Las apariencias engañan (Damon y tu; Continuación)

Las vacaciones de verano se acababan y debíamos regresar al colegio, la verdad es que ya no le temía. Si bien volvería a encontrarme con Damon y los mas probable es que con Rose también sabía que tendría a Jeremy a mi lado y que podríamos sortear de manera exitosa otro año escolar.

Y esa mañana llegó, me levanté más alegre de lo que esperaba y me senté en el sofá esperando a Jeremy para tomar desayuno, hoy le correspondía traerlo a él así que con paciencia me dedique a recorrer los canales de televisión con la intención de distraerme. Jer había llegado a mi vida para convertirse en ese cable a tierra que necesitaba, era tan humano y tenia problemas tan triviales que me alegraba oírlo quejarse, me ganaba miradas de disgusto por mi actitud pero no podía esconder lo que sentía, la verdad es que estar junto a Damon y dentro de su mundo había logrado cansarme, a pesar de que me costaba reconocerlo yo no me sentía cómoda en ese ambiente de continua lucha y riesgo, en el que sobrevivir un día mas era un verdadero regalo.

Jer no tardó en atravesar el umbral, con la característica sonrisa cruzando su rostro y una expresión de suficiencia que me era difícil de justificar.
-¿Y esa cara se debe a…?- pregunté con naturalidad.
-Ya lo verás-
Amaba dejarme en suspenso, nunca respondía a una pregunta directa y eso, muchas veces lograba sacarme de mis casillas. Pero la vida es así, no siempre consigues lo que deseas.

Nos dirigimos al instituto con el buen humor a flor de piel, mientras aquella mirada de “sé algo pero no te lo diré” no desaparecía del rostro de mi acompañante. El ambiente era agradable, viejos amigos se reencontraban, algunas muchachas reían con exageración y mi tormento no se veía por ningún lado, Jeremy debió notar mi escrutinio porque susurró a mi oído. –Yo estoy a tu lado, y mientras esté aquí Damon no podrá hacerte daño-. Le agradecí con una sonrisa, sabía que estaría a mi lado, pero no todo el día ya que como era menor teníamos clases diferentes y por ende me tendría que enfrentar sola al mundo.
-¿Desde cuándo eres cobarde?- me reprendí mentalmente -no necesitas a nadie que te defienda de Damon, eres lo suficiente mayor como para salir adelante.- Con esa convicción latente atravesé la puerta de mi clase.

Lamentablemente Rose se encontraba en medio del salón besando a Damon y mi seguridad se fue derrumbando lentamente, estaba preparada para un golpe físico pero no para uno emocional y ver a Damon con otra, me hizo comprender que aún no estaba lista para dejarlo ir. Se iba a desatar una guerra, una donde la más inteligente vencería y esa, estaba segura que era yo.

Recompuse la sonrisa en mi rostro y me senté delante, iba a enfrentar a Rose pero para ello necesitaba un plan y para tener un plan, necesitaba conocer sus debilidades. ¿Pero cómo iba a conocer sus debilidades en un mundo ignorante de vampiros?... la respuesta cayó del cielo o más bien atravesó la puerta, Alaric Saltzman, nuestro amado profesor de historia era la persona adecuada para ayudarme, haciendo una nota mental de luego ir a su oficina, presté atención a la clase mientras inevitablemente mi mirada se dirigía al fondo del salón, donde estaba Damon.

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-Miren quién apareció, la amiga del año- dijo en voz alta alguien a mi espalda, mientras salíamos del salón. -¿Cómo estuvieron tus vacaciones, te divertiste de niñera? Porque he escuchado que el Gilbert que queda sufre de adicciones-
Giré con calma -no te desesperes, resiste el impulso de matarla- decía mentalmente, porque esa voz obviamente pertenecía a Rose. Una sonrisa de total satisfacción inundaba su rostro y algunas chicas estaban detrás de ella, parecía haber llegado para ser la nueva abeja reina y el instituto la estaba recibiendo con los brazos abiertos.
-No creo que te interesen mis ocupaciones, son solo asunto mío- respondí con una gran sonrisa, no le daría la satisfacción de verme intimidada. –Y tú ¿Cómo estuviste, disfrutaste de mis sobras?- argumenté obviamente refiriéndome a Damon.
-Sí, no sabes cómo las disfruté. Y mucho más en la cama.- una seguidilla de –Uuuhhh- siguieron a su comentario, demostrando claramente que ella era la abeja reina y que debería encontrar una manera de derribarla en su propio juego.
-Me alegra- dije mientras me alejaba del lugar, no iba a enfrentarme a ella sin armas y menos cuando sabía que podía influenciarme solo con mirarme a los ojos, por lo que con calma me dirigí hacia la oficina del profesor Alaric, esperando encontrar en él las respuestas que con tanta ansiedad necesitaba.