Seventeen. |Zayn y Rony|

1° El vecino nuevo.
El verano casi estaba terminando cuando una familia nueva se había mudado al frente de nuestra casa. Una semana antes de entrar a clases, un camión de mudanzas se instalo en la vereda y entonces un grupo de universitarios sin camisas comenzó a desfilar sacando las cosas del camión y desempacando dentro de la casa. Obviamente mi hermana no cabía de la emoción al ver a semejantes hombres, sin camisa y sudando como si hubieran tenido una maratón.
Desde mi ventana podía observar todo meticulosamente. Kaya, mi hermana mayor, estaba parada en mi tragaluz con teléfono en mano, dando descripciones de lo que estaba observando a sus amigas. Con mis brazos cruzados y la nariz crispada le dedique una sonrisa irónica cuando ella me había echado de mi propia habitación.
Bueno, ella puede meterse todo su escándalo por el…
Cuando creía que todo ese día no podría ser más aburrido, el camión de mudanzas se fue y un convertible se estaciono en su lugar. Me imagine que la gente que se bajaría de ese auto seria alguien de las películas. Segundos más tarde, la mujer que bajo del convertible parecía sacada de una película con su cabello negro brillante y unos trajes de esos que mi hermana ocupaba solo para citas especiales.
Luego, él salió del convertible y sentí que mi corazón palpitaba más rápido de lo normal. Tenía cabello café oscuro y peinado desordenadamente a propósito, no pude ver bien cuales eran el color de sus ojos, pero aun así podía observar los rasgos marcados con firmeza y esculpidos delicadamente. Además de que era tan alto como los chicos que juegan basquetbol en la preparatoria.
Se veía un poco flaco, pero aun así podías apreciar la definición de sus músculos bajo su camisa. Así parecía un modelo de la alta costura, convirtiéndolo oficialmente en el chico más sexy que había visto en mi vida. Tan sexy, que sentía que me sonrojaba a pesar de que se encontraba al otro lado de la calle y no tenía ni idea de que lo miraba.
Y eso hice de lo que quedaba el resto de la semana antes de entrar a clases. Mirarlo.
Yo como tenía una vista perfecta, también. La ventana de mi habitación esta directamente en frente de la de su habitación. Por eso, cada mañana, después de que el abriera las cortinas de su ventana y entrara  darse una ducha, durante esos veinte segundos podía apreciar la tonificación de sus músculos sin la camisa que estorbase mi deleite.
Aunque durante una de esas mañanas, cuando mi reloj sonaba y marcaba las nueve y media y yo me apoyaba en el marco de mi ventana para apreciar como él se levantaba y abría las cortinas. El se quedo unos segundos más observando mi casa. Quizás fue un minuto o dos, pero para mí fueron dos infinitas horas de tensión muscular. No moví ni un solo hueso mientras sus ojos permanecían en mi casa e incluso mi ventana. El aire se atraganto en mi garganta cuando creí que habíamos hecho contacto visual. Aunque a pesar de estar detrás de la cortina con rendijas, el aun así podría ver mi silueta rígida.
Entonces en un arrebato de ideas, me tire al suelo como un militar en el campo y gatee hasta la puerta de mi habitación. Una vez en el pasillo, echada en el suelo con la respiración estrangulada y jadeando como un perro, la voz estridente de Kaya sonó por la casa y me erguí rápidamente, tan rápido, que me maree en el intento de parecer digna.
— ¿Qué hacías en el suelo?
—Nada—respondí rápidamente. Entrecerró los ojos no tragándose mi mentira y ella le resto importancia con una mano.
—No se para que pregunto. Eres un caso perdido, Rony.
Los insultos entre líneas de mi hermana no provocaban nada en mi, aunque a pesar de ser mucho más elegante y mujer que yo, odiaba el hecho de que lo sacaran en cara. Kaya era Kaya y Yo era Yo. Porque si a ella le gustaba jugar a la barbie y actuar como si viviera en California, era su problema. Sin embargo, sus amigas –quienes eran un año mayor que yo, pero siete años menor en inteligencia- siempre aprovechaban la oportunidad que se les presentara para hacerme sentir como la chica que nunca podría lograr ser.
Sonara extraño, pero me gustaba que dijeran eso de mi en vez de hablar de mi sedoso cabello como tema de conversación. ¡Dios, son tan patéticas!
Tan solo pensar que en algún momento de mi adolescencia aprovecharon la oportunidad de convertirme en mujer, me hace temblar de asco. ¡Ugh! ¡Asco!
Aun así, durante esos minutos en los cuales me observaba con compasión, preferiría que me mirara con ojos de asco antes de la mirada de lástima que tenía en ese momento.
—Deja de mirarme así, ya sé que soy un bicho raro, pero no me lo hagas saber—replique con un tono irritado, aunque ella mantuvo su postura y me siguió observando frunciendo el ceño e inclinándose hacia mí.
—Estas sonrojada—susurro apenas en un hilo de voz horrorizada. —. Estas rosa—esta vez hablo más fuerte y su ceño fruncido fue remplazado por un rostro de sorpresa. — ¡Mierda, Rony, estas sonrojada! —chillo saltando de un lado para otro.
— ¡Kaya, Jesús, no!
— ¡Entonces, explícame porque tienes los cachetes rosados! —demando con una risa burlona. Peino su rubia melena hacia un lado y me dedico una sonrisa cómplice. — ¡Dios, estabas observando al vecino nuevo! ¡Al sexy hijo de un dios griego! ¡Y yo pensaba que eras lesbiana, Rony!
¡UGH! ¡Lesbianas, mas, Kaya! ¡Jesús, ayúdame!
Yo evite el hecho de que Kaya estaba tan entusiasmada con la idea y me devolví a mi habitación.
— ¡Hey, Hey! ¿A dónde crees que vas? ¡Estoy emocionada, necesitamos hablar de esto como hermanas!
— ¡Aléjate de mi, copia barata de Britney Spears! —chille en el umbral de la puerta. Ella se puso pálida ante mi insulto y volvió a su postura arrogante y petulante.
— ¡Ugh! ¡No tienes remedio! ¡Fenómeno!
Cerré la puerta tan fuerte que demás se debió haber escuchado en todo el barrio. Corrí hasta mi cama y grite sobre mi almohada un par de veces. Aunque después me calme, aun así estaba nerviosa. Dios, los gritos que pegue fueron tan fuertes que el vecino los pudo haber escuchado y pensara que estamos locas. Aunque aquello no estaba muy lejos de la realidad, no es que quiera dar una buena impresión, pero si, quería dar una buena impresión al primer chico que me había llamado la atención en mis escasos dieciséis años. Diablos, era tan contradictorio.
Ya había tenido suficientes bochornos en un día para que Kaya empeorara el asunto. Pero era inevitable no seguir observando su ventana, a pesar de que el ya no se encontrara ahí. Bueno, ¡como sea! Solo porque no tenga amigas, y me gusta jugar a baloncesto, y que nunca antes me han besado, no significa que no sea una chica. Y para que conste, no estaba enamorada del chico nuevo. Solo pensaba que era realmente sexy. Demasiado diría yo. Pero aun así.
Ignore a toda mi familia durante la cena y les dije que saldría a dar un paseo al parque. La advertencia de mi madre sobre no salir después de la cena quedo en el aire cuando ya había cerrado la puerta detrás de mí.
Me deslice por la acera y me dirigí hacia el parque. La noche estaba fresca y había una brisa caliente que inundaba el parque, transformándolo así en una de esas habitaciones que mi hermana se mete desnuda y envuelta solo en una toalla y se fríe de calor, mientras transpira como un mapache.
No camine ni diez pasos cuando escuche un sonido de pisadas tras de mí. Obviamente me gire rápido, demasiado rápido para que pasara desapercibido mi susto. Era un chico, quizás uno de mi barrio, no lo sabía bien, pero parecía de mi edad. No estaba de humor, así que me gire y camine en dirección contraria, pasando por su lado e ignorando su presencia.
Entonces, algo me golpeo la nuca. Grite fuerte, aunque el sonido se desvaneció siendo reemplazado por un grito ahogado cuando vi que el chico me acorralaba contra un árbol. Sus manos comenzaron a manosearme y trate de no sollozar cuando metió una mano en mi bolsillo trasero.
Saco mi billetera, mis llaves y mi pase escolar. Una sonrisa burlona apareció en sus labios cuando comenzó a contar los billetes de mi mesada pasada. Pero entonces, sus ojos centellearon cuando algo que estaba detrás de mí lo asusto. Hecho a la fuga, pero no alcanzo a dar ni cinco pasos cuando un alto chico –no lo pude ver bien por la luz- se erguía por sobre él y lo lanzaba al suelo de un golpe.
Grite…grite y muy fuerte. Asustada por la sangre que corría por el suelo y por el chico que aun seguía de pie ahí mirando el cadáver del chico.
— ¡Lo mataste! —aullé horrorizada. El se giro y fue tan grande la sorpresa que me lleve cuando lo vi, que caí de espaldas al césped. Era el chico nuevo, mi vecino…
—Hola, Rony—dijo con una fuerte y profunda voz. —Un placer conocerte.
Volví a gritar y esta vez no intente hacerme parecer abrumada por su presencia y me lance contra él con todas mis fuerzas.
— ¡Psicópata! ¡¿Cómo sabes mi nombre?! —el esquivo los golpes. Asustada retrocedí dos pasos.
—Hace una semana llegue al barrio, por si no lo sabías. Tu madre fue darnos la bienvenida una tarde y le conto a la mía que tenía tres hijos. Uno que va a la universidad, tu hermana mayor, Kaya, y luego tu, Rony— Mi boca cayó al suelo, no porque él tuviera todo ese tipo de información, si no, porque había quedado impresionada de como sus labios se movían y me hablaban a mí. Entonces, el añadió: —Estuve días intentando conocerte, Rony. Tenía muchas ganas de hacerlo. Soy Zayn.
Oh Dios.

Mi habitación era amplia y bien iluminada dado que mi ventana se encontraba abierta, pero la luz hizo que mi cabeza doliera como un hijo de ya-sabes-que. Tire mi brazo sobre mis ojos y alcancé al lado de mi cama, donde siempre tenía una de esas cosas para alcanzar. Normalmente la uso cuando dejo mi dispositivo de juego en la mesa de noche, o se me cae uno de mis caramelos, pero hoy lo use para agarrar mi persiana.
Con dolor de cabeza o no, tenía una excelente coordinación de ojo-mano, y con un solo agarre, me sumergí en la oscuridad total. — ¡Oye! —protesto Kaya inmediatamente.
La voz de Kaya no es lo que quieres oír cuando te estás recuperando de una horrible jaqueca. — ¡Fuera de mi habitación! —gemí, ya que realmente no tenía la energía para gritar.
—De ninguna manera. Tienes una vista mucho mejor que la mía.
— ¿Vista de qué?
—Zayn está jugando dardos en su garaje.
— ¿Dardos? ¿Quién juega dardos?
Kaya levanto las persianas de nuevo. Hubiera protestado por la acción, si no hubiera escuchado lo que dijo. — ¿A quién le importa? Lo hace sin camisa.
Me levante de la cama y empuje a un lado Kaya para echar un vistazo. Justo cuando mire, Zayn movió su muñeca y envió un dardo justo al centro blanco. Sonrió para sí mismo mientras cruzaba el garaje y admiraba su objetivo, entonces tomo su camisa. Me preocupaba que fuera a ponérsela de nuevo, pero en lugar de eso, la utilizo para limpiar el sudor de su frente y comenzó un alto consumo de su botella con agua.
—Esto es incluso mejor que tus compañeros de basquetbol jugando en la cancha—suspiro Kaya, dejándose caer en mi cama cuando el desapareció en su casa.
—Se ha ido. Puedes irte ahora—le dije, empujándola fuera de mi cama para poder recostarme.
—Vamos a su casa.
— ¿Para qué? —proteste, mientras me deslizaba en las sabanas de nuevo.
—Duh, para darle las gracias por la cena e invitarlo a tomar un helado.
—Ve tu, yo quiero dormir—le hable bajo el cobijo de las frazadas.
—No, tú irás conmigo. Además esta noche es la fiesta de inauguración y el debe estar enterado de eso ¿no?
—No me digas que aun sigues con esa cosa de la fiesta. ¿Acaso no quedaste con un trauma? La gente normal estaría abstenida de una fiesta o algo que junte las palabras cama y chico.
—No es como si quisiera volver a hacerlo, Rony. Este es mi último año y necesito tener venganza de la mejor forma, ¿no crees?
—Déjame dormir, Kaya. Tu voz no es como si fuera muy suave que digamos, de hecho es tan chillona como la de un payaso. —gruñí sobre la almohada.
—Pero a eso no viene el caso. Vamos a casa de Zayn y le pedimos que nos acompañe a comprar vestidos—no pude ver su rostro, pero me imagine que sonreía con suficiencia.
—No sé en qué mundo tú crees que un hombre te soportaría comprar un vestido a ti.
—Jesús, Rony. Por favor, te lo pido de rodillas, acompáñame a comprar vestidos.
— ¿Qué hay de tus amigas? ¿Y las porristas?
—Están velando a Stella—musito.
Entonces fue ahí cuando me pare de mi cama de un salto y vi como Kaya se cruzaba de brazos y se apoyaba en el umbral.
—Insisto, la gente normal iría al velorio de lo que fue alguna vez su amiga. Eso da por hecho que tú eres una subnormal. Además, ¿Por qué quieres invitar a Zayn? O sea, está bien, es lindo…—sentí que me sonrojaba al decir eso. —pero, eso no es lo que quiero decir. Hay algo muy extraño acerca de ese tipo.
Kaya finalmente perdió la paciencia conmigo y empezó a dar golpecitos con el pie, junto a mi cama. —Mueve tu perezoso trasero ahora mismo o me veré obligada a sentarme aquí contigo todo el día.
Ugh. Ella lo haría. Así que no tuve más remedio que arrastrarme de la cama.
Ella sonrió satisfecha y se fue de mi habitación cerrando la puerta tras de sí. Me volví a levantar de la cama y me dirigí a la ventana para bajar las persianas. Volví a mirar el garaje de Zayn y pude ver como el reaparecía de su casa y se ponía a una distancia de tres metros de distancia de un maniquí color blanco que colgaba de su techo. No fue hasta que un cuchillo aterrizo en la garganta del muñeco que me di cuenta que él lo había lanzado.
Con un suspiro ahogado me lance contra el suelo y gatee hasta la puerta del baño. Jesús y yo sabíamos que ese hijo de tu-ya-sabes-que no era tan inocente como se veía…
Hoy no había clases, ya que la preparatoria se tomaba un día para organizar los horarios, lo cual daba la oportunidad de prepararse todo un día para la gran inauguración. Durante la semana antes de comenzar las clases se sorteaban las casas disponibles para poder realizar las fiestas. En alguno de los huecos comentarios de Kaya sobre la fiesta, oí que se llevaría a cabo en alguna de las mansiones de algún chico de Southpointe.
No me gustaban las fiestas, no era algo que me emocionaba como lo hacía Kaya. Pero hoy se harían las inscripciones para las competencias y estaba tan segura en inscribirme en “maratón” que hasta solo por esta ocasión, usaría un vestido.
Deje que Kaya me arrastrara tienda por tienda buscando algo que “se vea perfecto con tus piernas”. Pero durante un momento de la tarde ya estaba muerta de hambre y cansancio.
Para cuando llegamos a casa a eso de las cuatro de la tarde –un gran record tomando en cuenta que salí con la reina de la moda- paradas en la acera tomando mi helado y Kaya una bebida dietética, el sonido de un claxon nos irrumpió e hice una mueca de dolor por la jaqueca. No sé cuál de los tropecientos admiradores de mi hermana era el que la saludo, pero uno de ellos bajo el vidrio de la ventana y dijo: —Kaya, nena. Vamos a la previa a la casa de Ariana. ¿Vienes?
Ella asintió entusiasmada y con una mirada de tristeza me miro y luego se subió al auto, dejando que la apestosa música de alguna cantante pop sonara por el barrio.
Estaba agotada de todo el día. Entre a mi casa, aunque antes, eché una mirada a la ventana de Zayn y vi una sombra moverse por la persiana. Asustada, entre y subí a la comodidad de mi habitación, prendiendo el ventilador y tomando una pastilla para el dolor de cabeza y esperando que el analgésico me dejara inconsciente por varias horas antes de que me preparara para la fiesta.
***
No sé cuánto tiempo dormí, pero cuando me desperté, fui asaltada por la luz de mi lámpara. — ¡Fuera de mi habitación, Kaya! —gemí tapándome los ojos con mi brazo.
Iba a gritar otra vez que se fuera de mi habitación, pero cuando escuche una voz extraña y profunda decir: —Ella está en su habitación arreglándose. —, me levante de un salto de la cama, provocando así, que la jaqueca hiciera que mi cabeza doliera como mil demonios.
Que mas pude hacer que gritar, gritar tan fuerte que él se paró de donde estaba. La luz alumbraba perfectamente su cabello negro, sus ojos cafés estaban sobre mí, mientras sonreía con esas que te deja sin aire. Vestía un traje negro y una corbata del mismo color, era tan sencillo pero a la vez –odio decir esto, pero- tan caliente que hacía que mi corazón palpitara fuertemente. Creí que todo aquello había sido un sueño cuando volví a la realidad y me aleje de él.
— ¿Qué demonios estas haciendo en mi habitación, Zayn?
Se sorprendió bastante con mi pregunta, tanto como para devolverme mi espacio personal, pero suficientemente divertido para no irse lejos. —Deberías ser agradable conmigo—dijo, sin dejar de sonreír. —. Te salve la vida.
— ¡Eso no va al caso! ¿Qué haces en mi casa? —espete frustrada y el rio.
—Eres tan tierna cuando gritas.
— ¿De qué planeta vienes? ¡En qué mundo se encuentra tierno a una persona que este gritando!
—En tu mundo y el mío. El nuestro.
El nuestro. No es como si estuviera planeando nuestra boda, pero eso sonó tan posesivo que hizo que mi cabeza diera vueltas. Entonces, el mato todo el romance con una risa.
— ¿De qué te ríes? —espete.
— ¡Hubieras visto tu cara! —lanzo una carcajada y se lanzo contra mi cama riendo como desquiciado. — ¡Diablos, eres tan divertida!
Fruncí el ceño, confundida. — ¡Agh! ¡Dime qué diablos haces en mi habitación, por el amor de Dios!
—Ah-ah, mala chica. No puedes pronunciar “diablos” y “amor de Dios” en una misma frase, Rony. —chasqueo la lengua, negando con su cabeza divertido.
Esta vez me enoje y no solo por el hecho de que él tuviera razón, ya que era tan creyente como mi hermana le hacia un altar a Victoria Secrets. Pero, ¡El era increíble! ¿Cómo alguien puede sacarte de quicio en un segundo y en el otro hacerte sonreír?
— Largo. De. Mí Casa —gruñí, tomando una almohada y lanzándosela. Aunque solo sirvió para que el siguiera riendo.
—Tranquila, Rony. Tu hermana me invito apenas llego a casa, a una fiesta de bienvenida. Creí que ella estaría contenta con que yo te despertara mientras ella se arregla. ¡Lleva dos malditas horas en el baño!
—Oh dios, ¿te invito? —pregunte, me lleve una mano a la cabeza y me rasque la nuca. El asintió y yo lo mire fijamente durante un segundo.
—Dijo que te pusieras el vestido que te compro esta tarde. —sonrió como solo lo hace el y camino alrededor de mi habitación.
El tomo una foto que colgaba de mi pared, salían todos los chicos de mi equipo de basquetbol callejero. El sonrió como si estuviera reviviendo la historia en su mente. Luego, se giro en mi dirección y dijo lo que nunca pensé que preguntaría: — ¿Alguno de ellos es tu novio?
— ¡No! —jadee. Jamás en la vida alguien me había preguntado si estaba con alguien, por lo cual me impresiono que el preguntara aquello, sonó tan casual, pero a la vez su cuerpo tenso me asustaba.
Entonces me acorde de que él era uno de mis sospechosos por la muerte de Stella. —Ninguno de ellos es mi novio.
Trate de sonar molesta en lugar de asustada como estaba, pero era obvio que no funciono porque Zayn dio vuelta el marco de la foto contra la pared y camino hasta sentarse a mi lado en la cama. Su sonrisa volvió ligeramente aliviado y volvió a ser arrogante. — ¿Eso significa que no tienes novio?
Lo mire con los ojos entrecerrados, pero aun así el descubrió la verdad. Me miro un momento y luego pregunto: — ¿Alguna vez has tenido novio?
Me sonroje de nuevo. El silencio respondía a su pregunta. Me hundí en la almohada cuando él comenzó a acercarse a mí lentamente, con los dos brazos a mis costados y sonriendo con arrogancia digna de un chico de Southpointe. —Me pregunto…—susurro contra mis labios. El estremecimiento que siguió después de que su aliento chocara con mi boca fue algo que a él le provoco cierta alegría y la sonrisa arrogante apareció. — ¿Alguna vez has sido besada, Rony?
Tome una respiración profunda y luego la sostuve mientras la sangre se retiraba de mi rostro. Quede congelada, completamente horrorizada por el hermoso chico y lo que parecía que estaba a punto de hacer.
Para mi alivio, el se alejo y me sonrió con suficiencia.
—Te esperare abajo, tu hermana le debe quedar poco tiempo ahí adentro.
Asentí aun abrumada por la presencia de Zayn en mi habitación. Cuando el dejo la pieza y cerró la puerta, corrí a la ducha y luego me vestí con el vestido negro que Kaya me había comprado. Me llegaban dos dedos arriba de la rodilla, aunque era tan apretado que parecía una prieta. Era de tirantes y muy simple. ¡Ugh! No iba a ocupar tacones, estaba segura que en mi vida había usado y que quince minutos antes no compensarían los años de entrenamiento de Kaya. Las zapatillas de lona fueron mi remplazo por los tacones negros e hice la cola de caballo de la manera más desordenada posible. De esa forma, seguiría siendo yo a pesar de que me sentía como una copia barata de Kaya.
Cuando comencé a bajar las escaleras, oí el sonido de alguien levantándose del sillón y dirigiéndose hacia mí. No sé qué cosa me impresiono mas, porque una de ellas fue el hecho de que mi hermana y Zayn llevaban mascarillas y el parecía el zorro, pero versión americana. O también que el no ocultaba su asombro por nuestras ropas. Me sentí cohibida y fuera de lugar al lado de la estrafalaria Kaya.
—Te ves…—tomo aire y abrió los ojos. —…no tengo palabras. Esto es demasiado.
Salió de nuestra casa dejando a mi hermana en el umbral con una sonrisa arrogante. Zayn se subió a su convertible y toco la bocina un par de veces para que subiéramos, parecía enojado y quizás frustrado. Aunque tenía la leve suplencia de que se debía a cierta chica rubia de ojos verdes, la cual lo dejo sin palabras, su mirada no se despego de mí a medida que avanzaba al carro y trataba de ayudar a mi hermana a caminar por sobre el césped sin que sus tacos se hundieran en la tierra.
Que conste que solo iba a estas fiestas para inscribirme en los concursos y competencias.