Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 3 de 4. • Comparte
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
Dorin escribió:la sigueras?? siiiiii :sad: verdad?
Sorry por la demora! ^^
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 19
Como Mary Anne siempre había gozado de una salud inmejorable, era poco probable que el color de su mejilla y el resplandor rojizo de sus pupilas se debieran a un ataque al corazón. Más bien, la rechoncha mujer recordaba a la pequeña Reagan McNeel a punto de escupir demonios por la boca. De hecho, _____ ya la había visto así en otras ocasiones. Mamá estaba realmente furiosa. El mismo Nick se apartó considerablemente, evaluando la posibilidad de que la madre estuviera igual de loca que la hija y quisiera atentar contra su integridad física. A juzgar por su expresión, la señora Baker quería fulminarle. _____ se apresuró a traer un vaso de agua y ella lo bebió de un trago. Apuntó con el vaso vacío al hombre.
- Usted… Grandísimo traidor secuestrador de hijas…- la voz de Mary Anne sonaba distorsionada a causa de lo que fuera que la había poseído al escuchar la… ¿feliz noticia? No parecía muy contenta en realidad. Vaya, tampoco es que _____ fuera un chollo precisamente… Al menos podría mostrar un poco más de cortesía, ya que acababa de despojar a su hija del deshonroso título de “solterona de oro” que ostentaba hasta entonces.- ¿Cómo se atreve…? ¿Cómo se atreve a casarse con mi pequeña…?
- La verdad, señora, no es para tanto...- Nick se disculpaba como podía. Estaba desentrenado en eso de expulsar al demonio del cuerpo de suegras recién adquiridas.
- ¿Qué no es para tanto, dice?- la señora Baker le abofeteó dos veces, una en cada mejilla. ¿Era algún tipo de señal? ¿Ahora él tenía que hacer algo y a ella comenzaría a darle vueltas la cabeza o algo así? Ella volvió a señalarle, esta vez con su puño cerrado. ¿Qué sería lo siguiente? ¿La amable señora Baker pensaba atizarle un buen puñetazo como regalo de bodas? Se puso en guardia por si era preciso repeler el ataque.- ¿Cómo se atreve a casarse con mi _____ sin mi presencia? ¿Cuántas oportunidades cree que tiene una madre de ver a su única hija desfilar por la iglesia?
Nick iba a decir que con el divorcio y todas esas relaciones modernas que estaban de moda, aquello no era problema. _____ podía casarse y divorciarse incluso un par de veces con el mismo hombre para contentarla y nadie se extrañaría por ello. Con otro hombre, claro está. No con él. Con otro. _____ le propinó un codazo en las costillas y Nick cerró la boca de inmediato. Vaya. Si no salía pronto de aquella casa, madre e hija iban a enviarle derechito al hospital.
- Mamá, no te pongas así. Nick solo…
- ¡También tengo unas palabritas para ti, jovencita!- Mary Anne explotó definitivamente. Lloraba a moco tendido. Nick se sintió fatal. Se sintió peor que si en lugar de haberse casado con _____, la hubiera violado y descuartizado. Pero, ¿qué tonterías estaba diciendo? ¡El no se había casado con _____! Solo había fingido que lo hacía. La miró en busca de ayuda. _____ abrazó a su madre, pero la señora Baker no parecía dispuesta a firmar una tregua tan pronto y se soltó enseguida.- ¿Cómo has podido hacerme algo así? Después que he esperado años este momento… ¡Hasta había conservado mi vestido de novia para ti! ¡Y te casas sin decirme nada!... ¡En Roma!
- Se equivoca, señora… Fue en Las Vegas…- puntualizó Nick sin querer.
- ¡Cállese, joven! Aún no he terminado con usted…
- Mamá… ¿estabas escuchando detrás de la puerta?- _____ odiaba aquella costumbre de su madre. La avergonzaba como cuando era una adolescente y algún chico desesperado decidía invitarla al baile en el último instante.
- _____… Jamás me había sentido tan decepcionada, tan traicionada,
tan…
Se detuvo en seco, como si de pronto, la noticia que había recibido tomara nuevos y agradables tintes. Su expresión se suavizó un poco al clavar los ojos en Nick.
- ¿Y dice usted, joven, que están casados? ¿Casados de verdad? ¿Mi preciosa
_____ y usted…?
Su expresión se iluminó al ver como Nick asentía.
- ¡No puedo creerlo! Vaya, mi pequeña y tímida _____… Y usted no está nada mal, joven.- comentó con gesto risueño. Agitó las manos en el aire y caminó hasta el salón. Tomó el teléfono y marcó un número sin dejar de sonreír a los recién llegados. Aquella mujer era una auténtica caja de sorpresas, pensó Nick. Tan pronto parecía sacada de la película “El Exorcista”, como se mostraba radiante y animada y se disponía a llamar por teléfono como si nada hubiera ocurrido.- ¿Betty…? Te habla Mary Anne… Sí, estoy muy bien, gracias… ¿A qué no adivinas quien acaba de venir de Nueva York con un marido nuevo en la maleta?... ¡Qué cosas tienes, querida!... Claro que no he viajado a Nueva York últimamente, vieja tonta… ¡Es _____! ¡Nuestra _____! La pequeña y tímida… Sí, sí, eso ya lo había oído. Pero, ¿tímida? ¿_____? ¿Esa _____? Sin duda, la señora Baker debía estar refiriéndose a otra _____. Sin embargo, ahora no parecía tener ganas de matarle, lo cual era un alivio. _____ le arrastró hasta la cocina y una vez allí, le empujó contra los fríos azulejos.
- ¿Te has vuelto loco, Nick?- le increpó, furiosa.- ¿Esperas que deje que todos se crean esta absurda historia del matrimonio? ¡Las Vegas!... Además, odio Las Vegas, todo el mundo por aquí, sabe que odio el juego… De hecho, soy la única persona de San Jorge que no sabe jugar al póker.
- Pero, cariño… Si te encantó que me vistiera de Elvis para la ocasión…-se burló
Nick.
- No te hagas el gracioso conmigo, Nick. Quiero que entres ahí adentro y le cuentes ahora mismo toda la verdad a mi madre.
- ¿En serio quieres que haga eso, _____?- la expresión de Nick se había vuelto muy seria.- ¿Prefieres que ella sepa que estás siendo perseguida por un peligroso asesino en lugar de considerarte felizmente casada?
- No… Sí… No lo se.- se dejó caer en una de las sillas, abatida. Habló sin levantar la mirada.- Es que… Por Dios, Nick, mírate… Nadie en su sano juicio se creerá esta historia. Peor aún, creerán que me lo estoy inventando para evitar que mi madre sufra una decepción por mi condición de lesbiana… No te rías, Nick. Te advierto que a estas alturas, mi reputación ya está bastante perjudicada. Y para ser sinceros, mi adolescencia en San Jorge ya fue bastante humillante para encima tener que soportar ahora que se burlen a mi costa.
- _____… Nadie va a burlarse de ti.- deslizó su largo dedo índice por la nariz de ella y _____ levantó apenas la mirada.
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo se porque yo nunca lo permitiría. Y ahora… Volvamos con tu madre. Temo que si no la detenemos, la noticia de nuestra feliz unión saldrá en todos los periódicos de la mañana.
- Y eso no sería conveniente, ¿verdad?- _____ suspiró con cierta tristeza.-
Atraería a ese hombre a este lugar. Es lo que ibas a decir, ¿no?
- Vaya. Se nota que somos un matrimonio bien avenido. Incluso me has leído el pensamiento…- Nick quería animarla, pero le estaba costando un tremendo esfuerzo hacerlo mientras pensaba que, efectivamente, ella aún seguía en grave peligro.
- Un momento.- _____ recordó algo antes de reunirse con su madre.- ¿Terroncito…?
- _____, no seas arisca. Tenemos que ser convincentes.
- Ah, no… Nick, no pienso tolerar que aproveches la oportunidad para ridiculizarme.
- Está bien. Lo prometo…- al ver como ella arqueaba las cejas a la espera de una respuesta, asintió.- Nada de terroncito. Te doy mi palabra.
- Supongo que he de fiarme. No tengo alternativa.
- La tienes, _____. Puedes pedirme el divorcio.
- Nick…- _____ comenzaba a hartarse de que la situación fuera tan divertida para él.- Una sola broma más al respecto y dejo que mi madre te haga picadillo, ¿está claro?
Nick no contestó. Estaba cansado. Y hambriento. Y algo olía de maravilla en el horno de la señora Baker. Decidió que se portaría bien hasta reponer energías.
CONTINUARA
Como Mary Anne siempre había gozado de una salud inmejorable, era poco probable que el color de su mejilla y el resplandor rojizo de sus pupilas se debieran a un ataque al corazón. Más bien, la rechoncha mujer recordaba a la pequeña Reagan McNeel a punto de escupir demonios por la boca. De hecho, _____ ya la había visto así en otras ocasiones. Mamá estaba realmente furiosa. El mismo Nick se apartó considerablemente, evaluando la posibilidad de que la madre estuviera igual de loca que la hija y quisiera atentar contra su integridad física. A juzgar por su expresión, la señora Baker quería fulminarle. _____ se apresuró a traer un vaso de agua y ella lo bebió de un trago. Apuntó con el vaso vacío al hombre.
- Usted… Grandísimo traidor secuestrador de hijas…- la voz de Mary Anne sonaba distorsionada a causa de lo que fuera que la había poseído al escuchar la… ¿feliz noticia? No parecía muy contenta en realidad. Vaya, tampoco es que _____ fuera un chollo precisamente… Al menos podría mostrar un poco más de cortesía, ya que acababa de despojar a su hija del deshonroso título de “solterona de oro” que ostentaba hasta entonces.- ¿Cómo se atreve…? ¿Cómo se atreve a casarse con mi pequeña…?
- La verdad, señora, no es para tanto...- Nick se disculpaba como podía. Estaba desentrenado en eso de expulsar al demonio del cuerpo de suegras recién adquiridas.
- ¿Qué no es para tanto, dice?- la señora Baker le abofeteó dos veces, una en cada mejilla. ¿Era algún tipo de señal? ¿Ahora él tenía que hacer algo y a ella comenzaría a darle vueltas la cabeza o algo así? Ella volvió a señalarle, esta vez con su puño cerrado. ¿Qué sería lo siguiente? ¿La amable señora Baker pensaba atizarle un buen puñetazo como regalo de bodas? Se puso en guardia por si era preciso repeler el ataque.- ¿Cómo se atreve a casarse con mi _____ sin mi presencia? ¿Cuántas oportunidades cree que tiene una madre de ver a su única hija desfilar por la iglesia?
Nick iba a decir que con el divorcio y todas esas relaciones modernas que estaban de moda, aquello no era problema. _____ podía casarse y divorciarse incluso un par de veces con el mismo hombre para contentarla y nadie se extrañaría por ello. Con otro hombre, claro está. No con él. Con otro. _____ le propinó un codazo en las costillas y Nick cerró la boca de inmediato. Vaya. Si no salía pronto de aquella casa, madre e hija iban a enviarle derechito al hospital.
- Mamá, no te pongas así. Nick solo…
- ¡También tengo unas palabritas para ti, jovencita!- Mary Anne explotó definitivamente. Lloraba a moco tendido. Nick se sintió fatal. Se sintió peor que si en lugar de haberse casado con _____, la hubiera violado y descuartizado. Pero, ¿qué tonterías estaba diciendo? ¡El no se había casado con _____! Solo había fingido que lo hacía. La miró en busca de ayuda. _____ abrazó a su madre, pero la señora Baker no parecía dispuesta a firmar una tregua tan pronto y se soltó enseguida.- ¿Cómo has podido hacerme algo así? Después que he esperado años este momento… ¡Hasta había conservado mi vestido de novia para ti! ¡Y te casas sin decirme nada!... ¡En Roma!
- Se equivoca, señora… Fue en Las Vegas…- puntualizó Nick sin querer.
- ¡Cállese, joven! Aún no he terminado con usted…
- Mamá… ¿estabas escuchando detrás de la puerta?- _____ odiaba aquella costumbre de su madre. La avergonzaba como cuando era una adolescente y algún chico desesperado decidía invitarla al baile en el último instante.
- _____… Jamás me había sentido tan decepcionada, tan traicionada,
tan…
Se detuvo en seco, como si de pronto, la noticia que había recibido tomara nuevos y agradables tintes. Su expresión se suavizó un poco al clavar los ojos en Nick.
- ¿Y dice usted, joven, que están casados? ¿Casados de verdad? ¿Mi preciosa
_____ y usted…?
Su expresión se iluminó al ver como Nick asentía.
- ¡No puedo creerlo! Vaya, mi pequeña y tímida _____… Y usted no está nada mal, joven.- comentó con gesto risueño. Agitó las manos en el aire y caminó hasta el salón. Tomó el teléfono y marcó un número sin dejar de sonreír a los recién llegados. Aquella mujer era una auténtica caja de sorpresas, pensó Nick. Tan pronto parecía sacada de la película “El Exorcista”, como se mostraba radiante y animada y se disponía a llamar por teléfono como si nada hubiera ocurrido.- ¿Betty…? Te habla Mary Anne… Sí, estoy muy bien, gracias… ¿A qué no adivinas quien acaba de venir de Nueva York con un marido nuevo en la maleta?... ¡Qué cosas tienes, querida!... Claro que no he viajado a Nueva York últimamente, vieja tonta… ¡Es _____! ¡Nuestra _____! La pequeña y tímida… Sí, sí, eso ya lo había oído. Pero, ¿tímida? ¿_____? ¿Esa _____? Sin duda, la señora Baker debía estar refiriéndose a otra _____. Sin embargo, ahora no parecía tener ganas de matarle, lo cual era un alivio. _____ le arrastró hasta la cocina y una vez allí, le empujó contra los fríos azulejos.
- ¿Te has vuelto loco, Nick?- le increpó, furiosa.- ¿Esperas que deje que todos se crean esta absurda historia del matrimonio? ¡Las Vegas!... Además, odio Las Vegas, todo el mundo por aquí, sabe que odio el juego… De hecho, soy la única persona de San Jorge que no sabe jugar al póker.
- Pero, cariño… Si te encantó que me vistiera de Elvis para la ocasión…-se burló
Nick.
- No te hagas el gracioso conmigo, Nick. Quiero que entres ahí adentro y le cuentes ahora mismo toda la verdad a mi madre.
- ¿En serio quieres que haga eso, _____?- la expresión de Nick se había vuelto muy seria.- ¿Prefieres que ella sepa que estás siendo perseguida por un peligroso asesino en lugar de considerarte felizmente casada?
- No… Sí… No lo se.- se dejó caer en una de las sillas, abatida. Habló sin levantar la mirada.- Es que… Por Dios, Nick, mírate… Nadie en su sano juicio se creerá esta historia. Peor aún, creerán que me lo estoy inventando para evitar que mi madre sufra una decepción por mi condición de lesbiana… No te rías, Nick. Te advierto que a estas alturas, mi reputación ya está bastante perjudicada. Y para ser sinceros, mi adolescencia en San Jorge ya fue bastante humillante para encima tener que soportar ahora que se burlen a mi costa.
- _____… Nadie va a burlarse de ti.- deslizó su largo dedo índice por la nariz de ella y _____ levantó apenas la mirada.
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo se porque yo nunca lo permitiría. Y ahora… Volvamos con tu madre. Temo que si no la detenemos, la noticia de nuestra feliz unión saldrá en todos los periódicos de la mañana.
- Y eso no sería conveniente, ¿verdad?- _____ suspiró con cierta tristeza.-
Atraería a ese hombre a este lugar. Es lo que ibas a decir, ¿no?
- Vaya. Se nota que somos un matrimonio bien avenido. Incluso me has leído el pensamiento…- Nick quería animarla, pero le estaba costando un tremendo esfuerzo hacerlo mientras pensaba que, efectivamente, ella aún seguía en grave peligro.
- Un momento.- _____ recordó algo antes de reunirse con su madre.- ¿Terroncito…?
- _____, no seas arisca. Tenemos que ser convincentes.
- Ah, no… Nick, no pienso tolerar que aproveches la oportunidad para ridiculizarme.
- Está bien. Lo prometo…- al ver como ella arqueaba las cejas a la espera de una respuesta, asintió.- Nada de terroncito. Te doy mi palabra.
- Supongo que he de fiarme. No tengo alternativa.
- La tienes, _____. Puedes pedirme el divorcio.
- Nick…- _____ comenzaba a hartarse de que la situación fuera tan divertida para él.- Una sola broma más al respecto y dejo que mi madre te haga picadillo, ¿está claro?
Nick no contestó. Estaba cansado. Y hambriento. Y algo olía de maravilla en el horno de la señora Baker. Decidió que se portaría bien hasta reponer energías.
CONTINUARA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 20
Mary Anne no dejaba de mirarle mientras Nick masticaba con lentitud su último pedazo de ternera. Se sorprendió a sí mismo reconociendo que Mary Anne podía tener un genio de mil demonios, pero guisaba de maravilla. De hecho, era el mejor estofado que había probado nunca. Quizá si no hubiera tanta tensión en el ambiente, incluso habría aceptado que le sirviera otra ración. Pero no. La mirada de Mary Anne podía provocarle una úlcera si no hacía algo.
- Delicioso, en serio.- elogió la cena y ella le dedicó una sonrisa forzada y le sirvió una buena porción de pastel de chocolate. Lo miró y sonrió a su vez.- Gracias.
Supo que tenía que comerlo sin rechistar o Mary Anne le aplicaría alguna tortura desconocida que habría aprendido en algún campamento vietnamita durante la guerra.
- Muy bien, joven. Y ahora…
Se sobresaltó al escuchar la voz de la mujer. Tragó de golpe y soltó la cuchara sobre el plato con delicadeza. Mary Anne lo apartó con brusquedad y clavó sus ojos astutos sobre _____.
- _____, cariño, he hecho el café hace un momento. ¿Serías tan amable de ir a la cocina a buscarlo?
_____ negó con la cabeza.
- Mamá… Te conozco muy bien. Se lo que pretendes.
- No. No lo sabes.
- Mamá… Se perfectamente que en cuanto me de media vuelta, vas a torpedear a Nick con tus preguntas.- _____ se cruzó de brazos en actitud reprobadora, pero Mary Anne fingió que no sabía de qué hablaba. Al instante, _____ sonrió.- Está bien, lo harás de todos modos. Traeré el café. Pero promete que no harás que salga corriendo. No consigue una marido todos los días, mamá.
- Claro que no, ¿por quien me tomas?
- Mamá, no te hagas la inocente. Se buena.
_____ dio media vuelta. Pero, ¿qué estaba haciendo? ¿Le dejaba solo? ¿Con… ella? De repente, Nick se sintió ridículo. Se había enfrentado a criminales peligrosos sin dudarlo, pero esa mujer… Vaya, esa Mary Anne tenía un aspecto realmente aterrador. Le ponía la piel de gallina, con su colonia de lavanda y su delantal bordado y todos aquellos malditos detalles hogareños que le decían que esperaba de verdad que fuera un buen marido.
- Seamos francos, Nick.- ella prefirió sentarse más cerca, en el asiento vacío que acababa de abandonar _____.
- Creía que ya lo éramos.- trató de mostrarse simpático, pero Mary Anne no pestañeó.- Perdón.
- ¿Y bien? ¿Hace cuánto que conoce a mi hija?
- Seis meses.- su respuesta fue rápida. Sabía que si quería convencer a la buena señora Baker no podía dudar una sola vez.
- ¿Por qué ella nunca me habló de usted?
- Quizá porque es tímida, ¿recuerda?- Nick le recordó la conversación que había mantenido con su amiga por teléfono. Mary Anne refunfuñó.- No lo sabe todo de su hija, señora.
- ¿Dónde se conocieron?
- En mi consulta.- el cerebro de Nick trabajaba a velocidad terminal.
- ¿Su consulta? ¿A qué se dedica, señor Nick?
- Veterinario. Soy veterinario.- informó y Mary Anne volvió a fruncir los labios en aquel gesto que no auguraba nada bueno.- Conocí a _____ en mi consulta, en Nueva York. Ella había llevado a su gato porque algunos gamberros habían estado divirtiéndose con él… Y yo le curé.
- Así que usted curó al gato de _____.- repitió Mary Anne. Podía haber sido una gran detective, repitiendo profesionalmente las respuestas como si esperara que él las cambiara en cualquier momento. Era evidente que no creía una sola palabra. Quería atraparle.
- Sí, eso es. Después, _____ me invitó a cenar en agradecimiento.
- ¿Acaso no tenía dinero para pagarle?- preguntó la mujer con expresión desconfiada.
- Oh, sí. Claro que sí. Es que yo no quise cobrarle.
- Qué generoso. Tal vez fue un flechazo y se enamoró de mi hija al instante.- la señora Baker se burlaba descaradamente.
- Es posible.
- ¿En serio? Dígame, Nick, ¿cuál es el plato preferido de _____?
Nick tomó aire. Bien. Ahora venían las preguntas difíciles. Tendría que arriesgarse.
- Pizza.
- ¿De qué sabor?
- Peperoni. Y comida china. Le encantan los rollitos de primavera.- por suerte, tenía una memoria envidiable y no se le había escapado un solo detalle de la nevera del apartamento de _____.
- ¿Cuándo es su cumpleaños?
- 31 de diciembre. Ella siempre bromea con eso, señora Baker. – Nick observó que la mujer se ablandaba un poco.- Dice que usted no pudo ser más inoportuna al traerla al mundo.
- ¿Enfermedades, cicatrices?- Mary Anne era implacable.
- Sarampión, a los cinco años. Y una pequeña marca en la rodilla izquierda. Se fracturó una pierna al caer de un árbol cuando tenía diez años.- y añadió por si no la había impresionado suficientemente.- Y un corrector dental. De los once a los dieciséis.
_____ odia esa parte de su infancia particularmente. Se alegró de haber recopilado un informe tan completo sobre _____.
- ¿Cómo se llamaba su juguete preferido?- Mary Anne aplaudió al ver como él titubeaba.- ¡Ajá! Le pillé, señor Nick…
Pero su sonrisa desapareció cuando Nick se limpió las comisuras de los labios para responder al parecer con toda calma. En realidad, él estaba mirando por encima del hombro de Mary Anne. _____ había llegado con la bandeja del café. Gesticulaba exageradamente, le hacía señas con la cabeza en dirección… Ah, ya lo veía. Un viejo portarretratos en el corredor. Una niña de unos ocho años arrastraba de la mano algo. Un peluche enorme ¿O él la arrastraba a ella? ¿Quién era el maldito pájaro amarillo? _____ movía los labios y Nick la observaba con desesperación. “¿Cómo…? ¿Cuál es el nombre, _____…? Vamos, nena, otra vez…” Un momento, ya lo tenía. _____ le estaba echando un cable y Nick se agarró a él con desesperación.
- Orlando.- Había acertado. Lo supo enseguida por la expresión de su enemiga.
Saboreó las mieles del triunfo mientras la señora Baker apretaba los labios, furiosa.
Lanzó una mirada a _____ para pedirle que no interviniera. La tenía bajo control. Al fin. _____ se retiró sigilosamente, llevándose el café. Nick volvió a mirar a la madre.-
¿Acerté?
Mary Anne se volvió para comprobar que _____ no estaba cerca. Después, clavó nuevamente su mirada astuta sobre Nick.
- Puede que por ahora, haya tenido suerte, joven. Pero sepa que no me engaña con esa cara de niño bueno.
Nick le mostró su atractiva sonrisa. Vaya. Nunca había recibido un piropo así. Y eso que le habían llamado de todo en las calles.
- Señora…
- ¡Silencio! No me creo una sola palabra de toda esta historia. Hay algo que no huele bien, joven. Y le prometo que haré lo imposible para averiguar qué es.- Mary Anne se puso de pie. Nick la imitó. Frente a frente, los dos parecían duros contrincantes en un ring de boxeo.- Pero le diré algo, señor sabelotodo. Nadie le hace daño a mi _____.
- No quiero hacerle daño.- le sostuvo la mirada con energía.- Solo quiero cuidar de ella, Mary.
Ella dudó unos segundos. En realidad, Nick no había mentido en esta ocasión.
Quería cuidarla. Y protegerla. En eso había sido bastante sincero.
- Bien. Pero si le falla a _____, tendrá que vérselas conmigo, se lo advierto.
Nick quiso reír ante la ironía de sus palabras. Claro que Mary no podía saberlo.
Pero si le fallaba a _____, ya nada tendría importancia. Porque ella o él o peor aún, ambos, estarían muertos.
Mary Anne no dejaba de mirarle mientras Nick masticaba con lentitud su último pedazo de ternera. Se sorprendió a sí mismo reconociendo que Mary Anne podía tener un genio de mil demonios, pero guisaba de maravilla. De hecho, era el mejor estofado que había probado nunca. Quizá si no hubiera tanta tensión en el ambiente, incluso habría aceptado que le sirviera otra ración. Pero no. La mirada de Mary Anne podía provocarle una úlcera si no hacía algo.
- Delicioso, en serio.- elogió la cena y ella le dedicó una sonrisa forzada y le sirvió una buena porción de pastel de chocolate. Lo miró y sonrió a su vez.- Gracias.
Supo que tenía que comerlo sin rechistar o Mary Anne le aplicaría alguna tortura desconocida que habría aprendido en algún campamento vietnamita durante la guerra.
- Muy bien, joven. Y ahora…
Se sobresaltó al escuchar la voz de la mujer. Tragó de golpe y soltó la cuchara sobre el plato con delicadeza. Mary Anne lo apartó con brusquedad y clavó sus ojos astutos sobre _____.
- _____, cariño, he hecho el café hace un momento. ¿Serías tan amable de ir a la cocina a buscarlo?
_____ negó con la cabeza.
- Mamá… Te conozco muy bien. Se lo que pretendes.
- No. No lo sabes.
- Mamá… Se perfectamente que en cuanto me de media vuelta, vas a torpedear a Nick con tus preguntas.- _____ se cruzó de brazos en actitud reprobadora, pero Mary Anne fingió que no sabía de qué hablaba. Al instante, _____ sonrió.- Está bien, lo harás de todos modos. Traeré el café. Pero promete que no harás que salga corriendo. No consigue una marido todos los días, mamá.
- Claro que no, ¿por quien me tomas?
- Mamá, no te hagas la inocente. Se buena.
_____ dio media vuelta. Pero, ¿qué estaba haciendo? ¿Le dejaba solo? ¿Con… ella? De repente, Nick se sintió ridículo. Se había enfrentado a criminales peligrosos sin dudarlo, pero esa mujer… Vaya, esa Mary Anne tenía un aspecto realmente aterrador. Le ponía la piel de gallina, con su colonia de lavanda y su delantal bordado y todos aquellos malditos detalles hogareños que le decían que esperaba de verdad que fuera un buen marido.
- Seamos francos, Nick.- ella prefirió sentarse más cerca, en el asiento vacío que acababa de abandonar _____.
- Creía que ya lo éramos.- trató de mostrarse simpático, pero Mary Anne no pestañeó.- Perdón.
- ¿Y bien? ¿Hace cuánto que conoce a mi hija?
- Seis meses.- su respuesta fue rápida. Sabía que si quería convencer a la buena señora Baker no podía dudar una sola vez.
- ¿Por qué ella nunca me habló de usted?
- Quizá porque es tímida, ¿recuerda?- Nick le recordó la conversación que había mantenido con su amiga por teléfono. Mary Anne refunfuñó.- No lo sabe todo de su hija, señora.
- ¿Dónde se conocieron?
- En mi consulta.- el cerebro de Nick trabajaba a velocidad terminal.
- ¿Su consulta? ¿A qué se dedica, señor Nick?
- Veterinario. Soy veterinario.- informó y Mary Anne volvió a fruncir los labios en aquel gesto que no auguraba nada bueno.- Conocí a _____ en mi consulta, en Nueva York. Ella había llevado a su gato porque algunos gamberros habían estado divirtiéndose con él… Y yo le curé.
- Así que usted curó al gato de _____.- repitió Mary Anne. Podía haber sido una gran detective, repitiendo profesionalmente las respuestas como si esperara que él las cambiara en cualquier momento. Era evidente que no creía una sola palabra. Quería atraparle.
- Sí, eso es. Después, _____ me invitó a cenar en agradecimiento.
- ¿Acaso no tenía dinero para pagarle?- preguntó la mujer con expresión desconfiada.
- Oh, sí. Claro que sí. Es que yo no quise cobrarle.
- Qué generoso. Tal vez fue un flechazo y se enamoró de mi hija al instante.- la señora Baker se burlaba descaradamente.
- Es posible.
- ¿En serio? Dígame, Nick, ¿cuál es el plato preferido de _____?
Nick tomó aire. Bien. Ahora venían las preguntas difíciles. Tendría que arriesgarse.
- Pizza.
- ¿De qué sabor?
- Peperoni. Y comida china. Le encantan los rollitos de primavera.- por suerte, tenía una memoria envidiable y no se le había escapado un solo detalle de la nevera del apartamento de _____.
- ¿Cuándo es su cumpleaños?
- 31 de diciembre. Ella siempre bromea con eso, señora Baker. – Nick observó que la mujer se ablandaba un poco.- Dice que usted no pudo ser más inoportuna al traerla al mundo.
- ¿Enfermedades, cicatrices?- Mary Anne era implacable.
- Sarampión, a los cinco años. Y una pequeña marca en la rodilla izquierda. Se fracturó una pierna al caer de un árbol cuando tenía diez años.- y añadió por si no la había impresionado suficientemente.- Y un corrector dental. De los once a los dieciséis.
_____ odia esa parte de su infancia particularmente. Se alegró de haber recopilado un informe tan completo sobre _____.
- ¿Cómo se llamaba su juguete preferido?- Mary Anne aplaudió al ver como él titubeaba.- ¡Ajá! Le pillé, señor Nick…
Pero su sonrisa desapareció cuando Nick se limpió las comisuras de los labios para responder al parecer con toda calma. En realidad, él estaba mirando por encima del hombro de Mary Anne. _____ había llegado con la bandeja del café. Gesticulaba exageradamente, le hacía señas con la cabeza en dirección… Ah, ya lo veía. Un viejo portarretratos en el corredor. Una niña de unos ocho años arrastraba de la mano algo. Un peluche enorme ¿O él la arrastraba a ella? ¿Quién era el maldito pájaro amarillo? _____ movía los labios y Nick la observaba con desesperación. “¿Cómo…? ¿Cuál es el nombre, _____…? Vamos, nena, otra vez…” Un momento, ya lo tenía. _____ le estaba echando un cable y Nick se agarró a él con desesperación.
- Orlando.- Había acertado. Lo supo enseguida por la expresión de su enemiga.
Saboreó las mieles del triunfo mientras la señora Baker apretaba los labios, furiosa.
Lanzó una mirada a _____ para pedirle que no interviniera. La tenía bajo control. Al fin. _____ se retiró sigilosamente, llevándose el café. Nick volvió a mirar a la madre.-
¿Acerté?
Mary Anne se volvió para comprobar que _____ no estaba cerca. Después, clavó nuevamente su mirada astuta sobre Nick.
- Puede que por ahora, haya tenido suerte, joven. Pero sepa que no me engaña con esa cara de niño bueno.
Nick le mostró su atractiva sonrisa. Vaya. Nunca había recibido un piropo así. Y eso que le habían llamado de todo en las calles.
- Señora…
- ¡Silencio! No me creo una sola palabra de toda esta historia. Hay algo que no huele bien, joven. Y le prometo que haré lo imposible para averiguar qué es.- Mary Anne se puso de pie. Nick la imitó. Frente a frente, los dos parecían duros contrincantes en un ring de boxeo.- Pero le diré algo, señor sabelotodo. Nadie le hace daño a mi _____.
- No quiero hacerle daño.- le sostuvo la mirada con energía.- Solo quiero cuidar de ella, Mary.
Ella dudó unos segundos. En realidad, Nick no había mentido en esta ocasión.
Quería cuidarla. Y protegerla. En eso había sido bastante sincero.
- Bien. Pero si le falla a _____, tendrá que vérselas conmigo, se lo advierto.
Nick quiso reír ante la ironía de sus palabras. Claro que Mary no podía saberlo.
Pero si le fallaba a _____, ya nada tendría importancia. Porque ella o él o peor aún, ambos, estarían muertos.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 21
- No te atrevas a hacer un chiste, Nick.- le advirtió en cuanto él abrió la boca, seguramente para hacer alguna observación burlona sobre la decoración de su viejo cuarto. Se arrepintió de haber sido una adolescente tan inquieta. Como siempre amanecía en el suelo debido a que pasaba la noche moviéndose de un lado a otro, su madre había decidido que necesitaba una cama de dimensiones extraordinarias. Y gracias a ello, ahora se veía obligada a compartir su dormitorio con él. No podía excusarse y enviarle al cuarto de invitados sin que su madre sospechara, sobre todo después de que su madre hubiera pasado más de una hora relatándole los detalles de la vida de adolescente de su hija. Nick no se había perdido una palabra, mientras ella le enviaba furiosas señales desde la cocina y recogía la vajilla que habían usado para la cena. Mamá estaba encantada de que su yerno fuera un joven tan buen oyente y por supuesto, esperaba que también fuera amoroso y apasionado en la primera noche que pasaban en el hogar materno. Incluso les había acompañado hasta la puerta para asegurarse que ambos permanecían juntos en la habitación. De hecho, _____ había escuchado sus pasos al otro lado hasta bien entrada la noche y había hecho señas a Nick para que no dijera una palabra hasta que ella se lo indicara. Mamá tenía un oído híper desarrollado. “Su murciélago”, la llamaba papá, el único hombre de su vida al que _____ había amado realmente.
- ¿Se habrá dormido?- preguntó Nick en voz muy baja, probando el colchón con expresión divertida.
- Es posible.
Nick alargó la mano hasta la mesita de noche y echó una ojeada a la fotografía enmarcada. En ella, una _____ de unos quince años, sonriente y algo despeinada, mostraba a la cámara una carpa enorme y una caña de pescar. Un hombre de cabello plateado le pasaba el brazo por los hombros y la señora Baker la abrazaba orgullosa por la cintura. Los años no parecían pasar para la madre de _____. Ni para _____, a decir verdad. Aún parecía una chiquilla que acababa de pescar su mejor pieza. La miró a los ojos.
- Estás preciosa aquí.- comentó con sinceridad.
- Oh, sí… Mamá siempre fue fotogénica.- _____ le quitó el portarretratos con suavidad y acarició la imagen con la yema de los dedos.- Y hermosa. Por desgracia, yo heredé los rasgos de mi padre. Bueno, no me malinterpretes. A mamá le encanta que sea así. Dice que es como si viera a papá cuando me mira, como si él no se hubiera ido. Aunque creo que nunca me ha perdonado que me no me pareciera más a ella…
- No hablaba de tu madre, _____.- la interrumpió.- Me refería a ti.
- Ah.- _____ tragó saliva. Nadie se había referido nunca a ella con aquella palabra que se reservaba para las cosas realmente bonitas. El cumplido más parecido que había recibido había sido que la llamaran “mona”. Y eso había sido en la boda de Esther Barrow. _____ tenía entonces trece años. Llevaba aparatos en los dientes y mamá la había obligado a ponerse aquel vestido azul cielo con volantitos en el pecho. Estaba ridícula. La abuela de Esther le había palmeado la cabeza condescendiente al ver que ninguno de los chicos se animaba a sacarla a bailar. Había dicho, “qué mona” y prácticamente, había amenazado a su nieto Charly con desheredarle si no le hacía los honores. Pobre Charly…Le llevaba dos años a _____. A partir de ese día, había estado maldito entre los demás chicos. Había soportado estoicamente las bromas de sus compañeros de curso sin rechistar, hasta la había defendido un par de veces. Nada peligroso para su integridad física, claro, pero _____ se lo agradecía igualmente. Menos cuando dejaron aquella nota en su taquilla que decía que él y _____ eran novios. Eso había terminado con su etapa de caballero. A partir de ese momento, su persecución había sido implacable. Tirones en las trenzas, chistes crueles sobre su dentadura… Todo para demostrar a los demás lo mucho que ella le disgustaba. En una ocasión, había ocultado un ratón en la caja del almuerzo de _____. David Wilson había actuado con rapidez, salvándola del susto y propinándole una buena zurra a Charly. _____ no había tenido tiempo de advertir a David que no tenía miedo a los ratones. Y por otro lado, no había querido desilusionarle, ya que era el único chico de San Jorge que no se acercaba a ella para comprobar si realmente era capaz de cascar una nuez con el aparato corrector puesto. Tampoco había hecho apuestas sobre el hecho de que _____ no llevara nunca faldas a causa de una malformación de sus piernas. Lo cierto es que _____ adoraba colocarse sus viejos tejanos y subir a todos los árboles a los que su madre le prohibía subir. Y volviendo a la historia con David, ese era el motivo por el que pensaba que _____ sería algún día su esposa. Ella tenía una deuda con él y no perdía ocasión de recordárselo. Casi podía verle. Cada tarde desde aquel día daba un par de vueltas con su bicicleta alrededor de su casa. Agitaba la mano en el aire mientras gritaba a todo pulmón. “Ey, _____, ¿tomamos un helado?” No es que David Wilson fuera un bicho raro o algo así. Pero _____ no podía escucharle más de treinta segundos sin que le entraran ganas de volatilizarse en el aire. _____ siempre le suplicaba a su madre que inventara alguna excusa, como que se estaba lavando el pelo en Australia o que tenía una extraña enfermedad contagiosa que la mantendría en cama hasta que cumpliera los cuarenta.
Finalmente, su madre la arrastraba enfadada hasta la ventana. _____ le saludaba por educación, rezando porque David tropezara con alguna piedra enorme y no volviera por allí. Su padre, sin embargo, le palmeaba el trasero y reía. A él le divertía la situación. Fingía que fumaba su pipa con distracción, pero en realidad, no perdía detalle de los esfuerzos de su mujer por asegurar el futuro de _____. “Deja a la chica, mujer. ¿No ves que ese zoquete de Wilson no está a la altura de nuestra _____?”, decía. A la altura… _____ sonrió al pensarlo. Le echaba de menos. Había dejado de sentirse segura desde que él no estaba. Su mirada se entristeció y dejó la instantánea en su sitio, consciente de que Nick había percibido el cambio en su expresión.
- Parece un buen hombre.
_____ suspiró al escuchar las palabras de Nick.
- Lo era. El mejor.- añadió en un murmullo que creyó apenas perceptible, pero que a Nick le llegó con claridad.- Lograba que me sintiera especial.
Apagó la luz de la mesita y se acurrucó en su lado de la cama, nerviosa.
¿Imaginaba Nick lo turbada que la hacía sentir su cercanía? Suspiró en silencio. Si al menos mamá no se hubiera empeñado en que “Minino” durmiera fuera de la habitación. Claro que su gato no era precisamente el mejor animal de custodia. Más bien, le parecía que a “Minino” le importaba un rábano si un hombre se metía en su cama con intenciones poco caballerosas. Y por otro lado, nada en la rítmica respiración de Nick hacía sospechar que sus intenciones fueran peligrosas. Agudizó el oído. Quizá ya se había dormido. Pensó que sería buena idea que ella pudiera hacer lo mismo. Probó todas las técnicas que conocía.
- No tengas miedo… Estoy contigo…
Ya iba por el número cincuenta en su recuento de ovejas imaginarias cuando la voz de Nick la sobresaltó. Había hablado tan bajito que _____ no había podido escuchar bien lo que decía. Levantó un poco la cabeza de la almohada para liberar su oído.
- ¿Nick…? ¿Estás despierto?- preguntó en un murmullo.- Perdona, no he podido escuchar lo que…
Un único ronquido, seco y determinante, llegó hasta _____ con total claridad.
Vaya. Cuando _____ pensaba que ya no existía nada en el mundo capaz de empequeñecerla más, llegaba Nick y tiraba por la borda todas sus convicciones. De hecho, ella podía no ser una rubia despampanante de exuberantes curvas. Pero tenía su orgullo. Nick podía al menos fingir que la proximidad de ambos lo inquietaba una milésima parte de lo que la inquietaba a ella. Pero no. Nick había perdido la consciencia a la menor oportunidad. _____ estaba segura de que su viejo camisón, que la cubría hasta el cuello, no era lo que se decía una prenda seductora. Vamos, que no esperaba que Nick perdiera la cabeza en cuanto la viera con ella puesta. Pero esperaba que al menos tuviera el detalle de mostrarse mínimamente incómodo por el hecho de que compartieran la cama.
- ¿Nick…?- insistió, apretando los labios con rabia al escuchar otro ronquido, esta vez más largo que el anterior. Se convenció de que Nick se encontraba ya muy lejos de allí, aunque su musculoso cuerpo estuviera a tan solo unos centímetros de ella. - Está bien… Tampoco esperaba que contaras ovejas conmigo, ¿sabes? Mi insomnio es mi problema, lo se.
“Menudo farsante”, pensó. No le importo nada, eso es más que evidente. Ni siquiera se ha molestado en darme las buenas noches. Su trabajo… Eso es todo lo que soy para él. “¿Y acaso esperabas algo más?”, le dijo una vocecilla que se parecía mucho a la suya y que ella odió al instante. Emitió un largo suspiro que murió en sus labios cuando la voz de Nick llegó nuevamente a sus oídos. Debía estar soñando. Tal vez era una pesadilla. _____ titubeó. ¿Debía despertarle? Aunque por otro lado… Demonios… ¿No podría él hablar con mayor claridad? Apenas comprendía una sola palabra de los sonidos que él emitía entrecortados.
- ¿Nick…?- se cercioró de que estaba como un tronco. Se volvió hacia él. Saber que no podía descubrirla la despojaba de su timidez. Supo que el rostro de él estaba muy cerca. Podía percibir su aliento fresco la pasta de dientes de menta que mamá compraba. Siguió con los dedos la línea casi invisible bajo la barbilla que revelaba alguna antigua cicatriz. ¿Cómo se la habría hecho? Se preguntó qué otras cicatrices había dejado en él su peligroso trabajo. La idea la entristeció. Pensar que alguien hubiera agredido aquel cuerpo que le proporcionaba una extraña seguridad al estar cerca, no le gustaba. Tocó el áspero mentón con los dedos y sonrió. Necesitaba un buen rasurado. Al día siguiente, le preguntaría a mamá si aún guardaba la vieja maquinilla de su padre. _____ añoraba aquella imagen. Papá frente al espejo, escuchando con atención mientras se afeitaba y ella narraba los acontecimientos del día anterior en la escuela. Papá prestaba mucha atención, como si los aburridos detalles de la vida escolar de su hija fueran el relato más interesante del mundo. _____ dejó que sus dedos descansaran sobre la mejilla de Nick. Le traía recuerdos tan agradables…
- Mmmm…
_____ tragó saliva al notar como el colchón se hundía hacia su lado. Nick se había acercado. Mucho. Apartó los dedos con rapidez y contuvo el aliento cuando la mano de él cayó pesadamente sobre su cintura y se deslizó hasta su espalda para acercarla aún más. _____ ni siquiera pensó en la posibilidad de pestañear por si le despertaba. De hecho, estaba pensando seriamente en dejar de respirar por si aquello le devolvía a la realidad. Todo con tal de no soportar la humillación de que él se apartara espantado al comprobar el grado de intimidad de su postura. El calor de los muslos de Nick traspasaba la tela de su pijama, haciendo que _____ fuera muy consciente de lo cerca que estaban. Era una tontería que tuviera miedo… Nick no sabía lo que hacía. Pensó en aquella boca que olía a menta y que ahora permanecía a un milímetro de la suya. Vaya, no quería pensarlo… Pero Nick no era del tipo de hombres que una podía ignorar, a pesar de que ella se engañara y quisiera fingir lo contrario todo el tiempo. Y aquellos labios que susurraban pensamientos secretos estaban tan cerca… Incluso si le besaba, él no recordaría nada a la mañana siguiente… Claro que solo era una idea ridícula. Ella no iba a besarle. No era su estilo aprovecharse de policías desarmados e indefensos. Rió ante lo divertido de la situación. ¿Y si se atreviera…? Un beso pequeño. Un roce para comprobar que el paraíso que la había hecho sentir bajo la lluvia, existía. El nunca lo sabría. Se odió por planteárselo. Bueno, tampoco era para exagerar… No era como si le violara, ¿verdad? Armándose de valor, rozó con sus labios los del hombre. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Vaya… No recordaba que sería así…
Estaba a punto de apartarse cuando de pronto, la boca de Nick encontró la suya en la oscuridad. Fue algo inesperado. _____ no pretendía que la cosa se prolongara demasiado, pero cuando sus lenguas se encontraron, no pudo controlarlo… Después de unos segundos, se separó para tomar aire. Escuchó atentamente su respiración. El seguía plácidamente dormido… Gracias a Dios. No quería ni pensar en tener que ofrecerle una explicación sobre lo que acababa de suceder. La mano que Nick había deslizado por su espalda subió hasta su cuello y se enredó en su cabello. Sintió las yemas de sus dedos en su nuca, dibujando lentos círculos que estaban a punto de hacerla perder el conocimiento.
- Eres tan hermosa…
¿Qué…? ¿Hablaba con ella? _____ parpadeó, en parte molesta porque él la confundiera con la mujer que en sus sueños deseaba estrechar entre sus brazos. Por supuesto, no era ella. Pero era tan agradable sentir aquellos brazos fuertes rodeándola.
- Tan hermosa…
_____ lo dejó estar. Le perdonó la confusión a cambio de permanecer en el refugio de su pecho unos minutos más. Y antes de que pudiera darse cuenta, también ella se había dormido.
- No te atrevas a hacer un chiste, Nick.- le advirtió en cuanto él abrió la boca, seguramente para hacer alguna observación burlona sobre la decoración de su viejo cuarto. Se arrepintió de haber sido una adolescente tan inquieta. Como siempre amanecía en el suelo debido a que pasaba la noche moviéndose de un lado a otro, su madre había decidido que necesitaba una cama de dimensiones extraordinarias. Y gracias a ello, ahora se veía obligada a compartir su dormitorio con él. No podía excusarse y enviarle al cuarto de invitados sin que su madre sospechara, sobre todo después de que su madre hubiera pasado más de una hora relatándole los detalles de la vida de adolescente de su hija. Nick no se había perdido una palabra, mientras ella le enviaba furiosas señales desde la cocina y recogía la vajilla que habían usado para la cena. Mamá estaba encantada de que su yerno fuera un joven tan buen oyente y por supuesto, esperaba que también fuera amoroso y apasionado en la primera noche que pasaban en el hogar materno. Incluso les había acompañado hasta la puerta para asegurarse que ambos permanecían juntos en la habitación. De hecho, _____ había escuchado sus pasos al otro lado hasta bien entrada la noche y había hecho señas a Nick para que no dijera una palabra hasta que ella se lo indicara. Mamá tenía un oído híper desarrollado. “Su murciélago”, la llamaba papá, el único hombre de su vida al que _____ había amado realmente.
- ¿Se habrá dormido?- preguntó Nick en voz muy baja, probando el colchón con expresión divertida.
- Es posible.
Nick alargó la mano hasta la mesita de noche y echó una ojeada a la fotografía enmarcada. En ella, una _____ de unos quince años, sonriente y algo despeinada, mostraba a la cámara una carpa enorme y una caña de pescar. Un hombre de cabello plateado le pasaba el brazo por los hombros y la señora Baker la abrazaba orgullosa por la cintura. Los años no parecían pasar para la madre de _____. Ni para _____, a decir verdad. Aún parecía una chiquilla que acababa de pescar su mejor pieza. La miró a los ojos.
- Estás preciosa aquí.- comentó con sinceridad.
- Oh, sí… Mamá siempre fue fotogénica.- _____ le quitó el portarretratos con suavidad y acarició la imagen con la yema de los dedos.- Y hermosa. Por desgracia, yo heredé los rasgos de mi padre. Bueno, no me malinterpretes. A mamá le encanta que sea así. Dice que es como si viera a papá cuando me mira, como si él no se hubiera ido. Aunque creo que nunca me ha perdonado que me no me pareciera más a ella…
- No hablaba de tu madre, _____.- la interrumpió.- Me refería a ti.
- Ah.- _____ tragó saliva. Nadie se había referido nunca a ella con aquella palabra que se reservaba para las cosas realmente bonitas. El cumplido más parecido que había recibido había sido que la llamaran “mona”. Y eso había sido en la boda de Esther Barrow. _____ tenía entonces trece años. Llevaba aparatos en los dientes y mamá la había obligado a ponerse aquel vestido azul cielo con volantitos en el pecho. Estaba ridícula. La abuela de Esther le había palmeado la cabeza condescendiente al ver que ninguno de los chicos se animaba a sacarla a bailar. Había dicho, “qué mona” y prácticamente, había amenazado a su nieto Charly con desheredarle si no le hacía los honores. Pobre Charly…Le llevaba dos años a _____. A partir de ese día, había estado maldito entre los demás chicos. Había soportado estoicamente las bromas de sus compañeros de curso sin rechistar, hasta la había defendido un par de veces. Nada peligroso para su integridad física, claro, pero _____ se lo agradecía igualmente. Menos cuando dejaron aquella nota en su taquilla que decía que él y _____ eran novios. Eso había terminado con su etapa de caballero. A partir de ese momento, su persecución había sido implacable. Tirones en las trenzas, chistes crueles sobre su dentadura… Todo para demostrar a los demás lo mucho que ella le disgustaba. En una ocasión, había ocultado un ratón en la caja del almuerzo de _____. David Wilson había actuado con rapidez, salvándola del susto y propinándole una buena zurra a Charly. _____ no había tenido tiempo de advertir a David que no tenía miedo a los ratones. Y por otro lado, no había querido desilusionarle, ya que era el único chico de San Jorge que no se acercaba a ella para comprobar si realmente era capaz de cascar una nuez con el aparato corrector puesto. Tampoco había hecho apuestas sobre el hecho de que _____ no llevara nunca faldas a causa de una malformación de sus piernas. Lo cierto es que _____ adoraba colocarse sus viejos tejanos y subir a todos los árboles a los que su madre le prohibía subir. Y volviendo a la historia con David, ese era el motivo por el que pensaba que _____ sería algún día su esposa. Ella tenía una deuda con él y no perdía ocasión de recordárselo. Casi podía verle. Cada tarde desde aquel día daba un par de vueltas con su bicicleta alrededor de su casa. Agitaba la mano en el aire mientras gritaba a todo pulmón. “Ey, _____, ¿tomamos un helado?” No es que David Wilson fuera un bicho raro o algo así. Pero _____ no podía escucharle más de treinta segundos sin que le entraran ganas de volatilizarse en el aire. _____ siempre le suplicaba a su madre que inventara alguna excusa, como que se estaba lavando el pelo en Australia o que tenía una extraña enfermedad contagiosa que la mantendría en cama hasta que cumpliera los cuarenta.
Finalmente, su madre la arrastraba enfadada hasta la ventana. _____ le saludaba por educación, rezando porque David tropezara con alguna piedra enorme y no volviera por allí. Su padre, sin embargo, le palmeaba el trasero y reía. A él le divertía la situación. Fingía que fumaba su pipa con distracción, pero en realidad, no perdía detalle de los esfuerzos de su mujer por asegurar el futuro de _____. “Deja a la chica, mujer. ¿No ves que ese zoquete de Wilson no está a la altura de nuestra _____?”, decía. A la altura… _____ sonrió al pensarlo. Le echaba de menos. Había dejado de sentirse segura desde que él no estaba. Su mirada se entristeció y dejó la instantánea en su sitio, consciente de que Nick había percibido el cambio en su expresión.
- Parece un buen hombre.
_____ suspiró al escuchar las palabras de Nick.
- Lo era. El mejor.- añadió en un murmullo que creyó apenas perceptible, pero que a Nick le llegó con claridad.- Lograba que me sintiera especial.
Apagó la luz de la mesita y se acurrucó en su lado de la cama, nerviosa.
¿Imaginaba Nick lo turbada que la hacía sentir su cercanía? Suspiró en silencio. Si al menos mamá no se hubiera empeñado en que “Minino” durmiera fuera de la habitación. Claro que su gato no era precisamente el mejor animal de custodia. Más bien, le parecía que a “Minino” le importaba un rábano si un hombre se metía en su cama con intenciones poco caballerosas. Y por otro lado, nada en la rítmica respiración de Nick hacía sospechar que sus intenciones fueran peligrosas. Agudizó el oído. Quizá ya se había dormido. Pensó que sería buena idea que ella pudiera hacer lo mismo. Probó todas las técnicas que conocía.
- No tengas miedo… Estoy contigo…
Ya iba por el número cincuenta en su recuento de ovejas imaginarias cuando la voz de Nick la sobresaltó. Había hablado tan bajito que _____ no había podido escuchar bien lo que decía. Levantó un poco la cabeza de la almohada para liberar su oído.
- ¿Nick…? ¿Estás despierto?- preguntó en un murmullo.- Perdona, no he podido escuchar lo que…
Un único ronquido, seco y determinante, llegó hasta _____ con total claridad.
Vaya. Cuando _____ pensaba que ya no existía nada en el mundo capaz de empequeñecerla más, llegaba Nick y tiraba por la borda todas sus convicciones. De hecho, ella podía no ser una rubia despampanante de exuberantes curvas. Pero tenía su orgullo. Nick podía al menos fingir que la proximidad de ambos lo inquietaba una milésima parte de lo que la inquietaba a ella. Pero no. Nick había perdido la consciencia a la menor oportunidad. _____ estaba segura de que su viejo camisón, que la cubría hasta el cuello, no era lo que se decía una prenda seductora. Vamos, que no esperaba que Nick perdiera la cabeza en cuanto la viera con ella puesta. Pero esperaba que al menos tuviera el detalle de mostrarse mínimamente incómodo por el hecho de que compartieran la cama.
- ¿Nick…?- insistió, apretando los labios con rabia al escuchar otro ronquido, esta vez más largo que el anterior. Se convenció de que Nick se encontraba ya muy lejos de allí, aunque su musculoso cuerpo estuviera a tan solo unos centímetros de ella. - Está bien… Tampoco esperaba que contaras ovejas conmigo, ¿sabes? Mi insomnio es mi problema, lo se.
“Menudo farsante”, pensó. No le importo nada, eso es más que evidente. Ni siquiera se ha molestado en darme las buenas noches. Su trabajo… Eso es todo lo que soy para él. “¿Y acaso esperabas algo más?”, le dijo una vocecilla que se parecía mucho a la suya y que ella odió al instante. Emitió un largo suspiro que murió en sus labios cuando la voz de Nick llegó nuevamente a sus oídos. Debía estar soñando. Tal vez era una pesadilla. _____ titubeó. ¿Debía despertarle? Aunque por otro lado… Demonios… ¿No podría él hablar con mayor claridad? Apenas comprendía una sola palabra de los sonidos que él emitía entrecortados.
- ¿Nick…?- se cercioró de que estaba como un tronco. Se volvió hacia él. Saber que no podía descubrirla la despojaba de su timidez. Supo que el rostro de él estaba muy cerca. Podía percibir su aliento fresco la pasta de dientes de menta que mamá compraba. Siguió con los dedos la línea casi invisible bajo la barbilla que revelaba alguna antigua cicatriz. ¿Cómo se la habría hecho? Se preguntó qué otras cicatrices había dejado en él su peligroso trabajo. La idea la entristeció. Pensar que alguien hubiera agredido aquel cuerpo que le proporcionaba una extraña seguridad al estar cerca, no le gustaba. Tocó el áspero mentón con los dedos y sonrió. Necesitaba un buen rasurado. Al día siguiente, le preguntaría a mamá si aún guardaba la vieja maquinilla de su padre. _____ añoraba aquella imagen. Papá frente al espejo, escuchando con atención mientras se afeitaba y ella narraba los acontecimientos del día anterior en la escuela. Papá prestaba mucha atención, como si los aburridos detalles de la vida escolar de su hija fueran el relato más interesante del mundo. _____ dejó que sus dedos descansaran sobre la mejilla de Nick. Le traía recuerdos tan agradables…
- Mmmm…
_____ tragó saliva al notar como el colchón se hundía hacia su lado. Nick se había acercado. Mucho. Apartó los dedos con rapidez y contuvo el aliento cuando la mano de él cayó pesadamente sobre su cintura y se deslizó hasta su espalda para acercarla aún más. _____ ni siquiera pensó en la posibilidad de pestañear por si le despertaba. De hecho, estaba pensando seriamente en dejar de respirar por si aquello le devolvía a la realidad. Todo con tal de no soportar la humillación de que él se apartara espantado al comprobar el grado de intimidad de su postura. El calor de los muslos de Nick traspasaba la tela de su pijama, haciendo que _____ fuera muy consciente de lo cerca que estaban. Era una tontería que tuviera miedo… Nick no sabía lo que hacía. Pensó en aquella boca que olía a menta y que ahora permanecía a un milímetro de la suya. Vaya, no quería pensarlo… Pero Nick no era del tipo de hombres que una podía ignorar, a pesar de que ella se engañara y quisiera fingir lo contrario todo el tiempo. Y aquellos labios que susurraban pensamientos secretos estaban tan cerca… Incluso si le besaba, él no recordaría nada a la mañana siguiente… Claro que solo era una idea ridícula. Ella no iba a besarle. No era su estilo aprovecharse de policías desarmados e indefensos. Rió ante lo divertido de la situación. ¿Y si se atreviera…? Un beso pequeño. Un roce para comprobar que el paraíso que la había hecho sentir bajo la lluvia, existía. El nunca lo sabría. Se odió por planteárselo. Bueno, tampoco era para exagerar… No era como si le violara, ¿verdad? Armándose de valor, rozó con sus labios los del hombre. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Vaya… No recordaba que sería así…
Estaba a punto de apartarse cuando de pronto, la boca de Nick encontró la suya en la oscuridad. Fue algo inesperado. _____ no pretendía que la cosa se prolongara demasiado, pero cuando sus lenguas se encontraron, no pudo controlarlo… Después de unos segundos, se separó para tomar aire. Escuchó atentamente su respiración. El seguía plácidamente dormido… Gracias a Dios. No quería ni pensar en tener que ofrecerle una explicación sobre lo que acababa de suceder. La mano que Nick había deslizado por su espalda subió hasta su cuello y se enredó en su cabello. Sintió las yemas de sus dedos en su nuca, dibujando lentos círculos que estaban a punto de hacerla perder el conocimiento.
- Eres tan hermosa…
¿Qué…? ¿Hablaba con ella? _____ parpadeó, en parte molesta porque él la confundiera con la mujer que en sus sueños deseaba estrechar entre sus brazos. Por supuesto, no era ella. Pero era tan agradable sentir aquellos brazos fuertes rodeándola.
- Tan hermosa…
_____ lo dejó estar. Le perdonó la confusión a cambio de permanecer en el refugio de su pecho unos minutos más. Y antes de que pudiera darse cuenta, también ella se había dormido.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 22
Nick la observó durante un buen rato mientras dormía. Había amanecido. La miró con ojos entrecerrados. _____ tenía el rostro perfectamente encajado en el hueco entre su axila y su pecho. Aunque sentía el brazo entumecido por la presión de la cabeza de ella, temió que si se movía, ella despertaría. No quiso que eso ocurriera. Se la veía relajada y segura. Apartó un mechón que le caía sobre la frente con la mano libre. Un movimiento equivocado, pensó. Ella abrió los ojos al instante. Nick esperaba que se alejara de inmediato en cuanto descubriera que estaban demasiado cerca. Pero ella le sorprendió al permanecer inmóvil en la misma posición. Sonrió. _____ le devolvió la sonrisa. Nick se sermoneó mentalmente por pensar que ella estaba preciosa, con el pelo revuelto, mitad sobre la almohada mitad sobre su antebrazo, los labios entreabiertos ahogando un bostezo y las mejillas ligeramente coloreadas por la intimidad de aquel abrazo.
- Buenos días.- le dijo en voz baja.
- Buenos días.- contestó ella, somnolienta. Miraba de reojo a su compañero de cuarto, preguntándose si se sentiría igual de ridículo que ella por despertar en aquella postura. Pero no se movió. Volvió a sonreír y Nick pensó que iba a derretirse ante aquel gesto espontáneo de los labios femeninos.- Creo que tendremos que amputar.
- ¿Qué…?- parpadeó confuso. “No lo hagas”, se ordenó, “no dejes que ella te enrede, Nick”. En realidad, era muy peligroso que lo pensara siquiera. Porque, de hecho, él no podía flaquear una sola vez si quería proteger a _____.
- Tu brazo…- aclaró ella, con una chispa de diversión en los ojos.- Creo que la sangre dejó de circular de madrugada. No podemos salvarlo, Nick, lo siento.
Nick reprimió el impulso de cubrir aquella boca de pequeños besos de bienvenida matinal. Claro que comprendió enseguida que no podía hacerlo. Era una locura. Solo tenía que hacer su trabajo y largarse cuanto antes de allí. Nunca más tendría que volver a ver a _____. Entonces, ¿por qué no podía apartar la mirada de ella? Se regañó otra vez mentalmente. Sabía muy bien porqué no podía dejar de mirarla. Por Rosie. Pero Adams tenía razón. Ella no era Rosie. No se dio cuenta de que se apartaba con brusquedad. _____ tuvo que hacer un esfuerzo por conservar la cabeza que él dejaba en el aire sin la menor consideración. Le lanzó una mirada extrañada desde el otro lado de la cama. El se había incorporado y estaba sentado sobre el colchón, de espaldas a ella.
- Anoche hablaste en sueños.- comentó con naturalidad, para romper la tensión que se había creado entre ellos.
- ¿Ah, sí…? – Nick ladeó ligeramente la cabeza hacia ella. Parecía nervioso, pero lo disimulaba bien con aquella expresión tranquila que podía haber engañado cualquiera excepto a _____.- Espero no haber dicho nada comprometido.
El esperaba que _____ lo negara, pero ella no contestó.
- ¿Lo era?- insistió.
- Tal vez.- _____ probó suerte. Le había gustado el Nick de la noche anterior, sensible y considerado. Quería que regresara a la habitación y se llevara a aquel tipo extraño. No le caía bien desde que había lanzado su cabeza sobre la almohada.- Pero te doy mi palabra de que nadie sabrá nunca lo de tu manía de vestirte de mujer.
Le oyó reír. Era agradable oírle reír. Lo hacía de aquel modo increíblemente seductor que provocaba que las rodillas de _____ se aflojaran. Suerte que aún estaba acostada y él no podía verlo.
- Eres una buena chica, _____. Pero mientes muy mal.
Con un movimiento felino, Nick se aseguró de que su arma seguía oculta en su cazadora. Por un momento, le había asaltado la aterradora idea de que la madre de _____ podía haber enviado todo a la lavadora. Se tranquilizó al ver que todo estaba en orden.
Aunque no se le escapó la expresión sombría de _____. Todo rastro de buen humor había desaparecido de sus suaves facciones. El no lo sabía. Pero _____ no era tan mala actriz como pensaba. De hecho, Nick todavía no sabía que ella tenía intención de dirigirse aquella mañana a la Oficina Postal. Durante la noche, había tenido la fuerte corazonada de que Alex intentaría contactar con ella en San Jorge. Era el único lugar seguro que conocía, el único donde aquel asesino no podría seguirles la pista. Acalló la voz de su conciencia que le decía que se lo contara. “Ni hablar. Alex está en un apuro y necesita mi ayuda. No le diré nada hasta que no me asegure de que está a salvo”.
- Esta mañana tendrás que arreglártelas sin mí, Nick.- anunció, estirándose exageradamente.
- ¿Tienes una cita, _____?- se burló y añadió solo por verla ruborizar.- Espero que no hayas planeado un encuentro con ese viejo amor de juventud del que me habló tu madre.
- ¿David? – _____ arrugó la nariz con desagrado, aunque en el fondo odiaba que fuera tan evidente que no existía competencia para él en San Jorge. Nick podía al menos mostrarse más humilde y no exhibir aquella maldita expresión que se traducía una vez más en “pobre _____”. En cualquier caso, esperaba que fingiera estar un poco celoso por su propio bien. Si había algo que Mary Baker odiaba por encima de cualquier cosa, era un mentiroso. Y Nick había obtenido matrícula de honor en aquella asignatura últimamente. Suspiró como si el recuerdo de David la llenara de nostalgia. Por el rabillo del ojo comprobó que su gesto no dejaba a Nick indiferente. Le había parecido que él fruncía el ceño y que el buen humor desaparecía momentáneamente de su expresión.- Oh, no es más que un buen amigo.
Pero hubo algo en el modo en que lo dijo, que hizo que el corazón de Nick se acelerara. ¿O solo lo había imaginado? Sacudió la cabeza, molesto consigo mismo. No tenía ningún derecho sobre _____, más que aquella pequeña historia inventada sobre una boda en Las Vegas. Era absurdo que se sintiera repentinamente traicionado porque ella ardiera en deseos de saludar a un antiguo novio. De hecho, le parecía perfecto que lo hiciera. Incluso le habría parecido buena idea que ella se vistiera con algo especial para reavivar la llama de la pasión con el tal David. Bueno, le pareció buena idea hasta el momento en que ella atravesó la cocina después de darse una ducha y el aroma de su perfume afrutado le inundó los sentidos y tuvo que toser ruidosamente. El y la señora Baker compartían una taza de café y unas tostadas. Todo iba bien hasta entonces. ¿Por qué tenía _____ que estropearlo apareciendo vestida de aquella manera? ¿No podía enfundarse unos simples vaqueros y una camisa bien holgada o cerrada hasta el cuello… o mejor ambas cosas? En fin, no es que ella luciera espectacular. Tampoco era para tanto… Cierto que aquel sencillo vestido de gasa que se sujetaba con aquellos diabólicos tirantes sobre los hombros, no era nada del otro mundo. El hecho de que el vestido ondeara graciosamente haciendo vuelos sobre su pantorrilla, no le afectaba lo más mínimo. La suave pincelada de brillo que ella se había puesto en los labios y el tono sonrosado de sus mejillas, le dejaban indiferente. Su peinado, el cabello recogido en las sienes con unas horquillas del mismo tono beige del vestido, le traían al fresco. Y por descontado, _____ no entendía un rábano de estilismo aunque se dedicaba al mundo de la moda. En ese caso, ¿por qué se le revolvía el estómago como si en realidad, ella fuera su mujercita y corriera al encuentro de su amante degenerado que la obligaría a hacer todas aquellas cosas horribles que le pasaban por la mente mientras untaba otra tostada? El pensamiento le dejó sin aliento. La tostada se le rompió entre los dedos cuando _____ se inclinó sobre su brazo y tuvo que ordenar a sus ojos que no husmearan en su discreto escote… Ah, ella sólo reclamaba su propia taza de café. Esperó a que la sirviera y sonrió cuando ella le devolvió el cuchillo de la mantequilla tras untar un panecillo. Lo mordisqueó con distracción, algo que no escapó a la atenta mirada del hombre. Ella tenía una expresión soñadora que le hacía sentir deseos de vaciar el cargador de su pistola sobre ese David. Al instante, comprendió que estaba perdiendo la perspectiva. ¿Qué demonios estaba diciendo? No conocía a David Wilson, pero estaba seguro de que el hecho de haber cortejado durante toda su vida a _____, no le convertía en el criminal más peligroso del mundo. Con seguridad, no merecía que él quisiera freírle a tiros.
- Le he dicho a tu marido que puede echarme una mano con la valla del jardín.- comentó Mary, consciente de que algo extraño sucedía entre aquellos dos. Los observó a ambos, esperando que algo de lo que dijeran o hicieran, les delatara.
- ¿Está rota?- preguntó _____.
- Aún no. Pero no le vendría mal una buena mano de pintura.
- Oh, estupendo. Así podré salir a hacer unas compras. A Nick le encantará ayudarte. Es un manitas, ¿no es así, cariño?- lo había dicho con ironía, pero su rostro era angelical al hablar.
Nick ejerció demasiada fuerza con el cuchillo sobre la tostada y una vez más, observó con desconsuelo como esta se hacía añicos en sus manos. Bien. Se dio por vencido. Apuró el resto de su café de un trago y la miró. “Gracias, _____. Gracias por condenarme a trabajos forzados mientras te diviertes por ahí con ese tipo”. Parecía que _____ deseaba deshacerse de su compañía a cualquier precio. Le dolió inexplicablemente que fuera así. Y lo más importante, le pareció que ella no había comprendido que debían permanecer juntos por aquel asunto sin importancia. Sonrió con sarcasmo. Vamos, que ella padecía amnesia repentina y había olvidado que un asesino la perseguía con intención de liquidarla y apartarla para siempre del panorama.
- En realidad, querida, me gustaría acompañarte.- replicó, esperando no despertar las sospechas de Mary.- Aún no me has enseñado San Jorge.
- Oh, no hay tanto que ver, “amor mío”…- le palmeó el cachete con más fuerza de la necesaria.- Además, estoy segura de que mamá será la madre más feliz del mundo si la dejas que te haga de guía. Por no hablar de las presentaciones… No imaginas la cantidad de amigas que tiene.
“Víbora”, pensó Nick, “lo tenía todo bien planeado”. Y la vio agitar su mano en aquel gesto tan habitual en ella que le decía que no negociaría su marcha. Le dirigió una última mirada de velado resentimiento y sonrió forzadamente a Mary. Por esta vez, dejaría que _____ Baker disfrutara de unas horas de intimidad en compañía de ese… ese joven como se llamase. Y esperaba por el bien de ella, que el hombre que quería matarla, tuviera la misma opinión y no quisiera intervenir mientras él colocaba unas cuantas bisagras para Mary.
- ¿Me ha oído, señor Nick?
La voz de Mary le hizo reaccionar justo en el instante en que imaginaba algunas escenas eróticas protagonizadas por _____ y su viejo amigo. Se ruborizó como si la misma Mary hubiera podido leer sus pensamientos. Maldijo entre dientes y desterró de su mente aquellas imágenes. Y por suerte, su busca sonó insistentemente en ese momento. Nick echó una rápida ojeada al pequeño aparatito que guardaba en el bolsillo de sus vaqueros, consciente de que Mary no perdía detalle de sus movimientos.
- Mamá… ¿puedo llamarla así, verdad?- otra sonrisa forzada para disimular la preocupación que despertaba en él la llamada de Adams.- Necesito hacer una llamada urgente. ¿Cree que podría prestarme su teléfono un segundo? Le prometo que después repararé todas las vallas que me ordene sin rechistar.
- ¿Sucede algo malo?- Mary frunció el ceño con la astucia que solo las buenas madres poseen.- ¿Algún cachorro en apuros?
Al principio, Nick no captó el significado de la pregunta, oculto entre tanto sarcasmo maternal. Reaccionó de inmediato al recordar la historia que habían inventado sobre su ocupación y el encuentro con _____.
- Oh, sí… Uno muy grande, Mary. Pero solo será un momento.- como ella le había guiado hasta el estudio y Nick ya divisaba el teléfono sobre la mesa auxiliar, la despidió con rapidez y cerró la puerta tras él. Como conocía bien a las buenas mujeres curiosas como ella, volvió a abrirla enseguida para comprobar que seguía allí, con la oreja literalmente pegada a la hoja de madera. Mary se apartó de un salto, sorprendida y avergonzada al mismo tiempo.
- Pensé que…
- Lo se. Gracias, Mary.- y se aseguró de ver como se alejaba y se metía en la cocina, murmurando algo entre dientes.
Después de asegurarse de que Mary no le espiaba, marcó el número del despacho de Adams. Saludó a Susie brevemente y apartó ligeramente el auricular al escuchar los primeros ladridos.
- También me alegro de oírte, Adams.- dijo con tono resignado cuando por fin cesaron los gritos.
- No me vengas con esas, Nick. ¿Se puede saber donde diablos te has metido?- una pausa, seguramente para tomar aire y seguir con la sarta de improperios.- Estoy al tanto del tiroteo en el apartamento de esa mujer. Y para ser claros, todo el mundo se pregunta porqué cierto policía insubordinado aún no ha puesto un informe sobre los hechos encima de mi mesa. Incluido el Alcalde y su benefactor, el señor L’Antino.
- Te dije que protegería a la chica, capitán.- respondió con sequedad.- Y ya sabes que odio los formalismos.
- ¿En serio?
- Adams, no me sermonees. Si vas a llamarme solo para…
- ¡Aún no he terminado!- atajó con brusquedad.- He de suponer que no te has enterado, ¿no?
- ¿Enterarme…?
- Ya veo que no.- un suspiro largo que hizo que Nick temiera lo peor.- Nick…
La otra chica… Alex, ¿recuerdas? La joven que compartía el apartamento con tu testigo.
- Diablos, Adams, déjate de rodeos, ¿quieres?
- Malas noticias, Nick. Está muerta.
Nick apretó los nudillos sobre el auricular. De pronto, se apoderaba de él la tremenda certeza de que _____ estaba realmente en peligro. Hasta ahora, aquella certeza no le había golpeado con tanta brutalidad.
- ¿Muerta… estás seguro?
- ¿Qué clase de pregunta es esa, Nick? ¿Acaso te has vuelto idiota?- vociferó
Adams.- ¡Claro que estoy seguro! Solemos comprobar ese tipo de detalles antes de emitir declaraciones como estas, ¿recuerdas?
- Pero, ¿cómo?
- Unos adolescentes buscaban algún local abandonado donde achucharse sin que nadie les viera. Encontraron su cadáver oculto bajo unas cajas vacías en un antiguo almacén de licores. Todo indica que fue estrangulada. Todavía no tengo los resultados completos de la autopsia, pero por el estado del cuerpo, creemos que lleva al menos un par de días muerta.
- Vaya…- hablaba consigo mismo. En realidad, se preguntaba como iba a contárselo a _____ sin que ella pensara que todo estaba dicho y que inevitablemente correría la misma suerte que Alex tarde o temprano. Sabía que no confiaría en él si le contaba la verdad.
- Nick… L’Antino ha confesado que mantenían una aventura.- le informó más calmado.- Creemos que uno de ellos o ambos, eran el objetivo del asesino, pero no hemos aclarado cuál es el móvil. De hecho, estamos seguros de que volverán a intentarlo contra L’Antino.
- ¿Y _____, donde encaja ella en todo esto?
- Nuestra teoría es que la tal Alex solía verse al mismo tiempo con Graham y que aprovechaba su aventura con L’Antino para disfrutar de las ventajas del apellido. Ya sabes, hoteles, champán, restaurantes caros, todo cargado en la cuenta de L’Antino. Por si algún día alguien sospechaba algo, suponemos que Alex utilizó el nombre de su compañera de piso…
- _____.- añadió Nick, furioso con Alex a pesar de todo.
- Exacto. Y por ese motivo, quien quiera que sea que asesinó a Graham, pensó que la _____ que no lo era en realidad le había visto.
- La verdadera Alex.
- O la joven cuyo nombre aparece en los registros del motel, no lo sabemos y el asesino tampoco. Por eso, tu señorita Baker puede seguir en peligro. Quizá el asesino no esté seguro de haberse cargado a los pichones correctos.
- ¿Y?
- Y en cualquier caso, necesitamos atrapar a ese tipo, Nick. La vida de L’Antino también está en peligro y el Alcalde no quiere ni pensar en otro atentado.
- ¿Qué quieres decir, Adams? Me he perdido algo de toda esta historia, ¿no es cierto?- inquirió con desconfianza.
- Quiero decir que tienes que regresar y dejar que todos hagan su trabajo.
- ¿Es una broma? ¿Pretendes que le diga a _____ que su amiga ha muerto y que la lleve de vuelta a casa como si nada?
- Nick, te prometo que vamos a protegerla.
- No.
- Nick.
- He dicho que no, Adams. Lo que me pides está fuera de toda discusión y lo sabes.- le recriminó, conteniendo a duras penas su ira.- No pienso dejar que utilicen a _____ como cebo. De ninguna manera.
- Nick, no te lo estoy pidiendo. Es una orden.
- Entonces, despídeme, porque no pienso obedecerla.
Aguardó unos segundos la respuesta de Adams. Confiaba en que el buen policía y mejor hombre que había en él supiera que solo hacía lo mejor para _____.
- Espero que sepas lo que haces, Nick. El Alcalde me ha lanzado unos cuantos piropos que dejan al Departamento en situación de uno contra diez. Ganando el Alcalde, ¿lo captas, Nick? Quiere estar informado de cada paso que demos sobre este asunto concreto.
- Y lo estará. A su debido momento.- replicó.- Pero no pienso poner en peligro la vida de esa chica, solo porque el político de turno le deba la candidatura a ese fantoche de la moda.
- Nick… Estás jugando con fuego. ¿Necesitas que sea más claro aún?- explotó
Adams y a Nick le maravilló el hecho de que solo hubiera tardado un par de minutos en hacerlo. Adams debía estar practicando yoga o alguna disciplina de relajación, tal y como le había aconsejado su médico. Le oyó toser ruidosamente al otro lado de la línea.- Maldita sea, Nick… Quieren tu placa, ¿me oyes? Te quieren fuera del caso.
- Y yo quiero que _____ viva. No te la entregaré para que el maldito Alcalde se anote un tanto y se tome unos canapés mientras alguien intenta matarla.
- Nick, no es nada personal… Y no puedes tomártelo como si lo fuera. Esa chica no es nadie.
- Te equivocas, Adams.- le corrigió con dureza y sin querer, todos los detalles que conocía sobre ella le venían a la memoria.- Se llama _____ Baker. No sabe nada de la vida, es un poco ingenua y en ocasiones despistada. Le gusta la pesca y la pizza de peperoni y de pequeña, tenía una mascota llamada Orlando. Odia la mentira y confía en que todo el mundo tiene algo bueno si sabes buscar bien. Puede que su nombre no salga en letreros luminosos y que no sea el tipo de mujer que haría que el Alcalde cancelara una de sus fiestas. Pero te aseguro que es una buena chica, Adams. Y merece vivir.
- Diablos, Nick, hablas como si ella fuera algo para ti.- al ver que él no decía nada, insistió.- ¿Lo es, Nick?
- No. Pero mi respuesta sigue siendo la misma. _____ se queda conmigo.
- Nick, no sabes…
- No, no lo se. Y no me importa. Pero _____ no hará de cebo, Adams. No lo permitiré.
- ¿Es tu última palabra?- Adams parecía a punto de estallar al otro lado. Nick suspiró. Le apreciaba realmente, pero detestaba que debido a su cargo, no tuviera más remedio que bailar al son que tocaban los políticos.
- No.- contestó con tono amistoso.- Adams, eres mi mejor amigo y el mejor policía que conozco. Y se que en el fondo, estás de acuerdo conmigo en que hago lo correcto. Si tienes que despedirme, hazlo. No te lo reprocharé. Pero no me pidas que la sacrifique. Por favor.
- Está bien… No he hablado contigo.- rezongó, conmovido en cierta medida por aquella repentina declaración sentimental que no era el estilo de ninguno de los dos.- No quiero saber donde estás. Pero no te prometo nada, Nick. Es más que probable que cuando regreses, tengas que entregar tu placa.
- Bien.- aceptó.
- Y que conste que te lo he advertido.
- Me consta, Adams.
- Cuídate…Y cuida de la chica, ¿quieres?
- Lo haré.- Nick sonrió. Al parecer, el capitán seguía siendo humano a pesar de su horrible humor. Colgó, pensando en como se las arreglaría para salir de la casa y espiar a _____ sin que ella o Mary le descubrieran.
Nick la observó durante un buen rato mientras dormía. Había amanecido. La miró con ojos entrecerrados. _____ tenía el rostro perfectamente encajado en el hueco entre su axila y su pecho. Aunque sentía el brazo entumecido por la presión de la cabeza de ella, temió que si se movía, ella despertaría. No quiso que eso ocurriera. Se la veía relajada y segura. Apartó un mechón que le caía sobre la frente con la mano libre. Un movimiento equivocado, pensó. Ella abrió los ojos al instante. Nick esperaba que se alejara de inmediato en cuanto descubriera que estaban demasiado cerca. Pero ella le sorprendió al permanecer inmóvil en la misma posición. Sonrió. _____ le devolvió la sonrisa. Nick se sermoneó mentalmente por pensar que ella estaba preciosa, con el pelo revuelto, mitad sobre la almohada mitad sobre su antebrazo, los labios entreabiertos ahogando un bostezo y las mejillas ligeramente coloreadas por la intimidad de aquel abrazo.
- Buenos días.- le dijo en voz baja.
- Buenos días.- contestó ella, somnolienta. Miraba de reojo a su compañero de cuarto, preguntándose si se sentiría igual de ridículo que ella por despertar en aquella postura. Pero no se movió. Volvió a sonreír y Nick pensó que iba a derretirse ante aquel gesto espontáneo de los labios femeninos.- Creo que tendremos que amputar.
- ¿Qué…?- parpadeó confuso. “No lo hagas”, se ordenó, “no dejes que ella te enrede, Nick”. En realidad, era muy peligroso que lo pensara siquiera. Porque, de hecho, él no podía flaquear una sola vez si quería proteger a _____.
- Tu brazo…- aclaró ella, con una chispa de diversión en los ojos.- Creo que la sangre dejó de circular de madrugada. No podemos salvarlo, Nick, lo siento.
Nick reprimió el impulso de cubrir aquella boca de pequeños besos de bienvenida matinal. Claro que comprendió enseguida que no podía hacerlo. Era una locura. Solo tenía que hacer su trabajo y largarse cuanto antes de allí. Nunca más tendría que volver a ver a _____. Entonces, ¿por qué no podía apartar la mirada de ella? Se regañó otra vez mentalmente. Sabía muy bien porqué no podía dejar de mirarla. Por Rosie. Pero Adams tenía razón. Ella no era Rosie. No se dio cuenta de que se apartaba con brusquedad. _____ tuvo que hacer un esfuerzo por conservar la cabeza que él dejaba en el aire sin la menor consideración. Le lanzó una mirada extrañada desde el otro lado de la cama. El se había incorporado y estaba sentado sobre el colchón, de espaldas a ella.
- Anoche hablaste en sueños.- comentó con naturalidad, para romper la tensión que se había creado entre ellos.
- ¿Ah, sí…? – Nick ladeó ligeramente la cabeza hacia ella. Parecía nervioso, pero lo disimulaba bien con aquella expresión tranquila que podía haber engañado cualquiera excepto a _____.- Espero no haber dicho nada comprometido.
El esperaba que _____ lo negara, pero ella no contestó.
- ¿Lo era?- insistió.
- Tal vez.- _____ probó suerte. Le había gustado el Nick de la noche anterior, sensible y considerado. Quería que regresara a la habitación y se llevara a aquel tipo extraño. No le caía bien desde que había lanzado su cabeza sobre la almohada.- Pero te doy mi palabra de que nadie sabrá nunca lo de tu manía de vestirte de mujer.
Le oyó reír. Era agradable oírle reír. Lo hacía de aquel modo increíblemente seductor que provocaba que las rodillas de _____ se aflojaran. Suerte que aún estaba acostada y él no podía verlo.
- Eres una buena chica, _____. Pero mientes muy mal.
Con un movimiento felino, Nick se aseguró de que su arma seguía oculta en su cazadora. Por un momento, le había asaltado la aterradora idea de que la madre de _____ podía haber enviado todo a la lavadora. Se tranquilizó al ver que todo estaba en orden.
Aunque no se le escapó la expresión sombría de _____. Todo rastro de buen humor había desaparecido de sus suaves facciones. El no lo sabía. Pero _____ no era tan mala actriz como pensaba. De hecho, Nick todavía no sabía que ella tenía intención de dirigirse aquella mañana a la Oficina Postal. Durante la noche, había tenido la fuerte corazonada de que Alex intentaría contactar con ella en San Jorge. Era el único lugar seguro que conocía, el único donde aquel asesino no podría seguirles la pista. Acalló la voz de su conciencia que le decía que se lo contara. “Ni hablar. Alex está en un apuro y necesita mi ayuda. No le diré nada hasta que no me asegure de que está a salvo”.
- Esta mañana tendrás que arreglártelas sin mí, Nick.- anunció, estirándose exageradamente.
- ¿Tienes una cita, _____?- se burló y añadió solo por verla ruborizar.- Espero que no hayas planeado un encuentro con ese viejo amor de juventud del que me habló tu madre.
- ¿David? – _____ arrugó la nariz con desagrado, aunque en el fondo odiaba que fuera tan evidente que no existía competencia para él en San Jorge. Nick podía al menos mostrarse más humilde y no exhibir aquella maldita expresión que se traducía una vez más en “pobre _____”. En cualquier caso, esperaba que fingiera estar un poco celoso por su propio bien. Si había algo que Mary Baker odiaba por encima de cualquier cosa, era un mentiroso. Y Nick había obtenido matrícula de honor en aquella asignatura últimamente. Suspiró como si el recuerdo de David la llenara de nostalgia. Por el rabillo del ojo comprobó que su gesto no dejaba a Nick indiferente. Le había parecido que él fruncía el ceño y que el buen humor desaparecía momentáneamente de su expresión.- Oh, no es más que un buen amigo.
Pero hubo algo en el modo en que lo dijo, que hizo que el corazón de Nick se acelerara. ¿O solo lo había imaginado? Sacudió la cabeza, molesto consigo mismo. No tenía ningún derecho sobre _____, más que aquella pequeña historia inventada sobre una boda en Las Vegas. Era absurdo que se sintiera repentinamente traicionado porque ella ardiera en deseos de saludar a un antiguo novio. De hecho, le parecía perfecto que lo hiciera. Incluso le habría parecido buena idea que ella se vistiera con algo especial para reavivar la llama de la pasión con el tal David. Bueno, le pareció buena idea hasta el momento en que ella atravesó la cocina después de darse una ducha y el aroma de su perfume afrutado le inundó los sentidos y tuvo que toser ruidosamente. El y la señora Baker compartían una taza de café y unas tostadas. Todo iba bien hasta entonces. ¿Por qué tenía _____ que estropearlo apareciendo vestida de aquella manera? ¿No podía enfundarse unos simples vaqueros y una camisa bien holgada o cerrada hasta el cuello… o mejor ambas cosas? En fin, no es que ella luciera espectacular. Tampoco era para tanto… Cierto que aquel sencillo vestido de gasa que se sujetaba con aquellos diabólicos tirantes sobre los hombros, no era nada del otro mundo. El hecho de que el vestido ondeara graciosamente haciendo vuelos sobre su pantorrilla, no le afectaba lo más mínimo. La suave pincelada de brillo que ella se había puesto en los labios y el tono sonrosado de sus mejillas, le dejaban indiferente. Su peinado, el cabello recogido en las sienes con unas horquillas del mismo tono beige del vestido, le traían al fresco. Y por descontado, _____ no entendía un rábano de estilismo aunque se dedicaba al mundo de la moda. En ese caso, ¿por qué se le revolvía el estómago como si en realidad, ella fuera su mujercita y corriera al encuentro de su amante degenerado que la obligaría a hacer todas aquellas cosas horribles que le pasaban por la mente mientras untaba otra tostada? El pensamiento le dejó sin aliento. La tostada se le rompió entre los dedos cuando _____ se inclinó sobre su brazo y tuvo que ordenar a sus ojos que no husmearan en su discreto escote… Ah, ella sólo reclamaba su propia taza de café. Esperó a que la sirviera y sonrió cuando ella le devolvió el cuchillo de la mantequilla tras untar un panecillo. Lo mordisqueó con distracción, algo que no escapó a la atenta mirada del hombre. Ella tenía una expresión soñadora que le hacía sentir deseos de vaciar el cargador de su pistola sobre ese David. Al instante, comprendió que estaba perdiendo la perspectiva. ¿Qué demonios estaba diciendo? No conocía a David Wilson, pero estaba seguro de que el hecho de haber cortejado durante toda su vida a _____, no le convertía en el criminal más peligroso del mundo. Con seguridad, no merecía que él quisiera freírle a tiros.
- Le he dicho a tu marido que puede echarme una mano con la valla del jardín.- comentó Mary, consciente de que algo extraño sucedía entre aquellos dos. Los observó a ambos, esperando que algo de lo que dijeran o hicieran, les delatara.
- ¿Está rota?- preguntó _____.
- Aún no. Pero no le vendría mal una buena mano de pintura.
- Oh, estupendo. Así podré salir a hacer unas compras. A Nick le encantará ayudarte. Es un manitas, ¿no es así, cariño?- lo había dicho con ironía, pero su rostro era angelical al hablar.
Nick ejerció demasiada fuerza con el cuchillo sobre la tostada y una vez más, observó con desconsuelo como esta se hacía añicos en sus manos. Bien. Se dio por vencido. Apuró el resto de su café de un trago y la miró. “Gracias, _____. Gracias por condenarme a trabajos forzados mientras te diviertes por ahí con ese tipo”. Parecía que _____ deseaba deshacerse de su compañía a cualquier precio. Le dolió inexplicablemente que fuera así. Y lo más importante, le pareció que ella no había comprendido que debían permanecer juntos por aquel asunto sin importancia. Sonrió con sarcasmo. Vamos, que ella padecía amnesia repentina y había olvidado que un asesino la perseguía con intención de liquidarla y apartarla para siempre del panorama.
- En realidad, querida, me gustaría acompañarte.- replicó, esperando no despertar las sospechas de Mary.- Aún no me has enseñado San Jorge.
- Oh, no hay tanto que ver, “amor mío”…- le palmeó el cachete con más fuerza de la necesaria.- Además, estoy segura de que mamá será la madre más feliz del mundo si la dejas que te haga de guía. Por no hablar de las presentaciones… No imaginas la cantidad de amigas que tiene.
“Víbora”, pensó Nick, “lo tenía todo bien planeado”. Y la vio agitar su mano en aquel gesto tan habitual en ella que le decía que no negociaría su marcha. Le dirigió una última mirada de velado resentimiento y sonrió forzadamente a Mary. Por esta vez, dejaría que _____ Baker disfrutara de unas horas de intimidad en compañía de ese… ese joven como se llamase. Y esperaba por el bien de ella, que el hombre que quería matarla, tuviera la misma opinión y no quisiera intervenir mientras él colocaba unas cuantas bisagras para Mary.
- ¿Me ha oído, señor Nick?
La voz de Mary le hizo reaccionar justo en el instante en que imaginaba algunas escenas eróticas protagonizadas por _____ y su viejo amigo. Se ruborizó como si la misma Mary hubiera podido leer sus pensamientos. Maldijo entre dientes y desterró de su mente aquellas imágenes. Y por suerte, su busca sonó insistentemente en ese momento. Nick echó una rápida ojeada al pequeño aparatito que guardaba en el bolsillo de sus vaqueros, consciente de que Mary no perdía detalle de sus movimientos.
- Mamá… ¿puedo llamarla así, verdad?- otra sonrisa forzada para disimular la preocupación que despertaba en él la llamada de Adams.- Necesito hacer una llamada urgente. ¿Cree que podría prestarme su teléfono un segundo? Le prometo que después repararé todas las vallas que me ordene sin rechistar.
- ¿Sucede algo malo?- Mary frunció el ceño con la astucia que solo las buenas madres poseen.- ¿Algún cachorro en apuros?
Al principio, Nick no captó el significado de la pregunta, oculto entre tanto sarcasmo maternal. Reaccionó de inmediato al recordar la historia que habían inventado sobre su ocupación y el encuentro con _____.
- Oh, sí… Uno muy grande, Mary. Pero solo será un momento.- como ella le había guiado hasta el estudio y Nick ya divisaba el teléfono sobre la mesa auxiliar, la despidió con rapidez y cerró la puerta tras él. Como conocía bien a las buenas mujeres curiosas como ella, volvió a abrirla enseguida para comprobar que seguía allí, con la oreja literalmente pegada a la hoja de madera. Mary se apartó de un salto, sorprendida y avergonzada al mismo tiempo.
- Pensé que…
- Lo se. Gracias, Mary.- y se aseguró de ver como se alejaba y se metía en la cocina, murmurando algo entre dientes.
Después de asegurarse de que Mary no le espiaba, marcó el número del despacho de Adams. Saludó a Susie brevemente y apartó ligeramente el auricular al escuchar los primeros ladridos.
- También me alegro de oírte, Adams.- dijo con tono resignado cuando por fin cesaron los gritos.
- No me vengas con esas, Nick. ¿Se puede saber donde diablos te has metido?- una pausa, seguramente para tomar aire y seguir con la sarta de improperios.- Estoy al tanto del tiroteo en el apartamento de esa mujer. Y para ser claros, todo el mundo se pregunta porqué cierto policía insubordinado aún no ha puesto un informe sobre los hechos encima de mi mesa. Incluido el Alcalde y su benefactor, el señor L’Antino.
- Te dije que protegería a la chica, capitán.- respondió con sequedad.- Y ya sabes que odio los formalismos.
- ¿En serio?
- Adams, no me sermonees. Si vas a llamarme solo para…
- ¡Aún no he terminado!- atajó con brusquedad.- He de suponer que no te has enterado, ¿no?
- ¿Enterarme…?
- Ya veo que no.- un suspiro largo que hizo que Nick temiera lo peor.- Nick…
La otra chica… Alex, ¿recuerdas? La joven que compartía el apartamento con tu testigo.
- Diablos, Adams, déjate de rodeos, ¿quieres?
- Malas noticias, Nick. Está muerta.
Nick apretó los nudillos sobre el auricular. De pronto, se apoderaba de él la tremenda certeza de que _____ estaba realmente en peligro. Hasta ahora, aquella certeza no le había golpeado con tanta brutalidad.
- ¿Muerta… estás seguro?
- ¿Qué clase de pregunta es esa, Nick? ¿Acaso te has vuelto idiota?- vociferó
Adams.- ¡Claro que estoy seguro! Solemos comprobar ese tipo de detalles antes de emitir declaraciones como estas, ¿recuerdas?
- Pero, ¿cómo?
- Unos adolescentes buscaban algún local abandonado donde achucharse sin que nadie les viera. Encontraron su cadáver oculto bajo unas cajas vacías en un antiguo almacén de licores. Todo indica que fue estrangulada. Todavía no tengo los resultados completos de la autopsia, pero por el estado del cuerpo, creemos que lleva al menos un par de días muerta.
- Vaya…- hablaba consigo mismo. En realidad, se preguntaba como iba a contárselo a _____ sin que ella pensara que todo estaba dicho y que inevitablemente correría la misma suerte que Alex tarde o temprano. Sabía que no confiaría en él si le contaba la verdad.
- Nick… L’Antino ha confesado que mantenían una aventura.- le informó más calmado.- Creemos que uno de ellos o ambos, eran el objetivo del asesino, pero no hemos aclarado cuál es el móvil. De hecho, estamos seguros de que volverán a intentarlo contra L’Antino.
- ¿Y _____, donde encaja ella en todo esto?
- Nuestra teoría es que la tal Alex solía verse al mismo tiempo con Graham y que aprovechaba su aventura con L’Antino para disfrutar de las ventajas del apellido. Ya sabes, hoteles, champán, restaurantes caros, todo cargado en la cuenta de L’Antino. Por si algún día alguien sospechaba algo, suponemos que Alex utilizó el nombre de su compañera de piso…
- _____.- añadió Nick, furioso con Alex a pesar de todo.
- Exacto. Y por ese motivo, quien quiera que sea que asesinó a Graham, pensó que la _____ que no lo era en realidad le había visto.
- La verdadera Alex.
- O la joven cuyo nombre aparece en los registros del motel, no lo sabemos y el asesino tampoco. Por eso, tu señorita Baker puede seguir en peligro. Quizá el asesino no esté seguro de haberse cargado a los pichones correctos.
- ¿Y?
- Y en cualquier caso, necesitamos atrapar a ese tipo, Nick. La vida de L’Antino también está en peligro y el Alcalde no quiere ni pensar en otro atentado.
- ¿Qué quieres decir, Adams? Me he perdido algo de toda esta historia, ¿no es cierto?- inquirió con desconfianza.
- Quiero decir que tienes que regresar y dejar que todos hagan su trabajo.
- ¿Es una broma? ¿Pretendes que le diga a _____ que su amiga ha muerto y que la lleve de vuelta a casa como si nada?
- Nick, te prometo que vamos a protegerla.
- No.
- Nick.
- He dicho que no, Adams. Lo que me pides está fuera de toda discusión y lo sabes.- le recriminó, conteniendo a duras penas su ira.- No pienso dejar que utilicen a _____ como cebo. De ninguna manera.
- Nick, no te lo estoy pidiendo. Es una orden.
- Entonces, despídeme, porque no pienso obedecerla.
Aguardó unos segundos la respuesta de Adams. Confiaba en que el buen policía y mejor hombre que había en él supiera que solo hacía lo mejor para _____.
- Espero que sepas lo que haces, Nick. El Alcalde me ha lanzado unos cuantos piropos que dejan al Departamento en situación de uno contra diez. Ganando el Alcalde, ¿lo captas, Nick? Quiere estar informado de cada paso que demos sobre este asunto concreto.
- Y lo estará. A su debido momento.- replicó.- Pero no pienso poner en peligro la vida de esa chica, solo porque el político de turno le deba la candidatura a ese fantoche de la moda.
- Nick… Estás jugando con fuego. ¿Necesitas que sea más claro aún?- explotó
Adams y a Nick le maravilló el hecho de que solo hubiera tardado un par de minutos en hacerlo. Adams debía estar practicando yoga o alguna disciplina de relajación, tal y como le había aconsejado su médico. Le oyó toser ruidosamente al otro lado de la línea.- Maldita sea, Nick… Quieren tu placa, ¿me oyes? Te quieren fuera del caso.
- Y yo quiero que _____ viva. No te la entregaré para que el maldito Alcalde se anote un tanto y se tome unos canapés mientras alguien intenta matarla.
- Nick, no es nada personal… Y no puedes tomártelo como si lo fuera. Esa chica no es nadie.
- Te equivocas, Adams.- le corrigió con dureza y sin querer, todos los detalles que conocía sobre ella le venían a la memoria.- Se llama _____ Baker. No sabe nada de la vida, es un poco ingenua y en ocasiones despistada. Le gusta la pesca y la pizza de peperoni y de pequeña, tenía una mascota llamada Orlando. Odia la mentira y confía en que todo el mundo tiene algo bueno si sabes buscar bien. Puede que su nombre no salga en letreros luminosos y que no sea el tipo de mujer que haría que el Alcalde cancelara una de sus fiestas. Pero te aseguro que es una buena chica, Adams. Y merece vivir.
- Diablos, Nick, hablas como si ella fuera algo para ti.- al ver que él no decía nada, insistió.- ¿Lo es, Nick?
- No. Pero mi respuesta sigue siendo la misma. _____ se queda conmigo.
- Nick, no sabes…
- No, no lo se. Y no me importa. Pero _____ no hará de cebo, Adams. No lo permitiré.
- ¿Es tu última palabra?- Adams parecía a punto de estallar al otro lado. Nick suspiró. Le apreciaba realmente, pero detestaba que debido a su cargo, no tuviera más remedio que bailar al son que tocaban los políticos.
- No.- contestó con tono amistoso.- Adams, eres mi mejor amigo y el mejor policía que conozco. Y se que en el fondo, estás de acuerdo conmigo en que hago lo correcto. Si tienes que despedirme, hazlo. No te lo reprocharé. Pero no me pidas que la sacrifique. Por favor.
- Está bien… No he hablado contigo.- rezongó, conmovido en cierta medida por aquella repentina declaración sentimental que no era el estilo de ninguno de los dos.- No quiero saber donde estás. Pero no te prometo nada, Nick. Es más que probable que cuando regreses, tengas que entregar tu placa.
- Bien.- aceptó.
- Y que conste que te lo he advertido.
- Me consta, Adams.
- Cuídate…Y cuida de la chica, ¿quieres?
- Lo haré.- Nick sonrió. Al parecer, el capitán seguía siendo humano a pesar de su horrible humor. Colgó, pensando en como se las arreglaría para salir de la casa y espiar a _____ sin que ella o Mary le descubrieran.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 23
_____ sacó de su bolso el sobre que había custodiado con celo hasta estar sola en su habitación. Cerró la puerta con cuidado y echó una ojeada al jardín para asegurarse de que Nick seguía entretenido con la valla. Menudo chapuzas estaba hecho. Algo más de dos horas y aún no había avanzado nada en la reparación. Se dijo que más tarde le recordaría que si quería congraciarse con Mary tenía que poner un poco más de empeño.
Su madre detestaba a las personas holgazanas. De hecho, ahora mismo le observaba con expresión desconfiada mientras le entregaba una taza de humeante café y le invitaba a continuar el trabajo sin descanso. _____ sonrió. Mejor. Así no tendría que preocuparse de que estuviera cerca cuando ella abriera el sobre de Alex. De hecho, había tenido la extraña sensación durante la mañana, de que un par de ojos la seguían a todas partes. Si no supiera que Nick había pasado aquellas horas con su madre, casi hubiera jurado que había visto su atractivo rostro oculto tras aquella revista… Pero no. Nick no haría algo así. Habían llegado al punto de su relación, profesional, claro está, en que todo lo que se dijesen a partir de ahora sería la verdad y toda la verdad. Algo así como una comunión, un pacto de confianza que no debían traicionar. _____ silenció su conciencia con un gruñido. Está bien, le había besado aquella noche. Pero eso no significaba nada. Solo había sido un beso, no era para tanto. Nadie podía demandarla por un simple beso que él ni siquiera recordaba. Y por otro lado, estaba aquel sobre con el nombre en clave que Alex sabía que solo ella podría reconocer. Miró la dirección y volvió a sonreír. “Minnie Mouse”. Alex tenía un gran sentido del humor. Rasgó el sobre y comenzó a leer con avidez. La carta no tenía fecha ni ningún otro dato que pudiera revelar nada sobre el paradero de Alex. Solo por aquel detalle, _____ supo que algo iba mal. “Querida _____: espero que sepas perdonarme algún día. Hasta hoy, no me he dado cuenta de lo mucho que significa tener una amiga de verdad. Pero si te sirve de algo, te diré que tú has sido esa amiga para mí. Siento que no podamos despedirnos personalmente, pero tiene que ser así. Una persona muy importante quiere que desaparezca durante algún tiempo. De lo contrario, ambos tendremos graves problemas y no deseo que nada de eso suceda. _____, ya se que es horrible lo que voy a decirte, sobre todo porque eres la única persona que se ha preocupado de mí sin esperar nada a cambio. Pero tengo que contártelo. Hice algo terrible, _____. Pensé que eras lo bastante tonta como para que nunca te dieras cuenta. Pero ahora todo ha salido mal y es posible que escuches cosas sobre mi, cosas malas. Todas son ciertas, _____. Excepto una: no quería hacerte daño, de verdad. Pero te utilicé. Aproveché nuestra amistad para protegerme y no tuve el valor de contártelo después. Te elegí porque pensé que nadie repararía en la tímida e insignificante _____ y ahora no se como pararlo. Se que estuvo mal, pero yo… En fin, _____. Ya sabes como soy, un cuerpo para el placer y un cerebro de mosquito. Ahora estoy muerta de miedo. Si estás leyendo esta carta, es que has vuelto a tu casa y ya sabes de lo que te hablo. Por favor, no te enfades. No me guardes rencor. Y no hables de esto con nadie, ni siquiera con la policía. Te llamaré en cuanto todo se halla solucionado, lo prometo. Te quiere, Alex”.
_____ se llevó una mano a la boca instintivamente. Entre líneas, había podido captar el nerviosismo con que Alex le había escrito aquellas líneas. Se debatió hasta la saciedad entre el deseo de informar a Nick sobre la carta y su sentido de lealtad hacia Alex. Y sus palabras… ¿a qué se refería Alex cuando decía que la había utilizado? ¿Acaso ella había utilizado intencionadamente su nombre para hacer algo malo y por eso todos creían que estaba con ese tal Graham aquel día? ¿Era eso? _____ no podía creer que la encantadora Alex tuviera algo que ver con el asesinato de aquel tipo. La Alex que escribía aquella carta no parecía la misma chica que ella recordaba. ¿O tal vez sí lo era y como siempre, ella no había sabido reconocerlo? Se odió por ser tan tonta. Se odió por no haber podido ayudar a Alex antes de que se metiera en todo aquel lío… Aquel lío. En realidad, no tenía la menor idea de qué iba el embrollo. Ocultó la carta a sus espaldas al escuchar el sonido de la puerta al abrirse. Nick la saludó con un movimiento de cabeza y entró, cerrando la puerta tras él por si Mary andaba cerca. Se quedó apoyado contra la pared, silencioso y clavó su mirada inquisidora en ella. _____ parpadeó y rió tontamente, fingiendo que aquel había sido el mejor día de su vida.
- Nick.
- _____.- él imitó su tono risueño y desenfadado. Ella era la peor actriz que conocía. Era tan transparente que Nick casi podía oír la ruidosa batalla que se libraba en el interior de su cabeza.
- ¿Qué tal se ha portado mamá?- preguntó _____, abriendo uno de los cajones de la cómoda y dejando caer con cuidado la carta en el interior. Lo empujó muy despacio con los dedos para cerrarlo sin que él se percatara de nada.
- Estupendamente. ¿Qué tal se ha portado David Wilson?- preguntó sin perder la compostura. Le había costado un gran esfuerzo convencer a Mary de que era de máxima urgencia que se ausentara un par de horas. Le había dicho que debía buscar en alguna librería un importante libro de veterinaria que contenía el remedio único que podía salvar a aquel cachorro de San Bernardo. Todavía se preguntaba como había sido capaz de inventar semejante historia. Se sintió ridículo solo de imaginar la cara que había puesto mientras le decía a Mary que había hecho un juramento y que ningún perro, gato o hámster del mundo moriría sin que él hiciera todo lo posible para salvar su vida. Y encima, _____ pretendía tomarle por idiota. De repente, le importó un rábano si ella descubría o no que la había seguido.- ¿Le ha parecido bien que otro ocupara su puesto el día de nuestra boda, querida?
- No seas irónico, Nick.- le reprochó.- Y no trates de meterte en mi vida privada fingiendo esta escena de celos.
Se adelantó para salir de la habitación, pero Nick le interceptó el paso antes de que pudiera llegar a la puerta.
- _____… En este momento, una pelea de enamorados nos vendría de maravilla para reforzar esa pequeña mentira de nuestra boda imaginaria
– pero no estaba siendo sincero. La escena de celos era real. Y además, se sentía como un idiota por haberse machacado los dedos dos veces con la puerta mientras lo pensaba.
- Piérdete, Nick.
- Entonces… ¿No habéis recordado los viejos tiempos?- insistió y su tono era peligrosamente suave al hablar.- ¿No habéis paseado cogidos de la mano, ni ha habido un casto pero amoroso beso de despedida? ¿No le has prometido que te desharás de tu odioso marido y que volverás a sus brazos en cuanto este matrimonio se convierta en historia?
- ¡Oh, cállate, Nick! – Gritó y bajó la voz enseguida al comprender que Mary podía oírles.- No te importa si David y yo hacemos manitas en los pasillos del supermercado. Solo lo haces para fastidiarme, ¿no es cierto? Te pone de mal humor que haya gente que sea capaz de utilizar el corazón para algo más que para bombear sangre hasta el cerebro. Está bien. Lo confieso, soy culpable. He visto a David, ¿y qué? ¿Vas a esposarme por ello? ¿O piensas sacar tu pistola y pegarme dos tiros directamente?
Nick estuvo a punto de aplaudir. Una gran interpretación esta vez. Sí, señor. Si no fuera porque la había seguido de cerca toda la mañana, hasta le habría convencido.
Tuvo deseos de sentarla sobre sus rodillas y azotarla en el trasero hasta que no pudiera sentarse en una semana. Claro que no era una buena idea. Porque en el poco tiempo que la conocía, había descubierto que el trasero de _____ también le gustaba bastante. Le gustaba casi en la misma proporción que aquella boca que no cesaba de soltar embustes, que se abría y se cerraba indignada, llena y sugerente, hermosa… Imaginó que la apresaba y la hacía callar. No era un método demasiado ortodoxo para hacerla hablar, ya lo sabía. Pero es que no había nada de ortodoxo en lo que sentía en aquellos instantes, en el modo en que la miraba mientras ella insistía en inventarse su papel de mujer fatal.
En un segundo y sin saber como, _____ estaba contra las cuerdas. Bueno, no exactamente contra las cuerdas. Solo era una expresión, una metáfora. ¿O no lo era? En realidad, ella estaba contra la pared y él la acorralaba con su elevada estatura y su fuerte complexión. La miró largamente, sin prisas. Por un momento, una imagen de _____, pálida y con los ojos cerrados, con aquella expresión mortecina que tantas veces había visto y una etiqueta colgando del dedo gordo de su pequeño pie, le nubló la visión. Sacudió la cabeza, aturdido y mareado. Tomó aire. Un lamentable error, ya que el aroma de ella estaba en todas partes, también en el aire. Fue como si la inhalara directamente, como si entrara por sus poros y se instalara sin pedir permiso en aquel lugar del que ella había hablado hacía un momento… Sí, justo aquel lugar. Ni siquiera se atrevía a repetir el nombre por temor a que el hechizo de la encantadora _____ le venciera.
- ¿Nick?
Eso. Era lo que faltaba. No era bastante con tenerla cerca. _____ tenía además que recordarle su proximidad pronunciando su nombre de aquella manera, con aquel tono que parecía traducirse en “sálvame, sálvame…” y que él no sabía interpretar del todo. ¿Salvarla de qué, de quién? ¿Del asesino, de él mismo? ¿Y quién le salvaría a él? ¿Quién evitaría que la señorita Baker rompiera todas las barreras y le convirtiera una vez más en un poli cretino e incompetente? ¿Quién evitaría que la historia de Rosie se repitiera? No, no podía dejar que nada le distrajera. La liberó de su encierro a regañadientes. _____ le miró confusa, pero no dijo nada. Se disponía a abrir la puerta cuando los dedos de él se cerraron con fuerza sobre su muñeca.
- ¿Alguna otra pregunta, Nick?- ella estaba furiosa y decepcionada porque en el fondo y contra sus propios deseos, había esperado que la besara.
Por su parte, Nick estaba doblemente furioso. Y ella tenía la culpa. Por sonreírle de aquella forma angelical que encerraba un diabólico plan de seducción. Y por tratar de engañarle sobre su visita a la oficina de correos. Y por sus ojos, por su precioso cabello y por su boca. Sobre todo, por esto último. Arremetió contra ella para sofocar el hormigueo en su estómago.
- Sí, una pregunta más, _____… - trató de controlarse, pero era inútil. Necesita descargar su frustración o la besaría allí mismo, en ese mismo instante. Su pregunta sonó feroz y excesivamente sarcástica.- ¿Existe alguna posibilidad, por remota que esta sea, de que alguna vez, una sola, me digas la verdad?
- No se de qué me hablas.- _____ se mostró sorprendida, pero él pudo leer en su expresión que la había cazado.
- Por curiosidad, querida, ¿tienes la menor idea de lo complicado que es proteger a una persona que se exhibe públicamente como si pidiera a gritos que la liquiden?- añadió, apretando aún más los dedos que aún retenían la mano de ella.
- Suéltame, Nick. Te aseguro que no se de qué me hablas…
- ¿En serio?- Nick la soltó y cogió al azar una de las revistas que ella amontonaba sobre la cómoda. La abrió y la colocó sobre su rostro, ocultándolo.
Después, la cerró y la devolvió con rudeza al montón.- ¿Te refresca eso la memoria, _____?
- Cielos, Nick… No se porqué estás tan enfadado. No es para tanto, en serio…-
_____ se mordió los labios, comprendiendo al fin que no había imaginado que la seguían. Se sintió humillada y rabiosa a la vez. ¿Cómo se atrevía a seguirla sin permiso?- Y además, no tenías derecho a espiarme. ¿Quién te crees que eres, mi sombra? ¿Y si realmente hubiera querido pasar un buen rato con David? ¿Qué hubieras hecho, esconderte bajo la cama mientras David y yo recordábamos los buenos tiempos? Vamos, confiesa, ¿qué hubieras hecho?
“Darte unos cuantos azotes y meter a ese Wilson un par de balas en la cabeza”, estuvo a punto de contestar. Pero sabía que no era profesional por su parte. Aunque las palabras de ella le martilleaban en el cerebro. Recordar los buenos tiempos… ¿Acaso habían sido tan buenos? ¿_____ y aquel tipo que Mary hubiera querido por yerno? ¿Su _____…? Pero, qué tonterías estaba diciendo. Ella no era su _____. No era nadie, tal y como Adams le había recordado. Sin embargo… Bueno, ella seguía esperando una respuesta y como no la tenía, maldijo entre dientes.
- ¿Y bien, Nick? Estoy esperando.- _____ era una monada, pero implacable.
Detectó cierto matiz provocativo en su tono aparentemente dulce.
- Quítate ese ridículo vestido de quinceañera enamorada, _____. Yo no soy David
Wilson y por supuesto, no se me doblan las rodillas porque te vea con él puesto.- se mostró mucho más cruel de lo que tenía planeado en un principio. Pero surtió efecto. Ella palideció completamente y le miró con ojos chispeantes.- Y no tardes. Mamá quiere que volvamos a contarle lo de nuestra romántica luna de miel.
Salió al pasillo antes de que _____ pudiera acertarle con uno de los zapatos que acababa de descalzarse. No importaba, más tarde hablarían de aquello que _____ había ocultado, muy mal por cierto, mientras discutían. Ella cerró de un portazo y contó hasta diez. “Le odio. Quiero que todo esto termine. Ahora”, era lo quería creer que sentía. Aunque en realidad, solo deseaba que la puerta se abriera nuevamente y el maldito señor Jonas le ofreciera una disculpa acompañada de algún gesto que demostrara que era humano. Como por ejemplo – y solo era un ejemplo- arrastrarla hasta la cama y hacerla gritar, aunque en esta ocasión, no precisamente de rabia.
_____ sacó de su bolso el sobre que había custodiado con celo hasta estar sola en su habitación. Cerró la puerta con cuidado y echó una ojeada al jardín para asegurarse de que Nick seguía entretenido con la valla. Menudo chapuzas estaba hecho. Algo más de dos horas y aún no había avanzado nada en la reparación. Se dijo que más tarde le recordaría que si quería congraciarse con Mary tenía que poner un poco más de empeño.
Su madre detestaba a las personas holgazanas. De hecho, ahora mismo le observaba con expresión desconfiada mientras le entregaba una taza de humeante café y le invitaba a continuar el trabajo sin descanso. _____ sonrió. Mejor. Así no tendría que preocuparse de que estuviera cerca cuando ella abriera el sobre de Alex. De hecho, había tenido la extraña sensación durante la mañana, de que un par de ojos la seguían a todas partes. Si no supiera que Nick había pasado aquellas horas con su madre, casi hubiera jurado que había visto su atractivo rostro oculto tras aquella revista… Pero no. Nick no haría algo así. Habían llegado al punto de su relación, profesional, claro está, en que todo lo que se dijesen a partir de ahora sería la verdad y toda la verdad. Algo así como una comunión, un pacto de confianza que no debían traicionar. _____ silenció su conciencia con un gruñido. Está bien, le había besado aquella noche. Pero eso no significaba nada. Solo había sido un beso, no era para tanto. Nadie podía demandarla por un simple beso que él ni siquiera recordaba. Y por otro lado, estaba aquel sobre con el nombre en clave que Alex sabía que solo ella podría reconocer. Miró la dirección y volvió a sonreír. “Minnie Mouse”. Alex tenía un gran sentido del humor. Rasgó el sobre y comenzó a leer con avidez. La carta no tenía fecha ni ningún otro dato que pudiera revelar nada sobre el paradero de Alex. Solo por aquel detalle, _____ supo que algo iba mal. “Querida _____: espero que sepas perdonarme algún día. Hasta hoy, no me he dado cuenta de lo mucho que significa tener una amiga de verdad. Pero si te sirve de algo, te diré que tú has sido esa amiga para mí. Siento que no podamos despedirnos personalmente, pero tiene que ser así. Una persona muy importante quiere que desaparezca durante algún tiempo. De lo contrario, ambos tendremos graves problemas y no deseo que nada de eso suceda. _____, ya se que es horrible lo que voy a decirte, sobre todo porque eres la única persona que se ha preocupado de mí sin esperar nada a cambio. Pero tengo que contártelo. Hice algo terrible, _____. Pensé que eras lo bastante tonta como para que nunca te dieras cuenta. Pero ahora todo ha salido mal y es posible que escuches cosas sobre mi, cosas malas. Todas son ciertas, _____. Excepto una: no quería hacerte daño, de verdad. Pero te utilicé. Aproveché nuestra amistad para protegerme y no tuve el valor de contártelo después. Te elegí porque pensé que nadie repararía en la tímida e insignificante _____ y ahora no se como pararlo. Se que estuvo mal, pero yo… En fin, _____. Ya sabes como soy, un cuerpo para el placer y un cerebro de mosquito. Ahora estoy muerta de miedo. Si estás leyendo esta carta, es que has vuelto a tu casa y ya sabes de lo que te hablo. Por favor, no te enfades. No me guardes rencor. Y no hables de esto con nadie, ni siquiera con la policía. Te llamaré en cuanto todo se halla solucionado, lo prometo. Te quiere, Alex”.
_____ se llevó una mano a la boca instintivamente. Entre líneas, había podido captar el nerviosismo con que Alex le había escrito aquellas líneas. Se debatió hasta la saciedad entre el deseo de informar a Nick sobre la carta y su sentido de lealtad hacia Alex. Y sus palabras… ¿a qué se refería Alex cuando decía que la había utilizado? ¿Acaso ella había utilizado intencionadamente su nombre para hacer algo malo y por eso todos creían que estaba con ese tal Graham aquel día? ¿Era eso? _____ no podía creer que la encantadora Alex tuviera algo que ver con el asesinato de aquel tipo. La Alex que escribía aquella carta no parecía la misma chica que ella recordaba. ¿O tal vez sí lo era y como siempre, ella no había sabido reconocerlo? Se odió por ser tan tonta. Se odió por no haber podido ayudar a Alex antes de que se metiera en todo aquel lío… Aquel lío. En realidad, no tenía la menor idea de qué iba el embrollo. Ocultó la carta a sus espaldas al escuchar el sonido de la puerta al abrirse. Nick la saludó con un movimiento de cabeza y entró, cerrando la puerta tras él por si Mary andaba cerca. Se quedó apoyado contra la pared, silencioso y clavó su mirada inquisidora en ella. _____ parpadeó y rió tontamente, fingiendo que aquel había sido el mejor día de su vida.
- Nick.
- _____.- él imitó su tono risueño y desenfadado. Ella era la peor actriz que conocía. Era tan transparente que Nick casi podía oír la ruidosa batalla que se libraba en el interior de su cabeza.
- ¿Qué tal se ha portado mamá?- preguntó _____, abriendo uno de los cajones de la cómoda y dejando caer con cuidado la carta en el interior. Lo empujó muy despacio con los dedos para cerrarlo sin que él se percatara de nada.
- Estupendamente. ¿Qué tal se ha portado David Wilson?- preguntó sin perder la compostura. Le había costado un gran esfuerzo convencer a Mary de que era de máxima urgencia que se ausentara un par de horas. Le había dicho que debía buscar en alguna librería un importante libro de veterinaria que contenía el remedio único que podía salvar a aquel cachorro de San Bernardo. Todavía se preguntaba como había sido capaz de inventar semejante historia. Se sintió ridículo solo de imaginar la cara que había puesto mientras le decía a Mary que había hecho un juramento y que ningún perro, gato o hámster del mundo moriría sin que él hiciera todo lo posible para salvar su vida. Y encima, _____ pretendía tomarle por idiota. De repente, le importó un rábano si ella descubría o no que la había seguido.- ¿Le ha parecido bien que otro ocupara su puesto el día de nuestra boda, querida?
- No seas irónico, Nick.- le reprochó.- Y no trates de meterte en mi vida privada fingiendo esta escena de celos.
Se adelantó para salir de la habitación, pero Nick le interceptó el paso antes de que pudiera llegar a la puerta.
- _____… En este momento, una pelea de enamorados nos vendría de maravilla para reforzar esa pequeña mentira de nuestra boda imaginaria
– pero no estaba siendo sincero. La escena de celos era real. Y además, se sentía como un idiota por haberse machacado los dedos dos veces con la puerta mientras lo pensaba.
- Piérdete, Nick.
- Entonces… ¿No habéis recordado los viejos tiempos?- insistió y su tono era peligrosamente suave al hablar.- ¿No habéis paseado cogidos de la mano, ni ha habido un casto pero amoroso beso de despedida? ¿No le has prometido que te desharás de tu odioso marido y que volverás a sus brazos en cuanto este matrimonio se convierta en historia?
- ¡Oh, cállate, Nick! – Gritó y bajó la voz enseguida al comprender que Mary podía oírles.- No te importa si David y yo hacemos manitas en los pasillos del supermercado. Solo lo haces para fastidiarme, ¿no es cierto? Te pone de mal humor que haya gente que sea capaz de utilizar el corazón para algo más que para bombear sangre hasta el cerebro. Está bien. Lo confieso, soy culpable. He visto a David, ¿y qué? ¿Vas a esposarme por ello? ¿O piensas sacar tu pistola y pegarme dos tiros directamente?
Nick estuvo a punto de aplaudir. Una gran interpretación esta vez. Sí, señor. Si no fuera porque la había seguido de cerca toda la mañana, hasta le habría convencido.
Tuvo deseos de sentarla sobre sus rodillas y azotarla en el trasero hasta que no pudiera sentarse en una semana. Claro que no era una buena idea. Porque en el poco tiempo que la conocía, había descubierto que el trasero de _____ también le gustaba bastante. Le gustaba casi en la misma proporción que aquella boca que no cesaba de soltar embustes, que se abría y se cerraba indignada, llena y sugerente, hermosa… Imaginó que la apresaba y la hacía callar. No era un método demasiado ortodoxo para hacerla hablar, ya lo sabía. Pero es que no había nada de ortodoxo en lo que sentía en aquellos instantes, en el modo en que la miraba mientras ella insistía en inventarse su papel de mujer fatal.
En un segundo y sin saber como, _____ estaba contra las cuerdas. Bueno, no exactamente contra las cuerdas. Solo era una expresión, una metáfora. ¿O no lo era? En realidad, ella estaba contra la pared y él la acorralaba con su elevada estatura y su fuerte complexión. La miró largamente, sin prisas. Por un momento, una imagen de _____, pálida y con los ojos cerrados, con aquella expresión mortecina que tantas veces había visto y una etiqueta colgando del dedo gordo de su pequeño pie, le nubló la visión. Sacudió la cabeza, aturdido y mareado. Tomó aire. Un lamentable error, ya que el aroma de ella estaba en todas partes, también en el aire. Fue como si la inhalara directamente, como si entrara por sus poros y se instalara sin pedir permiso en aquel lugar del que ella había hablado hacía un momento… Sí, justo aquel lugar. Ni siquiera se atrevía a repetir el nombre por temor a que el hechizo de la encantadora _____ le venciera.
- ¿Nick?
Eso. Era lo que faltaba. No era bastante con tenerla cerca. _____ tenía además que recordarle su proximidad pronunciando su nombre de aquella manera, con aquel tono que parecía traducirse en “sálvame, sálvame…” y que él no sabía interpretar del todo. ¿Salvarla de qué, de quién? ¿Del asesino, de él mismo? ¿Y quién le salvaría a él? ¿Quién evitaría que la señorita Baker rompiera todas las barreras y le convirtiera una vez más en un poli cretino e incompetente? ¿Quién evitaría que la historia de Rosie se repitiera? No, no podía dejar que nada le distrajera. La liberó de su encierro a regañadientes. _____ le miró confusa, pero no dijo nada. Se disponía a abrir la puerta cuando los dedos de él se cerraron con fuerza sobre su muñeca.
- ¿Alguna otra pregunta, Nick?- ella estaba furiosa y decepcionada porque en el fondo y contra sus propios deseos, había esperado que la besara.
Por su parte, Nick estaba doblemente furioso. Y ella tenía la culpa. Por sonreírle de aquella forma angelical que encerraba un diabólico plan de seducción. Y por tratar de engañarle sobre su visita a la oficina de correos. Y por sus ojos, por su precioso cabello y por su boca. Sobre todo, por esto último. Arremetió contra ella para sofocar el hormigueo en su estómago.
- Sí, una pregunta más, _____… - trató de controlarse, pero era inútil. Necesita descargar su frustración o la besaría allí mismo, en ese mismo instante. Su pregunta sonó feroz y excesivamente sarcástica.- ¿Existe alguna posibilidad, por remota que esta sea, de que alguna vez, una sola, me digas la verdad?
- No se de qué me hablas.- _____ se mostró sorprendida, pero él pudo leer en su expresión que la había cazado.
- Por curiosidad, querida, ¿tienes la menor idea de lo complicado que es proteger a una persona que se exhibe públicamente como si pidiera a gritos que la liquiden?- añadió, apretando aún más los dedos que aún retenían la mano de ella.
- Suéltame, Nick. Te aseguro que no se de qué me hablas…
- ¿En serio?- Nick la soltó y cogió al azar una de las revistas que ella amontonaba sobre la cómoda. La abrió y la colocó sobre su rostro, ocultándolo.
Después, la cerró y la devolvió con rudeza al montón.- ¿Te refresca eso la memoria, _____?
- Cielos, Nick… No se porqué estás tan enfadado. No es para tanto, en serio…-
_____ se mordió los labios, comprendiendo al fin que no había imaginado que la seguían. Se sintió humillada y rabiosa a la vez. ¿Cómo se atrevía a seguirla sin permiso?- Y además, no tenías derecho a espiarme. ¿Quién te crees que eres, mi sombra? ¿Y si realmente hubiera querido pasar un buen rato con David? ¿Qué hubieras hecho, esconderte bajo la cama mientras David y yo recordábamos los buenos tiempos? Vamos, confiesa, ¿qué hubieras hecho?
“Darte unos cuantos azotes y meter a ese Wilson un par de balas en la cabeza”, estuvo a punto de contestar. Pero sabía que no era profesional por su parte. Aunque las palabras de ella le martilleaban en el cerebro. Recordar los buenos tiempos… ¿Acaso habían sido tan buenos? ¿_____ y aquel tipo que Mary hubiera querido por yerno? ¿Su _____…? Pero, qué tonterías estaba diciendo. Ella no era su _____. No era nadie, tal y como Adams le había recordado. Sin embargo… Bueno, ella seguía esperando una respuesta y como no la tenía, maldijo entre dientes.
- ¿Y bien, Nick? Estoy esperando.- _____ era una monada, pero implacable.
Detectó cierto matiz provocativo en su tono aparentemente dulce.
- Quítate ese ridículo vestido de quinceañera enamorada, _____. Yo no soy David
Wilson y por supuesto, no se me doblan las rodillas porque te vea con él puesto.- se mostró mucho más cruel de lo que tenía planeado en un principio. Pero surtió efecto. Ella palideció completamente y le miró con ojos chispeantes.- Y no tardes. Mamá quiere que volvamos a contarle lo de nuestra romántica luna de miel.
Salió al pasillo antes de que _____ pudiera acertarle con uno de los zapatos que acababa de descalzarse. No importaba, más tarde hablarían de aquello que _____ había ocultado, muy mal por cierto, mientras discutían. Ella cerró de un portazo y contó hasta diez. “Le odio. Quiero que todo esto termine. Ahora”, era lo quería creer que sentía. Aunque en realidad, solo deseaba que la puerta se abriera nuevamente y el maldito señor Jonas le ofreciera una disculpa acompañada de algún gesto que demostrara que era humano. Como por ejemplo – y solo era un ejemplo- arrastrarla hasta la cama y hacerla gritar, aunque en esta ocasión, no precisamente de rabia.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 24
- ¿Cuánto tiempo nos quedaremos, Nick?
El saludó a la anciana que paseaba cerca de ellos sin apartar su brazo de la cintura de _____. Fue consciente del movimiento reflejo de ella, tratando de alejarse. Pero presionó con más fuerza para evitarlo.
- ¿No estás contenta de estar en casa, _____?- le susurró al oído.- No seas arisca, ¿quieres? Todo el mundo quiere conocerme y tú solo intentas encerrarme con Mary para que me someta al tercer grado.
Y tras decir esto, saludó con la mano libre a otras dos viejecitas encantadoras que le recordaban mucho a las de aquella película. ¿Cuál era el título…? “Arsénico por Compasión”, eso era. Las miró de soslayo. Sí que se parecían. Sonrió al imaginarlas en una sala de interrogatorio, zurciendo calcetines, intercambiando sabrosas recetas y mostrándose las fotos de su pequeño nietecito al que acababan de salirle los dientes.
- Oh, déjalo ya.- ella suspiró, harta ya de fingir que eran la pareja ideal.- Tienes que hablar con tu jefe. Tiene que haber otra manera de salir de esto. Tiene que haberla…
- Solo hay una, _____. Y lo sabes. Y es esperar a que atrapen a ese tipo.
- ¡Oh, perfecto! ¿Y qué esperas que haga mientras tanto?- le preguntó desesperada, deteniéndose en mitad de la acera y mirándole fijamente a los ojos.- Oye, ya se que te encanta eso de ser el héroe que salva a la chica en apuros y estoy segura de que algún día te darán una medalla por eso. Pero yo tenía un trabajo antes de que aparecieras. Tenía una vida, ¿sabes?
Nick la observó durante unos segundos. ¿En serio, _____?, quiso decirle. ¿Qué clase de vida? ¿Una vida mitad inventada, una vida con amigos a los que no les importas, rodeada de gente estúpida incapaz de ver lo especial que eres? La tomó por los hombros, apartándola al ver que interrumpía el paso a las personas que transitaban la acera. _____ sintió la dureza de la cristalera a sus espaldas. Al otro lado, la señora Vega pasaba incansablemente su plumero por las estanterías de su tienda, sin perder detalle de lo que sucedía entre ellos al otro lado del escaparate. Las manos de él aún estaban sobre sus hombros y a pesar de que su contacto la turbaba, no quiso apartar la mirada. Los ojos de él la hipnotizaban, como si quisieran ver en su interior, como si le hablaran en silencio…
- Nos están mirando.- murmuró avergonzada. Esperaba que él se apartara de inmediato. Pero en lugar de eso, sus fuertes manos se deslizaron por su garganta y se cerraron alrededor de su cara.
- Entonces, será mejor que actuemos, ¿no crees?
Antes de que ella pudiera reaccionar, los labios del hombre ya estaban sobre los suyos, moviéndose con asombrosa habilidad y ternura. _____ se dijo que solo abría la boca para protestar enérgicamente contra aquella injusta invasión en su intimidad. Pero se engañaba a sí misma. Lo hacía porque deseaba que la lengua de él entrara y tomara lo que quisiera de ella. Lo hacía porque no imaginaba nada mejor que aquella boca robándole un largo beso en una calle de San Jorge. Ni siquiera le importaba saber que él solo representaba su papel de enamorado esposo veterinario. Y lo hacía de maravilla. Cuando se apartó, ella todavía tenía los ojos cerrados. Los abrió con lentitud, ruborizándose cuando la señora Vega le sonrió a través del cristal.
- Has estado fantástico, Nick.- comentó, aparentando naturalidad. Sin embargo, tuvo que apoyarse contra el pecho del hombre para mantener momentáneamente el equilibrio.- Si algún día te echan del cuerpo, te aseguro que puedes ganarte la vida como actor.
Nick iba a darle la razón. Sabía que jugaba con ventaja si ella creía que aquellos besos solo eran parte de su trabajo. Pero al ver como David Wilson cruzaba la calle en dirección hacia ellos, algo se encendió en su interior. Volvió a pillarla por sorpresa, pero en esta ocasión, su beso fue tan apasionado que _____ estuvo a punto de caer de rodillas. Suerte que él aún la sostenía. Jadeó para tomar aire cuando Nick se apartó para saludar a David. En su excitación, le pareció que él le había susurrado algo al oído antes de soltarla. Algo como “no ha sido fingido”. Claro que solo era otra broma que le gastaba su subconsciente. Sonrió a David y se alegró al comprobar que ya no le disgustaba encontrarse con él. Quizá le había subestimado. El pesado de David se había convertido en un tipo bastante atractivo al que ya no afectaba el acné juvenil. Extremadamente alto y un poco desgarbado, había dejado de usar lentes y ahora sus ojos azules brillaban con intensidad al mirarla. _____ estrechó su mano y al momento, él se sonrojó y se llevó la mano al espeso cabello dorado, atusándolo con nerviosismo. Vaya, vaya… ¿David? Sí que había cambiado. Ahora sí que no podía entender que siguiera interesado en ella. ¿Cómo era posible que un tipo con aquella magnífica planta continuara enamorado del recuerdo de alguien como ella? Vio que a Nick no le divertía aquel encuentro, aunque se esforzaba por fingir lo contrario.
- David… Te presento a… Este es… Bueno, él es…
Nick la fulminó con la mirada. Parecía realmente furioso. _____ temió que sacara su arma y disparara allí mismo contra ellos dos. Menudo mal genio… Tampoco era para ponerse así. Solo había dudado sobre como debía presentarle. ¿Su marido, el señor Nick, solo Nick? Un error comprensible teniendo en cuenta que su matrimonio no era real.
- Nick Jonas.- estrechó los dedos de David con más fuerza de la necesaria. Sonreía, pero su expresión era maliciosa- ¿Puedo tutearte, verdad? Estaba deseando conocerte, Wilson. _____ me ha hablado mucho de ti.
- ¿En serio?- el rostro de David se sonrojó otra vez visiblemente.- Entonces, ya sabrás que tenemos mucho en común.
Nick clavó sus ojos curiosos en ella. _____ desvió la mirada, pensando en lo furioso que se pondría él en unos minutos. De hecho, había un pequeño detalle sobre
David que había olvidado mencionar y ahora… Bueno, era mejor que Nick lo averiguara por sí mismo. Se enfadaría de todas formas.
- Me refiero a nuestra profesión, Nick…- David frunció el ceño al ver como Nick guardaba silencio. Estudió con cierta desconfianza su expresión y añadió con tono prudente.- Nuestra profesión, ¿recuerdas?
Nick contó hasta diez antes de reír abiertamente. “La mataré por esto”, pensó.
- ¡Claro, lo había olvidado! Eres el matasanos de las mascotas.- bromeó.
- Sí… Y tú te licenciaste en…
- En la Universidad, por supuesto.
- Quiero decir en qué universidad, Nick. Tal vez hayamos sido antiguos compañeros sin saberlo.
- No lo creo, David. Mi expediente académico es el más movido de todo el país. De hecho, siempre fue así, desde el Instituto. Nunca lograba terminar dos semestres en el mismo lugar, debido al trabajo de mi padre… Nada menos que diplomático, ¿comprendes? Mi pobre madre y yo… Siempre viajando de un lado a otro, con mis libros de animalitos bajo el brazo, ya los adoraba entonces…Pero un auténtico lío lo de mis padres, sí… Imagínate. Todavía tengo que esperar que me envíen una postal con la dirección cuando quiero visitarles.- la miraba a ella, como si quisiera que le detuviera.
Pero _____ no podía ni pestañear, maravillada por la facilidad que él encontraba en inventarse también un falso pasado… ¡Oh, no!... Se dio cuenta demasiado tarde de que algo no iba bien.
- ¿Visitarles? Qué extraño.- David se rascó el mentó, un gesto casual de la infancia que aún conservaba.- _____ dijo que habían muerto.
- ¿Morir… quién?
- Tus padres, Nick. En un accidente el verano pasado. Mary quería conocerlos, pero _____ dijo que todavía estabas muy afectado, que ni siquiera resistirías que te hablaran del tema.
- Yo… Sí, claro… Oh, Dios, no se si lo superaré algún día… Aquel terrible accidente aéreo y todas aquellas… pequeñas partes de ellos dos, esparcidas por el lago… Necesité dos días para identificarles por completo. Todavía tengo pesadillas con eso.- espió de reojo la reacción de David. Cejas arqueadas y mirada astuta. Maldita _____…
No le había dicho que David Wilson fuera tan inteligente. Supuestamente, el joven David era un muchacho con granos en la cara que rondaba en bicicleta frente a su puerta. La descripción de _____ no se parecía nada a aquel tipo atractivo y alto que le contemplaba con gesto de “no me creo una palabra, amigo”.
- ¿Un accidente de avión, Nick?- inquirió David una vez más.- _____ dijo que había sido en Aspen, esquiando… Nick, ¿estás bien?
Oh, claro que estaba bien. Solo sudaba porque la pequeña _____ había olvidado comentar con él algunos aspectos vitales para que su historia fuera creíble. Con suerte, a estas alturas David Wilson ya se habría convencido de que uno de los dos o ambos, estaban como una cabra.
- Estoy bien, David, gracias. Pero será mejor que nos vayamos, querida…- Nick se tocó las sienes y se mordió los labios con aparente dolor.
- Vaya, cariño. Creo que estás teniendo otra crisis…- _____ ignoró el modo en que Nick tosía ruidosamente.
- ¿Crisis… seguro que estás bien, Nick?- la preocupación de David era sincera.
- No pasa nada, David. Nick sufre de “crisis episódicas por trauma post pérdida paternal”- _____ aceptó que la mano de Nick apretara la suya con rapidez.- No es grave. Pero tiene razón, tenemos que irnos.
- ¿Te veré mañana? … _____, ¿sabes que día es mañana, no?
_____ recordó de pronto qué día era al día siguiente. Fiesta popular.
Conmemoraban como cada año, la llegada de los colonos a San Jorge con la tradicional pira de fuegos artificiales. Su pequeño 4 de julio, lo llamaban.
- Claro. Allí estaremos, lo prometo.
Se despidieron de David. Nick estaba tan furioso que no quiso abrir la boca hasta atravesar el pequeño jardín de la casa.
- ¿“Crisis episódicas por trauma post pérdida paternal”?- preguntó con tono tirante.- ¿Mis padres murieron mientras esquiaban en la nieve y yo sufro de ataques de ansiedad, _____? ¿Acaso copiaste el guión de mi vida de una de esas teleseries de bajo presupuesto?... ¿Y David Wilson es veterinario? ¿Hay algo más que yo deba saber, _____, querida?
- Ya basta, Nick… Parece que de verdad estés sufriendo una crisis.
- Oh, sí… A lo mejor te doy una sorpresa y también resulta que tengo tendencias psicóticas.- lo había dicho completamente en serio, pero ella rió inexplicablemente. Cielos, qué bonita estaba… Nick no quería admitirlo. Pero _____ estaba preciosa aquella tarde. Había paseado junto a él, habían tomado un helado, le había enseñado algunos de los lugares emblemáticos del pueblo y habían contado un par de mentiras a David
Wilson. Pero solo podía pensar en que ella estaba muy guapa con sus sencillos vaqueros y su camiseta de algodón color frambuesa, a juego con sus labios. En realidad, solo podía pensar en que lo había pasado bien. Su mano en la de él, su boca en la de él, su risa asomando a la menor oportunidad… Su boca en la de él… Si no fuera porque ambos sabían la verdad, hubiera jurado que eran otra pareja más que compartían un agradable paseo y coqueteaban en las esquinas.
- _____… Cuando todo esto termine…
- ¡Entrad enseguida! – por una vez, la aparición de Mary en el jardín fue providencial. Nick había estado a punto de suicidarse sentimentalmente hacía un segundo. Pero gracias a Dios, el séptimo de caballería había llegado a tiempo de evitar el desastre. Siguió a _____, que a su vez seguía a Mary hasta el salón. La mujer estaba muy agitada e intuyó enseguida que algo no marchaba bien. Los ojos de _____ se abrieron desmesuradamente y Nick siguió con su mirada la mirada de ella. En la pantalla del televisor, una fotografía de cuerpo entero y a todo color, mostraba a una joven hermosa que anunciaba una conocida firma de lencería. Pero no se trataba de un spot publicitario. Eran las noticias de las seis. Tania Swing presentaba los sucesos. Y la chica de la foto era Alex.
- ¿Cuánto tiempo nos quedaremos, Nick?
El saludó a la anciana que paseaba cerca de ellos sin apartar su brazo de la cintura de _____. Fue consciente del movimiento reflejo de ella, tratando de alejarse. Pero presionó con más fuerza para evitarlo.
- ¿No estás contenta de estar en casa, _____?- le susurró al oído.- No seas arisca, ¿quieres? Todo el mundo quiere conocerme y tú solo intentas encerrarme con Mary para que me someta al tercer grado.
Y tras decir esto, saludó con la mano libre a otras dos viejecitas encantadoras que le recordaban mucho a las de aquella película. ¿Cuál era el título…? “Arsénico por Compasión”, eso era. Las miró de soslayo. Sí que se parecían. Sonrió al imaginarlas en una sala de interrogatorio, zurciendo calcetines, intercambiando sabrosas recetas y mostrándose las fotos de su pequeño nietecito al que acababan de salirle los dientes.
- Oh, déjalo ya.- ella suspiró, harta ya de fingir que eran la pareja ideal.- Tienes que hablar con tu jefe. Tiene que haber otra manera de salir de esto. Tiene que haberla…
- Solo hay una, _____. Y lo sabes. Y es esperar a que atrapen a ese tipo.
- ¡Oh, perfecto! ¿Y qué esperas que haga mientras tanto?- le preguntó desesperada, deteniéndose en mitad de la acera y mirándole fijamente a los ojos.- Oye, ya se que te encanta eso de ser el héroe que salva a la chica en apuros y estoy segura de que algún día te darán una medalla por eso. Pero yo tenía un trabajo antes de que aparecieras. Tenía una vida, ¿sabes?
Nick la observó durante unos segundos. ¿En serio, _____?, quiso decirle. ¿Qué clase de vida? ¿Una vida mitad inventada, una vida con amigos a los que no les importas, rodeada de gente estúpida incapaz de ver lo especial que eres? La tomó por los hombros, apartándola al ver que interrumpía el paso a las personas que transitaban la acera. _____ sintió la dureza de la cristalera a sus espaldas. Al otro lado, la señora Vega pasaba incansablemente su plumero por las estanterías de su tienda, sin perder detalle de lo que sucedía entre ellos al otro lado del escaparate. Las manos de él aún estaban sobre sus hombros y a pesar de que su contacto la turbaba, no quiso apartar la mirada. Los ojos de él la hipnotizaban, como si quisieran ver en su interior, como si le hablaran en silencio…
- Nos están mirando.- murmuró avergonzada. Esperaba que él se apartara de inmediato. Pero en lugar de eso, sus fuertes manos se deslizaron por su garganta y se cerraron alrededor de su cara.
- Entonces, será mejor que actuemos, ¿no crees?
Antes de que ella pudiera reaccionar, los labios del hombre ya estaban sobre los suyos, moviéndose con asombrosa habilidad y ternura. _____ se dijo que solo abría la boca para protestar enérgicamente contra aquella injusta invasión en su intimidad. Pero se engañaba a sí misma. Lo hacía porque deseaba que la lengua de él entrara y tomara lo que quisiera de ella. Lo hacía porque no imaginaba nada mejor que aquella boca robándole un largo beso en una calle de San Jorge. Ni siquiera le importaba saber que él solo representaba su papel de enamorado esposo veterinario. Y lo hacía de maravilla. Cuando se apartó, ella todavía tenía los ojos cerrados. Los abrió con lentitud, ruborizándose cuando la señora Vega le sonrió a través del cristal.
- Has estado fantástico, Nick.- comentó, aparentando naturalidad. Sin embargo, tuvo que apoyarse contra el pecho del hombre para mantener momentáneamente el equilibrio.- Si algún día te echan del cuerpo, te aseguro que puedes ganarte la vida como actor.
Nick iba a darle la razón. Sabía que jugaba con ventaja si ella creía que aquellos besos solo eran parte de su trabajo. Pero al ver como David Wilson cruzaba la calle en dirección hacia ellos, algo se encendió en su interior. Volvió a pillarla por sorpresa, pero en esta ocasión, su beso fue tan apasionado que _____ estuvo a punto de caer de rodillas. Suerte que él aún la sostenía. Jadeó para tomar aire cuando Nick se apartó para saludar a David. En su excitación, le pareció que él le había susurrado algo al oído antes de soltarla. Algo como “no ha sido fingido”. Claro que solo era otra broma que le gastaba su subconsciente. Sonrió a David y se alegró al comprobar que ya no le disgustaba encontrarse con él. Quizá le había subestimado. El pesado de David se había convertido en un tipo bastante atractivo al que ya no afectaba el acné juvenil. Extremadamente alto y un poco desgarbado, había dejado de usar lentes y ahora sus ojos azules brillaban con intensidad al mirarla. _____ estrechó su mano y al momento, él se sonrojó y se llevó la mano al espeso cabello dorado, atusándolo con nerviosismo. Vaya, vaya… ¿David? Sí que había cambiado. Ahora sí que no podía entender que siguiera interesado en ella. ¿Cómo era posible que un tipo con aquella magnífica planta continuara enamorado del recuerdo de alguien como ella? Vio que a Nick no le divertía aquel encuentro, aunque se esforzaba por fingir lo contrario.
- David… Te presento a… Este es… Bueno, él es…
Nick la fulminó con la mirada. Parecía realmente furioso. _____ temió que sacara su arma y disparara allí mismo contra ellos dos. Menudo mal genio… Tampoco era para ponerse así. Solo había dudado sobre como debía presentarle. ¿Su marido, el señor Nick, solo Nick? Un error comprensible teniendo en cuenta que su matrimonio no era real.
- Nick Jonas.- estrechó los dedos de David con más fuerza de la necesaria. Sonreía, pero su expresión era maliciosa- ¿Puedo tutearte, verdad? Estaba deseando conocerte, Wilson. _____ me ha hablado mucho de ti.
- ¿En serio?- el rostro de David se sonrojó otra vez visiblemente.- Entonces, ya sabrás que tenemos mucho en común.
Nick clavó sus ojos curiosos en ella. _____ desvió la mirada, pensando en lo furioso que se pondría él en unos minutos. De hecho, había un pequeño detalle sobre
David que había olvidado mencionar y ahora… Bueno, era mejor que Nick lo averiguara por sí mismo. Se enfadaría de todas formas.
- Me refiero a nuestra profesión, Nick…- David frunció el ceño al ver como Nick guardaba silencio. Estudió con cierta desconfianza su expresión y añadió con tono prudente.- Nuestra profesión, ¿recuerdas?
Nick contó hasta diez antes de reír abiertamente. “La mataré por esto”, pensó.
- ¡Claro, lo había olvidado! Eres el matasanos de las mascotas.- bromeó.
- Sí… Y tú te licenciaste en…
- En la Universidad, por supuesto.
- Quiero decir en qué universidad, Nick. Tal vez hayamos sido antiguos compañeros sin saberlo.
- No lo creo, David. Mi expediente académico es el más movido de todo el país. De hecho, siempre fue así, desde el Instituto. Nunca lograba terminar dos semestres en el mismo lugar, debido al trabajo de mi padre… Nada menos que diplomático, ¿comprendes? Mi pobre madre y yo… Siempre viajando de un lado a otro, con mis libros de animalitos bajo el brazo, ya los adoraba entonces…Pero un auténtico lío lo de mis padres, sí… Imagínate. Todavía tengo que esperar que me envíen una postal con la dirección cuando quiero visitarles.- la miraba a ella, como si quisiera que le detuviera.
Pero _____ no podía ni pestañear, maravillada por la facilidad que él encontraba en inventarse también un falso pasado… ¡Oh, no!... Se dio cuenta demasiado tarde de que algo no iba bien.
- ¿Visitarles? Qué extraño.- David se rascó el mentó, un gesto casual de la infancia que aún conservaba.- _____ dijo que habían muerto.
- ¿Morir… quién?
- Tus padres, Nick. En un accidente el verano pasado. Mary quería conocerlos, pero _____ dijo que todavía estabas muy afectado, que ni siquiera resistirías que te hablaran del tema.
- Yo… Sí, claro… Oh, Dios, no se si lo superaré algún día… Aquel terrible accidente aéreo y todas aquellas… pequeñas partes de ellos dos, esparcidas por el lago… Necesité dos días para identificarles por completo. Todavía tengo pesadillas con eso.- espió de reojo la reacción de David. Cejas arqueadas y mirada astuta. Maldita _____…
No le había dicho que David Wilson fuera tan inteligente. Supuestamente, el joven David era un muchacho con granos en la cara que rondaba en bicicleta frente a su puerta. La descripción de _____ no se parecía nada a aquel tipo atractivo y alto que le contemplaba con gesto de “no me creo una palabra, amigo”.
- ¿Un accidente de avión, Nick?- inquirió David una vez más.- _____ dijo que había sido en Aspen, esquiando… Nick, ¿estás bien?
Oh, claro que estaba bien. Solo sudaba porque la pequeña _____ había olvidado comentar con él algunos aspectos vitales para que su historia fuera creíble. Con suerte, a estas alturas David Wilson ya se habría convencido de que uno de los dos o ambos, estaban como una cabra.
- Estoy bien, David, gracias. Pero será mejor que nos vayamos, querida…- Nick se tocó las sienes y se mordió los labios con aparente dolor.
- Vaya, cariño. Creo que estás teniendo otra crisis…- _____ ignoró el modo en que Nick tosía ruidosamente.
- ¿Crisis… seguro que estás bien, Nick?- la preocupación de David era sincera.
- No pasa nada, David. Nick sufre de “crisis episódicas por trauma post pérdida paternal”- _____ aceptó que la mano de Nick apretara la suya con rapidez.- No es grave. Pero tiene razón, tenemos que irnos.
- ¿Te veré mañana? … _____, ¿sabes que día es mañana, no?
_____ recordó de pronto qué día era al día siguiente. Fiesta popular.
Conmemoraban como cada año, la llegada de los colonos a San Jorge con la tradicional pira de fuegos artificiales. Su pequeño 4 de julio, lo llamaban.
- Claro. Allí estaremos, lo prometo.
Se despidieron de David. Nick estaba tan furioso que no quiso abrir la boca hasta atravesar el pequeño jardín de la casa.
- ¿“Crisis episódicas por trauma post pérdida paternal”?- preguntó con tono tirante.- ¿Mis padres murieron mientras esquiaban en la nieve y yo sufro de ataques de ansiedad, _____? ¿Acaso copiaste el guión de mi vida de una de esas teleseries de bajo presupuesto?... ¿Y David Wilson es veterinario? ¿Hay algo más que yo deba saber, _____, querida?
- Ya basta, Nick… Parece que de verdad estés sufriendo una crisis.
- Oh, sí… A lo mejor te doy una sorpresa y también resulta que tengo tendencias psicóticas.- lo había dicho completamente en serio, pero ella rió inexplicablemente. Cielos, qué bonita estaba… Nick no quería admitirlo. Pero _____ estaba preciosa aquella tarde. Había paseado junto a él, habían tomado un helado, le había enseñado algunos de los lugares emblemáticos del pueblo y habían contado un par de mentiras a David
Wilson. Pero solo podía pensar en que ella estaba muy guapa con sus sencillos vaqueros y su camiseta de algodón color frambuesa, a juego con sus labios. En realidad, solo podía pensar en que lo había pasado bien. Su mano en la de él, su boca en la de él, su risa asomando a la menor oportunidad… Su boca en la de él… Si no fuera porque ambos sabían la verdad, hubiera jurado que eran otra pareja más que compartían un agradable paseo y coqueteaban en las esquinas.
- _____… Cuando todo esto termine…
- ¡Entrad enseguida! – por una vez, la aparición de Mary en el jardín fue providencial. Nick había estado a punto de suicidarse sentimentalmente hacía un segundo. Pero gracias a Dios, el séptimo de caballería había llegado a tiempo de evitar el desastre. Siguió a _____, que a su vez seguía a Mary hasta el salón. La mujer estaba muy agitada e intuyó enseguida que algo no marchaba bien. Los ojos de _____ se abrieron desmesuradamente y Nick siguió con su mirada la mirada de ella. En la pantalla del televisor, una fotografía de cuerpo entero y a todo color, mostraba a una joven hermosa que anunciaba una conocida firma de lencería. Pero no se trataba de un spot publicitario. Eran las noticias de las seis. Tania Swing presentaba los sucesos. Y la chica de la foto era Alex.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 25
Le había costado un esfuerzo sobrehumano convencer a Mary de que no cancelara su partida de póker de los jueves. Después que la televisión diera la noticia del asesinato de la joven modelo Alex Hudson, _____ estaba demasiado abatida para decir una palabra. Mary se había alarmado notablemente al escuchar que la chica muerta trabajaba para el famoso Anthua L’Antino, el mismo para el que _____ había trabajado antes de su feliz matrimonio. Ni decir tenía que le había hecho jurar que jamás permitiría que _____ regresara a aquel lugar “horrible y perverso donde las jóvenes resultan asesinadas por despiadados maníacos”. Y después de prometer que cuidaría bien de _____, Nick había logrado que Mary cogiera su bolso y saliera a casa de su vecina Esther. Claro que ahora venía lo peor. Tranquilizar a _____ y convencerla de que nada malo iba a sucederle. Y consolarla por la pérdida de Alex. Y lograr que siguiera fingiendo delante de Mary que aquella Alex de las noticias no era la misma que había compartido piso con ella. Y borrar de su cara aquella expresión triste que se le clavaba en el alma al mirarla. La observó desde la puerta de la habitación donde llevaba encerrada desde que Tania Swing lanzara su jarro de agua fría sobre ellos. Se acercó sigilosamente y se sentó en la orilla de la cama. _____ le daba la espalda, acurrucada sobre la colcha, con las rodillas flexionadas contra el estómago.
- _____, mírame.- ordenó con suavidad. Pero ella no se movió.- _____… Por favor. Hablemos, ¿quieres? Te ayudará a sentirte mejor.
- Vete.
Ella no le miraba, pero Nick sabía que sus ojos estaban hinchados y rojos a causa del llanto. La obligó a girarse, tirando de ella con delicadeza. Se resistió al principio, pero después quedó erguida y sentada, mirándole con una mezcla de temor y resentimiento que le hirió más que si le metiera una bala en el pecho. _____ se veía tan frágil en ese momento… Nunca hasta entonces había deseado más atrapar a la persona que quería hacer daño a aquella chica. El mundo debía haberse vuelto loco si había alguien que pudiera tener algún motivo para querer la muerte de alguien como _____ Baker. Definitivamente, Nick comprendió que existía un antes y un después de _____. De repente, ya no podía soportar que el mundo de los atracadores, violadores y asesinos, aplastara a _____ algún día. Comprendió que la protegería más allá de lo que fuera correcto para Adams o para el departamento de policía, para el Alcalde y para Dios si es que existía. Acarició la mejilla de _____ en un intento por consolarla. Ella la apartó con brusquedad. Se limpió sus propias lágrimas de un manotazo en un claro gesto de rebeldía.
- _____… Te prometo que nadie te hará daño, ¿me crees?
- Cállate.- la voz de _____ le llegó como un latigazo. Sus ojos brillaban con
intensidad- No quiero escuchar más mentiras.
- Es la verdad, _____.- quería abrazarla, pero sabía que ella no lo permitiría.- No hemos perdido. Aunque ahora creas que es así, no hemos perdido. Aún no.
- ¿Pretendes que te crea, Nick?... ¡Maldito mentiroso!... Sabías lo de Alex… ¡lo sabías!... Pude leerlo en tus ojos antes.- le retó a que lo negara.- ¿Es cierto, Nick…? ¿Supiste todo el tiempo que Alex estaba muerta… mientras nosotros paseábamos y hacíamos bromas y yo…? ¿…lo supiste?
El asintió. La reacción de _____ fue inmediata. Le abofeteó con fuerza, varias veces, con rabia. Después, comenzó a golpearle el pecho con sus manos pequeñas y delicadas. Nick las apresó en el aire y las colocó en la espalda de ella, esperando a que el primer ataque de histeria pasara de largo. Cuando pasó, ella seguía teniendo aquella expresión hundida y triste. Nick tuvo el terrible presentimiento de que el asesino ya había acabado con _____ a pesar de que ella seguía viva. Supo que no podía permitir que aquello sucediera. La sacudió repetidamente, casi con violencia. Quería que el color volviera a sus mejillas y la vida a sus hermosos ojos. La abrazó fuertemente y después la apartó.
- _____, escúchame… No puedes rendirte, ¿me oyes? No dejaré que lo hagas.
- Déjame, Nick…
- No. Mírame, _____.
Ella lo hizo a regañadientes.
- Di que me crees. – ordenó con voz grave. Apenas podía controlar la emoción que le causaba tenerla tan cerca, tan vulnerable, tan herida…
- No puedo.
- Di que confías en mí.
- No puedo…
- Sí puedes, _____. Di: “Nick, confío en ti”.
Ella parpadeó. Nick la tuteaba. Quería que ella le tutease. ¿Qué sería lo siguiente, ver juntos “Sonrisas y lágrimas” y compartir un cubo de palomitas? Pero no era posible… Quizá en otras circunstancias le hubiera encantado escuchar aquello. Pero no en esas. Porque Alex estaba muerta. Y no era justo. Y no le importaba nada, excepto que alguien había odiado lo bastante a Alex como para matarla.
- Dilo, _____.- repitió con firmeza.
- Vete.
- No lo haré. No hasta que lo digas. No hasta que sepas que estás a salvo conmigo.
- ¿No te das cuenta de que ya no puedes cumplir más promesas, Nick Jonas?- le increpó, desolada por el recuerdo de la fotografía de Alex en las noticias.
- Puedo cumplir una más, _____. Puedo prometerte que saldrás de esto con vida.
¿Y sabes porqué puedo hacerlo, _____? Porque si ese tipo te quiere, tendrá que matarme a mí primero.- la miró, enternecido por las lágrimas que afloraban otra vez a los ojos de ella.
- No digas eso…- murmuró.- No quiero que te maten, Nick. Y no quiero morir… Solo quiero que todo esto termine. Quiero volver al trabajo…Quiero decirle a mamá que regreso a mi apartamento y que David tendrá que pasar otro año suspirando por mí… Y quiero llevarme a “Minino” y comprarle una de esas latas de comida asquerosa que tanto le gusta y ver como se la come mientras el chico de Telepizza me trae una pizza enorme con doble ración de queso y peperoni… Y quiero que Alex esté allí, esperándome… con su vieja maleta con el cierre estropeado y su abrigo comprado en las rebajas, aunque solo yo lo se…
Nick tomó aire. Una lágrima más y estaría perdido. No podía soportar ver como
_____ se desmoronaba sin que la sensación de culpa le derrumbase también.
- Nada de eso va a ocurrir, ¿no es así, Nick?
Hubo algo, tal vez la forma en que ella pronunció su nombre… Nick no pudo ignorarlo. La acunó contra el pecho y después, lentamente y sin pensarlo, descubrió que los labios de ella estaban muy cerca de los suyos, justo bajo los suyos. Los tomó. Los acarició. Los devoró. Se enredó con ella sobre la colcha y después bajo ella. La besó de todas las maneras que conocía y sabía besar. Con adoración, con fuerza, con suavidad, con avidez y con ternura… La besó con besos nuevos que ni él mismo conocía ni sabía que existían. _____ era un hermoso descubrimiento cada segundo que pasaba y suspiraba entre sus dedos. La dibujó línea a línea, curva a curva. Cada palmo de ella fue un regalo que jamás habría esperado, un sentimiento, no… Un millón de sentimientos desconocidos que le llenaban y le abandonaban y le decían que aquello no estaba bien porque _____ no podía pensar y en realidad, él tampoco. Porque ella solo necesitaba un hombro donde llorar y él deseaba desesperadamente ser ese hombro para ella y también el resto del cuerpo y no, no estaba bien. Pero era demasiado bueno para dejarlo ir…
_____ estaba bajo su dominio, pero era ella quien dominaba la situación… Llevaba aquel pijama de algodón que se interponía entre ambos y las manos de de Nick se deslizaron debajo para palpar la piel cálida, la carne blanda… _____ clavó sus ojos en el hombre y le apartó las manos con suavidad Durante un instante en que pensó que se volvería loco, Nick creyó que todo había terminado. Pero no. Una vez más, ella le sorprendió, sacándose por la cabeza el camisón con un único y rápido movimiento. Era hermosa. Vulnerable. Aunque más fuerte que él en realidad… Se inclinó sobre la boca entreabierta y la capturó con ternura, enredando su lengua húmeda en la de ella, jugueteando, gimiendo contra su mentón cuando la abandonó. Recorrió con los labios la curva de su cuello, el delicado contorno de los hombros, el atrayente sendero que comenzaba en la línea descolorida de su sujetador… Deslizó las tiras a lo largo de los brazos para liberar los senos de la prenda y contuvo el aliento. _____, _____… Las sonrosadas puntas se irguieron a la primera caricia de su aliento y Nick se apoderó de ellas sin pensarlo. _____ le ayudaba a quitarse el resto de la ropa y las manos de ambos tropezaban con torpeza, con nerviosismo, con urgencia… Quería ser considerado y todo un caballero, porque _____ ya había tenido suficientes hombres egoístas en su vida… Pero ella le apremiaba con sus caricias, le susurraba cosas al oído que le hacían estremecer. Le pedía con los ojos que entrara en ella y que olvidara cualquier cosa que no tuviera que ver con aquel momento. La invadió titubeante, deseando no defraudarla, deseando ser su héroe, su hombre… Quería dejar su huella en aquella mujer maravillosa que el mundo aún no había descubierto y que a él se le metía bajo la piel en cada beso, en cada caricia… _____ tiró de sus hombros con fuerza, le rodeó las caderas con las piernas y le miró largamente. Nick la besó y se perdió en sus ojos sinceros… Y mucho más tarde, mientras _____ dormía profundamente con la cabeza recostada sobre su brazo,
Nick sintió la primera oleada de pánico. La amaba. Amaba a _____. Y aquello la pondría en peligro.
Le había costado un esfuerzo sobrehumano convencer a Mary de que no cancelara su partida de póker de los jueves. Después que la televisión diera la noticia del asesinato de la joven modelo Alex Hudson, _____ estaba demasiado abatida para decir una palabra. Mary se había alarmado notablemente al escuchar que la chica muerta trabajaba para el famoso Anthua L’Antino, el mismo para el que _____ había trabajado antes de su feliz matrimonio. Ni decir tenía que le había hecho jurar que jamás permitiría que _____ regresara a aquel lugar “horrible y perverso donde las jóvenes resultan asesinadas por despiadados maníacos”. Y después de prometer que cuidaría bien de _____, Nick había logrado que Mary cogiera su bolso y saliera a casa de su vecina Esther. Claro que ahora venía lo peor. Tranquilizar a _____ y convencerla de que nada malo iba a sucederle. Y consolarla por la pérdida de Alex. Y lograr que siguiera fingiendo delante de Mary que aquella Alex de las noticias no era la misma que había compartido piso con ella. Y borrar de su cara aquella expresión triste que se le clavaba en el alma al mirarla. La observó desde la puerta de la habitación donde llevaba encerrada desde que Tania Swing lanzara su jarro de agua fría sobre ellos. Se acercó sigilosamente y se sentó en la orilla de la cama. _____ le daba la espalda, acurrucada sobre la colcha, con las rodillas flexionadas contra el estómago.
- _____, mírame.- ordenó con suavidad. Pero ella no se movió.- _____… Por favor. Hablemos, ¿quieres? Te ayudará a sentirte mejor.
- Vete.
Ella no le miraba, pero Nick sabía que sus ojos estaban hinchados y rojos a causa del llanto. La obligó a girarse, tirando de ella con delicadeza. Se resistió al principio, pero después quedó erguida y sentada, mirándole con una mezcla de temor y resentimiento que le hirió más que si le metiera una bala en el pecho. _____ se veía tan frágil en ese momento… Nunca hasta entonces había deseado más atrapar a la persona que quería hacer daño a aquella chica. El mundo debía haberse vuelto loco si había alguien que pudiera tener algún motivo para querer la muerte de alguien como _____ Baker. Definitivamente, Nick comprendió que existía un antes y un después de _____. De repente, ya no podía soportar que el mundo de los atracadores, violadores y asesinos, aplastara a _____ algún día. Comprendió que la protegería más allá de lo que fuera correcto para Adams o para el departamento de policía, para el Alcalde y para Dios si es que existía. Acarició la mejilla de _____ en un intento por consolarla. Ella la apartó con brusquedad. Se limpió sus propias lágrimas de un manotazo en un claro gesto de rebeldía.
- _____… Te prometo que nadie te hará daño, ¿me crees?
- Cállate.- la voz de _____ le llegó como un latigazo. Sus ojos brillaban con
intensidad- No quiero escuchar más mentiras.
- Es la verdad, _____.- quería abrazarla, pero sabía que ella no lo permitiría.- No hemos perdido. Aunque ahora creas que es así, no hemos perdido. Aún no.
- ¿Pretendes que te crea, Nick?... ¡Maldito mentiroso!... Sabías lo de Alex… ¡lo sabías!... Pude leerlo en tus ojos antes.- le retó a que lo negara.- ¿Es cierto, Nick…? ¿Supiste todo el tiempo que Alex estaba muerta… mientras nosotros paseábamos y hacíamos bromas y yo…? ¿…lo supiste?
El asintió. La reacción de _____ fue inmediata. Le abofeteó con fuerza, varias veces, con rabia. Después, comenzó a golpearle el pecho con sus manos pequeñas y delicadas. Nick las apresó en el aire y las colocó en la espalda de ella, esperando a que el primer ataque de histeria pasara de largo. Cuando pasó, ella seguía teniendo aquella expresión hundida y triste. Nick tuvo el terrible presentimiento de que el asesino ya había acabado con _____ a pesar de que ella seguía viva. Supo que no podía permitir que aquello sucediera. La sacudió repetidamente, casi con violencia. Quería que el color volviera a sus mejillas y la vida a sus hermosos ojos. La abrazó fuertemente y después la apartó.
- _____, escúchame… No puedes rendirte, ¿me oyes? No dejaré que lo hagas.
- Déjame, Nick…
- No. Mírame, _____.
Ella lo hizo a regañadientes.
- Di que me crees. – ordenó con voz grave. Apenas podía controlar la emoción que le causaba tenerla tan cerca, tan vulnerable, tan herida…
- No puedo.
- Di que confías en mí.
- No puedo…
- Sí puedes, _____. Di: “Nick, confío en ti”.
Ella parpadeó. Nick la tuteaba. Quería que ella le tutease. ¿Qué sería lo siguiente, ver juntos “Sonrisas y lágrimas” y compartir un cubo de palomitas? Pero no era posible… Quizá en otras circunstancias le hubiera encantado escuchar aquello. Pero no en esas. Porque Alex estaba muerta. Y no era justo. Y no le importaba nada, excepto que alguien había odiado lo bastante a Alex como para matarla.
- Dilo, _____.- repitió con firmeza.
- Vete.
- No lo haré. No hasta que lo digas. No hasta que sepas que estás a salvo conmigo.
- ¿No te das cuenta de que ya no puedes cumplir más promesas, Nick Jonas?- le increpó, desolada por el recuerdo de la fotografía de Alex en las noticias.
- Puedo cumplir una más, _____. Puedo prometerte que saldrás de esto con vida.
¿Y sabes porqué puedo hacerlo, _____? Porque si ese tipo te quiere, tendrá que matarme a mí primero.- la miró, enternecido por las lágrimas que afloraban otra vez a los ojos de ella.
- No digas eso…- murmuró.- No quiero que te maten, Nick. Y no quiero morir… Solo quiero que todo esto termine. Quiero volver al trabajo…Quiero decirle a mamá que regreso a mi apartamento y que David tendrá que pasar otro año suspirando por mí… Y quiero llevarme a “Minino” y comprarle una de esas latas de comida asquerosa que tanto le gusta y ver como se la come mientras el chico de Telepizza me trae una pizza enorme con doble ración de queso y peperoni… Y quiero que Alex esté allí, esperándome… con su vieja maleta con el cierre estropeado y su abrigo comprado en las rebajas, aunque solo yo lo se…
Nick tomó aire. Una lágrima más y estaría perdido. No podía soportar ver como
_____ se desmoronaba sin que la sensación de culpa le derrumbase también.
- Nada de eso va a ocurrir, ¿no es así, Nick?
Hubo algo, tal vez la forma en que ella pronunció su nombre… Nick no pudo ignorarlo. La acunó contra el pecho y después, lentamente y sin pensarlo, descubrió que los labios de ella estaban muy cerca de los suyos, justo bajo los suyos. Los tomó. Los acarició. Los devoró. Se enredó con ella sobre la colcha y después bajo ella. La besó de todas las maneras que conocía y sabía besar. Con adoración, con fuerza, con suavidad, con avidez y con ternura… La besó con besos nuevos que ni él mismo conocía ni sabía que existían. _____ era un hermoso descubrimiento cada segundo que pasaba y suspiraba entre sus dedos. La dibujó línea a línea, curva a curva. Cada palmo de ella fue un regalo que jamás habría esperado, un sentimiento, no… Un millón de sentimientos desconocidos que le llenaban y le abandonaban y le decían que aquello no estaba bien porque _____ no podía pensar y en realidad, él tampoco. Porque ella solo necesitaba un hombro donde llorar y él deseaba desesperadamente ser ese hombro para ella y también el resto del cuerpo y no, no estaba bien. Pero era demasiado bueno para dejarlo ir…
_____ estaba bajo su dominio, pero era ella quien dominaba la situación… Llevaba aquel pijama de algodón que se interponía entre ambos y las manos de de Nick se deslizaron debajo para palpar la piel cálida, la carne blanda… _____ clavó sus ojos en el hombre y le apartó las manos con suavidad Durante un instante en que pensó que se volvería loco, Nick creyó que todo había terminado. Pero no. Una vez más, ella le sorprendió, sacándose por la cabeza el camisón con un único y rápido movimiento. Era hermosa. Vulnerable. Aunque más fuerte que él en realidad… Se inclinó sobre la boca entreabierta y la capturó con ternura, enredando su lengua húmeda en la de ella, jugueteando, gimiendo contra su mentón cuando la abandonó. Recorrió con los labios la curva de su cuello, el delicado contorno de los hombros, el atrayente sendero que comenzaba en la línea descolorida de su sujetador… Deslizó las tiras a lo largo de los brazos para liberar los senos de la prenda y contuvo el aliento. _____, _____… Las sonrosadas puntas se irguieron a la primera caricia de su aliento y Nick se apoderó de ellas sin pensarlo. _____ le ayudaba a quitarse el resto de la ropa y las manos de ambos tropezaban con torpeza, con nerviosismo, con urgencia… Quería ser considerado y todo un caballero, porque _____ ya había tenido suficientes hombres egoístas en su vida… Pero ella le apremiaba con sus caricias, le susurraba cosas al oído que le hacían estremecer. Le pedía con los ojos que entrara en ella y que olvidara cualquier cosa que no tuviera que ver con aquel momento. La invadió titubeante, deseando no defraudarla, deseando ser su héroe, su hombre… Quería dejar su huella en aquella mujer maravillosa que el mundo aún no había descubierto y que a él se le metía bajo la piel en cada beso, en cada caricia… _____ tiró de sus hombros con fuerza, le rodeó las caderas con las piernas y le miró largamente. Nick la besó y se perdió en sus ojos sinceros… Y mucho más tarde, mientras _____ dormía profundamente con la cabeza recostada sobre su brazo,
Nick sintió la primera oleada de pánico. La amaba. Amaba a _____. Y aquello la pondría en peligro.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 26
Casi no podía esperar a decírselo. Sabía que no podía hacerlo mientras Mary les observara con aquella expresión glacial que expresaba claramente su malhumor. Nick había recibido aquella llamada del capitán casi al amanecer y al regresar a la habitación, _____ ya no estaba. Sabía que le evitaba deliberadamente después de lo ocurrido entre ellos la noche anterior. Ella parecía ocupada en los quehaceres domésticos. Lo fingía en realidad y ayudaba a Mary a preparar el desayuno mientras él buscaba la ocasión de arrastrarla a algún lugar oscuro y darle las buenas noticias. Le habían atrapado. El asesino de Alex ya no constituía un peligro para ella. _____ era libre. Los dos lo eran…
Entonces, ¿porqué no se sentía feliz o animado o simplemente, aliviado por lo que eso significaba? Punto uno: _____ ya no corría peligro. Punto dos: ella dejaba de formar parte de su trabajo. Punto tres: ella podía rehacer su vida. Punto cuatro: ¿y si ella decidía que el detective Nick Jonas no entraba en sus planes futuros con respecto al punto tres? Lo cierto es que eso era lo que más le preocupaba. De hecho, había llegado a valorar la posibilidad de postergar la noticia un par de días más, solo para que ambos aclararan sus ideas… Pero no podía hacer algo así. No era ético. No era honrado. No era propio de Nick Jonas. Claro que él no era el mismo Nick Jonas de antes. No era el tipo que odiaba los compromisos y se reía de sus compañeros cuando corrían a casa después de terminar el turno y les decía con aire socarrón “estás pillado, amigo”… No lo era. Tampoco era el mismo que hacía un año había jurado que ninguna mujer acapararía su atención hasta el punto de distraerle de su trabajo, el mismo que había prometido que la muerte de Rosie le haría aprender la lección. Aunque Rosie ni siquiera había sido la mitad de importante para él de lo que lo era _____. Rosie Morales había sido una chica de la calle con un enorme corazón que había sido atravesado por una bala un buen día. Y aunque se había sentido culpable desde entonces, ahora comprendía que no era responsable de su muerte. Las cosas habían sucedido de aquel modo y no podía hacer nada para cambiarlo. Pero aún podía salvar a _____. Sacudió la cabeza, mientras mordisqueaba con distracción un panecillo recién horneado y untado con mantequilla. Podía llegar a echar de menos cosas como aquella… Levantarse de la cama y aspirar el olor del pan recién hecho. Sentarse a la mesa y dedicarse cinco minutos al día, solo para él, para tomar su café humeante y recibir unos buenos días amables en los labios de alguna mujer bonita. Una mujer que podía parecerse bastante a _____… De hecho, podría ser la misma _____ si solo tuviera el valor de proponérselo. Claro que cualquiera no podía entrar en la vida de alguien como _____ y estropearla así, sin más… Había que ser un buen tipo para ganarse a alguien como _____, para merecerla. Había que estar muy dispuesto a que ella se sintiera la mujer más especial del planeta. Porque, siendo sinceros, _____ ya había sido durante mucho tiempo el patito feo de todas las fiestas. En la escuela, en el trabajo, sus amigos, sus vecinos y aquel chico que se aprovechaba de ella mientras flirteaba con Alex… No. Definitivamente, _____ merecía que por una vez, alguien la convirtiera en la
Reina del Baile. Estaba sonriendo sin darse cuenta y la miró por encima de su taza de café. Nada en ella había cambiado aparentemente. Sin embargo, Nick sabía que ella solo aparentaba aquella calma. Nick podía percibir su pulso latiendo entre el tintineo de los cubiertos al chocar contra la vajilla. Mary no apartaba sus ojos de ella. Cada uno esperaba que el otro dijera algo para romper la tensión. Supo que debía ser él.
- Tenemos que marcharnos hoy, cariño.- lo dijo con naturalidad, observando de reojo la reacción de _____. Arqueó las cejas con expresión interrogante. Nick movió los labios y ella pudo leer la frase “tenemos que hablar”. Asintió y entonces, Nick se dispuso a contar su última mentira. Se dirigió a Mary.- La llamada era de la Facultad de Veterinaria. Me ofrecen un puesto bastante bueno, Mary. Quieren que me incorpore como profesor suplente esta misma semana.
- Oh. Qué interesante.- fue cuanto dijo la mujer. Nick comprendió que no había creído una sola palabra, pero que por el momento, esperaría a que alguien le explicara qué estaba sucediendo. Se levantó, recogió los platos y rechazó la ayuda de _____.- Será mejor que prepares el equipaje, querida. Tu marido tiene prisa.
Nick abrió la boca para protestar. En aquel momento, Mary le miraba como si fuera a llevarse a su hija para siempre. Pero no tuvo tiempo de defenderse. Alguien aporreaba la puerta con todas sus fuerzas. Mary soltó lo que tenía entre manos y corrió hacia ella. Nick y _____ la siguieron, preocupados por la insistencia de los golpes. La vieja señora Pryce, su vecina, gritaba y sollozaba al mismo tiempo. Nick intentó tranquilizarla sin éxito.
- ¡Oh, Dios… Es horrible!... ¡Muerto… Está muerto!
Nick no lo pensó dos veces. Corrió al lugar que la pobre mujer señalaba con gestos confusos. Por el camino, el instinto hizo que inconscientemente, desenfundara su arma de la correa que la mantenía oculta bajo la cazadora. Suerte que “Lily” siempre le acompañaba. Entrecerró los párpados y apuntó sin dejar de acercarse hacia algo que se
movía con violentas convulsiones sobre el césped. A medida que se aproximaba al jardín de la señora Pryce, el bulto oscuro que yacía en el suelo se movía con mayor lentitud, hasta que de pronto, quedó completamente inerte. Nick se inclinó sobre el bulto, retirando la manta que la señora Pryce había arrojado sobre él en un impulso por… ¿atacarle… ocultarle…? Se pasó la mano por el cabello, chasqueando la lengua con fastidio. Estúpida mujer… No era más que un perro. Un maldito animal…
- Señora Pryce… ¿es suyo este perro?- preguntó con cierta nota de impaciencia en el tono de voz. Seguía en cuclillas sobre el animal, examinándolo.
- Claro que es mío, joven. Es Buffy… Oh, mi pobre Buffy… ¿está muerto?
Cuando me he levantado esta mañana, he salido a llamarle para que entrara a comer y entonces… Oh, no… Estaba tan frío que supe enseguida que le pasaba algo…
- ¿Por eso lo tapó con la manta?- Nick suspiró y miró a _____ de soslayo.
Menudo susto se habían llevado.
- No quería que se constipara, joven… es decir, si es que está vivo… Ay, Mary, me entró el pánico solo de pensar que mi pobre Buffy…
Mary la abrazó.
- Está bien, no pasa nada, querida… ¿Nick?
Nick se mordió los labios. Pegó su oído al animal y después miró a la anciana.
- Respira. Con dificultad, pero respira…
- ¡Gracias a Dios! Pero, ¿qué le ha pasado…?- de pronto, los ojos de la mujer se clavaron en el arma que Nick empuñaba todavía. Mary desvió la mirada, confundida y furiosa. Nick se apresuró a guardar el arma, aunque no lo bastante rápido para que la señora Pryce comprendiera que Nick no iba a darle un diagnóstico sobre lo sucedido a Buffy.- Un momento, eso era una pistola, ¿verdad? Ay, madre… Aquí hay algo raro. Oiga…No es cierto que sea usted médico, ¿no es así, joven?
- Señora Pryce, entre en casa, ¿quiere? Nosotros nos ocuparemos de Buffy. Mary la acompañará mientras _____ y yo buscamos al doctor Wilson, ¿de acuerdo?
La mujer negó con la cabeza.
- No, no… ¿Por quién me toma? – Miró a Mary alarmada.- Tiene una pistola,
Mary, querida. ¿Vas a dejar que se lleve nuestra _____? Podría ser un chiflado, un pervertido, un atracador de bancos…
- Es policía, señora Pryce. – la voz de _____ sonó como si perteneciera a otra persona. La expresión de la anciana era ahora de sorpresa.
- ¿Policía? ¿No es veterinario…- sus ojos se empequeñecieron hasta convertirse en dos pequeñas ranuras delgadas en mitad de su rostro.-… no es tu marido, _____?
- ¿Policía…?
Mary había rodeado con un brazo el hombro de su vecina, pero lo dejó caer al escuchar la confesión que tanto había temido.
- Es una larga historia, mamá. Pero prometo contártelo todo.
- Ya lo creo que lo harás, jovencita. Y en cuanto a usted…- apuntó con su dedo índice a Nick.- Ya veremos que tiene que decir al respecto.
Nick no replicó. Sabía muy bien lo que quería decir. Quería pedir perdón por sus mentiras y tranquilizar a la señora Baker y decirle que nunca más tendría que preocuparse por _____, porque él nunca permitiría que nadie le hiciera daño. Pero sobre todo, quería abrazar a _____, sentirla. Necesitaba hablar con ella. Esperó a que las dos mujeres se encerraran en la casa y se enfrentó a su mirada avergonzada.
- Siento lo de “Lily”.- comentó, refiriéndose al modo en que había desenfundado su arma delante de la señora Pryce y de Mary al creer que estaban en peligro.
- No lo sientas. Supongo que no puedes evitar querer disparar contra todo lo que se mueve.- contestó, con más sarcasmo del habitual.
- _____.
- Ya se. Sólo hacías tu trabajo.
Pero no era cierto. _____ era mucho más que eso. Aunque a juzgar por la forma en que le miraba, parecía que ella no quería volver a verle nunca. Supo que necesitaba algo que jugara en su favor, algo que le hiciera parecer un héroe a los ojos de _____ y que la hiciera confiar nuevamente en él.
- Tuve miedo de que Adams estuviera equivocado.- al ver que ella fruncía el ceño, añadió.- Iba a contártelo antes… Le tienen, _____.
- ¿Le tienen…?
- El asesino de Alex. Le han cogido.
- ¿Cómo… cuándo…?
- Bueno, creo que le tienen…
- ¿Crees?- los ojos de _____ se abrieron desmesuradamente - ¿Desde cuando lo sabes?
- Deja que te lo explique... No vas a creerlo…- Nick buscó en sus ojos alguna señal, algo que le dijera que _____ y él seguían siendo amigos.
- ¿En serio? Ponme a prueba, Nick. Puedo creer cualquier cosa viniendo de ti.
A Nick aquello le sonó bastante mal. Algo así como lo que uno le dice a alguien a quien jamás le confiaría el cuidado de sus peces mientras se va de vacaciones. Procuró no tomárselo en cuenta, dadas las circunstancias. Ella había perdido a su amiga, había sido obligada a abandonar su empleo, había regresado a su hogar con una historia increíble que ahora todos conocerían y quizá utilizaran para burlarse de ella. Definitivamente, _____ merecía un poco de paciencia si tenían todo eso en cuenta.
- Hablemos, _____.
Y la siguió, convencido de que aquella charla nunca inspiraría un poema. El juego había terminado.
- Lo haremos… Mientras preparas tu equipaje.
Nick se detuvo en seco al escucharla.
- ¿Mi equipaje? ¿Es que piensas quedarte?- lo preguntó con incredulidad, con espanto, con… En realidad se sintió como si ella, en lugar de permanecer en aquel lugar seguro y tranquilo, le comunicara que se lanzaba de cabeza a un pantano lleno de cocodrilos hambrientos. Comprendió que su reacción estaba siendo exagerada.
Carraspeó para aclararse la voz y también para aflojar en nudo que acaba de formarse en su garganta.- Quiero decir que… En fin, ya sabes. Creí que querías volver al trabajo…
- Y quiero hacerlo. Pero antes, necesito tomarme un respiro. Supongo que lo comprenderás.
- Claro.- titubeó. Sin duda, había mil excusas que podía inventar para convencerla, dada la práctica adquirida en los últimos días. Sin embargo, comprendió que ella necesitaba de verdad aquel respiro.- Haré todo lo posible para que los del Departamento no te molesten, _____.
- Gracias, Nick. Se que lo harás. Puedes quedarte hasta mañana. A mamá le encantará.
Había querido hacer un chiste, pero a Nick no le hizo gracia. La encantadora
_____ había perdido su buen humor. Y él también. Le dejó plantado en mitad del salón. Ni una palabra sobre lo sucedido entre ellos la noche anterior. Ni una mirada que le dijera que había significado algo más que una simple vía para desahogar su desconsuelo. Nada. Tal vez era mejor así. Tal vez… Maldita sea. No iba a engañarse. La idea le enfurecía. Por primera vez en su vida, deseaba desesperadamente formar parte de algo que no fuera su propia existencia solitaria. Aunque por otro lado, tenía que ser justo con _____. Al fin y al cabo, ¿qué podía ofrecerle alguien como él a una chica como _____? Era cabezota y egoísta. Le encantaba su trabajo y no estaba dispuesto a que ninguna mujer le dijera a qué hora tenía que regresar a casa y además… Dio media vuelta también. Aún no estaba todo perdido. Se marcharía al día siguiente. Eso eran unas cuantas horas de ventaja.
Casi no podía esperar a decírselo. Sabía que no podía hacerlo mientras Mary les observara con aquella expresión glacial que expresaba claramente su malhumor. Nick había recibido aquella llamada del capitán casi al amanecer y al regresar a la habitación, _____ ya no estaba. Sabía que le evitaba deliberadamente después de lo ocurrido entre ellos la noche anterior. Ella parecía ocupada en los quehaceres domésticos. Lo fingía en realidad y ayudaba a Mary a preparar el desayuno mientras él buscaba la ocasión de arrastrarla a algún lugar oscuro y darle las buenas noticias. Le habían atrapado. El asesino de Alex ya no constituía un peligro para ella. _____ era libre. Los dos lo eran…
Entonces, ¿porqué no se sentía feliz o animado o simplemente, aliviado por lo que eso significaba? Punto uno: _____ ya no corría peligro. Punto dos: ella dejaba de formar parte de su trabajo. Punto tres: ella podía rehacer su vida. Punto cuatro: ¿y si ella decidía que el detective Nick Jonas no entraba en sus planes futuros con respecto al punto tres? Lo cierto es que eso era lo que más le preocupaba. De hecho, había llegado a valorar la posibilidad de postergar la noticia un par de días más, solo para que ambos aclararan sus ideas… Pero no podía hacer algo así. No era ético. No era honrado. No era propio de Nick Jonas. Claro que él no era el mismo Nick Jonas de antes. No era el tipo que odiaba los compromisos y se reía de sus compañeros cuando corrían a casa después de terminar el turno y les decía con aire socarrón “estás pillado, amigo”… No lo era. Tampoco era el mismo que hacía un año había jurado que ninguna mujer acapararía su atención hasta el punto de distraerle de su trabajo, el mismo que había prometido que la muerte de Rosie le haría aprender la lección. Aunque Rosie ni siquiera había sido la mitad de importante para él de lo que lo era _____. Rosie Morales había sido una chica de la calle con un enorme corazón que había sido atravesado por una bala un buen día. Y aunque se había sentido culpable desde entonces, ahora comprendía que no era responsable de su muerte. Las cosas habían sucedido de aquel modo y no podía hacer nada para cambiarlo. Pero aún podía salvar a _____. Sacudió la cabeza, mientras mordisqueaba con distracción un panecillo recién horneado y untado con mantequilla. Podía llegar a echar de menos cosas como aquella… Levantarse de la cama y aspirar el olor del pan recién hecho. Sentarse a la mesa y dedicarse cinco minutos al día, solo para él, para tomar su café humeante y recibir unos buenos días amables en los labios de alguna mujer bonita. Una mujer que podía parecerse bastante a _____… De hecho, podría ser la misma _____ si solo tuviera el valor de proponérselo. Claro que cualquiera no podía entrar en la vida de alguien como _____ y estropearla así, sin más… Había que ser un buen tipo para ganarse a alguien como _____, para merecerla. Había que estar muy dispuesto a que ella se sintiera la mujer más especial del planeta. Porque, siendo sinceros, _____ ya había sido durante mucho tiempo el patito feo de todas las fiestas. En la escuela, en el trabajo, sus amigos, sus vecinos y aquel chico que se aprovechaba de ella mientras flirteaba con Alex… No. Definitivamente, _____ merecía que por una vez, alguien la convirtiera en la
Reina del Baile. Estaba sonriendo sin darse cuenta y la miró por encima de su taza de café. Nada en ella había cambiado aparentemente. Sin embargo, Nick sabía que ella solo aparentaba aquella calma. Nick podía percibir su pulso latiendo entre el tintineo de los cubiertos al chocar contra la vajilla. Mary no apartaba sus ojos de ella. Cada uno esperaba que el otro dijera algo para romper la tensión. Supo que debía ser él.
- Tenemos que marcharnos hoy, cariño.- lo dijo con naturalidad, observando de reojo la reacción de _____. Arqueó las cejas con expresión interrogante. Nick movió los labios y ella pudo leer la frase “tenemos que hablar”. Asintió y entonces, Nick se dispuso a contar su última mentira. Se dirigió a Mary.- La llamada era de la Facultad de Veterinaria. Me ofrecen un puesto bastante bueno, Mary. Quieren que me incorpore como profesor suplente esta misma semana.
- Oh. Qué interesante.- fue cuanto dijo la mujer. Nick comprendió que no había creído una sola palabra, pero que por el momento, esperaría a que alguien le explicara qué estaba sucediendo. Se levantó, recogió los platos y rechazó la ayuda de _____.- Será mejor que prepares el equipaje, querida. Tu marido tiene prisa.
Nick abrió la boca para protestar. En aquel momento, Mary le miraba como si fuera a llevarse a su hija para siempre. Pero no tuvo tiempo de defenderse. Alguien aporreaba la puerta con todas sus fuerzas. Mary soltó lo que tenía entre manos y corrió hacia ella. Nick y _____ la siguieron, preocupados por la insistencia de los golpes. La vieja señora Pryce, su vecina, gritaba y sollozaba al mismo tiempo. Nick intentó tranquilizarla sin éxito.
- ¡Oh, Dios… Es horrible!... ¡Muerto… Está muerto!
Nick no lo pensó dos veces. Corrió al lugar que la pobre mujer señalaba con gestos confusos. Por el camino, el instinto hizo que inconscientemente, desenfundara su arma de la correa que la mantenía oculta bajo la cazadora. Suerte que “Lily” siempre le acompañaba. Entrecerró los párpados y apuntó sin dejar de acercarse hacia algo que se
movía con violentas convulsiones sobre el césped. A medida que se aproximaba al jardín de la señora Pryce, el bulto oscuro que yacía en el suelo se movía con mayor lentitud, hasta que de pronto, quedó completamente inerte. Nick se inclinó sobre el bulto, retirando la manta que la señora Pryce había arrojado sobre él en un impulso por… ¿atacarle… ocultarle…? Se pasó la mano por el cabello, chasqueando la lengua con fastidio. Estúpida mujer… No era más que un perro. Un maldito animal…
- Señora Pryce… ¿es suyo este perro?- preguntó con cierta nota de impaciencia en el tono de voz. Seguía en cuclillas sobre el animal, examinándolo.
- Claro que es mío, joven. Es Buffy… Oh, mi pobre Buffy… ¿está muerto?
Cuando me he levantado esta mañana, he salido a llamarle para que entrara a comer y entonces… Oh, no… Estaba tan frío que supe enseguida que le pasaba algo…
- ¿Por eso lo tapó con la manta?- Nick suspiró y miró a _____ de soslayo.
Menudo susto se habían llevado.
- No quería que se constipara, joven… es decir, si es que está vivo… Ay, Mary, me entró el pánico solo de pensar que mi pobre Buffy…
Mary la abrazó.
- Está bien, no pasa nada, querida… ¿Nick?
Nick se mordió los labios. Pegó su oído al animal y después miró a la anciana.
- Respira. Con dificultad, pero respira…
- ¡Gracias a Dios! Pero, ¿qué le ha pasado…?- de pronto, los ojos de la mujer se clavaron en el arma que Nick empuñaba todavía. Mary desvió la mirada, confundida y furiosa. Nick se apresuró a guardar el arma, aunque no lo bastante rápido para que la señora Pryce comprendiera que Nick no iba a darle un diagnóstico sobre lo sucedido a Buffy.- Un momento, eso era una pistola, ¿verdad? Ay, madre… Aquí hay algo raro. Oiga…No es cierto que sea usted médico, ¿no es así, joven?
- Señora Pryce, entre en casa, ¿quiere? Nosotros nos ocuparemos de Buffy. Mary la acompañará mientras _____ y yo buscamos al doctor Wilson, ¿de acuerdo?
La mujer negó con la cabeza.
- No, no… ¿Por quién me toma? – Miró a Mary alarmada.- Tiene una pistola,
Mary, querida. ¿Vas a dejar que se lleve nuestra _____? Podría ser un chiflado, un pervertido, un atracador de bancos…
- Es policía, señora Pryce. – la voz de _____ sonó como si perteneciera a otra persona. La expresión de la anciana era ahora de sorpresa.
- ¿Policía? ¿No es veterinario…- sus ojos se empequeñecieron hasta convertirse en dos pequeñas ranuras delgadas en mitad de su rostro.-… no es tu marido, _____?
- ¿Policía…?
Mary había rodeado con un brazo el hombro de su vecina, pero lo dejó caer al escuchar la confesión que tanto había temido.
- Es una larga historia, mamá. Pero prometo contártelo todo.
- Ya lo creo que lo harás, jovencita. Y en cuanto a usted…- apuntó con su dedo índice a Nick.- Ya veremos que tiene que decir al respecto.
Nick no replicó. Sabía muy bien lo que quería decir. Quería pedir perdón por sus mentiras y tranquilizar a la señora Baker y decirle que nunca más tendría que preocuparse por _____, porque él nunca permitiría que nadie le hiciera daño. Pero sobre todo, quería abrazar a _____, sentirla. Necesitaba hablar con ella. Esperó a que las dos mujeres se encerraran en la casa y se enfrentó a su mirada avergonzada.
- Siento lo de “Lily”.- comentó, refiriéndose al modo en que había desenfundado su arma delante de la señora Pryce y de Mary al creer que estaban en peligro.
- No lo sientas. Supongo que no puedes evitar querer disparar contra todo lo que se mueve.- contestó, con más sarcasmo del habitual.
- _____.
- Ya se. Sólo hacías tu trabajo.
Pero no era cierto. _____ era mucho más que eso. Aunque a juzgar por la forma en que le miraba, parecía que ella no quería volver a verle nunca. Supo que necesitaba algo que jugara en su favor, algo que le hiciera parecer un héroe a los ojos de _____ y que la hiciera confiar nuevamente en él.
- Tuve miedo de que Adams estuviera equivocado.- al ver que ella fruncía el ceño, añadió.- Iba a contártelo antes… Le tienen, _____.
- ¿Le tienen…?
- El asesino de Alex. Le han cogido.
- ¿Cómo… cuándo…?
- Bueno, creo que le tienen…
- ¿Crees?- los ojos de _____ se abrieron desmesuradamente - ¿Desde cuando lo sabes?
- Deja que te lo explique... No vas a creerlo…- Nick buscó en sus ojos alguna señal, algo que le dijera que _____ y él seguían siendo amigos.
- ¿En serio? Ponme a prueba, Nick. Puedo creer cualquier cosa viniendo de ti.
A Nick aquello le sonó bastante mal. Algo así como lo que uno le dice a alguien a quien jamás le confiaría el cuidado de sus peces mientras se va de vacaciones. Procuró no tomárselo en cuenta, dadas las circunstancias. Ella había perdido a su amiga, había sido obligada a abandonar su empleo, había regresado a su hogar con una historia increíble que ahora todos conocerían y quizá utilizaran para burlarse de ella. Definitivamente, _____ merecía un poco de paciencia si tenían todo eso en cuenta.
- Hablemos, _____.
Y la siguió, convencido de que aquella charla nunca inspiraría un poema. El juego había terminado.
- Lo haremos… Mientras preparas tu equipaje.
Nick se detuvo en seco al escucharla.
- ¿Mi equipaje? ¿Es que piensas quedarte?- lo preguntó con incredulidad, con espanto, con… En realidad se sintió como si ella, en lugar de permanecer en aquel lugar seguro y tranquilo, le comunicara que se lanzaba de cabeza a un pantano lleno de cocodrilos hambrientos. Comprendió que su reacción estaba siendo exagerada.
Carraspeó para aclararse la voz y también para aflojar en nudo que acaba de formarse en su garganta.- Quiero decir que… En fin, ya sabes. Creí que querías volver al trabajo…
- Y quiero hacerlo. Pero antes, necesito tomarme un respiro. Supongo que lo comprenderás.
- Claro.- titubeó. Sin duda, había mil excusas que podía inventar para convencerla, dada la práctica adquirida en los últimos días. Sin embargo, comprendió que ella necesitaba de verdad aquel respiro.- Haré todo lo posible para que los del Departamento no te molesten, _____.
- Gracias, Nick. Se que lo harás. Puedes quedarte hasta mañana. A mamá le encantará.
Había querido hacer un chiste, pero a Nick no le hizo gracia. La encantadora
_____ había perdido su buen humor. Y él también. Le dejó plantado en mitad del salón. Ni una palabra sobre lo sucedido entre ellos la noche anterior. Ni una mirada que le dijera que había significado algo más que una simple vía para desahogar su desconsuelo. Nada. Tal vez era mejor así. Tal vez… Maldita sea. No iba a engañarse. La idea le enfurecía. Por primera vez en su vida, deseaba desesperadamente formar parte de algo que no fuera su propia existencia solitaria. Aunque por otro lado, tenía que ser justo con _____. Al fin y al cabo, ¿qué podía ofrecerle alguien como él a una chica como _____? Era cabezota y egoísta. Le encantaba su trabajo y no estaba dispuesto a que ninguna mujer le dijera a qué hora tenía que regresar a casa y además… Dio media vuelta también. Aún no estaba todo perdido. Se marcharía al día siguiente. Eso eran unas cuantas horas de ventaja.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 27
Una cosa estaba clara. _____ era mucho más cabezota que él. Con diferencia. No le había dirigido la palabra desde el día anterior. Ni siquiera cuando él, pacientemente, había tenido que explicar a Mary los motivos de su presencia allí. _____ se había limitado a asentir en todo, obediente como nunca, exasperante. ¿Porqué no gritaba o le insultaba o simplemente le decía aquello de “ves, te dije que mi madre se pondría hecha una furia”? No. Claro que no. _____ pretendía volverle loco hasta el último minuto que pasaran juntos. Bien. Peor para ella si prefería comportarse como si en lugar de salvarle la vida, la hubiera destrozado. Tampoco es que él tuviera uno de sus mejores días.
Aceptó la taza de café que Mary le ofrecía. Llevaba un buen rato observándole en silencio, analizándole cuidadosamente. Sabía que no era santo de la devoción de la señora Baker, pero le pareció ver cierto atisbo de ternura en su rostro.
- _____ salió hace un buen rato, Nick.- comentó con sorprendente amabilidad.
- Lo se. Esperaba despedirme de ella antes de irme.
- Ya.- Mary encogió los hombros.- _____ odia las despedidas. Supongo que es mejor para los dos que se haya ido a ver los fuegos con David.
- Supongo que sí.- aceptó.
- Nick… Se que usted y yo no hemos sido precisamente amigos en estos días.
- Tenía sus motivos para desconfiar, Mary.- le dirigió una mirada que pretendía ser conciliadora.
- Sí. Una madre siempre quiere lo mejor para su hija.
- Es cierto. Al parecer, David Wilson es lo mejor en este caso.- lo había dicho con un toque de rabia contenida, pero a pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, Mary lo percibió. Nick añadió.- Espero que sean muy felices. _____ lo merece.
- Claro, aunque… Bueno, solo soy una vieja aburrida y chismosa, lo se…- clavó sus ojos en él.- Pero _____ nunca ha mirado a David como le miraba a usted.
Nick parpadeó, confuso.
- Ella… David es buen tipo. La hará feliz, Mary.
- Es posible. Pero fue usted quien le salvó la vida a mi niña.
Nick no supo si lo entendía bien. A grandes rasgos, le parecía que lo que ella intentaba decirle era que en el futuro, él sería una persona a la que recordaría con afecto. Supo que Mary no tenía otra manera de expresarle su gratitud. Y aunque la tuviera, supo que no lo haría. Era tan orgullosa y terca como _____.
- Puede que _____ y usted prefieran ahorrarse la despedida, señor Nick. Pero si cambia de opinión, la encontrará en la plaza que hay frente a la Iglesia. Allí se reúnen todos para los fuegos.- le palmeó la mano y se colocó su chal sobre los hombros para unirse con los demás en las celebraciones que se producían en la calle.
Sí. Allí estaba _____. Preciosa con su camiseta de tiros y sus vaqueros desgastados y su cabello ondeando al viento y… aquellas otras manos posadas en sus hombros como si realmente tuvieran derecho a estar allí. Tan radiante que daban ganas de arrancarla del lado de aquel tipo completamente inofensivo. Vaya. El tal David no había perdido el tiempo. El día anterior, ella era una mujer felizmente casada y ahora… Está bien, puede que solo hubiera sido una farsa, pero ella podía haber esperado un poco antes de lanzarse en los brazos de su romeo de la adolescencia. Contó hasta diez y se acercó hasta ellos. No se le escapó el modo en que Wilson rodeaba la cintura de _____ al verle llegar. Ella se volvió con lentitud hacia él.
- Nick… Creí que ya te habías ido.- dijo en voz baja, evitando mirarle a los ojos.
- Quería decirte adiós.- le buscó la mirada sin éxito. Miró a Wilson, mientras tiraba de la mano de _____ para llevarla a un lugar más íntimo.- ¿Nos disculpas, Wilson?
_____ no discutió. Dejó que él la guiara hasta el lugar más oscuro de la plaza, lejos de los demás. En el cielo, los fuegos habían comenzado a estallar y uno de ellos, iluminó las caras de ambos. _____ sonrió. “Gracias a Dios”, pensó Nick. Una sonrisa.
Era una buena señal. Después del miedo, la tensión y la tristeza, era todo un triunfo.
- Parece que aquí nos separamos.- comentó.
- Eso parece. Por fin te libras de mí, Nick.
- _____…
- Bien. Querías decirme adiós.- extendió su mano hacia él y esperó a que el hombre la estrechara.- Adiós, Nick.
Nick sintió sus dedos pequeños entre los suyos. Se le secó la boca a causa de la emoción y se sintió más estúpido que nunca.
- _____, yo… La otra noche…- tartamudeó contra su voluntad.
- No pasa nada, Nick.- otra sonrisa. Diabólica _____ que sonreía a la luna.- Todas las chicas se sienten atraídas por el hombre que las protege del maníaco que las intenta asesinar. ¿Acaso no viste aquella película, “El Guardaespaldas”?
“Eso es, _____”, frivoliza sobre el tema. Así podrás contener las lágrimas cuando le veas subirse en su coche y desaparecer. _____ trató de ignorar el contacto de aquella mano fuerte sobre la suya. No la había soltado. Tiró levemente de ella, pero Nick no dejó que rompiera la caricia.
-¿Seguro que estarás bien sin mí?
_____ estuvo a punto de echarse a reír al escucharle. ¿Bien? Según como lo mirase. Si consideraba estar bien pasarse los próximos cincuenta años de su vida soñando con un tipo con mal genio y pistola, viendo la reposición de Hill Street Blues donde todos los actores que hacían de policía tendrían la cara de Nick, acompañada de su gato… Sí, en ese caso estaría bien.
- Estaré bien, Nick.
Un estallido seco sobre sus cabezas hizo que Nick la atrajera contra su cuerpo.
Nunca había llegado a acostumbrarse a aquello de los fuegos artificiales. Pero agradeció que el sobresalto que le producía su sonido, tan similar a la de un arma al dispararse, la acercara a él. Contempló en silencio la expresión de _____. Serena, triste… ¿Feliz porque todo hubiera terminado? ¿Feliz porque él saliera al fin de su vida? ¿Feliz en cualquier caso, mientras él se sentía absolutamente hecho pedazos? Sintió deseos de besarla. Una vez. Un beso de amigos. De buenos amigos. De la clase de amigos que no se rompen el corazón aunque estén lejos el uno del otro…
- Gracias, Nick.
El frunció el ceño.
- Por cuidar de mí. Nunca te olvidaré, Nick Jonas.- le besó en la mejilla, suavemente, dulcemente… Oh, querida _____… Solo ella sabía besar de aquella manera que, siendo angelical, le hacía arder como si estuviera a punto de explosionar. Tampoco él la olvidaría. Apretó los puños con fuerza mientras observaba como ella se reunía con Wilson y disfrutaban juntos de los fuegos artificiales. Bien. Eso estaba bien. Se alegraba de que _____ hubiera encontrado al fin al hombre de su vida. Estaba muy bien. Y se alegraba mucho por ella. Pero no había ninguna ley que le obligara a quedarse a verlo. Así que montó en su coche y salió a toda prisa de allí.
Una cosa estaba clara. _____ era mucho más cabezota que él. Con diferencia. No le había dirigido la palabra desde el día anterior. Ni siquiera cuando él, pacientemente, había tenido que explicar a Mary los motivos de su presencia allí. _____ se había limitado a asentir en todo, obediente como nunca, exasperante. ¿Porqué no gritaba o le insultaba o simplemente le decía aquello de “ves, te dije que mi madre se pondría hecha una furia”? No. Claro que no. _____ pretendía volverle loco hasta el último minuto que pasaran juntos. Bien. Peor para ella si prefería comportarse como si en lugar de salvarle la vida, la hubiera destrozado. Tampoco es que él tuviera uno de sus mejores días.
Aceptó la taza de café que Mary le ofrecía. Llevaba un buen rato observándole en silencio, analizándole cuidadosamente. Sabía que no era santo de la devoción de la señora Baker, pero le pareció ver cierto atisbo de ternura en su rostro.
- _____ salió hace un buen rato, Nick.- comentó con sorprendente amabilidad.
- Lo se. Esperaba despedirme de ella antes de irme.
- Ya.- Mary encogió los hombros.- _____ odia las despedidas. Supongo que es mejor para los dos que se haya ido a ver los fuegos con David.
- Supongo que sí.- aceptó.
- Nick… Se que usted y yo no hemos sido precisamente amigos en estos días.
- Tenía sus motivos para desconfiar, Mary.- le dirigió una mirada que pretendía ser conciliadora.
- Sí. Una madre siempre quiere lo mejor para su hija.
- Es cierto. Al parecer, David Wilson es lo mejor en este caso.- lo había dicho con un toque de rabia contenida, pero a pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, Mary lo percibió. Nick añadió.- Espero que sean muy felices. _____ lo merece.
- Claro, aunque… Bueno, solo soy una vieja aburrida y chismosa, lo se…- clavó sus ojos en él.- Pero _____ nunca ha mirado a David como le miraba a usted.
Nick parpadeó, confuso.
- Ella… David es buen tipo. La hará feliz, Mary.
- Es posible. Pero fue usted quien le salvó la vida a mi niña.
Nick no supo si lo entendía bien. A grandes rasgos, le parecía que lo que ella intentaba decirle era que en el futuro, él sería una persona a la que recordaría con afecto. Supo que Mary no tenía otra manera de expresarle su gratitud. Y aunque la tuviera, supo que no lo haría. Era tan orgullosa y terca como _____.
- Puede que _____ y usted prefieran ahorrarse la despedida, señor Nick. Pero si cambia de opinión, la encontrará en la plaza que hay frente a la Iglesia. Allí se reúnen todos para los fuegos.- le palmeó la mano y se colocó su chal sobre los hombros para unirse con los demás en las celebraciones que se producían en la calle.
Sí. Allí estaba _____. Preciosa con su camiseta de tiros y sus vaqueros desgastados y su cabello ondeando al viento y… aquellas otras manos posadas en sus hombros como si realmente tuvieran derecho a estar allí. Tan radiante que daban ganas de arrancarla del lado de aquel tipo completamente inofensivo. Vaya. El tal David no había perdido el tiempo. El día anterior, ella era una mujer felizmente casada y ahora… Está bien, puede que solo hubiera sido una farsa, pero ella podía haber esperado un poco antes de lanzarse en los brazos de su romeo de la adolescencia. Contó hasta diez y se acercó hasta ellos. No se le escapó el modo en que Wilson rodeaba la cintura de _____ al verle llegar. Ella se volvió con lentitud hacia él.
- Nick… Creí que ya te habías ido.- dijo en voz baja, evitando mirarle a los ojos.
- Quería decirte adiós.- le buscó la mirada sin éxito. Miró a Wilson, mientras tiraba de la mano de _____ para llevarla a un lugar más íntimo.- ¿Nos disculpas, Wilson?
_____ no discutió. Dejó que él la guiara hasta el lugar más oscuro de la plaza, lejos de los demás. En el cielo, los fuegos habían comenzado a estallar y uno de ellos, iluminó las caras de ambos. _____ sonrió. “Gracias a Dios”, pensó Nick. Una sonrisa.
Era una buena señal. Después del miedo, la tensión y la tristeza, era todo un triunfo.
- Parece que aquí nos separamos.- comentó.
- Eso parece. Por fin te libras de mí, Nick.
- _____…
- Bien. Querías decirme adiós.- extendió su mano hacia él y esperó a que el hombre la estrechara.- Adiós, Nick.
Nick sintió sus dedos pequeños entre los suyos. Se le secó la boca a causa de la emoción y se sintió más estúpido que nunca.
- _____, yo… La otra noche…- tartamudeó contra su voluntad.
- No pasa nada, Nick.- otra sonrisa. Diabólica _____ que sonreía a la luna.- Todas las chicas se sienten atraídas por el hombre que las protege del maníaco que las intenta asesinar. ¿Acaso no viste aquella película, “El Guardaespaldas”?
“Eso es, _____”, frivoliza sobre el tema. Así podrás contener las lágrimas cuando le veas subirse en su coche y desaparecer. _____ trató de ignorar el contacto de aquella mano fuerte sobre la suya. No la había soltado. Tiró levemente de ella, pero Nick no dejó que rompiera la caricia.
-¿Seguro que estarás bien sin mí?
_____ estuvo a punto de echarse a reír al escucharle. ¿Bien? Según como lo mirase. Si consideraba estar bien pasarse los próximos cincuenta años de su vida soñando con un tipo con mal genio y pistola, viendo la reposición de Hill Street Blues donde todos los actores que hacían de policía tendrían la cara de Nick, acompañada de su gato… Sí, en ese caso estaría bien.
- Estaré bien, Nick.
Un estallido seco sobre sus cabezas hizo que Nick la atrajera contra su cuerpo.
Nunca había llegado a acostumbrarse a aquello de los fuegos artificiales. Pero agradeció que el sobresalto que le producía su sonido, tan similar a la de un arma al dispararse, la acercara a él. Contempló en silencio la expresión de _____. Serena, triste… ¿Feliz porque todo hubiera terminado? ¿Feliz porque él saliera al fin de su vida? ¿Feliz en cualquier caso, mientras él se sentía absolutamente hecho pedazos? Sintió deseos de besarla. Una vez. Un beso de amigos. De buenos amigos. De la clase de amigos que no se rompen el corazón aunque estén lejos el uno del otro…
- Gracias, Nick.
El frunció el ceño.
- Por cuidar de mí. Nunca te olvidaré, Nick Jonas.- le besó en la mejilla, suavemente, dulcemente… Oh, querida _____… Solo ella sabía besar de aquella manera que, siendo angelical, le hacía arder como si estuviera a punto de explosionar. Tampoco él la olvidaría. Apretó los puños con fuerza mientras observaba como ella se reunía con Wilson y disfrutaban juntos de los fuegos artificiales. Bien. Eso estaba bien. Se alegraba de que _____ hubiera encontrado al fin al hombre de su vida. Estaba muy bien. Y se alegraba mucho por ella. Pero no había ninguna ley que le obligara a quedarse a verlo. Así que montó en su coche y salió a toda prisa de allí.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 28
_____ revisó cuidadosamente su taquilla. Suspiró, recordando su primer día en
L’Antino. “No te dejes avasallar”, le había dicho Alex, “No permitas que esa bruja de Delta te haga sentir insignificante”. Qué ironía. Porque así es como se sentía. Y
Delta no tenía nada que ver con eso. Ella misma había decidido dejar el empleo en L’Antino. Demasiados malos recuerdos para quedarse. Observó con desgana el cheque que le habían entregado en Personal hacía menos de media hora. No era mucho, pero al menos, podría mantenerse hasta que encontrara un nuevo empleo. No quería recurrir a mamá, aunque sabía que podía contar con ella si lo necesitaba. Y además, tenía que trasladarse de apartamento cuanto antes. Ahora que no estaba Alex, ya no podía permitirse pagar el alquiler de uno tan costoso. Y no podía seguir allí, viendo la cara de Alex en cada esquina. Cerró la puerta de la taquilla con lentitud, con la sensación de que al hacerlo, cerraba un episodio de su vida. Por desgracia, algunas personas no conocían el significado de la palabra discreción. De hecho, algunas como Delta McKendrie disfrutaban metiendo sus narices en los asuntos y las penas ajenos. _____ terminó de pasar la llave a la cerradura y la saludó con falsa cortesía. Después de todo, tampoco era imprescindible que se mostrara desagradable el último día.
- No tenías que esperarme, Delta. Puedes estar tranquila, pensaba entregarle la llave a Dennis al terminar.- aunque no quería parecer grosera, lo estaba siendo. Pero no le importó. Se trataba de Delta y por supuesto, no iba a comenzar a medir sus palabras ahora que por fin ella lograba demostrar lo que siempre había querido: que _____ no era nadie y que salía de allí del mismo modo que había entrado, sin hacer ruido, sin que a nadie le importara.
- Finalmente, conseguiste lo que querías, ¿no?- el tono de Delta era despectivo. Ni siquiera había mirado la llave que _____ le mostraba.
- No se a qué te refieres.
- ¿No lo sabes?- Delta se interpuso entre _____ y la puerta.- A mí no me engañas con esa cara de mosca muerta. ¿Vas a decirme que no es esto lo que querías?
Todo el tiempo supe que eras una maldita oportunista… Y esa historia de tu amiguita y ese imbécil de Kevin Miller y ese maníaco asesino… Estarás contenta, ¿no? Todo el mundo siente pena por ti. Estás justo donde querías, ¿no es cierto? En la cima. Menuda farsante estás hecha.
- Déjame salir, Delta.- _____ se mostró calmada, a pesar de que tenía ganas de hacer tragar a Delta cada una de sus palabras. Sin duda, algunas noticias corrían como la pólvora por allí.- Lamento desilusionarte, Delta. Pero tus fuentes te han informado mal esta vez.
- ¿En serio?
- En serio.- _____ la apartó, sosteniéndole la mirada cuando ella pareció a punto de volver a interponerse en su camino.
- ¿No has aceptado el trabajo?
_____ sabía a qué se refería. Delta quería un motivo más para tenerle manía, pero _____ ya había decidido que no le daría el placer. Negó con un movimiento de cabeza.
- ¿Has rechazado un puesto como ese… mi puesto?- preguntó Delta con expresión de incredulidad.
- Delta… Yo nunca podría sustituirte, ¿no lo sabes?- _____ le lanzó una mirada compasiva que la otra mujer correspondió con una cargada de veneno. _____ sonrió, esta vez de mejor humor. Había cosas que no cambiaban con el tiempo. Añadió.- Por suerte, nunca podría ser como tú.
- ¿Es un piropo, querida?- la voz de Delta sonó estridente a causa de la rabia.
- Es un hecho… Querida.- _____ pasó junto a ella, contoneándose como una de las modelos que Delta estaba acostumbrada a vestir tan elegantemente. Ignoró las murmuraciones a sus espaldas y se inclinó sobre el mostrador de Dennis. Era un buen tipo ese Dennis. Siempre había esperado a que ella recogiera sus cosas antes de apagar las luces. Le miró, aleteando las pestañas como cuando ambos fingían que eran estrellas del mundo de la moda y desfilaban hasta la puerta. Después, colocó ambas manos boca abajo, con los puños cerrados. El le tocó los nudillos de una mano y _____ extendió la palma abierta hacia él. Dennis cogió la llave y la miró con tristeza.
- Entonces, es cierto que te vas.- comentó en el mismo tono.
- Ajá.
- ¿Y qué piensas hacer?
- Oh, ya me conoces…- _____ agitó las manos en el aire teatralmente.- Tengo un par de ofertas. Ya sabes, nada importante… La Casa Blanca quiere que me haga cargo del vestuario de la Primera Dama. Pero no se si ella estará a mi altura, ya me entiendes.
- Claro. Ahora eres una persona importante.- bromeó Dennis.
- Eso es. No todos los días intentan volarle la cabeza a una.- le guiñó un ojo con picardía, antes de besarle en la frente.- Te echaré de menos. Cuídate, ¿quieres?
- Lo mismo digo, preciosa.
_____ abandonó el edificio, sintiendo inmediatamente una gran sensación de alivio. Bien. El primer día de su nueva vida acababa de comenzar.
_____ revisó cuidadosamente su taquilla. Suspiró, recordando su primer día en
L’Antino. “No te dejes avasallar”, le había dicho Alex, “No permitas que esa bruja de Delta te haga sentir insignificante”. Qué ironía. Porque así es como se sentía. Y
Delta no tenía nada que ver con eso. Ella misma había decidido dejar el empleo en L’Antino. Demasiados malos recuerdos para quedarse. Observó con desgana el cheque que le habían entregado en Personal hacía menos de media hora. No era mucho, pero al menos, podría mantenerse hasta que encontrara un nuevo empleo. No quería recurrir a mamá, aunque sabía que podía contar con ella si lo necesitaba. Y además, tenía que trasladarse de apartamento cuanto antes. Ahora que no estaba Alex, ya no podía permitirse pagar el alquiler de uno tan costoso. Y no podía seguir allí, viendo la cara de Alex en cada esquina. Cerró la puerta de la taquilla con lentitud, con la sensación de que al hacerlo, cerraba un episodio de su vida. Por desgracia, algunas personas no conocían el significado de la palabra discreción. De hecho, algunas como Delta McKendrie disfrutaban metiendo sus narices en los asuntos y las penas ajenos. _____ terminó de pasar la llave a la cerradura y la saludó con falsa cortesía. Después de todo, tampoco era imprescindible que se mostrara desagradable el último día.
- No tenías que esperarme, Delta. Puedes estar tranquila, pensaba entregarle la llave a Dennis al terminar.- aunque no quería parecer grosera, lo estaba siendo. Pero no le importó. Se trataba de Delta y por supuesto, no iba a comenzar a medir sus palabras ahora que por fin ella lograba demostrar lo que siempre había querido: que _____ no era nadie y que salía de allí del mismo modo que había entrado, sin hacer ruido, sin que a nadie le importara.
- Finalmente, conseguiste lo que querías, ¿no?- el tono de Delta era despectivo. Ni siquiera había mirado la llave que _____ le mostraba.
- No se a qué te refieres.
- ¿No lo sabes?- Delta se interpuso entre _____ y la puerta.- A mí no me engañas con esa cara de mosca muerta. ¿Vas a decirme que no es esto lo que querías?
Todo el tiempo supe que eras una maldita oportunista… Y esa historia de tu amiguita y ese imbécil de Kevin Miller y ese maníaco asesino… Estarás contenta, ¿no? Todo el mundo siente pena por ti. Estás justo donde querías, ¿no es cierto? En la cima. Menuda farsante estás hecha.
- Déjame salir, Delta.- _____ se mostró calmada, a pesar de que tenía ganas de hacer tragar a Delta cada una de sus palabras. Sin duda, algunas noticias corrían como la pólvora por allí.- Lamento desilusionarte, Delta. Pero tus fuentes te han informado mal esta vez.
- ¿En serio?
- En serio.- _____ la apartó, sosteniéndole la mirada cuando ella pareció a punto de volver a interponerse en su camino.
- ¿No has aceptado el trabajo?
_____ sabía a qué se refería. Delta quería un motivo más para tenerle manía, pero _____ ya había decidido que no le daría el placer. Negó con un movimiento de cabeza.
- ¿Has rechazado un puesto como ese… mi puesto?- preguntó Delta con expresión de incredulidad.
- Delta… Yo nunca podría sustituirte, ¿no lo sabes?- _____ le lanzó una mirada compasiva que la otra mujer correspondió con una cargada de veneno. _____ sonrió, esta vez de mejor humor. Había cosas que no cambiaban con el tiempo. Añadió.- Por suerte, nunca podría ser como tú.
- ¿Es un piropo, querida?- la voz de Delta sonó estridente a causa de la rabia.
- Es un hecho… Querida.- _____ pasó junto a ella, contoneándose como una de las modelos que Delta estaba acostumbrada a vestir tan elegantemente. Ignoró las murmuraciones a sus espaldas y se inclinó sobre el mostrador de Dennis. Era un buen tipo ese Dennis. Siempre había esperado a que ella recogiera sus cosas antes de apagar las luces. Le miró, aleteando las pestañas como cuando ambos fingían que eran estrellas del mundo de la moda y desfilaban hasta la puerta. Después, colocó ambas manos boca abajo, con los puños cerrados. El le tocó los nudillos de una mano y _____ extendió la palma abierta hacia él. Dennis cogió la llave y la miró con tristeza.
- Entonces, es cierto que te vas.- comentó en el mismo tono.
- Ajá.
- ¿Y qué piensas hacer?
- Oh, ya me conoces…- _____ agitó las manos en el aire teatralmente.- Tengo un par de ofertas. Ya sabes, nada importante… La Casa Blanca quiere que me haga cargo del vestuario de la Primera Dama. Pero no se si ella estará a mi altura, ya me entiendes.
- Claro. Ahora eres una persona importante.- bromeó Dennis.
- Eso es. No todos los días intentan volarle la cabeza a una.- le guiñó un ojo con picardía, antes de besarle en la frente.- Te echaré de menos. Cuídate, ¿quieres?
- Lo mismo digo, preciosa.
_____ abandonó el edificio, sintiendo inmediatamente una gran sensación de alivio. Bien. El primer día de su nueva vida acababa de comenzar.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 29
Nick escuchó atentamente lo que Adams decía. Le estaba costando un esfuerzo sobrehumano no explotar y comenzar a golpear todo lo que se le pusiera por delante. Echó un vistazo a través de la cristalera y sonrió con aparente calma a los dos hombres que le observaban al otro lado. El detective Straton y el detective Palestra. Trataría de recordar sus nombres en el futuro… si es que seguía en el departamento para entonces.
- ¿Y bien, Nick, has escuchado una palabra de lo que he dicho?- Adams se mostró cauteloso. Sabía que aquella tranquilidad de Nick no auguraba nada bueno.- ¿Nick?
El hizo tamborilear los dedos sobre la mesa, se rascó el mentón y se atusó el cabello. Todo en una secuencia perfecta que haría creer a cualquiera que no conociera a Nick Jonas, que estaba sosegado. Después, se inclinó frente a Adams y clavó sus ojos fríos como el acero en la cara sudorosa de su amigo.
- A ver si lo he entendido…- pronunció cada palabra arrastrándola peligrosamente.- ¿Intentas decirme que esos dos idiotas de ahí afuera, detuvieron a la persona equivocada e hicieron que la prensa divulgara la noticia de que habían capturado al asesino de Miller y Alex Hudson? ¿Es eso, Adams? ¿Dejaste que _____ regresara después que esos memos metieron la pata hasta el cuello?
- No, Nick. Sabes que te lo hubiera dicho de haberlo sabido.- replicó Adams, secándose el sudor con un pañuelo descolorido.- Straton y Palestra vinieron a verme hace un rato y me informaron que habían puesto en libertad al tipo por falta de pruebas.
Te he avisado lo antes posible, amigo.
- ¿Cómo pudieron cometer un error así?- Nick se pasó la mano nuevamente por el cabello, furioso y preocupado. En realidad, aterrorizado por las cosas que le estaba pasando por la cabeza en esos instantes.
- El tipo era un mendigo que merodeaba por la zona donde encontraron el cadáver de la chica. Al parecer, la encontró antes que los chicos que dieron la alarma, pero tuvo miedo de avisar a la policía. Le robó la cartera y unos pendientes y la dejó allí. Otro mendigo le denunció después que pelearan por una botella de licor.- Adams engulló un par de pastillas para la tensión arterial.- Y aún hay más, Nick. Pero esto no es oficial, así que nunca te lo he contado, ¿de acuerdo?
Nick asintió.
- Tenemos una pista que puede ser importante… Sobre el verdadero asesino.- bajó la voz antes de continuar.- Al parecer, existen pruebas bastante contundentes que relacionan a una persona en el lugar de ambos crímenes.
- ¿Tienes un nombre, Adams?
- Nick… Creemos que hay alguien que tenía suficientes motivos para querer acabar con L’Antino y con cualquier mujer que pudiera estar relacionada con ese fantoche. Y por Dios que espero que estemos equivocados, porque… Diablos, Nick. Esa persona es... Demonios, es Claire Evans.
Nick parpadeó, asimilando la información con tanta rapidez como le permitía la sorpresa.
- ¿Hablas en serio? ¿La esposa del Alcalde?
- Tenemos que andar con pies de plomo, Nick. No podemos actuar hasta que tengamos la plena certeza de que se trata de ella.
- ¿Qué…? Oh, no… Ya veo cual es la jugada.- Echó otra ojeada a los hombres tras la cristalera.- Ni pensarlo… Ni lo sueñes, Adams.
- No sé…
- ¡Oh, vamos, no me vengas con esas!- Nick golpeó la mesa con un sonoro puñetazo.- ¿Crees que soy idiota? Tú y esa pareja de inútiles queréis utilizar a _____ como cebo, ¿no es así? Esperarás a que esa chiflada millonaria vuelva a intentarlo contra ella y entonces, tendréis vuestra fantástica prueba para atraparla… ¡Solo que quizá _____ tenga que celebrarlo en el depósito de cadáveres!
- Te doy mi palabra de que no es así, Nick.
- ¡Mierda! Ojalá hubiera retenido a _____ donde estaba…
- Nick, no es lo que crees. Por todos los Santos, razona, hombre…- Adams le ofreció un caramelo y Nick le dirigió una mirada helada como respuesta.- Venga, Nick.
No dramatices. Al fin y al cabo, ella está bien.
- No gracias a nosotros.- replicó.
- No tienes que echarte la culpa por todo, Nick… Se como te sientes. Es por
Rosie, ¿no es eso? Crees que pasará lo mismo que sucedió con ella.
- Oh, déjalo ya, ¿vale?- bramó Nick.- ¿En serio crees que _____ se parece lo más mínimo a Rosie Morales? Te diré algo, Adams. Hace mucho tiempo que superé lo de Rosie, en realidad. Porque, ¿sabes una cosa, capitán? Se muy bien que no fue culpa mía. Rosie era una buena chica que se metió en líos. Traté de ayudarla. Ella era joven y bonita y tal vez no fui lo buen policía que debí ser. Pero no tuve la culpa. Eso es algo que ya he aceptado. Sin embargo, _____… Bueno, no se como explicártelo. Pero ella es diferente, ¿sabes?
Adams se estiró con cansancio en su butaca.
- Está bien, Nick. Dime qué quieres hacer. Lo haremos a tu manera.
- Quiero que le digas a esos dos…- las palabras le salían atropelladamente a causa de la furia. Señaló con el índice a los hombres y estos se apartaron de la cristalera como si el dedo de Nick fuera una pistola peligrosamente cargada.- Que le digas a esos dos que se aparten de mi camino. Y quiero que envíes una patrulla de vigilancia ahora mismo al apartamento de _____. Quiero que tengan los ojos bien abiertos hasta que yo llegue, ¿comprendido?
- Lo haría encantado, Nick. Pero hay un pequeño problema.- Le entregó el expediente de _____ y Nick le miró sin comprender.- _____ Baker se ha despedido de L’Antino. Le ofrecieron un puesto mejor y un aumento de sueldo, pero lo rechazó. También ha abandonado el apartamento que compartía con Alex Hudson. Y hemos llamado a su madre por si había regresado a ese pueblo…
- San Jorge.- le interrumpió impaciente.
- Eso es. Pero la señora Baker es bastante cabezota, ¿sabes? Dice que no hablará con nadie excepto con el detective Nick. Ese eres tú, ¿no?
- Dame el número…
Nick lo marcó, tan nervioso que los dedos le temblaban al pulsar los números.
Esperó unos segundos y fingió tranquilidad al escuchar la voz de Mary al otro lado.
- ¿Mary? Nick Jonas.
- ¡Nick, Gracias a Dios!
Después de varios minutos en los que tuvo que jurar por su vida que le devolvería a _____ sana y salva, Mary le proporcionó la nueva dirección de _____ en la ciudad. Nick se despidió con palabras alentadoras y prometió que la llamaría en un par de horas, mientras alargaba la nota con la dirección hasta Adams.
- Ya puedes enviar esa patrulla.- no esperó que respondiera. Salió como alma que lleva al Diablo y al tropezar con los detectives, apretó los labios. Los dos estaban charlando animadamente sobre el partido de béisbol de la noche anterior. Por un momento, Nick tuvo ganas de emprenderla a patadas con ellos. Allí estaban, como si nada… No parecía que el hecho de haber puesto en peligro la vida de _____ les quitara el sueño.
- Ey, Nick… ¿Aún sigues haciendo de niñera a esa costurera?
De acuerdo. Puede que solo fuera una broma de mal gusto. Nick lo pensó, tal vez se había pasado de la raya. A lo mejor no tenía que haber respondido de aquella manera. De verdad que lo pensó… mucho después, mientras se limpiaba de los nudillos la sangre de la nariz de aquel estúpido. Observó como seguían sangrando al apretar los dedos sobre el volante. Pero no le importó. En aquel momento, solo podía pensar en una cosa. Y era llegar cuanto antes al nuevo apartamento de _____.
Nick escuchó atentamente lo que Adams decía. Le estaba costando un esfuerzo sobrehumano no explotar y comenzar a golpear todo lo que se le pusiera por delante. Echó un vistazo a través de la cristalera y sonrió con aparente calma a los dos hombres que le observaban al otro lado. El detective Straton y el detective Palestra. Trataría de recordar sus nombres en el futuro… si es que seguía en el departamento para entonces.
- ¿Y bien, Nick, has escuchado una palabra de lo que he dicho?- Adams se mostró cauteloso. Sabía que aquella tranquilidad de Nick no auguraba nada bueno.- ¿Nick?
El hizo tamborilear los dedos sobre la mesa, se rascó el mentón y se atusó el cabello. Todo en una secuencia perfecta que haría creer a cualquiera que no conociera a Nick Jonas, que estaba sosegado. Después, se inclinó frente a Adams y clavó sus ojos fríos como el acero en la cara sudorosa de su amigo.
- A ver si lo he entendido…- pronunció cada palabra arrastrándola peligrosamente.- ¿Intentas decirme que esos dos idiotas de ahí afuera, detuvieron a la persona equivocada e hicieron que la prensa divulgara la noticia de que habían capturado al asesino de Miller y Alex Hudson? ¿Es eso, Adams? ¿Dejaste que _____ regresara después que esos memos metieron la pata hasta el cuello?
- No, Nick. Sabes que te lo hubiera dicho de haberlo sabido.- replicó Adams, secándose el sudor con un pañuelo descolorido.- Straton y Palestra vinieron a verme hace un rato y me informaron que habían puesto en libertad al tipo por falta de pruebas.
Te he avisado lo antes posible, amigo.
- ¿Cómo pudieron cometer un error así?- Nick se pasó la mano nuevamente por el cabello, furioso y preocupado. En realidad, aterrorizado por las cosas que le estaba pasando por la cabeza en esos instantes.
- El tipo era un mendigo que merodeaba por la zona donde encontraron el cadáver de la chica. Al parecer, la encontró antes que los chicos que dieron la alarma, pero tuvo miedo de avisar a la policía. Le robó la cartera y unos pendientes y la dejó allí. Otro mendigo le denunció después que pelearan por una botella de licor.- Adams engulló un par de pastillas para la tensión arterial.- Y aún hay más, Nick. Pero esto no es oficial, así que nunca te lo he contado, ¿de acuerdo?
Nick asintió.
- Tenemos una pista que puede ser importante… Sobre el verdadero asesino.- bajó la voz antes de continuar.- Al parecer, existen pruebas bastante contundentes que relacionan a una persona en el lugar de ambos crímenes.
- ¿Tienes un nombre, Adams?
- Nick… Creemos que hay alguien que tenía suficientes motivos para querer acabar con L’Antino y con cualquier mujer que pudiera estar relacionada con ese fantoche. Y por Dios que espero que estemos equivocados, porque… Diablos, Nick. Esa persona es... Demonios, es Claire Evans.
Nick parpadeó, asimilando la información con tanta rapidez como le permitía la sorpresa.
- ¿Hablas en serio? ¿La esposa del Alcalde?
- Tenemos que andar con pies de plomo, Nick. No podemos actuar hasta que tengamos la plena certeza de que se trata de ella.
- ¿Qué…? Oh, no… Ya veo cual es la jugada.- Echó otra ojeada a los hombres tras la cristalera.- Ni pensarlo… Ni lo sueñes, Adams.
- No sé…
- ¡Oh, vamos, no me vengas con esas!- Nick golpeó la mesa con un sonoro puñetazo.- ¿Crees que soy idiota? Tú y esa pareja de inútiles queréis utilizar a _____ como cebo, ¿no es así? Esperarás a que esa chiflada millonaria vuelva a intentarlo contra ella y entonces, tendréis vuestra fantástica prueba para atraparla… ¡Solo que quizá _____ tenga que celebrarlo en el depósito de cadáveres!
- Te doy mi palabra de que no es así, Nick.
- ¡Mierda! Ojalá hubiera retenido a _____ donde estaba…
- Nick, no es lo que crees. Por todos los Santos, razona, hombre…- Adams le ofreció un caramelo y Nick le dirigió una mirada helada como respuesta.- Venga, Nick.
No dramatices. Al fin y al cabo, ella está bien.
- No gracias a nosotros.- replicó.
- No tienes que echarte la culpa por todo, Nick… Se como te sientes. Es por
Rosie, ¿no es eso? Crees que pasará lo mismo que sucedió con ella.
- Oh, déjalo ya, ¿vale?- bramó Nick.- ¿En serio crees que _____ se parece lo más mínimo a Rosie Morales? Te diré algo, Adams. Hace mucho tiempo que superé lo de Rosie, en realidad. Porque, ¿sabes una cosa, capitán? Se muy bien que no fue culpa mía. Rosie era una buena chica que se metió en líos. Traté de ayudarla. Ella era joven y bonita y tal vez no fui lo buen policía que debí ser. Pero no tuve la culpa. Eso es algo que ya he aceptado. Sin embargo, _____… Bueno, no se como explicártelo. Pero ella es diferente, ¿sabes?
Adams se estiró con cansancio en su butaca.
- Está bien, Nick. Dime qué quieres hacer. Lo haremos a tu manera.
- Quiero que le digas a esos dos…- las palabras le salían atropelladamente a causa de la furia. Señaló con el índice a los hombres y estos se apartaron de la cristalera como si el dedo de Nick fuera una pistola peligrosamente cargada.- Que le digas a esos dos que se aparten de mi camino. Y quiero que envíes una patrulla de vigilancia ahora mismo al apartamento de _____. Quiero que tengan los ojos bien abiertos hasta que yo llegue, ¿comprendido?
- Lo haría encantado, Nick. Pero hay un pequeño problema.- Le entregó el expediente de _____ y Nick le miró sin comprender.- _____ Baker se ha despedido de L’Antino. Le ofrecieron un puesto mejor y un aumento de sueldo, pero lo rechazó. También ha abandonado el apartamento que compartía con Alex Hudson. Y hemos llamado a su madre por si había regresado a ese pueblo…
- San Jorge.- le interrumpió impaciente.
- Eso es. Pero la señora Baker es bastante cabezota, ¿sabes? Dice que no hablará con nadie excepto con el detective Nick. Ese eres tú, ¿no?
- Dame el número…
Nick lo marcó, tan nervioso que los dedos le temblaban al pulsar los números.
Esperó unos segundos y fingió tranquilidad al escuchar la voz de Mary al otro lado.
- ¿Mary? Nick Jonas.
- ¡Nick, Gracias a Dios!
Después de varios minutos en los que tuvo que jurar por su vida que le devolvería a _____ sana y salva, Mary le proporcionó la nueva dirección de _____ en la ciudad. Nick se despidió con palabras alentadoras y prometió que la llamaría en un par de horas, mientras alargaba la nota con la dirección hasta Adams.
- Ya puedes enviar esa patrulla.- no esperó que respondiera. Salió como alma que lleva al Diablo y al tropezar con los detectives, apretó los labios. Los dos estaban charlando animadamente sobre el partido de béisbol de la noche anterior. Por un momento, Nick tuvo ganas de emprenderla a patadas con ellos. Allí estaban, como si nada… No parecía que el hecho de haber puesto en peligro la vida de _____ les quitara el sueño.
- Ey, Nick… ¿Aún sigues haciendo de niñera a esa costurera?
De acuerdo. Puede que solo fuera una broma de mal gusto. Nick lo pensó, tal vez se había pasado de la raya. A lo mejor no tenía que haber respondido de aquella manera. De verdad que lo pensó… mucho después, mientras se limpiaba de los nudillos la sangre de la nariz de aquel estúpido. Observó como seguían sangrando al apretar los dedos sobre el volante. Pero no le importó. En aquel momento, solo podía pensar en una cosa. Y era llegar cuanto antes al nuevo apartamento de _____.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 30
_____ acarició el lomo del gato mientras cambiaba el canal de la televisión con expresión de aburrimiento. El animal ronroneó mimosamente y ella, en respuesta, le palmeó la cabeza.
- ¿Quieres un poco?- _____ dejó que “Minino” olisqueara su plato de huevos revueltos y al ver que apartaba enseguida el hocico, sonrió y depositó la bandeja sobre la caja que le hacía de mesa. Por lo que le costaba el alquiler, no había podido conseguir ningún piso mejor que aquél. El que no estuviera amueblado era un inconveniente, de acuerdo. Pero al menos su casero no había puesto objeciones a que se trajera a “Minino” consigo. Y aquel sofá de segunda mano había sido una auténtica ganga. Se recostó en él y el gato subió sobre sus muslos y se acurrucó contra ella.
- Otra vez juntos y solos, ¿qué te parece?
Por supuesto, el animal no contestó.
- Oye, para ser mi único amigo por aquí, no eres demasiado conversador que digamos, ¿sabes?
Esta vez, “Minino” alzó sus orejas puntiagudas y saltó de su dueña para pasearse con insistencia ante la puerta.
- ¡Eso es, ignórame! Condenado bicho sin modales…- _____ sonrió y estaba a punto de volver a cambiar de canal, cuando el sonido del timbre llamó su atención. Miró a “Minino”, divertida al ver que seguía girando frente a la puerta.- Vamos, ¿qué esperas? Abre la puerta…
No era esperaba que la obedeciera en realidad, así que se levantó con desgana y se dirigió a ella. ¿Quién podía ser a estas horas? Además, nadie excepto su madre y Dennis, el vigilante, conocían su nueva dirección. Imaginó que sería alguno de aquellos vendedores pesados. De esos que tratan de endosarle a uno un juego de cuchillos chinos o una enciclopedia para adornar las estanterías. Y ella ni siquiera tenía todavía estanterías. A pesar de todo y como sabía lo duro que era ganarse la vida en una ciudad como aquella, abrió la puerta, no sin antes cerciorarse por la mirilla de que su vendedor no tenía aspecto peligroso. Bueno, en realidad tampoco tenía aspecto de vendedor. Una mujer hermosa, de unos cuarenta años. El cabello protegido bajo un pañuelo de seda oscuro y los ojos ocultos bajo enormes gafas de sol aunque hacía un par de horas que había oscurecido. _____ echó una ojeada a su traje. Un Donna Karajan. Era evidente que la mujer no lo había comprado de saldo. Demasiado elegante. No encajaba con el perfil que ya había dibujado en su mente de los “acosadores comerciales” como los llamaba mamá.
- ¿Puedo ayudarla en algo?- preguntó, algo cohibida porque la mujer la miraba de arriba abajo con evidente gesto de sorpresa. _____ pensó que su reacción era algo desproporcionada, para ser sinceros. ¿Qué esperaba encontrar en un barrio como aquel? ¿Una ávida receptora de sus productos mega-caros, con pijama de Versace y mascarilla de arcilla traída de Egipto en la cara? Qué pena, ese día no vendería un solo alfiler, intuyó _____. Solo estaba ella. _____ Baker. Costurera en paro y emocionalmente muerta desde que cierto tipo insensible invadía sus sueños cada noche.
- Eso creo.- la mujer pareció acariciarla con los ojos.- ¿Puedo pasar?
- Yo…- _____ titubeó. ¿Cómo era aquello que solía decir mamá sobre los desconocidos? ”No se les abre la puerta, no se les deja entrar en casa jamás. ¿Lo prometes, _____ cariño?” Venga, mamá. No parece que tenga intención de atracarme. La mujer comprendió que _____ evaluaba la conveniencia de dejarla pasar y sonrió.
- Por favor, deje que me presente.- sacó una mano de uñas perfectamente esmaltadas del guante de piel que la protegía del frío. La extendió hacia ella.- Soy Claire. Alex y yo fuimos juntas a la escuela… Nunca le habló de mí, ¿no es eso?
_____ se sintió culpable por causar la tristeza que veía en los ojos de ella. Le franqueó la entrada enseguida.
- Vaya, una amiga de Alex… Por favor, perdone que sea tan bruta, pero es que yo… - se disculpó – Bueno, no esperaba recibir visitas y usted… Vaya, es que Alex no me lo contaba todo, ¿sabe?
La mujer la siguió hasta el sofá. _____ apartó las cajas para que pudiera sentarse cómodamente. “Minino” trató de defender su territorio cuando _____ le obligó a bajar del sofá para hacer sitio a su visita. Le sorprendió que el animal reaccionara violentamente y gruñera mientras ponía todos los pelos de su cuerpo peludo de punta.
- Qué bicho tan repugnante…- murmuró la mujer, esquivándolo cuando
“Minino” intentó pasar junto a sus piernas.
_____ pensó que tampoco era demasiado educado por su parte que criticara a su mejor y único amigo con tanta sinceridad. Puede que “Minino” no fuera un gato de anuncio. Puede que incluso su aspecto de gato salido de una película de terror no inspirara ternura precisamente. Pero por pura cortesía, la dama en cuestión debía tragarse sus opiniones.
- Es inofensivo. No la molestará, ¿verdad, “Minino”?
En respuesta, el gato maulló con todas sus fuerzas y _____ tuvo que arrastrarlo literalmente hasta la cocina.
- Quédate aquí, ¿de acuerdo? – otro maullido con el que le decía que no tenía la menor intención de obedecer. _____ colocó los brazos en jarras.- Pero, ¿qué te pasa? Gato estúpido… ¿No ves que es amiga de Alex? ¿Acaso quieres que piense que sus otros amigos estaban chiflados?
“Minino” agachó las orejas y se acurrucó en un rincón de la cocina.
- Eso está mejor. Si te portas bien, después mojaremos un par de galletas en tu leche.
Pero como no se fiaba, terminó encerrándolo en el dormitorio.
Después, abrió la nevera y se mordió los labios avergonzada. A decir verdad, no había tenido tiempo de hacer compras. Regresó al salón y cruzó los brazos sobre el pecho, incómoda porque la mujer no apartaba la mirada de ella.
- ¿Agua… café…? Lamento no poder ofrecerle nada mejor. Pero acabo de mudarme y…
- Es un lugar horrible.
- Perdón… ¿cómo dice?
- Este sitio. Es asqueroso. Pero tiene buenas vistas. Ese granuja siempre tiene las mejores vistas.
- Oiga, tampoco es necesario que…- _____ se interrumpió al ver como la mujer abandonaba el sofá y clavaba sus ojos increíblemente azules en ella.
- No tienes ni idea, ¿verdad?
- No la entiendo.
- No tienes ni la menor idea de porqué estoy aquí, ¿no es cierto?- insistió ella.
- Porque era amiga de Alex… Esta aquí por eso, ¿no?- _____ se humedeció los labios, intuyendo que algo no iba bien. La expresión de aquella mujer era… No sabría describirla exactamente. Pero no parecía querer que fueran amigas a partir de aquel día, eso estaba claro. Y además, había algo en ella que le resultaba familiar… Trató de recordar donde había visto antes aquellas atractivas facciones.
- Oh, Alex… Sí, éramos muy amigas en realidad.- la mujer sonrió, pero a _____ su sonrisa le pareció ambigua, casi sarcástica.- De hecho, teníamos muchas cosas en común, querida. Compartíamos al mismo hombre, ¿sabes? Pero claro, Alex nunca te contó eso. Es el tipo de cosas que uno no cuenta a los demás. El tipo de cosas que las zorras como tú y tu amiga mantienen en secreto hasta que alguien, un día, lo descubre.
- Verá, yo…
- Pero no te preocupes. Ya he pensado en una solución.- la mujer se mostraba ahora inquieta. Su mirada vagaba con rapidez hacia distintos ángulos del apartamento, como si buscara… _____ palideció, reconociendo al fin la identidad de la mujer. No podía creer que estuviera allí, con ella… ¿Claire Evans, la esposa del Alcalde…? La había visto un par de veces en las noticias, siempre relacionada con sus obras de caridad y sus magníficos diseños. Aunque lo cierto es que en ese momento, no se parecía en nada a la amable mujer que saludaba a los niños del albergue para huérfanos mientras sostenía el brazo de su importante esposo. ¿Qué podía querer una mujer como Claire Evans de alguien como ella? Nada tenía sentido. Y sobre todo, ¿por qué decía aquellas cosas extrañas sobre Alex, sobre ella misma…? Supo que la señora Evans no estaba bien. Lo supo por el modo en que sus ojos brillaban y su gesto hermoso comenzaba a desdibujarse para dar paso a un semblante cruel que pondría los pelos de punta a cualquiera.
- ¿En serio…?- _____ sintió que el pánico se apoderaba de ella al percibir el frío metal de la barandilla a sus espaldas. Claire caminaba hacia ella inexorablemente en dirección al pequeño balcón y _____ ya no podía retroceder más o quedaría incrustada en el metal. Su mente le gritaba que saliera a toda prisa de allí. Pero la mirada de Claire era implacable. Solo había una pregunta que se repetía sin cesar en la mente de _____. ¿Por qué? Tragó saliva, considerando las posibilidades que había de que la señora Evans no fuera una psicópata peligrosa a pesar de que esa era justamente su expresión. De repente, comprendió que Claire Evans estaba íntimamente relacionada con lo sucedido a
Alex. Pudo leerlo en sus ojos, llenos de una despiadada e irracional satisfacción.
- Por favor, señora Evans… Deje que hablemos de ello, ¿quiere?- probó suerte, pero ella le sonrió nuevamente con su gesto de maníaca homicida que haría parecer un auténtico angelito al psicópata de la Matanza de Texas.
- ¿Hablar de ello, dices? Oh, no, querida… No es necesario, de veras. Ya te he dicho que tengo la solución perfecta a todos nuestros problemas.- entornó los párpados como si tramara su siguiente movimiento que no incluía para nada ayudar a _____ a apartarse de la barandilla.- A partir de ahora, le tendré más vigilado, eso es… Sí, le vigilaré muy bien. Tengo que ser muy cuidadosa si no quiero que vuelva a enredarse con otra de sus rameras. Ya sabes como son esas mujeres…
- ¡No!... Oh, Dios, señora Evans… Claire, ¡míreme!... ¿No se da cuenta de que no se de qué me está hablando?- preguntó desesperada, en un último intento por hacerla entrar en razón.
- Oh, pero sí que lo sabes, querida… - en esta ocasión, sonrió con cierta ternura.
Eso, unido a sus evidentes intenciones, hacía que _____ recordara aquellas muñecas diabólicas de las películas de terror- Estoy hablando de Anthua. Y de Alex… ¿te acuerdas de Alex? Ella también quiso engañarme… como tú. Pero las dos sabemos que no resultará, querida. Porque en realidad, a Anthua le gustan todas… Hasta las zorras insignificantes y sin clase como tú. Claro que él no tiene la culpa de ser como es. Por eso, he de protegerle de todas…
- Se equivoca, Claire. Le juro que yo no… ¡Diablos, ni siquiera he hablado con él una sola vez! Además, usted… Usted tiene a su marido… ¿Es que no le importa que la descubran ni siquiera por él? Destrozará su carrera y la vida de ambos…
- Mi marido…- ella asintió con claro desprecio.- Sí, es un buen tipo… Pero no le importo nada… Jamás le importé. Por supuesto, él me importa más o menos lo mismo. Sin embargo, Anthua… Bueno, él es el único hombre al que he amado, ¿sabes?... No permitiré que nadie se interponga en nuestro camino.
- No lo haré, se lo prometo. Pero Claire…
- Basta ya de mentiras. Se acabó, querida. Nunca más tendrás que volver a mentir. – Se inclinó sobre ella y _____ arqueó ligeramente la espalda contra el balcón.-
Pero no tengas miedo, no te dolerá… Solo tienes que saltar y todo habrá terminado.
- No, por favor… Claire, no lo haga.
- Ssshhhh… Tranquila, solo será un segundo.
_____ cerró los ojos cuando las manos de Claire presionaron con fuerza sus hombros. Toda su vida pasó fugazmente por su cerebro como una película, bastante aburrida por cierto, que tocaba a su fin. Aunque no tenía por costumbre rezar, lo hizo entonces. Más que nada, por si realmente había alguien allá arriba que pudiera escucharla. Y no se refería al tipo que limpiaba los cristales. Una vez se convenció de que el hombre de los milagros estaba de vacaciones, se resignó a tener sus últimos pensamientos antes de quedar aplastada contra el asfalto. Y aunque pareciera una tontería, aquel último pensamiento tenía una cara bastante familiar… Vaya, tanto que diría que le tenía allí mismo, a tan solo unos pasos… ¡Nick! No supo quien había gritado antes su nombre. Su mente, su corazón, sus cuerdas vocales… Pero estaba allí…
Y todo fuera dicho de paso, ¿qué hacía allí? Vaya, vaya… Así que el señor Jonas le hacía una visita de cortesía. Qué oportuno.
- ¡Apártese de ella, señora Evans!
Claire giró la cabeza al escuchar la voz que provenía del salón, pero no la soltó.
- He dicho que se aparte de ella, señora.- Nick lo repitió con el mismo tono imperativo. Parecía sereno. Pero en su interior, apelaba a todas las religiones conocidas porque la mujer colocara las manos en lugar visible y lejos de _____.- Vamos, señora Evans… Deje que la chica se vaya. Usted no quiere hacerle daño, ¿verdad?
- No… Yo no…
Nick suspiró. Buena chica. Vio como la esposa del Alcalde separaba sus manos de _____ e inclinaba la barbilla, claramente abatida. Pero lo que no pudo ver fue como ella extraía sigilosamente un revólver del interior del bolsillo de su chaqueta. _____ sí lo vio. Y no lo pensó dos veces. Reaccionó del único modo que se le ocurría. Gritando con tanta fuerza como se lo permitían sus pulmones y reteniendo a Claire contra ella para evitar que se diera la vuelta y disparara contra Nick.
- ¡Nick, no!... Tiene una pistola… ¡es una trampa!- gritó al tiempo que Claire giraba y apretaba el gatillo.
Nick intentó esquivar la bala. No le preocupaba a decir verdad, salvo por el hecho de que si él moría, _____ no tendría ninguna oportunidad. Solo sabía que nunca había disparado a una mujer y sus principios le decían que tenía que agotar todas las posibilidades antes de hacerlo. Pero _____… Gritó cuando Claire se abalanzó sobre ella. Y entonces no vaciló un instante. Apretó el gatillo hasta casi vaciar completamente el cargador. Las sienes le martilleaban alocadamente… ¿Dónde diablos estaba _____? Claire Evans se balanceó ligeramente y por fin, su cuerpo se dobló sobre el balcón y desapareció.
- ¡_____!
Nick corrió hacia donde las dos mujeres habían forcejeado hacía unos segundos.
Se asomó con el rostro desencajado por el pánico. ¿Y si ella... y si estaba allí abajo, tendida…? Oh, no, ¿cómo iba a soportarlo? Cerró los ojos y los abrió de inmediato al escuchar una voz débil.
- Nick…
¿_____?
- ¡Sujétate fuerte, _____! Sujétate a mi mano…- Nick no podía creerlo. Ella estaba viva. Había caído al vacío, pero no había muerto. Se aferraba como podía a los barrotes de la barandilla y trataba de asir la mano que él le tendía…- ¡Vamos, _____! Sé que puedes hacerlo…
- No puedo, Nick…- susurró _____ casi sin aliento.
- Maldita sea, _____…¡Coge mi mano… cógete a ella!
- No puedo… Oh, Dios… Pesa demasiado…
Nick frunció el ceño, aturdido, angustiado, confuso… Por fin comprendió a lo que se refería. La señora Evans se balanceaba en el aire, sus dedos se cerraban como garfios sobre uno de los tobillos de _____. Apenas respiraba ya, pero se negaba a abandonar este mundo sin llevarse a _____ con ella. Apretó los labios, furioso, al ver como las lágrimas se deslizaban por las mejillas de la joven.
- Duele, Nick… No puedo soltarme.- la voz de _____ se apagaba por momentos.
- ¡No! No te rindas, _____… Coge mi mano, cariño, no pienso soltarte… Yo te subiré.- la tranquilizó.
- No puedo… Déjame, Nick. Caeremos los dos…
- ¡No, _____! – Nick apenas podía pensar. Algo no estaba funcionando, pero no podía perder la consciencia… ahora no. _____ le necesitaba… Y esa maldita psicópata seguía allí, tirando de ella hacia abajo con el último resquicio de vida que le quedaba.
Era _____, su _____… Siempre lo había sido en realidad. Claire Evans podía irse al infierno. Supo que solo había una opción. – _____, mírame…
Ella lo hizo, con sus ojos hermosos y grandes… “_____, no te sueltes…”, aulló su corazón.
- Escucha… No dejaré que te caigas. Pero tienes que confiar en mí, ¿me oyes?- quiso reír cuando ella asintió, obediente como una niña. Lo hubiera hecho si no hubiera estado tan asustado.- ¿Confías en mí, _____?
- Sí… Sí, Nick…- musitó. El dolor era ahora insoportable. Aquellos dedos se agarrotaban sobre su piel y le cortaban la circulación.
- Bien…- Nick tomó aire antes de continuar.- Voy a contar hasta tres. Y cuando lo haga, cerrarás los ojos y tiraré de ti hacia arriba. ¿Lo has entendido?
- Sí, pero ella…
- Ya no podemos hacer nada por ella, _____.
- Pero no podrás con el peso de las dos…- replicó, extenuada.
Nick no le dijo que ya lo sabía y que no tenía intención de poner a prueba su fuerza. Era mejor para _____ no saberlo.
- Confía en mí.- insistió.- ¿Preparada? Uno, dos… ¡tres!
_____ no supo como lo había logrado. Solo le vio apuntar hacia ella. Lo siguiente que escuchó fue un gran estruendo seguido de otros dos, un estallido en sus oídos y al instante siguiente, estaba tumbada en el suelo, sobre Nick… Nunca había imaginado que la próxima vez que le viera sería bajo aquellas circunstancias. Pero se alegró a pesar de todo. Le oyó mascullar de dolor cuando ella se apoyó en su hombro para erguirse.
- ¿Nick… estás bien?
- Estoy bien, _____…
Pero no pudo terminar la frase. La bala de Claire le había alcanzado en el hombro y prácticamente se estaba desangrando. _____ gritó, doblemente horrorizada. Nick no tenía buen aspecto. Y por otro lado, la mano de la señora Evans, que Nick había amputado de un disparo certero, seguía sobre su tobillo. Se desmayó justo cuando unos cuantos hombres uniformados irrumpían en su apartamento.
_____ acarició el lomo del gato mientras cambiaba el canal de la televisión con expresión de aburrimiento. El animal ronroneó mimosamente y ella, en respuesta, le palmeó la cabeza.
- ¿Quieres un poco?- _____ dejó que “Minino” olisqueara su plato de huevos revueltos y al ver que apartaba enseguida el hocico, sonrió y depositó la bandeja sobre la caja que le hacía de mesa. Por lo que le costaba el alquiler, no había podido conseguir ningún piso mejor que aquél. El que no estuviera amueblado era un inconveniente, de acuerdo. Pero al menos su casero no había puesto objeciones a que se trajera a “Minino” consigo. Y aquel sofá de segunda mano había sido una auténtica ganga. Se recostó en él y el gato subió sobre sus muslos y se acurrucó contra ella.
- Otra vez juntos y solos, ¿qué te parece?
Por supuesto, el animal no contestó.
- Oye, para ser mi único amigo por aquí, no eres demasiado conversador que digamos, ¿sabes?
Esta vez, “Minino” alzó sus orejas puntiagudas y saltó de su dueña para pasearse con insistencia ante la puerta.
- ¡Eso es, ignórame! Condenado bicho sin modales…- _____ sonrió y estaba a punto de volver a cambiar de canal, cuando el sonido del timbre llamó su atención. Miró a “Minino”, divertida al ver que seguía girando frente a la puerta.- Vamos, ¿qué esperas? Abre la puerta…
No era esperaba que la obedeciera en realidad, así que se levantó con desgana y se dirigió a ella. ¿Quién podía ser a estas horas? Además, nadie excepto su madre y Dennis, el vigilante, conocían su nueva dirección. Imaginó que sería alguno de aquellos vendedores pesados. De esos que tratan de endosarle a uno un juego de cuchillos chinos o una enciclopedia para adornar las estanterías. Y ella ni siquiera tenía todavía estanterías. A pesar de todo y como sabía lo duro que era ganarse la vida en una ciudad como aquella, abrió la puerta, no sin antes cerciorarse por la mirilla de que su vendedor no tenía aspecto peligroso. Bueno, en realidad tampoco tenía aspecto de vendedor. Una mujer hermosa, de unos cuarenta años. El cabello protegido bajo un pañuelo de seda oscuro y los ojos ocultos bajo enormes gafas de sol aunque hacía un par de horas que había oscurecido. _____ echó una ojeada a su traje. Un Donna Karajan. Era evidente que la mujer no lo había comprado de saldo. Demasiado elegante. No encajaba con el perfil que ya había dibujado en su mente de los “acosadores comerciales” como los llamaba mamá.
- ¿Puedo ayudarla en algo?- preguntó, algo cohibida porque la mujer la miraba de arriba abajo con evidente gesto de sorpresa. _____ pensó que su reacción era algo desproporcionada, para ser sinceros. ¿Qué esperaba encontrar en un barrio como aquel? ¿Una ávida receptora de sus productos mega-caros, con pijama de Versace y mascarilla de arcilla traída de Egipto en la cara? Qué pena, ese día no vendería un solo alfiler, intuyó _____. Solo estaba ella. _____ Baker. Costurera en paro y emocionalmente muerta desde que cierto tipo insensible invadía sus sueños cada noche.
- Eso creo.- la mujer pareció acariciarla con los ojos.- ¿Puedo pasar?
- Yo…- _____ titubeó. ¿Cómo era aquello que solía decir mamá sobre los desconocidos? ”No se les abre la puerta, no se les deja entrar en casa jamás. ¿Lo prometes, _____ cariño?” Venga, mamá. No parece que tenga intención de atracarme. La mujer comprendió que _____ evaluaba la conveniencia de dejarla pasar y sonrió.
- Por favor, deje que me presente.- sacó una mano de uñas perfectamente esmaltadas del guante de piel que la protegía del frío. La extendió hacia ella.- Soy Claire. Alex y yo fuimos juntas a la escuela… Nunca le habló de mí, ¿no es eso?
_____ se sintió culpable por causar la tristeza que veía en los ojos de ella. Le franqueó la entrada enseguida.
- Vaya, una amiga de Alex… Por favor, perdone que sea tan bruta, pero es que yo… - se disculpó – Bueno, no esperaba recibir visitas y usted… Vaya, es que Alex no me lo contaba todo, ¿sabe?
La mujer la siguió hasta el sofá. _____ apartó las cajas para que pudiera sentarse cómodamente. “Minino” trató de defender su territorio cuando _____ le obligó a bajar del sofá para hacer sitio a su visita. Le sorprendió que el animal reaccionara violentamente y gruñera mientras ponía todos los pelos de su cuerpo peludo de punta.
- Qué bicho tan repugnante…- murmuró la mujer, esquivándolo cuando
“Minino” intentó pasar junto a sus piernas.
_____ pensó que tampoco era demasiado educado por su parte que criticara a su mejor y único amigo con tanta sinceridad. Puede que “Minino” no fuera un gato de anuncio. Puede que incluso su aspecto de gato salido de una película de terror no inspirara ternura precisamente. Pero por pura cortesía, la dama en cuestión debía tragarse sus opiniones.
- Es inofensivo. No la molestará, ¿verdad, “Minino”?
En respuesta, el gato maulló con todas sus fuerzas y _____ tuvo que arrastrarlo literalmente hasta la cocina.
- Quédate aquí, ¿de acuerdo? – otro maullido con el que le decía que no tenía la menor intención de obedecer. _____ colocó los brazos en jarras.- Pero, ¿qué te pasa? Gato estúpido… ¿No ves que es amiga de Alex? ¿Acaso quieres que piense que sus otros amigos estaban chiflados?
“Minino” agachó las orejas y se acurrucó en un rincón de la cocina.
- Eso está mejor. Si te portas bien, después mojaremos un par de galletas en tu leche.
Pero como no se fiaba, terminó encerrándolo en el dormitorio.
Después, abrió la nevera y se mordió los labios avergonzada. A decir verdad, no había tenido tiempo de hacer compras. Regresó al salón y cruzó los brazos sobre el pecho, incómoda porque la mujer no apartaba la mirada de ella.
- ¿Agua… café…? Lamento no poder ofrecerle nada mejor. Pero acabo de mudarme y…
- Es un lugar horrible.
- Perdón… ¿cómo dice?
- Este sitio. Es asqueroso. Pero tiene buenas vistas. Ese granuja siempre tiene las mejores vistas.
- Oiga, tampoco es necesario que…- _____ se interrumpió al ver como la mujer abandonaba el sofá y clavaba sus ojos increíblemente azules en ella.
- No tienes ni idea, ¿verdad?
- No la entiendo.
- No tienes ni la menor idea de porqué estoy aquí, ¿no es cierto?- insistió ella.
- Porque era amiga de Alex… Esta aquí por eso, ¿no?- _____ se humedeció los labios, intuyendo que algo no iba bien. La expresión de aquella mujer era… No sabría describirla exactamente. Pero no parecía querer que fueran amigas a partir de aquel día, eso estaba claro. Y además, había algo en ella que le resultaba familiar… Trató de recordar donde había visto antes aquellas atractivas facciones.
- Oh, Alex… Sí, éramos muy amigas en realidad.- la mujer sonrió, pero a _____ su sonrisa le pareció ambigua, casi sarcástica.- De hecho, teníamos muchas cosas en común, querida. Compartíamos al mismo hombre, ¿sabes? Pero claro, Alex nunca te contó eso. Es el tipo de cosas que uno no cuenta a los demás. El tipo de cosas que las zorras como tú y tu amiga mantienen en secreto hasta que alguien, un día, lo descubre.
- Verá, yo…
- Pero no te preocupes. Ya he pensado en una solución.- la mujer se mostraba ahora inquieta. Su mirada vagaba con rapidez hacia distintos ángulos del apartamento, como si buscara… _____ palideció, reconociendo al fin la identidad de la mujer. No podía creer que estuviera allí, con ella… ¿Claire Evans, la esposa del Alcalde…? La había visto un par de veces en las noticias, siempre relacionada con sus obras de caridad y sus magníficos diseños. Aunque lo cierto es que en ese momento, no se parecía en nada a la amable mujer que saludaba a los niños del albergue para huérfanos mientras sostenía el brazo de su importante esposo. ¿Qué podía querer una mujer como Claire Evans de alguien como ella? Nada tenía sentido. Y sobre todo, ¿por qué decía aquellas cosas extrañas sobre Alex, sobre ella misma…? Supo que la señora Evans no estaba bien. Lo supo por el modo en que sus ojos brillaban y su gesto hermoso comenzaba a desdibujarse para dar paso a un semblante cruel que pondría los pelos de punta a cualquiera.
- ¿En serio…?- _____ sintió que el pánico se apoderaba de ella al percibir el frío metal de la barandilla a sus espaldas. Claire caminaba hacia ella inexorablemente en dirección al pequeño balcón y _____ ya no podía retroceder más o quedaría incrustada en el metal. Su mente le gritaba que saliera a toda prisa de allí. Pero la mirada de Claire era implacable. Solo había una pregunta que se repetía sin cesar en la mente de _____. ¿Por qué? Tragó saliva, considerando las posibilidades que había de que la señora Evans no fuera una psicópata peligrosa a pesar de que esa era justamente su expresión. De repente, comprendió que Claire Evans estaba íntimamente relacionada con lo sucedido a
Alex. Pudo leerlo en sus ojos, llenos de una despiadada e irracional satisfacción.
- Por favor, señora Evans… Deje que hablemos de ello, ¿quiere?- probó suerte, pero ella le sonrió nuevamente con su gesto de maníaca homicida que haría parecer un auténtico angelito al psicópata de la Matanza de Texas.
- ¿Hablar de ello, dices? Oh, no, querida… No es necesario, de veras. Ya te he dicho que tengo la solución perfecta a todos nuestros problemas.- entornó los párpados como si tramara su siguiente movimiento que no incluía para nada ayudar a _____ a apartarse de la barandilla.- A partir de ahora, le tendré más vigilado, eso es… Sí, le vigilaré muy bien. Tengo que ser muy cuidadosa si no quiero que vuelva a enredarse con otra de sus rameras. Ya sabes como son esas mujeres…
- ¡No!... Oh, Dios, señora Evans… Claire, ¡míreme!... ¿No se da cuenta de que no se de qué me está hablando?- preguntó desesperada, en un último intento por hacerla entrar en razón.
- Oh, pero sí que lo sabes, querida… - en esta ocasión, sonrió con cierta ternura.
Eso, unido a sus evidentes intenciones, hacía que _____ recordara aquellas muñecas diabólicas de las películas de terror- Estoy hablando de Anthua. Y de Alex… ¿te acuerdas de Alex? Ella también quiso engañarme… como tú. Pero las dos sabemos que no resultará, querida. Porque en realidad, a Anthua le gustan todas… Hasta las zorras insignificantes y sin clase como tú. Claro que él no tiene la culpa de ser como es. Por eso, he de protegerle de todas…
- Se equivoca, Claire. Le juro que yo no… ¡Diablos, ni siquiera he hablado con él una sola vez! Además, usted… Usted tiene a su marido… ¿Es que no le importa que la descubran ni siquiera por él? Destrozará su carrera y la vida de ambos…
- Mi marido…- ella asintió con claro desprecio.- Sí, es un buen tipo… Pero no le importo nada… Jamás le importé. Por supuesto, él me importa más o menos lo mismo. Sin embargo, Anthua… Bueno, él es el único hombre al que he amado, ¿sabes?... No permitiré que nadie se interponga en nuestro camino.
- No lo haré, se lo prometo. Pero Claire…
- Basta ya de mentiras. Se acabó, querida. Nunca más tendrás que volver a mentir. – Se inclinó sobre ella y _____ arqueó ligeramente la espalda contra el balcón.-
Pero no tengas miedo, no te dolerá… Solo tienes que saltar y todo habrá terminado.
- No, por favor… Claire, no lo haga.
- Ssshhhh… Tranquila, solo será un segundo.
_____ cerró los ojos cuando las manos de Claire presionaron con fuerza sus hombros. Toda su vida pasó fugazmente por su cerebro como una película, bastante aburrida por cierto, que tocaba a su fin. Aunque no tenía por costumbre rezar, lo hizo entonces. Más que nada, por si realmente había alguien allá arriba que pudiera escucharla. Y no se refería al tipo que limpiaba los cristales. Una vez se convenció de que el hombre de los milagros estaba de vacaciones, se resignó a tener sus últimos pensamientos antes de quedar aplastada contra el asfalto. Y aunque pareciera una tontería, aquel último pensamiento tenía una cara bastante familiar… Vaya, tanto que diría que le tenía allí mismo, a tan solo unos pasos… ¡Nick! No supo quien había gritado antes su nombre. Su mente, su corazón, sus cuerdas vocales… Pero estaba allí…
Y todo fuera dicho de paso, ¿qué hacía allí? Vaya, vaya… Así que el señor Jonas le hacía una visita de cortesía. Qué oportuno.
- ¡Apártese de ella, señora Evans!
Claire giró la cabeza al escuchar la voz que provenía del salón, pero no la soltó.
- He dicho que se aparte de ella, señora.- Nick lo repitió con el mismo tono imperativo. Parecía sereno. Pero en su interior, apelaba a todas las religiones conocidas porque la mujer colocara las manos en lugar visible y lejos de _____.- Vamos, señora Evans… Deje que la chica se vaya. Usted no quiere hacerle daño, ¿verdad?
- No… Yo no…
Nick suspiró. Buena chica. Vio como la esposa del Alcalde separaba sus manos de _____ e inclinaba la barbilla, claramente abatida. Pero lo que no pudo ver fue como ella extraía sigilosamente un revólver del interior del bolsillo de su chaqueta. _____ sí lo vio. Y no lo pensó dos veces. Reaccionó del único modo que se le ocurría. Gritando con tanta fuerza como se lo permitían sus pulmones y reteniendo a Claire contra ella para evitar que se diera la vuelta y disparara contra Nick.
- ¡Nick, no!... Tiene una pistola… ¡es una trampa!- gritó al tiempo que Claire giraba y apretaba el gatillo.
Nick intentó esquivar la bala. No le preocupaba a decir verdad, salvo por el hecho de que si él moría, _____ no tendría ninguna oportunidad. Solo sabía que nunca había disparado a una mujer y sus principios le decían que tenía que agotar todas las posibilidades antes de hacerlo. Pero _____… Gritó cuando Claire se abalanzó sobre ella. Y entonces no vaciló un instante. Apretó el gatillo hasta casi vaciar completamente el cargador. Las sienes le martilleaban alocadamente… ¿Dónde diablos estaba _____? Claire Evans se balanceó ligeramente y por fin, su cuerpo se dobló sobre el balcón y desapareció.
- ¡_____!
Nick corrió hacia donde las dos mujeres habían forcejeado hacía unos segundos.
Se asomó con el rostro desencajado por el pánico. ¿Y si ella... y si estaba allí abajo, tendida…? Oh, no, ¿cómo iba a soportarlo? Cerró los ojos y los abrió de inmediato al escuchar una voz débil.
- Nick…
¿_____?
- ¡Sujétate fuerte, _____! Sujétate a mi mano…- Nick no podía creerlo. Ella estaba viva. Había caído al vacío, pero no había muerto. Se aferraba como podía a los barrotes de la barandilla y trataba de asir la mano que él le tendía…- ¡Vamos, _____! Sé que puedes hacerlo…
- No puedo, Nick…- susurró _____ casi sin aliento.
- Maldita sea, _____…¡Coge mi mano… cógete a ella!
- No puedo… Oh, Dios… Pesa demasiado…
Nick frunció el ceño, aturdido, angustiado, confuso… Por fin comprendió a lo que se refería. La señora Evans se balanceaba en el aire, sus dedos se cerraban como garfios sobre uno de los tobillos de _____. Apenas respiraba ya, pero se negaba a abandonar este mundo sin llevarse a _____ con ella. Apretó los labios, furioso, al ver como las lágrimas se deslizaban por las mejillas de la joven.
- Duele, Nick… No puedo soltarme.- la voz de _____ se apagaba por momentos.
- ¡No! No te rindas, _____… Coge mi mano, cariño, no pienso soltarte… Yo te subiré.- la tranquilizó.
- No puedo… Déjame, Nick. Caeremos los dos…
- ¡No, _____! – Nick apenas podía pensar. Algo no estaba funcionando, pero no podía perder la consciencia… ahora no. _____ le necesitaba… Y esa maldita psicópata seguía allí, tirando de ella hacia abajo con el último resquicio de vida que le quedaba.
Era _____, su _____… Siempre lo había sido en realidad. Claire Evans podía irse al infierno. Supo que solo había una opción. – _____, mírame…
Ella lo hizo, con sus ojos hermosos y grandes… “_____, no te sueltes…”, aulló su corazón.
- Escucha… No dejaré que te caigas. Pero tienes que confiar en mí, ¿me oyes?- quiso reír cuando ella asintió, obediente como una niña. Lo hubiera hecho si no hubiera estado tan asustado.- ¿Confías en mí, _____?
- Sí… Sí, Nick…- musitó. El dolor era ahora insoportable. Aquellos dedos se agarrotaban sobre su piel y le cortaban la circulación.
- Bien…- Nick tomó aire antes de continuar.- Voy a contar hasta tres. Y cuando lo haga, cerrarás los ojos y tiraré de ti hacia arriba. ¿Lo has entendido?
- Sí, pero ella…
- Ya no podemos hacer nada por ella, _____.
- Pero no podrás con el peso de las dos…- replicó, extenuada.
Nick no le dijo que ya lo sabía y que no tenía intención de poner a prueba su fuerza. Era mejor para _____ no saberlo.
- Confía en mí.- insistió.- ¿Preparada? Uno, dos… ¡tres!
_____ no supo como lo había logrado. Solo le vio apuntar hacia ella. Lo siguiente que escuchó fue un gran estruendo seguido de otros dos, un estallido en sus oídos y al instante siguiente, estaba tumbada en el suelo, sobre Nick… Nunca había imaginado que la próxima vez que le viera sería bajo aquellas circunstancias. Pero se alegró a pesar de todo. Le oyó mascullar de dolor cuando ella se apoyó en su hombro para erguirse.
- ¿Nick… estás bien?
- Estoy bien, _____…
Pero no pudo terminar la frase. La bala de Claire le había alcanzado en el hombro y prácticamente se estaba desangrando. _____ gritó, doblemente horrorizada. Nick no tenía buen aspecto. Y por otro lado, la mano de la señora Evans, que Nick había amputado de un disparo certero, seguía sobre su tobillo. Se desmayó justo cuando unos cuantos hombres uniformados irrumpían en su apartamento.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
CAPITULO 31
- Hola.
- Hola.
Nick luchó contra la sensación de sopor que le producían los calmantes que acababan de administrarle. No sabía cuanto tiempo llevaba en aquella cama, pero los músculos del brazo le dolían como si le hubiera pisoteado una manada de elefantes furiosos. Echó una fugaz ojeada al vendaje de su hombro.
- Me han dicho las enfermeras que un detective pesado no dejaba de llamarme mientras le trasladaban al quirófano.- le regañó con la mirada.- Supongo que no esperarías que te zurciera yo misma la herida, ¿no?
Nick torció los labios en una sonrisa.
- ¿Crees que estoy loco? Tu reputación te precede, _____ Baker.- respondió, tratando de disimular el nerviosismo que le producía su visita. Quizá _____ solo había pasado a despedirse. Era lo normal, después de todo lo que habían compartido en los últimos días. Sin embargo… Bueno, la idea no le llenaba de júbilo. Se perdió en los ojos de _____ y de pronto, sintió la necesidad de ser sincero. - Solo quería asegurarme de que estabas a salvo.
- Lo estaba. La octava parte de Claire Evans y yo nos libramos de la caída.- se alzó ligeramente la pernera de los vaqueros y le mostró las marcas que los dedos con “rigor mortis” de Claire habían dejado en su tobillo. Nick desvió la mirada y luego la clavó en los ojos de _____.
- Lo siento. No se me ocurrió otra forma de librarte de ella.- se disculpó.
- ¿Bromeas? Siempre soñé con tener una experiencia de este tipo. – Comentó de buen humor.- Ya sabes… Estar colgada a cincuenta metros del suelo, con un pedazo de carne cadavérica con la manicura francesa sujetándome y un policía chiflado disparando contra mí…
- Lo siento, _____. No quise asustarte, pero no podía decírtelo. No creí que confiaras tanto en mi puntería.- Nick apresó los dedos de ella sobre la sábana. _____ se soltó.- No pensaba disparar contra ti, _____.
- Oh, ya lo se…
- Pero no podía dejar que cayeras. Lamento haberte asustado.
Ella encogió los hombros con falsa indiferencia. Cielos, ¿cómo era posible que
Nick siguiera afectándola de aquel modo? Espió su rostro con disimulo. Estaba despeinado y pálido a causa de la sangre que había perdido. Profundas ojeras se marcaban bajo sus ojos. No tenía buen aspecto. En verdad, estaba hecho un asco. Pero las rodillas de _____ temblaban de todos modos.
- No puedo dejar de pensar en el Alcalde Evans…
- Nunca cambiarás, _____. Siempre pensando en los demás.- la regañó cariñosamente.
- Es que es algo tan… Bueno, quiero decir que todo este asunto acabará con su carrera política.
- Quizá no.- Nick lo dijo como si no le importara lo más mínimo en realidad.-
Por lo que se, el Alcalde, L’Antino y el departamento de policía han llegado a un acuerdo. Parece que tu jefe play boy y nuestro Alcalde dejarán que las cosas se queden como están por el bien de las carreras de ambos.
- Pero, ¿la prensa…?- _____ no podía creer que todo quedara como si nada hubiera sucedido.
- No subestimes el poder del dinero, pequeña _____.- Nick supo que _____ desconocía por completo los entresijos del mundo de los mortales. En su mundo casi perfecto, la gente no sobornaba, ni asesinaba ni se costeaba con fondos públicos lujosas mansiones en la costa. Así era _____. Aunque a juzgar por su expresión curiosa, puede que hubiera cambiado algo después de todo.
- Odio pensar que vivo entre tanta corrupción. Pero te diré algo, Nick Jonas…- le señaló con su dedo fino y Nick observó que sus uñas cortas estaban ligeramente astilladas y amoratadas.- En el fondo, siento pena por Claire Evans. Nadie merece morir de una forma tan horrible.
- Oh, claro que no. Excepto cuando ese alguien quiere enviarte derechita al otro barrio. – comentó sarcástico, comprendiendo que _____ siempre sería su patrona de las causas perdidas.
- No te burles, Nick. A veces, una mujer es mucho más complicada que todo lo que vemos a su alrededor.
- La _____ de siempre, costurera y filósofa en paro. Pero dime una cosa, ¿por qué gritaste? Esa loca podía haberte pegado un tiro. O peor aún, podía haberlo hecho yo mismo.- gruñó al recordarlo. Sabía muy bien porqué lo había hecho. Para salvar su vida.
- Pero no lo hiciste. En lugar de eso, vaciaste el cargador sobre la señora Evans.- observó, queriendo parecer disgustada. Lo cierto es que sentía deseos de zarandearle y abrazarle y gritarle que le adoraba y que le encantaba que, una vez más, hubiera sido su héroe. Claro que Nick no estaba para tanto sentimentalismo. Más bien, parecía que le incomodaba su presencia allí. Muy bien. Le daría las gracias y por fin se libraría de ella.
- No todo el cargador.- la corrigió él y _____ se estremeció al comprender que esa única bala había sido decisiva para que ella siguiera con vida. Guiada por la emoción, acarició la mejilla áspera de Nick. Percibió como se contraía al contacto, pero dejó que sus dedos se quedaran allí un rato. Solo por esta vez. Y solo porque Nick había demostrado ser un buen amigo.
- Gracias de nuevo.
- _____…- ella pensó que aquella expresión extraña en el rostro de Nick quería decir algo. Pero no. Formaba parte de su papel de poli duro y enseguida, la sustituyó por su habitual gesto severo.- Parece que al final, L’Antino se queda contigo.
- Vaya, Nick… Tal como lo dices, suena como si fuéramos amantes.
Las cejas de Nick se arquearon visiblemente. ¿Amantes? ¿Ese fantoche de
L’Antino y ella…? La idea le produjo escalofríos. Quizá se había cargado a la persona equivocada después de todo.
- Adams me ha contado que ese cretino despidió a McKendrie a pesar de que rechazaste su puesto.- comentó. _____ asintió.
- Ese capitán tuyo es un cotilla. Por cierto, creo que le gustabas a Delta.
- ¿Yo?
- Tú, señor Nick. Aunque no se porqué.- cambió de tema, consciente de que
Nick no apartaba los ojos de su boca. Era como un poderoso imán para ella y lo peor de todo, es que no estaba segura de que fuera real o solo formara parte de su imaginación. -
Pero sí, así es. L’Antino me quiere. En el sentido más casto de la palabra. Resulta que ha descubierto que soy la única persona… ¿cómo dijo? Ah, sí… “capaz de arrojar un mínimo de creatividad y frescura a su nueva colección”.
_____ imitó con teatral entonación la voz de diseñador y Nick descubrió que quería escuchar su voz cada día después de aquel. Pero, ¿cómo decírselo? ¿Cómo se declara uno a la chica que quiere cuando la chica en cuestión es todo cuanto has soñado tener alguna vez y no tienes nada especial que ofrecerle? No era fácil pronunciar las palabras acertadas.
- ¿Te lo imaginas?
Por un momento, Nick había perdido el hilo de la conversación.
- Esa es mi chica… - Nick ahogó una exclamación de dolor cuando ella se inclinó para besarle en la frente. Sus labios estaban tan cerca que deseó con todas sus fuerzas no estar tremendamente agotado para apoderarse de ellos. Pero _____ no estuvo cerca tanto tiempo y Nick perdió la oportunidad.
- Gracias, Nick Jonas… Vaya, es la segunda vez que digo esto. Espero que nadie más quiera liquidarme por un tiempo.- rió. Con aquella risa que a Nick le entumecía los sentidos y le disparaba el corazón. Con aquella risa que le cautivaba y que en aquellos momentos, le hacía olvidarse de su herida y le despertaba las ganas de saltar de la cama
y abalanzarse sobre ella para no dejarla ir jamás.
- Voy a echarte de menos, _____.- reconoció, aclarándose la garganta porque aquel conocido nudo se adueñaba de ella como en su anterior despedida.- Quiero decir que… Bueno, ya sabes… Te echaré de menos.
- Yo también, Nick.
- Promete que te cuidarás.
- Lo haré.
- Y que no te meterás en líos.- añadió, agonizando por dentro porque ella se alejaba de la cama y en unos minutos, quizá ya no volvería a verla.
- Oye, tiene gracia que me pidas eso. Porque que yo recuerde, eres tú el que suele disparar contra todo bicho viviente…- _____ se mordió los labios al ver que él no reía.- Está bien, lo prometo.
- Buena chica.- aceptó Nick.
- Odio que digas eso…- ya estaba junto a la puerta.
- ¡_____!
- ¿Sí, Nick?- ella se volvió con rapidez, regresando a la cama cuando él lanzó un gemido.- ¿Te encuentras bien… necesitas más calmantes? Será mejor que llame a una enfermera…
El capturó su mano antes de que esta llegara al interruptor que alertaría al personal del hospital. Se daba perfecta cuenta de que había sido una jugada sucia. Pero no iba a dejar que _____ se le escapara por una mera cuestión de principios.
- No necesito una enfermera.- dijo con voz grave y clavó los ojos en las sábanas cuando ella se aproximó. Notó que se estaba ruborizando hasta las pestañas.
- ¿Seguro que no, Nick? No tienes buen aspecto.- _____ temió que fuera a desmayarse, a juzgar por el sudor que le perlaba la frente.- Tu herida…
- ¡Al diablo con la herida!- tiró de ella hasta que sus rostros quedaron lo bastante cerca. La mirada de _____ era toda una declaración de buenos sentimientos, tan dulce, tan limpia… Nick pensó que quizá la suerte estaba de su lado. Sus alientos se confundían. _____ nunca le había parecido tan bonita.- Demonios, _____, yo…
Sin pensarlo o tal vez porque ya lo había pensado demasiado, aplastó su boca contra la de ella. _____ no se resistió. En realidad, _____ le correspondió como aquella noche en la que había descubierto que la amaba. Nick se mareó cuando ella se apartó al instante siguiente.
- Ya veo que se encuentra mejor, detective.- la voz de la enfermera mientras le cambiaba el apósito, le sacó de su fugaz desvanecimiento. Se sonrojó. ¿El… se sonrojaba? Ahora sí había picado completamente el anzuelo. Aquella _____… Parecía inofensiva si uno no la conocía. Pero no lo era. Era diabólicamente encantadora. Tan hermosa por dentro que hacía que fuera la chica más bonita del universo. Tan divertida, tan tozuda, tan… a punto de morir en tantas ocasiones. Recordarlo hizo que le acometiera otra leve sensación de mareo.
- Bueno. Esperemos que esto le tranquilice, señor Jonas. Ya empezábamos a estar un poco hartas de usted.- la enfermera se volvió hacia _____, sonriente.- ¿Usted es
_____ Baker?
- Eso creo.
- ¡Aleluya!- la enfermera le palmeó el cachete sin ninguna delicadeza y Nick abrió del todo los párpados.- Vamos, no se haga el dormido. Aquí está su _____, ¿lo ve?
- Oiga, señora…- Nick iba a protestar por la rudeza del trato, pero cerró la boca de inmediato cuando la enfermera le sacudió las almohadas con idéntica brusquedad. A este paso, podía terminar muerto si se le ocurría contradecir a aquella enfermera con cara de buldog.
- Estése quieto, señor Jons. Y háganos un favor a todos, ¿quiere? Declárese de una vez.- Miró a _____ con expresión condescendiente – Y usted, querida. Ya se que este tipo es inaguantable, pero… Por Dios, tenga un poco de compasión con nosotros. Diga que sí y lléveselo de aquí.
La enfermera se despidió de ellos con un último cachete sonoro en los mofletes de Nick. El no apartaba los ojos de _____.
- ¿Nick…?- ella parecía perpleja. Perpleja. Pero no enfadada. Era una buena señal.
- _____… Esa mercenaria de la sanidad tiene razón. Sácame de aquí.
_____ rió con nerviosismo. Así que “sácame de aquí”… Era la declaración más patética que había escuchado. Bueno, no es que hubiera escuchado muchas. Pero si lo hubiera hecho, sin duda aquella lo sería. Le dio un par de palmaditas accidentalmente… sobre el hombro herido. El gimió.
- _____, por favor…
- Vamos, Nick. No esperarás que crea que tú… que yo… Oh, no. No soy tan tonta, ¿entiendes? Se perfectamente cuando alguien me toma el pelo y tú…
- _____, si te vas… - se incorporó como pudo sobre las almohadas.- Haré que te detengan.
- Ay, Nick. Eres un tipo muy divertido, ¿lo sabías? – _____ arrugó la nariz al ver que su mano volvía a palmear sin querer su herida.- Lo siento… ¿Y con qué cargos, puedes decírmelo?
- Acércate y te lo diré.
_____ titubeó. No parecía estar bromeando. Tal vez… Vaya, tal vez él estaba realmente queriendo decir lo que ella creía que quería decir.
- _____ Baker. Estás detenida.- le susurró al oído.- Por tus ojos. Y por el modo en que haces que quiera perderme en ellos y no pensar en nada más. Y por tu risa. Porque quiero despertar cada día y escucharla mientras discutimos sobre si mi camisa y mi corbata combinan mientras tomamos unos cafés juntos en una de esas tazas con mariposas que pintaste cuando tenías tres años. No lo niegues, me he aprendido muy bien tu expediente. Y también por tu absoluta falta de malicia. Porque crees que todo el mundo merece una oportunidad, incluso cuando te hacen saltar al vacío desde un sexto piso. Y por tu enorme corazón. Por tu generosidad. Y por tu gato espantoso. Ah. Y por tu madre, no lo olvides. Ella me adora y no quiere que nos divorciemos… Ah, se me olvidaba… Ese tipo… Wilson. Le odio. Odio que sea alto y atractivo y todo un guaperas recién salido de la universidad sin granos en la cara. Detesto pensar que te tendrá mientras yo me paso el resto de mi vida preguntándome como sería estar en su lugar… Y también por tu boca deliciosa. Sobre todo por esto último… ¿_____… qué me dices?
Ella no contestó enseguida.
- No ha estado mal, Nick. Pero aún no has dicho lo más importante.- le recordó.
- _____, me han herido… ¿Sabes cuanta sangre he perdido? No esperarás que recite “Romeo y Julieta” en estas condiciones. – la miró con desesperación, aunque reconoció en su fuero interno que estaba más que dispuesto a hacerlo.
- Adiós, Nick.
El dijo algo entre dientes y _____ se inclinó para escucharle con claridad.
- Perdón, Nick… ¿qué has dicho?
- He dicho “porque te quiero”, maldita cabezota.
- Vaya, lo dices como si te fuera a provocar un infarto reconocerlo…
- Cielos, ¿es que nunca te callas?
Para lograrlo, Nick la besó nuevamente. En esta ocasión, _____ escuchó toda una orquesta de afinados violines en su cabeza. Pero no. No era posible. Aunque tal vez si le besaba otra vez… Perfecto. Acababa de comprobar que era Nick quien hacía sonar aquellos violines. Maestro…
- Nick, la otra noche…
- ¿Estás embarazada?- preguntó, súbitamente sorprendido porque la idea ni siquiera le inquietaba.- Oye, _____… No se si estoy preparado para algo así, pero quiero que sepas que yo… Quiero decir que yo…
- Pero, ¿de qué hablas, Nick? Me refería a la otra noche, antes de eso… Dijiste que era hermosa, que me protegerías… No hablabas conmigo, ¿no es así?- la mirada de _____ se ensombreció momentáneamente.- Adams me contó lo de Rosie Morales.
- No, _____… Nunca se trató de ella.- acaricio su nariz con los labios.- Siempre fuiste tú, ¿no lo entiendes? Siempre supe que alguien como tú se cruzaría en mi camino.
_____ extendió las manos hacia él.
- En ese caso, detective… Puede esposarme. Porque acepto todos los cargos.
Excepto uno.- le guiñó un ojo con picardía.- O tal vez dos. En primer lugar, no puedes odiar a David.
- Entonces, no dejes que vuelva a ponerte las manos encima. O me veré obligado a presentarle a ya sabes quién.
- ¿”Lily”?- preguntó _____ con malicia y una oleada de placer la recorrió cuando
Nick le rodeó la cintura con su brazo sano.- Y en segundo lugar, he de confesarte algo. Mi madre no te adora. En realidad, Nick, creo que le gustaría que te destinaran a algún lugar bien lejos de mí. Alaska, tal vez.
- Te equivocas, querida _____. Si no, ¿cómo explicarías esto?
_____ contempló atónita la nota que acompañaba a las flores que había junto a su cama.
“Querido señor Nick. A pesar de que ha sido usted el peor “yerno” que podía imaginar, he de reconocer que no está del todo mal. Claro que mi _____ es algo fuera de serie. De cualquier modo, le deseo de corazón una rápida recuperación. No olvide que aún tenemos ese asunto pendiente. Suya, Mary”
- ¿Qué asunto pendiente?- _____ le miró sorprendida.
- ¿No lo adivinas, _____?- le sostuvo las manos entre las suyas.- _____ Baker… ¿Te casarás conmigo, en Las Vegas o en cualquier parte del mundo que prefieras donde nadie quiera matarnos?
- Vaya, Nick… Esa sí que es una pregunta que yo no…
- _____, di solo que sí.- suplicó, consciente de que podían estar varios días discutiendo el tema.
- Claro, Nick. Claro que…
- Buena chica.
Y a pesar de que odiaba que aquella enfermera robusta les espiara a través del cristal, decidió que tenía que besarla otra vez. Solo por si no estaba del todo convencida.
_____ era muy capaz de echar a correr en el último momento. Y él no estaba para maratones precisamente. _____ tampoco protestó. ¡Sí!. Por fin, él y _____ estaban de acuerdo en algo sin que ninguno de los dos corriera peligro.
- Y otra cosa, _____. Si alguna vez ese fantoche de L’Antino trata de ponerte un dedo encima, ¿querrás contármelo, cariño?
- Oh, no… Ya empiezas a darme órdenes otra vez. Tú, señor Nick…
- Calla, _____. Y bésame.
Y ella, milagrosamente, obedeció…
FIN
- Hola.
- Hola.
Nick luchó contra la sensación de sopor que le producían los calmantes que acababan de administrarle. No sabía cuanto tiempo llevaba en aquella cama, pero los músculos del brazo le dolían como si le hubiera pisoteado una manada de elefantes furiosos. Echó una fugaz ojeada al vendaje de su hombro.
- Me han dicho las enfermeras que un detective pesado no dejaba de llamarme mientras le trasladaban al quirófano.- le regañó con la mirada.- Supongo que no esperarías que te zurciera yo misma la herida, ¿no?
Nick torció los labios en una sonrisa.
- ¿Crees que estoy loco? Tu reputación te precede, _____ Baker.- respondió, tratando de disimular el nerviosismo que le producía su visita. Quizá _____ solo había pasado a despedirse. Era lo normal, después de todo lo que habían compartido en los últimos días. Sin embargo… Bueno, la idea no le llenaba de júbilo. Se perdió en los ojos de _____ y de pronto, sintió la necesidad de ser sincero. - Solo quería asegurarme de que estabas a salvo.
- Lo estaba. La octava parte de Claire Evans y yo nos libramos de la caída.- se alzó ligeramente la pernera de los vaqueros y le mostró las marcas que los dedos con “rigor mortis” de Claire habían dejado en su tobillo. Nick desvió la mirada y luego la clavó en los ojos de _____.
- Lo siento. No se me ocurrió otra forma de librarte de ella.- se disculpó.
- ¿Bromeas? Siempre soñé con tener una experiencia de este tipo. – Comentó de buen humor.- Ya sabes… Estar colgada a cincuenta metros del suelo, con un pedazo de carne cadavérica con la manicura francesa sujetándome y un policía chiflado disparando contra mí…
- Lo siento, _____. No quise asustarte, pero no podía decírtelo. No creí que confiaras tanto en mi puntería.- Nick apresó los dedos de ella sobre la sábana. _____ se soltó.- No pensaba disparar contra ti, _____.
- Oh, ya lo se…
- Pero no podía dejar que cayeras. Lamento haberte asustado.
Ella encogió los hombros con falsa indiferencia. Cielos, ¿cómo era posible que
Nick siguiera afectándola de aquel modo? Espió su rostro con disimulo. Estaba despeinado y pálido a causa de la sangre que había perdido. Profundas ojeras se marcaban bajo sus ojos. No tenía buen aspecto. En verdad, estaba hecho un asco. Pero las rodillas de _____ temblaban de todos modos.
- No puedo dejar de pensar en el Alcalde Evans…
- Nunca cambiarás, _____. Siempre pensando en los demás.- la regañó cariñosamente.
- Es que es algo tan… Bueno, quiero decir que todo este asunto acabará con su carrera política.
- Quizá no.- Nick lo dijo como si no le importara lo más mínimo en realidad.-
Por lo que se, el Alcalde, L’Antino y el departamento de policía han llegado a un acuerdo. Parece que tu jefe play boy y nuestro Alcalde dejarán que las cosas se queden como están por el bien de las carreras de ambos.
- Pero, ¿la prensa…?- _____ no podía creer que todo quedara como si nada hubiera sucedido.
- No subestimes el poder del dinero, pequeña _____.- Nick supo que _____ desconocía por completo los entresijos del mundo de los mortales. En su mundo casi perfecto, la gente no sobornaba, ni asesinaba ni se costeaba con fondos públicos lujosas mansiones en la costa. Así era _____. Aunque a juzgar por su expresión curiosa, puede que hubiera cambiado algo después de todo.
- Odio pensar que vivo entre tanta corrupción. Pero te diré algo, Nick Jonas…- le señaló con su dedo fino y Nick observó que sus uñas cortas estaban ligeramente astilladas y amoratadas.- En el fondo, siento pena por Claire Evans. Nadie merece morir de una forma tan horrible.
- Oh, claro que no. Excepto cuando ese alguien quiere enviarte derechita al otro barrio. – comentó sarcástico, comprendiendo que _____ siempre sería su patrona de las causas perdidas.
- No te burles, Nick. A veces, una mujer es mucho más complicada que todo lo que vemos a su alrededor.
- La _____ de siempre, costurera y filósofa en paro. Pero dime una cosa, ¿por qué gritaste? Esa loca podía haberte pegado un tiro. O peor aún, podía haberlo hecho yo mismo.- gruñó al recordarlo. Sabía muy bien porqué lo había hecho. Para salvar su vida.
- Pero no lo hiciste. En lugar de eso, vaciaste el cargador sobre la señora Evans.- observó, queriendo parecer disgustada. Lo cierto es que sentía deseos de zarandearle y abrazarle y gritarle que le adoraba y que le encantaba que, una vez más, hubiera sido su héroe. Claro que Nick no estaba para tanto sentimentalismo. Más bien, parecía que le incomodaba su presencia allí. Muy bien. Le daría las gracias y por fin se libraría de ella.
- No todo el cargador.- la corrigió él y _____ se estremeció al comprender que esa única bala había sido decisiva para que ella siguiera con vida. Guiada por la emoción, acarició la mejilla áspera de Nick. Percibió como se contraía al contacto, pero dejó que sus dedos se quedaran allí un rato. Solo por esta vez. Y solo porque Nick había demostrado ser un buen amigo.
- Gracias de nuevo.
- _____…- ella pensó que aquella expresión extraña en el rostro de Nick quería decir algo. Pero no. Formaba parte de su papel de poli duro y enseguida, la sustituyó por su habitual gesto severo.- Parece que al final, L’Antino se queda contigo.
- Vaya, Nick… Tal como lo dices, suena como si fuéramos amantes.
Las cejas de Nick se arquearon visiblemente. ¿Amantes? ¿Ese fantoche de
L’Antino y ella…? La idea le produjo escalofríos. Quizá se había cargado a la persona equivocada después de todo.
- Adams me ha contado que ese cretino despidió a McKendrie a pesar de que rechazaste su puesto.- comentó. _____ asintió.
- Ese capitán tuyo es un cotilla. Por cierto, creo que le gustabas a Delta.
- ¿Yo?
- Tú, señor Nick. Aunque no se porqué.- cambió de tema, consciente de que
Nick no apartaba los ojos de su boca. Era como un poderoso imán para ella y lo peor de todo, es que no estaba segura de que fuera real o solo formara parte de su imaginación. -
Pero sí, así es. L’Antino me quiere. En el sentido más casto de la palabra. Resulta que ha descubierto que soy la única persona… ¿cómo dijo? Ah, sí… “capaz de arrojar un mínimo de creatividad y frescura a su nueva colección”.
_____ imitó con teatral entonación la voz de diseñador y Nick descubrió que quería escuchar su voz cada día después de aquel. Pero, ¿cómo decírselo? ¿Cómo se declara uno a la chica que quiere cuando la chica en cuestión es todo cuanto has soñado tener alguna vez y no tienes nada especial que ofrecerle? No era fácil pronunciar las palabras acertadas.
- ¿Te lo imaginas?
Por un momento, Nick había perdido el hilo de la conversación.
- Esa es mi chica… - Nick ahogó una exclamación de dolor cuando ella se inclinó para besarle en la frente. Sus labios estaban tan cerca que deseó con todas sus fuerzas no estar tremendamente agotado para apoderarse de ellos. Pero _____ no estuvo cerca tanto tiempo y Nick perdió la oportunidad.
- Gracias, Nick Jonas… Vaya, es la segunda vez que digo esto. Espero que nadie más quiera liquidarme por un tiempo.- rió. Con aquella risa que a Nick le entumecía los sentidos y le disparaba el corazón. Con aquella risa que le cautivaba y que en aquellos momentos, le hacía olvidarse de su herida y le despertaba las ganas de saltar de la cama
y abalanzarse sobre ella para no dejarla ir jamás.
- Voy a echarte de menos, _____.- reconoció, aclarándose la garganta porque aquel conocido nudo se adueñaba de ella como en su anterior despedida.- Quiero decir que… Bueno, ya sabes… Te echaré de menos.
- Yo también, Nick.
- Promete que te cuidarás.
- Lo haré.
- Y que no te meterás en líos.- añadió, agonizando por dentro porque ella se alejaba de la cama y en unos minutos, quizá ya no volvería a verla.
- Oye, tiene gracia que me pidas eso. Porque que yo recuerde, eres tú el que suele disparar contra todo bicho viviente…- _____ se mordió los labios al ver que él no reía.- Está bien, lo prometo.
- Buena chica.- aceptó Nick.
- Odio que digas eso…- ya estaba junto a la puerta.
- ¡_____!
- ¿Sí, Nick?- ella se volvió con rapidez, regresando a la cama cuando él lanzó un gemido.- ¿Te encuentras bien… necesitas más calmantes? Será mejor que llame a una enfermera…
El capturó su mano antes de que esta llegara al interruptor que alertaría al personal del hospital. Se daba perfecta cuenta de que había sido una jugada sucia. Pero no iba a dejar que _____ se le escapara por una mera cuestión de principios.
- No necesito una enfermera.- dijo con voz grave y clavó los ojos en las sábanas cuando ella se aproximó. Notó que se estaba ruborizando hasta las pestañas.
- ¿Seguro que no, Nick? No tienes buen aspecto.- _____ temió que fuera a desmayarse, a juzgar por el sudor que le perlaba la frente.- Tu herida…
- ¡Al diablo con la herida!- tiró de ella hasta que sus rostros quedaron lo bastante cerca. La mirada de _____ era toda una declaración de buenos sentimientos, tan dulce, tan limpia… Nick pensó que quizá la suerte estaba de su lado. Sus alientos se confundían. _____ nunca le había parecido tan bonita.- Demonios, _____, yo…
Sin pensarlo o tal vez porque ya lo había pensado demasiado, aplastó su boca contra la de ella. _____ no se resistió. En realidad, _____ le correspondió como aquella noche en la que había descubierto que la amaba. Nick se mareó cuando ella se apartó al instante siguiente.
- Ya veo que se encuentra mejor, detective.- la voz de la enfermera mientras le cambiaba el apósito, le sacó de su fugaz desvanecimiento. Se sonrojó. ¿El… se sonrojaba? Ahora sí había picado completamente el anzuelo. Aquella _____… Parecía inofensiva si uno no la conocía. Pero no lo era. Era diabólicamente encantadora. Tan hermosa por dentro que hacía que fuera la chica más bonita del universo. Tan divertida, tan tozuda, tan… a punto de morir en tantas ocasiones. Recordarlo hizo que le acometiera otra leve sensación de mareo.
- Bueno. Esperemos que esto le tranquilice, señor Jonas. Ya empezábamos a estar un poco hartas de usted.- la enfermera se volvió hacia _____, sonriente.- ¿Usted es
_____ Baker?
- Eso creo.
- ¡Aleluya!- la enfermera le palmeó el cachete sin ninguna delicadeza y Nick abrió del todo los párpados.- Vamos, no se haga el dormido. Aquí está su _____, ¿lo ve?
- Oiga, señora…- Nick iba a protestar por la rudeza del trato, pero cerró la boca de inmediato cuando la enfermera le sacudió las almohadas con idéntica brusquedad. A este paso, podía terminar muerto si se le ocurría contradecir a aquella enfermera con cara de buldog.
- Estése quieto, señor Jons. Y háganos un favor a todos, ¿quiere? Declárese de una vez.- Miró a _____ con expresión condescendiente – Y usted, querida. Ya se que este tipo es inaguantable, pero… Por Dios, tenga un poco de compasión con nosotros. Diga que sí y lléveselo de aquí.
La enfermera se despidió de ellos con un último cachete sonoro en los mofletes de Nick. El no apartaba los ojos de _____.
- ¿Nick…?- ella parecía perpleja. Perpleja. Pero no enfadada. Era una buena señal.
- _____… Esa mercenaria de la sanidad tiene razón. Sácame de aquí.
_____ rió con nerviosismo. Así que “sácame de aquí”… Era la declaración más patética que había escuchado. Bueno, no es que hubiera escuchado muchas. Pero si lo hubiera hecho, sin duda aquella lo sería. Le dio un par de palmaditas accidentalmente… sobre el hombro herido. El gimió.
- _____, por favor…
- Vamos, Nick. No esperarás que crea que tú… que yo… Oh, no. No soy tan tonta, ¿entiendes? Se perfectamente cuando alguien me toma el pelo y tú…
- _____, si te vas… - se incorporó como pudo sobre las almohadas.- Haré que te detengan.
- Ay, Nick. Eres un tipo muy divertido, ¿lo sabías? – _____ arrugó la nariz al ver que su mano volvía a palmear sin querer su herida.- Lo siento… ¿Y con qué cargos, puedes decírmelo?
- Acércate y te lo diré.
_____ titubeó. No parecía estar bromeando. Tal vez… Vaya, tal vez él estaba realmente queriendo decir lo que ella creía que quería decir.
- _____ Baker. Estás detenida.- le susurró al oído.- Por tus ojos. Y por el modo en que haces que quiera perderme en ellos y no pensar en nada más. Y por tu risa. Porque quiero despertar cada día y escucharla mientras discutimos sobre si mi camisa y mi corbata combinan mientras tomamos unos cafés juntos en una de esas tazas con mariposas que pintaste cuando tenías tres años. No lo niegues, me he aprendido muy bien tu expediente. Y también por tu absoluta falta de malicia. Porque crees que todo el mundo merece una oportunidad, incluso cuando te hacen saltar al vacío desde un sexto piso. Y por tu enorme corazón. Por tu generosidad. Y por tu gato espantoso. Ah. Y por tu madre, no lo olvides. Ella me adora y no quiere que nos divorciemos… Ah, se me olvidaba… Ese tipo… Wilson. Le odio. Odio que sea alto y atractivo y todo un guaperas recién salido de la universidad sin granos en la cara. Detesto pensar que te tendrá mientras yo me paso el resto de mi vida preguntándome como sería estar en su lugar… Y también por tu boca deliciosa. Sobre todo por esto último… ¿_____… qué me dices?
Ella no contestó enseguida.
- No ha estado mal, Nick. Pero aún no has dicho lo más importante.- le recordó.
- _____, me han herido… ¿Sabes cuanta sangre he perdido? No esperarás que recite “Romeo y Julieta” en estas condiciones. – la miró con desesperación, aunque reconoció en su fuero interno que estaba más que dispuesto a hacerlo.
- Adiós, Nick.
El dijo algo entre dientes y _____ se inclinó para escucharle con claridad.
- Perdón, Nick… ¿qué has dicho?
- He dicho “porque te quiero”, maldita cabezota.
- Vaya, lo dices como si te fuera a provocar un infarto reconocerlo…
- Cielos, ¿es que nunca te callas?
Para lograrlo, Nick la besó nuevamente. En esta ocasión, _____ escuchó toda una orquesta de afinados violines en su cabeza. Pero no. No era posible. Aunque tal vez si le besaba otra vez… Perfecto. Acababa de comprobar que era Nick quien hacía sonar aquellos violines. Maestro…
- Nick, la otra noche…
- ¿Estás embarazada?- preguntó, súbitamente sorprendido porque la idea ni siquiera le inquietaba.- Oye, _____… No se si estoy preparado para algo así, pero quiero que sepas que yo… Quiero decir que yo…
- Pero, ¿de qué hablas, Nick? Me refería a la otra noche, antes de eso… Dijiste que era hermosa, que me protegerías… No hablabas conmigo, ¿no es así?- la mirada de _____ se ensombreció momentáneamente.- Adams me contó lo de Rosie Morales.
- No, _____… Nunca se trató de ella.- acaricio su nariz con los labios.- Siempre fuiste tú, ¿no lo entiendes? Siempre supe que alguien como tú se cruzaría en mi camino.
_____ extendió las manos hacia él.
- En ese caso, detective… Puede esposarme. Porque acepto todos los cargos.
Excepto uno.- le guiñó un ojo con picardía.- O tal vez dos. En primer lugar, no puedes odiar a David.
- Entonces, no dejes que vuelva a ponerte las manos encima. O me veré obligado a presentarle a ya sabes quién.
- ¿”Lily”?- preguntó _____ con malicia y una oleada de placer la recorrió cuando
Nick le rodeó la cintura con su brazo sano.- Y en segundo lugar, he de confesarte algo. Mi madre no te adora. En realidad, Nick, creo que le gustaría que te destinaran a algún lugar bien lejos de mí. Alaska, tal vez.
- Te equivocas, querida _____. Si no, ¿cómo explicarías esto?
_____ contempló atónita la nota que acompañaba a las flores que había junto a su cama.
“Querido señor Nick. A pesar de que ha sido usted el peor “yerno” que podía imaginar, he de reconocer que no está del todo mal. Claro que mi _____ es algo fuera de serie. De cualquier modo, le deseo de corazón una rápida recuperación. No olvide que aún tenemos ese asunto pendiente. Suya, Mary”
- ¿Qué asunto pendiente?- _____ le miró sorprendida.
- ¿No lo adivinas, _____?- le sostuvo las manos entre las suyas.- _____ Baker… ¿Te casarás conmigo, en Las Vegas o en cualquier parte del mundo que prefieras donde nadie quiera matarnos?
- Vaya, Nick… Esa sí que es una pregunta que yo no…
- _____, di solo que sí.- suplicó, consciente de que podían estar varios días discutiendo el tema.
- Claro, Nick. Claro que…
- Buena chica.
Y a pesar de que odiaba que aquella enfermera robusta les espiara a través del cristal, decidió que tenía que besarla otra vez. Solo por si no estaba del todo convencida.
_____ era muy capaz de echar a correr en el último momento. Y él no estaba para maratones precisamente. _____ tampoco protestó. ¡Sí!. Por fin, él y _____ estaban de acuerdo en algo sin que ninguno de los dos corriera peligro.
- Y otra cosa, _____. Si alguna vez ese fantoche de L’Antino trata de ponerte un dedo encima, ¿querrás contármelo, cariño?
- Oh, no… Ya empiezas a darme órdenes otra vez. Tú, señor Nick…
- Calla, _____. Y bésame.
Y ella, milagrosamente, obedeció…
FIN
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Una Relacion Peligrosa (Nick&Tu)
no puedo creer que haya termina stuvo tan buena me encanto y mas la parte de "Calla_____ y Besame" aah que tierno mi vida nick y la rayis que lindo que estuvo me avisarías si haces otra nove porque me encantan tus noves :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Temas similares
» Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
» Una relación peligrosa {Audiciones Abiertas}
» Mi Peligrosa Obsesion - Nick y Tu
» Mi Peligrosa Obsesión Nick Jonas
» En relación con...
» Una relación peligrosa {Audiciones Abiertas}
» Mi Peligrosa Obsesion - Nick y Tu
» Mi Peligrosa Obsesión Nick Jonas
» En relación con...
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 3 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.