¿De que tienes miedo...?

Título: ¿De que tienes miedo...?
Autor/a: yop, mamen.
Adaptación: no.
Género: drama, romance.
Advertencias: no podre subir muy seguido

PRÓLOGO

El camino era largo y lleno de piedras de colores que hacían resbalar, las ramas de los árboles de grandes hojas hacían sombra bajo sus pies, y se oía el dulce y alegre cantar de los pájaros.
Ni una sola nube cruzaba el hermoso cielo azul, no se veía a nadie fuera de las pequeñas y poco elaboradas casas en aquel caluroso día. Todo estaba desértico y el reloj corría lentamente hacia las horas en las que el sol golpeaba menormente.
-¿Siempre es así?
-Si, siempre. Día tras día, noches tras noche, y así durante todo el verano.
-Parece que en este lugar siempre es verano, nunca se me ocurriría imaginar estos parajes cubiertos de nieve blanca como el algodón.
-Es cierto, ahora es imposible imaginarse este paisaje helado; pero en invierno...¡mira! Esas encinas se cubren de nieve, los hermosos cerezos pierden su esplendor, los pájaros no cantan y duermen en sus fríos nidos de las copas de los árboles todo el día y toda la noche, en su letargo invernal... El río, si, este que ves, ¡se hiela! ,A veces, poco más abajo, siguiendo el cauce, se puede patinar sin peligro debido al grosor del hielo.
-Sería hermoso de ver.
-Y lo es, es lo más bonito que he visto jamás.
Un pájaro hundió la cabeza en el agua buscando a su furtiva y escurridiza presa. Al poco tiempo salió del río, como pavoneandose de haber conseguido lo que tanto le había costado, no era más que una cría, y se sentía muy mayor. La vista de los dos caminantes se dirigió hacia el, que, con lo pequeño que era, no era capaz de salir volando con su trofeo. Y en un pequeño gato montés, que se acercaba a el lenta y letalmente. Uno de ellos intento ayudarlo, pero el otro lo miró intensamente y le puso una mano en el hombro.
-No, déjalo, la naturaleza debe seguir su curso. Es ley de vida.
-Pero es tan injusto... No es más que una cría, no esta preparada, es demasiado joven.
Giró el rostro con los ojos anegados en lágrimas y disimuladamente las borro de su mirada.
-Esta bien, vayámonos de aquí, no quiero ver esto.
-No, mira, te sorprenderás.
El pequeño pajarito siento el peligro inmediato, y al de sentir el aliento de la muerte tras de si, y justo antes de ser atrapado por las afiladas garras del gato, voló, abandonando su comida que tanto le había costado, por salvar la vida.
Siguieron su camino, tan largo como el río del cual seguían el cauce. 
Comenzó a moverse un poco de aire, las hojas de los altos sauces que bordeaban el río comenzaron a bailar con él, y algunas nubes comenzaron a aparecer en el cielo.
-Que buen día hace, se esta tan fantástico, echaba de menos los días así.
-Hace un buen día.
Contesto simplemente el otro.
Poco a poco las nubes blancas empezaron a tornarse de un color grisáceo, oscureciendo el cielo. El aire comenzó a ser más fuerte, más rápido.
-Oh, que frío de repente, debí traerme un chal.
Su acompañante lo miró de nuevo, largo y tendido, y finalmente dirigió su mirada al cielo. 
-Esto no me gusta... No me gusta... Parece que será una simple tormenta...
Un rato cruzó el cielo y golpeó un árbol situado a pocos metros de ellos. Se miraron, ambos sintieron el pánico en los ojos del otro. Las tormentas eléctricas, las más peligrosas de todas, no solían ser tan fuertes en verano.
-Vámonos, volvamos al pueblo, no debe estar muy lejos.
-Esta lejos, demasiado lejos... Tanto árbol y tan poco tiempo.
Uno de los caminantes agarró sus pertenecías y se levantó. Miró al otro y con la mirada todo quedo aclarado. Debían de salir de allí, cuanto antes, antes de que fuera demasiado tarde, antes de que los atrapará la tormenta.
Corrieron en dirección contraria a la que habían cogido anteriormente, ya no admiraban la belleza, ya no les importaba el pobre pajarito, solamente les importaba salvar la vida.
-¡Corre! ¡Esta apunto de llegar! ¡No llegaremos a tiempo! ¡Nos atrapará!
Un rayo cayó en el árbol más cercano a ellos. Tenían la tormenta encima.
El cauce comenzaba a perderse, el agua estaba saliendo de su camino, pronto se formaría una riada.
-¡Debemos de llegar a un lugar alto!
Siguieron corriendo, buscando un lugar donde subir sin que un rayo acabase con su vida.
-¡Mira! ¡Allí! ¡Tenemos que llegar a allí!
Todo ocurrió demasiado rápido.
Un rayo. El río desbordado. La salvación demasiado lejos.
Los caminantes alcanzaron la roca, pero la riada ya había llegado hasta allí. Cuando se creían a salvo... El agua se llevo a uno de ellos, haciéndolo desaparecer para siempre bajo las aguas. Nunca más volvería a ver la luz del sol... Jamás...

Buenas, pues esta es mi nueva historia, me gustaría que la leyeran, porque si comentáis subiré el próximo capi, espero que os guste :) 
La escritora.

me encanto, primera y fiel lectora creo... jaja siguela pronto  :amor:    :bye: