I Wanna be a beatle | Colectiva

capítulo dos.

Nada en el mundo suena tan cool como ésos discos que, aún guardan mis padres en ésas estanterías; que con tan sólo escucharlas me produce una gran alegría y una sonrisa se dibuja en mí que no se borra jamás. Desde pequeño insertaba el vinilo al tocadiscos, balanceándome con los ojos cerrados al ritmo de los Beatles, antes de ir a la cama. Había quedado tan maravillado por aquel ritmo de música que pedí uno por mi cumpleaños. El regalo perfecto según lo podía decir yo. Y hasta el Sol de hoy, siempre he ido a la tienda “Daddy Rolling” en donde se encuentra verdaderamente el paraíso. Obtuve un empleo en ésa maravillosa tienda de verdadera música. Allí, el vinilo es más orgánico y natural. Que cuándo pongo a girar un vinilo en la tornamesa, siento cómo sí pequeñas hadas tocan con su dedo índice cada surco y lo impregnan de magia, todo existe y todo es puro; gracias a la magia del vinilo.

—Nowyouwere standing there right in front of me; i hold on it's getting harder to breathe. All of sudden these lights are blinding me. I never noticed how bright they would be… I saw in the corner there is a photograph. No doubt in my mind it's a picture of you… it lies there alone in its bed of broken glass. This bed was never made for two; i'll keep my eyes wide open… i'll keep my arms wide open —tarareo a la vez en que escribo y dejo que mis más profundos sentimientos salgan a flote en el papel.

Pronto unos pasos se escuchan cerca en donde me encuentro yo. Entre abren la puerta de mi habitación y se asoma la cabeza de mi padrastro. Giro mi cabeza para verlo mejor y noto que me observa con un gran brillo en sus ojos. Mi padrastro es de cabello castaño, piel bronceada y posee unos grandes ojos grises. Entra sin pedir permiso y logra apreciar los pósters que tengo apoltronados en mis paredes. Obtuve toda su atención de nuevo y me dijo algo que escuché con mucho interés.

—Veo que te gustan muchas bandas. La mayoría son buenas; tienes un gran gusto musical —expresa ahora mirando detenidamente el póster de los Beatles; lo acaricia y suspira sonoramente.
Me quedo en silencio mirándolo. Vuelve su vista en mis ojos.
— ¿Escribes una canción, Harry? —pregunta sonriendo. Asiento frunciendo mis labios.

Él toma el papel entre sus manos y enfoca su atención al contenido de éste. Miro a un costado del escritorio tradicional de madera, en el bote de basura. La infinidad de papeles arrugados rebalsando el pequeño bote. He tratado de poder desarrollar bien la canción que trato de componer, pero las palabras no me han salido.

—Tienes un gran talento para componer, ¿a qué se debe eso? —interroga curioso.
—Mi mayor inspiración son los Beatles; el ritmo de AC/DC, con una pizca de la filosofía de Nirvana —hablo orgulloso de haber mencionado a tres de mis bandas favoritas.

No podía negarme, a éstas tres bandas escuchaba más, al igual que los Ramones, Guns n’ Roses, Rolling Stones y varios cantantes que marcaron el mercado de la música del rock n’ roll. Pero el que en verdad ha marcado mí vida han sido los Beatles. Su melodía arrebatadora plena de sentimientos de alegría, tristeza irreparable, con una gran filosofía escrita en aquellas magníficas letras y escrita por aquellos cuatro genios músicos. Escuchar y cantar sus canciones me hacen sentir orgulloso de ser un beatlemaniatico a morir.

—En mi época era Elvis, Morrison, Jimi, Pink Floyd y otras más —se queda pensativo.
—Ellos son buenos —susurro.
—Lo son —sonríe.

Le devuelvo la sonrisa. Me gusta cuándo nos acercamos y platicamos de cualquier cosa. Muchos de los adolescentes no llevan una buena relación con su padrastro o madrastra, pero yo y él nos llevamos muy bien. De hecho, él fue el que sacó a mi madre del vicio. Estoy más que agradecido con él y le debo mucho desde que entró por ésa puerta.


Me paseo por la tienda con mi cuaderno lleno de canciones apoyado en mi regazo, en busca de un cliente que necesite ayuda. Al no ver una persona en problemas o pérdida decido volver a mi puesto. Me siento y levanto los pies en alto apoyándolos sobre el mostrador.  Garabateo cosas sin sentido al no recibir ésa inspiración de todos los días. Aún no sé qué me pasa.

—Debe ser un bloqueo mental —susurro para mí mismo.

Frustrado al estar en ésta situación, me levanto para poder poner una canción que de verdad me lleve a la normalidad de siempre. Voy a la repisa llena de discos, obviamente de vinilo; escojo “across the universe” uno de mis temas favoritos publicado en uno de mis álbumes favoritos. Lo coloco en el tocadiscos y empieza a sonar. Aún me sorprende que al escucharlo, no tenga el ritmo familiar y de costumbre de los Beatles en ésta canción; pero es maravilloso al mismo tiempo.

—Words are flowing out like endless rain into a paper cup, they slither wildly as they slip away across the universe. Pools of sorrow waves of joy are drifting through my opened mind, possessing and caressing me —entono mi voz y la verdad no suena nada mal—… Jai Guru Deva Ommmm… nothing's gonna change my world. Nothing's gonna change my world. Nothing's gonna change my world. Nothing's gonna change my world. Images of broken light, which dance before me like a million eyes, they call me on and on across the universe. Thoughts meander like a restless wind inside a letter box; they tumble blindly as they make their way across the universe —después de unos minutos termino la canción y finalizando dibujo una sonrisa en mis labios.  

Pronto unos aplausos interrumpen mi trance ya que, la música me estaba transportando hacía otro mundo. Alzo mi vista y me encuentro a una chica rubia con unos ojos pardos lindos. Pero lo que más me sorprende es que el short le queda extrañamente corto y sólo logra cubrirle parte de su trasero, por suerte. Tiene un cuerpo delgado; nada que podría llamar mi atención, en verdad. Hago que escribo y no me he percatado de su presencia pero ella llega hasta mi mostrador y, su voz aguda me hace romper los tímpanos en miles de pedazos.

— ¡De verdad que tienes una linda voz! —chilla de emoción; yo sólo hago una mueca—  Además ése tema me gusta demasiado —dice dándome una mirada coqueta.
—Gracias por tu elogio… me agrada que te guste mi voz —respondo tratando de ser amable—. ¿Enserio te gusta? Ése tema es simplemente fascinante. John hizo un gran trabajo en emplear y desarrollar la canción —sonrío—. ¿Te gusta el punk rock?
—Ah, sí —dice no muy segura—; ¿Y qué banda es ésa? —señala con su dedo índice maquillado por esmalte fucsia fosforescente.
—The Ramones, tocan punk rock —musito serio.

Se queda callada por unos segundos. Sabía que no tenía ni idea de lo que estábamos hablando y sólo estaba usando un pretexto para acercarse hacía mí.

—Oye, tú eres un chico muy lind…
—Mira sí te has tomado la molestia de acercarte aquí y decirme que mi voz es linda y todo lo que pienses me parece bien; pero no creas que conseguirás algo más que una conversación. No necesito tus pechos volando por el mostrador sólo para llamar mi atención. Gracias —digo lo más tranquilo posible.

Se queda en silencio unos momentos; me analiza con una mirada profunda, frunce los labios y se marcha meneando sus caderas de manera exagerada y al fin, sale de la tienda.

—Con los clientes que me toca tratar —susurro para mí mismo negando con mi cabeza.


Después de un tiempo de arduo trabajo y ante la perspectiva de una tarde no menos exigente, necesitaba relajarme. Ni siquiera dí cuatro pasos cuándo el cielo súbitamente se tiñe de negro. Corro lo que más puedo hacía mi casa. La lluvia caía, y más me dí cuenta de que el recorrido era bastante largo; así que empiezo a cantar. Correr y cantar bajo la lluvia: escrito así parece una extravagancia; y, sin duda, lo es.  Por las ganas de llegar más rápido a mí hogar, acelero el paso y aún más caía gotas de lluvia fuertemente. No me dí cuenta, hasta que punto llegué pero siento que me tropiezo con alguien. En ése momento, escucho un jadeo y un: ''auch'' a mí lado.

—Lo siento, lo siento; enserio lo siento. Soy un tonto —le digo a la persona misteriosa que se encuentra a mí lado. Le echo un vistazo y la ayudo a parar ya que se encontraba tendida en el suelo. Ella lo hace de inmediato y nos encontrábamos mirando fijo.
—Descuida, fui yo la estúpida. No te preocupes —ríe sin importancia. Sonrío—. Maldita sea, se me cayó.

Se inclina y toma un objeto que me parece conocido. Lo miro con atención y reconozco que es un vinilo. Lo sacude, y coge un pedazo de su camisa para limpiarlo.

— ¿Te gustan los Beatles? —pregunto observando la portada.
— Oh sí; los amo con toda mi vida —sonríe, y veo que en sus palabras hay sinceridad—. Éste es el álbum Revolver, lo compré hace unos minutos.

Me sorprendo un poco.

—El tema de Revolver, sin duda tiene una inspiración suprema, con orquestas y letras increíbles también con notas psicodélicas —exclamo.
—Lo sé, todos los álbumes de los Beatles son estupendos. No tengo ninguno favorito; todos son increíbles.

Le sonrío mostrando mis dientes. Ella me devuelve el gesto.

— ¿Y a tí te gustan los Ramones, eh? —dice viendo mi playera.
—Eran únicos, en cada aspecto. Por dios Dee Dee y Johny excelentes músicos, y la voz inconfundible de Joey, dios...

Nos reímos sin importar la lluvia.

—Me llamo Vee —musita cerrando los ojos.
—Llámame Harry —digo en un susurro— enserio, llámame...

Ella abre sus ojos y la miro fijamente. Son verdes, llenos de ilusión y un brillo único; parecía la primavera. Son totalmente hermosos.

ábreme babe:

cierto cierto y tu avy ;-;.