La Estación 《 Larry Stylinson 》

Dedicado a : Mi amor o sea tu Pow

Los tres nos subimos al carro, Elizabeth iba de copiloto mientras que Harry iba en la parte trasera. Llegamos con el oftalmólogo y nos dijo que al parecer no había nada grave. Yo me quedé más tranquilo. Cuando el doctor le preguntó qué le había pasado él dijo que lo habían querido asaltar pero como se resistió lo habían golpeado, no entendía por qué había mentido. Ya de regreso a la casa de Elizabeth y Harry me percaté de que Elizabeth le hablaba y trataba de forma extraña a Harry, como si fuera su pareja o algo parecido, claro que después descarté esa idea, pues además de que ella era mucho mayor que él, era mujer y bueno... él no era hetero. Los llevé hasta su casa donde Elizabeth me agradeció infinitas veces que los hubiera ayudado, entró a la casa pero Harry y yo nos quedamos a solas. Eran aproximadamente las ocho de la noche, así que ya estaba oscuro en toda la ciudad, a unos metros había unos niños de la misma calle jugando fútbol.


—Gracias—dijo Harry que se había puesto unos lentes oscuros para que no lo vieran los vecinos.

     
—No te preocupes ¿Y qué pasará con el trabajo?

     
—Ah, no quiero volver a toparme con esos idiotas, buscaré en otro lado. —Se volteó para abrir la puerta y entrar, pero se detuvo para voltear a verme.

     
—La verdad es que me golpearon porque yo respondí a sus agresiones.

     
—Eso ya me lo dijo Elizabeth —contesté sereno.

     
—Ya sé, pero no le dije qué agresiones —Se quedó en silencio, esperé respuesta pero no dijo más—, bueno, olvídalo, me voy. Nos vemos. —Yo me quedé desconcertado, iba a decirme lo que realmente había pasado pero en segundos se arrepintió.

 

Tal vez como decía mi esposa, no tenía la obligación de cuidarlo, pero verlo así en esa situación, ver que se prostituía y que no le importaba su futuro ni su vida, me dejaba con el alma en un hilo. No podía dejar de pensar en todo lo que hacía con su vida, y nada de lo que hacía era algo favorable. Sentía que si le volvía a pasar algo, sería mi culpa. 


Llegué a la casa y mi esposa estaba viendo televisión en la sala, le pregunté por mis hijos.

   

—Susan ya está dormida y Mark está en su cuarto haciendo tarea. —Me senté a su lado.

    
—Hoy volví a ver a Harry —dije mirando hacia el vacío, ella no se inmutó en ponerme la debida atención, aun así yo seguí hablando— ,¿sabes? Las condiciones en las que vive no son las adecuadas para que pueda tener un buen desarrollo, vive con una mujer mucho más grande que él, como de nuestra edad, pero ella lo trata extraño, me entiendes? —Por fin volteó a verme y puso una cara de interrogación.

    
—O sea, ¿tipo amantes o algo así?

    
—No lo sé, pero... me preocupa. Hoy tuvo problemas en su trabajo, lo molestaron unos compañeros y le dieron un golpe muy fuerte en el ojo izquierdo.

    
—¿Pero no dices que tiene a esa señora que es como su mamá?

    
—Sí, sí —traté de sonar desesperado—. Pero aunque viviera con esa señora, no le espera un buen futuro. Lo poco que he hablado con él, va a una preparatoria abierta, y casi no va, además... —callé lo que iba a decir. Mery soltó un suspiro de hartazgo.

 
—¿Y qué estás tratando de decirme con todo eso? ¿Quieres traerlo a vivir aquí?

    
—Sí —contesté sin demora—, creo que sería lo mejor, es mi sobrino, y en parte me siento responsable.

    
—¡¿Pero tú no le dijiste a tu hermana que se embarazara o sí Louis?! —contestó enojada. Se levantó del sillón y me fulminaba con la mirada.

    
—¡No hables mal de Diana! —También me levanté del sillón y respondí enérgico. Mery me veía extraño, como si me desconociera. Apagó la televisión, paseó las manos por el cabello largo y después de unos segundos volteó a verme.

 
—Está bien, tienes razón es tu sobrino, si quieres traerlo, tráelo. —Su respuesta no fue la más amable, pero ya había accedido, ahora tenía que plantearle la idea a Harry. "Si no quiere venir, voy a estar todo el tiempo preocupado por él" pensé.

 

Tuve que esperarme hasta la tarde del viernes para ir a visitar a Harry y a Elizabeth para plantearles la idea. Mientras yo les había comentado a mis hijos si les gustaría que se fuera a vivir su primo con nosotros, Susan sin pensarlo me dijo que le encantaría la idea, Mark no contestó tan animado, pero también me dijo que no había problema. Por cierto también tuve que decirles que su tía, ya no vivía, fue muy difícil, sobre todo con Susan pues tenía la ilusión de conocerla, sólo faltaba que Harry aceptara. 


Ese viernes llegué a su casa como a eso de las 6:00 p.m. Elizabeth también estaba en la casa, al parecer limpiando la casa.

     
—Siéntate por favor —dijo Elizabeth sonriéndome. Enseguida le habló a Harry que salió del cuarto contiguo. Su ojo había mejorado bastante, pero seguía estando hinchado.

     
—Qué pasa —dijo Harry haciendo un ademán con su mano y haciendo una sonrisa apenas perceptible.

     
—Se ve mejor ese ojo.

    
 —Sí, ¿qué te trae por aquí? —Se sentó junto a mí mientras me examinaba con sus ojos de arriba a bajo.

 

Por alguna u otra razón su mirada me incomodó un poco, me sentía como aquella vez que nos habíamos encontrado en el metro, pero no dije nada, simplemente traté de concentrarme en otra cosa. Le dije que le hablara a Elizabeth un momento. Una vez ella con nosotros, hablé.

 
—Bueno, ya lo platiqué en mi casa con mi esposa y mis hijos, y todos estamos de acuerdo en que puedes irte a vivir con nosotros — Harry me miraba desconcertado, al igual que Elizabeth, que volteó a ver a Harry como pidiéndole una explicación—claro, si quieres—Ambos siguieron callados y se miraban el uno al otro. Por fin después de un momento Harry volteó hacia mi lado para responderme.

 
—Gracias, pero no. Aquí estoy bien.

    
—No, no estás bien, no vas a la escuela y las condiciones en las que viven no son las adecuadas para ti —Sentí que Elizabeth me miraba pero la ignoré— Si te vas conmigo podrás ir a una verdadera escuela, y no tendrás que estar trabajando, además pensé en ayudar a Elizabeth con la casa, pero tú te vas conmigo. — Harry me veía sorprendido y Elizabeth ahora también.


Me dirigí hacia Elizabeth y le dije que mi intención no era alejarlo de ella, que podría visitarla cuando quisiera, pero en cierta forma me sentía responsable de su cuidado y de su futuro.

 
—Sí, te entiendo. Creo que sería lo mejor para ti Harry—dijo ella mirando a Harry de forma maternal y pasando una de sus manos por sus cabellos rizados.

    
—Pero... yo no voy a ir con unos desconocidos a vivir—bufó Harry.

    
—Ya los conocerás, si no te agradan te vas —dije convencido.

 

Seguimos hablando del asunto unos minutos más. Ya estaba, Harry se iría a vivir con nosotros, yo me sentía más tranquilo de poderlo vigilar de cerca, no iba a permitir que siguiera haciendo ese maldito trabajo. Yo estaba seguro de que iba a acoplarse muy rápido con sus primos. Era el hijo de Diana, así que iba a cuidar bien de él.

 
—Bueno—dije ya a punto de irme de la casa de Harry y Elizabeth—, vendré la próxima semana por tus cosas, y Elizabeth, compraré una sala para ti, que este sillón está muy viejo.

    
—¡Oh! Gracias, pero no podría aceptarlo.

    
—Es para  ayudarte, y agradecerte el que hayas cuidado este tiempo de mi sobrino. Me despedí de ambos y me fui hacia la casa con una buena noticia entre dientes. 


Llegó la siguiente semana, era viernes por la mañana. Ya todo estaba más que listo para que Harry se fuera a vivir con nosotros, sólo faltaba ir a recogerlo con sus pocas pertenencias. Iban a dar casi las 6:00 p.m cuando toqué la puerta de la casa de Harry, éste me abrió y me veía con preocupación. Al parecer no había dormido mucho, se le marcaban horriblemente las ojeras y se veía cansado.

 
—Hola—dije mirándolo desconcertado.

    
—Yo... creo que ya no me iré contigo —dijo con ojos vidriosos y entonces ahí sí me sentí bastante preocupado.

    
—¿Por qué? —pregunté expectante.


—Eli, se fue desde el miércoles, y no ha regresado.





Todo iba muy bien, Yo iba a irme a vivir con Louis y su familia, y Elizabeth también iba a salir beneficiada, pues Louis la iba a apoyar económicamente. Yo estaba contento de ver que Elizabeth aceptara que me fuera tan fácil, una de las razones creía yo era porque estaba con su amante. Pero ya decía yo que no podía tener tanta suerte en esta vida, nunca la he tenido, algo tenía que venir a opacar mis días de dicha, era miércoles, faltaban sólo dos días para irme de esa casa. Y todo estaba perfecto entre Eli y yo. Ella estaba muy entusiasmada pues le había prometido visitarla al igual que a Caro, que ya le habíamos avisado, y al parecer a ella más que nadie le alegraba de sobremanera que por fin me separara de Eli.

 

Yo estaba viendo las noticias en la pequeña televisión que se encontraba en la sala, por más que trataba de mover la antena en todas direcciones era imposible que se viera bien, así que sólo me limité a escucharlas, entonces oí que Elizabeth abrió la puerta y la cerró silenciosamente pensando en que no me había percatado de su presencia, pero lo había hecho.

 

Tenía la mirada baja pues quería ocultar sus ojos rojos, lo cual era pista de que había llorado mucho. Entró a la casa y ni si quiera me saludó, corrió hacia la habitación y cerró la puerta violentamente. Fui tras ella.

 
—¿Qué pasó Eli? —Estaba tirada en la cama tratando de ahogar sus sollozos cubriéndose la cara con una almohada. No me respondió, me senté en un borde de la cama y le acaricié el pelo para tranquilizarla.

    
—Perdí el trabajo—contestó secamente y sin voltearme a ver.

    
—Oh... lo siento Eli, pero no creo que sólo sea por eso. —Algo me decía que había pasado algo más grave que sólo perder el trabajo, y lo más seguro era que fuera algo de su amante.

    
—Sólo fue eso, quiero estar sola Harry, por favor no me interrogues más. —contestó con un leve tono de molestia.

    
—Elizabeth, yo sé lo que pasa contigo y con tu jefe, así que si es algo sobre eso, puedes decírmelo. —Entonces ella en respuesta a eso giró velozmente a verme con una mirada entre sorpresa y enojo.

    
—¡¿Revisaste mi celular?!

    
—Sí —Ella iba a responderme, pero se contuvo. Pasó una de sus manos por su cabello y respiró profundamente, volteó a verme con semblante triste, se sentó de rodillas en la cama y se acercó un poco a mí.

     
—Bueno, sí salía con él, ya no —Bajó la mirada.

     
—¿Por eso estás así, verdad? —La tomé del mentón y la obligué a verme a la cara, asintió con ojos llorosos y apartó mi mano de su rostro.

     
—Su esposa se enteró. Ella estaba fúrica, así que me corrió, pero me insultó delante de todos y él no fue para decir algo o hacer algo. Me sentí tan.... tan poca cosa  —Empezaron a emanar pequeñas lágrimas de sus ojos. Yo la rodeé con mis brazos.

     
—Tranquila Eli, sabes que no eres poca cosa, no lo eres.

     
—Estoy sola, completamente sola —Se apartó de mí enjugándose las lágrimas.

     
—¡Claro que no, me tienes a mí, ¿no?!

     
—¡No, porque tú te vas a ir con tu familia esa y me dejarás sola! —Me miraba con los ojos llenos de cólera y tristeza. Me sentí mal, muy mal.

     
—Yo.... yo pensé que tú estabas contenta con eso —contesté desconcertado después de haber recibido esa mirada. Ella se levantó de la cama y suspiró profundamente.

     
—Lo estaba, has dicho tú, ya no además tú nunca me quisiste realmente.

     
—Pero... —dije desesperadamente.

     
—Ahora déjame sola si no te importa ¡No quiero verte, vete, vete! —gritó chillando mientras se lanzaba de nuevo a la cama a llorar.


Salí del cuarto y me senté en el sillón esperando a que Elizabeth terminara de llorar, pero mientras más la oía llorar, más mal me sentía. Tenía razón en cierta forma, nunca la había querido tanto como ella a mí, nunca fui capaz de decirle que era homosexual y ella siempre fue sincera (más que yo, sí).

 

Después de castigarme oyendo el llanto de Elizabeth, porque parte de ese llanto era culpa mía, me quedé dormido, y ahora que lo pienso fue lo peor que pude haber hecho. Cuando me desperté eran aproximadamente las 5:00 a.m y Elizabeth no estaba en la casa. Sólo una cosa pasó por mi mente: había recaído en el vicio y había ido a tomar.

 

Pero yo pensé que como siempre, volvería en la mañana con una terrible resaca, platicaríamos del asunto y todo arreglado, pero no, pasó la mañana del jueves y no volvió, la tarde y la noche y nada. Su celular lo había dejado, así que opté por ir a los lugares que solía frecuentar. Pregunté por ella y me dijeron que no la habían visto, comencé a sentir un temor indescriptible en todo el cuerpo, me pasaron miles de cosas por la cabeza, y ninguna de ellas era una idea positiva. No dormí en toda la noche, si acaso por pequeños lapsos de tiempo pues la preocupación no me daba tregua.

 
Pensé en decirle a Caro si no la había visto, pero si iba a decirle algo, me saldría con sus sermones. Además supuse que si Elizabeth iba a casa de Caro, me avisaría por lo que terminé descartando esa opción. Iba a salir a buscarla de nuevo cuando tocaron a la puerta... Louis, me había olvidado completamente de él, creo que verlo era el único consuelo que podría tener en esos momentos.

 

En cuanto le dije que Elizabeth no había aparecido, me dijo que me ayudaría a buscarla, y que se quedaría toda la noche aquí, cuando termine de explicarle le dije que saldría a dar una vuelta y que me esperara ahí en la casa por si volvía Eli. Di una vuelta por todo el vecindario y nada, sentía un enorme pesar en mi pecho, pero no iba a llorar. Cuando regresé a la casa Louis hablaba por celular.

   
—Sí, es que surgió un problema aquí, así que me quedaré. Mañana los veo, me saludas a mis hijos—Al parecer hablaba con su esposa.


—Sí, adiós. Bueno, ya está—dirigió su mirada hacía mí—, ¿A dónde fuiste a buscarla?

    
—Por el vecindario, no caminé mucho la verdad. También ya le avisé a la policía, les dejé la única foto que tenía. —Él se encontraba de pie cerca de lo que era la cocina, yo me dirigí donde él.

    
—Vamos a buscarla en mi coche, así es más rápido y recorremos más lugares. —Asentí y bajé la mirada pues él no me quitaba la vista de encima, y yo me sentía muy culpable por lo que había sucedido.

 
Nos subimos en su carro y recorrimos toda la colonia y algunos lugares aledaños a ésta. Era como si se la hubiera tragado la tierra, nunca se había ido más de un día y nunca se iba tan lejos. Empecé a darme por rendido.

  
—Ya hay que regresar, está muy oscuro, no la vamos a ver.

    
—Está bien. —Tenía la vista puesta al frente pues la luz verde del semáforo se había puesto. Sus manos se aferraban firmemente al volante.

    
—Gracias por ayudarme —dije una vez en marcha el carro. Él me contestó que no tenía que agradecer nada. Le agradecía tanto que estuviera ayudándome cuando no tenía la obligación, aunque él decía todo lo contrario.

 

Todo el camino a casa no pude dejar de verlo. Iba con un traje color gris con una camisa blanca y una corbata azul marino. Me gustaba verlo de perfil, creía que era más atractivo si lo mirabas de perfil. Con la poca luz que entraba al carro sus ojos parecían verse de un color azul más claro de lo que eran. Supuse que él había querido mucho a mi hermana para ahora preocuparse así por mí, o tal vez se sentía culpable de haberla abandonado por tanto tiempo.

 

Llegando a la casa, abrí nervioso la puerta, esperando a que Elizabeth ya estuviera dentro, pero la casa estaba completamente silenciosa y desolada.

   
—De veras desde hace rato había visto esta pequeña ofrenda —dijo Louis que se acercó a una repisa que estaba por donde se hallaba el mullido sillón. Estaba la foto de mi mamá con dos veladoras y flores.

    
—Ah sí, todos los días de su cumplaños lo hago.


Yo me encontraba en la cocina poniendo agua a calentar para hacer café, mientras Louis tomaba la fotografía de su hermana y la miraba detenidamente, como si con verla ésta pudiera decirle algo. Aun mirando la fotografía, la devolvió en su lugar y se sentó en el sillón.

    
—Espero que quieras tomar café —Abrí un pequeño mueble para buscar dos tazas mientras el me decía que sí. Si no hubiera tenido su compañía en esos momentos, estaría hecho un mar de lágrimas, porque no podía sacarme de la mente que todo era mi culpa, todo.


Me quedé unos momentos pasmado torturándome yo solo hasta que Louis interrumpió éstos.

      
—¿Tú sabes de qué murió Diana? —Por poco y se me cae una taza al suelo pues me desconcentró de mis pensamientos. Me paré tambaleante.


—Según Caro me dijo que de un ataque la corazón... no sé muy bien, yo era muy pequeño y pues no recuerdo nada. Y eso es lo que me dice Caro. —Puse las tazas en la mesa para disponerme a sacar todo lo demás.

     
—¿Ataque al corazón? —preguntó Louis para sí, frunciendo el ceño y con rostro incrédulo.

 

Después de haber tomado café, escuchar las noticias por la televisión, nos fuimos a dormir. Yo le dejé la cama mientras que yo me quedé en aquel viejo sillón, me hubiera gustado más la idea de dormir con él, pero claro que eso no iba a pasar, además ¿qué tendría que estar deseando dormir con mi tío? Tenía que dejar de tener fantasías.