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La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
Capítulo 7
SEGÚN SE iba aproximando a la dirección que había encontrado en el informe de ______, Nicholas se iba diciendo que lo que estaba haciendo no era una buena idea.
Pero dio igual, parecía que su lado oscuro había tomado el control y su único objetivo esa noche era _______ Henrie, sin pararse a considerar que acababa de rechazarlo.
No, no había sido un rechazo, había sido otra cosa. Cuando la había besado, ella también lo había besado, pero algo había ocurrido después que hizo que se volviera de hielo y escapara. Algo había ocurrido en su cabeza, algún temor. A pesar de su miedo estaba claro que ella lo quería.
El reloj del salpicadero marcaba casi las ocho cuando giró una esquina y tomó la calle donde vivía ______. La batalla entre conciencia y deseo había durado dos largas y angustiosas horas, pero, al final, había vencido el deseo.
Había llegado hasta Gladesville, la necesidad de tenerla en sus brazos otra vez salía por cada poro de su cuerpo. Hacía mucho tiempo que habían desaparecido los efectos de la ducha fría que se había dado nada más llegar a casa. Tenerla se había convertido en una necesidad más imperiosa que respirar.
Nicholas se sorprendió cuando aparcó el coche frente al número de la calle donde vivía ella. No era lo que esperaba.
Sabía que Gladesville había ido pasando gradual¬mente durante la anterior década de ser un barrio de clase obrera a otro bastante más de moda. Pero aún la mayor parte de los bloques de apartamentos de la zona eran edificios de ladrillo visto construidos medio siglo antes. La mayoría excepto el moderno edificio color crema que tenía delante. Además, aquel bloque, por el otro lado, daba directamente al puerto de Sydney.
En Sydney cualquier edificio que diera al mar era muy valorado y su precio aumentaba considerablemente. Nicholas pudo ver también un guarda de seguridad de uniforme sentado en el elegante vestíbulo, lo que le indicó que se encontraba ante un edificio donde vivían personas de alto nivel.
Era imposible que ______ pudiera ser propietaria o alquilar un apartamento como ése con el sueldo que ganaba en Beville Holdings. Podía ser que lo compartiera con otras dos compañeras. Y Nicholas no había considerado la posibilidad de que ________ tuviera compañeras de apartamento, ni tampoco guarda de seguridad que le pudiera impedir el paso.
De pronto, estar allí le pareció una muy mala idea. Tampoco le pareció correcto darse la vuelta y volver a casa con el rabo entre las piernas.
Quería saber más sobre esa chica. Preguntar sobre ella en Beville Holdings tampoco le había aportado ninguna información que mereciera la pena.
Su historia pasada estaba sorprendentemente llena de periodos en blanco. Hubiera querido saber que había hecho en el tiempo que iba desde que acabó el colegio hasta que empezó a trabajar en Beville Holdings, el año anterior, cuando ya tenia veinticinco años. Según su informe, nada más que un cursito de escritura creativa.
Podía ser que se hubiera quedado en casa intentando ser novelista, estuviera su casa donde estuviera. Podía ser huérfana o estar huyendo. A lo mejor había sido una chica mala durante una temporada de su vida y había hecho cosas que nunca incluiría en un formulario de empleo.
Le gustaba que ella no hubiera caído rendida a sus pies. Le gustaban su carácter y su espíritu. Lo que no le gustaba era desconocer qué había hecho que ella saliera huyendo a pesar de la evidente atracción que existía entre ambos. No tenía sentido.
«¿Qué hacemos. Nicholas? ¿Volver a casa o darnos una oportunidad y llamarla?», pensó. Había conseguido su número de teléfono igual que la dirección.
Tenía en la mano el teléfono móvil. No podía volverse a casa sin, al menos, haber intentado saber la verdad.
________ se ató las cintas del albornoz de seda antes de llevar el vaso de Chablis a la cocina y tirar a la pila su contenido tibio.
¿Y ahora qué?, se preguntó.
Cuando había llegado a casa del trabajo se había metido en un baño bien caliente, se había servido un vaso de vino y permanecido en el agua una eternidad sosteniendo en la mano el Chablis que no se había bebido hasta que estuvo templado y el agua del baño fría.
Lo único en que podía pensar era en el beso de Nicholas. La sensación de tener su boca en la de él había sido fabulosa. Nunca había sentido nada igual. Había sido como estar en el cielo. Al final, sus estúpidos temores habían podido con su placer, forzándola a cortar la situación y huir.
________ suspiró. Había organizado un buen embrollo con Nicholas esa tarde. Ahora sí iba a tener que dejar el trabajo nada más llegar el lunes por la mañana. No tenía otra salida.
—No debí dejar que me besara —murmuró mientras iba a la cocina a por un vaso de vino frío.
El sonido del teléfono desencadenó en ella un estallido de ira.
—¡Maldita sea! —exclamó. No quería hablar con nadie. Y menos con su padre, y no se le ocurría otra persona que pudiera llamarle un viernes a esas horas.
Afortunadamente era una empresa de limpieza de alfombras intentando hacer algún cliente por medio de llamadas aleatorias. No lo consiguieron.
Sonó su teléfono móvil y Leah corrió a la sala de estar, dejo el vaso de vino en la mesa y atendió la llamada.
—¿Si?— dijo con impaciencia.
—¿__________?
El corazón de ______ se paro. Era el, el que pronto iba a dejar de ser su jefe, Nicholas Jonas, haciendo que se volviera un poco mas loca. Ese hombre no iba a aceptar un no por respuesta. ¡Qué sensación tan emocionante!
—¿Cómo has conseguido mi número de móvil? —protesto con voz trémula.
—Lo miré en tu formulario de empleada.
Era un inmoral, como David, pensó ______.
—Sé que no debería tenerlo… —y fue derecho al grano—. Y sé que puedes acusarme de acoso sexual, pero no voy a poder dormir esta noche si no me explicas qué he hecho mal antes.
______ se sintió impresionada por el tono, parecía sincero. Pudiera ser que no fuera tan inmoral como había creído.
—No hiciste nada mal. —reconoció. Excepto, quizá, besar demasiado bien, pensó.
—Entonces, ¿qué pasó? En un momento pasaste de estar bien conmigo a salir corriendo por la puerta. ¿Tuviste miedo de que fuese más lejos allí mismo?
______ se estremeció imaginando una escena en la que la echaba sobre la mesa de juntas y le levantaba la falda y descubría las cicatrices del muslo.
—En cierto sentido...
—Pero si no hubiera podido, no con las limpiadoras dando vueltas por ahí. Nunca hubiera hecho algo así, ______.
¿De verdad no lo habría hecho? Se preguntó _________. No podía estar segura, ni por él, ni por ella. La atracción sexual que habían generado había sido realmente poderosa. Lo había deseado, todavía lo deseaba.
—Dime cuál es el problema, _______. —insistió con tono cautivador, amable y comprensivo—. Tengo la sensación de que no soy yo solamente, hay algo más, ¿verdad?
_______ quiso decírselo, pero temió no poder resistirse a ese hombre si seguía deseándola a pesar de las cicatrices. Sería suya en el acto.
______ odió pensar en la posibilidad de convertirse en un títere sexual en manos de un hombre rico. Había estado luchando los últimos años contra las con-secuencias de su pasado de niña mimada y había empezado a tomar las riendas de su destino. No iba a tirar por la ventana ahora su nueva independencia y autoestima porque su cuerpo quisiera hacer el amor con ese hombre.
Si iba a tener una aventura con Jason, tendría que ser a su manera, no a la de él. Y, por su puesto, si de verdad no le importaban las cicatrices.
_______ decidió en ese momento no decirle nada de las cicatrices por teléfono. No quería darle la oportunidad de hacerse a la idea. Se las enseñaría sin previo aviso y observaría su reacción. Vería en sus ojos todo lo que necesitaba saber.
—Creo que tenemos que hablar —dijo ______ con brusquedad—. ¿Puedes venir a mi casa?
—¿Cuándo? —preguntó.
—¿Qué te parece ahora, esta noche?
El corazón de Nicholas saltó dentro del pecho.
—Estoy ahí ya mismo.
—¿Que? Quieres decir que... —Leah corrió a la terraza y casi se le cayo el teléfono cuando se asomo por encima de la barandilla.
Justo debajo vio el deportivo azul con la puerta del conductor abierta. Jason salía de dentro con el teléfono pegado a la oreja. Incluso a esa distancia, verlo le provoco una sensación de vacío en el estómago. Se quedó mirándolo, embobada.
—Conseguí también tu dirección del formulario. —confesó secamente mientras cerraba la puerta de un golpe.
Miró hacia la terraza en el tercer piso. Cuando sus ojos se encontraron. _____ tragó saliva.
[/size]____________________________________________________Pero dio igual, parecía que su lado oscuro había tomado el control y su único objetivo esa noche era _______ Henrie, sin pararse a considerar que acababa de rechazarlo.
No, no había sido un rechazo, había sido otra cosa. Cuando la había besado, ella también lo había besado, pero algo había ocurrido después que hizo que se volviera de hielo y escapara. Algo había ocurrido en su cabeza, algún temor. A pesar de su miedo estaba claro que ella lo quería.
El reloj del salpicadero marcaba casi las ocho cuando giró una esquina y tomó la calle donde vivía ______. La batalla entre conciencia y deseo había durado dos largas y angustiosas horas, pero, al final, había vencido el deseo.
Había llegado hasta Gladesville, la necesidad de tenerla en sus brazos otra vez salía por cada poro de su cuerpo. Hacía mucho tiempo que habían desaparecido los efectos de la ducha fría que se había dado nada más llegar a casa. Tenerla se había convertido en una necesidad más imperiosa que respirar.
Nicholas se sorprendió cuando aparcó el coche frente al número de la calle donde vivía ella. No era lo que esperaba.
Sabía que Gladesville había ido pasando gradual¬mente durante la anterior década de ser un barrio de clase obrera a otro bastante más de moda. Pero aún la mayor parte de los bloques de apartamentos de la zona eran edificios de ladrillo visto construidos medio siglo antes. La mayoría excepto el moderno edificio color crema que tenía delante. Además, aquel bloque, por el otro lado, daba directamente al puerto de Sydney.
En Sydney cualquier edificio que diera al mar era muy valorado y su precio aumentaba considerablemente. Nicholas pudo ver también un guarda de seguridad de uniforme sentado en el elegante vestíbulo, lo que le indicó que se encontraba ante un edificio donde vivían personas de alto nivel.
Era imposible que ______ pudiera ser propietaria o alquilar un apartamento como ése con el sueldo que ganaba en Beville Holdings. Podía ser que lo compartiera con otras dos compañeras. Y Nicholas no había considerado la posibilidad de que ________ tuviera compañeras de apartamento, ni tampoco guarda de seguridad que le pudiera impedir el paso.
De pronto, estar allí le pareció una muy mala idea. Tampoco le pareció correcto darse la vuelta y volver a casa con el rabo entre las piernas.
Quería saber más sobre esa chica. Preguntar sobre ella en Beville Holdings tampoco le había aportado ninguna información que mereciera la pena.
Su historia pasada estaba sorprendentemente llena de periodos en blanco. Hubiera querido saber que había hecho en el tiempo que iba desde que acabó el colegio hasta que empezó a trabajar en Beville Holdings, el año anterior, cuando ya tenia veinticinco años. Según su informe, nada más que un cursito de escritura creativa.
Podía ser que se hubiera quedado en casa intentando ser novelista, estuviera su casa donde estuviera. Podía ser huérfana o estar huyendo. A lo mejor había sido una chica mala durante una temporada de su vida y había hecho cosas que nunca incluiría en un formulario de empleo.
Le gustaba que ella no hubiera caído rendida a sus pies. Le gustaban su carácter y su espíritu. Lo que no le gustaba era desconocer qué había hecho que ella saliera huyendo a pesar de la evidente atracción que existía entre ambos. No tenía sentido.
«¿Qué hacemos. Nicholas? ¿Volver a casa o darnos una oportunidad y llamarla?», pensó. Había conseguido su número de teléfono igual que la dirección.
Tenía en la mano el teléfono móvil. No podía volverse a casa sin, al menos, haber intentado saber la verdad.
________ se ató las cintas del albornoz de seda antes de llevar el vaso de Chablis a la cocina y tirar a la pila su contenido tibio.
¿Y ahora qué?, se preguntó.
Cuando había llegado a casa del trabajo se había metido en un baño bien caliente, se había servido un vaso de vino y permanecido en el agua una eternidad sosteniendo en la mano el Chablis que no se había bebido hasta que estuvo templado y el agua del baño fría.
Lo único en que podía pensar era en el beso de Nicholas. La sensación de tener su boca en la de él había sido fabulosa. Nunca había sentido nada igual. Había sido como estar en el cielo. Al final, sus estúpidos temores habían podido con su placer, forzándola a cortar la situación y huir.
________ suspiró. Había organizado un buen embrollo con Nicholas esa tarde. Ahora sí iba a tener que dejar el trabajo nada más llegar el lunes por la mañana. No tenía otra salida.
—No debí dejar que me besara —murmuró mientras iba a la cocina a por un vaso de vino frío.
El sonido del teléfono desencadenó en ella un estallido de ira.
—¡Maldita sea! —exclamó. No quería hablar con nadie. Y menos con su padre, y no se le ocurría otra persona que pudiera llamarle un viernes a esas horas.
Afortunadamente era una empresa de limpieza de alfombras intentando hacer algún cliente por medio de llamadas aleatorias. No lo consiguieron.
Sonó su teléfono móvil y Leah corrió a la sala de estar, dejo el vaso de vino en la mesa y atendió la llamada.
—¿Si?— dijo con impaciencia.
—¿__________?
El corazón de ______ se paro. Era el, el que pronto iba a dejar de ser su jefe, Nicholas Jonas, haciendo que se volviera un poco mas loca. Ese hombre no iba a aceptar un no por respuesta. ¡Qué sensación tan emocionante!
—¿Cómo has conseguido mi número de móvil? —protesto con voz trémula.
—Lo miré en tu formulario de empleada.
Era un inmoral, como David, pensó ______.
—Sé que no debería tenerlo… —y fue derecho al grano—. Y sé que puedes acusarme de acoso sexual, pero no voy a poder dormir esta noche si no me explicas qué he hecho mal antes.
______ se sintió impresionada por el tono, parecía sincero. Pudiera ser que no fuera tan inmoral como había creído.
—No hiciste nada mal. —reconoció. Excepto, quizá, besar demasiado bien, pensó.
—Entonces, ¿qué pasó? En un momento pasaste de estar bien conmigo a salir corriendo por la puerta. ¿Tuviste miedo de que fuese más lejos allí mismo?
______ se estremeció imaginando una escena en la que la echaba sobre la mesa de juntas y le levantaba la falda y descubría las cicatrices del muslo.
—En cierto sentido...
—Pero si no hubiera podido, no con las limpiadoras dando vueltas por ahí. Nunca hubiera hecho algo así, ______.
¿De verdad no lo habría hecho? Se preguntó _________. No podía estar segura, ni por él, ni por ella. La atracción sexual que habían generado había sido realmente poderosa. Lo había deseado, todavía lo deseaba.
—Dime cuál es el problema, _______. —insistió con tono cautivador, amable y comprensivo—. Tengo la sensación de que no soy yo solamente, hay algo más, ¿verdad?
_______ quiso decírselo, pero temió no poder resistirse a ese hombre si seguía deseándola a pesar de las cicatrices. Sería suya en el acto.
______ odió pensar en la posibilidad de convertirse en un títere sexual en manos de un hombre rico. Había estado luchando los últimos años contra las con-secuencias de su pasado de niña mimada y había empezado a tomar las riendas de su destino. No iba a tirar por la ventana ahora su nueva independencia y autoestima porque su cuerpo quisiera hacer el amor con ese hombre.
Si iba a tener una aventura con Jason, tendría que ser a su manera, no a la de él. Y, por su puesto, si de verdad no le importaban las cicatrices.
_______ decidió en ese momento no decirle nada de las cicatrices por teléfono. No quería darle la oportunidad de hacerse a la idea. Se las enseñaría sin previo aviso y observaría su reacción. Vería en sus ojos todo lo que necesitaba saber.
—Creo que tenemos que hablar —dijo ______ con brusquedad—. ¿Puedes venir a mi casa?
—¿Cuándo? —preguntó.
—¿Qué te parece ahora, esta noche?
El corazón de Nicholas saltó dentro del pecho.
—Estoy ahí ya mismo.
—¿Que? Quieres decir que... —Leah corrió a la terraza y casi se le cayo el teléfono cuando se asomo por encima de la barandilla.
Justo debajo vio el deportivo azul con la puerta del conductor abierta. Jason salía de dentro con el teléfono pegado a la oreja. Incluso a esa distancia, verlo le provoco una sensación de vacío en el estómago. Se quedó mirándolo, embobada.
—Conseguí también tu dirección del formulario. —confesó secamente mientras cerraba la puerta de un golpe.
Miró hacia la terraza en el tercer piso. Cuando sus ojos se encontraron. _____ tragó saliva.
[size=12]To be coninued..
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
continuación...
continuación...
continuación...
continuación...
por favor... siii ?? :roll:
continuación...
continuación...
continuación...
por favor... siii ?? :roll:
Caro91
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
dioss noo como la podes dejar asi seguilaaa :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
qiereen cap(?
ahoraa si iia no me ireee
jamas x3
hahahaa
ahoraa si iia no me ireee
jamas x3
hahahaa
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
nueva y fiel lectora!
me encanta la noveeee! *O*
porfiis, sigueee!
me encanta la noveeee! *O*
porfiis, sigueee!
sisabella12
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
Al fin volvisteeeeee!!!
Me encanto el cap!
Eso no se pregunta! Jajja! Obvio que queremos cap! Jaja
siguela pleaseee!
Me encanto el cap!
Eso no se pregunta! Jajja! Obvio que queremos cap! Jaja
siguela pleaseee!
Yuliaa
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
subo caap chicas(:
las qieroo!!
volvi para qedarme(:
las qieroo!!
volvi para qedarme(:
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
SIIIIIIIIIIIII
Y SOY NUEVA LECTORA
Y TU NOVE ES LA PRIMERA QUE LEO
Y ME GUSTO MUCHO :D
Y SOY NUEVA LECTORA
Y TU NOVE ES LA PRIMERA QUE LEO
Y ME GUSTO MUCHO :D
Bell Salvatore
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
Capitulo 7 (parte 2)
—Eres un hombre malvado.
—Tu eres una mujer muy bonita. —replicó con dulzura.
______ se puso rígida. Otra vez con lo mismo, llamándole bonita. Pero esta vez no iba a salir corriendo. Iba a comprobar de que pasta estaba hecho NIcholas.
—Voy a decirle a Keith que te deje subir… —y desapareció del balcón—. Vivo en el apartamento tres A.
Una información innecesaria, pensó después de decirle al portero el nombre de su visitante. Nicholas ya sabía su dirección, y su teléfono.
El sonido del timbre de la puerta puso a _____ casi fuera de control. No debía haberse quedado allí vacilante, debía haberse puesto algo de ropa, pensó. Abrir la puerta así, en albornoz, era demasiado descarado. Y ella no era para nada descarada.
Estaba determinada a ser la dueña de su destino, así que, era irrelevante si estaba vestida o no, decidió. Se ciñó el cinturón alrededor de la cintura, respiró profundamente y camino hacia la puerta con un renovado sentido de la compostura._________________________________________________________
To be Continued
Última edición por heyIt's Egla Lovato Jonas el Dom 12 Feb 2012, 5:44 pm, editado 1 vez
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
Ohhhh! Muy cortitoooo!
Pero igual me gustooo!
Siguela pleaseee!
Pero igual me gustooo!
Siguela pleaseee!
Yuliaa
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
les voi a subir uno completoo qe sera el 8
las amoo(:
las amoo(:
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
Capitulo 8
MIENTRAS esperaba a que se abriera la puerta, Nicholas no podía creerse lo nervioso que estaba. Parecía un escolar en su primera cita.
Cuando le había dicho que subiera, ni siquiera había tenido la paciencia de esperar el ascensor, así que había subido los escalones de dos en dos hasta el tercer piso, donde llegó colorado y con el corazón al galope.
Cuando finalmente se abrió la puerta, casi se le paró el acelerado corazón.
Durante sus años de soltero, antes de conocer a Delta y casarse con ella, a Jason le habían abierto las puertas de sus apartamentos mujeres provocativamente vestidas, incluso, una vez, una le había abierto la puerta completamente desnuda.
Pero nunca ninguna le había afectado tanto como _____ Henrie, cubierta sólo con un albornoz de estilo japonés. Era totalmente evidente que no llevaba sujetador debajo del kimono de seda roja. Así que, por lo que se adivinaba a través de la seda, o ella estaba tan excitada como él... o tenía frío, pensó. Dado que era verano, descartó la segunda opción, lo que no fue una idea muy tranquilizadora. Nicholas, de repente, no sabía dónde mirar. Desde luego no a los pezones duros como piedras ni a los seductores ojos verdes, ni a la deliciosa boca de cuyo lápiz de labios aún conservaba el sabor en los suyos Así que miró por encima de ________ hacia el interior del apartamento, apreciando lo grande que era y el buen gusto en la decoración. Nada hacía pensar en un apartamento compartido, así que Jason supo, sin que nadie se lo dijera, que _______ vivía sola. Lo único que desconocía era cómo podía permitírselo.
Una sospecha llenó su mente; podría ser que no siempre viviera sola. Alguien podía pagar el alquiler y, de paso, le pagaba a ella las visitas ocasionales. Ése podría ser precisamente el problema que había, que tuviera un amante rico y por eso no era libre para irse con otro.
—Pasa —dijo casi sin voz, dando un paso atrás para dejarle entrar.
Al pasar, Nicholas miró hacia abajo y vio sus hermosos pies descalzos con las uñas pintadas de rojo. Y pensó que esos pies podría encontrase alrededor de él antes de que acabara esa noche.
—Tienes un apartamento precioso, muy agradable —se escuchó decir a sí mismo mientras atravesaba la alfombra de color arena en dirección al sofá del cen-tro del salón—. ¿Cómo diablos puedes permitírtelo con tu sueldo?
________ se volvió y lo miró con un gesto que hizo que se sintiera inmediatamente arrepentido de sus sospechas.
—No puedo. —respondió con frialdad—. Es mío, lo compré con algo de dinero que heredé hace un par de años.
NIcholas alzó las cejas. Tenía que haber sido una herencia considerable.
—Entiendo… —se limitó a decir. _______ fue a buscar el vaso de vino que se encontraba en una de las dos mesas que flanqueaban el sofá de color crema.
—Perdóname por no haberte ofrecido algo de beber todavía —dijo, y dio un sorbo de vino—. Necesito un poco de coraje de más para lo que voy a hacer —añadió mientras volvía a dejar el vaso en la mesa.
Antes de que NIcholas pudiera abrir la boca para preguntarle qué pasaba, ______ agarró el cinturón que rodeaba su kimono. La impresión le dejó sin respiración. Por mucho que deseara a esa mujer, no quería que se desnudara delante de él así, como... como una pelandusca barata. Quería tomarla en sus brazos y besarla como había hecho antes. Quería escuchar sus gemidos, sentir cómo se derretía alrededor de él. Quería hacerle el amor, ¡maldita fuera!
Pero ella no se soltó el nudo, en lugar de eso lo sujetó fuerte con una mano mientras la otra se desplazaba hacia abajo y, de repente, le enseñó la pierna derecha, apartando el albornoz hasta medio muslo solamente. Lo único que Jason pudo ver fue la pierna. Una pierna muy bien formada con una bonita pantorrilla y un fino tobillo Pero sólo la pierna.
________ observo sus ojos como un halcón observaba a su presa. Los observo y espero.
Pero la única emoción que pudo descubrir en la mirada de Nicholas fue la de sorpresa, seguida de una especie de incredulidad.
¿Estaba ciego? Seguro que había visto las cicatrices, ¡seguro!
Pero parecía que no las había notado.
Cuando _______ miró hacia abajo, se dio cuenta de que lo peor de las marcas estaba todavía cubierto por el albornoz. En su esfuerzo por mantener la dignidad, lo había abierto demasiado poco.
—¿Puedes verlo ahora? —dijo, sacando la pierna un poco más y señalando con el dedo al tiempo que estiraba la rodilla.
Nicholas parpadeó. Nada más. Sólo un parpadeo seguido de un pequeño gesto de desconcierto.
—Sí… —respondió—. Puedo verlo.
—¿Y? —casi gritó, totalmente descolocada por su reacción.
Tenía que estar fingiendo. Nadie podía mirar esas horribles estrías blancas y no sentir repulsión. A ella misma le provocaban repulsión y llevaba viviendo con ellas dos años.
—¿Éste es el problema? —preguntó, tranquilo, mirándola ya a los ojos y no a la pierna—. ¿Esas pequeñas marcas en el muslo?
—¿Pequeñas marcas? —le gritó mientras echaba la pierna hacia atrás y la cubría con el albornoz en actitud defensiva—. No son pequeñas marcas, son cicatrices. Horribles, espantosas, enormes cicatrices. Deja de hacer como si no estuvieran. Nicholas pareció desconcertado.
—Enséñamelas otra vez. —dijo—. Puede que no las haya visto bien.
Nicholas pudo ver el horror en su cara al oír su sugerencia, y la ternura le llenó el corazón al recordar cómo se había sentido Delta con las cicatrices de la mastectomía. Le había costado mucho convencer a su esposa de que seguía encontrándola deseable sin sus pechos.
Su ánimo se vino abajo al comprobar cuál era la situación. Esa chica era demasiado vulnerable como para hacer con ella lo que él quería hacer. Sus intenciones no eran precisamente honestas. Tenía que ser capaz de controlarse. Su plan no era más que sedu¬cirla y después tener una aventura exclusivamente sexual. Algunas mujeres podían hacer frente a esa clase de relaciones, pero _______ no era una de ellas.
—No son tan horribles,_______. —dijo Nicholas con suavidad—. Al principio, ni las he visto.
—Sí, claro. —dijo mientras seguía con los brazos cruzados.
Nicholas no estaba seguro de lo que debía decir o hacer y, al final, preguntó: —¿Qué sucedió?
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo ________.
—Sí. —respondió con firmeza.
—Un accidente de coche, hace dos años.
—¿Y?
—Y no quiero hablar sobre ello. Mira, no tienes que quedarte y hacerte el simpático. Puedo ver por tus gestos que lo que realmente quieres es acabar con esto y marcharte. Lo entiendo. De verdad, me ha pasado lo mismo con otros hombres como tu.
Bueno, quiero decir... Tu lo único que buscas es un físico perfecto ¿no? No mercancías dañadas.
Nicholas la miró fijamente. Estaba en lo cierto y es¬taba equivocada al mismo tiempo. No le importaban en absoluto las cicatrices, y seguía encontrándola hermosa y deseable. Pero sí quería terminar y marcharse antes de olvidar totalmente sus principios y empezar a explotar los puntos débiles de ella para lograr su objetivo.
—¿Quién fue, _______? —quiso saber.
—¿Quién fue qué? —clavó en él sus ojos verdes.
—El hombre que te hizo tan consciente de tus cicatrices.
—Mi marido, si quieres saberlo.
—¡Un marido! —así que eso era lo que había estado haciendo todos esos años, había estado casada.
—Sí, estuve casada. —confirmó, cortante—. Una vez, pero nunca más, te lo aseguro.
Esa amarga seguridad era tentadora en sí misma. Después de todo, él tampoco quería volver a casarse. Jason pensó que lo que Leah necesitaba era ser amada de la forma en que él había amado a Delta. Sabía que a él ya no le quedaba de esa clase de amor, pero en algún sitio habría un hombre que sí tuviera de ese amor, un tipo decente de verdad que enseñaría a Leah que su vida no había acabado por culpa de un hombre cruel y superficial. Si la dejaba ir podría encontrar a ese hombre; si no, lo único que haría sería perder el tiempo con él.
Se aproximó a ella y el rostro de _________ se llenó de temor.
—¿Qué... qué haces? —dijo ______ mientras se recostaba en el sofá huyendo de las manos que buscaban su cara.
—Voy a darte un beso de despedida —dijo, y le dio un beso en la frente—. No por las cicatrices, ________. No quiero que creas eso porque no es cierto, sigo pensando que eres la chica más hermosa, más deseable que he conocido, sino porque te mereces a alguien mucho mejor que yo.
Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras lo miraba.
—Tú... tú ya no me deseas.
—Te deseo más que nunca. —dijo.
—Entonces, demuéstramelo.—le rogó.
—Dios, me lo estás poniendo muy difícil.
—No quiero que te vayas. —gimió y, de repente, lo rodeó con los brazos y lo atrajo con fuerza hacia ella—. Por favor, quédate conmigo esta noche. —añadió, rogando con los ojos.
—No sabes lo que dices.
—Sí lo sé, lo sé.
La desesperación de su voz era incluso más persuasiva que sentir su cuerpo rozando el suyo. ¿Cómo podía dejarla así? Su confianza en sí misma quedaría tocada para siempre si lo hacía.
Nicholas se juró a sí mismo que sería esa noche y nada más. Una noche sería lo único que le daría y que se daría. Por la mañana se habría ido, marchado de su cama y de su vida, de otro modo no sería capaz de vivir consigo mismo
Cuando le había dicho que subiera, ni siquiera había tenido la paciencia de esperar el ascensor, así que había subido los escalones de dos en dos hasta el tercer piso, donde llegó colorado y con el corazón al galope.
Cuando finalmente se abrió la puerta, casi se le paró el acelerado corazón.
Durante sus años de soltero, antes de conocer a Delta y casarse con ella, a Jason le habían abierto las puertas de sus apartamentos mujeres provocativamente vestidas, incluso, una vez, una le había abierto la puerta completamente desnuda.
Pero nunca ninguna le había afectado tanto como _____ Henrie, cubierta sólo con un albornoz de estilo japonés. Era totalmente evidente que no llevaba sujetador debajo del kimono de seda roja. Así que, por lo que se adivinaba a través de la seda, o ella estaba tan excitada como él... o tenía frío, pensó. Dado que era verano, descartó la segunda opción, lo que no fue una idea muy tranquilizadora. Nicholas, de repente, no sabía dónde mirar. Desde luego no a los pezones duros como piedras ni a los seductores ojos verdes, ni a la deliciosa boca de cuyo lápiz de labios aún conservaba el sabor en los suyos Así que miró por encima de ________ hacia el interior del apartamento, apreciando lo grande que era y el buen gusto en la decoración. Nada hacía pensar en un apartamento compartido, así que Jason supo, sin que nadie se lo dijera, que _______ vivía sola. Lo único que desconocía era cómo podía permitírselo.
Una sospecha llenó su mente; podría ser que no siempre viviera sola. Alguien podía pagar el alquiler y, de paso, le pagaba a ella las visitas ocasionales. Ése podría ser precisamente el problema que había, que tuviera un amante rico y por eso no era libre para irse con otro.
—Pasa —dijo casi sin voz, dando un paso atrás para dejarle entrar.
Al pasar, Nicholas miró hacia abajo y vio sus hermosos pies descalzos con las uñas pintadas de rojo. Y pensó que esos pies podría encontrase alrededor de él antes de que acabara esa noche.
—Tienes un apartamento precioso, muy agradable —se escuchó decir a sí mismo mientras atravesaba la alfombra de color arena en dirección al sofá del cen-tro del salón—. ¿Cómo diablos puedes permitírtelo con tu sueldo?
________ se volvió y lo miró con un gesto que hizo que se sintiera inmediatamente arrepentido de sus sospechas.
—No puedo. —respondió con frialdad—. Es mío, lo compré con algo de dinero que heredé hace un par de años.
NIcholas alzó las cejas. Tenía que haber sido una herencia considerable.
—Entiendo… —se limitó a decir. _______ fue a buscar el vaso de vino que se encontraba en una de las dos mesas que flanqueaban el sofá de color crema.
—Perdóname por no haberte ofrecido algo de beber todavía —dijo, y dio un sorbo de vino—. Necesito un poco de coraje de más para lo que voy a hacer —añadió mientras volvía a dejar el vaso en la mesa.
Antes de que NIcholas pudiera abrir la boca para preguntarle qué pasaba, ______ agarró el cinturón que rodeaba su kimono. La impresión le dejó sin respiración. Por mucho que deseara a esa mujer, no quería que se desnudara delante de él así, como... como una pelandusca barata. Quería tomarla en sus brazos y besarla como había hecho antes. Quería escuchar sus gemidos, sentir cómo se derretía alrededor de él. Quería hacerle el amor, ¡maldita fuera!
Pero ella no se soltó el nudo, en lugar de eso lo sujetó fuerte con una mano mientras la otra se desplazaba hacia abajo y, de repente, le enseñó la pierna derecha, apartando el albornoz hasta medio muslo solamente. Lo único que Jason pudo ver fue la pierna. Una pierna muy bien formada con una bonita pantorrilla y un fino tobillo Pero sólo la pierna.
________ observo sus ojos como un halcón observaba a su presa. Los observo y espero.
Pero la única emoción que pudo descubrir en la mirada de Nicholas fue la de sorpresa, seguida de una especie de incredulidad.
¿Estaba ciego? Seguro que había visto las cicatrices, ¡seguro!
Pero parecía que no las había notado.
Cuando _______ miró hacia abajo, se dio cuenta de que lo peor de las marcas estaba todavía cubierto por el albornoz. En su esfuerzo por mantener la dignidad, lo había abierto demasiado poco.
—¿Puedes verlo ahora? —dijo, sacando la pierna un poco más y señalando con el dedo al tiempo que estiraba la rodilla.
Nicholas parpadeó. Nada más. Sólo un parpadeo seguido de un pequeño gesto de desconcierto.
—Sí… —respondió—. Puedo verlo.
—¿Y? —casi gritó, totalmente descolocada por su reacción.
Tenía que estar fingiendo. Nadie podía mirar esas horribles estrías blancas y no sentir repulsión. A ella misma le provocaban repulsión y llevaba viviendo con ellas dos años.
—¿Éste es el problema? —preguntó, tranquilo, mirándola ya a los ojos y no a la pierna—. ¿Esas pequeñas marcas en el muslo?
—¿Pequeñas marcas? —le gritó mientras echaba la pierna hacia atrás y la cubría con el albornoz en actitud defensiva—. No son pequeñas marcas, son cicatrices. Horribles, espantosas, enormes cicatrices. Deja de hacer como si no estuvieran. Nicholas pareció desconcertado.
—Enséñamelas otra vez. —dijo—. Puede que no las haya visto bien.
Nicholas pudo ver el horror en su cara al oír su sugerencia, y la ternura le llenó el corazón al recordar cómo se había sentido Delta con las cicatrices de la mastectomía. Le había costado mucho convencer a su esposa de que seguía encontrándola deseable sin sus pechos.
Su ánimo se vino abajo al comprobar cuál era la situación. Esa chica era demasiado vulnerable como para hacer con ella lo que él quería hacer. Sus intenciones no eran precisamente honestas. Tenía que ser capaz de controlarse. Su plan no era más que sedu¬cirla y después tener una aventura exclusivamente sexual. Algunas mujeres podían hacer frente a esa clase de relaciones, pero _______ no era una de ellas.
—No son tan horribles,_______. —dijo Nicholas con suavidad—. Al principio, ni las he visto.
—Sí, claro. —dijo mientras seguía con los brazos cruzados.
Nicholas no estaba seguro de lo que debía decir o hacer y, al final, preguntó: —¿Qué sucedió?
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo ________.
—Sí. —respondió con firmeza.
—Un accidente de coche, hace dos años.
—¿Y?
—Y no quiero hablar sobre ello. Mira, no tienes que quedarte y hacerte el simpático. Puedo ver por tus gestos que lo que realmente quieres es acabar con esto y marcharte. Lo entiendo. De verdad, me ha pasado lo mismo con otros hombres como tu.
Bueno, quiero decir... Tu lo único que buscas es un físico perfecto ¿no? No mercancías dañadas.
Nicholas la miró fijamente. Estaba en lo cierto y es¬taba equivocada al mismo tiempo. No le importaban en absoluto las cicatrices, y seguía encontrándola hermosa y deseable. Pero sí quería terminar y marcharse antes de olvidar totalmente sus principios y empezar a explotar los puntos débiles de ella para lograr su objetivo.
—¿Quién fue, _______? —quiso saber.
—¿Quién fue qué? —clavó en él sus ojos verdes.
—El hombre que te hizo tan consciente de tus cicatrices.
—Mi marido, si quieres saberlo.
—¡Un marido! —así que eso era lo que había estado haciendo todos esos años, había estado casada.
—Sí, estuve casada. —confirmó, cortante—. Una vez, pero nunca más, te lo aseguro.
Esa amarga seguridad era tentadora en sí misma. Después de todo, él tampoco quería volver a casarse. Jason pensó que lo que Leah necesitaba era ser amada de la forma en que él había amado a Delta. Sabía que a él ya no le quedaba de esa clase de amor, pero en algún sitio habría un hombre que sí tuviera de ese amor, un tipo decente de verdad que enseñaría a Leah que su vida no había acabado por culpa de un hombre cruel y superficial. Si la dejaba ir podría encontrar a ese hombre; si no, lo único que haría sería perder el tiempo con él.
Se aproximó a ella y el rostro de _________ se llenó de temor.
—¿Qué... qué haces? —dijo ______ mientras se recostaba en el sofá huyendo de las manos que buscaban su cara.
—Voy a darte un beso de despedida —dijo, y le dio un beso en la frente—. No por las cicatrices, ________. No quiero que creas eso porque no es cierto, sigo pensando que eres la chica más hermosa, más deseable que he conocido, sino porque te mereces a alguien mucho mejor que yo.
Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras lo miraba.
—Tú... tú ya no me deseas.
—Te deseo más que nunca. —dijo.
—Entonces, demuéstramelo.—le rogó.
—Dios, me lo estás poniendo muy difícil.
—No quiero que te vayas. —gimió y, de repente, lo rodeó con los brazos y lo atrajo con fuerza hacia ella—. Por favor, quédate conmigo esta noche. —añadió, rogando con los ojos.
—No sabes lo que dices.
—Sí lo sé, lo sé.
La desesperación de su voz era incluso más persuasiva que sentir su cuerpo rozando el suyo. ¿Cómo podía dejarla así? Su confianza en sí misma quedaría tocada para siempre si lo hacía.
Nicholas se juró a sí mismo que sería esa noche y nada más. Una noche sería lo único que le daría y que se daría. Por la mañana se habría ido, marchado de su cama y de su vida, de otro modo no sería capaz de vivir consigo mismo
_____________________________________________________
[center]To be continued..[/center]
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: La amante prohibida del jefe (Nick&tu)
:O dios Q intenso esta genialisisisissisisiisissiisma :D
Q no se vaya Q se Qede toda la noche & tambnn al dia siguiente!!!
pero de todos modos la vera en la fiesta de su padre :¬w¬:
Siguela Pronto!!! :D
Q no se vaya Q se Qede toda la noche & tambnn al dia siguiente!!!
pero de todos modos la vera en la fiesta de su padre :¬w¬:
Siguela Pronto!!! :D
Vanee LovatoD'Jonas
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