Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 3. • Comparte
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
El beso de medianoche
Adaptación ▲ Romántica ▲ Sobrenatural
Hot ▲ Niall Horan y tú ▲ SavannahArmy
TúNombre Maxwell, una reconocida artista de Boston, celebra el éxito de su última exposición en un exclusivo after hours de la ciudad. Entre el acalorado gentío siente la presencia de un sensual desconocido que despierta en ella las fantasía más profundas. Pero nada relacionado con esa noche ni con ese hombre resulta ser lo que parece. A la salida, TúNombre presencia un asesinato y, a partir de ese momento, la realidad se convierte en algo oscuro y mortífero, adentrándose en un submundo que nunca supo que existía, habitado por vampiros urbanos enfrentados. Niall Horan es un vampiro, un guerrero de la Raza, que ha nacido para proteger a los suyos -así como a los humanos que existen en una vida paralela a la suya- de la creciente amenaza de los vampiros renegados. Niall no puede arriesgarse a unirse a una humana, pero cuando TúNombre se convierte en el objetivo de sus enemigos, no tiene más opción que llevársela a ese otro mundo que él lidera, en el que serán devorados por un deseo salvaje e insaciable.
SavannahArmy
SavannahArmy
Re: El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
El prologo
Veintisiete años atrás
Su niña no dejaba de llorar. Había empezado a mostrarse inquieta en la última estación, cuando el autobús de Grayhound a Bangor se detuvo en Portland para recoger a más pasajeros. Ahora, un poco después de la una
de la madrugada, casi habían llegado a la estación de Boston y esas dos horas que llevaba intentando tranquilizar a su niñita la estaba, tal y como dirían sus amigos de la escuela, sacando de sus casillas. El hombre que se encontraba en el asiento de al lado probablemente tampoco estaba muy contento.
—Siento mucho esto —le dijo ella, dirigiéndose para hablarle por
primera vez desde que habían subido al autobús—. Normalmente no tiene tan malhumor. Es el primer viaje que hacemos juntas. Supongo que tiene
ganas de llegar a su destino.
El hombre cerró los ojos y los abrió lentamente, en un gesto de
asentimiento, y sonrió sin enseñar los dientes.
—¿Adonde se dirigen?
—A Nueva York.
—Ah. La Gran Manzana —murmuró él. Su voz sonaba seca, casi
ahogada—. ¿Tiene usted familia allí o algo?
Ella negó con la cabeza. La única familia que tenía se encontraba en un
pueblo provinciano cerca de Rangeley, y le habían dejado claro que tenía
que apañárselas por sí misma.
—Voy por trabajo. Quiero decir, que espero encontrar trabajo. Deseo
ser bailarina. Quizá en Broadway, o ser una de las Rockette.
—Bueno, desde luego es usted muy guapa.
El hombre la miraba fijamente ahora. El autobús estaba oscuro, pero a
ella le pareció que había algo raro en sus ojos. Otra vez la misma sonrisa
tensa.
—Con un cuerpo como el que tiene, tendría que ser usted una gran
estrella.
Ella se sonrojó y bajó la mirada hasta el bebé que lloraba en sus
brazos. Su novio de Maine también tenía por costumbre decirle cosas
como ésa. Le solía decir muchas cosas para llevársela al asiento trasero
del coche. Y ya no era su novio, tampoco. No desde el último año del
instituto, cuando ella empezó engordar a causa del embarazo.
Si no lo hubiera dejado para tener a la niña, se habría graduado en
ese mismo verano.
SavannahArmy
Re: El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
—¿Ha comido algo hoy? —le preguntó el hombre mientras el autobús
reducía la velocidad y entraba en la estación de Boston.
—La verdad es que no.
A pesar de que no servía de nada, ella mecía a la niña entre los
brazos. El bebé tenía el rostro enrojecido, los pequeños puños apretados
y lloraba como si se acabara el mundo.
—Qué coincidencia —dijo el desconocido—. Yo tampoco he comido
nada. Me iría bien tomar algo. ¿Se anima a acompañarme?
—No. Estoy bien. Tengo unas galletas saladas en la bolsa. Y de todas
maneras, creo que éste es el último autobús a Nueva York esta noche,
así que no voy a tener tiempo de hacer gran cosa más que cambiar a la
niña y descansar. Gracias, de todas formas.
El no dijo nada más. Simplemente la observó mientras ella recogía sus
cosas ahora que el autobús ya había parado en su andén. Luego se apartó
para dejarla pasar y dirigirse hacia la estación.
Cuando salió de los lavabos, el hombre la estaba esperando.
Ella sintió cierta intranquilidad al verle allí de pie. No le había
parecido tan alto mientras estaba sentado a su lado. Ahora que le veía
otra vez, se dio cuenta de que definitivamente había algo muy extraño en
sus ojos. ¿Estaría un poco colocado?
—¿Qué sucede?
El soltó una risa ahogada.
—Ya se lo he dicho. Necesito alimentarme.
Ésa era una forma muy extraña de decirlo. Ella se dio cuenta de que había muy pocas personas en la estación a
esa hora tardía. Había empezado a llover ligeramente, el suelo estaba
mojado y los últimos rezagados se habían puesto a cubierto. El autobús
estaba esperando en el andén mientras cargaba a los nuevos pasajeros
con sus equipajes. Pero para llegar hasta él, tenía que pasar primero por
su lado.
Se encogió de hombros, demasiado cansada y ansiosa para tener que
encontrarse con esa tontería.
—Bueno, pues si tiene hambre, vaya a decirlo en el McDonald's. Llego
tarde al autobús.
—Mira, zorra...
Se movió con tanta rapidez que ella no supo con qué la había golpeado.
Estaba de pie a un metro de ella y al cabo de un segundo le había puesto
la mano en el cuello y le cortaba la respiración. La empujó hasta las
sombras del edificio de la estación, hacia un punto donde nadie se daría
cuenta de si iba a atracarla. O a hacerle algo peor. Le acercó tanto la
boca que ella notaba el hedor de su aliento. Él hizo una mueca, la amenazó
en un susurro terrorífico y ella vio unos dientes afilados.
—Si dices una palabra más o mueves un solo músculo, me comeré tu
jugoso corazoncito de niña mimada.
Su niñita estaba gimiendo entre sus brazos, pero ella no dijo ni una
palabra.
Ni siquiera se atrevía a pensar en moverse.
Lo único que importaba era su niña. Protegerla. Por eso no se atrevió a
hacer nada ni siquiera cuando esos dientes se acercaron a ella y se le
clavaron en el cuello.
Se quedó de pie helada por el terror, apretando con fuerza al bebé
mientras su atacante penetraba con fuerza en la herida sangrante que le
había hecho en el cuello. Le sujetaba la cabeza y el hombro con dedos
reducía la velocidad y entraba en la estación de Boston.
—La verdad es que no.
A pesar de que no servía de nada, ella mecía a la niña entre los
brazos. El bebé tenía el rostro enrojecido, los pequeños puños apretados
y lloraba como si se acabara el mundo.
—Qué coincidencia —dijo el desconocido—. Yo tampoco he comido
nada. Me iría bien tomar algo. ¿Se anima a acompañarme?
—No. Estoy bien. Tengo unas galletas saladas en la bolsa. Y de todas
maneras, creo que éste es el último autobús a Nueva York esta noche,
así que no voy a tener tiempo de hacer gran cosa más que cambiar a la
niña y descansar. Gracias, de todas formas.
El no dijo nada más. Simplemente la observó mientras ella recogía sus
cosas ahora que el autobús ya había parado en su andén. Luego se apartó
para dejarla pasar y dirigirse hacia la estación.
Cuando salió de los lavabos, el hombre la estaba esperando.
Ella sintió cierta intranquilidad al verle allí de pie. No le había
parecido tan alto mientras estaba sentado a su lado. Ahora que le veía
otra vez, se dio cuenta de que definitivamente había algo muy extraño en
sus ojos. ¿Estaría un poco colocado?
—¿Qué sucede?
El soltó una risa ahogada.
—Ya se lo he dicho. Necesito alimentarme.
Ésa era una forma muy extraña de decirlo. Ella se dio cuenta de que había muy pocas personas en la estación a
esa hora tardía. Había empezado a llover ligeramente, el suelo estaba
mojado y los últimos rezagados se habían puesto a cubierto. El autobús
estaba esperando en el andén mientras cargaba a los nuevos pasajeros
con sus equipajes. Pero para llegar hasta él, tenía que pasar primero por
su lado.
Se encogió de hombros, demasiado cansada y ansiosa para tener que
encontrarse con esa tontería.
—Bueno, pues si tiene hambre, vaya a decirlo en el McDonald's. Llego
tarde al autobús.
—Mira, zorra...
Se movió con tanta rapidez que ella no supo con qué la había golpeado.
Estaba de pie a un metro de ella y al cabo de un segundo le había puesto
la mano en el cuello y le cortaba la respiración. La empujó hasta las
sombras del edificio de la estación, hacia un punto donde nadie se daría
cuenta de si iba a atracarla. O a hacerle algo peor. Le acercó tanto la
boca que ella notaba el hedor de su aliento. Él hizo una mueca, la amenazó
en un susurro terrorífico y ella vio unos dientes afilados.
—Si dices una palabra más o mueves un solo músculo, me comeré tu
jugoso corazoncito de niña mimada.
Su niñita estaba gimiendo entre sus brazos, pero ella no dijo ni una
palabra.
Ni siquiera se atrevía a pensar en moverse.
Lo único que importaba era su niña. Protegerla. Por eso no se atrevió a
hacer nada ni siquiera cuando esos dientes se acercaron a ella y se le
clavaron en el cuello.
Se quedó de pie helada por el terror, apretando con fuerza al bebé
mientras su atacante penetraba con fuerza en la herida sangrante que le
había hecho en el cuello. Le sujetaba la cabeza y el hombro con dedos
SavannahArmy
Re: El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
fuertes, sus uñas se le clavaban como las garras de un demonio. Él
gruñía sin dejar de hincarle cada vez con más fuerza los afilados dientes.
A pesar de que tenía los ojos abiertos por el terror, su visión empezaba
a oscurecerse y las ideas empezaban a resultarle confusas, como si se
rompieran en pedazos. Todo a su alrededor empezaba a nublarse.
La estaba matando. El monstruo la estaba matando. Y luego iba a
matar a su niña, también.
—No. —Intentó inhalar, pero solamente tragó sangre—. Maldito seas...
¡No!
Con un desesperado esfuerzo de voluntad, dio un cabezazo contra el
rostro de su atacante. Él soltó un gruñido, se apartó, sorprendido, y ella
consiguió soltarse. Se apartó de él, tambaleándose, estuvo a punto de
caer sobre sus ro-dillas pero consiguió enderezarse. Con un brazo
sujetaba a su niña y con el o-tro se cubrió la herida húmeda y caliente
de la garganta mientras se alejaba despacio de esa criatura, que levan-
taba la cabeza y la miraba, burlón, con los ojos amarillentos y brillantes y
los labios manchados de sangre.
—Oh, Dios —gimió, mareada ante esa visión.
Dio otro paso hacia atrás. Se dio la vuelta y se dispuso a correr,
aunque fuera inútil.
Y entonces fue cuando vio al otro.
Uno fieros ojos de color ámbar la atravesaron, y por entre unos gran-
des y brillantes colmillos sonó un silbido que anunciaba la muerte. Ella
pensó que iba a cargar contra ella y a terminar lo que el otro había em-
pezado, pero no lo hizo. Escupieron unos sonidos guturales entre ellos, y
luego el recién llegado pasó por su lado con un largo cuchillo en la mano.
«Coge a la niña y vete.»
La orden pareció surgir de la nada y atravesar la neblina de su mente.
Volvió a oírla, esta vez más acuciante, empujándola a la acción. Corrió.
Ciega de pánico, atontada por el miedo y la confusión, se alejó co-
rriendo de la estación atravesando una de las calles más cercanas. Pe-
netró en la ciudad desconocida, en la noche. La histeria la poseía y cada
ruido, incluso el de sus pies contra el suelo, le parecía monstruoso y
mortífero.
Y su niña no dejaba de llorar.
Las iban a descubrir si no conseguía que su niña se tranquilizara.
Tenía que meterla en la cama, tenía que ponerla en la cuna cálida y a-
cogedora. Entonces su niña estaría contenta. Entonces estarían a salvo.
Sí, eso era lo que tenía que hacer. Poner a la niña en la cama, donde los
monstruos no podrían encontrarla.
Estaba cansada, pero no podía descansar. Demasiado peligroso. Tenía
que llegar a casa antes de que su madre se diera cuenta de que otra vez
había salido tan tarde. Estaba confusa, desorientada, pero tenía que co-
rrer. Y eso hizo. Corrió hasta que cayó, exhausta e incapaz de dar un pa-
so más.
Al despertar, al cabo de un rato, sintió que su mente se partía como
una cascara de huevo. La cordura la estaba abandonando, la realidad se
deformaba y se convertía en algo cada vez más oscuro y escurridizo, se
alejaba cada vez más de su alcance.
Oyó un lloro ahogado que procedía de algún lugar, en la distancia. Un
sonido tan insignificante. Se llevó las manos a los oídos y se los cubrió,
pero continuaba oyendo ese pequeño aullido de desvalimiento.
«Shhh —murmuró, a nadie en especial, meciéndose hacia delante y
hacia atrás—. Cállate ahora, la niña está durmiendo. Cállate, cállate,
cállate...»
Pero el llanto continuaba. No cesaba, no cesaba. Le rompía el corazón,
allí, sentada en la mugrienta calle mientras miraba, sin ver nada, la luz
del amanecer.
gruñía sin dejar de hincarle cada vez con más fuerza los afilados dientes.
A pesar de que tenía los ojos abiertos por el terror, su visión empezaba
a oscurecerse y las ideas empezaban a resultarle confusas, como si se
rompieran en pedazos. Todo a su alrededor empezaba a nublarse.
La estaba matando. El monstruo la estaba matando. Y luego iba a
matar a su niña, también.
—No. —Intentó inhalar, pero solamente tragó sangre—. Maldito seas...
¡No!
Con un desesperado esfuerzo de voluntad, dio un cabezazo contra el
rostro de su atacante. Él soltó un gruñido, se apartó, sorprendido, y ella
consiguió soltarse. Se apartó de él, tambaleándose, estuvo a punto de
caer sobre sus ro-dillas pero consiguió enderezarse. Con un brazo
sujetaba a su niña y con el o-tro se cubrió la herida húmeda y caliente
de la garganta mientras se alejaba despacio de esa criatura, que levan-
taba la cabeza y la miraba, burlón, con los ojos amarillentos y brillantes y
los labios manchados de sangre.
—Oh, Dios —gimió, mareada ante esa visión.
Dio otro paso hacia atrás. Se dio la vuelta y se dispuso a correr,
aunque fuera inútil.
Y entonces fue cuando vio al otro.
Uno fieros ojos de color ámbar la atravesaron, y por entre unos gran-
des y brillantes colmillos sonó un silbido que anunciaba la muerte. Ella
pensó que iba a cargar contra ella y a terminar lo que el otro había em-
pezado, pero no lo hizo. Escupieron unos sonidos guturales entre ellos, y
luego el recién llegado pasó por su lado con un largo cuchillo en la mano.
«Coge a la niña y vete.»
La orden pareció surgir de la nada y atravesar la neblina de su mente.
Volvió a oírla, esta vez más acuciante, empujándola a la acción. Corrió.
Ciega de pánico, atontada por el miedo y la confusión, se alejó co-
rriendo de la estación atravesando una de las calles más cercanas. Pe-
netró en la ciudad desconocida, en la noche. La histeria la poseía y cada
ruido, incluso el de sus pies contra el suelo, le parecía monstruoso y
mortífero.
Y su niña no dejaba de llorar.
Las iban a descubrir si no conseguía que su niña se tranquilizara.
Tenía que meterla en la cama, tenía que ponerla en la cuna cálida y a-
cogedora. Entonces su niña estaría contenta. Entonces estarían a salvo.
Sí, eso era lo que tenía que hacer. Poner a la niña en la cama, donde los
monstruos no podrían encontrarla.
Estaba cansada, pero no podía descansar. Demasiado peligroso. Tenía
que llegar a casa antes de que su madre se diera cuenta de que otra vez
había salido tan tarde. Estaba confusa, desorientada, pero tenía que co-
rrer. Y eso hizo. Corrió hasta que cayó, exhausta e incapaz de dar un pa-
so más.
Al despertar, al cabo de un rato, sintió que su mente se partía como
una cascara de huevo. La cordura la estaba abandonando, la realidad se
deformaba y se convertía en algo cada vez más oscuro y escurridizo, se
alejaba cada vez más de su alcance.
Oyó un lloro ahogado que procedía de algún lugar, en la distancia. Un
sonido tan insignificante. Se llevó las manos a los oídos y se los cubrió,
pero continuaba oyendo ese pequeño aullido de desvalimiento.
«Shhh —murmuró, a nadie en especial, meciéndose hacia delante y
hacia atrás—. Cállate ahora, la niña está durmiendo. Cállate, cállate,
cállate...»
Pero el llanto continuaba. No cesaba, no cesaba. Le rompía el corazón,
allí, sentada en la mugrienta calle mientras miraba, sin ver nada, la luz
del amanecer.
SavannahArmy
Re: El beso de medianoche {Niall Horan y tú}
AVISO
NO SE NECESITAN PERSONAJES. SÍ DESPUÉS DE ESTE AVISO HAY CINCO RESPUESTAS VOY A SUBIR EL PRIMER CAPITULO (SI HAY MÁS NO ME MOLESTARÍA). SÍ NO LEYERON EL LIBRO, ESTARÍA BUENÍSIMO QUE NO LO BUSCARAS PARA SABER QUE VA A PASAR Y LO LEYERAN DE AQUÍ. SÍ COMENTAN LES AGRADEZCO POR TOMARSE LA MOLESTIA. SI LES GUSTA LA ADAPTACIÓN Y QUIEREN ADAPTARLA CON OTRO PERSONAJE (COPIARLA DE ACÁ Y PEGARLA EN SU TEMA) NO ME MOLESTARA NI VOY A PEDIR CRÉDITOS. CUALQUIER CONSULTA, POR MENSAJE PRIVADO. GRACIAS
▼
SavannahArmy
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Medianoche. |Niall Horan|
» A Medianoche {Niall Horan y ____}
» tu fuiste mi ultimo beso... /harry styles y niall horan/
» Del Rechazo Al Amor Solo Hay Un Beso. Niall y tu
» La hermana de Niall Horan- Harry Styles, Zayn Malik y _____ Horan
» A Medianoche {Niall Horan y ____}
» tu fuiste mi ultimo beso... /harry styles y niall horan/
» Del Rechazo Al Amor Solo Hay Un Beso. Niall y tu
» La hermana de Niall Horan- Harry Styles, Zayn Malik y _____ Horan
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.