American Horror Story {Murder house

Capítulo 002

Cierra los ojos, y descansa.

Eithan fue uno de los primeros en bajar del auto cuando llegaron. Hubiera sido el primero si su hermano trillizo, Zac, no se hubiera pasado encima suyo para bajar de primero. Pero eso es algo que no le importo mucho. Lo que lo había molestado, en realidad, había sido que sus padres los obligaran a pasar tanto tiempo a todos en el auto. En una mudanza que no le agradaba a ninguno de los hermanos Harmon. Su primera impresión al ver la casa fue un poco sorpresiva, comparándola con su anterior casa que era más moderna, por así decirlo. Le gustaba el hecho de que en esta; la luz no entraba tan brillante y molesta para los ojos.

— ¿Cuándo dijo que se construyó esta casa? —Pregunto la una de las menores, Tris. Eithan que miraba la lámpara “tiffany” buscando lo especial que tenía para que la señora de la inmobiliaria la haya mencionado. Vio a su hermana por el rabillo del ojo.
— ¿Realmente importa?
—Quizás. —Respondió la castaña encogiéndose de hombros.  Eithan de esforzarse, no le encontraba nada especial. Al chico le parecía una lámpara común con colores. En cuanto su padre les dijo que podían comenzar a desempacar, todos corrieron por sus cosas a la camioneta. Para desgracia de él, era el más cercano a la puerta y al no estar tan emocionado casi se lo llevan por delante. Siguió al resto hasta el auto, y tuvo suerte de colarse entre su, trilliza, hermana y Roman.


— ¡Chicos! —Chloe la del medio de los trillizos, irrumpió en la evitación de Zac y de él. — ¡¿Queréis ayudarme?! ¡No puedo una de mis cajas! —Eithan, el mayor de los tres por minutos se cubrió el rostro con una almohada. Apretó contra su cara la almohada al escuchar de su hermana un “Eithan” con enojo. Se quitó la almohada del rostro y se puso de pie, con desgano camino hasta la puerta donde se encontraban Chloe y Zac.
— ¿Y bien? ¿Dónde está caja? —Dijo desganado, pero la castaña lo ignoro olímpicamente. Zac que había estado callado hasta el momento, y solo había estado mirando a sus hermanos, hablo para responderle a Eithan.
—Abajo, en el salón. —Se hizo a un lado para dejar pasar al rubio y lo siguió por las escaleras, hasta el salón. Los muebles estaban en esa sala con varias cantidades de cajas tras de estas. —Maravilloso. —Replico Zac. El salón estaba lleno de cajas de variedades de tamaños. — ¿Crees que la marco? —Pregunto al otro chico. Este se encogió de hombros y se acercó para revisar una fila con tres cajas similares en tamaño. Entre quejas, ceños fruncidos y cajas movidas por aquí y por haya estaban ambos chicos.
—No pienso ver una caja más. — Dijo Eithan sentándose en un asiento para una persona. Había perdido la cuenta de cuantas cajas había revisado, y también olvido cuales eran cuales. Podría haber volteado el mismo grupo de cajas una y otra vez. Dejo que todo su peso se concentrara en el espaldar y cerró los ojos. Este no era su mejor día. Odiaba la mudanza.


Sentada en el suelo del sótano se encontraba una chica rubia, y pecas en su rostro. Que lanzaba una y otra vez una vieja pelota de baseball, que había encontrado recientemente, a una de las habitaciones oscuras, y esta volvía a sus manos en una respuesta del juego.  Cuando la pelota estuvo nuevamente en sus manos se detuvo al escuchar unos golpes en la puerta tras de ella. No tenía que voltear para saber quién era, después de todo solo una persona sabia sobre los habitantes que en su mayoría se mantenían en el sótano y aun así iba. Volvió a lanzar la pelota una vez más.

— ¿Estar muerta es tan aburrido? —Ironizo el castaño, parado al pie de la escalera tras la chica. Esta solo se limitó a rodar los ojos. Se levantó unos segundos después cuando la pelota no volvió.
—No estoy de humor, Rew. —Se giró para verlo con expresión nula, mientras ladeaba un poco a la derecha la cabeza.  El chico, Rew, negó con la cabeza. Últimamente ella había estado con ese humor más tiempo en ese estado de ánimo, casi lo de una persona normal. Nuevamente unos golpes se abrieron paso en la habitación. —Oh, sí. Tate tiene visita.

Salió del sótano con aire aburrido y un tanto cansado. Acariciaba el tapis de las paredes mientras caminaba por el pasillo hasta el salón principal. Se quedó en este, y se recostó en uno de los sillones. Se sentía exhausta, por alguna razón, se sentía tan agotada. Cerró los ojos, sabiendo que no podía dormir, lo hizo deseando descansar. En la habitación irrumpieron dos de los trillizos Harmon.

—Savannah. —Al escuchar su nombre abrió los ojos. Otra chica, igual rubia, estaba parada frente al sillón en el que ella, Savannah, aun se encontraba. —Quieren hablar, con todos.
— ¿Qué tan urgente, Lilith? —Fijo su vista en los hermanos que estaban en la habitación. Uno de ellos le hablaba sobre la casa, mientras el otro se dedicaba a decir cortas frases o tan solo palabras.
—Solo bajemos. —Lilith, la más baja de ambas, se dispuso a ir al sótano. Savannah le dedico una mirada más, al chico más cayado. El parecía estar tan ahí, pero a la vez en su propio lugar solo y aparte. Anhelo unos segundos poder tener la capacidad de ser así, antes de seguir a Lilith al sótano.

nomine libertatis:

Capítulo 003

She loves the darkness.

Chloe era extraña.
Y eso era algo que todos sabían.
Aunque probablemente si el mundo la conociera mejor, la gente dejaría de correrse a un lado cuando ella pasara, en ese caso correrían a sus viviendas o lejos de la chica, porque estaba demente.
Y no precisamente en el buen sentido.
Durante todo el viaje tenía ganas de vomitar, se sentía asfixiada por la idea de que intentaran ser “una familia feliz” cuando todos tenían el conocimiento de que Vivien no había perdonado a Ben por engañarla con su estudiante, Hayden.
Chloe detestaba a su madre, sin embargo, prefería a ella que a Hayden, e incluso que a su padre. El único que no notaba lo histérica que era la amante era él, que para ser psicólogo, parecía no notar muchos problemas que albergaban su vida.
Iba leyendo uno de sus libros favoritos “El Silencio de los Corderos” para intentar aliviar su molestia por el cambio de casa. Lo hizo ligeramente.
—No sé cómo es posible tanta obsesión de tu parte, Chloe. —susurró Jude.
—Creo que el asesinato es lo más bonito que existe.
Y al escuchar la respuesta de su hermana, Jack sonrió de acuerdo.
Apenas llegaron a la nueva casa se sorprendió de lo bella que era, antigua, elegante; le encantaba, y eso no pasaba muy seguido. Se dirigió a una de las grandes habitaciones para reclamarla como suya. Una habitación que luego se convertiría en —como lo llamaba la madre de ésta, Vivien— el rincón más oscuro de la vivienda.
Chloe ante las típicas bromas de su madre le contestaba con un grosero comentario sarcástico; la odiaba. O quizás no tanto, pero no estaba de humor para jugueteras estúpidas.
Caminó un largo rato examinando la vivienda, que sin duda le había encantado. Parecía tan particular y única que por primera vez Chloe se sentía cómoda con algo.
Le agradaba la historia de esa casa, se sentía tan a gusto pensando en el asesinato—suicidio de la pareja homosexual, que esperaba hubiera más historias de el lugar por escuchar.
No tenía idea de que en realidad, sí habían.
—Vas a morir aquí.
Miró a sus espaldas a una chica que la miraba acosadoramente, no la conocía, pero no se molestó en echarla.
—¡Qué mierda! ¡Sería grandioso! —se apoyó en la pared junto a la escalera y le devolvió la mirada. —¿Quién eres?
—¡Addy! —la chica no le pudo responder ya que a lo lejos se escuchó un grito, por lo que le dedicó otra mirada y se fue caminando de la casa. Chloe decidió no contarle a nadie esa hazaña, por lo exagerados que eran sus padres seguramente podrían ponerle una orden de restricción y por alguna extraña razón, la ojiazul no la odió. Como si Addy tuviera algo especial.
Parecía un fantasma, vagando por toda la casa como si no tuviera nada que hacer —aunque en realidad no tenía nada que hacer— y estando al tanto de todo lo que estaba pasando.
Fue a recostarse a su cama, la cual aún se encontraba sin sábanas y miraba el techo. El aire la agobiaba cada vez más, y su respiración caía pesadamente creando unos desesperados jadeos. Le daba la sensación de que quizás, en ese mismo momento podría dejar de respirar y todo acabaría para siempre, pero no fue así. Su fin parecía acercarse con mayor rapidez, ¿o eran los pasos de Jack por el pasillo? No estaba segura.
—¿Te estás masturbando que haces tanto ruido? —asomó la cabeza por la puerta con una sonrisa pícara y una mirada cargada de diversión.
Chloe se enderezó en la cama y levantó su dedo en el medio, devolviéndole una sonrisa irónica.
—Desgraciado.
El castaño parecía divertirse con la situación, pero aún así se largó, y Chloe pensó que fue para molestar a alguien más.
Decidió entonces que ella también podría hacer algo más que estar acostada mirando el techo.

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Le gustaba la oscuridad.
Le encantaba la oscuridad.
Amaba la oscuridad.
¿Por qué la gente relacionaba necesariamente la oscuridad con lo malo? ¿Con la tristeza, con el dolor, y no con la felicidad? Porque eso era lo que hacía feliz a Chloe.
La noche era día, el dolor eran sonrisas, y la oscuridad era luz.
Sin duda el sótano de aquella casa era un lugar muy oscuro y misterioso. A cualquiera —o eso creía la chica— le darían ganas de saber qué sucedió allí.
Podía jurar que las paredes olían a sangre y el aire estaba sobrecargado de adrenalina. Podía sentir los gritos mudos que jamás salieron de esas paredes, la agonía y el dolor de cientos de personas. El miedo, la angustia, todo.
Y ella estaba segura de que era real.
Iba a adentrarse aún más en el sótano, con la intención de seguir averiguando sobre lo que había sido o era la nueva casa, pero la voz de su madre la interrumpió.
—¡Chloe, desempaca tus cosas de una buena vez!
Se dio la vuelta y subió lentamente la escalera, y justo antes de cerrar la puerta, sintió como a sus espaldas la respiración de alguien.
Cuando pasó junto a la habitación donde se encontraba Violet, vio a un chico rubio en la puerta el cual estaba observando. No le importo mucho y sin siquiera decirle una palabra pasó por su lado ignorándolo. No le interesaba.
Si de desempacar se trataba, Chloe no movería ni un dedo, pero sabía que dos personas si lo harían.
Irrumpió en la habitación de Eithan y Zac inesperadamente, haciendo que ambos dirigieran sus miradas a la puerta.
—¡Chicos! —los llamó con una voz realmente potente. —¡¿Quieren ayudarme?! ¡No puedo una de mis cajas! —era una mentira, por supuesto. Ya que ni siquiera se había molestado en tomarla. Eithan se cubrió el rostro con una almohada, hecho que molestó a Chloe. —¡Eithan!
—¿Y bien? ¿Dónde está la caja? —soltó con voz desganada, pero la castaña lo único que hizo fue evitar su pregunta y dirigirse nuevamente a su habitación o a realizar cualquier cosa que no fuera desempacar.
Escuchó a lo lejos como Zac le explicaba que la caja se encontraba en el primer piso y Chloe simplemente se fue a leer.

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Jackson se dedicó a observarla.
Era tan…extraña. Esa chica parecía odiar todo lo que ocurría a su alrededor.
—No hay chocolate, malditos hijos de puta. —puso los ojos en blanco y una cara de fastidio cruzó por su rostro. —Putos todos.
Jackson nunca había conocido a una chica tan grosera y que a la vez le atrajera tanto. Es más, nunca alguna chica le había llamado la atención en el modo que ella lo hacía. Si bien, Chloe tenía un carácter de mierda, era bonita, pero nadie la soportaba, y estaba bien, porque a ella así le gustaba.
La chica se fue a las afueras de la casa, donde encendió un cigarrillo y comenzó a fumar.
Jackson Bradbury no podía dejar de mirarla.
Tenía una mirada de querer ver al mundo caer a sus pies, esperando el sufrimiento de los demás.
—¡Jackson! —apareció de la nada la pequeña figura de Hope llamándolo. —Tenemos que bajar, vamos a estar todos.
—Vale. —exclamó el chico y siguió a Hope en dirección al sótano, sin idea alguna de lo que sería tan importante.

Spoiler: