Till The End Of Times. {wigetta.

—Sabes que esto no pasará nunca ¿verdad Guille? Tu y yo juntos… nunca…

Guillermo nisiquiera se atrevía a preguntar, a pedir una explicación, el sonido de su voz lo había abandonado y es que lo había intentado de tantas maneras… tratar de enamorarlo…

Había estado siempre para el, en cada momento… en cada situación… y si bien es verdad que Samuel también había estado con el cuando lo necesitó, era doloroso darse cuenta que sus sentimientos no iban por el mismo camino. De igual forma se atrevió a preguntar, aun cuando sabía que la respuesta dolería, que calaría hasta lo mas hondo de su alma… pero que mas daba, el dolor de ese “tu y yo juntos nunca” lo estaba carcomiendo… así que un poco mas tampoco iba a matarlo.

—¿Por qué? – Se atrevió a decir en un susurro casi inaudible, temiendo que las lágrimas que ya amenazaban con desatarse, terminaran irrumpiendo en su rostro lleno de la mayor tristeza que había sentido jamás.

—Pues… Guille… tu sabes que yo… no… – Los ojos de Guillermo se abrieron de par en par, dejando ver un profundo dolor en su mirada, mientras su corazón latía de forma desesperada. No podía de ninguna manera permitir que terminara esa frase.

—No lo digas… por favor, creo que ya lo he entendido

Se giró mirando al piso, pasando saliva pesadamente, abatido… a fin de cuentas, Guillermo no fue tan valiente, no fue capaz de escuchar aquello que estaba a punto de salir de los labios de Samuel… no lo amaba, eso era seguro, pero a pesar de que el ya lo sabía, no se sentía lo suficientemente listo para escucharlo.

Guillermo jamás se imaginó que esto fuera a ser tan difícil, ahí, sentado en la silla frente a su ordenador, mientras recordaba aquella conversación donde su corazón se había hecho pedazos, dio un golpe a su escritorio tan fuerte y con tanta rabia, que termino por derramar un vaso con agua que tenía cerca, haciendo un completo desorden sobre el escritorio.

—¡Es que me cago en todo tío! – Exclamó completamente molesto, y es que esto era lo único que le faltaba, había echado a perder su teclado. Se levantó de su silla y se lanzo a la cama balbuceando incoherencias completamente cabreado. Mientras se cubría el rostro con la almohada… ¿Por qué la vida tenía que ser tan cruel con el? – Es el Karma – se dijo a sí mismo, dándose cuenta que una vez mas estaba recordándolo… se odió a si mismo por ser tan tonto, por vivir aferrado a un sentimiento que no tenía ningún futuro.

Guillermo no era una persona muy expresiva, para el era bastante difícil demostrar sus sentimientos o mostrarse vulnerable ante situaciones del corazón, pero eso no significaba que no sintiera, que el rechazo de Samuel no le hubiese dolido hasta el alma, y lo tuviera reducido a la piltrafa que ahora era, de la que el mismo se avergonzaba.

Y lloró… tumbado en su cama sumido en la mas absoluta miseria… lloró todo lo que no había llorado en años, porque esto dolía y de una forma que el jamás se imagino.

Quería sentir odio por Samuel, de verdad que quería, de esa manera quizá podría dejar en el toda la culpa de su error, de haber interpretado mal esos pequeños y sutiles actos que el había interpretado erróneamente como señales de un enamoramiento que solo el sentía. Pero se dio cuenta de muy mala manera que todas esas pequeñas muestras de cariño, en realidad no significaban nada para Samuel.

—¡Eres un imbécil Samuel! – gritó contra la almohada, recordando de forma dolorosa cada “mi vida” “cariño” “mi príncipe” “ chiqui” que Samuel le había dicho tantas veces mientras grababan y mientras no – ¡Todo era una puta mentira! – y si, es verdad que Guillermo no maldecía, pero esta situación lo estaba rebasando.

Se incorporó sentándose en la orilla de la cama mientras se revolvía un poco el cabello con desesperación - ¡Vete a la mierda Samuel! – se dijo a si mismo, pues estaba completamente decidido a olvidarlo… y no iban a haber mierdas tales como “No te correspondo pero sigamos siendo amigos” eso definitivamente no, si no podía quererlo de la misma forma en la que el lo quería, era mejor que se olvidara de esa amistad que solo iba a hacerles daño.

Giro su mirada hacia la mesa, dándose cuenta de la cagada que acababa de hacer… ahora necesitaba un nuevo teclado y menos mal que tenía algunos ahorros, aunque a decir verdad tampoco es que fuera un artículo particularmente costoso. Salió de la casa.

El viento frio de Madrid le topó la cara haciendo que sus mejillas se pusieran aun más rojas de lo que normalmente eran - ¡Odio el frio! – exclamó con molestia, mientras se ajustaba bien el cierre de su chaqueta.

Caminó a paso lento con la mente prácticamente en blanco. No tenía nada de ganas de caminar y tontamente no se le había ocurrido tomar el coche de su padre, quien se encontraba de viaje junto a su madre y su hermana… al menos no tendrían que pagar sin tener culpa, por la mala hostia que se cargaba encima.

Después de caminar por un rato, ya se encontraba en el centro de Madrid. Sabía a que local iba específicamente, así que esperaba estar de regreso rápido en casa. Iban a ser las 6 de la tarde, pero con este clima nublado y lluvioso todo se tornaba más oscuro, y tampoco le apetecía caminar por las oscuras calles de Madrid solo.

Entro al negocio, pidió lo que necesitaba y cuando se lo hubieron entregado, pagó y se dirigió hasta la entrada. Abrió la puerta para salir de forma brusca y descuidada, saliendo sin reparar en que una pareja pasaba justo por enfrente. Chocó contra ambas personas, provocando que la caja que cargaba en sus manos cayese al piso.

—¡Ostras! Camina con más cuidado chaval

Esa voz… cuando Guillermo lo escuchó, levanto la mirada inmediatamente, sin siquiera reparar en el paquete que acababa de comprar, que aun permanecía en el piso… y ahí frente a el se encontraba su querido amigo, tomado de la mano de esa chica que Guille jamás había visto.

—¡Samuel! – fue lo único que pudo articular, mientras una punzada dolorosa se alojaba en su pecho.

No dijo nadamas, simplemente se giró dándoles la espalda, para después avanzar lo mas rápido que le fue posible sin hacer caso a los llamados de Samuel… nisiquiera había logrado poner atención a su expresión de sorpresa, ya que claramente su mirada se había fijado en esa chica y en como el la llevaba tomada de la mano tan cariñosamente.

Atravesó las calles casi corriendo, sin reparar en personas, coches, nada… de suerte logró llegar a su casa a salvo, aunque en ese momento hubiese deseado… Subió corriendo las escaleras hasta su habitación… ¿Cómo algo así podía doler tanto? ¿Cómo era posible soportar tanta tristeza?

Desde aquella conversación con Samuel en la que le había dicho que ellos dos nunca podrían estar juntos, ya habían pasado 4 meses… aun así haberlo visto después de tanto tiempo le seguía doliendo de la misma manera e incluso peor.

—¡El esta con alguien mas! – exclamo de manera lastimosa, con la voz rota, mientras se deslizaba por la pared de su habitación para caer finalmente en el piso… y lloró, maldijo, gritó… pero nada lograba calmar la ansiedad, los celos… el dolor… no era tan fuerte… no era tan fuerte como el pensaba…

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Samuel se agacho algo desconcertado a recoger el paquete que Guillermo había dejado tirado en el piso. Haberlo visto después de tanto tiempo, lo había dejado con una extraña sensación en el pecho. Se dio cuenta que los sentimientos de Willy no habían cambiado, pues pudo descubrir en su mirada de asombro esa tristeza que solo denotaba un corazón roto.

Sintió angustia en ese momento, y unas enormes ganas de verlo lo invadieron… necesitaba hablar con el, eso era claro. Tantas veces había estado a punto de ir a su casa a visitarlo, para a final de cuentas terminar arrepintiéndose… pero no esta vez. Había sido su mejor amigo y lo extrañaba. En este momento al verlo se había dado cuenta cuanto lo necesitaba.

Se despidió de la chica, quien no era más que una cita casual, nada formal, para después dirigirse a toda prisa a la casa de Willy.

No sabía exactamente que es lo que iba a decirle, después de todo sabía que le había hecho mucho daño, aun sin intención, pero simplemente iba a ser sincero, iba a decirle cuanto lo extrañaba y las enormes ganas que tenía de que todo volviese a ser como antes.

Por fin llegó a casa de Guillermo… se sentía muy nervioso, había planeado por el camino todas las cosas que quería decirle y aun así sabía que cuando lo tuviese frente a el, se iba a quedar completamente en blanco. Estaba frente la puerta, sin atreverse a tocar, respirando agitadamente, pues prácticamente había llegado corriendo. Finalmente tocó.

—¡¿Qué leches?! – al tratar de tocar la puerta se dio cuenta de que estaba abierta, ya que pudo empujarla un poco… sintió una punzada en el pecho, a eso que las personas llaman presentimientos - ¡Hola! ¿Willy? – dijo mientras abría lentamente la puerta. Le parecía sumamente extraño que la puerta de entrada estuviese abierta, ese era un enorme descuido, ya le reclamaría a Guille cuando lo encontrara, porque de seguro que sus padres no estaban en casa, ya que todo estaba completamente en silencio.

—¡¿Willy?! – volvió a decir al aire, pero no recibió respuesta. Empezó a desesperarse, una horrible sensación de ansiedad empezó a apoderarse de el con cada habitación de la casa que recorría ¿Dónde podía haberse metido? ¿Por qué había dejado la puerta abierta?

Todo estaba completamente oscuro y en silencio. Subió rápidamente hasta la habitación de Willy… abrió la puerta lentamente… no había nadie, todo estaba en su sitio. Busco en las demás habitaciones sin éxito.

La casa no era muy grande, pero aun le faltaban lugares en donde buscar en la planta de abajo, así que se dio prisa y justo cuando pasaba por un lado de la puerta del cuarto de servicio, escucho una especie de ruido continuo, era como un zumbido, el sonido de una maquina o algo que no lograba identificar.

Atravesó el cuarto de servicio para entrar inmediatamente en el garaje. Al abrir la puerta una fuerte tos lo atacó, aquello estaba completamente lleno de humo. Y el ruido que había escuchado momentos antes era el sonido del motor en marcha del coche del padre de Willy - ¡¡¡¡¿Pero que narices?!!!! – Samuel no lograba comprender completamente que sucedía, pero al acercarse al coche, vio algo que hizo que se le helara la sangre.

Adentro del coche estaba Guillermo, inconsciente, al menos al parecer. Abrió la puerta del coche rápidamente y apagó el motor para después sacar a Willy cargando… su cuerpo estaba completamente flácido, como sin vida.

—¡No por Dios! – Lo llevó rápidamente al salón dejándolo con cuidado en uno de los sillones – ¡Willy despierta! – Decía con los ojos llenos de angustia y la voz temblorosa – ¡Esto no es gracioso Guille! ¡Por favor abre los ojos! – había empezado a zarandearlo de un lado a otro con desesperación, mientras le daba pequeñas palmadas en las mejillas para hacerlo reaccionar.

—¡Joder Willy! ¡Por favor no me hagas esto! – las lagrimas ya empezaban a correr por sus mejillas, mientras marcaba desesperadamente el numero de emergencias. Una ambulancia ya venía en camino.

Samuel continuaba tratando de hacer reaccionar a Guillermo, trató de tomarle el pulso, pero sus propias manos temblaban sin control, aun así pudo sentir un muy débil palpitar - ¡Chiqui por favor! ¿Qué fue lo que hiciste?  - Samuel no dejaba de llorar, mientras sostenía entre sus brazos el cuerpo casi sin vida de Guillermo. Su desesperación y miedo empezó a convertirse en cabreo ¿Qué estupidez es la que había hecho? ¿Por qué? De pronto le dio la sensación de que no estaba respirando, lo que lo lleno aun más del peor miedo que había sentido jamás en su vida… el miedo de perderlo para siempre.

—¡Guillermo joder! ¡DESPIERTA! – Gritó mientras lo zarandeaba, con los ojos llenos de lágrimas - ¡REACCIONA HIJO DE PUTA! ¡NO PUEDES DEJARME!

La ambulancia llegó en ese momento… lo subieron inmediatamente a una camilla. Obviamente Samuel se iría con el, no podía dejarlo solo, no podía separarse de el ni un segundo.

Samuel odiaba los hospitales, solo una terrible sensación se podía respirar en un lugar como este. De igual forma aquí se encontraba, mirando hacia todos lados, esperando que alguien le diera algo de información, viendo como médicos, enfermeras y personas iban y venían sin decirle nada.

– ¡Intoxicación con monóxido de carbono! – fue lo único que le había escuchado decir a uno de los paramédicos. Eso no sonaba nada bien.

Se sentó un momento en uno de los sillones de la sala de espera, mientras sostenía fuertemente apuñada la hoja que le dio uno de los paramédicos cuando llegaron al hospital.

—¿Disculpa?

—¿Eh? – respondió Samuel con la mente completamente en otro mundo

—El chico… tu amigo, tenía esto en la mano.

Ahora estaba aquí sentado, mirando esa hoja en su mano, sin siquiera atreverse a abrirla. Tenía la sensación de que lo que estuviese escrito ahí, no iba a gustarle para nada.

—¿Qué fue lo que hiciste Guille? – se repitió en voz baja, mientras revolvía su cabello con frustración.

—¿Familiares del joven Guillermo Díaz? – escuchó una voz grave al final del corredor.

Samuel sintió un sobresalto en el pecho con el solo hecho de escuchar el nombre de su amigo – Cálmate Samuel, el estará bien – se repetía a si mismo, como tratando de convencerse a si mismo de que así sería.

Se levantó del sillón inseguro, temeroso, quería saber como estaba Guillermo, pero a la vez el miedo lo carcomía. Se acercó al medico deseando… rogando escuchar buenas noticias…

—¿Si? – dijo con la voz entrecortada y débil.

—¿Tu eres familiar de Guillermo Díaz? – le dijo el medico, mientras lo recorría de arriba abajo con la mirada.

—Emm, pues… soy su amigo, fui yo quien lo encontró – dijo algo titubeante.

—¿El tiene familia? ¿Tienes posibilidad de contactarlos? Es urgente.

—Si… pero doctor ¿Me puede decir que es lo que le pasa? – ya está, lo había preguntado, aun con el miedo que le daba saber la respuesta.

—Te voy a ser sincero… eh…

—Samuel, me llamo Samuel.

—Vale, escucha Samuel, el chico esta muy mal, su exposición al monóxido de carbono fue muy prolongada – Samuel miraba al medico con los ojos abiertos de par en par, tratando de entender lo que decía – el daño cerebral no puede definirse, pero es severo… acaba de entrar en un estado de coma… y a decir verdad… no me explico como es que aun continua con vida.

Lo que sintió Samuel en ese momento fue como un fuerte golpe en el estomago…

¿Alguna vez se han puesto a pensar como sería perder a alguien muy preciado para ustedes? ¿O conocen la sensación de haber perdido un ser querido, alguien muy cercano? ¿Esa sensación de desesperación, de angustia, de impotencia, esas ganas de dormir y despertar deseando que todo haya sido un mal sueño, porque el dolor y el vacio en el pecho son tan grandes que se vuelve insoportable?

Eso exactamente es lo que estaba sintiendo Samuel en este momento… sentía que estaba en la peor de las pesadillas, una de la que deseaba despertar.

Necesitaba contactar con la familia de Guillermo rápidamente. Recordó que una vez Willy le había hecho una llamada desde el móvil de su madre y el lo había registrado, así que le llamó.

Había intentado en todo momento guardar la calma, pero escuchar la histeria colectiva que se formo del otro lado de la línea cuando le avisó a la familia de Willy lo que sucedía, terminó por desmoronarlo.

Un llanto ahogado y lastimoso pudo escucharse levemente en la sala de espera. Si hay un momento en el que todo ser humano se derrumba por más que quiera ser fuerte, el de Samuel era este. Estaba completamente devastado. Se deslizó por la pared hasta caer sentado en el piso. Empezó a desdoblar con manos temblorosas la hoja que le había dado el paramédico.

Definitivamente leer ese papel no iba a ser la mejor idea…

Samuel:

¿Sabes que fue lo primero que pensé cuando te conocí? Que eras el mayor pringao’ con el que había tenido la suerte de encontrarme, aun así, quiero darte las gracias ¿sabes? El haber tenido la fortuna de conocerte definitivamente hizo una diferencia en mi vida… fui mas feliz… mucho mas feliz y eso no tengo como pagártelo. Agradezco que hayas sido sincero cuando me dijiste que tu y yo nunca… pues ya sabes, no me agrada la idea de tener que repetirlo… y lo siento ¿vale? Yo no pedí sentir lo que siento… me enamoré, eso no es culpa de nadie, bueno si, es tu culpa, es tu jodida culpa y quizá de habértelo propuesto, te hubieses enamorado de mi también ¿a que si? Perdóname ¿vale? No soy tan fuerte como parece, y no quiero vivir así… esto duele y duele mucho y yo… yo ya no quiero esto y no quiero que te sientas culpable, la culpa es mía por haber cruzado la línea de la amistad. Espero que seas muy feliz, que guardes un buen recuerdo de mí… Te amo… como dice la canción… hasta el final de los tiempos. Nunca lo olvides ¿vale? y por favor diles a Carol y a mis padres que los quiero, yo no podría despedirme de ellos.

Guillermo

Samuel leía mientras se negaba a creer lo estaba escrito en ese papel – ¡Fue mi culpa! – Era lo único que podía pensar – ¡Fue mi maldita culpa!

¿Cómo iba poder vivir ahora con ese remordimiento? ¿Cómo iba a poder mirar a la madre de Willy a los ojos sabiendo que el era el culpable de que ella estuviese perdiendo a su hijo?

—¡¿Por qué me haces esto Willy?! – Mas y mas lagrimas inundaban sus ojos, cayendo en la hoja que aun sostenía extendida con incredulidad – ¿hasta el final de los tiempos eh? ¿Y este tenía que ser el final Guille? ¿Por qué?

Los padres de Guillermo llegarían al día siguiente, ya que tenían que tomar un vuelo para llegar. Samuel le llamó a su madre, para contarle lo que había sucedido, y por más que insistió, ella no logro persuadirlo para que fuera a descansar.

No se iría, ni hoy, ni mañana, ni en ningún momento hasta que el despertara, tenía que verlo cuando abriera los ojos, para reclamarle lo mala persona que era por haberlo asustado tanto. Estaba casi quedándose dormido en uno de los sillones, cuando escucho de nuevo la voz del medico que le hablaba.

—¿Samuel? – dijo el medico mientras ponía suavemente la mano en su hombro para moverlo, no quería sobresaltarlo, aunque de todas formas lo hizo.

—Si ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que pasa? ¿Guillermo esta bien? – Samuel había pegado tremendo salto del sillón.

—Hey tranquilo, solo quería saber si quieres pasar a verlo.

Esa dolorosa punzada en el pecho volvió a hacerse presente. No sabía si iba a aguantar verlo de esa manera, pero de igual forma tenía que verlo. Debía estar con el en estos momentos.

Verlo en esa cama de hospital, rodeado de todas esas maquinas que lo mantenían con vida, era por mucho la peor imagen que jamás imagino ver. Se veía tan indefenso, todo era tan irreal. Se acercó lentamente a la silla que estaba a un lado de la cama y la arrastro un poco mas para sentarse justo al lado de Guille. Samuel imaginaba que en cuanto lo viera en esas condiciones iba a ponerse a llorar de nuevo, pero quizá es que ya había llorado demasiado además el debía permanecer fuerte para Guille y aunque los médicos le habían dicho que el no podía escucharlo… pues… uno nunca sabe ¿no?

—¿Guille? – Dijo Samuel apenas en un susurro – solo quiero que sepas que aquí estoy ¿vale? Y no voy a irme hasta que dejes de ser tan vago y despiertes, y luego quien es el que parece marmota ¿sabes? – una pequeña sonrisa se formo en sus labios – ¿sabes que pienso? Que esto lo estas haciendo a posta, solo para asustarme, eres muy mala persona ¿eh?

—Llamé a tus padres, van a llegar mañana – Samuel continuó hablando importándole poco si Guillermo podía escucharle o no – Deberías despertar antes de que regresen ¿eh? No querrás asustar más a tu madre.

—¿Sabes una cosa? También leí tu carta – la voz de Samuel empezaba a quebrarse, se acercó un poco mas a Guillermo tomando su mano con cuidado – ¿Y sabes que? Yo soy el que esta agradecido de haberte conocido… tu eres el sol que ilumina mis días ¿recuerdas? – Logró formar una débil y sincera sonrisa al recordar – Solo despierta… por favor.

Samuel nunca se imaginó, que esa primera “conversación” que había tenido con Willy después de haber sido ingresado al hospital, se repetiría diariamente durante 5 largos meses. Día tras día Samuel estaba aquí sin fallar. La familia de Guillermo también estaba siempre que podían, pero sus padres tenían que trabajar, y Carol debía ir al colegio.

Los amigos también lo visitaban de vez en cuando, incluso Luzu había venido a España a verlo, todos iban y venían, pero Samuel no se despegaba de Guillermo mas que para lo indispensable, prácticamente vivía en esa habitación de hospital junto con el, y no importaba que pudieran decirle, nadie lo hacía cambiar de opinión, permanecería aquí hasta que el despertara… quería ser una de las primeras personas que el viera al abrir por fin los ojos.

—¿Cómo amaneciste el día de hoy cabezón? – Decía Samuel mientras acariciaba delicadamente el cabello de Guille, que ya estaba considerablemente mas largo – Se que hoy te dejé solo un momento, pero tenía que darme una ducha, ya apestaba ¿sabes? – sonrió ligeramente – eso ya empezaba a ser desagradable.

Se quedó un momento mirándolo, día tras día hablaba con el esperando que un día despertara solo para decirle “Ya cállate pringao” pero a diario se quedaba esperando algo que no sucedía. Quería mantener la calma, pero esto ya era demasiado, la sensación de soledad era muy grande… lo necesitaba, lo necesitaba mucho mas de lo que pudo haber imaginado y su desesperación estaba llegando al limite.

—¿Sabes que es lo que creo? Que estas castigándome y se que me lo merezco ¡Pero ya fue suficiente! – Samuel empezaba a exaltarse y se alegraba de estar solo, porque necesitaba descargar toda la frustración que sentía

—Joder Willy ¡Necesito que despiertes ya! ¡¿Es que no lo entiendes?! – Las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas una vez mas, después de tanto tiempo – ¡MALDITA SEA DESPIERTA!

Pocas eran las ocasiones en las que Samuel de exaltaba tanto como para gritar, pero su frustración era demasiada, sentía su vida incompleta sin Guillermo… nada nunca, lo había hecho fallar a su canal, pero desde que Guille estaba en ese estado, el lo había abandonado todo, y es que se sentía incapaz de seguir sin el y era raro como no se había dado cuenta antes de cuanto lo necesitaba.

Se acercó aun mas a Guillermo y entrelazando sus dedos con los de el, tomo fuertemente su mano, para inclinarse apoyando la cabeza en su pecho… sentía su calor, eso lo hacía estar un poco mas tranquilo… y entre sollozos fue quedándose dormido.

Samuel despertó de pronto bastante sobresaltado, sobre todo porque ese lugar no lo reconocía de nada – ¡Ostras Pedrín! ¿Y este lugar que es? – se dijo a si mismo mientras miraba en todas direcciones. Aquel lugar era como un enorme jardín, era precioso en realidad, pero jamás lo había visto en su vida. Empezó a caminar sin rumbo fijo, maravillándose con la belleza de su alrededor, todo tenía un ambiente tan pacifico que lo calmaba.

De pronto sintió algo en sus pies y cuando bajo la mirada pudo ver a una pequeña rana saltando alegremente, aunque vale, vaya uno a saber si estaba alegre, pero a Samuel le pareció que hasta le sonreía.

—¡Es un batracio! – Escucho decir a sus espaldas ¡No! Esto no podía ser posible… esa voz…

Giró inmediatamente de forma tan apresurada y torpe, que terminó enredando sus pies para caer como tabla sobre la hierva - ¡Auch! – se quejó un poco por el golpe, para intentar levantarse rápidamente, topándose de frente con la cara sonriente de Guillermo.

—¡WILLY! – Samuel no tardo ni un segundo en abalanzarse encima de Guille en un efusivo abrazo, haciéndole caer de espaldas, de hecho ambos cayeron de forma aparatosa y graciosa para cualquiera que lo hubiese visto… aunque nadie más estaba ahí.

—¡Pero serás pringao Samuel! – le dijo Guille mientras ambos intentaban levantarse en medio tanta risa que amenazaba por ahogarlos.

—¿Pero que estas haciendo aquí? – Preguntó Samuel cuando ambos estuvieron de pie – ¿Qué es este lugar? ¿Qué hago yo aquí? ¿Estas bien? ¿Estoy muerto?

—¡Ostras Julián! esas son demasiadas preguntas ¿sabes? – Samuel volvió a lanzarse sobre Willy abrazándolo con todas sus fuerzas, abrazo que fue totalmente correspondido.

—¡Joder Willy! no te imaginas cuanto te he extrañado

—Créeme Samuel que yo te he extrañado mucho más.

Esto era como una fantasía, la mas extraña en la que Samuel hubiese estado, pero aun así, nadie podría imaginar la alegría que sentía de estar con Willy una vez mas después de tanto tiempo. Guillermo tampoco sabía que era este lugar, solo sabía que tenía mucho tiempo aquí… solo, así que se encontraba muy feliz también de por fin ver a alguien mas, y es que además de todo no era cualquier persona, era su Vegetta.

Hablaron por horas de cualquier cosa que les cruzaba por la mente era extraño como veían tan normal estar en ese lugar desconocido ¿no se supone que Guillermo esta en coma? Y Samuel…vale, todo era solo un sueño… sueño que termino por desvanecerse cuando Samuel despertó, al menos tuvo tiempo de prometerle a Guillermo que regresaría, aun sin saber si era una promesa que iba a poder cumplir.

Esto se volvió una costumbre para Samuel… diariamente, cada noche, cuando sabía que nadie iba a molestarlos, acercaba su silla lo mas que podía a la camilla de Guille y entrelazando sus dedos con los de el, sujetaba firmemente su mano para quedarse profundamente dormido descansando su cabeza en el pecho de Guillermo. Era como estar en su mente, en esa mente que se negaba a despertar.

Y vaya que se lo preguntaba, cada día, cuando podían verse entre sueños, Samuel se preguntaba porque es que Guille no despertaba, se veía tan normal y saludable en ese hermoso jardín, que no entendía porque no despertaba.

—Es que no lo se Samuel ¿tu crees que quiero estar aquí toda mi vida? Pero no se como regresar… para ti es sencillo, tu solo despiertas ¿sabes? Pero yo… creo que hay algo mas que me detiene aquí, o es algo mas que no me permite cruzar.

Aunque Samuel estaba desesperado, se alegraba de al menos tener esos pequeños y secretos encuentros con Guille, y es que no podía decírselo a nadie, mucho menos a su familia – Creerían que me he vuelto loco – se decía Samuel. Y es que la verdad no sabía si aquello significaba algo, o simplemente eran un sueño mas, dicen que a veces los sueños nos muestran cosas que deseamos y no había nada que Samuel deseara más que ver a su Willy de nuevo despierto.

No sabía si lo que haría sería la mayor gilipollés, aunque a decir verdad poco le importaba, de igual forma no iba a decírselo a nadie, pero tenía que informarse de alguna forma, saber si esos sueños significaban algo, que podía suceder ¿Qué lo trataran por loco? El siempre lo había dicho, que estaba todo loco, así que definitivamente, tenía que salir.

Todo mundo se extraño cuando no lo vieron sentado a un lado de Guillermo como cada día durante los casi 6 meses que tenía en el hospital. Pero había algo importante que tenía que investigar.

Ese día salió temprano, para dirigirse a una librería en el centro de Madrid, no era una librería cualquiera, habían libros digamos no tan convencionales. Quería un libro para interpretar los sueños. En realidad no sabía si eso serviría de algo, pero nada perdía con intentar y quizá encontraría alguna forma de ayudarle a Guillermo a regresar.

—¿Puedo ayudarte en algo cariño? – una mujer mayor se acercó a Samuel haciéndolo pegar un brinco, últimamente tenía los nervios de punta – ¿buscabas algo en especial?

—La verdad si… quiero un libro que interprete los sueños – se sentía el mayor pringado del mundo, pero que más da.

De alguna manera sucedió lo que pocas veces sucedía. Samuel no era de las personas que confía tan a la ligera en un completo extraño, pero había algo en esta mujer que lo hizo sentir confianza, tanto así, que termino contándole, todo lo que había sucedido con Guillermo.

—¿Sabes que creo? – los profundos ojos de la mujer se clavaron en Samuel – quizá este chico… Guillermo no tiene una razón para regresar.

Las palabras de la mujer se clavaron el en pecho de Samuel como dagas, provocándole una dolorosa punzada que lo desconcertaba ¿Qué no tenía una razón para regresar? ¿Pero porque no?

—¿Cómo dijo? – se negaba a creer que ese fuera al motivo.

—La mente es muy poderosa cariño y por mas ciencia que exista, quizá nunca llegaremos a entenderla. Tus sueños quizás solo son lo que tu quisieras ver – Samuel escuchaba atento lo que la mujer decía

—¿quiere decir que son solo sueños? ¿Él no esta ahí? ¿En no me escucha? – la voz de Samuel empezaba a escucharse angustiada.

—No corazón, claro que te escucha

—¿Y porque no despierta entonces?

—Quizá porque no estas diciéndole las palabras correctas – ¿las palabras correctas? Samuel trataba de entender – solo hace falta que le digas lo que verdaderamente sientes… aquello que el espera escuchar

Samuel estaba difícilmente asimilando todo lo que la mujer acababa de decirle ¿lo que el esperaba escuchar? En ese momento un sonido lo sacó de su letargo, era su móvil sonando. Contestó rápidamente, quien llamaba era Frank

—Si Frank ¿Qué sucede?…….. ¡¡¡¿QUÉ?!!!

;-; ;-; ;-; Eso es mucho para mí ;-; ;-; ;-; Too much para mí y mis sentimientos fragiles. ay. Es muy hermoso y desde la carta de Willy no dejé de llorar ;-; 

Samuel le tiene que decir "te amo", punto y final ;-; Te amo por compartir esto acá, puesto que wiguetta es uno de los ships de youtubers que sigo ;-; Xoda y Vardoc son otros, y el Rubius y Mangel otros más *yao ming* De verdad; gracias ;-; es hermoso y seguiré acá, esperando más.

Había permanecido con Guillermo cada día durante los más de 5 meses que tenía hospitalizado. Salía solo un momento cada mañana para bañarse y poco mas, comía con el, dormía junto a el… ¿Y había hecho falta solo un día, un solo día, en el que estuvo lejos de el, para que sucediera esto?

Samuel no podía estar más impactado con la noticia. Prácticamente dejó a la pobre mujer de la librería con la palabra en la boca, para salir literalmente corriendo del lugar. Las lagrimas corrían sin parar por sus mejillas, nisiquiera le permitían ver con claridad el camino que pisaba ¿Cómo puede ser posible? Es lo único que podía repetirse, mientras su corazón latía, golpeando furiosamente su pecho.

Llegó al hospital en cuestión de minutos, agitado, nervioso, con ganas de asesinar a quien se le pusiera enfrente. Frank, que ya se encontraba en el hospital junto con Alex, lo detuvo antes de que pudiera llegar a la habitación de Guillermo. Su mirada era claramente de angustia al igual que la de Alex.

—Dime por favor que esto no es cierto

—No lo sé Samuel, ellos dicen que…

—¡Joder Frank! ¡DIME QUE ESTO ES UNA PUTA BROMA!

—Ellos dicen que el ya no…

—¡Es que no pueden hacerle esto!

Samuel estaba completamente fuera de si, sus lagrimas se habían convertido en un quejido agudo y lastimoso que ya había contagiado a Frank y Alex, cuyas lagrimas también ya se dejaban ver, aunque a pesar de todo intentaban permanecer calmados, pues sabían que la calma no iba a ser precisamente compañera de Samuel en estos momentos.

Samuel se puso como loco, como nunca en su vida, aquel chico siempre calmado, siempre correcto, con esa paciencia infinita, simplemente había llegado a su punto máximo y había explotado… y de la peor manera, su llanto y sus gritos desesperados se escuchaban por toda la sala de espera. Se necesitaron 4 personas para intentar detenerlo y calmarlo y es que como iba a calmarse ante algo semejante. Sentía que estaba muriendo lentamente. El jamás en su vida se imagino que algo  iba a dolerle tanto, de esta manera. Sentía que le estaban arrancando algo que le pertenecía, algo que era tan suyo que debía estar con el por siempre “Hasta el final de los tiempos” No podían quitarle a su Willy.

Y si, lo que todo mundo temía aunque no lo reconocieran, había sucedido. Sus padres habían decidido desconectar a Guillermo.

Los médicos decían que prácticamente había nulas posibilidades de que el despertara, y para los padres de Guillermo, el dolor que les causaba estarlo viendo ahí, inmóvil, prácticamente sin vida, era demasiado. Después de haber sido el chico mas alegre, deportista, activo, verlo ahí, postrado en una cama era demasiado doloroso y consideraban que eso no es lo que hubiese deseado Guille para su vida y es que el no vivía, simplemente sobrevivía, y eso no es realmente vivir.

Pero obviamente Samuel esto no lo entendía, y tampoco lo aceptaba, de ninguna manera aceptaría algo semejante. No podía creer que los padres de Guillermo se estuviesen rindiendo ¿Cómo era posible que fuesen capaces de dejarlo ir? ¿Cómo? ¿Así tan fácilmente? Si de algo estaba seguro Samuel es de que el lo esperaría el tiempo que fuera necesario hasta que despertara. No sabía en realidad si estaba siendo egoísta, lo único que sabía es que algo en su interior le pedía que no se rindiera, que no dejara de confiar. Y no lo haría.

Los padres de Guillermo solo esperarían unos días, a que algunos familiares y amigos pudiesen viajar, para que pudieran despedirse de el… verlo por ultima vez, poderlo abrazar, decirle cuanto lo querían y finalmente dejarlo ir.

Samuel se encontraba completamente perdido en sus pensamientos, desde que se había enterado de la noticia, después de ese momento de total histeria, y los siguientes días, un extraño letargo lo había invadido, no habló con nadie, no dijo nada a nadie. Nisiquiera había ido a ver a Willy como todos los días. Se había sentado en un sillón de la sala de espera, completamente perdido en sus pensamientos, sin moverse de ahí para nada, escribiendo algo en un papel, que nadie sabía que era.

Ese mismo día, después de anochecer, hablo por primera vez en todo el día después de enterarse de la noticia. Lo único que quería es que esa última noche le permitieran quedarse en la habitación a el solo, con Willy. Los padres de Guillermo sabían lo que a Samuel le estaba doliendo todo esto, no era necesario que dijera nada mas, su mirada reflejaba todo el dolor que su corazón sentía, así que no hubo problema en concederle esa noche para que pudiera llorar todo lo que fuera necesario y finalmente se despidiera de su amigo.



Samuel abrió lentamente la puerta de la habitación de Guillermo, solo hizo falta mirarlo desde la puerta para que las lagrimas volvieran a invadir sus ojos. Y es que no podía imaginarse sin el, no podía creer que querían quitárselo ¿Cómo? ¿Por qué? ¿En que momento todo esto había sucedido?

Lo necesitaba, lo necesitaba despierto más que nunca.

Se acercó lentamente a el… ya nisiquiera soportaba verlo sin sentir que moriría de dolor de solo imaginar… que iba a perderlo.

Se sentó en la silla a un lado de la cama y se acerco a el, tan cerca que su voz salía casi como un susurro doloroso. Se escuchaban sus sollozos por toda la habitación. Le costó un buen rato poder empezar a hablar por fin.

—¿Willy? Yo se que me escuchas, aunque no puedas contestarme yo se que estas ahí, escuchándome – acercó su mano para entrelazar sus dedos con los de Guille delicadamente – solo quiero decirte… que no tengas miedo, yo no voy a permitir que te hagan esto, tu vas a despertar ¡Tienes que despertar joder!

Las palabras salían difícilmente, sus lágrimas caían encima de la sabana blanca que cubría el débil cuerpo de Guille empapándola.

—Chiqui… no puedes irte ahora… por favor, no puedes dejarme – Samuel intentaba limpiarse las lagrimas sin éxito – Tenemos que regresar a Youtube, tus batracios te extrañas ¿sabes? Yo te extraño ¿Quién va a ser mi compañero ahora? ¿Quién me va a hacer enojar y probar cuanta paciencia tengo?

Samuel acariciaba el cabello de Guille negándose a pensar en que algún día podía no tenerlo, eso es algo para lo que no estaba ni de broma preparado. Definitivamente algo dentro de el le decía que aun no era tiempo de despedirse, por alguna extraña razón que desconocía, no sentía esto como una despedida, sentía que debía ser un comienzo.

—Perdóname ¿vale? Por haber sido tan tonto, por haberte dejado, por haberte dicho que… tu y yo nunca… – no pudo terminar de hablar, porque de nuevo ese llanto ahogado se apoderó de el, y es que ahora mas que nada era el remordimiento el que lo consumía, no podía dejar de pensar que por su culpa es que Guillermo estaba en ese estado, por haberle mentido, por haber negado lo que sentía, al grado de ocultarlo.

—¿Willy? ¿Me perdonas? ¡Por favor!… yo… yo no voy a poder seguir sin ti… ¡No me hagas esto! Me lo merezco, pero… por favor…yo… yo te amo.

Era tan doloroso para Samuel, pensar que quizá ya era demasiado tarde para decirlo… por miedo, por duda, por la estupidez mas grande, había permitido que Guille pensara que el jamás lo iba a corresponder y ahora gracias a eso, estaba a punto de perderlo.

Recostó su cabeza en el pecho de Guillermo una vez mas y deseo, como tantas veces poder verlo de nuevo. Si como había dicho esa mujer, Willy necesitaba un motivo para despertar, el se convertiría en ese motivo… le daría una razón para querer regresar… le diría las palabras correctas, solo pedía una ultima oportunidad.

Pensando en todas esas cosas, por fin se quedó dormido.

Despertó como siempre en ese lugar que ahora reconocía, en ese bello jardín en el que tantas veces había visitado a Guillermo… y lo encontró en el mismo lugar de siempre, sentado bajo ese enorme árbol… pero esta vez algo era diferente, Guillermo no tenía la misma sonrisa de siempre, esta vez eran lagrimas las que corrían por su rostro.

—¿Willy? – Samuel se encontraba bastante desconcertado, era la primera vez que en ese lugar encontraba a Willy triste, en lugar de feliz y con esa enorme sonrisa de siempre - ¿Qué es lo que pasa?

—¿Qué es lo que pasa? – Guille miraba con algo de resentimiento a Samuel – Esas dos palabras Samuel, esas dos simples palabras son las que yo necesitaba escuchar ¡¡¿Por qué mierda no las dijiste antes?!!

—¿Eh? – Samuel estaba completamente sorprendido, jamás había visto tan molesto a Guille, ni cuando estaba despierto.

—¡Me dijiste te amo! ¿Tanto te costaba haberlo dicho antes?

—Perdóname Guille, de verdad que lo siento muchísimo… yo te amo – y de verdad era así, lo sentía con el alma.

—Pues creo que es demasiado tarde

— ¡NO! ¡Por favor!

En un ultimo intento de algo que ni el entendía, Samuel se acercó a esa imagen de Guillermo que en ese lugar perfecto, parecía tan real y sorpresivamente unió sus labios a los de el, en el beso mas tierno, pero con mas dolor que había dado en su vida, y ahí, frente a el, la imagen de Willy, todo ese hermoso jardín, absolutamente todo… desapareció.

Despertó agitado aun con su cabeza apoyada en el pecho de Guillermo, quien permanecía igual, inmóvil, como sin vida… este era el día, era el ultimo día que iba a estar con el, este era el día que iban a quitárselo para siempre.

Corrió a la puerta y la cerró con seguro, puso la silla en la que tantas veces se sentó como una especie de bloqueo… nadie iba a entrar ¡Nadie! Ninguna persona iba a quitarle a la persona que mas amaba. Escucho pasos y como llamaban a la puerta, pero no le importaba, el no iba a salir, Guillermo tenía que despertar. Se abrazó con fuerza a ese cuerpo que ahora parecía inerte… estaba decidido… de ese lugar, no lo sacaba ni Dios.

Los golpes en la puerta se hacían cada vez más intensos, su móvil empezó a sonar, no contestaría, tampoco iba a salir, nadie lo iba a separar de Guillermo. Pero de pronto vio la puerta abrirse con fuerza, y la silla rodar por el piso. Se abrazo una última vez al cuerpo de Willy

—¡PORFAVOR NO HAGAN ESTO! ¡WILLY POR DIOS DESPIERTA!

Gritó, lloró, suplicó… cuando nada funcionó sacó de si la agresividad que ni el mismo sabía que poseía. Lo último que sintió fue como se desvanecía casi hasta caer al piso… y nada mas.

Despertó desorientado, recostado en una camilla en la que no tenía ni idea de cómo había llegado ¿Cuánto tiempo había pasado? - ¡Willy! – fue lo primero que dijo… intentó levantarse, pero estaba tan mareado que casi cae de nuevo al piso.

—Recuéstate Samuel – la voz de Frank se escucho desde una esquina de la habitación, se veía extrañamente sonriente.

—Frank, por favor, dime que no… – Frank se acercó a el con una leve sonrisa

—Ha despertado Samuel

—¡¡¡¿Qué?!!!

—Willy ha despertado

Samuel sintió que se desmayaba de nuevo, todo le daba vueltas, la sensación de alivio, felicidad y tantos sentimientos mas era abrumadora, tanto que decidió nisiquiera moverse… estaba a punto de caer el piso, aunque su quietud duró solo unos instantes.

—Necesito verlo – dijo para incorporarse sentándose en la camilla.

—Samuel… pero… hay algo que tiene que saber.

Como los médicos les habían advertido, las posibilidades de despertar eran casi nulas, pero de hacerlo, el daño cerebral podía ser grave y la recuperación sería lenta, en caso de que hubiese una recuperación. Guille había despertado, escuchaba, veía… pero estaba completamente inmóvil y tampoco podía hablar. Aun así eso poco o nada le importó a Samuel, estaba tan feliz de que Guillermo hubiese despertado, que nada opacaría lo que sentía.

Fue a verlo inmediatamente, y entre todo lo mal que podía estar, se alegró de verlo completamente consiente y sonriendo. Por supuesto que no iba a ser nada fácil, para una persona tan inquieta como Guillermo, no poder moverse y no poder hablar, se convertiría en una tortura. Pero si algo tenía claro Samuel, es que permanecería a su lado todo el tiempo, hasta verlo completamente recuperado.

Los días pasaron y Guillermo después de 7 largos meses de estar hospitalizado, pudo regresar a su casa. Samuel estaba prácticamente todos los días con el, lo ayudaba con sus terapias… llegaron a conocerse mucho mas en esos días de silencio que en todo el tiempo que tenían de conocerse… prácticamente se hablaban con la mirada. Gracias a las terapias Guillermo ya podía mover uno de sus brazos y aunque le causaba muchísima dificultad, podía escribir algunas palabras.

No hacía falta decir nada, para todos era evidente cuanto se querían, y muy por encima de los prejuicios, a nadie parecía importarle o molestarle saber que ellos dos estaban enamorados, ya que el amor de Samuel, era lo que mas estaba ayudando a Guillermo a salir adelante… no era nada fácil el camino a recorrer, pero Samuel estaría ahí para Guille.

Y sería precisamente ese amor el que finalmente lograría un milagro, aunque quizá no de la forma más sutil.

Esa mañana hacía un día hermosamente soleado. Como siempre Samuel estaba en la casa de Guillermo ayudándolo con sus terapias. Habían decidido ir a la piscina. Guille estaba sentado en su silla de ruedas mientras Samuel hacia el idiota como diariamente, y es que aunque Willy no podía hablar, amaba verlo sonreír, casi podía escucharlo diciéndole “Samuel, tío, eres un pringado” De solo imaginarlo le hacía reír a carcajadas.

Samuel estaba tan entretenido mirando como Guillermo sonreía por las gilipolleses que el hacía, que no se dio cuenta que caminaba muy cerca de la orilla de la piscina y resbaló. Solo pudo sentir un fuerte golpe en la cabeza y segundos después cayó en el agua semi inconsciente.

La mirada de pánico que tenía Guillermo era terrible, estaban completamente solos, Samuel había caído al agua inconsciente y el poco o nada podía hacer… nisiquiera podía gritar para pedir ayuda. No podía creer que ahí frente a el iba a morir la persona que el mas amaba, a quien a pesar de todo le debía tanto.

Intentaba gritar con todas sus fuerzas, pero le era prácticamente imposible, solo lograba emitir pequeños ruidos no perceptibles para nadie que no se encontrase a su lado. Empezó a desesperarse horriblemente, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas… y en su mente, rogó por ayuda, si en verdad algún Dios existía, necesitaba ayuda y la necesitaba ¡Ya!

Hizo un último intento por gritar, con todas sus fuerzas

—¡SAMUEL! – sus manos entumecidas tomaron con firmeza los extremos se su silla, y con una fuerza que ni el se explicaba de donde estaba sacando, se impulsó hacia arriba para quedar completamente de pie. Una corriente de adrenalina recorrió su cuerpo, empezó a avanzar increíblemente, con pasos temblorosos pero firmes, mas firmes de lo que pudo haber imaginado. Pudo llegar hasta a la orilla y sin pensarlo ni un segundo se lanzó al agua. La fuerza que le produjo el miedo de perderlo lo ayudó a arrastrarlo hasta la orilla con mucha dificultad, por su propia debilidad y por el peso de Samuel.

Samuel reaccionó tomándose de la orilla, para terminar de ayudar a Guillermo a salir del agua. Samuel estaba tan aturdido por el golpe y tan atragantado por el agua, que no terminaba de asimilar, que había sido Guillermo quien se había lanzado por el al agua.

—¿Estas bien? – logró decir Guillermo débilmente

—Hombre si chaval, por poco me ahogo ¿sabes? – La información le llegó de golpe al parecer – ¡¡¡¿QUÉ?!!!  ¡Willy! ¡Estas hablando! ¡Y moviéndote! – Samuel estaba literalmente gritando a viva voz

No tardó ni un segundo en saltar encima de Guillermo, para abrazarlo tan efusivamente como no lo había hecho con nadie en su vida, no podía estar más feliz, no podía estar más agradecido, no podía…

Willy termino por estampar sus labios en los de Samuel, lo mas efusivamente que su repentina recuperación le había permitido. Ese beso tenía esperándolo muchísimo tiempo, tanto que no podía recordarlo, y era aun mejor que como lo había imaginado… infinitamente mejor, sus labios se amoldaban perfectamente, como creados el uno para el otro. Se separaron cuando el aire empezó a faltarles, que ya con un ahogamiento al día era suficiente.

—Guille yo quiero que me perdones, de no haber sido por mi culpa na…

—No recuerdes nada de eso vale, eres un pringado, eso lo sé… pero así te amo – Samuel no había sido tan feliz en toda su vida como en ese momento.

—También te amo… hasta el final de los tiempos mi Willy

—Hasta el final de los tiempos Samuel.

Muchas veces el amor nos hace sufrir terriblemente, muchas veces creemos que ya no hay salida, que todo ha terminado… a veces solo hace falta un poco de confianza, aferrarnos a aquello que verdaderamente amamos, contra todo y contra todos… saber decir las palabras correctas, a veces trae sus recompensas.