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First Love.
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Re: First Love.
Capítulo 1
Nicholas Miller & Natalie Coleman
El despertador sonó habitualmente a las seis y cuarenta, veinte minutos antes de que el bus que me alcanza al trabajo pase a unas cuadras de mi casa. Tenía un oficio que en si no me gustaba del todo, pero tomar fotografías era mucho mejor que ser paseador de perros o repartir pizzas en una motocicleta, aunque a ese le veía un poco de diversión.
Siempre tuve el sueño de ser jugador de fútbol, actor o modelo y hoy en día no había llegado a nada, nada. Apenas con algunos dólares para comprar la cena para la noche y uno que otro regalo para mi esposa, Natalie. Prácticamente quedábamos en la calle.
Salí de la cama, saliendo suavemente sin hacer mínimo ruido para que mi esposa no se despertara, aún seguía dormida a mis espaldas. Últimamente con el tema del embarazo había conseguido más sueño de lo normal así que cuando llegaba a casa lo único que hacía era verla dormir; ya no éramos los de antes. Antes podíamos aunque sea, desayunar juntos o cenar, o alguna que otra salida hacia los lagos que estaban a calles de la casa, pero simplemente todo había acabado.
Camine con solo un par de bóxer hacia el baño, no planeaba bañarme, ya lo había hecho la noche anterior cuando Natalie se olvidó de prender el calefactor y termine bañándome con el agua helada, que parecía llegar a bajo cero grados. Use el retrete, lave mis manos, mi rostro y luego los dientes. Mi rostro parecía ser la mismísima muerte, y recordaba cuando me daba de galán en la preparatoria y parte del grupo de teatro chillaba por mí, eso ya era parte del pasado.
Tome mis ropas, una camisa, un jean y una chaqueta que mi madre me había regalado hace años pero aún seguía con vida. Cogí las llaves de la casa y salí por la puerta de entrada, observando el reloj que apuntaban las agujas las siete de la mañana.
Después de todo, tuve que esperar media hora más hasta que volviera a pasar otro autobús porque al anterior la había perdido. Un día habitual de trabajo consistía en tomar fotografías para el periódico local, la paga podía ser poca pero otra cosa no obtenía. Cuando llegue, Holly, la amable secretaria estaba discutiendo con mi jefe, avaro como nadie podría ser el mismo Oliver, el dinero le brotaba de los bolsillos y consentía a cada pedido que hacia su esposa o cuando llamaba su amante, pero no podía soltarlos cuando se trataba de sus empleados.
―Nicholas, que gusto verte tan… tarde ―gruñó mi jefe, dejando el habano en el cenicero y soltando el horrible humo por sus labios.
―Perdí el primer autobús, siento la demora ―la única que quizá podría entenderme en ese momento era Holly, prácticamente vivíamos en la misma situación económica.
―Sullivan, entrégale el pase y que vaya a fotografiar a los festivales que está dando el estado, ya tengo de primicia “Presidente de estado paga fiestas con nuestros impuestos” ―mi jefe hizo un ademan con sus manos y cogió nuevamente su habano.
Parecía la historia del mismísimo hombre araña solo que en esta Peter no tiene poderes y no se llama Peter Parker se llama Nicholas Miller. El trabajo parecía ser mucho con semejantes multitudes de un lado y otro que llenaban las calles del centro, caras completamente desconocidas que tenía que fotografiar simulando sonreír y estar un tanto animado allí.
Para cuando el show había terminado ya había obtenido la cantidad de imágenes que el periódico necesitaba, Oliver de seguro usaría todas en las que el presidente había tomado algo de vino o había cantado más que una estrofa con los músicos invitados.
Llegando al estudio, llamo Natalie después de varios días de no vernos, ya que cuando yo estaba ella dormía, y me iba cuando seguía en la cama, así que ya no hablábamos del trabajo o de nuestra situación sentimental.
―Nick ―habló apenas atendí.
―Hola, cariño ―contesté un tanto irónico, era mi esposa, hasta mi hermanastra tenia mejor trato.
―Lo siento, ya estoy en casa. Traje algo para cenar, ya pude ver la ecografía y es una niña ―las palabras apresuradas salían de su boca, tan solo logre escuchar ecografía y niña y apreté el celular con fuerza.
―Me dijiste que la veríamos juntos ―le recriminé elevando la voz. Estaba tan solo a una calle del trabajo.
―Lo siento…
―No lo haces ―gruñí.
―Que bien me conoces.
― ¿Qué nos está pasando? ―pregunté cuando la única palabra que me faltaba por decir era un insulto para mi esposa que dejaría herido a ambos.
―No lo sé, Nicholas. No lo sé ―Natalie me cortó al segundo, respire profundamente, guardé el celular y me acerqué al edificio.
Saqué con mi mano desocupada del bolsillo trasero de mi pantalón el carnet que decía “Nicholas Miller, fotógrafo de New York Times” para que el nuevo cuerpo de seguridad me dejara pasar al edificio.
Subí por el ascensor con la compañía de Alana, la nueva asistente que tenía Oliver, que era solo por sus bellos atributos que había conseguido el trabajo. Caderas un tanto anchas, pero cintura pequeña, piernas delgadas y pechos que no tenían comparación, dudaba que fueran operados o más bien me afirmaba.
― ¿Trabajas hace mucho aquí? ―preguntó coquetamente, tenía la voz de una joven de apenas veinte y tantos años, tan bajo había caído como amante de su jefe.
―Un año ―suspiré observando como el ascensor recién subía por el piso dos cuando yo tenía que llegar al seis junto a la Barbie secretaria que había llegado con papel de regalo y todo.
―Oh, ¿Y cuántos años tienes? ―dio un paso hacia mi lado y se posiciono prácticamente sobre mi hombro esperando una respuesta.
―Veintisiete, felizmente casado y esperando una linda niña ―dije entre dientes, tratando de sonreír.
―Ouh ―susurró en un tono desanimado―. Yo tengo veintidós ―habló y luego pasmo una gran sonrisa en sus labios.
El silencio pareció reinar el ascensor, Alana coqueteaba con ella frente al espejo haciendo gestos o sonriendo animadamente, me recordaba cuando conocí a mi esposa y quede flechado por ella rápidamente. Las salidas a escondidas que teníamos o los besos que nos dábamos dentro del auto de mi padre no eran nada comparado a los de ahora.
Cuando llego al piso seis me prepare para salir, Alana siguió detrás de mí y se despidió educadamente cuando se fue en dirección contraria. Me acerque al escritorio de Holly y le entregue la cámara, y luego recibiría mi paga y me iría nuevamente a buscar trabajo en donde sea para conseguir un poco más de dinero, pero esta vez fue diferente.
―Oliver está en su oficina, te quiere allí ―hizo un gesto con su mano para que me acercara, así que lo hice―. Está de buen humor, no sé qué paso, su esposa llamo y pidió que apenas llegues vayas a su oficina ―susurró, ya que hasta las paredes tenían oídos que sintonizaban muy bien.
―Oh, no tengo la menor idea ―murmuré pensando en algo malo que haya hecho, aunque si mi jefe estaba de humor no sabía muy bien lo que sucedía.
―Mejor paga, tal vez.
―Soñar es gratis Holly, en sueños suelta un dólar ni por casualidad ―Holly soltó una carcajada después de la mía―. Luego te cuento ―dije antes de entrar a la oficina.
Le di un golpe una sola vez y mi jefe me dejo pasar, aspiraba su habano nuevamente mirando por la ventana de su oficina, tenía un ventanal que daba vista a todo New York.
―Señor, Sullivan me dijo que usted me necesitaba ―dije después de cerrar la puerta de la oficina, y quedarme parado allí.
―Oh si, Nicholas. Hare esto muy breve, ¿Quién fotografío en el cumpleaños de mi hija, Charlotte? ―preguntó mi jefe. Esa tarde pase todo el día rodeados de niños adinerados y personas con trajes y vestidos que de distancia se podía notar que gritaba “soy mejor que tu”. Oh, ¿Cómo olvidarlo?
―Yo ―contesté. Oliver se acercó a mí y paso un brazo por mis hombros.
―Muy bien chico listo, mi esposa quiere que nos acompañes a ver la obra nueva que están protagonizando unos actores de muy buen puesto, te quiere a ti y no sé porque, saco de pulgas ―el tipo palmeo mi espalda tratando de alivianar las cosas que eran de los más extraño.
― ¿Quiere que los acompañe? ―pregunté atónito, él asintió y se apartó lejos de mi otra vez.
―Si, a las ocho frente Broadway junto a tu esposa ―se sentó en su silla frente al escritorio y saco de uno de sus cajones un manojo de dinero que lo tiro sobre la mesa―. Cómprale un vestido y tú un buen traje, ahora vete.
El carácter seguía igual pero había soltado más dólares de lo normal. Llame a Natalie de regreso a casa y le indique que esperara en la puerta de entrada, sin una palabra más. Logre comprar su vestido, uno rosa pálido que le quedaba muy bien con sus facciones delicadas, mientras yo había comprado un traje color negro.
Para cuando fueron las ocho un taxi nos dejó frente al teatro. Natalie entre todo no cruzo palabras conmigo que no fueran las que necesitaba, traje de acariciar su vientre abultado ya que ahí estaba mi hija, el fruto de nuestro amor, pero ella se apartó entonces eso termino de afirmarme aún más que las cosas iban de mal en peor.
Las luces del teatro se apagaron y por primera vez había disfrutado estar cerca de mi jefe sin que grite o haga algo para hacer quedar en ridículo a la persona de al lado. Su esposa se había comportado excelente con Natalie, y habían charlado hasta que tuvieron que callar.
Romeo y Julieta eran interpretados por una actriz y un actor que recientemente habían salido a la luz, pero eran tan buenos con cada palabra que decían o cuando se complementaban en cada beso o mirada.
Natalie soltó un par de lágrimas y se recostó sobre mi hombro admirando embelesada la obra que tanto le gustaba, yo una vez había interpretado a Romeo en la preparatoria pero me lo termino ganando mi compañero de teatro, que tenía que admitir que era muy bueno actuando.
Los aplausos se hicieron escuchar en todo el teatro, el director de la obra se acercó al escenario y abrazo a ambos protagonistas. ―Esta es la primera obra en la que soy el director, jamás creí que tendría tanto público ―dijo el hombre con un fluido acento francés.
La gente ovaciono al director nuevamente. ―Pero esto, esto no podía haberse hecho sin mis maravillosos protagonistas, mi maravillosa Julieta, ven aquí cariño ―la joven se acercó hacia delante y sonrió con las mejillas sonrojadas―. Scarlett Johnson, señoras y señores ―aplausos nuevamente despidieron a la chica.
―Y mi Romeo, que venga aquí ―un joven se acercó, su rostro tenía algo que llamaba mi atención―. Un aplauso para Antonie Steele, por favor.
Y como balde de agua fría cayó sobre mí; él era el que me había ganado en la obra de teatro, ese era el chico que yo había lastimado, el que había rechazado cuando elegí a Natalie. Había caigo tan bajo cuando lo humille frente a una multitud de personas, ahora él estaba en la cima y yo caía sin poder agarrarme de nada.
Siempre tuve el sueño de ser jugador de fútbol, actor o modelo y hoy en día no había llegado a nada, nada. Apenas con algunos dólares para comprar la cena para la noche y uno que otro regalo para mi esposa, Natalie. Prácticamente quedábamos en la calle.
Salí de la cama, saliendo suavemente sin hacer mínimo ruido para que mi esposa no se despertara, aún seguía dormida a mis espaldas. Últimamente con el tema del embarazo había conseguido más sueño de lo normal así que cuando llegaba a casa lo único que hacía era verla dormir; ya no éramos los de antes. Antes podíamos aunque sea, desayunar juntos o cenar, o alguna que otra salida hacia los lagos que estaban a calles de la casa, pero simplemente todo había acabado.
Camine con solo un par de bóxer hacia el baño, no planeaba bañarme, ya lo había hecho la noche anterior cuando Natalie se olvidó de prender el calefactor y termine bañándome con el agua helada, que parecía llegar a bajo cero grados. Use el retrete, lave mis manos, mi rostro y luego los dientes. Mi rostro parecía ser la mismísima muerte, y recordaba cuando me daba de galán en la preparatoria y parte del grupo de teatro chillaba por mí, eso ya era parte del pasado.
Tome mis ropas, una camisa, un jean y una chaqueta que mi madre me había regalado hace años pero aún seguía con vida. Cogí las llaves de la casa y salí por la puerta de entrada, observando el reloj que apuntaban las agujas las siete de la mañana.
Después de todo, tuve que esperar media hora más hasta que volviera a pasar otro autobús porque al anterior la había perdido. Un día habitual de trabajo consistía en tomar fotografías para el periódico local, la paga podía ser poca pero otra cosa no obtenía. Cuando llegue, Holly, la amable secretaria estaba discutiendo con mi jefe, avaro como nadie podría ser el mismo Oliver, el dinero le brotaba de los bolsillos y consentía a cada pedido que hacia su esposa o cuando llamaba su amante, pero no podía soltarlos cuando se trataba de sus empleados.
―Nicholas, que gusto verte tan… tarde ―gruñó mi jefe, dejando el habano en el cenicero y soltando el horrible humo por sus labios.
―Perdí el primer autobús, siento la demora ―la única que quizá podría entenderme en ese momento era Holly, prácticamente vivíamos en la misma situación económica.
―Sullivan, entrégale el pase y que vaya a fotografiar a los festivales que está dando el estado, ya tengo de primicia “Presidente de estado paga fiestas con nuestros impuestos” ―mi jefe hizo un ademan con sus manos y cogió nuevamente su habano.
Parecía la historia del mismísimo hombre araña solo que en esta Peter no tiene poderes y no se llama Peter Parker se llama Nicholas Miller. El trabajo parecía ser mucho con semejantes multitudes de un lado y otro que llenaban las calles del centro, caras completamente desconocidas que tenía que fotografiar simulando sonreír y estar un tanto animado allí.
Para cuando el show había terminado ya había obtenido la cantidad de imágenes que el periódico necesitaba, Oliver de seguro usaría todas en las que el presidente había tomado algo de vino o había cantado más que una estrofa con los músicos invitados.
Llegando al estudio, llamo Natalie después de varios días de no vernos, ya que cuando yo estaba ella dormía, y me iba cuando seguía en la cama, así que ya no hablábamos del trabajo o de nuestra situación sentimental.
―Nick ―habló apenas atendí.
―Hola, cariño ―contesté un tanto irónico, era mi esposa, hasta mi hermanastra tenia mejor trato.
―Lo siento, ya estoy en casa. Traje algo para cenar, ya pude ver la ecografía y es una niña ―las palabras apresuradas salían de su boca, tan solo logre escuchar ecografía y niña y apreté el celular con fuerza.
―Me dijiste que la veríamos juntos ―le recriminé elevando la voz. Estaba tan solo a una calle del trabajo.
―Lo siento…
―No lo haces ―gruñí.
―Que bien me conoces.
― ¿Qué nos está pasando? ―pregunté cuando la única palabra que me faltaba por decir era un insulto para mi esposa que dejaría herido a ambos.
―No lo sé, Nicholas. No lo sé ―Natalie me cortó al segundo, respire profundamente, guardé el celular y me acerqué al edificio.
Saqué con mi mano desocupada del bolsillo trasero de mi pantalón el carnet que decía “Nicholas Miller, fotógrafo de New York Times” para que el nuevo cuerpo de seguridad me dejara pasar al edificio.
Subí por el ascensor con la compañía de Alana, la nueva asistente que tenía Oliver, que era solo por sus bellos atributos que había conseguido el trabajo. Caderas un tanto anchas, pero cintura pequeña, piernas delgadas y pechos que no tenían comparación, dudaba que fueran operados o más bien me afirmaba.
― ¿Trabajas hace mucho aquí? ―preguntó coquetamente, tenía la voz de una joven de apenas veinte y tantos años, tan bajo había caído como amante de su jefe.
―Un año ―suspiré observando como el ascensor recién subía por el piso dos cuando yo tenía que llegar al seis junto a la Barbie secretaria que había llegado con papel de regalo y todo.
―Oh, ¿Y cuántos años tienes? ―dio un paso hacia mi lado y se posiciono prácticamente sobre mi hombro esperando una respuesta.
―Veintisiete, felizmente casado y esperando una linda niña ―dije entre dientes, tratando de sonreír.
―Ouh ―susurró en un tono desanimado―. Yo tengo veintidós ―habló y luego pasmo una gran sonrisa en sus labios.
El silencio pareció reinar el ascensor, Alana coqueteaba con ella frente al espejo haciendo gestos o sonriendo animadamente, me recordaba cuando conocí a mi esposa y quede flechado por ella rápidamente. Las salidas a escondidas que teníamos o los besos que nos dábamos dentro del auto de mi padre no eran nada comparado a los de ahora.
Cuando llego al piso seis me prepare para salir, Alana siguió detrás de mí y se despidió educadamente cuando se fue en dirección contraria. Me acerque al escritorio de Holly y le entregue la cámara, y luego recibiría mi paga y me iría nuevamente a buscar trabajo en donde sea para conseguir un poco más de dinero, pero esta vez fue diferente.
―Oliver está en su oficina, te quiere allí ―hizo un gesto con su mano para que me acercara, así que lo hice―. Está de buen humor, no sé qué paso, su esposa llamo y pidió que apenas llegues vayas a su oficina ―susurró, ya que hasta las paredes tenían oídos que sintonizaban muy bien.
―Oh, no tengo la menor idea ―murmuré pensando en algo malo que haya hecho, aunque si mi jefe estaba de humor no sabía muy bien lo que sucedía.
―Mejor paga, tal vez.
―Soñar es gratis Holly, en sueños suelta un dólar ni por casualidad ―Holly soltó una carcajada después de la mía―. Luego te cuento ―dije antes de entrar a la oficina.
Le di un golpe una sola vez y mi jefe me dejo pasar, aspiraba su habano nuevamente mirando por la ventana de su oficina, tenía un ventanal que daba vista a todo New York.
―Señor, Sullivan me dijo que usted me necesitaba ―dije después de cerrar la puerta de la oficina, y quedarme parado allí.
―Oh si, Nicholas. Hare esto muy breve, ¿Quién fotografío en el cumpleaños de mi hija, Charlotte? ―preguntó mi jefe. Esa tarde pase todo el día rodeados de niños adinerados y personas con trajes y vestidos que de distancia se podía notar que gritaba “soy mejor que tu”. Oh, ¿Cómo olvidarlo?
―Yo ―contesté. Oliver se acercó a mí y paso un brazo por mis hombros.
―Muy bien chico listo, mi esposa quiere que nos acompañes a ver la obra nueva que están protagonizando unos actores de muy buen puesto, te quiere a ti y no sé porque, saco de pulgas ―el tipo palmeo mi espalda tratando de alivianar las cosas que eran de los más extraño.
― ¿Quiere que los acompañe? ―pregunté atónito, él asintió y se apartó lejos de mi otra vez.
―Si, a las ocho frente Broadway junto a tu esposa ―se sentó en su silla frente al escritorio y saco de uno de sus cajones un manojo de dinero que lo tiro sobre la mesa―. Cómprale un vestido y tú un buen traje, ahora vete.
El carácter seguía igual pero había soltado más dólares de lo normal. Llame a Natalie de regreso a casa y le indique que esperara en la puerta de entrada, sin una palabra más. Logre comprar su vestido, uno rosa pálido que le quedaba muy bien con sus facciones delicadas, mientras yo había comprado un traje color negro.
Para cuando fueron las ocho un taxi nos dejó frente al teatro. Natalie entre todo no cruzo palabras conmigo que no fueran las que necesitaba, traje de acariciar su vientre abultado ya que ahí estaba mi hija, el fruto de nuestro amor, pero ella se apartó entonces eso termino de afirmarme aún más que las cosas iban de mal en peor.
Las luces del teatro se apagaron y por primera vez había disfrutado estar cerca de mi jefe sin que grite o haga algo para hacer quedar en ridículo a la persona de al lado. Su esposa se había comportado excelente con Natalie, y habían charlado hasta que tuvieron que callar.
Romeo y Julieta eran interpretados por una actriz y un actor que recientemente habían salido a la luz, pero eran tan buenos con cada palabra que decían o cuando se complementaban en cada beso o mirada.
Natalie soltó un par de lágrimas y se recostó sobre mi hombro admirando embelesada la obra que tanto le gustaba, yo una vez había interpretado a Romeo en la preparatoria pero me lo termino ganando mi compañero de teatro, que tenía que admitir que era muy bueno actuando.
Los aplausos se hicieron escuchar en todo el teatro, el director de la obra se acercó al escenario y abrazo a ambos protagonistas. ―Esta es la primera obra en la que soy el director, jamás creí que tendría tanto público ―dijo el hombre con un fluido acento francés.
La gente ovaciono al director nuevamente. ―Pero esto, esto no podía haberse hecho sin mis maravillosos protagonistas, mi maravillosa Julieta, ven aquí cariño ―la joven se acercó hacia delante y sonrió con las mejillas sonrojadas―. Scarlett Johnson, señoras y señores ―aplausos nuevamente despidieron a la chica.
―Y mi Romeo, que venga aquí ―un joven se acercó, su rostro tenía algo que llamaba mi atención―. Un aplauso para Antonie Steele, por favor.
Y como balde de agua fría cayó sobre mí; él era el que me había ganado en la obra de teatro, ese era el chico que yo había lastimado, el que había rechazado cuando elegí a Natalie. Había caigo tan bajo cuando lo humille frente a una multitud de personas, ahora él estaba en la cima y yo caía sin poder agarrarme de nada.
- hola:
- hey, primer capítulo, disculpen la demora.
espero que les haya gustado, comenten! en el prólogo solo comentaron cuatro, y somos ocho, contando conmigo.
la siguiente es nina, y como saben, son cinco días de plazo.
pd: gracias por los comentarios anteriores chicas, sigo pensando que el prólogo fue pésimo :/
Última edición por Meluche. el Lun 03 Nov 2014, 10:44 am, editado 3 veces
campbell.
Re: First Love.
Ay primer comentario !!
Estuvo per-fect <3
Amo tu firma y tu avy de Liam & Sophia:3
Pero bue'
¿Quien sigue?
Amemos a Mel(?
espero:)
besus.
Estuvo per-fect <3
Amo tu firma y tu avy de Liam & Sophia:3
Pero bue'
¿Quien sigue?
Amemos a Mel(?
espero:)
besus.
Invitado
Invitado
Re: First Love.
oh god mely! me ha encantando de principio a fin! no me gusta ni un poco natalie, creo que fue muy egoísta al haber ido sola a la ecografía, y ademas ni siquiera dejar a nicholas que tocara a su hija.. con el final quede impaktada jaja, waao si que fue un balde de agua fría! nick me provoca sentimientos encontrados, creo que aunque fue un patán en su adolescencia no era mas que un chico asustado jaja, en fin, me gustó mucho y espero que podamos continuarla pronto! xx ily mel♥
Invitado
Invitado
Re: First Love.
Fue hermoso el Karma mi querido Nico, el karma, bueno espero el siguiente :)
baekhyun.
Re: First Love.
natalie no me agrada ;-; el cap fue hermoso nicholas es kúl, a que sí. julieta me la imaginé como scarlett johansson, obvi, y antonie es hermoso, se merece trabajar con johnson (?) ah, escribiría más pero lo estoy haciendo a escondidas, so, espero a la siguiente<33
Invitado
Invitado
Re: First Love.
Capítulo 2
Nina Dobrev & Jake Coleman
Mis días pasaban y seguía con la misma depresión de siempre, mi novio es un idiota, ahora con el matrimonio cree que todo se va arreglar, pero ahora no creo lo mismo. Su trabajo es primero que todo, nada más, no le interesa si estoy bien o algo por el estilo, maldito trabajo. Para aclarar, maldita comprometida que soy. Ahora no sé si casarme en serio con él, hoy arreglo una cita para ir a buscar un vestido perfecto, según él para que me sienta la más bella de todas, pero no creo lo mismo con toda esta locura, y él es el loco de la historia. Es bueno no tener un hijo en estos momentos, si lo tuviera seria una suicida, ¡gracias Dios!
La puerta de la entrada se oía abrir, y de allí entro una persona sin sentimientos. Jake Coleman, mi novio distraído.
— ¡Hola! —me saludo contento, se acerco a mí y beso mi mejilla, dejo su chaqueta en la cama mientras se iba sacando la corbata. — ¿todo bien? —me pregunto.
—supongo que sí. —le respondí.
— ¿Por qué es ‘supongo’? ¿no deberías ser feliz por nuestro futuro matrimonio? Últimamente te he visto demasiado rara Nina.
Suspire hondo y el se acerco a mi, y me beso, un beso tierno pero aun asi desagradable, en total, un beso bipolar.
— ¿es por el trabajo no?
— ¡Uau! Que sabio Jake
—Escucha —me viro mi cabeza hacia él, mientras miraba sus bellos ojos azules que brillaban—pediré días para mi futura esposa, hasta nuestra luna de miel, ¿Qué te parece? … nos relajaremos, tomares aire, nos divertiremos cariño y todo.
No sabía si sus palabras eran verdad esta vez, pero me convenció, sabía que esta vez no me defraudaría, así que le creí y me beso y se acostó a ver tv, mientras me cambiaba para mi próxima parada, una bella tienda de vestidos de boda, acompañada con mi querida suegra; una vieja engreída y pegada a su hijo, Jake.
Tome mi chaqueta atrás de la puerta y me despedí de Jake.
Salí de mi casa, una casa a la que está con todos los encantos del mundo entero, del universo para ser clara. Pues Jake consentía sus deseos y mis deseos de última moda, así que tenias una bella casa de ciudad, en un precioso reino de rosas, flores y claveles, con vecinos chismosos, engreídos, malditos y metidos únicamente en mi vida.
Salí en mi coche hacia la casa de mi suegra, Paty Coleman, a la que quedaba a pocas cuadras de la mi casa.
Ella se subió al auto con una sonrisa como toda reina creída, una sonrisa Colgate con unas hileras nada más que perfectas. Con toda la envidia del mundo me saludo alegre y prendimos camino hacia la tienda, mientras entablábamos una conversación sobre los malditos muebles que se había recién comprado.
Cuando llegamos, vi la zona en la que estábamos, la se millonarios, como siempre, deseos de los Coleman. Entramos a una lujosa tienda en la que modelaban diversos vestidos de una misma diseñadora, Kate Morgan, una bella joven rubia con la que saludamos de una forma rara.
—y por fin, aquí está la belleza de mi tienda—dijo mientras sostenía en su mano un gran vestido de cenicienta, era muy bonito, pero sabía que eso no iba con lo mío.
Me lo probé y ellas quedaron encantadas, no sabía cómo esa clase de vestidos podría encajar con la modelo del anterior siglo, Nina Johnson. No es mi estilo, supongo que el modelo no me queda tan bien, además es muy pesado, y con esto no caminare al altar. —ese era mi relato sobre la vestido cenicienta, pero como siempre la Paty, escogió el vestido, al que pago con tarjeta de crédito.
No podía creer que ella escogiera mi vestido, aun así, debía estar siempre al favor de ella, y ni que se diga mas, porque yo era la persona contraria a cualquier comentario favorable.
Salimos de la tienda y fuimos a casa a tomar un te o un café en mi caso. Siempre preferí en café ante todo, y no creo que es hereditario, ya que mis padres lo aborrecían ahora están muertos y no me pueden culpar desde allá por tomar cafeína.
El dia paso, y mi suegra ya no estaba en mi casa, pero no me sentía bien para estar allí, necesitaba un gran aconsejador para que me ayudara en esta locura, marque a mi aconsejador favorito, un ayudante del Cupido y un reparador de los corazones rotos, su nombre es John Will, un amigo desde hace mucho tiempo, desde que estaba con mi ex novio, Christian Erick Smith Parker, un chico guapo que, simplemente era mi mejor amigo, pero de eso paso a los tales novios con grandes sentimientos, pero el es uno de los rompecorazones, los mejores, los profesionales, por lo que me rompió mi inútil corazón enamorado con una rubia guapa alta, eso fue todo de nuestra relación, y de ese amor, conocí a su mejor amigo, que es John Will, el mejor aconsejador de todos los tiempos, ¿se imaginan? Los ex novios, mejores amigos de John Will, posible y no creíble.
John me había dicho que lo valla a ver a uno de esos bares llenos de alcohol, nada para jóvenes, pero era mucho mejor, si música movida y sin idiotas molestando y gritando.
—Nina, ¿Cómo has estado? —me pregunto algo feliz de verme.
Hace tres años que no lo veía, y en esos años, pero parecía que ellos no lo estaban alcanzando, estaba como siempre, muy guapo y apuesto, con unas Vans, su camisa favorita de Ramones, y unos pantalones apretados, a los que le quedaban súper bien. En esos días nunca tuve un aconsejador profesional, así que era bueno volver a verlo.
—excelente, me alegra mucho verte John, estas galán, ¿alguna chica anda detrás de ti? —le pregunte. Nos sentamos en los asientos de la mesa del bar.
—para nada, sabes que los cupidos nunca se enamoran. —me contesto. — ¿y tú? ¿Cómo esta Christian? No los he visto hace mil años querida, ¿Por qué no vino?
Parecía que él no sabía que me iba a casar con un millonario que seguramente no se llamaba Christian, así que tuve que ponerme y conversar tranquila con él.
—Pues bueno, el tiempo pasa amigo mío, los amores a veces no son buenos para ti, y ya sabe…—veía su rostro y cada letra que decía lo dejaba algo impactado y sorprendido. —lo siento, no sabes cómo me la estoy pasando estos años, me voy a casar en estos días con un millonario dueño de casi todo New York, y bueno, no me va tan bien, por lo que quise verte y escuchar tus sabios consejos que la verdad, me sirvieron mucho con Christian y…
Me quede en silencio y en esos minutos nadie sabía que decir. Era incomodo.
—no veo a Christian desde que estabas con él, desde que fuimos a la casa de campo de mis padres, era un día bonito, y se los veía siempre enamorados, estos años se han pasado volando y tú te vas a casar con Jake. —me dijo.
— ¿Cómo sabes que me voy a casar con Jake? —le pregunte preocupada.
—todos lo saben Nina, tu nunca supiste lo que pasaba a tu alrededor, por eso ahora estas indecisa.
La puerta de la entrada se oía abrir, y de allí entro una persona sin sentimientos. Jake Coleman, mi novio distraído.
— ¡Hola! —me saludo contento, se acerco a mí y beso mi mejilla, dejo su chaqueta en la cama mientras se iba sacando la corbata. — ¿todo bien? —me pregunto.
—supongo que sí. —le respondí.
— ¿Por qué es ‘supongo’? ¿no deberías ser feliz por nuestro futuro matrimonio? Últimamente te he visto demasiado rara Nina.
Suspire hondo y el se acerco a mi, y me beso, un beso tierno pero aun asi desagradable, en total, un beso bipolar.
— ¿es por el trabajo no?
— ¡Uau! Que sabio Jake
—Escucha —me viro mi cabeza hacia él, mientras miraba sus bellos ojos azules que brillaban—pediré días para mi futura esposa, hasta nuestra luna de miel, ¿Qué te parece? … nos relajaremos, tomares aire, nos divertiremos cariño y todo.
No sabía si sus palabras eran verdad esta vez, pero me convenció, sabía que esta vez no me defraudaría, así que le creí y me beso y se acostó a ver tv, mientras me cambiaba para mi próxima parada, una bella tienda de vestidos de boda, acompañada con mi querida suegra; una vieja engreída y pegada a su hijo, Jake.
Tome mi chaqueta atrás de la puerta y me despedí de Jake.
Salí de mi casa, una casa a la que está con todos los encantos del mundo entero, del universo para ser clara. Pues Jake consentía sus deseos y mis deseos de última moda, así que tenias una bella casa de ciudad, en un precioso reino de rosas, flores y claveles, con vecinos chismosos, engreídos, malditos y metidos únicamente en mi vida.
Salí en mi coche hacia la casa de mi suegra, Paty Coleman, a la que quedaba a pocas cuadras de la mi casa.
Ella se subió al auto con una sonrisa como toda reina creída, una sonrisa Colgate con unas hileras nada más que perfectas. Con toda la envidia del mundo me saludo alegre y prendimos camino hacia la tienda, mientras entablábamos una conversación sobre los malditos muebles que se había recién comprado.
Cuando llegamos, vi la zona en la que estábamos, la se millonarios, como siempre, deseos de los Coleman. Entramos a una lujosa tienda en la que modelaban diversos vestidos de una misma diseñadora, Kate Morgan, una bella joven rubia con la que saludamos de una forma rara.
—y por fin, aquí está la belleza de mi tienda—dijo mientras sostenía en su mano un gran vestido de cenicienta, era muy bonito, pero sabía que eso no iba con lo mío.
Me lo probé y ellas quedaron encantadas, no sabía cómo esa clase de vestidos podría encajar con la modelo del anterior siglo, Nina Johnson. No es mi estilo, supongo que el modelo no me queda tan bien, además es muy pesado, y con esto no caminare al altar. —ese era mi relato sobre la vestido cenicienta, pero como siempre la Paty, escogió el vestido, al que pago con tarjeta de crédito.
No podía creer que ella escogiera mi vestido, aun así, debía estar siempre al favor de ella, y ni que se diga mas, porque yo era la persona contraria a cualquier comentario favorable.
Salimos de la tienda y fuimos a casa a tomar un te o un café en mi caso. Siempre preferí en café ante todo, y no creo que es hereditario, ya que mis padres lo aborrecían ahora están muertos y no me pueden culpar desde allá por tomar cafeína.
El dia paso, y mi suegra ya no estaba en mi casa, pero no me sentía bien para estar allí, necesitaba un gran aconsejador para que me ayudara en esta locura, marque a mi aconsejador favorito, un ayudante del Cupido y un reparador de los corazones rotos, su nombre es John Will, un amigo desde hace mucho tiempo, desde que estaba con mi ex novio, Christian Erick Smith Parker, un chico guapo que, simplemente era mi mejor amigo, pero de eso paso a los tales novios con grandes sentimientos, pero el es uno de los rompecorazones, los mejores, los profesionales, por lo que me rompió mi inútil corazón enamorado con una rubia guapa alta, eso fue todo de nuestra relación, y de ese amor, conocí a su mejor amigo, que es John Will, el mejor aconsejador de todos los tiempos, ¿se imaginan? Los ex novios, mejores amigos de John Will, posible y no creíble.
John me había dicho que lo valla a ver a uno de esos bares llenos de alcohol, nada para jóvenes, pero era mucho mejor, si música movida y sin idiotas molestando y gritando.
—Nina, ¿Cómo has estado? —me pregunto algo feliz de verme.
Hace tres años que no lo veía, y en esos años, pero parecía que ellos no lo estaban alcanzando, estaba como siempre, muy guapo y apuesto, con unas Vans, su camisa favorita de Ramones, y unos pantalones apretados, a los que le quedaban súper bien. En esos días nunca tuve un aconsejador profesional, así que era bueno volver a verlo.
—excelente, me alegra mucho verte John, estas galán, ¿alguna chica anda detrás de ti? —le pregunte. Nos sentamos en los asientos de la mesa del bar.
—para nada, sabes que los cupidos nunca se enamoran. —me contesto. — ¿y tú? ¿Cómo esta Christian? No los he visto hace mil años querida, ¿Por qué no vino?
Parecía que él no sabía que me iba a casar con un millonario que seguramente no se llamaba Christian, así que tuve que ponerme y conversar tranquila con él.
—Pues bueno, el tiempo pasa amigo mío, los amores a veces no son buenos para ti, y ya sabe…—veía su rostro y cada letra que decía lo dejaba algo impactado y sorprendido. —lo siento, no sabes cómo me la estoy pasando estos años, me voy a casar en estos días con un millonario dueño de casi todo New York, y bueno, no me va tan bien, por lo que quise verte y escuchar tus sabios consejos que la verdad, me sirvieron mucho con Christian y…
Me quede en silencio y en esos minutos nadie sabía que decir. Era incomodo.
—no veo a Christian desde que estabas con él, desde que fuimos a la casa de campo de mis padres, era un día bonito, y se los veía siempre enamorados, estos años se han pasado volando y tú te vas a casar con Jake. —me dijo.
— ¿Cómo sabes que me voy a casar con Jake? —le pregunte preocupada.
—todos lo saben Nina, tu nunca supiste lo que pasaba a tu alrededor, por eso ahora estas indecisa.
- open me:
- hola, bueno, me llamo nina,
para las que no me conocenpero ahque, bueno, allí está el segundo capítulo, y bueno, ayer lo iba a subir, pero se me fue el internet en my house, y realmente no pude hacerlo, pero ya que, ahí está el segundo capítulo sexi, espero que les guste, y espero la siguiente babe. Por cierto cambio a Nash Grier, por Daniel Sharman.
giuliana.
Re: First Love.
Me encanto Nina! Me gusto mucho; dios,
Nina se casa con un millonario dueño de todo New York,
y mi Nicholas, es re pobre
Por cierto, en el muro me hubieses aclarado el cambio ;)
Espero el siguiente!
Nina se casa con un millonario dueño de todo New York,
y mi Nicholas, es re pobre
Por cierto, en el muro me hubieses aclarado el cambio ;)
Espero el siguiente!
campbell.
Re: First Love.
me ha gustado mucho! wao, si que nina es una chica con carácter xd, pobre, me la imagino con la suegra insoportable eligiendole el vestido ¬¬ aunque si es dueño de casi todo ny podría tolerarlo xd okno. enserio me gustó mucho, espero el siguiente.
Invitado
Invitado
Re: First Love.
uh que bajon casarte con un millonario y no poder ser feliz con su dinero (?) ahre. nina me agrada, y yo también amo el café, onda, café pazeom ah. intentaré subir mi cap hoy o mañana
Invitado
Invitado
Re: First Love.
Capítulo 3
Nova Moretti & Kim Tydale
Un nuevo día y otro dolor en las piernas. Uno pensaría que al ser bailarín profesional estaría acostumbrado al cansancio muscular luego de las intensas prácticas en mi universidad, pero al contrario, nunca podría acostumbrarme a las ganas de tirarme en mi cama y no levantarme en diez años, junto con las punzadas en la zona que más haya trabajado ese día y los moretones que se formaban en mis rodillas de tantas veces tirarme al suelo descuidadamente, sea parte de la coreografía o no; Kim siempre me decía que debía ser más cuidadoso, pero él no tenía el derecho de decirlo cuando ni se esforzaba en los entrenamientos y recibía más elogios que la gente que sí trabajaba duro, como yo.
Oh, perdonen, Kim es mi novio y compañero de baile desde hace algunos años, cuando comenzamos a salir. Tydale es su apellido, uno reconocido en el mundo del baile británico, por lo tanto él tenía cierto reconocimiento aún viviendo en América; ese era su pase directo al prestigio sin esfuerzo alguno, superando años de esfuerzo en sólo minutos de una cara linda y unos pasos coordinados. Pero bueno, así es la sociedad y no podía reclamarle nada, ya que en sus principios sí se esforzaba realmente, igual o más que yo, pero luego todo fue bajando de ritmo hasta que terminó siendo la persona arrogante que era ahora, algo que no soportaba. ¿Por qué seguía con él? El baile no lo es todo... bueno, para mí sí, pero ese chico tenía unas buenas piernas y se ejercitaba y... Dios, ¿vieron su trasero? Perfección.
Puede que parezca un interesado, pero así son las relaciones de hoy en día y no miento, de hecho, ahora mismo tenía una perfecta vista de sus cuadraditos que quedaban a la vista mientras intentaba alcanzar la punta de sus pies de manera vertical, a diferencia mía que lo hacía recostado en el suelo. Oh sí, esos cuadraditos me están llamando. Tal vez algo pase esta noche.
Sonreí ladinamente mientras me estiraba más, si es que es posible, y lograba encerrar mis zapatillas entre mis manos y apoyar mi cabeza contra mis piernas, sin sentir dolor alguno al verme acostumbrado a hacerlo; Kim era otra historia, ya que luego de unas vacaciones en el Caribe y lejos de mí había perdido la costumbre a estirar, y parecía que le dolía bastante.
—¿Necesitas ayuda? —canturreé, imaginando que, si por alguna razón aparecieran subtítulos a lo que estoy diciendo, habría un corazón irónico al final de ellos.
—Nova —dijo con una mueca de dolor, fulminándome con la mirada al mismo tiempo.
Sonreí de manera burlona y me levanté del suelo en un brinco, sintiendo mis piernas un poco más ligeras, aunque algo raras al recién haber estirado. Me acerqué por detrás suyo y lo vi observándome en el espejo justo frente a él. Le sonreí nuevamente y me apoyé sobre su espalda, haciendo que se inclinara hacia adelante y soltara un quejido.
—¡Cuidado, Nova!
—Lo siento —susurré en su oído y pude sentir los pelos de su nuca erizarse. Me acomodé mejor en su espalda y no pude evitar llevar mis manos a sus abdominales, sintiendo esos cuadraditos que me ponían loco.
—N-nova, oye...
Pero yo no oía nada, sólo lo miraba a través del espejo soplando un aire caliente en la piel sensible detrás de su oreja, moviendo mis dedos sobre su piel y saboreando ese rostro sonrojado y avergonzado al escuchar las risas de nuestros compañeros.
—Consíganse una habitación —dijo uno, y de veras quería seguir su consejo pero lamentablemente el tiempo de estirar terminó y me vi obligado a alejarme de Kim.
La instructora (Gem, una chica joven que no aparentaba más de 25 y buena amiga mía) se puso delante del espejo y nos miró a todos, levantando una ceja en cuanto llegó a mí. Sólo reí mientras desviaba mi miraba y ella ponía una canción al azar así dábamos unas vueltas al salón para entrar en calor. Quise acercarme a Kim en lo que corríamos, pero él parecía no querer lo mismo. Terminé resignándome luego de unas vueltas y me acerqué a otros de mis amigos, quienes no dejaban de molestarme por mi pequeña escena de hace un rato.
Gem paró la música y nos obligó a ponernos en nuestras posiciones para la primera coreografía que habíamos hecho este año, la cual era un mix de aproximadamente 4 minutos con la mezcla de "What Makes You Beautiful" de One Direction y "I Love It" de Icona Pop, una mezcla rara pero que yo sugerí, y que quedó bastante bien si me permiten decirlo.
La coreo terminó y pronto llegó la parte donde Gem se acercaba y miraba nuestras poses finales (sí, hacíamos poses al final, un detalle inesperado cuando siempre terminamos o tirados en el suelo o saliendo del escenario). Mi posición era un tanto rara, donde Kim y yo debíamos tomarnos del hombro del otro y con nuestra otra mano tomar del tobillo una de nuestras piernas y levantarlas, dejando así como una copa extraña a simple vista.
Miré de reojo a Kim quien parecía concentrado en guardar el equilibrio que estaba perdiendo y no pude evitar reír entre dientes, logrando que mi cuerpo temblara un poco y él terminara de perder su equilibrio, cayendo sobre mí y tirándome al piso en el camino.
Gem se acercó con una mueca divertida y una mirada severa, una mezcla perfecta entre instructora y amiga-que-se-burla-de-su-amigo-adolorido (no puedo quejarme cuando yo hago lo mismo).
—¿Algún problema, Moretti? —dijo, burlona como siempre mientras se cruzaba de brazos y miraba la situación con una ceja alzada.
—Sólo uno y me está aplastando la entrepierna —dije de manera divertida, viendo a Kim que había terminado arriba mío (es gracioso, generalmente soy yo el que hace eso) y apretaba mi "zona" con su rodilla.
Él se sonrojó y rápidamente la quitó de allí. Yo reí y le sonreí tranquilizadoramente, ganando una mirada fulminante, algo extraño; eso nunca pasaba, aún si estábamos enojados.
—Creo que tu problema ya se solucionó, así que, si me disculpas.
Gem volvió donde la laptop que descansaba en una mesa junto a uno de los parlantes del lugar y puso la primera canción de la segunda coreografía, alertándonos a todos y haciendo que prácticamente corriésemos hacia nuestras posiciones.
Gem puso la canción desde el principio y comenzamos a bailar, ahora al ritmo de una canción que desconocía (no era mi idioma y desconocía cuál era, aunque he de admitir que el ritmo era pegajoso) pero con una coreografía energizante y llena de vida. En esta hay muchas transiciones y cambios de lugar, por lo que era medianamente difícil (comparada a la anterior que era básicamente hacer muchos movimientos en tu lugar e ir de un lado al otro del salón, volviendo a tu lugar nuevamente); muchas veces llegué a confundirme de lugar u olvidar dónde debía ir, pero nada que no pudiera manejar.
Obviamente, esto no era mi día, porque en cuanto el primer cambio de lugar sucedió (debía ir hacia el otro lado del salón en cuatro tiempos, algo complicado al ser tantas personas a pesar de que el salón no fuese tan grande) choqué contra Kim, que venía en la dirección contraria, y terminamos tirados en el suelo, de nuevo. Gem quiso reírse (como siempre) pero el grito que pegó Kim hizo que el salón quedara en silencio.
—¡Yah! —gritó, parándose y mirándome acusadoramente—. ¡¿Puedes hacer algo bien?!
—Kim... —susurré, completamente sorprendido ante el actuar anormal de mi novio.
—¡Kim la chota! ¡Tienes un deber y ese es bailar! ¡¿O es demasiado para ti?!
—Kim, para —dije suavemente, levantándome del suelo y mirándolo exasperarse.
—¿Para? —repitió en un tono irónico que nunca había visto antes—. ¡Tú deberías parar de ser tan inútil!
Sentí mis ojos arder y los entrecerré un poco, mordiendo mi lengua para no gritarle en la cara (y haciendo un puchero que no quería tener, pero tenía de igual manera); en otro momento lo haría, pero Kim me había dicho algo sobre estar de mal humor o algo así, y no es como si fuese el chico más paciente del mundo para aguantarme. Aún así, creo que fue algo exagerado reaccionar así ante un simple accidente.
Y es cosa de todos los días esto, pero recién ahora me doy cuenta. Esto ya no está funcionando. Kim ya no es el mismo de antes, y lamentablemente, yo tampoco. Vamos, el sexo es fantástico y nos vemos lindos juntos, pero la "chispa" que surgió en cuanto nos conocimos se extinguió hace mucho tiempo. ¿Qué clase de idiota soy para no haberme dado cuenta de eso antes?
Corrí al baño ignorando los gritos de Gem y me senté contra una de las puertas, ocultando mi rostro entre mis piernas y abrazándome de éstas. No me molesté en ocultarme en algún cubículo o algo; estaba mal y quería que el mundo lo supiera (da igual, después de todo, a nadie le importa; si no me creen vean como absolutamente nadie de los treinta y tantos alumnos, incluyendo a Gem y a mi novio, vino a ver cómo estaba).
Quién sabe cuánto tiempo pasó cuando comencé a marearme y me di cuenta de que no había comido nada desde esta mañana, confirmado por un gruñido proveniente de mi estómago. Levanté la cabeza de mis piernas y decidí que sería hora de salir, porque a juzgar por el reloj colgado en una de las paredes con cerámicos la clase estaba por terminar. Me acerqué al lavabo y lavé mi rostro, mirándome un segundo en el espejo; ojos rojos, pelo alborotado y una expresión de lo más deprimente, algo simplemente triste. Sonreí para mi mismo, intentando cambiar esa expresión depresiva, pero sólo se vio como una mueca mal hecha
—Disculpa, ¿estas bien?
Di un salto al escuchar la voz y me giré rápidamente, mirando al dueño de mi casi-mini-infarto.
Era un chico.
Un chico muy lindo.
Sonreí ladinamente. La relación estaba lo suficientemente arruinada para que importase algo como esto.
—Claro —asentí.
Él entrecerró sus ojos y pude darme cuenta de su mirada felina que me parecía haber visto antes. —¿Seguro? No lo pareces.
Volví a asentir, ahora escaneándolo con la mirada. Utilizaba ropa que parecía cara, con un pantalón probablemente de diseñador (éste se pegaba perfectamente a sus piernas, y dios, sus piernas) y una blusa abierta de un lado, dejando a la vista un poco de su piel albina, mientras que sus zapatillas eran deportivas y no combinaban para nada, pero aún así se veían bien en él. No pude evitar relamer mis labios en cuanto vi su cuello, descubierto por el gran tamaño del escote de la blusa.
—¿Bailas aquí? —preguntó, obligándome a subir mi mirada para ver directo en esos ojos extrañamente familiares.
—Sí —contesté sin ganas de dar muchos detalles—. ¿Por? ¿Quieres unirte?
Él rió suavemente, mostrando sus perfectos dientes blancos (juro que brillaron, lo juro) y produciendo una hermosa melodía para mis oídos.
Si esto seguía así terminaría comiéndome al chico, por dulce y tierno (y porque su clavícula visible me estaba tentando demasiado, pero shh).
—No —habló al fin—, es que yo soy el que diseñará los trajes de su próxima presentación; vine a tomar las medidas.
Recién allí me di cuenta de que en su hombro había una mochila y en su mano una bolsa de cartón, como las que entregan en las tiendas de ropa, llena de materiales y telas de distintas tonalidades de rojo y negro.
—Entonces debes ser muy bueno en lo que haces —dije, sonriéndole—. Luces joven.
Él rió nuevamente. Dios, debe querer matarme con esa risa.
—Años de práctica y algo de estudio adelantado —me sonrió y juro que podría morirme allí mismo—. Oh, olvidé presentarme —tendió su mano—: soy Johan. Kristian Johan.
Y mi mundo se iba al carajo.
Él era mi amor platónico de mis años de escuela, la razón de mi sufrimiento en mi último año y básicamente una de las tantas razones por las que mi familia era una mierda. Oh sí, él era Kris Johan, el novio (y futuro esposo) de mi hermano.
¿Había pensado en cogerme al novio de mi hermano, anterior y tal vez vigente amor mío?
Uh... Dios, estoy en un problema.
Oh, perdonen, Kim es mi novio y compañero de baile desde hace algunos años, cuando comenzamos a salir. Tydale es su apellido, uno reconocido en el mundo del baile británico, por lo tanto él tenía cierto reconocimiento aún viviendo en América; ese era su pase directo al prestigio sin esfuerzo alguno, superando años de esfuerzo en sólo minutos de una cara linda y unos pasos coordinados. Pero bueno, así es la sociedad y no podía reclamarle nada, ya que en sus principios sí se esforzaba realmente, igual o más que yo, pero luego todo fue bajando de ritmo hasta que terminó siendo la persona arrogante que era ahora, algo que no soportaba. ¿Por qué seguía con él? El baile no lo es todo... bueno, para mí sí, pero ese chico tenía unas buenas piernas y se ejercitaba y... Dios, ¿vieron su trasero? Perfección.
Puede que parezca un interesado, pero así son las relaciones de hoy en día y no miento, de hecho, ahora mismo tenía una perfecta vista de sus cuadraditos que quedaban a la vista mientras intentaba alcanzar la punta de sus pies de manera vertical, a diferencia mía que lo hacía recostado en el suelo. Oh sí, esos cuadraditos me están llamando. Tal vez algo pase esta noche.
Sonreí ladinamente mientras me estiraba más, si es que es posible, y lograba encerrar mis zapatillas entre mis manos y apoyar mi cabeza contra mis piernas, sin sentir dolor alguno al verme acostumbrado a hacerlo; Kim era otra historia, ya que luego de unas vacaciones en el Caribe y lejos de mí había perdido la costumbre a estirar, y parecía que le dolía bastante.
—¿Necesitas ayuda? —canturreé, imaginando que, si por alguna razón aparecieran subtítulos a lo que estoy diciendo, habría un corazón irónico al final de ellos.
—Nova —dijo con una mueca de dolor, fulminándome con la mirada al mismo tiempo.
Sonreí de manera burlona y me levanté del suelo en un brinco, sintiendo mis piernas un poco más ligeras, aunque algo raras al recién haber estirado. Me acerqué por detrás suyo y lo vi observándome en el espejo justo frente a él. Le sonreí nuevamente y me apoyé sobre su espalda, haciendo que se inclinara hacia adelante y soltara un quejido.
—¡Cuidado, Nova!
—Lo siento —susurré en su oído y pude sentir los pelos de su nuca erizarse. Me acomodé mejor en su espalda y no pude evitar llevar mis manos a sus abdominales, sintiendo esos cuadraditos que me ponían loco.
—N-nova, oye...
Pero yo no oía nada, sólo lo miraba a través del espejo soplando un aire caliente en la piel sensible detrás de su oreja, moviendo mis dedos sobre su piel y saboreando ese rostro sonrojado y avergonzado al escuchar las risas de nuestros compañeros.
—Consíganse una habitación —dijo uno, y de veras quería seguir su consejo pero lamentablemente el tiempo de estirar terminó y me vi obligado a alejarme de Kim.
La instructora (Gem, una chica joven que no aparentaba más de 25 y buena amiga mía) se puso delante del espejo y nos miró a todos, levantando una ceja en cuanto llegó a mí. Sólo reí mientras desviaba mi miraba y ella ponía una canción al azar así dábamos unas vueltas al salón para entrar en calor. Quise acercarme a Kim en lo que corríamos, pero él parecía no querer lo mismo. Terminé resignándome luego de unas vueltas y me acerqué a otros de mis amigos, quienes no dejaban de molestarme por mi pequeña escena de hace un rato.
Gem paró la música y nos obligó a ponernos en nuestras posiciones para la primera coreografía que habíamos hecho este año, la cual era un mix de aproximadamente 4 minutos con la mezcla de "What Makes You Beautiful" de One Direction y "I Love It" de Icona Pop, una mezcla rara pero que yo sugerí, y que quedó bastante bien si me permiten decirlo.
La coreo terminó y pronto llegó la parte donde Gem se acercaba y miraba nuestras poses finales (sí, hacíamos poses al final, un detalle inesperado cuando siempre terminamos o tirados en el suelo o saliendo del escenario). Mi posición era un tanto rara, donde Kim y yo debíamos tomarnos del hombro del otro y con nuestra otra mano tomar del tobillo una de nuestras piernas y levantarlas, dejando así como una copa extraña a simple vista.
Miré de reojo a Kim quien parecía concentrado en guardar el equilibrio que estaba perdiendo y no pude evitar reír entre dientes, logrando que mi cuerpo temblara un poco y él terminara de perder su equilibrio, cayendo sobre mí y tirándome al piso en el camino.
Gem se acercó con una mueca divertida y una mirada severa, una mezcla perfecta entre instructora y amiga-que-se-burla-de-su-amigo-adolorido (no puedo quejarme cuando yo hago lo mismo).
—¿Algún problema, Moretti? —dijo, burlona como siempre mientras se cruzaba de brazos y miraba la situación con una ceja alzada.
—Sólo uno y me está aplastando la entrepierna —dije de manera divertida, viendo a Kim que había terminado arriba mío (es gracioso, generalmente soy yo el que hace eso) y apretaba mi "zona" con su rodilla.
Él se sonrojó y rápidamente la quitó de allí. Yo reí y le sonreí tranquilizadoramente, ganando una mirada fulminante, algo extraño; eso nunca pasaba, aún si estábamos enojados.
—Creo que tu problema ya se solucionó, así que, si me disculpas.
Gem volvió donde la laptop que descansaba en una mesa junto a uno de los parlantes del lugar y puso la primera canción de la segunda coreografía, alertándonos a todos y haciendo que prácticamente corriésemos hacia nuestras posiciones.
Gem puso la canción desde el principio y comenzamos a bailar, ahora al ritmo de una canción que desconocía (no era mi idioma y desconocía cuál era, aunque he de admitir que el ritmo era pegajoso) pero con una coreografía energizante y llena de vida. En esta hay muchas transiciones y cambios de lugar, por lo que era medianamente difícil (comparada a la anterior que era básicamente hacer muchos movimientos en tu lugar e ir de un lado al otro del salón, volviendo a tu lugar nuevamente); muchas veces llegué a confundirme de lugar u olvidar dónde debía ir, pero nada que no pudiera manejar.
Obviamente, esto no era mi día, porque en cuanto el primer cambio de lugar sucedió (debía ir hacia el otro lado del salón en cuatro tiempos, algo complicado al ser tantas personas a pesar de que el salón no fuese tan grande) choqué contra Kim, que venía en la dirección contraria, y terminamos tirados en el suelo, de nuevo. Gem quiso reírse (como siempre) pero el grito que pegó Kim hizo que el salón quedara en silencio.
—¡Yah! —gritó, parándose y mirándome acusadoramente—. ¡¿Puedes hacer algo bien?!
—Kim... —susurré, completamente sorprendido ante el actuar anormal de mi novio.
—¡Kim la chota! ¡Tienes un deber y ese es bailar! ¡¿O es demasiado para ti?!
—Kim, para —dije suavemente, levantándome del suelo y mirándolo exasperarse.
—¿Para? —repitió en un tono irónico que nunca había visto antes—. ¡Tú deberías parar de ser tan inútil!
Sentí mis ojos arder y los entrecerré un poco, mordiendo mi lengua para no gritarle en la cara (y haciendo un puchero que no quería tener, pero tenía de igual manera); en otro momento lo haría, pero Kim me había dicho algo sobre estar de mal humor o algo así, y no es como si fuese el chico más paciente del mundo para aguantarme. Aún así, creo que fue algo exagerado reaccionar así ante un simple accidente.
Y es cosa de todos los días esto, pero recién ahora me doy cuenta. Esto ya no está funcionando. Kim ya no es el mismo de antes, y lamentablemente, yo tampoco. Vamos, el sexo es fantástico y nos vemos lindos juntos, pero la "chispa" que surgió en cuanto nos conocimos se extinguió hace mucho tiempo. ¿Qué clase de idiota soy para no haberme dado cuenta de eso antes?
Corrí al baño ignorando los gritos de Gem y me senté contra una de las puertas, ocultando mi rostro entre mis piernas y abrazándome de éstas. No me molesté en ocultarme en algún cubículo o algo; estaba mal y quería que el mundo lo supiera (da igual, después de todo, a nadie le importa; si no me creen vean como absolutamente nadie de los treinta y tantos alumnos, incluyendo a Gem y a mi novio, vino a ver cómo estaba).
Quién sabe cuánto tiempo pasó cuando comencé a marearme y me di cuenta de que no había comido nada desde esta mañana, confirmado por un gruñido proveniente de mi estómago. Levanté la cabeza de mis piernas y decidí que sería hora de salir, porque a juzgar por el reloj colgado en una de las paredes con cerámicos la clase estaba por terminar. Me acerqué al lavabo y lavé mi rostro, mirándome un segundo en el espejo; ojos rojos, pelo alborotado y una expresión de lo más deprimente, algo simplemente triste. Sonreí para mi mismo, intentando cambiar esa expresión depresiva, pero sólo se vio como una mueca mal hecha
—Disculpa, ¿estas bien?
Di un salto al escuchar la voz y me giré rápidamente, mirando al dueño de mi casi-mini-infarto.
Era un chico.
Un chico muy lindo.
Sonreí ladinamente. La relación estaba lo suficientemente arruinada para que importase algo como esto.
—Claro —asentí.
Él entrecerró sus ojos y pude darme cuenta de su mirada felina que me parecía haber visto antes. —¿Seguro? No lo pareces.
Volví a asentir, ahora escaneándolo con la mirada. Utilizaba ropa que parecía cara, con un pantalón probablemente de diseñador (éste se pegaba perfectamente a sus piernas, y dios, sus piernas) y una blusa abierta de un lado, dejando a la vista un poco de su piel albina, mientras que sus zapatillas eran deportivas y no combinaban para nada, pero aún así se veían bien en él. No pude evitar relamer mis labios en cuanto vi su cuello, descubierto por el gran tamaño del escote de la blusa.
—¿Bailas aquí? —preguntó, obligándome a subir mi mirada para ver directo en esos ojos extrañamente familiares.
—Sí —contesté sin ganas de dar muchos detalles—. ¿Por? ¿Quieres unirte?
Él rió suavemente, mostrando sus perfectos dientes blancos (juro que brillaron, lo juro) y produciendo una hermosa melodía para mis oídos.
Si esto seguía así terminaría comiéndome al chico, por dulce y tierno (y porque su clavícula visible me estaba tentando demasiado, pero shh).
—No —habló al fin—, es que yo soy el que diseñará los trajes de su próxima presentación; vine a tomar las medidas.
Recién allí me di cuenta de que en su hombro había una mochila y en su mano una bolsa de cartón, como las que entregan en las tiendas de ropa, llena de materiales y telas de distintas tonalidades de rojo y negro.
—Entonces debes ser muy bueno en lo que haces —dije, sonriéndole—. Luces joven.
Él rió nuevamente. Dios, debe querer matarme con esa risa.
—Años de práctica y algo de estudio adelantado —me sonrió y juro que podría morirme allí mismo—. Oh, olvidé presentarme —tendió su mano—: soy Johan. Kristian Johan.
Y mi mundo se iba al carajo.
Él era mi amor platónico de mis años de escuela, la razón de mi sufrimiento en mi último año y básicamente una de las tantas razones por las que mi familia era una mierda. Oh sí, él era Kris Johan, el novio (y futuro esposo) de mi hermano.
¿Había pensado en cogerme al novio de mi hermano, anterior y tal vez vigente amor mío?
Uh... Dios, estoy en un problema.
- Spoiler:
- perdón por tardar, pero tuve un bloqueo de último minuto y no podía terminar el cap. a mi parecer está algo largo y todo eso del baile me basé en mi propia experiencia en mis clases de danza, así me copé, jé. por cierto, utilizo algo de jerga de donde yo vivo (argentina), aún con mi política de escribir "neutro", pero es que necesitaba expresarme así en algunas partes, era una necesidad (?). ahre, igual perdonen si se les complica la lectura o no les gusta o algo. también perdonen por la tardanza, y perdonen si tengo alguna falla... dios, me siento mala escritora... igual disfruten por cierto, si les incomoda tantos paréntesis perdonen, pero estoy intentando una nueva forma de escribir. bue, eso, creo que es todo (?)
Invitado
Invitado
Re: First Love.
me encantó! no debes pedir ni una sola disculpa! jajaja enserio, estuvo genial, me enamoré de la forma de ser de nova, y kim es un histérico insoportable xd pero créeme que quedé encantada!
Invitado
Invitado
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