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La noche era fría, la temperatura parecía bajar cada vez que alguien emitía un suspiro, las chimeneas se prendían, y las personas corrían de la helada que se elevaba como viento en una tormenta; sin embargo, el muchacho estaba sentado allí sin preocuparse del frío, sólo tomando un café express mientras pasaba una mano por su dorado cabello, que provocaba los celos de la luna y los suspiros de las estrellas.

Los lobos se acercaban peligrosamente, amenazando al muchacho con sus respiraciones agitadas y sus colmillos a la vista de todos, como si él estuviera en territorio privado. Apolo se encogió de hombros, prometiéndose no volver a esa parte del bosque y jurando que nunca más compraría un café en tiendas cualquieras. El café parecía tener sabor a plástico, y no es que Apolo tuviera algo en contra del plástico, pero, por favor, ¿es que no tienen consideración con el Dios más apuesto?

Negó con la cabeza, aburrido por la tardanza de su hermana, furioso por el sabor a plástico que se hallaba en su boca y se estremeció al sentir algo de frío entrar por sus orejas. Se dedicó a trazar la tierra con un pequeño palo, dibujando a la adolescente que sería parte de sus juegos maléficos y vengativos.

—Por fin has llegado —susurró el muchacho cuando sintió la presencia de su cuidadosa hermana, quién era todo lo contrario a él—, he estado muriendo de frío y asco por un estúpido café express.

—Me hubiera gustado que el café estuviera tan caliente como para quemarte la lengua de por vida —respondió bruscamente, mientras él reía—. ¿Sabes en que lío estás metido?

Apolo se detuvo, dejando caer el palo y viendo maravillado la obra que había hecho. La observó por un largo minuto, hasta que su hermana se agachó y revolvió la tierra, borrando todo rastro de la adolescente. Artemisa le golpeó en la cabeza, no tan fuerte, pero tampoco muy suave.

—¿Qué es lo que te ocurre? —preguntó Apolo, parándose de la roca en donde se hallaba—. Sólo será una aventura, como cualquier otra.

—No, no es una aventura cualquiera —ella negó con la cabeza—. Hefesto te matará en cuanto se entere de tu sucio plan.

Artemisa parecía cansada de repetir tantas veces lo mismo, porque, vaya que lo había repetido. En las últimas semanas ambos estaban en un gran problema, todo gracias a los planes que Apolo tenía. Nadie se había alterado demasiado los días en que él decidía hacer bromas a adultos, o incluso a su propia hermana, pero ahora que se involucraba con una niña muy importante para los dioses, Artemisa y él estaban en constante peligro.

—Escucha, será tan fácil como disparar a un lobo, lo tengo todo planeado —acarició el cabello de su hermana, esperando algún golpe, pero no hubo nada de su parte—. Emily me mirará, yo le miraré, me hará un halago, yo la besaré, y por la noche haremos cosas que no te interesará saber, creo. Aunque si quieres detalles, puedo grabar con un celular o algo por el estilo.

—Eres un asqueroso, llevo siglos preguntándome que hay de parecido entre nosotros —negó con la cabeza—. Supongo que me hicieron tu hermana para poder protegerte, después de todo soy la única que está apoyándote en este minuto. No creas que será fácil, he visto, escuchado y conocido a Emily, ella merece estar con un galán de revistas, no con un asqueroso Dios que sólo le importa el sexo.

—Nunca pensé que mi hermana espiara a las adolescentes —se burló mientras reía fuertemente—, espera, ¿quieres tener más cazadoras? Porque podría conseguirte unas cuántas, no muchas, ya que la mayoría perderá su virginidad conmigo. Al menos, podría tener algunas a tu servicio. Ahora, volviendo al tema, no soy un asqueroso, y también me interesa el amor, ya sabes, tener sexo a veces es nombrado como hacer el amor.  

—No te excuses con estupideces, Apolo —regañó Artemisa—, no será fácil, te lo aseguro.

Su hermana se retiró, dejando al Dios más confundido de lo que estaba al principio. Artemisa nunca decía que no sería fácil, por lo que esa frase le asustaba bastante. Inhaló y exhaló cuando sintió voces desde una ventana cualquiera, y Apolo podía asegurar que una de esas voces pertenecía a Emily, la chica que debía conquistar y enamorar, para luego dejarla con el corazón roto.