Re: ''Ella quiere ser mala'' (Nick & tu) Adaptada-TERMINADA

por **Annabeth** Lun 16 Ene 2012, 10:30 am

Maaaaaaaaaaaaás haha :]

por **chelis** Lun 16 Ene 2012, 11:22 am

UN CAAAPIIIISS PORFAAAA

por **Belencita** Lun 16 Ene 2012, 9:06 pm

:grupo:

por **chelis** Mar 17 Ene 2012, 11:55 am

ESPERANDO CAPIS

por **yessi jobrOss** Mar 17 Ene 2012, 2:42 pm

Capítulo 17

Si una mañana te despiertas con las medias
todavía puestas, puedes estar segura
de que la noche anterior bebiste demasiado.
Aforismo de _____

Justo antes de medianoche Sara oyó sonar el timbre. El corazón le dio un salto en el pecho; se mordió el labio. Con tanta suerte como tenía, sin duda era alguien que había llamado y huido.
Paul le había prometido pasar a visitarla en cuanto dejara a _____ en su apartamento. Ella le dijo que no era necesario. No se habían hecho ninguna promesa. Nada de ataduras ni compromisos. Sólo amistad y sexo del bueno.
Lo repitió para sí misma toda la noche, mientras se roía las uñas hasta la cutícula. Tenía casi diez años más que Paul. No podía ser que le atrajera, que él la quisiera con exclusividad. No era posible, aunque él asegurase que sí.
Se ciñó la bata y entreabrió la puerta; allí estaba, en su porche, más guapo que nunca. Su corazón empezó a bailar. Él sonrió con ese hoyuelo matamujeres, y Sara abrió.
—Cumplo con mi promesa —dijo el muchacho al entrar.
—No era necesario —aseguró ella, aunque se moría de gusto.
—No estoy de acuerdo. —La abrazó—. Traigo correo urgente. —Y bajó la boca para besarla.
La habitación comenzó a girar.
—Deja que me mude a tu casa —la instó entre besos.
Sara, sin aliento, negó con la cabeza.
—Es una locura.
—Locura es regresar a mi casa en medio de la noche en vez de quedarme contigo. —Deslizaba la boca por su cuello, le desabrochó la bata.
—Estás loco. —Ella se dejó quitar la bata y tiró de su camisa—. Supuse que te quedarías a pasar la noche con _____.
—Ya te he dicho que _____ coquetea conmigo sólo porque sabe que no hay peligro. —Él rio por lo bajo—. Se ha emborrachado, la pobre. Mañana despertará con un dolor de cabeza como el Cañón del Colorado.
Sara sintió una punzada de compasión.
—Estará triste por Willy.
—Y tal vez por otra cosa. No sé por qué. Pero en este momento yo sólo quiero estar contigo —dijo él, apretándole los pechos con las manos—. Dentro de ti.
A ella se le aflojaron las rodillas.
—Ay, Paul, mira lo que me haces. No tengo remedio.
Él sacudió la cabeza.
—Te amo. Te propondría que nos casáramos, pero no quiero darte un susto de muerte.
Sara exclamó:
—¡Casarnos!
—Sí, pero puedo esperar. —La alzó en brazos para llevarla al dormitorio—. Me conformo con que me dejes vivir contigo. Así te demostraré que soy indispensable.
Ella forcejeó con el nudo que se le estaba formando en la garganta.
—Tengo miedo de que no dure, ¿comprendes? Que un día u otro te des cuenta de que no te conviene estar con una mujer mayor.
—Tesoro mío, te he demostrado mil veces que no soy un bebé. —Paul se detuvo para desrizarle un dedo desde los labios hasta los pechos, bajando por el mentón—. Pero me gustaría que tuviésemos uno.
No podría haber dicho nada mejor. No podría haberle tocado anhelos más hondos. Sara sintió una opresión en el pecho y los ojos se le llenaron de lágrimas. Su marido no había querido tener hijos y ella pensaba que ya se le había pasado el tiempo de tenerlos.
Buen Dios, ¿era posible? ¿Era prudente? ¿Cómo decir que no? Lo miró a los ojos y lo que vio allí silenció las voces de duda que se le agolpaban en la cabeza.
—Estás haciendo que me enamore de ti.
—Y es apenas el comienzo, señora.

A la mañana siguiente _____ se despertó oyendo un timbre. Parecía originarse dentro de su cabeza. Al moverla hizo una mueca. El ruido continuaba. Abrió poco a poco los ojos; era difícil, porque la noche anterior no se había quitado el maquillaje y tenía las pestañas pegadas. El ruido cesó. Con los ojos entrecerrados miró de un lado a otro. El alivio se deslizó por ella: estaba en su cama. Sola.
Así que no había cometido ninguna estupidez grave. Al pensar en esas dos últimas copas hizo un gesto de horror: sólo una estupidez menor. Recordó vagamente que Nick le había ayudado a acostarse. Al parecer últimamente se pasaba la vida rescatándola.
Frunció las cejas. Sentía la boca como si algún bicho se hubiera metido allí para morir. Cuando levantó la cabeza se le revolvió el estómago. Inmediatamente volvió a dejarse caer contra la almohada.
Entonces cayó en la cuenta de que aún estaba vestida. Eso era bueno y malo a la vez. ¡Ni siquiera se había quitado las medias modeladoras! Era como tener un millar de bandas de goma ceñidas a la cintura y a los muslos. Permaneció inmóvil por un momento, con la extraña sensación de que algo andaba mal. ¿Qué?
Su cerebro avanzó a tumbos hasta chocar con algo. Willy, pensó. Willy ya no estaba. El dolor que se retorcía en ella le hizo cerrar los ojos. ¿Qué haría sin él? Se sintió muy vacía.
El timbre comenzó otra vez. «El teléfono», comprendió. Y rodó cuidadosamente hacia el costado para coger el aparato que tenía en la mesilla.
—¿Diga?
—Soy Guy.
El estómago le dio un vuelco. Cerró los ojos y respiró cautelosamente.
—¿Cómo ha conseguido mi número particular?
Él rio. Fue un ruido desagradable.
—Tengo mis recursos. He hablado con la señorita Blancanieves.
—Deje en paz a Demi —dijo ella. La náusea le subió a la garganta—. No puedo hablar. Estoy indispuesta…
Y dejó caer el auricular para correr al cuarto de baño. Llegó justo a tiempo. Mientras se lavaba los dientes, su imagen reflejada le hizo soltar un taco. Después de arrancarse la ropa se dio una breve ducha tibia, frotándose bien el cuerpo y la cara. Por fin, como se sentía patéticamente débil y exhausta, se dejó caer en la cama, desnuda.
Un escalofrío la indujo a meterse bajo la colcha. El teléfono seguía en el suelo. Se estiró hasta cogerlo con los dedos y lo puso en la cama, a su lado. Lo contempló algunos segundos, enzarzada en un debate interno. Detestaba pedir ayuda. Se despreciaba por necesitarla.
Por fin, con un suspiro de resignación, marcó el número de su hermana Katie. El sonido de su voz le reconfortó el corazón.
—Soy _____. Necesito ayuda. Necesito que Michael me ayude.
Tras una serie de llamadas telefónicas quedó claro que no había pasajes disponibles para ningún vuelo entre Philadelphia y Houston debido a la proximidad de Acción de Gracias. Katie estaba tan afligida que propuso alquilar una avioneta, pero _____ la convenció de que debían esperar hasta después del puente.
Sólo tendría que aguantar hasta el lunes de la semana siguiente, se dijo. Sólo hasta ese lunes. Mientras tanto no cogería el teléfono. Ya era sábado. Faltaban nueve días. Podía resistir. Claro que podía.
El teléfono sonó otra vez. Ella comenzó a sudar.

Como por la noche había recobrado algo de apetito, se preparó unos huevos revueltos y unas tostadas con mantequilla. El apartamento estaba demasiado silencioso. Para calmar la inquietud encendió la televisión. En la pantalla aparecieron Los teletubbies y se le apretó un nudo de soledad en el pecho. Se apresuró a cambiar de canal; puso un programa de cocina.
Estaba acabando el último trozo de tostada cuando Nick entró por su puerta. Al verlo se le aceleró el corazón. Él cruzó el vestíbulo y se detuvo a estudiarla.
—Se diría que te sientes mejor.
—¿Mejor que anoche? —_____ soltó una risa irónica—. Anoche no me dolía nada. Esta mañana, en cambio…
—He venido antes de ir a dar clase a ver si todavía respirabas —la interrumpió él.
_____ hizo una mueca de espanto.
—¿Me has visto esta mañana? Ajjjjj…
Él echó un vistazo al plato.
—Pensaba invitarte a cenar.
—Demasiado tarde. Ya he comido.
—¿No quieres acompañarme y beber algo mientras como?
Esa invitación le provocó una reacción extraña. Hacía mucho tiempo que nadie la invitaba a salir. Pero él era uno de los Jonas.
—Mejor no —dijo, sorprendida ante su propio desencanto—. No quiero arruinar tu reputación.
—¿No me crees capaz de enfrentarme al cotilleo? —preguntó Nick, con una mirada firme.
A ella volvió a temblarle el corazón. Él ya era mayorcito. Debía de ser capaz de enfrentarse a cualquier cosa. Y eso contribuía a su atractivo. Aun así _____ no quería causarle problemas. Algún día él recobraría el sentido común y comenzaría a salir con una mujer de familia impecable y excelente educación; se casarían y tendrían hijos. Y él sería un padre estupendo, pensó con un suspiro. Ella no quería ser una mancha en su pasado.
—No he dicho eso. Pero esta noche pensaba quedarme en casa. También pienso abstenerme del alcohol hasta que haya olvidado por completo lo mal que me sentía esta mañana.
Él enarcó las cejas.
—Te abstienes del alcohol y del sexo. Serías el orgullo de tu padre.
_____, ceñuda, lo miró entrecerrando los ojos. Él le tiró de la mano.
—Prepárame algo de comer.
—¿Qué?
—Cualquier cosa. ¿No estabas viendo un programa de cocina? Prepárame lo que está haciendo ese tipo.
Aunque entre risas, ella se dejó arrastrar a la cocina.
—Es que no lo entiendes. Veo esos programas con la ilusión de cocinar así algún día. ¿Sabes cuándo es «algún día» en estos casos? Jamás. Te advierto que tengo la despensa medio vacía.
—Soy fácil de conformar —aseguró él, con la voz sedosa de insinuaciones.
Ella le echó un vistazo; estaba reclinado contra la nevera, con un brazo en alto, grandes ojos de inocencia. Su postura destacaba la amplitud de los hombros, los músculos del pecho y el vientre plano. _____ sintió la tentación de bajar la mirada más allá, pero decidió que sería buscarse problemas.
—Tendrá que ser una hamburguesa —resolvió sacando del congelador un poco de carne congelada. Tras haberla descongelado en el microondas la frió, le puso encima una loncha de queso y añadió los condimentos siguiendo las instrucciones de Nick.
Él la devoró en un abrir y cerrar de ojos, junto con el último botellín de cerveza.
—Tendría que haberte preparado una más, ¿verdad?
Negó con la cabeza.
—Con esto ya he matado el hambre. Es que no había comido. Ya sabes lo que ocurre: si pasas mucho tiempo sin comer nada, comes deprisa, pues sientes la privación. —Le pasó los dedos por la cara interior de la muñeca, jugueteando con el puño de su blusa—. Después se puede aminorar la marcha.
Ese gesto sensual recordó a _____ cómo la había tocado aquella noche, al hacer el amor. A juzgar por su expresión él estaba pensando lo mismo. Ella sintió que su temperatura corporal ascendía un grado más. Carraspeó. Sacudió la cabeza.
—No pienso acostarme contigo nunca más. Ya estuve allí, ya lo hice, ya tengo el tatuaje.
—No recuerdo haber visto ningún tatuaje —apuntó Nick.
—Es una manera de hablar. —Ella apartó la mano.
—No te he pedido que te acuestes conmigo.
—No lo has dicho explícitamente —reconoció _____—, pero lo estabas pensando.
—¿Cómo sabes lo que pienso?
—Me doy cuenta. —Ella levantó el mentón.
—Pues te equivocas. Estaba pensando que me gustaría bailar contigo.
Ella parpadeó. No lo esperaba. Su estómago dio una pequeña voltereta.
—¿Qué tipo de música tienes? —preguntó su vecino, en tanto se acercaba a la minicadena.
—De ópera, nada —anunció ella, siguiéndolo.
Nick rio para sí.
—No importa. No es ópera lo que busco. —Sacó un compacto y lo puso en el reproductor—. Esto servirá.
_____ se sentía extrañamente nerviosa.
—¿Cuándo he dicho que bailaría contigo?
La voz ahumada de Norah Jones llenó la habitación. Era su favorita. Ese hombre era una fiera. Él alargó la mano.
—Baila conmigo.
Los pies de _____ se adelantaron como si tuvieran voluntad propia.
—Eso no es una invitación.
—Vale. ¿Quieres bailar conmigo? —Antes de que ella pudiera responder, la rodeó con los brazos y le cerró la boca con un índice—. De verdad.
Cuando la miraba así era difícil idear una mentira desafiante. Cerró los ojos y se apoyó en él, dejando que el cuerpo hablara. Eso no era sexo, apenas baile.
Mientras las notas se sucedían respiró el perfume viril, saboreando el momento. Ambos cuerpos se entendían bien, pero eso no le sorprendía. Nick se movía con suavidad, sin exageraciones ni nerviosismo. Eso le gustaba. La ceñía lo necesario; sabía guiar sin imponerse, de manera que bailar con él fuera un placer.
Una canción llevó a otra y a una tercera. Hacia el final apenas se movían. Se limitaban a mecerse, con el muslo de Nick entre los de ella. _____ percibía su apasionamiento; no había manera de negar la excitación sexual que presionaba contra su cuerpo; sin embargo, no había urgencias: sólo expectación. Se adhería a ella como la humedad en un día de canícula.
Los labios de Nick le rozaron la frente. La dulce caricia la tocó en un lugar oscuro y secreto. Era suave, casi protectora. Hacía tanto tiempo que nadie se mostraba protector con ella…
Quería besarlo. Quería saborear sus labios, respirar su aliento, acariciar su piel desnuda, bañarse en su fuerza. La necesidad era potente; el deseo, feroz. Dentro de ella se cristalizó una urgencia vaga, primitiva. Quería ser su pareja, tener un hijo suyo.
Lo impactante de esa idea la dejó sin aliento. ¡Desde luego, debía de estar loca!
Con el corazón acelerado en el pecho, respiró con cautela, preparada para resistir el efecto debilitador de su aroma. Luego se mordió los labios.
—Ha sido un placer —dijo.
—Pero quieres que me vaya.
Ella sonrió ante el dejo irónico de su voz. Lo miró a los ojos.
—¿Cómo lo has adivinado?
—Cada vez que logro intimar me obligas a irme.
—No te voy a obligar a que te acuestes conmigo —le advirtió ella, con un nudo en la garganta. ¿Por qué le afectaba tanto?
—No tienes por qué.
—Pero estás excitado.
—Y tú también. Eso no nos obliga a hacer el amor ahora mismo.
Por mucho que ella lo deseara. Pero sería menos peligroso erguirse en el punto más elevado de un campo de golf durante una tormenta eléctrica con uno de los palos apuntados al cielo.
—Pero voy a besarte —advirtió él. Y bajó la boca hacia sus labios sin darle tiempo a negarse.
De todas formas, ella no tenía muchos deseos de negarse. Besar era como bailar; no había peligro.
Nick le frotó los labios con los suyos de lado a lado y deslizó la lengua por la línea donde se unían; luego frotó un poco más. _____ se tragó un murmullo. Él le cogió el labio inferior con la boca para acariciarle con la lengua la blanda cara interior. La muchacha, siguiendo su ejemplo, se unió al ritmo seductor de la caricia. Sin embargo, él mantenía el control, igual que cuando bailaban.
Bien pensadas las cosas, así también había retenido el control mientras hacían el amor.
Nick le inclinó la cabeza para lograr un acceso más fácil y explorar más a fondo sus rincones ocultos. _____ se sentía mareada; sus rodillas parecían de mantequilla; la piel le ardía y otras partes parecían inflamadas y sensibles. La boca de su vecino se movía como para recordarle su manera de hacer el amor, que provocaba, consumía y llevaba a desear más.
Por fin él se retiró y respiró entrecortadamente. Ella hizo lo mismo, sin poder apartar la vista de la profunda, embriagadora intimidad de esos ojos oscuros.
Nick respiró otra vez, siempre sosteniéndole la mirada, y apoyó un dedo contra esos labios que aún vibraban.
—¿Nunca te han cortejado?
_____ negó con la cabeza. No sabía con certeza qué pasaba entre ambos, dentro de ella.
—Pues ya era hora. —Se inclinó para besarla en la frente. Luego se apartó—. Buenas noches.
Ella, privada de toda respuesta, lo vio salir de su apartamento. ¿Que si la habían cortejado? Qué extraño. Era como si el corazón se le hubiera vuelto gelatina y su estómago parecía sobresaltado. Se sentía pequeña otra vez, como cuando había ido a vivir con su padre, arrancada de la custodia de su madre: otra casa, otra escuela, ningún amigo. Y ella, torpe, tosca, vulnerable. Ansiosa de cariño. Ansiosa de aprobación.
Pasó años con esas ansias. Por eso Dinero había sido tan importante en su vida. Con los ojos cerrados, se pasó los dedos por el pelo: debía convencerse de que era una persona adulta y no necesitaba la aprobación de nadie, mucho menos la de Nick Jonas. Pero no podía eliminar del todo esas ansias infantiles.

Joe aún no había querido hacer el amor y Demi estaba a punto de arrancarse el pelo. Durante la reunión del Club Kiwanis, mientras cenaban en la gran sala de reuniones facilitada por la biblioteca, tuvo que contenerse para no patear de impaciencia bajo la mesa. Ya tenía decidido lo que debía hacer: debía desconcertar a Joe por completo. La sutileza no serviría de nada.
Sentada a la mesa, jugueteaba con la comida, un pollo horrible, como de goma. Aunque detestara admitirlo, tendría que usar a _____ como guía. ¿Qué haría ella cuando quería llamar la atención de un hombre? ¿Hasta dónde llegaría?
Más lejos que ella, se dijo mientras luchaba contra el ataque de ansiedad. Si el anciano caballero sentado junto a ella hubiese podido adivinar lo que estaba planeando habría caído redondo, víctima de un ataque cardiaco. Por lo tanto, debía asegurarse de que sólo Joe oyera lo que ella pensaba decirle.
Bebió un sorbo de té helado lamentando que no fuera alcohol. Tal vez habría debido llevar algún sedante. Después de pensarlo se abofeteó mentalmente: «¿Qué haría _____?», canturreó para sus adentros. _____ disfrutaría una barbaridad pensando en su secreto. Se reiría de sí misma.
Tenía que ir al tocador de señoras. Se levantó.
—Disculpe. Vuelvo en seguida. —Y reunió todo su valor para inclinarse hacia Joe y decirle al oído—: He venido sin bragas. —Contó hasta tres—. ¿Qué piensas hacer?
Con la cara encendida, se alejó velozmente hacia el tocador antes de que su vejiga completara la misión de matarla de bochorno. Después de utilizar el servicio se lavó las manos y se abanicó la cara para quitarse la vergüenza. Luego respiró muy hondo para tranquilizarse; Joe tendría que pronunciar su discurso antes de pedirle cuentas de su desafío. Aún faltaba el último plato, una tarta de queso medio congelada; mientras tanto calmaría los nervios. Nunca habría imaginado que ir sin bragas sería tan…, eh…, ventilado.
Al salir estuvo a punto de chocar con Joe.
—¡Epa! —Él la sujetó con las manos.
—Ay, disculpa. —Demi sentía la garganta anudada por el azoramiento.
La llevó a un lado del pasillo y carraspeó.
—No sé si he oído bien lo que me has dicho hace unos minutos.
Ella habría querido desaparecer por las rendijas del suelo. No podía repetir aquello; mucho menos podía repetirlo bajo la fuerte luz del corredor y mirándolo a la cara. Tragó un poco de saliva.
—He dicho: «Disculpa».
Joe negó con la cabeza.
—No. Después de levantarte me has susurrado algo al oído.
—¿Y qué has creído oír?
Él hizo una pausa y la miró a los ojos. Luego se rio por lo bajo.
—Quiero que me lo repitas.
«¿Es obligatorio?» Ella se mordió los labios. Después de mirar a ambos lados susurró:
—He venido sin bragas qué piensas hacer.
Joe se arrimó un poco más, con una mano puesta a modo de bocina tras la oreja y la boca contraída por un inocultable gesto de humor.
—Disculpa. Creo que lo has dicho demasiado deprisa.
Entonces Demi comprendió que jugaba con ella. Su padre le habría dicho que le estaba tomando el pelo. Entornó los ojos.
—Bien sabes lo que he dicho. Y sabes qué pedía.
Él enarcó las cejas.
—No hay manera de afrontar tu desafío. Después de la reunión debemos ir a casa de mis padres, que nos esperan para beber una copa.
—Podríamos llegar tarde —señaló ella, audaz, con los brazos cruzados alrededor del pecho.
—Pero ¿dónde? —inquirió él. Su expresión sorprendida pero intrigada resultaba esperanzadora.
—Al final del pasillo trasero hay una sala en obras.
—¿Aquí? —se extrañó él. Luego bajó la voz—. ¿En una biblioteca?
—Si no te sientes con ánimos… —insinuó ella, cargando las palabras de doble sentido—. Es hora de regresar a la reunión. —Y le pasó la mano por la corbata roja—. Piénsalo durante el discurso, ¿quieres? Y para que conste en actas —agregó, hablándole nuevamente al oído—, estoy tomando la píldora.

ok espero k allan disfrutado el capi chikas :D
Comenten plisss
las kiero

por **Belencita** Mar 17 Ene 2012, 3:44 pm

ayyy a ese nick si que le gusta calentarle la sopa a la rayis y no servirsela
ohh siii !! hahaha
pero en fin... se esta hiendo despacito por las piedras

y demi... chaaa que efusiva le quiere puroo... perdon quiere darle su amor a joe .... jojojoj
me ha encantado el cap
nos traeras de vuelta a willi??
ya lo extrañamos
saludos

por **chelis** Mar 17 Ene 2012, 8:30 pm

wuuuaaauuu que valiente es la demiss
jejejejej
siguela porfaaa

por **nadiiaslove** Mar 17 Ene 2012, 10:43 pm

siguela prontoooooooooooooooooooo :P
me enknta

por **Dorin** Miér 18 Ene 2012, 8:33 am

siguelaa

por **aranzhitha** Miér 18 Ene 2012, 9:47 am

awww paul y sara que bien hacen bonita pareja..... Nick y la rayiz aww otra linda pareja nos regresaras a willi verdad? Ya lo extrañamos..... Y Demi quien la viera tan aventada que le dira joe espero que le diga que si, si no pobre de Demi
Siguela pronto

por **aranzhitha** Miér 18 Ene 2012, 12:12 pm

esperando capis

por **Dorin** Miér 18 Ene 2012, 5:11 pm

siguelaaa

por **aranzhitha** Miér 18 Ene 2012, 5:36 pm

capi porfa siii :(

por **chelis** Miér 18 Ene 2012, 9:18 pm

esperandoooo caaaapiiiss

por **VictoriaPaaz** Jue 19 Ene 2012, 9:50 pm

esperando caaaaaaaaaaaaap!

por Contenido patrocinado

ϟ hypatia. aka Kate. MP ϟ Ver perfil.	ϟ dépayser aka Lea. MP ϟ Ver perfil.
ϟ youngjae aka . MP ϟ Ver perfil.	ϟ Stark. aka Cande. MP ϟ Ver perfil.

ϟ Legendary. aka Steph. MP ϟ Ver perfil.	ϟ chihiro aka Zoe. MP ϟ Ver perfil.
ϟ Kurisu aka Teph. MP ϟ Ver perfil.	ϟ Calore aka idk. MP ϟ Ver perfil.

ϟ ego. aka Kalgh/Charlie. MP ϟ Ver perfil.	ϟ Asclepio. aka Gina. MP ϟ Ver perfil.
ϟ mieczyslaw aka Alec. MP ϟ Ver perfil.