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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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El Origen de Grey
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
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El Origen de Grey
- Ficha de One Shot:
- Titulo: El Origen de Grey.
Autor: Desconocido.
Adaptación: No.
Genero: Drama.
Advertencias: (+16).
Otras páginas: Si; Triologia Cincuenta Sombras.
httpvaginiall
La Primera Sombra - Capítulo 1
Mama tiene un pelo muy bonito.
La miro. Está pálida. Su cara esta completamente blanca excepto la parte de las mejillas que hay bajo sus ojos. Esa parte de su cara es negra.
“Cariño, mama necesita descansar”.
Ese soy yo. Yo soy “cariño”. A veces soy Christian a veces soy “Cariño”. Se gira y me mira. Tiene unos ojos preciosos.
“¿Estas cansado cariño?”
Sus labios están secos, necesitan agua. Me gustaría abrir la boca y poder decirle que no, que no estoy cansado, que quiero comer, que tengo frío. Sin embargo no puedo. Mi voz no funciona. No funciona como la de ella. No funciona como el de resto de la gente. Asiento con la cabeza. Digo que sí. Que estoy cansado, aunque no lo estoy. Miento. Soy un mentiroso. Los mentirosos son malas personas. Los mentirosos deberían ser castigados.
“Vale Christian, hora de ir a dormir”.
Me gustaría poder dormir con mama, pero ella me da la espalada, se estira en el suelo y cierra los ojos. Tiene un manta, pero aún tiembla. Le doy también mi manta, y voy corriendo a buscar a Car. Car quiere que lo sujete de la mano, así que lo hago. Me quedo tumbado en el suelo en la esquina. Lo abrazo le doy un beso. Él sonríe. Mama hace un ruido. Sus ojos gotean. Se abren. Me mira. Me mira a mí ¿Por que están goteando?
“Son solo lágrimas, Cariño”.
Su voz suena cansada. Ella sabe que es lo que estoy pensando. Lágrimas, las lágrimas son agua. A veces de mis ojos también brotan lágrimas, pero no se porque. Cuando mi estomago hace ruidos y me duele el pecho, lagrimas escurren de mis ojos como de los de mamá. Me gustaría decírselo, pero otra vez no me salen las palabras. Me vuelvo hacía Car. Car nunca llora.
La puerta se abre, mama se asusta, le cuesta respirar. Lágrimas. Él está ahí. Él no tiene nombre. No conozco el nombre de ninguna otra persona salvo el de mamá y el mío. Yo tengo dos nombres, Cariño o Christian. ¿Porqué dos nombres? Car solo tiene un nombre, Car. Yo le puse ese nombre. También le puse un nombre a él. Le llamo el Hombre Malo. Mamá, Cariño Chritian, Car y el Hombre Malo.
“Levanta puta. Tengo un trabajo para tí”.
Mamá intenta levantarse. ¿Puta? Su nombre es mamá. El hombre malo está enfadado, le da una patada. A mamá se le saltan las lágrimas. ¡Mama esta cansada!, quiero decirle. Que esta cansada significa que necesita descansar, no trabajar. No sé como decírselo al Hombre Malo. Quizás Car pueda. Lo miro. Parece que él tampoco puede hablar.
“¡Christian necesita comer!”
Ese soy yo. Yo soy Christian, y estoy hambriento. ¿Como sabe mamá eso?
“Déjalo… ya le daré yo de comer a ese bastardo”
¿Tengo tres nombres?
Lleva un pequeño palo en la boca. Esta encendido y hace luz. Odio los palos de luz, huelen mal. Están calientes y hacen mucho daño cuando me los restriega en la piel. Mamá trata de levantarse pero lo hace demasiado lento. El Hombre Malo la coge del pelo y la estira. A veces me pregunto si mi pelo es bonito. Lo siento en mi cabeza pero no se como es. El Hombre Malo empuja a mama. La levanta suelo de un tirón. Dice algo sobre encontrarse con Ricky en el piso de abajo. ¿Es Ricky un nombre? Golpea la puerta. La pared tiembla. Cada vez que el Hombre Malo me mira, no puedo evitar que más lagrimas escurran de mis ojos.
“¿Qué quieres de comer imbécil?”
Cuatro nombres. No quiero comida fría. Cuando como comida fría me hacen daño los dientes. Quiero decirle al Hombre Malo que quiero comida caliente, pero de nuevo no me salen las palabras. Levanto a Car y lo sostengo hacía él con la esperanza de que le diga algo. No le dice nada. El Hombre Malo lo coge de la cabeza y le da una patada. Hace un ruido gracioso. Car no llora cuando el Hombre Malo lo golpea contra la pared, pero yo sí. Me duele el corazón. Tiembla y hace ruido. No se si el Hombre Malo y Car pueden oírlo. El Hombre Malo me coge del brazo y me levanta de un tirón. Mi garganta hace un ruido extraño. He oído a mamá hacer ese ruido antes. Caigo. Me vuelve a sujetar por el brazo. Me restriega el palo de luz en la espalda.
Dolor. Finalmente salen de mi boca algunas palabras. Es el único momento en el que soy capaz de decir algo, cuando el Hombre Malo me toca con el palo de luz. Mi boca se abre. Grito. Mis ojos se inundan de lágrimas. Él coge el palo de luz y vuelve a ponérselo en la boca, me arrastra hasta hasta la esquina. Me aprieta. Pienso que me va a arrancar el brazo. Espero que no me arranque los dos para poder sujetar a Car con el otro. El Hombre Malo me tira un plato de comida fría a los pies. Son guisantes. Me duele la tripa solo mirarlo. No dice nada más. Abre la puerta y se va otra vez. Oigo un clic. Se que la puerta no se volverá a abrir. Al menos hoy no. Ha cerrado con llave así que hoy ya no podré salir.
Corro hacia Car. El brazo por el que me cogió el Hombre Malo aún me duele, así que utilizo el otro para abrazarlo. Car debe estar hambriento también. Le doy un beso contento de ver que él no tiene lágrimas en los ojos. Me siento junto a los guisantes. Están fríos. Pongo uno en mi boca. Están fríos y duros. Intento masticarlos pero no puedo. Dejo de intentarlo cuando comienzan a dolerme todos los dientes. Le doy un guisante a Car pero a él tampoco parecen gustarle. Cojo la manta y me tapo. Me tapo yo a Car y a los guisantes. Me duele la tripa. Vuelven a escurrir lágrimas de mis ojos y no entiendo por qué.
La miro. Está pálida. Su cara esta completamente blanca excepto la parte de las mejillas que hay bajo sus ojos. Esa parte de su cara es negra.
“Cariño, mama necesita descansar”.
Ese soy yo. Yo soy “cariño”. A veces soy Christian a veces soy “Cariño”. Se gira y me mira. Tiene unos ojos preciosos.
“¿Estas cansado cariño?”
Sus labios están secos, necesitan agua. Me gustaría abrir la boca y poder decirle que no, que no estoy cansado, que quiero comer, que tengo frío. Sin embargo no puedo. Mi voz no funciona. No funciona como la de ella. No funciona como el de resto de la gente. Asiento con la cabeza. Digo que sí. Que estoy cansado, aunque no lo estoy. Miento. Soy un mentiroso. Los mentirosos son malas personas. Los mentirosos deberían ser castigados.
“Vale Christian, hora de ir a dormir”.
Me gustaría poder dormir con mama, pero ella me da la espalada, se estira en el suelo y cierra los ojos. Tiene un manta, pero aún tiembla. Le doy también mi manta, y voy corriendo a buscar a Car. Car quiere que lo sujete de la mano, así que lo hago. Me quedo tumbado en el suelo en la esquina. Lo abrazo le doy un beso. Él sonríe. Mama hace un ruido. Sus ojos gotean. Se abren. Me mira. Me mira a mí ¿Por que están goteando?
“Son solo lágrimas, Cariño”.
Su voz suena cansada. Ella sabe que es lo que estoy pensando. Lágrimas, las lágrimas son agua. A veces de mis ojos también brotan lágrimas, pero no se porque. Cuando mi estomago hace ruidos y me duele el pecho, lagrimas escurren de mis ojos como de los de mamá. Me gustaría decírselo, pero otra vez no me salen las palabras. Me vuelvo hacía Car. Car nunca llora.
La puerta se abre, mama se asusta, le cuesta respirar. Lágrimas. Él está ahí. Él no tiene nombre. No conozco el nombre de ninguna otra persona salvo el de mamá y el mío. Yo tengo dos nombres, Cariño o Christian. ¿Porqué dos nombres? Car solo tiene un nombre, Car. Yo le puse ese nombre. También le puse un nombre a él. Le llamo el Hombre Malo. Mamá, Cariño Chritian, Car y el Hombre Malo.
“Levanta puta. Tengo un trabajo para tí”.
Mamá intenta levantarse. ¿Puta? Su nombre es mamá. El hombre malo está enfadado, le da una patada. A mamá se le saltan las lágrimas. ¡Mama esta cansada!, quiero decirle. Que esta cansada significa que necesita descansar, no trabajar. No sé como decírselo al Hombre Malo. Quizás Car pueda. Lo miro. Parece que él tampoco puede hablar.
“¡Christian necesita comer!”
Ese soy yo. Yo soy Christian, y estoy hambriento. ¿Como sabe mamá eso?
“Déjalo… ya le daré yo de comer a ese bastardo”
¿Tengo tres nombres?
Lleva un pequeño palo en la boca. Esta encendido y hace luz. Odio los palos de luz, huelen mal. Están calientes y hacen mucho daño cuando me los restriega en la piel. Mamá trata de levantarse pero lo hace demasiado lento. El Hombre Malo la coge del pelo y la estira. A veces me pregunto si mi pelo es bonito. Lo siento en mi cabeza pero no se como es. El Hombre Malo empuja a mama. La levanta suelo de un tirón. Dice algo sobre encontrarse con Ricky en el piso de abajo. ¿Es Ricky un nombre? Golpea la puerta. La pared tiembla. Cada vez que el Hombre Malo me mira, no puedo evitar que más lagrimas escurran de mis ojos.
“¿Qué quieres de comer imbécil?”
Cuatro nombres. No quiero comida fría. Cuando como comida fría me hacen daño los dientes. Quiero decirle al Hombre Malo que quiero comida caliente, pero de nuevo no me salen las palabras. Levanto a Car y lo sostengo hacía él con la esperanza de que le diga algo. No le dice nada. El Hombre Malo lo coge de la cabeza y le da una patada. Hace un ruido gracioso. Car no llora cuando el Hombre Malo lo golpea contra la pared, pero yo sí. Me duele el corazón. Tiembla y hace ruido. No se si el Hombre Malo y Car pueden oírlo. El Hombre Malo me coge del brazo y me levanta de un tirón. Mi garganta hace un ruido extraño. He oído a mamá hacer ese ruido antes. Caigo. Me vuelve a sujetar por el brazo. Me restriega el palo de luz en la espalda.
Dolor. Finalmente salen de mi boca algunas palabras. Es el único momento en el que soy capaz de decir algo, cuando el Hombre Malo me toca con el palo de luz. Mi boca se abre. Grito. Mis ojos se inundan de lágrimas. Él coge el palo de luz y vuelve a ponérselo en la boca, me arrastra hasta hasta la esquina. Me aprieta. Pienso que me va a arrancar el brazo. Espero que no me arranque los dos para poder sujetar a Car con el otro. El Hombre Malo me tira un plato de comida fría a los pies. Son guisantes. Me duele la tripa solo mirarlo. No dice nada más. Abre la puerta y se va otra vez. Oigo un clic. Se que la puerta no se volverá a abrir. Al menos hoy no. Ha cerrado con llave así que hoy ya no podré salir.
Corro hacia Car. El brazo por el que me cogió el Hombre Malo aún me duele, así que utilizo el otro para abrazarlo. Car debe estar hambriento también. Le doy un beso contento de ver que él no tiene lágrimas en los ojos. Me siento junto a los guisantes. Están fríos. Pongo uno en mi boca. Están fríos y duros. Intento masticarlos pero no puedo. Dejo de intentarlo cuando comienzan a dolerme todos los dientes. Le doy un guisante a Car pero a él tampoco parecen gustarle. Cojo la manta y me tapo. Me tapo yo a Car y a los guisantes. Me duele la tripa. Vuelven a escurrir lágrimas de mis ojos y no entiendo por qué.
httpvaginiall
La Segunda Sombra - Capítulo 2
Mamá tiene otra vez lágrimas en sus mejillas. Solloza desconsolada en un rincón de la habitación. Veo brotar de sus ojos más lágrimas que nunca.
Al llorar hace ruidos extraños. Car y yo corremos a la otra esquina de la sala. Nos escondemos bajo la mesa y nos tapamos los oídos. Quiero preguntarle a mamá porque llora pero no encuentro las palabras. Quiero hablar. Hay tantas cosas que quiero decir. Tantas palabras. Pero no puedo.
El Hombre Malo está en la habitación. Grita. Camina de forma nerviosa de un lado a otro. De repente, y sin venir a cuento, comienza a golpear las paredes.
Se acerca a mí. Me saca de un tirón de debajo de la mesa. Levanta la mano.
Duda un instante y acto seguido me pega en la cara con la palma de la mano. El chasquido del golpe se retumba en toda la casa. Mamá grita. Le llama hijo de puta. Él le dice que la puta es ella. Que es una zorra y que por eso va a follársela.
“Voy a follarte, quieras o no” – le dice.
Intento dormir.
Cuando el Hombre malo me pegó no lloré. Ya no tengo lágrimas. Tantos gritos, golpes y ruido nos mantienen a Car y a mí despiertos.
Me duele la barriga.
Los guisantes que comí hacen que mis tripas se retuerzan. Vomito.
El Hombre Malo monta en cólera. He vomitado. No quería vomitar. Quise explicárselo. Yo no quería. No me escucha.
El Hombre Malo está ahora sobre mamá. Ella no hace ningún ruido. No hace nada. Él se mueve de atrás hacía delante. La empuja una y otra vez con sus caderas. Aprieta los dientes. Hace ruidos. Mamá no dice una sola palabra. De repente comienza a llorar. Gira la cabeza y me mira.
“Mira para otro lado cariño, no mires” – me dice. Ese soy yo, “Cariño”.
¿Qué no mire el qué? ¿A dónde se supone que tengo mirar?
Mamá comienza a gemir. Él sigue encima de ella. Obedezco a mamá y miro a Car. Lo aprieto fuerte contra mi pecho y le obligo a mirarme a mí. Ahora Car tampoco puede ver nada.
Quiero decirle a Car que el Hombre Malo está haciendo daño a Mamá. Que él debería ayudarla.
Abro la boca pero no consigo que de ella salga palabra alguna. De repente el Hombre Malo y mamá al fin se quedan quietos.
Él ya no se mueve. Mamá tiene sus brazos alrededor de él. Parece que le esté abrazando. El Hombre Malo nunca me ha abrazado. Solo mamá me abraza. El hombre malo se levanta. Me mira. Sus ojos son malos. Sus ojos son tan malos como él.
Cojo a Car y lo abrazo con fuerza.
Me doy cuenta de que estoy abrazando tan fuerte a Car que podría estar haciéndole daño. Le miro. Me mira. Tengo miedo de haberlo aplastado. Por suerte Car está bien.
“¿Qué estas mirando capullo?” – Hoy también soy “Capullo”.
Cariño, Christian, Capullo, Bastardo.
No sé de qué habla pero tengo miedo de no responder y que me vuelva a hacer daño.
Asiento con la cabeza.
Car me ha dicho que asienta con la cabeza, que es lo que el Hombre Malo espera de mí. Se ríe. Saca un palo de luz de bolsillo y lo enciende. Mis piernas se aflojan y comienzo a temblar. Es miedo. Vuelve a pegarle una patada a mamá.
“¿Lo ves puta?, al pequeño bastardo le gusta mirar. Quizás acabe convirtiéndose en un hombre al fin y al cabo”
Mamá. No puta. Su nombre es mamá. De nuevo muevo los labios pero no me salen las palabras.
“¡Es solo un niño, hijo de puta!”. “¡Déjame en paz!”. “¡Nunca vuelvas a hacerme esto delante de él!” – Mamá vuelve a gritar.
Me duele la cabeza. ¿Niño? ¿Otro nombre? Porque todo el mundo tiene tantos nombres? ¿No hacer el qué delante mío?
“No me hables así zorra o le pego una paliza al bastardo. Te aseguro que será mucho peor que haber mirado”. – El hombre malo vuelve a perder el control otra vez. Está loco. Siempre ha estado loco. Mamá no vuelve a alzar la voz. Vuelve al rincón de la habitación y comienza otra vez a llorar. ¿Puta o zorra? Creí que su nombre era mama. Quizás todos tenemos más de un nombre.
Miro a Car. Está en el suelo. Lo recojo con cuidado. Car solo tiene un nombre.
Me siento mal por no haberle dado también otro nombre. Me prometo a mi mismo buscar otro nombre con el que poder llamarlo.
Al llorar hace ruidos extraños. Car y yo corremos a la otra esquina de la sala. Nos escondemos bajo la mesa y nos tapamos los oídos. Quiero preguntarle a mamá porque llora pero no encuentro las palabras. Quiero hablar. Hay tantas cosas que quiero decir. Tantas palabras. Pero no puedo.
El Hombre Malo está en la habitación. Grita. Camina de forma nerviosa de un lado a otro. De repente, y sin venir a cuento, comienza a golpear las paredes.
Se acerca a mí. Me saca de un tirón de debajo de la mesa. Levanta la mano.
Duda un instante y acto seguido me pega en la cara con la palma de la mano. El chasquido del golpe se retumba en toda la casa. Mamá grita. Le llama hijo de puta. Él le dice que la puta es ella. Que es una zorra y que por eso va a follársela.
“Voy a follarte, quieras o no” – le dice.
Intento dormir.
Cuando el Hombre malo me pegó no lloré. Ya no tengo lágrimas. Tantos gritos, golpes y ruido nos mantienen a Car y a mí despiertos.
Me duele la barriga.
Los guisantes que comí hacen que mis tripas se retuerzan. Vomito.
El Hombre Malo monta en cólera. He vomitado. No quería vomitar. Quise explicárselo. Yo no quería. No me escucha.
El Hombre Malo está ahora sobre mamá. Ella no hace ningún ruido. No hace nada. Él se mueve de atrás hacía delante. La empuja una y otra vez con sus caderas. Aprieta los dientes. Hace ruidos. Mamá no dice una sola palabra. De repente comienza a llorar. Gira la cabeza y me mira.
“Mira para otro lado cariño, no mires” – me dice. Ese soy yo, “Cariño”.
¿Qué no mire el qué? ¿A dónde se supone que tengo mirar?
Mamá comienza a gemir. Él sigue encima de ella. Obedezco a mamá y miro a Car. Lo aprieto fuerte contra mi pecho y le obligo a mirarme a mí. Ahora Car tampoco puede ver nada.
Quiero decirle a Car que el Hombre Malo está haciendo daño a Mamá. Que él debería ayudarla.
Abro la boca pero no consigo que de ella salga palabra alguna. De repente el Hombre Malo y mamá al fin se quedan quietos.
Él ya no se mueve. Mamá tiene sus brazos alrededor de él. Parece que le esté abrazando. El Hombre Malo nunca me ha abrazado. Solo mamá me abraza. El hombre malo se levanta. Me mira. Sus ojos son malos. Sus ojos son tan malos como él.
Cojo a Car y lo abrazo con fuerza.
Me doy cuenta de que estoy abrazando tan fuerte a Car que podría estar haciéndole daño. Le miro. Me mira. Tengo miedo de haberlo aplastado. Por suerte Car está bien.
“¿Qué estas mirando capullo?” – Hoy también soy “Capullo”.
Cariño, Christian, Capullo, Bastardo.
No sé de qué habla pero tengo miedo de no responder y que me vuelva a hacer daño.
Asiento con la cabeza.
Car me ha dicho que asienta con la cabeza, que es lo que el Hombre Malo espera de mí. Se ríe. Saca un palo de luz de bolsillo y lo enciende. Mis piernas se aflojan y comienzo a temblar. Es miedo. Vuelve a pegarle una patada a mamá.
“¿Lo ves puta?, al pequeño bastardo le gusta mirar. Quizás acabe convirtiéndose en un hombre al fin y al cabo”
Mamá. No puta. Su nombre es mamá. De nuevo muevo los labios pero no me salen las palabras.
“¡Es solo un niño, hijo de puta!”. “¡Déjame en paz!”. “¡Nunca vuelvas a hacerme esto delante de él!” – Mamá vuelve a gritar.
Me duele la cabeza. ¿Niño? ¿Otro nombre? Porque todo el mundo tiene tantos nombres? ¿No hacer el qué delante mío?
“No me hables así zorra o le pego una paliza al bastardo. Te aseguro que será mucho peor que haber mirado”. – El hombre malo vuelve a perder el control otra vez. Está loco. Siempre ha estado loco. Mamá no vuelve a alzar la voz. Vuelve al rincón de la habitación y comienza otra vez a llorar. ¿Puta o zorra? Creí que su nombre era mama. Quizás todos tenemos más de un nombre.
Miro a Car. Está en el suelo. Lo recojo con cuidado. Car solo tiene un nombre.
Me siento mal por no haberle dado también otro nombre. Me prometo a mi mismo buscar otro nombre con el que poder llamarlo.
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