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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Night is dark and full of terrors
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Night is dark and full of terrors
Ficha de la serie
• Titulo: Night is dark and full of terrors
• Autor: Evey!
• Adaptación: se lleva a cabo en el mundo de Juego de tronos, en Braavos, en la isla de Mestre. Todos los personajes son originales, al igual que la trama.
• Género: drama.
• Contenido: -
• Advertencias: es un tema hecho para un pj de rol mío, por lo que se centra en ella y su pasado. No hace falta tener conocimiento de la saga Canción de hielo y fuego para leer este OS. Está narrado en 3ra persona (el flashback) y 1ra persona (tiempo actual).
• Otras páginas: Deviantart bajo seudónimo Evey-V, foro de rol bajo el nombre Valkyria de Braavos.
• Titulo: Night is dark and full of terrors
• Autor: Evey!
• Adaptación: se lleva a cabo en el mundo de Juego de tronos, en Braavos, en la isla de Mestre. Todos los personajes son originales, al igual que la trama.
• Género: drama.
• Contenido: -
• Advertencias: es un tema hecho para un pj de rol mío, por lo que se centra en ella y su pasado. No hace falta tener conocimiento de la saga Canción de hielo y fuego para leer este OS. Está narrado en 3ra persona (el flashback) y 1ra persona (tiempo actual).
• Otras páginas: Deviantart bajo seudónimo Evey-V, foro de rol bajo el nombre Valkyria de Braavos.
Los tablones de madera áspera y vieja crujieron ante el peso de la muerte. Algo arañó el suelo, provocando un sonido lento y cadencioso, casi como un quejido. Un gemido, un ligero lloriqueo atrapado en el aire, sofocándose. Luego sobrevino el silencio. Sus pasos parecían retumbar como tambores en aquella pequeña habitación, anticipando una guerra que ocurriría entre cuatro pobres paredes.
—Lily, despierta, arriba —susurró con aquella voz dotada de matices dulces y aniñados—. Tenemos que irnos, Lily, ¡vamos! —tironeó de ella suavemente, como si temiera romperla. Como si temiera ella misma romperse de un momento al otro.
—Valky, es muy tarde —se quejó la niña, remoloneando como solía hacer cuando la despertaban antes de lo deseado. Ella no tenía idea de lo que sucedía... Pero su hermanastra sí.
Desde que podía recordarlo, Valkyria no era capaz de conciliar el sueño por las noches. Se revolvía entre las raídas telas que la cubrían en un vago intento de sentirse protegida, sudaba profusamente envuelta en miedos y fantasmas de un pasado confuso al que nunca comprendería. Nunca podía obtener descanso, nunca podía cerrar los ojos y simplemente dejarse flotar en el mar del olvido, donde no había dolor, donde solo había una pacífica oscuridad. Lysann, muy por el contrario, se entregaba a los placeres oníricos con mucha facilidad, lo cual le resultaba envidiable. A fin de cuentas, Lily era solo una pequeña que vivía feliz y sin muchas preocupaciones y ella... Ella era un misterio.
Esta noche no había sido la excepción. Había conseguido dormir unos minutos y terminó por despertarse bruscamente ante un débil sonido de algo rompiéndose. Descalza, con el pelo hecho una maraña un tanto pegajosa, salió de su habitación como una sombra y se deslizó por la casa hasta llegar a la fuente del ruido. Contuvo el aliento al asomarse apenas a la habitación de sus padres, apoyada contra la pared para no perder el equilibrio. Había dos desconocidos a los cuales no pudo verles las caras, pero el estómago se le retorció dolorosamente y casi vomitó todos sus órganos cuando un escalofrío repentino la atravesó de pies a cabeza. No se quedó allí, volvió al cuarto que compartía con su hermanastra menor en un suspiro, convenciéndose de que estaba preparada para lo que ahora le tocaba.
—Vinieron por ellos. Vinieron, vinieron —dijo para sí misma. Los había visto de refilón, pero no necesitaba mucho más para estar convencida de que debían irse de allí de inmediato. Había oído unos susurros que le helaron la sangre y presagiaban lo peor—. Ponte la capa y llévate algo de ropa, lo que sea que encuentres Lily. No tenemos tiempo —sacó un par de prendas sin siquiera mirarlas y las envolvió en una manta que jugaría el papel de bolso. No podía hacer ruido ni mucho menos tomarse la molestia de empacar como era debido.
—¿Tiempo? Valky... ¿Tiempo para qué? ¿Quiénes vinieron? —Lys no entendía lo que sucedía. Sus ojillos fieros la miraban, tratando de comprender qué pasaba, absorbiendo el miedo que se asentaba en el ambiente, arraigándose en cada partícula de polvo flotando en la habitación.
—Busca la ropa, Lys... Nos vamos —replicó en un siseo, sin darle explicación alguna. Las explicaciones podrían darse después, mucho después, cuando el hedor de la sangre no estuviera a solo unos metros de distancia y cuando la muerte no estuviera extendiendo las garras en su dirección.
Con rapidez terminó de empaquetar algunas prendas más, sin saber qué estaba llevando consigo en su afán por conseguir la mayor cantidad de objetos que cargar en el menor tiempo posible y sin dejar señales de su presencia. Levantó a Lysann, la ayudó a organizar unas pocas cosas y por último tomó la navaja que tenía escondida en un rincón oculto. Su padre se la había dado no hacía mucho tiempo atrás y le había hecho prometer no usarla hasta que fuera el momento indicado. Y el momento había llegado.
—En silencio Lys, prometo que voy a explicarte luego —dijo lo más calmadamente posible para que la chiquilla no se alterara. La realidad era que no planeaba contarle la historia tal como era hasta que tuviera la edad suficiente para comprenderlo en su totalidad. Solo tenía nueve años y poseía una inocencia que ella no estaba dispuesta a arrancarle de cuajo en una sola noche. No podía y no quería.
—Está bien —ella asintió varias veces como un pajarito asustado. Con pasos algo torpes avanzó en un intento por seguir el ritmo de Valkyria, quien corría ágil escaleras abajo de una manera que ella no podía igualar—. Espera, Valky... ¿Mamá y papá no vendrán? —inclinó su rostro hacia un lado, clavando los pies en los escalones. Un aullido desgarrador surcó el aire en ese instante, haciendo vana cualquier respuesta. Valkyria echó una mirada a Lysann que hablaba por sí sola y ambas se escurrieron como el viento del hogar que ya habían perdido.
El silencio me envolvía, imperturbable. Solo podía escuchar mis propios pensamientos, repetidos hasta el cansancio. La noche fingía una tranquilidad absoluta que mis armas negaban con sus destellos de plata. Mientras los demás dormían, las pesadillas se hacían hueso y carne y salían a recorrer las calles, libres, ansiosas de sangre. No era la única, definitivamente. Había peores cosas que temer allí afuera y no solo por la noche. Durante el día, las alimañas más crueles y astutas vestían sus pieles de cordero y se mezclaban entre la gente.
Pensándolo bien... Puede que yo fuera una de las peores cosas que pudiera uno encontrarse. Muchos podrían dar testimonio de aquello, si es que estuvieran vivos. La realidad es que los únicos que se mantenían con vida luego de cruzarse en mi camino eran aquellos que me pagaban para sobrevivir. Había aprendido por las malas que no debían dejarse huellas, error grosero que había cometido mi padre adoptivo. Si hubiera cuidado mejor sus espaldas, quizás y solo quizás, aún estaría vivo él y mi madrastra. Quizás yo no sería una asesina, quizás Lysann tendría un futuro brillante. Pero con un puñado de “quizás” no podía hacer nada.
Aún así, no podía evitar volver una y otra vez a aquella escena, a aquel lugar, a aquel momento en que el cristal se hizo añicos y en cada fragmento vi reflejada mi ira y mi dolor al perder todo lo que tenía. Lysann nunca supo la verdad porque no tuve lo necesario como para admitir que sus padres adorados no eran las personas honradas que ella creía conocer. ¿Para qué arruinar sus buenos recuerdos? No quería lastimarla pero, sobre todo, no quería que terminara como yo. Podría haber sacado nuestra situación adelante pero bajo ningún punto de vista quería que se convirtiera en esto que era yo ahora. Ella podía ser diferente. Debía serlo. Alguien tenía que poder sonreír de verdad, alguien tenía que ser feliz. Ese alguien era Lysann.
Y, para ello, alguien debía sacrificarse y yo me había ofrecido como voluntaria. Ella era una niña cuando escapamos de casa y yo ya había pasado por demasiado. Mis verdaderos padres me habían abandonado a mi suerte, mis padres habían sido asesinados... Ya no tenía nada más que perder más que a mi hermanastra. Solo ella estaba conmigo, era lo único que tenía y pensaba protegerla lo mejor posible, incluso si eso implicaba perderme a mí misma. No importaba, ya nada importaba. Solo quería que ella tuviese una oportunidad, una que yo no había tenido.
Pero esta noche podía decir que la oportunidad que se había ganado era engañosa y estaba recubierta de espinas que iban a desgarrarla por dentro y por fuera. ¿Cómo podía escaparse de algo que la acechaba cada día? Trataba de mantener mis asuntos al margen y la alejé de mi mundo cuanto pude... Pero eso no era garantía de nada. Éramos unas nómadas que no se aferraban a nada ni a nadie más que al vínculo que nos unía. Y yo ni siquiera podía entregarme enteramente a aquello. ¿Cómo iba a hacerlo? Era uno de los peligros de los cuales yo misma trataba de apartarla.
“La noche es oscura y alberga horrores”, suelen decir algunos. Caminando por las calles de Mestre, reconociendo cada palmo de la isla bajo la pálida luz de la luna y sintiendo el peso de mi dirk sostenido firmemente por mi mano... Me siento uno de ellos.
—Lily, despierta, arriba —susurró con aquella voz dotada de matices dulces y aniñados—. Tenemos que irnos, Lily, ¡vamos! —tironeó de ella suavemente, como si temiera romperla. Como si temiera ella misma romperse de un momento al otro.
—Valky, es muy tarde —se quejó la niña, remoloneando como solía hacer cuando la despertaban antes de lo deseado. Ella no tenía idea de lo que sucedía... Pero su hermanastra sí.
Desde que podía recordarlo, Valkyria no era capaz de conciliar el sueño por las noches. Se revolvía entre las raídas telas que la cubrían en un vago intento de sentirse protegida, sudaba profusamente envuelta en miedos y fantasmas de un pasado confuso al que nunca comprendería. Nunca podía obtener descanso, nunca podía cerrar los ojos y simplemente dejarse flotar en el mar del olvido, donde no había dolor, donde solo había una pacífica oscuridad. Lysann, muy por el contrario, se entregaba a los placeres oníricos con mucha facilidad, lo cual le resultaba envidiable. A fin de cuentas, Lily era solo una pequeña que vivía feliz y sin muchas preocupaciones y ella... Ella era un misterio.
Esta noche no había sido la excepción. Había conseguido dormir unos minutos y terminó por despertarse bruscamente ante un débil sonido de algo rompiéndose. Descalza, con el pelo hecho una maraña un tanto pegajosa, salió de su habitación como una sombra y se deslizó por la casa hasta llegar a la fuente del ruido. Contuvo el aliento al asomarse apenas a la habitación de sus padres, apoyada contra la pared para no perder el equilibrio. Había dos desconocidos a los cuales no pudo verles las caras, pero el estómago se le retorció dolorosamente y casi vomitó todos sus órganos cuando un escalofrío repentino la atravesó de pies a cabeza. No se quedó allí, volvió al cuarto que compartía con su hermanastra menor en un suspiro, convenciéndose de que estaba preparada para lo que ahora le tocaba.
—Vinieron por ellos. Vinieron, vinieron —dijo para sí misma. Los había visto de refilón, pero no necesitaba mucho más para estar convencida de que debían irse de allí de inmediato. Había oído unos susurros que le helaron la sangre y presagiaban lo peor—. Ponte la capa y llévate algo de ropa, lo que sea que encuentres Lily. No tenemos tiempo —sacó un par de prendas sin siquiera mirarlas y las envolvió en una manta que jugaría el papel de bolso. No podía hacer ruido ni mucho menos tomarse la molestia de empacar como era debido.
—¿Tiempo? Valky... ¿Tiempo para qué? ¿Quiénes vinieron? —Lys no entendía lo que sucedía. Sus ojillos fieros la miraban, tratando de comprender qué pasaba, absorbiendo el miedo que se asentaba en el ambiente, arraigándose en cada partícula de polvo flotando en la habitación.
—Busca la ropa, Lys... Nos vamos —replicó en un siseo, sin darle explicación alguna. Las explicaciones podrían darse después, mucho después, cuando el hedor de la sangre no estuviera a solo unos metros de distancia y cuando la muerte no estuviera extendiendo las garras en su dirección.
Con rapidez terminó de empaquetar algunas prendas más, sin saber qué estaba llevando consigo en su afán por conseguir la mayor cantidad de objetos que cargar en el menor tiempo posible y sin dejar señales de su presencia. Levantó a Lysann, la ayudó a organizar unas pocas cosas y por último tomó la navaja que tenía escondida en un rincón oculto. Su padre se la había dado no hacía mucho tiempo atrás y le había hecho prometer no usarla hasta que fuera el momento indicado. Y el momento había llegado.
—En silencio Lys, prometo que voy a explicarte luego —dijo lo más calmadamente posible para que la chiquilla no se alterara. La realidad era que no planeaba contarle la historia tal como era hasta que tuviera la edad suficiente para comprenderlo en su totalidad. Solo tenía nueve años y poseía una inocencia que ella no estaba dispuesta a arrancarle de cuajo en una sola noche. No podía y no quería.
—Está bien —ella asintió varias veces como un pajarito asustado. Con pasos algo torpes avanzó en un intento por seguir el ritmo de Valkyria, quien corría ágil escaleras abajo de una manera que ella no podía igualar—. Espera, Valky... ¿Mamá y papá no vendrán? —inclinó su rostro hacia un lado, clavando los pies en los escalones. Un aullido desgarrador surcó el aire en ese instante, haciendo vana cualquier respuesta. Valkyria echó una mirada a Lysann que hablaba por sí sola y ambas se escurrieron como el viento del hogar que ya habían perdido.
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El silencio me envolvía, imperturbable. Solo podía escuchar mis propios pensamientos, repetidos hasta el cansancio. La noche fingía una tranquilidad absoluta que mis armas negaban con sus destellos de plata. Mientras los demás dormían, las pesadillas se hacían hueso y carne y salían a recorrer las calles, libres, ansiosas de sangre. No era la única, definitivamente. Había peores cosas que temer allí afuera y no solo por la noche. Durante el día, las alimañas más crueles y astutas vestían sus pieles de cordero y se mezclaban entre la gente.
Pensándolo bien... Puede que yo fuera una de las peores cosas que pudiera uno encontrarse. Muchos podrían dar testimonio de aquello, si es que estuvieran vivos. La realidad es que los únicos que se mantenían con vida luego de cruzarse en mi camino eran aquellos que me pagaban para sobrevivir. Había aprendido por las malas que no debían dejarse huellas, error grosero que había cometido mi padre adoptivo. Si hubiera cuidado mejor sus espaldas, quizás y solo quizás, aún estaría vivo él y mi madrastra. Quizás yo no sería una asesina, quizás Lysann tendría un futuro brillante. Pero con un puñado de “quizás” no podía hacer nada.
Aún así, no podía evitar volver una y otra vez a aquella escena, a aquel lugar, a aquel momento en que el cristal se hizo añicos y en cada fragmento vi reflejada mi ira y mi dolor al perder todo lo que tenía. Lysann nunca supo la verdad porque no tuve lo necesario como para admitir que sus padres adorados no eran las personas honradas que ella creía conocer. ¿Para qué arruinar sus buenos recuerdos? No quería lastimarla pero, sobre todo, no quería que terminara como yo. Podría haber sacado nuestra situación adelante pero bajo ningún punto de vista quería que se convirtiera en esto que era yo ahora. Ella podía ser diferente. Debía serlo. Alguien tenía que poder sonreír de verdad, alguien tenía que ser feliz. Ese alguien era Lysann.
Y, para ello, alguien debía sacrificarse y yo me había ofrecido como voluntaria. Ella era una niña cuando escapamos de casa y yo ya había pasado por demasiado. Mis verdaderos padres me habían abandonado a mi suerte, mis padres habían sido asesinados... Ya no tenía nada más que perder más que a mi hermanastra. Solo ella estaba conmigo, era lo único que tenía y pensaba protegerla lo mejor posible, incluso si eso implicaba perderme a mí misma. No importaba, ya nada importaba. Solo quería que ella tuviese una oportunidad, una que yo no había tenido.
Pero esta noche podía decir que la oportunidad que se había ganado era engañosa y estaba recubierta de espinas que iban a desgarrarla por dentro y por fuera. ¿Cómo podía escaparse de algo que la acechaba cada día? Trataba de mantener mis asuntos al margen y la alejé de mi mundo cuanto pude... Pero eso no era garantía de nada. Éramos unas nómadas que no se aferraban a nada ni a nadie más que al vínculo que nos unía. Y yo ni siquiera podía entregarme enteramente a aquello. ¿Cómo iba a hacerlo? Era uno de los peligros de los cuales yo misma trataba de apartarla.
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