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Infieles. {novela colectiva}
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Re: Infieles. {novela colectiva}
Capítulo 03
– Daniel, Daniel, ¿Daniel? – preguntaron del otro lado de la línea telefónica. Salí de la ensoñación de la que me encontraba desde hace unos minutos y despejé mi mente.
– ¿Sí papá? – pregunté frotando levemente mis ojos.
– ¿Escuchaste algo de lo que te dije? – suspiré y abrí mis ojos permitiéndome evaluar mi entorno.
– No papá, lo siento. – se escuchó el bufido de frustración del otro lado antes de volver a retomar todo lo que seguramente ya había hablado una vez, con la única diferencia de que al final, claramente, agregó un gran monólogo sobre mi falta de concentración.
Al menos una hora después, dónde papá aún continuaba hablando, se empezaron a escuchar murmullos fuera de mi oficina, murmullos que poco a poco crecían cada vez más. Fruncí el ceño antes de que la puerta de mi despacho se abriera.
– Soy su esposa, puedo entrar a su oficina cuando me plazca. – decía una muy frustrada Thea.
– Papá, Heather está acá, luego te llamo, dile a tu asistente que le envíe todos los detalles a Andrea y te confirmo luego. – le informé a papá al ver que ambas mujeres me miraban expectantes desde la puerta.
Luego de un bufido por parte de mi padre y una muy corta despedida corté la llamada.
– Lo siento Señor Phillips, no pude detenerla.
– No te preocupes Andrea, todo está bien, ya te había dicho que Heather podía entrar cuando lo necesitara.
Luego de un asentimiento salió de mi oficina cerrando la puerta detrás de ella. Al asegurarse de que las puertas estuvieran cerradas, Thea le sacó la lengua en un gesto más que infantil. Rodé los ojos y reí ante el acto.
Ella se volvió a mirarme y caminó segura hacia mí. Besó mis labios y mi pecho se contrajo. Por más que quisiera, por más que lo intentara, no sentía absolutamente nada. Para evitar sospechas le seguí el beso. Mi cabeza estaba a punto de explotar y todos los impulsos de mi cuerpo me decían que tenían retirarme, me imploraban hacerlo. Pero no podía.
Luego de unos segundos que llegaron a parecerme eternos, ella se separó y se sentó al borde de mi escritorio. Abrí los ojos y le sonreí intentando ocultar cualquier clase de dolor que se encontrara apresada en el interior de mi cuerpo. Como siempre, ni siquiera llegó a notar lo que me sucedía. Luego de más de diez años aparentando, debía decir que ya era muy bueno en ello. Sumándole la realidad de que siempre había sido callado y conservador, nadie nunca veía nada fuera de lugar.
– Gracias – le dije y ella me miró luego una sonrisa tocó sus labios.
– ¿Estabas hablando con tu papá? –me preguntó al ver la clara tensión en mis hombros, mas no toda esa tensión era por lo que ella creía.
– Sí, no dejo de divagar y él siempre termina sus conversaciones unilaterales con lecciones sobre “¿Por qué debo prestar más atención a sus palabras?”
– Siempre has sido muy disperso, no entiendo por qué a tu padre le parece raro ahora.
– Yo tampoco. – suspiré. Levanté una mano y alboroté mi cabello hasta acomodarlo de lado.
– Trabajas demasiado Daniel, tus padres no ven eso. – asentí, agradeciendo que a pesar de todo, aún se comportara como mi mejor amiga, no sólo como la esposa que nunca quise y nunca querré tener, no obstante, eso nadie lo sabía, nadie nunca lo llegaría a saber. – Recuerda que el fin de semana tienes la reunión de egresados.
– Salí hace apenas seis años, ¿tan rápido me quieren devuelta? –ella se encogió de hombros.
– Nunca me interesó el colegio, ya salí, lo único que sé es que absolutamente nada me llevará de vuelta, además, no es como que alguna vez llegué a fraternizar con mis compañeros de clase. Pero no vine a hablar de los años de colegio – frunció el ceño – ¿Te gustaría ir a almorzar?
Suspiré y miré el reloj de mi muñeca, este marcaba las 12:15p.m.
– Tengo una reunión a la una. – Froté mis ojos – Te diría que fuéramos a la cafetería del edificio pero te niegas a comer en la empresa.
– Pasas demasiado tiempo acá, mi motivo principal es sacarte no mantenerte más tiempo dentro de ella. – rodó los ojos y se ajustó el bolso en el hombro. – Ya nos veremos a las cinco, no olvides la cena. – asentí y besó mis labios de nuevo, esta vez agradecí que fue corto y leve.
Al momento de irse Thea, Andrea entró en mi despacho preguntando si me traía el almuerzo. Normalmente subiría yo, el hecho de sobrecargar su trabajo nunca había llegado a gustarme, pero hoy, no quería moverme de mi asiento, así que acepté su oferta.
Miré a mí alrededor y caí en la realidad de que estaba completamente solo. Giré la silla para admirar la ciudad desde las alturas. Desde esta posición todo se veía tan pequeño, tan lejano. Sin haberme dado cuenta, había permitido que mi padre me encerrara en un edificio de cristal, protegido y alejado de todo. Aunque no me importaba. Ya me había acostumbrado a la soledad, e incluso se puede decir que eso es irónico, ya que toda mi vida siempre he estado rodeado por alguien. Si no era la servidumbre, eran mis padres, si no eran ellos, era Thea, si no, la prensa o todos mis compañeros de colegio que siempre les llegó a importar más mi estabilidad económica y mi físico que cualquier otra cosa que hubiera llegado a desear.
En todo momento me pregunto: ¿qué si ellos supieran? ¿Qué si todos supieran la verdad de lo que soy y de lo que siento? Sería un caos. Aunque, para esta etapa de mi vida, siento que a cada día que pasa me ahogo más y más en un poso de mentiras del cual nunca he logrado encontrar una salida, no obstante, en realidad no sé si la estoy buscando.
Simplemente, tengo seguro de que nadie entendería lo que siento. A nadie le importaría. Algo que me había enseñado mi crianza era que siempre, por sobre todas las cosas y sentimientos, la opinión social era lo único que en serio contaba. Además, ¿cómo llegar a decirles a los demás algo que ni yo mismo he llegado a aceptar? Sólo estoy confundido. He estado confundido por diez años de mi vida. Sonaba patético, lo soy, pero no sé cómo afrontar la realidad. Era una persona atrapada dentro de un cuerpo mecánico, calculador y mentiroso. Necesitaba escapar, pero tenía miedo de hacerlo, siempre lo tendría.
Invitado
Invitado
Re: Infieles. {novela colectiva}
Perdón si hay alguna falta, pero lo subí desde el teléfono y es un poco incómodo :/
Espero que les guste n.n
Espero que les guste n.n
Invitado
Invitado
Re: Infieles. {novela colectiva}
me gustó muchísimo el capítulo. siendo honesta, thea me cae bien aunque siento que es demasiado empalagosa y eso a daniel no le gusta, a nadie le gustaría en realidad pero bue. pobre humano ;-; cuando las relaciones no funcionan deberían divorciarse y no ser infieles :c putos todos. daniel me cae bien, pero que horrible estar encerrado en una oficina todo el día, debe ser demasiado aburrido. siento que le pondrá el cuerno a thea con andrea, idk.
mañana subiré bc entro al colegio y no quiero estancar esto, las amo<33.
mañana subiré bc entro al colegio y no quiero estancar esto, las amo<33.
Última edición por tobias. el Dom 17 Ago 2014, 8:27 pm, editado 1 vez
tobias.
Re: Infieles. {novela colectiva}
ann y sofá: perfecto el prologo, me parecio tan poético y artístico, en serio me gusto, reflejo varios puntos de la historia, principalmente el contexto.
sofá: ¡santo cielo!, odio a Chris, pero lo peor de todo es que amo a Jake con toda mi alma, o sea Luke Castellan, el junto a Nico y Percy, mis amores literarios, griegos, so maravilloso el capituló, lo ame con todo mi corazón, perfecto, bueno siento la tardanza.
batman: ¡por las barbas de Merlín!, joder, Blake es estúpido, y sarah me parece muy inocente, ame el cap, no se me pareció tan perfecto, pero ¿quien es la tipa?, tengo sospechas, me dejaste con la intriga, hace tiempo que nos usabas a crystal, por cierto siento la tardanza.
char: genial, increíblemente genial, ame el capitulo, es que Daniel , lo ame, pobre Thea, no se es re-tierna, ahora Sweet soul, estoy apunto de yo hacer las audicones de nuevo, por cierto ¿como te va con chocolate?, si llegara a necesitar otra escritora yo me fresco como voluntaria, bueno amo como escribes, me encanto lo que trasmitiste a través de Dan, ni siquiera se noto que era la primera vez que escribías sobre una persona homosexual, bye.
sofá: ¡santo cielo!, odio a Chris, pero lo peor de todo es que amo a Jake con toda mi alma, o sea Luke Castellan, el junto a Nico y Percy, mis amores literarios, griegos, so maravilloso el capituló, lo ame con todo mi corazón, perfecto, bueno siento la tardanza.
batman: ¡por las barbas de Merlín!, joder, Blake es estúpido, y sarah me parece muy inocente, ame el cap, no se me pareció tan perfecto, pero ¿quien es la tipa?, tengo sospechas, me dejaste con la intriga, hace tiempo que nos usabas a crystal, por cierto siento la tardanza.
char: genial, increíblemente genial, ame el capitulo, es que Daniel , lo ame, pobre Thea, no se es re-tierna, ahora Sweet soul, estoy apunto de yo hacer las audicones de nuevo, por cierto ¿como te va con chocolate?, si llegara a necesitar otra escritora yo me fresco como voluntaria, bueno amo como escribes, me encanto lo que trasmitiste a través de Dan, ni siquiera se noto que era la primera vez que escribías sobre una persona homosexual, bye.
Invitado
Invitado
Re: Infieles. {novela colectiva}
ay, me encantó tu capítulo, chatti ♥ lo amé, y thea me parece re buena, pobre. pero así es la vida.
me gustaría aparecer en la vida de daniel y gritarle: yOLO, LOCO, YOLO. ahré.
bueno, espero a la siguiente, las quiero<3<3
me gustaría aparecer en la vida de daniel y gritarle: yOLO, LOCO, YOLO. ahré.
bueno, espero a la siguiente, las quiero<3<3
azura.
Re: Infieles. {novela colectiva}
Aww, me enamoré por completo del capítulo, escribes muy bien, puedo entender a Daniel, sentirse encerrado en una relación es lo peor.
Espero con ansias el siguiente
Espero con ansias el siguiente
wylan
Re: Infieles. {novela colectiva}
aish me da mucha penita daniel, el pobre está tan confundido y ni su trabajo ni su mujer le ayudan. creo que reflejaste muy bien lo liado que está. pequeña lottie me pareció genial ;)
pd.espero la siguiente
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Infieles. {novela colectiva}
Capítulo 04
Después de que mi esposa, July, me insultara y dijera cosas hirientes, salí de la casa para ir por mi desayuno. Normalmente desayuno en casa pero mi esposa está tan de mal humor que no quiero verla en este momento.
No entiendo cómo es que terminé así, comúnmente es el hombre quien insulta y trata mal a su esposa; en nuestro caso es al revés. July parece odiarme más que a cualquier cosa en el mundo. Y yo, bueno yo soy demasiado idiota como para separarme de ella, a veces intento que funcione pero por más que lo intento e intento ella sigue tratándome como su mascota.
No soy esa clase de hombre que desea una mujer que no deje de besarlo y darle mimos, no quiero eso, sólo quiero a alguien que me comprenda y aprecie. Después de las primeras semanas de casados, comprendí que July no era esa mujer y jamás iba a serlo. Que me destrozaría en mil pedazos antes de besarme o abrazarme.
Igual creo que a esa mujer le asusta estar sola, siempre termina disculpándose por las noches y haciéndome la cena. Aunque a la mañana siguiente vuelve a ser lo mismo, me grita que soy un idiota bueno para nada —lo cual no es cierto, trabajo demasiado como para ser un bueno para nada— y algunas veces incluso me golpea. Quisiera decir que sus golpes no duelen, pero estaría mintiendo.
Llego a una cafetería llamada ‘Classic’. Personalmente creo que es uno de los lugares más hermosos de Nueva Orleans. Los suelos son de madera impecable y las paredes son un estampado de color, cada una de ellas tiene su propio diseño y creo que eso es lo que hace a Classic un lugar tan especial.
Me siento en la misma mesa de siempre, junto a la ventana. Me gusta observar a quienes pasan por la calle mientras bebo mi café.
Al instante una chica hermosa se acerca a atenderme. Sé que no debería pensar así, pero es preciosa; tiene el cabello castaño hasta debajo del pecho con algunas ondas, sus ojos son castaños y llenos de bondad, alta y delgada pero con una figura perfecta. Seguramente es un ángel o algo parecido porque jamás había visto mujer más hermosa.
—¿Qué desea ordenar? —pregunta sonriendo abiertamente.
A diferencia de otras camareras del lugar, ella no va con un escote provocativo o una minifalda que a penas le cubra el trasero. Va con unos jeans algo ajustados pero decentes y una remera con una imagen de los Beatles.
—Un café —respondo devolviéndole la sonrisa.
—¿Quiere que lo traiga con azúcar y crema o prefiere prepararlo usted?
—No se preocupe, yo puedo prepararlo.
Ella asiente y se adentra en la cocina. Realmente quisiera invitarla a salir, pero tengo esposa y conociendo a July seguramente me cortará el cuello en cuanto sepa que salí con una chica que parece ser universitaria.
No entiendo por qué, pero deseo conocer mucho más sobre ella, su nombre, qué estudia, de dónde viene... Toda la información que pueda tener me vendría perfecta. Pero es una camarera y quizá al preguntarle eso parezca un acosador, quizá hasta tenga novio. Además, por más que odie mi relación con July, jamás le sería infiel.
La camarera vuelve a acercarse con una taza vacía en una mano y la jarra de café en la otra. Mi primer instinto es pararme a ayudarla pero antes de hacerlo ella ya había tropezado y derramado parte del café sobre mí. Gracias a la compasión de Dios no cayó al suelo, pero el café ardiendo quema mi piel.
Ella suelta un gritito y deja las cosas en la mesa para ayudarme.
—Discúlpeme, en serio, qué torpe soy —dice sacando una especie de toalla para limpiarme—. Perdone, señor, realmente no quería…
—Está bien, no te preocupes —la interrumpo y ella sonríe ligeramente.
—El jefe va a matarme —masculla entre dientes y continúa intentando quitar parte del café que derramó.
Al tenerla tan cerca siento ganas de preguntarle infinidad de cosas, y no entiendo por qué, pero no estoy molesto con ella por tirarme el café encima. Realmente creo que fue un accidente y no lo hizo con intención de fastidiar.
—Lo siento —continúa diciendo—. Juro que le pagaré la tintorería y el café será gratis, lo lamento muchísimo.
Niego con la cabeza, al ver las ojeras púrpuras debajo de sus ojos sé que trabaja demasiado; no la haré trabajar más por un pequeño accidente.
—En serio, está bien —le digo ayudándola a ponerse de pie.
Ella me sonríe aunque sé que es por compromiso porque puedo notar como se muerde el labio después y comienza a mover las manos nerviosamente.
—¿Cómo te llamas? —me atrevo a preguntar.
—Brook… es decir, Brooklyn. ¿Y usted?
—Isaac.
Me gusta su nombre, es bonito y además, por más raro que suene, tiene cara de Brooklyn. Sonríe y ahora puedo notar que su sonrisa es verdadera, me gusta que sonría tanto; sé que está mal compararla con July porque ella es mi esposa, pero creo que Brooklyn es mucho más buena persona. Oficialmente soy un idiota, pero son mis pensamientos y a menos de que haya un vampiro por aquí, nadie puede saber lo que pienso acerca de ella.
—Realmente lo lamento —vuelve a decir—. Es que los estudios están matándome y, sé que no le importa, pero estoy muy distraída. Igual lo siento muchísimo.
Me pregunto qué estudia, seguramente algo muy complejo porque parece una chica que le gustan los retos. Igual parece alguien muy inteligente, aunque no sé, hay algo en ella que no está bien; como si una parte estuviera rota o algo parecido.
—¿Y qué estudias?
—Medicina —dice sonriente—. Em, esto le va a sonar ridículo, pero salgo a las seis… Quizá podríamos ir a alguna parte.
Noto cómo se acaricia el pelo nerviosamente y se muerde el labio. Aunque no debería estar nerviosa, cualquier chico que vea bien saldría con ella sin pensarlo más de una vez. Además parecía ser alguien muy interesante, la manera en que hablaba… Una chica increíble a final de cuentas.
—Claro —respondo tratando de ocultar la emoción.
Me alegro de que fuera ella quien me invitara a salir, no quisiera ser yo quien lo hiciera. Sólo tengo que ir a trabajar y regresar por ella. Después de todo mi día no es tan malo, quizá estoy a punto de engañar a mi esposa y debería decirle a Brooklyn que no puedo salir con ella; pero a quién engaño, realmente quiero salir con ella. Hace mucho que no salgo, ni siquiera con July quien se empeña en pasar las noches en casa.
Pienso en volver a casa para cambiarme mi remera sucia, pero July se molestará y volverá a gritarme y decirme que soy un bueno para nada. Prefiero el regaño de mi jefe antes que el de mi esposa, algo para nada común.
Cuando termino de trabajar soy el hombre más feliz del mundo. Son las seis menos cinco y estoy perfectamente puntual para ir por Brooklyn; me siento un completo idiota y estoy reconsiderando el irme del país y desaparecer para siempre, pero no puedo hacerlo, si voy a hacer esto tendré que enfrentar las consecuencias más tarde.
Al final fue Jacob, mi mejor amigo, quien me prestó una remera nueva porque según él con esa mancha parecía que había menstruado o algo parecido. Es medio idiota, pero a final de cuentas mi mejor y único amigo. Cabe decir que July creía que todos eran mala influencia y me separó de cada uno de ellos.
Brooklyn sale del restaurante con su ropa de en la mañana, pero esta vez no trae el delantal. Al verme sonríe y se acerca hacia mí caminando tranquilamente.
—Hola —saluda alegremente.
—Hola —respondo. No sé qué otra cosa decir, demonios, hace años que nadie me dejaba sin palabras y esta chica consiguió hacerlo. Al final opto por preguntarle a dónde quiere ir—: ¿A dónde quisieras ir?
—No lo sé, depende de qué te guste hacer y qué comida te guste —dice encogiéndose de hombros y después vuelve a hablar—. Ya sé, podemos ir a caminar y sirve que nos conocemos. ¿Te parece jugar a las veinte preguntas?
La manera en que habla… No sé, simplemente es indescriptible la belleza que es. Es perfecta y realmente quiero hacer esto aunque signifique traicionar a mi actual esposa.
—Tú empieza —le digo comenzando a caminar por la acera junto a ella.
—¿De dónde eres?
—Southwark, Londres. ¿Qué hay de ti?
—Nueva Orleans, no suelo salir mucho de aquí realmente.
Eso me provoca ganas de llevarla a viajar por todo el mundo. Parece ser de esas personas que quieren saber todo acerca de todo y me gusta que sea así.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta mirándome.
—Adivina.
Ella niega con la cabeza sonriendo y después se pone pensativa.
—Así no es el juego.
—Entonces no sabrás mi edad.
Brooklyn, sin dejar de mirarme de arriba abajo, se muerde el labio. Parece hacerlo siempre que está nerviosa o pensativa, pero en ella se ve lindo. Todo se ve lindo en ella, en realidad.
—Veinticinco. —Dice un rato después y niego con la cabeza—. Veinticuatro. —Vuelvo a negar— Veintisiete. —Niego con la cabeza sonriendo y ella me da un ligero golpe en el hombro—. ¡Veintiocho!
—Gracias al cielo, creí que nunca lo adivinarías —le respondo burlón.
Ella frunce el ceño y cruza los brazos pero después vuelve a reír. Me pregunto qué sería de mi vida ahora si July fuera así, si fuera la persona más alegre del mundo y la más linda. No sé, quizá seríamos un matrimonio feliz y funcional.
—Tú debes tener unos veinte —le digo mientras caminamos por un parque.
—Veintiuno —me corrige pero no parece hacerlo molesta o fastidiada, sino que lo hace con amor. Suena extraño pero así es.
El resto de la ‘cita’ la pasamos caminando en el parque haciéndonos preguntas que sospecho que fueron más de veinte. Ella no dejó de sonreír en ningún momento, a veces me pregunto cómo hace la gente para ser tan feliz, ¿cómo hace Brooklyn para estar así de feliz siempre? No estoy seguro, pero quisiera ser igual
Todo iba bien, demasiado bien, hasta que mi querida July me habló por teléfono. No tenía otra opción, debía contestar. Y al instante se puso mal, no tenía el altavoz pero los gritos de mi esposa se oían hasta Japón.
En cuanto colgué, Brooklyn me miraba incrédula. Había dejado de sonreír y había adoptado una expresión confundida y furiosa.
—¿Tienes esposa? —pregunta con una calma inquietante y me quedo paralizado, no sé qué hacer o decirle—. ¡¿Tienes esposa?! —vuelve a preguntar y esta vez sí muy alterada.
—Sí —respondo después de un buen rato.
—Genial.
En cuanto termina de hablar se pone de pie y se aleja furiosa hacia la oscuridad. No tenía planeado que esto terminara tan pronto, Brooklyn me atrae demasiado.
—¡Espera! —le grito y ella se vuelve hacia mí, es ahora o nunca—. Tú no lo entiendes, mi esposa es terrible y tú…
—¡Eres tú quien no lo entiende! —me responde sin alzar mucho la voz—. Mi padre le fue infiel a mi madre, ¡no seré la otra mujer!
Y se va, dejándome solo en la oscuridad.
No entiendo cómo es que terminé así, comúnmente es el hombre quien insulta y trata mal a su esposa; en nuestro caso es al revés. July parece odiarme más que a cualquier cosa en el mundo. Y yo, bueno yo soy demasiado idiota como para separarme de ella, a veces intento que funcione pero por más que lo intento e intento ella sigue tratándome como su mascota.
No soy esa clase de hombre que desea una mujer que no deje de besarlo y darle mimos, no quiero eso, sólo quiero a alguien que me comprenda y aprecie. Después de las primeras semanas de casados, comprendí que July no era esa mujer y jamás iba a serlo. Que me destrozaría en mil pedazos antes de besarme o abrazarme.
Igual creo que a esa mujer le asusta estar sola, siempre termina disculpándose por las noches y haciéndome la cena. Aunque a la mañana siguiente vuelve a ser lo mismo, me grita que soy un idiota bueno para nada —lo cual no es cierto, trabajo demasiado como para ser un bueno para nada— y algunas veces incluso me golpea. Quisiera decir que sus golpes no duelen, pero estaría mintiendo.
Llego a una cafetería llamada ‘Classic’. Personalmente creo que es uno de los lugares más hermosos de Nueva Orleans. Los suelos son de madera impecable y las paredes son un estampado de color, cada una de ellas tiene su propio diseño y creo que eso es lo que hace a Classic un lugar tan especial.
Me siento en la misma mesa de siempre, junto a la ventana. Me gusta observar a quienes pasan por la calle mientras bebo mi café.
Al instante una chica hermosa se acerca a atenderme. Sé que no debería pensar así, pero es preciosa; tiene el cabello castaño hasta debajo del pecho con algunas ondas, sus ojos son castaños y llenos de bondad, alta y delgada pero con una figura perfecta. Seguramente es un ángel o algo parecido porque jamás había visto mujer más hermosa.
—¿Qué desea ordenar? —pregunta sonriendo abiertamente.
A diferencia de otras camareras del lugar, ella no va con un escote provocativo o una minifalda que a penas le cubra el trasero. Va con unos jeans algo ajustados pero decentes y una remera con una imagen de los Beatles.
—Un café —respondo devolviéndole la sonrisa.
—¿Quiere que lo traiga con azúcar y crema o prefiere prepararlo usted?
—No se preocupe, yo puedo prepararlo.
Ella asiente y se adentra en la cocina. Realmente quisiera invitarla a salir, pero tengo esposa y conociendo a July seguramente me cortará el cuello en cuanto sepa que salí con una chica que parece ser universitaria.
No entiendo por qué, pero deseo conocer mucho más sobre ella, su nombre, qué estudia, de dónde viene... Toda la información que pueda tener me vendría perfecta. Pero es una camarera y quizá al preguntarle eso parezca un acosador, quizá hasta tenga novio. Además, por más que odie mi relación con July, jamás le sería infiel.
La camarera vuelve a acercarse con una taza vacía en una mano y la jarra de café en la otra. Mi primer instinto es pararme a ayudarla pero antes de hacerlo ella ya había tropezado y derramado parte del café sobre mí. Gracias a la compasión de Dios no cayó al suelo, pero el café ardiendo quema mi piel.
Ella suelta un gritito y deja las cosas en la mesa para ayudarme.
—Discúlpeme, en serio, qué torpe soy —dice sacando una especie de toalla para limpiarme—. Perdone, señor, realmente no quería…
—Está bien, no te preocupes —la interrumpo y ella sonríe ligeramente.
—El jefe va a matarme —masculla entre dientes y continúa intentando quitar parte del café que derramó.
Al tenerla tan cerca siento ganas de preguntarle infinidad de cosas, y no entiendo por qué, pero no estoy molesto con ella por tirarme el café encima. Realmente creo que fue un accidente y no lo hizo con intención de fastidiar.
—Lo siento —continúa diciendo—. Juro que le pagaré la tintorería y el café será gratis, lo lamento muchísimo.
Niego con la cabeza, al ver las ojeras púrpuras debajo de sus ojos sé que trabaja demasiado; no la haré trabajar más por un pequeño accidente.
—En serio, está bien —le digo ayudándola a ponerse de pie.
Ella me sonríe aunque sé que es por compromiso porque puedo notar como se muerde el labio después y comienza a mover las manos nerviosamente.
—¿Cómo te llamas? —me atrevo a preguntar.
—Brook… es decir, Brooklyn. ¿Y usted?
—Isaac.
Me gusta su nombre, es bonito y además, por más raro que suene, tiene cara de Brooklyn. Sonríe y ahora puedo notar que su sonrisa es verdadera, me gusta que sonría tanto; sé que está mal compararla con July porque ella es mi esposa, pero creo que Brooklyn es mucho más buena persona. Oficialmente soy un idiota, pero son mis pensamientos y a menos de que haya un vampiro por aquí, nadie puede saber lo que pienso acerca de ella.
—Realmente lo lamento —vuelve a decir—. Es que los estudios están matándome y, sé que no le importa, pero estoy muy distraída. Igual lo siento muchísimo.
Me pregunto qué estudia, seguramente algo muy complejo porque parece una chica que le gustan los retos. Igual parece alguien muy inteligente, aunque no sé, hay algo en ella que no está bien; como si una parte estuviera rota o algo parecido.
—¿Y qué estudias?
—Medicina —dice sonriente—. Em, esto le va a sonar ridículo, pero salgo a las seis… Quizá podríamos ir a alguna parte.
Noto cómo se acaricia el pelo nerviosamente y se muerde el labio. Aunque no debería estar nerviosa, cualquier chico que vea bien saldría con ella sin pensarlo más de una vez. Además parecía ser alguien muy interesante, la manera en que hablaba… Una chica increíble a final de cuentas.
—Claro —respondo tratando de ocultar la emoción.
Me alegro de que fuera ella quien me invitara a salir, no quisiera ser yo quien lo hiciera. Sólo tengo que ir a trabajar y regresar por ella. Después de todo mi día no es tan malo, quizá estoy a punto de engañar a mi esposa y debería decirle a Brooklyn que no puedo salir con ella; pero a quién engaño, realmente quiero salir con ella. Hace mucho que no salgo, ni siquiera con July quien se empeña en pasar las noches en casa.
Pienso en volver a casa para cambiarme mi remera sucia, pero July se molestará y volverá a gritarme y decirme que soy un bueno para nada. Prefiero el regaño de mi jefe antes que el de mi esposa, algo para nada común.
***
Cuando termino de trabajar soy el hombre más feliz del mundo. Son las seis menos cinco y estoy perfectamente puntual para ir por Brooklyn; me siento un completo idiota y estoy reconsiderando el irme del país y desaparecer para siempre, pero no puedo hacerlo, si voy a hacer esto tendré que enfrentar las consecuencias más tarde.
Al final fue Jacob, mi mejor amigo, quien me prestó una remera nueva porque según él con esa mancha parecía que había menstruado o algo parecido. Es medio idiota, pero a final de cuentas mi mejor y único amigo. Cabe decir que July creía que todos eran mala influencia y me separó de cada uno de ellos.
Brooklyn sale del restaurante con su ropa de en la mañana, pero esta vez no trae el delantal. Al verme sonríe y se acerca hacia mí caminando tranquilamente.
—Hola —saluda alegremente.
—Hola —respondo. No sé qué otra cosa decir, demonios, hace años que nadie me dejaba sin palabras y esta chica consiguió hacerlo. Al final opto por preguntarle a dónde quiere ir—: ¿A dónde quisieras ir?
—No lo sé, depende de qué te guste hacer y qué comida te guste —dice encogiéndose de hombros y después vuelve a hablar—. Ya sé, podemos ir a caminar y sirve que nos conocemos. ¿Te parece jugar a las veinte preguntas?
La manera en que habla… No sé, simplemente es indescriptible la belleza que es. Es perfecta y realmente quiero hacer esto aunque signifique traicionar a mi actual esposa.
—Tú empieza —le digo comenzando a caminar por la acera junto a ella.
—¿De dónde eres?
—Southwark, Londres. ¿Qué hay de ti?
—Nueva Orleans, no suelo salir mucho de aquí realmente.
Eso me provoca ganas de llevarla a viajar por todo el mundo. Parece ser de esas personas que quieren saber todo acerca de todo y me gusta que sea así.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta mirándome.
—Adivina.
Ella niega con la cabeza sonriendo y después se pone pensativa.
—Así no es el juego.
—Entonces no sabrás mi edad.
Brooklyn, sin dejar de mirarme de arriba abajo, se muerde el labio. Parece hacerlo siempre que está nerviosa o pensativa, pero en ella se ve lindo. Todo se ve lindo en ella, en realidad.
—Veinticinco. —Dice un rato después y niego con la cabeza—. Veinticuatro. —Vuelvo a negar— Veintisiete. —Niego con la cabeza sonriendo y ella me da un ligero golpe en el hombro—. ¡Veintiocho!
—Gracias al cielo, creí que nunca lo adivinarías —le respondo burlón.
Ella frunce el ceño y cruza los brazos pero después vuelve a reír. Me pregunto qué sería de mi vida ahora si July fuera así, si fuera la persona más alegre del mundo y la más linda. No sé, quizá seríamos un matrimonio feliz y funcional.
—Tú debes tener unos veinte —le digo mientras caminamos por un parque.
—Veintiuno —me corrige pero no parece hacerlo molesta o fastidiada, sino que lo hace con amor. Suena extraño pero así es.
El resto de la ‘cita’ la pasamos caminando en el parque haciéndonos preguntas que sospecho que fueron más de veinte. Ella no dejó de sonreír en ningún momento, a veces me pregunto cómo hace la gente para ser tan feliz, ¿cómo hace Brooklyn para estar así de feliz siempre? No estoy seguro, pero quisiera ser igual
Todo iba bien, demasiado bien, hasta que mi querida July me habló por teléfono. No tenía otra opción, debía contestar. Y al instante se puso mal, no tenía el altavoz pero los gritos de mi esposa se oían hasta Japón.
En cuanto colgué, Brooklyn me miraba incrédula. Había dejado de sonreír y había adoptado una expresión confundida y furiosa.
—¿Tienes esposa? —pregunta con una calma inquietante y me quedo paralizado, no sé qué hacer o decirle—. ¡¿Tienes esposa?! —vuelve a preguntar y esta vez sí muy alterada.
—Sí —respondo después de un buen rato.
—Genial.
En cuanto termina de hablar se pone de pie y se aleja furiosa hacia la oscuridad. No tenía planeado que esto terminara tan pronto, Brooklyn me atrae demasiado.
—¡Espera! —le grito y ella se vuelve hacia mí, es ahora o nunca—. Tú no lo entiendes, mi esposa es terrible y tú…
—¡Eres tú quien no lo entiende! —me responde sin alzar mucho la voz—. Mi padre le fue infiel a mi madre, ¡no seré la otra mujer!
Y se va, dejándome solo en la oscuridad.
sigue: targaryen
tobias.
Re: Infieles. {novela colectiva}
ay, nanni, me encantó enserio. isaac es tan asdfghjk y brook me parece un pan de dios (?)
espero el capítulo de yiyi
espero el capítulo de yiyi
azura.
Re: Infieles. {novela colectiva}
perfecto tu capitulo, mañana lo edito para dejar algo mas bonito
Invitado
Invitado
Re: Infieles. {novela colectiva}
Estoy de acuerdo con Ana, el capítulo es perfecto.
Me siento un poco mal por Isaac y como lo trata July, lo bueno es que ya llego Brooklyn para darle un poco de tranquilidad a su vida.
Espero terminar hoy el capítulo :D
Me siento un poco mal por Isaac y como lo trata July, lo bueno es que ya llego Brooklyn para darle un poco de tranquilidad a su vida.
Espero terminar hoy el capítulo :D
wylan
Re: Infieles. {novela colectiva}
Capítulo 05
El fuerte olor de L'Homme Libre de Yves Saint Lauren inundó mis pulmones despertando todos mis sentidos. Aquel perfume que le había regalado hace algunas semanas, debo decir que a veces me molestaba que la usara pues estaba segura que su asistente y todos sus compañeros de trabajo se deleitaban más con el aroma, en cambio, cuando él llegaba a casa apenas podía detectarla, el hedor a cigarro y cualquier otro aroma del exterior manchaban tan bella fragancia.
Travis estaba por marcharse rumbo a su trabajo, se acercó a mí y con delicadeza dejó un beso en mi frente. Mientras yo deseaba que algún día él se quedara conmigo en la cama, no necesariamente tendríamos que tener sexo, simplemente quisiera saber cómo es exactamente tener a mi esposo un día completo y sin interrupciones. Ni siquiera en nuestra boda pudo descansar del trabajo, increíble pero cierto.
Escuché la puerta frontal cerrarse y posteriormente el carro alejarse. Me quede un rato más en la cama admirando el techo y después dedique otro rato para mi anillo de bodas el cual me avergonzaba usar, sentía que era una broma que yo solo era la esposa trofeo y en cenas importantes el me presumía frente a sus amigos y compañeros de trabajo, aunque en esas cenas pasaba más tiempo con él que en día normal.
Muy dentro de mis pensamientos reconocía que ésta no era la vida que yo quería o la que merecía, ¿por qué no puedo ser feliz? ¿por qué no puedo tener un matrimonio solido? Un matrimonio como el de mis padres, ellos eran un claro ejemplo para mí de lo que una buena relación sentimental era.
Me negaba a creer que en algún día yo también llegara a pertenecer a las estadísticas de matrimonios fallidos, simplemente no lo quería, sin embargo, tampoco me quería atar a una relación en la cual no era feliz, no sabía que hacer o con quien acudir por ayuda. Días antes insinué a mi esposo sobre ir a una terapia de pareja, pero antes de escuchar su respuesta el maldito teléfono ya estaba sonando.
Me levanté de la cama y encendí la radio, la canción Fallin' de Alica Keys ya se encontraba algo adelantada. «Como anillo al dedo», pensé tristemente. Lo amaba pero eso no era suficiente y parecía que el simplemente prefería ignorar mi evidente incomodidad.
Claro todo era perfecto, me vendió una hermosa ilusión cuando eramos novios, pero una vez comprometidos me empecé a dar cuenta que ninguno de los dos nos sentíamos listos para un matrimonio, y yo siendo la típica idiota de siempre ignoré esas señales y me encadene a ésta situación.
El timbre de la puerta sonó un par de veces, raro, no esperaba a nadie y Travis siempre llevaba sus llaves con él. En el momento que abrí la puerta un par de sujetos entraron a la casa y dejaron dos enormes arreglos florales al pie de la escalera. Ambos hombres se fueron sin decir nada y yo estaba morí de la pena, solo vestía una vieja camisa de Travis y unas bragas. A punto de cerrar la puerta alguien agitó su mano asomando un poco su cabeza al interior de la casa.
—¿Usted es la señora de la casa?— asentí. Aquel hombre igualmente asintió con una mirada y sonrisa divertida. Tenía el presentimiento de que esa pequeña sonrisa se debía al hecho de encontrarme usando la puerta como escudo, todo era porque no quería que me viera vestida así.
Me entrego un sobre cerrado y al tacto podía adivinar que era una de esas tarjetas como las que tus abuelos te obsequian en tu cumpleaños, conociendo a mi esposo sabía que simplemente escogió la tarjeta más bonita y la colocó dentro del sobre. Levanté mi mirada y él joven castaño sonrió una vez más para luego salir completamente de la casa y desaparecerse de mi vista.
Cerré la puerta de un golpe haciendo eco por toda la casa provocando que nuestro cachorro se sobre saltara y comenzara a ladrar. —Silencio, Bucky —ordené. El perro obedeció y regreso a su lugar. Mientras yo tomaba asiento en el sofá de la sala de estar. Me encontraba un poco confundida, Travis no suele hacer este tipo de cosas, «¿qué habrá hecho este idiota?» pensé, porque cuando eramos novios un par de veces me sorprendió con una rosa, y siempre me decía que no debía acostumbrarme pues era del tipo romántico.
Al abrir la tarjeta leí Porque estos meses han sido muy... ni siquiera me tomaría la molestia de terminar de leerlo así como él no se tomó un par de minutos de su vida para escribir esa nota por si solo. «No puedo creer que tuviera que ordenar a su asistente de escribir esto». Sentí un nudo en la garganta, —pero recuerda Ivory, él te lo advirtió. No es del tipo romántico.—
Y de la nada un estruendo sonó en el exterior, tanto el perro como yo nos levantamos. Bucky comenzó a ladrar como loco, a la vez que me asomaba por la ventana y vislumbre un puñado de vecinos justo enfrente de mi casa, mi instinto fue: salir y ver que sucedía. —¡Volvió a pasar, lo sabía yo lo sabía! —decía alguien. —Ese tipo un día va a matar a alguien —escuché a otro vecino.
Harry Locke, nuestro ebrio vecino golpeo la camioneta de los repartidores de flores, los chicos que habían dejado las flores gritaban a Harry al igual que todos ahí, no el primer incidente de Harry, hace dos meses termino destruyendo el jardín de nuestra casa y hace una semana casi atropella al gato de la señora Geller. Si no fuera porque Bucky salio de casa a toda marcha rumbo a no sé dónde yo también me hubiera unido a la fiesta de insultos, cuando corría detrás de Bucky daba gracias que todo estaban ocupados gritando a Harry y no viendo mi trasero.
Fue tan inesperado cuando alguien me rebaso y alcanzo a Bucky «maldita sea mi suerte» era el tipo de la risita burlona que me entrego el sobre. —Creó que este amigo es tuyo —dijo dándome al cachorro. «Mal dita sea, Bucky ¿por qué no puedes ser lo suficientemente grande como para cubrir mis penas?»
sigue: anastacia.
wylan
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