Writers {Writers #1}.

Puedes matarme por no leerte y comentar antes, pero recuerda que si lo haces me pierdes.
Oh por dios, ¿cuántas veces tengo que decir que no sé quién ha inspirado a Julián? No es Ale, ni el bonito, ni el niño pos-it (JAJAJA) que son de los que siempre me hablas.
Ándale, y ni me avisaste que la cosa se ponía auto-hot. Si bueno, igual no me quejo porque me gusta como escribes y todo queda super bien.
Aww, el final. Me lo imaginé super tierno, pero es algo raro, que imaginé que Maru ya estaba con un par de vasitos de tequila jajaja. 
¿Follaamigo? Hay un libro que se llama así pero no lo he leído.
Eso me recuerda a "Contrato" la cual espero eliminar pronto del foro, porque ahora me doy cuenta de lo mala que estaba. Todas tienen errores. 

Besos.

Espero que no tenga lectoras fantasma por ahí porque me alegran y al final me dejan. Imagino que Jacky está ocupada con sus cosas y por eso no se ha pasado, pues me siento como la única vaga del mundo por culpa de los asuntos manipulados (según mi parecer) que suceden en mi país, Venezuela.
Es por ello, porque tengo mucho tiempo libre, que me he inspirado de lo lindo con acontecimientos recientes y he escrito. Estoy en proceso de escritura de Maru bebida.
Me siento emocionada por las ideas que he tenido para el desenlace. Poco a poco han surgido nuevas cosas y espero que cuadren bien. Aunque me pasa que es como mucho el entusiasmo de pensar y crear en mi mente pero no escribir. Mala esa.
Espero que les guste este primer punto de vista de Julián. No será el único
Recen para que mi computadora no termine de morir, que está amenazándome con hacerlo.

Comentario de Tamii:

No podría matarte, querida Tami de mi corazón ♥. Mi fiel lectora en todo sentido.
Ya el misterio para ti fue develado.
Espero que mi Maru borracha esté bien, dada mi poca experiencia con el alcohol y sus efectos secundarios. Me basaré en testimonios jajaja.
Me gustó el término de "auto-hot". Gracias.
Busqué ese libro pero no lo conseguí. Lo que sí hallé fueron contratos para ser eso, por tanto Contrato ya no es tan descabellado para mí como me parecía jajaja.
Siempre podemos mejorar y, aunque viene siendo como un spoiler, no hay mejor crítico que nosotros mismos.
Besis.

         Mientras preparaba mi cena no sé por qué comencé a pensar en Maru y en que a veces Sue puede ser imprudente. Es decir, esos comentarios de que Maru y yo haríamos bonita pareja sé que la incomodan a ella. Yo es como si ya estuviera acostumbrado y no me afectan, tanto.
         Ellas cuatro: Sue, Charlotte, Vanessa y Maru, son bastante diferentes entre sí y se complementan bastante bien. Tan extrañas, tan ocurrentes y liberales como tímidas… tan ellas. Son personas con las cuales quieres pasar el rato y no te cansas.
         Maru en particular tiene un corazón de oro, por más monótono que suene, pero es cierto. Ellas dicen que es la imparcial del grupo y que yo le obedezco sin reservas o dudas a todo lo que dice. Lo cierto es que no creo que exista alguien tan familiar y obediente como ella.
         Mi celular comenzó a sonar. Se iluminó en la pantalla una foto que tengo con Maru y me extrañó que me llamara. Por lo general soy yo quien siempre la busca porque odia hablar por teléfono. Hasta el cuarto ring no acepté la llamada.
         —Voy para tu apartamento. Surgió algo —la voz de ella era tensa y fría, sin la picardía que comúnmente posee. Era la voz formal y molesta.
         —¿Cómo te vienes?
         —En taxi, ¿cómo más, si no? —con ella el sarcasmo era igual a una gran tragedia.
         —Te iba a buscar.
         —No, gordo. Gracias —aunque trató de tranquilizarme con el apodo no me engañaba.

         ¿Qué podría haber surgido?, me pregunté, mucho.
         Era tarde y se escuchaba tensa, molesta, incluso chispeante.
         ¿Podía ser posible que en el momento en que pensé en ella fuera debido a que me estuviera necesitando y todo terminó siendo demasiado que se vaya a trasladar hasta mí? No, es demasiado novelesco para ser cierto.

         Nuevamente mi celular sonó. Esta vez por un mensaje de texto de ella:

         Ya voy en el taxi. Estás pendiente.

         No me dejó mucho tiempo para pensar ni para hacer mis comunes suposiciones anticipadas.
         Mientras hacía guardia en la ventana y me relajaba con la brisa nocturna, furiosa, vi cuando su taxi aparcó y ella salió en dirección a la puerta de entrada al edificio con el mismo estilo del viento de esta noche. Impetuosa. Antes de que llamara por el intercomunicador presioné el botón que abre la puerta desde mi apartamento. Le estaba evitando más molestias innecesarias.
         Salí al pasillo a esperar que el ascensor llegara a planta baja para luego llamarlo de vuelta. Ella ya estaba acostumbrada a cómo funciona el edificio en el que vivo y mi habitual flojera.
         Alrededor de un minuto después, se abrieron las puertas del ascensor y me topé con la mirada llameante de Maru.
         Mi reacción inmediata fue examinarla con minuciosidad, tratando de discriminar algo con solo verla. Pero no soy ningún detective y, aunque me gusta el misterio, sus ojos que delataban llanto, por más que el maquillaje de ojos tratara de ocultar la evidencia, no me permitían adivinar la causa del mismo.
         —¿Qué pasó? —pregunté, esperanzado de que fuera fácil descubrir los motivos que la arrastraron acá.
         Ella pasó de mí, deliberadamente, con dirección a mi apartamento, y prontamente comenzaba a frustrarme.
         Caminé detrás y mis pisadas resonaban en el pasillo que lleva a mi apartamento. Abrí la puerta y ella pasó a la estancia, echándose desfachatada en mi sofá doble.
         —Nos vamos de fiesta —me escupió. —Ve a vestirte, yo espero acá.
         Maru es como una caja de sorpresas. Lo menos que pensaba era en salir de fiesta un jueves por la noche. Y menos en las condiciones actuales de ella.
         —¿Por qué? —le dije.
         —No quiero hablar de ello. Ve que perdemos tiempo.
         —No quiero ir de fiesta.
         —Algo me decía que esa iba a ser tu respuesta. —Hizo una mueca de disgusto, la que hace en imitación a la de Rihanna. —Me tomé la molestia de venir hasta acá para persuadirte y ni así te convencí.
         —Maru, son casi las nueve y media de la noche —esperaba que una pausa dramática la hiciera entrar en razón. Su parálisis no era una buena señal. —Mañana hay clase.
         —No importa. Vamos y punto.
         —¿Qué es lo que sucede?
         —Mañana me voy a mi casa.
         Eso no me decía mucho de este arrebato.
         —Llevo por dentro un montón de rabia que no quiero compartir contigo. Puedo malhumorarte y no es mi intención. Solo quiero liberarlo bailando al ritmo de sonidos estridentes que acallen mi furia.
         Como si es que eso alguna vez funciona. Su consideración hacia mí es falsa, no más que una distracción, no más que un punto para que le dé la razón y nos vayamos a una discoteca de moda.
         Entonces me percaté de su vestimenta y tuve que tragar para centrarme exclusivamente en su cara y no en sus inéditas piernas.
         —¿Pero eso se debe a qué? ¿Desde cuándo no me cuentas algo? —me arrodillé frente a ella.
         —Desde que debo contarte algo por lo que siento pena ajena.
         —¿Pena ajena? —por instinto, acaricié sus nudillos. Es una maña que empleo para que Sandra me cuente sus preocupaciones. Como que no tenía mucho que ver con ella e incluso parecía extrañada, más no era mi fin perturbarla más de la cuenta.
         —¿Te vistes, te visto o le pido a Alfred que se vaya de fiesta conmigo?
         Por una milésima de segundo me sentí tentado de salir. Al siguiente estaba más frustrado, si es que era posible. De seguro tenía que ver con el paliducho de Alfred saliendo con ella.
         —¡No! —sonó más como un regaño que como una respuesta.
         —¿No qué?
         —No a todo. —Vamos a hablar.
         —No lo haré —su fingida calma es peor que cualquier grito para mí. Estaba más frustrado si es que era posible.
         No me había dado cuenta que había contenido la respiración y exhalé, tratando de relajarme. Miré hacia abajo, a sus piernas blancas de piel sedosa. Subí la vista más arriba de sus ojos, porque no estaba listo para la intensidad de estos, que me perforaban, y para que no notara mi repentina debilidad. Me pasé una mano por el pelo para despejar nubarrones y comencé a dar la mejor alternativa posible que se me ocurrió.
         —Eres obstinada y terca como una mula —sus ojos ahora eran una línea que gritaban cuidado. —Si te dejo ir de fiesta me sentiré culpable porque no sé qué te pueda pasar. Estás tomando decisiones bajo la influencia de la ira.
         »Prometimos cuidarnos entre nosotros. Tú en nombre de Sandra y mi mamá, y yo en nombre de tus padres.
         »¿Si tomamos unos tragos acá mismo en el apartamento lograrás relajarte?
         Logré sacarle la primera sonrisa verdadera de la noche. Ya no se veía malhumorada y vieja, se veía como Maru.
         —Sí. Gracias, Julián. Siempre puedo contar contigo —se lanzó hacia mí y me envolvió en un abrazo.
         El cálido momento no era permitido que durara. Caí en cuenta que mi reserva de tequila se había terminado la última vez que mi hermano me visitó.
         Musité medio molesto y medio en broma: —Vas a hacer que salga a esta hora a comprar tequila.
         —Sí, tequila. ¡Qué bien me conoces! Hoy voy a batir mi récord.
         ¡Nada de batir récords! Si se lo permito va a quedar hecha polvo y será mi culpa. No es algo que me alegre en absoluto.
         Me fui a la habitación. Me cambié el short de pijama por bermudas azules y pasé por mi cabeza la primera franela blanca que estaba en la gaveta. Al salir, la encontré de pie, lista para evaluarme.
         —Cuando nos vean afuera van a pensar que soy tu zorra de esta noche.
         Como si un comentario de ese tipo fuera a ayudarme.
         —No repitas eso nunca más —dije entre dientes. —Primero, no salgo con zorras. Segundo, no eres una zorra. Tercero, eres mi amiga y salgo contigo si me da la gana.
         Tomé las llaves, salimos y cerré la puerta.
         Su cuerpo, que me daba la espalda, parecía disminuido por los mini shorts y la atrevida franela, y a la vez se veía imponente. Nunca la había visto exhibir tanta piel y se veía tan bien en ella que era como si debiera hacerlo más a menudo.
         O mejor no, porque no quiero que hombres babosos vean a Maru como una mujer fácil. Una mujer a la que tirarse y botar a la mañana siguiente.
         Al menos no en mi presencia.
         Es por eso que al acercarme a ella le tomé la mano con determinación. Ella es mi amiga y la voy a cuidar. Soy responsable de ello.
         —Si la gente va a pensar algo, que sea que eres mi hermosa novia.
         Hermosa salió de mi boca sin haber pasado antes por el filtro de mis palabras. Raras veces uso esa palabra, excepto con mi novia, y la incomodidad de ella me recordó que debí parecerme a los hombres que acabo de odiar.
         Subimos al ascensor, y cuando cerró sus puertas, me estremecí por una especie de olor que nunca antes había percibido. Una nueva sacudida me recorrió cuando me giré de la botonera y la encontré en puntas de pies, susurrándome suavemente en el oído algo como esto: —Nada de besos esta noche, ¿de acuerdo, bebé?
         Casualmente, sus labios tocaron el lóbulo de mi oreja y dolorosamente tuve que recordarme que me encontraba en el ascensor con Maru, mi mejor amiga y que estaba completamente prohibida, y actualmente inestable.

Qué genial capítulo este. De verdad es uno de esos que me recuerdan porque siempre digo que me encanta tu forma de escribir.
Maru pone nervioso a Julián y julián ya había pensado en ellos dos juntos. Bueno, dicen que los hombres no lo pueden evitar.

¡Hola Luz! ¿Te has cambiado de nombre de usuario! Uno de esos comentarios observadores que hago jeje (léase el sarcasmo). Me acabo de leer estos dos capítulos y espero que me perdones por no haber comentado antes, ya que estaba llena de malditos exámenes… Y desde el viernes estoy como un huracán, intentando ponerme al día en todo…
Pero yendo a lo importante, es decir, tu novela… Me gustó mucho la frase de, lo de Álex, que “Un clásico. Hasta luce poético. Julián estaría orgulloso de mí si sabe de este verso improvisado. Luego le partiría la cara a Alex por maldito”
Respecto al segundo, que lo tengo más fresquito, que quede que me gustó conocer el POV de Julián (es decir, que fue una buena idea; acertaste de pleno). No me lo imaginaba así, por lo que fue interesante.
Realmente ya no sé que quiero estudiar (ni siquiera si quiero estudiar algo después de hacer tantos exámenes, por suerte las notas están viniendo buenas, porque sino…) ¡Y quiero ver a Maru borracha!

Happiness.

Creo que he sido "una mala gallina" lo sabrán si vieron Hannah Montana porque he tenido capítulos listos pero quería tener escrita una parte importante del desenlace pero no he sacado tiempo para hacerlo. Y no sientan lástima por mí, por eso digo que soy mala, porque ME HA SOBRADO TIEMPO, es solo que me dedicado más a la lectura de novelas y otros libros que a la escritura de mi historia.
Aparte, estoy teniendo problemas con el final que quiero hacer porque no estoy segura de lo que quiero. Sin embargo, he pensado en hacer este proyecto algo más largo, convirtiéndolo en mi primera serie: cuatro historias en total.
Hoy pensaba subir algo pero terminé revisando montones de páginas y al final no arreglé el capítulo correspondiente.

Comentario de Turner:

Gracias por comentar y los cumplidos. Chau, nos leemos.

Comentario de Tamii:

Gracias, mi amorsote. Julián no ha pensado exactamente en ellos, más bien está confundido. Quizás no me di a entender bien en algún punto que te creó esa confusión.

Comentario de Jacky:

Ya no más Luz. F (se lo dejo para cuando tenga mi hija), ahora soy Staari que es más parecido a mi nombre real. Totalmente disculpada porque, como habrás leído al principio, también merezco ser disculpada. Tampoco es bueno saturarse, eh. Espero que hayan sido realmente buenos esos exámenes.
¡Gracias, gracias! Amo los comentarios observadores y alentadores.
Pensaba hoy publicar a Mau borracha pero no lo haré. Espero que mañana.

Besotes a todas.

Voy a subirr. Por cierto, si encuentran algún parecido con la Fangirl es TOTAL Y ABSOLUTAMENTE una coincidencia. Apenas lo leí la semana pasada y mi idea es de meses atrás y me quedé  :pokerface: 

         Quizás mi comentario fue algo inapropiado. Puede que tremendamente inapropiado… dicho a un monaguillo y futuro sacerdote, no para Julián, mi resbaladizo Julián. Es por eso que no entendí su rigidez de acero.
         —Fue un chiste, relaja el papo⁴. —Hizo un esfuerzo por no reír. —Pero hablando en serio, no me dejes hacer ninguna locura. Voy a confiar en ti mi borrachera.
         —Maru, no deberías estar pensando en emborracharte.
         —¿Por qué no? Lo veo como la ocasión perfecta.
         —Solo no lo hagas, ¿sí?
         —Trataré…
         En verdad que iba a tratar. Porque es muy fácil decir eso sin sentir los motivos que me están llevando a la bebida para ahogar los problemas.
         Ya dentro de su carro busqué una estación que diera buena música a estas horas de la noche. Me detuve en una que emitía These Boots Are Made For Walking de Jessica Simpson.
         —¿Country hasta a esta hora? —preguntó Julián al escuchar el sonido del banjo.
         —¿Qué? Lo dices como si estuvieras cansado de él.
         —Es que es lo que más escuchas.
         —Deberías saber que ésta es divertida. Escucha… siente el ritmo.
         Yo cantaba y sacudía los hombros de la forma en que, vagamente recordaba, lo hace Jessica en su video.
         —You believe you’ve stopped me for a reason. Now I’m pretending my bendings just for fun —canté, con una exagerada gesticulación que intentaba ser sexy.
         —Calla, por favor.
         —These boots are made for walking —levanté un pie para que Julián viera mi bota y moví mi tronco cual culebra—, and that's just what they'll do…
         —¡Llegamos! —exclamó él y estacionó el auto.
         Tenía la intención de bajar del auto pero cuando Julián se dio cuenta de ello, al ver que me desabrochaba el cinturón de seguridad, me detuvo colocando una mano sobre la mía. Era tranquilizante y la mantuvo allí.
         —Preferiría que te quedaras aquí.
         —¿Vigilando tu carro? No gracias.
         —Es que mira todos esos hombres borrachos —cabeceó a la licorería. —Van a molestarte y a decir babosadas cuando vean tus piernas. Son como piratas.
         Mis piernas no son nada especiales. No van a levantar pasiones.
         —¿Piratas?
         —Claro. Toman ron y no ven mujeres bonitas muy a menudo.
         Lo de los piratas me causó gracia hasta que se refirió a piernas, mujeres bonitas en general pero, siendo yo incluida tácitamente en la oración. ¿Julián piensa que mis piernas son bonitas y que yo soy una mujer bonita? ¿Cuándo tomó un trago sin mí? Por suerte nadie había abierto una puerta y esta conversación transcurría en la penumbra del auto. Los postes de electricidad estaban lo suficientemente lejos como para apenas ver nuestras siluetas.
         —Eso es un estereotipo. Deja que te acompañe. Si voy de tu mano no dirán nada. ¿O temes por Sandra?
         —Sandra no tiene problemas contigo —dijo luego de que pensó algo. —No te separes de mí ni los mires a los ojos.
         Bajamos finalmente y con una mano me aferré a la suya, y con la otra a su antebrazo.
         Cuando estuvimos en las rejas de la licorería obedecí a no ver los ojos de los otros hombres, pero esa extraña percepción que llaman escopaestesia⁵ me decía que los hombres me desnudaban con la mirada. Era como un ultraje a mi individualidad.
         Julián, con presteza, ordenó una botella de tequila y otra de vodka. Pagó y nos devolvimos, no sin antes recibir un alarido de un borracho y sonidos del compás característico del sexo.
         —Creo que tenías razón. Debí quedarme aquí —le dije con voz baja.
         —Olvídalo, no es tu culpa. No te sientas mal.
         Él parecía disgustado, o al menos su mentón estaba más prominente de lo normal.
         Sentí la necesidad de tocarlo, pese a que no es común que yo lo haga, para calmarlo, al ver la fuerza con que metía el retroceso en la palanca de cambios. Temía que dañara el carro de su mamá.
         Iba a tapar su mano de la forma que lo había hecho antes conmigo pero apenas si le di un golpe amistoso, como para traerlo de vuelta al ahora. Fue vergonzoso para mí de todos modos y también motivo de tortura.
         —Está bien. Lo olvido… y también hazlo tú. No lo pagues con la palanca de cambios.
         En silencio regresamos al apartamento. Yo no dije nada más y él tampoco. Entre nosotros no circulaba nuestro habitual ambiente relajado y estaba harta de esto, por lo que apenas llegamos pasé a la cocina, en específico a la nevera y busqué limones. Lavé unos tres y los piqué en gajos. Los coloqué en un plato rodeando el salero que puse en el centro.
         De la despensa saqué los dos vasitos de shots y todo lo trasladé a la sala de estar, ubicándolos sobre la mesita de centro. Le quité las botellas de las manos, bajo el escrutinio de él con una media sonrisa en sus labios, y las dejé acompañando al plato.
         —Siéntate —le dije.
         —Pensé que me dirías como a un perro. Sit.
         Me reí suavemente. —¿Música o shot?
—Shot. De tequila.
         Abrí la botella y serví un trago en cada vasito. Le entregué uno y un gajo de limón.
         Él alcanzó el salero y siguió el proceso para tomar tequila. Yo lo miraba detalladamente. Actuaba como si estuviera dando una clase.
         Sacudió la cabeza para aclararse y me llamó con un dedo. Me senté a su lado con vaso de tequila en mano y limón en la otra. Me quitó el limón.
         —Dame el dorso de tu mano.
         Se lo ofrecí, previamente humedecido con mi lengua, y echó granos de sal. Los lamí, tragué el tequila que quemó mi esófago e hizo que arrugara los ojos.
         —Chupa el limón —me dijo, colocando el gajo a la altura de mi boca. Le obedecí y lamí mis labios.
         —Divino.
         Él me observaba fijamente hasta que dijo: —Y todavía creías que los hombres no dirían nada.
         —¿Ah? —no tenía idea de a qué se estaba refiriendo.
         —Si el pecado es una mujer, esta noche tú lo eres.
         Me sonrojé furiosamente y alejé mi vista de su intensa mirada.
         —Desvergonzado. ¿Por qué me dices las cosas con las que consigues a las otras mujeres? No estoy muy acostumbrada a eso… ni porque lo digas tú, porque no deja de ser nuevo para mí el recibir esas palabras.
         —Porque hoy te ves diferente. Eres muy bella, Maru.
         —Deberías saber que eso último es mata pasión conmigo.
         —Disculpa, me había olvidado de él.
         —Está bien. ¿Ya estás mejor?
         —Sí. ¿Y tú?
         —Sí.
         —La mayoría de los hombres son tan brutos que tienen suerte de que en lo único que piensan solo lleve cuatro letras —él suspiró y dejó de verme. Se acomodó en el sofá, estirando sus brazos a los lados y las piernas al frente.
         Me levanté de allí y ocupé una butaca sin saber qué decir o añadir.
         —Es abusivo que traten así a una mujer —dijo Julián con su ceño tan fruncido que casi se unían sus cejas. —Si ibas a tener sexo conmigo esta noche es nuestro problema y no el de ellos como para que estén haciendo esos sonidos tan vulgares.
         —No pienses más en ello —le pedí. —No fue nada.
         Julián no parecía de acuerdo pero buscó el control del equipo de sonido y puso algo de jazz.
         —Lo que sí fue algo, en definitiva, fue lo que te empujó a recurrir a mí, o a Alfred si no me decidía rápido. Dime qué pasó, Maru.
         ¿Por qué tuve que insistirle en cambiar de tema? Suspiré profundamente: será una larga noche.

Hola, hola, aquí estoy nuevamente para dejar mi comentario. Me encanta cómo escribes, es simple de entender pero a la vez está bien construido, y éso le va perfecto a la personalidad de la protagonista. Me imaginaba a Julián con una expresión de Edward Cullen protegiendo a Bella de los borrachos, en la primera película.

Pues sí, yo entendía que él estaba confundido, y si no lo estaba ahora eso me da a entender el cómo Maru describe las cosas. Aunque ella misma no se da cuenta.

By the way, la palabra que buscabas sea probablemente Scopaesthesia


Besos

Gracias a Tamara por la palabra desconocida: "Escopaestesia".
Editado el capítulo anterior.
También edité el título de la novela y pensaba hacerle unos pequeños ajustes a la sinopsis para que no se viera tan simplona y prácticamente la volví a escribir. Sin embargo, mantiene la esencia de la idea pero está más pulida. Eso se debe realmente a que mi mente ha tenido ideas que pienso son mejores y dirigen la historia en un sentido que no concordaba mucho con la anterior sinopsis.
Me siento mucho más a gusto con esta.

Comentario de Tamii:

Holis    muchas gracias por los ánimos, bby. No conozco la expresión de Edward Cullen no soy muy fan de Twilight, pero seguro que le va bien.
La verdad que todo es una confusión, que espero que no me atrape a mí también; y quisiera que esta historia termine de la forma más inesperada posible. Esas eran las cosas que me habían "bloqueado".
Besos. Trataré de subir esta noche...

         Yo mordí el interior de mi mejilla y me serví un trago de tequila para hacer el procedimiento correspondiente al beberlo. Él no dijo nada mientras lo hacía.
         —¿Recuerdas mi sueño? —inicié luego de que el shot había incendiado mi garganta. —El de mi padre siendo infiel…
         —¡No me digas que eso es lo que pasa!
         —No, no es eso pero creo que mi sueño me advertía de lo que sí pasó. Sabes que soy algo así como psíquica.
         —Y entonces, ¿qué fue? —replicó impaciente.
         —Javiera, una de mis primas menores, pensó que la solución a sus problemas familiares era formar su propia familia.
         Me levanté y busqué en el gabinete un vaso de vidrio más grande. Julián se mantenía callado. De la heladera vertí tres cubitos de hielo en el vaso. Regresé y me serví unos tres dedos de vodka, le exprimí un gajo de limón.
         —¿Estás segura de lo que haces? —finalmente habló él.
         —Sí —sorbí un trago largo que me aturdió. Supongo que no ser una bebedora asidua tiene algo que ver. —Disculpa mi egoísmo. No te preparé uno.
         —No importa —me respondió. —Continúa tú historia.
         —Pensarías que es bonito que mi prima piense en formar una familia. Tener esa madurez a sus dieciocho años. Por supuesto que sí, si mi prima hubiera tenido cerebro y hacía esto por la puerta principal, presentando a su novio y formalizando un compromiso y no escapando de su casa.
         Su rostro no me expresaba nada y volví a tomar.
         —Julián, ¿me estás comprendiendo? ¡La estúpida se fue con un tipo que nadie sabe quién coño es! Otra más que mete la pata, otra razón más para que mi padre no confíe en mi familia, otra razón más para sentir vergüenza de las mujeres de mi familia.
         —Pero son ellas, Maru. La gente sabe que no eres así.
         —No me entiendes. Es como si yo inconscientemente tratara de escapar de esa constante pero ella igual me alcanza —las lágrimas que había contenido desde que supe la noticia amenazaban con saltarse sin permiso. —Siento que algún día haré lo mismo. Me obligan a terminar así.
         —¿Quién te obliga? —preguntó con preocupación.
         —Nadie —rompí a llorar sin poder remediarlo más.
         —¡Ay, Maru! —se arrodilló ante mí y apoyó sus brazos en mis rodillas, y sobre ellos su cabeza.
         —Me tienes lástima y seguro que ya nuestra amistad ya no será la misma. Tendrás vergüenza de tener una amiga con tales pensamientos patéticos, con una familia tan destrozada, tan incorrecta, pobre… —mis hombros se estremecían por mi llanto.
         —Maru, deja de decir tantas cosas negativas y sin sentido. El que ellos sean así no es indicativo de que tú lo seas. No te tengo lástima, solo es que me duele ver a alguien tan fuerte, tan inteligente como tú llorando y calificándose como la peor persona.
         »Maru, no tienes idea del tipo de personas que me rodean en ocasiones. Son incluso peores que las que te avergüenzan a ti. ¡Uf! Desde luego que sí. Te faltó poco para decir que no eras digna de mí, como si estuviéramos en el siglo dieciocho y había tales conversaciones de prejuicios.
         Estaba a punto de asentir a su última frase porque esa era mi verdad, mi miedo. Me terminé el vaso de un solo sorbo largo para tragarme el bulto en mi garganta.
         Él me abrazó. Yo escondí mi cabeza en su cuello y me agarré de su franela por su pecho. Lloré más agitadamente bajo su protección y cuando se me pasó por la mente la siguiente pregunta: —¿Vas a cambiar conmigo a partir de ahora? —dije entre sollozos.
         —No. Nunca.
         —No digas nunca. Ese tipo de promesas no suelen cumplirse.
         —Entonces… mi amistad contigo en los próximos cien años será la misma que existe ahora. —Me reí en medio de mi angustia. —¿Mejor? —me besó el cabello.
         Se apartó y me observó. Me hizo una señal para levantarme de la butaca y al hacerlo trastabillé. Me sujeté de su mano y me condujo al baño. Mojó una toalla y empezó a limpiar mi rostro.
         —Voy a manchar horrible tu toalla.
         —No importa.
         —¿La has pasado por tus bolitas? —me reí.
         —No. Está limpia —se rió con más ganas y suspiró aliviado. —¿Eso es lo que te enseña Sue?
         —Pues sí —afirmé esa clase extraña de pregunta.
         Tomó algodones que humedeció con agua y pasó suavemente por mis ojos.
         —Estás mejor así.
         Me miraba con tal fijeza que sentía miedo. Es que esa no es la mirada de un amigo.
         —Me siento una alcohólica.
         Él soltó un bufido gracioso y siguió con su laboriosa limpieza de mis ojos.
         —¿Por qué? Eres la persona menos alcohólica que conozco y, para muestra, tu tropiezo de hace un momento luego de poco alcohol. Es una afirmación absurda.
         Torpe, me recriminé. Qué torpe tropezarse por unos tres traguitos de alcohol encima.
         —Lo digo porque en esta dificultad recurrí al alcohol, cual alcohólica empedernida. Sabes, como para ahogar mis penas. Que tonta, estoy pensando en el tequila —negué con la cabeza.
         —No discutiré eso contigo porque también estoy pensando en él. Ya te traigo un shot.
         Se fue y yo me vi la enrojecida cara en el espejo. Era probable que esa mirada fija era detallando la clase de esperpento en el que me convierto luego de una intensa sesión de llanto. Estaba en un estado deplorable.
         Trajo mi tequila y el suyo. Lo bebimos a la par.
         —¿Dejas que me maquille de nuevo?
         —Lo que te haga feliz.
         —Gracias. Por aguantar la tormenta —troné mi dedo medio con el pulgar de esa mano.
         —De nada. Para eso estamos.
         Salió del baño y me encerré cuando tuve en mis manos mi cartera. No me realicé un maquillaje tan esmerado pero al menos no me dejaría ver de nuevo tan desnuda y frágil como mostrar mi piel al natural. Desde luego cubrí con base y corrector todos los enrojecimientos alrededor de mis ojos.
         Parecía una especie grave de rosácea o un caso peligroso de alguna dermatitis.
         De todos modos me veía renovada. Sin la presión de ser la única en saber el motivo de mi crisis. Tenía más ánimos que cuando llegue al apartamento desde mi residencia esa noche, por tanto que al salir puse a reproducir Capital Cities que es la única banda movida que Julián y yo compartimos en gustos.
         —¡Baila! —le grité sobre la música a Julián que revisaba su celular sentado en el sofá.
         Él terminó y se puso de pie. Sonaba Safe and Sound y nos agitábamos como se mueven los estadounidenses en las fiestas de Dj's, moviendo los brazos de arriba a abajo y dejando caer atrás la cabeza.
         —I could fill your cup. You know my river won't evaporate. This world we still appreciate —cantó Julián con una horrible pronunciación de su inglés mayamero.
         Yo no sabía la mayor parte de la letra, sólo el final de los versos pares que terminaban así: —I know that we'll be safe and sound.
         Julián, que siempre aprovechaba cualquier momento en el que él supiera más que yo para demostrármelo, cantó la otra estrofa cuidadosamente:
         —I could show you love. In a tidal wave of mystery. You'll still be standing next to me.
         —Eso es verdad. Siempre estaré cerca de ti —me colgué de su cuello y dimos un par de vueltas.

         La música terminó y tomé otro shot de tequila. Mi cabeza ya no estaba ni la mitad de lúcida como para recordar cuántos llevaba. Tampoco me importaba realmente. Enseguida sorbí otro trago.

Es bueno que hayas cambiado el nombre de la novela, se da a entender desde un principio que habrán continuaciones, la pregunta es con quiénes. También me parece bien que cambiaras la sinopsis porque el concurso de escritura se mencionó sólo una vez y no veía cómo iba a calzar, pero lo de las botas tampoco sé.
Maru será tonta o no es tan rollenta como yo, yo ya estaría pensando que Julián siente algún tipo de atracción por mí. Justo anoche inicié una novela con una protagonista presa de la historia de su familia, así que no me ha parecido que Maru esté mal al sentirse así por lo de su familia. 

Espero leerte pronto

Hola! Siento no leerlo antes, pero es que mi bloqueo se explayo a otros campos... Mi móvil tIene poca batería y mañana tengo examen de biología y aún noporfabrí la libreta. En cuanto pueda, te lo respondo cómo es debido. Toma esto cómo un adelanto jeje. :)