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Fight, run or die. {Resultados
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Re: Fight, run or die. {Resultados
me encantó como quedo tu firma zoey <33 yo haré una, pero no como la tuya bc no me sale :'c ah
holmes.
Re: Fight, run or die. {Resultados
¡hola chicas! acá ro. amé la idea demasiado y después de unos días decidiendo si debería o no audicionar, aquí estoy. en unos minutitos dejo mi audición.
¡besos!
¡besos!
blake.
Re: Fight, run or die. {Resultados
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✘ Nombres: Gea Alice Higgings & Cooper James Kleypas
✘ Roles: Ella astuta y él amigable.
✘ Representantes: Cher Lloyd & Ashton Irwin
✘ Escrito:
✘ Nombres: Gea Alice Higgings & Cooper James Kleypas
✘ Roles: Ella astuta y él amigable.
✘ Representantes: Cher Lloyd & Ashton Irwin
✘ Escrito:
- ephemeral.:
- Los años pasan muy rápido. Todo cambia. Pero, ¿sabéis? Las personas no lo hacen. Fingen que sí, y crecen, mas siguen siendo los mismos. Calum siempre estuvo colado por aquella chica, Robin. Desde siempre y para siempre, gritaba constantemente. Nosotros nos reíamos de él, pero era cierto. Tan cierto...
{---}
Robin no era especialmente guapa. No tenía la piel tersa y suave y, por supuesto, no tenía un cuerpo perfecto. Pero, cuando se giró, y sus ojos tan oscuros se encontraron con los de ella, color chocolate, supo que ya era tarde, que se había enamorado. No se cansaba de observarla desde la distancia. Una y otra vez, parecía que no se sentía a gusto estando rodeada de tanta gente y presenció cómo más de una vez se quitaba el pelo de la cara como si le molestase demasiado, y sin embargo lo llevaba suelto. Y le quedaba muy, muy bien. No pudo evitar quedarse mirándola cuando su amiga la hizo reír, se había tapado la boca. Y Calum no pudo evitar preguntarse una y otra vez el por qué, teniendo una de las sonrisas más preciosa que había visto nunca.
Era una suerte que Elena, la novia de Michael, la hubiera traído aquella noche. Por mucho que hubieran sido unos cortos segundos, entre los que la chica se despedía de su novio, les presentaba a su amiga, y se iban, había podido apreciarla. No parecía muy interesada en ellos, es más, ni siquiera se había acercado a darles la mano, o un abrazo, cuando fueron presentados. Y vagamente los había mirado a los ojos. Era distante.
Calum siempre sonreía al recordar lo mucho que había tenido que rogarle a Elena que le diera el número de Robin. No había podido quitarse aquellos ojos marrones de la cabeza. Hasta se acordaba de su ropa. Estuvo toda la semana siguiéndolos, a ella y a Michael, una y otra vez esforzándose por demostrarle que era cierto, que no quería jugar con una de sus mejores amigas. Elena había repetido las palabras una y otra vez. “Me caéis bien los dos, pero si no le haces daño tú, te lo hará ella a ti. Y no quiero eso, para ninguno”.
No había hecho falta que siguiera rogando. A las dos semanas del primer y frío encuentro, la vio otra vez. Estaba sentada sola, como si no le agradase que otras personas estuvieran a su alrededor, y leía un libro. El chico se acercó y la estuvo mirando durante unos minutos hasta que ella levantó la vista, alzando una ceja.
—¿Quieres algo?— no era agradable, ni tan dulce como él se había imaginado.
Aquella contestación lo había dejado cortado. Parecía que su ingenio había desaparecido por arte de magia y no quedaba de él ni una sola pizca que pudiera improvisar para quitarle un poco de paja al asunto. El caso era que tenía a una chica claramente molesta porque la estaba distrayendo de su lectura y no sabía qué decir. Finalmente, se aclaró la garganta y se presentó, aun consciente de que Elena ya lo había hecho semanas atrás.
No fue tan mal aquel día, si obviamos el hecho de que Robin había dejado claro que no le interesaba lo más mínimo el chico, y se había ido a los pocos minutos, alegando que tenía prisa con una sonrisa de disculpa. Mas Calum no se daba por vencido. Había estado yendo día tras día durante diez días a aquel mismo banco, donde se la había encontrado, hasta que la vio de nuevo. Y aquella vez no la dejó escapar. Le pidió su número de teléfono. Robin estaba realmente impresionada de su persistencia, por lo que se lo dio.
No había tardado ni dos días en llamarla. No le había escrito ningún mensaje, porque quería asegurarse de que de verdad era ella y necesitaba darle la confianza de saber que sí que se interesaba, que quería escuchar su respuesta al preguntarle si quería salir con él. La muchacha aceptó, sonriendo con la llamada. Aquel chaval lo estaba haciendo bien.
La primera cita resultó ser un absoluto éxito. Calum, por mucho que había estado interrogando a Elena para que le dijese cosas de Robin, no sabía mucho de ella. Más bien nada. Solo que le gustaba leer y que parecía ser como una hermana para la novia de su mejor amigo, aunque ésta jurase que no se parecían en nada. Sus gustos eran iguales, pero sus personalidades no tenían nada que ver, al menos eso afirmaba Elena. Y había resultado cierto.
Elena era una persona muy agradable, en muchos sentidos. Era igualita que Michael y por eso los chicos la adoraban. No era simple, pero tampoco un puzzle sin resolver. No era tan complicado saber lo que estaba pensando y lo que sentía. Robin era completamente distinta. Era muy difícil averiguar lo que estaba pensando, y no parecía sentirse cómoda la mitad del tiempo. Sin embargo, después de una hora de paseo, empezó a soltarse. Sonreía mucho y hablaba más. Quedaron en verse otra vez.
Cuando, días después de su segunda cita, Calum habló con Elena, los dos estaban muy ilusionados. El chico sabía que las cosas iban de bien en mejor, estaba llegando a conocer a Robin y, sin duda, ya no estaba ni la mitad de distante que la primera vez. Elena le daba las gracias, sonriendo, una y otra vez, por mantener a su amiga contenta. “La estás haciendo realmente feliz”, comentó. Él no lo entendió en aquel momento, al menos, no comprendió el comentario en su totalidad. Por ello dijo que ella también le estaba haciendo feliz a él.
Los encuentros se estaban convirtiendo en rutina. Una muy dulce, y agradable. Robin y Calum hablaban constantemente y, cuando no estaban juntos, se escribían mensajes. Comentaban cualquier cosa que se les viniera a la cabeza, por muy estúpida que fuera. Era precioso. Ellos eran preciosos.
—Robin…— susurró una noche Calum. Estaban los dos en el parque, uno al lado del otro, pero sin rozarse. Era algo que ya era costumbre y, sin embargo, seguía sorprendiendo al chico. Intentó llevar su mano a la de ella, pero se vio rechazado, casi como un acto reflejo.— ¿Por qué no me dejas tocarte?
—Yo… no me gusta el contacto físico, eso es todo. Nunca me ha gustado que me toquen, es como un instinto, alejarme de todo contacto que pueda dejar a las personas llegar más a mí—. Él asintió. Había muchas cosas de Robin que no entendía y que, sin embargo, le sorprendían.
Como lo que acababa de hacer. Había cogido su mano y la había entrelazado con la suya propia. Calum sonrió y apretó suavemente los suaves dedos de ella, tan blancos. Ahí era donde su mano tenía que estar, agarrando la de Robin, dándole seguridad. Estaba con ella.
—Me gustas— susurró Robin, tan bajito que, si el parque no hubiera estado tan en silencio, él no la habría escuchado. Pero lo hizo.
—Tú también a mí. Y, ¿sabes? No es solo que me gustes. Es que estoy enamorado de ti. Y perdona si lo he jodido todo, pero necesitaba decírtelo— se lo había quitado de encima. Al fin. Pero no sabía cómo reaccionaría ella.
—No lo has jodido todo— fue la única respuesta. Bueno, no era lo que se esperaba, pero tampoco le había decepcionado. Robin apoyó su cabeza en el hombro de Calum y así se quedaron, en silencio.
Desde que la muchacha le había dicho que no le gustaba que la tocasen, todo había sido mucho más fácil. Estaba siendo más llevadero. Robin nunca le había dejado besarla, pero estaban en una relación. Definitivamente. Aunque ninguno de los dos hubiese aclarado nunca nada al respecto. Era normal que los chicos se llevasen a sus novias a sus casas, por lo que Elena siempre estaba por ahí. Y una y otra vez le daba abrazos y le comentaba lo feliz que hacía a la chica. Calum pensaba que lo entendía y se ponía contento. En realidad no tenía ni la menor idea.
Con la llegada del verano, el chico vio por primera vez a Robin en pantalones cortos y camiseta de tirantes. Estaba perfecta. Era realmente perfecta. Simplemente la forma en que su cabello caía por sus hombros ya la hacía parecer un ángel. Por primera vez en casi medio año que había conocido a la chica, Calum se preguntó por qué llevaba tantas pulseras. Parecían gastadas y molestas, pero ella nunca se las quitaba.
Se habían contado muchas cosas. Calum sentía que con ella podía hablar de cualquier cosa en la vida sin sentirse un idiota. Le confesaba sus mayores miedos, le hablaba de la banda, le contaba cómo era su familia y comentaba que no podía esperar a que conociese a su hermana Mali, a lo que ella sacudía la cabeza con una sonrisa. Robin era más reservada. Contaba cosas, era cierto, y una vez que empezaba a hablar, no había nadie que pudiera callarla. Pero no decía nada sobre su vida. Nunca le había hablado de sus padres, ni de su familia en general. No compartía sus problemas y tampoco hablaba de su vida pasada, porque estaba claro que era extrajera. Y Calum tampoco preguntaba. Lo que menos quería era presionarla o que ella se sintiese incómoda.
Después de ocho meses, Robin y Calum eran oficialmente novios. Después de haber compartido el beso más dulce del mundo en un sitio cualquiera y de que ella sonriera, alegando que le había gustado, el chico supo que era el momento de decírselo. Y cuando aceptó, Calum Hood fue el chico más feliz del mundo entero.
Por fin, una vez, ella fue a su casa, como tantas veces hacía, pero de una manera especial. No llevaba pulseras. Aquella tarde, Calum pudo realmente ver quién era Robin y por todo lo que había pasado. Después de besar sus cicatrices una y otra vez, la había abrazado. Estaba orgulloso de ella, ya que eran antiguas, lo había dejado por él. Por primera vez vio a Robin llorar, derrumbarse por su debilidad en sus brazos. En ese momento lo supo todo. Aquella chica estaba mal, muy mal, era un desastre. Y debía ser arreglada por alguien que verdaderamente la quisiera. Alguien como él mismo.
Se lo tomaba a pecho. Desde aquel momento, no dejó sola a Robin ni un solo momento. Paseaba con ella y le contaba todo, cualquier cosa que se le ocurriera. Y ella también se abrió. Y le contó lo que jamás le había contado a nadie. Hablaba de su vida, de sus debilidades, de sus peores miedos y de sus más terribles pesadillas. Y Calum se ocupaba de decirle todos los días lo mucho que la quería. Ella no respondía siempre, pero el chico se sentía contento. No necesitaba una confirmación para saber lo único que tenía claro en su vida.
Robin recordaba la primera vez que habían hablado del futuro. Era obvio que el chico quería seguir en la banda, pero era más profundo que eso. Ella tenía claro que lo único que quería en la vida era ser feliz, y libre. Cuando comentó eso, Calum sonrió. “Yo también quiero ser feliz, a tu lado”, susurró. Dijo que quería casarse con ella y tener hijos. Aquella noche pensaron hasta nombres para éstos. Eran jóvenes, pero se querían. Y los dos tenían claro que el amor movía el mundo.
Conforme iba pasando el tiempo, los dos se iban haciendo mayores. La banda de Calum, 5 Seconds Of Summer, cada vez tenía más éxito. Llegaron al punto de ser realmente conocidos, tanto que tenían que irse de gira. El chico casi dejó escapar su sueño por ella. Menos mal que Robin siempre se había preocupado por los demás, antes que por ella misma. No dejó que dejase escapar la oportunidad, alegando que estaría bien. Y Calum se fue.
Aquellos meses fueron un desastre para los dos. Robin estaba siendo fuerte, por él. Elena y ella hablaban todos los días, quedaban para no sentirse solas, dado que sus novios se habían ido porque pertenecían a la misma banda, pero no era lo mismo. Cuando hablaban sobre ellos, Elena comentaba que Michael no dejaba de enviarle mensajes por todo tipo de redes sociales, contando cosas y también expresando lo mucho que echaba a su chica de menos. Robin no había recibido ni un solo mensaje de Calum, ni una llamada, ni una señal de vida desde que se fue.
La cosa no mejoró. Calum se había olvidado absolutamente de ella. Un par de whatsapps rápidos de vez en cuando le hicieron saber a Robin que él seguía vivo. Lo peor de todo era que no sabía si se estaba olvidando de ella o simplemente ya se había cansado de soportar su peso. Hasta que volvió.
Al conocer a la familia de Calum, iba a visitarlos de vez en cuando. Su madre le facilitó el sitio y hora exacta en los que su novio aterrizaría. Podría verle después de trece meses. La bienvenida fue patética para Robin. No supo qué hacer y se quedó parada mirándole, hasta que él se acercó. Estaban cara a cara por fin. En aquel momento, con esos movimientos de vacilación, los dos supieron que la relación ya no era la misma, porque ellos mismos habían cambiado.
La relación siguió durante un año más. En aquel período de tiempo, los padres de Calum le regalaron una casa para que se independizase y él, aun sabiendo que no era la mejor idea, se mudó allí, llevando a Robin con él. Se querían, pero no funcionaban. Habían pasado mucho tiempo separados y no se entendían ya.
La primera noche que Calum llegó borracho a casa, Robin se asustó mucho. Nunca le había visto en ese estado y ojalá no lo hubiera hecho. La chica lo ayudó a desvestirse y a acostarse en la cama. Aquella fue la primera vez de muchas. Había noches en las que el chico llegaba a las cinco, oliendo a perfume de mujer que, por supuesto, no era el suyo. La besaba en la cabeza antes de acostarse a su lado y abrazarla para dormir, oliendo a alcohol y otras sustancias tóxicas. Hasta que ella ya no pudo más.
Un día, Calum regresó a casa. Estaba fría. Faltaban cosas. Aquella noche no había salido, era consciente de que lo estaba haciendo todo mal, por lo que se había vestido con un traje y había comprado un anillo. Iba a pedirle a Robin que se casase con él. Pero, en vez de encontrarse a su preciosa chica esperándole con ojeras y ojos tristes, la luz estaba apagada. No había nadie y no lo había habido en todo el día.
Cuando Calum se dio cuenta de que ella no volvería nunca, se quitó el traje y se permitió llorar por primera vez. La rabia se apoderó de todo su cuerpo cuando se acostó en la cama. Después de cuatro años, estaba tan vacía que dolía. No podía creerse lo mucho que lo había estropeado todo.
A la mañana siguiente, recibió un mensaje de voz suyo. “Yo… no ha sido culpa tuya, ni de nadie. Pero tienes que entender que no funcionaba. No me quieres, Calum. Ya no. Estábamos enamorados del recuerdo y la ilusión que teníamos el uno del otro. Y quiero que sepas que, a pesar de todo, te quiero. Siempre lo he hecho y siempre lo haré. Hasta siempre, Cal”. Solo ella lo llamaba así. Al terminar el mensaje, el chico se acurrucó en una esquina. Ya no le importaba nada. Tiró el anillo al suelo, entre lágrimas. Nada tenía sentido sin ella, sin su Robin.
Tres días exactos después, recibió la noticia. Robin había muerto. Iba hablando por el móvil y un conductor borracho la había arrollado mientras ella conducía aquel pequeño coche que Calum tanto odiaba. Registrando su teléfono, habían hallado que la última actividad había sido el mensaje que le había mandado. En canto lo supo todo, soltó un grito. No podía ser ella. No podía ser.
Y sí que era. Por supuesto que era. Calum cogió su mano. Estaba fría, pero seguía oliendo a ella, aquel olor de fresas mezcladas con vainilla que tanto adoraba. Tenía el pelo hecho un desastre y llevaba la ropa que se había puesto el día de antes de irse. No podía hacer nada más.
El funeral fue privado y muy personal. Nadie de su familia asistió, tan solo Calum, su familia, y algunos amigos de ambos. Calum dijo algunas palabras, aunque no pudo terminar. Todos nos quedamos con la duda de cuál sería el final de su discurso. Cuando se abrió el ataúd por última vez, vimos que él había elegido el vestido que más le gustaba. Y, en el dedo anular, llevaba un discreto anillo de oro, que nunca habíamos visto antes. Le preguntamos a Calum y, ¿sabes? Era su anillo de compromiso. No lo llevaba en el dedo corazón, sino en el anular, como un actual anillo de boda. Y aquel fue el signo más bonito que pudo haber tenido. Cuando todos nos despedimos, Calum cerró el ataúd. Estaba llorando. Y, sin embargo, lo vimos sonreír. “Está en un lugar mejor ahora. Me está mirando. Va a cuidar de todos nosotros, como siempre hizo. Porque era un ángel y finalmente ha regresado a su casa”.
—¿Y qué hizo Calum durante todos estos años, abuelo?— preguntó el menor de los tres, con solo cinco años. Él esbozó una sonrisa.
—Fue muy, muy feliz. Por ella. Y, ¿sabéis? En todos estos años, jamás lo vi llorar después del funeral, ni una sola vez. Tampoco se enamoró nunca más, porque la quería a ella.— terminó el abuelo.
—¡Es una de las historias más bonitas del mundo entero!— chilló Cassie, la más mayor. Con sus doce años, había comprendido mucho mejor la historia que sus otros dos hermanos.
—Niños, la cena ya está lista. Decidle al abuelo que deje de contar batallitas— una mujer mayor apareció en el salón. Con unos gastados setenta años, seguía siendo igual de guapa que siempre.
—Oh, vamos, los niños tenían que saberlo. Es lo más precioso que podría haberles contado cuando me pidieron un cuento, y lo sabes— la anciana le dio la razón, sonriente, y le acarició el pelo suavemente.
—Eh… yo… papá, nunca me habías contado esa historia— una mujer de cuarenta años apareció en el salón. Tenía los ojos verdes chispeantes, pero la misma nariz que su madre.
—Pues ya sabes, Robin, llevas el nombre de un ángel— cuando los dos se giraron, se dieron cuenta de que su hija estaba llorando. La historia era demasiado preciosa. Al saberlo, los tres se fundieron en un abrazo.
—Abuela, abuelo, ¿qué hacéis? ¡Queremos cena!— Robin se separó de sus padres y fue a atender a los niños.
—¡Vamos, levanta! Ay, Mikey, qué viejo estás— susurró con cariño la mujer.
—Mira tú por donde, Elena, tú también estás bastante mayor. Y tú no tienes la excusa de haber sido estrella del rock— los dos soltaron una carcajada.
—Es cierto, pero mira, al menos estoy bien orgullosa de mis canas, no como otros, que siguen llevando el pelo teñido— señaló con una sonrisa.
—Te quiero, Elena. Gracias por quedarte en mi vida— susurró Michael, cogiéndola de la mano.
—Siempre.
blake.
Re: Fight, run or die. {Resultados
Berry. escribió:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
✘ Nombres: Gea Alice Higgings & Cooper James Kleypas
✘ Roles: Ella astuta y él amigable.
✘ Representantes: Cher Lloyd & Ashton Irwin
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Los años pasan muy rápido. Todo cambia. Pero, ¿sabéis? Las personas no lo hacen. Fingen que sí, y crecen, mas siguen siendo los mismos. Calum siempre estuvo colado por aquella chica, Robin. Desde siempre y para siempre, gritaba constantemente. Nosotros nos reíamos de él, pero era cierto. Tan cierto...
{---}
Robin no era especialmente guapa. No tenía la piel tersa y suave y, por supuesto, no tenía un cuerpo perfecto. Pero, cuando se giró, y sus ojos tan oscuros se encontraron con los de ella, color chocolate, supo que ya era tarde, que se había enamorado. No se cansaba de observarla desde la distancia. Una y otra vez, parecía que no se sentía a gusto estando rodeada de tanta gente y presenció cómo más de una vez se quitaba el pelo de la cara como si le molestase demasiado, y sin embargo lo llevaba suelto. Y le quedaba muy, muy bien. No pudo evitar quedarse mirándola cuando su amiga la hizo reír, se había tapado la boca. Y Calum no pudo evitar preguntarse una y otra vez el por qué, teniendo una de las sonrisas más preciosa que había visto nunca.
Era una suerte que Elena, la novia de Michael, la hubiera traído aquella noche. Por mucho que hubieran sido unos cortos segundos, entre los que la chica se despedía de su novio, les presentaba a su amiga, y se iban, había podido apreciarla. No parecía muy interesada en ellos, es más, ni siquiera se había acercado a darles la mano, o un abrazo, cuando fueron presentados. Y vagamente los había mirado a los ojos. Era distante.
Calum siempre sonreía al recordar lo mucho que había tenido que rogarle a Elena que le diera el número de Robin. No había podido quitarse aquellos ojos marrones de la cabeza. Hasta se acordaba de su ropa. Estuvo toda la semana siguiéndolos, a ella y a Michael, una y otra vez esforzándose por demostrarle que era cierto, que no quería jugar con una de sus mejores amigas. Elena había repetido las palabras una y otra vez. “Me caéis bien los dos, pero si no le haces daño tú, te lo hará ella a ti. Y no quiero eso, para ninguno”.
No había hecho falta que siguiera rogando. A las dos semanas del primer y frío encuentro, la vio otra vez. Estaba sentada sola, como si no le agradase que otras personas estuvieran a su alrededor, y leía un libro. El chico se acercó y la estuvo mirando durante unos minutos hasta que ella levantó la vista, alzando una ceja.
—¿Quieres algo?— no era agradable, ni tan dulce como él se había imaginado.
Aquella contestación lo había dejado cortado. Parecía que su ingenio había desaparecido por arte de magia y no quedaba de él ni una sola pizca que pudiera improvisar para quitarle un poco de paja al asunto. El caso era que tenía a una chica claramente molesta porque la estaba distrayendo de su lectura y no sabía qué decir. Finalmente, se aclaró la garganta y se presentó, aun consciente de que Elena ya lo había hecho semanas atrás.
No fue tan mal aquel día, si obviamos el hecho de que Robin había dejado claro que no le interesaba lo más mínimo el chico, y se había ido a los pocos minutos, alegando que tenía prisa con una sonrisa de disculpa. Mas Calum no se daba por vencido. Había estado yendo día tras día durante diez días a aquel mismo banco, donde se la había encontrado, hasta que la vio de nuevo. Y aquella vez no la dejó escapar. Le pidió su número de teléfono. Robin estaba realmente impresionada de su persistencia, por lo que se lo dio.
No había tardado ni dos días en llamarla. No le había escrito ningún mensaje, porque quería asegurarse de que de verdad era ella y necesitaba darle la confianza de saber que sí que se interesaba, que quería escuchar su respuesta al preguntarle si quería salir con él. La muchacha aceptó, sonriendo con la llamada. Aquel chaval lo estaba haciendo bien.
La primera cita resultó ser un absoluto éxito. Calum, por mucho que había estado interrogando a Elena para que le dijese cosas de Robin, no sabía mucho de ella. Más bien nada. Solo que le gustaba leer y que parecía ser como una hermana para la novia de su mejor amigo, aunque ésta jurase que no se parecían en nada. Sus gustos eran iguales, pero sus personalidades no tenían nada que ver, al menos eso afirmaba Elena. Y había resultado cierto.
Elena era una persona muy agradable, en muchos sentidos. Era igualita que Michael y por eso los chicos la adoraban. No era simple, pero tampoco un puzzle sin resolver. No era tan complicado saber lo que estaba pensando y lo que sentía. Robin era completamente distinta. Era muy difícil averiguar lo que estaba pensando, y no parecía sentirse cómoda la mitad del tiempo. Sin embargo, después de una hora de paseo, empezó a soltarse. Sonreía mucho y hablaba más. Quedaron en verse otra vez.
Cuando, días después de su segunda cita, Calum habló con Elena, los dos estaban muy ilusionados. El chico sabía que las cosas iban de bien en mejor, estaba llegando a conocer a Robin y, sin duda, ya no estaba ni la mitad de distante que la primera vez. Elena le daba las gracias, sonriendo, una y otra vez, por mantener a su amiga contenta. “La estás haciendo realmente feliz”, comentó. Él no lo entendió en aquel momento, al menos, no comprendió el comentario en su totalidad. Por ello dijo que ella también le estaba haciendo feliz a él.
Los encuentros se estaban convirtiendo en rutina. Una muy dulce, y agradable. Robin y Calum hablaban constantemente y, cuando no estaban juntos, se escribían mensajes. Comentaban cualquier cosa que se les viniera a la cabeza, por muy estúpida que fuera. Era precioso. Ellos eran preciosos.
—Robin…— susurró una noche Calum. Estaban los dos en el parque, uno al lado del otro, pero sin rozarse. Era algo que ya era costumbre y, sin embargo, seguía sorprendiendo al chico. Intentó llevar su mano a la de ella, pero se vio rechazado, casi como un acto reflejo.— ¿Por qué no me dejas tocarte?
—Yo… no me gusta el contacto físico, eso es todo. Nunca me ha gustado que me toquen, es como un instinto, alejarme de todo contacto que pueda dejar a las personas llegar más a mí—. Él asintió. Había muchas cosas de Robin que no entendía y que, sin embargo, le sorprendían.
Como lo que acababa de hacer. Había cogido su mano y la había entrelazado con la suya propia. Calum sonrió y apretó suavemente los suaves dedos de ella, tan blancos. Ahí era donde su mano tenía que estar, agarrando la de Robin, dándole seguridad. Estaba con ella.
—Me gustas— susurró Robin, tan bajito que, si el parque no hubiera estado tan en silencio, él no la habría escuchado. Pero lo hizo.
—Tú también a mí. Y, ¿sabes? No es solo que me gustes. Es que estoy enamorado de ti. Y perdona si lo he jodido todo, pero necesitaba decírtelo— se lo había quitado de encima. Al fin. Pero no sabía cómo reaccionaría ella.
—No lo has jodido todo— fue la única respuesta. Bueno, no era lo que se esperaba, pero tampoco le había decepcionado. Robin apoyó su cabeza en el hombro de Calum y así se quedaron, en silencio.
Desde que la muchacha le había dicho que no le gustaba que la tocasen, todo había sido mucho más fácil. Estaba siendo más llevadero. Robin nunca le había dejado besarla, pero estaban en una relación. Definitivamente. Aunque ninguno de los dos hubiese aclarado nunca nada al respecto. Era normal que los chicos se llevasen a sus novias a sus casas, por lo que Elena siempre estaba por ahí. Y una y otra vez le daba abrazos y le comentaba lo feliz que hacía a la chica. Calum pensaba que lo entendía y se ponía contento. En realidad no tenía ni la menor idea.
Con la llegada del verano, el chico vio por primera vez a Robin en pantalones cortos y camiseta de tirantes. Estaba perfecta. Era realmente perfecta. Simplemente la forma en que su cabello caía por sus hombros ya la hacía parecer un ángel. Por primera vez en casi medio año que había conocido a la chica, Calum se preguntó por qué llevaba tantas pulseras. Parecían gastadas y molestas, pero ella nunca se las quitaba.
Se habían contado muchas cosas. Calum sentía que con ella podía hablar de cualquier cosa en la vida sin sentirse un idiota. Le confesaba sus mayores miedos, le hablaba de la banda, le contaba cómo era su familia y comentaba que no podía esperar a que conociese a su hermana Mali, a lo que ella sacudía la cabeza con una sonrisa. Robin era más reservada. Contaba cosas, era cierto, y una vez que empezaba a hablar, no había nadie que pudiera callarla. Pero no decía nada sobre su vida. Nunca le había hablado de sus padres, ni de su familia en general. No compartía sus problemas y tampoco hablaba de su vida pasada, porque estaba claro que era extrajera. Y Calum tampoco preguntaba. Lo que menos quería era presionarla o que ella se sintiese incómoda.
Después de ocho meses, Robin y Calum eran oficialmente novios. Después de haber compartido el beso más dulce del mundo en un sitio cualquiera y de que ella sonriera, alegando que le había gustado, el chico supo que era el momento de decírselo. Y cuando aceptó, Calum Hood fue el chico más feliz del mundo entero.
Por fin, una vez, ella fue a su casa, como tantas veces hacía, pero de una manera especial. No llevaba pulseras. Aquella tarde, Calum pudo realmente ver quién era Robin y por todo lo que había pasado. Después de besar sus cicatrices una y otra vez, la había abrazado. Estaba orgulloso de ella, ya que eran antiguas, lo había dejado por él. Por primera vez vio a Robin llorar, derrumbarse por su debilidad en sus brazos. En ese momento lo supo todo. Aquella chica estaba mal, muy mal, era un desastre. Y debía ser arreglada por alguien que verdaderamente la quisiera. Alguien como él mismo.
Se lo tomaba a pecho. Desde aquel momento, no dejó sola a Robin ni un solo momento. Paseaba con ella y le contaba todo, cualquier cosa que se le ocurriera. Y ella también se abrió. Y le contó lo que jamás le había contado a nadie. Hablaba de su vida, de sus debilidades, de sus peores miedos y de sus más terribles pesadillas. Y Calum se ocupaba de decirle todos los días lo mucho que la quería. Ella no respondía siempre, pero el chico se sentía contento. No necesitaba una confirmación para saber lo único que tenía claro en su vida.
Robin recordaba la primera vez que habían hablado del futuro. Era obvio que el chico quería seguir en la banda, pero era más profundo que eso. Ella tenía claro que lo único que quería en la vida era ser feliz, y libre. Cuando comentó eso, Calum sonrió. “Yo también quiero ser feliz, a tu lado”, susurró. Dijo que quería casarse con ella y tener hijos. Aquella noche pensaron hasta nombres para éstos. Eran jóvenes, pero se querían. Y los dos tenían claro que el amor movía el mundo.
Conforme iba pasando el tiempo, los dos se iban haciendo mayores. La banda de Calum, 5 Seconds Of Summer, cada vez tenía más éxito. Llegaron al punto de ser realmente conocidos, tanto que tenían que irse de gira. El chico casi dejó escapar su sueño por ella. Menos mal que Robin siempre se había preocupado por los demás, antes que por ella misma. No dejó que dejase escapar la oportunidad, alegando que estaría bien. Y Calum se fue.
Aquellos meses fueron un desastre para los dos. Robin estaba siendo fuerte, por él. Elena y ella hablaban todos los días, quedaban para no sentirse solas, dado que sus novios se habían ido porque pertenecían a la misma banda, pero no era lo mismo. Cuando hablaban sobre ellos, Elena comentaba que Michael no dejaba de enviarle mensajes por todo tipo de redes sociales, contando cosas y también expresando lo mucho que echaba a su chica de menos. Robin no había recibido ni un solo mensaje de Calum, ni una llamada, ni una señal de vida desde que se fue.
La cosa no mejoró. Calum se había olvidado absolutamente de ella. Un par de whatsapps rápidos de vez en cuando le hicieron saber a Robin que él seguía vivo. Lo peor de todo era que no sabía si se estaba olvidando de ella o simplemente ya se había cansado de soportar su peso. Hasta que volvió.
Al conocer a la familia de Calum, iba a visitarlos de vez en cuando. Su madre le facilitó el sitio y hora exacta en los que su novio aterrizaría. Podría verle después de trece meses. La bienvenida fue patética para Robin. No supo qué hacer y se quedó parada mirándole, hasta que él se acercó. Estaban cara a cara por fin. En aquel momento, con esos movimientos de vacilación, los dos supieron que la relación ya no era la misma, porque ellos mismos habían cambiado.
La relación siguió durante un año más. En aquel período de tiempo, los padres de Calum le regalaron una casa para que se independizase y él, aun sabiendo que no era la mejor idea, se mudó allí, llevando a Robin con él. Se querían, pero no funcionaban. Habían pasado mucho tiempo separados y no se entendían ya.
La primera noche que Calum llegó borracho a casa, Robin se asustó mucho. Nunca le había visto en ese estado y ojalá no lo hubiera hecho. La chica lo ayudó a desvestirse y a acostarse en la cama. Aquella fue la primera vez de muchas. Había noches en las que el chico llegaba a las cinco, oliendo a perfume de mujer que, por supuesto, no era el suyo. La besaba en la cabeza antes de acostarse a su lado y abrazarla para dormir, oliendo a alcohol y otras sustancias tóxicas. Hasta que ella ya no pudo más.
Un día, Calum regresó a casa. Estaba fría. Faltaban cosas. Aquella noche no había salido, era consciente de que lo estaba haciendo todo mal, por lo que se había vestido con un traje y había comprado un anillo. Iba a pedirle a Robin que se casase con él. Pero, en vez de encontrarse a su preciosa chica esperándole con ojeras y ojos tristes, la luz estaba apagada. No había nadie y no lo había habido en todo el día.
Cuando Calum se dio cuenta de que ella no volvería nunca, se quitó el traje y se permitió llorar por primera vez. La rabia se apoderó de todo su cuerpo cuando se acostó en la cama. Después de cuatro años, estaba tan vacía que dolía. No podía creerse lo mucho que lo había estropeado todo.
A la mañana siguiente, recibió un mensaje de voz suyo. “Yo… no ha sido culpa tuya, ni de nadie. Pero tienes que entender que no funcionaba. No me quieres, Calum. Ya no. Estábamos enamorados del recuerdo y la ilusión que teníamos el uno del otro. Y quiero que sepas que, a pesar de todo, te quiero. Siempre lo he hecho y siempre lo haré. Hasta siempre, Cal”. Solo ella lo llamaba así. Al terminar el mensaje, el chico se acurrucó en una esquina. Ya no le importaba nada. Tiró el anillo al suelo, entre lágrimas. Nada tenía sentido sin ella, sin su Robin.
Tres días exactos después, recibió la noticia. Robin había muerto. Iba hablando por el móvil y un conductor borracho la había arrollado mientras ella conducía aquel pequeño coche que Calum tanto odiaba. Registrando su teléfono, habían hallado que la última actividad había sido el mensaje que le había mandado. En canto lo supo todo, soltó un grito. No podía ser ella. No podía ser.
Y sí que era. Por supuesto que era. Calum cogió su mano. Estaba fría, pero seguía oliendo a ella, aquel olor de fresas mezcladas con vainilla que tanto adoraba. Tenía el pelo hecho un desastre y llevaba la ropa que se había puesto el día de antes de irse. No podía hacer nada más.
El funeral fue privado y muy personal. Nadie de su familia asistió, tan solo Calum, su familia, y algunos amigos de ambos. Calum dijo algunas palabras, aunque no pudo terminar. Todos nos quedamos con la duda de cuál sería el final de su discurso. Cuando se abrió el ataúd por última vez, vimos que él había elegido el vestido que más le gustaba. Y, en el dedo anular, llevaba un discreto anillo de oro, que nunca habíamos visto antes. Le preguntamos a Calum y, ¿sabes? Era su anillo de compromiso. No lo llevaba en el dedo corazón, sino en el anular, como un actual anillo de boda. Y aquel fue el signo más bonito que pudo haber tenido. Cuando todos nos despedimos, Calum cerró el ataúd. Estaba llorando. Y, sin embargo, lo vimos sonreír. “Está en un lugar mejor ahora. Me está mirando. Va a cuidar de todos nosotros, como siempre hizo. Porque era un ángel y finalmente ha regresado a su casa”.
—¿Y qué hizo Calum durante todos estos años, abuelo?— preguntó el menor de los tres, con solo cinco años. Él esbozó una sonrisa.
—Fue muy, muy feliz. Por ella. Y, ¿sabéis? En todos estos años, jamás lo vi llorar después del funeral, ni una sola vez. Tampoco se enamoró nunca más, porque la quería a ella.— terminó el abuelo.
—¡Es una de las historias más bonitas del mundo entero!— chilló Cassie, la más mayor. Con sus doce años, había comprendido mucho mejor la historia que sus otros dos hermanos.
—Niños, la cena ya está lista. Decidle al abuelo que deje de contar batallitas— una mujer mayor apareció en el salón. Con unos gastados setenta años, seguía siendo igual de guapa que siempre.
—Oh, vamos, los niños tenían que saberlo. Es lo más precioso que podría haberles contado cuando me pidieron un cuento, y lo sabes— la anciana le dio la razón, sonriente, y le acarició el pelo suavemente.
—Eh… yo… papá, nunca me habías contado esa historia— una mujer de cuarenta años apareció en el salón. Tenía los ojos verdes chispeantes, pero la misma nariz que su madre.
—Pues ya sabes, Robin, llevas el nombre de un ángel— cuando los dos se giraron, se dieron cuenta de que su hija estaba llorando. La historia era demasiado preciosa. Al saberlo, los tres se fundieron en un abrazo.
—Abuela, abuelo, ¿qué hacéis? ¡Queremos cena!— Robin se separó de sus padres y fue a atender a los niños.
—¡Vamos, levanta! Ay, Mikey, qué viejo estás— susurró con cariño la mujer.
—Mira tú por donde, Elena, tú también estás bastante mayor. Y tú no tienes la excusa de haber sido estrella del rock— los dos soltaron una carcajada.
—Es cierto, pero mira, al menos estoy bien orgullosa de mis canas, no como otros, que siguen llevando el pelo teñido— señaló con una sonrisa.
—Te quiero, Elena. Gracias por quedarte en mi vida— susurró Michael, cogiéndola de la mano.
—Siempre.
FICHA ACEPTADA
Tu ficha está participando, suerte.
holmes.
Re: Fight, run or die. {Resultados
socorro en el primer comentario que hice no salió el gif, pero era este: [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
blake.
Re: Fight, run or die. {Resultados
Ya ahora si, he decidido, hace una semana creo que vi esta idea y maldita sea que me encanto es que es Maze Runner con Divergente y y y me dan los suficientes feelings como para querer entrar así que mañana o más tarde dejo mi ficha por este lugar
Y los gifs es uno de cada trilogía, los dejo en otro comentario porque bueno no tengo ni idea xdddd
Saludos:3
Y los gifs es uno de cada trilogía, los dejo en otro comentario porque bueno no tengo ni idea xdddd
Saludos:3
Kurisu
Re: Fight, run or die. {Resultados
¡no me puedo creer, rochel it's here y la step too!
pd. jude tu firma esta hermosa too, ¿como encontraste los gifs? estuve buscando por algo así pero no lo encontré ;-;
pd. jude tu firma esta hermosa too, ¿como encontraste los gifs? estuve buscando por algo así pero no lo encontré ;-;
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Fight, run or die. {Resultados
asdfghjklñ gracias ah. El de que esta corriendo es Jared leto, del video de 30stm Bight lights y el otro es de la película the divide, es de mi otra novela c:bowie escribió: ¡no me puedo creer, rochel it's here y la step too!
pd. jude tu firma esta hermosa too, ¿como encontraste los gifs? estuve buscando por algo así pero no lo encontré ;-;
holmes.
Re: Fight, run or die. {Resultados
no me había parecido jared ._. kmgfkmdf voy a ver esa película por que me creó intriga♡ Redmayne ♡ escribió:asdfghjklñ gracias ah. El de que esta corriendo es Jared leto, del video de 30stm Bight lights y el otro es de la película the divide, es de mi otra novela c:bowie escribió: ¡no me puedo creer, rochel it's here y la step too!
pd. jude tu firma esta hermosa too, ¿como encontraste los gifs? estuve buscando por algo así pero no lo encontré ;-;
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Fight, run or die. {Resultados
Una única cosa, Adrien (Ashton Holmes) es mio -_-bowie escribió:no me había parecido jared ._. kmgfkmdf voy a ver esa película por que me creó intriga♡ Redmayne ♡ escribió:asdfghjklñ gracias ah. El de que esta corriendo es Jared leto, del video de 30stm Bight lights y el otro es de la película the divide, es de mi otra novela c:bowie escribió: ¡no me puedo creer, rochel it's here y la step too!
pd. jude tu firma esta hermosa too, ¿como encontraste los gifs? estuve buscando por algo así pero no lo encontré ;-;
holmes.
Re: Fight, run or die. {Resultados
aaaaw but rochel is here bc se ha leído todos los putos libros del mundo y ama tus nc mas que la comida c:
blake.
Re: Fight, run or die. {Resultados
es que no puede ser que crear libros tan geniales que nos enamoran y luego se acaban y nos quedamos como ._.Berry. escribió:aaaaw but rochel is here bc se ha leído todos los putos libros del mundo y ama tus nc mas que la comida c:
aww que cute eres <33
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Fight, run or die. {Resultados
Leí esta idea hace unos días, pero no sabía si audicionar o no, básicamente porque es demasiado genial y no sé si estoy a la altura socorro. Pero después de pensarlo, audicionaré, aún no sé que rol ni nada. Pero amo demasiado The Maze Runner, y Divergent y The Hunger Games también me encantan, así que ¿por qué no? Supongo que dejaré mi ficha en un rato.
spitfire.
Re: Fight, run or die. {Resultados
tú sí que eres cute pls, ya sabes que rochel es tu amiga forevah, si yo te acoso en todas las nc posibles, dah.bowie escribió:
es que no puede ser que crear libros tan geniales que nos enamoran y luego se acaban y nos quedamos como ._.
aww que cute eres <33
blake.
Re: Fight, run or die. {Resultados
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Kurisu
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