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City Dove
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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City Dove
Nombre: City Dove. Autor: Ally. Adaptación: no. Género: Drama, Romance. Advertencias: No. Otras páginas: Wattpad.
City Dove |
Hay una melodía que se repite en mi cabeza. Se repite una y otra vez, intentando decirme algo, pero no puedo escucharla con claridad. Hay una voz más fuerte que esa melodía que me impide escucharla. Una parte me dice que me esfuerce por entender la melodía. La otra me dice que confíe en la voz que habla con seguridad sobre la anterior. Y hay una tercera, una tercera parte que no sabe qué hacer, que está metida en un limbo de indecisión y miedo. Así que, no puedo confiar en la tercera, y la segunda habla más fuerte, por lo tanto, melodía, si no he de escuchar a la voz, sube tu tono y déjame escucharte a ti.
Cuando nacemos, nuestra mente es un lienzo que se encuentra en blanco. Las personas a nuestro alrededor y nuestras experiencias, van llenando ese lienzo, poco a poco, el retazo blanco de tela ya no es más blanco y nuestra vida va tomando un rumbo. Pero qué si, al paso del tiempo, no nos gusta lo que hay pintado en ese lienzo, el rumbo en el que éste nos está llevando. O mejor tal vez, qué si se nos da la oportunidad de tomar un nuevo lienzo y comenzar de cero. ¿Qué harías diferente, o de ser el caso, qué harían diferente por ti?
Cuando nacemos, nuestra mente es un lienzo que se encuentra en blanco. Las personas a nuestro alrededor y nuestras experiencias, van llenando ese lienzo, poco a poco, el retazo blanco de tela ya no es más blanco y nuestra vida va tomando un rumbo. Pero qué si, al paso del tiempo, no nos gusta lo que hay pintado en ese lienzo, el rumbo en el que éste nos está llevando. O mejor tal vez, qué si se nos da la oportunidad de tomar un nuevo lienzo y comenzar de cero. ¿Qué harías diferente, o de ser el caso, qué harían diferente por ti?
Última edición por Kida el Sáb 06 Ago 2016, 5:21 pm, editado 1 vez
Kida
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Re: City Dove
Hola, vengo a acosarte
Améeeee muchísimo la sinopsis, Ally El primer párrafo adjdkfakdjajda mujer, amo como escribes, ¿te lo he dicho? Eso de la melodía repitiéndose en su cabeza, pero no poder ser escuchada con claridad...no sé, me puso a pensar mucho en qué tuvo que pasar para que la protagnista (¿la, cierto?) llegara a ese punto. A estar confundida por las voces que le dicen que haga cosas diferentes.
Y lo siguiente, cuando nacemos y nuestra mente es un lienzo que se encuentra en blanco....¡ay, lo amé! En serio, mujer Muchas cosas pasan con ese lienzo en el trayecto de la vida y yo quiero saber lo que pasa en esta vida Me intrigó demasiado la última pregunta, ¿Qué harían diferente por ti? Asfjakdja en serio, Ally, ¡lo amé! Espero cap ansiosa
Améeeee muchísimo la sinopsis, Ally El primer párrafo adjdkfakdjajda mujer, amo como escribes, ¿te lo he dicho? Eso de la melodía repitiéndose en su cabeza, pero no poder ser escuchada con claridad...no sé, me puso a pensar mucho en qué tuvo que pasar para que la protagnista (¿la, cierto?) llegara a ese punto. A estar confundida por las voces que le dicen que haga cosas diferentes.
Y lo siguiente, cuando nacemos y nuestra mente es un lienzo que se encuentra en blanco....¡ay, lo amé! En serio, mujer Muchas cosas pasan con ese lienzo en el trayecto de la vida y yo quiero saber lo que pasa en esta vida Me intrigó demasiado la última pregunta, ¿Qué harían diferente por ti? Asfjakdja en serio, Ally, ¡lo amé! Espero cap ansiosa
hange.
- 01 -
Capítulo 1 | " ... y después de todo este tiempo, ella abrió sus ojos, esos ojos grises que habían quedado sólo como un recuerdo dentro de sus sueños; lo miró confundida, y en ese instante él supo que todo lo que dijeron era cierto, ella no lo recordaba." |
Bip. Bip. Bip. Ese fue el primer sonido que reconocí, un sonido incesante que opacaba el silencio de mi entorno. Cada parte de mi cuerpo dolía hasta un punto casi insoportable. Sentí mi pecho inflarse con la entrada de aire y como ese mismo aire acariciaba mi piel. Inhalé, exhalé, inhalé una vez más y con dificultad logré abrir mis ojos. La luz me molestó al principio, como si llevara mucho tiempo sin ella y mis ojos ya no estuvieran acostumbrados. Parpadeé un par de veces para aclarar la vista, no obstante, todo aún se encontraba levemente borroso.
Respiré profundamente de nuevo, el movimiento causó un dolor agudo en mi pecho. Estaba tendida en una cama, unas sábanas blancas me cubrían y una bata azul rodeaba mi cuerpo. Acerqué mi mano derecha a mi rostro, mi piel era blanca, más blanca de lo que se podía considerar sano. Fruncí el ceño y bajé mi mano, ¿por qué no recordaba el color de mi piel? Pensándolo mejor, ¿por qué no recordaba nada en absoluto?
Mi pulso, al igual que mi respiración, comenzaron a incrementar de velocidad dejando el dolor a un lado, algo estaba mal. Evalué mi entorno más allá de la cama, las paredes eran de un color celeste, los pisos de cerámica blanca, el mismo color del techo. Había un par de cómodas de madera, junto con un mueble más grande con muchos gabinetes; dos puertas en lados distintos de la habitación y muchas máquinas, sustancias a mi alrededor que llegaban a conectarse a alguna parte de mi cuerpo, una venda cubría todo mi brazo y hombro izquierdo al igual que una férula cubría toda mi pierna izquierda también, otro vendaje en mi tobillo derecho y, aunque no la viera, podía sentir una tercera y cuarta venda, una alrededor de mi tórax y la otra alrededor de mi frente.
Me negué a sobre analizar las heridas y seguí evaluando mi entorno en busca de alguna respuesta a cualquiera de mis preguntas. Al lado derecho había una ventana que cubría la mayor parte superior de la pared y debajo de ella un sillón del mismo color de mi bata. Lo que llamó mi atención no fue el sillón en sí, si no la figura humana que reposaba en el mismo.
Quería pedir ayuda, pero las palabras se negaban a salir de mi garganta, ésta estaba realmente seca, y la inmovilidad del resto de mi cuerpo lo que hacía todo mucho más difícil. ¿A dónde estaba? ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era él? ¿Quién era yo?
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. ¿Qué pasaba conmigo? Comencé a hiperventilar, más que todo ante el miedo de una mente en blanco que por el desconocido que reposaba en el sillón ajeno a mi desesperación. La máquina a mi lado comenzó a sonar aún más rápido, acompañando cada uno de los latidos de mi corazón, lo que explicaba el ritmo desbocado que llevaba.
La puerta a mi izquierda se abrió rápido y fuertemente, despertando al sujeto del sillón. Entraron cuatro personas más a la habitación, que por cuya ropa pude comprender que se trataban de enfermeros y doctores.
Aún lloraba e hiperventilaba por lo que uno de ellos, el que parecía ser el doctor, se acercó rápido a la camilla, me pedía que me calmara, que dejara de llorar, que los escuchara. Repetía lo mismo una y otra vez, pero mi mente se negaba a registrar las palabras que decía, no quería calmarme, ¿cómo podría calmarme?
Escuchaba otro tipo de conmoción en la habitación, a parte del hecho de que el doctor me gritara que me calmara y yo me removiera, negándome a escucharlo. Miré rápidamente a mi derecha para ver que dos de los tres enfermeros sujetaban al sujeto que anteriormente estaba en el sillón. Parecía querer acercarse a la camilla, acercarse a mí. ¿Por qué? No lo conocía, no lo conocía.
Cerré fuertemente los ojos y puse mi mano derecha tapando uno de mis oídos, queriendo tapar el otro con la otra mano, mas sabiendo que sería imposible mover la mano izquierda con tanto vendaje. Nada más quería que todo el ruido a mi alrededor desapareciera e ir dentro de mi mente para ver qué ocurría dentro de ella. Empecé a negar con la cabeza, el ruido era mucho y mi mente continuaba en blanco, al igual que las lágrimas continuaban cayendo. Sentí como agarraban mi brazo derecho y lo estiraban, no tuve mucha fuerza para resistirme ya que mis músculos aún se sentían débiles, aun así no abrí los ojos, no hasta que una punzada en mi antebrazo me hizo abrirlos de golpe. El doctor que llevaba rato ignorando me estaba inyectando una especia de líquido transparente.
– Acaba de despertar de un coma, ¿por qué la está sedando? – gritó desesperado el sujeto del sillón, ahora más cerca de la puerta de la izquierda, aun siendo agarrado y arrastrado por los enfermeros.
– Sáquenlo – fue lo único que respondió el doctor de vuelta.
No sabía si eran las lágrimas o el efecto del líquido que hacía todo mucho más borroso. Sentí mi cabeza pesada y como mi pecho comenzaba a disminuir su velocidad, al igual que el sonido de la máquina a mi lado. Dejé de luchar contra todo y dejé caer mi cabeza en la almohada, sentía mis párpados muy pesados, tanto como para no poder mantenerlos abiertos por mucho tiempo más. Antes de caer en la inconsciencia por completo, miré hacia la puerta antes de que esta se cerrara, sólo para ver al muchacho mirándome fijamente, algunas lágrimas escapaban de sus ojos, me sonrió y susurró una palabra, Paloma.
*************
– ¿Zoe? – escuché la suave y temblorosa voz de una mujer, una voz que me sacaba poco a poco del sueño que me habían inducido.
Además de la voz, sentía una suave caricia que se repetía en el mismo lugar sobre las vendas de mi brazo. Lentamente abrí mis ojos, no tenía intención de hacer ningún movimiento brusco, con miedo de que cualquier acción hiciera que me sedaran de nuevo. Ya no quería seguir inconsciente.
– ¿Zoe? – repitió la voz, esta vez con un poco más de seguridad.
Al abrir mis ojos completamente, pude darle un rostro a la voz, pero igual mi mente no lo reconocía. Cabello rubio y lacio que le llegaba a los hombros. Ojos azules. Piel blanca. Repasé lo aspectos más característicos y ninguno de ellos parecía despertar mi memoria. Sentí un nuevo tacto en mi mano derecha y miré hacia ese lado, era un hombre, uno que tampoco reconocía. Tez morena, cabello y barba negros, ojos cafés. De nuevo, nada. Cambié mi vista a la tercera persona en la habitación, el doctor. Lo miré a él, siendo la única persona que de cierta manera me parecía reconocida y lentamente quité mi mano derecha, usándola para ayudar a esconder el brazo izquierdo debajo de las sabanas y haciendo lo mismo con la mano derecha luego de lograrlo con la izquierda, más que todo para evitar que esas personas me tocaran de nuevo.
– ¿Zoe? – preguntó de nuevo la mujer, mirándome fijamente y con sus ojos levemente llorosos. ¿Me hablaba a mí? – ¿Por qué no habla? – preguntó la mujer mirando esta vez al doctor. Él, sin decir nada, me miró a mí y levantó sus cejas, incitándome a mí a responder.
Saqué mi mano derecha de la sabana y la coloqué en mi garganta, indicándole que estaba muy seca como para reproducir algún sonido. El doctor asintió y se acercó a una carretilla que se encontraba en la habitación, tomó una botella de agua y vertió el agua en un vaso antes de acercarse a mí y ayudarme a beber el agua. La frescura que sentí en ese momento calmó un poco el torbellino de preguntas que se revolvían en mi cabeza. El hombre a mi derecha se levantó de su asiento y se colocó al lado de la mujer, dándole paso al doctor para que se acercara más a mí.
– ¿Cómo te sientes? – preguntó el doctor tomando sus instrumentos y comenzando a evaluarme.
– Confundida y adolorida – incluso el sonido de mi propia voz me pareció extraño, como si nunca la hubiera escuchado antes.
– Es comprensible – asintió, prosiguiendo con sus pruebas – ¿qué es lo último que recuerdas? – dejó de hacer lo que sea que estuviera haciendo y me miró expectante, al ver que mis ojos comenzaron a lagrimear y mis manos a temblar, habló de nuevo – Ok, tal vez eso todavía no. Comencemos con algo más sencillo, ¿sabes en qué año estamos?
– ¿2014? – más que una respuesta, parecía más una pregunta. Nada más asintió.
– ¿Mes?
– Abril – respondí esta vez un poco más segura, para mi sorpresa, negó.
– Junio, 3 de junio. El tiempo que te falta son las cinco semanas que llevas en coma. – mis ojos se abrieron al tope y antes de que pudiera reaccionar a la palabra "coma" su mano apretó mi hombro de manera suave, intentando evitar un posible ataque de pánico –pero ya llegaremos a ello más adelante, ¿puedes leer esto? – se estiró para tomar una tableta que colgaba encima de mi cama y la puso frente a mi rostro. Asentí. – Léelo en voz alta, todo, por favor.
– Nombre del paciente, Zoella Grace Greene. Edad, diecisiete años. Tipo de sangre, b positivo. – quitó la tableta de mi vista antes de que pudiera leer las últimas líneas.
– Excelente. – puso la tableta donde se encontraba anteriormente y me miró de nuevo, luego señaló a la pareja al lado de mi cama que miraban expectantes la situación. – ¿Sabes quiénes son ellos?
Miré a la pareja de nuevo. Cabello rubio. Ojos azules. Piel blanca. Tez morena, cabello y barba negros, ojos cafés. Nada. La mujer se veía al borde de las lágrimas, por lo que no me atrevía a decirlo en voz alta.
– ¿Zoella? ¿Los reconoces? – de nuevo ese nombre, fruncí el ceño y busqué en la habitación por alguien más. El doctor pareció tensarse ante mi reacción.
– ¿Sí sabes quién es Zoella? – negué – ¿los reconoces? – negué de nuevo, la mujer rompió en llanto y el hombre a su lado intentó mantener su compostura, no obstante, unas cuantas lágrimas resbalaron por su mejilla. – ¿qué es lo último que recuerdas, antes de despertar por primera vez?
Tomé aire antes de responder, tratando de bajar el nudo que se había formado en mi garganta y tratando de controlar mi respiración. Negué, no quiero decir las palabras, esperé que entendiera que mi mente estaba vacía y que no me hiciera decirlo. Al ver que no decía nada y aún me miraba expectante, tomé aire de nuevo y cerré los ojos tratando de retener las lágrimas.
– Nada, no recuerdo nada.
Respiré profundamente de nuevo, el movimiento causó un dolor agudo en mi pecho. Estaba tendida en una cama, unas sábanas blancas me cubrían y una bata azul rodeaba mi cuerpo. Acerqué mi mano derecha a mi rostro, mi piel era blanca, más blanca de lo que se podía considerar sano. Fruncí el ceño y bajé mi mano, ¿por qué no recordaba el color de mi piel? Pensándolo mejor, ¿por qué no recordaba nada en absoluto?
Mi pulso, al igual que mi respiración, comenzaron a incrementar de velocidad dejando el dolor a un lado, algo estaba mal. Evalué mi entorno más allá de la cama, las paredes eran de un color celeste, los pisos de cerámica blanca, el mismo color del techo. Había un par de cómodas de madera, junto con un mueble más grande con muchos gabinetes; dos puertas en lados distintos de la habitación y muchas máquinas, sustancias a mi alrededor que llegaban a conectarse a alguna parte de mi cuerpo, una venda cubría todo mi brazo y hombro izquierdo al igual que una férula cubría toda mi pierna izquierda también, otro vendaje en mi tobillo derecho y, aunque no la viera, podía sentir una tercera y cuarta venda, una alrededor de mi tórax y la otra alrededor de mi frente.
Me negué a sobre analizar las heridas y seguí evaluando mi entorno en busca de alguna respuesta a cualquiera de mis preguntas. Al lado derecho había una ventana que cubría la mayor parte superior de la pared y debajo de ella un sillón del mismo color de mi bata. Lo que llamó mi atención no fue el sillón en sí, si no la figura humana que reposaba en el mismo.
Quería pedir ayuda, pero las palabras se negaban a salir de mi garganta, ésta estaba realmente seca, y la inmovilidad del resto de mi cuerpo lo que hacía todo mucho más difícil. ¿A dónde estaba? ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era él? ¿Quién era yo?
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. ¿Qué pasaba conmigo? Comencé a hiperventilar, más que todo ante el miedo de una mente en blanco que por el desconocido que reposaba en el sillón ajeno a mi desesperación. La máquina a mi lado comenzó a sonar aún más rápido, acompañando cada uno de los latidos de mi corazón, lo que explicaba el ritmo desbocado que llevaba.
La puerta a mi izquierda se abrió rápido y fuertemente, despertando al sujeto del sillón. Entraron cuatro personas más a la habitación, que por cuya ropa pude comprender que se trataban de enfermeros y doctores.
Aún lloraba e hiperventilaba por lo que uno de ellos, el que parecía ser el doctor, se acercó rápido a la camilla, me pedía que me calmara, que dejara de llorar, que los escuchara. Repetía lo mismo una y otra vez, pero mi mente se negaba a registrar las palabras que decía, no quería calmarme, ¿cómo podría calmarme?
Escuchaba otro tipo de conmoción en la habitación, a parte del hecho de que el doctor me gritara que me calmara y yo me removiera, negándome a escucharlo. Miré rápidamente a mi derecha para ver que dos de los tres enfermeros sujetaban al sujeto que anteriormente estaba en el sillón. Parecía querer acercarse a la camilla, acercarse a mí. ¿Por qué? No lo conocía, no lo conocía.
Cerré fuertemente los ojos y puse mi mano derecha tapando uno de mis oídos, queriendo tapar el otro con la otra mano, mas sabiendo que sería imposible mover la mano izquierda con tanto vendaje. Nada más quería que todo el ruido a mi alrededor desapareciera e ir dentro de mi mente para ver qué ocurría dentro de ella. Empecé a negar con la cabeza, el ruido era mucho y mi mente continuaba en blanco, al igual que las lágrimas continuaban cayendo. Sentí como agarraban mi brazo derecho y lo estiraban, no tuve mucha fuerza para resistirme ya que mis músculos aún se sentían débiles, aun así no abrí los ojos, no hasta que una punzada en mi antebrazo me hizo abrirlos de golpe. El doctor que llevaba rato ignorando me estaba inyectando una especia de líquido transparente.
– Acaba de despertar de un coma, ¿por qué la está sedando? – gritó desesperado el sujeto del sillón, ahora más cerca de la puerta de la izquierda, aun siendo agarrado y arrastrado por los enfermeros.
– Sáquenlo – fue lo único que respondió el doctor de vuelta.
No sabía si eran las lágrimas o el efecto del líquido que hacía todo mucho más borroso. Sentí mi cabeza pesada y como mi pecho comenzaba a disminuir su velocidad, al igual que el sonido de la máquina a mi lado. Dejé de luchar contra todo y dejé caer mi cabeza en la almohada, sentía mis párpados muy pesados, tanto como para no poder mantenerlos abiertos por mucho tiempo más. Antes de caer en la inconsciencia por completo, miré hacia la puerta antes de que esta se cerrara, sólo para ver al muchacho mirándome fijamente, algunas lágrimas escapaban de sus ojos, me sonrió y susurró una palabra, Paloma.
*************
– ¿Zoe? – escuché la suave y temblorosa voz de una mujer, una voz que me sacaba poco a poco del sueño que me habían inducido.
Además de la voz, sentía una suave caricia que se repetía en el mismo lugar sobre las vendas de mi brazo. Lentamente abrí mis ojos, no tenía intención de hacer ningún movimiento brusco, con miedo de que cualquier acción hiciera que me sedaran de nuevo. Ya no quería seguir inconsciente.
– ¿Zoe? – repitió la voz, esta vez con un poco más de seguridad.
Al abrir mis ojos completamente, pude darle un rostro a la voz, pero igual mi mente no lo reconocía. Cabello rubio y lacio que le llegaba a los hombros. Ojos azules. Piel blanca. Repasé lo aspectos más característicos y ninguno de ellos parecía despertar mi memoria. Sentí un nuevo tacto en mi mano derecha y miré hacia ese lado, era un hombre, uno que tampoco reconocía. Tez morena, cabello y barba negros, ojos cafés. De nuevo, nada. Cambié mi vista a la tercera persona en la habitación, el doctor. Lo miré a él, siendo la única persona que de cierta manera me parecía reconocida y lentamente quité mi mano derecha, usándola para ayudar a esconder el brazo izquierdo debajo de las sabanas y haciendo lo mismo con la mano derecha luego de lograrlo con la izquierda, más que todo para evitar que esas personas me tocaran de nuevo.
– ¿Zoe? – preguntó de nuevo la mujer, mirándome fijamente y con sus ojos levemente llorosos. ¿Me hablaba a mí? – ¿Por qué no habla? – preguntó la mujer mirando esta vez al doctor. Él, sin decir nada, me miró a mí y levantó sus cejas, incitándome a mí a responder.
Saqué mi mano derecha de la sabana y la coloqué en mi garganta, indicándole que estaba muy seca como para reproducir algún sonido. El doctor asintió y se acercó a una carretilla que se encontraba en la habitación, tomó una botella de agua y vertió el agua en un vaso antes de acercarse a mí y ayudarme a beber el agua. La frescura que sentí en ese momento calmó un poco el torbellino de preguntas que se revolvían en mi cabeza. El hombre a mi derecha se levantó de su asiento y se colocó al lado de la mujer, dándole paso al doctor para que se acercara más a mí.
– ¿Cómo te sientes? – preguntó el doctor tomando sus instrumentos y comenzando a evaluarme.
– Confundida y adolorida – incluso el sonido de mi propia voz me pareció extraño, como si nunca la hubiera escuchado antes.
– Es comprensible – asintió, prosiguiendo con sus pruebas – ¿qué es lo último que recuerdas? – dejó de hacer lo que sea que estuviera haciendo y me miró expectante, al ver que mis ojos comenzaron a lagrimear y mis manos a temblar, habló de nuevo – Ok, tal vez eso todavía no. Comencemos con algo más sencillo, ¿sabes en qué año estamos?
– ¿2014? – más que una respuesta, parecía más una pregunta. Nada más asintió.
– ¿Mes?
– Abril – respondí esta vez un poco más segura, para mi sorpresa, negó.
– Junio, 3 de junio. El tiempo que te falta son las cinco semanas que llevas en coma. – mis ojos se abrieron al tope y antes de que pudiera reaccionar a la palabra "coma" su mano apretó mi hombro de manera suave, intentando evitar un posible ataque de pánico –pero ya llegaremos a ello más adelante, ¿puedes leer esto? – se estiró para tomar una tableta que colgaba encima de mi cama y la puso frente a mi rostro. Asentí. – Léelo en voz alta, todo, por favor.
– Nombre del paciente, Zoella Grace Greene. Edad, diecisiete años. Tipo de sangre, b positivo. – quitó la tableta de mi vista antes de que pudiera leer las últimas líneas.
– Excelente. – puso la tableta donde se encontraba anteriormente y me miró de nuevo, luego señaló a la pareja al lado de mi cama que miraban expectantes la situación. – ¿Sabes quiénes son ellos?
Miré a la pareja de nuevo. Cabello rubio. Ojos azules. Piel blanca. Tez morena, cabello y barba negros, ojos cafés. Nada. La mujer se veía al borde de las lágrimas, por lo que no me atrevía a decirlo en voz alta.
– ¿Zoella? ¿Los reconoces? – de nuevo ese nombre, fruncí el ceño y busqué en la habitación por alguien más. El doctor pareció tensarse ante mi reacción.
– ¿Sí sabes quién es Zoella? – negué – ¿los reconoces? – negué de nuevo, la mujer rompió en llanto y el hombre a su lado intentó mantener su compostura, no obstante, unas cuantas lágrimas resbalaron por su mejilla. – ¿qué es lo último que recuerdas, antes de despertar por primera vez?
Tomé aire antes de responder, tratando de bajar el nudo que se había formado en mi garganta y tratando de controlar mi respiración. Negué, no quiero decir las palabras, esperé que entendiera que mi mente estaba vacía y que no me hiciera decirlo. Al ver que no decía nada y aún me miraba expectante, tomé aire de nuevo y cerré los ojos tratando de retener las lágrimas.
– Nada, no recuerdo nada.
- hi:
- ¡Hola! Bueno, ahí está el primer capítulo, espero que les guste. Si hay algún error me disculpo, es de madrugada y me mente no funciona muy bien a esta hora, pero cualquier cosa la arreglo en la mañana. Gracias por tomarse el tiempo de pasar por mi novela y es muy probable que mañana suba otro capítulo si tengo un poco de tiempo, porque siento que este quedó un poco corto; pero normalmente no los subiré tan seguido, tal vez uno por semana ya que probablemente sean un poco más largos. De nuevo gracias y espero que mi novela sea de su agrado.
Última edición por Kida el Jue 02 Mar 2017, 9:25 pm, editado 1 vez
Kida
---------
Re: City Dove
Ally, como stalker profesional bueno, lo vi en tu firma jeje aquí me tienes como lectora por el momento me he leído la sinopsis y simplemente me encanto todo de pies a cabeza, y sobre todo el lienzo de nuestra vida (? eso pone a pesar que si pudieras verlo, de que color sería y idk me puso a filosofar de la vida (? es una idea muy interesante en cuanto pueda leo el primer capítulo que por hoy mi cerebro exige dormir ;-;
Saludos besha Ally
Saludos besha Ally
Kurisu
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