dormido cinco horas, pero sabía que no lo haría más
esa noche.


Fatigada,
se encaminó al baño. Abrió la llave del agua fría y el impacto
del rocío helado la despertó. Cuando salió, sollozando, sus dedos
amoratados eligieron con torpeza el pantalón y la blusa que se iba a
poner. Entonces tomó la secadora de pelo y secó la larga y espesa
cabellera de color claro.


El
pantalón no se ceñía a su talle y ella hizo una mueca de rabia.
Comúnmente delgada, ahora, con la falta de apetito, la esbeltez se
agudizó, sus brazos semejaban palillos y el hueso de los codos se
hacía prominente. Sus caderas también resaltaban. Se examinó en el
espejo y pensó, irritada, que parecía un maniquí en el que el
único indicio de vida era el destello febril de sus ojos castaños.
La pérdida de peso también había afectado su rostro, donde los
pómulos se marcaban y el cuello parecía endeble para sostener el
peso de la cabeza. Por otro lado, estaba por perder la belleza de sus
labios y el valioso atributo del brillo de sus ojos, únicos rasgos
positivos que le quedaban, porque fuera de ellos, parecía un gato en
tiempos de hambruna.


Trataría
de desayunar, decidió después del examen crítico que se hizo
frente al espejo.


Más
tarde, al estar frente a la mesa de la cocina y ver con desgana los
alimentos, comprendió que no podía obligar a su sublevado estómago
a que los recibiera. De modo que los comestibles, una vez más,
fueron retirados.


Esa
mañana decidió visitar a la señora Cessler, la anciana que era su
vecina desde hacía años y a quien le pertenecían el terreno y la
casa que NICK Raymond rentaba. La octogenaria mujer vivía en un
perenne estado de melancolía, recordando a su esposo y los días
felices de su pasado. ______, quien la consideraba comprensiva, amable
y siempre dispuesta a recibir a un callado, mejor dicho hermético
visitante, hizo amistad con ella. Por el momento la anciana no podía
vivir sola en su casa, a causa de un accidente en el que se había
fracturado la cadera, y por el que había tenido que alquilar la
propiedad a NICK Raymond, mientras ella se iba a vivir con su
hermana, hasta que sus frágiles huesos soldaran. _______ había
visitado muchas veces a la señora, y nunca dilucidaron cómo la
joven se enteró de que la viejita se había accidentado y cómo fue
que ella la encontró doblada de dolor al pie de la escalera. En sus
primeras visitas, _______ temió que la señora Cessler le formulara
preguntas embarazosas, pero no lo hizo y la joven poco a poco
adquirió tranquilidad.


Después
de informar a su madre adonde iba, ______ salió de la casa y se
dirigió a la cochera, que era una construcción independiente. Subió
al auto, dio marcha atrás y lo sacó con destreza.


La
señora Cessler y su hermana vivían al otro lado del pueblo, y _____
se obligó a conducir con precaución. Después de dos semanas de
dormir poco, estaba más que expuesta a sufrir un accidente.


Al
cabo de un rato, llegó hasta la pequeña casa rodeada de arbustos,
cortados con delicadeza, y dos robles. Estacionó el coche en la
calle, frente a otro que estaba allí, y en seguida fue a llamar a la
puerta.
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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA Empty Re: VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

Mensaje por tefisasias Jue 22 Dic 2011, 3:22 pm

Las
pisadas que escuchó en el interior eran más firmes de lo que
esperaba, y cuando la puerta se abrió, se encontró cara a cara con NICK Raymond quien, impávido, la miró.


Como
autómata, ______ dio un paso atrás y él musitó algo incomprensible,
mientras abría más la puerta y gritaba sobre el hombro:


Es ______ Haslow, Grace.

Pasa, _____ —contestó la anciana y la chica no tuvo más opción que
obedecer.


Entró
guiada por el silencioso e inconmovible hombre a quien dirigió una
mirada llena de cautela. Una vez en la sala aparentó tanta calma
como le fue posible. En ese momento vio a la señora Cessler en el
sillón donde, en silencio, solía pasar los días. Con menos pelo,
más canoso y el rostro marchito, por la anciana parecían haber
pasado años y no semanas desde que sufrió el accidente.


Después
de depositar un beso cariñoso en su mejilla, Dana ocupó el sillón
contiguo. Evitó mirar a NICK, consciente de que le resultaba
antipática.


¡______,
querida! —exclamó entusiasta la señora, mientras se reclinaba en
su asiento y sonreía—. Siempre es grato verte. Pero no tienes buen
aspecto, niña. ¡Has perdido mucho peso! Según veo, tú y NICK
tienen mucho en común. ¿Conoces a NICK?


Sí,
nos conocemos —murmuró ______ sin comprender del todo lo que la
anciana quiso decir, y se inclinó para evitar la mirada de él y
poder seguir el hilo de la conversación—. ¿Y usted cómo está?
Cada vez que vengo la veo mejor.


Tonterías
—masculló la mujer mayor haciendo una mueca de dolor que
estremeció a ______.


Esta
dirigió la vista hacia NICK y se preguntó qué pensaría de ella.
Sabía que no le inspiraba confianza, aunque desconocía la causa; a
menos que tuviera que ver con el dibujo que ella hizo y que él
reconoció de inmediato. ¿Por qué reaccionó de una manera tan
violenta?


Es
una gran tranquilidad que NICK se haga cargo de la casa, y no un
extraño —la señora Cessler interrumpió los pensamientos de la
chica—. Sé que la cuidará bien —sonrió cariñosa al hombre.


Me
preguntaba cómo se las había arreglado para rentar la propiedad
casi en seguida del accidente —comentó _____—. ¿Acaso son
parientes?


NICK sólo asintió, sin dejar de mirar a la joven.

Sí,
querida. NICK es nieto de un primo —explicó la señora Cessler—.
No creo que conozcas esa línea de mi familia.


Después
de conversar durante algunos minutos, _____ estudió las posibilidades
de despedirse, pero la mujer mayor la invitó a que se quedara un
rato más y preparara un poco de café. Tras poner algunas
objeciones, consciente de la presencia de NICK al fin accedió,
convencida de que la anciana no la dejaría partir. Con el corazón
palpitándole a un ritmo acelerado, entró en la cocina a preparar la
bebida.


Cuando
salía con una bandeja en la que llevaba el humeante líquido, un
ruido en la habitación contigua la hizo saltar. Era NICK desde
luego, quien iba a su encuentro y la miraba con fijeza. Ella no se
sorprendió; aun sin oír sus pisadas, habría percibido su
presencia. Sin hablar, se volvió y, con mano temblorosa, reacomodó
las tazas en la bandeja. El ambiente se sentía cargado de las
preguntas que él quería hacerle y de la hostilidad que le mostraba.


Vine
a ver si podía ayudarte a llevar algo. Pareces no tener fuerza para
llevar semejante peso —en dos zancadas estuvo a su lado.


______ le entregó la bandeja de inmediato y aprovechó la ocasión para
poner distancia entre los dos. ¿Por qué la ponía nerviosa? ¿Por
qué era tan sensible a ese hombre?


Soy
más fuerte de lo que parezco —objetó enarcando el entrecejo.


Según
veo, tu fortaleza no basta para que lleves la cabeza erguida. Grace
tiene razón, estás muy delgada —llevando la bandeja, entró en la
sala.


A
su espalda, ______ lo siguió, de pronto divertida por sus
observaciones.


Ya
en la sala, ella sirvió café en sendas tazas, entregó la primera a
la señora y la segunda a NICK, de quien se apartó al momento, no
sin percibir la irritación de él. Ella tomó una taza para sí, fue
a ocupar su sillón y bebió el café a sorbos pequeños, como una
excusa para no hablar. La visita pronto se convirtió para ella en un
tormento. Nerviosa, sintiendo el dolor de la señora Cessler en carne
propia, estaba al borde del colapso, como si algo en su cabeza
estuviera a punto de estallar. De pronto, se percató de que aquella
molestia no provenía de ella, sino de él. Era NICK quien en su
esfuerzo por dominarse, transmitía a _____ su tensión, y ella no
podía liberarse, estaba tan atrapada como él.


Consternada
ante la revelación que se le presentaba, ______-se ensimismó en sus
pensamientos, sin que los otros sospecharan algo malo en que ella se
mantuviera atendiendo sólo a medias la conversación.


¿Y
no hiciste algo más en los últimos seis años? —preguntó la
anciana a NICK. _____ escuchó el final de la pregunta y notó que el
interpelado se miraba las manos, sentado de manera perezosa—. Creo
que tu abuela mencionó que trabajabas como editor en un diario. ¿Es
cierto?


Con
sólo una parte de su mente ocupada en la charla, _____ no pretendía
hablar, mas se sorprendió al hacer una observación:


Eso
fue hace cinco años, no seis.


Aun
cuando las palabras ya habían salido, trató de detenerlas.


Siguió
un pesado silencio.


La
señora Cessler y NICK la miraron con fijeza. ______ se llevó una
mano a los labios, molesta consigo por lo que acababa de hacer. Si
usualmente podía controlar sus pensamientos y no expresarlos, ¿por
qué en esta ocasión no lo logró? Percibió la irritación de él.


La
expresión de NICK se tornó gélida, sarcástica, y no trató de
disimularla.


Puesto
que la señorita Haslow sabe mucho acerca de mí, ¿por qué no dejas
que ella conteste todas tus preguntas, Grace? Obviamente tiene una
buena fuente de información.


-______ entrelazó las manos sobre su regazo.

No
sé qué me pasó. Lo… lo siento, yo… —se disculpó,
desesperada.


La
furia de _______ no disminuyó y, de nuevo con sarcasmo, la increpó:


¿No
sabes qué te mueve a hablar en tono de chismorreo, o qué te hace
ponerte en evidencia? Tienes que revelarme quién es tu informante.
Debe de ser eficaz para ofrecer semejantes detalles… quizá me
enseñe algunos trucos para efectuar mi labor periodística.


_____ palideció y los ojos se le dilataron; se percató de que la señora
Cessler le sonreía de manera tan compasiva, que dos grandes lágrimas
escaparon hacia sus mejillas. Abruptamente, se levantó, colocó sin
cuidado la taza y la azucarera en la bandeja y musitó a la anciana:


Vendré
pronto a verla de nuevo —sin mirar al iracundo sujeto sentado a
escasos centímetros de ella, se dirigió a la puerta del frente.


De
inmediato él se levantó y le dio alcance cuando ella apenas abría
la puerta y a ciegas se encaminaba hacia su auto. No lo lograría. NICK era muy rápido.


¡NICK!
¡Déjala ir! —gritó la señora Cessler, quien con más firmeza
agregó—: Tengo que hablar contigo. Vuelve de inmediato.


Él
se detuvo con una mano sobre el picaporte mientras veía cómo ______-
subía a su auto y se alejaba. Aún iracundo, aspiró, en un esfuerzo
por calmarse, pues estaba a punto de perder el dominio sobre sí.


Cuando
regresó a la sala, unos segundos después, su expresión había
vuelto a la normalidad. Se sentó y miró a la anciana.


Grace
Cessler tiró del fleco de la manta que le cubría las piernas y
empezó a hablar con extraña indecisión.


Quiero
confiarte algo, NICK, algo que por tu bien y el de Dana no debes
contar a nadie. ¿Me lo prometes, hijo?


Perplejo
y con el ceño fruncido, él asintió y se arrellanó en su asiento.
La anciana carraspeó, como si recapacitara en lo que tenía que
decir.


Recuerdo
cuando los Haslow se mudaron a la casa contigua a la mía —empezó—.
Formaban una hermosa familia; eran cálidos, caritativos y alegres. Y
recuerdo a ______, una chiquilla de trenzas, ojos preciosos y muy
callada. Cuando, ese otoño, la niña no fue a la escuela con el
resto de los pequeños del vecindario, supuse que aún no tenía edad
para hacerlo. No obstante, el siguiente año tampoco asistió y
entonces me di cuenta de que ésa no era la razón. Tenme paciencia
—suplicó, aunque NICK la escuchaba atento—. Necesito llegar al
meollo y quiero hacerlo de la mejor manera posible.


Adelante,
Grace —replicó él con calma y, sin que se lo pidiera, se inclinó
para servir más café en la taza de la mujer, quien se lo agradeció.


Eres
un buen muchacho, siempre lo has sido. Lo que ocurre es que casi
adivino cómo vas a reaccionar con lo que quiero decirte. Aunque
ahora no importa, hablaré pase lo que pase. Por supuesto, esto
sucedió hace varios años. A mí me intrigaba que una niña sin
aparentes deficiencias mentales fuera tan retraída. Recuerdo una
conversación que tuve con Denise, su madre. ¿La conoces?


No.
De hecho apenas he visto a _____. Ella pasea por tu terreno, como me
advertiste.


La
señora Cessler sonrió.


Sí,
su alma no tiene sosiego. Pero volvamos a nuestra conversación
principal. Se me ocurrió preguntarle a Denise si su hija no tenía
capacidad normal para el aprendizaje y si por ese motivo no la habían
enviado a la escuela pública. Denise, aún me acuerdo de su peculiar
mirada, dudó antes de contestarme que el coeficiente mental de ______
era superior al de algunos niños de su misma edad. Fue entonces que
supe que Denise, profesora titulada, había abandonado su carrera
para instruir en persona a su pequeña. Extraño, ¿no te parece?
Mucha gente complementa la educación de sus hijos, pero abandonar
una carrera para dedicarse de lleno a eso, es algo fuera de lo común.


Hizo
una pausa y luego prosiguió:


Los
Haslow no eran ricos, dicho sea de paso. Vivían bien con el sueldo
de Jerry, pero habrían gozado de mayores comodidades con el ingreso
de la señora. Lo más peculiar del caso, sin embargo, fue que _____
no jugaba con otros niños, sino que los evitaba; y la explicación
no estaba en sus padres, pues éstos la trataban con naturalidad, sin
sobreprotegerla o mimarla demasiado. El problema era inherente a _____, y yo lo percibí.


Volvió
a hacer una pausa para en seguida continuar:
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VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA Empty Re: VISIONES DEL PASADO /NICK Y TU) ADAPTADA

Mensaje por tefisasias Vie 23 Dic 2011, 9:57 am


—Cierto día que tomaba café en compañía de Denise, mientras la niña coloreaba un dibujo, acostada en el suelo muy cerca de mí, recuerdo que quise azúcar para mi café y la azucarera estaba fuera de mi alcance. Antes que hiciera algún movimiento para tomarla, ______- se levantó y sin decir palabra me la entregó.
Hasta entonces, NICK levantó la vista del tapete.
—La niña era observadora e inteligente. ¿Es eso lo que te cuesta tanto trabajo decirme?
—No. Te he contado sólo parte de la historia, NICK. Después que -______ me pasó la azucarera, Denise y ella se miraron una a la otra como si hubieran sido descubiertas en flagrante delito. Entonces, sin que su madre lo indicara, la pequeña recogió su cuaderno y sus lápices y abandonó la habitación.
Grace se detuvo al darse cuenta de que había trenzado el fleco de su manta. Con cuidado empezó a desanudarlo. Luego, como si cambiara de tema, continuó:
—Jerry Haslow murió hace tres años, a causa de un accidente que sufrió en la fábrica en que trabajaba. Fue terrible. Algunos de sus superiores solicitaron mi ayuda para informar a Denise. Fui a su casa, acompañada por otro vecino que aún no conoces, y llamamos a la puerta del frente durante un buen rato. Como no obtuvimos respuesta, empujamos la puerta y descubrimos que estaba abierta. Encontramos a Denise, afligida y llorosa, sentada en un sofá al lado de _______, quien tenía el aspecto de haber sido arrollada por un auto. No pudo emitir palabra, pues temblaba de pies a cabeza, y nosotros no pudimos ayudarla a salir de ese estado. NICK, ya sabían que Jerry estaba muerto.
Grace miró a su interlocutor y notó que él a su vez la observaba con detenimiento, con los codos apoyados en las rodillas y los dedos en el pelo. Después de reflexionar en el relato, apuntó incrédulo:
—Estás tratando de decirme que ______ es telepática.
La anciana dudó un poco antes de replicar:
—Eso creo. Verás, hay algo más que quiero contarte y que ni con ______ he comentado. Cuando rodé por la escalera, hace algunos meses, estaba sola en la casa y por su ubicación era poco probable que alguien me viera desde afuera. No recuerdo cuánto tiempo estuve doblada por el dolor, al pie de la escalera, pero no pudieron ser más de cinco minutos, cuando escuché que rompían el cristal de la puerta trasera. Segundos después, dando traspiés, entró _______. Cojeaba y se oprimía la cadera.
El recuerdo hizo que Grace sonriera débilmente.
—En ese momento no pude atar cabos, NICK —prosiguió—, pero desde el accidente he tenido tiempo de sobra para pensar. ______ cojeaba del pie izquierdo, y era ese el lado de la cadera que yo me había fracturado.
El silencio volvió a llenar la habitación. NICK miró de sus manos al tapete, en tanto la anciana aguardaba. Al fin él habló, observándola:
—Tengo que creer en tu historia porque hay puntos que se pueden corroborar con otras personas. Uno siempre oye hablar de estos fenómenos psíquicos, pero es fácil ponerlos en duda si no se tiene una experiencia de primera mano. ¿Tienes idea de cómo controla ella esa… sensibilidad?
—No. Nunca lo menciona. ¿Puedes culparla? ¿Imaginas la reacción de algunas personas? ¿El riesgo al ridículo? Ni siquiera a ti debía confiarte esto, mas no quiero que reproches a ______ que "sepa algo de ti", algo que por lógica no debería saber. Por otra parte, creo que lo tomas con mucha calma, por escucharlo de una vieja enferma.
Él le estrechó las manos y movió negativamente la cabeza.
—No digas eso o nunca volveré a visitarte. Aunque debo reconocer que me intriga el que ella conociera aspectos a los cuales no tuviera acceso o no hubiera vivido —su voz se apagó. Pálido y con los ojos dilatados, musitó—: ¡Oh, Dios!
Grace se le acercó, alarmada.
—¿Qué ocurre, NICK?
En un esfuerzo por dominar lo que lo atormentaba, él sonrió a la anciana. Entonces se percató, por la expresión de cansancio de ésta, de que su visita se había prolongado demasiado.
—Nada —contestó—. Fue un pensamiento pasajero.


Cuando conducía hacia su casa, _____, furiosa, notó que las manos le temblaban, que de hecho, toda ella se convulsionaba. Pensó en cómo NICK la había intimidado, aun antes que ella se inmiscuyera en una conversación ajena y provocara, desde su punto de vista, una justificada ira. Y todo por el bosquejo que hizo de un lugar desconocido. ¿Qué había pintado, por cierto? Trazó el mismo paisaje bizarro de sus pesadillas. No tenía idea de haberlo visto en otro lado, y era de un significado vital para NICK Raymond.
En este tenor continuó su camino. Al fin llegó a su destino y estacionó el auto.
Si el dibujo había salido de la mente de él, las pesadillas también. Estas empezaron a cobrar sentido, aun para ella. Estaban relacionadas entre sí de tal forma, que sospechó que no eran producto de la imaginación, sino de la memoria.
No de su imaginación en todo caso. No estaba perdiendo la razón, al menos no todavía. Sólo soñaba los sueños de NICK Raymond. El pensar en ello la estremeció.
—¡Oh, Dios! —exclamó antes de bajar del coche.
Temblorosa y blasfemando cerró la puerta del auto. ¿Por qué había perdido el control ahora? Reconocer que estaba ligada mentalmente a otra persona la atormentaba, aunque estaba acostumbrada a su tragedia. ¿A qué se debía esa confusión de emociones? ¿Por qué la rabia y el temor la hacían temblar de ese modo?
Después de entrar en la casa y cerrar la puerta, _____ movió la cabeza hacia atrás y suspiró aliviada. En seguida se limpió un hilillo de sudor que corría por su frente. Como sudaba profusamente, se preguntó si estaría al borde del colapso y si, después de todo, estaba equivocada y poco a poco perdía la cordura.
Giró la cabeza y vio a su madre, quien entraba en la sala. El rostro de la joven debió reflejar su trastorno, pues Denise exclamó:
—¡______! ¿Estás bien? ¡Tu aspecto es terrible!
—Estoy muy bien —contestó la aludida pasando su lengua por los labios. Luego dio medía vuelta y se encaminó a la cocina.
Necesitaba tomar algo. Fue hasta el fregadero, abrió el grifo del agua fría y llenó un vaso hasta el borde. Bebió el líquido a sorbos y después repitió la operación. Hacía tanto calor que tenía la garganta seca. Cuando se volvió, se encontró con la mirada de su madre, quien la había seguido.
Denise examinó a su hija unos segundos y al fin preguntó:
—¿Desde cuándo no ingieres un alimento decente? ¿Ya comiste? Mírate, cada día estás más delgada.
La chica se frotó las sudorosas manos.
—No me molestes —masculló—. Estoy bien. ¿Sería mucho pedirte que me dejaras sola?
El rostro de Denise mostró sorpresa e ira.
—No creo que haya motivo para que seas grosera, jovencita, aun si supones que hubo provocación de mi parte. No quiero que vuelvas a hablarme en ese tono, ¿me oíste? Ahora siéntate, te prepararé algo para comer.
—¿No oíste lo que dije? —protestó _______—. Te he pedido que me dejes sola, por piedad. No quiero comer. Estoy bien, grábate eso, ¿quieres? —se volvió, cansada, con la sensación de no haber dormido en años.
A pesar de sus propias emociones, percibió en su madre ira, perplejidad y preocupación.
—¡______, siéntate! —exclamó la señora y pasado un momento, agregó—: Me das la impresión de que vas a desmayarte. Llamaré al médico y le pediré una cita. Tu aspecto es deplorable.
—¿Por qué no puedo hacerte entender? —gritó ______ y se llevó las manos a las orejas, como si una campana repiqueteara en ellos—. Nunca me escuchas. ¡Te pedí que me dejaras sola!
Denise quedó como petrificada y ______ aprovechó la ocasión para salir de la cocina y subir por la escalera. Una vez en su habitación, y después de mirar la puerta cerrada, se desplomó en la cama, dejando escapar toda su tortura en lastimeros y prolongados sollozos. Entonces, las imágenes de sus pesadillas, visualizadas en la mente, la atormentaron de nuevo. En medio de la oscuridad buscó un rayo de esperanza, pero éste no apareció. Al poco rato se quedó dormida.
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Mensaje por tefisasias Vie 23 Dic 2011, 10:05 am


Capítulo 3
Nada de importancia le ocurrió a _____ durante los siguientes días. El fin de semana llegó y se fue, el tiempo se tornó lluvioso y empezaron a soplar fuertes vientos. La tarde del domingo el clima volvió a ser benévolo, en tanto que _______ y su madre se eludían mutuamente, cohibidas a causa de su altercado. Por suerte, la joven no tuvo una pesadilla que importunara su descanso nocturno.
Mentalmente volvió a descansar, comió un poco y fue capaz de presentar un aspecto más o menos normal a la vista de los demás.
A pesar de la normalidad con que transcurrieron los días, y la paz de éstos, ______ continuó tensa, nerviosa, atenta a cualquier sonido repentino o desmedido. Pronto empezó a despertar a media noche, miraba alrededor y se asomaba por la ventana para convencerse de que todo continuaba en calma. No estaba segura de qué buscaba, sólo era consciente de su preocupación y temor. Era un miedo perenne, como si esperara morir en cualquier momento, que el mundo entero se convirtiera en su enemigo, o que alguien llegara por la espalda para clavarle una daga. Al pensar en esto recordó una de sus pesadillas, la fina y fría navaja que se incrustó en su vientre. A pesar de haber comprobado que no mostraba marca alguna en la piel, la sensación resultaba tan vivida y clara en su mente, que en ocasiones volvía a revisarse.
Empezó a trotar para ver si aliviaba en algo la perpetua falta de descanso, la ultra sensibilidad a los ruidos y al ambiente. Empezó con paseos moderados, para incrementar día con día la velocidad de su trote, hasta que sentía los músculos tonificados, tensos y algunas veces doloridos. Entonces regresaba a casa, jadeante y con el corazón latiendo a ritmo acelerado. Sin embargo, no podía exorcizar al demonio que la perseguía.
Todos sus sentidos se hallaban alertas. Veía y oía cosas con tal claridad, que una vez que su madre, por accidente, le rozó un brazo, todo su ser se cimbró. Vivía intensamente, concentrada en cualquier cosa que se cruzara en su camino, pues sabía que tarde o temprano rodaría por aquel abismo a cuyos bordes se aproximaba. Vivía como si no hubiera mañana, como si su muerte fuera a producirse esa noche o al día siguiente, y el constante martilleo en su cerebro, que archivaba cada sonido superfluo, semejaba el tic tac de una bomba de tiempo.
La mañana del domingo, _____- tomó su nuevo cuaderno de dibujo y deambuló por los alrededores, dibujando algunos animales pequeños y cualquier otra cosa que captaran sus ojos. Pasó así varias horas y cuando llegó el momento de ir a almorzar, regresó a casa, satisfecha con su trabajo. Era una buena dibujante y lo sabía, aunque no se consideraba dueña de un talento especial. Era capaz de lograr buenos dibujos, y extendió todos en la mesa de la cocina para mostrárselos a su madre, quien pareció impresionada.
—Creo que debo intentar algo más ambicioso —comentó ______, dudosa, y fue recompensada con una sonrisa de aprobación. Animada, continuó—: Mejor dicho, creo que debo reunir una colección de mis dibujos de fauna silvestre, entintarlos y quizá salpicar algunos de color. Ha de ser un trabajo pesado pues nunca he dominado la técnica, pero parece divertido, ¿no es cierto?
—Tú sabes cómo respeto tu trabajo, ____ —replicó su madre, quien caminó en dirección opuesta al mostrador, mientras recorría con la vista las diversas creaciones y daba un sorbo a su café—. Tú sabes que eres hábil, siempre has sido franca contigo misma. ¿Qué planeas hacer con los dibujos una vez que estén entintados?
—En realidad, no lo sé —respondió la chica encogiendo los hombros—. Quizá pueda exhibirlos en alguna librería o en una tienda de arte. Pienso intentarlo. Pero antes necesito terminarlos —hizo una pausa y al mirar a su madre, notó con afecto que el pelo de ésta empezaba a tornarse plateado—. ¿Crees que se vendan?
La respuesta de Denise fue inmediata y sincera.
—Sí, claro. Poseen sensibilidad y delicadeza. Considero que eres una artista prometedora.
—Gracias —sonrió animada, y Denise exhaló un suspiro de alivio. Era la primera sonrisa auténtica que notaba en su hija desde hacía tiempo.
La sonrisa se apagó, la mirada de _______ se perdió en algún punto lejano y movió la cabeza como un perro que husmea el ambiente.
—La puerta del frente —dijo concisa—. ¿Puedes abrirla, mamá? Hoy no deseo hablar con nadie.
La señora frunció el entrecejo, pero aseguró:
—Desde luego, yo me desharé de quien sea —noto la palidez de _____ y la forma en que presionaba su cuaderno de dibujo—. ¿Todo bien, cariño?—preguntó, angustiada.
—Oh, sí —respondió la joven de inmediato. De nuevo intentó sonreír, mas sus labios sólo lograron formar la misma mueca que Denise había visto las pasadas tres semanas—. ¿Qué podía estar mal?
Después de mirar a su hija con severidad, Denise movió la cabeza de un lado a otro, y fue a recibir al visitante, quien aún no llamaba a la puerta. ______ mantuvo la cabeza inclinada hasta que su madre abandonó la cocina; entonces, suspiró. Podría salir por la puerta de atrás mientras Denise hablaba con NICK Raymond. Sabía que éste quería hablar con ella, mas no deseaba enfrentar lo que sin duda sería un encuentro desagradable. En ese momento su cabeza se movió con brusquedad y su mano se deslizó por los dibujos, esparciéndolos por el suelo.
—¡Oh, no! —gimió aterrada—. Viene hacia la puerta de atrás —sintió el repentino cambio de él en cuanto a ir por la puerta principal. La joven intentó recoger los dibujos y salir antes que NICK apareciera—. ¡Mamá! ¡Viene por la puerta de atrás! Apresúrate y… ¡Oh! —oyó el llamado a escasos pasos de donde se hallaba acuclillada. Se irguió con lentitud a sabiendas de que no podría escapar, puesto que las pequeñas cortinas de la puerta estaban corridas y él la miraba a los ojos.
____ fue hasta la puerta y de mala gana abrió, en el momento en que su madre entraba en la cocina, proveniente del frente de la casa. La chica alzó la vista, sintiendo como si sus ojos soportaran un gran peso, y se encontró con la mirada de su vecino.
—Hola, _____ —musitó NICK—. Por favor, ¿puedo entrar?
Si en la joven hubiera estado, con descortesía le habría negado el acceso, sin embargo, su madre estaba allí, mirándola, y ésta no toleraba el mal trato a las visitas. ______ bajó la vista y dio un paso atrás, en tanto que, frenética, buscaba la causa de que ese individuo estuviera allí, sin duda con algún propósito siniestro. Esto la perturbó más que cualquier otra cosa; confiaba en su sexto sentido al igual que la mayoría de la gente en su vista o el oído. Era un error, supo de pronto. Algunas veces no daba resultado.
No tenía indicio alguno de qué esperar. No sabía si él estaba molesto o triste, o si su presencia correspondía a un simple interés de ser sociable. No, esto no era posible y _____ lo percibía.
Sin que ella lo supiera, su rostro perdió color y las líneas alrededor de sus ojos y de su nariz reflejaron la tensión que la abrumaba. NICK la estudió y luego observó a Denise a través de la habitación. La señora se había detenido en el umbral de la puerta.
—Mi nombre es NICK —se presentó, avanzó hacia ella y ofreció una mano bronceada. La mujer mayor la estrechó al tiempo que él continuaba—: Conocí a su hija hace algunos días, la semana pasada, ¿no es así? —miró encima de su hombro a la silenciosa chica, quien no se molestó en replicar—. Nos vimos en casa de Grace. Soy nieto del primo de ella.
—¡Ya entiendo! Bueno, es un placer conocerlo —dijo Denise, entusiasta.
_____ sintió el interés de su madre por el hombre, antes que la propia señora, y esto le divirtió sobremanera. ¡Si Denise supiera lo que le había hecho a ese caballero! Una cosa era cierta: él no abrigaba los pensamientos que su madre imaginaba. _____ sin duda le inspiraba antipatía y no podía culparlo. Para NICK, era una entremetida.
—¿Gusta una taza de café, o quizá té helado? —preguntó Denise al tiempo que ______ rodeaba la mesa y terminaba de reunir sus dibujos, consciente de la mirada interrogadora de su progenitora.
Siempre tenían cuidado en cuanto a quién invitaban a su casa, considerando la sensibilidad de la chica. Denise se preguntaba en silencio si todo estaba bien.
Era demasiado tarde para eso. La invitación ya había sido formulada. _____ Tomó una decisión rápida: si no podía explicar su
tefisasias
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