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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
lovin' a sparkle fish.
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
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lovin' a sparkle fish.
nombre;; lovin' a sparkle fish.
autor;; yo, taemin.
adaptación;; no.
género;; drama, romance.
advertencias;; ninguna.
otras páginas;; sólo en onlywn.
autor;; yo, taemin.
adaptación;; no.
género;; drama, romance.
advertencias;; ninguna.
otras páginas;; sólo en onlywn.
Minho miró sus manos, limpiando el sudor frío y jugueteando de manera inquieta con ellas. Estaba nervioso, no había por qué negarlo: esta sería la primera vez que encararía a Taemin.
El sólo recordar el hecho le producía nauseas, avivaba el sudor como si de llamas se tratase y hacía que cuestionara todas las decisiones que tomó en su vida, queriendo retroceder el tiempo y darle esa paleta a Rio cuando la chica lloró pidiéndosela a la edad de 7 años. Pero no podía hacerlo, y debería cargar con la culpa el resto de su vida; tal vez el karma había entrado en juego, reprochándole esa decisión. O quién sabe, tal vez no fue por la pequeña Rio llorando de manera caprichosa, tal vez fue la vez que le pegó sin querer a Mir y, en vez de disculparse, se rió de manera descontrolada con sus amigos. Tenía demasiadas razones para que la vida le jugara una mala broma.
O tal vez simplemente estaba exagerando.
Pero eso no cambiaba el hecho de que se encontraba en la casa de su novio y mejor amigo, Taemin, esperando impacientemente a que el chico terminara de bañarse y entrara en su habitación, se cambiara tranquilamente delante del mayor y se sentara a su lado, esperando a que Minho hablara. Era el mismo proceso cada vez que él debía decirle algo a Taemin: lo había sido cuando se confesó, cuando lo hicieron por primera vez, cuando casi terminan y cuando se reconciliaron; ¿por qué no lo sería esta?
Aunque esta vez era ligeramente diferente. Todas las veces anteriores Minho se había sentido ansioso por escuchar la respuesta de Taemin. Esta vez... no quería imaginarse la respuesta. ¿Qué esperaba que digiera el chico? ¿"Sí, fui abusado"? ¿"Me violaron, perdón por ocultarlo"?
Vamos, Minho no era tonto. Había visto miles de veces las cicatrices que Taemin tenía, había estado cuando las pesadillas no lo dejaban dormir, Taemin era prácticamente parte de él como para ignorar el pequeño detalle de los moretones que no se iban y el llanto descontrolado del menor a medianoche.
Taemin abrió la puerta del baño. Un vapor repentino nubló la vista de Minho, aunque no tardó en desvanecerse, dejando a la vista a su novio con tan sólo una toalla enredada en su cadera mientras con otra secaba su cabello despreocupadamente. Minho había visto muchas veces esa escena, pero no pudo evitar morder su labio al ver las cicatrices del menor. Había delineado con delicadeza cada una de esas marcas siempre que tenía oportunidad, soñando con que, con su suave tacto, las marcas se borrarían. Obviamente, eso no era posible, pero Taemin nunca le dijo nada, por lo que Minho seguía en su ensoñación hasta que el menor debía carraspear incómodamente para que el chico quitara sus manos.
Minho elevó su visa desde la espalda baja del menor, apreciando todo lo que la piel desnuda le proporcionaba. Cicatrices, marcas de quemaduras y uno que otro moretón que no se iba era todo lo que veía. Tragó en seco al llegar al cuello, donde el cabello medianamente largo de Taemin apenas e impedía que su tatuaje se viera.
Taemin nunca tuvo tatuajes, nunca le había interesado y, como su mejor amigo desde la infancia, podía saber muy bien que seguía manteniendo su opinión. Nunca dijo nada cuando lo vio entrar por la puerta con un vendaje cubriendo su nuca. Nunca decía nada.
El tatuaje era un ancla, de esos típicos que se hace la gente ahora. Una cruz o un signo de infinito podría haber sido más obvio, pero Minho estaba seguro de que él no había hecho algo contra sus principios sólo porque estaba de moda. No, ese ancla significaba mucho más de lo que el mayor creía.
Pero eso sería un tema para otro día. Ahora mismo Minho sólo quería saber sobre sus cicatrices. No dudaba en que los temas se conectaban, pero tenía miedo de indagar muy a fondo y reabrir viejas heridas. Podría querer todo menos hacerle daño a Taemin, su Taemin.
Taemin caminó con calma hacia el pequeño ropero que se encontraba no muy lejos de la puerta de su baño propio. De allí sacó unos bóxers y una remera que era claramente más grande que él, tal vez un mal obsequio de un amigo o una prenda olvidada por el mayor luego de una de sus tantas noches de pasión. Minho no estaba seguro, pero no podía parar a pensarlo cuando se encontraba tan concentrado en los movimientos del menor. No dejó de ser así hasta que Taemin terminó de cambiarse y se sentó junto a Minho, tomándolo del brazo y mirándolo tranquilamente, sin presentar ninguna expresión más que curiosidad.
—Deberías jugar al póker —musitó Minho, mirando la fría expresión de su novio. El chico sonrió de manera ladeada, alejando un poco su cabeza para que no se notara el rubor que apenas y él mismo sabía que tenía.
—Sabes que no me gustan los juegos.
—Lo sé, pero serías genial. Les ganarías a todos.
Taemin agachó la cabeza, intentando no reírse al ver los ojos brillosos de Minho. Su rostro tierno junto con su sonrisa de niño pequeño siempre le causaban gracia, aún más cuando hacía ese puchero inconsciente que estaba haciendo en ese mismo momento.
—¿De qué querías hablar? —dijo tranquilamente, regresando en sí y mirando fijamente a Minho, no sin antes regalarle una de sus pequeñas sonrisas tranquilizadoras.
Minho suspiró, cerrando los ojos por un momento, deseando que al abrirlos no fuera Taemin el que estuviera sonriendo, incitando a que hable. No podría decir nada si el menor estaba así. Esa era su debilidad. Taemin era su debilidad.
—Taemin —habló por fin, luego de algunos minutos de un gran silencio incómodo que el menor intentaba que no se notase.
—Dime, Minho.
Minho no pudo más y abrió los ojos. Taemin ya no tenía esa sonrisa paciente, ni masajeaba suavemente sus manos entrelazadas. Estaba serio, de una manera que nunca había visto antes. El chico podía ser alguien de pocas palabras, una persona que se expresaba mal y nunca mostraba sus emociones, pero el verlo así de serio le demostraba que no sería una conversación fácil. Estaba adentrándose en su pasado.
—Tus... cicatrices —apenas terminó de decir eso Minho cerró sus ojos inmediatamente, temiendo ver el rostro del menor.
Él no quería causarle ningún daño. Nunca se perdonaría si llegase a lastimar a Taemin. Había vivido prácticamente toda su vida a su lado y siempre había procurado protegerlo, pero desde que tuvo que irse a vivir una temporada con sus tíos en Estados Unidos todo había cambiado. Taemin había dejado de ser el mismo niño infantil de siempre; había comenzado a vivir sólo y tomo la decisión de ir a la universidad, aún cuando desde que comenzó la secundaria había decidido no hacerlo. También se hizo algo distante con las personas: pocas emociones, malas expresiones; se había vuelto un libro difícil de leer.
Minho abrió un poco su ojo, sin querer, como un reflejo de saber lo que le pasaba a su pequeño. Se sorprendió completamente al ver sus ojos oscurecidos y su rostro sombrío.
—¿Para qué quieres saber? —escupió Taemin de una manera asquerosa que le heló los huesos a Minho. Nunca había visto al menor de esa forma, le... asustaba.
—¿Acaso no puedo preocuparme por ti? —un tono dulce y una sonrisilla tímida fue lo único que Minho pudo darle. No se atrevía a tocarlo, y podía ver por la forma en la que Taemin apretaba sus puños hasta dejar sus nudillos blancos que en cualquier momento le sentaría el golpe de su vida.
—No —Taemin agachó su cabeza y se levantó, caminando rápidamente hacia la puerta y abriéndola—. Vete.
Minho se paró lentamente, intentando no presionar al chico. Sabía que un movimiento en falso y estaba perdido; no sólo su romance, sino su amistad que le había costado toda la vida forjar. Minho no quería eso, él amaba a Taemin. No quería separarse.
—Taemin...
—¡Vete! —lo cortó—. ¡Vete de una puta vez y no aparezcas hasta que se te pase lo estúpido!
Taemin esperó junto a la puerta, pero Minho no quería irse. Sabía que si lo hacía Taemin cerraría la puerta de golpe y se encerraría en la habitación, tal vez a tirar cosas murmurando palabras sin sentido, o tal vez a llorar por horas hasta que el hambre le venciera y caminara hasta la cocina a comer algo que no necesitara más de 3 minutos de preparación. Minho sabía que todo se acabaría cuando pasara ese umbral: Taemin se cerraría por completo hacia él. Minho no quería eso, él quería seguir escuchando los relatos de su pequeño sobre las locuras que hizo con sus amigos mientras él estaba en América, o acontecimientos ya olvidados por el mayor sobre su niñez. Él quería seguir con el Taemin de ahora, no quería que este fuese aún más cerrado, no quería que siguiera cambiando.
Minho no quería tantas cosas.
—Taemin...
—¡Vete!
Las primeras lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Minho se acercó casi de inmediato a limpiarlas con sus dulces manos, obligando al menor a mirarlo a los ojos. Esos ojos... esos ojos le estaban mostrando su alma. Estaban mostrando todo lo que Taemin no hacía. Todo lo roto que estaba.
—Vete... —su voz se quebró. Minho no dudó en abrazarlo.
—Pequeño, no me iré —susurró en su oído—. Estoy aquí, contigo.
Minho sintió como su hombro comenzaba a humedecerse. Las lágrimas de Taemin no cesaban, y juraba que nunca lo había visto tan vulnerable desde el día que lo encontró bajo un árbol llorando porque su mascota, un pequeño pez dorado que había ganado en una feria que pasaba por allí, había muerto. Esa fue la última vez que lo vio llorar tan descontroladamente, incluso en el funeral de su padre no había soltado más que unas pocas lágrimas pasajeras.
Estas lágrimas eran iguales a cuando perdió su pez. Eran lágrimas de dolor, de miedo. Taemin no quería perder a Minho, él era su pez dorado.
—¿Lo prometes? —Taemin levantó su cabeza y miró a Minho con un pequeño brillo en los ojos, esperanzado—. ¿Prometes que no te irás de mi lado?
Minho lo tomó de las mejillas y acercó su rostro al de Taemin, chocando sus frentes mientras sus narices se rozaban. Nunca dejó de mirarlo, no quería, temía que Taemin se desvaneciera como diente de león en medio de una ráfaga de viento.
—Te lo prometo.
Taemin sonrió y volvió a llorar en el hueco entre el cuello y el hombro de Minho, deteniéndose de a ratos antes de seguir llorando. Siguió siendo así hasta que comenzó a quedarse dormido.
—Minho... —murmuró entre el borde del sueño y la vigilia— ...lo siento.
—Shh, no debes disculparte por nada.
Minho lo tomó de la cintura y lo llevó hasta la cama, donde lo recostó y comenzó a masajear la palma de su mano con su pulgar, deteniéndose para delinear una pequeña quemadura que tenía en la zona. Juraba que era por un cigarro.
—Pero... sé que quieres saber...
Taemin luchaba por mantener sus pequeños ojitos abiertos. Minho no pudo evitar sonreír enternecido.
—¿Saber qué?
Minho le besó la mano, justo sobre el pequeño círculo.
—Las marcas...
—¿Qué marcas?
Taemin miró a Minho. Un segundo, cinco segundos, un minuto, una hora, no importa cuánto tiempo le haya mirado, Taemin no podía ver ni una pizca de burla en los ojos del más alto. Ni burla ni enojo, absolutamente nada que no sea ternura. Suspiró, sabiendo que el chico quería fingir que nada había pasado. Pero él no quería. Quería hablar sobre las cicatrices, su tatuaje, contarle a Minho lo que pasó mientras él no estaba, sus miedos, sus pesadillas, quería contarle todo. Pero no podía, no sin temor a que el mayor lo dejase. No quería que Minho viera algo roto con lo que no pudiera manejar.
Sonrió ladeadamente, tal y como había hecho hace un rato. Tal vez... lo mejor sería aceptarlo.
—Ningunas.
Minho sonrió de manera más amplia y se acercó a darle un beso casto sobre los labios de su pequeño.
No había pasado nada de lo que Minho esperaba. Mejor dicho, ¿qué esperaba? Definitivamente, no esto. Pero no podía hacer nada; aún no quería irse por el desagüe, quería ser el pececito de Taemin más tiempo. No podía dejar que la curiosidad lo matara tal y como un gato. Podría vivir sin saber sobre las marcas, por más que Taemin quisiera contarle, por más que él quisiera saber. A veces es mejor que los secretos permanezcan secretos, aún si se estaba muriendo por dentro. Pero oh no, este pez aún no morirá. Taemin aún no se quedará sólo. Lo había prometido, y Minho cumple sus promesas.
El sólo recordar el hecho le producía nauseas, avivaba el sudor como si de llamas se tratase y hacía que cuestionara todas las decisiones que tomó en su vida, queriendo retroceder el tiempo y darle esa paleta a Rio cuando la chica lloró pidiéndosela a la edad de 7 años. Pero no podía hacerlo, y debería cargar con la culpa el resto de su vida; tal vez el karma había entrado en juego, reprochándole esa decisión. O quién sabe, tal vez no fue por la pequeña Rio llorando de manera caprichosa, tal vez fue la vez que le pegó sin querer a Mir y, en vez de disculparse, se rió de manera descontrolada con sus amigos. Tenía demasiadas razones para que la vida le jugara una mala broma.
O tal vez simplemente estaba exagerando.
Pero eso no cambiaba el hecho de que se encontraba en la casa de su novio y mejor amigo, Taemin, esperando impacientemente a que el chico terminara de bañarse y entrara en su habitación, se cambiara tranquilamente delante del mayor y se sentara a su lado, esperando a que Minho hablara. Era el mismo proceso cada vez que él debía decirle algo a Taemin: lo había sido cuando se confesó, cuando lo hicieron por primera vez, cuando casi terminan y cuando se reconciliaron; ¿por qué no lo sería esta?
Aunque esta vez era ligeramente diferente. Todas las veces anteriores Minho se había sentido ansioso por escuchar la respuesta de Taemin. Esta vez... no quería imaginarse la respuesta. ¿Qué esperaba que digiera el chico? ¿"Sí, fui abusado"? ¿"Me violaron, perdón por ocultarlo"?
Vamos, Minho no era tonto. Había visto miles de veces las cicatrices que Taemin tenía, había estado cuando las pesadillas no lo dejaban dormir, Taemin era prácticamente parte de él como para ignorar el pequeño detalle de los moretones que no se iban y el llanto descontrolado del menor a medianoche.
Taemin abrió la puerta del baño. Un vapor repentino nubló la vista de Minho, aunque no tardó en desvanecerse, dejando a la vista a su novio con tan sólo una toalla enredada en su cadera mientras con otra secaba su cabello despreocupadamente. Minho había visto muchas veces esa escena, pero no pudo evitar morder su labio al ver las cicatrices del menor. Había delineado con delicadeza cada una de esas marcas siempre que tenía oportunidad, soñando con que, con su suave tacto, las marcas se borrarían. Obviamente, eso no era posible, pero Taemin nunca le dijo nada, por lo que Minho seguía en su ensoñación hasta que el menor debía carraspear incómodamente para que el chico quitara sus manos.
Minho elevó su visa desde la espalda baja del menor, apreciando todo lo que la piel desnuda le proporcionaba. Cicatrices, marcas de quemaduras y uno que otro moretón que no se iba era todo lo que veía. Tragó en seco al llegar al cuello, donde el cabello medianamente largo de Taemin apenas e impedía que su tatuaje se viera.
Taemin nunca tuvo tatuajes, nunca le había interesado y, como su mejor amigo desde la infancia, podía saber muy bien que seguía manteniendo su opinión. Nunca dijo nada cuando lo vio entrar por la puerta con un vendaje cubriendo su nuca. Nunca decía nada.
El tatuaje era un ancla, de esos típicos que se hace la gente ahora. Una cruz o un signo de infinito podría haber sido más obvio, pero Minho estaba seguro de que él no había hecho algo contra sus principios sólo porque estaba de moda. No, ese ancla significaba mucho más de lo que el mayor creía.
Pero eso sería un tema para otro día. Ahora mismo Minho sólo quería saber sobre sus cicatrices. No dudaba en que los temas se conectaban, pero tenía miedo de indagar muy a fondo y reabrir viejas heridas. Podría querer todo menos hacerle daño a Taemin, su Taemin.
Taemin caminó con calma hacia el pequeño ropero que se encontraba no muy lejos de la puerta de su baño propio. De allí sacó unos bóxers y una remera que era claramente más grande que él, tal vez un mal obsequio de un amigo o una prenda olvidada por el mayor luego de una de sus tantas noches de pasión. Minho no estaba seguro, pero no podía parar a pensarlo cuando se encontraba tan concentrado en los movimientos del menor. No dejó de ser así hasta que Taemin terminó de cambiarse y se sentó junto a Minho, tomándolo del brazo y mirándolo tranquilamente, sin presentar ninguna expresión más que curiosidad.
—Deberías jugar al póker —musitó Minho, mirando la fría expresión de su novio. El chico sonrió de manera ladeada, alejando un poco su cabeza para que no se notara el rubor que apenas y él mismo sabía que tenía.
—Sabes que no me gustan los juegos.
—Lo sé, pero serías genial. Les ganarías a todos.
Taemin agachó la cabeza, intentando no reírse al ver los ojos brillosos de Minho. Su rostro tierno junto con su sonrisa de niño pequeño siempre le causaban gracia, aún más cuando hacía ese puchero inconsciente que estaba haciendo en ese mismo momento.
—¿De qué querías hablar? —dijo tranquilamente, regresando en sí y mirando fijamente a Minho, no sin antes regalarle una de sus pequeñas sonrisas tranquilizadoras.
Minho suspiró, cerrando los ojos por un momento, deseando que al abrirlos no fuera Taemin el que estuviera sonriendo, incitando a que hable. No podría decir nada si el menor estaba así. Esa era su debilidad. Taemin era su debilidad.
—Taemin —habló por fin, luego de algunos minutos de un gran silencio incómodo que el menor intentaba que no se notase.
—Dime, Minho.
Minho no pudo más y abrió los ojos. Taemin ya no tenía esa sonrisa paciente, ni masajeaba suavemente sus manos entrelazadas. Estaba serio, de una manera que nunca había visto antes. El chico podía ser alguien de pocas palabras, una persona que se expresaba mal y nunca mostraba sus emociones, pero el verlo así de serio le demostraba que no sería una conversación fácil. Estaba adentrándose en su pasado.
—Tus... cicatrices —apenas terminó de decir eso Minho cerró sus ojos inmediatamente, temiendo ver el rostro del menor.
Él no quería causarle ningún daño. Nunca se perdonaría si llegase a lastimar a Taemin. Había vivido prácticamente toda su vida a su lado y siempre había procurado protegerlo, pero desde que tuvo que irse a vivir una temporada con sus tíos en Estados Unidos todo había cambiado. Taemin había dejado de ser el mismo niño infantil de siempre; había comenzado a vivir sólo y tomo la decisión de ir a la universidad, aún cuando desde que comenzó la secundaria había decidido no hacerlo. También se hizo algo distante con las personas: pocas emociones, malas expresiones; se había vuelto un libro difícil de leer.
Minho abrió un poco su ojo, sin querer, como un reflejo de saber lo que le pasaba a su pequeño. Se sorprendió completamente al ver sus ojos oscurecidos y su rostro sombrío.
—¿Para qué quieres saber? —escupió Taemin de una manera asquerosa que le heló los huesos a Minho. Nunca había visto al menor de esa forma, le... asustaba.
—¿Acaso no puedo preocuparme por ti? —un tono dulce y una sonrisilla tímida fue lo único que Minho pudo darle. No se atrevía a tocarlo, y podía ver por la forma en la que Taemin apretaba sus puños hasta dejar sus nudillos blancos que en cualquier momento le sentaría el golpe de su vida.
—No —Taemin agachó su cabeza y se levantó, caminando rápidamente hacia la puerta y abriéndola—. Vete.
Minho se paró lentamente, intentando no presionar al chico. Sabía que un movimiento en falso y estaba perdido; no sólo su romance, sino su amistad que le había costado toda la vida forjar. Minho no quería eso, él amaba a Taemin. No quería separarse.
—Taemin...
—¡Vete! —lo cortó—. ¡Vete de una puta vez y no aparezcas hasta que se te pase lo estúpido!
Taemin esperó junto a la puerta, pero Minho no quería irse. Sabía que si lo hacía Taemin cerraría la puerta de golpe y se encerraría en la habitación, tal vez a tirar cosas murmurando palabras sin sentido, o tal vez a llorar por horas hasta que el hambre le venciera y caminara hasta la cocina a comer algo que no necesitara más de 3 minutos de preparación. Minho sabía que todo se acabaría cuando pasara ese umbral: Taemin se cerraría por completo hacia él. Minho no quería eso, él quería seguir escuchando los relatos de su pequeño sobre las locuras que hizo con sus amigos mientras él estaba en América, o acontecimientos ya olvidados por el mayor sobre su niñez. Él quería seguir con el Taemin de ahora, no quería que este fuese aún más cerrado, no quería que siguiera cambiando.
Minho no quería tantas cosas.
—Taemin...
—¡Vete!
Las primeras lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Minho se acercó casi de inmediato a limpiarlas con sus dulces manos, obligando al menor a mirarlo a los ojos. Esos ojos... esos ojos le estaban mostrando su alma. Estaban mostrando todo lo que Taemin no hacía. Todo lo roto que estaba.
—Vete... —su voz se quebró. Minho no dudó en abrazarlo.
—Pequeño, no me iré —susurró en su oído—. Estoy aquí, contigo.
Minho sintió como su hombro comenzaba a humedecerse. Las lágrimas de Taemin no cesaban, y juraba que nunca lo había visto tan vulnerable desde el día que lo encontró bajo un árbol llorando porque su mascota, un pequeño pez dorado que había ganado en una feria que pasaba por allí, había muerto. Esa fue la última vez que lo vio llorar tan descontroladamente, incluso en el funeral de su padre no había soltado más que unas pocas lágrimas pasajeras.
Estas lágrimas eran iguales a cuando perdió su pez. Eran lágrimas de dolor, de miedo. Taemin no quería perder a Minho, él era su pez dorado.
—¿Lo prometes? —Taemin levantó su cabeza y miró a Minho con un pequeño brillo en los ojos, esperanzado—. ¿Prometes que no te irás de mi lado?
Minho lo tomó de las mejillas y acercó su rostro al de Taemin, chocando sus frentes mientras sus narices se rozaban. Nunca dejó de mirarlo, no quería, temía que Taemin se desvaneciera como diente de león en medio de una ráfaga de viento.
—Te lo prometo.
Taemin sonrió y volvió a llorar en el hueco entre el cuello y el hombro de Minho, deteniéndose de a ratos antes de seguir llorando. Siguió siendo así hasta que comenzó a quedarse dormido.
—Minho... —murmuró entre el borde del sueño y la vigilia— ...lo siento.
—Shh, no debes disculparte por nada.
Minho lo tomó de la cintura y lo llevó hasta la cama, donde lo recostó y comenzó a masajear la palma de su mano con su pulgar, deteniéndose para delinear una pequeña quemadura que tenía en la zona. Juraba que era por un cigarro.
—Pero... sé que quieres saber...
Taemin luchaba por mantener sus pequeños ojitos abiertos. Minho no pudo evitar sonreír enternecido.
—¿Saber qué?
Minho le besó la mano, justo sobre el pequeño círculo.
—Las marcas...
—¿Qué marcas?
Taemin miró a Minho. Un segundo, cinco segundos, un minuto, una hora, no importa cuánto tiempo le haya mirado, Taemin no podía ver ni una pizca de burla en los ojos del más alto. Ni burla ni enojo, absolutamente nada que no sea ternura. Suspiró, sabiendo que el chico quería fingir que nada había pasado. Pero él no quería. Quería hablar sobre las cicatrices, su tatuaje, contarle a Minho lo que pasó mientras él no estaba, sus miedos, sus pesadillas, quería contarle todo. Pero no podía, no sin temor a que el mayor lo dejase. No quería que Minho viera algo roto con lo que no pudiera manejar.
Sonrió ladeadamente, tal y como había hecho hace un rato. Tal vez... lo mejor sería aceptarlo.
—Ningunas.
Minho sonrió de manera más amplia y se acercó a darle un beso casto sobre los labios de su pequeño.
No había pasado nada de lo que Minho esperaba. Mejor dicho, ¿qué esperaba? Definitivamente, no esto. Pero no podía hacer nada; aún no quería irse por el desagüe, quería ser el pececito de Taemin más tiempo. No podía dejar que la curiosidad lo matara tal y como un gato. Podría vivir sin saber sobre las marcas, por más que Taemin quisiera contarle, por más que él quisiera saber. A veces es mejor que los secretos permanezcan secretos, aún si se estaba muriendo por dentro. Pero oh no, este pez aún no morirá. Taemin aún no se quedará sólo. Lo había prometido, y Minho cumple sus promesas.
- Spoiler:
- saben que el 2min me puede sophie here shot dedicado a todas las buenas personitas del mundo que se dedican a hacer edits de los brillositos. los saranjéo
Invitado
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Re: lovin' a sparkle fish.
¿qué es esto? quería sacar todos mis feels pero estoy en un puto restaurante y no puedo sacarlo. como siempre me ha encantado como escribes y o sea yo quería saber por que las marcas y eso :'c pero aun así ily.
kai.
Re: lovin' a sparkle fish.
No, tú... despiadada mujer sin corazón y sin alma, ¿cómo te atreves a hacerme esto a mi? Es el peor de los sentimientos juro que mis ojos estaba rojos de aguantar las ganas de chillar, ay esto es muy hermoso. Haces muy bien las cosas, buen trabajo~~ Minho espero que jamás rompas tu promesa, de lo contrario le diré a los de Manchester que se separen, ah.
Invitado
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