Writers {Writers #1}.

Tu vida es como una novela, Ari. Bueno, al menos así nos lo haces creer con ese talento que tú tienes para relatar y tergiversar (o darle un giro mágico) a las cosas cotidianas. Estoy ansiosa por leer más.

Aquí tienes a una nueva lectora!!!
Publia pronto que estoy deseando leerla

Taescaab escribió:Tu vida es como una novela, Ari. Bueno, al menos así nos lo haces creer con ese talento que tú tienes para relatar y tergiversar (o darle un giro mágico) a las cosas cotidianas. Estoy ansiosa por leer más.

Gracias por pasar, Tami ♥
Creo que todas las vidas pueden ser como una novela, hay que ser observadores de las cosas cotidianas, eso es todo.

Mu escribió:Aquí tienes a una nueva lectora!!!
Publia pronto que estoy deseando leerla

Hola, me alegra verte por acá.
Ya publicoo...

         —¿Podrías ir más rápido?
         —Podría ir más lento —le respondí a Julián, enarcando la ceja derecha y burlándome de su tono de hombre apurado.
         —Buenos días, Miss Sunshine.
         —Buenos días.
         Los dos nos sonreímos con las grandes sonrisas falsas que hemos perfeccionado en el transcurso de este año y medio que nos conocemos. Ambos le dimos un giro de 90° a nuestros cuellos para ver al frente. Julián arrancó el automóvil y nos pusimos en marcha a la universidad.
         Cualquiera que nos observara por una mirilla nos tomaría como enemigos a muerte u obligados a socializar entre nosotros, cuando lo cierto es que éramos esta clase de amigos que usan las miradas de miedo para sustituir las cursis miradas de verdadero amor.
         —¿Terminaste de leer tu relato de realismo mágico? —me preguntó Julián, sin desviar la mirada del camino.
         —Mágicamente lo terminé, a la una de la madrugada, con las anotaciones más importantes incluidas —hice una pausa dramática. —Lo más mágico fue el efecto que tuvo la asquerosidad energizante que me recomendaste.
         Él se sonrió y yo seguí hablando:
         —Lo que me hubiera tomado una eternidad lo hice en una hora… por supuesto, no sé qué fue eso porque estaba inconsciente, muchas gracias —el disgusto corriendo en mis últimas palabras.
         —De nada —fue su respuesta a mi crudo sarcasmo. Claro, que no es como si eso fuera algo nuevo.
         —¿Qué hay de tu poemario? Pff, poemas, ¿quién lee poemas en estos tiempos?
         —Muchas de mis amigas los aprecian, sobre todo por el tono de voz aterciopelado que utilizo, palabras de ellas.
         —Whor… —solté en medio de un bufido.
         —Ni lo menciones. Sin embargo, terminé la lectura. Muy temprano. A eso de las ocho de la noche. Y vi una película.
         Evitar rodar los ojos por más tiempo ya era un deporte extremo con él pero me di el gusto y lo hice. Él hizo su absurda sonrisa de lado. Siempre quería ganarme en esas ridículas competencias de velocidad estudiantil.
         —Dichosos aquellos vejestorios atrapados en cuerpos de hombrecillos de veinte que estudian letras.
         —No soy hombrecillo.
         —Al menos acerté lo de vejestorio.
         No tiene mucho sentido seguir dando detalles sobre nuestras conversaciones mientras vamos en el vehículo hasta llegar a la universidad. Siempre son las mismas. Me atrevo a resumirlas así: cosas académicas, él hace alarde de su gran verborrea y el ejército de mujeres tras él, yo ruedo los ojos y mi gran sarcástica respuesta.
         Conecté mi iPod a su reproductor y puse a sonar Made in the USA de Demi Lovato, como para despertar el día.
         —Cuando colocas ese tipo de música recuerdo que eres mi amiga, después de todo —dijo él y es algo que me molesta.
         —Uhm, es un simple recordatorio para ti —traté de no sonar molesta si no lo más delicada posible.
         Sabía perfectamente que se estaba refiriendo a mi ausencia de caracterización femenina.
         Tonto.
         Puedo vivir con que él me tome de esa manera pero me molesta que a veces no recuerde que ciertas cosas simplemente no las puede decir.
         —’Cause our love was made, made in the USA… —cantó él en una imitación de Demi.
         —Recuérdame de cuántos miembros es tu ejército de mujeres.
         —Ja, ja. Touché —me dio un codazo.

         No vivimos juntos, gracias al Cielo, pero pasamos gran parte del día juntos, tan solo nos separamos por algunas horas en aquellas clases que tomamos por separado. Los dos estudiamos letras.
         Nos conocimos hace un año y medio, lo que me supone casi una vida, es decir, ha conocido el esplendor de mis diecinueve y veinte años. Vivimos residenciados en la capital del estado y tenemos procedencia común del interior del mismo estado. Tan solo es comodidad ya que las distancias son muy cortas.
         Cada mañana él pasa a recogerme religiosamente y vamos a clases. Luego, entre clases, nos encontramos para hablar y estudiar y por lo general seguimos así para el resto de día porque las demás clases las tomamos juntos.
         —Cuidado con Alfred, Sunshine. Recuerda, es un vampiro —se despidió Julián de mí cuando se iba a su clase sobre poetas latinoamericanos.
         —Mejor no digo sobre quién tienes que tener cuidado.
         Él se rió y tomó un pasillo. Yo sacudí la cabeza y fui al otro pasillo.

         Esta cosa estúpida de que él me diga Sunshine se debe a que, según él, yo soy muy brillante, tanto como el sol, entonces un día me dijo Solecito y no es como que yo sea ruda o gótica, nada de eso, es solo que estoy cansada de que me tomen como que tengo menos edad de la que aparece en mi identificación, así que no podía permitirle que me dijera así. Llegamos al acuerdo de que Sol y Amanecer es un poco más maduro y como Sol es un nombre y Amanecer suena muy a Crepúsculo era mejor decirlo en inglés, es decir, Sunshine y así quedé. Del mismo modo que Gale tiene a Catnip, Julián tiene a Sunshine.

         Alfred me estaba guardando un puesto a su lado y como la otra opción era al lado de Leonel, el gordito con problemas de higiene personal, el vampiro era la mejor opción. Veamos si se vuelve brillante a mi lado.
         —Hola, Alfred. Gracias por el puesto.
         —No es nada —sonrió mostrando sus frenillos.
         —¿Te pareció una tortura leer sobre el realismo mágico y toda esa parafernalia?
         —Desde luego. Estuve. Hasta. La. Una. De. La. Madrugada.
         —Es una estupidez tan grande.
         Esa es la cosa que tiene Alfred: me entiende sin cuestionarme y me sigue la corriente tanto como yo quiera que lo haga. Julián insiste en que hay algo más y yo digo que son patrañas.
         Nuestro profesor es lo que en algunos lugares dicen “un grano en el trasero” y hace que esta materia aburrida sea el doble de aburrida.
         —Son solo cuatro semanas más, solo cuatro semanas más —recitaba muy suavemente y Alfred se tornaba rojizo al contener la risa.
         —¿Quién diría que tú pides para que se termine una materia?
         —Soy una Nerdfighter¹ pero nunca he querido que las asignaturas duren más de lo meramente necesario. Además, el profesor está mayor y no puede seguir esforzándose tanto, va mal para su salud —a este punto ya Alfred no aguantaba la risa.
         —Tú siempre tan considerada, Maru.
         —Los esfuerzos tampoco son buenos para nuestra salud —me giro hacia mi compañero que estaba aprovechando de ver mi perfil y lo sorprendo tal como esperaba. —Esta es la única materia del semestre que solo pido pasar.
         Él, al verse sorprendido, solo asintió y se giró a ver al profesor.
         Alfred es un chico interesante. Podría pasar perfectamente como mi tipo ideal, excepto porque parece el clon de uno de mis anteriores fracasos amorosos, alias ET, sí, como el extraterrestre de la película.
         A veces da la impresión de que lo que dice Julián sobre este chico es cierto, pero luego hace lo mismo con otras y ya me pierdo.
         Pienso que es una cosa muy dulce cuando me guiña el ojo y alguien horrible cuando quiere ser más sarcástico que yo. Es como que no puedo estar con alguien que compite conmigo en cuál de los dos es más ácido. Salvo con Julián, él rompe esa regla.
         Al fin terminó la infernal clase y salí del aula. Alfred me alcanzó por mi bolso colgante de un hombro y, antes de hablar, paseó su mirada de mi cara a mi escote, se detuvo allí más de lo debidamente respetuoso y volvió a mi cara.
         —¿Cuándo me ayudas con esta mierda de tarea que dieron hoy?
         —¿Está bien para ti mañana mismo?
         —Perfecto. ¿Te veo en la biblioteca?
         —Seguro. Saca el gastado libro si llegas antes que yo.
         Él hizo su retirada y yo miré mi escote. Se había bajado un lado del cuello de mi blusa y se revelaba un poco del encaje de mi sostén blanco.
         —Guau, como si eso fuera la gran cosa —me dije mientras subía el lado indecente.
         Alguien se aclaró la garganta a mi lado y era Julián, como si él fuera la gran cosa.

Estoy dentro de un momento asdfghjkl* ¡Mujer, amo como escribes! En serio, Ari. Sé que es muy probable que escribas algo y sea publicado (Por una Editorial) algún día. Me ha encantado que hagas referencia a The Hunger Games -Cómo no, si eres muy fan- y a Bajo la misma estrella. También me ha gustado como es la amistad entre Maru (¿Ese es el nombre?) y Julián.

Momento asdfghjkl: Ese instante en el que las emociones de felicidad, ansiedad, locura y fangirleo se juntan y la persona no sabe describir exactamente como se siente, porque no hay palabra.

¡Hola, Luz! Aquí estoy.
¡Me ha gustado ese primer capítulo! Me gusta como narras, aunque ya te lo había dicho jaja. La chica, que creo que se llama Maru, me parece simpática. Y haces muchas referencias a libros, lo que en mi opinión no esta mal. ¡Y sí, ya me he leído Los Juegos del Hambre! Sólo el primero. (ya era hora jaja)
No soy buena en analizar a la gente en el primer encuentro, así que esperaré un poco para decirte que creo de los demás personajes. Me gustó las últimas dos líneas. Te quedó un final chulo.
Jacky :(L):

Hay cositas que quiero escribirles:
1º Aclaro en este momento que el nombre de la protagonista es Maru.
2º Me disculpo por mi ausencia. Estaba demasiado entusiasmada con la lectura de La Redención de Gabriel así que tenía tiempo para leer pero no para escribir. Tenía un capítulo escrito pero no listo para ser publicado... ustedes entenderán.
3º Surgieron cosas en mi familia (la numerosa, no el núcleo como tal) que me han servido de inspiración para esta historia, por lo que...
4º La chica solo se va a inspirar en mí, más no será mi vida. ¿Me expliqué? Lo que pretendo decir es que no piensen en ella como si ella fuera yo. Quizás solo vaya a ser su criterio, frialdad y los ojos, del resto no soy yo.
5º No hay cambio en nada de lo publicado anteriormente.

Taescaab escribió:Estoy dentro de un momento asdfghjkl* ¡Mujer, amo como escribes! En serio, Ari. Sé que es muy probable que escribas algo y sea publicado (Por una Editorial) algún día. Me ha encantado que hagas referencia a The Hunger Games -Cómo no, si eres muy fan- y a Bajo la misma estrella. También me ha gustado como es la amistad entre Maru (¿Ese es el nombre?) y Julián.

Momento asdfghjkl: Ese instante en el que las emociones de felicidad, ansiedad, locura y fangirleo se juntan y la persona no sabe describir exactamente como se siente, porque no hay palabra.

Tami, te quiero un montón por lo que dices, porque también eres buena escritora y un montón de cosas que no vienen al caso en este momento. Ojalá que algún día pueda pasarme algo tan bonito como que una editorial publique algo escrito por mí.
Sí, Maru es el nombre.
PD: gracias por la descripción, jajaja. Asdfghjkl para ti también.

Jacky816 escribió:¡Hola, Luz! Aquí estoy.
¡Me ha gustado ese primer capítulo! Me gusta como narras, aunque ya te lo había dicho jaja. La chica, que creo que se llama Maru, me parece simpática. Y haces muchas referencias a libros, lo que en mi opinión no esta mal. ¡Y sí, ya me he leído Los Juegos del Hambre! Sólo el primero. (ya era hora jaja)
No soy buena en analizar a la gente en el primer encuentro, así que esperaré un poco para decirte que creo de los demás personajes. Me gustó las últimas dos líneas. Te quedó un final chulo.
Jacky :(L):

Hola, Jacky.
Me alegra que te guste y gracias por tu halago.
¡Yei, leíste THG!
Gracias y gracias.


En un rato subo para darles mi regalo.

         —¿Cómo vas? —preguntó Julián al codearme.
         —Bien, bien. Tengo un trabajo por hacer con Alfred pero todo bien.
         —¡Ay, Alfred! —se burló. —Le hace falta aprender tanto —el tono de Julián indicaba que no se estaba refiriendo a cosas académicas.
         —¿Por qué no vas y le enseñas lo necesario?
         —No —respondió muy esquivo y cambió de tema. —¿Por qué él?, quiero decir, allí están Charlotte y Sue.
         —Sí, pero ya estaban en grupo. Además, sé que según tú solo son tus amigas, pero me molesta esa forma de jugarte con ellas y aprovecharías la ocasión de que van a estar conmigo, estudiando, para hacerlo. Sabes cómo es Sue e igualmente lo haces.
         —¿Estás celosa? —arrugó la nariz y me clavó la que yo definía como la mirada perfecta.
         Yo bufé. Era demasiado hilarante para mí.
         —¿En serio necesitas que te responda la pregunta?
         —Sí, por favor.
         —No —le dije con total serenidad.
         —¿No, qué? ¿No estás celosa o no me vas a responder?
         —¡Eres insoportable! Pero escucha, a todas estas, tú eres el que parece celoso aquí.
         —¿Por el vampiro? Sé que no te gustan los vampiros, aunque puedas parecer una de ellos.
         Este chico me conoce tanto, en tan poco tiempo, que hasta me asusta.
         Me abrazó con un brazo por los hombros y yo rodeé su cintura, con un brazo, por debajo de su estrambótico morral.
         Llegada la hora del almuerzo pedimos los tickets y nos juntamos con las otras personas que conforman nuestro numeroso círculo de amistades. Es un círculo agradable pero con el que a veces no puedes contar, sobre todo si a dinero se hace referencia.
         Allí estaban las chicas que protagonizaron nuestra conversación junto con Amy, Vanesa y Malena… amiguísimas entre todas ellas.
         A veces me pregunto si Malena, la que más cela a Julián, cree que tengo algo más que una obstinada amistad con él. Me divierto con el pensamiento de que Malena crea que entre nosotros haya algo más. En realidad, me fascina esa idea sin saber muy bien el motivo.
         Puede que sea poco creíble que hayan momentos en el que apenas lo soporto, dada la cantidad de tiempo que pasamos juntos, pero lo cierto es que ocurre y el antídoto para no estar discutiendo es que cada uno se encierre en su mundo de tareas o tecnológico hasta que pase la marea u oleada hormonal.
         Me tocó ser educada y formal por Vanesa y las otras. Con Amy la cosa es bastante indiferente pero la prepotencia de Malena es tan cortante que evito mirarla a toda costa. Y más si tiene al lado a Alex. Gran idiota, haría un buen equipo con ET.
         La rutina siguió extendiéndose hasta que fue el momento de retirada a casa. Julián me llevó en su auto.
         —Maru, a la carrera le falta chispa, ¿cierto? —dijo mientras manejaba a mi residencia.
         —Completamente.
         —¿Qué se podría hacer?
         Pensé esto como unos cinco segundos y le respondí:
         —Un concurso de escritura sería muy apropiado. ¿No crees tú?
         —Completamente.
         —¿Por qué te robas mis palabras?
         —Porque me parecen completamente apropiadas. ¿Te parece que hable con el secretario de eventos del Centro de Estudiantes para negociar la posibilidad?
         —Genial —sonreí. La idea del concurso era estupenda. Una manera de demostrar mi talento y no sabía si quizás, en medio del público, se ocultara un excelente y reputado escritor o editor.
         —Voy a sugerir que sea de poesía.
         Cuando lo dijo quise tener a mano un tacón para darle con él por la cabeza. Él tuvo suerte de que llevara zapatos de tela.
         —No te conviene que eso pase, tonto.
         —Ganaría por amplio margen —me miró sigilosamente—, pero, quiero que aunque sea te desempeñes decentemente y no seas un fiasco tan desastroso.
         —¡Qué considerado!
         Llegamos a mi lugar de residencia y no levantó los seguros del auto por lo que lo miré queriendo una explicación o sugiriendo que me dejara en libertad.
         —Este es mi fin de semana casero —me dijo, como si fuera algo que no supiera.
         —¿Y?
         —También es mi cumple mes con Sandra.
         —¿Y?
         —Necesito ayuda.
         —¿Y?
         —¿Quieres dejar de usar los monosílabos?
         —No.
         —Necesito tu ayuda.
         —¿Tú dices ser el poeta acá?
         —Pero no soy detallista… y soy algo basto.
         Ya mis comisuras picaban porque quería reírme muy fuerte. Ahora resultaba que la que cumplía un mes con Sandra sería yo.
         —¡Qué gracioso eres! Yo ni sé qué puede querer esa mujer… o peor todavía, no sé qué se suele regalar para un cumple mes. Nunca me han regalado nada.
         —¿Qué es lo que te gustaría a ti?
         —Mis gustos son poco convencionales. Probablemente con un libro estaría más que bien para mí, ya que estudio letras, pero una aprendiz de comunicadora social, tan fabulosa que se la ve en las fotos, dudo que aprecie el valor de un libro.
         —Maru, por favor —achicó los ojos, puso más sobresaliente de lo normal su labio inferior y puso una mano sobre la mía.
         —La cara suplicante no, por favor —suspiré. —Bien. ¿Para el sábado? Tengo una semana para pensar en el regalo perfecto para el cumple mes de mi novia Sandra.
         —Gracias, Maru. Eres la mejor —me guiñó un ojo.
         —Whatever —sacudí una mano en desprecio.

         Me saqué los jeans apretados y la franela con la que había estado todo el día, y los cambié por shorts y una camiseta de tirantes. Aprecié que en mis piernas estaban creciendo demasiado los vellos, por lo que un encuentro con la maquinilla de afeitar se avecinaba muy pronto.
         Dios me había bendecido con una piel extremadamente fina y sensible. Uno de los sectores en los que era más predominante esta condición era en mis piernas blanquísimas y esto me acarreaba que tenía que decidir entre confinar mis piernas a los pantalones largos y dejar que los antiestéticos, para la sociedad, vellos salieran en su máximo esplendor, o sufrir la comezón más insoportable del mundo al rasurarme y poder exhibir lo que muchos hombres consideran lo más elegante de una mujer, es decir, las piernas. Y en mi caso, mis delgadas piernas.
         Difería de la sociedad en muchos aspectos. Uno de ellos era la convención de que la mujer no debe tener vello corporal, por mis razones anteriormente mencionadas, y el estar rodeada de puras pseudo-muñequitas me obligaba a estar bien “aseada”.
         He aprendido que vivir en comunidad es beneficioso para mis crisis de melancolía y/o nostalgia, más no lo era para mis manías personales.
         Recibí un mensaje de texto de Julián cuando preparaba los artículos de baño.

         ¿Cómo vas?

         Respondí con la sinceridad que él ya conocía.

         Mal. Mis piernas empiezan a ser de mujer lobo y debo solucionarlo. No he estudiado nada.

         Él respondió de vuelta.

         Te envidio. Bueno, no los pelos, si no que vivas rodeada de mujeres hermosas.

         Era insoportable. Respondí así a Donjuán Tenorio.

         Viendo el lado bueno: vivo con ellas y no soy lesbiana, por lo que puedo convivir con ellas y darte información para tu beneficio… claro, si es que Sandra está de acuerdo.

         Julián respondió con una carcajada y no volvió a molestar. Yo me olvidé de él durante la siguiente hora peluda.
         Terminé exhausta y me quedaba por estudiar y practicar cosas de los absurdos poemas. Cosas técnicas sobre poemas, para ser más exacta.
         Hablé un rato por teléfono con mamá y me dijo que unos tediosos trámites de papá iban viento en popa y que en poco tiempo se obtendría la anhelada resolución. Un amén por eso.
         Me hubiese gustado poder preguntarle por cierto secretario que trabaja en la oficina del Ministerio Público y que me tiene de cabeza pensando en él, pero no, mamá no sabe nada sobre mis gustos del sexo opuesto.
         Miré el desastre de libros y papeles que era mi escritorio y era mejor empezar desde ya con eso. Sería una larga noche de contar sílabas sin sentido.

¡Hola! Yo aquí, dejándote un comentario (horas después de haberlo leído). Y pues nada, vamos al nudo de la cuestión:
Me gustó esa comparación de Julián con Juan Tenorio. Si hasta tienen nombres parecidos... No entiendo lo que tiene con Alfred. No lo entiendo. Me pregunto si hay historia oculta. Pues, como aún es un capítulo introductorio no te puedo comentar mucho :sad: Aunque me gusta lo detallista que eres en la acción. Y como nos estás metiendo en la historia mostrándonos a los personajes (por que... eso es lo que estás haciendo, ¿no?)
Pues... espero que la sigas pronto, y yo hora tengo cosas que hacer, como escribir AAP y MUGG, o, más importante, estudiar y ninguna de esas cosas me apetece hacer.

Tus palabras me han hecho sonreír mucho. Respecto al capítulo: Pues me siento privilegiada por saber acerca de este secretario que quizás para otras pasa desapercibido, pero como yo sé la historia (Niñas, el secretario no importa en la novela, nomas que existe en la vida real y anda ahí bien campante sin saber que una idea de su persona se volvió un breve mencionado personaje de una novela de un foro en Internet) Maru y Julián me hacen suspirar, bueno no, la verdad es que quiero golpear a Julián por cómo es, y a la vez no. Las piernas, ni se menciona eso. También tengo piel pálida y sensible y súmale propensa a oso. No tengo vellos, esas cosas lo que menos tienen es belleza, y más encima aquí es verano. Y una como mujer ve un par de vellos y se persigue toda y piensa que todos notan sus vellos, y no.
Creo que puedo identificar tu forma de escribir, probablemente porque eres a la persona que más leo (Sin contar a los escritores "profesionales" favoritos)

Pd: Gracias por suscribirte a mi canal de YouTube.

En el próximo capítulo se darán cuenta que me encantó Bajo la Misma Estrella ☺
También se darán cuenta de que he leído a Julio Cortázar... pero no por completo. El libro lo comencé pero no lo entiendo y abandono la lectura porque me da sueño.
Vienen capítulos que son "de vida cotidiana", por lo que no van a ser especialmente emocionantes. Espero que igual los lean y esperen que vienen cosas muuuy buenas o a menos me gustan mucho a mí.

Comentario de Jacky:

Hola, Jacky. Gracias por el comentario, aunque haya sido horas después porque eso también suelo hacerlo.
Me alegra que te haya gustado mi comparación. Ya irás entendiendo lo que pasa con Alfred. Estoy ansiosa por subir más.
Sí, eso es lo que estoy haciendo, metiendolas poco a poco en la historia. Quiero ser como los escritores profesionales :)
Yo empiezo las clases el martes, ¡Oh Dios!

Comentario de Tami:

Tus palabras también me hicieron sonreír.
Siempre captando cualquier mensajito oculto. Ay, ese secretario me hace suspirar.
Es primera vez que creo un pesonaje que causa sentimientos de amor-odio.
¿Qué es oso? Además de un animal ;)Dios te bendiga por no tener vellos. Los míos son horriblemente oscuros, largos y ondulados (en unas piernas casi transparentes, jajaja)
Me siento privilegiada por ser identificada por ti y por ser la más que leer ♥
PD: de nada, es una forma más de interactuar contigo☺. Yo soy muy penosa para subir un video a internet.

         Por las mañanas mi cabello es un completo caos. Alborotado y eléctrico en cada lugar que se mire. Debo levantarme al menos una hora antes de mi entrada a clases porque pierdo casi media hora dominando la bestia.
         Esta mañana estaba particularmente imposible. Opté por trenzarlo a un lado pero igualmente se levantaba por el otro.
         Me vestí con jeans y una franela apretada de rayas claras horizontales.
         Tomé un vaso de leche y calenté en el microondas un pastel de hojaldre de panadería que estaba en la nevera esperando por mí.
         Llegó Julián en su auto para recogerme.
         Me colgué el bolso y antes de salir de la residencia me vi en la cómoda de la entrada.
         Me sentía horrible. Parecía una mal vestida de catorce años. No me gustaba, no me dedicaría ningún piropo.
         Solté la liga que mantenía la trenza y lo separé. Se veía mucho mejor así. Me fui de esa manera.
         —Muy leona, esta mañana —dijo Sue desde detrás del asiento del copiloto cuando estuve dentro del auto.
         —Sí, hoy no quería nada mi cabello. Buenos días, Julián —le dije a él con una sonrisa.
         —Buenos días —respondió con el que yo denomino el tono de voz del cazador. No era en broma, era el seductor.
         —¿Y eso que vienes con nosotros esta mañana? —pregunté a través del retrovisor a Sue.
         —No pasaba el transporte y le pregunté a Julián si podía recogerme. Como ves sí pudo y acá estoy.
         —Muy bien.
         El humor que llevaba esa mañana era bastante feliz. Supongo que no tener que aguantar a primera hora los orgasmos del profesor al referirse al realismo mágico en Latinoamérica tenía algo que ver.
         —Hoy estás muy bonita, Maru —me dijo Sue, viéndome por el espejo retrovisor mientras yo me aplicaba un poco de labial humectante de Nivea.
         —Uhm, gracias.
         —¿No crees lo mismo, Julián?
         —Sí, es así —me volteé a Julián con cara de incredulidad. —Maru es muy linda —añadió con una sonrisa.
         —Hoy sus ojos brillan como con luz propia.
         Yo estaba bastante silenciosa por no saber qué decir o qué bicho les picó a ellos.
         Me vi en el espejo y mis ojos eran los de siempre. Quizás más claros y más brillantes porque el sol me daba de pleno en la cara, pero seguía insistiendo en que mi cabello se veía fatal esta mañana.
         Tomamos las clases correspondientes y almorzamos. Este era uno de esos días en los que andábamos todos juntos, nuestro habitual grupo de seis.
         Llegadas las tres de la tarde, la hora que habíamos pautado Alfred y yo para hacer la dichosa asignación, les dije que me marchaba a mi reunión.
         —Por suerte la comida de hoy era rica en ajo —dijo Julián y me lanzó su aliento en la cara.
         —Eso es asqueroso, Julián.
         —Deja que compruebe el tuyo —se acercó peligrosamente a mi cara y yo me di media vuelta para esquivarlo.
         —Me encantan. Creo que se verían bien ustedes dos —nos interrumpió la infantil voz de Sue, que estaba sentada unos metros más distante junto con Charlotte.
         No pude controlar que el rubor no apareciera en mis mejillas.
         Como que a Julián no le hizo mucha gracia y me dejó ir, girándome de nuevo sobre mis talones y encaminándome sutilmente por la espalda. No hizo ningún comentario más, salvo un «discreto nos vemos».

         Subí las escaleras de caracol que llevan a la biblioteca y en ella me encontré a Alfred, sentado, dándole la espalda a una extensa ventana que da al patio central. Se le veía muy sumido en el maltratado libro.
         —Hola —le dije mientras dejaba mis cosas en la mesa.
         Él levantó la vista y me regaló una sonrisa tímida.
         —Hola. ¿Te molesta que haya empezado sin ti?
         —Para nada.
         Me puso al día con lo que llevaba, que era un texto de tamaño considerable, y que parecía que él iba entendiendo fácilmente. Afortunadamente.
         Mi mente se mantiene bastante restringida con lo que a lectura y escritura se refiere. Me limito a cosas que puedan ser reales, nada que sea distinto a lo que es tangible. Con la pintura y dibujos soy más abstracta y creativa, incluso para nombrar pinturas, cosa que no me sucede con los escritos. Es decir, comprendo un poco más la pintura surrealista de Dalí que el surrealismo de Cortázar.
         —¿Cómo puede decir madame Francinet que ese hombre que conoció, el tal Monsieur Bébé², es el mismo al que le están haciendo el velorio? —le pregunté a Alfred, luego de haber repensado como mil veces mi pregunta para que no sonara tan disparatada o tan de una niña hueca.
         —Porque no es algo real. Recuerda de qué trata este bloque de contenidos. Es mágico.
         —Ese tipo de escritores debían estar locos para escribir semejantes paradojas.
         —Seguro que sí… al igual que tu, que con 20 años habla de paradojas conmigo, que soy un pobre estudiante, igualmente con 20 años.
         Dejé de interrumpir a cada rato y me limité a leer el libro para Alfred, decir una que otra vaga opinión a ver si daba una interpretación acertada, darle la razón a la mayoría de cosas que él decía y ver cómo se deslizaba su lápiz sobre la hoja de papel.
         Me di cuenta que tenía unos dedos muy bonitos, largos, blancos y con las uñas cortas y limpias, y mi mente pensó en las cosas indebidas que estos debían hacer mejor que los dedos de ET.
         —Ya está listo el trabajo. Somos muy eficientes —comentó él mientras dejaba el lápiz descansar.
         —Tú lo eres —me encontré diciendo, en un tono como de coqueteo.
         Él se sonrojó y yo me sentí culpable por hacerlo sentir avergonzado. Se mantuvo callado hasta que yo tuve que hablar.
         —¿Me dejas que yo mañana lo entregue? Incluso podría transcribirlo y entregarlo hecho a computadora.
         —Claro que sí, se verá mucho mejor.

         Las palabras parecía que se nos acababan y yo no quería irme de allí. Parecía que él tampoco, pero la vibración de mi celular y leer el mensaje de Julián diciendo que ya se marchaba fueron suficientes para que nuestro momento se terminara, incluso antes de haber comenzado.
         —Nos vemos —dije y le di un casto beso en su mejilla derecha.
         Él me correspondió y susurró un «bien» en respuesta. Me recordó a Augustus Waters en Bajo la Misma Estrella.

         Dentro del auto, Julián no se aguantó por más tiempo y preguntó lo que no soportaba desconocer por más tiempo.
         —¿Qué fue ese beso?
         Eso no es lo que esperaba que me preguntara.
         —¿Cómo es que lo viste?
         —¿No debía?
         —Responde mi pregunta.
         —Tengo mis secretos. Ahora respóndeme a mí.
         —Tengo mis secretos —lo imité en tono burlesco. —Eso fue una despedida. Y sí podías verlo. ¿Satisfecho?
         —No —respondió secamente.
         —¿Por qué? —agudicé mi tono de voz.
         —Porque no te despides así de mí.
         Ninguno de los dos hizo ni un sonido por un momento. Yo fui quien lo rompí, nuevamente, con una voz más fina e infantil que la normal.
         —Celos.
         —¿Qué? No son celos.
         —Suena como celos —recuperé mi tono normal.
         Cuando aparcó frente a mi residencia me acerqué a él y le di el mismo tipo de casto beso en la mejilla que antes le había dado a Alfred.
         —Mucho mejor —dijo mientras me sobaba un hombro. —Piensa en el regalo para Sandra.
         —Bien.
         Salí del auto. No quise picar el anzuelo sobre Sandra. No ahora que me sentía feliz.

¡Hola, Luz! Aquí yo comentando! Vale, lo del pelo lo entiendo. Yo odio el mío. Con todas mis fuerzas :sad:Aunque cierta amiga mía diga que a ella le gusta. Pues a mí me gusta el suyo. No es odiosamente cambia color, odiosamente liso, odiosamente me lo tengo que lavar todos los días y odiasamente rebelde en las puntas (ella dice que hace tirabuzones, tirabuzones le voy a dar yo :twisted:) Pues, dejemos mi odio cabellil en paz y volvamos a lo que nos importa.
Pues Alfred me cae bien. Así de principio, parece buen chaval parezco mi profesor de inglés del año pasado diciendo chaval jaja no sé para que te cuento esto tampoco y Sue parece buena chica y mona (aunque si me hubiese hecho eso a mí, se la iba a ver con mi parte menos agradable :jum: ) Julián está celoso. Jajaja. 
 :jojojo: 
El smiley me defini a la perfección ahora mismo. Y ahora me tengo que ir. Un experimento de física y química, o un huevo en vinagre que huele que apesta me espera. Deséame suerte :sad:

Sue tiene razón, Maru y Julián son tiernos, se verían bien juntos, me imagino las escenas y 'aww'.
Yo sentí que Gus era coqueto, idk.
Siempre estoy descifrando secretos y mensajes ocultos. Me encantan los celos de Julián, pero igual él tiene novia, y por ahora al menos, son celos de amistad o no está seguro, creo yo.
Pd: No entendiste, sufro igual que tú de los vellos.

YA ESTÁ EL LIBRO DE GABRIEL EN ESPAÑOL