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El actor y el conde (Larry Stylinson)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Capitulo 1.
Edward hizo una profunda reverencia, bebiendo de los aplausos. El público aplaudió y silbó su aprobación, que se vio aumentada por la forma circular del teatro. Recogió los pliegues de su vestido e hizo una reverencia a Philip, quien había interpretado a Benedick y él a su Beatrice. Philip tomó su mano y la besó, y la multitud del teatro Swan mostró aprecio por su química en el escenario con ovaciones más fuertes. Con una sonrisa tan ancha que hizo que sus mejillas dolieran, se inclinó una vez más y salió por el ala derecha del escenario.
Edward se movió por el pasillo del teatro esquivando a los otros actores y a los hombres que trabajaban detrás de escena mientras lo felicitaban por su actuación, llegando finalmente al último recorrido de este pasillo hasta el apretado vestidor. El último del resto de los actores que compartía la habitación ya estaba en camino, sin maquillaje y con ropa de calle, ellos se dirigieron a celebrar, y Edward les aseguró que se uniría a ellos tan pronto como se despojara de su traje.
La empalagosa esencia del aceite de rosas colgaba pesadamente en el aire, pero no podía ocultar el aroma de la vida de Londres que penetraba a través de las entrañas del teatro. El olor de la calle invadía por todas partes, e incluso el romance del escenario no podía oscurecer el hedor de la concurrida ciudad de Inglaterra. Se quitó su peluca y dejó caer la masa de rizos negros a la derecha del espejo del tocador. Lo siguiente era el vestido, seguido por el odioso y ajustado corsé, ambos arrojados de lado descuidadamente sobre el respaldo de una silla vacía.
Las velas, esparcidas en cada superficie disponible, proveían luz suficiente para remover la delgada capa blanca que cubría su rostro y cuello, la cual removió con un trapo limpio y agua fría mientras se sentaba frente al espejo.
Edward pasó sus dedos sobre su graso cabello castaño e hizo una mueca al mirar su reflejo. Desafortunadamente, su propio rostro pálido no era lo único que miraba.
―Prima Claire ―dijo a la joven parada detrás de él. Ella estaba sonriendo, pero el sentimiento no había llegado a sus ojos―. ¿A qué debo el placer de tu visita?
―Mi padre me envió a hablar contigo.
Edward gimió ante la mención de Sir Francis Heaven, sabiendo que por lo general un mensaje de su distante tío no iba a ser para su beneficio.
―¿Qué es lo que quiere? Le recuerdo claramente diciendo que no vuelva a aparecer por su puerta otra vez si seguía comprometiendo mi honor, manchándolo con mi forma de vida pagana.
A Claire no pareció interesarle sus palabras. ―¿Cómo te gustaría ser recibido de nuevo al redil familiar y también saldar las deudas de tu padre?
―¿Honestamente? No puede importarme menos.
Claire acarició la falda de su vestido, aparentando alisar una arruga imaginaria. ―Realmente Edward, te he conocido desde que eras un bebé recién nacido –tú no quieres decir eso.
Él suspiró, arrojó el trapo sobre la superficie en frente de él, y enfrentó a Claire. ―Digamos que, considerando la posibilidad de que quiera apaciguar al abatido Señor. ¿Qué quiere él que haga?
―Gemma se ha ido.
―¿Se ha ido? ¿Qué quieres decir con que se ha ido? ―preguntó Edward.
Claire se mordió su labio superior, tomándose un momento para elegir cuidadosamente sus palabras. ―Tu errante hermana gemela ha incumplido un acuerdo que hizo con mi padre y ha huido a Kent con Niall, el hijo del herrero.
Edawrd se rió, tanto por la acción de su hermana como por la obvia inquietud de Claire. ―Ah, ya veo ―dijo sonriendo―. Ahora soy simplemente la oveja gris de la familia. Gemma ha ocupado el papel de la oveja negra.
―Sí, muy gracioso, Edward. Pero eso no ayuda a la situación.
―No es precisamente el fin del mundo, prima. ¿No pueden dejarla ser feliz?
―¿Feliz? ¿En qué concepto se ha ganado ella la felicidad? Gemma cubrió bastante bien sus huellas, tuvimos problemas para encontrarla, pero si se convierte en conocimiento general, su desaparición causaría las habladurías de los chismosos de Londres que nos apuntarían con el dedo tan abiertamente que la familia será el hazme reír.
―Dudo que a alguien le importe las acciones de la hija de un capitán naval muerto hace mucho. ―Edward intentó dejar de sonreír pero no pudo manejarlo completamente―. Estoy seguro que es un momento muy preocupante para todos, pero ustedes saben dónde está ella, y te aseguro que está a salvo, por lo tanto no veo cual es el problema.
―El problema es que se suponía que conocería a su prometido por primera vez mañana, durante la cena, en la residencia familiar de Londres.
―Sólo tienes que informar al caballero de la fuga que sin saberlo ha tenido suerte. Aunque ahora entiendo porque están preocupados porque ella haya desaparecido, y no tiene nada que ver con el chisme cortés.
―La Iglesia está reservada desde hace tres días ―continuó ella, ignorando el malicioso comentario de Edward. Esto estaba destinado a ser la manera en que los Styles le paguen su deuda a mi padre, Edward. El Conde ha concedido un obsequio muy generoso para asegurar esta unión, y mi padre no desea devolverlo.
―¿Obsequio? ¿Quién en su sano juicio nos daría dinero para casarse con Gemma? Estaba convencido de que debía mantenerla, ya que no hay dinero de la propiedad de mi padre para su dote.
―El Conde Tomlinson ha sido de lo más generoso.
―Eso es porque no ha conocido a Gemma, sino habría mantenido cerrado su monedero.
Los ojos de Claire se estrecharon. ―No deberías ser tan frívolo.
―Claire, tan conmovido como estoy por la desgracia de tu padre perdiendo el dinero, todavía sigo sin entender mi parte en el drama.
Inclinándose, Claire recogió la peluca enfrente del espejo. ―Gemma no es una chica particularmente femenina. De hecho, si fuera cruel, diría que ella luce un poco mejor que un hombre en un vestido.
―Claire, mejor que no estés sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo.
―Y no sería la primera vez que te has hecho pasar por tu hermana, ¿verdad? Te recuerdo ganando muchas apuestas en las cuales te podías vestir como tu hermana y no ser descubierto. Una de las cuales resultó con un ojo morado para el chico de los mandados.
Edward le arrebató su peluca. ―Eso fue hace años atrás.
Claire se rió. ―No pienses ni por un momento que aunque hayas crecido te pareces menos a tu hermana. Todavía tienes los mismos pómulos altos y hermosos ojos verdes.
―Ese no es el punto.
―Creo que es exactamente el punto, Edward. Piénsalo como otra actuación.
Edward la miro con el ceño fruncido, pero no parecía estar ni ligeramente perturbada.
―¡No! Absolutamente no.
―Ah, vamos. Esta noche vi tu interpretación. Haces de una mujer mucho más convincente de lo que Gemma es. Y si los rumores que circulan en la corte son ciertas sobre el Conde Tomlinson, dudo que él se oponga incluso si nuestra treta fuera descubierta.
―¿Qué quieres decir con que sí él lo descubre? Estoy seguro que en mi supuesta noche de bodas él pronto descubrirá mis atributos indudablemente pocos femeninos.
―¿Tan poca fe tienes en nosotros? Tenemos todo planeado hasta el más pequeño detalle. ―Edward rodó sus ojos, y Claire le dio una palmada―. Con un poco de fe podemos llegar lejos, primo.
―Lo siento, Claire, pero esto suena mucho más absurdo que algunas de las obras en la que he estado, y déjame recordarte que interpreté a Helena en “Sueño de una Noche de Verano”.
―¡Tonterías! Harás de una maravillosa novia ruborizada, que lamentablemente caerá enferma en su noche de bodas.
Edward agarró su cabeza. ―Por favor dime que no involucraste a ningún médico charlatán en tus maquinaciones ridículas.
―Sé que no le tienes mucho aprecio a la profesión médica, ¿pero al menos puedes estar de acuerdo en ser cordial?
―Estás olvidando prima ―dijo Edward, erizándose―, que no he estado de acuerdo con nada.
Claire ladeó su cabeza de un lado al otro y entrecerró sus ojos. ―Pero lo harás, ¿no es cierto, Edward? Por mucho que afirmas gustarte esta vida tuya tan bizarra, estás a punto de caer en cualquier momento en los bajos fondos, en un trabajo que hasta las prostitutas menosprecian. Y aquí estoy, tu regreso a la respetabilidad. Una manera de cancelar las deudas de tu padre y restaurar su buen nombre.
―¿Y de qué me sirve la respetabilidad, especialmente por la forma que tú crees que me la gano por los medios menos respetables?
Claire jugaba con un bucle de su cabello oscuro. ―¿Es extraño, no crees, qué todavía te encuentres interpretando el papel de una mujer? Quiero decir, a estas alturas deberías ser el héroe o el protagónico masculino galante y romántico.
A Edward no le gustaba la manera en que las palabras de Claire hacían eco de sus propios pensamientos, pero estaría condenado si lo admitiera.
―Era un papel desafiante –un gran papel. No algo que pudiera rehusar.
―¿Pero seguramente hubieras preferido haber interpretado a Benedick o Claudio en vez de una dama envejecida? ―Interrumpió ella
―Beatrice no es una de las heroínas caprichosas de Will. Es fuerte, valiente.
―Pero aún así es una mujer. ―Los ojos de Claire brillaban. Y Edward sabía que ella había visto a través de sus protestas.
―Estoy a pocos meses de cumplir veinte ―dijo él, bajando la mirada, viendo la peluca que yacía sin un propósito en sus manos―. Si rechazara un papel porque si, entonces hay muchos actores jóvenes y brillantes listos para tomar mi lugar. Me enfrento con actores de mayor edad, con más experiencia y carisma para los personajes masculinos. Créeme, es mejor interpretar papeles femeninos mientras aún pueda, que ser relegado al coro.
Claire colocó su mano sobre el hombro de Edward, y él alzó su mirada encontrándose con la de ella en el espejo, sabiendo exactamente dónde iba la conversación.
―Entonces eres afortunado, porque aquí estoy, ofreciéndote la manera de escapar de un destino tan espantoso como el de ser sólo una cara borrosa en una multitud de espectadores. ¿Qué me dices primo, interpretarás a tu hermana?
Sólo había una sola respuesta que podía dar. La vida de un actor no era glamurosa. Había veces que no sabía cuándo llegaría su próxima comida o si estaría durmiendo en una pocilga en vez de una cama.
―¿A qué hora debería estar en la residencia mañana?
------------------------------------
Hola!!
Mi nombre es Lizeth, y bueno este fic lo leí en un día, y me gusto mucho.
Espero que les guste el fic.
Y muchas gracias por leerlo:)
bye
Edward se movió por el pasillo del teatro esquivando a los otros actores y a los hombres que trabajaban detrás de escena mientras lo felicitaban por su actuación, llegando finalmente al último recorrido de este pasillo hasta el apretado vestidor. El último del resto de los actores que compartía la habitación ya estaba en camino, sin maquillaje y con ropa de calle, ellos se dirigieron a celebrar, y Edward les aseguró que se uniría a ellos tan pronto como se despojara de su traje.
La empalagosa esencia del aceite de rosas colgaba pesadamente en el aire, pero no podía ocultar el aroma de la vida de Londres que penetraba a través de las entrañas del teatro. El olor de la calle invadía por todas partes, e incluso el romance del escenario no podía oscurecer el hedor de la concurrida ciudad de Inglaterra. Se quitó su peluca y dejó caer la masa de rizos negros a la derecha del espejo del tocador. Lo siguiente era el vestido, seguido por el odioso y ajustado corsé, ambos arrojados de lado descuidadamente sobre el respaldo de una silla vacía.
Las velas, esparcidas en cada superficie disponible, proveían luz suficiente para remover la delgada capa blanca que cubría su rostro y cuello, la cual removió con un trapo limpio y agua fría mientras se sentaba frente al espejo.
Edward pasó sus dedos sobre su graso cabello castaño e hizo una mueca al mirar su reflejo. Desafortunadamente, su propio rostro pálido no era lo único que miraba.
―Prima Claire ―dijo a la joven parada detrás de él. Ella estaba sonriendo, pero el sentimiento no había llegado a sus ojos―. ¿A qué debo el placer de tu visita?
―Mi padre me envió a hablar contigo.
Edward gimió ante la mención de Sir Francis Heaven, sabiendo que por lo general un mensaje de su distante tío no iba a ser para su beneficio.
―¿Qué es lo que quiere? Le recuerdo claramente diciendo que no vuelva a aparecer por su puerta otra vez si seguía comprometiendo mi honor, manchándolo con mi forma de vida pagana.
A Claire no pareció interesarle sus palabras. ―¿Cómo te gustaría ser recibido de nuevo al redil familiar y también saldar las deudas de tu padre?
―¿Honestamente? No puede importarme menos.
Claire acarició la falda de su vestido, aparentando alisar una arruga imaginaria. ―Realmente Edward, te he conocido desde que eras un bebé recién nacido –tú no quieres decir eso.
Él suspiró, arrojó el trapo sobre la superficie en frente de él, y enfrentó a Claire. ―Digamos que, considerando la posibilidad de que quiera apaciguar al abatido Señor. ¿Qué quiere él que haga?
―Gemma se ha ido.
―¿Se ha ido? ¿Qué quieres decir con que se ha ido? ―preguntó Edward.
Claire se mordió su labio superior, tomándose un momento para elegir cuidadosamente sus palabras. ―Tu errante hermana gemela ha incumplido un acuerdo que hizo con mi padre y ha huido a Kent con Niall, el hijo del herrero.
Edawrd se rió, tanto por la acción de su hermana como por la obvia inquietud de Claire. ―Ah, ya veo ―dijo sonriendo―. Ahora soy simplemente la oveja gris de la familia. Gemma ha ocupado el papel de la oveja negra.
―Sí, muy gracioso, Edward. Pero eso no ayuda a la situación.
―No es precisamente el fin del mundo, prima. ¿No pueden dejarla ser feliz?
―¿Feliz? ¿En qué concepto se ha ganado ella la felicidad? Gemma cubrió bastante bien sus huellas, tuvimos problemas para encontrarla, pero si se convierte en conocimiento general, su desaparición causaría las habladurías de los chismosos de Londres que nos apuntarían con el dedo tan abiertamente que la familia será el hazme reír.
―Dudo que a alguien le importe las acciones de la hija de un capitán naval muerto hace mucho. ―Edward intentó dejar de sonreír pero no pudo manejarlo completamente―. Estoy seguro que es un momento muy preocupante para todos, pero ustedes saben dónde está ella, y te aseguro que está a salvo, por lo tanto no veo cual es el problema.
―El problema es que se suponía que conocería a su prometido por primera vez mañana, durante la cena, en la residencia familiar de Londres.
―Sólo tienes que informar al caballero de la fuga que sin saberlo ha tenido suerte. Aunque ahora entiendo porque están preocupados porque ella haya desaparecido, y no tiene nada que ver con el chisme cortés.
―La Iglesia está reservada desde hace tres días ―continuó ella, ignorando el malicioso comentario de Edward. Esto estaba destinado a ser la manera en que los Styles le paguen su deuda a mi padre, Edward. El Conde ha concedido un obsequio muy generoso para asegurar esta unión, y mi padre no desea devolverlo.
―¿Obsequio? ¿Quién en su sano juicio nos daría dinero para casarse con Gemma? Estaba convencido de que debía mantenerla, ya que no hay dinero de la propiedad de mi padre para su dote.
―El Conde Tomlinson ha sido de lo más generoso.
―Eso es porque no ha conocido a Gemma, sino habría mantenido cerrado su monedero.
Los ojos de Claire se estrecharon. ―No deberías ser tan frívolo.
―Claire, tan conmovido como estoy por la desgracia de tu padre perdiendo el dinero, todavía sigo sin entender mi parte en el drama.
Inclinándose, Claire recogió la peluca enfrente del espejo. ―Gemma no es una chica particularmente femenina. De hecho, si fuera cruel, diría que ella luce un poco mejor que un hombre en un vestido.
―Claire, mejor que no estés sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo.
―Y no sería la primera vez que te has hecho pasar por tu hermana, ¿verdad? Te recuerdo ganando muchas apuestas en las cuales te podías vestir como tu hermana y no ser descubierto. Una de las cuales resultó con un ojo morado para el chico de los mandados.
Edward le arrebató su peluca. ―Eso fue hace años atrás.
Claire se rió. ―No pienses ni por un momento que aunque hayas crecido te pareces menos a tu hermana. Todavía tienes los mismos pómulos altos y hermosos ojos verdes.
―Ese no es el punto.
―Creo que es exactamente el punto, Edward. Piénsalo como otra actuación.
Edward la miro con el ceño fruncido, pero no parecía estar ni ligeramente perturbada.
―¡No! Absolutamente no.
―Ah, vamos. Esta noche vi tu interpretación. Haces de una mujer mucho más convincente de lo que Gemma es. Y si los rumores que circulan en la corte son ciertas sobre el Conde Tomlinson, dudo que él se oponga incluso si nuestra treta fuera descubierta.
―¿Qué quieres decir con que sí él lo descubre? Estoy seguro que en mi supuesta noche de bodas él pronto descubrirá mis atributos indudablemente pocos femeninos.
―¿Tan poca fe tienes en nosotros? Tenemos todo planeado hasta el más pequeño detalle. ―Edward rodó sus ojos, y Claire le dio una palmada―. Con un poco de fe podemos llegar lejos, primo.
―Lo siento, Claire, pero esto suena mucho más absurdo que algunas de las obras en la que he estado, y déjame recordarte que interpreté a Helena en “Sueño de una Noche de Verano”.
―¡Tonterías! Harás de una maravillosa novia ruborizada, que lamentablemente caerá enferma en su noche de bodas.
Edward agarró su cabeza. ―Por favor dime que no involucraste a ningún médico charlatán en tus maquinaciones ridículas.
―Sé que no le tienes mucho aprecio a la profesión médica, ¿pero al menos puedes estar de acuerdo en ser cordial?
―Estás olvidando prima ―dijo Edward, erizándose―, que no he estado de acuerdo con nada.
Claire ladeó su cabeza de un lado al otro y entrecerró sus ojos. ―Pero lo harás, ¿no es cierto, Edward? Por mucho que afirmas gustarte esta vida tuya tan bizarra, estás a punto de caer en cualquier momento en los bajos fondos, en un trabajo que hasta las prostitutas menosprecian. Y aquí estoy, tu regreso a la respetabilidad. Una manera de cancelar las deudas de tu padre y restaurar su buen nombre.
―¿Y de qué me sirve la respetabilidad, especialmente por la forma que tú crees que me la gano por los medios menos respetables?
Claire jugaba con un bucle de su cabello oscuro. ―¿Es extraño, no crees, qué todavía te encuentres interpretando el papel de una mujer? Quiero decir, a estas alturas deberías ser el héroe o el protagónico masculino galante y romántico.
A Edward no le gustaba la manera en que las palabras de Claire hacían eco de sus propios pensamientos, pero estaría condenado si lo admitiera.
―Era un papel desafiante –un gran papel. No algo que pudiera rehusar.
―¿Pero seguramente hubieras preferido haber interpretado a Benedick o Claudio en vez de una dama envejecida? ―Interrumpió ella
―Beatrice no es una de las heroínas caprichosas de Will. Es fuerte, valiente.
―Pero aún así es una mujer. ―Los ojos de Claire brillaban. Y Edward sabía que ella había visto a través de sus protestas.
―Estoy a pocos meses de cumplir veinte ―dijo él, bajando la mirada, viendo la peluca que yacía sin un propósito en sus manos―. Si rechazara un papel porque si, entonces hay muchos actores jóvenes y brillantes listos para tomar mi lugar. Me enfrento con actores de mayor edad, con más experiencia y carisma para los personajes masculinos. Créeme, es mejor interpretar papeles femeninos mientras aún pueda, que ser relegado al coro.
Claire colocó su mano sobre el hombro de Edward, y él alzó su mirada encontrándose con la de ella en el espejo, sabiendo exactamente dónde iba la conversación.
―Entonces eres afortunado, porque aquí estoy, ofreciéndote la manera de escapar de un destino tan espantoso como el de ser sólo una cara borrosa en una multitud de espectadores. ¿Qué me dices primo, interpretarás a tu hermana?
Sólo había una sola respuesta que podía dar. La vida de un actor no era glamurosa. Había veces que no sabía cuándo llegaría su próxima comida o si estaría durmiendo en una pocilga en vez de una cama.
―¿A qué hora debería estar en la residencia mañana?
------------------------------------
Hola!!
Mi nombre es Lizeth, y bueno este fic lo leí en un día, y me gusto mucho.
Espero que les guste el fic.
Y muchas gracias por leerlo:)
bye
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Mai gawd *-* holu, segui esto, YA ahno. Te juro que no suelo leer fics sin terminar y menos casi recien empezados pero me llamo la atencion el titulo e.e es genial *-* quiero mas, me voy a hacer adicta a esta novela, te voy a joder por capis siempre ah. Eso, bye, debo dormir ahora ._. Ciao(? Ah
Juliet Aviles
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
YISUS, OH YISUS.
Jamas crei que seria asi, de verdad que me dejaste sin habla. Siguela, que me imagino a harry de mujer y como que me pongo viteh(? askdhasdkasdhaskjj no pesques esa wea xdddd, bueno, siguela!!!
Jamas crei que seria asi, de verdad que me dejaste sin habla. Siguela, que me imagino a harry de mujer y como que me pongo viteh(? askdhasdkasdhaskjj no pesques esa wea xdddd, bueno, siguela!!!
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Holi :3
Bueno, encontré tu novela de casualidad, enserio. Y como era de Larry entre e.e
¡Larry Shipper here!
Como sea, me encanto el primer capítulo (asdf, Gemma y Niall), ¡síguela pronto!
Bueno, encontré tu novela de casualidad, enserio. Y como era de Larry entre e.e
¡Larry Shipper here!
Como sea, me encanto el primer capítulo (asdf, Gemma y Niall), ¡síguela pronto!
Ely.
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Ay esto va a ser muy bueno JAJAJA. Harry, bueno Edward en este caso, haciendo de Gemma, aww.
Seguilo pronto por favor.
Seguilo pronto por favor.
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Buenisima!!!
En mi opinion, si louis lo descubre pronto mejor porque sino se terminara enamorando de la imagen de gemma y esperemos que louis sea bisexual o gay ;)
Siguela, byee
En mi opinion, si louis lo descubre pronto mejor porque sino se terminara enamorando de la imagen de gemma y esperemos que louis sea bisexual o gay ;)
Siguela, byee
Nelshipper
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
siguela prontooo, me quede picada ah esta muy ineresante :) me gusta xx, bye
TamaraLS:)
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Hola.Emma escribió:YISUS, OH YISUS.
Jamas crei que seria asi, de verdad que me dejaste sin habla. Siguela, que me imagino a harry de mujer y como que me pongo viteh(? askdhasdkasdhaskjj no pesques esa wea xdddd, bueno, siguela!!!
Ah, cual era tu idea del fic?
Espero que te guste!:)
Ah, harry vestido de mujer seria genial, aunque si pienso en louis me vuelvo loca.
La siggoo:))
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Holaa.Ely. escribió:Holi :3
Bueno, encontré tu novela de casualidad, enserio. Y como era de Larry entre e.e
¡Larry Shipper here!
Como sea, me encanto el primer capítulo (asdf, Gemma y Niall), ¡síguela pronto!
Ah muchas gracias por leerla, espero que te guste.
Ah, no se, ellos dos se hacen lindos juntos:)
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Ah, lo ves, acá no hay tragedia:( lastima pinta para darle muerte a uno, pero nah, estas escritoras aman el final feliz.Debby escribió:Ay esto va a ser muy bueno JAJAJA. Harry, bueno Edward en este caso, haciendo de Gemma, aww.
Seguilo pronto por favor.
La sigo:)
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Holaa.Nelshipper escribió:Buenisima!!!
En mi opinion, si louis lo descubre pronto mejor porque sino se terminara enamorando de la imagen de gemma y esperemos que louis sea bisexual o gay ;)
Siguela, byee
Ah, ya veremos si will es abusado con eso.
Saludos
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Holaa!TamaraLS:) escribió:siguela prontooo, me quede picada ah esta muy ineresante :) me gusta xx, bye
La sigoo:)
Gracias por leerla
Invitado
Invitado
Capitulo 2.
Edward se dirigió cuesta abajo hacia la angosta calle donde estaba ubicada la residencia, esquivando los charcos fétidos de agua mientras luchaba con la pesada bolsa que contenía todo lo que necesitaría para transformarse en Gemma.
Una voz familiar llamó su atención, y miró hacia arriba para ver a Claire asomándose por la ventana del segundo piso.
―Ve por la entrada de la servidumbre. Te veré allí
Antes que Edward pudiera responder, ella ya había desaparecido, cerrando de un golpe la ventana detrás de ella y haciendo que el alero vibrara a su paso.
Él refunfuño por lo bajo por el descaro de la mujer, que esperaba que se comportara como uno de los sirvientes, pero giró hacia el oscuro callejón que corría entre las dos casa vecinas y subió los pocos escalones hacia la puerta de servicio.
La puerta se abrió y fue agarrado por delante de su jubón y jalado adentro por su sonriente prima.
―Ten cuidado, bruja ―dijo, enderezando su jubón una vez que ella lo había soltado.
―No hay tiempo para tus costumbres remilgadas. No tenemos tanto tiempo antes de que llegue el Conde Tomlinson. Usa el segundo dormitorio de la izquierda para cambiarte.
―Qué gentileza la tuya dejarme usar la habitación que una vez fue mía ―pasó haciéndola a un lado, sin mirar atrás, cuando al alzar su bolsa la golpeó haciéndola aullar de dolor.
La pequeña habitación seguía igual a como la recordaba. Poco había cambiado en cuatro años desde que desobedeció al padre de Claire, su tutor, y audicionó como actor para la producción de “La Comedia de la Equivocaciones”. En su opinión, el dinero que su familia había pagado a los tutores para enseñarle a leer había sido bien invertido, con su educación y rápido ingenio había obtenido el papel que había querido. El respaldo de madera de la cama seguía ocupando la mayoría del espacio, el mismo rico mobiliario que recordaba. La única adición era una sencilla mesa de madera sobre la cual se sostenía un espejo.
En todos los teatros que había trabajado, los espejos habían sido regalos de mecenas acaudalados. Dónde sus marcos habían sido sencillos, este espejo estaba ornamentado, y mientras Edward examinaba los detalles de flora y fauna, no pudo evitar preguntarse cómo su familia había llegado a poseer piezas tan costosas.
―Fue un regalo del Conde Tomlinson. ―Una vez más Claire se las arregló para acercase a él sigilosamente sin anunciarse.
Se giró para enfrentarla. ―¿En serio?
―Sí, llego el día después de haber sido aceptada la proposición de mano de Gemma.
Edward murmuró para sí mismo, asombrado de que alguien quisiera tanto casarse con su hermana. ―Es un regalo extravagante, considerando que él ya había conseguido el casamiento.
―Lo mismo pienso ―Claire dijo―. Te diré esto, Edward, el Conde Tomlinson parece muy entusiasmado por volver a casarse para mi gusto.
―Mencionaste que él ya tiene un heredero… eso me lleva a preguntarme ¿qué pasó con la anterior Lady Tomlinson?
―Nada ni remotamente misterioso. Ella murió durante el nacimiento de su hijo, tres veranos atrás.
Edward chaqueó la lengua. ―Pensé que estabas por decir que ha sido apenas unos meses. Entonces es obvio porqué el Conde desea volver a casarse: se siente solo.
El resoplido de Clarie en respuesta fue de lo más impropio de una dama. ―Eso no es lo que los rumores en la corte aluden. Él es un hombre conocido por no tener problemas para encontrar compañía.
―Para alguien que se queja de que la desaparición de Gemma pueda causar un escándalo, había pensado que no serias una de las que aprueban los chismorreos, Claire. Ahora déjame. Necesito tiempo para vestirme si voy a tener alguna esperanza de un resultado exitoso.
Edward ignoró la risa de Claire cuando ella salió de la habitación, centrándose en cambio en desempacar su maleta. Había considerado usar el traje que se había puesto para Beatrice, pero no estaba ni cerca de ser lo suficientemente espléndido para la cena con un Conde, y tenía la esperanza de que lo que había sido capaz de tomar prestado de la amiga de una amiga sea aceptable, incluso si ya era de unas cuantas temporadas pasadas.
Colocó su maleta de forma vertical en la cama y, poniendo una maleta más chica de un lado, empezó a revisar la pila de ropa. El vestido era de un rico índigo, y lo sostuvo para inspeccionar el daño. El terciopelo estaba un poco arrugado, pero no pensó que el Conde Tomlinson lo notaría en el comedor mal iluminado. Lo tendió sobre la cama, colocando a su lado un corsé y una enagua de lino de color blanco.
Notando que el cordón de la manga azul se había enredado, Edward lo desenredó y después lo anudo holgadamente contra el corpiño.
La voluminosa falda era la siguiente, la cual necesitaba un miriñaque cosido con ballenas para darle forma. Lo sacudió, quitando el verdugado rollo, el cual se las arregló para atraparla antes de que mandara la gorguera a volar fuera de la cama.
Mientras inspeccionaba su traje, se estremeció involuntariamente, sabiendo que tenía por delante una noche de incomodidad, con el corsé asegurado a su cintura y el verdugado rollo amarrado en su lugar alrededor de su culo para darle un realce de caderas femeninas.
Después de quitarse su propia ropa de aspecto sencillo pero dejándose su calza, se lavó con agua tibia en la jofaina que había sido dejada para él y comenzó a cambiarse. Tomó una enagua de cuello alto de color blanco y sacudió las arrugas más notables antes de deslizarla sobre su cabeza. El verdugado rollo era un poco más pesado, con su larga forma de salchicha haciéndolo difícil de manejar, aún así lo ató alrededor de su cadera. A pesar de sus prácticas nocturnas con el corsé, era difícil de maniobrar el odiado artilugio para conseguir que quedé en su lugar, y se retorció y se giró para tenerlo firme de la forma que podría describirse como lo más remotamente cómoda. Nunca antes había tenido la ocasión de estar agradecido de que su hermana fuera un poco chata de pecho, pero ahora lo estaba, mientras que el efecto del corsé estrechaba sus caderas, la tela de la enagua le daba la impresión suficiente de tener busto para sus propósitos. En cuanto al miriñaque, las costillas de la ballena le daban la forma perfecta para ser cubierto por la falda, pero Edward maldijo entre dientes, ya que con el corsé se le hacía difícil alcanzar su espalda para asegurarse que la falda está apropiadamente firme sobre el verdugado.
El color índigo profundo del vestido contrastaba con el celeste de la falda y las mangas y una vez que finalmente se lo había puesto, se aseguró los puños. Sentía que había corrido kilómetros, exhausto por el padecimiento de estar alistándose.
La próxima vez tendría que pedirle ayuda a Claire. Los trajes del teatro no estaban ni cerca de ser tan complicados. Sólo tenían que dar a la distancia, la ilusión de una mujer de la nobleza, y no había manera que se saliera con la suya con eso cerca del Conde Tomlinson, un hombre que pasó bastante tiempo en la corte como para saber lo que una mujer de la nobleza debería estar usando.
Edward agarró la pequeña bolsa que había dejado de lado más temprano y se dirigió al espejo, sacando su peluca negra fuera de la bolsa peinó con sus dedos la falsa peluca para obtener los rizos en su posición. Sentándose por un momento, sacó su suministro de maquillaje escénico y con una mano práctica, untó una delgada capa de pintura blanca atravesando su rostro y cuello y agregó rubor a sus labios y mejillas. Feliz con el resultado, se puso la peluca, teniendo cuidado de poner los rizos en su lugar para que no se corriera su maquillaje antes de que tuviera la oportunidad de secarse, y guardó unas cuantas hebras de su propio cabello.
Finalmente, ató la gorguera en su lugar, escondiendo su manzana de Adán.
Mientras se movía, la ballena crujía dentro del miriñaque, y el verdugado rollo se corría incómodamente debajo de la falda. Estaba muy agradecido de que tuviera poco apetito. La posibilidad de cenar mientras estaba siendo exprimido por el corsé hacía que su estómago doliera. Mirándose en el espejo, por un lado estaba perturbado por haberse transformado en una mujer bastante apuesta, aunque no iría tan lejos como describirse a sí mismo como atractiva, y también que se parecía realmente Gemma. Una cosa era interpretar a una mujer en el escenario, otra era hacerse pasar por una en la vida real. Suspiró ruidosamente, preguntándose en qué se había metido.
―El Conde Tomlinson ha llegado ―dijo Claire entrando en la habitación―. Date la vuelta, déjame darte un buen vistazo.
Edward se sintió como una ramera vendiendo su mercancía en South Bank mientras Claire lo miraba de arriba a abajo. Ella volvió a atar los lazos de su manga para evitar que se desataran. Y con un firme tirón ajustó más el corsé, además ciñó su cintura, y reacomodó su peluca para que los rizos cayeran al frente de sus hombros.
Claire suspiró de satisfacción. ―Te dije que no tendrías problemas para representar a Gemma, sin embargo con el maquillaje luces más bonita de lo que normalmente la pobre chica puede manejar. Estaré muy orgullosa de presentarte a William Tomlinson y actuar como tu chaperona.
Edward frunció el ceño. ―En serio Claire, eres muy cruel.
―Sólo hablo con la verdad.
―Siempre hay una primera vez para todo ―farfulló entre dientes.
―¿Estás listo?
Edward levantó el dobladillo de su falda para relevar sus pies descalzos. ―Pequeño problema, sin zapatos.
Claire miró a sus pies, sus manos sobre sus labios. ―No estoy segura de poder ayudarte con eso. No hay manera que tus patas quepan en mis sandalias, inclusive si tenemos que cortar la parte de atrás.
―Voy volver a ponerme mis botas y recordar dar pequeños pasos para que no se vean. No hay manera de que vaya descalzo.
Con algo de dificultad, debido al corsé y la ballena, Edward se las arregló para inclinarse lo suficiente para colocarse sus botas, y sujetándose del bazo de Claire se aseguró de no caer mientras se balanceaba.
―Entonces, ¿sólo estamos los tres para la cena? ―preguntó él mientras de enderezaba.
―Sí, no hace falta alargar esta farsa más de lo necesario. Esta clase de secretos son fácilmente divulgados si no tenemos cuidado.
―Al principio sentía pena de mí mismo. Ahora estoy empezando a sentir lástima por él.
―¿Por qué deberías? Él debe querer éste matrimonio como una especie de cubierta para sí mismo. Ningún hombre con su apariencia y posición se conformaría con Gemma ―dijo Claire, mirando una vez más su aspecto―. Y el retrato que él recibió de Gemma la hizo más simple que bonita. Recuerda mis palabras, Edward, aquí hay algo más que él buscando una esposa.
―Si tienes estas dudas, ¿por qué tu padre estuvo de acuerdo en dar la mano de Gemma a Tomlinson? ―preguntó, cada vez más preocupado.
―Porque mi padre no tiene dudas, él cree que el Conde Tomlinson es absolutamente el adecuado.
―Al parecer Gemma hizo lo correcto al fugarse.
―Debe ser un hombre de secretos, pero definitivamente es un hombre con un monedero lleno.
Ella lo acompañó fuera de la habitación y escaleras abajo, y Edward agradeció al cielo que estaba acostumbrado a navegar en pequeños pasillos mientras usaba un vestido largo y ancho detrás de escena en el Swan. Se detuvieron a los pies de la escalera para que Claire le diera una última mirada apreciativa, y asintió su aprobación. ―Y recuerda, pequeños pasos. ¡No quiero ver tus botas desgastadas!
El comedor de panel de madera estaba iluminado por las velas que danzaban en figuras sobre la mesa puesta para tres, pero la habitación seguía bastante oscura para la tranquilidad de Edward. Un aroma fuerte de flores secas agregaba un ambiente íntimo, creado por la luz tenue.
Pero Edward no tuvo tiempo para disfrutar del ambiente, ya que como un torbellino apareció el Conde William Tomlinson en frente de él y agarró su mano, sólo para depositar un delicado beso en la parte posterior de la misma.
―Por fin nos conocemos.
Por más que le dolió admitirlo, Claire había tenido razón, ya era dos veces en dos días, y eso puso nervioso a Edward. Pero William era innegablemente guapo, y no había manera que él hubiera estado interesando en la anticuada y poco agraciada Gemma-.
El Conde Tomlinson era alto, cerca de uno con ochenta dos, y vestía a la altura de la moda. Su jubón rojo oscuro enfatizaba su ancho pecho, y sus piernas musculosas exhibían su calza y liga. Tenía un rostro fino, acentuado por su corto cabello castaño y su barba recortada a la perfección, y Edward notó un pendiente dorado en su lóbulo izquierdo.
No se podía negar que el Conde era atractivo, Y Edward sabía que no sólo el elaborado vestido y el maquillaje hacían que su temperatura aumentara. A pesar de haber pasado los últimos años como actor, él no había estado a la altura de la reputación que muchos de sus colegas se habían ganado, y la apariencia del conde estaba removiendo sentimientos que por lo general tenía el buen sentido de ignorar.
―He estado esperando ansiosamente su llegada, Conde Tomlinson ―dijo Edward con la voz de falsete que había usado para Beatrice la noche anterior.
―Por favor, llámeme William. ―Hizo una reverencia antes de soltar la mano de Edward―. Su retrato no le hace justicia.
―Es usted muy amable.
La cena fue un asunto más complicado de lo que él estaba acostumbrado, con Claire habiendo organizado una amplia selección de carnes, queso y pan, acompañado con vino. Edward estaba sentado entre Claire y William, y Claire actuó como una excelente anfitriona, manteniendo una conversación fluida sin dejar que vaya a direcciones equivocadas.
Edward no pudo evitar notar las miradas prolongadas que le estaba dando el conde. A pesar de no ser inesperado, ya que estaba destinado a ser la eventual esposa del Conde, la cercana inspección le hizo sentirse incómodo, y temió que el plan de ellos fuera descubierto en cualquier momento.
William era tan encantador como apuesto, y Edward se encontró a si mismo disfrutando la noche a pesar del plan. Tuvo cuidado de tomar a sorbos el vino de una manera que esperó pareciera propio de una dama y no tuvo problema en comer elegantemente, ya que su corsé le atrapaba tanto a su apetito como a su cintura. William contó historias que oscilaban desde lo dramático a rayando lo subido de tono, y entretuvo a sus acompañantes con sus aventuras en la corte, para el deleite de Claire.
―Y por supuesto está el asunto de Lord Hettingshaw y el loro. ¿Lo han escuchado? ―preguntó William, sus ojos brillaron.
―No ―dijo Claire, inclinándose más cerca―. ¿Qué pasó?
―Henttingshaw es bien conocido por su vanidad, pero con una cabeza de rizos dorados, muchos creyeron que eso le daba derecho. En uno de los banquetes de Navidad en
Richmond, había una exposición de pájaros exóticos, incluyendo a un loro muy animado. Voló alrededor del salón, sólo para abalanzarse sobre la cabeza de Henttingshaw. Ahora, no sé por qué la criatura posó su vista en él, pero descendió en picado, y la siguiente cosa que vi eran esos famosos rizos volando hasta el techo y un muy calvo Hettingshaw a toda carrera por la habitación.
Edward no puso evitar reír, pero fue más moderado que el cotorreo de Claire, y William pareció notar su reserva y cambió de tema.
―¿Los planes para la boda van yendo bien, supongo? ―Pregunto William.
Edward estaba aliviado cuando respondió Claire. —Sí, la iglesia está preparada. El padre Micheals de St. Mary ha sido de lo más complaciente, y Gemma tendrá la prueba final de su vestido mañana.
―Excelente ―dijo William. Él sonrió―. Nunca seré un solterón de sesenta años.
Edward casi se atragantó con un pedazo de queso que estaba comiendo, las palabras de William estaban tan cerca de uno de los lamentos de Benedick sobre el matrimonio en ―Mucho ruido y pocas nueces‖ para ser una mera coincidencia. Miro a William con los ojos muy abiertos, quien levanto su copa como saludo.
Después que se consumió la última comida, William se volvió hacia Edward y, con una gloriosa sonrisa, preguntó —¿Quizá sea tan amable de tomar un poco de aire nocturno conmigo?
Un paseo en el jardín ayudaría a mi digestión, y su presencia haría el aire de la noche más dulce.
Edward sonrió, tratando de no mostrar su disconformidad. ―Señor, apenas creo que sea apropiado…
Claire despejo su preocupación. ―Estoy segura que el Conde Tomlisnon no se quiere aprovechar de tu inocencia a este lado de la capilla.
Sin oportunidad de salvarse, Edward tomó el brazo que le ofreció William, y la pareja salió de la casa y dieron un paseo por el jardín privado. William no dijo nada hasta que llegaron a un pequeño banco debajo de un árbol de pera que estaba bañado con la luz de la luna y lejos de cualquier ojo u oídos curiosos.
Cualquier cosa que Edward hubiera esperado que William dijera, ciertamente no era no lo que salió de la boca del hombre. ―Vi tu actuación en el Swan anoche. Estuviste maravilloso, pero esta noche fue sorprendente.
―No sé lo que quiere decir.
―Por supuesto que no ―replicó William, sus labios cerca del oído de Edward, y su mano descansando sobre sus muslos―. Al igual que no eres realmente el hermano gemelo de Gemma, Edward Styles.
Edward giró su cabeza para enfrentar a William. Tragó con fuerza, no sabiendo que decir, la presión de haber sido atrapado se mezclaba con la atracción hacia el conde.
―Yo…
―Sé que la familia Styles ha caído en tiempos difíciles, pero no me había dado cuenta hasta cuánto se habían reducido las arcas.
―Mi difunto padre tuvo mala suerte con algunas inversiones ―dijo Edward, ahora su voz con una normal cadencia. No había razón en mantener las pretensiones, no con William tan cerca―. Y fuimos incapaces de recuperar las donaciones que hicimos a la corona para apoyar las guerras contra España, tanto como para deber al padre de Claire una suma significativa de dinero.
―¿Y esperabas qué un matrimonio favorable salvaría esto?
―El dinero que tan generosamente has dado por la mano de Gemma pagó la última deuda de mi padre.
―¿Entonces, qué fue de tu hermana, Edward? ¿O siempre tuviste la intención de jugar a ser mi novia?
―No precisamente. Ella ha huido con un hombre del que se creé enamorada.
William rió ―Chica lista.
―Así parece.
Edward miró como William lo examinaba de cerca, contemplando su apariencia, de pies a cabeza.
―¿Ahora qué? Ya sabes qué planeábamos hacer.
―Pienso que el plan tiene sus méritos ―replicó William con una sonrisa maliciosa―. Y creo que podemos llegar a un arreglo que me va a impedir tener que manchar al gran nombre que Styles fue una vez.
A Edward no le gustó como sonó eso, las palabras tan cerca del chantaje para su consuelo.
―¿Qué quiere decir exactamente?
―Si estás de acuerdo con seguir esta farsa, continuar interpretando a Gemma, entonces yo en cambio asumiré el papel de devoto esposo.
―¿Qué?
―Tu gran actuación, Edward. Engañar a la corte y a la buena sociedad con una boda extravagante, después retírate a mi casa de campo para ser mí amada esposa por quizás un año o dos, hasta que mi joven, pero enfermiza esposa sucumba a la fiebre y tú regresarás a tu vida como Edward Styles.
Por un momento Edward fue incapaz de responder, la perturbadora propuesta de William le privó de sus palabras.
―¿Pero por qué quieres esto?
La sonrisa de William fue depredadora. ―Tengo mis razones.
―Pero…
―Nada de peros, Edward, ¿tienes tu repuesta? ¿Una vida de lujo y honor o la deshonra de tu familia?
El corazón de Edward se aceleró en su pecho, pero miró fijamente al expectante rostro de William, realmente tenía poca elección.
―Acepto.
―Así lo pensé.
―Mandaré a mi sastre a visitarte en la mañana. Es un hombre leal, por lo tanto no tengas reparos, que él no dirá nada sobre nuestro plan. ―William se levantó―. Asumo que el vestido de boda hecho para tu hermana necesitará algunas modificaciones. A juzgar por el estilo del vestido, necesitarás un nuevo guardarropa que vaya con tu nuevo papel.
Edward frunció el ceño mientras William hacia una reverencia y se marchaba. La arrogancia del hombre le consternaba, pero lo que más le angustiaba era el lío en el que se había metido.
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