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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Sangre Esmeralda
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Sangre Esmeralda
Ficha de la serie
• Titulo: Sangre Esmeralda
• Autor: Axelle
• Adaptación: Harry Potter - JK Rowling
• Género: Drama, Misterio, Romance
• Advertencias: La historia es original mía, y para lograr entenderla, es necesario que hable sobre tres historias diferentes entrelazadas. No se asusten si un día un capítulo es del presente, y en el siguiente estoy hablando de algo que ocurrió en 1790. Poco a poco cobra sentido.
• Otras páginas: No
Sangre Esmeralda
¿Si pudieran describir su vida con seis palabras, solo seis, cuáles usarían?
Yo tengo dos opciones: antes de que todo ocurriera, podría haber dicho ''Rutinaria, desafiante, mágica, pero muy buena'' Pues así era. Destacaba en Quidditch y en los estudios, tenía amigos que disfrutaban estar a mi lado y hacer cosas conmigo, hasta podría decir que tenía casi un novio (Y no, no se desmayen cuando les cuente como James Sirius Potter llegó a ser mi casi-novio)
Pero todo eso cambió. Hoy, si me hacen esa misma pregunta, podría decirles ''No se en que se transformó''. No tengo rutina, sigo haciendo magia, pero eso no es necesariamente bueno, y si bien es desafiante, no aplica en el sentido que me gustaría.
Todo lo que tomó para que pasara esto, fue un simple corazón roto.
Y ni siquiera fui yo la culpable. Pero, así son las cosas, ¿no? pagamos por los platos rotos de los demás.
Última edición por axelle el Miér 04 Abr 2018, 4:43 pm, editado 3 veces
axelle
Capítulo 1: Vuelta a casa
Vuelta a Casa
Otro primero de septiembre. Otra vez, llegó la hora de hora de regresar al colegio, al que también llamo mi segundo hogar.
Llovía tanto que cualquiera diría que el cielo se derrumbaría sobre el suelo, pero eso no le quitaba la sonrisa a los cientos de alumnos que una vez más (o por primera vez) se subirían al expreso de Hogwarts. Acerqué mi carrito hacia el tren, guardé mi equipaje en la bodega, y decidí buscar a mis amigos. Mis padres estaban muy entretenidos hablando con Draco Malfoy, pero Scorpius no estaba con ellos, por lo que asumí que ya estaría dentro del tren. Aunque no perdía nada preguntando.
—¿Cómo está mi padrino favorito? —pregunté cuando me uní a su conversación. Todos sonrieron.
—Suerte que soy el único, si no se lo dirías a todos —bromeó Draco —Si estás buscando a Scorpius, cosa de la que estoy seguro, ya subió al tren. Al parecer, al igual que tú, no ve la hora de librarse de mí —comentó y me sentí un poco culpable. Es cierto que lo tenía bastante abandonado para este punto.
—Perdón, sabes que no es intencionalmente, y si quieres culpar a alguien esos son mis padres, que deciden que el mejor modo de disfrutar mis vacaciones es en un seminario de Quidditch en el otro extremo del mundo. Conocí tantos magos brasileros que ya estoy lista para bailar en sus carnavales muggles usando solo plumas y brillos—bromeé y el rio, besando mi frente.
—Ve, cariño. Te debe estar esperando. Pero estas navidades no te salvarás del tiempo de calidad padrino- ahijada.
—Lo juro—dije y luego besé mi dedo meñique. Le di un beso a cada uno de mis padres y me encaminé hacia el vagón donde casi todos los años se sentaban mis amigos. No me sorprendió para nada encontrarlos allí, comiendo ranas de chocolate.
—Mis queridos renacuajos, ¿me extrañaban ya? —ambos sonrieron.
—No te creas tan importante ¿por qué no estas reunida con tus amigos los premios anuales planeando nuevas maneras de torturarnos todo el año? —preguntó Scorpius sarcásticamente.
—Los pesados eran los de último año, pero ya no están. Estoy segura de que este año los premios anuales van a ser un poco más abiertos a la diversión y un poco menos amargos—dije esperanzada. Albus rodó sus ojos.
—Solo dices eso porque el premio anual de nuestra casa es tu querido Lou—dijo con desprecio. No es ningún secreto que Louis no es del agrado de la mayoría de los chicos. La razón, es un tanto obvia. Todos quieren ser él.
—Claramente no te diste cuenta que, por mucho que odie a tu hermano, este año él también es prefecto, lo que significa que todo va a ser un caos—dije imitando el tono de Albus al hablar de Louis.
—¿Qué me perdí y por qué tu hermano es prefecto?—preguntó Scorpius y Albus me miró a mí, igualmente sorprendido.
—¿James, mi hermano, prefecto? —dijo incrédulo. —¿Perdiste la cabeza?
—No, la directora McGonagall sí la perdió, al parecer. No me pregunten como, pero decidió que tu hermano estaba a la altura del cargo. Roxanne desistió porque prefirió dedicarse al Quidditch y sus estudios. Tal vez mencionó a su primo como su sucesor, pero no entiendo como lo aceptaron, si siempre causa problemas.
—Roxanne está enloquecida diciendo que no quiere fallar sus ÉXTASIS y piensa empezar a estudiar desde ahora, o al menos eso aseguraba en las vacaciones, mientras todos sus libros estaban guardados bajo siete candados, figuradamente—confesó Albus antes de darle otro mordisco a su rana chocolatosa. Esta vez le arrancó su brazo derecho.
—¿Y con eso quieres decir que…? —preguntó Scorpius
—Que es fácil prometerlo cuando todavía no llegó el momento de cumplirlo, tal vez fue una excusa porque le aburría ser prefecta, ella siempre se aburre rápido de todo—dijo y se encogió de hombros.
—Bueno, no lo sé, pero las cosas ya están hechas. Debería irme al vagón de prefectos, si llego tarde ya empezaré el año con el pie izquierdo—dije antes de desaparecer en el corredor, casi corriendo.
—¿A dónde tan apurada? No se puede correr en los pasillos, son muy estrechos y te podrías chocar con alguien. No me obligues a hacer uso de mi autoridad antes de llegar al colegio y restarte puntos por semejante irresponsabilidad —comentó una molesta voz a mis espaldas. Molesta porque la persona que la posee lo es.
—Iba de camino al vagón de los prefectos, tu deberías apurarte también, ya que por desgracia también lo eres y te conciernen nuestras reuniones—comenté disgustada.—Y de todos modos, no estamos en el colegio aún, y no tienes ninguna autoridad hasta que en el colegio McGonagall nos anuncie como prefectos—
—Alguien suena descontenta de que yo haya sido nombrado prefecto—comentó sonriendo, disfrutando cada segundo.
—Totalmente, al parecer a la vida no le pareció suficiente castigo que deba verte en clases y cuando visito a Albus, y decidió que también tenga que soportarte en horas extraescolares. A veces me pregunto que hice para merecer semejante castigo—dije resignada mirando al cielo.
—No hay nadie allí arriba que pueda responderte, mejor comienza a caminar que no quiero llegar tarde a mi primera reunión—dijo mientras, sin el menor cuidado, pasaba al lado mío golpeando nuestros hombros en dirección al vagón.
—¿Y esta bestia humana va a ser prefecto? McGonagall tiene cosas que explicar—dije para mí misma, pero alguien escuchó. Y mentalmente, me insulté por decir tantas veces en una misma conversación la palabra prefecto. Ya estaba comenzando a perder el sentido.
—Y estoy segura que no eres la única que lo piensa—susurró una voz en mi oído. Con un escalofrío, me di vuelta para ver quien había hablado y para mi sorpresa era Louis. Louis Urquart, el popular premio anual de Slytherin. Sonreí.
—Creí que llegaría tarde, pero si tu estas aquí, significa que la reunión todavía no empezó—él sonrió, encantador como siempre.
—No, me entretuve un poco con mis amigos, a los que no vi en todo el verano, pero ya que te encontré acompáñame y esperemos allí—propuso y yo acepté.
Una vez sentados en nuestro compartimento privilegiado, bajo la para nada disimulada mirada de odio de Potter, esperamos al otro prefecto Slytherin, mi amigo Taddeus Abbott (o Taddy, como me gusta llamarlo) y a los de Hufflepuff, que cuando llegaron, tenían golosinas para todos.
La reunión tocó temas muy triviales, tales como las guardias nocturnas, cuando serían nuestros encuentros, las principales infracciones que restarían puntos a cada estudiante, y otras cosas por el estilo. Louis llevaba la reunión al frente, demostrando una vez más el poder de convencimiento y liderazgo que tiene. Todo lo que acordaramos hoy, se lo comentaríamos a McGonagall que luego nos daría (o no) la autorización para hacerlo.
Al finalizar la discusión, la mayoría volvió a los vagones donde estaban sus amigos. Yo estaba muy a gusto hablando sobre el equipo con Louis, y preferí quedarme un rato más. Él era golpeador y capitán del equipo de Slytherin y yo la guardiana. Hacía 4 años que me había ganado el puesto, y nadie había logrado arrebatármelo hasta ahora. Ni permitiría que lo hagan tampoco.
—¿Te molesta si vuelvo con mis amigos? —dije al ver que Albus me hacía señas desde la ventana. Es experto en arruinar los mejores momentos.
—En absoluto, yo también tengo que volver con los míos. Nos vemos más tarde, Speedy
—Nos vemos, Lou—saludé antes de perderme en el corredor.
Llovía tanto que cualquiera diría que el cielo se derrumbaría sobre el suelo, pero eso no le quitaba la sonrisa a los cientos de alumnos que una vez más (o por primera vez) se subirían al expreso de Hogwarts. Acerqué mi carrito hacia el tren, guardé mi equipaje en la bodega, y decidí buscar a mis amigos. Mis padres estaban muy entretenidos hablando con Draco Malfoy, pero Scorpius no estaba con ellos, por lo que asumí que ya estaría dentro del tren. Aunque no perdía nada preguntando.
—¿Cómo está mi padrino favorito? —pregunté cuando me uní a su conversación. Todos sonrieron.
—Suerte que soy el único, si no se lo dirías a todos —bromeó Draco —Si estás buscando a Scorpius, cosa de la que estoy seguro, ya subió al tren. Al parecer, al igual que tú, no ve la hora de librarse de mí —comentó y me sentí un poco culpable. Es cierto que lo tenía bastante abandonado para este punto.
—Perdón, sabes que no es intencionalmente, y si quieres culpar a alguien esos son mis padres, que deciden que el mejor modo de disfrutar mis vacaciones es en un seminario de Quidditch en el otro extremo del mundo. Conocí tantos magos brasileros que ya estoy lista para bailar en sus carnavales muggles usando solo plumas y brillos—bromeé y el rio, besando mi frente.
—Ve, cariño. Te debe estar esperando. Pero estas navidades no te salvarás del tiempo de calidad padrino- ahijada.
—Lo juro—dije y luego besé mi dedo meñique. Le di un beso a cada uno de mis padres y me encaminé hacia el vagón donde casi todos los años se sentaban mis amigos. No me sorprendió para nada encontrarlos allí, comiendo ranas de chocolate.
—Mis queridos renacuajos, ¿me extrañaban ya? —ambos sonrieron.
—No te creas tan importante ¿por qué no estas reunida con tus amigos los premios anuales planeando nuevas maneras de torturarnos todo el año? —preguntó Scorpius sarcásticamente.
—Los pesados eran los de último año, pero ya no están. Estoy segura de que este año los premios anuales van a ser un poco más abiertos a la diversión y un poco menos amargos—dije esperanzada. Albus rodó sus ojos.
—Solo dices eso porque el premio anual de nuestra casa es tu querido Lou—dijo con desprecio. No es ningún secreto que Louis no es del agrado de la mayoría de los chicos. La razón, es un tanto obvia. Todos quieren ser él.
—Claramente no te diste cuenta que, por mucho que odie a tu hermano, este año él también es prefecto, lo que significa que todo va a ser un caos—dije imitando el tono de Albus al hablar de Louis.
—¿Qué me perdí y por qué tu hermano es prefecto?—preguntó Scorpius y Albus me miró a mí, igualmente sorprendido.
—¿James, mi hermano, prefecto? —dijo incrédulo. —¿Perdiste la cabeza?
—No, la directora McGonagall sí la perdió, al parecer. No me pregunten como, pero decidió que tu hermano estaba a la altura del cargo. Roxanne desistió porque prefirió dedicarse al Quidditch y sus estudios. Tal vez mencionó a su primo como su sucesor, pero no entiendo como lo aceptaron, si siempre causa problemas.
—Roxanne está enloquecida diciendo que no quiere fallar sus ÉXTASIS y piensa empezar a estudiar desde ahora, o al menos eso aseguraba en las vacaciones, mientras todos sus libros estaban guardados bajo siete candados, figuradamente—confesó Albus antes de darle otro mordisco a su rana chocolatosa. Esta vez le arrancó su brazo derecho.
—¿Y con eso quieres decir que…? —preguntó Scorpius
—Que es fácil prometerlo cuando todavía no llegó el momento de cumplirlo, tal vez fue una excusa porque le aburría ser prefecta, ella siempre se aburre rápido de todo—dijo y se encogió de hombros.
—Bueno, no lo sé, pero las cosas ya están hechas. Debería irme al vagón de prefectos, si llego tarde ya empezaré el año con el pie izquierdo—dije antes de desaparecer en el corredor, casi corriendo.
—¿A dónde tan apurada? No se puede correr en los pasillos, son muy estrechos y te podrías chocar con alguien. No me obligues a hacer uso de mi autoridad antes de llegar al colegio y restarte puntos por semejante irresponsabilidad —comentó una molesta voz a mis espaldas. Molesta porque la persona que la posee lo es.
—Iba de camino al vagón de los prefectos, tu deberías apurarte también, ya que por desgracia también lo eres y te conciernen nuestras reuniones—comenté disgustada.—Y de todos modos, no estamos en el colegio aún, y no tienes ninguna autoridad hasta que en el colegio McGonagall nos anuncie como prefectos—
—Alguien suena descontenta de que yo haya sido nombrado prefecto—comentó sonriendo, disfrutando cada segundo.
—Totalmente, al parecer a la vida no le pareció suficiente castigo que deba verte en clases y cuando visito a Albus, y decidió que también tenga que soportarte en horas extraescolares. A veces me pregunto que hice para merecer semejante castigo—dije resignada mirando al cielo.
—No hay nadie allí arriba que pueda responderte, mejor comienza a caminar que no quiero llegar tarde a mi primera reunión—dijo mientras, sin el menor cuidado, pasaba al lado mío golpeando nuestros hombros en dirección al vagón.
—¿Y esta bestia humana va a ser prefecto? McGonagall tiene cosas que explicar—dije para mí misma, pero alguien escuchó. Y mentalmente, me insulté por decir tantas veces en una misma conversación la palabra prefecto. Ya estaba comenzando a perder el sentido.
—Y estoy segura que no eres la única que lo piensa—susurró una voz en mi oído. Con un escalofrío, me di vuelta para ver quien había hablado y para mi sorpresa era Louis. Louis Urquart, el popular premio anual de Slytherin. Sonreí.
—Creí que llegaría tarde, pero si tu estas aquí, significa que la reunión todavía no empezó—él sonrió, encantador como siempre.
—No, me entretuve un poco con mis amigos, a los que no vi en todo el verano, pero ya que te encontré acompáñame y esperemos allí—propuso y yo acepté.
Una vez sentados en nuestro compartimento privilegiado, bajo la para nada disimulada mirada de odio de Potter, esperamos al otro prefecto Slytherin, mi amigo Taddeus Abbott (o Taddy, como me gusta llamarlo) y a los de Hufflepuff, que cuando llegaron, tenían golosinas para todos.
La reunión tocó temas muy triviales, tales como las guardias nocturnas, cuando serían nuestros encuentros, las principales infracciones que restarían puntos a cada estudiante, y otras cosas por el estilo. Louis llevaba la reunión al frente, demostrando una vez más el poder de convencimiento y liderazgo que tiene. Todo lo que acordaramos hoy, se lo comentaríamos a McGonagall que luego nos daría (o no) la autorización para hacerlo.
Al finalizar la discusión, la mayoría volvió a los vagones donde estaban sus amigos. Yo estaba muy a gusto hablando sobre el equipo con Louis, y preferí quedarme un rato más. Él era golpeador y capitán del equipo de Slytherin y yo la guardiana. Hacía 4 años que me había ganado el puesto, y nadie había logrado arrebatármelo hasta ahora. Ni permitiría que lo hagan tampoco.
—¿Te molesta si vuelvo con mis amigos? —dije al ver que Albus me hacía señas desde la ventana. Es experto en arruinar los mejores momentos.
—En absoluto, yo también tengo que volver con los míos. Nos vemos más tarde, Speedy
—Nos vemos, Lou—saludé antes de perderme en el corredor.
axelle
Re: Sangre Esmeralda
Te informo que tu novela carece de la ficha reglamentaria. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido.
pd. si te estás basando en alguna novela, lo correspondiente sería que especificaras cual y el autor.
pd. si te estás basando en alguna novela, lo correspondiente sería que especificaras cual y el autor.
✦ ausente.✦
pixie.
Capítulo 2: Incomprendido
05 de Julio, 1019
—¿Cuántas veces se supone que deba recordártelo, Godric? Las reglas se cumplen para ti al igual que el resto de nosotros—advirtió un hombre sentado en el extremo izquierdo de la extensa sala. Había cuatro sillones, almohadados con terciopelo, y los otros dos eran ocupados por dos mujeres, que miraban la escena atentamente.
—Todavía no tienes derecho a reclamarme nada, Salazar. No soy culpable de ninguna violación a nuestro código, y creo que, junto con Helga, somos los únicos capaces de afirmar tal cosa—desafió un hombre con barba castaña y de aspecto imponente, mirando a la mujer que vestía de tonos amarillos y anaranjados, que no dijo nada. La otra dama, frunció el entrecejo, indignada, y el primero en hablar, ahora nombrado Salazar, manifestó en su mirada odio, veneno.
—¿Estás sugiriendo que tanto Rowena como yo, hemos roto los códigos que nosotros mismos escribimos y juramos honrar? Podrás ser valiente, Gryffindor, pero debes reconocer cuando la valentía te hace estúpido. No puedes acusarnos sin motivos y sin pruebas —las palabras salían de su boca como susurros y siseos, mientras apoyaba violentamente sus manos sobre larga mesa, y se ponía de pie.
—No tiene caso, Salazar. Déjalo estar. ¿De qué vale una pelea ahora cuando se supone que hicimos esta reunión para discutir sobre la situación que más unidos deberíamos enfrentar? —habló por primera vez Rowena.
—Por eso mismo, estamos al borde del exterminio, las autoridades no están respondiendo y cada vez más muggles aparecen diciendo que pueden aprender a ser magos con práctica y esfuerzo, y a nuestro querido amigo se le ocurre revelar su condición a una mujer sin poderes solo para poder impresionarla —indicó Salazar señalándolo con un dedo, acusatoriamente.
—Eso es suficiente—gritó Godric a la vez que se ponía de pie
—¿Me retarás a un duelo? —preguntó provocativo
—No me lo preguntes dos veces
—Basta, cálmense ambos. No tiene sentido pelear por esto, los muggles de todos modos saben que existimos, y quienes no nos aman y quieren estar con nosotros aprendiendo, están reuniendo gente, antorchas y prendiendo hogueras para asesinarnos, asique, si les parece bien, dejen sus rivalidades por una vez en su vida y enfóquense en la causa mayor —dictaminó al ponerse de pie la dama de amarillo, Helga.
—Supongo que esto puede esperar —comentó Godric sin quitarle la vista de encima a Salazar, cuyos ojos esmeraldas estaban clavados sobre los suyos.
—¿Qué haremos para calmar la situación? —preguntó Helga, de nuevo en su asiento.
—Es fácil, solo permitimos el ingreso de estudiantes cuya línea de sangre este conformada únicamente por magos—dijo Salazar y el silencio se hizo presente en la sala. Nadie entendía su punto de vista, pero el lograría que lo hagan. O se iría e iniciaría su propia escuela bajo su moral y juicio.
—¿Otra vez con esa idea demente? —preguntó Godric
—Ya hablamos de esto, Salazar. No es correcto, los mestizos y nacidos en familias muggles son tan magos como nosotros—dijo Rowena con suavidad, tratando de no empezar otra pelea.
—Si no hubiéramos aceptado tantos mestizos y sangres sucias, probablemente ningún muggle sabría que existimos y no estaríamos siendo perseguidos y cazados, ni tendríamos que escondernos— Salazar elevó su tono de voz, mientras daba vueltas alrededor de la mesa, a pasos largos y silenciosos.
—Cuando fundamos el colegio lo dejamos claro, Salazar. Sus puertas estarían abiertas para cualquier mago que quisiera aprender a controlar sus poderes, sin importar su origen o la pureza de su sangre—protestó la dama de amarillo. —Si tenemos ciertos principios y reglas sobre los cuales todos opinamos y aprobamos, es solo justo y razonable seguir adhiriendo a ellos
—Los tiempos cambian, Helga. Cuando fundamos esta institución, no estábamos en peligro de extinción. Mantener la enseñanza exclusivamente para los magos de sangre pura es solo una estrategia de supervivencia, tiempos desesperados, medidas desesperadas—intentó vender su historia de ‘’yo solo trato de hacer lo mejor’’ para que eventualmente, alguno lo apoyara. Slytherin, después de todo, hacía todo lo posible y usaba cualquier medio para obtener lo que quería.
— ¿Y qué haríamos, según tu idea, con los estudiantes que ya están aquí, y no son de sangre pura? ¿expulsarlos?
—Temporalmente, serían desmemorizados, por supuesto, como sus familias. Pero eso es otro asunto, sobre el cual solo podremos decidir cuándo toda la corte este presente. —dijo mientras tomaba asiento nuevamente, un poco más confiado.
—De todos modos, nunca estarías seguro completamente de que todos los magos fueran sangre pura, ni siquiera tú lo eres. El primer hombre en tener sus poderes, o mujer, fue nacido como muggle, y un día obtuvo el don. Por más que te duela aceptarlo, todos tenemos antepasados muggles en nuestra historia, y eso no cambia lo que somos—comentó Rowena. Él pareció ignorar todo lo que dijo, excepto la primera parte.
—Sabríamos si ambos padres son magos, y eso basta para mantener el secreto—respondió tajantemente.
—Bueno, sea como sea, necesitamos 3 votos de 4. ¿Quiénes no apoyan la idea de Salazar? —preguntó Rowena, a lo que Godric y Helga levantaron sus manos. La dama de piel pálida y cabellos negros suspiró. —Lo lamento, Salazar, no es personal, pero en esta situación, lo más razonable es adherir a mis principios. Ellos también son magos y también son perseguidos—añadió cabizbaja. Salazar se puso de pie sin dirigirles la mirada, y se retiró de la sala con un fuerte portazo.
Recorrió los pasillos del colegio, furioso. Pero no se rendiría. No estaba en su naturaleza.
Una vez en su habitación, decidió que no era un mal día para visitar a su mascota. Siempre sabía aconsejarlo. ‘’ ¿Para qué quiero amigos, si tengo a Demetrius?’’ Se decía a si mismo constantemente. Pero era un poco triste que su único amigo sea una mamba negra de 2 metros de largo.
Tomó su capa esmeralda, su túnica y sombrero negros y subió por la torre Slytherin hasta el último piso, donde tenía a su serpiente.
—¿Qué hace aquí, mi señor? —siseó la serpiente.
—Las cosas no están saliendo como lo planee, Demetrius, y me temo que, si no consigo un nuevo plan, tampoco lo harán. Y no seguiré soportando esto.
—Visítela. Ella sabrá aconsejarlo señor—sugirió lo que él ya había considerado previamente. Solo que no estaba decidido.
—Tienes razón, mi querido amigo. Siempre la tienes. Prometo que cuando vuelva te premiaré con un bocadillo —dijo acariciándola.
—Preferentemente algo más grande que un niño, señor, o al menos dos —dijo y Salazar rio, pero no dijo nada. Descendió las escaleras hasta llegar nuevamente a su habitación. Se paró dentro de su chimenea, y con un chasquido de dedos, (y un poco de polvos Flu) había desaparecido del castillo. En su lugar, estaba dentro de otra chimenea. Cuando salió, reconoció los muros de piedra, el piso de mármol negro, y el techo que parecía de cristal.
—Estas siendo descuidada, querida amiga. Yo no arriesgaría que un muggle entrara a mi casa y la viera en estas condiciones, sospecharían—comentó recargándose sobre el umbral de la puerta de la habitación, donde yacía la bella Morgana. Ella suspiró.
—Si no hubiera sabido que venías, la casa no luciría así. Además, nadie me visita a estas horas de la noche, Salazar. Solo tú te das ese privilegio —comentó mientras se levantaba de la cama. Completamente desnuda. Pero no es como si ellos no se hubieran visto así anteriormente. —¿Te ofrezco un poco de té? —preguntó y el asintió.
—Presiento que un té no será suficiente para todo lo que quiero que hablemos, pero empezaremos por una taza —comentó. Ella lo miró seria.
—¿Saben lo que hicimos? —preguntó y el no dijo nada. —Salazar, respóndeme—insistió, firme.
—Godric sospecha, intentó acusarme hoy de romper los juramentos, pero no creo que sepa nada a ciencia cierta —ella pareció relajarse un poco, pero no mucho.
—Bueno, quiero escuchar sobre esa reunión entonces, pues imagino que es lo que te trae hasta mi hogar—dijo y el asintió, aunque ella no pudiera verlo por estar de espalda.
—¿Te molestaría cambiarte? No puedo concentrarme en hablar si estás así—dijo él y luego de ganarse una mirada recriminatoria, con un chasquido de dedos, ella se encontraba vestida.
—Que flojo eres, Sal—bromeó. No muchas personas, por no decir que solo ella, podían darse el gusto de bromear con Salazar sin obtener una respuesta equivalente.
Y tal vez era eso lo que los unía, antes de que la profecía los separara.
—¿Cuántas veces se supone que deba recordártelo, Godric? Las reglas se cumplen para ti al igual que el resto de nosotros—advirtió un hombre sentado en el extremo izquierdo de la extensa sala. Había cuatro sillones, almohadados con terciopelo, y los otros dos eran ocupados por dos mujeres, que miraban la escena atentamente.
—Todavía no tienes derecho a reclamarme nada, Salazar. No soy culpable de ninguna violación a nuestro código, y creo que, junto con Helga, somos los únicos capaces de afirmar tal cosa—desafió un hombre con barba castaña y de aspecto imponente, mirando a la mujer que vestía de tonos amarillos y anaranjados, que no dijo nada. La otra dama, frunció el entrecejo, indignada, y el primero en hablar, ahora nombrado Salazar, manifestó en su mirada odio, veneno.
—¿Estás sugiriendo que tanto Rowena como yo, hemos roto los códigos que nosotros mismos escribimos y juramos honrar? Podrás ser valiente, Gryffindor, pero debes reconocer cuando la valentía te hace estúpido. No puedes acusarnos sin motivos y sin pruebas —las palabras salían de su boca como susurros y siseos, mientras apoyaba violentamente sus manos sobre larga mesa, y se ponía de pie.
—No tiene caso, Salazar. Déjalo estar. ¿De qué vale una pelea ahora cuando se supone que hicimos esta reunión para discutir sobre la situación que más unidos deberíamos enfrentar? —habló por primera vez Rowena.
—Por eso mismo, estamos al borde del exterminio, las autoridades no están respondiendo y cada vez más muggles aparecen diciendo que pueden aprender a ser magos con práctica y esfuerzo, y a nuestro querido amigo se le ocurre revelar su condición a una mujer sin poderes solo para poder impresionarla —indicó Salazar señalándolo con un dedo, acusatoriamente.
—Eso es suficiente—gritó Godric a la vez que se ponía de pie
—¿Me retarás a un duelo? —preguntó provocativo
—No me lo preguntes dos veces
—Basta, cálmense ambos. No tiene sentido pelear por esto, los muggles de todos modos saben que existimos, y quienes no nos aman y quieren estar con nosotros aprendiendo, están reuniendo gente, antorchas y prendiendo hogueras para asesinarnos, asique, si les parece bien, dejen sus rivalidades por una vez en su vida y enfóquense en la causa mayor —dictaminó al ponerse de pie la dama de amarillo, Helga.
—Supongo que esto puede esperar —comentó Godric sin quitarle la vista de encima a Salazar, cuyos ojos esmeraldas estaban clavados sobre los suyos.
—¿Qué haremos para calmar la situación? —preguntó Helga, de nuevo en su asiento.
—Es fácil, solo permitimos el ingreso de estudiantes cuya línea de sangre este conformada únicamente por magos—dijo Salazar y el silencio se hizo presente en la sala. Nadie entendía su punto de vista, pero el lograría que lo hagan. O se iría e iniciaría su propia escuela bajo su moral y juicio.
—¿Otra vez con esa idea demente? —preguntó Godric
—Ya hablamos de esto, Salazar. No es correcto, los mestizos y nacidos en familias muggles son tan magos como nosotros—dijo Rowena con suavidad, tratando de no empezar otra pelea.
—Si no hubiéramos aceptado tantos mestizos y sangres sucias, probablemente ningún muggle sabría que existimos y no estaríamos siendo perseguidos y cazados, ni tendríamos que escondernos— Salazar elevó su tono de voz, mientras daba vueltas alrededor de la mesa, a pasos largos y silenciosos.
—Cuando fundamos el colegio lo dejamos claro, Salazar. Sus puertas estarían abiertas para cualquier mago que quisiera aprender a controlar sus poderes, sin importar su origen o la pureza de su sangre—protestó la dama de amarillo. —Si tenemos ciertos principios y reglas sobre los cuales todos opinamos y aprobamos, es solo justo y razonable seguir adhiriendo a ellos
—Los tiempos cambian, Helga. Cuando fundamos esta institución, no estábamos en peligro de extinción. Mantener la enseñanza exclusivamente para los magos de sangre pura es solo una estrategia de supervivencia, tiempos desesperados, medidas desesperadas—intentó vender su historia de ‘’yo solo trato de hacer lo mejor’’ para que eventualmente, alguno lo apoyara. Slytherin, después de todo, hacía todo lo posible y usaba cualquier medio para obtener lo que quería.
— ¿Y qué haríamos, según tu idea, con los estudiantes que ya están aquí, y no son de sangre pura? ¿expulsarlos?
—Temporalmente, serían desmemorizados, por supuesto, como sus familias. Pero eso es otro asunto, sobre el cual solo podremos decidir cuándo toda la corte este presente. —dijo mientras tomaba asiento nuevamente, un poco más confiado.
—De todos modos, nunca estarías seguro completamente de que todos los magos fueran sangre pura, ni siquiera tú lo eres. El primer hombre en tener sus poderes, o mujer, fue nacido como muggle, y un día obtuvo el don. Por más que te duela aceptarlo, todos tenemos antepasados muggles en nuestra historia, y eso no cambia lo que somos—comentó Rowena. Él pareció ignorar todo lo que dijo, excepto la primera parte.
—Sabríamos si ambos padres son magos, y eso basta para mantener el secreto—respondió tajantemente.
—Bueno, sea como sea, necesitamos 3 votos de 4. ¿Quiénes no apoyan la idea de Salazar? —preguntó Rowena, a lo que Godric y Helga levantaron sus manos. La dama de piel pálida y cabellos negros suspiró. —Lo lamento, Salazar, no es personal, pero en esta situación, lo más razonable es adherir a mis principios. Ellos también son magos y también son perseguidos—añadió cabizbaja. Salazar se puso de pie sin dirigirles la mirada, y se retiró de la sala con un fuerte portazo.
Recorrió los pasillos del colegio, furioso. Pero no se rendiría. No estaba en su naturaleza.
Una vez en su habitación, decidió que no era un mal día para visitar a su mascota. Siempre sabía aconsejarlo. ‘’ ¿Para qué quiero amigos, si tengo a Demetrius?’’ Se decía a si mismo constantemente. Pero era un poco triste que su único amigo sea una mamba negra de 2 metros de largo.
Tomó su capa esmeralda, su túnica y sombrero negros y subió por la torre Slytherin hasta el último piso, donde tenía a su serpiente.
—¿Qué hace aquí, mi señor? —siseó la serpiente.
—Las cosas no están saliendo como lo planee, Demetrius, y me temo que, si no consigo un nuevo plan, tampoco lo harán. Y no seguiré soportando esto.
—Visítela. Ella sabrá aconsejarlo señor—sugirió lo que él ya había considerado previamente. Solo que no estaba decidido.
—Tienes razón, mi querido amigo. Siempre la tienes. Prometo que cuando vuelva te premiaré con un bocadillo —dijo acariciándola.
—Preferentemente algo más grande que un niño, señor, o al menos dos —dijo y Salazar rio, pero no dijo nada. Descendió las escaleras hasta llegar nuevamente a su habitación. Se paró dentro de su chimenea, y con un chasquido de dedos, (y un poco de polvos Flu) había desaparecido del castillo. En su lugar, estaba dentro de otra chimenea. Cuando salió, reconoció los muros de piedra, el piso de mármol negro, y el techo que parecía de cristal.
—Estas siendo descuidada, querida amiga. Yo no arriesgaría que un muggle entrara a mi casa y la viera en estas condiciones, sospecharían—comentó recargándose sobre el umbral de la puerta de la habitación, donde yacía la bella Morgana. Ella suspiró.
—Si no hubiera sabido que venías, la casa no luciría así. Además, nadie me visita a estas horas de la noche, Salazar. Solo tú te das ese privilegio —comentó mientras se levantaba de la cama. Completamente desnuda. Pero no es como si ellos no se hubieran visto así anteriormente. —¿Te ofrezco un poco de té? —preguntó y el asintió.
—Presiento que un té no será suficiente para todo lo que quiero que hablemos, pero empezaremos por una taza —comentó. Ella lo miró seria.
—¿Saben lo que hicimos? —preguntó y el no dijo nada. —Salazar, respóndeme—insistió, firme.
—Godric sospecha, intentó acusarme hoy de romper los juramentos, pero no creo que sepa nada a ciencia cierta —ella pareció relajarse un poco, pero no mucho.
—Bueno, quiero escuchar sobre esa reunión entonces, pues imagino que es lo que te trae hasta mi hogar—dijo y el asintió, aunque ella no pudiera verlo por estar de espalda.
—¿Te molestaría cambiarte? No puedo concentrarme en hablar si estás así—dijo él y luego de ganarse una mirada recriminatoria, con un chasquido de dedos, ella se encontraba vestida.
—Que flojo eres, Sal—bromeó. No muchas personas, por no decir que solo ella, podían darse el gusto de bromear con Salazar sin obtener una respuesta equivalente.
Y tal vez era eso lo que los unía, antes de que la profecía los separara.
axelle
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