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"El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
pobrecitaaaaaa!!!!!
jejeje pero es divertido estar cabalgando en el caaaampooooo
jejejejeje
aaaii siguela porfaaaa
jejeje pero es divertido estar cabalgando en el caaaampooooo
jejejejeje
aaaii siguela porfaaaa
chelis
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
OMJ me desaparecí un buen tiempo
Jejejejejcreo que solo fueron dos Dias pero me
Fueron entreno es que buuuu eh tenido mil de
Cosas :S y aun sigo teniendo jejejejeje
Pero OMJ ame los caps por que Nick
No le dice ya a la rayis que realmente
No quiere que se vaya que la quiere
En su vida por simple
Jejejejejejeje AHHHHHHH quiero ver
Que pasa en ese gran paseo de caballo
Que tendrán jejejejeje Ahhhh hubiera guiado
La rayis para que se perdieran jejejejeje okno
Plis vamos siguelaaaaaaaaaaaaa!!
Jejejejejcreo que solo fueron dos Dias pero me
Fueron entreno es que buuuu eh tenido mil de
Cosas :S y aun sigo teniendo jejejejeje
Pero OMJ ame los caps por que Nick
No le dice ya a la rayis que realmente
No quiere que se vaya que la quiere
En su vida por simple
Jejejejejejeje AHHHHHHH quiero ver
Que pasa en ese gran paseo de caballo
Que tendrán jejejejeje Ahhhh hubiera guiado
La rayis para que se perdieran jejejejeje okno
Plis vamos siguelaaaaaaaaaaaaa!!
Karli Jonas
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Chicas aki el kap espero les guste!!
No habían llegado muy lejos cuando decidió que ya dominaba la monta. A pesar de las sacudidas constantes, no era tan difícil. Repasaba mentalmente una y otra vez lo que lord Southerland le había dicho. «Hay que tirar de la derecha para ir a la derecha, de la izquierda para ir a la izquierda, tensar riendas para frenar y soltar riendas para avanzar. El caballo no debe saber que se le tiene miedo, porque se aprovechará de la situación. Lo único que la incomodaba era el temor de caerse de la silla en cualquier momento, dada la forma tan extraña en que iba sentada. Mientras Nicholas iba delante, logró pasar una pierna por encima del lomo de la yegua y dejarla colgando por debajo de sus faldas amontonadas. Aquella postura era mucho menos cómoda, pero le proporcionaba mucha más seguridad. Sonrió satisfecha para si antes de probar las espuelas. La yegua inició el galope y ____ pronto se situó al lado de Nicholas.
—Montas muy bien —le dijo él cuando le dio alcance. Ella le respondió con una sonrisa y se llevó las manos a la cabeza con cuidado para recolocarse el sombrero que se le caía. —Me sorprende que sepas montar habiendo vivido tanto tiempo en alta mar. ¿Dónde aprendiste?
—Bueno..., aquí y allá..., poco a poco. Hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan —respondió con mucha seguridad. —Ya sabes, carpe diem y esas cosas.
Nicholas puso los ojos en blanco. ¡Carpe diem, ciertamente! Iba meneándose a lomos de una yegua vieja y gorda como manzanas en un barreño de agua. De no haber sido porque su buen amigo Alex Christian, duque de Southerland, le había comentado risueño su encuentro en los establos, bien podría haberle ensillado a la Viuda Negra. La habría estrangulado por no decírselo, pero había preferido darle una pequeña lección. Por suerte, la yegua que montaba era lenta como una tortuga. Le vio la pantorrilla bien torneada calzada en la bota colgando de mala manera del borde de la silla de dama y contuvo un arrebato de deseo.
Había al menos una lección más que quería enseñarle.
Cabalgaron durante más de una hora a un ritmo insufriblemente lento para Nicholas. Samson mascaba el bocado para que le dieran rienda suelta, pero Nicholas lo ataba corto. ____ parecía exhausta. Hacía rato que se le había caído el sombrero, y de su bonito peinado salían disparados algunos mechones de pelo caoba. Seguía aferrada a la yegua como si le fuera en ello la vida, con una mano en el cuerno de la silla y la otra en las riendas.
Soplaba un aire cada vez más frío y empezaban a formarse nubes densas en el cielo. Se avecinaba una tormenta y Nicholas decidió que era hora de volver, pero antes quería reírse un rato a costa de su esposa.
— ¿Ves ese roble grande de ahí delante? —le preguntó. ____ oteó el horizonte y asintió. — ¿Te hace una carrera hasta allí? —Nicholas tuvo que volver la cabeza para que ella no viese la sonrisa que su cara de pánico le había dibujado en el rostro.
Ella se quedó mirando el árbol un buen rato, luego miró a Desdemona.
—M-me parece q-que Desdemona está cansada —balbució esperanzada.
—No lo creo. A Desdemona le encanta correr.
— ¿Ah, sí? —dijo, pasando de esperanzada a desesperada.
Nicholas no pudo reprimir la sonrisa.
—Vamos, cuando yo te diga —le gritó, inclinándose sobre el cuello de samson. —Preparada..., lista..., ¡ya! —exclamó, y espoleó a samson, dándole rienda suelta.
Oyó gritar a ____ a su espalda y, al llegar al árbol, hizo girar a su montura y empezó a doblarse de risa al ver a Desdemona paseando, con ____ a los lomos, gritándole furibunda.
— ¿Le has hecho algo a mi caballo? —quiso saber enfadada cuando al fin le dio alcance.
— ¡Pues claro que no! Esa es la máxima velocidad de Desdemona —le soltó Nicholas entre carcajadas.
____ entrecerró los ojos.
— ¡Lo sabías! —chilló.
Nicholas desmontó y cogió al vuelo las riendas de Desdemona cuando ____ se las tiró. Empezaban a dolerle los costados de tanto reírse. Mientras, ella le soltó una retahíla de improperios nada femeninos y bajó (o más bien rodó) de la yegua. Él la cogió antes de que se desplomara, cuando le fallaron las rodillas por el impacto.
—____, tendrías que habérmelo contado —la reprendió cuando consiguió calmarse. —Podrías haberte hecho mucho daño. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque no.
— ¿Porqué no?
Ella le esquivó la mirada y contempló el prado. —Pensé que, si te enterabas, no querrías ir —respondió ella en voz baja.
Nicholas sintió una dicha inusual y repentina. ¡Así que ella había querido ir con él!
—No, ____, te habría paseado en mi coche —contestó él con sinceridad.
Un optimismo espontáneo agrandó los ojos violeta de la joven de un modo que a Nicholas le pareció encantador. Y fastidioso. Maldita sea.
— ¿Cómo es que nunca has aprendido a montar? —le preguntó al tiempo que la acompañaba hasta el roble.
—Nunca tuve ocasión. En Egipto, monté en dromedario, y pensé que aquella experiencia me valdría, aunque sólo fuera un poco, para montar un caballo. En París, íbamos siempre en coche; en Ámsterdam, las barcas eran el medio de transporte preferido; y, en Virginia, bueno, teníamos una mula que, de cuando en cuando, se dejaba montar, pero sólo por la fuerza.
Nicholas rió.
—Te enseñaré a montar.
—Si lo dices en serio, Darfield, me gustaría montar como tú. ¡Ese artilugio, la silla, debe de ser un invento medieval! —dijo, señalando enfática a Desdemona.
Nicholas se quitó la chaqueta y la tendió en la hierba a la sombra de un árbol.
—Te enseñaré a montar con silla, a pelo..., como quieras. —Se sentó y se apoyó en el árbol, con las piernas estiradas y cruzadas a la altura de los tobillos, mirándola desde abajo.
El modo en que la miró la puso nerviosa. «Tres meses», se dijo.
—Cada vez está más nublado. ¿Crees que deberíamos entretenernos? —preguntó mirando al cielo.
Inesperadamente, Nicholas le cogió la mano y tiró de ella. ____ aterrizó junto a sus muslos musculosos en medio de una montaña de faldas de lana color turquesa. —Tenemos tiempo de sobra.
Le pasó una mano por la nuca, se la acercó y le acarició los labios con los suyos, despacio, deliberadamente. Como temía, ____ notó que aquel acaloramiento que ya le era familiar se propagaba por su cuerpo al tiempo que perdía el control de sí misma. Y lo habría perdido por completo si la idea de los tres meses no le hubiese venido a la cabeza. Se apartó de él y se sentó sobre los tobillos.
— ¡No es así como se hacen las cosas! —espetó indignada a falta de algo mejor que decir.
— ¿Cómo dices? —La sorpresa de Nicholas produjo un destello tentador en sus ojos.
— ¡Sencillamente no se hacen así! —insistió ella. Galen nunca la había besado así, ni se había sentido tan débil en sus brazos como en los de Nicholas. Tampoco había estado en sus brazos, la verdad, pero si hubiera sido así, seguramente no habría tenido ni punto de comparación.
— ¿Y cómo se hacen entonces? —preguntó. ____ evitó mirarlo a los ojos para que no la arrastraran hasta sus profundidades. Arrancó una brizna de hierba.
— ¡Así no! —musitó.
—Hablas con la certeza de una mujer a la que han besado muchas veces —bromeó.
La insinuación la hizo palidecer. Arrancó unas cuantas briznas más de hierba.
—Muy bien, ¡Galen no me besaba así!
Nicholas arqueó una ceja. — ¿Galen? ¿Quién demonios es Galen?
—Océano índico —dijo ella sin más.
Nicholas le cogió la mano de pronto y le besó la palma mientras la anclaba a su cuerpo con la otra mano
— ¿Te besaba así? —murmuró, y le rozó apenas los labios con los suyos.
El cosquilleo volvió a recorrerle la columna.
—No —señaló ella muy terca, ponqué además era cierto. Galen le besaba los labios, sin más. Un beso corto, tierno y preciso.
Nicholas rió por lo baja
— ¿Te besaba así? —preguntó, y le mordió el labio inferior.
—No... —respondió ella con voz temblorosa. Nicholas se la tumbó en el regazo, le extendió los dedos por la nuca y la mandíbula y, con la otra mano, le recorrió la columna.
—Entonces quizá fuese así —dijo mientras posaba sus labios con ternura en los de ella.
—Sí... Así. Así se hace —afirmó aturdida.
La miró a los ojos, muy abiertos y algo vidriosos. Lo invadió el deseo como un fuego descontrolado. Desechó sin más todo lo que se había dicho a sí mismo, toda la prudencia que había logrado reunir, igual que ____ desechaba las briznas de hierba.
—Si ese tal Galen hubiera tenido ocasión, te aseguro que te habría besado así —le dijo.
Nicholas se abalanzó sobre su boca, con suavidad primero, luego con mayor vehemencia, explorando con la lengua sus labios y los tiernos recovecos de su boca. Poniéndole la mano en la parte baja de la espalda, se la arrimó, las manos de ella se pasearon por su pecho robusto y musculoso. Cuando ____ se retorció en su regazo, Nicholas emitió un sonido gutural y, cuando ella acarició sus labios tímidamente con la lengua, él se volvió loco.
Le metió la lengua en la boca una y otra vez a un ritmo seductor. Ella le salió al encuentro, sus lenguas se batieron en duelo, y la de ____ logró entrar en la boca de Nicholas. El fue subiéndole las manos por los costados basta tocar sus pechos. ____ no se opuso; cuando se los apretó con suavidad, ella le suspiró suavemente en la boca y lo hizo enloquecer.
Nicholas apartó su boca de la de ____ y la posó en el relieve que dibujaban sus pechos por debajo de la ropa. Instintivamente, ella enterró los dedos en el pelo recio de Nicholas, mientras él le desabrochaba rápidamente la blusa y envolvía con la mano uno de sus montículos para liberarlo y poder moldear con dos dedos el pezón endurecido. ____ gimió y, cuando él bajó la cabeza para acariciarlo con la lengua, dio un respingo.
—Tranquila —murmuró él al tiempo que lo cubría con su boca.
____ se aferró a los hombros de Nicholas, clavándole los dedos en los músculos, acercándole más el pecho de forma inconsciente. Empezó a entrecortársele la respiración. El deseo de Nicholas aumentaba a un ritmo alarmante. Si no paraba en aquel momento, ya no podría hacerlo. Con absoluta determinación, se apartó de ella.
—Tenemos que parar —murmuró mientras le pasaba la palma de la mano por el pezón erecto.
____ se mordió el labio interior y lo miró con una inocencia tan seductora que él estuvo a punto de perder por completo el control de sí mismo. La retiró de su regazo y se puso de pie, adentrándose a ciegas en el prado. Tomo varias bocanadas grandes de aire puro antes de volver. Cuando lo hizo, ____ ya se había abotonado la blusa y estaba de nuevo sentada sobre los talones, mirándolo. El recogido de su melena, destrozado por la cabalgada y el beso apasionado, se había convertido en una maraña de sensual pelo suelto que le caía por los hombros.
—Eres un peligro —le dijo Nicholas mientras se acercaba a ella para, acto seguido, dejarse caer con elegancia a su lado.
—Eso no suena muy bien.
Le pasó un brazo por los hombros y la atrajo hacia su pecho. Por encima de la cabeza de ella, contempló el prado.
—Eres un peligro para mí.
____ no entendió qué quería decir con aquello, pero no preguntó. La mantenían absorta la serenidad y la seguridad que sentía acurrucada en sus brazos. Nicholas arrancó una brizna de hierba y empezó a mordisquearla satisfecho. Estuvieron allí sentados, en silencio, un buen rato, disfrutando los dos del aire fresco y de aquella agradable intimidad.
— ¿Adonde fuiste después de desembarcar aquel verano? —le preguntó él distraído.
—A un colegio. En Roma.
— ¿Fue allí donde aprendiste a tocar el violín?
____ se revolvió inquieta en sus brazos al recordar el día en que había recibido el instrumento. Su padre le había dicho que era un regalo de Navidad de Nicholas.
—Sí —dijo en voz baja, con la esperanza de que cambiase de tema.
No lo hizo.
—Es inusual. La mayoría de las jovencitas aprende a tocar el piano, ¿no? ¿Cómo es que te decidiste por el violín?
—Fue un regalo —se limitó a decir.
— ¿De tu padre?
____ titubeó. Mentía fatal. Su tía no paraba de decirle que era demasiado franca, más de lo que le convenía. «Eres transparente, niña. Sólo con mirarte, ya sé lo que estás pensando y, si dudo, tú misma me lo dices sin más», solía decirle. ____ no podía remediarlo, y en ese momento decidió que la mejor forma de enfrentarse a la mentira horrenda y cruel que su padre había perpetuado durante toda su vida era quitarle hierro al asunto.
—Tuyo, en realidad —dijo como si nada, y notó que él se tensaba. —Papá me dijo que tú querías que aprendiese a tocar, y en aquella época, bueno, estaba loca por ti, así que lo hice encantada. ¿Recuerdas cuando íbamos los dos en el Dancing Maiden? Me parecías el hombre más guapo del mundo. Cosas de niña... —dijo; luego rió con ligereza como para ratificar que no era más que una chiquillada.
No habían llegado muy lejos cuando decidió que ya dominaba la monta. A pesar de las sacudidas constantes, no era tan difícil. Repasaba mentalmente una y otra vez lo que lord Southerland le había dicho. «Hay que tirar de la derecha para ir a la derecha, de la izquierda para ir a la izquierda, tensar riendas para frenar y soltar riendas para avanzar. El caballo no debe saber que se le tiene miedo, porque se aprovechará de la situación. Lo único que la incomodaba era el temor de caerse de la silla en cualquier momento, dada la forma tan extraña en que iba sentada. Mientras Nicholas iba delante, logró pasar una pierna por encima del lomo de la yegua y dejarla colgando por debajo de sus faldas amontonadas. Aquella postura era mucho menos cómoda, pero le proporcionaba mucha más seguridad. Sonrió satisfecha para si antes de probar las espuelas. La yegua inició el galope y ____ pronto se situó al lado de Nicholas.
—Montas muy bien —le dijo él cuando le dio alcance. Ella le respondió con una sonrisa y se llevó las manos a la cabeza con cuidado para recolocarse el sombrero que se le caía. —Me sorprende que sepas montar habiendo vivido tanto tiempo en alta mar. ¿Dónde aprendiste?
—Bueno..., aquí y allá..., poco a poco. Hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan —respondió con mucha seguridad. —Ya sabes, carpe diem y esas cosas.
Nicholas puso los ojos en blanco. ¡Carpe diem, ciertamente! Iba meneándose a lomos de una yegua vieja y gorda como manzanas en un barreño de agua. De no haber sido porque su buen amigo Alex Christian, duque de Southerland, le había comentado risueño su encuentro en los establos, bien podría haberle ensillado a la Viuda Negra. La habría estrangulado por no decírselo, pero había preferido darle una pequeña lección. Por suerte, la yegua que montaba era lenta como una tortuga. Le vio la pantorrilla bien torneada calzada en la bota colgando de mala manera del borde de la silla de dama y contuvo un arrebato de deseo.
Había al menos una lección más que quería enseñarle.
Cabalgaron durante más de una hora a un ritmo insufriblemente lento para Nicholas. Samson mascaba el bocado para que le dieran rienda suelta, pero Nicholas lo ataba corto. ____ parecía exhausta. Hacía rato que se le había caído el sombrero, y de su bonito peinado salían disparados algunos mechones de pelo caoba. Seguía aferrada a la yegua como si le fuera en ello la vida, con una mano en el cuerno de la silla y la otra en las riendas.
Soplaba un aire cada vez más frío y empezaban a formarse nubes densas en el cielo. Se avecinaba una tormenta y Nicholas decidió que era hora de volver, pero antes quería reírse un rato a costa de su esposa.
— ¿Ves ese roble grande de ahí delante? —le preguntó. ____ oteó el horizonte y asintió. — ¿Te hace una carrera hasta allí? —Nicholas tuvo que volver la cabeza para que ella no viese la sonrisa que su cara de pánico le había dibujado en el rostro.
Ella se quedó mirando el árbol un buen rato, luego miró a Desdemona.
—M-me parece q-que Desdemona está cansada —balbució esperanzada.
—No lo creo. A Desdemona le encanta correr.
— ¿Ah, sí? —dijo, pasando de esperanzada a desesperada.
Nicholas no pudo reprimir la sonrisa.
—Vamos, cuando yo te diga —le gritó, inclinándose sobre el cuello de samson. —Preparada..., lista..., ¡ya! —exclamó, y espoleó a samson, dándole rienda suelta.
Oyó gritar a ____ a su espalda y, al llegar al árbol, hizo girar a su montura y empezó a doblarse de risa al ver a Desdemona paseando, con ____ a los lomos, gritándole furibunda.
— ¿Le has hecho algo a mi caballo? —quiso saber enfadada cuando al fin le dio alcance.
— ¡Pues claro que no! Esa es la máxima velocidad de Desdemona —le soltó Nicholas entre carcajadas.
____ entrecerró los ojos.
— ¡Lo sabías! —chilló.
Nicholas desmontó y cogió al vuelo las riendas de Desdemona cuando ____ se las tiró. Empezaban a dolerle los costados de tanto reírse. Mientras, ella le soltó una retahíla de improperios nada femeninos y bajó (o más bien rodó) de la yegua. Él la cogió antes de que se desplomara, cuando le fallaron las rodillas por el impacto.
—____, tendrías que habérmelo contado —la reprendió cuando consiguió calmarse. —Podrías haberte hecho mucho daño. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque no.
— ¿Porqué no?
Ella le esquivó la mirada y contempló el prado. —Pensé que, si te enterabas, no querrías ir —respondió ella en voz baja.
Nicholas sintió una dicha inusual y repentina. ¡Así que ella había querido ir con él!
—No, ____, te habría paseado en mi coche —contestó él con sinceridad.
Un optimismo espontáneo agrandó los ojos violeta de la joven de un modo que a Nicholas le pareció encantador. Y fastidioso. Maldita sea.
— ¿Cómo es que nunca has aprendido a montar? —le preguntó al tiempo que la acompañaba hasta el roble.
—Nunca tuve ocasión. En Egipto, monté en dromedario, y pensé que aquella experiencia me valdría, aunque sólo fuera un poco, para montar un caballo. En París, íbamos siempre en coche; en Ámsterdam, las barcas eran el medio de transporte preferido; y, en Virginia, bueno, teníamos una mula que, de cuando en cuando, se dejaba montar, pero sólo por la fuerza.
Nicholas rió.
—Te enseñaré a montar.
—Si lo dices en serio, Darfield, me gustaría montar como tú. ¡Ese artilugio, la silla, debe de ser un invento medieval! —dijo, señalando enfática a Desdemona.
Nicholas se quitó la chaqueta y la tendió en la hierba a la sombra de un árbol.
—Te enseñaré a montar con silla, a pelo..., como quieras. —Se sentó y se apoyó en el árbol, con las piernas estiradas y cruzadas a la altura de los tobillos, mirándola desde abajo.
El modo en que la miró la puso nerviosa. «Tres meses», se dijo.
—Cada vez está más nublado. ¿Crees que deberíamos entretenernos? —preguntó mirando al cielo.
Inesperadamente, Nicholas le cogió la mano y tiró de ella. ____ aterrizó junto a sus muslos musculosos en medio de una montaña de faldas de lana color turquesa. —Tenemos tiempo de sobra.
Le pasó una mano por la nuca, se la acercó y le acarició los labios con los suyos, despacio, deliberadamente. Como temía, ____ notó que aquel acaloramiento que ya le era familiar se propagaba por su cuerpo al tiempo que perdía el control de sí misma. Y lo habría perdido por completo si la idea de los tres meses no le hubiese venido a la cabeza. Se apartó de él y se sentó sobre los tobillos.
— ¡No es así como se hacen las cosas! —espetó indignada a falta de algo mejor que decir.
— ¿Cómo dices? —La sorpresa de Nicholas produjo un destello tentador en sus ojos.
— ¡Sencillamente no se hacen así! —insistió ella. Galen nunca la había besado así, ni se había sentido tan débil en sus brazos como en los de Nicholas. Tampoco había estado en sus brazos, la verdad, pero si hubiera sido así, seguramente no habría tenido ni punto de comparación.
— ¿Y cómo se hacen entonces? —preguntó. ____ evitó mirarlo a los ojos para que no la arrastraran hasta sus profundidades. Arrancó una brizna de hierba.
— ¡Así no! —musitó.
—Hablas con la certeza de una mujer a la que han besado muchas veces —bromeó.
La insinuación la hizo palidecer. Arrancó unas cuantas briznas más de hierba.
—Muy bien, ¡Galen no me besaba así!
Nicholas arqueó una ceja. — ¿Galen? ¿Quién demonios es Galen?
—Océano índico —dijo ella sin más.
Nicholas le cogió la mano de pronto y le besó la palma mientras la anclaba a su cuerpo con la otra mano
— ¿Te besaba así? —murmuró, y le rozó apenas los labios con los suyos.
El cosquilleo volvió a recorrerle la columna.
—No —señaló ella muy terca, ponqué además era cierto. Galen le besaba los labios, sin más. Un beso corto, tierno y preciso.
Nicholas rió por lo baja
— ¿Te besaba así? —preguntó, y le mordió el labio inferior.
—No... —respondió ella con voz temblorosa. Nicholas se la tumbó en el regazo, le extendió los dedos por la nuca y la mandíbula y, con la otra mano, le recorrió la columna.
—Entonces quizá fuese así —dijo mientras posaba sus labios con ternura en los de ella.
—Sí... Así. Así se hace —afirmó aturdida.
La miró a los ojos, muy abiertos y algo vidriosos. Lo invadió el deseo como un fuego descontrolado. Desechó sin más todo lo que se había dicho a sí mismo, toda la prudencia que había logrado reunir, igual que ____ desechaba las briznas de hierba.
—Si ese tal Galen hubiera tenido ocasión, te aseguro que te habría besado así —le dijo.
Nicholas se abalanzó sobre su boca, con suavidad primero, luego con mayor vehemencia, explorando con la lengua sus labios y los tiernos recovecos de su boca. Poniéndole la mano en la parte baja de la espalda, se la arrimó, las manos de ella se pasearon por su pecho robusto y musculoso. Cuando ____ se retorció en su regazo, Nicholas emitió un sonido gutural y, cuando ella acarició sus labios tímidamente con la lengua, él se volvió loco.
Le metió la lengua en la boca una y otra vez a un ritmo seductor. Ella le salió al encuentro, sus lenguas se batieron en duelo, y la de ____ logró entrar en la boca de Nicholas. El fue subiéndole las manos por los costados basta tocar sus pechos. ____ no se opuso; cuando se los apretó con suavidad, ella le suspiró suavemente en la boca y lo hizo enloquecer.
Nicholas apartó su boca de la de ____ y la posó en el relieve que dibujaban sus pechos por debajo de la ropa. Instintivamente, ella enterró los dedos en el pelo recio de Nicholas, mientras él le desabrochaba rápidamente la blusa y envolvía con la mano uno de sus montículos para liberarlo y poder moldear con dos dedos el pezón endurecido. ____ gimió y, cuando él bajó la cabeza para acariciarlo con la lengua, dio un respingo.
—Tranquila —murmuró él al tiempo que lo cubría con su boca.
____ se aferró a los hombros de Nicholas, clavándole los dedos en los músculos, acercándole más el pecho de forma inconsciente. Empezó a entrecortársele la respiración. El deseo de Nicholas aumentaba a un ritmo alarmante. Si no paraba en aquel momento, ya no podría hacerlo. Con absoluta determinación, se apartó de ella.
—Tenemos que parar —murmuró mientras le pasaba la palma de la mano por el pezón erecto.
____ se mordió el labio interior y lo miró con una inocencia tan seductora que él estuvo a punto de perder por completo el control de sí mismo. La retiró de su regazo y se puso de pie, adentrándose a ciegas en el prado. Tomo varias bocanadas grandes de aire puro antes de volver. Cuando lo hizo, ____ ya se había abotonado la blusa y estaba de nuevo sentada sobre los talones, mirándolo. El recogido de su melena, destrozado por la cabalgada y el beso apasionado, se había convertido en una maraña de sensual pelo suelto que le caía por los hombros.
—Eres un peligro —le dijo Nicholas mientras se acercaba a ella para, acto seguido, dejarse caer con elegancia a su lado.
—Eso no suena muy bien.
Le pasó un brazo por los hombros y la atrajo hacia su pecho. Por encima de la cabeza de ella, contempló el prado.
—Eres un peligro para mí.
____ no entendió qué quería decir con aquello, pero no preguntó. La mantenían absorta la serenidad y la seguridad que sentía acurrucada en sus brazos. Nicholas arrancó una brizna de hierba y empezó a mordisquearla satisfecho. Estuvieron allí sentados, en silencio, un buen rato, disfrutando los dos del aire fresco y de aquella agradable intimidad.
— ¿Adonde fuiste después de desembarcar aquel verano? —le preguntó él distraído.
—A un colegio. En Roma.
— ¿Fue allí donde aprendiste a tocar el violín?
____ se revolvió inquieta en sus brazos al recordar el día en que había recibido el instrumento. Su padre le había dicho que era un regalo de Navidad de Nicholas.
—Sí —dijo en voz baja, con la esperanza de que cambiase de tema.
No lo hizo.
—Es inusual. La mayoría de las jovencitas aprende a tocar el piano, ¿no? ¿Cómo es que te decidiste por el violín?
—Fue un regalo —se limitó a decir.
— ¿De tu padre?
____ titubeó. Mentía fatal. Su tía no paraba de decirle que era demasiado franca, más de lo que le convenía. «Eres transparente, niña. Sólo con mirarte, ya sé lo que estás pensando y, si dudo, tú misma me lo dices sin más», solía decirle. ____ no podía remediarlo, y en ese momento decidió que la mejor forma de enfrentarse a la mentira horrenda y cruel que su padre había perpetuado durante toda su vida era quitarle hierro al asunto.
—Tuyo, en realidad —dijo como si nada, y notó que él se tensaba. —Papá me dijo que tú querías que aprendiese a tocar, y en aquella época, bueno, estaba loca por ti, así que lo hice encantada. ¿Recuerdas cuando íbamos los dos en el Dancing Maiden? Me parecías el hombre más guapo del mundo. Cosas de niña... —dijo; luego rió con ligereza como para ratificar que no era más que una chiquillada.
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Me encantó el cap, pero ya sabes como soy u.u no me conformo con nada y quiero otro :B asi que voy a ser buenita y me voy a la pagina 16 ta :D a ver si me gano otro capii *_*
Flor
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
ayer quería llegar a la 15 y solo me faltó un mensaje antes de que se me cortara la luz pero hoy tengo la batería de la notbook aqui asi que pase lo que pase no me importa porque 16 allá voy !
Flor
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
15 de 15 -.-' , jaja me tiene a cuento pero no importa ya casi
Flor
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