wanna be like my dad | a.c

¿Bienvenida? ¿A dónde? No me digan que ya me morí, no me digan que ya me morí. Ni siquiera pude tener un segundo novio, que triste mi vida. En lo literal. ¿Por qué ya me morí? ¿Qué hay de mi madre? ¿Qué pasará con esa fabulosa y fuerte mujer que me trajo al mundo sólo para causarle más dolor aún? Siento mucho haberlo hecho, pero no fue mi decisión hacerlo… ¿Por qué me imaginó cosas y no respondo? ¿Quién habrá dicho eso? Ya basta, Ariane, contesta de una buena vez y cálmate. 

Amo a mi madre, pero justamente ahora, no la quería afuera… Y se le ocurre salir. Y cuando la quiero afuera, está allí incomodándome. Qué ironía la vida.
 
—Hasta luego, señora Daniels— dijo Louis sonriente.
—Hasta luego, Louis. Vuelvo en un rato, Ariane, debo hablar con el doctor— Louis me miró, y mi madre me guiñó uno de sus ojos.
—Claro… Nos vemos, entonces, mamá— sonreí.
 
Cuando ella salió de la habitación, bajé mi mirada, pensando en Harry… No quisiera que se hubiera ido de mi vida. Me hubiese encantado presentárselo a Louis, se llevarían de maravilla… Pero todo pasa por una razón. Sin darme cuenta, una lágrima se fue deslizando por mi rostro.
 
—Claire, ¿Estás bien?— dijo preocupado, tomando mi rostro frío entre sus cálidas manos.
—No— susurré.
—¿Qué sucede?— apartó un mechón de cabello de mi rostro— Estaré siempre para ti, pequeñita.
 
Y esa fue la gota que derramó el vaso… No pude más, y rompí en llanto, las lágrimas descendían sin parar, apenas podía ver.
 
—Lo siento, ¿Dije algo malo? Claro que dijiste algo malo, imbécil, la princesa llora. Yo… Lo lamento, no quise hacerte llorar— dijo más para sí mismo que para mí.
—No es malo lo que dijiste… Me recordaste a mi mejor amigo.
—¿Mejor amigo? ¿Lo conozco?
—Lo dudo. Murió cuando yo tenía trece años, en mis brazos, luego de ser atropellado por un auto.
—Yo… No debí preguntar, soy muy imprudente, lo lamento. Pero seguro él está en un mejor lugar— sonrió.
—Lo está. Gracias Louis— dije.
 
Cuando me di cuenta, ya lo estaba besando, mis manos heladas estaban en mi cuello, y se daban vueltas por su cabello. Mientras que él, con una mano en mi cintura me pegaba a él, y con otra en mi mejilla, me acariciaba con dulzura. Nos separamos lentamente con una sonrisa.
 
—Eso fue…— comencé a hablar.
—Asombroso— terminó el por mí.
—Gracias, Louis.
—¿Por qué?
—Por estar allí para mí.
—Siempre lo estaré, te quiero, pequeñita.
—Yo también, grandulón— sonreí.
—¿Te parece si cuando salgas de esta porquería vamos a dar vueltas y actuar como un par de idiotas?
—Sería un placer.
—Entonces, te veré más tarde, seguro hoy te dan de alta. Tuviste una caída fuerte… Por un momento pensé que te había perdido sin tenerte.
—De hecho, pensé que eras más bromista, y menos cursi.
—Lo siento. No pensé que tú…
—Cállate y bésame, imbécil— dije jalándolo.
 
Antes de que yo lo besara, él me miró a los ojos, y sonrió. Luego, me jaló y unió nuestros labios en un dulce y tierno beso. Nada mejor que sus besos, y eso que acabo de probarlos.
 
—Me tengo que ir, pero prometo esperarte cuando salgas de esta mierda. ¿Okay?
—Okay. Nos vemos— sonreí.
 
Salió de la puerta con una de esas hermosas sonrisas que nadie más que él podía tener, y me dejó sola en mi habitación con la cabeza confusa, pero al mismo tiempo feliz y tranquila. Siento lo mismo que yo por él, pero… ¿Qué somos?