Suffering bullying (Zayn Malik).

¿Se imaginan lo que es sentirse excluido de la sociedad en todo sentido?
Bueno... yo lo he sentido y no quiero desearle a nadie aquello. No quiero que nadie sienta lo que yo sentí en aquellos tiempos. Porque no era para nada bonito.
Era horrible llegar al instituto por las mañanas y recibir las burlas y bromas pesadas de mis compañeros. Tener que soportar cinco -o más- horas diarias de puro fastidio, de escuchar sus insultos. Saber que el único lugar en el que me encontraba totalmente a salvo era en mi cuarto, en los interiores de mi casa. En los interiores de mi mundo.
No me invitaban a los cumple años, y mucho menos a las fiestas. Ellos me veían como alguien diferente; algo que en realidad soy, todos somos diferentes los unos de los otros. Sólo que ellos se creen perfectos, y por lo visto yo no alcanzaba a satisfacer sus requisitos. Había momentos en los que prefería que así fuera... prefería ser alguien que pasaba las tardes estudiando a ser una zorra regalada como todas las demás. Prefería ser la fea que nadie quería, a ser la típica rubia plástica que todos querían tirarse.
Mi escape era la música, pero llegó un momento en el que eso ya no me servía... y comencé a cortarme. Comencé a herirme. Allí fue cuando me creí todo lo que decían esos bastardos. Cuando mi mente me jugo una mala pasada, haciéndome creer que todas las tonteras que hablaban eran reales. “¡Gorda! Tienes que dejar de comer, ¡terminarás como protagonista de Liberen a Willy!” hubo peores. Lo admito.
Decidí bajar de peso, pero no de la manera común... la que todas deberíamos usar. Me causaba vómitos, después de cada comida. Mis dientes ya no estaban blancos como siempre lo habían sido, y las uñas mis dedos indice y medio estaban... destruidas, ya no brillaban. Mis ojos -que en algún momento fueron de un celeste cielo, con motas ámbar- ya no tenían vida. Ni siquiera yo era la misma de antes... pero... a eso me llevaron, y estoy orgullosa de poderle contar esto a ustedes. Aunque... bueno... prefiero adentrarme más en la historia. ¿Me lo permiten?

La primera vez que esto me sucedió fue el segundo día de clases. ¿Por qué no el primero? Claro, el primer día era para ‘taguear’ a los alumnos y luego ver qué les podrían llegar a hacer. Ese año me había tocado a mi… bueno… la suerte estaba echada desde el primer momento en el que pisé ese instituto. Podría caerles bien, o podrían odiarme cuando me vieran por el solo hecho de ser distinta, de venir de otro lado.

Tercer Día, instituto normal Bradford.
−¡Eh! ¡Error de la naturaleza! −gritó Gregory, uno de los “Mister Perfección”−. Creo que tu camino es aquel −señaló la salida hacia el lugar donde dormía el conserje.
No quise prestarle atención… era el primer día… ya se les olvidaría hasta los rasgos de mi rostro.
Entré a clases y busqué algún asiento libre… encontré uno en mitad del salón, bueno… ni muy atrás ni muy adelante.
Luego de sentarme, y dejar las cosas debajo del banco tomé mis auriculares. Le di play a la música de mi Ipod. ‘The A team’ de Ed Sheeran comenzó a sonar en mis oídos.
−Oye, nerdita −dijo Marcus Diggorü, tirando los auriculares de mis oídos−. Tienes que aprender las reglas de este lugar.
−Es un instituto publico −le espeté−, no hay más reglas que las que dicta la rectora.
−No te pases de lista, niña −murmuró−. No sabes de qué somos capaces.
El profesor entró y comenzó a dictar la clase.
A decir verdad me había quedado un poco asustada tras su −“No sabes de qué somos capaces.”− y no... yo no sabía de qué eran capaces. Pero se rumoreaba por ahí que elegían al más débil, lo hacían sentir mal, y luego... luego sea quien sea el chico, o la chica, que pasaba por aquello desaparecía. No quería un destino como ese. No.
−...entonces así serán las cosas durante el año, ¿entendido?
−Sí, profesor.
El timbre sonó y yo me escabullí entre todo el alumnado. Al intentar escapar choqué con un muchacho de cabello castaño.
−Lo siento... −mascullé−. No te he visto.
−No te preocupes −tomó mi mano ayudando a ponerme de pie−. ¿Nueva, verdad?
Era la primera persona que me trataba amablemente desde mi llegada.
−Sí... soy _____ −dije.
−Louis −sonrió−, un gusto.
−Lo mismo digo −su sonrisa me dio la confianza para sonreírle también.
−¿Vas a almorzar?
−Sí...
−Te acompaño, almorcemos juntos.
−Vale.

Sexto día, instituto normal Bradford.
Los días pasaban y las cosas se ponían peores. Aunque había cuatro personas que me mantenían con los pies en la tierra: Louis, Niall, Liam y Emma. A los tres últimos los había conocido en el transcurso esos tres días. Eran las únicas personas que no me hacían sentir mal.
Además de un muchacho del grupo de ‘los populares’... él tampoco me trataba mal. Es más, cuando los demás lo hacían él miraba la escena apenado... debatiéndose entre meterse o no. Pero era mejor que se quedará así. No quería saber nada de ninguna persona que pertenezca a ese grupo.
Emma visitaba mi casa día por medio, Niall comía conmigo y me ayudaba con las Matemáticas. Liam me defendía debes en cuando, era el muchacho más considerado y caballero que conocía. Louis se encargaba de robarme las risas y las carcajadas, era el encargado de espantar mis lágrimas.
−¡Oye, gorda! −gritó Marcus−. ¡Deja de comer!
−No le hagas caso, _____ −murmuró Emma.
−Sí... −le dije, con la mente en cualquier lado.

Noveno día, instituto normal Bradford.
Me sentía pesimo.
Le había mentido a Emma. ¡Le mentí!
“−No le hagas caso, _____”, le había dicho que sí… que no les haría caso. Pero los problemas me superaron.
Recuerdo que… estaba sentada en mi habitación. Llorando. Cuando Loui llegó.
−Redoble de tambores, aplausos, ¡Louis Tomlinson ya está aquí! −exclamó entrando a mi habitación−. _____... −susurró apenado al verme en aquella situación−…princesa −se quejó−, no llores. Sabes que odio verte llorar.
−No puedo, Lou −sollocé−, ellos lo hacen imposible.
−Sí, lo sé... pero no debes caer, y si caes ¡levántate! ¡No dejes que te pateen!
Tomé mi rostro entre mis manos, y lloré más fuerte. Él se sentó a mi lado, abrazándome, conteniéndome. Sabía que Loui había desarrollado un cariño rápido hacia mi, y era bueno que por lo menos él, y mis amigos, sean sinceros conmigo.
−Sht... −me abrazó más fuerte−. Sht... nena. Ignóralos. Olvídalos.
Dejé de sollozar, ocultándome en su cuello.
−¿_____? −susurró.
Hice un sonido con la garganta dándole a entender que lo escuchaba.
−Estás más delgada... mucho más que antes. ¿Qué es lo que haces?
Mierda. −Nada, Tommo.
−No me mientas, te conozco −tomó mi mano.
−Louis...
Miró mis dedos con cuidado, examinándolos. Notó que dos de mis dedos estaban feos.
−_____, te has vuelto bulímica −dio por hecho en un suave susurro−. Princesa, no te arruines de ésta manera.
−Yo...
−No lo hagas. Ya no lo hagas más −sentenció−. Te haces mal, mucho mal −se quedó en silencio.
−Tommo, yo...
−Me vendré a vivir contigo si es necesario, pero voy a asegurarme de que no lo hagas más.

Décimo-primer día, instituto normal Bradford.
Llegué al instituto junto con Louis. Había hecho efectivo ese: “−Me vendré a vivir contigo si es necesario...”, hacía día y medio que vivía en mi casa. Ayudaba, y también dormía, muchísimo. Me mantenía ocupada en otras cosas... por lo que ya no lo había vuelto a hacer y comía mejor. Tommo me había obligado a entender que no era la solución.
−Hola Em −sonreí abrazándola.
−Princesa de hielo −dijo a modo de chiste−, ¿cómo estás?
−De maravilla.
−¿Y quién a colaborado en aquello? −dijo Loui acercándose.
−Tú −sonreí ampliamente.
−Ésa es mi princesa.

Salí al recreo en paz, me había quedado sola por unos segundos... caminé por el pasillo y choqué contra alguien. ¡La segunda vez en el año, genial!
−Lo lamen... −levanté la vista y... ¡era él! El único muchacho que no me agredía.
−No, yo lo siento. Discúlpame.
−Claro... −dije en shock.
−Zayn... Zayn Malik.
−____ Parker.

Décimo-tercer día, instituto normal Bradford.
Los únicos que… relativamente… sabían que yo había hablado con Malik eran Lou y Liam. Louis porque vivía conmigo y Liam porque nos había visto. Aquella no era mi idea… había sido un error la mera charla que tuvimos —si es que podía llamársele charla—, yo… como idiota que soy, choqué con él.
−¿Qué te dijo? –preguntó el castaño de ojos marrones por onceava vez.
−Nada, sólo me dijo su nombre… Liam –dije harta.
Caminé rápidamente lejos de él. Luego de meter la excusa: “Debo ir al baño.” Salí al patio y… es horrible recordar lo que allí sucedió.
Tres chicas y un muchacho fornido me rodearon al tiro. Apreté los cuadernos que tenía entre mis brazos contra mi pecho.
−Hola nerdita –dijo la rubia−, creo que has pasado varios días sin notarnos.
−Yo supongo que debemos recordarle quiénes somos –dijo el muchacho.
¿Él iba a pegarme? ¡No iba a salir viva de eso!
−Pienso igual Zed –dijo la pelirroja del medio.
−Vamos a darle –concretó la muchacha morocha junto al chico.
Esa fue, debo decirles, la golpiza de mi vida.
Había manos por todos lados, todas sobre mi cuerpo, mi cara. Unas tiraban de mi cabello, otras golpeaban mi estomago. Las del chico me sostenían para que no me alejara de ellas. Las que se encontraban en mi estomago pasaron a sostenerme por el cuello.
−¡¡Ya suéltenla!! –la voz de Niall llegó a mis oídos.
−¿Ah, sí? –masculló el grandote que me mantenía allí−, ¿quién lo dice?
−¡Yo lo digo! –ahora un grito proveniente de Zayn. ¿Qué carajos hacía él ahí? ¿Por qué me defendía?
Abrí los ojos con dificultad, y vi a la directora junto al moreno.
−¡Por la mierda, la rectora! –aquello se escapó de la boca de la pelirroja.
−Los cuatro a mi oficina, ¡ahora! –exclamó−. Malik acompaña a Parker a la enfermería.
La mano de Zayn rodeó mi muñeca y paso mi brazo por alrededor de su cuello. Afirmándome a él. Con la mano, que antes había tomado mi muñeca, ahora sostenía mi cintura.
Ayudándome a seguir en pie.
Llegamos como pudimos a la enfermería. Yo sentía que en cualquier momento caería al piso.
−No tengas miedo –dijo el moreno−, estoy aquí.
Escuché sus palabras… y… aquello fue lo último que llegué a escuchar.

Décimo-cuarto día, instituto normal Bradford.
Había decidido quedarme en casa. Junto con Loui. Estaba devastada, y no necesitaba ver ningún rostro esta mañana. Ni si quiera el de Zayn. Sé que me ha salvado pero… no quiero.
−¿Cómo te sientes? –dijo Louis entrando a mi habitación luego de haber golpeado la puerta.
−Mejor… −mascullé.
−Ayer… ¿quiénes eran?
−No sé sus nombres… pero una morocha, una rubia y una pelirroja junto con un muchacho grande, fornido.
−Zayn te salvó.
−Lo sé… no necesito que me lo recuerdes.
−¿No lo necesitas o no quieres?
−Ambas.
−¿Qué tienes contra él? Es un buen chico. Lo ha demostrado.
−No quiero asociarme con ninguno de ellos. Prefiero quedarme con ustedes.
−_____... –susurró a modo de queja.
−Lou… −sonreí.
−Quiero que lo conozcas. Al menos permítele eso… −me dijo− si sigues creyendo que nada debe pasar quedaran como amigos.
−Intentaré…
−Hazlo –salió de mi habitación y bajó las escaleras.
Pero… la puerta se abrió nuevamente.
−Hola, ___(d) –sonrió.
−Zayn… −dije sorprendida−. Hola.
−¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
−Sí… supongo. Gracias. ¿Tú?
−Bien… ¿puedo? –señaló la esquina de mi cama.
−Claro –se sentó−. Zayn…
−Dime.
−¿Por qué te preocupas por mi?

Décimo-sexto día, instituto normal Bradford.
“−Simplemente porque me importas…” aquella había sido la respuesta de Zayn antes de cambiar de tema. Esquivó el bulto.
Había dicho muchas sandeces más después… puras cosas sin importancia.
En realidad era un buen chico, sólo que yo no quise darle la oportunidad. Louis tenía razón. Aunque… no estaba segura de que algo fuera a pasar.
A dos días de la golpiza… ya me encontraba mejor. ¡Gracias a Dios! Tenía algunos rasguños en el rostro pero… eran irrelevantes.
Ese día me levanté de buenas y decidí ir al instituto…
Dejé a Louis durmiendo y caminé hasta allá. Iba tranquila, con los audífonos en mis oídos. Ya no quería pensar, estaba “bien”… como se puede.
Entré. Encontrándome con mis amigos, Emma y Niall, a los besos.
−Muchachos –sonreí tiernamente−, buenos días.
−Hola, _____ −dijeron ambos.
−Veo que están ocupados… −dije−, iré por mis cosas al casillero –le guiñe a Niall y él rió.
Mientras caminaba hasta mi casillero noté los pasos de Zayn detrás de mí.
−Buenos días, Malik –mascullé.
−Eh –saludó.
−¿Qué tal todo?
−Bien… ¿Tú?
−Podría mentirte −reí−, pero estoy bien. ¿Por qué me sigues?
−No quiero que…
−…me hagan daño –acabé su frase−. Te informo que puedo defenderme sola.
−Claro… no fue eso lo que demostraste el otro día.
−¡Me tomaron desprevenida! –me excusé.
−Sí… por supuesto, señorita “yo puedo defenderme sola” −rió−, claro que no.
Su risa…
−Déjame ayudar −pidió−, creo que podríamos ser amigos. No quiero que esa parda de bastardos te lastime, _____. No te lo mereces.
Y tenía que decirlo.
−¡No me merezco nada de todo lo que me ha sucedido aquí! ¡Joder! Yo no le he hecho daño a nadie, no he molestado a nadie. Soy invisible. Me han golpeado, me han insultado. ¡No me merezco toda esta mierda! Pero no hay de otra… es la vida que me ha tocado y debo transitarla –exploté.
−_____... –susurró.
−¡¡No digas nada!! Sabes perfectamente que tengo razón –sollocé.
−Joder, no llores, ángel. No lo hagas –me abrazó.

Décimo-noveno día, instituto normal Bradford.
Todo lo que voy a contarles ahora sucedió a la salida del instituto, aquel día que Zayn no había asistido a clases.
Salí, de lo más tranquila, tomando un batido. Iba sola, tenía que pasar a buscar a Loui por la casa de Eleanor.
−¡Nerdita!
No pensaba voltear.
−¡Oye, acabó de hablarte! No creerás que puedes ignorarnos y llevártela gratis.
Un cuaderno golpeó mi cabeza en ese instante. Otra golpiza más. Me giré, quizá si les hacía frente sería más leve.
Esta vez eran dos chicas y tres muchachos. Uno de ellos se acercó, sin darme tiempo a correr, y me tomó por el cabello. La pelirroja —de antes— llegó para darme un puñetazo en pleno rostro. La rubia acompañó a la otra chica, imitándola. El segundo muchacho me arrebató el batido abriéndolo y esparciéndolo por cabeza, el líquido bajo por mi cuello mojándome por completo. El tercer bastardo me dio un golpe en el estomago provocando que escupiera un poco de sangre.
−¡Quizá para la próxima sepas qué hacer! –exclamó la pelirroja mientras todos corrían, escapando. Dejándome allí, sintiendo el sabor a oxido de la sangre en mi boca.
Aún debía ir por Louis…