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Chocolate {1º tema de audiciones
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Re: Chocolate {1º tema de audiciones
No puedo aceptar, oficialmente, a las demas bc asi quedamos con Char Pero les puedo decir que estan aceptadas "en negro" por mi. (chiste, la que no entiende shore)
Invitado
Invitado
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
ctm, te amo prisPriscilla.- escribió:Ficha Aceptada
Veintiocho, bby... okno. Eddie, la verdad es que nunca tuve la oportunidad de leer algo tuyo y realmente me odio por eso. Dios, los escritos que dejaste son únicos. Haces que cada uno de los personajes tenga ese noseque que te hace amarlos, odiarlos y todo al mismo tiempo. Tu escritura es perfecta, y ni hablar de la ortografía. ¡Felicidades! Estas aceptada. Ya estas participando.
gracias
espero tener una oportunidad y que nadie vaya por el libre
por que o sí no, perdí la batalla
pinkfloyd.
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
eddie la rosita te ama, cele no puedo creer que realmente este diciendo que soy rosita
pinkfloyd.
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
Eddie que paso con lo nuestro estábamos unidas por el helado
mindless
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
cele: lo sé
sha: lo sé, pero es tarde
no, mentira, no puedo dejarte, ni mucho menos al helado
sha: lo sé, pero es tarde
no, mentira, no puedo dejarte, ni mucho menos al helado
pinkfloyd.
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
el helado aka todo . perdón si me fui, estaba haciendo una firma. me da feels y lloro .
Invitado
Invitado
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
a mi también me da feels y justo estaba haciendo mi firma súper simple
pinkfloyd.
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
mai god, kajsjas cada vez me hago mas adicta a las nc's y no es justo bc siempre tienen que venir y matarme con una idea nueva :c hi lottie y pris <333333 ksjajskajs omg, he amado la idea bc es original, hermosa y me han matado xd veo que eddie y celes estan aqui <3 bbys c': bueno. no quiero buscar imagenes de chocolate bc se que se me van a antojar :c asi que....*inserte gif de fuentecita de chocolate* ayqueobesa. aksjkas amo el chocolate :c bueno, les deseo mucha suerte con sus audiciones, besos y paz mundial xx.
tenshittae
Re: Chocolate {1º tema de audiciones
Dakota Coleman
♡ Nombre Completo: Dakota Abigail Coleman.
♡ Chico: Harry O'Donell.
♡ Rol: La bartender.
♡ Representantes: Cara Delevingne & Harry Styles
♡ Chico: Harry O'Donell.
♡ Rol: La bartender.
♡ Representantes: Cara Delevingne & Harry Styles
- Escrito:
- Las manecillas del reloj parecían no moverse, lo que en cierto sentido había comenzado a alterarme. No soportaba seguir encerrada en ese lugar por mucho más tiempo, a pesar de que ya se me hacía costumbre salir tarde del instituto por ganar un castigo. Si no hacía la tarea, si me dormía mientras el profesor explicaba algún tema nuevo o si llegaba retrasada algunos segundos a la clase sabía que siempre terminaría desperdiciando dos horas de mi tiempo en el castigo.
Una pequeña bola de papel cayó encima de mi pupitre, miré en la dirección por la que provenía y me encontré con la cara sonriente de Peter, quien me indicaba que me fijara lo que había escrito. Con disimulo, e intentando que la profesora de detención no me pillara, desdoblé el papel y leí:
“Esta noche paso por ti a las diez. Sabes que no quiero un no por respuesta. –P”
Volví a girarme para dedicarle una sonrisa aprobatoria y de pronto el timbre sonó, convirtiéndose en música para mis oídos. Tomé mi mochila y rápidamente abandoné aquel lugar que tanto despreciaba, probablemente el instituto y la mayoría de sus alumnos y profesores jamás serían de mi agrado.
En contra de todo lo que creía, sólo salí de ese infierno para meterme en otro: mi casa. Si bien sabía que cuando llegara no me encontraría con la típica familia normal –porque de hecho no lo éramos– al menos esperaba tener un poco de calma o silencio, pero mis padres estaban discutiendo. Otra vez.
En esta ocasión la renta y los impuestos eran los principales motivos por los que se estaban peleando casi hasta al punto de lanzarse uno de esos horrendos y pesados jarrones que mi madre solía colocar en la sala de estar. Lo cierto es que mi familia nunca había sufrido de ninguna carencia económica, sin embargo últimamente el dinero comenzaba a escasear y yo sospechaba que era porque mi padre complacía los excéntricos caprichos a su amante –mejor conocida como su secretaria–, pero no se lo había contado a mi madre, ¿Por qué? Por cobarde, supongo.
— ¿Y Maddie? —Pregunté por encima de sus gritos, y fue recién ahí cuando ambos se dieron cuenta de mi presencia.
— ¡Demonios, James! ¡Se suponía que deberías haber ido a buscar a la niña a la escuela! —Gritó mi madre.
— ¿Qué? ¿Acaso tú no eres su madre? ¡Tú deberías haberlo hecho! —Contraatacó mi padre.
— ¡Eres un cerdo imbécil!
— ¡Te equivocas, tú lo eres!
— ¡Ambos lo son! —Exclamé exasperada— ¿Qué clase de padres olvidan ir a buscar a su hija menor? En verdad me dan asco. —Escupí las palabras con veneno mientras les dedicaba una mirada de desprecio.
— ¡Cathleen Anderson, no vuelvas a hablar así en tú vida! ¡Estás castigada! ¿Me oíste? Nada de salidas, nada de amigos… —Mi madre siguió hablando pero la ignoré por completo y salí de mi casa dando portazo detrás de mí.
Normalmente no me importaba si ellos acababan matándose, pero me preocupaba mucho por mi hermana Maddie. Ella no tenía la culpa de nada y era la única persona por la que velaba. Cuando llegué a su escuela, la encontré tomada de la mano de su profesora y llorando a moco tendido, lo cual yo también hubiera hecho a su corta edad. En el momento en el que me miró su rostro se iluminó un poco y corrió a abrazarme, odiaba verla así y me juré a mí misma que les cobraría esto a mis padres de una forma u otra.
Por suerte cuando regresamos a casa las cosas se habían calmado un poco. No deseaba que Maddie escuchara a mis padres gritándose e insultándose como yo lo había hecho durante casi toda mi infancia, por lo menos ellos habían aprendido a medirse frente a su hija menor. Le preparé un sándwich y la dejé mirando televisión, luego me dispuse a ir a mi cuarto y esperar hasta que Peter pasara por mí, no sin antes recibir una mirada de mi madre, la cual claramente significaba: “Que ni se te ocurra salir". Sin embargo yo ya tenía planes.
(...)
Me puse mi chaqueta de cuero favorita y dentro de uno de los bolsillos guardé mi teléfono y un poco de dinero por si no conseguía un aventón y debía volver en el primer bus de la mañana. Luego me arrodillé sobre el alféizar para abrir la ventana y, acto seguido, comencé a salir lentamente mientras me aseguraba de apoyar mis pies sobre una de las ramas de aquel gran roble que había adornado el jardín delantero de mi casa desde que tenía memoria. Cuando estuve completamente segura de que no me caería ni me quebraría un brazo, empecé a descender lentamente hasta que logré pisar el césped. Llevaba años escapando por las ventanas, por lo que se podía decir que era toda una experta en hacer cosas sin sentido.
Oí el sonido de una bocina a mis espaldas y maldije a Peter hacia mis adentros por ser tan impaciente y no guardar un poco de silencio para que mis padres no sospecharan nada. Me acerqué rápidamente hacia él recibiendo el casco que me tendía, me lo coloqué y subí en su moto negra. Aceleró y comenzó a recorrer las calles desiertas de la ciudad sin detenerse en ningún semáforo. En cierta forma me gustaba la adrenalina que sentía al experimentar con la velocidad, pero no al punto de ser una obsesionada como él.
En cuestión de minutos ya nos encontrábamos frente al club más concurrido de la ciudad. Había una larga cola de adolescentes que ansiaban entrar, pero ambos pudimos ingresar en unos minutos gracias a que el guardia de seguridad era nada más y nada menos que el hermano mayor de mi amigo.
—Yo voy hasta la barra, después te alcanzo. —Me avisó y luego comenzó a alejarse.
El olor familiar a alcohol, tabaco y sudor inundó mis fosas nasales al instante, la música se encontraba al tope y en un momento contemplé la posibilidad de quedarme sorda si permanecía mucho tiempo en ese lugar, pero no me importo en absoluto. Empecé a abrirme paso entre las personas que bailaban muy pegadas en la pista de baile, choqué con varias que me dedicaron miradas despectivas y uno que otro insulto hasta que visualicé a mis amigos sentados en una de las mesas del fondo.
— ¡Ya se me hacía raro que no llegaras! —Exclamo una de mis amigas llamada Kylie por encima de todo el barullo— ¡Alex está haciendo su mezcla mágica!
— ¿Quieres un poco? —Me ofreció un castaño de ojos oscuros, estaba segura que lo conocía de algún lugar pero no podía recordarlo. Sin embargo acepté su trago de un extraño color purpura y le sonreí.
Me saqué mi chaqueta y la coloqué en el respaldo de mi silla. Luego comencé a darle pequeños sorbos a mi bebida, sentí como se me escocía la garganta y los ojos se me ponían algo llorosos pero ya estaba más que acostumbrada a aquella sensación.
—Dame más. —Le pedí a ese tal Alex, quien primero me miró asombrado por la rapidez con la que ingerí su extraño trago, pero luego accedió y me dio otro vaso. Y después otro y otro.
En ese punto ya podía sentir como las luces fluorescentes y parpadeantes se volvían más intensas y… hasta creía que podía olerlas. Oh, ya entendía… este maldito había colocado algo en los tragos, pero de cierta manera se lo agradecía. De pronto noté como todos mis problemas se alejaban, sólo era yo y nadie más. Me sentía bien y totalmente viva, tanto así que de un salto abandoné mi asiento para ir a la pista y comenzar a bailar como jamás lo había hecho. No me importaba el hecho de que los zapatos estuvieran torturando a mis pies o que todo el tumulto de gente acabara por aplastarme, sólo deseaba seguir moviéndome y gastar toda la energía que tenía.
Cuando quise acordar tenía la boca de un tipo encima de la mía y unas intensas ganas se tomar agua se apoderaron de mí. Jamás había tenido esa sensación, pero sabía que me deshidrataría si no bebía algo urgentemente. Aparté bruscamente al chico de mí y regresé lo más rápido posible a la mesa en donde algunos de mis amigos, entre ellos Peter, seguían fumando lo que ahora parecían ser unos porros.
— ¿Estás sedienta, eh? —Comentaron mientras se partían de risa al verme beber una botella de agua en menos de cinco segundos— ¡Las desventajas del éxtasis!
— ¿Tienen un porro para mí? —Pregunté atropelladamente una vez que pude recuperar el aliento y la sensación de sed se calmó un poco. Kylie me pasó su cigarrillo y le di dos profundas caladas antes de devolvérselo.
—Un poco más allá se puede conseguir droga de la buena… ¿quieres probar? —Inquirió un Alex bastante animado mientras me miraba fijamente. Podía notar cuán dilatadas estaban sus pupilas y llegué a la conclusión que las mías debían encontrarse de la misma forma.
— ¿Qué clase de droga? —Cuestioné acercándome más a él.
—Ya verás.
En un lugar remoto de mi mente –que en esos momentos estaba casi totalmente desconectada del mundo real– sabía que no debía meterme en ese territorio, pero la curiosidad y la insistencia de Alex me guiaron hacia unas escaleras que dirigían hasta el sótano del club. El lugar poseía una mesa de billar en el centro y varios chicos se encontraban jugando y riendo muy alto mientras fumaban.
—Alex, viejo… ¿quién es ella? —Preguntó un moreno mientras me observaba de arriba abajo sin ningún tabú, estaba a punto de contestarle pero la voz de mi acompañante me interrumpió.
—Eso no importa, ya saben lo que venimos a buscar.
—Setenta libras cada uno. —Contestó un rubio mientras dejaba de lado su palo de pool y nos miraba atentamente.
—Yo no tengo ese dinero. —Le susurre a Alex. Era cierto: apena tenía veinte libras para poder regresar a mi casa en bus o en un taxi ya que estaba segura de que si les pedía dinero a mis padres jamás me lo darían.
—La casa invita. —Me respondió y le dio al rubio unos cuántos billetes. Éste los tomó, se fue unos momentos hasta una de las mesas cercanas y regresó con un objeto entre sus manos que no pude distinguir muy bien ya que el sótano no estaba muy iluminado— Espero que no le temas a las agujas.
Tragué en seco arrepintiéndome de mi decisión, pero ya no había vuelta atrás: sentí un pequeño pinchazo en la parte interior de mi brazo y sólo hicieron falta unos cuantos segundos para que pudiera conocer los efectos de aquello que ingresó a mi organismo. Era algo realmente increíble: una oleada de placer se apoderó de mí, sumergiéndome por completo en una sensación de euforia que nunca antes había experimentado.
Sólo me encontraba en mi mundo por un rato, ya nada me importaba. ¿Cómo había llegado hasta este punto? No quería saberlo y tampoco deseaba pensar en la clase de persona en la que me había convertido. Cualquiera sentiría pena por mí al verme tirar un futuro por la borda con esta actitud, pero ya lo había hecho de todas formas.
Toda la habitación comenzó a distorsionarse frente a mis ojos y las imágenes eran cada vez menos nítidas. Me encontraba muy somnolienta, tanto así que mis ojos comenzaron a cerrarse por sí solos sin que yo pudiera hacer nada.
Con el último hilo de cordura que me quedaba contemplé la idea de que probablemente esto podría llevarme a una muerte segura. Quiero decir, lo supe desde un principio, no era ingenua… sabía en lo que estaba metida pero nunca me interesó. ¿Y qué si me sucedía algo? ¿Acaso alguien llegaría a preocuparse realmente? Esa última pregunta sólo sirvió para hacerme ver cuán sola estaba. Sí, tenía padres, pero se la pasaban discutiendo y preocupándose de su cuenta bancaria como para prestarme un poco de atención. Sí, tenía amigos, pero no podía considerarlos como tales porque nunca fuimos demasiados cercanos y de hecho creía que sólo estaban conmigo por interés.
Si yo me llegaba a ir… ¿alguien sufriría? Por supuesto que no, ni siquiera yo lo haría. Es más, lo agradecería.
Y como si mi lejano y débil pensamiento hubiera sido escuchado, de pronto todo mi campo visual se volvió negro y lo último que sentí fue mi cuerpo impactando contra el frío suelo de cemento del sótano.
- Otro escrito:
- CAPITULO 5Just twin fire signs, four blue eyes[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
No sabía dónde estaba, ni cómo había llegado a aquel lugar, pero no podía ignorar el hecho de que esa persona estaba de espaldas a él y que su corazón comenzó a acelerarse sin control. Era ella, de eso no había dudas, podría reconocer aquella ondulada y suave cabellera pelirroja en cualquier lado. Lentamente se giró sobre sus talones y Niall creyó que había dejado de respirar por unos momentos. Estaba exactamente igual que hacía más de siete meses cuando había decidido partir lejos de todo el mundo. Era bella, muy bella, y él pensó que jamás encontraría a una mujer así.
Había estado enamorado de esos ojos verdes desde la secundaria y por su mente se cruzó la idea de que tal vez moriría deseándolos por toda la eternidad. Pero había algo que no entendía: ¿Por qué ella había vuelto? ¿Acaso su vida en Atlanta era un asco, como la de él desde que ella había partido? Sea cual sea la respuesta, estaba decidido a perdonarla. Quería decirle que no importaba que se hubiera ido, porque al fin y al cabo había regresado y él continuaba amándola como siempre. Además, su pequeño hijo también la necesitaba.
Avanzó unos pasos hasta el encuentro con su primer y único amor, sin embargo pudo notar como ella comenzaba a desvanecerse. Su rostro se volvía cada vez más borroso, al igual que toda su silueta. Niall extendió sus brazos para intentar tocarla sin éxito alguno.
Ella se estaba yendo, otra vez. La misma situación volvía a repetirse.
De pronto, Niall comprendió que Pagie jamás volvería a su vida, porque la molesta alarma del despertador estaba sonando indicando que toda la situación anterior no era más que un producto de su gran imaginación. En esos momentos deseó tener un bate a su alcance para despedazar ese aparato y seguir durmiendo, pero después de todo era un nuevo día y él ya no era un adolescente como para permitirse esos gustos. Debía hacerse cargo de sus responsabilidades, por lo tanto comenzaría con la más importante: Dylan.
Eran las siete de la mañana y ya podía escucharse el sonido de los coches circulando por las calles. Para Niall los miércoles eran peores que los lunes porque la semana aún no acababa y el fin de semana estaba muy lejos. Se levantó de la cama con toda su fuerza de voluntad y caminó a tientas hasta la habitación de su pequeño hijo de cuatro años. Al entrar casi se patinó con un dinosaurio de juguete que yacía en el suelo, pero lo esquivó a tiempo y evitó una caída segura.
—Campeón, es hora de levantarse. —Dijo mientras sacudía suavemente a su hijo que aún dormía plácidamente— Debes ir con toda tus energías al jardín de infantes.
—Cinco minutos más, papi. —Pidió el pequeño y Niall no pudo evitar sonreír. Dylan era un calco a él, tanto físicamente como en su forma de ser.
—Lo siento, Dy, pero esto no puede esperar así que… ¡¡Arriba!! —Exclamó y comenzó a saltar sobre la cama de su hijo.
Sí, Niall Horan también era un niño en su interior.
Para cuando quisieron acordarse, se encontraban gritando y saltando en aquella pobre cama. Ambos no sólo eran padre e hijo, sino más bien mejores amigos. Desde la inesperada partida de Pagie se habían vuelto más y más cercanos, después de todo Niall tuvo que convertirse en la madre y el padre de Dylan. Por ello dejó de lado las fiestas, las mujeres y cualquier otra cosa para avocarse únicamente al pequeño, pero no se encontraba mal por criar a su hijo; al contrario, le gustaba proteger a esa personita que al fin y al cabo era una parte suya. Sin embargo, no podía negar que la ausencia de Pagie se notaba a horrores y que él aún no era un experto en el cuidado de infantes.
—Bien campeón, cámbiate y de mientras yo iré abajo a preparar el desayuno ¿de acuerdo?
— ¡De acuerdo! —Respondió Dylan y ambos chocaron los puños. Niall se dirigió a la puerta del cuarto— Papá… —Empezó a decir el pequeño pero su padre lo interrumpió.
—No te preocupes hijo, hoy te irá muy bien el jardín, ya lo verás.
— ¡Papá! —Advirtió el pequeño y cuando Niall quiso darse cuenta ya se encontraba en el piso por culpa de aquel dinosaurio de juguete de hacía unos minutos— Te lo dije, papi.
— ¡Auch! —Se quejó el rubio mientras se levantaba— No olvides recoger tus juguetes, Dy. Ahora ve a cambiarte que es tarde.
Aún le dolía un poco el trasero por la caída, pero de todas formas Niall se dirigió rápidamente a su habitación y se vistió con una camisa blanca, pantalones, saco y zapatos negros. Luego, bajó de prisa las escaleras y comenzó a tostar pan mientras oía el reporte del clima que daba la televisión.
—Ya estoy listo. —Avisó Dylan, que vestía pulcramente una remera roja adornada con dibujos infantiles y unos pantalones azules. Tomó asiento en la mesa de la cocina y Niall puso enfrente suyo un tazón de cereales y luego besó su cabecita— ¡Son los cereales que vi el otro día! ¡Gracias por comprarlos papá! —Niall sonrió.
—“Pronostico del día de hoy: cielo parcial a totalmente nublado, tormentas provenientes del sector norte…” —Informaba el presentador de las noticias.
—Campeón, parece que hoy tendremos algo de lluvia, pero no por eso será un día aburrido. Habrá mucha diversión en el jardín, te lo aseguro.
— ¡Estoy ansioso! —Dijo Dylan mientras su padre reía— Emm, Papá…
—No, no debes preocuparte, además jugarás con tus amiguitos… —Contestó Niall interrumpiendo al pequeño.
—Pero papi…
—Y este año aprenderás otras cosas muy divertidas, también podrás usar los columpios que tanto te gustan. —Continuó diciendo el rubio, sin prestar atención.
—Papá, creo que las tostadas se te están pasando.
Niall dirigió su vista hacia la tostadora y comprobó que su hijo tenía razón: ¡La comida se estaba quemando! Rápidamente desenchufó el artefacto y trató retirar las tostadas, no sin antes quemarse en el intento. Lo que antes parecían panes ahora sólo eran trozos negros nada comestibles.
—Vaya, lamento no haberte escuchado Dy. Tenías razón. —Se lamentó el rubio y reconoció que su hijo, por más de tener cuatro años, era aún más cuidadoso y atento que un adulto como él.
—Lamento que tu desayuno se haya quemado, papi.
—No te hagas problema, campeón. Aún hay tiempo para que pueda cocinar algo más… —Miró el reloj pulsera de su muñeca y se alarmó al darse cuenta que ya eran las 7:50. Dylan debía estar en el jardín a las 8:00— ¡Cambio de planes! ¡Dy, termina rápido tus cereales y ve a lavarte los dientes!
El niño hizo eso y mientras estaba en el baño Niall aprovechó para limpiar la cocina, guardar la leche en la heladera y apagar la TV. ¿Cómo era que la hora se había pasado tan rápido? No tenía idea.
— ¿Ya estás listo? —Preguntó Niall y su hijo asintió— Bien, vámonos —Dijo abriendo la puerta delantera, pero su hijo lo detuvo.
—Papá, mi mochila.
—Oh, ¡casi lo olvido! —El rubio tomó la mochila de su hijo que se encontraba encima del sillón y con toda rapidez salieron de la casa. Una fina pero persistente lluvia cubría a toda la ciudad, tal como había advertido el servicio meteorológico. Niall abrió su paraguas y dijo por último: — ¿Listo para correr, campeón?
(…)
—5 minutos con 13 segundos… ¡un nuevo récord para el equipo Horan!
— ¡Sí! —Festejó Dylan y chocó los puños con su padre. Luego de correr aproximadamente unas diez cuadras, habían llegado antes de que la campana sonara— Allá están Sam y Ted, ¿puedo ir a jugar con ellos?
—Claro que sí, pero recuerda portarte bien. —El niño asintió— Así me gusta, volveré a recogerte a la una.
—Papi, salgo a las doce.
— ¡Cierto! Hasta las doce, entonces. —Besó la mejilla de su hijo y lo abrazó— Te quiero Dylan.
—Y yo a ti, papá.
— ¡No olvides de demostrar quién es el que puede comer más pastelitos!
— ¡No lo haré! —Respondió el niño mientras corría hasta los juegos para encontrarse con sus amigos.
Niall rió y en ese momento se sintió muy bendecido por tener por a su hijo. Tal vez él no era el mejor padre, eso estaba claro, pero Dylan sin dudas era el mejor y el amor que sentía hacia él era mayor que cualquier otra cosa. Gracias al pequeño, Niall había podido continuar adelante a pesar de las diferentes piedras que la vida ponía en su camino.
—Crecen muy rápido. —Dijo una voz a su izquierda. Niall giró y se encontró con un hombre de aproximadamente su edad, cabello castaño con rulos y ojos verdes— Soy Harry Styles.
—Niall Horan. —Respondió el rubio y ambos estrecharon sus manos— Recuerdo como si fuera ayer cuando apenas había nacido y ahora ya está aquí, haciendo sus propias amistades.
—Te comprendo totalmente. —Concordó Harry— Por cierto, ¿dónde trabajas, Niall?
—En la empresa Harvey’s como contador. —Respondió.
—Yo debo ir hacia esa dirección, ¿quieres que te alcance? —Propuso el castaño.
—De acuerdo, gracias. —Agradeció Niall y, antes de marcharse al trabajo, observó por última vez cómo su pequeño ingresaba al jardín.
(…)
Aquella noche el temporal empeoró y una fuerte tormenta había empezado a la hora de la cena.
—Adivina que tenemos para cenar, campeón…
—Mmm… ¿Pizza?
— ¡Sí! ¿Cómo lo supiste? —Preguntó Niall incrédulo.
— Papi, últimamente comemos pizza todos los días. —Respondió Dylan mientras tomaba una porción y veía los dibujos que pasaban en la televisión— A mí me gustan mucho las galletas de canela y chocolate que hace la señorita Brown. —Dijo casualmente.
— ¿La señorita Brown?
—Sip, mi maestra. —Aclaró el niño— Es muy, muy hermosa, inteligente y joven. Todos mis amigos quieren casarse con ella.
— ¿Y tú quieres casarte con ella, Dy?
—No, sé que no se fijaría nunca en mí porque ella es más grande. —Contestó sabiamente para ser sólo un niño— Pero tú sí podrías papá. —Niall rió ante las ocurrencias de Dylan.
—Campeón, no creo que eso suceda.
Lo cierto es que Niall no se había fijado en ninguna otra mujer desde que Pagie se había marchado. Quizás debería comenzar a hacerlo, pero él estaba convencido que jamás podría amar a alguien tanto como amó –y aún amaba– a aquella pelirroja. Además, no quería acabar con el corazón completamente destrozado nuevamente.
(…)
—5 minutos y 57 segundos. No está mal pero debemos vencer el récord de ayer, después de todo ¿quiénes somos nosotros?
— ¡El equipo Horan!
— ¡Bien dicho! —Como siempre, los dos chocaron sus puños y en ese momento la campana sonó— Espero que te diviertas, nos vemos luego. —Niall se despidió de su hijo y vio como entraba a su clase.
—Disculpe, ¿es usted el señor Niall Horan? —Aquella voz pertenecía a una bella castaña de ojos completamente azules y profundos.
Vaya, sí que era linda.
—Sí, soy yo. —Respondió aún algo obnubilado por esa mujer.
—Un gusto, mi nombre es Skye Brown y soy la maestra de Dylan. —Explicó su suave y melodiosa voz. Así que ella era la maestra de su hijo… el pequeño no se había equivocado cuando dijo que era hermosa. Y joven— Debo felicitarlo, su hijo es uno de mis mejores alumnos. Es tan inteligente y dulce, sin dudas un gran niño. —Sonrió cálidamente y, luego de unos momentos, Niall cayó en la cuenta de que debía responder.
—Sí, es un hijo grandioso. Incluso en ocasiones él es quien me recuerda que ya no hay más leche en la heladera y que debo comprar más. —Respondió sin pensar, aunque todo lo que dijo era completamente cierto. Skye rió.
—Señor Horan necesito un favor de su parte, si no le molesta claro. —Pidió ella de forma armoniosa.
—Claro, ¿qué necesita?
—Verá, estoy organizando una clase para los niños sobre las profesiones y he escuchado que usted se evoca a la economía. ¿No le gustaría charlar con ellos sobre dónde y cómo trabaja? —Skye sonrió una vez más y Niall simplemente no pudo resistirse a su petición.
—Sí, sí, por supuesto. —Aceptó sin dejar de observar el bello rostro de la joven— Sería un placer.
— ¡Muchas gracias! Le aseguro que será un grato momento para todos. Bien, es mejor que entre ya. Gusto en conocerlo señor Horan y gracias otra vez. —Le tendió la mano y él la tomó en forma de saludo. Qué piel tan suave…— Espero que tenga un buen día.
—Igualmente.
Totalmente embobado la vio alejarse con su cabello castaño siendo despeinado por la brisa matutina y, por primera vez después de mucho tiempo, deseó poder conocer más a fondo a una mujer.
Última edición por Diamandis. el Mar 04 Mar 2014, 9:03 pm, editado 1 vez
Diamandis.
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