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JOSEPH - JOE Y _____
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: JOSEPH - JOE Y _____
CAPÍTULO DIEZ
Joe cayó sobre sus rodillas en medio de la sala de urgencias, mientras el dolor por sus heridas y una insoportable e increíble ola de profunda pena e impotencia lo asaltaba. No entendía por qué, pero ni siquiera podía respirar ante el pensamiento de que _____ no estuviera ahí.
—______.
Gruñó, sosteniéndola contra su hombro mientras tomaba su frío rostro entre las manos y la agitaba gentilmente.
—Maldita sea, no te atrevas a morirte en mis brazos. ¡______!
Wanda estaba ahí con un doctor y los camilleros. Colocándose tras él, lo tomó de los hombros mientras el doctor sacaba a ______ de sus brazos.
Joe quería pelear con ellos y aún así sabía que no podía hacerlo. Tenían que salvarla. No interfieras. No. Interfieras.
El toque de Wanda era gentil, pero no era el toque que deseaba sentir.
—¿Joe? —dijo, con la voz entrecortada.
No pudo responder mientras escuchaba el aviso de un Código Azul. Cogieron a ______ de sus manos y la colocaron en una camilla antes de llevársela rápidamente.
Joe se arrodilló ahí en el suelo, haciendo a un lado su ensangrentado abrigo, viéndolos correr con ella a través del pasillo mientras su alma gritaba por venganza contra aquellos que la habían herido.
—Creo que está en shock.
Alguien lo tocó. Joe gruñó, empujando al interno hacia atrás mientras se ponía de pie y se quedaba inmóvil con sus piernas separadas.
—No estoy en shock. Estoy bien.
El interno se quedó mirando a Wanda con los ojos muy abiertos.
—Dulzura —dijo Wanda, tocándolo ligeramente en el brazo—. No estás bien —su mirada se deslizó sobre su golpeado cuerpo—. Estás muy herido y necesitas dejar que el buen doctor te examine.
Joe se limpio algo tibio que le corría por el rostro. Pensando que era sudor miró hacia abajo para verse la mano cubierta de la sangre que le manaba de la cabeza. ¿Cómo podía explicarles que se curaría? Si no le estuvieran mirando fijamente, haría que sus heridas desaparecieran...
Quien no podría sanarse era ______. Ella era quien estaba muerta.
—Estoy bien. Lo juro. Solo necesito ir al baño.
El interno todavía lo miraba con sospecha pero nadie lo detuvo mientras los dejaba y entraba al pequeño baño. Una rabia inmensa lo quemaba. Quería sangre y podía notar como los ojos se volvían rojos. Manifestó un par de gafas de sol sobre los ojos antes de que alguien lo pudiera ver en toda su inmortal gloria.
Su furia era tan grande que le quemaba con un arrebato de poder tan fuerte que fundió las luces sobre él. Pequeñas chispas caían y chisporroteaban mientras luchaba por controlarse.
Sálvala.
Con un sólo pensamiento podía volverla a la normalidad. Sin cortes. Sin heridas.
Se lanza una piedra y todo cambia... Podía escuchar la voz de Savitar en la cabeza y odiaba esa parte de su conciencia. Toda su vida humana se había arruinado debido a que los dioses jugaban con su destino. De gente trayéndolo de vuelta de la muerte.
Cayendo sobre sus rodillas, gritó con rabia, sin poder mitigar el dolor mientras se frotaba el rostro contra el brazo en busca de cordura. No podía hacerlo con ______. No podía arriesgarse a salvarla, por lo que podría implicar para el mundo. Si se suponía que moría, tendría que morir. Se rehusaba a tentar al destino.
¡Jodido destino! Eres un dios, con un demonio, Apostolos. ¡Cambia tu destino! ¡Sálvala!
Solo porque puedas, no significa que debas. Era el único código con el que había vivido toda su vida.
—No mueras _______.
Susurró, sabiendo que no podía renunciar a su juramento. No sería como aquellos que lo habían condenado interviniendo cuando lo que deberían haber hecho era dejarlo solo.
Molesto por su cobardía, lanzó una mirada al espejo y se encogió de hombros. Sin duda se habían asustado mucho. Parecía un muerto viviente. Su rostro estaba golpeado, la ropa desgarrada y sangrienta. Podría cambiarla, pero entonces el personal sospecharía si salía caminando totalmente restablecido. Por lo que sólo se lavó la cara y regresó fuera donde Wanda lo esperaba. Su corazón se detuvo cuando vio que sostenía la chaqueta de cuero que ______ había usado.
Wanda le ofreció una gentil sonrisa.
—Han resucitado a tu amiga. La han llevado a quirófano.
Cogió la chaqueta mientras una ola de alivio lo envolvía.
—Gracias Wanda.
Ella asintió.
—¿Estás seguro de que no quieres ver un a un doctor?
—Seguro.
Negó con la cabeza como si estuviera desilusionada por su decisión.
—Bueno, te llevaré a la sala de espera. ¿Tienes alguna información sobre ella para llenar el papeleo?
—No, no realmente. Pero sabes, soy bueno con el dinero. Haz lo que tengas que hacer, al diablo con el costo.
—Lo sé, bebé —palmeó su brazo mientras lo dirigía hacia el elevador—. Necesitamos los nombres de sus familiares cercanos.
—Megeara y Theo Kafieri. Theo es su abuelo que vive en Nueva York y su prima Geary vive en Grecia.
—Muy bien. Te llevaré arriba y entonces regresaré con los papeles.
Joe no dijo nada mientras lo llevaba hacia el ascensor donde había estado miles de veces cuando venía con Simi a hacer el trabajo de voluntario. Así había sido como había conocido a Wanda. Su padre había sido guardia cuando traían regalos a una pareja unos años antes de que a su padre le hicieran un cateterismo en el corazón. Habían sido amigos desde entonces.
Ella lo dirigió a una pequeña habitación que era estéril y fría... justo como él.
—¿Necesitas algo?
Negó con la cabeza. Lo que necesitaba era saber cómo estaba _______. Pero sus poderes no le decían nada.
—Muy bien. Regresaré.
Se sentó para descansar las piernas que todavía le dolían desde que el coche lo había atropellado. Mientras se movía, captó una ligera esencia de ______ procedente de su chaqueta. Sosteniéndola contra su nariz, inhaló y quiso llorar. El miedo de perderla, de hecho, hacia que sus manos temblaran y no entendía por qué. Apenas se conocían el uno al otro.
Aun así quería correr hacia el siguiente piso y curarla.
Todas las cosas se pudren. Su mente le regañaba por permitir que le importara una simple humana. Mira lo bien que te trató Artemisa al principio. Le había hecho regalos y se había asegurado de que estuviese cómodo, para luego volverse contra él la primera vez que no la había complacido. Era una emboscada progresiva que siempre se había vuelto en su contra.
______ primero te odió y después le gustaste...
Sonrió ante el recuerdo de ella arrojándole el martillo a la cabeza. Era irritable. Y lista. Y divertida. Sobre todo, lo trataba como si fuera normal. Por supuesto no sabía lo que era, pero a diferencia de otra gente no le metía mano o lo ponía nervioso para tratar de joderlo por un pelo.
Lo trataba como si fuera algún otro chico en la calle.
—¿Joe?
Levantó la mirada para ver a Kim la amiga de _____ frente a él. Su rostro estaba dibujado con miedo y preocupación mientras lo miraba y a la sangrienta chaqueta que sostenía.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó.
—Trabajo aquí. ¿Recuerdas? Soy enfermera de oncología. Me dijo una amiga de Urgencias que habían traído a _____. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿No deberías estar abajo siendo tratado?
Negó con la cabeza.
—Tuvimos un accidente en mi moto.
Kim tragó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Está bien?
—Me han dicho que estaba en quirófano. Estoy esperando noticias.
Se sentó junto a él.
—Sin ofender pero tú también pareces muy lastimado.
—Viviré.
Ella le lanzó una mirada de duda suprema.
—Porque no me das tu número de móvil y te llamo tan pronto como sepa algo sobre _____. Sabes que no me iré y necesitas ver a un médico y limpiarte un poco.
Miró hacia el hueco de sus pantalones que revelaban la piel dañada.
—Por cierto, no es una petición.
Joe asintió mientras se percataba de que tenía razón. No hacía ningún bien quedándose así y tenía otro asunto que atender también. Dándole su número, salió y se dirigió al ascensor. Tan pronto como estuvo solo, se trasportó directamente al templo de Artemisa en el Olimpo.
Con indignación creciente, empujó las puertas del templo para abrirlas con tanta fuerza que golpearon fuertemente contra las paredes. Sus koris gritaron antes de correr para dejar a Artemisa a solas con él.
Artemisa se sentó enfurruñada mientras lo recorría con una furiosa mirada.
—¿Cuál es tu arruinamiento?
—Daño —la corrigió mientras se dirigía hacia ella—. ¿Puedes decírmelo?
—¿Qué? ¿Por qué pareces salido del basurero? Estas sucio y hueles. ¿Por qué no te bañaste antes de venir a mí?
—Porque un coche me atropelló después de ser cazado por un grupo de hombres que me disparaban, Artie.
—¿Y eso es culpa mía? ¿Cómo?
El hizo un profundo suspiro y contó hasta diez antes de matar a la madre de su hija. Siendo honestos, Katra era una mujer adulta y realmente ya no necesitaba a su madre...
—¿La palabra Atlantikoinonia te suena de algo?
—Sí, lo hace. ¿Y qué?
Esa mirada sin arrepentimiento lo atravesó como una explosiva granada.
Cuando habló fue a través de los apretados dientes mientras luchaba con fuerza para no atacarla y lastimarla.
—Intentaron matarme, Artemisa. Y como plenamente puedes ver, no estoy emocionado por eso.
Su rostro palideció.
—Ellos no tenían que tocarte, nunca.
—No —dijo, su voz cayendo a la baja cadencia de un demonio—. Sus órdenes fueron ejecutar a una humana inocente al verla. Pero resulta que estaba con ella cuando atacaron.
Le lanzó una mirada curiosa mientras descartaba su preocupación y furia.
—¿Por qué te preocupas por la humana? Sólo estaba tratando de protegerte.
—No, no lo hacías. Sé que es lo que hay en el diario perdido. No das ni una mierda por mi dignidad. Es tu trasero el que estas tratando de salvar.
Gateó hacia atrás en el sofá, tratando de escapar de él.
—¿Significa que tú eres quien cogió el libro?
Él se detuvo.
—Pensé que lo tenía tu gente.
Ella curvo el labio.
—Si lo tuviéramos, ¿Por qué andaríamos tras la perra?
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
CAPITULO DIEZ PARTE DOS
El insulto hacia ______ lo molestó incluso más.
—No es una perra Artemisa. Ahora llama a tus sabuesos. En serio.
Se levantó de rodillas para enfrentarlo sin encogerse.
—¿Y qué pasa si no hago lo que quieres? Ellos también son humanos inocentes. ¿Vas a matarlos?
Las manos le picaban deseando envolverse alrededor de ese perfecto cuello de cisne y retorcerlo hasta que estuviera satisfecho.
—No estoy jugando contigo.
—Tampoco yo —gritó—, ese diario amenaza todo y no descansaré hasta que lo tenga.
Él siseó de rabia, pero no se retractó.
Movió la cabeza hacia atrás, orgullosa de su desafío.
—No me herirás y lo sabes. Amas demasiado a Katra. Quedaría devastada al saber que su padre mató a su madre. Debería haberos presentados hace mucho tiempo. Mientras tenga su amor, sé que estoy completamente a salvo de la ira.
Levantó la mano como si fuera a asfixiarla de todas maneras, pero al final, ambos sabían la verdad. Ella tenía razón. Tan enfadado como estaba, no podía herirla debido a que destrozaría a su hija.
Artemisa sonrío seductoramente.
—Te he extrañado.
Deslizó un brazo alrededor de su cintura.
jOE se apartó.
—Si valoras tu insignificante vida, mantente lejos de mí.
Se trasportó del Olimpo a Katoteros.
Urian caminaba hacia la puerta del salón principal cuando Joe entró.
—¿Qué demonios te ha pasado? ¿Tuviste un mal encuentro con Artemisa?
Joe curvó el labio ante el ex-Daimon.
—Un día, Urian, voy a abofetearte tan fuerte que las orejas te zumbaran toda la eternidad.
Urian rió.
—Pero no será hoy, principalmente porque no parece que puedas hacer algo para herir a alguien. En serio. ¿Qué te ha pasado?
—Me estrellé con la moto.
Urian giró sus ojos con incredulidad.
—Bien, no me lo digas. Lo que sea.
Joe soltó una risa amarga mientras se percataba de lo ridículo que sonaba. Nunca había caído antes de una moto. Triste, enfadado con Artemisa y preocupado por _____, se detuvo al ver al Daimon.
—Sabes, Uri, hay algo seriamente mal conmigo.
—¿Y te das cuenta ahora? Demonios, eres el póster del niño con lento aprendizaje.
Apretando los labios. Joe pasó de él.
Urian lo detuvo.
—Era una broma Joseph. Se supone que tenías que reírte.
—No estoy de humor para reír.
Urian asintió comprensivo.
—¿Entonces qué pasó en realidad?
Joe dudó. No estaba en su naturaleza hablar a nadie acerca de nada. Y sin embargo tenía una pregunta quemante que no se iría.
—¿Qué esta tan mal en mi que sólo me excitan mujeres que me odian?
Urian resopló ante esa pregunta.
—Tienes razón. Eso es enfermizo —palmeó el hombro de Joe—. Una palabra para ti mi hermano. Terapia. Consigue una.
—Esas son tres palabras.
—Necesitaba expandirme... y hablando de cosas que se expanden, tienes un visitante dentro que desea ser tu nuevo mejor amigo.
Joe maldijo mientras se percataba quien estaba esperándole.
—¿Quién demonios lo dejó salir?
—La chica fantasma que desea que os beséis y reconciliéis.
Joe apretó los dientes.
—Preferiría ser golpeado en la cabeza con el martillo que me lanzó Tory.
—¿_____?
—Es una larga historia —Joe dejó salir un suspiro cansado—. Gracias por la advertencia. Iré a lidiar con él.
Joe se dirigió hacia las puertas que conducían a su sala del trono. Mientras pasaba sobre el emblema del suelo, sus ropas cambiaron a un pantalón de cuero negro y una formesta Atlante. Abrió las puertas de golpe para encontrar a Nick esperando al otro lado.
Se detuvo ante la vista de su gemelo que siempre lo encontraba con la guardia baja. Cada vez que miraba a Nick recordaba su pasado. La brutalidad. La injusticia de sus vidas.
Y contra su voluntad, escuchó a Estes gruñendo borracho en su oreja mientras lo sostenía del pelo y lo violaba. Como osas hacerme desearte como lo haces. Te odio por lo que me haces, puta repugnante. Te Odio. La única cosa que su tío le había dado libremente eran golpes e insultos.
Ahora Nick estaba parado frente a él, una réplica perfecta con rubio cabello corto y los normales ojos azules que Joe hubiera matado por poseer.
Joe miró a lo lejos mientras se recordaba que era un Dios y no una puta sin valor al servicio de la crueldad de su hermano.
—Realmente no estoy de humor para lidiar contigo hoy, Nick. La poca paciencia que tenía fue comida viva hace dos minutos.
—Lo sé. Puedo sentir tus emociones.
Joe le lanzó una mirada amenazante.
—Fue un regalo —dijo Nick sarcásticamente—. De Artemisa cuando me lanzó al Tártaro y me dio tus recuerdos. Sólo estoy aquí para pedirte un favor.
Joe sintió que su piel cambiaba a azul mientras la rabia lo atravesaba con fervor.
—¿Osas pedirme un favor?
Nick dio un paso atrás y asintió antes de hincarse sobre una rodilla.
—Te pregunto como un hermano y como suplicante ante un dios.
Joe se hubiera reído si no estuviera tan enfadado. ¿A que estaba jugando Nick con él ahora?
—Como suplicante, ¿qué sacrificio ofreces por este favor?
—Mi corazón.
Joe frunció el ceño.
—No entiendo.
Nick lo miró con una mirada sincera que le caló.
—Te ofrezco mi lealtad y si eso no es suficiente. Entonces te ofrezco mi corazón. Si miento o te traiciono, puedes destrozarlo una y otra vez. Encadéname junto a Prometeo en su roca.
Si alguna vez lo traicionaba de nuevo lo haría.
—¿Y qué favor deseas?
Los ojos de Nick se angustiaron antes de que susurrara.
—Déjame ir. No puedo vivir más aquí, aislado de la gente. Solo. Desterrado. Deseo la oportunidad de vivir la vida que ninguno de nosotros tuvo la oportunidad de vivir.
En cualquier otro momento, Joe se hubiera reído en su cara. Pero hoy estaba débil con el entendimiento y la simpatía por la misma cosa que quería para sí mismo. Lo que le habían hecho no había sido justo. La vida de Nick no debería haber sido unida a la suya y por Joseph, Nick había perdido su familia, su vida y su hogar.
Tal vez un nuevo comienzo les haría a los dos bien.
—Muy bien hermano. Tienes todo lo que necesitas para comenzar de nuevo.
Con un movimiento de la mano, transportó a Nick a Nueva York donde el príncipe se mezclaría con lo mejor de la población. También era un área donde esperaba no tener que poner los ojos sobre su hermano de nuevo.
Además, Nick tenía razón. Podía matarlo en cualquier momento. Le permitiría tener una vida si era capaz de encontrarla. Honestamente, le deseó suerte.
Sobre todo, le deseo una paz que parecía siempre eludirlos a ambos.
—¿Simi? —la había mantenido en su cuerpo contra su voluntad.
Salió de su brazo y se manifestó junto a él. Bostezando, le lanzó una enfurruñada mirada.
—Akri dejó a la Simi en su brazo mucho tiempo. Ella se cansó y se enfadó. ¿Por qué tratas a la Simi de esa manera, akri?
Tomó su mejilla en la mano antes de besarla en la frente.
—Lo siento, cielo. Por eso que te traje aquí. Debes permanecer durante un tiempo con tu hermana y Alexion.
Ella frunció el ceño.
—¿Y qué hay de ti, Akri? Has estado muy triste, pero no permitiste que la Simi saliera de ti...
—Lo sé. Tengo cosas con las que lidiar y no deseo que te lastimen. Quédate aquí Simykee.
Sonrió ante el término de cariño que no había usado desde que era un bebé Demonio.
—Solo si akri promete que llamará a Simi si la necesita.
—Lo prometo.
Sostuvo su dedo frente a él.
—Bien, porque la Simi sabe que akri no puede romper su palabra.
Sonrió y sacó su tarjeta American Express negra.
—Ve de compras.
Ella se rió gritando antes de correr hacia la TV y encenderla.
Esperando estar solo, Joe caminó a través del palacio incluso cuando podía teletransportarse. Había algunas veces en que caminar y ser normal significaba más para él que todos sus poderes de dios combinados.
Sólo porque puedas, no significa que debas. Había algunas cosas que no necesitaba hacer. Era por eso por lo que ninguno de los seres a los que había consultado le diría un fragmento de su futuro. Porque no había sanado a ______. Había algunas lecciones, incluso unas muy difíciles, que todos deberían aprender. Incluso los dioses.
Pero justo ahora, no deseaba aprender nada más. Deseaba tranquilidad y confort y no había nadie a quien se pudiera acercar para encontrarlo. Entonces entró a su habitación y cogió la guitarra de su soporte. Tenía dos docenas de guitarras diseminadas por el palacio y en los varios apartamentos que mantenía en el mundo, pero esta...
Esta era su bebé. Una Fender James Burton Telecaster con un cuello de arce rojo y negro, el cuerpo cubierto con brillantes llamas rojas y el sonido más rico que había escuchado. Tenía guitarras más caras, seguro, pero para él nada se tocaba más dulce o suave que ésta.
Simi incluso había grabado un mensaje para él en la parte de atrás. Allagapi akri, Simi. En Caronte “Simi ama a akri”
Joe sonreía cada vez que lo veía y su corazón se llenaba de amor por ella. Podía hacerlo sonreír no importaba lo preocupado o triste que estuviera, pero no podría consolarlo hoy.
Se sentó sobre la cama y solo empezó a rasgar la guitarra. Antes de darse cuenta, estaba tocando “Wish you were here” de Pink Floyd. Era una canción que lo perseguía desde la primera vez que la había escuchado. Era como si el escritor supiera exactamente lo que había en su corazón. Trataba sobre las decisiones que cambian la vida y como las percepciones pueden cambiar cualquier y todas las situaciones y sentimientos.
El problema era en este momento que sus sentimientos estaban tan retorcidos y en conflicto que no sabía cómo empezar a sortearlos. La duda entre lo que debía y lo que quería hacer.
Indeciso entre tres mujeres que eran tan difíciles unas con otras como con él. Su madre que quería destruir el mundo, Artemisa que quería matar a ____ y ______ que quería exponerlo para salvar la reputación de su padre.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
CAPITULO DIEZ PARTE TRES
Incapaz de soportarlo, se detuvo y lanzó la guitarra hacia su cama.
—Soy un dios.
Pero ¿Qué bien podía hacerle? Todavía estaba atrapado por Artemisa, controlado por ella. No le tenía menos miedo ahora que el que le tenía cuando era humano. De hecho estaba más asustado porque ahora su poder era absoluto. Con una palabra susurrada, podía acabar con el mundo. Sus decisiones no sólo afectaban a su vida, podían afectar la de todos.
Mira lo que había hecho a Jerry. Si todavía fuera humano, solo habría golpeado a Jerry por dormir con Simi. Como dios, no sólo había provocado el suicidio de Jerry, sino que para que el destino que había deseado fuese, la madre de Jerry había sido asesinada, al igual que la hermana de sus amigas Tabitha y Amanda.
El odiaba esos poderes. Sobre todo odiaba la responsabilidad.
—Solo deseo estar solo…
Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.
Joe soltó un suspiro cansado mientras se preguntaba que había pasado ahora.
—¿Sí?
La puerta se abrió para mostrar a Urian quieto allí, mirándolo con una expresión reservada.
—Realmente no estás bien. ¿Cierto?
Joe estrechó la mirada.
—Espero que hables del camino que voy a tomar. Porque de otra forma con el humor en el que me encontraba, podría patearte el culo.
Urian rió.
—Sí podrías —entró en la habitación y cerró la puerta—. Mira, te escuché cuando venía. No lo que decías, sino lo que estaba bajo todo eso. Sé que lo mejor para mí es no meterme donde no me llaman. Sin embargo, me salvaste la vida una vez, a pesar de que no te lo pedí en ese momento y siento que quizá podría devolverte el favor.
Joe le frunció el ceño mientras esas palabras le aguijoneaban por las veces que le habían traído de la muerte contra su voluntad.
—No debí intervenir cuando pasó, Urian y lo siento por el dolor con que vives.
Los ojos de Urian se llenaron de agridulce tormento.
—En realidad, todo está bien. Si hubiera muerto, Phoebe me habría seguido a la tumba de todas maneras —Phoebe había sido la esposa de Urian.
Se conocieron cuando Stryker lo había mandado tras ella para que la matara. En su lugar, él se había enamorado de ella y la había convertido en Daimon para poder estar juntos. Ese amor prohibido le había costado la vida y Stryker había matado a Phoebe en un arrebato de ira.
Urian se aclaró la garganta.
—A diferencia de mi, ella era incapaz de tomar una vida humana, incluso si el humano merecía morir. La única forma de la que podría haber seguido viviendo habría sido alimentándose de otro Daimon y tampoco lo hubiera hecho. Por lo que realmente no cambiaste su destino al salvarme. Mi padre la hubiera matado de todas maneras.
Pero si Urian hubiera permanecido muerto, no habría sido testigo de la muerte de Phoebe y no viviría con ese constante dolor.
—Además si no hubiera muerto mis sobrinas y sobrinos no tendrían con que amenazar a su padre cuando es sobre protector con ellos —Urian sonrió tristemente—. Soy el único tío que tienen. Los niños necesitan un tío ¿Sabes?
No desde el punto de vista de Joe, pero esa era una herida diferente.
—Entonces ¿por qué la súbita charla de chicas Urian? Ninguno de nosotros desea discutir nuestros sentimientos... y sin ofender, me gusta el hecho de que no lo hagamos.
La mirada de Urian quemaba con su pasión.
—Lo hago la mayor parte del tiempo y estoy verdaderamente agradecido de que no te entrometas, pero como hombre que desafió todo lo que alguna vez valoró en el mundo y que sacrificó el amor de un padre que adoraba... incluso si acabaron mal, los días que tuve con Phoebe valieron cada herida que he sufrido —se aceró a Joe—. Sé lo que se siente estar dividido entre un amor tan puro que duele profundamente en un lugar donde no sabías que alguien pudiera tocarte y entre tus deberes y tareas. Entre el amor de un padre que siempre habías conocido y que sabes que tienes para siempre contra un amor que es nuevo y poco probado. ¿Pero sabes lo que aprendí? Es mucho más fácil vivir sin el amor de mi padre que vivir sin Phoebe. Solo pensaba que deberías saber eso.
Joe no dijo una palabra mientras Urian lo dejaba a solas. Pero sintió la fisura de poder en el aire tras él. Una sensación que conocía bien.
Jaden.
—Eso hace que desees vomitar, ¿verdad?
Joe arqueó una ceja ante las sarcásticas palabras.
Jaden dobló los brazos sobre el pecho mientras se recostaba contra la pared de tal forma que su largo abrigo café caía abierto.
—Mierda acaramelada. Ahora dime lo que pasa cuando traicionas a alguien cercano y la perra no te devuelve el favor. Oh espera, ya te sabes esa lección. El problema es que saltas y no lo sabes hasta que es demasiado tarde para volver tanto si vas a caer sobre un colchón blandito o sobre dentadas rocas que te atravesarán, sangrando lentamente y deseando morir.
Joe se estremeció ante la imagen tan vivida.
—Eres una mierda amarga.
Jaden se encogió de hombros.
—Mi amargura viene con buena compañía, que normalmente eres tú.
Era cierto. Ambos conocían la traición y el sufrimiento extremo que las cicatrices dejaban en el alma y corazón.
—¿Por qué estás aquí?
Jaden puso los ojos en blanco.
—Tu demonio me llamó para negociar por un bolso nuevo. Pensé que su padre podría llevarla de compras antes de que me hiciera una oferta que no pudiera rehusar y te convirtiera en un dios realmente infeliz, no es que me importe, pero como nos hemos ayudado el uno al otro de vez en cuando...
—Aprecio la advertencia.
—Sí, bueno, es lo que sucede cuando consentimos a las cosas que amamos. No siempre entienden los límites y sus ridículos deseos pueden matarnos si no somos cuidadosos.
Joe inclinó su cabeza en entendimiento. Para ser honesto, no sabía que había provocado que Jaden se convirtiera en el demonio vengador. Si había algún ser que fuera menos comunicativo acerca de su pasado que Joe, era Jaden. Y en todos esos siglos, Joe no había conocido a una criatura que supiera como Jaden había llegado a ser lo que era.
Jaden le ofreció una malévola sonrisa.
—Mantén a la mujer en la cama hasta que ninguno de los dos pueda caminar, y sácala de tu sistema. Recuerda, no importa lo que son o de donde vienen, todas las mujeres tienen un defecto de nacimiento. DMP
—¿DMP?
—Desorden Maldito de Personalidad.
Joe se rió amargamente
—¿Estás seguro que no escribieron mal tu nombre en tu certificado de nacimiento? Te aseguro que si lo compruebas, tu nombre real es Jaded.
En lugar de responder, Jaden hizo una mueca mientras se frotaba el cuello como si estuviera quemándose.
—¿Sabes una cosa? Te cambio mis demonios por tus Dark-Hunters cualquier día. No has visto bebés llorones hasta que has lidiado con un maldito demonio que está enfadado porque vendió su alma o algo más y las cosas no resultaron como deseaba —apretó los labios—. Demonios sin columna deberían ser asesinados. Te veré el sábado online —Jaden desapareció.
Joe negó con la cabeza, no envidiaba el papel de ese hombre. Por malos que fuesen los dioses, odiaban lidiar con la fuente primigenia y mientras los inmortales eran odiosos, no podían cargar con la clase de poder que un demonio hacia y como regla, no eran tan... impulsivos.
No es que algo de eso le importara en este momento. Lo único que había en su mente era ______ y los bastardos que querían matarla.
Ellos estaban aun por ahí. Maldición, se había visto envuelto en tantas cosas que había olvidado el hecho de que la Atlantikoinonia estaba tras ella. Tenía que regresar al hospital y protegerla.
Estaba transportándose cuando recordó que tenía que hablar con Simi. Estaba recostada en el suelo, a solas, con el teléfono celular en la mano, lista para comprar.
—¿Sim?
No le miró.
—Ahora no, akri, Kirk’s Folly está a punto de aparecer.
Apagó la televisión con sus poderes, haciéndola gruñir en protesta.
—No molestes a Jaden de nuevo.
Ella lo miró e hizo un mohín.
—Pero Xirena dice que puede darle a Simi todo lo que ella desee. Todo lo que la Simi tiene que hacer es decirle lo que intercambiará, así no le costara dinero a akri, así que le ofrecí mis botas, pero él dijo, no Simi. No me gustan, no, Simi.
Joe frotó su cabeza.
—No escuches a Xirena, Sim. Escucha a tu akri. Cárgalo la tarjeta como siempre y no negocies con Jaden para nada. Nunca.
Ella le lanzó una sonrisa infantil.
—Bien. ¿Podemos tener televisión ahora?
La encendió de nuevo.
Ella volvió a ignorarlo.
Esperando que pudiera estar sin causar problemas los próximos días, regresó al hospital. Pam ahora estaba en la sala de espera donde él había estado más temprano.
—¿Alguna novedad? —Preguntó.
—Todavía no. Kim fue a ver si se enteraba de algo —examinó su cuerpo que ahora estaba cubierto un abrigo largo, una sudadera gris y una blusa negra con jeans—. No pareces tan cercano a la muerte como Kim dijo.
El se encogió de hombros mientras elevaba sus mangas sobre sus brazos.
—Una ducha hace maravillas en el cuerpo.
—Eso me han dicho.
Joe se sentó junto a ella, su corazón realmente pesado mientras esperaban y esperaban sin novedad alguna. Kim se les unió y después de lo que pareció una eternidad, un doctor salió a hablar con ellos.
—¿Cómo esta? —Preguntó Kim antes de que él tuviera una oportunidad.
—Increíblemente fuerte y con mucha suerte de haber llegado aquí tan rápido como lo hizo. Su bazo estaba dañado pero pudimos reducir la fractura. A menos que coja una infección rara, estará como nueva.
Joe dejó salir un profundo suspiro de alivio.
—¿Podemos verla? —preguntó Pam.
—Todavía está en recuperación, pero la tendremos fuera en menos de una hora. Entonces podréis verla.
Kim tomó la mano del hombre.
—Gracias Phil.
—Ni lo menciones.
Mientras el doctor se alejaba, Joe se giró a Kim.
—Como estará aquí unos días, tengo algo que deciros.
El rostro de Kim palideció.
—Oh dios, eres un asesino en serie ¿Cierto?
Su lógica lo dejó perplejo.
—¿Qué?
—Verás, esto es lo que pasa —dijo Kim a Pam antes de volverse hacia Joe—. Eres demasiado perfecto lo cual significa que probablemente eres Dexter ¿Cierto? Escondiendo cuerpos en algún lugar extraño. Probablemente tienes el cuerpo apuñalado de tu madre guardado en el armario.
Joe negó con la cabeza.
—No, al menos no esta semana —se detuvo mientras esperaba estar haciendo lo correcto diciéndoles lo que realmente había pasado esa tarde—. No solo caímos. Nos sacaron de la carretera.
Pam entrecerró los ojos.
—¿Que dices?
—Alguien estaba tratando de matarnos. La noche anterior su amigo Dimitri fue asesinado en Grecia y su casa registrada. Uno de sus colaboradores debió encontrar algo significativo y alguien más lo quiere lo suficiente como para matar por ello. Creo que _____ no debería quedarse sola hasta que sepamos algo más. Los hombres que nos perseguían, podrían aparecer por aquí fácilmente.
Pam palideció.
—¿Podemos ponerle seguridad?
Kim negó con la cabeza
—La policía no hará nada sin pruebas concretas.
—Puedo cuidarla —dijo Joe—, pero quiero que sepáis que si no estoy aquí tiene que haber alguien más. No puede quedarse sola.
Pam asintió conforme.
—No te preocupes. Soy una experta en cualquier tipo de conspiraciones.
—Y sabiendo eso —dijo Kim retirándose—, voy a pasar por la sala de recuperación y vigilarla solo para hacernos felices.
—Gracias.
Kim palmeó su brazo.
—Ningún problema, estaré en contacto.
Aun así, Joe no respiró cómodamente hasta que _____ estuvo a su lado en una habitación privada.
Estaba conectada a muchos monitores y medicaciones intravenosas. Su rostro estaba tan pálido que lo asustó y odiaba esa sensación. También era extraño verla sin sus gafas puestas.
Apartándole el cabello de la frente, sonrió ante su belleza. No de una manera clásica, honestamente no se parecía en nada a Artemisa en su apariencia, pero había algo en ella que incluso mientras estaba inconsciente relucía. Su espíritu y su empuje. Incluso podía escucharla insultándolo.
Pensé que sabias como montar en moto. Bah, no puedo creer que resbalaras y perdieras el control de esa manera.
Casi podía reír ante sus afilados comentarios imaginarios mientras la tomaba por dejar que la lastimaran.
Su mirada cayó sobre su mano. Levantándola estudio los detalles de ella. Sus dedos eran largos, delgados y gráciles. El tipo de manos que estaban hechas para acariciar y mimar. Dedos que estaban hechos para lamer y mordisquear. Antes de poderlo pensar mejor, sostuvo la mano contra su mejilla y saboreó la suave sensación de su piel. Toda su vida había rogado por un toque amoroso. Uno que no fuera egoísta o que lo dañara.
La única que lo había tocado de esa manera había sido Ryssa, pero incluso ella había sido tacaña. En parte había sido por su propia culpa. Tantos años de ser abofeteado, golpeado y herido lo habían condicionado a tensarse cuando alguien se acercaba a su rostro. Incluso ahora, no le gustaba que nadie lo tocara y aún así lo deseaba.
Soy un psicótico.
No, no realmente. Quería lo que no conocía y no sabía cómo obtener lo que quería. Era tan simple y tan difícil.
Pero mientras sostenía la mano contra su mejilla, la imaginó despierta, tocándolo. Su pene se endureció con necesidad y su corazón se rompió con la realidad de que no podría estar nunca con alguien como ella.
Estaba unido por siempre a Artemisa. Atado a un destino del que no quería ser parte. Atrapado entre su madre y una diosa que proclamaba ser su dueña. Lo que deseaba era un solo día de libertad para ser un hombre normal que pudiera tomar decisiones que sólo afectaran a su propia vida. Un día para reír y relajarse.
Y las personas en el infierno quieren agua fría.
Los deseos no eran mágicos y su vida era lo que era. Todos los deseos del mundo no cambiarían eso. Suspirando colocó su mano de regreso a la cama junto a ella.
Lo que estaba a punto de hacer estaba mal y lo sabía. Trato de racionalizarlo diciendo que iba a sanar de todas maneras... a menos que contrajera una infección y… ¿Cuáles eran las probabilidades de que tuviera una infección? Era joven y saludable. Solo estaba adelantando el proceso para que no estuviera atada al hospital en caso de que los hombres que la cazaban vinieran.
Si se suponía que tenía que morir, si tenía que morir...
Entonces estaría muerta y su sanación no importaría.
—No estoy jugando con el destino. Solo estoy sanándola —mientras alcanzaba a tocar su pecho, recordó las veces que deseó morir y que lo habían evitado.
La vez que había muerto y Artemisa lo había engañado para que tomara su sangre y volviera.
Pero era diferente.
Sí, era realmente diferente. Artemisa había salvado al mundo regresándolo. Despertando a _____ él podría terminarlo.
Aun así, no podía detenerse a sí mismo de hacerlo.
Dando la oportunidad de conocer mejor lo que arriesgaba, tocó el valle entre sus pechos y dejó que la energía de la vida flotara de su cuerpo al suyo. Los monitores sonaron un poco antes de que ______ suspirara.
Joe retiró la mano en el mismo instante en que ella abría los ojos y lo miraba.
______ yacía confusa mientras veía a Joe parado junto a ella. Con sus gafas de sol puestas, no podía adivinar su humor. Todo su cuerpo estaba dolorido y no podía imaginarse donde estaba.
—¿Me golpeaste?
Joe le dio una sonrisa torcida.
—¿Por qué habría de golpearte?
Tenía razón. Y mientras trataba de orientarse, una vaga imagen pasó por su mente... era Joe sosteniéndola. No te atrevas a morirte en mis brazos ¡______! Esas palabras enfadadas le trajeron inmediatamente un flujo de recuerdos mientras recordaba a los hombres que los perseguían.
—Te dispararon —dijo buscando sus heridas.
—No. Fallaron.
______ frunció el ceño. El hombre que le había disparado tenía casi un rango de disparo perfecto. ¿Cómo podría haber fallado? Y cuando vio la motocicleta en su mente recordó deslizarse sobre la calle.
—¿Dónde aprendiste a montar en moto de todas maneras? ¿En la compañía de desastres?
Joe rió.
—Sabía que me insultarías cuando despertaras.
No estaba emocionada.
—¿Qué pasó para que nos tiraran?
—Uno de los coches nos golpeó la rueda.
—¿Y vivimos?
El asintió.
—Vivimos.
—¿Seguro?
—Eso creo.
—Bien, tienes razón —miró alrededor del cuarto de hospital que no era mucho más que un manchón de luces y sombras sin sus lentes—. No creo que tuviese tanto dolor si hubiéramos muerto. Sin mencionar que si estoy tan ciega tengo que reclamar algo con los altos mandos.
Joe la miró fijamente con incredulidad. ¿Cómo podía estar haciendo bromas acerca de lo que había pasado?
—Creo que dejaste tus gafas bajo el coche que nos golpeó.
—Imagínate. Solo estoy feliz de que no me dejaras aquí también, para ser honesta, mis costillas se sienten como si el coche estuviera todavía estacionado encima de mí.
Joe no dijo nada porque sus piernas estaban igual
—Dios mío. ¿Estás despierta?
Joe se retiró mientras Kim entraba y corría hacia la cama para abrazar a su amiga. Siempre se sorprendía por ese tipo de amistad y amor. A través de su historia, lo había atestiguado pero nunca lo había sentido realmente. La tenía gente en la cual podía confiar. Gente que llamaba amigos pero ninguno de ellos; ni siquiera Alexion; estaba al tanto de cómo era en realidad. Ninguno conocía sus pensamientos y como era su pasado, eso ciertamente nadie lo sabía.
Era un fantasma que caminaba por la vida observándola, deseando tomar parte, pero demasiado temeroso de arriesgarse a ser herido para alcanzarlo. No había duda de por qué él y Jaden se llevaban tan bien. Estaban acorazados hasta el punto de estar huecos por dentro.
Y aprendió durante su etapa de humano que nada podía llenar el amplio hueco, que no tenía fin y que consumía cualquier cosa que trataba de colocar ahí.
_____ tenía una extraña sensación que la recorría mientras recordaba algo más del accidente.
Joe había sido golpeado por el coche...
Soltando a Kim, lo miró y no vio heridas en su cuerpo. Ni siquiera un moretón. Sin embargo ella recordaba claramente la última cosa que había visto antes de desmayarse.
Joe siendo atropellado. Completamente atropellado. Había aguantado porque hasta ese momento no había sentido dolor, deslizándose en la calle. Entonces al instante en que el carro lo golpeó el dolor se había colado en ella y el último pensamiento que pasó por su mente era que lo había visto morir.
Te estás imaginando cosas. Es el shock del accidente.
¿O no lo era?
¿Qué estás diciendo, _____? ¿Que el hombre es inmortal?
¿Cómo de estúpida podía ser una mujer? Él no era inmortal de cualquier manera. Ella tenía una imaginación hiperactiva y estaba jugando de nuevo.
—Joe dijo que alguien los había sacado intencionadamente del camino.
Parpadeó ante el comentario de Kim.
—Sí, lo hicieron.
—¿Entonces, chicos que van a hacer?
Miró a Joe que aparentemente la estaba observando.
—¿Qué vamos a hacer?
—No sé tú, pero mi plan es simple. Encontrar a los bastardos y matarlos.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
bno espero les guste y bienvenida a la nueva lectora :D sigan comentando
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Sube más!!!!!!!!!
las rayis se salvo hahahahha
Otro plis, plis!!!!!!!!!!!!
las rayis se salvo hahahahha
Otro plis, plis!!!!!!!!!!!!
Monse_Jonas
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Ya debería matar a Artemisa!! Es una perra!
Ni siquiera quiere a su hija!!
La rayiz se salvó!! Joe eres un amor!
Síguela!
Ni siquiera quiere a su hija!!
La rayiz se salvó!! Joe eres un amor!
Síguela!
aranzhitha
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