The Tate project {Logan Lerman}

nobody can see me, but he never leave me alone.

—¿Crees que podré convencerla de aquello? —preguntó el castaño dubitativo. Algo le decía que no estaba haciendo nada bien en aceptar la propuesta que Jake le había hecho.

—¿Qué tan difícil puede ser enamorar a una pobre nerd? —se burló tomando un trago de su bebida —. Hazla popular, hazla deseada, hazla hermosa. Hazla tuya.

—Estás consciente de que Aspen no quiere verme ni en figurita, ¿verdad?

—Eso hace más interesante el desafío, amigo mío —el rubio lo miro desafiante —. Es una simple nerd, ¿vuelvo a repetirlo?

—No, ella no es una simple nerd, es insoportablemente inteligente, antisocial hasta los poros y una rata de laboratorio —exageró.

—Lo que digas —Logan comenzaba a aburrir a su amigo —. ¿Aceptas o no?

Logan resopló con exasperación, sin duda se metería en problemas. —Está bien, acepto —dijo a regañadientes. Gran equivocación.

but you are you and i am i.

Los estruendosos golpes en mi puerta hicieron que me despierte exaltada y de mal humor de mi sueño. No tenía ganas de levantarme, pero los golpes no cesaban y podía escuchar la voz de Lexie detrás de la puerta. Levanté la almohada que cayó de mi cama al despertarme de forma tan brusca y la aplasté contra mi cara.

—¡Cállate y déjame dormir! —grité, aún con la almohada en mi rostro. Los ruidos pararon de un momento a otro.

—¿Estás desnuda? —inquirió la voz de la insoportable pelirroja. Sólo Lexie podría preguntarme esas cosas. Rodé los ojos cómo respuesta, pero luego me di cuenta de que ella no podía verme.

—No estoy desnuda —avisé con cansancio. La bendita puerta se abrió, dejando ver cómo una eufórica pelirroja me regalaba una de sus sonrisas.

—Hola, Tate —saludó cómo si nada hubiese pasado.

—¿Tanto te costaba abrir la puerta y despertarme cómo cualquier persona normal?

Su mirada se tornó pensativa y sonrió otra vez. —Creo que nunca lo sabremos. Además, no tomaría el riesgo de estar cerca de ti cuando despiertes —elevó los brazos, de seguro pensando cómo la atacaría si llegaba a levantarme de un pésimo humor. Lancé mi preciada almohada y esta llegó a la cara de la pelirroja. Me fulminó con la mirada, pero aún así no quiso hacerme nada malo.

—¿Y cómo entraste?

—Tu padre me dejó entrar, ¿quién más? —obvió mi amiga. A veces olvidaba el hecho de que a William estaba en casa. Lexie es una bomba atómica apunto de detonar con su personalidad alocada y espontánea, mientras mi padre es la persona más estricta y aún así tranquila del mundo. Por raro que parezca, mi padre y Lexie se llevan demasiado bien, de modo que, prácticamente, Lexie vive conmigo.

—¿Te cambiaras en el baño o tendré que verte desnuda otra vez? —preguntó observando sus uñas despreocupadamente. La miré extrañada y esta me guiñó el ojo. Acto seguido tomé la ropa que había preparado anoche, y rápidamente me metí al baño, sólo que cuándo pasé por el lado de la pelirroja, esta me dio una palmada en el trasero.

Está loca, pensé. La mayoría de las personas no creen que Lexie y yo seamos amigas, ya que somos completamente diferentes, pero todos piensan lo contrario, si hablamos de la preparatoria. Lexie con su espontaneidad y todo, no tiene ese comportamiento en la escuela. Ella es igual que yo, una freek, o cómo quieran llamarle.

Deduje que si Lexie había venido a buscarme, sería demasiado tarde cómo para darme una ducha, así que no lo hice. Lavé mi rostro y mis dientes antes de cambiarme. Me quité la camiseta de Louis y me vestí con una simple camisa blanca con mangas hasta los codos. Dejé caer en el camino de mis piernas el pequeño y cómodo pantalón deportivo y los cambié por unos jeans y unas zapatillas de la marca Vans.

Salí del baño y Lexie ya tenía las dos mochilas en mano, por lo que me vio y salió disparada por las escaleras. Antes de salir de mi habitación, vi el reloj de la pequeña mesa al lado de mi cama y veo que son las siete cuarenta, faltaban veinte minutos para entrar a clases. Bajó las escaleras a una alta velocidad y mi estomago ruge al oler ese ahora a café y tostadas recién hechas.

Voy a la cocina y le doy un beso en la mejilla a mi padre que hago que casi se le caiga su café de su taza. Me mira con reproche, pero aún así lo alivia con una sonrisa. Lexie me lanza un paquete de galletas, seguido de una caja de leche. Abro la última y bebo de esta sin piedad, mientras la pelirroja se queja de no haberle servido primero. Sonrío y me secó los rastros de bebida en mi boca, para luego tirar un poco de leche al café de la taza de mi amiga. Abro el paquete de galletas y meto una en mi boca, para luego pasarle tres a Lexie y tres a Will.

Después del intento de desayuno, nos despedimos de William y comenzamos a correr lo más rápido que podemos por las calles de San Francisco. Llegamos al porche de una casa blanca para tocar el timbre dos veces y hacer que un castaño de ojos azules salga con rastros de crema en su barbilla. Lexie se burla de Louis, mientras yo pasó la manga de mi chaqueta por su rostro para quitarle la comida.

Louis, Lexie y yo éramos completamente inseparables. Otra amistad fuera de lo común, claro está. Volvemos a correr por cinco minutos cuándo Louis comienza a ponerse nervioso.

—Siete cincuenta y tres —grita el castaño mirando se reloj.

Mierda, dije en mi cabeza. El semáforo se pone en verde, pero aún así tomó a mis amigos de su ropa y hago que me sigan. Los autos frenan bruscamente y todas las bocinas comienzan a sonar mientras nosotros cruzamos la calle con rapidez. Salimos de la avenida y con suerte vivos y seguimos el trayecto de la misma forma.

—¡Siete cuarenta y nueve! —grita con más fuerza esta vez. Veo el gran edificio de ladrillos y el estacionamiento lleno de autos y apuro el paso –si es que podría apurarlo más. Estoy por cruzar la última calle, cuándo un auto se cruza en mi camino. Emma Prescott me sonríe vanidosamente y arranca su automóvil otra vez. Perra.

Apenas cruzamos las puertas principales cuándo la campana retumba en mis oídos y me devuelve a la realidad. Lexie se adentra en otro pasillo y llega a su salón, mientras que con Louis aún nos queda el último tramo para llegar a Historia. La puerta se cierra lentamente, cuándo un rubio la abre y sin decir nada nos deja pasar. Louis trata de sonreírle, mientras que yo me dedico a seguir mi camino.

Todos los ojos se posan en mí al ver que llegué tan exaltada. Nunca había tenido tanta atención así que camino torpemente hasta el fondo y le hago un espacio a Louis. El profesor Fitz analiza a todos sus alumnos y comienza a hablar de la revolución francesa. Por lo menos habíamos logrado llegar a tiempo. Miro a Louis y este me dedica una mirada cómplice, a lo que tapo mi boca para que mi risa no interrumpa la clase.


La clase de Biología terminó, la última clase antes del almuerzo. Voy hasta mi casillero para guardar mis libros, pero paro en seco al ver que un chico de cabello marrón tirando a negro está apoyado justo en mi casillero, cómo si esperara a alguien. Sus ojos azules van y vienen por todo el pasillo hasta que su mirada llega hasta a mí. Me sonríe.
No sé porqué lo hizo, pero aún así me armé de valor y me acerqué a él. Le dedicó una mirada extrañada, ¿qué mierda hace Lerman aquí?

—Lerman, estás en mi casillero.

—Lo sé —su sonrisa se ensancha, a lo que me quedó más aturdida.

—Entonces, ¿podrías correrte? —no iba a ser amable con él, pero ni de chiste. Logan se hace a un lado y mete las manos en los bolsillos de sus pantalones. Abro mi casillero, sin importarme que él esté ahí y guardo mis libros. Estaba a punto de cerrar mi casillero cuándo unos fuertes brazos me toman de la cintura y sentí un frío aliento rozando mi cuello. ¿Y ahora que quería lograr? Golpeo su cuerpo con mi codo y me zafo de su agarre para mirarlo con incredulidad. Se frota el pecho con la mano derecha mientras me mira sin entender porqué lo hice.

—¿Qué mierda te pasa? —pregunta cómo si yo fuera la que debe explicaciones.

—¿Qué mierda te pasa ti, estúpido? —le respondo con otra pregunta para marcharme de ahí cuándo toma mi brazo y me acorrala contra los casilleros.